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DOBLE EVOCACIÓN DE VALENTINA*

JAVIER DELGADO
La Valentina de Sender murió en Borja y en su cementerio está enterrada, en una tumba horizontal de piedra gris muy romántica. Sus descendientes son personas excelentes, delicadas y reservadas. Le guardan un recuerdo cariñosísimo. La pelicula "Valentina" me hace llorar desde la primera vez que la vi en su estreno en Madrid. La tengo en video y he de andar con cuidado cuando pienso en verla, porque el final del coche llevándose a Valentina ante los ojos del niño me arrasa los míos de lágrimas. Es la imagen misma de la vida amorosa cuando eres menor de edad: los adultos te lo arrebatan todo. ¡Crueldades de la vida! Me alegro de que estés en lugares tan bellos y sanos Antón. Fuerte abrazo.
TREMISIS
Curiosamente yo a este último lugar no pude acudir en esa ocasión por que se produjo un incidente que creo que no trascendió por el que tuve que acompañar a cierta señora a la estación de autobuses por que había decidido en ese momento abandonar el congreso y volver a los EEUU, nada menos. Bueno, mi conversación con ella sobre su vida con Sender, casi llorando ante un desconocido como yo, que no la conocía de nada. la dejo para otro momento, ya os he aburrido bastante.
*Javier Delgado, que pasa muchas horas en el Moncayo y alrededores, nos explica aquí como es la tumba de Valentina Ventura, a quien se recuerda con mucho cariño en Tauste, hasta tal punto que se le ha dado su nombre al concurso de cuentos. La pregonera, por cierto, de la Feria del Libro fue la jovencísima Alicia Puértolas: una escritora de trece años. Y nuestro amigo Trémisis nos cuenta otra historia complementaria sobre Aragón, Sender y la pasión por la literatura.
EMMA SUÁREZ FUE VALENTINA EN 1919

LOS DOS VIAJES DE SENDER

Al morir, su hijo Miguel Ángel París Ramírez -que lo acompañó como fotógrafo y operador desde los años 70, igual que haría luego su hermano Nacho- realizó un repaso de ese archivo y halló reportajes de todo tipo: sobre las graves inundaciones en Valencia; maniobras con el joven príncipe Juan Carlos en Zaragoza en 1959; un trayecto por los Pirineos con Tico Medina; series sobre las salas de noche y sus moradores, incluidas aquellas damas de exuberantes nalgas y mirar más o menos lascivo; un reportaje acerca de una actuación a principios de los 70 en el Teatro Principal de Bernabé Martí y Montserrat Caballé… En una caja, había también un reportaje de más de una docena de positivos sobre los dos viajes que Ramón José Sender (Chalamera, 1901-San Diego, 1982) realizó a Zaragoza en las primaveras de 1974 y de 1976.
Miguel París, que anotaba con minuciosidad cualquier detalle, habla en algunas obras de un “tercer viaje”. Ramón José Sender estuvo en España en 1974 y en 1976, y fueron dos viajes no exentos de alguna polémica en ambos casos.
Alfonso Zapater y Joaquín Aranda acudieron a recibirlo a Barcelona en 1974 el 29 de mayo -descendió con Luz Campana de Watts y José Luis Castillo-Puche del avión “Navarra” que procedía de París- y lo acompañarían días después a Zaragoza en una comitiva en la que también venían representantes de la Fundación General Mediterránea, que lo había invitado a España.
Dio una rueda de prensa de una hora e impartió, en el auditorio de la Biblioteca de Cataluña, una “amenísima conferencia” sobre la Atlántida. Joaquín recogía en su crónica: “El público aplaudió largamente a Sender. Un público fervoroso a quien dirigió, momentos antes de acabar, este consejo: ‘No se tomen estas cosas demasiado en serio, pero no se las tomen, tampoco, demasiado a broma”.
En la noche anterior a la salida para Zaragoza, Sender se reunió con sus hermanos, con sus sobrinos y otros familiares y, al parecer, incluso se atrevió a cantar unas jotas. El sábado 1 de junio, Sender y sus acompañantes -entre ellos, los enviados especiales de HERALDO, Joaquín Aranda y Alfonso Zapater- salieron en caravana hacia Zaragoza, e hicieron una única parada en Fraga. Ramón J. Sender se emocionó al ver el río Cinca de su infancia y su juventud; y luego subió a la terraza de una de las habitaciones del hotel Sorolla, desde donde contempló los paisajes que tan bien conocía: Zaidín, Belver, Albalate de Cinca, Chalamera, Alcolea, Ballobar y Velilla de Cinca.
Transido de recuerdos, aquel hombre que consumía 20 pastillas al día, pidió una más porque estaba conmovido de veras. El séquito comió en el restaurante El Ciervo de Bujaraloz, y allí ya se sumaron los miembros del jurado del premio Ramón J. Sender de periodismo y la directiva del Ateneo. También estaba su hermana Carmen Sender. Entre ellos figuraba el fotógrafo Miguel París, que iniciaría ahí su meticuloso reportaje. Sender pasó varios días en la ciudad, y uno de los actos capitales fue su conferencia del lunes dos de junio en el Casino Mercantil, que había suscitado un gran interés en intelectuales, clase política y público en general. Fue todo un acontecimiento: el Casino Mercantil estuvo abarrotado. Juan Domínguez, en su crónica en estas páginas, decía que además de hablar de “la irracionalidad del ser humano”, evocó sus recuerdos zaragozanos, incluyendo entre ellos a su novia Valentina, y también citó a algunos aragoneses en los que “este conflicto entre la inteligencia racional y la instintiva o pasional se ha hecho presente: Miguel Servet, Ramón y Cajal, Gracián, Goya”.
Antes de la charla, Sender había recorrido la ciudad, había estado en el Pilar, se reunió a almorzar con la redacción de HERALDO e incluso se produjo una anécdota jocosa: un vecino de Chalamera le llevó varias truchas que había pescado en el Alcanadre. La revista “Andalán” criticó ferozmente su intervención. Para muchos su visita a Zaragoza fue decepcionante porque esperaban un discurso político y una crítica al franquismo que no se produjo. Ni en Zaragoza ni en Barcelona.
Con todo, en 1977, con motivo de la concesión del premio San Jorge, Luis Horno Liria decía: “Hoy manifiesta públicamente la Diputación zaragozana que el novelista Ramón J. Sender es un ejemplo de aragonesismo, que ése y no otro, pienso yo, es el significado del premio San Jorge que le ha sido otorgado. Todavía hace tres años, proclamar esta misma afirmación -por demás notoria- puso en grave riesgo la permanencia en su cargo de un alcalde y nos ocasionó a algunos amigos no leves quebraderos de cabeza”.
También dio una conferencia en Huesca. En el Hogar Cultural Genaro Poza dijo: “El altoragonés es alguien y llevamos fama de ser brutos, pero esto no es ningún deshonor, a la gente le gusta la nobleza, la verdad. Les voy a dar unos consejos: vayan a la montaña oscense, lean literatura altoaragonesa y liberalicémonos dentro de una paz y armonía, y esto es, señores, todo lo que tengo que decirles a ustedes”.
El segundo viaje
Ramón José Sender volvió a Zaragoza a finales de mayo de 1976. Se hospedó en el hotel Corona, y venía con una pierna quebrada. Había tenido un encontronazo con Camilo José Cela. Alfonso Zapater recuerda que Sender le dijo “que fue una discusión política. Yo le reproché que no entendía cómo se había enriquecido tanto durante el franquismo y aquello acabó en un empujón”. Alfonso Zapater dice que “Cela me dijo que había sido porque Sender se había propasado con Rosario Conde, su mujer”. El momento más emotivo de su regreso hay que buscarlo en su viaje a Chalamera, el domingo 30 de mayo. Vio su partida de nacimiento, besó una colcha que había hecho su madre, recibió el cariño de sus paisanos y escuchó, casi siempre al borde de las lágrimas, un recital de jota. Los escritores Ana María Navales y Gabriel García-Badell, distinguido con el premio Sender, estuvieron en aquel acto, como lo estuvo Miguel París.
Antes del viaje, Juan Domínguez entrevistaba al autor en albornoz antes de partir hacia su pueblo, y éste le decía: “No soy republicano ni monárquico. Sólo un hombre que escribe lo que siente y lo que piensa. Pero me gusta ver que hay paz y, en refrendo de la paz, una tendencia justiciera a favor de los humildes”.
*Ramón José Sender acaba de bajar del avión "Navarra" en compañía de Luz Campana de Watts. Este texto, acompañado de un reportaje de Miguel París, apareció el pasado domingo en el suplemento "HOy Domingo" que coordinan Sergio del Molino y Victoria Martínez.
"LAS MALETAS VIAJERAS" DE TAUSTE

[Estuve el pasado lunes, uno de mayo, en Tauste, donde tengo muchos amigos: Chusé Inazio Nabarro, Mari Sancho, que hizo una presentación preciosa, tan bonita que necesitaría yo dos vidas para ser la personaj que ella dijo que soy, Marisol Giménez, y otros muchos amigos que hice el otro día. Me gustó la Feria del Libro, me gustó el cuidado pregón de Alicia Puértolas, una niña de trece años que sabe dialogar muy bien, y me gustaron especialmente proyectos que desarrollan desde la Asociación Cultural El Patiar y desde el colegio. El trabajo que hacen gentes como Enrique Galé, Vicente Sánchez, Pilar Fresco, etc., es estupendo. Me gustó mucho un proyecto escolar, el de "Las maletas viajeras", que me ha remitido con absoluta gentileza Javier Núñez, profesor y concejal de Tauste. Lo cuelgo aquí porque no sabría explicarlo mejor. En el colegio por cierto hacen cuentos todos los años, rinden homenaje a Valentina Ventura, y participa todo el mundo. Mil gracias, amigos.]
Un proyecto para promover la lectura en familia:
“Las Maletas Viajeras”
QUE SON
Un proyecto del CEIP “Alfonso I” de Tauste que viene desarrollando desde el curso pasado.
El Colegio es consciente de que la implantación de la lectura es un hecho en el que tiene mucha influencia la actitud de la familia. Si los chicos ven leer a sus padres se animarán a leer. Sabemos que aunque hay familias que la estimulan mediante el ejemplo, otras no lo hacen por falta de hábitos o, simplemente, por no poseer libros lo suficientemente interesantes en casa.
El proyecto consiste en crear una maleta para cada una de las aulas en cuyo interior se han incluido varios libros destinados al alumnado y a los diversos miembros de la familia, a la que hemos llamado “maleta viajera”.
QUÉ CONTIENEN
1. Material de lectura:
· Revistas para adultos: NATURA , SER PADRES, MUY INTERESANTE
· Revistas para los niños: REPORTERO DOC, SUPER JUNIOR, CARACOLA, MUY INTERESANTE JUNIOR, POPI
· Un libro de literatura clásica.
· El libro “Don Quijote de la Mancha”
· Dos libros adaptados a la edad del alumnado al que va dirigido la maleta
· Un CD de Mozart
2. Dos libros abiertos:
· Uno para que los alumnos, padres, hermanos, abuelos,… puedan escribir lo que deseen: cuentos, poesías, historias, experiencias,…
· Otro para anotar sugerencias y opiniones sobre los libros que hayan leído bajo el epígrafe “¿Qué le dirías a tu amigo para que lea el libro …..?”
3. Cuaderno o folleto con recomendaciones de libros adecuados a las diferentes edades, gustos e intereses, direcciones de internet de interés para el alumnado,…
4. Trabajos realizados en clase: proyectos, cuentos, álbunes de fotos,..
QUÉ PERSIGUEN
· Seguir promocionando la lectura como disfrute personal, fuente de información y adquisición de conocimientos, hábitos y valores y descubrimiento .
· Acercar la Biblioteca Escolar a las familias a través de nuevos cauces y ampliar su ámbito a padres y madres, hermanos, abuelos,…
· Implicar a las familias en el proceso de animación a la lectura proporcionándoles los medios necesarios.
· Dar participación a las familias y procurarles descubrir el placer de “leer en familia”
CÓMO SE LLEVA A CABO
· Se proporciona una maleta adaptada al nivel del alumnado a cada una de las aulas del centro
· En cada clase se presta cada semana a un alumno o alumna que la lleva a su casa para que todos puedan disfrutar de los libros incluidos en la maleta.
· Las familias pueden participar en los dos libros que se incluyen
· escribiendo lo que deseen: cuentos, poesías, historias, experiencias,…
· anotando sugerencias y opiniones sobre libros que han leído, haciendo recomendaciones,...
· Al finalizar el curso se hace una recopilación de las aportaciones y valoraciones de las familias y se evalúa el programa.
LOS NIÑOS: LOS REYES DE LA BIBLIOTECA

[No es que copie a Víctor Juan, que sería legítimo: es un maestro de maestros. Entro en su página y encuentro este texto de Mariano Gistaín, del que no me acordaba. Lo publicó en el años 2002. Hubo una época de mi vida que a Mariano lo veía casi todos los días. En realidad, lo veía todos los días: un día había escuchado el nuevo disco de Labordeta en un taxi, otro día había sido el testigo de excepción de una historia de amor y desamor entre ancianos, otro día había ido a oír la música contemporánea de Carlos Satué, otro día se había ido a Monteagudo del Castillo con un fotógrafo llamado Fredik Laurin, otro día había decidido quedarse en casa con sus lápices negros o se había ido a pasear por la ciudad en su Morris MG.Los textos de Mariano siempre son distintos. Copio este aquí porque el otro día entré en la biblioteca de Tauste y me pareció una biblioteca habitada, ese lugar del que cualquier niño se siente cómplice y orgulloso. Era un refugio, una casa encantada, el lugar de la aventura, un bosque para soñar y oír la melodía de vientos, los árboles, los pájaros y los monstruos de la imaginación. Aquí cuelgo este bellísimo texto de Mariano Gistaín, que me ha regalado la mesa de durísimo pino donde trabajo, donde escribo a las 2.25 de la madrugada.]
BIBLIOTECAS A MANO
Por Mariano Gistaín. Autor de "El polvo del siglo", "La mala conciencia" y "La vida 2.0".
De todas las carencias que afligen a los niños, quizá la más penosa sea la falta de una biblioteca cerca de casa. Un lugar ajeno a las inclemencias del tiempo, blindado contra el ruido, la urgencia y la familia, con una mesa y una silla para sentarse. Un lugar común para poder estar en paz, mirar a los demás, enredar un poco, hacer garabatos, enamorarse y tal vez leer. Mirar cromos, hojear estampas, dejarse tentar por los cuentos, navegar y sentir la protección también física que proporcionan los libros, doble pared para aislarse del mundo, escondrijo de piratas, monstruos de siete cabezas, poemas, sueños, pesadillas y dragones con princesas. El lugar donde no hay que hacer nada, el lugar sin límites. El lugar para imaginar en paz. El lugar de donde podemos robar libros durante unas horas, probarlos y devolverlos, hasta dar con el que nos está esperando. El niño que tiene cerca de su casa una biblioteca está salvado. El niño que tiene cerca de casa una biblioteca, acaba por entrar. Y si ese niño le pregunta al bibliotecario o a la bibliotecaria, si habla con estas personas, le aconsejarán gratis sobre las recetas infalibles de la felicidad: las fórmulas mágicas para tener muchas vidas en una... durante toda la vida. Que no haya ningún niño sin una biblioteca cerca de casa.
Mariano Gistaín en Texto casi Diario, 15 de abril de 2002
*Mágica foto de "Laura" de Otto Preminger con la bellísima Gene Tierney y Dana Andrews. Coloco aquí esta foto por su atmósfera de cuento con aparecida. "Laura" es una de mis cinco películas preferidas, quizá con "El hombre tranquilo", "El apartamento", "Elbazarde las sorpresas" y "Encadenados". O "El hombre que mató a Liberty Valance" o "El camino a casa"...
GENE TIERNEY, PURO ESPLENDOR

Gene Tierney nació en 1920m y murió en 1991. trabajó con directores tan importantes como Fritz Lang, Josef von Sternberg, Otto Preminger y Ernst Lubitsch. He aquí a la actriz más radiante que nunca.
RECUERDO DE ROBERTO ROSSELLINI

No soy un experto en el cine de Roberto Rossellini (1906-1967), pero conservo en mi retina imágenes de sus películas: de “Roma, citta aperta” (1946), con aquella Anna Magnani desesperada, doblemente desesperada: en el cine y en la vida porque Roberto estaba a punto de dejarla a merced de su temperamento dramático y de su desgarro. La dejaba porque una de las mujeres más bellas del cine le acababa de remitir un mensaje inequívoco: “Te amo”. Eso sí, por aquello de los anacronismos, lo amaba tras haber visto esa película con la indómita Anna Magnani. Conservo imágenes de “Alemania año cero” (1947): he visto esa película hace muy poco y me pareció un documento estremecedor de las ruinas apocalípticas de Berlín y sobre la vida de unos jóvenes sin amparo y casi sin otro destino que el horror cotidiano y el suicidio. Toda la película tiene algo de fantasmagoría, de viaje por un paisaje de pesadilla.
Y también tengo imágenes de “Stromboli” (1949), quizá mi película favorita de este cineasta: una historia de amor en un pueblo de marineros, una historia de incomunicación y de un ardor tan oceánico e imparable, tan arrollador, como el del volcán que está a punto de desmelenarse. Allí Karin, Ingrid Bergman, tenía emociones tan hondas y desesperadas que bien podrían haber provocado otro cataclismo. Durante el rodaje de esa película se dijo que los suspiros de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini eran tan atronadores o escandalosos que no sólo desvelaban a los paisajes de la isla sino que se temió que provocasen la ira del volcán. Allí iniciaron los dos, el director y su amante, una colaboración que culminó en otros dos películas más: “Europa 51” y “Viaggio in Italia”, que aquí se tradujo bellamente por “Te querré siempre”.
Rossellini hizo un cine honesto, de denuncia inmediata, una referencia esencial del neorrealismo, un cine en ocasiones algo chapucero, pero siempre emocionante, de gran fuerza, cine entendido como instrumento de transformación del mundo, que también alcanzó una importante cima como una película más sobria o tal vez más didáctica como “El General de la Rovere”. También vi otra que gustó mucho, inspirada en Stendhal, y fue “Vanina Vanini”, basada en uno de sus cuentos italianos e interpretada por Sandra Milo.
GRACIAS, ROBERTO, ROBERTO ABIZANDA

No conozco a Roberto Abizanda. Creo que alguien me dijo una vez: “Míralo, ese chico es el genio que ha hecho posible que escribas tanto en tu blog”. Siempre me habían hablado maravillas de él, como de Rubén Cárdenas, de Quique Radigales o de Alex Dantart, al que entrevisté una vez sobre los misterios de internet. Hace exactamente ahora dos años, en los V Encuentros Literarios de Albarracín, Mariano Gistaín casi jugando me abrió un blog. Desde entonces prácticamente he escrito todos los días, y padezco auténtica adicción. El blog es como un jardín donde paseo, donde me extravío, donde me enfrento a la necesidad de contarme y de contarme el mundo; es el lugar adonde acudo cuando la ansiedad me vence, cuando el desespero me dicta sus cuentos de medianoche y de las sombras; es la ventana que abro cuando quiero saludar a alguien que pasa. Hace dos días que el sistema está en pruebas o en reparación, en parón técnico, y la verdad es que echo de menos el blog: anoche llegué a casa y escribí un texto sobre Roberto Rossellini, y sobre Ingrid Bergman y la furia volcánica de Anna Magnani. Pero no lo he podido colgar. Ni tampoco nuevas fotografías de Gene Tierney o de Jesse A. Fernández, el gran fotógrafo y pintor habanero, de origen español, cuyo maravilloso catálogo acabo de comprar por doce euros. Antes valía 50.
No conozco apenas a Roberto Abizanda, ni siquiera he visitado su magnífico blog, como tampoco visito mucho el de mi admirado Javier Torres, porque ambos cuentan cosas tecnológicas que no entiendo. Ahí, en sus mundos, me siento un intruso tonto. Me gusta saber que andan por aquí, que crean sin parar, que cuentan historias a su modo, historias del recalentamiento sigiloso de los bits o como se diga ahora, historias para vivir mejor y con mejor economía en este planeta virtual donde la limitación apenas existe. Creo que fue Mariano Gistaín quien dijo aquello de que los bits se recalientan mientras el aparato está apagado. Se recalientan y sueñan. En estos circuitos bien se ve que existe un lenguaje soterrado, un cierzo ideal de sonidos y vendavales, almas a la derivas, palabras que exigen que se les despierte el ánima.
Han pasado dos años. Y en este blog milagroso de Roberto Abizanda está mi vida: apenas he escrito nada que no esté aquí, la novela en marcha de mi existencia está ahí, apretujada e intensa, más de 3.000 folios, ese salón privado y público de los pasos perdidos. Veo a los novelistas y siento una envidia infinita, tengo envidia cariñosa de Víctor Juan Borroy que ha terminado dos novelas en dos años y que están ahí, a la espera de un editor. Yo me haría, o quizá me haga editor antes de un par de años, para publicarlo. Quizá por ello, porque Roberto Abizanda ha sido mi editor sin saber nada el uno del otro, y de otros mis de colegas, celebro estos dos años. Es posible que ya no vuelva a escribir más ficción y que ya me conforme con escribir sólo aquí, en este dominio de blogia, donde me siento protegido, tranquilo, como en casa y a recaudo de cualquier tempestad. Los escritores siempre soñamos con un editor que confíe en nosotros, sin aspavientos, sin afectación y sus largos silencios, aunque no pierda el tiempo leyéndonos.
Roberto Abizanda ha sido ese hombre, ese mago, ese amigo al que no conoces: ni él quiere conocerte ni tú te obsesionas en conocerlo. Así son los amigos invisibles. Desde aquí, desde una habitación de su inmensa casa con vistas a la tierra entera, le envío un abrazo y le testimonio de nuevo mi gratitud. Gracias. Gracias, Roberto Abizanda.
*Cuelgo aquí esta preciosa y sugerente foto de Mary Ellen Mark, otra de mis fotógrafas favoritas, que parece seguir la estela de Lissette Model y Diane Arbus. Aquí, la instantánea evoca una suerte de felicidad.
EL ENIGMA DE LA ESFINGE*

(CUENTO PARA EDUARDO LABORDA, REALIZADOR DE CINE, COLECCIONISTA Y, SOBRE TODO, PINTOR)
Quienes me conocen ya lo saben: nada me es ajeno. A nada le hago ascos. Soy capaz de recorrer medio mundo por un cuadro, por una postal antigua, por un dibujo, por una vasija de cerámica. Soy capaz de recorrer el otro medio para oír una historia bonita, para escuchar la melodía del viento de Tebas en la atardecida. No sé muy bien cuál es mi oficio: podría decir que soy pintor, cineasta, apasionado del arte ajeno o un paseante de mi ciudad. Podría decir que soy el centinela de los objetos de mi casa, que tiene algo de morada de los dioses, de laberinto de secretos y bestias y trazos. Podría decir que soy un coleccionista de todo lo que se esfuma y pierde actualidad y uso: miro hacia atrás y recojo los fragmentos y los despojos del ayer, y a la vez avanzo. Soy melancólico, pero jamás me extravío a la deriva en el océano del pasado, aunque haya cosas, sucesos y personas que están en mi memoria y me conforman. Te hacen ser como eres. Y a mí me ayudó a ser así mi madre, en primer lugar. Era una de esas criaturas enigmáticas que me protegía de la incertidumbre. Estaba ahí, me enseñaba sin que yo me diese cuenta, me envolvía con su aureola y con sus brazos. Y con una sonrisa que jamás había sido trabajada ante un espejo: era la espontánea risa del ángel tutelar que no malgasta su tiempo en artificios.
También fue determinante, de otro modo, una postal que me llegó de París: en el otoño de 1978 exactamente recibí una reproducción de “Edipo y la esfinge” de Gustave Moreau, un pintor que siempre me ha parecido entre simbolista y enfermizo, una obra datada en 1864. Fue un regalo inesperado que me remitió una antigua novia, con un texto que me perturbó: “Dudo de que seas capaz de querer a otra mujer que a tu madre”, decía la primera frase; y en la segunda ponía: “¿Cuál es la criatura que anda primero con cuatro patas, luego con dos y después con tres, y que se vuelve más frágil a casa paso?”.
Al principio, me enojó la postal. Estuve a punto de hacer algo que no he hecho jamás con una reproducción artística: romperla y arrojarla a la chimenea. Pero pensé que sería un sacrilegio: era de Gustave Moreau, nada menos, era de la única novia que había tenido, estaba mi madre, estaba la esfinge y Edipo, y la adivinanza que medió entre ellos y que selló su destino. Aquella postal empezó a perturbarme y, con el paso de los días, se convirtió en una obsesión desapacible. Repasé mi truncada historia de amor con aquella novia e inicié un diario literario y gráfico que se tituló, con alguna ironía, “A mi madre”. Escribía recuerdos de familia, notas de nuestra relación y de nuestros viajes, y a la vez hacía pequeños dibujos a lápiz, que derivaron hacia la acuarela. Como algo espontáneo, irrumpió la esfinge: primero como una descarada copia de la obra de Gustave Moreau; realicé innumerables detalles de la cabeza, del rostro, de los opulentos pechos, de las alas, del cuerpo de leona indómita. Más tarde empecé a pintar a Edipo, y le suministré mis rasgos. En la página 113 del diario “A mi madre”, escribí bajo la carnosa figura del joven: “Yo también pude ser Edipo”.
La verdad es que no sabía muy bien hacia dónde iba. Desconocía el sentido de aquel diario, la violenta porfía que me agitaba interiormente. Leí diccionarios de mitología y de símbolos, clásicos griegos, leí manuales sobre la historia de la Antigüedad, y más o menos redacté algo semejante a lo que sigue: la esfinge, en la antigua Grecia de dioses caprichosos y promiscuos, era una especie de monstruo femenino con rostro y exuberantes senos de mujer, cuerpo y patas de leona, y alas que recordaban a un ave de rapiña. Su origen resultaba incierto. Algunos decían que era hija de Equidna, una víbora con cuerpo femenino y cola de serpiente; otros que era hija de Ortro, el ominoso perro de varias cabezas de Geriones, o de Tifón, el pequeño vástago de Gea y Tártaro. Aún había quienes, para rizar el rizo de su génesis, sostuvieron que la esfinge era hija de Layo, rey de Tebas y padre a su vez de Edipo, futuro monarca. La diosa Hera envió a la esfinge a Tebas con la encomienda de que castigase a la ciudad por la pasión homosexual que sentía Layo hacia el joven Crisipo.
La esfinge, fuerte, segura de sí misma y perfectamente preparada para aniquilar, buscó acomodo en una de las montañas del oeste, se afianzó allí como una presencia espantosa y se dedicó a atormentar al reino con la desaparición de viajeros, soldados, mercaderes. Antes de devorarlos, les proponía distintos enigmas, pero el más frecuente era el mismo que me había formulado mi ex novia en su carta: “¿Cuál es la criatura que anda primero con cuatro patas, luego con dos y después con tres, y que se vuelve más frágil a casa paso?”. Nadie lo sabía, y era víctima de la mujer leona, que se daba auténticos festines. Al cabo de un tiempo acertó a pasar por allí el joven y aguerrido Edipo que huía de un crimen: no hacía mucho tiempo se había encontrado con el rey Layo, discutieron, se batieron en duelo y el joven le dio muerte sin saber que era el monarca de Tebas y su propio progenitor. El oráculo de Delfos le había anunciado que mataría a su padre y que se casaría con su madre y él, que pensaba que lo eran quienes lo habían cuidado y educado en Corinto, partió muy lejos. La esfinge lo detuvo y lo sometió a la prueba con su eterna pregunta. Edipo le respondió: “Es el hombre. Gatea cuando es niño, camina erguido y seguro de sus huellas cuando es joven, y se acompaña de bastón cuando es viejo”. La esfinge se quedó contrariada, y le formuló una segunda pregunta: “Existen dos hermanas, y una de ellas engendra a la otra, y ésta a su vez engendra a la primera”. Edipo, audaz y brillante, se mesó la barbilla, vislumbró el abismo interminable que se abría bajo sus pies y contestó: “El día y la noche”. En griego, el día también es femenino.
La esfinge no salía de su asombro y, en un arrebato de contrariedad, no se le ocurrió otra cosa que arrojarse al precipicio desde lo alto de la montaña. Aquel suicidio dio la vuelta a la región (alguien ha escrito que, en realidad, el joven alanceó mortalmente al monstruo) y Edipo fue saludado como un libertador, como un héroe, como el esperado. Lo invitaron a que se casase con la reina Yocasta, aunque no sabía que era su madre. Tuvieron cuatro hijos. A medida que transcurrió el tiempo, el héroe descubriría que Layo era su padre, y Yocasta también sabría que Edipo era su hijo. La desgracia acabaría ensañándose con los dos: Yocasta puso abrupto término a sus días acuciada por la mala conciencia, y Edipo, conmovido y arrepentido, se arrancó los ojos y repudió para siempre la corona de Tebas. Como un ciego errante, se echó a la soledad de los caminos calzado con polvo de su propio pie.
La verdad es que toda aquella historia me pareció demasiado terrible. Como un pozo continuo de adversidades y de fatalidad sangrienta. Pero aquel relato me atrapó por completo y decidí enfrentarme a mi propia idea de la esfinge. Quizá nunca haya estado tan inspirado como entonces. Me pareció estar en un trance continuo, al borde del éxtasis mismo. Poseído. No recuerdo cuánto tiempo empleé en mis series pictóricas sobre la esfinge, que no es griega ni egipcia, sino que es intemporal y a la vez contemporánea. En mis lienzos, la instalé en mi propia ciudad, me pareció verla en un atardecer de magnífica luz de nardo, sobre un edificio, oteando el horizonte de oro. Casi siempre tiene un rictus severo, un hieratismo perturbador, acaso un extrañamiento ante las cosas de su entorno. Y quizá lo más doloroso de este trabajo haya sido esa estampa en que se ve a la esfinge, tendida y destrozada, a los pies del faro: ahí estaba la consumación del destino cruel, ahí estaba esa estampa inolvidable de la criatura vencida, mientras las olas arañan el cantil.
Mi madre dejó de acudir a mi estudio. Me dijo que todo le parecía demasiado teatral y dramático. Recuerdo ahora que utilizó otros adjetivos: “Has construido un hermoso mundo poético, pero para mí es insoportable”. Una semana más tarde, llamó a la puerta mi ex novia, ahora ya puedo decir su nombre: Elisa Serena. “La vida es corta y nuestro amor demasiado apasionado. No perdamos ni un minuto más”, me rogó. Nos casamos a los pocos meses. Si queréis saber cómo es no tenéis más que mirar mis cuadros.
*Este texto figura en el libro-catálogo que acaban de publicar Cajalón y Aqua: "Eduardo Laborda. Simbolismo barroco". La foto corresponde al diario "20 minutos", que dirige José Joaquín Berdún.
GENE TIERNEY, PARA TONI ALARCÓN

ENTREVISTA CON JOSÉ ANTONIO MILLÁN*

"El móvil maleduca a tus jefes y a tus clientes"
FERNANDO GARCÍA
EL PAÍS - 04-05-2006
José Antonio Millán (Madrid, 1954) es filólogo, editor digital y escritor. Desde hace más de 10 años publica su página personal http://jamillan.com por la que obtuvo el Blasillo de Huesca al ingenio español en Internet.Pregunta. ¿Qué es un editor digital?
Respuesta. Un mediador de contenidos que acabarán difundiéndose en la Red.
P. ¿Pasa mucho tiempo escribiendo en sus páginas?
R. De forma regular, no, pero a veces me da un pronto y puedo estar un día entero escribiendo.
P. ¿Utiliza ordenador de sobremesa o portátil?
R. Los dos: uno al lado del otro, y haciendo cosas distintas en cada uno: puedo acabar una jornada de trabajo con 20 ventanas abiertas.
P. ¿Cuántas veces al día mira el correo electrónico?
R. Lo puedo comprobar cuatro o cinco veces a la hora.
P. ¿Cuál es el último chisme tecnológico que se ha regalado?
R. Una cámara de ocho megapíxeles: cada vez imprimo más fotos, y necesito gran tamaño.
P. ¿Qué imagen ha colocado en el escritorio del ordenador?
R. Uno de los timbres de mi colección de Umbrales.
P. ¿Qué tipo de relación mantiene con el teléfono móvil?
R. Salvo en caso de urgencias familiares, no uso móvil. Tengo un pin que me permite llamar desde cualquier cabina.
P. ¿No lo emplea porque es caro o porque no lo necesita?
R. Cuando viajo, llamo dos o tres veces al día a mi estudio, o miro el
correo: es suficiente. El móvil extiende tu jornada laboral más allá de lo que querrías, y educa muy mal a tus clientes o jefes: piensan que tienes que estar siempre disponible.
P. ¿Me recomienda alguna página de Internet?
R. La de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: ¡qué placer acceder a tantas obras!
P. ¿Cuál es el mayor disgusto que le ha dado la tecnología?
R. A los fabricantes les importa bien poco el consumidor: te compras un ordenador nuevo y tienes que estar una semana reinstalando programas porque a nadie se le ha ocurrido poner una función de trasvase: ¡es prehistórico!
P. ¿Viaja con el portátil?
R. Jamás, salvo que me vaya un mes a un sitio fijo. Y para las necesidades, me encantan los cibercafés: los he frecuentado en todo el mundo.
*Esta entrevista apareció en "El País" del jueves, en su sección fija de cada jueves.
A MI MADRE

Llevo varios días pensando en escribir un artículo sobre mi madre. Sobre las madres del mundo. Quizá la historia más bella que me ocurrió con ella, y son miles, siempre resulta para mí conmovedora. Me fui de mi casa a los 18 años, casi 19. Me fui porque necesitaba huir y encontrar un acomodo en el mundo. Había acumulado contradicciones íntimas durante un tiempo, había vivido con ansiedad y angustia, había querido ser escritor y amante de una muchacha que vestía una preciosa falda de tubo a orillas de la ría de El Burgo, y, sobre todo, me agobiaba la idea de hacer el servicio militar. La chica, que se llamaba Begoña y era dulce como la diosa inicial y demasiado humana que sueñas para salir a la calle, jamás me hizo ningún caso. Por todo eso, porque no me soportaba a mí mismo, vine a Zaragoza. Por eso me marché de mi casa.
Mi madre había vivido mis desórdenes adolescentes con dolor. No sabía qué me pasaba, pero lo adivinaba todo con ese octavo sentido de madre que entiende el mundo por el soplo del aire y por el color de la pielque usas desde el alba. Me había llevado al psiquiatra en vano, había intentado retenerme en Arteixo con su mirada líquida, asomada siempre al abismo de las lágrimas, asomada siempre a la impotencia del estupor. Me fui de casa, me vine a Zaragoza, empecé de cero sin saber hacer nada: derribos, vendimias, trabajo en la naranja, peonadas aquí y allá, mucho hambre, de casa en casa y casi siempre de prestado, hasta que apareció otra madre, Carmen, Carmen Gascón, la madre de mis cinco hijos, y la vida pareció adquirir un nuevo sentido, otra armonía.
Mientras, mi madre, que es muy religiosa, hizo una promesa a Nuestra Señora de los Milagros, el santuario de Caión, el santuario hechizado que antaño fue objeto de veneración por los balleneros y otros peregrinos de la Costa de la Muerte. La promesa consistía en que ella iría de rodillas, sobre la calzada, repleta de vaivenes, de montículos y descensos, repleta de cortantes guijas, si su Dios lograba que yo me repusiera. Y eso hizo: se destrozó las rodillas, sufrió un calvario de cariño por el hijo descarriado. En ese tránsito, mi madre contempló los pinares, los acantilados, los fondos marinos, absorbió los olores de la selva, los olores de la selva y del monte que yo respiré de niño junto a ella; en ese paseo de 11 kilómetros absorbió los celajes de luz medida y marina. Cuando pienso en ese gesto casi sobrehumano me echo a llorar. Lo pienso, lo imagino, y no soy capaz de creérmelo. Me parece que es una fábula que me cuento, me parece que es una mentira que me digo para convencerme de que mi madre piensa en mí como yo pienso en ella ahora y casi siempre. En éste que es su día y el todos los días de mi vida.
*La foto no es de mi madre -Carmen Castro Barreiro, Carme de Castro alláe n Galicia-, sino de la gran fotógrafa norteamericana Dorothea Lange, tomada en 1936. Encarna para mí la maternidad en su estado más bello de pureza.
UN AMOR TRAS LA ODISEA

Hoy he entrevistado a un tipo extraordinario, Víctor, que era marino en el petrolero Urquiola que explotó en A Coruña hace casi 30 años. Antes de llegar al puerto, sólo pensaba en una cosa: tras 68 días de navegación ininterrumpida, sólo deseaba encontrarse con una joven madrileña que le parecía tan guapa como Rita Hayworth. Encuentro esta foto tan marina, tan sugerente, y la pongo aquí para los admiradores de esta magnífica actriz, cosida aquí al timón de la vida.
MAÑANA EMPIEZAN LOS VII ENCUENTROS LITERARIOS DE ALBARRACÍN

Imagen de la Casa de la Julianeta en Albarracín donde comienzan mañana los VII Encuentros Literarios de Albarracín. Por la mañana habra talleres para niños con Carlos Roldán, Javier Torres, Elisa Arguilé, Fernando Lasheras, Enrique Villagrasa, Alberto Gámez, Pilar Tena, Javier Solchaga y José Antonio Melendo.
Por la tarde, Carlos Roldán impartirá una lección de música para adultos: "Cómo aprender música de forma divertida en una hora".
Y a las 19.00 Antonio Pérez Lasheras hablará de las ediciones universitarias;, y Rosa Tabernero, hacia las 20.15, sobre la edición infantil y juvenil en España. Se puede asistir libremente.
HA MUERTO ANTONIO CALVO PEDRÓS*

-Desde muy joven. He sido un enamorado de la foto de siempre. Ha sido mi vida y mi obsesión, y ahora, jubilado ya, puedo cumplir un sueño: dedicarme a ordenar y recuperar mi archivo que tiene cientos de miles de negativos. Y sobre todo me gusta el reportaje: no me ha preocupado la foto artística, sino la viva, directa, aquella que sólo puedes hacer en un instante concreto, antes de preguntar, tal como vienen las cosas.
-Sí, José Gómez. Era hermanastro de mi madre y tenía el Estudio El Portillo. Era un gran retocador, había trabajado con Jalón Ángel y con Guillermo Fatás Ojuel, pero él en realidad no condicionó mi vocación. A los catorce años entré en Casa Choliz y allí empezó todo.
-Háganos la panorámica: descríbanos el lugar y su ocupación.
-Entré allí nada más salir del Seminario. Yo iba para cura, pero mi hermano mayor era paralítico y mi madre, viuda, tenía que estar siempre pendiente de él. Me di cuenta de que se necesitaba mi aportación: después del colegio, al principio, y del trabajo, luego, me iba a dar vueltas por el Mercado Central para comprar lo mejor y lo más barato. Dejé el Seminario porque me di cuenta de que podía hacer más por los demás y por mí mismo y que podía ser mejor persona que dentro.
-La panorámica es emocionante, pero no es la que le habíamos pedido...
-Voy. Casa Choliz estaba en el Coso 23. Era también perfumería y almacén de fotografía. Por allí vi pasar a todos los fotógrafos de la ciudad: Aurelio Grasa, Gil Marraco, Manuel Coyne, Fatás Ojuel, y a muchos de ellos les llevaba no sólo el papel fotográfico sino los cubos de fijador de hasta 50 litros con un carro de mano. Y entonces atrapé una hepatitis...-¿Y qué pasó?-El doctor Luis Olivares, que tenía su consulta en la calle Contamina, me dijo que tomara unas hierbas y además –me dijo: “será lo que más te aliviará”- me sugirió que fuese a ver el paso de la corriente del río Ebro todo el tiempo que pudiese. Y eso hacía, inmóvil y con los ojos puestos en el agua. Años después, el doctor Simón Marco, a quien le debo la vida, me dijo que no era una broma: los manuales de los 50 decían que eso era lo ideal.
-Ahora ese remedio resulta tan poético como inverosímil. ¿Seguimos?
-Permanecí unos diez años en Chóliz y creo que tenía fama de buen empleado. Jalón Ángel me ofreció una importante cantidad de dinero para contratarme y al final acepté, a pesar de que estaba muy agradecido a don Luis Chóliz Alcrudo. Me apreciaba mucho y me sugirió que me sacase el pasaporte: me pagó un curso de fotografía en color en París y otro de foto electrónica de aficionado.
-¿Cómo era Jalón Ángel?
-Una gran persona. Meticuloso, perfeccionista, de ésos que si no le gusta un carrete lo arroja por entero a la basura. Ya sabe que era el fotógrafo oficial de Franco: cada año o así iba al Pardo para renovar la foto de Franco y yo le acompañé algunas veces. Cargaba los focos, las cámaras, las películas. Tenía mucha confianza con Jalón Ángel y era correcto conmigo. A pesar de su voz aflautada, parecía que te mandaba como un general.
-¿Cuál fue su primera cámara?
-Una Kodak Retinete 1 A de paso universal. La compré de segunda mano por 1500 pesetas. En el estudio de Jalón Ángel aprendí a hacer buenas fotos de estudio, pero tenía tanto tanto trabajo –fotografiaba, revelaba, atendía a la gente en el nuevo estudio de Jalmy-, que apenas me quedaba tiempo ni para comer. Así que decidí montar mi estudio en el Picarral.
-¿Cómo le fue?
-Muy bien. Teníamos el estudio en mi propio piso: hacía carnets y retratos sin parar. Y además tenía una colaboración con las compañías aseguradoras: hacía 5 ó 6 siniestros al día. Y muy pronto empecé a colaborar en la prensa: en la revista “Oriéntese”, que salía los sábados, hacía reportajes gráficos y literarios: “Desfile de clubs”. Iba al campo, tomaba fotos y luego en el club me contaban la historia. A partir de entonces empecé a colaborar, siempre por libre, en todas los diarios de la ciudad: “Amanecer, “Zaragoza Deportiva”, “El Noticiero”, “Aragón Exprés”...
-¿No fue en ese vespertino dónde publicó su reportaje del incendio del Corona?
-Sí, sí. Me ocurrió una cosa muy curiosa: me llevaron de inmediato de la revista “Stern” para comprarme los negativos del reportaje. Me ofrecían lo que quisiera en dólares. Al final, les di dos carretes y me pagaron 200.000 pesetas. Ha sido el trabajo que mejor me han pagado.
-¿Cuáles son sus reportajes favoritos?
-El del secuestro de Quini. Me levantaron de la cama y fui a ver el zulo. Lo fotografíe desde arriba porque como estaba gordito no cabía dentro. A Quini, demacrado, con barba y el cabello desordenado, lo cogía en comisaría en el Paseo María Agustín. Y también me acuerdo del secuestro de Iglesias Puga. Llegamos a Trasmoz a las cuatro de la mañana con Daniel Llagüerri, y vi en un vasito, olvidada, la dentadura postiza del padre de Julio Iglesias. Le hice una foto; Llagüerri la lavó un poco y se la llevó a Madrid. Publicamos aquel reportaje en “Interviú”.
-Y de sus 30 años como fotógrafo del Real Zaragoza, ¿qué recuerda?
-Todo. El señorío de “Los Magníficos”; los “zaraguayos” de Ocampos y Arrúa, uno era como un niño grande y el otro más calculador; la noche mágica de Pelé en La Romareda: era un prodigio de amabilidad y de paciencia. O la Recopa en París: ibas por cualquier sitio y te encontrabas con aragoneses. Antes de que el Zaragoza ganase la final, los aragoneses ya habían conquistado Francia.
-El martes, en el palacio de Montemuzo, se inaugura una exposición antológica suya. Le han llamado “El reportero cómplice”. ¿Qué le parece?
-Precioso. He intentado serlo.
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Antonio Calvo Pedrós vivía a orillas del río Ebro. A los quince años ingresó como ayudante de fotografía en Casa Chóliz, atendía los pedidos de Aurelio Grasa y casi a la par se le descubrió una hepatitis crónica. El doctor Olivares le daba un consejo que venía en los manuales de Medicina: “Acérquese hasta el Ebro y mire cómo corre el agua. Eso le aliviará”. Más tarde ingresó en el estudio de Jalón Ángel, que le enviaría a París para que aprendiese fotografía eléctrica y al que acompañaba a El Pardo para retratar a Franco. Ya entonces había observado Antonio que el fútbol base estaba muy abandonado, que apenas había reporteros gráficos que perdiesen en tiempo en esos barrizales o en esos partidos épicos de las categorías inferiores. El momento mágico de esa difusión llegó con la sección “Desfile de clubs” que hacía en la contraportada de “Oriéntese”.
Cada vez que pisaba un campo, con su cuerpo menudo, sus pesadas cámaras y su ojo centinela, se producía una gran alegría: tarde o temprano, ese equipo aparecía con su presidente, su entrenador y su plantilla al completo en las páginas de la revista. Era la fiesta de los humildes. El fútbol se convirtió en la pasión de su vida. Inauguró su propio estudio propio y colaboró con todos los medios aragoneses. Hace algo más de 30 años se convirtió en el fotógrafo oficial del Real Zaragoza. Su carrera empezó con el esplendor de “Los Magníficos”. Su cámara ha captado a una patrulla de futbolistas de leyenda: Lapetra y Violeta, que le han dejado una huella imborrable, pero también Nino Arrúa, Carlos Diarte, García Castany, Barbas. En realidad, a todos: los artistas, los fajadores, los buenos profesionales, la rabiosa fe del zaragocismo. Entre los miles y miles de instantáneas que conserva, siempre recordará las que le hizo a Edson Arantes do Nascimento, Pelé, “humilde, sencillo y amable” en aquella noche épica en que Iselín Santos Ovejero derribó el travesaño.
Calvo Pedrós, zaragocista hasta la médula, siempre recordará el mayor momento de felicidad de su carrera: aquel diez de mayo en que los aragoneses tomaron París, primero en las calles, y luego en el estadio ante el Arsenal en la noche inolvidable en que Nayim soñó el gol del siglo. Aquel día, suele decir, Aragón conquistó París. Ahora, Calvo Pedrós reposa y ordena sus archivos de todo: de fútbol, de calles, de toreros, de futbolistas, del Plata, del Tubo, del Oasis, de actores y actrices. Ha sido el reportero cómplice, bondadoso, que jamás robó una foto, y que nos enseñó a todos a mirar el deporte como un bien necesario, como una forma de convivencia y de belleza.
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Contó que había sido seminarista, que tuvo un hermano gravemente enfermo, que había formado varias compañías de teatro amateur y que, durante uno de los ensayos, se enamoró irremediablemente de una de las actrices: la misma mujer menuda que venía en el asiento de atrás, la mujer de agua y tenacidad que hubo de suplantarlo muchas veces en el estudio cuando él andaba de aquí para allá con un reportaje entre las cejas. Y contó, sobre todo, algo que me pareció espeluznante: el relato de su padre, que tenía tres carreras, que fue herido en el frente de Belchite, atrapado y trasladado más tarde a Codo, donde sería fusilado. Era asistente del general Varela y tal vez el único de su familia que pertenecía al bando nacional. Tenía treinta años y se había casado con un modista muy guapa. Cuando le anunciaron su muerte, la mujer, para lograr una pensión de viudedad, hubo de reconocer el cadáver. Le enseñaban un día y otro día un montón de cuerpos acribillados, que a veces se completaban con extremidades ajenas. Tenía una cuñada que, ante aquella experiencia espantosa, le rogaba que dijese que era uno cualquiera. Ella se negaba una y otra vez, y seguía revisando los cadáveres. Al final pudo decir: “Éste es el cadáver de mi marido”. Le preguntaron por qué lo había reconocido y contestó: “Porque lleva las iniciales de su nombre en el calzoncillo, que yo mismo le bordé”.
Reinaba un extraño clima de emoción y dolor. Pero en Huesca nos esperaba la felicidad. Por allí andaban maestros de la fotografía como Jordi Cotrina, autor de un magnífico libro sobre el Barcelona del “dream team”, y Antonio Espejo, un espléndido fotógrafo de “El País”, cuyas fotos había utilizado yo años atrás en los tiempos del suplemento “Imán” de “El Día de Aragón”. Recuerdo sus retratos de Juan Benet y Juan José Millás, especialmente. Me gustó el cariño con que trataron a Antonio, reconocían que él poseía un archivo increíble de documentalista de la realidad y que era un hombre que se había atrevido a mirar la vida sin ostentación alguna. Y cuando se inauguró la muestra “Antonio Calvo Pedrós. El temblor de la realidad”, Antonio habló lo justo, con una timidez absoluta. Optó por comentar las fotos casi en privado. Y entre ellas, en aquella fiesta del periodismo digital de Huesca, estaba una de Belchite, el pueblo que había retratado en múltiples de ocasiones en recuerdo a su padre. Era la única foto con alguna voluntad artística, talvez. Antonio Calvo Pedrós se quedó parado un momento ante ella y pensó en su padre, al que apenas llegó a conocer. Su padre, el soldado, el abogado, el intelectual, invisible a los ojos, seguía allí.
*En este momento, la 1.28 de la mañana, no puedo escribir nada. Mañana a las siete de la mañana salgo hacia Albarracín, pero cuelgo aquí esta entrevista con Antonio porque siempre me pareció conmovedora y entrañable. Él era un hombre bueno y entrañable. Y también cuelgo otros dos textos. Desde aquí le envío un infinito abrazo a su mujer Rosa y a toda su familia, que en el fondo lo éramos casi todos. Adiós, Antonio. La foto es de Fernando García Mongay y está tomada en la calle Cádiz. En el bar Trafalgar, Antonio Calvo Pedrós formaba la tertulia de "Los Magníficos".
EL DIOS FOTÓGRAFO DE LAS PEQUEÑAS COSAS*

ENCUENTROS SIDERALES*
Con frecuencia aparecen libros en mis sueños. En ocasiones se asemejan a nenúfares iridiscentes, cajas de cartón, calcetines y otras cosas. A veces adquieren incluso la forma de un libro. Dentro de esta última categoría puedo dividir por tamaños (diminutos, medianos y enormes como panteras), por colores (rojos, color albaricoque, color azul mosca e invisibles) y también por el contenido (cuentos, teatro, conjuros, poesía, técnicos sobre ciencias imposibles y sobre la doma del escorpión). Una vez leí en sueños un libro en cuya portada rezaba Así cuece a un hombre. El grupo de relatos en el que entonces trabajaba se publicó bajo semejante título, para desesperación de no sé qué crítico. Claro está, el libro de mi sueño era muy superior al que luego apareció con mi nombre.
Sea por agotamiento o por pereza el caso es que me he pasado el fin de semana durmiendo y, en concreto, soñando con una sorprendente reunión de apasionados lectores en la localidad turolense de Albarracín. Todavía no entiendo cómo mi impenitente inconsciente atávico me ha llevado hasta un lugar que nunca había visitado.
Durante una parte de la ensoñación me he descubierto hablando sobre poesía y otros enseres frente a unos rostros atentos y, de cuando en cuando, sonrientes. No sé cómo pasaba de golpe al grupo de los espectadores y presenciaba la aparición mágica de millones de libros en el que un feto hablaba por boca de Daniel Gascón como jamás ningún otro feto lo había hecho antes. Aquellos ejemplares se retorcían como serpientes cuadradas, otros parecían ascender a los cielos como la escalera de Jacob, aunque los que tenían forma de acordeón superaban a los demás en número.
De pronto me encontraba frente a Silvia Meucci (responsable de la Editorial Siruela) y Jaume Vallcorba (responsable de la editorial El Acantilado). Ambos hablaban desplegando entusiasmo, pasión y amor por los libros, por la letra impresa y por el olor a nuevo (con independencia de la fecha de nacimiento del autor) de las buenas publicaciones recién paridas. Resulta curioso que sueñe con personas a las que no conozco. Pero todavía me desconcierta más la sensación de familiaridad que desde entonces me provocan sus nombres.
En un momento de la ensoñación se produjo un misterioso interludio. El entorno se tornó nebuloso y los personajes que me rodeaban adquirían cierto aroma de nocturnidad. Entonces ocurrió la experiencia más extraña. Una hermosa muchacha aparecía de la nada y me hablaba de perseguir a Milan Kundera por una plaza de París. Ella aseguraba que lo aguardaba, como un cazador despreocupado y delirante, tarde tras tarde.
La historia me inquietó. Hasta aquel momento me creía dentro de la realidad, pero semejante parlamento me indujo a pensar que soñaba. Justo entonces surgió Rada, traductora de búlgaro, el diseñador Fernando Lasheras, el editor de MenosCuarto José Ángel Zapatero, Marta, traductora húngara, Malcolm Otero, nieto de Carlos Barral, el siempre afable Pepito, librero de Antígona, seguido por el periodista y escritor Antón Castro... Y aquella joven me hablaba de un teatro imposible, un teatro de la memoria, un teatro lindante con la eternidad. En efecto aquella tenía que ser un sueño. Entonces alguien abrió de par en par, como una ventana que bostezara en el centro del pecho de un gigante, un enorme libro del que saltaron los propietarios de la librería Los portadores de sueños... y de golpe y porrazo abrí los ojos en el salón de mi casa.
(Los VII encuentros de Albarracín han tenido lugar del 11 al 14 de mayo del 2006 en la Fundación Santa María dirigidos por Antón Castro.)
*El editor y escritor y dibujante Raúl Herrero publica este texto sobre los "VII Encuentros Literarios de Albarracín" en su blog. Cuelgo aquí este texto y os remito a su espléndido blog: raulherrero@blogia.com
LUIS ALEGRE DICE QUE VÍCTOR MUÑOZ VOLVERÁ
Tuve un amigo que fue novio de Leonor Watling. Cuando rompieron su relación, mi amigo se encontraba destrozado. Entonces, se me ocurrió brindarle un consuelo: él había perdido una mujer maravillosa pero nunca tenía que olvidar lo inmensamente afortunado que había sido por haberla disfrutado. Siguiendo de cerca ese espíritu, los forofos hemos convocado esta noche una fiesta en el bar. Víctor se despide como entrenador del Zaragoza y nosotros, en lugar de lamentarlo, hemos decidido celebrar lo privilegiados que hemos sido por haberlo tenido. Dios mío, no queremos ni pensar qué hubiera ocurrido si, en aquel enero de 2004, Miguel Pardeza se hubiera inclinado por otro entrenador cualquiera. No creo que hoy fuéramos a festejar nada.
Víctor es una de nuestras grandes debilidades. No sólo por su indiscutible categoría o por el hecho de ser la personalidad futbolística más poderosa que nunca haya nacido en Aragón o por las insospechadas alegrías que el equipo nos ha dado mientras él ha estado. Víctor es nuestra debilidad porque sabemos hasta qué punto su integridad, su honestidad y su limpieza moral son unos auténticos lujos, unas verdaderas rarezas. En un mundo tan contaminado, rancio, corrupto, manipulado, falso, traidor, retorcido y plagado de cafres como el del fútbol, encontrar a alguien como Víctor ha sido una de las experiencias más reconfortantes y esperanzadoras de nuestra vida de forofos. Víctor, maño, siempre te esperaremos. Siempre te querremos.
*Luis Alegre publica hoy en "As" este artículo de despedida a Víctor. Anoche, el gladiador invencible reunió a sus amigos periodistas y los invitó a cenar en Casa Hermógenes. Me encantó darle un abrazo. Me ha encantado esta pieza de Luis Alegre.LA MIRADA DE UNA MAESTRA*

Poco después de dejar la escuela, animada por su hijo José Manuel, y sumida en la ausencia de Manuel Ontañón, su marido, María Sánchez Arbós comenzó a revisar y a seleccionar las notas que había tomado en un cuaderno que la acompañaba desde que empezó a ejercer como maestra. Con aquel material podía componer un libro sencillo y transparente, que recogiera su manera de entender la escuela, sus preocupaciones, sus afanes y sus dudas. Como en aquella época en España nada era fácil, el libro se editaría en México. Según reza el colofón, Mi diario se terminó de imprimir el 8 de marzo de 1961 en la tipográfica Mercantil de la calle de San Ildefonso de la ciudad de México DF. Sólo se hicieron 100 ejemplares que María Sánchez Arbós numeró y dedicó cuidadosamente. Ella valoró siempre los detalles sutiles y delicados que diferencian a una maestra de otra, a una escuela del resto de las escuelas. Mi diario era un regalo para sus amigos más próximos y para sus familiares, un regalo para sí misma porque al recorrer sus páginas volvía a sentir la emoción que palpitaba en la escuela cuando ante las niñas, sentada en la mesa de la maestra, escribía en su cuaderno unas líneas que le recordaran sus sentimientos y sus sensaciones. Palabras que nos hablan de educación, de amor por la enseñanza, de sus ilusiones, de sus empeños y de sus frustraciones, de alegrías y sinsabores y, en definitiva, palabras que nos muestran su pasión por la escuela y por la educación. Ahora, cuarenta y cinco años después, este libro es también un regalo para todos nosotros. Cuando terminó de seleccionar los fragmentos que compondrían Mi diario, decidió incluir una serie de reflexiones personales sobre los problemas que le había sugerido su trabajo, sus inquietudes y sus proyectos, creyendo que quizá pudieran ser útiles para otras personas preocupadas por la educación. Estos textos formaban la segunda parte de Mi diario titulada “Los problemas de la escuela”, una colección de artículos publicados durante la II República, entre 1932 y 1936, en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. Estos veintidós artículos constituyen la ampliación de la segunda edición de Mi diario que ahora se presenta, respecto a la que la Consejería de Educación Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón hizo en junio de 2000. En ellos, María Sánchez Arbós proyecta su mirada sobre la escuela, su mirada de maestra preocupada por los niños, por el acceso a la cultura y por mejorar la sociedad. Sólo una maestra podía escribir sobre la necesidad de conquistar al niño, sobre el respeto que el niño merece, sobre el procedimiento para dominar la clase o sobre la importancia de encontrar tiempo para perder el tiempo. Quien ha aprendido a mirar como mira una maestra puede escribir que los niños no vienen a la escuela sólo para aprender a leer sino para aprender a vivir y a formarse una personalidad que todavía no tienen. En estos veinticuatro artículos se resume gran parte del pensamiento pedagógico de María Sánchez Arbós: el concepto de maestro, la manera de entender la infancia, la importancia de la intervención de los padres en la escuela, el sentido de los trabajos manuales, el potencial educativo de la lectura, la promoción de curso, el programa de la escuela rural, la metodología, el horario y la asistencia escolar, la colocación de los niños en el aula, la sesión única, la biblioteca, el juego, la gestión y gobierno de una clase, el arte de perder el tiempo, la conquista del niño o la influencia del maestro. Imagino a esta joven maestra junto al señor Cossío en aquellas tardes de palabras, sueños y confidencias cuando acudía a la Institución Libre de Enseñanza en busca de consuelo, de ánimo o cuando sólo pretendía compartir con él las dudas, el entusiasmo y los momentos de desaliento que se presentaban en su quehacer de maestra. Durante toda su vida María Sánchez Arbós recordó la voz firme y cariñosa de Manuel Bartolomé Cossío cuando le decía: “Alma, alma, María”. María Sánchez Arbós fue una maestra convencida de serlo. Cuando escribió estos textos era la inquieta directora del Grupo Escolar Francisco Giner de Madrid. Poner en funcionamiento esa escuela exigiría de ella una buena dosis de entusiasmo, de tenacidad y de sentido común. En esta escuela cuestionó permanentemente sus ideas sobre la coeducación, los trabajos manuales, la promoción y el agrupamiento de los alumnos, el sentido de los programas escolares, los horarios, la función social de la escuela en una barriada obrera… Los problemas de la escuela que analiza María Sánchez Arbós son, en gran parte, los problemas que nuestra escuela aún tiene planteados. Porque hoy más que nunca precisamos maestros que conozcan a sus alumnos, maestros comprometidos con la enseñanza, maestros que se hagan preguntas, que no se dejen llevar por lo comúnmente aceptado, por la metodología que en cada ocasión esté más de moda. Si algo queda claro con la lectura de Mi diario es la vigencia de las ideas de María Sánchez Arbós, la profundidad de sus argumentos que nos recuerdan los lazos invisibles que terminan uniendo para siempre a los maestros y a los niños, las complicidades que nacen de las palabras pequeñas, frágiles y siempre vivas que dan sentido a las jornadas escolares en la intimidad del aula. Víctor M. Juan Borroy Marzo de 2006 *El Departamento de Educación, Cultura y Deporte ha decidido reeditar "Mi diario" de María Sánchez Arbós, y Víctor Juan Borroy le ha puesto este hermoso delantal a la segunda edición. Al fin y al cabo, Víctor es un entusiasta de esta mujer, le ha dedicado páginas y páginas y ha hablado por aquí y por allá de ella, como de Paco Ponzán o de Palmira Pla, entre otros. Y estamos a punto de recibir una magnífica noticia, si no se ha hecho pública ya, vinculada con Víctor y la educación entre nosotros.
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LA GRAN NOCHE DE JORGE

No pude ver ayer el Barcelona-Arsenal. Sólo lo oía en el diario como una música de fondo. Christian Peribáñez, nuestro sabio de televisión, anunciaba lo que iba ocurriendo, y entonces te levantabas: la gran jugada de Ronaldinho y el pase definitivo a Eto’o, que acabó con la expulsión de Lehman; el cabezazo imponente de Sol Campbell que ponía el mundo del fútbol patas arriba (en la redacción, hacia la esquina de deportes, sonaron los grandes gritos de júbilo de la noche); los infructuosos ataques del Barcelona. Cada vez me iba poniendo un poco peor. Quería que ganase uno de mis equipos de la niñez; los otros eran, los otros lo son, el Depor y el Real Zaragoza. Y luego los dos grandes momentos: el gol de Eto’o y la resolución definitiva de Belletti, ambos tras servicios limpios de Henrik Larsson. Ya lo he dicho: quería que ganase el Barcelona: creo que lleva tres años realizando un espléndido fútbol y ha encontrado espléndidos jugadores que lo hacen bello, eficaz y a veces mágico. Aunque Ronaldinho encontró un rival de su altura, o quizá superior, en Tierry Henry. Llamé a mi hijo Jorge, que se había puesto la camiseta del Barcelona. “No me molestes. Déjame disfrutar”, me dijo de inmediato. Cuando Koeman marcó en Wembley en 1992 aún no había nacido. Esta mañana se ha ido al colegio con la camiseta blaugrana. Es la pasión.
*Ronaldinho, ya campeón, abraza la Copa de la Champions Ligue.
HOY NO ME LEVANTO YO: CHICHO Y AMANCIO

“La noche me enamora más que el día, pero mi corazón nunca se sacia”. Canta Amancio Prada en uno de mis discos favoritos ya: “Hasta otro día”, donde el intérprete canta canciones de Chicho Sánchez Ferlosio (1940-2003), que también lo acompaña en varias canciones, en unas auténticamente a dúo, en otras como una segunda voz bien sugerente. En el disco incluso se oyen diálogos entre ambos, y explicaciones de los temas y la estética musical de Chicho, como ocurre en “Pa la sangre”. Diálogos y risas. Amancio recuerda que “algunas de sus canciones se hicieron muy populares en los años sesenta y la gente las cantaba pensando que eran anónimas, ese estado de gracia de una fama superior (…) Él sólo publicó dos elepés, uno en Suecia, de título y fecha inciertos, y otro en España, ‘A contratiempo’, en 1978, ambos descatalogados”. Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio se conocieron a finales de los 70 y éste álbum es el homenaje de Prada a su amigo, al que define como el “cantante con más gracia y talento que he conocido”. En este álbum, grabado en 2004, intervienen Luis Delgado, Javier Ruibal, que toca la guitarra flamenca, y el aragonés Pedro Navarrete, acompañante de Prada desde hace años. El disco ha sido editado por la Junta de Castilla y León y el Centro Etnográfico Joaquín Díaz de Valladolid. Uno de mis temas favoritos es todo un autorretrato: “Una cosa hay bien segura // hoy no me levanto yo // tengo sábanas y mantas // buena almohada y buen colchón //tengo tabaco y cerillas // y buena imaginación // y aquí en la cama he llegado // a la clara conclusión // de que pase lo que pase // hoy no me levanto yo”.
*Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio en Zamora en 1978.Foto de Pablo Solorzabal.
VÍCTOR JUAN BORROY: COMIENZA EL SUEÑO

UNA MARINO EN EL NAUFRAGIO DEL URQUIOLA

Víctor Gracia naufragó en el petrolero Urquiola el 12 de mayo de 1976 en el puerto de A Coruña
HISTORIA DEL CARTELISTA Y PINTOR ANDRÉS PUCH

El cine ha cambiado casi con la velocidad del rayo. Como el mundo. Algunos oficios que antes eran imprescindibles y cultivaban una leyenda evidente como los cartelistas han desaparecido: aquellos pintores que sugerían la atmósfera de la película y pintaban los actores, y buscaban la adecuada tipografía e invitaban a la gente al cine. A veces no tenía demasiados elementos en que fiarse: algunos fotogramas, programas de mano, recomendaciones gráficas de la distribuidora o las mismas copias de la película. Uno de los cartelistas más constantes de Zaragoza, desde la posguerra hasta su muerte en 1982, fue Andrés Puch, que había nacido en Zaragoza en 1911 y cuya obra ha desaparecido casi por completo. José Luis Puch, su hijo, explica las razones: “Solía pintar sobre papel de embalaje y se destruían luego los originales; o pintaba sobre panel y volvía a repintar luego. De ahí que apenas nos queden a nosotros muestras, salvo algunas fotos. Hizo algunos retratos y paisajes por encargo, pero de la mayoría de sus obras sólo quedan unas cuantas fotos”.
Andrés Puch era un cartelista bastante misterioso. Su bisabuelo era juez en Tamarite de Litera y su padre funcionario de Hacienda. Él nació en la calle San Miguel y estudió en Escolapios; más tarde, atraído por el dibujo, ingresó en la Escuela de Artes. En un tiempo en que se desarrollaban las vanguardias y la ciudad contaban con artistas como Marín Bagüés, Ramón Acín (que vivía en Huesca pero acababa de exponer en el Rincón de Goya), José Luis Berdejo, Javier Ciria o Pilar Aranda, entre otros, Puch ingresó en la empresa Parra, en cuyos cine empezó a realizar carteles de las películas del momento. Aunque había realizado el servicio militar en Minas, en 1937 hubo de incorporarse al frente de Teruel con el bando nacional. “Mi padre era serio, no hablaba nada ni contaba batallitas. Sólo en alguna ocasión, durante algunos viajes por Bronchales y Orihuela del Tremedal, recordaba alguna anécdota. Era un hombre introvertido, nervioso. Nos quería mucho y no nos levantó la mano jamás, pero con una mirada de lo decía todo. Parecía decirte: ‘Quieto parado’. Recuerdo que mi madre me contó que iban una vez por el Paseo de Independencia y mi padre saludó a alguien. ‘¿Quién era?’. ‘Mi hermano?’ Ni mi madre conocía a su cuñado. Mi padre tenía siete hermanos”, dice José Luis Puch mientras acaricia las fotos: carteles para el Alhambra y Actualidades, para el Teatro Argensola, decorados publicitarios en el Oasis o el impresionante estreno de “Ben-Hur” en el Coliseo. En este álbum de recuerdos también se ven estampas del combatiente, paseos por la ciudad, una foto dedicada por una jovencísima y voluptuosa Lina Morgan o un autorretrato irónico en el que dice: “Soy yo”. Ángel Anadón, gerente del Teatro Principal, recuerda que Puch también trabajó esporádicamente en ese espacio, “sobre todo cuando una compañía pasaba aquí una pequeña temporada. Entonces, Puch hacía unos carteles que se colocaba en la rotonda, pero no era lo habitual”.
Ante unas instantáneas de Teruel, Puch recuerda algunas cosas que le contaba sobre “La batalla de Teruel”. “Sufrió congelación en pies y manos. Contó en alguna ocasión que, dado que estaban a veinte grados bajo cero, tuvieron que beberse los orines para calentarse. Además, vio pasar los cadáveres en burro. Su trabajo era enlace y de noche, en las trincheras, pasaban un miedo terrible. Mi padre y sus compañeros silbaban para ahuyentar el pánico”. Puch participó en la reconquista de la ciudad por el bando nacional, tras la rendición de Rey d’Harcourt. Volvió a Zaragoza y se reintegró a su empleo. “Mi padre no era facha ni de derechas. Vivía a su aire. Sin una palabra más alta que otra. Se reenganchó a su trabajo y contó con estudios en los cines Actualidades, Alhambra y Coliseo”. José Luis Puch vivía cosas extraordinarias derivadas de la ocupación de su padre: él, que tenía buena mano, iba a ayudarle de vez en cuando a pintar fondos y a redondear con pintura las letras. Andrés Puch pintaba sobre las paredes, a pincel: “era muy buen dibujante, realista. Tenía un pulso tremendo. En el Alhambra, al lado de su estudio, estaban las calderas de los cines, y a veces allí se hacían patatas asadas. Los estrenos eran los lunes. Trabajaba los domingos, días festivos y todo. Un domingo, mi hermano Miguel Ángel y yo nos internamos por el escenario y nos metimos por detrás para ver dónde estaban los artistas. Mi padre ni se enteró: siguió pintando. Pero también me ocurría una cosa curiosa: yo le veía pintar a Dumbo por ejemplo, a los enanitos o a la madre de Bambi. Y luego cuando veía morir a alguno en el cine, me echaba a llorar”.
Andrés Puch era un gran aficionado a la radio. Se había comprado una a plazos en 1935 y fue durante años su mejor compañía, cuando pintaba el cartel de “Historias de Filadelfia” o “El escándalo”. Pero también hizo publicidad con el fotógrafo Marín Chivite para la Feria de Muestras y otras instituciones y escenografías para el Oasis, “en concreto un paisaje de Nueva York, en el cual yo pegué las ventanitas de celofán de colores”, recuerda su hijo. Le apasionaba la fotografía y poseía una cámara de muelles que llevaba a sus viajes a Bronchales, Cambrils y Salou o Navaleno (Soria), donde captaba los pinares que luego llevaba al lienzo en su pequeño estudio casero.
En 1982, Andrés Puch –admirador de Miguel Ángel Buonarroti. En reconocimiento de esa admiración, bautizó con ese nombre a su segundo hijo varón- falleció a los 71 años de edad al pie del cañón. Pocos días antes realizó uno de sus últimos carteles en el Coliseo, local donde un día le preguntó un portero nuevo cuando accedía a su puesto de trabajo: “¿Y usted, quién es?”. Andrés Puch contestó: “Yo soy aquí el que más pinta”. El álbum de fotos no deja lugar a dudas. Pintó mucho y en sus carteles de escrupuloso realismo dejó testimonios de admiración hacia Celia Gámez y la revista, hacia la elegante y esbelta Lauren Bacall y hacia Marilyn Monroe, uno de sus grandes mitos.
*Como no tengo fotos de Andrés Puch, cuelgo aquí una de su admirada Lauren Bacall, esbelta y guapísima.
HISTORIA DE AMOR EN TRES TIEMPOS

CUENTO DE MARTÍN MORMENEO / 11 (Con una leve ampliación)
Me lo contaron en un viaje reciente al corazón de la piedra y del barroco: Calaceite. A lo lejos, los montes se perfilaban entre colinas abombadas. Los olivares acercaban el olor del campo, el verde de las aceitunas aún amargas. Se desleía la luz tamizada de los viñedos. Me contaron la historia de esa mujer enigmática, tal vez gótica, como poseída por un esquivo designio o por una fe inefable. Había aparecido en varios periódicos a propósito de su último trabajo. La mirada clara y perturbadora, un aire insondable de lejanía y concentración, una energía indomable, siempre sin asomo de melancolía. Quizá tuviese un aire severo de griega trágica que no cede a la desesperación. De ella, me dijeron que había sido una niña bien o pija de una gran capital, deslumbrante de saberes, quizá altiva. En un viaje universitario, durante un curso que tenía varias sedes vinculadas a una cadena de leyendas, todos los ponentes y asistentes viajaban en un autobús. Todos, incluso un venerable profesor, experto en casi todo y buen conocedor de los trovadores. Todos, salvo ella, y otro de sus profesores. Alguien, ante cierto estupor silencioso, ante la perplejidad general del grupo, comentó: “Va en el coche porque él es su profesor y le dirige la tesis. Aprovechan para estudiar y esclarecer aspectos y dudas del tema”. No me dijeron el tema, aunque sí que poco después el catedrático y su joven alumna se unieron. Desconozco si tuvieron hijos. ¿Por qué habría de importarme? Más tarde, ella descubrió otras latitudes del deseo y el impacto de otro amor, más joven, más delicado, de un renovado aroma espiritual. Cambió de atuendo, dio algo que hablar de nuevo a los que antes hablaban de su presunción, de su aire de sabia indolente e inaccesible. Mudó el traje chaqueta por la túnica o el vestuario más desenvuelto. Los pómulos ahora resaltan en su cara esculpida: debe ser ella, la de antes que jamás vi, y es otra. Siempre me había interesado retratarla, siempre había leído sus libros, sus traducciones, siempre me había imaginado cómo sería aquella profesora que salía victoriosa de cada envite con los siglos oscuros. Nada se le resistía, ni siquiera la mezcla alquímica del filtro de enamorar que tomaron Tristán de Leonís e Iseo la rubia. Lo que me contaron me atrajo mucho más hacia ella. Y no puedo decirlo todo. No puedo decir que ha abrazado otro credo más inquietante y huidizo: el fulgor de lo etéreo que nos convence y nos atrapa de súbito.
Cuando logré que posase para mí en el pueblo adonde fue a presentar su último ensayo, “Nada hay en el mundo. Visiones y símbolos”, comprendí que hay rostros que es preferible que fotografíen otros. Hay caras que desatan un río de amor sólo de verlas y un torbellino de dolor al recordarlas. La realidad desbarata algunos sueños que habíamos forjado y alimentado porque sí, absurdamente, con una testarudez que no se explica.
Nunca mostraré a nadie esas fotos. Tampoco me atrevería, ya, a borrarlas. Las miro casi todas las mañanas en el archivo de mi ordenador. Ahora, como si alguien a quien no conozco hubiera querido desafiarme, ha reaparecido: un tal Patricio Julve publica un libro de fotos sobre rostros y miradas turbadoras, y ahí está ella. Como una diosa inalcanzable.
*No voy a poner aquí ninguno de mis retratos, pero elijo, a modo de sugerencia, este retrato de Teresa Baladía, inspiradora de "la Ben Plantada" de Eugeni D'Ors, retratada por Ramón Casas.Si viviese otra vida, no sería fotógrafo sino pintor.(MMM)
UNA OBRA DE ALBERTO ARAGÓN O MANDRAKE

Alberto Aragón es un mago del color. Un creador de atmósferas y de espacios: araña aquí, mancha allá, delimita una superficie, alza un escorzo. La suya es una ilustración muy construida, repleta de matices, de claroscuros, de luz insinuada. Es capaz de hacerlo todo, y, siempre, siempre, en sus dibujos hay un soñador que nos sueña. Un soñador o una sirena que desordena el agua.
*Alberto Aragón es uno de los grandes ilustradores de Aragón. He aquí su visión de Buster Keaton.
ALFREDO CONDE, O AMIGO QUE VOLVE

Sei bei que es un espléndido navegante, que tes un arquivo de historias e de navegacións na túa cabeza o no teu sangue, e nas túas novelas ("Azul cobalto", por exemplo), e que o mar debrúzase unha e outra vez nos teus escritos, mesmo no xornalismo. Léote en “O Correo”.
Por certo, como daquela non tiña ordenador aínda e escribía nunha máquina inmensa, unha Olivetti negra de carro grande, dobre, conservo os folios daquela conversa, cheos de notas. Alégrome de veras que che vaia tan ben. Dos teus éxitos. Unha aperta.
*Alfredo Conde na súa casa das aforas de Compostela. Ben se ve que a biblioteca parece un camarote de barco.
BORRADORES, 2*

1. EN PLATÓ: MIGUEL ÁNGEL CÓRDOBA, ANA M. REVILLA, CRISTINA GRANDE Y MANUEL VILAS. Y NUESTRO ESCAPARATE
2. REPORTAJES: ISIDRO FERRER (MUSEO DE TERUEL), LINA VILA (MUSEO DE ALBARRACÍN), MUSEO DEL JUGUETE DE ALBARRACÍN, "ENMASCARADO": FOTOS DE PEYROTAU Y SEDILES (SPECTRUM SOTOS).
3. VTR. ENTREVISTA CON SOLEDAD PUÉRTOLAS, LIBRERÍA ANTÍGONA Y POEMA CON RAÚL HERRERO.
El programa “Borradores”, que dirige y presenta Antón Castro y realiza Teresa Lázaro, ofrece en su segunda emisión cuatro entrevistas en plató: con Miguel Ángel Córdoba, coleccionista y empresario que acaba de crear la Fundación Alcort con sede en Binéfar con un fondo de arte contemporáneo de 300 cuadros; Ana Revilla, directora de la Fundación Norte de Zaragoza; la escritora Cristina Grande, autora de “Dirección noche”, una gavilla de relatos de la que acaba de salir la segunda edición, y el poeta y narrador Manuel Vilas, que ha ganado el premio Jaime Gil de Biedma con el poemario “Resurrección”.Además, “Borradores” conversa con Soledad Puértolas, Premio de las Letras Aragonesas 2003, y visita las exposiciones de Isidro Ferrer en el Museo de Teruel, de Lina Vila en el Museo de Albarracín, el Museo del Juguete de Albarracín y la muestra “Enmascarado”, en Spectrum Sotos, de los fotógrafos Aranzazu Peyrotau y Toño Sediles. El programa se completa, entre otras cosas, con las sugerencias de Librería Antígona y con un poema de Raúl Herrero. Una de las novedades de la emisión es la muestra de cuadros originales en el propio plató de Víctor Mira, Antonio Saura, Le Corbusier, Fermín Aguayo y Eduardo Arroyo, que pertenecen a la colección de Miguel Ángel Córdoba. El periodista y escritor Luis del Val introduce el programa con su definición de “Borradores” como “un ensayo general”.
*Mañana, domingo, hacia las 0.00 y 0.15 horas de la noche, en Aragón Televisión. Éste es el menú de viaje que os hemos preparado para hoy. El equipo de "Borradores" por ahora lo forman: Teresa Lázaro (realizadora); Yolanda Lienas (ayudante de realización); Ana Catalá (redactora), Antón Castro y un excelente equipo de profesionales de cámara, sonido, decoración, maquillaje y estilismo. La fotografía corresonde a la colección de juguetes de Eustaquio Castellano.
CAMBRILES: TOPOS EN EL CORAZÓN DE LA ROCA*

UN RELATO DE TOPOS NACIONALES EN LA GUERRA CIVIL
Giménez Corbatón se afana en investigar lo que ocurrió en Cambriles, “un agujero en la roca, un escondite inaccesible que engendró la leyenda de una sociedad secreta de hombres amenazados a los que el miedo a la muerte les llevó a establecer juramentos de sangre”. Cambriles es una cueva de grandes proporciones en el interior de la Peña de los Morriones, que descubrió a mediados de los años 20 el pastor Domingo Folch, cuando perseguía a un águila. Brea, la bruja, la reclusiónGiménez Corbatón habló con todo el mundo que quisiera recordar aquel secreto a voces: habló con el cura Conesa, que fue párroco en Ladruñán entre 1941 y 1943. Le comentó que aquel lugar lo había bautizado así, Cambriles, un tal Aniceto Brea, secretario de ayuntamiento y partidario de fusilar al alcalde republicano de Ladruñán, que jugaría un papel decisivo en esta historia. Había estado en Cuba, al parecer, era capaz de escribir versos, y vivió una extraña fascinación por una joven, María la Bruja, a la que otros compañeros quisieron matar porque tenía visiones y temían que pudiera descubrirlos. El cura también le recordó que acababa la Guerra Civil se propuso hacer una capilla en aquel lugar. El 12 de septiembre de 1939, el diario “El Noticiero” hablaba de una peregrinación de devotos y supervivientes al Pilar: “Vivieron en una cueva en la cima de un monte para esquivar la persecución roja. Constituyeron una hermandad titulada La Caverna”. El artículo recordaba que para ingresar en aquella sociedad había que entregar “un pernil por cabeza”, que fueron tres personas de Ladruñán las primeras en sumarse (al principio se habla de septiembre de 1936, pero luego José Giménez comprobaría que fue en noviembre), y se decía que cocinaban con gasolina, para evitar los humos; disponían de servicio de alumbrado, de limpieza, de peluquería, y hasta un periódico del que tirarían 102 folios. “También contaban con inodoro y un aljibe que construyó el propio Brea, de 3.000 litros de capacidad. Una esquila movida por una soga servía de timbre nocturno. Se habían instalado tablones para formar literas, ‘como en los barcos’, y una radio ‘que no llegó a funcionar’ (...) Fabricaban cuchillos, piezas de ajedrez, morteros para la cocina, petacas, pipas, y toda clase de objetos de madera y piedra”. E incluso llegaron a bordar una bandera que llevarían, tras concluir la contienda, al Pilar. El periódico también recordaba lo bien que habían comido -chocolate, café, arroz, coñac, champán…- y aseguraba que estaban armados hasta los dientes.
José Giménez analizó todos los datos que pudo: buscó el diario que habían redactado, contabilizó entre 112 y 150 hombres que habían pasado por Cambriles en diversos periodos, dio con el “Himno de la Cueba” (sic) que había redactado Aniceto Brea, y finalmente pudo acceder al libro de actas de “La Caverna”. Pero no sólo eso: visitó en 2004 y 2005 la cueva, y halló a alguno de sus antiguos moradores, como Manuel Aznar Moles, que entró en la cueva el 12 de marzo de 1938 y permaneció en ella 15 días. Le dijo: “¿La vida allí? De día, dormir; y, de noche, a buscar lo que hacía falta. Íbamos a por agua. La subíamos en garrafas de veinte litros. (…) Nadie Sabía que había ese escondrijo. Sólo los que nos suministraban la comida. De saberlo, nos habrían fusilao”. Una de las grandes emociones del libro, que cuenta con magníficas fotos de Pedro Pérez Esteban, aparece al final cuando el escritor consigue entrevistar a Domingo Folch. Le dice que el diario fue quemado en Mas de las Matas y le confirma que no había mujeres. “No se estaba tan mal en la cueva”, dice y explica los motivos de la incorporación a Cambriles: “No alistarse en las filas republicanas y los malquereres de los pueblos. El único burro era yo, sabía poner mi nombre y se acabó. Pero allí había gente muy inteligente que después han llegao a ser figuras. (…) De lo ocurrido soy el amo. Quiero morirme con la historia sin que nadie la pueda redactar”.
Domingo, que fallecía mientras se editaba el libro, se equivocó. Este libro es la mejor prueba de ello.
*Fotografía de la cueva Cambriles, tomdada de El Masino.
"CON OJOS AJENOS: ARAGÓN"

El presidente Marcelino Iglesias firma un prólogo donde recuerda que el proyecto es “un canto a la amistad”, y se apoya en una cita de Antonio Muñoz Molina: “Los textos entregados a Aragón por quienes participan en este libro son ‘un regalo de amistad o amor’ que enriquecen ‘a quien lo ha hecho’ al tiempo que ‘se vuelve un tesoro enaltecido por el agradecimiento de quien lo recibe”. El coordinador Ramón Acín realiza la introducción al volumen. “Estas ‘miradas’, porosas, varias y, por supuesto, variadas dotan de transparencia a un territorio y a quienes la habitan, a la par que posibilitan una mejor interpretación”, escribe.
Paisajes y viajes reiventados
En la nómina de autores se incluyen seis escritores aragoneses que residen lejos de Aragón, hecha la salvedad de José Antonio Labordeta, que vive en Zaragoza pero que trabaja en el Congreso de los Diputados.
Los autores, por lo regular, se han inclinado hacia lo autobiográfico. No todos: Jorge Reverte, por poner un ejemplo, elabora un retrato de Francisco de Goya en “El aragonés que inventó la pintura”. Luis Alberto de Cuenca narra sus viajes por Aragón, en concreto por Albarracín y Gúdar, a finales de los 60, y cuenta que vino a Zaragoza en 1986, cuando el Zaragoza acababa de ganarle la Copa del Rey al Barcelona. El joven Pardeza, lector entusiasta de su libro “La caja de plata”, le fue a pedir un autógrafo, y Cuenca otro a Pardeza para su hijo Álvaro.
Fernando Delgado glosa diversos viajes y un encuentro con la Virgen del Pilar. Jorge Edwards centra su texto en sus contactos con Calaceite a través de Mauricio Wacquez y José Donoso. Labordeta analiza su pasión por Zaragoza y algunas de sus paradojas. Joaquín Leguina recuerda su fascinación infantil por Ramón y Cajal, luego por Sender y Ali Bey, también por Miguel Fleta, y confiesa que huyó a Zaragoza en el “estado de excepción” de 1969; esa experiencia aparecería luego en su novela “El rescoldo”.
La guerra: un padre en Teruel
Julio Llamazares redacta un texto en tres tiempos y tres paisajes: Ainielle, La Ínsula Barataria y Teruel. Marías hace algo semejante: recuerda Barbastro, Tarazona y la presentación de “Cielo abajo” en Zaragoza. Mateo Díez vincula el territorio de Teruel al orbe leonés de sus ficciones y quimeras. Martín Garzo se desplaza a Huesca y evoca al profesor, anarquista, pintor y escultor fusilado Ramón Acín y a Andersen. Pisón glosa los mitos de Canfranc. Merino redacta un texto de conjunto que se apoya en Cajal, Bernardino Montañés y el castilo de Loarre. Moncada, ya finado, glosa un grabado del siglo XVI que le lleva, cómo no, a Mequinenza. Cees Nooteboom inicia su periplo en Jaca y Huesca. Puértolas recrea el núcleo de su niñez en Zaragoza.
Ignacio Ramonet es autor de un impresionante texto sobre su padre que combatió en la batalla de Teruel y otros frentes de Aragón. Rosa Regàs, entre otras cosas, viaja con Benet por Belchite y Fuendetodos. Carmen Riera revela que su marido estudió en Zaragoza, que era lector de HERALDO, y que su gran maestro fue José Manuel Blecua. Sampedro acude a Alhama de Aragón y recuerda sus años en Zaragoza. Lorenzo Silva se desplaza a Benasque. Tomeo, al Castillo de Montearagón. Luis del Val glosa algunos mitos en torno al Ebro y su ciudad, y Manuel Vicent recorre las tierras de Cabrera en el escarpado Maestrazgo de su juventud.
UNA NOCHE DE MÚSICA Y POESÍA
"CÍRCULOS CONCÉNTRICOS": MATERIAL SENSIBLE

Reconozco que soy un poco obsesivo. Tenía ganas de llegar a casa para sentarme en el ordenador con el pretexto de escribir algunas notas sobre cosas menudas que me han pasado hoy. Pero en realidad lo que quería era oír de nuevo el disco “Círculos concéntricos” de María José Hernández. Me gusta mucho oír los discos varias veces, aprenderme las canciones, conocer sus inflexiones, esa ondulación de la voz que se rompe con la espuma en el cantil ahora, de madrugada. Hay muchos temas que me gustan: la entrada astral, casi etérea, que da título al álbum; el segundo corte, “Siempre”, que quizá sea el tema más político, que hace recuento de aquellos despilfarradores de sueños y sembradores de decepciones, y a la vez es uno de los más dinámicos; me gustan mucho “Las estaciones” y “Si tienes sed”. Luego, avanza el disco hacia esta melodía: “Imagino que te sorprendes // cuanto me desnudas, // imagino que me descubres // del cuello a la cintura, // imagino que a estas alturas // aún buscamos respuestas, // y, puestos a imaginar, imagino // que no estamos de vuelta”. Y agrega luego: “que mi cuerpo es el único campo de batalla”. También me agrada “Mujer de arena”, donde habla de un muchacha que se llama Sara, como mi hija más pequeña: “Por que Sara no quiere ser mujer de arena // cuando tiene el mar rompiéndose en las venas. // Sabes que este amor jamás será un problema, //que llenarse, vale la pena”. Hay muchas cosas en el álbum: boleros, canciones de amor y de desamor, reflexiones sobre la convivencia y los sueños truncados, canciones anudadas a una leve melancolía. Y ahora ya puedo contar algunas cosas:
1. Mi amigo el dueño del “Trafalgar” me desea lo mejor y me dice que me ha visto en la televisión, y que no entiende nada. Exactamente eso me dice la estanquera de Garrapinillos. Ambos lo dicen sin acritud. Mi amigo el del “Trafalgar” me despidió así: “Espero que seas feliz en la tele, con tu familia y con tu trabajo. Eso quiero para ti”.
2. Termino de leer la nueva novela de Lorenzo Mediano: “Donde duermen las aguas” (Onagro; antes Zócalo, la editorial de Fernando Jiménez Ocaña): un libro que opera sobre la dualidad y la confrontación: dos pueblos, dos hombres (Vitorián y el Raposo), un hombre y una mujer, la ciudad y el campo. El libro gira en torno al extrañamiento que padece una maestra que llega a un lugar de Los Pirineos; además de las dificultades que tiene para ejercer su profesión, surge otro problema: los vecinos del pueblo de al lado quieren apropiarse del agua del río. Lorenzo Mediano, que fue médico, monitor de supervivencia y que vivió allí 15 años, traza un fresco de paradojas y tensiones del campo y la ciudad que, como dos enamorados, como Pilar y Vitorián tal vez, se funden, se entregan y a la vez se exigen.
3. En “Borradores”, María José Hernández, acompañada por Joaquín Pardinilla, cantó un bolero de medianoche: “La punta del iceberg”, en directo.
4. Pepe Melero y Vicente Martínez Tejero, dos de los mayores bibliófilos del Reino de Aragón, de ayer y de hoy, pasan a buscarme por “Heraldo” y damos un paseo.Ellos acaban de asistir a la presentación del libro de Ignacio López Susín, del cual dice Víctor Juan en su página web: "
José Ignacio López Susín ha trabajado durante 25 para hacer este libro. Nacho ha trabajado durante 25 años para todos nosotros, al mismo tiempo que presidía el Rolde de Estudios Aragoneses. Siendo estudiante de Derecho, la Institución Fernando el Católico le concedió una beca para iniciar este proyecto. Ahora ya tengo en casa estas 8.000 voces que hacen más grande el mundo, ocho mil palabras que nos han servido para entendernos desde hace centenares de años, ocho mil palabras que explican, en parte, un país. Ocho mil voces transparentes que demuestran el enorme amor de Nacho López Susín por Aragón y su generosidad sin límites". Suscribo las palabras de Víctor Juan, aunque a mi libro me ha resultado un poco abrumador, la verdad. Abrumador y muy enfocado a especialistas.
*"Círculos concéntricos" es un proyecto de Lunática, que ha contado con la colaboración del Gobierno de Aragón, ha sido grabado en Madrid y Zaragoza, y remasterizado en Alemania. La producción corresponde a Carlos Estella y María José Hernández, y la coproducción es de Gonzalo Lasheras. Consta de doce temas. Podéis escuchar el disco al completo en la página www.mariajosehernandez.com.
JAVIER TORRES: LA TELEFONÍA MÓVIL DE LA VIDA*

Numeroso público -51 personas- ha asistido a la conferencia.
He hecho un breve repaso de la historia de las operadoras. A continuación una exposición -también breve- de los teléfonos, accesorios y su evolución, con un muestrario de más de treinta terminales.
Unos trucos en forma de códigos de red y algunos consejos frente a las operadoras.
Una muestra de programas y utilidades del sistema operativo Symbian.
A lo largo de la charla hemos recibido una videollamada de Alberto Fernández, amigo personal y una de las personas que más sabe de telefonía móvil; él es comercial de Vodafone en Madrid. Nos ha hablado desde la Puerta del Sol.
Muchas gracias al público asistente -entre ellos estaban viejos amigos radioaficionados a los que no veía hace años-, a la organización, y de forma especial a José Antonio Melendo, por esas magníficas fotos y por su amistad.
Quiero agradecer a Cari Pastor el gesto que tuvo al hacerme llegar en donación, dos terminales -Samsung y Panasonic- para el museo, en perfecto estado, ni siquiera una raya en la pantalla, y algunos accesorios.
*Javier Torres, el señor de los móviles y caballero alanceador de la amistad, dio ayer una charla en Zentrum-Ibercaja sobre telefónía móvil. La foto es de José Antonio Melendo, operario de artes gráficas de Tipolínea y fotógrafo oficial en 2006 de los VII Encuentros Literarios de Albarracín. La crónica es del propio Javier Torres, también un apasionado escritor.
ENTREVISTA CON EL PINTOR FERNANDO SM FÉLEZ

ENTREVISTA DE ARTE. Fernando San Martín o Fernando SM Félez. Abstracto o figurativo o en el movimiento “pánico” ha pintado en Barcelona, París y ahora en el Ampurdán. Acaba de regresar a la ciudad que lo vio nacer en 1930, Zaragoza. También es conocido como el pintor de Fernando Arrabal.
Nació usted en Zaragoza.
¿De dónde le vino esa pasión por la pintura?
Más tarde, conoció al pintor Joan Ponç…
¿Qué hizo al terminar la mili?
Y luego dio el salto a una figuración próxima a Paul Delvaux, Yves Tanguy, Dalí…
Desde luego.
Y se convirtió usted en pintor “pánico” y pintor de Arrabal.
¿Qué sentido tiene hacer tantos cuadros de Arrabal?
¿Resulta estimulante para un artista hacer tantos cuadro de encargo de la misma persona?
Desde 1993 vive en el Ampurdán…
La vinculación de su obra con la de su amigo Dalí también parece evidente y con el hiperrealismo…
Coinciden también en su desaforada pasión por la mujer.
¿Se acuerda de Zaragoza?
ALEJANDRO, ESE BUEN AMIGO

Una de las personas más amables conmigo ha sido y es Alejandro Martínez Callén, el de Alejandro Moda. Nos vemos lo justo, pero siempre recuerda dos entrevistas que le hice: una en “El Periódico de Aragón” en la sección “En Primer Plano”; otra en el programa televisivo “Viaje a la luna”, y siempre he tenido la sensación de que es un tipo noble, con instinto comercial, un buen empresario, sin duda, apasionado por las cosas de su país: adora el Zaragoza, hoy se encuentra en Murcia con el deseo de que el equipo del CAI ascienda a la ACB, un sueño que tenemos todos. Adora Aragón, y exhibe siempre ternura, pasión, una envidiable elegancia de caballero italiano de los años 60, de aquellos que eran ideales para ennoviarse con Alida Valli.
Alejandro es un hombre que se ha hecho a sí mismo, un apasionado, un aprendiz de casi todo siempre, que hace gestos solidarios muy sinceros sencillamente para corresponder todo lo bueno que le ha dado la vida: éxito, amigos, instantes inolvidables, una salud de hierro que le permite realizar el camino de Santiago como si nada, esa apostura a lo Clifton Webb o Errol Flinn.Esta mañana me ha dicho algo muy bello: “Tus pasos y proyectos los siento como si fueran míos. Tanto, tanto te aprecio”. Eso es empezar bien la mañana, la primera mañana de unas cuantas en que voy a estar encerrado en casa rematando un libro.
*Mis hijos Daniel y Aloma, Aloma y Daniel, han comprado el disco “Tinta roja” de Andrés Calamaro, que acaricié unas horas antes en la FNAC, antes de que se pasasen ellos. Es un disco de tangos cantados a media voz y con el desgarro justo. Creo que no es lo mejor del argentino. Compré eso sí dos libros de Delacroix y Holbein, una revista monográfica sobre John Huston [por cierto, me encontré con una bonita foto de mi amada Dominique Sanda de “El hombre de Mackintosh”] y un eslpléndido volumen de fotos de escritores del que hablaré más adelante. Suena Andrés Calamaro. Suena otra vez “El día que me quieras”.
NACE EN AGUARÓN LA CASA DEL GAITERO

Este próximo domingo, en Aguarón (Zaragoza), en el campo de Cariñena, se inaugura La Casa del Gaitero, un edificio restaurado que albergará en su planta baja más de 400 instrumentos muy variados todo el mundo, de todos los continentes, instrumentos de música popular. Esta es la característica específica de este nuevo proyecto. En la parte superior contará con una sala de exposiciones permanente, Tam Tam, que se inaugura con una artista de Madrid, Tucha, que ofrece una instalación que se titula “Memoria del agua y de la tierra”. El promotor de este proyecto es el músico Eugenio Arnao, que ha colaborado con numerosos grupos teatrales y de música, y es un auténtico virtuoso de gaitas, flautas e instrumentos de percusión. La inauguración se producirá hacia las once y media de la mañana y habrá una jornada de puertas abiertas hasta la noche; a lo largo del día actuarán distintos músicos de formaciones como Ixo Rai!, la Orquestina del Fabirol o los gitanos del Este, Ovaumplute.
La denominación “Casa del Gaitero” no es porque los instrumentos sean todos gaitas, hay mucha percusión y piezas pintorescas de los cinco continentes de música popular. Eugenio Arnao es un tipo estupendo, un apasionado de la música, de la estirpe de Joaquín Díaz, Mario Gros, Luis Miguel Bajén, Blas Coscollar, Agapito Marazuela, “el último juglar castellano”, Faustino Santalices…
REDIFUSIÓN, ESTA NOCHE, DE BORRADORES /2

1. EN PLATÓ: MIGUEL ÁNGEL CÓRDOBA, ANA M. REVILLA, CRISTINA GRANDE Y MANUEL VILAS. Y NUESTRO ESCAPARATE
2. REPORTAJES: ISIDRO FERRER (MUSEO DE TERUEL), LINA VILA (MUSEO DE ALBARRACÍN), MUSEO DEL JUGUETE DE ALBARRACÍN, "ENMASCARADO": FOTOS DE PEYROTAU Y SEDILES (SPECTRUM SOTOS).
3. VTR. ENTREVISTA CON SOLEDAD PUÉRTOLAS, LIBRERÍA ANTÍGONA Y POEMA CON RAÚL HERRERO.
El programa “Borradores”, que dirige y presenta Antón Castro y realiza Teresa Lázaro, ofrece en su segunda emisión cuatro entrevistas en plató: con Miguel Ángel Córdoba, coleccionista y empresario que acaba de crear la Fundación Alcort con sede en Binéfar con un fondo de arte contemporáneo de 300 cuadros; Ana Revilla, directora de la Fundación Norte de Zaragoza; la escritora Cristina Grande, autora de “Dirección noche”, una gavilla de relatos de la que acaba de salir la segunda edición, y el poeta y narrador Manuel Vilas, que ha ganado el premio Jaime Gil de Biedma con el poemario “Resurrección”.
Además, “Borradores” conversa con Soledad Puértolas, Premio de las Letras Aragonesas 2003, y visita las exposiciones de Isidro Ferrer en el Museo de Teruel, una espléndida muestra, variada y divertida y emocionante, de Lina Vila en el Museo de Albarracín, el Museo del Juguete de Albarracín y la muestra “Enmascarado”, en Spectrum Sotos, de los fotógrafos Aranzazu Peyrotau y Toño Sediles. El programa se completa, entre otras cosas, con las sugerencias de Librería Antígona y con un poema de Raúl Herrero. Una de las novedades de la emisión es la muestra de cuadros originales en el propio plató de Víctor Mira, Antonio Saura, Le Corbusier, Fermín Aguayo y Eduardo Arroyo, que pertenecen a la colección de Miguel Ángel Córdoba. El periodista y escritor Luis del Val introduce el programa con su definición de “Borradores” como “un ensayo general”.
*Éste es el menú de viaje que os hemos preparado para hoy. El equipo de "Borradores" por ahora lo forman: Teresa Lázaro (realizadora); Yolanda Lienas (ayudante de realización); Ana Catalá (redactora), y un excelente equipo de profesionales de cámara, sonido, decoración, maquillaje y estilismo. La fotografía es de Isidro Ferrer con una de sus piezas. El programa aparecerá en antena hacia las doce la noche.
EL CRIMEN DEL PADRE DE FERMÍN AGUAYO

¡Por la Recuperación de la Memoria Histórica!”.
Fermín Aguayo, integrante del grupo Pórtico con Santiago Lagunas y Eloy F. Laguardia (que, a la postre, acabaría siendo cuñado de Lagunas), llegó a Zaragoza procedente de Sotillo de la Ribera, en Burgos. Su padre, sastre, era alcalde y fue fusilado con dos de sus hermanos mayores. Fermín apenas habló nunca de esto, era algo que llevaba dolorosamente en secreto. Los familiares de Fermín Aguayo han intentado realizar algunas averiguaciones: qué pasó exactamente en Sotillo de la Ribera, por qué mataron al padre y a los hermanos de Fermín. La historia por ahora sigue oculta: nadie ha querido contarles nada de lo ocurrido.
EL MOGADOR DE ALBERTO RUY SÁNCHEZ

Hay un escritor mexicano, Alberto Ruy Sánchez, autor de “Los jardines secretos de Mogador”, que me gusta especialmente por su refinamiento, la belleza de su universo, la belleza y la sensualidad, y una atmósfera mágica. Dice que llegó a Mogador, un lugar que todos llevamos dentro, desde los mares del Sur. Acaba de publicar un nuevo libro: “Nueve veces el asombro” (Alfaguara), compuesto en nueve partes de nueve fragmentos, casi poemas en prosa, o cuentos, o sentencias, o sueños, que giran siempre en torno a Mogador, el deseo, el arte de contar, los libros, el sexo.
Selecciono este texto, “Treinta y nueve”:[Que el oficio primordial de “recortar nubes” es el de los contadores de historias en la Plaza del Caracol, pero también ocasionalmente de las mujeres en lavaderos, hornos públicos y baños, y hasta de algunos hombres en las terrazas de los cafés por la tarde. Los calígrafos las dibujan con palabras tan bellas que la gente las contempla deleitándose, como mira al cielo o al fuego, y se pone muy orgullosa de su Historia.]
Y este, “Cuarenta y cinco”:[Y en todos los rincones de Mogador, de la gente que escucha historias con atención desmesurada, con fijación hipnótica, se dice que está ‘comiendo nube’.]
Y este, “Setenta y siete”[“Piensa sólo con su sexo” es algo que se dice en Mogador de muy pocas personas para dar a entender que son mujeres u hombres excepcionalmente brillantes, de inteligencia sutil, abiertos, penetrantes, osados, lúcidos y nada egoístas con sus amantes.]
*Esta magnífica foto es de Horst P. Horst.Y no sé si es, también, uno de los amores inventados de Mogador.
CARTEL DE LA FERIA DEL LIBRO DE ZARAGOZA*

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ENTREVISTA CON LORENZO MEDIANO
"ESCRIBO HISTORIAS DE AMOR PARA LA GENTE DE LA CALLE"
-Con su nueva novela, "Donde mueren las aguas", vuelve usted a la editorial Onagro, antes Zócalo, con una historia de amor en los Pirineos.
-Esta historia está basada en hechos reales que yo siempre he querido escribir. Es la historia de un pueblo que se quedaba sin río, y esa posibilidad generó una fuerte lucha en la que yo me impliqué. Y se produjeron conflictos graves y fuertes.
-¿La profesora también existió?
-La obligación del escritor es buscar buenas historias. Yo no quería que aquellos hechos se identificasen del todo, pero existió una profesora, claro, existió una historia de amor de un cura con su criada, existió otro cura un poco borrachín y simpático… He intentado ordenar la historia de un modo distinto. El conflicto fue un poco a vida o muerte.
-Tan a vida o muerte: dos pueblos se enfrentan por el río, por el agua, y en ello les va la vida, al menos a uno…
-Mire, la lucha por el agua en la España seca ha pasado siempre. La idea del trasvase es antigua: no sólo es Murcia contra Aragón, ni Valencia contra Aragón, ni Cataluña contra Aragón. Es un conflicto que ha estado ahí. Como también el encuentro entre la ciudad y el campo, que es otro de los temas de mi novela. Al principio, el campo y la ciudad son casi enemigos, y luego pasan a quererse. Pilar representa la ciudad; Vitorián, el alcalde, encarna el espíritu rural; al principio, son enemigos irreconciliables. Y luego…
-No lo diga. ¿Cuántos años vivió en los Pirineos?
-Muchos. Unos quince. Estudié las plantas medicinales y después, como consecuencia de eso, fui instructor de supervivencia. Además, me licencié en Medicina y de vez en cuando tenía sustituciones. Intentaba ganarme la vida, y realmente aquella fue una etapa estupenda. Aprendí mucho, aprendí a relacionarme con la naturaleza y sus misterios casi como un buen salvaje.
-Ya, pero al final volvió a la ciudad.
-Debió ser hacia 1995 o así. Tenía varias lesiones que ya no permitían realizar algunos esfuerzos y expediciones que hacía. Había escrito algunos libros técnicos para Integral y decidí hacerme escritor. E intento vivir de la literatura, pero eso exige mucho esfuerzo. Hubo un instante en que estaba tan desesperado que barajé volver a la Medicina e incluso me había colegiado de nuevo. En este oficio, es difícil ganar el sueldo mínimo. Andaba en crisis, veía que a la gente de Aragón le interesaban mis libros, pienso en “La escarcha sobre los hombros” o “Los olvidados de Filipinas”, que publicó esta misma editorial, antes Zócalo, pero la situación era casi insostenible. Y entonces apareció Grijalbo y me contrató “El secreto de la diosa”.
-Que ha sido un éxito, ¿no?
-Mi mayor éxito, sin duda. Se habrán vendido alrededor de 60.000 ejemplares: 20.000 en quiosco, que rentan muy poco; otros tantos en edición de bolsillo, y cobras un porcentaje mucho más bajo; 13.000 o así en tapa dura, que es la edición que resulta rentable, y en torno a 6.000 en Círculo de Lectores. Y luego publiqué en Grijalbo “Tras las huellas del hombre rojo”, cuyas ventas se acercan a los 10.000 ejemplares.
-¿Es suficiente?
-Desde luego que no. Se sobrevive con mucha vocación. El problema de la literatura es que no existe clase media: o vendes mucho y todo te vaya bien, o sufres para llegar a fin de mes. Y ni le cuento lo que sufro para llegar a fin de año. Esa es la realidad. Pero hay algo que tengo muy claro: éste es mi oficio y me entrego a él en cuerpo y alma. Sueño mi futuro y me veo como escritor que intenta conquistar al público.
-¿A qué publico se dirige?
-Escribo una literatura para gente normal, para la gente de la calle, que sabe leer y escribir, alguien que leer los periódicos, y que le gusta tener algo para leer, y que a veces se atreve con cosas un poco profundas. Al lector le gusta siempre aprender un poco. No escribo para especialistas, pero intento que ellos también se sientan cómodos.
-¿Y cómo lo logra?
-Lo importante es no aburrir. Hay que suministrar emoción, acción, identificación con los personajes, y eso en la Prehistoria, por ejemplo, no es fácil. Y además a mí me gusta contar historias de amor.
-¿Por qué?
-Porque es uno de los sentimientos más agradables de la vida. A mí me ayuda a vivir. Y en esta novela, “Donde duermen las aguas” hay amor. Éste es un libro que escribí entre las cinco de la mañana y las once de la noche. Ni siquiera me levantaba para comer. Lo he escrito en un mes, casi en un estado de trance. Lo había meditado mucho durante varios años y se me impuso como si alguien me lo dictase.
-Usted parece llevar siempre el optimismo por bandera. ¿Cree como dicen algunos que vivimos un buen momentos en las letras de Aragón?
-Yo creo que dentro de 100 años, con perspectiva, cuando se analice este momento de creación literaria y pictórica, seguramente se dirá que fue una época auténticamente dorada. Hay narrativa histórica, policial, intimista, social. Nunca se ha escrito tanto y con tanta repercusión.
*Lorenzo Mediano (Zaragoza, 1959) es autor de libros como "La escarcha sobre los hombros" o "Los olvidados de Filipinas". Dio el salto a un sello como Grijalbo con "El secreto de la diosa" y "Tras las huellas del hombre rojo". Prepara un tercer título.
JAVIER DELGADO INVESTIGA EL CASO "PROGEA"*

Javier Delgado, que militó muchos años en el PCE, muestra en su blog su indignación por algunos negocios nada claros vinculado al Partido Comunista. El poeta, narrador, bibliotecario y blogista apasionado vacía así su indignación. En su página web ha rastreado todas las contradicciones de este asunto.
POR JAVIER DELGADO
[He buscado, incrédulo, en el Google por "Progea" y han salido muchas páginas con diversas entradas de publicaciones de todo tipo: de damnificados, de comunistas denunciantes del mal rollo de la especulación desde el propio partido y desde Comisiones, de opinión desde distintos puntos de vista, de documentación ante los tribunales... Todo un montaje a escala estatal está saliendo a la luz para vergüenza de sus protagonistas. ¿Es eso lo que queda del PCE, negocios no muy claros? Y esas cooperativas de viviendas, ¿qué finanzas profundas ocultan? Para cualquiera que haya dado un tiempo o algo más de su vida por una causa que sigue siendo la causa de los desheredados del planeta tierra, ¡qué dolor moral saber que hubo y hay quienes viven del cuento y de la farsa en medio de las dificultades vitales de la gente, aprovechándose vilmente de esas necesidades. La historia del PCE no merecía llegar a estos pantanos asquerosos. Miles de camaradas, de colaborador@s, de amig@s, de votantes, no merecen que se les de un golpe moral mortal de necesidad. Hay que limpiar las cuadras, desterrarles, enterrarles en el mar también a ellos, traidores a lo más sagrado. Aunque suene muy antiguo no me importa: esos antiguos voceras de la revolución se han transformado en sucios lacayos encargados de las tareas más sucias de la explotación. ¡Maldit@s sean en la asamblea de los hombres y mujeres libres del mundo, entre quienes siguen dejándose la piel en transformar el mundo a favor de l@s más desgraciad@s! ¡Maldit@s sean y que nos oigan maldecirles en las plazas!]
*La foto corresponde al archivo Casasola de México.
EL DUELISTA VERBAL, RIVAROL

El escritor y editor Julián Rodríguez, que acaba de crear la editorial Periférica (se ha estrenado con dos excelentes títulos: "El testamento de un bromista" de Jules Vallès, y "La Pelirroja" de Fialho de Almeida), remite a sus amigos este texto que publica hoy en "La Vanguardia" el periodista y escritor Llatzer Moix sobre un nuevo libro: "Pensamientos y rivarolianas" de Antoine Rivarol. Lo pego en mi blog, os recuerdo que es un texto del espléndido periódico catalán sobre un autor poco conocido, pero fascinante.
Habla Rivarol
LLÀTZER MOIX - 28/05/2006 - LA VANGUARDIA
"El ingenio malvado y el buen corazón: ésta es la mejor especie de hombres". Lo dijo, como si pintara su autorretrato, Antoine de Rivarol, escritor francés del XVIII cuyas ideas se publican ahora en castellano, doscientos años después de ser formuladas. El milagro se produce gracias a Periférica, una joven -debutó en abril- editorial cacereña que mañana pone a la venta Pensamientos y rivarolianas. En este tomito se reúne una selección de aforismos y epigramas del citado autor, tan breve como sustanciosa.
A menudo, el debate político actual se ve reducido a un cruce de insidias e insultos, pronunciados por ignorantes, matarifes o inválidos de la oratoria. Cuesta creer, por tanto, que las cortes, parlamentos y salones de otras épocas fueran templos donde se rendía culto al verbo inteligente. Y, sin embargo, así fue. Durante los siglos XVII y XVIII, según nos recuerda Luis Eduardo Rivera en el prólogo del libro comentado, el duelo de agudeza verbal y de ingenio brilló como un deporte de elite en los salones europeos.
Entre los atletas de esta especialidad destacó Rivarol, coetáneo y amigo de Voltaire, Chamfort o Chateaubriand. Sus pensamientos revelan siempre a un profundo conocedor del alma humana y, sobre todo, a un as del estilete, que escribe de modo conciso y transparente, guiado por un humor feroz.
"La razón se compone de verdades que deben decirse y de verdades que deben callarse", dejó escrito Rivarol. Y luego transgredió su regla. Leyendo sus pensamientos, uno repara en que Rivarol no se mordió la lengua ante ninguna mediocridad ni ante ninguna estupidez. A veces utilizó un registro suave: "Si los tontos llegaran a hacerse una idea de los sufrimientos que nos hacen padecer, se apiadarían de nosotros". Pero en otros casos se empleó con inmisericorde contundencia: "Hay personas tan inseguras, tan indiferentes a sus juicios y, además, obstinadas, que, dudando de su propia honestidad, acaban dudando de la ajena".
Antoine de Rivarol publicó títulos como Pequeño almanaque de nuestros grandes hombres - una colección de ácidos apuntes de figuras del mundillo literario- y Pequeño almanaque de los grandes hombres de la Revolución. Algunas de sus obras le reportaron fama e ingresos. Otras le situaron en la senda del exilio. En especial, cuando se distanció de la Revolución, cosa que hizo sin traicionar jamás su afán de justicia ni dejar de criticar los excesos del poder.
Mención a parte merecen las rivarolianas, epígrafe bajo el que se agrupan algunas de las respuestas concebidas por el autor sobre la marcha, en el fragor de una conversación, para poner en su sitio a diversos interlocutores. Rivarol no usó otra arma más que su temible palabra. Pero ésta podía hacer con el prestigio del rival lo que una bala de cañón hubiera hecho con su cuerpo: partirlo por la mitad. Vean cómo las gastaba. A un polígrafo que se dijo dispuesto a "escribirle sin falta" le respondió: "No se preocupe, escríbame como de costumbre". A los reunidos en un salón, tras soltarles una tontería notoria, provocando el deseado escándalo, les calmó así: "Ya ven, no puedo soltar una burrada sin que me traten de ladrón". Al médico injuriado que quiso desafiarlo en duelo le replicó: "Aguarde primero a que caiga enfermo, así estará seguro de no fallar". Y a un abate que le solicitó un prólogo para un texto suyo le despachó con estas palabras: "No puedo ofrecerle más que un epitafio"...
Bienvenido, Rivarol.
PEPE CERDÁ: NOTICIAS DE MÍ MISMO

Retorna el pintor a su blog, tras el éxito de su muestra en la Luzán, y escribe este texto, cargado de sentencias e intuiciones. Cerdá pinta, piensa y habla, y además reivindica la pereza.
[Estoy pintando, y pintando mucho, como hace tiempo, por eso no escribo en el blog.
Preparo, bueno ya casi está, una exposición que se inaugurará el quince de junio en París, en la Galería Les Singuliers.
Para pintar, para pintar de verdad, es necesario no pensar mucho. Pensar, claro está, del verbo cavilar o reflexionar. Eso de pensar “sin objeto”es precisamente de lo que se nutre la literatura, pero la pintura es otra cosa.
En las cosas motrices y las que se hacen con las manos hay que estar en lo que se está; que es realmente placentero, pero de tanto marear la perdiz ya se me estaba olvidando el gusto de hacer por hacer. Caminar por caminar es lo que hacen los peregrinos y vivir por vivir es lo que hacen las gentes sabias.
La reflexión sin acción es origen de muchas psicopatías, aunque también es cierto que la laboriosidad por sí misma no es ninguna virtud y es refugio de muchos imbéciles, incapaces de pararse un momento, mirarse al espejo y preguntarse que coño están haciendo con su vida.

Un dos meus blogs preferidos é "Brétemas", o do editor de Xerais Manolo Bragado.Compartimos a paixón polo Celta: debo ser o único seguidor do Depor que tamén quere sinceramente ó Celta, desde os tempos de Bermúdez, Pedrito, Manolo, Lezcano, Juan, Dobas, Rodilla, Sanromán, Castro, Juan.... O outro día penduraba no seu blog un poema de John Berger en galego, traducido por Juan Abeleira nos tempos en que publicaba en Olifante e Hiperión, agora Xoán Abeleira, poeta en Espiral Maior y narrador e fotógrafo en Xerais ben axiña. Velaí o poema de John Berger en galego:
"Cullerón" de John Berger
Peltre cheo de picadelas
a lúa do cullerón
erguéndose sobre a estivada
mergullándose na pota
servindo a xeracións e xeracións
fumegando
dragando o que agromou das sementes
na horta
espesado con pataca
sobrevivíndonos a todos
no ceo de madeira
da parede da cociña
Nai servicial
que co fumeante peito de peltre
veado polos sales
alimentou os seus fillos
esfameados coma xabaríns
coa terra do serán
engastallada nas unllas
e o pan irmao
nai servicial
Cullerón
bota no prato
o ceo fumeante
co sol cenoria
as estrelas de sal
e a graxa da porca terra
cullerón
bota no prato
o ceo fumegante
bota caldo prós nosos días
bota sono prá noite
bota anos prós meus fillos
(John Berger, poema extraído de Porca terra. Tradución: Xoán Abeleira)
BORRADORES, A LAS 23.45, ESTA NOCHE

BORRADORES, 3 / ESTA NOCHE
“Borradores”, el programa cultural de Televisión Aragón que realiza Teresa Lázaro, se abre esta noche, después de las doce de la noche, con unas palabras de Carlos Saura.
Recibimos en el plató a María José Hernández, que interpreta el bolero “La punta del iceberg” con Joaquín Pardinilla, y habla luego acerca de su álbum “Círculos concéntricos”. Además recibimos a Lorenzo Mediano que presenta su novela “Donde duermen las aguas”, una historia de amor y confrontación en los Pirineos. Después, Ángeles de Irisarri hablará de “Te lo digo por escrito” (Martínez Roca), una novela epistolar que transcurre en la dictadura de Primo de Rivera, y Carmen Ruiz Fleta de su debut poético en “Música para perros” (Chorrito de plata), un texto que le prologa Octavio Gómez Millán y le pone un cierre Ramón Acín. Y Javier Aguirre Felipe habla de su monografía sobre las itinerancias gitanas desde la lejana Persia hasta Aragón. La foto es de Josef Koudelka, uno de los grandes fotógrafos de los gitanos. Les ha dedicado varias series.
Además, visitamos la muestra “Sense in place” en los Depósitos del Pignatelli. Ofrecemos una pieza sobre Ocuparte en Huesca y sobre “En la frontera”. Conversamos con Rafael Torres a propósito de su último libro sobre la II República. Entre otras propuestas visitamos la librería Cálamo (hablarán Paco Goyanes, León y David Mayor, que saldrá en el programa leyendo uno de sus poemas en breve), sugerimos varios libros, discos y películas y nos despedimos con un poema recitado por Magdalena Lasala, una historia de amor en un taxi que se grabó en el Paraninfo.
El libro de Carmen Ruiz consta de dos partes, "Lo que creí importante", más cotidiana, de indagación en la propia entidad y en el universo de los afectos, y otra más onírica, "extranjera", que tiene mucho de viaje a la infancia, a los sueños, a las películas... Copio de la primera parte este poema:
10
La memoria de los dedos que no leen
es corta.
Enseguida olvidan los umbrales en los que claudicaron,
los itinerarios trazados a fuerza de humedades
en cuerpos ajenos.
Dibujos despojados de toda sal alrededor de un ombligos
que se repiten en otras pieles.
Amnesia digital murmura poemas como si fueran huellas.
No recuerda que ya los escribió en pechos abiertos
que sabía diferente,
porque la lengua si maneja recuerdos como un croupier,
para que cada beso sepa a quien ella quiera.
*BORRADORES se emite esta noche en Aragón TV a las 23.45. Los periódicos no anuncian el menú, pero si recuerdan el horario. Para entonces espero que el CAI Zaragoza ya esté en la Liga ACB.
LUIS ALEGRE, ASIGNATURA DE LA ESCUELA DE CINE

La escritora y articulista Elvira Lindo, en su artículo "Don de gentes" de "El país" habla hoy de un amigo que
"ha llegado a la meta sin tener que molestarse en escribir una línea. ¿Es que no es prodigioso?; ¿no es, en la teoría de las especies, el animal que descubre el camino más corto el más inteligente? Mi amigo es una suerte de Pepín Bello de nuestros días, alguien que forma parte de una generación de artistas con el mero arte de la simpatía. O como mi amigo Luis Alegre, que en mi opinión se merecería una asignatura dedicada a él en la escuela de cine, puesto que es alguien imprescindible en el cine español sin hacer películas. Lo cual, a veces, es de agradecer".
*Luis Alegre, del cual no hay muchas fotos en Internet, con una de sus mujeres preferidas: Penélope Cruz. Está claro que este hombre dulce no tardará mucho en ser Patrimonio de la Humanidad. O especie protegida.
LA BELLEZA DE AUDREY HEPBURN

No es Penélope Cruz pero no está nadamal, y creo que Luis Alegre no tomó café con ella en la Toscana: una de las bellezas lánguidas más atractivas y elegantes de la historia del cine. He releído estos días "Desayuno en Tiffany's" y me ha acordado de su papel magnífico en la película "Desayuno con diamantes", con George Peppard.