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Se muestran los artículos pertenecientes a Noviembre de 2006.

ENTREVISTA CON JOCELYN POOK*

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Jocelyn Pook es una reconocida compositora británica que combina la interpretación con la viola, la composición de bandas sonoras para el cine y la música para televisión, teatro, danza. Lidera una formación que se mueve entre la música contemporánea, el new age, en la línea de Nyman o Glass, y las últimas tendencias de vanguardia, sin renunciar a la música clásica, en especial a la denominada música antigua. Lo mismo colabora con Martin Scorsese que con Michael Radford o es capaz de hacer piezas para "El rey Juan" de William Shakespeare. Jocelyn Pook Ensemble está formado por ella misma, Melanie Pappenheim (voz), Harvey Brough (teclados y salterio), Parvin Cox (voz), Manikam Yogeswaran (voz), Sally Herbert (violín), Kelly McCusker (violín) e Ian Burdge (violonchelo).

¿Cómo podríamos definir su música?
Eso es lo más difícil. Prefiero que sea la propia gente quien la defina, quien explique mi obra.

De acuerdo. Era una pregunta un poco brusca. Viajemos por su historia: usted alterna la viola y la composición. ¿Recuerda cómo empezó?
Empecé con distintos instrumentos. Primero fue el piano, y luego el violín. Cuando se murió mi padre, al que apenas conocía porque estaba divorciado de mi madre, me dejó una viola y empecé a cogerle gusto.

Y ¿cómo pasó de ahí a la composición?
En realidad, yo ya componía piezas desde pequeña en el colegio. Piezas al piano, sobre todo. Pero no tenía confianza, y luego empecé a trabajar en distintos grupos de teatro experimental, en la línea de Pina Bausch o Bob Wilson. También toqué en grupos de pop, estuve tres años en The Communards, y empecé a relacionarme con gente que no sólo procedía de una formación clásica. Y así, poco a poco, afianzándome, empecé a crear mi propia música.

Usted tocó con Laurie Anderson.
Soy una gran admiradora suya. La conocí en Londres. Yo era la comisaria de un festival de música en Londres, el Melt Down, y colaboré con ella en un par de piezas para un cuarteto.

También dice su biografía que trabajó con Philip Glass, Michael Nyman, Peter Gabriel o Ryuichi Sakamoto…
Ya los conocía desde los años 80. Eran músicos importantes, pero me encontré con ellos en los 90, en ese festival y en otros, colaboramos, y por supuesto que influyeron en mi trabajo, aunque también ha habido otras fuentes.


¿Cuáles?
Me interesó mucho una banda del Este, 3 Mustaphas 3, un grupo que pretendía ser de Los Balcanes, y también me ha interesado mucho la música medieval.


Usted compuso un tema para "Gangs of New York" de Martin Scorsese.
Es cierto, pero antes hice toda la música original de "Eyes Wide Shut" de Stanley Kubrick, que fue una experiencia realmente interesante. No sé cómo se enteró de mi trabajo Scorsese, yo creo que fue al ver la película de Kubrick. ¡Ya me gustaría a mí saber cómo se enteró de mi existencia!

Por ahora uno de sus mayores éxitos, al margen de sus discos, es la banda sonora de "El mercader de Venecia", la película de Michael Radford con Al Pacino.
Ése ha sido un trabajo muy complejo, difícil de definir. Yo era amiga del director, había trabajado con él en algún corto, y me hizo el encargo. Tuve que hacer algo casi insólito: hay partes de la banda sonora que son anteriores a la película misma, porque se tocan en directo, durante la propia grabación. He intentado fundir la música antigua de la obra, de los tiempos de William Shakespeare, con mi propia forma de hacer música contemporánea. He intentado crear mi propia versión, por decirlo así. Este proyecto ha sido un verdadero regalo.

¿Fue un agasajo, también, la música para "Heidi", la película en la que intervienen actores tan conocidos como Max von Sydow y Geraldine Chaplin?
Desde luego. Esa pieza era la favorita de mi infancia. A la vez que me ofrecieron ese proyecto, me invitaron también a realizar la banda sonora de una película del movimiento Dogma...

¿Con Lars von Trier?
No. No puedo decirle quién era el director. Pero elegí "Heidi". He utilizado una música que mezcla lo folclórico y la tradición céltica, eso sí, con otras influencias y otras líneas de inspiración. Cuando empiezo un trabajo, nunca sé muy bien lo que va a suceder.

¿Qué quiere transmitir con su música?
No tengo palabras. La música es un lenguaje autónomo. Soy una compositora heredera de la tradición clásica y creadora de las nuevas músicas de hoy.  
 

*El pasado lunes conversé con Jocelyn Pook. Carlos García, responsable del auditorio Eduardo del Pueyo, y Margarita García Buñuel me ayudaron en la entrevista. Manejan muy bien el inglés, y yo sólo entiendo un poco, muy poco. Estoy estudiando.
 

 

01/11/2006 18:23 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

MONOGRÁFICO DE BORRADORES SOBRE LA GUERRA CIVIL

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Este domingo, día cinco de noviembre, a las 18.30, el programa Borradores ofrecerá un monográfico sobre la Guerra Civil española. Ojo que ahora han cambiado la redifusión al martes hacia las 23.30 horas. Arranca el programa con la actuación de la cantante y compositora turca Alime Huma, que canta el poema “El Sur” de Luis Cernuda. Después, en compañía de Luigi Máraez, ambos interpretarán “La luna y la muerte” de Federico García Lorca. Un cuadro de “Pinturas de Historia” de Pepe Cerdá nos acompaña en plató.

“Borradores” ofrece, por este orden, una entrevista con Sofía Moro, autora del libro “Ellos y nosotros” (Blume), uno de los mejores que se han hecho sobre la Guerra. Ha hablado con todos los bandos, con personajes muy diferentes (Marcos Ana, Abel Paz, Matilde Escuder, Rosario la Dinamitera, Víctor Alba, Moisés Broggi…) y explica batallas como Belchite o Teruel. Ángela Cenarro, co-comisaria con Víctor Pardo Lancina, explica la exposición que se ofrece estos días en Robres, que tiene fotos de Centelles, Efe, Robert Capa, etc. Luego,  Mary Nash explicará la presencia de las mujeres en el conflicto. Y además, hablarán Gabriel Cardona y Jorge Martínez Reverte. Son entrevistas cortas, pero intensas. Se complementa todo ello con un reportaje de la recuperación de las trincheras de la sierra de Alcubierre, Perdiguera, Robres, monte Irazo, etc., muy vinculadas con la peripecia de George Orwell y su libro “Homenaje a Cataluña”. 

En el plató nos visita José Giménez Corbatón, que comenta su libro “Cambriles” (Grupo de Estudios Masinos), donde comenta la historia de un grupo de topos franquistas que se refugiaron en una cueva y crearon una suerte de sociedad secreta, entre noviembre de 1936 y septiembre de 1937.José Giménez comenta además el libro de Pedro Uriel, “No se fusila en domingo” (Pre-Textos). Y también está Sergio Castillo, sobrino nieto del último alcalde republicano de Belchite, Mariano Castillo Carrasco, que fue atrapado y encerrado, y acabó suicidándose tras escribir 29 hojitas donde decía que deseaba que la suya fuera la última sangre que se derramaba en Belchite. 

El programa se cierra con una visita a la librería Los portadores de Sueños: Félix y Eva recomiendan cinco libros sobre la Guerra Civil.  Nos vamos con la presencia de Lucía Martínez, una niña de cinco años que lee un poema de Gloria Fuertes.   

Borradores. Realización: Teresa Lázaro. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Producción: Raquel Guzmán. Redacción: Ana Catalá. Producción general: Chip.

*Avanzo aquí el programa con tanta antelación porque debo irme a Galicia y voy a estar unos días casi incomunicado. No escribiré en el blog. Mil gracias. foto de Matilde  Escuder, compañera de Félix Carrasquer.[Corrijo la errata que me ha recordado Sergio. Gracias.]

02/11/2006 00:19 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

JOSÉ LUIS CANO PRESENTA ESTA TARDE

LA RISA MÁS ESTENTÓREA DEL MUNDO

 José Luis Cano (Zaragoza, 1948) es uno y multitud. Por eso siempre es difícil saber quién es el hombre que firma José Luis Cano, Cano a secas, Canico como también se le conoce porque hace “canicos”: libritos casi minúsculos donde encierra en pocas páginas, poca letra y muchas ilustraciones vidas ilustres, ilustradas e iluminadas. Es el tipo que posee la risa más estentórea del mundo probablemente, sonora como un torrente que se desmelena, indócil como un potrillo sin desbravar. Algunos dicen de él que tiene algo de hermano gemelo de El Roto, pero les diferencia, sobre todo, que Cano ríe mejor y más constantemente. Tiene una risa casi salvaje, que es el anverso de una timidez tan abrupta como bien llevada. Y como Andrés Rábago El Roto es lúcido, radical, pesca la vida al vuelo y la resume en un bocadillo que parece un pensamiento de Cioran. 

José Luis Cano -que no debe ser confundido jamás con Rocky Kan o con el poeta y crítico José Luis Cano, aunque podría ser cualquiera de los dos- empezó a hacer viñetas de humor a principios de los 80. Artista expresionista, creó unos hombrecillos con unas trompas inmensas, que era su aproximación personal a la caricatura cubista, y unas abuelas que apenas eran algo más que un triángulo de luto y que “un borrón negro con nariz y patas”. Los unos y los otros hablaban, con sujeto y predicado, como filósofos: ellos ponían en órbita eso que se ha dado en llamar el humor somarda, esa mezcla de acracia natural, cazurrismo y sabiduría popular que provoca estragos. Dice las cosas como si no quisiera decirlas y te deja escocido en el estómago y en la inteligencia. Más tarde, hacia los 90, Cano eligió otros dos personajes: un anciano rural de la tribu, más bien amargado con todo (incluso con el capricho de las estaciones), abrazado a una oveja, y una mujer con una radio que vomita noticias sin parar. La radio exaspera a la oyente o le ayuda a entender el mundo. En el fondo, Cano siempre ha estado preparando la puesta en escena de su gran sentido del humor, que tendría su proyección absoluta hacia un vasto puñado de personajes aragoneses marcados por una característica: la esquizofrenia.    

     
A este asunto le ha dedicado un libro reciente, y algunos de esas criaturas reaparecen aquí, en este viaje en el tiempo a Zaragoza: desde San Lamberto al dibujante Gutiérrez, que retrató a Gregorio Calmarza; desde Engracia y Avempace a Francisco Marín Bagüés, que quiso pintar un mural en el Pilar y todo quedó en agua de borrajas. Desde el charco Goya seguía diciendo: “Que en acordarme de Zaragoza y pintura me quemo bibo”. Aunque mi personaje favorito es el menos conocido: María Luisa Cañas, Marisica: “Hija de Celedonio, honesto alfarero de la Bozada, gozaba de tan poca salud que falleció de un soplo a los doce años. Días más tarde, la Marisica volvió del más allá para revelar a su padre la fórmula secreta de una piedra esméril llamada a revolucionar el mercado. La piedra, llamada Ferrisa, fue la ruina de la familia Cañas”. Esta es una anécdota real que a Cano le viene como anillo al dedo. Odia las historias felices. Jamás podría ser un best-seller.

        
Zaragoza es una de las ciudades con más personajes ilustres y raros por metro cuadrado. Cano es uno de ellos y aquí los mira a todos como a iguales. Como antepasados con un aire de familia, como hermanos, cómplices y cabecitas locas. A algunos les había dedicado monografías completas en el sello Xordica (Buñuel, Goya, María Moliner, Gracián, Sender, Ramón y Cajal, Fernando el Católico...), pero no se repite. Y además, logra algo admirable: convierte a Zaragoza en el centro de vidas ilustres, en el escenario de anécdotas, rebeldías, gestos surrealistas o crueles como la muerte de Santo Dominguito de Val, pero también sabe convertir un instante aislado, como el retrato de Luis Mompel a Ava Gardner, en un relato, en una aventura con valor en sí misma, en una leyenda de amor a primera vista forjada en una plaza de toros. José-Carlos Mainer dijo una vez que el escritor José Luis Cano estaba próximo a la erudición y al espíritu de Borges. Cano es un contador de historias, un poeta visual, un alquimista de los trazos, el pariente español de David Levine. Sólo una persona así puede pensar que Eusebio Blasco merece la inmortalidad por haber inventado el término suripanta.


 

*José Luis Cano presenta esta tarde su libro "Zaragoza" (Media Vaca, Valencia, 2006). El acto consistirá en un paseo que terminará en el Museo Pablo Gargallo. Hay paradas en la plaza del Pilar, plaza de san Braulio, plaza de san Cayetano, san Felipe.  

02/11/2006 11:30 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

LA LUNA DE AMOR Y MUERTE DE TESS GALLAGHER

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Raymond Carver (1939-1988) murió demasiado joven. Ya se había convertido en el “Chéjov americano” por la magnífica y turbadora calidad de sus cuentos, piezas sobre lo cotidiano y sus ángulos inesperados, piezas que parecían mostrar lo menos aseado de la realidad y los sentimientos con una detonación oculta. Era tan importante, tan desgarrador, lo que no se decía como lo que se contaba. De repente, emergían de sus páginas palabras que no habían sido escritas, la conmoción de la historia oculta. Pero Raymond Carver no sólo era cuentista, probablemente uno de los más contundentes del siglo XX, sino que escribía poesía: redactó hasta cuatro libros de poemas que Bartleby ha recogido en un único tomo: “Todos nosotros”, con traducción y prólogo de Jaime Priede. Se trata de un conjunto de una rara intensidad, que huye de la afectación para contar lo íntimo, para abordar las pequeñas y grandes cosas que la vida con una inusual sinceridad. Carver igual explica la difícil relación con sus hijos o con un amor, que viaja a su infancia y evoca a sus padres, que describía una jornada de pesca o pintaba con palabras exactas como dardos los paisajes. A muchos de estos poemas asoma Tess Gallagher, su compañera y esposa durante los últimos once años de su vida.

La propia poeta dice: “Ray ha escrito prosa y poesía desde 1954. Este volumen, que abarca un periodo superior a los treinta años de labor creativa, nos permite comprobar que Carver no escribe poesía de manera circunstancial entre relato y relato, más bien al revés: la poesía es para él un cauce espiritual del que se desvía para escribir sus relatos”. Gallagher dice que su estilo “irradiaba humor, espíritu y una profunda sabiduría”. Raymond Carver no pareció nunca un hombre demasiado feliz: tuvo muchos problemas con el alcohol y falleció a los 49 años, cuando empezaba a ser reconocido como un maestro. Con el paso del tiempo, el representante de esa corriente denominada “realismo sucio” ha crecido como escritor, como teórico del cuento e incluso como poeta.        

Tess Gallagher intentó encajar lo mejor que pudo su desaparición en 1988. Habían llegado a formar una pareja muy compenetrada, con un código propio de amor y convivencia y creación. La insoportable  ausencia, el intento de asumir su adiós, le dictó en 1992 el poemario “Moon Crossing Brigde”, “El puente que cruza la luna”, que ha traducido con hermoso pulso Eduardo Moga, y no parecía fácil. Es el primer poemario suyo que aparece en España.

Es éste un libro muy personal, a veces hermético, a veces repleto de imágenes y de puntos de vista no fáciles de explicar, pero el tono general  es  excelente. En “El puente que cruza la luna” se mezclan muchas cosas: de entrada debemos hablar de una atmósfera elegíaca, pero serena. El fantasma del amado muerto reaparece en cualquier esquina, en un gesto, en una caricia, en un vaso, en un anillo, se posa en los objetos, agita la memoria. Anda por ahí, como una compañía invisible que desprende calor y acogimiento. Rara vez es un desvalido. En los poemarios hay una fusión constante de los tiempos: el presente se alía con el pasado incluso en el desgarro, en la melancolía, en la punzante herida, y las sensaciones irrumpen de golpe, como ráfagas simbolistas, como destellos del más allá. La autora se balancea con absoluta seguridad hacia la evocación, hacia el recuerdo concreto, y celebra una y otra vez el día de San Valentín, siempre distinto, o cumple el ritual de visitar la tumba y de comprobar cómo son las lápidas vecinas, qué inscripciones tienen.

Y lo más bello, Tess Gallagher habla en alta voz con Carver, y habla con él, como si  estuviera más vivo que antes, en los versos. Hay otros rasgos del libro como el de la mujer que se mira al espejo, el de la mujer que acota un espacio propio, el de la mujer que siente despertarse en su interior un relámpago de sensualidad, el de la mujer que se dice a sí misma: “Yacer junto al amado // significaba disfrutar del jardín en todas las estaciones.// Ahora lo veo”. Elde la mujer que se abre a los otros. Alterna los poemas largos con los cortos, en este intento constante de rendir homenaje y de encontrar impulso para seguir viviendo. Anota: “Te cubro, en el homenaje del sueño, con la seda más cercana de mi cuerpo: atiendo, y revivo // atendiendo. Apenas sé que hacer // sin ti”.
        

“El puente que cruza la luna” es un poemario lleno de impregnación, de ternura, de dolor, es uno de esos documentos de sombra y belleza que parecen responder a una premisa de Isak Dinesen (citada por Gallagher al inicio de su texto, cuando define el estado final de ánimo de Carver: “Sin esperanza y sin desesperación”): “Todas las penas del mundo pueden mitigarse si se pueden encerrarse en una bella historia”. Estos poemas son las páginas y las palabras de un episodio de amor que se alza por encima de los montes de la muerte.
 

06/11/2006 16:24 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 5 comentarios.

ENTREVISTA CON RODOLFO ALBERO, TENOR LÍRICO LIGERO

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Música clásica / Rodolfo Albero (Zaragoza, 1967) es tenor lírico ligero. Es el director del Taller Lírico Master Class de la Universidad Carlos III de Madrid, hijo y nieto de cantantes, y es un pedagogo que desarrolla numerosos programas. Prepara un “Orfeo”, con guión de Álvaro Zaldívar, y “Mitridate rè di ponto” de Mozart.    

-Empezó un poco tarde en el canto, a pesar de que era nieto del tenor Pascual Albero.
-Es una historia muy larga. Mi abuelo era mi icono, mi héroe. A veces me siento como su reencarnación. Era un hombre especial, con carisma. Cuando tenía problemas personales, iba a hablar con él. Era como mi terapia. Era optimista, positivo, sincero, nada fingido, ibas con él por la calle y se paraba con todos.

-¡Qué va a decir usted!
-Se levantaba por la mañana, anciano ya, y lo primero que hacía era probarse la voz  a ver qué tal estaba, le  rezaba a la Virgen del Pilar, se ponía el traje, se encajaba el sombrero y se iba a pasear. Como un dandi.

-Pero, ¿fue importante en su carrera?
-De entrada, el nombre de mi padre y el mío viene de un personaje de “La Bóheme”, ópera que él cantó antes de 1936. Mi padre se llama como yo, Rodolfo Albero, es tenor amateur y profesor de canto. No quiso que yo me dedicase a este oficio porque decía que era durísimo e ingrato, y entonces casi nadie vivía de la profesión. Él, además, no tenía alma bohemia. Quiso que yo estudiase una carrera de Derecho o Medicina, pero tuve negocios de hostelería. Y cuando tenía 31 años di el salto.

- ¿Qué quiere decir?
-Toda la vida había sabido que tenía voz, y la había cuidado. Había algo dentro de mí que siempre me decía que iba a cantar algún día. Hice la carrera de piano completa, empecé a los cinco años. Un buen día le dije a mi padre: “Quiero aprender a cantar”. Se sorprendió, en realidad él nunca me había escuchado en serio, y empezó a enseñarme. Mi padre era tenor lírico, y yo soy más bien tenor lírico ligero como mi abuelo, que había cantado óperas como “Elisir d’amore” y zarzuelas como “Marina” y “Doña Francisquita”.

-¡Qué raro eso de que su padre no le hubiera oído cantar!
-Lo cierto es que fue él quien me había metido el gusanillo el cuerpo. Habíamos ido juntos a la ópera al Liceo, y a mí fascinaba aquel ambiente. Y además estaba con él, y me explicaba las obras. Así que las principales arias ya me las sabía con muchos defectos. Y mi padre, luego, me llevó a Pilar Andrés.

-Hombre, fue maestra de mucha gente: Eduardo Paz, Pilar Torreblanca…
-Se portó muy bien conmigo. Yo vendía licores por los bares, y cuando se quedaba sin clases porque un alumno no podía ir, me llamaba. Un día me dijo: “Deja todo porque te ganarás la vida con esto”. Ni me cobraba. Es una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Me enseñó una buena técnica de bel canto; al fin y al  cabo en sus enseñanzas había algo de la escuela de Miguel Fleta. Pilar Andrés había estudiado con Luisa Pierrik, la mujer que descubrió a Fleta y que influyó mucho en lo que podríamos considerar una escuela aragonesa de canto lírico. Entré en el Conservatorio Superior de Zaragoza, estudié con Esperanza Melguizo…

-¿Qué ocurrió después?
-Asistí a un curso de piano con Mario Monreal en Valencia y allí me escuchó cantar una soprano manchega, María Rolando, le gusté y me invitó a acompañarla en una gira de 30 conciertos por toda Castilla. Hacíamos dúos y solos con orquesta. Cantábamos zarzuela, óperas, temas propios, composiciones de poetas de la zona. Llegamos a sacar un disco y aprendí muchísimo, a lanzar mi voz natural. Aún sigo dando conciertos con ella. 

-Y de ahí ha pasado a dirigir y coordinar el Taller Lírico Master Class en la  Universidad Carlos III. ¿Cómo dio ese paso?
-Conocí al rector Gregorio Peces Barba en un homenaje a Adolfo Suárez, le gustó como cantaba, y nos hicimos amigos. He actuado más tarde ante José María Aznar, Esperanza Aguirre o Leopoldo Calvo Sotelo, tanto en recepciones como en los homenajes en el Auditorio de la Universidad Carlos III. Hablamos de la posibilidad de hacer una ópera en la Universidad, y montamos “El barbero de Sevilla” de Rossini. Y más tarde hicimos “Cosi fan tutte” de Mozart; recuerdo que se presentaron hasta 100 personas para participar en esa ópera. Y también actué en el restringido Círculo del Líceo, que organiza funciones para aristócratas y burgueses, sólo hombres. Y también llegamos a montar un función de “La flauta mágica” para toda la familia.

-Ahora, creo que proyecta un “Orfeo”.
-Con el profesor Álvaro Zaldívar, que siempre me ha apoyado mucho. Él concibió este proyecto y además es el guionista y el asesor musical. El año que viene se cumplen 400 años del “Orfeo” de Monteverdi, y vamos a hacer un “mix” con el de Gluck y el de Offenbach. Se trata de una obra con su personalidad propia, con su idea y su mensaje, con un texto de dramaturgo que le da unidad al conjunto. La función se organiza en tres espacios: el techo del hospital, que es el cielo; el hospital, que representa la habitación o la tierra; y la morgue, que es el infierno. Vamos a contar con alguna ayuda institucional, incluso de Aragón. 

-¿Cómo imagina el futuro?
-Mis sueños consisten en ser feliz con el canto y hacer feliz a la gente que me escucha. Quiero trabajar con dignidad y ser honesto. En el fondo estoy empezando. Preparo también un “Mitridate rè di ponto”, una obra muy difícil que Mozart escribió de adolescente. 

-¿Quiénes son sus cantantes preferidos?

-Alfredo Kraus, por la forma en que construyó su carrera; Juan Diego Flores, y Plácido Domingo, porque es muy inteligente, muy musical, posee una voz muy bonita y es un animal de escenario. La ópera es escena, representación. Y, por supuesto, me gusta Miguel Fleta, un gran tenor que hubo en su época y en la historia de la humanidad, a pesar de sus excesos.

*Una foto del Taller Lírico Master Class. Vemos al pianista Ricardo Soláns y al propio Rodlfo Albero, entre varios compañeros.  

07/11/2006 00:57 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

UNA ISLA EN EL EDÉN: EL JARDÍN BOTÁNICO

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El pintor Xavier de Winthuysen (Sevilla, 1874-Barcelona, 1954) era un enamorado de los jardines. No sólo los pintaba, sino que hablaba de ellos con pasión y conocimiento. Parecía atrapar la vida y el misterio de sus hojas y de su entorno. Un 23 de diciembre de 1924 visitó Zaragoza, impartió una conferencia en el Casino Mercantil y contó con el alcalde Juan de Fabián como presentador. De aquella disertación nació hacia 1929 el parque Primo de Rivera.

Cuarenta años después, el ingeniero de montes Rafael Barnola se hizo cargo de la dirección de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Zaragoza. Tanto al concejal Ángel García Muniesa como al alcalde Cesáreo Alierta les pareció excelente la idea de crear un jardín botánico en ese espacio, que tuvo otro impulsor como el jardinero y experto Mariano Cester. Barnola y Cester trabajaron mano a mano, con un esbozo que se acercaba mucho a la libre recreación del jardín romántico y que se alejaba del “jardín geométrico barroco francés”. En 1972, tras disfrutar de la colaboración de los jubilados del hogar “Antonio Lasierra” en las tareas de plantación, se declaró inaugurado el jardín botánico, que tenía entonces y tiene ahora algo de vergel del edén.

Un día, el propio Barnola concibió el reloj de agua (clepsidra) para el estanque; y a lo largo del tiempo ha sido objeto de varias remodelaciones. El jardín botánico de hoy es un rectángulo de 17.000 metros cuadrados y 550 metros de perímetro, posee una senda central y dos caminos laterales que comunican con la arteria principal mediante senderos que actúan como las venas de un laberinto, dotadas de pequeños puentes que se alzan sobre los canales de riego. El jardín está cerrado con un muro de mampostería, rematado en una verja que realizó el herrero Pedro Virgos. Se respira una atmósfera de encantamiento, de calma, de exuberancia, es un espacio ideal de olor que enmaraña la sombra en una tupida textura de color. Cuenta con más de un centenar de especies. Javier Delgado, Mariano Cester y Luis A. Moreno acaban de publicar la “Guía del Jardín Botánico de Zaragoza”(Prames), un auténtico inventario de la vida secreta de las plantas y los árboles de este espacio para pasear y soñar que lleva desde 2004 el nombre de aquel pintor sevillano llamado Xavier de Winthuysen, el artista que amó los jardines y los humanizó en el lienzo.

07/11/2006 01:05 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 5 comentarios.

LA GUERRA CIVIL, HOY, EN BORRADORES, A LAS 00.10

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Estoy seguro de que el domingo, gran día de goles del Real Zaragoza, muy pocos pudísteis ver el programa “Borradores”, que proponía un monográfico sobre la Guerra Civil. Se redifunde esta noche martes, a las 00.10. Arranca el programa con la actuación de la cantante y compositora turca Alime Huma, que canta el poema “El Sur” de Luis Cernuda. Después, en compañía de Luigi Máraez, ambos interpretarán “La luna y la muerte” de Federico García Lorca. Un cuadro de “Pinturas de Historia” de Pepe Cerdá nos acompaña en plató.

“Borradores” ofrece, por este orden, una entrevista con Sofía Moro, autora del libro “Ellos y nosotros” (Blume), uno de los mejores que se han hecho sobre la Guerra. Ha hablado con todos los bandos, con personajes muy diferentes (Marcos Ana, Abel Paz, Matilde Escuder, Rosario la Dinamitera, Víctor Alba, Moisés Broggi…) y explica batallas como Belchite o Teruel. Ángela Cenarro, co-comisaria con Víctor Pardo Lancina, explica la exposición que se ofrece estos días en Robres, que tiene fotos de Centelles, Efe, Robert Capa, etc. Luego, Mary Nash explicará la presencia de las mujeres en el conflicto. Y además, hablarán Gabriel Cardona, sobre los ejércitos y los bombardeos, y Jorge Martínez Reverte, sobre la batalla del Ebro. Son entrevistas cortas, pero intensas. Se complementa todo ello con un reportaje de la recuperación de las trincheras de la sierra de Alcubierre, Perdiguera, Robres, monte Irazo, etc., muy vinculadas con la peripecia de George Orwell y su libro “Homenaje a Cataluña”.

En el plató nos visita José Giménez Corbatón, que comenta su libro “Cambriles” (Grupo de Estudios Masinos), donde explica la historia de un grupo de topos franquistas que se refugiaron en una cueva y crearon una suerte de sociedad secreta, entre noviembre de 1936 y septiembre de 1937. Luego fueron alabados por el bando franquista y realizaron una peregrinación al Pilar. José Giménez comenta además el libro de Pedro Uriel, “No se fusila en domingo” (Pre-Textos). Y también está Sergio Castillo, sobrino nieto del último alcalde republicano de Belchite, Mariano Castillo Carrasco, que fue atrapado y encerrado, y acabó suicidándose tras escribir 29 hojitas donde decía que deseaba que la suya fuera la última sangre que se derramaba en Belchite. La sangre, por cierto, emborronó las últimas cuartillas.
El programa se completa con una visita a la librería Los portadores de Sueños: Félix y Eva recomiendan cinco libros sobre la Guerra Civil. Cantan de nuevo Alime Huma y Luigi Máraez, y nos vamos con la presencia de Lucía Martínez, una niña de cinco años que lee un poema de Gloria Fuertes.


Borradores. Realización: Teresa Lázaro. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Producción: Raquel Guzmán. Redacción: Ana Catalá. Producción general: Chip. Esta noche, martes, 00.10.[La foto es de Agustín Centelles, de un joven corneta en el Frente de Aragón]

07/11/2006 10:25 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

LA LITERATURA EN EL MAESTRAZGO

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ESCRITORES Y VIAJEROS EN EL PARAÍSO 

No ha pasado inadvertido el Maestrazgo en la literatura. Ni al Poema de Mío Cid, cuyo creador estuvo por Ejulve y debió andar muy cerca de Tronchón y Mirambel, y también de la villa colindante Olocau del Rey, ni a Miguel de Cervantes, que reparó en dos capítulos de El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, en la segunda parte, en la fama y el sabor del queso de Tronchón. En el capítulo 52, Cervantes escribió: “…diole las bellotas, y mas un queso que Teresa le dio, por ser muy bueno, que se aventajaba a los de Tronchón. Recibiólo la duquesa con grandísimo gusto…”. En el 66, anota ya de manera más explícita: “Si vuestra merced quiere un traguito, aunque caliente, puro, aquí llevo una calabaza llena de lo caro, con no sé cuantas rajitas de queso de Tronchón, que servirán de llamativo y despertador de la sed, si acaso está durmiendo”. Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando el Maestrazgo se convirtió en un territorio eminentemente literario. Gracias a las Guerras Carlistas, en especial a la primera, entre 1833 y 1840, y sobre todo merced al temperamento complejo de Ramón Cabrera i Griñó, que fue bautizado como “El Tigre del Maestrazgo”, y su leyenda de mariscal sanguinario y seductor, experto en la estrategia y feroz con el enemigo, atrajo a periodistas y viajeros y escritores de España y del extranjero, y dio lugar a una copiosa literatura costumbrista, pródigas en invenciones y desmesuras. Pensamos en libros como El guerrillero de Manuel Polo y Peyrolón, ya datado en 1906, pero hubo muchos folletines contemporáneos como El Tigre del Maestrazgo, o sea de grumete a general de Wenceslao Ayguals de Izco; Cómo vengar a una madre de Antonio Bermejo o Vida militar y política de Cabrera, de Buenaventura de Córdoba, donde se puede leer: “Ofrecían aquellos desiertos un cuadro imponente y sublime. Era de ver tanto aparato guerrero; tantas baterías, tantas lanzas y fusiles; tantas tiendas de campaña; tan continuo llegar de tropas, bagajes y trenes; tan rápido evolucionar de jinetes y peones. Blanqueaban las cumbres del monte con la nieve”. 

Benito Pérez Galdós publicó en sus Episodios Nacionales la novela La campaña del Maestrazgo, que no se detiene en exceso en el escenario. A Cabrera lo mira con afán de comprensión: “Su crueldad es la irritación contra el género humano porque no se le somete de golpe”. Especialmente interesante es un texto breve de Antonio Gala, incluido en la serie Si las piedras hablaran, que se pasó por TVE y apareció también en un libro, donde el escritor de Ciudad Real asume la voz del militar, que habla así: “Quiero que se reparen las murallas, las construcciones, los caminos; que se instale una fábrica de fundición y artillería. Se trabajará día y noche, no sea que nos sorprendan desprevenidos. Premiaré a los activos y castigaré a los remisos. Cantavieja será el centro del que irradie mi fuerza. ¡Adelante! Todo tiene que construirse en quince días”. 

Cuando se habla del Maestrazgo, hay un escritor que se alza por encima de los demás: Pío Baroja, que realizó un provechoso viaje en 1930 por el Maestrazgo, Morella, el Bajo Aragón y Zaragoza, que dio lugar a dos libros: Los confidentes audaces y La venta de Mirambel, que es el gran texto de este territorio donde el silencio habla hasta finales del siglo XX. Este libro, centrado en las aventuras de Avinareta y en los amores imposibles del capitán Montpesar y Carmen Abarca de Bolea, contiene descripciones de Mirambel: “Es una aldea oscura, amurallada, con aire antiguo, casi de la Edad Media. Su muralla, amarillenta, negruzca, se conserva intacta, sin ninguna brecha, y para entrar en el pueblo es necesario pasar por alguna de sus puertas. Esta muralla tuvo en otro tiempo su camino de ronda, sus matacanes y aspilleras, que después se tapiaron”. Más adelante, realiza esta reflexión general que concluye con una metáfora deslumbrante y exacta: “Los pueblos de altura tienen siempre un aire más aristocrático, más hermoso que los pueblos de llano o de las orillas del mar. Mirambel ha seguido siendo pueblo cerrado, hierático, misterioso. Parece un animal muerto dentro de su concha”. 

Otros muchos autores han escrito de estos parajes: José Antonio Labordeta, Clemente Alonso Crespo, José Luis Sampedro, Miguel Mena, Alberto Serrano, Carlos Pujol, Antonio Losantos, Pascual Guillén, Antonio Castellote, Elifio Feliz de Vargas, Pedro Rújula, Fernando Martínez Laínez, Manuel Vicent, por ejemplo, pasó aquí una parte de su adolescencia, con una cámara al hombro y explorando los montes. En su libro Del café Gijón a Ítaca (Aguilar, 1994) escribe: “… después de haber pasado por Mirambel restaurado y el pueblo almenado de Cantavieja, donde el general Cabrera, a salvo después de alguna refriega sangrienta, se cortaba las uñas y se lavaba sus terribles genitales en lo alto del risco con una palangana. La bajada hacia La Iglesuela fue suave, llena de nostalgia y de prados verdes, que habían quedado así gracias a las lluvias de primavera. Allí había mansiones medievales, palacios del siglo XVII y una parada obligatoria en Casa Amada”.  

José Giménez Corbatón, en dos libros como El fragor del agua (Anaya Y Mario Muchnik, 2004) y Tampoco esta  vez dirían nada (Anaya y Mario Muchnik, 1997), contó la soledad, la despoblación, la memoria del éxodo, la memoria mítica de Crespol, entre Ladruñán y Castellote y Santolea. Explicó así su proyecto: “Localizo flores, anoto palabras y luego las anoto en función de las necesidades de mis relatos. Crespol es una metáfora de concreta del Maestrazgo y de la sierra de Gúdar, pero también una metáfora de Teruel. Y acaso, por extensión, de todas las tierras que se quedan solas, del entorno rural de este país que se abandona y se queda ahí, perdido, sumergido en una pereza dramática. A mí me parece trágico que se acabe de esta manera”.

*La foto de Pío Baroja es de Prieto.

08/11/2006 21:04 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 6 comentarios.

ANÉCDOTA: LAS MUJERES EN EL MAESTRAZGO

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LAS MUJERES DE CANTAVIEJA

Uno de los grandes viajeros por las altas tierras del olvido y del paraíso fue Ciro Bayo (1859-1939), del que la Biblioteca Castro acaba de publicar el I tomo de sus Obras completas. En su libro Con Dorregaray (Una correría por el Maestrazgo) dice: “Las de por aquí visten zagalejo amarillo de bayeta, corto hasta la deshonestidad y muy apretado, medias azules y alpargatas, jubón de pana negra con mangas estrechas, pañuelo liado a la cabeza y pendientes orejones, casi hasta los hombros. Dije que ‘hasta la deshonestidad’, y esto me recuerda un episodio de las guerras. En el sitio de Leyden (1573), las mujeres probaron escaparse, pero el general español Valdés las hacía cortar las faldas tan cortas, que avergonzadas de ir desnudas por en medio del campamento, tuvieron que refugiarse en la plaza. ¡Luego hablan de la gazmoñería española! Las mozas de Cantavieja habrían hecho inútil la estrategia de Valdés”.  

08/11/2006 21:10 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

EL PRODIGIOSO SALTO DEL CABALLO (LEYENDA)

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En La Iglesuela del Cid hay una cumbre no demasiado elevada pero sí espectacular porque tiene forma de tótem, de colina del centinela desde la cual se contempla toda la población: la peña del Morrón. Desde allí La Iglesuela del Cid parece un entramado de tejados que se encuentran en la rambla, que cruza entre las eras y los huertos. A lo lejos, se ven los campos, las íntimas olmedas donde se encierran los caballos, y, algo más lejos, el serpeante camino que va hacia la ermita de Nuestra Señora del Cid. Si el observador tiene aguzada la vista es capaz de distinguir los dos pairones. El primero se alza junto a unas impresionantes casas de piedra excavadas en la roca, y es el principio de ese paisaje escarpado donde la montaña se aterraza, adquiere un color ocre, o rojizo, y evoca los paisajes del Jordán. Y más allá, una vez vencida la pendiente del camino, está el segundo pairón, con su modesta hornacina.

Justo en ese punto ocurrió algo legendario, que han contado, entre otros, Antonio Beltrán Martínez, Agustín Ubieto o Pascual Guillén. Debió acontecer en el siglo XI cuando Rodrigo Díaz de Vivar atravesaba estas tierras hacia Valencia, en pos de moros, o huyendo de ellos. Se desconoce cómo llegó, volviendo grupas, a la Peña del Morrón, que debió ser su último refugio. Hasta allí subieron al final sus rivales y sólo le dejaron una salida: el cielo abierto. Dicen que el caballo del Cid se arrojó por los aires, cruzó el pueblo entero, su caballista tuvo tiempo de mirar abajo, de repasar las chimeneas, las altas torres, los campanarios, y voló hasta el segundo pairón.

Como prueba de que esta historia heroica no es una invención ni inverosímil ahí están las huellas de los cascos del caballo, creemos que blanco, del Cid, impresos en la dura roca. Si una tarde cualquiera te acercas con un paisano, oirás esta historia, verás la piedra hendida. Al volver la vista atrás comprenderás la magnitud del milagro. Otros dicen que el jinete no fue el Cid, sino el propio Santiago apóstol en una de sus correrías por el Maestrazgo.

*Durante cinco años imborrables viví en este lugar, en La Iglesuela del Cid.

08/11/2006 21:14 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

GOLPES DE MAR / 1*

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EL PASEO DE LA VIUDA (Fragmento)

[Si hubiese tenido que definirlo en dos palabras, Graciela habría dicho: “Apacible y frágil”.

         Aunque pronto comprobó que se había quedado un poco corta. Y añadió el epíteto “ardoroso” porque no tardó el sacerdote en desplegar lo que debió ser su verdadero plan. El acercamiento que pasó a ser acoso, el chantaje emocional que derivó hacia la conquista, la tentación que condujo a la lujuria. Al principio, él fingía espantosas pesadillas, decía que la habitación se llenaba de sombras vacilantes y de gritos, le reclamaba con toda urgencia un vaso de agua, un instante de compañía, un pañuelo humedecido que aplacase sus febriles sienes. O le pedía que se sentase al pie de su cama y le relatase historias de su país, de aquel mar lejano del que venía, de naufragios o de aquellos frailes jesuitas que destazaban las ballenas de Caión en el siglo XVIII. Casi sin darse cuenta, Graciela Gestal empezó a compartir cama con Leonardo Berdún sin apenas encontrarse entre las sábanas. O encontrándose sólo con las espaldas frías, con los muslos, con las rodillas. Pero hubo un día en que el deseo de ambos se concentró en un punto: en los ojos, en la piel o en toda la cama, y allí ocurrió lo que tenía que ocurrir, lo que Leonardo siempre ansió que sucediese, aquello que la propia Graciela soñó alguna vez ante las olas, entre carta y carta, tal vez inconscientemente. Cuando acabaron, temblando aún, a Graciela se le escapó una frase vulgar: “¿Quién te enseñó a ti cómo se monta una mujer?”. Era la primera vez que lo tuteaba.]

*El viernes 17 de noviembre presento en Madrid mi libro "Golpes de mar" (Destino; Colección Áncora y Delfín), 16 relatos de trasfondo marino. Es un libro que empecé a escribir hace 23 años exactamente, y que se ha ido estirando en el tiempo. La última pieza es de hace algo más de un año. "El paseo de la viuda"establece un vínculo entre Galicia y Aragón. La foto, que bien podría ser la de la protagonista del relato, es de mi amado Willy Ronis.

09/11/2006 21:16 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 8 comentarios.

GOLPES DE MAR / 2*

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BALLENAS (Fragmento)

[Lo que le apenaba de veras es que nunca supo cómo eran los dibujos de su hijo. Al principio no hacía mucho caso, pero a medida que el muchacho causaba cierta sensación tanto en los comercios, que le compraban sus afectadas marinas, como en el restaurante Rompeolas, sintió una enfermiza y cruel curiosidad. La conciencia de su ceguera le remitía a una desazón renovada. Si el pueblo se había quedado a solas, sin navegantes, o si llovía a mares, ambos se resguardaban en casa al calor del fuego. Había un momento en que el padre le pedía que le describiese los dibujos: la firmeza de los trazos, la gama de los colores –“¿dices, hijo, que ese color es apagado como la ceniza, oscuro como la tormenta que se asoma desde las islas Sisargas?”--, la magia del paisaje, los personajes. Leandre se dejaba llevar por su enorme imaginación y completaba el dibujo. “Claro -decía-, esa sirena que ahí ves, desnuda como una mujer cuando se ofrece y caliente, no sabe cantar, pero gime y sus gemidos atraen a los marinos y a los hombres de tierra. Yo conocí a una de ésas en Laxe y me dijo que se llamaba Carmiña”.

 

         Pedro Portegaza, desde ahora Pero da Ponte, aprendió a estirar y enmarañar los argumentos como su padre. Y si le flaqueaba una narración, tomaba un segundo de aire, inventaba una sucesión de onomatopeyas más o menos efectivas, aullidos de lobo en la invernía, cánticos espasmódicos y serenos como los de las antiguas ballenas, y echaba mano de su memoria: allí, en el fondo de aquel arcón de hechos prodigiosos que conservaba en el magín, que no otra cosa era la maravillosa herencia de su progenitor, estaba todo lo que quería. Un hundimiento, una huida por un mar salpicado de tiburones, una mujer que clama ante la playa o un loro llamado Clodoaldo capaz de predecir el futuro para corregirlo.]

*Os avanzo otro fragmento de otro cuento, uno de mis favoritos: "Ballenas". Cuenta la historia de un escritor que se alza con el Premio  Nobel y que antes ha visto como en una librería de su ciudad quemaron algunos de sus libros. La foto es de mi admirado Joan Colom.

10/11/2006 00:45 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 3 comentarios.

HATO DE FOCES Y JOSÉ NOGUERO*

20061110200621-noguero4.jpg[Hato de Foces cumple 30 años en la música popular con un nuevo disco: “Chino Chino”, que fluye entre la tradición y la innovación. José Noguero seleccionado entre 100 fotógrafo españoles.]

De la música de raíz a la poesía visual 

Me desperezo bajo un cielo neblinoso y me siento a oír, ante un níspero y un nogal, la música de Hato de Foces, mucho más alegre que el día. El grupo oscense, que lleva ya treinta años de música a sus espaldas, publicaba hace muy poco “Chino Chano”, doce temas, cuatro instrumentales, donde resuena el corazón de la música popular, renovado pieza a pieza. En el tema “Canciones Viejas” se oye: “Dicen que esta tierra es hoy // el país de  los cantares”, que en el fondo es una canción de amor y desamor, con ese tono somarda, tan aragonés: “No canto por cantar bien, // ni canto por divertirme. // Canto por incomodar // a la que no quiera oírme”. Se trata de un disco que, tal como sostiene Juanjo Javierre, “consigue ese difícil equilibrio entre la esencia de lo popular y la musicalidad compleja, que incorpora tímbricas con aroma gaélico, la sofisticación armónica propia del mundo de la clásica o incluso flirtea con la rítmica de los loops electrónicos”. Y recuerda que Hato de Foces renueva la jota “Oleay” con una estética que suena con el  aire sensual de la bosanova.

Hato de Foces aborda la inmemorial albada en una canción de seis versos. Dos piezas especialmente conmovedoras son el “Conde Luna”, un texto inspirado en la bella y misteriosa historia del conde Olinos, para mí el más emocionante y plástico, y el “Romance de la Agustinica”, una canción que glosa un amor imposible mezclado con  la muerte y la tozudez paternal. “Que te mataron tus padres // Adiós Agustina adiós. // Mira si sería guapa // que hasta el mismo enterrador // tiró la pala y el pico // sacó el pañuelo y lloró”, dice el texto. “Chino Chano” es un álbum muy elaborado y honesto, que nace de “la exigencia tozuda” de este colectivo que tiene en Salvador Cored a su productor musical multiinstrumentista. Crean con él Marisé Aguilar (voz y percusiones), Alfredo Callén (bajo), Jorge Marsó (batería y percusión), Carlos Montull (guitarra acústica), José Luis Ochoa Hortelano (voz, guitarrico y flauta de pico), Olga Orús (voz y percusiones) y Josu Ubierna (acordeón).

Con estas melodías de fondo, con el “Vals del Puerto” que se mece, repaso la obra de José Noguero (Barbastro, Huesca, 1969), un fotógrafo que reside en Alemania y que es el único altoaragonés que figura en el libro “100 Fotógrafos españoles” (Exit Publicaciones, 2006), que ha preparado Rosa Olivares con un amplio equipo de colaboradores. Figuran otros tres aragoneses: Mario de Ayguavives (Zaragoza, 1968), Rafael Navarro (Zaragoza, 1940) y Luisa Rojo (Cetina, Zaragoza). Y con ellos, entre otros, están Humberto Rivas, Cristina García-Rodero, Ouka Lele, Garía-Alix, Masats, Fontcuberta, Isabel Muñoz... A cada creador se le dedican cuatro páginas completas, con el texto en bilingüe, y el número de fotos oscila entre las cinco y la docena, en función de los tamaños. De José Noguero destaca la fusión de varios lenguajes artísticos y su “implicación intelectual con diferentes espacios culturales y morales”. En su obra convergen la pintura, la escultura, la arquitectura, el diseño de espacios interiores, cierta estética primorosa del bodegón o de la representación teatral, y también la huella de la televisión, y con todos esos elementos tiende a realizar imágenes que ofrecen algo de paisaje elegante y depurado.
Escribe Rosa Olivares: “Las fotografías de Noguero son auténticas construcciones irreales, artísticas, que nos hablan de un imaginario cultural cercano al romanticismo (…) Noguero elige una estructura artística y cultural sofisticada dotando así a sus imágenes de una riqueza poco usual y de una belleza casi mística, en la que el vacío y la soledad son una parte casi esencial”.

*Todos los viernes -Ismael Grasa lo hace los martes- publico en la edición de "Heraldo de Huesca" un artículo que tiene como protagonista o asunto central la cultura o la política oscense. Éste es el de hoy. Ésta  es una de las cuidadas fotos del artista de Barbastro, al  que pudimos ver hace no demasiados meses en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.

10/11/2006 20:00 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

GOLPES DE MAR / 3

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UNA LECCIÓN DE FOTOGRAFÍA (Fragmento)*

[Patricio Julve le dijo que volvía a su tierra, pero que quería contar conmigo en nuevos proyectos. Incrementó levemente mi sueldo, le dijo que le enviaría una parte a él y otra que me la daría a mí, y que no me iba a faltar de nada. Como así fue. Nunca había salido del entorno de mi casa, pero a las pocas horas me vi montado en un tren con destino a Zaragoza. Mi padre, además, había recibido otro obsequio: la burra Agustina de Aragón.        

Querréis saber qué había aprendido con aquel hombre. De todo. Cuándo se utiliza una cámara de cajón, una de fuelles o una de mano; que no es lo mismo captar un paisaje que un rostro; que existían otras posibilidades de trabajo como, por ejemplo, aprovechar una instantánea más o menos pintoresca. Y aprendí, sobre todo, que la fotografía es el arte de la luz, caracterizado por el encuadre, el foco, la atmósfera y la agudeza de la mirada. Comprobé que una buena foto exige su tiempo, igual que el revelado. Patricio Julve insistía en que el agua no estuviese demasiado fría y que fuera preciso en la medición de los tiempos. Lo que más me sorprendió de aquellas semanas de colaboración fue que a veces encendía varias hogueras, colocaba una sábana y situaba a la gente ante la tela. Cuando veía que había una iluminación bonita, casi mágica, de oro y sombra, disparaba. Aquel mes constituyó una experiencia preciosa. Son esas cosas que ya nunca podrás olvidar. Me parece que os he dicho que había sido mal estudiante. Con Patricio Julve recuperé uno de mis cuadernos e iba tomando notas de lo que él decía, como hacéis vosotros ahora. Recuerdo perfectamente algunas de mis notas. Julve me decía: “La vida entera merece nuestra atención, y por lo tanto una foto. Todo es fotografiable, pero no debemos fotografiarlo todo. El pudor y el respeto son armas del fotógrafo”. O “el fotógrafo siempre está en guardia. Sabe esperar la luz, que es un don, y busca temas, lo insólito, los contrastes, la sorpresa. Somos artesanos del arte de mirar, no lo olvides. La cámara es nuestro tercer ojo. Primero está el ojo físico de nuestro rostro, luego está el ojo de la sensibilidad, que es el ojo del alma, y luego está el de la cámara, que debe ser el instrumento que copia la verdad”. Aunque quizá la frase que más me impactó fue otra: “La foto da una segunda vida. Es un antídoto contra la muerte”. Me gustó tanto que la ponía al principio de cada página, como un lema. Pensé que era cierto.

Me gustaría contaros una pequeña historia de amor. Os he hablado de la iluminación con hogueras. Yo mismo recogía la leña y la esparcía en las eras en diversos montones, y le prendía fuego. Patricio Julve me dijo que había aprendido esa técnica “rudimentaria pero efectiva” de una mujer que se llamaba Julia Margaret Cameron, inglesa, que descubrió la foto muy tarde. Así, pese al temor de la joven, retrató a Marica Doce, que venía a pasar los veranos a la casa de Arnedo. Hacía tiempo que me había entrado por el ojo derecho. Yo mismo fui a llevarle los retratos. Estaba más guapa que nunca. Se mostró tan sorprendida como yo con aquella luz en el pelo y en las mejillas, con aquel brillo de lumbre en la mirada, con la lustrosa textura de la piel. Textura: otra palabra que me enseñó mi maestro. También le llevé un membrillo y una manzana, que era una forma de decirle que la quería. Desde aquel día nos hicimos novios. Eso también se lo debo a Patricio Julve: el amor de Marica Doce, que es mi mujer, mi colaboradora, la pintora de mis fondos, la mujer que confecciona mis álbumes con auténtico primor y la que lleva las cuentas.]

*Aquéllos que conozcáis un poco mi obra, sabéis que uno de mis personajes favoritos es el fotógrafo Patricio Julve, que protagoniza muchas de las piezas de "El testamento de amor de Patricio Julve" (Destino, 1995; 2000). Es un personaje que me acompaña siempre y que sigue por ahí, vivo y enigmático en mis ficciones. Aquí reaparece en uno de los cuentos más optimistas y felices del libro: "Una lección de fotografía", que es un nuevo fragmento de su biografía, en la que trabajo poco a poco, cuento a cuento. Por otra parte, en "El álbum del solitario" se hablaba, y mucho, de un fotógrafo gallego, Manuel Seara de Castro, que reaparece aquí y narra su historia y su relación con el artista aragonés, que tuvo su estudio, o uno de sus estudios, en un piso de las Murallas Romanas. La foto pertenece al fotógrafo de Muxía y Corcubión y Cee Ramón Caamaño, que tiene su importancia en este texto. La joven, de la Costa de la Muerte, bien podría parecerse a Marica Doce.

10/11/2006 20:15 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

AGENDA DE PROYECTOS DE AMIGOS

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PISÓN, ELOY FERNÁNDEZ, VICENTE PASCUAL,
PEDRO AVELLANED, PEPE CERDÁ

-Ignacio Martínez Pisón (Zaragoza, 1960) ha obtenido el III Premio Dulce Chacón de Narrativa Española con el libro "Enterrar a los Muertos” (Seix Barral, 2005; lleva varias ediciones, en torno a diez), dotado con 9.000 euros. El libro narra la vida y la muerte del profesor y traductor José Robles Pazos. El jurado destacó que se trata de “un texto que además de mostrar unos valores éticos, sociales y literarios en consonancia con la convocatoria del premio, presenta un marcado carácter innovador en su construcción genérica”. He hablado esta tarde, desde Utebo, con Ignacio: estaba muy contento, este galardón se suma al Rodolfo Walsh, entre otros. Y como contrapunto doloroso me contó que acaba de morir la hija de José Robles Pazos en Pozuelo de Alarcón. Tenía 82 años y le había ayudado en esclarecer algunos puntos oscuros del asesinato de su padre,  traductor de John Doss Pasos. Ignacio Martínez de Pisón acudirá este fin de semana al Camp Nou, en compañía de su hijo mayor y de Pepe Melero, para ver el partido del Real Zaragoza ante el conjunto de Rijkaard.

-La semana próxima, desde el martes, la Filmoteca de Zaragoza rinde homenaje al fotógrafo, poeta, actor y cineasta Pedro Avellaned.  Proyectará una selección de sus cortos y, a modo de complemento, varias de sus películas predilectas en versión original. Faltará su película favorita tal vez, “A pleno sol”, con Marie Laforet y Maurice Ronet y Alain Delon, porque la Filmoteca no ha encontrado una versión original. El director de la Filmoteca Leandro Martínez está muy entusiasmado con el proyecto. He estado esta mañana con él –y con Tereza Lázaro, la realizadora de “Borradores” y con el operador José Antonio-, conversando con Alicia Salvador Marañón y con Eduardo Ducay. Ambos han estado encantadores.

-Eloy Fernández Clemente no para de trabajar. Siempre tiene un proyecto oculto, siempre cultiva un libro en secreto. El próximo martes 14, a las 20.00, en la Cámara de Comercio e Industria (Pº Isabel la Católica, 2), el catedrático de Historia Económica de la Universidad de Zaragoza presentará el volumen “120 años de historia de la Cámara de Comercio, 1886-2006”. Hace mucho que no veo a Eloy, algunos meses, y no tengo información de primera mano de este libro. También está trabajando con intensidad en un gran proyecto sobre un personaje de novela portugués. 

-El día 16,  jueves, en la FNAC, a las 19.30, Luis García Montero presentará sus dos últimos libros: “Poesía 1980-2005” y “Los dueños del vacío”, ambos aparecidos en Tusquets. Lo presentará el prologuista de su lírica reunida, José-Carlos Mainer, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza, que define a García Montero como “poeta tocado por la rara gracia del talento expresivo y del  talento emocional, uno de los pocos destinados a la letra grande de la historia de la literatura”. Mainer ha redactado una bella y apasionada introducción. 

-Vicente Pascual Rodrigo me envía esta nota sobre este interesante proyecto, del que emitimos una parte en “Borradores”. La inauguración será el viernes 17 a las 19.00, en el CDAN de Huesca. [El CDAN. FUNDACIÓN BEULAS se complace en anunciar la presentación del libro de poemas de Vicente Pascual: LAS 100 VISTAS DEL MUNDO INTERIOR, así como la exposición de las 101 pinturas del autor que los acompañan. La característica austeridad de los trabajos plásticos de Vicente Pascual encuentra una nítida prolongación en estos breves poemas. La presentación correrá a cargo de Ángel Guinda. "Las 100 vistas del Monte Interior" es la primera obra con carácter literario realizada por Vicente Pascual quien, en una entrevista reciente sobre este proyecto comentaba, que: “Este largo trabajo en pequeño formato me ha hecho revivir la conciencia del valor de las pequeñas cosas, la conciencia de que la grandeza no reside en el tamaño. Lo enorme puede ser fragmentario y lo minúsculo un reflejo perfecto de la totalidad. El color se puede expresar en blanco y negro y un rasgo, una palabra, puede contener el universo.”

El trabajo de Vicente Pascual ha sido objeto de casi un centenar de exposiciones individuales, estando representada su pintura en numerosos museos internacionales y colecciones públicas. La singularidad de su trayectoria y de su planteamiento filosófico sobre la práctica creativa ha dado lugar a una extensa bibliografía.] Vicente Pascual se ha trasladado a vivir a Utebo con su compañera Ana Marquina, y allí trabaja cómodamente. Está muy contento. Vicente Pascual es objeto estos días de una entrevista en el blog de Javier Delgado.

 -El día 17, también en la FNAC, a las 19.30, Ángel Petisme presentará con una actuación en directo su nuevo proyecto musical: “Éxitos secretos”. Copio esta nota del propio Petisme: [Éxitos secretos reúne en edición de lujo un cd, un dvd y un libreto de 56 páginas con lo mejor de la trayectoria musical de Ángel Petisme. En el cd además de 17 de sus más sobresalientes canciones, remasterizadas de nuevo, se incluyen tres piezas inéditas (Mi pequeño basilisco, El cielo de Bagdad, Dancing with Petisme). El dvd contiene 7 videoclips (tres de ellos realizados por el propio Petisme y grabados en Iraq, Palestina y los campamentos saharauis), imágenes de conciertos en México D.F., Nueva York, Ramalah, Bruselas, Madrid, Argel, Barcelona, Zaragoza, etc y dos entrevistas en profundidad (una con Labordeta y otra con Albert Puig para Tv3 y Catalunya Radio). La realización del dvd ha corrido a cargo de José Ángel Delgado. En el libreto 25 escritores (Enrique Vila-Matas, Luis Antonio de Villena, Martínez de Pisón, Antón Castro, Carlos Castán, Miguel Mena, entre otros) se recrean en su canción favorita de Petisme].

-El día 28 de noviembre, a las 19.30, en Zentrum (Plaza de Los Sitios) Pepe Cerdá presenta una selección de sus textos de blog bajo el título: “Pintor, pinta y calla” (Biblioteca Aragonesa de Cultura).El volumen va enriquecido con óleos, acuarelas y fotos del autor.

*La foto de Ángel Petisme corresponde al blog de David Guerrero.








 

 

10/11/2006 22:01 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

ENTREVISTA CON SANTIAGO ARRANZ, POR CAROLINA CEBREIRO*

Cultura / Entrevista

“La arquitectura le ha dado a mi pintura la posibilidad de existir en el espacio y en el tiempo real”


El pintor y escultor Santiago Arranz, natural de Sabiñánigo y residente en Zaragoza, ha escogido la arquitectura como su espacio para la creación. Sus intervenciones en edificios como el Centro de Historia o la Casa de los Morlanes anteceden a la fachada del Bussiness Center, que próximamente abrirá sus puertas en la calle Alfonso.


La biblioteca María Moliner acoge parte de la obra de Santiago Arranz

Zaragoza.- Sin abandonar el trabajo pictórico, Santiago Arranz (Sabiñánigo, 1959) se ha ido desligando progresivamente del taller de su localidad natal para desplegar su obra artística en espacios abiertos. La arquitectura se ha convertido en un lugar donde este pintor y escultor teórico se siente más cómodo. Así, huye de la cultura del instante y ofrece su arte a la sociedad.Sus obras cuentan, relatan, explican. Recuperan el pasado o parten de la nada para plantear algo novedoso y, a la vez, adaptado al entorno. Para ello, sustenta sus creaciones en un trabajo de investigación previo, una base teórica con la que da vida a sus caligrafías, una seña de identidad que encontró en París y a las que dio forma en 1990 con su “Abecedario”. Y fue en 1994 cuando este lenguaje propio de Santiago Arranz pasó a formar parte de sus intervenciones arquitectónicas.Tras sus pinturas murales del Teatro Balear de Palma de Mallorca (“Horizonte”, 1986) , en el Instituto de Educación Secundaria de la localidad zaragozana de Fuentes de Ebro (“Trayectoria”, 1989) y en las cúpulas de la nueva sede de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza (“La ciudad soñada”, 1992), su carrera da un giro con la rehabilitación del antiguo convento del siglo XVII de las Capuchinas de Huesca (1994-95). Después vendrán las intervenciones en la Casa de los Morlanes (1995-96); en el antiguo convento de San Agustín, del XIII, sobre el que hoy se levantan la biblioteca María Moliner y el Centro de Historia (“La línea de la historia”, 1998-2003); el huecorrelieve en la planta de Bieffe Medital en la localidad oscense de Senegüé (“El milagro de la vida”, 2005) y un proyecto escultórico que se ubicará en Valdespartera (“Tierra, aire, agua, fuego”, 2005).Su apuesta más reciente se introduce de lleno en el centro zaragozano, en la calle Alfonso I, donde ya forma parte del paisaje urbano la fachada del Bussiness Center, el edificio de los antiguos almacenes Gay, donde próximamente se ubicarán los siete juzgados de lo Social y el Registro Civil de la capital zaragozana

Pregunta.- Tras su estancia en Francia, su participación en iniciativas artísticas y literarias, su presencia en ARCO en siete ocasiones, sus intervenciones en edificios… ¿Hacia dónde discurre ahora su obra?
Respuesta.- Creo que discurre hacia la realidad. Creo que se está dando a mi obra la oportunidad de que se realice en espacios públicos. Esto ha sido una consecuencia muy importante. He pasado de la ficción del arte realizado en el taller, que tenía más que ver con mis propias elucubraciones de artista, a interesarme más por el mundo y por los demás. En estos espacios públicos en los que me tengo que apartar, como un escritor se aparta de los protagonistas de sus novelas, para pensar no en que contemplen tu trabajo, no en tu ego, sino en hacer un arte más cívico, más pensado para la sociedad. La arquitectura ha dado a mi pintura la posibilidad de existir en el espacio y en el tiempo real.

Arranz llamó "La línea de la historia" a su proyecto para el Centro de Historia

P.- Pero sigue manteniendo un trasfondo teórico…
R.- Todos los proyectos que realizo tienen una explicación. Aparte de las consecuencias plásticas que pueda tener mi trabajo, más o menos bellas o seductoras, lo que hago tiene una meditada base teórica. Busco que tenga un sentido, que no sea pura estética. Eso lo odio. Tiene que haber un resultado plástico, pero hay una meditada investigación, hay una exploración de ese camino y eso es pura creación. No tiene nada que ver con lo posmoderno ni con recoger símbolos y transformarlos… No podemos generar nada nuevo si no partimos del pasado…En la Casa de los Morlanes, hubo que subir al andamio y explorar los relieves en las ventanas. En los frontones triangulares se narran juicios paganos y en los curvos, juicios cristianos. Parece ser que fue la casa de un jurista y se da la oportunidad de contar lo que alberga esa casa, la iconografía que encierra. A través del arte contemporáneo se hace una labor: que la gente ame el pasado. El Centro de Historia fue un trabajo sobre las culturas, sobre el tiempo histórico. Era un solar donde habían convivido todos los momentos vitales de esta ciudad, que es un poco la misma historia que se repite en el solar de España: la cultura íbera, la cultura romana, la cultura mudéjar y, finalmente, la cristiana. Lo que hice fue trabajar con los símbolos de todas esas culturas, mezclarlos y crear una nueva caligrafía de entendimiento entre culturas, que es lo que quería plantear.

P.- ¿Esas caligrafías son la seña de identidad de Santiago Arranz?
R.- La intervención en el convento de las Capuchinas de Huesca fue mi primera realización en un espacio arquitectónico después del “Abecedario”. Esta obra fue decisiva porque luego decidí incorporar estos vocabularios formales en todas mis producciones artísticas. Y a partir de ahí, todos mis proyectos participaron ya de esta idea de crear una caligrafía, que habían sido mi búsqueda. En París encontré lo que buscaba, una caligrafía con la que poderme expresar ya que siempre había relacionado la pintura con el lenguaje, tengo esa inclinación a pensar en términos semióticos, del lenguaje. Inmediatamente después, en el año 94, los arquitectos Samartín y Cánovas, que vieron las pinturas de las dos cúpulas de El Cubo (la sede de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza) fueron los que me desvelaron la capacidad constructiva que tenían mis vocabularios y decidieron incorporarlos al edificio de las Capuchinas. Después sí que he transformado estos vocabularios en algo que tenía ya una capacidad no sólo de construir sino también de generar una narración.

P.- ¿Fue entonces 1994 un punto de inflexión en su carrera artística?
R.- A partir de ahí hay una dimensión totalmente nueva añadida. Sigo practicando la pintura en paralelo a otro tipo de actuaciones en espacios.

Espacios abiertos
P.- ¿Se siente más cómodo trabajando en esos espacios arquitectónicos, abiertos?
R.- Me siento mucho más cómodo porque quizá he pasado demasiado tiempo en el taller. Ya no disfruto tanto como disfrutaba de la soledad del taller, me gusta más trabajar en equipo, me gusta discutir las cosas con más personas. Veo el arte como el esfuerzo de muchas más personas y estoy en esa tesitura, más compleja pero también mucho más enriquecedora.

En los espacios públicos, el autor acerca sus creaciones a la sociedad



P.- No todo el mundo entiende esas intervenciones contemporáneas en lugares abiertos, ¿cree que incluso se llega a desvalorizar esas obras?
R.-
Sí, pero eso es por ignorancia. Casi todas las producciones artísticas del siglo XX no son exactamente ni pintura ni escultura. Son híbridos. Todos los artistas han intentado otras puertas, como en las vanguardias, y colaboraciones en arquitectura siempre se han hecho, los griegos no concebían los edificios sin esculturas. Es una cuestión de ignorancia porque el arte producido en esos espacios es igual de válido, para mí más, porque se dirige a todos, a la sociedad en general, y no es un arte pequeño burgués que realizas en función de una escala de valores materiales o comerciales, que normalmente se distribuye en unos circuitos privados y terminan en una colección privada.Creo que se debería valorar más y, de hecho, a mí me parece que la tendencia a nivel europeo va hacia este tipo de planteamientos… A mí me hizo avanzar muchísimo tener proyectos arquitectónicos, muchísimo más que todos los trabajos que pude realizar como pintor. La evolución en un estudio es mucho más lenta, caminas hacia un intimismo que se puede volver incluso contra ti, que estás al servicio de un mercado, aunque no lo quieras ver así porque tienes que generar un mercado por pequeño que sea.

P.-
A veces, la obra se integra tanto en el edificio que hasta se llega a tapar, como ha ocurrido con paneles expositivos en los muros del Centro de Historia o con la carpa del patio, ¿qué siente al ver su trabajo cubierto?
R.-
Sientes una herida, sobre todo cuando se trata de un trabajo de restauración. Allí no había nada, había unos enterramientos musulmanes y nada más. Veo muy bien que se dinamice al máximo un edificio como éste para la cultura, pero me gustaría que pudiesen convivir las dos posibilidades: la posibilidad artística arquitectónica que hemos generado, que es totalmente actual, ya que en cualquier sitio estarían orgullosísimos de exhibir un edificio de este calibre y de esta envergadura, y todos los actos culturales que se puedan realizar en él.Siendo un artista relativamente joven, vivo, me parece todavía más hiriente. Si fuera un artista del siglo XIII o anónimo, pues bueno… Creo que las manifestaciones contemporáneas se tienen que abrir un camino en la vieja ciudad pero lo que no podemos es hacer un trabajo de restauración que casi nos remitió a épocas renacentistas en el sentido temporal: cuatro años de trabajo, una implicación impresionante, una labor de biblioteca y de búsqueda de información… Me repatea esa cultura del instante, que sólo vale lo de ahora, lo del momento.

Explorar en la historia o partir de la nada
P.- Las interveciones arquitectónicas comienzan en un convento del siglo XVII y pasan también por un palacio renacentista y unos enterramientos medievales... Son lugares de de características y cronología muy distintas y recientemente se ha atrevido con el Bussiness Center…
R.-
Me encuentro muy a gusto en estos trabajos, es mi espacio natural. Cuando hay una historia, un sustrato, intento que la tradición no elimine un camino que puedo llegar a explorar de arte contemporáneo o puedo partir de la nada, como en el Bussiness Center. Es un edifico de los años 70 para el que había que plantear algo novedoso y respetuoso. Yo intento siempre ser respetuosos con las obras colindantes o con los que nos rodea. Siempre parto de un arcano y en el Bussiness Center se partió del arcano de una llave para extrapolarlo y generar una imagen de red informática, una imagen totalmente contemporánea. Quería plantear un edificio que sea un circuito impreso, integral, en el sentido de regenerar el circuito comercial, turístico y financiero que ha sido siempre la calle Alfonso.

P.-
Con intervenciones artísticas sobre nuevos espacios arquitectónicos también se renueva la imagen de la ciudad…
R.-
Se está valorando más las realizaciones en los espacios porque vamos a enseñar la ciudad. A mí no me gusta ver el arte como algo puramente decorativo pero necesitamos realizaciones artísticas que supongan una emoción estética no sólo en lo formal sino también en lo conceptual.

Arranz es el autor de la fachada del Bussiness Center



P.- Esos últimos trabajos han sido en Zaragoza, pero si revisamos sus inicios hay que desplazarse a Francia, y su presencia en ARCO fue siempre de la mano de una galería madrileña… ¿Se vio obligado a buscar apoyos fuera de Aragón?
R.-
Hay que salir fuera… En Aragón no hay una infraestructura importante, la presencia de galerías privadas en Arco es mínima y el apoyo institucional también se ha ido recortando en los últimos años. No tenemos la suerte que tienen los artistas de otras comunidades. Los aragoneses, como los conquistadores de la Edad Media, tenemos que abrirnos camino en otras tierras. Yo tengo una vinculación muy fuerte con Francia, pero me la he tenido que labrar durante muchos años y conocer a personas que tiran de mi carrera allí. Deberían implicarse mucho más los poderes políticos, entender qué es arte y quiénes son los artistas que realmente realizan un trabajo serio y separarlo de los intérpretes del arte, y empezar a valorar lo que tenemos en Aragón. Los mecenas tendrían que ser personas totalmente desinteresadas que apoyan el trabajo de un artista porque creen y confían en él, desde un arquitecto que te invita a participar en un proyecto a un político que intenta todas las posibilidades para que tu obra se vea en Madrid o en foros que tienen mucha más repercusión, que es lo que necesitan los artistas de aquí. Siempre estamos valorando el arte de otros lugares en detrimento de la creatividad que pueda haber en Aragón. Ésta es la parte más lamentable, que sea una tierra de la que tengamos que emigrar artísticamente para tener un lugar.

P.-
¿Lo próximo que veamos de Santiago Arranz será en un espacio abierto o en una exposición?
R.-
No puedo abandonar el taller porque sigo teniendo proyectos en museos y también tengo proyectos en galerías, aunque voy teniendo menos porque mi voluntad es de no aislar las obras, que formen parte de un proyecto. En las galerías privadas no es fácil plantear proyectos teóricos sino que trabajan más bien con piezas sueltas y es una manera de trabajar que a mí cada día me interesa menos. Me interesa muchísimo más implicarme dos años en un proyecto, como ahora, en la casa de dos escritores franceses del siglo XIX, Maurice y Eugenie de Guerin, y en el Museo de Bellas Artes de Gaillac, que se encuentra entre Toulouse y Albi. Serán trabajos en torno a la escritura y el color negro.

 

*La periodista de Aragón Digital.es Carolina Cebreiro ha conversado por extenso con Santiago Arranz y me autoriza a publicar aquí su entrevista.

10/11/2006 22:34 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

LA POESÍA DE ADOLFO GARCÍA ORTEGA*

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Llevo un par de días paseando un prometedor libro de Adolfo García Ortega, un narrador, poeta y editor muy particular, con un mundo muy elaborado. No tengo el gusto de conocerlo, no recuerdo ahora quién me dijo que era su escritor favorito: no sé si fue Fernando Marías o Enrique Murillo u otro. El poemario se titula “Te adoro Kafka”, así, sin coma, y lo ha publicado Pre-Textos, una editorial de la que también el otro día leí con auténtico fervor “Historia de una pasión” de Darío Jaramillo, una autobiografía de escritor y de lector, dividida en tres partes. La primera es sencillamente formidable. Esta mañana, frente al níspero, el nogal y el albérchigo envueltos en una neblina pegajosa, encendí la lámpara y me puse a leer a Adolfo García Ortega. 

“Te adoro Kafka” se abre con ese largo poema que evoca la historia de amor entre Felice Bauer y Franz Kafka, de fondo, y narra una nuevo episodio de afectos y enigmas con una joven. Es una composición en verso libre, llena de gestos, de atmósferas, de sutileza. Escribe García Ortega: “Describían una constelación a medida que la inventaban. // Se  besaban,  se quitaban la ropa, // la carne de los dos se buscaba mutuamente. // El lago ennegreció. // El agua carece de historia: siempre en movimiento mientras corre, siempre presente. // Se amaron”. El libro está dividido luego en varias partes: en “Zanzíbar”, que tiene algo de cuaderno de viaje, amasada con experiencias literarias, se habla del viaje, de la posesión, de las citas amorosas, de Joseph Conrad, de Blaise Cendrars y de Tod Browning, y se ensaya un divertido poema de los amores soñados y reales de Julio Verne, que empieza así: “Brindo por mi prima Caroline, // a la que desvirgué // en Chatenay, //(¿o fue en La Guerche?) // No lo sé”.

La segunda parte, “Mitteleuropa”, es más narrativa aún y ofrece algunas piezas estupendas como “El soldado que mató a Webern”, el  músico que salió al jardín con un uniforme del que era difícil despegar un estigma del nazismo y fue asesinado con tres disparos por el soldado norteamericano Ray Bell, asustado de su presencia. Especialmente sugestivo me ha parecido “Wittgenstein escribe a Trakl demasiado tarde”, que concluye así: “Ya no te vi, amigo, me detuvo la noticia al entrar // en la sala donde sobrevolaban gemidos y olor a muerte. // El  poeta Trakl falleció hace unos días, dijeron. // ¡Qué  triste, qué triste es esto! Paro cardíaco, dijeron. // Sacudo la cabeza: hay trampas en ese corazón // que es una despensa de preguntas contra los sables del tiempo. // Qué triste final, Georg. // Ahora que por fin nos íbamos a conocer”. Aquí también reaparece Kafka en Praga y hay una pieza con un fondo de patetismo que el propio García Ortega advierte sobre la pasión imposible e inconfesa de Johannes Brahms hacia Clara Schumann. Otra parte, de un único poema, es “Meridiano de Greenwich”.
 

Libro cargado de ironía, de culturalismo, de emoción destilada, sobre todo en los versos de amor, incluye otro apartado muy interesante: “Besos y cadáveres (Baladas apócrifas de Karl Marx a sus hijos)”, que tiene magníficos momentos. Marx singulariza los poemas para cada uno de sus hijos. Le escribe a Freddy, según la gozosa inventiva de García Ortega: “Cuán grande es el tamaño del amor que te tengo,// navegante, capitán, fogonero, todo eso que eres entre escombros, // tan pequeño todavía para rendirlo todo a la verdad, // tan grande ya para ser el prodigio del futuro que cambia”. A Eleanor le dice: “Tú y yo amamos diciembre// porque es el mes final, la recolección // de los trabajos de todo el año”.  El volumen se completas con las breves composiciones de “Pequeños poemas para leer en los aviones” y con “Tres inviernos”, conformado por poemas de amor de una belleza serena como “Nos deseamos” (“Pero nada se compara // con tu boca, tu beso largo, // húmedo, buscado, tu beso // de tu lengua en mi lengua, // tu beso de dientes mordiendo mi labio // como quien se sabe a salvo ya”.        

Me gusta acariciar este libro naranja, lleno de tesoros, de sensibilidad, de despaciosa maestría y de pequeñas puertas que conducen al invierno, al viaje, al interior de un hotel en París donde dos se amaron y se inscribieron, caricia a caricia, dibujos inolvidables en la piel salvaje del amor.

Te adoro Kafka. Adolfo García Ortega. Pre-Textos. Valencia, 126 páginas.

11/11/2006 14:02 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

GOLPES DE MAR (Destino. Áncora y Delfín) / 4*

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ALBA DE DEUS (Fragmento)

[-Has hablado de una tal Alba de Deus. Me intriga esa historia... –dijo Golmar.
-Es la aventura más cruel de mi vida. La conocí en Lisboa, en un local del puerto, donde se abrazan el río y el mar. Yo tenía un amigo, Cortegoso Padín, que había sido músico de la banda de Corme antes de ser timonel. Íbamos juntos a todas partes y también fuimos a aquella taberna. Apenas habíamos entrado, nos llegó una voz de seda, de angustia y de fado. Una voz de ésas que te penetran hasta las sienes y el cerebro aunque no te lo propongas. No sé si me comprendes. Y allí estaba ella, casi desnuda, envuelta en velos negros que le ceñían las nalgas y los hombros. Los dos nos quedamos perplejos, como otros marinos. El tabernero nos dijo su nombre, Alba de Deus, y añadió que no trataba con marineros. Padín y yo la abordamos después de la función sin éxito. Y la seguimos por callejas estrechas y por las plazas hasta su casa. Nos quedábamos abajo: veíamos las luces, atisbábamos sus movimientos, imaginábamos su espléndido cuerpo antes de acostarse. Parecía que nadie la esperaba. Al tercer o cuarto día se dio cuenta de que la seguíamos. Se lo confesamos todo. ¿Qué se le puede decir a una mujer tan asombrosa y discreta, que se deshace en cristal y pureza cuando canta y que luego desaparece, casi a hurtadillas, del lugar donde destrozó el corazón, con las canciones y con su cuerpo, a más de veinte hombres? ¿Necesitas, Golmar, que describa su hermosura de diosa intemporal? ¿Necesitas que te diga que había despertado en todos nosotros el hambre y la codicia del deseo, la fiebre de una pasión torturadora e imposible? Los dos, Cortegoso Padín y yo, conseguíamos por separado lo que queríamos: acostarnos con ella. Pero un día nos encontramos en la escalera de su casa, él subía, yo bajaba, y sacamos la navaja.
-Cortegoso Padín murió, claro. Pero, ¿y ella?

-Jamás la volví a ver. Sé que no ha vuelto a cantar fados en Lisboa. Seguro. ]

*La foto es de la actriz Stephane Audran, musa de Claude Chabrol y musa ocasional de Luis Buñuel. Ésta es una de las fotos más perturbadoras que le conozco. Y me ha hecho pensar en Alba de Deus, la protagonista de uno de los relatos de mi libro "Golpes de mar", que narra la historia de dos hermanos que se instalan en Galicia.   

11/11/2006 19:07 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

SIMON, GARCÍA-VALIÑO, BERDUSÁN, CERUELO:

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El programa “Borradores”, que se emite el domingo a las 18.30 horas en Televisión Aragón, tiene como invitados en plató a Ignacio García-Valiño, finalista del premio de novela de Torrevieja con “Querido Caín” (Plaza & Janés), a Míchel Suñén, autor de “Diábolo” (Onagro) y a Jorge D. Casamayor, autor de la novela “Te Deum” (Unaluna), sobre la Guerra de la Independencia. Y contará con la actuación en director del joven cantautor Quique Ártiach, que está a punto de publicar un álbum, “La luz de la mañana”, e interpreta dos temas propios.Además,  “Borradores” visitará el estudio del artista Paco Simón, cuyos cuadros colgarán en el estudio, visitará la exposición de Vicente Berdusán, el artista artesano, en el palacio de Sástago y ofrecerá un extenso reportaje-entrevista con el fotógrafo de bodas Juan de la Cruz Megías, cuya obra se está exponiendo estos días en la galería Spectrum Sotos.Y además, ofrece una amplia selección del reportaje fotográfico que ha realizado Antonio Ceruelo, a lo largo de casi dos años, sobre los talleres de un largo centenar  de artesanos de Aragón. La librería General  recomendará un conjunto de libros (obras de Jorge  Bucay, Federico Jiménez Losantos, Marisa Azuara y un libro de hadas) y el poeta Alfredo Saldaña pondrá colofón con un poema. 

*Cuelgo el retrato de Godoy que realizó Francisco de Goya. Godoy es un protagonista lateral de la novela "Te Deum" de Jorge D. Casamayor.

11/11/2006 21:58 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 3 comentarios.

RECUERDO Y EVOCACIÓN DE LUIS GARCÍA-ABRINES

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Memoria de un surrealista

Luis García—Abrines (Zaragoza, 1923) es esencialmente un humanista. Ama la literatura, la música (como melómano y como virtuoso secreto del piano), el arte y el teatro. No en vano, siempre le ha gustado el happening o convertirse en actor improvisado, en histrión surrealista en las tardes de chocolate con nata del café Niké.        
Su figura aparece inscrita en un halo de leyenda. Se dice, y parece ser que es cierto, que aparecía por la mítica taberna con un niño extraviado y lloriqueando que había encontrado en la calle. Y lo mejor de todo: un día, en su casa, recibió a una joven --debidamente alertada por sus dos hijas mellizas-- en un sarcófago como si fuese la reencarnación de un Drácula aragonés. Ahora duerme con esa caja de muerto debajo de la cama. Es un hombre ingenioso y libre que sólo se siente cómodo cuando transgrede las normas y funda una realidad nueva en la cual conviven la ironía, el sacrilegio, la escatología, el humor, la poesía y la paradoja. Y para henchirse de heterodoxia --para él el surrealismo es toda una moral-- se levanta a las cinco de la mañana y oye el canto del ruiseñor. Luego redacta: "Una buena palabra es un poema".
        

Es un creador irreductible, capaz de escribir en varias lenguas: castellano, inglés, francés o italiano. En el libro que mejor le define, Ciudadano del mundo (1980), exhibe una modernidad sorprendente, arriesgada en la blasfemia, deslumbrante en el dominio de lenguas, no apta para débiles o espíritus puramente líricos. Hay poemas, teatro, poesía visual, fogonazos eróticos, bromas y la somardería propia del país; dedica cada una de las composiciones a sus amigos: Pérez Páramo, Cela, su hermano Francisco, Jorge Guillén, Joan Miró, Luis Buñuel, al actor Vincent Price o al maestro Lázaro Carreter. Hallamos esta perla en una composición para Alfonso Buñuel: "La poesía es una ciencia exacta // puesto que la integral de Marilyn es ella misma // y no hay poema más perfecto que una mujer cojonuda // como, por ejemplo, Gina Lollobrigida".
        

Podríamos decir que García--Abrines cree tanto en la ciencia de la amistad como en la de la lírica. Amigos los ha tenido y los tiene a ciento. En la posguerra, enjuto como un chopo, frecuentaba los conciertos de la Sociedad Filarmónica, y su sucursal Sansueña, junto al narrador Manuel Derqui, el crítico musical Eduardo Fauquié, el historiador y neurólogo Alberto Portera y Pilar Bayona, la instrumentista que le robó su joven corazón, igual que había hecho en algún momento con el de Luis Buñuel; unos días o meses después de su fallecimiento, García--Abrines y el cineasta se escribieron y recordaban cuánto habían amado a aquella mujer que embrujaba en la Residencia de Estudiantes porque era capaz de ejecutar con primor y energía varios programas de piano, ante el asombro de García Lorca o Gerardo Diego. También frecuentó a los hermanos Labordeta; Miguel fue para él un modelo de vate expresionista: cuando falleció de improviso en el verano de 1969, por una dolencia de corazón, García--Abrines le remitió una carta de despedida: "María y yo lloramos porque te habías ido, y pusimos la película que nos hicimos contigo el verano pasado en Fuendetodos, Azuara y Belchite, y volvimos a llorar". Y José Antonio le publicó en la colección Orejudín, Así sueña el profeta en sus palabras, una novela collage que fue reeditada por el Gobierno de Aragón.
        

Este caldo de cultivo, así como una estancia en París en 1951, determinaron su aprendizaje sentimental y estético. Era asiduo del Niké, y en este ir y venir de la poesía al collage, del collage a los objetos, y de los objetos a la pintura (un cuadro suyo figura en la Fundación Granell de Santiago de Compostela), fue construyendo una personalidad de creador excéntrico. Alfonso Buñuel fue su maestro artístico, y el punto de enganche con la generación de su hermano y del poeta y galerista Seral y Casas, y la siguiente, la de la Generación Niké: Julio Antonio Gómez, Labordeta, Manuel Pinillos, Raimundo Salas, Guillermo Gúdel, Luciano Gracia, etc. Al cabo de unos años, creyendo tal vez que el país se le hacía pequeño, se marchó a Estados Unidos, a Yale, donde fue profesor de Literatura Española hasta su jubilación. Allí ha coincidido con Ildefonso--Manuel Gil, con Francisco Ayala, no sabemos si con el maestro Lázaro Carreter. Entre pentagramas y versos, ha ido realizando su obra: Crisicollages para Luis Buñuel (1980. Editado por su amigo José Alcrudo), en la cual rinde un triple homenaje: al realizador calandino, al surrealismo más o menos delirante y al propio collage como técnica fragmentaria que casi todo lo permite, hasta la irreverencia.
        
Fue Ildefonso--Manuel Gil, desde la Institución Fernando el Católico, quien le publicó Variaciones sobre la donna e mobile. Solo --de gaita-- para hombre. El autor constata con más ironía y sentido del humor que misoginia una percepción vergonzosa acerca de la mujer que se remonta a La Biblia y a los griegos, y que se prolonga hasta casi nuestros días en pensamientos, aforismos y actitudes de Nietzsche o Schopenhauer, entre muchos otros.
        

Luis García--Abrines es, también, un rebelde con causa. Un aragonés utópico y socarrón que no soporta la rigidez del mundo, de ahí que invente siempre, fabule, mezcle imágenes o arroje sueños inquietantes a la calle, con erudición e inconformismo. Ha querido ser un artista de su tiempo, fiel a los dictados de la sinrazón y del subconsciente, un raro reñido con la rigidez del mundo. Su talento es tan desbordado y antojadizo como su desparpajo, su inclinación a la broma y al disparate. Recuerda Zaragoza y quizá levite pensando en ella, y se proclama aragonés universal, ciudadano del mundo, surrealista libertario y morador invisible de esta ciudad, la Sansueña de la música, la Sansueña cervantina, donde nació en 1923 y donde comenzó a transformarse en un heterodoxo incorregible de fina sensibilidad. La ciudad que le nombró Hijo Predilecto en 1982 y que no lo olvidó en el año 2000 (le  concedió la distinción Isabel de Portugal), en que Luis Buñuel --su amigo, su confidente de incipientes pasiones, el paradigma en quien gustoso se reconoce-- habría cumplido un siglo.

*No tengo fotos de este melómano, artista, lingüista y poeta aragonés que reside en Estados Unidos. Le pongo aquí un motivo muy hermoso: un espléndido retrato de Gina Lollobrigida.

12/11/2006 20:29 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

DIEGOL, SED DE VICTORIA*

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Argentina es una cantera universal del balompié. Tiene jugadores de todas las características: pateadores, forzudos, artistas, rematadores, correcaminos. Borocotó, el redactor de “El Gráfico” durante tres décadas, escribió: “El futbolista argentino se forja en dos sitios posible, el potrero o el baldío; es un pícaro de rancho o un pícaro de arrabal”. En los últimos años, ha contado con grandes delanteros centros: Yazalde era el cazagoles por naturaleza, olía el balón, el fallo, el pase por sorpresa, y siempre terminaba igual: toca Yazalde y adentro, rezaba el comentarista. Canniggia parecía un niño de arrabal, uno de esos jugadores que llevan una pila incansable en el corazón y el secreto de la picardía y del remate letal. Batistuta era el bombardero insomne: le daba igual donde cogiese el balón; se giraba sobre sí mismo, miraba la portería y allá iba su zambombazo. Obús imparable a la vista. O un puñal de piedra antigua dispuesto a horadar la red. Hernán Crespo es el ariete clásico, de movilidad y de dribling, que se desmarca y resuelve en un palmo de terreno. Controla, acomoda, devuelve, cabecea. De todos ellos, al que más se parece Diego Milito, apodado “El príncipe” (por cierto, el Real Zaragoza ya tuvo un príncipe urugayo: Rubén Sosa), es a Crespo. Quizá por ello Pekerman no contase con el zaragocista en el Mundial de Alemania.        

Diego Milito es el delantero centro moderno y clásico a la vez: constante, que recibe y esconde, que se desmarca, que juega entre líneas, al límite del fuera de juego, y marca con relativa facilidad, con una variada gama de impactos. La pasada temporada Diego Milito dio la medida de sus posibilidades: cosechó 21 tantos entre Liga y Copa del Rey, y logró una auténtica gesta: en una noche mágica ante el Real Madrid, en La Romareda, obtuvo cuatro goles. Cuatro. El rostro de Iker Casillas era de pura desolación. Se dice pronto. Fueron goles que definen sus aptitudes: goles de pillo, goles impecables como el segundo, goles de cabeza, goles de delantero que posee movilidad, aristas, ambición, agallas, valentía. Aquella fue la noche del 6-1. El jugador firmó una alianza secreta con Ewerthon y lograron un rendimiento espectacular: tras la pareja Ronaldinho y Eto’o, la mejor fue la de ambos. Ewerthon y Diego se entendieron, se complementaron, se fajaron juntos, aunque tras la inesperada derrota ante el Español, su rendimiento bajó. “El Príncipe” empezó a desaparecer o, cuando menos, perdió en la recta final su inspiración, su instinto. Por eso, Diego Milito dejó de contar para Pekerman.

Víctor ya ha recordado que es y será un jugador decisivo en su conjunto. Seguro que espera, ahora más que nunca, que haga honor a la prolongación ideal de su nombre. No diga Diego, cante Diegol.

*Cuelgo aquí este retrato del jugador argentino, un instante antes de que comience el partido Barcelona-Zaragoza, con el liderato en juego. ¡Suerte! Pepe Melero, con su amigo Ignacio Martínez de Pisón, ocupará el lujoso palco del Nou Camp. Aquí vemos al goleador argentino con Sergio  García.          

12/11/2006 20:44 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

NO IMPORTA, LA LIGA ES NUESTRA

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EL  ZARAGOZA PIERDE SIN ARRUGARSE

Decididamente tiene suerte, mucha suerte, el Barcelona en sus partidos en el Nou Camp frente al Zaragoza. El año pasado contó con una ayudita y este año con varias: el gol definitivo de Ronaldinho, impecable, procedió de una falta inexistente, y el maquillaje final del resultado fue un ostentoso fuera de juego de Saviola.        

El Zaragoza tuvo el empate en sus botas, pero no estaba la suerte a su favor. Ni la suerte ni la precisión de Alberto Zapater. El partido fue estupendo en la primera mitad, con un Barcelona dominador y con un Zaragoza atrevido y dispuesto a dar el zarpazo del león. Lo dio  Gaby Milito, falló la defensa en el gol muelle  de testa de Ronaldinho, y siguió trabajando por la victoria: perdió el temor a los locales, desafió su armonía, y se irguió en todo momento en una segunda parte embarullada y hosca.          

Lo demás ya se conoce. La fortuna se alió con el Barça y con un rabioso Ronaldinho, que se vindicó con un golazo. El Real Zaragoza salió con absoluta dignidad del choque, con aires de gran equipo. El partido fue extraordinario y el Zaragoza se hizo acreedor a la igualada. Jugó con orgullo, con calidad, sin complejos. Ya lo dice Mariano Gistaín: “No importa. La Liga es nuestra”.

13/11/2006 00:17 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 9 comentarios.

DIEGO GALÁN PRESENTA LA BIOGRAFÍA DE PILAR MIRÓ

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"Nos conocemos desde hace años, Pilar, y pienso que eres una mujer difícil", le dijo el actor Emilio Gutiérrez Caba a Pilar Miró (1940-1997) durante el rodaje de "La petición". Miró replicó: "No es verdad, no soy difícil. Soy totalmente transparente". Ésta es una de las muchas frases reveladoras que aparecen en la biografía Diego Galán: "Pilar Miró. Nadie me enseñó a vivir" (Plaza & Janés). El autor recuerda que la realizadora y él se conocieron en Cannes en 1971. Ya por entonces, Miró le reveló que estaba enamorada de Adolfo Marsillach y que tenía graves problemas de corazón. Muchos años después, el hijo de la directora de "El perro del hortelano", le dijo a Diego Galán: "¿Por qué no escribes un libro sobre mi madre y así me enteró de quién fue?". Gonzalo Miró añadió: "Tengo cartas, documentos, sus diarios… Mi madre lo guardaba todo, cualquier papel que pasaba por su mano… Si aceptas el envite te los dejo".

Diego Galán ha manejado todos esos materiales, y de alguna manera la Pilar Miró más íntima habla en el libro, pero también conversó con los amigos, colaboradores, ayudantes y técnicos que trabajaron con ella.
El resultado último, el daguerrotipo final que obtiene Galán es el de una mujer sumamente compleja, dura y antipática, irascible y rencorosa, despiadada incluso, pero también dulce, romántica, enamoradiza, vulnerable, de una voluntad de hierro y proclive a reacciones tan ásperas como llenas de humanidad y de ternura. Su niñez fue más bien dura: en su familia no se hablaba nada, y su padre se pasaba los días escuchando óperas en el gramófono en el salón. Oyó un día: "¡Ay, hija! Antes de nacer tú sí que estábamos bien!". Era muy feliz en el cine, y se quedó prendada de la Jo de "Mujercitas" y de Gary Cooper y de su caballo; murió con el deseo de ser la chica que iba en su grupa. Y también se prendó de un estudiante de medicina, Gonzalo, al que espiaba con su amiga Maruchi, hasta que descubrió que tenía novia formal. Jamás lo olvidó: cuando decidió tener un hijo, como Hildegart, lo llamó Gonzalo. Coincidió con el futuro rey Juan Carlos en la Facultad cuando estudiaba Leyes. Como se le resistía la asignatura de Derecho Civil, se matriculó en Zaragoza, sin demasiado éxito. Para entonces ya había descubierto a Luis Buñuel, con quien coincidiría años después: el aragonés elogiaría su coraje para llevar a la pantalla "El crimen de Cuenca".

Se incorporó a TVE, en junio de 1962, de "chica para todo", gracias a la ayuda de Blanca Álvarez, que fue su amiga, su segunda madre y la madre de su hijo. Empezó a realizar, a dirigir series y proyectos. Asistió a la Escuela de Cine, donde conoció a otros dos de sus novios: Manuel Summers y Claudio Guerín, que fue la pasión de su vida. Juntos alquilaron un nido de amor en la calle Fleming. Aquello se truncó porque Claudio Guerín se desplomó desde la torre de la iglesia de San Martín de Noya (La Coruña), mientras rodaba "La campana del infierno". Pilar Miró era capaz de cualquier aventura: con el zaragozano José Antonio Páramo partió a abortar a Italia, pero el viaje más impresionante lo realizó a Noya en el coche de Julia Guerín. Fue a la iglesia y "desde allí calibró el recorrido de su amado al encuentro con la muerte. Y sollozó: "¿Por qué te tuviste que suicidar, Claudio querido?".

Diego Galán explica su enamoramiento de José Luis Balbín, la censura que se cernió sobre "El crimen de Cuenca" o narra sus continuos rencores hacia otras mujeres y sus conquistas. Era una cazadora. Escribió una vez: "Soy el amor imposible, verdadero o eterno de 400 señores. Y ninguno da un paso. Qué pequeños son todos. ¡Hay qué fastidiarse!". También aborda su paso por la dirección de TVE. Nada más llegar al despacho de Calviño, su antecesor en el cargo, dijo: "Qué mal huele aquí". Vio tres teléfonos, y le dijeron que uno de ellos conectaba directamente con Alfonso Guerra, lo descolgó, espero que contestasen en vano y decidió arrancarlo. Luego, Guerra sirvió fría su brutal venganza.  

 

15/11/2006 13:28 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

GOLPES DE MAR / 5*

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-Padre me lo ha contado muchas veces. Todo comenzó cuando una mujer halló un huevo de oro en Angra Escura mientras recogía leña. Al día siguiente, repitió la búsqueda y volvió a encontrar tres huevos en una senda empinada. Subió hacia los picos de A Choca y Malvís, donde viven sueltos los caballos salvajes, y vio una gallina rojiza que se metía entre las rocas. Esa noche se lo contó a toda su familia. Al otro día por la mañana, ya lo sabía el pueblo entero. Luego, empezaron a hallarse más huevos de oro por todos los sitios: enterrados en el fango espeso de los caminos, entre las hendiduras y los charcos de las rocas, en el fondo de los riachuelos y en los senderos tenebrosos que jamás pisa nadie. La noticia se extendió de inmediato y comenzaron a llegar forasteros que excavaron en las rocas con picos y palas, e hicieron explotar grandes cantidades de pólvora. Se abrieron minas y pozos, se modificaron los cauces naturales de los ríos... Después de dos meses de búsqueda agotadora nadie había podido dar con el oro; los más afortunados sólo habían descubierto alguna que otra mina de wolframio. Entre los buscadores había un cantero joven –alguien afirmó que procedía de Mondoñedo o, tal vez, de los bravos montes de Incio; otros decían que era extranjero, dublinés-, que se esforzaba a diario en la extracción del mineral. Luego recorrió el país trabajando en la construcción de casas, alzando muros, ermitas y puentes, restaurando iglesias, chimeneas y pazos, y alcanzó cierta fama y acumuló modestas riquezas. Al cabo de algún tiempo, volvió a Baladouro, pasada ya la fiebre del oro y agotadas para siempre las minas. Compró tierras en el fondo del valle, ante los robledales de Marburgo, y edificó una casa inmensa y bonita, en la que combinó la piedra y la madera. Se casó con Iria, hija de un campesino de la zona, que pronto le dio dos hijos. Fue un amor a primera vista con un noviazgo de apenas siete semanas. El cantero vivió en Baladouro hasta que llegaron mensajes de Irlanda o ruegos del arzobispo de Canterbury, esto nunca lo he sabido con total seguridad, para que se hiciera cargo de un antiguo convento que amenazaba con desplomarse cualquier día. Con el paso de los años contrajo compromisos a perpetuidad y siguió trabajando en la isla. Alexandre y Clara crecieron entre el paisaje más exuberante. Un día Alexandre marchó al encuentro de su padre. De nuestro padre...

 

         Clara enmudeció. Yo ya había oído contar antes ese episodio. Mi propio padre me lo había contado en una cela de fraile devoto en Galway. Y fue así como aquel relato familiar había adquirido caracteres legendarios, pero oírselo de nuevo a ella suponía un gozo incomparable por la dulzura y la pena que derramaba en cada frase, por su sentido de evocación intemporal…]

 

*Mañana, para la prensa, se  presenta en Madrid "Golpes de mar". Incluyo aquí un  fragmento del cuento más largo del libro, "El jardín después de la lluvia", la historia de una familia y, especialmente, de dos hermanos: Clara y Alexandre, que acarician el incesto. La foto es de Elliot Erwitt.

16/11/2006 09:59 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 7 comentarios.

VICENTE PASCUAL, SOBRE EL VOLCÁN

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Llegó ayer a Huesca un proyecto insólito, elaborado con la llama viva del volcán y a la vez desde una calma casi quietista o zen. Llegaba ayer a Huesca, al CDAN, una exposición y un libro: “Las 100 vistas del Monte Interior” (DGA, CDAN y Olifante, 2006), cuyo autor es Vicente Pascual Rodrigo (Zaragoza, 1955), un pintor que Aragón ha recuperado de manera definitiva en 2003, tras residir varios años en Mallorca y en Estados Unidos. Vicente Pascual formó desde 1970 a 1989 el grupo La Hermandad Pictórica con su hermano Ángel Pascual, y juntos desarrollaron en un inicio una pintura de eco social, cargada de ironía y próxima al cartelismo, que coincidía con algunos planteamientos estéticos del Equipo Crónica, del Equipo Realidad y de determinados momentos de Eduardo Arroyo. Luego, bajo el influjo de la pintura de Caspar David Friedrich y de un numen claramente oriental, desarrollaron una pintura llena de luz, de delicadeza, de color, que alcanzó en el paisaje su mayor grado de pureza y belleza. Ambos evolucionaron de forma diferente: Vicente se trasladó a Estados Unidos, donde residió casi quince años, y modificó su estética. Frente al brillo, a la suntuosidad y a la anécdota, optó por una nueva línea más sobria, despojada y sin relato. Vicente había cambiado, percibió el impacto de las culturas chinas y japonesas, y quiero hablar no sólo de arte, sino de pensamiento, de poesía, de textos un tanto fronterizos que cabalgan entre el lirismo, la alegoría y el aforismo.  

En 2003, Vicente y su ángel tutelar Ana Marquina se instalaron en Tarazona, ante ese monte ventoso, ese monte legendario que se corona de nieve y de melancolía desde inicios del otoño, el Moncayo que cantaron el marqués de Santillana, Machado o Bécquer.        

Y allí, paseando, soñando, pugnando con una enfermedad terrible ante la que demuestra un pundonor y una fe en la vida absolutamente admirables, allí, al cobijo del Moncayo, Vicente Pascual Rodrigo emprendió este curioso proyecto: “Las 100 visitas del Monte Interior”, que es un homenaje y un acercamiento a “Las 100 Vistas del Monte Fuji”, que realizó el maestro del Ukiyo-e Katsushika Hokusai entre 1834 y 1840 en xilografías de 23 por 16 centímetros, creador que tras realizar otro tipo de trabajos acabó sus días loco. De ahí que Vicente Pascual haya colocado esta nota: “En recuerdo de los antiguos locos” Aquel trabajo de Hokusai era un “reflejo del centro inmóvil, como una paradigmática manifestación exterior del eje interior, una nítida expresión material de un modelo situado en el mundo de los arquetipos”. El trabajo de Vicente Pascual es aún más austero: aborda un volcán interior que se expresa a través del máximo rigor de la geometría. Rigor, simetría, exactitud y orden son algunas palabras que encajan en este libro y en esta exposición que puede leerse y verse como un diario iniciático, como una búsqueda.

Vicente Pascual dice que no ha pensado tanto en el posible espectador como en su propio provecho, en su fogosa intimidad, en el frío pálpito de su cerebro que piensa y sueña. No busca el entretenimiento, ni el brillo ni el artificio, sino una desnudez radical, casi taoísta o hindú. El artista está en todo y lo es todo en esta muestra. El artista se siente un místico, un creador que busca la iluminación más decisiva, que se sabe en camino hacia las “más elevadas Verdades”. Utiliza sólo dos colores en sus obras de 12 x 12 centímetros: un color negro, casi ahumado, y un óxido cálido que bien podría remitir a la pintura rupestre, a la memoria sedimentada de los pintores de las cavernas. Vicente Pascual reflexiona sobre la dicotomía del existir: el ser o no ser, la vida y la muerte, lo efímero y lo inmutable. Y además, añade poesía de su cosecha, vinculada a Rumi o a Keats, pongamos por caso, poesía metafísica, sensual, poesía sobre la naturaleza excitada por la melodía de las estaciones y de las ideas.

18/11/2006 01:52 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

"GOLPES DE MAR" EN "GALICIA HOXE"

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[*O grande fotógrafo Xurxo Lobato envíame desde Galicia esta nota garimosa que publica o diario "Galicia hoxe". Entrevistoume unha compañeira espléndida, parecíame que se chamaba Vanesa (tamén me entrevistou unha xove poeta, Mariña, para "La Voz de Galicia"), e comprobo que firma Maré. Mil gracias ós tres. Hoxe tambén saen dous textos cheos de afecto en "Heraldo de Aragón" e "El Periódico de Aragón". Mil gracias a  todos. A foto é de Caión, A Coruña. ]

GOLPES DE MAR" NA COSTA DA MORTE

Antón Castro homenaxea na súa nova obra o Atlántico, as baleas e o mundo máxico de Baladouro

O escritor mestura realidade e fantasía en 16 relatos marcados polas historias que oía de neno na súa casa

MARÉ. Santiago de Compostela
"Golpes de mar, /los dioses quitan, los dioses dan". É un verso do poema do cantautor Ángel Petisme que abre Golpes de mar, a obra máis persoal e abraiante do escritor e xornalista Antón Castro (Arteixo, 1959). O libro, que se presentou onte en Madrid, editado en castelán por Destino, comezou a xestarse hai vinte anos e rematou nun feixe de 16 relatos arredor do mar, das baleas e do mundo máxico de Baladouro.Golpes de mar naceu cando o escritor galego, que traballaba en 1986 de caixeiro nunha sala de xogo, escribiu a man, en galego e en papel de estraza algúns dos contos que hoxe publica. "É o libro que sintetiza a miña vida de escritor e a miña teima polo mar que vai da Costa da Morte a Arteixo. O fío condutor da obra é o mar, o misterio, o universo lendario das baleas e a forma de ser dos personaxes: apaixonados, extravagantes e marcados pola idea do amor, un dos sentimentos máis poderosos do libro", explica o escritor e xornalista galego, que vive dende 1978 en Zaragoza.

O olor da salitre invade Golpes de mar xa que Antón Castro non se arreda nin un paso da súa costa natal. De aí que relatos como o titulado Ornia respiren directamente do fantástico que, ás veces, recoñece o autor, acaba "dándoche a razón". A hipótese sobre a existencia dunha cidade asolagada en Arteixo serviulle ao escritor para crear o que considera "un dos relatos máis irlandeses do libro".

"A miña fonte de inspiración é sempre a realidade", asegura. De aí que o autobiográfico se confunda co imaxinario no conto "Una lección de fotografía" no que crea un fotógrafo imaxinario, Seara de Castro, trasfondo literario dun fotógrafo real, Ramón Caamaño, ao que atopou un día en Muxía "vendendo fotos súas diante da Virxe da Barca."Os personaxes da obra "senten paixón por contar, gústalles escoitar e relatar historias e mesmo chegan a modificar as súas vidas por un conto", indica o galego. Nado en Santa Mariña de Lañas en 1959, Antón Castro, fillo de emigrantes, non se esqueceu "do feitizo das historias que escoitaba na miña casa sobre aparecidos, misterios, bestiarios, todo un mundo de mitos que arranca en Caión e finaliza na Costa da Morte". Un mar, que para o autor significa "camiño da aventura e territorio da fraxilidade".

Un dos relatos máis curiosos do libro é El hermano que le inventé a mi hemano no que Castro amosa a súa admiración polo escritor Manuel Rivas a partir do parecido que lle facía coas mans do seu irmán. "É unha homenaxe a dúas persoas: un escritor ao que tamén lle fascina o mar e a arte de contar e un albanel, meu irmán", explica. Neste relato tamén fala de Compostela, "unha das cidades que máis me gusta, que sempre me fascinou". Ademais, Antón Castro, que na actualidade coordina o suplemento "Artes & Letras" del Heraldo de Aragón e dirixe o programa de televisión Borradores, colaborou nos anos 80 con EL CORREO GALLEGO.

O relato que pecha o libro é Cartas de domingo al más allá, unha misiva a un pai morto, un percebeiro ao que levou o mar. "Quixen escribir sobre como se vive a ausencia dun mariñeiro e a dignidade da muller que non deixa de lembrar o seu home morto", indica o autor. "Á fin, este é un libro sobre mulleres, sobre a súa dignidade e a súa intuición", di. Mulleres que esperan e se volven de pedra, mulleres que perden a cabeza por amor. Así son as mulleres no universo mítico de Antón Castro. 

1. -"Encántame o galego pero sinto que se fala cada vez menos"
Aínda que toda a entrevista, Antón Castro emprega o galego, o escritor asegura que, "pola miña maneira de vivir, éme moi difícil escribir en galego". Así xustifica que os dezaseis relatos de Golpes de mar estean escritos e publicados en castelán, malia que comezou hai vinte anos facéndoos en galego. "Encántame o galego pero agóbiame que, cada vez que vou a Galicia, note que se fala cada vez menos". Porén, malia non escribir en galego, Castro é rotundo. "Síntome galego dunha forma moi profunda e íntima, pero tamén aragonés xa que levo vivindo aquí máis de vinte anos", explica. Agora, está a preparar unha novela na que "vou descansar de Galicia" xa que vai facer un libro sobre un naturista que foi mariñeiro e enxeñeiro. Entre as máis de 25 obras que publicou, destacan o seu último libro, El sembrador de prodigios de 2005 no que lle fai unha homenaxe a Rafael Dieste e Otero Pedrayo.  

*O grande fotógrafo Xurxo Lobato envíame desde Galicia esta nota garimosa que publica o diario "Galicia hoxe". Entrevistoume unha compañeira espléndida, parecíame que se chamaba Vanesa (tamén me entrevistou unha xove poeta, Mariña, para "La Voz de Galicia"), e comprobo que firma Maré. Mil gracias ós tres. Hoxe tambén saen dous textos cheos de afecto en "Heraldo de Aragón" e "El Periódico de Aragón". Mil gracias a  todos.

18/11/2006 14:23 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

LA MEMORIA DE PUSKAS

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Dicen que Ferenc Puskas yace una cama de Budapest, internado, preso de una extraña enfermedad que le arrebata, hora a hora, la memoria: habrá un momento --aseguran-- en que no reconocerá a los más íntimos, a muchos ya no los reconoce, y se olvidará para siempre de quien ha sido, de lo que ha hecho en el fútbol que fue su única vida.        

Habrá un instante, teme su esposa Elizabeth, que ya no recuerde que aprendió a andar y a jugar al fútbol casi a la vez, que de niño veneraba a su padre, un modesto jugador que además fue su inspiración y su maestro. Con apenas 18 años, debutó en el mítico Honved y en la selección húngara, quizá los mejores equipos de todos los tiempos a los que le faltó la ratificación mundial; el Honved lo ganó todo en un tiempo en que no existía la Copa de Europa y la selección magiar fue campeona olímpica en Helsinki en 1952, pero fracasó en Suiza en 1954, en la final ante Alemania, a la que habían vapuleado en la fase previa por 8--3. En el partido de la verdad, los húngaros se adelantaron con dos goles, pero Otto Rahn y los suyos acabaron dándole la vuelta al choque. Fue la gran tragedia de aquel elenco imposible que anticipó el fútbol total antes de la aparición de Cruyff y la naranja mecánica, que Puskas (capitán del conjunto, jugó lesionado) justificó así: "Perdimos por exceso de confianza". Con él formaban auténticas e inolvidables estrellas como Bozsik, el medio centro, y los delanteros Kocsis, Czibor, que acabarían en el Barcelona, Zacharias y el extraordinario Hidegkuti.
        

La invasión soviética de 1956 cogió al Honved de gira. Muchos jugadores ya no regresaron. Y Puskas tampoco. Un par de años después, con 31 años y quince kilos de más, fichó por el Real Madrid. Nadie entendió ese fichaje; decían que se trataba de un jugador acabado. Nada más lejos de la verdad: Puskas seguía siendo un formidable interior. Corría lo justo (su máxima era: "el que debe correr es el balón"), pero se hinchó de marcar goles con su zurda impresionante. Logró tres Copas de Europa con el Madrid, en sus dos primeras temporadas y en la del adiós, 65/66, cuando ya había cedido el puesto a Manolo Velázquez, y fue el héroe de varias finales memorables como aquella ante el Eintranch de Francfort la del año 60 en que los blancos vencieron por 7 a 3 y Puskas marcó nada menos que cuatro goles. Algunos expertos consideran que ese es el mejor partido de todos los tiempos. O una posterior ante el Benfica de Torres, Coluna, Simoes y Eusebio; ganaron los lusos 5--3, y los tres goles blancos lo logró Puskas. Otro de sus méritos: fue pichichi de la Liga española en cuatro ocasiones.
        

Estuvo considerado el mejor jugador del mundo durante dos o tres campañas, en medio del ocaso de Di Stefano y la aparición de Pelé; participó en cuatro partidos con la selección española, y en todo momento demostró hambre de fútbol. Fue un futbolista sin edad. Jugaba con una sencillez inverosímil, con el pantalón hundido y una inteligencia apabullante: todo lo hacía fácil, como si en su pierna y en su cerebro hubiese un resorte de magia o un plus invisible de fantasía. De su bota partía no un balón de cuero, sino un obús, un fogonazo de asombro, y su lentitud sólo era aparente: maniobraba como una centella o como un tigre que vuelve de súbito de la siesta.
        

El otro día fueron a verlo Amancio y Di Stefano, el hombre con quien se entendía a la perfección. Puskas tuvo un reflejo instantáneo y, atrapado en la niebla del tiempo, reconoció al mejor nueve con el que jugó y se fundieron en un abrazo infinito y emocionante, un abrazo que sólo vieron el extremo gallego de los 60 y Elizabeth. Aquella mujer que logró huir de Budapest y encontrarse con su marido en Viena en 1956 entendió mejor que nadie qué significaba ese encuentro antes de que llegue la desmemoria total: allí estaban dos genios, dos amigos, dos cómplices del sueño, dos astros para la eternidad.
        

Quizá por eso lloró. Y lloró también porque Ferenc Puskas Biro dentro de unos meses tampoco podrá recordar quién fue Di Stefano, aquella saeta de clase y furia que le bautizó como Cañoncito Pum y como Pancho.
  

[Hace algunos años, cuando se descubrió la enfermedad de Puskas, escribí este artículo sobre él. Como lo sustancial sigue estando vigente, rescato esta pieza. Y añado unos versos de Vicente Pascual Rodrigo: "Dicen que eres oscura, // ¡ay, muerte! -eso dicen algunos. // Pero es en ti // que los amantes se encuentran // temblorosos". Dicen que ésta fue una de las mejores delanteras del mundo: Kopa, Rial, Di Stefano, Puskas y Gento] 

 

18/11/2006 17:38 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

DIANE ARBUS: LA LUZ DE LOS INFIERNOS*

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El siglo XX no se entendería sin la fotografía. Siglo de la luz lo llamó Agustín Sánchez Vidal, y se refería sobre todo al cine, pero no cabe duda de que la foto se ha convertido en un arte mayor, en un arte excelso que posee un sexto sentido de evocación, exactitud y eternidad. Hace no demasiado tiempo se nos iba una de las grandes artistas del siglo: Giselle Freund, la mujer que retrató las manos de James Joyce, la soledad de Virginia Woolf, abrazada a un cigarrillo con boquilla. Y casi simultáneamente, aparecía en las librerías la biografía de la misteriosa e inquietante Diane Arbus, una mujer diminuta y poética, lunática también, que hizo de la foto no sólo su pasión sino su mejor autorretrato, pero no a la manera de Cindy Shermann, con ella como centro de sus tomas, sino oblicuamente: en su mirada perturbadora e íntima estaba ella, en su estética de disparo frontal, sin contemplaciones. Al parecer solía decirles a sus personajes: “Tenéis que aprender a no ser cuidadosos”.   El trabajo de Patricia Bosworth es admirable; apareció inicialmente en Circe, y hace poco ha sido reeditado, con revisiones y ampliaciones, por Lumen. No es una hagiografía al uso: bucea y cuenta como si de una novelista se tratase, exhuma hasta el dolor y documenta las contradicciones de esta mujer que acabó sus días por ingestión aguda por barbitúricos en julio de 1971.  Jamás fue una muchacha convencional, ni siquiera en su niñez. Nació en Nueva York en 1923, su padre David Nemorov se dedicaba al comercio de pieles y tuvo una actividad próspera, con varios establecimientos, hasta que su nombre apareció en una lista de famosos en medio del escándalo de prostitución de Pat Ward. Sugiere la biógrafa que la joven alimentó una inclinación incestuosa hacia su progenitor que le regalaba caros libros de arte (acabaría sus días como pintor de flores); en la infancia no le faltó nada y fue profundamente curiosa: se consideraba terriblemente tonta en la escuela, salía de expedición con una de sus amigas por los subterráneos del metro, sentía una gran atracción por los exhibicionistas. Ella a su modo lo fue. Revela su biógrafa que por las noches, cuando Nueva York era una multitud de luces al acecho, se desnudaba en el baño y comenzaba a masturbarse ante los ojos insomnes que quisieran mirarla.

         Quiso dedicarse al teatro, pero el encuentro con Allan Arbus, aprendiz de actor y empleado de su padre, le marcó para siempre. Se convertiría pronto en un humilde fotógrafo de modas y juntos formaron una sociedad que se mantenía firme en la creación y en el amor. Contrataron a un ayudante japonés, Tod Yamashiro, que les ha recordado así: "Eran personas cultas y bondadosas en extremo. Yo aprendí mucho con Allan en el cuarto oscuro". Diane -"desorganizada, ambigua e imprecisa, con un atractivo sexual increíble", como la definió una amiga-- paseaba descalza, con los pies sucios y hacía fotos compulsivamente con su pequeña Leica, que cambiaría en los 60 por una Rolleiflex. Años atrás, ya había dado muestra de sus rarezas, de su inclinación a la depresión y de su sensibilidad: en 1951, en un viaje por Europa (estuvieron en Barcelona y Toledo) se concentró ante todo en el arte de observar: los espacios vacíos y silenciosos, las tumbas, la muda belleza de Italia.

         Los inicios de los 50 fueron excelentes para los Arbus. Diane alumbró dos niñas, e incrementaron su prestigio publicando sus reportajes en las revistas más importantes: Glamour, Seventeen, Vogue. A Allan le era fácil aceptar que su esposa poseía más talento, que transmitía una gran fuerza psíquica. Pero a partir del año 1956, Diane empezó a notarse incómoda en el mundo de la moda e inició su revolución personal. Asistió a diversos cursos de fotografía con Alexey Brodovitch, el director artístico de Harpers's Bazaar, quien le dio un consejo imprescindible: "Si ves algo que has visto antes, no aprietes el gatillo". Aquel fue un momento muy productivo de esfuerzo y estudio. Se zambulló en la historia de la fotografía por completo y se apuntó a las clases de una de las grandes maestras de su tiempo: Lisette Model, que encarnaba a la artista de lo grotesco, de la frialdad clínica, una mujer deslenguada y un tanto mística cuya máxima era: "Detesto las fotos de factura impecable". Ese consejo  y éste, "no disparéis hasta que el sujeto que enfocáis os provoque dolor en la boca del estómago", marcaron definitivamente la inquietante aventura personal de Diane Arbus, quien dijo ya entonces: "Quiero fotografiar lo que es maligno".

         Y lo hizo: presos condenados a muerte, putas en la calle, la soledad más absoluta que atisbaba en la sociedad americana de su época. Con una gelidez de entomóloga, no exenta de morbo y de elevada concentración, captó excéntricos y marginados, seres anormales o miserables (ancianos exóticos, empleados de circo, príncipes vagabundos, malabaristas místicos a lo Uri Geller, ciegos o proxenetas) a los que encontraba por las calles y seguía de ciudad en ciudad con una devoción que parece casi enfermedad. En cierto modo, su obra guarda un evidente semejanza con Freaks, La parada de los monstruos de Tod Browning. La separación definitiva de Allan --enamorado de una joven actriz-- la aisló en su obsesivo y casi patológico universo de creación.            Era ya una fotógrafa desconcertante, de estilo instantáneo, que igual se manejaba en el lujo que en la sordidez y que parecía desnudarlo todo para dejarlo en carne viva. Colaboraba en revistas como Esquire, y sus fotos aparecían al lado de autores como Tom Wolfe, Truman Capote, John Cheever o Gay Talese; frecuentaba de tarde en tarde las orgías de Andy Warhol y su banda. La sexualidad le atraía con abyecta curiosidad: igual se acostaba con jóvenes que con viejos, presumía de ello y de lo mucho que le atraían los negros. Su fama fue creciendo y también su importancia en el campo de la fotografía, y culminó una producción que nos conmueve y a la par nos resulta repulsiva, o un descenso a los infiernos, en esa proliferación de orgías y transexualidad, obesidad, infancia nada candorosa, enanos y gigantes o retrasados mentales de Vineland. Para entonces ya era todo un mito y había departido con Robert Frank, Richard Avedon o con el alcohólico y genial Walker Evans, al cual veneraba. Norman Mailer, a quien le hizo un retrato, resumió así su transgresora mirada y tal vez su existencia al límite: "Darle una cámara a Diane Arbus es como darle una granada de mano a un bebé".  

[Pronto se  estrenará una película sobre Diane Arbus, interpretada por Nicole Kidman, nada menos, inspirada en el texto de Patricia Bosworth]

  

 

18/11/2006 21:56 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

ENTREVISTA CON JOSÉ MARÍA FORQUÉ*

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Recito esta nota de la periodista Sara Martín de Aragón Televisión sobre la reposición de la serie de Miguel Servet, que pasó hace años TVE y que rodó José María Forqué. Entrevisté el realizador en el monasterio de Veruela, creo que en 1989. El texto figura en mi libro “Vidas de cine” (Biblioteca Aragonesa de Cultura), un libro de entrevistas con gente como Agustín Sánchez Vidal, Carlos Saura, José Luis Borau, Alfredo Castellón, Julio Alejandro, Pepín Bello, Pilar Bayona (la del dúo Pili y Mili; no la pianista), Antonio Artero… Prensas Universitarias de Zaragoza están publicando desde hace algún tiempo las obras completa de Miguel Server, en la colección “Clásicos Larumbe”. Por todo ello, cuelgo aquí el texto.

  [Aragón Televisión emite la serie de televisión dedicada a la vida de Miguel Servet

La serie dirigida por José María Forqué y protagonizada por Juanjo Puigcorbé se emitirá a las 15:30 horasAragón Televisión emite a partir del este lunes, 20 de noviembre, la serie televisiva “Miguel Servet” dirigida por José María Forqué y protagonizada por Juanjo Puigcorbé, entre otros. La serie, de siete capítulos de duración, sitúa la acción en el siglo XVI, en una Europa que sale a la caza del hereje.  Desde el fondo antiguo de España ha surgido un desconocido, un médico sabio, teólogo y vagabundo por Francia y Alemania, que busca incansable las mentes más preclaras de su tiempo para contrastar con ellas sus ideas. En todas partes se le rechaza y se le persigue.  En la serie, ya huido de las cárceles de la Inquisición y no le queda otra salida que el silencio o acudir a defender su verdad a Ginebra donde le espera su gran enemigo: Calvino.  Su vida, extinguida por las llamas de la intolerancia, es el último precio que paga por su libertad. ]En la serie también trabajan los actores Juanjo Puigcorbé, Mercedes Sampietro, Enrique San Francisco, Magui Mira y José Luis Pellicena.“Miguel Servet” se emite de lunes a viernes a partir de las 15:30 horas.  ] 


"SEÑOR DIFUNTO, POR FAVOR, NO RESPIRE"

José María Forqué (Zaragoza, 1922-Madrid, 1994) es uno de los realizadores clásicos del cine español. Encarna al buen artesano, al hombre que domina todas las artes de su oficio: el guión, la producción, la cuidada factura final de la película, la elección de actores. Su trayectoria contempla dramas, comedias, documentales y exitosas series de televisión como Ramón y Cajal (1982) o Miguel Servet: la ceniza y la sangre (1989). Películas como Amanecer en Puerta Oscura, Atraco a las tres, Las que tienen que servir o Nexus (su última cinta de 1993, de ciencia ficción) constituyen algunos de los títulos más valorados de su abundante cinematografía. En 1994, recibió el Premio Nacional de Cinematografía.   En el monasterio de Veruela, que reza ante el Moncayo, nos esperaba José María Forqué. Llevaba algunos días rodando Miguel Servet: la sangre y la ceniza, una serie para televisión que constaría de siete capítulos con la que soñaba repetir el éxito que había logrado con Ramón y Cajal (1982), protagonizada por Adolfo Marsillach y Verónica Forqué. La agitación era constante y el ambiente de época perceptible. Veruela parecía haber desandado el tiempo y recobrar la intimidad del ayer, el fulgor del pasado. Durante la grabación, una voz confirmó que durante la filmación de las películas asoman los detalles surrealistas: “Señor difunto, por favor, no respire”, se oyó decir. La voz, que correspondía a un hombre amable, de suaves modales y ojos asombrosamente azules, repitió: “Ese muerto, que deje de respirar”. Era José María Forqué.         

Hubimos de esperar a la comida para hacer un aparte con él. Para entonces ya habíamos visto a Juanjo Puigcorbé encarnando a Miguel Servet, a Juan Gea que interpretaba al anatomista Vesalio, y habíamos departido con el asesor histórico del proyecto, el médico y escritor Santiago Lorén, que había llevado a cabo un gran trabajo de documentación en la Facultad de Medicina de Valencia, donde se habían conseguido los tipos de instrumental clínico y el vestuario del siglo XVI. José María Forqué, el magnífico artesano del cine, recordó su vida en un largo “flash back”. Dijo que había nacido en el barrio del Gancho, “presidido por los gremios, los rumores del Mercado Central y la torre mudéjar de San Pablo”; que había estudiado en los Escolapios, donde logró una beca “por listo”. Más tarde, participó en aventuras teatrales con Ángel Anadón, entre otros, y partió a Barcelona con el deseo de ser arquitecto: trabajó inicialmente de delineante. “Empecé a amar la imagen y adquirí una serie de conocimientos artísticos que me llevarían a realizar mis primeros documentales”. Apenas tendría 18 años cuando el hijo entusiasta de una modesta familia de El Gancho se trasladó a Madrid para desarrollar una importante carrera de cineasta, guionista y productor. Colaboraba con Noel Clarasó, Alfonso Paso, Juan Antonio Bardem, Rafael Azcona o Alfonso Sastre, entre otros. Con Sastre escribiría La noche y el alba (1958), que fue para él un intento de reconciliar las dos Españas sin que la censura se percatase del todo. Y así, una tras otras, fueron naciendo sus películas: Niebla y sol (1951), la excelente Amanecer en Puerta Oscura (1957), galardonada en Berlín con el “Oso de Plata”, Maribel y la extraña familia (1960) o Atraco a las tres (1962), una comedia no bien valorada en su época que ha ido ganando adeptos con el paso de los años. Volviendo la mirada hacia esa época, dice: “Atraco a las tres gustó al público, pero muy poco a la crítica. Al menos no hizo alardes de entusiasmo. Mirando hacia atrás sin ira creo que era un intento de hacer una comedia digna en un tiempo difícil. El paso de los años me ha llevado a considerar que la comedia es el género que más gusta en el cine, tal vez sea el más complicado de realizar con éxito y calidad, y que es sobre todo la modalidad que más nos interesa a los españoles, el género genuino del cine español”. Trabajó mucho en televisión, donde siempre mostró una preocupación por Aragón y lo aragonés. Ahí están sus aproximaciones a Braulio Foz en El jardín de Venus, la exitosa Ramón y Cajal o su viejo deseo de realizar otra serie sobre Raquel Meller, la cupletista nacida en Tarazona (muy cerca de Vera de Moncayo, donde está el monasterio de Veruela) que conquistó el corazón de Enrique Gómez Carrillo, su primer marido, de Charles Chaplin y del propio Alfonso XIII.
--¿Qué es lo que le interesó la figura de Miguel Servet y por qué lo eligió para una nueva serie?        
--Me interesó porque, de pronto, hablando con Alfonso Sastre, nos dimos cuenta de que Servet era un apóstol de la libertad de expresión. Nos resultó chocante a los dos que un hombre del siglo XVI fuese un encendido defensor de la libertad y eso nos pareció muy interesante. Prometedor. En ese sentido se manifestaron los pensadores de la época y de periodos posteriores. El guión lo hemos escrito Alfonso Sastre, Hermógenes Sáenz y yo. Y contamos con el apoyo científico de mi amigo Santiago Lorén.
        

--Una buena parte de intelectuales europeos, muchos de ellos contemporáneos como Stefan Zweig o Marguerite Yourcenar, que se basó en él para escribir Opus nigrum, le ha dedicado páginas...
        
--Es una figura que pertenece a toda la Humanidad. Especialmente en nuestros días donde hay tantos incidentes sobre la libertad de expresión, nos pareció que era el personaje justo para contestar al conflicto. Él mantenía una teoría (no sé si válida o no. Soy realizador, no teólogo o filósofo) acerca de la Santísima Trinidad, lo cual significaba mantener una actitud herética, pero lo que en realidad pretendía era dialogar sobre ello, que lo ilustraran, y eso le costó la muerte. Un muerto es un hecho irreversible. Se puede discutir una teoría, desmontarla, pero lo que no se puede hacer es matar al que la sustenta.
        
--¿Cuál es su interpretación del hombre, del sabio y del hereje?
        
-No sé si Miguel Servet fue un sabio o no. Es un hombre del Renacimiento. Mi visión es que era un tanto inocente, tozudo (quizá como buen aragonés), pero además culto: hablaba español, catalán, griego, latín y francés. Era realmente culto. Fue astrólogo, médico, geógrafo, estudió jarabes y plantas. Era un hombre de su época con una cultura muy amplia y con sentido crítico. Y, sobre todo, era teólogo. Hay un aspecto muy bello de Servet: todo el mundo lo asocia o lo reconoce como descubridor de la circulación menor de la sangre, y en verdad lo fue. Lo más hermoso de todo es que publicó su descubrimiento en un libro de Teología y no de Medicina porque entendió que su revelación correspondía al hálito, a donde estaba Dios en el cuerpo humano, y la sangre era lo único que está en todo el cuerpo. Me parece que ese sentido teológico, religioso o místico resulta muy hermoso, acaso lo más hermoso.
        

--La vida de Servet está llena de puntos oscuros, de lagunas  biográficas, de misterio. ¿Aventura su obra solución a estos enigmas?
        
--La vida de Servet está llena de lagunas, es cierto. Si las hay en cualquiera de nosotros, ¿cómo no va a haberlas en un hombre que vivió en el siglo XVI? De él, con certeza, se sabe lo que dijo en los tres procesos que tuvo en Vienne (Francia) y en Ginebra, y del resto se saben cosas muy importantes.
        
--Concrétenos un poco más.
        
--Sabemos que nació en Villanueva de Sigena, que estuvo de médico en Charlieu. Sabemos que estudió Medicina en París con Vesalio, entre otros, y Derecho en Toulouse; allí acabó haciendo Teología porque en esa capital se producía una agitación de pensamiento y de ideas. Debía ser tímido y solitario, e incapaz para el sexo. Al parecer en Sigena se había hecho una herida en los genitales y debió desplazar toda aquella energía reprimida o forzosamente contenida hacia el estudio de la religión y la ciencia. Más que las suposiciones, me interesa contar el ser excepcional que es Miguel Servet, lo que inventó, sus pensamientos, las razones que le impulsaron a obrar de una manera u otra. Estamos haciendo una versión dramática, no un documental. Tenemos que representar una colina que signifique una colina de Ginebra o París y que tenga un sentido dramático como el que debió tener para Servet en su momento. Insisto: quiero hacer una versión dramática como hicimos en Ramón y Cajal, y nada ha sido dejado al azar.
        

--Permítame un leve paréntesis:¿por qué le fascinó tanto el Premio Nobel Cajal?
        
--He hecho mi vida casi por entero en Madrid. Allí han nacido mis hijos Álvaro y Verónica, y he realizado mi carrera, pero siempre he creído que dentro de mí va un aragonés constante. Terco. Don Santiago Ramón y Cajal era como un espejo de virtudes y defectos aragoneses: poseía una enorme voluntad y la tozudez tan nuestra, dedicación y sacrificio. Me planteé la serie de nueve capítulos como un elogio de la voluntad, de la voluntad infinita, en realidad.
        

--Gracias. Existe un aspecto en su carrera artística que la crítica siempre ha alabado: el cuidado que pone en la ambientación, en los decorados. ¿Ocurre lo mismo en Miguel Servet: la sangre y la ceniza?
        
--Bueno, soy un poco especialista en ese asunto. Espere. Lo cierto es que no es así exactamente. Sucede que me gusta mucho mimar estos detalles. Si uno no sitúa a un personaje en su entorno, éste no logra entenderse y eso me ha parecido fundamental. Es una primera lectura para abordar a un personaje determinado y por eso he cuidado mucho las ambientaciones. No por una razón estilística o artística, sino por una razón literaria de personaje. Servet no tendría el mismo sentido en una ambientación distinta y hemos buscado ambientes del siglo XVI, de índole dramática, para hacer los decorados. Me parece que es más sugerente reproducir una parte de Veruela como una sala de disección de juicios (aquí ocurre la condena por el tribunal del teólogo oscense) que hacer el decorado de una sala de este tipo intentando representar las piedras del monasterio de Veruela u otras parecidas si ya están, si ya existen labradas amorosamente por los antiguos, si ya tienen un sentido y una pátina. Eso es más bonito y más sincero que hacerlo en un estudio, donde se podría lograr una mayor perfección técnica de algunas cosas, pero íbamos a perder esta especie de aura, de atmósfera que se desprende de todo.
        
--¿Ha escogido por eso como escenarios de la serie espacios como La Aljafería o el castillo de Loarre que nada tienen que ver con la vida de Miguel Servet?
        
--Claro. Buscamos lugares, edificios de gran proyección histórica y artística de Aragón. En Loarre tendrá lugar el rodaje de una operación y la Aljafería era, en tiempos de nuestro protagonista, sede de la Inquisición, que tanto tuvo que ver con su vida; se filmarán varias escenas en el palacio. Recuerde que Miguel Servet fue condenado a la hoguera por Calvino, interpretado por mi paisano José Luis Pellicena.
        

--¿Cómo se produjo la elección de actores, y en especial la de Juanjo Puigcorbé para encarnar a Servet?
        
--Es muy sencillo. Para Cajal hacía falta un actor que tuviera un cierto parecido con don Santiago, y creo que Adolfo Marsillach hizo un trabajo excepcional. Si usted ve los autorretratos de Cajal y ve los fotogramas de la serie comprobará el enorme parecido. Y de mi hija Verónica le diré que creo que tiene una gran categoría como actriz, y pienso que no me ciega la pasión. Hizo muy bien el papel de doña Silveria. ¿Juanjo Puigcorbé? Piense que carecemos de iconografía de Miguel Servet. Sólo hay un grabado realizado 50 años después de su muerte, del cual se han sacado las estatuas y diseños posteriores. Viene en la portada de todos sus libros. Había que inventarse un retrato y busqué un actor que fuera un magnífico profesional, muy sensible y que tuviese entre 20 y 40 años. Y a ser posible que tampoco fuera demasiado popular. Con todo ello hicimos un retrato robot, busqué actores en Madrid y Barcelona, y vi a Juanjo Puigcorbé haciendo una comedia y me pareció el actor ideal. Estoy muy contento con su trabajo porque es un intérprete muy sensible, muy inteligente y tiene un extraordinario sentido crítico.
        

--Siempre se le ha dado bien elegir los actores: pienso en el reparto de Atraco a las tres, en la elección de Paco Rabal para interpretar Amanecer en Puerta Oscura, en Marsillach para Ramón y Cajal o en que usted hizo debutar a Gracita Morales.
        
--¿Dónde ha leído eso? Es cierto. La había visto en una representación teatral. Sólo decía: “Ave María Purísima”. Tuve intuición. Pero, paradójicamente, sufrí lo mío con una estupenda actriz como Analía Gadé. A veces pensaba que no la tomaban en serio del todo porque era tenía una belleza demasiado espectacular.
        

--Confesó hace poco que le gustaría filmar la vida de otro personaje aragonés: Fernando el Católico. Aragón tiene algo de obsesión constante en su cine. ¿Qué relaciones mantiene con su tierra?
        

--Quizá yo con Aragón tenga una vinculación directa; no Aragón conmigo. Me explico: esta tierra nunca ha sido cordial con su gente. Un día me preguntó Luis Buñuel qué tal me trataba la crítica zaragozana y le dije que me trataba peor que ninguna otra de España. Me contestó: “A mí me pasa lo mismo”. O sea, que debe ser bastante normal y me parece estupendo porque eso refleja nuestro carácter que no tiene semejanza con ninguno ni tiene porque halagar a nadie.
        

--¿Quiere decir que usted ama más a Aragón que al revés?
        
--Quiero decir que yo hago cosas porque he nacido aquí y las figuras que selecciono son muy notables y seguramente nadie contaría sus vidas si no las contase yo. Tal vez por ello he elegido a Cajal, a Servet, a Gayarre (que es un personaje inmediato, vecino), a Braulio Foz, del que seleccioné un cuento erótico de su novela Pedro Saputo para la serie de TVE El jardín de Venus. Y me gustaría acercar al rey Fernando el Católico a la gente. No sé si le he respondido. En todo caso, es un problema mío con Aragón, no de Aragón conmigo. Ni tiene que agradecerme ni darme nada. Soy yo quien tengo que agradecer el haber nacido en Zaragoza y el poder hacer estas cosas por Aragón. Dicen que soy muy aragonés en las expresiones, que cuando me asoma el cachirulo se me nota mucho.
        

--Lamento que tenga que irse ya. ¿Qué significa, qué ha significado para usted el cine?
        
--A los aragoneses nos ha entretenido, y no sé si definido, mucho esto de la imagen. Mi sangre verdadera está en el cine, que es mi vida y mi sueño. En realidad, creo que no sabría hacer otra cosa y felizmente sigo teniendo proyectos.    
        

Le reclaman del rodaje. Ya se han encendido las luces y la maquilladora se ha acomodado en el claustro. El director de fotografía, Manuel Rojas, encuadra un cadáver entre las columnas. Las cabezas de los monstruos observan desde las gárgolas. Sobre una cama de disección, un doble de Quique San Francisco de silicona luce su vientre abierto. José María Forqué, tras la infusión y la tertulia, ya está al pie del cañón en la sala capitular. Alguien grita: “Silencio. Motor. ¡Acción!”. Y se inicia una clase de Anatomía. De repente, Forqué ruega: “Ese niño, que se calle”. Alguien le corrige: “José María, no es un niño. Es un perro”. Y ahí le dejamos: sobrio, entrañable, con su genio baturro y con los ojos asombrados, azules como el mar de bonanza en medio de este santuario de leyenda y piedra.

*El retrato de Miguel Servet es de José Luis Cano, que le dedicó una espléndida monografía en Xordica y considera al sabio un vivo ejemplo de esa característica esquizofrenia aragonesa.

19/11/2006 10:15 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

ESTA TARDE, BORRADORES (CARTV)

20061119105300-maria-elena.jpgInvitados y reportajes:
Mónica Vázquez Astorga, Alfonso Plou, Andrés Neuman, Pepe Navarro, Enrique Larroy y Manuel Vilas en “Borradores” 

La  cantante Patricia Badián y el guitarrista Hernán Filipini, con un tema de María Elena Walsh, “Barco quieto”, abren el programa “Borradores”. Se despedirán con “Los ejecutivos”, también de la poetisa y compositora argentina. Además, acuden al plató la historiadora del arte Mónica Vázquez Astorga, que habla de su último libro sobre el arte del cartel taurino, del que se emite un reportaje a ritmo de pasodoble, y del arquitecto José Borobio. Y también visita “Borradores” el dramaturgo Alfonso Plou, que ha ganado el premio Lázaro Carreter con una pieza sobre Mao Tse Tung y acaba de estrenar con El Temple una obra sobre Andy Warhol.

“Borradores” acude al taller de Enrique Larroy, cuyos cuadros decoran el plató; el pintor propone un viaje por su trayectoria y confiesa algunas de sus manías como creador en el taller. “Borradores” ofrece un reportaje sobre las fotos de Pepe Navarro de “Las fiestas en Huesca”. Se entrevista al escritor argentino Andrés Neuman, con motivo de la publicación de “Alumbramiento”, donde explica su vocación absoluta por la literatura y recrea su dodecálogo sobre el cuento, emite un reportaje sobre el Escaparate Cultural de la Diputación de Zaragoza, donde se exhibe la producción institucional al amparo de Virginia Tabuenca, y el equipo de “Borradores” se desplaza a la librería Estilo de Huesca.  Un poema de Manuel Vilas sobre las mujeres, con un acento de ironía y denuncia, pone la despedida.

Borradores. Hoy, a las 18.30. Redacción: Ana Catalá Roca. Producción: Raquel Guzmán. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Realización: Teresa Lázaro. (También conforman el núcleo básico del programa de debate, "Palabras cruzadas", que dirige y presenta Rafael Bardají).

La foto es de la poeta, cantante y escritora de cuentos infantiles María Elena Walsh.

19/11/2006 10:40 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 2 comentarios.

EL ZARAGOZA, BIEN, Y MAÑANA LUNES...

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Hacía ya algunas semanas que no iba a La Romareda. He seguido al equipo por televisión con auténtico entusiasmo y entiendo la felicidad de Víctor Fernández y de los aficionados. Ahora, tantos años después, vuelve a haber materiales para el sueño.          El Real Zaragoza tiene quince o dieciséis jugadores capaces de responder a un alto nivel. Si falta Milito, Piqué puede reemplazarlo con absoluta solvencia. Hoy lo hizo y de qué modo: realizó  un soberbio choque, pleno de concentración y despliegue, pleno de energía, de colocación y de proyección en el ataque, que le valió un gol. Si falta D’Alessandro, puede entonarse Óscar, o Sergio García, que derrama vértigo, que este año está inspirado y crea huecos, desbordes, impresiona al rival. Y ahí, como un catalizador, como un recuperador incansable, anda Alberto Zapater: no es brillante, no es barroco, no parece un virtuoso, pero siempre está y acude y se desgañita, dispuesto a ayudar, a parar al rival, a correr más que nadie. Tiene furia de competición, sed de balón y de victoria, y exhibe una honestidad a prueba de bomba. Posee la hechura de un jugador comprometido.

Hoy, además, realizó un excelente partido Juanfran, quizá uno de los mejores, tuvo algunos instantes en la segunda parte de lucidez Movilla, realizó una parada para “El tercer tiempo” y los telediarios César Sánchez, y Aimar hizo lo mejor que sabe: tocó algunos balones, basculó hacia un lado y hacia otro, ensayó algunas pillerías, y por fin atisbó el hueco que abrió el partido y los óxidos incómodos de una tarde que se presumía dura. Tras la primera parte, embarullada y gris, con un Nastic que hilvanaba aunque carecía de mordiente, el presidente Eduardo Bandrés expresó así su estado de ánimo. “Y ahora a sufrir, de nuevo”.        

El sufrimiento duró poco más de cuatro minutos. Justo lo que necesitó Aimar para lanzar un mísil por el centro. La tarde se había quedado ideal, sin viento, trabajada de nubes y de cánticos. Fue en ese instante cuando descubrí dos cosas: una pancarta inmensa que recordaba al líbero Sergio, el futbolista que arrojó su cuerpo al tren, el futbolista que me llevó a pensar en Canito y en Víctor Mira, y el nombre de “David Generelo” a una peña. Generelo estaba aún en el y saldría entre aplausos: es un buen jugador al que le faltó atrevimiento, ambición, capacidad de erigirse en jefe de operaciones. Marcó Aimar, luego lo hizo Óscar, y apuntilló Piqué, que estuvo pletórico. Este Real Zaragoza tiene pegada, ambición y un estado de inspiración constante. Siempre hay alguien que marca. Creo que lleva algunas semanas sin golear Diegol Milito, pues no pasa nada: ahí están sus compañeros y el Real Zaragoza se instala cómodamente en zona de Champions.
        

Estuve sentado al lado de Canario, que no mostró en ningún instante ardor, alegría, pasión por lo que veía. Quizá celebrase aún el recuerdo de Puskas, que tuvo en Estiragués el Sordo a un feroz marcador. Allá abajo veía a Pepe Melero rodeado de directivos. Luego, al final, hablé con Eduardo Bandrés y su mujer Victoria, están que no caben de gozo los dos; con Chon Durán, Emilio  Ubieto, que prepara una exposición muy metódica acerca de la confección de las historias locales, Manuel de Miguel (dijo que había recibido una llamada de Madrid donde le decían: “Víctor Fernández está castigando a Sergio García. El  chico debería jugar”), José Manuel Lozano. Y con Pepe Melero, claro, que vive un maravilloso momento: a veces le pellizcas y no consigues devolverlo a la realidad. Bueno, ha hecho de su realidad de consejero el tapiz y la  trama de un sueño. Me digo que cuando ocurren cosas así, que están en los lugares aquellos que aman los lugares, las cosas y las gentes, se te  ocurre decir que existe justicia poética.  

      
         Afuera me esperaban Jorge y Diego: se lo habían pasado muy bien. Tomamos papas bravas. Había sido un espléndido fin de semana: Jorge volvió a jugar con el Utebo, tras su lesión, y venció su equipo 2-5 en La Puebla de Alfindén con un buen rendimiento suyo; Daniel empató a 5-5, a fútbol sala, y anunció que se independiza, Diego ganó 5-0 en juveniles y realizó un soberbio partido…        

Y yo digo: “El Zaragoza bien, y mañana lunes…”

19/11/2006 23:52 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

UN POEMA DE MARTIN LÓPEZ-VEGA*

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Estuve el viernes en Madrid. Tuve una auténtica hada madrina: Pilar Lucas, la jefa de comunicación de Destino. Me  llevó a todas partes, incluso a comer a La Borbolla, e incluso me presentó a los medios de comunicación. Alguien dijo con afecto: “Pilar Lucas es el sueño erótico de todos nosotros”. También fue muy gentil su colaboradora Carmen Romero. Hubo muchos amigos: Manuel Quiroga, Juan Carlos Soriano, Tomás Val, Juan Manuel González, Jesús Morales, Marina de “La voz”, otros compañeros de la agencia EFE y Europa Press. Fui a ver las exposiciones de Henri Michaux, del INjuve y de Mário de Cesariny. En el Círculo de Bellas Artes quedé con Jonás Trueba, guionista y soñador que prepara su primer largometraje. Tras la charleta, de esto y de aquello, es un sabio delicado y chispeante, nos fuimos de paseo. Y acabamos en la librería Central, al lado del Reina Sofía. Allí nos encontramos con Martín López-Vega, que acaba de publicar en DVD, en coedición con el ayuntamiento de Barbastro (ha obtenido el premio Hermanos Argensola, 2006), “Extracción de la piedra de la cordura”, un largo poema dividido en varios fragmentos y voces que aborda temas eternos como el amor, la amistad, el mito, la alegoría y la muerte. Es un libro complejo y osado, que tiene un tamiz novelístico y grave, redactado por un autor dotado de sensibilidad, de hondura y de una pasmosa seguridad en sus materiales. De  ahí también su variedad estilística, sus constantes a homenajes a autores y a tradiciones poética, su  gusto por la interpelación a una suerte de alter ego del propio poeta. Martín López-Vega, librero en La Central, en la sección de narrativa (al lado está el poeta Carlos Pardo, encargado de la sección de poesía; nos dedicó “Desvelo sin paisaje” (Pre-Textos)), nos firmó su libro, que leí en el tren. Presentó el poemario el pasado sábado. Cuelgo aquí este fragmento: 

25
Algo que no era una voz
Me ha llamado al bosque,
Me ha acogido dentro,
Como un camino que llega
Y se recoge sobre sí mismo.
Siento la energía de la tierra
Difuminar mis contornos,
Acaricio un árbol
Y soy árbol
Respiro el aire
Que yo soy de nuevo,
Veo la espesura
Que era por dentro
Y hoy soy yo otra vez por  entero.
Sintió lo que sintió
El primer druida,
El bosque me ofrece
Un cayado de haya
Como instrumento
Para hacerme zahorí de dentro.
Cae la noche
Pero me queda un camino,
Me detengo ante él

Y me brotan raíces.

*Extracción de la piedra de la cordura. Martín López-Vega. Premio de Poesía Hermanos Argensola. DVD. Barcelona, 2006. 62 páginas.   [La foto que he puesto es un dibujo a tinta de Henri Michaux. La muestra es realmente estupenda.]

20/11/2006 09:02 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 9 comentarios.

ALMAGATO PUBLICA "EL SUEÑO DEL MONTE"

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Debió ser en el verano de 1997. Bajo la coordinación de Luis Felipe Alegre y El Silbo Vulnerado, escritores y músicos y actores viajamos a Cienfuegos y La Habana, con dos pequeñas escalas en Cumanayagua y en Trinidad. Y en una de esas playas de ensueño, de arena limpia y compacta, casi blanca, y un agua caldosa, de ésas que han dejado de ser un bálsamo. Entre los cantantes, andaban Vicente Llorente, Carlos Arroyo, también conocido por Carlos Malicia, y una de las voces que más me han gustado a mí en mucho tiempo, que me gustan: Alicia Fernández. Cantaba a dúo con Carlos Malicia, con Vicente Llorente o con  el hilo suavísimo de voz de Marta Valdés o a “capella”, y lo hacía espléndidamente. Conmovía. Seducía. Fascinaba. Tenía algo de arrebato. Pensé en varias ocasiones en que esa chica, acaso lánguida en apariencia, era nuestra versión de Edith Piaff.  

Acaba de  llegar a mis manos el nuevo disco de Almagato, el que rinde homenaje a Mauricio Aznar y a Santiago del Estero, la provincia más antigua de Argentina. El disco se titula “El sueño del monte. Mitos y leyendas del noroeste argentino”, y está compuesto por  chacareras, zambas, yapitas, y otras piezas de la tradición santiagueña. Un total de 17 temas; el libreto es estupendo, todo un libro, repleto de magia, tradición, de personajes, de música. Carlos Carabajal recuerda al líder de Más Birras, que  estuvo en la Argentina y se quedó prendado de su folclore. Aquí, en algunas piezas, en primer plano, vuelve a sonar con rotundidad Alicia Fernández, junto a esa magnífica y jovencísima interprete llamada Patricia “Pato” Badian, a la que vimos  el domingo y veremos esta noche en “Borradores”.

El tema  10 “Pa que no baile solita” está interpretado por el propio Mauricio. El disco lo publica el propio Almagato en colaboración con el Gobierno de Aragón. La presentación oficial de “El sueño del monte” será el día 30. Almagato lo componen Patricia Badian y Alicia Fernández (voz), Alberto Moreno (voz y quena), Jaime Lapeña (violín y viola) y Jaime González (voz, guitarra española y acústica, charangos, mandolín, flautas, ocarina, bombos, sachabombos, cajas y percusiones).

 *El rostro esculpido de Mauricio en la calle que lleva su nombre en el barrio de Casablanca en Zaragoza.

21/11/2006 11:19 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

CARTA CON POEMA DE JOSÉ HIERRO*

[Ya veo que el mar te persigue, debe ser que no lo tienes aquí, a mí me ocurre cuando estoy en el mar, me persiguen las montañas. No sé si has leído un poema precioso de José Hierro “Despedida del mar”, dice así:  

Por más que intente al despedirme
guardarte entero en mi recinto
de soledad, por más que quiera
beber tus ojos infinitos,
tus largas tardes plateadas,
tu vasto gesto, gris y frío,
sé que al volver a tus orillas
nos sentiremos muy distintos.
Nunca jamás volveré a verte

con estos ojos que hoy te miro.

*La librera Pepa Sánchez de Estilo de Huesca me envía una cariñosa nota sobre "Golpes de mar", y me envía este poema.

23/11/2006 08:45 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

LA MUJER 10 DEL CINE

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Relectura de "La Enciclopedia de Marilyn Monroe"* de Adan Victor: el libro que lo revela todo sobre la actriz  

Podría pensarse que de Marilyn Monroe (1926--1962) está todo dicho. Contado y recontado. Pero el mito crece a diario, se multiplica, ensancha su pagana divinidad de diosa, esculpida por una inspiración demasiado humana. Para Joshua Logan Marilyn era "puro cine"; para John Huston "era extraordinariamente buena" y Hictchcock la definió como "la estrella genuina de Hollywood".

Todo ello y mucho más, sus amores y sus películas y su complicada vida, aparecen en "La enciclopedia de Marilyn Monroe" de Adam Victor (Köneman, 2001).
Quizá si no hubiese muerto en 1962, Marilyn no hubiese sido el mayor mito sexual del cine. Una vez, convertida ya en objeto de deseo universal, en un armazón de fragilidad con curvas y magnetismo felino, dijo: "Si voy a ser símbolo de algo, prefiero serlo del sexo en lugar de otra cosa". Tal vez si no hubiese desaparecido envuelta en circunstancias macabras --para unos fue objeto de asesinato instigado por los Kennedy, Robert estaba en su casa el día fatal; para otros, un suicidio--, no se habrían escrito varios centenares de libros sobre Marilyn Monroe. Y ahora acaba de publicarse en España quizá el más completo que se conoce, y no nos olvidamos de "Marilyn Monroe. La biografía" de Donald Spoto (Anagrama, 1993) ni de "Marilyn Monroe. Investigación de un asesinato" de Donald. H. Wolfe (Emecé, 1999). Se trata de "La enciclopedia de Marilyn Monroe" de Adam Victor (Köneman), el fruto de más de tres años de intento trabajo de rastreo, búsqueda bibliográfica, conversaciones e indagación periodística.         

El resultado es un libro suculento, que ofrece una visión algo más compleja de la actriz de "Con faldas y a lo loco". No es que aporte nada radicalmente nuevo, que se desconociese o que no se sospechase de la actriz. Pero tiene el volumen tantas entradas, tantos matices, tantas declaraciones y, sobre todo, tantos personajes próximos a la mujer 10 del cine que su mundo se percibe mucho más vasto y mucho más rico. Marilyn fue una mujer frágil, sí, insegura, insatisfecha, una buscadora incesante de amistad, de cariño, de éxito, de sosiego interior, y eso --además de entregarse a muchos hombres codiciosos de sus carnes, vampirizados de súbito por su belleza cincelada con buril y una inspiración demasiado humana-- le condujo una y otra a vez a intentarse. Asistía a clases de interpretación y dicción, a clases de canto, y a leer (Rilke, Dostoievski, Tolstoi, Hemingway) con auténtica voracidad hasta el punto de convertirse en "la rubia tonta que más leyó en la historia de Hollywood". Recién casada con el gran Joe Di Maggio, el mejor jugador de béisbol de la historia de los Estados Unidos, se puso a leer a Saint--Exúpery y subrayó la frase: "Lo esencial es invisible a los ojos". Di Maggio comentó: "¿Qué demonios significa esto"?
        

La Enciclopedia lo abarca todo. Las películas, los directores que la amaron (Elia Kazan especialmente) que la adoraron y que la hicieron grande como Wilder, Hawks, Negulesco, Hathaway o Huston; los fotógrafos que la captaron en su hipnótica hermosura o con esa desnudez que estremeció al mundo ("Nunca conocí a nadie con un don natural como el suyo ante la cámara", dijo Eve Arnold, que la retrató durante "Vidas rebeldes"); los actores que la entendieron, la detestaron, le robaron o le cedieron algún papel (se recuerda la antipatía profunda que se tenían Vivien Leigh y ella); sus numerosos amantes, y entre los posibles (al margen de los conocidos Marlon Brando, Frank Sinatra, Tony Franciosa, Yves Montand, Tony Curtis, los Kennedy o el escritor José Bolaños, para ella "el mejor amante del mundo") figuran nada menos que Orson Welles y el mismísimo Albert Einstein, que colgaba en su suite del Waldorf en dos fotografías.
Marilyn llegó a configurar una lista de hombres a los que admiraba y con los que le habría gustado acostarse (figuraban Hemingway, Jean Renoir, Welles y por supuesto Einstein); un estrecho colaborador, no obstante, aseguraba que "el sexo no le interesaba demasiado". También figuran guionistas, masajistas, peluqueros, productores, y los curiosos y mitómanos podrán sorprenderse con sus tablas de gimnasia, que las tenía y las realizaba, o con sus dietas escrupulosas, que a veces rompía con Dom Perignom y aquel alivio artificial que eran los barbitóricos.        

Adam Smith no teme centrarse en algunos temas borrascosos como su muerte, su lesbianismo y su permanente desamparo. Respecto a su defunción, sugiere, igual que hacía Donald Spoto, que el perverso Hoover (el jefe de la CIA que perseguía comunistas y homosexuales y se trasvestía en la intimidad con ropas de mujer) podría haberla utilizado en un complot contra los Kennedy. Se cuenta también que Joe Di Maggio intentó sorprenderla en adulterio con su profesor de canto y se la encontró en la cama con otra mujer. Marilyn, que sostenía que su cuerpo "era su amigo mágico", dijo luego: "Cuando empecé a leer libros me encontré con palabras como 'frígida', 'marginada' y 'lesbiana' y me preguntaba si sería las tres cosas. Estaba, además, el siniestro hecho que me encantaba mirar a las mujeres guapas". La soledad incrementaba su necesidad de ternura, de protección, y era capaz de pedirle al invertido Monty Clift o a Adam Cassey, cuyo lecho invadía de noche: "No hagas nada, sólo abrázame". 
        

Las fotos son preciosas, variadas. Sojuzgan. Como ésta de la inolvidable Eve  Arnold.

 *"La Enciclopedia de Marilyn Monroe" es un libro de Adam Victor, aparecido en la edición española de Köneman, editorial especializada en fotografía. La traducción es de Carlos Chacón, Carmen Gómez y Vicky Santolaria. 342 páginas. Con fotos. Sigue en las librerías, de oferta. 

 

25/11/2006 00:17 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

EVOCACIÓN DE JEAN SEBERG

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Hace casi medio siglo, el mundo descubrió a una americana menuda y frágil, con el pelo cortado a lo garçonne, con los ojos entre azules y grises, que paseaba por los alrededores de París con Jean Paul Belmondo en Al final de la escapada (1959), de Jean--Luc Godard. Se llamaba Jean Seberg. Había sido descubierta unos años antes por Otto Preminger entre miles de aspirantes para encarnar a Santa Juana, la Juana de Arco soñada por George Bernard Shaw. Hasta entonces poco se sabía de ella: había nacido en Iowa en 1938, descendía de emigrantes suecos y era la chica mona a la que adoraban los integrantes del equipo de fútbol de su ciudad. Pronto se convirtió en una especie de mito: encarnaba a la mujer moderna como antes lo había hecho Katharine Hepburn y como en los 70--80 lo haría la fugaz Dominique Sanda de Noveccento y Más allá del bien y del mal.

         Rica y famosa, se casó con el novelista y diplomático de origen lituano Romain Gary (1914--1980), con quien mantuvo durante diez años una relación de amor y desamor. Era la vieja estampa del intelectual, sabio y maduro, y la joven diosa, la cazadora solitaria en que habría de convertirse pronto. Jean Seberg fue una mujer tempestuosa: vivía en el abismo de la pasión, en el límite de una enajenación inicialmente controlada, y poesía una lunática y poderosa personalidad.

         Tuvo muchos amantes. El novelista mexicano Carlos Fuentes, casado a finales de los 60 con la actriz de Nazarín de Buñuel, Rita Macedo, sucumbió a sus encantos, y se quedó hechizado por ella. Le ha dedicado una novela, Diana o la cazadora solitaria (Alfaguara, 1994), donde le cambia el nombre por Diana Soren. La relación, que llegó a ser intensamente emocional y erótica (a veces el lector se sorprenderá con la sinceridad del autor al hablar de "la infinita capacidad sexual de Diana" y de sí mismo), contabilizó más de mes de convivencia a lo largo de casi un año. En la novela, sorprende el lado oscuro de Seberg, su rabiosa independencia y su compromiso con las causas perdidas de los Panteras Negras, del hippismo o de los derechos humanos. Era desconcertante y asumía sus traiciones: durante el rodaje de La leyenda de la ciudad sin nombre se enamoró de Clint Eastwood y vivió un romance con él; al volver al apartamento que compartía con Fuentes, colocó un retrato de Eastwood de vaquero en La muerte tenía un precio.           Carlos Fuentes viene a decir que era una mujer desquiciada, con un enigmático lado oscuro, que perturbaba a cualquiera y podía llegar a ser muy cruel. Era la mujer fatal, quizá sin saberlo, aunque iba de aquí para allá seduciendo muchachos, buscándolos en las tabernas de Estados Unidos o París, y consumiendo alcohol y droga. Hubo un momento en que fue perseguida por el FBI, habida cuenta de que era una estrella contestataria de Hollywood. Hacia 1970, poco después de cambiar a Carlos Fuentes por otro amante y reprocharle, según dice en su novela, que "era menos culto que Iván Gravet (Romain Gary)", se quedó embarazada. Alguien hizo llegar a la prensa el rumor interesado de que esa criatura era de un integrante de Las Panteras Negras. La desgracia se cebó en ella, el niño murió a los tres días, pero antes Jean Seberg tomó al cadáver más de doscientas fotos. Estaba al borde de la destrucción.

         Quizá por entonces, o a mediados de los 70, la conoció y la amó el realizador Ricardo Franco. Fue para él una experiencia increíble: Jean Seberg, que nunca fue una gran actriz, seguía siendo una criatura irresistible, una leyenda de carácter insondable y aniquilador. Subyugante, sin duda, tierna, díscola, rebelde. Era un doloroso misterio y quizá un naufragio continuo como ser humano. Ni Ricardo Franco ni Carlos Fuentes pudieron olvidarse de ella, ni siquiera Gary que se suicidó en París en 1980, un año después de la muerte en extrañas circunstancias de Seberg: hacía tiempo que estaba al borde de la locura. Lo mismo salía toda desnuda del baño de un aeropuerto que había decidido alimentarse tan sólo de comida para perros. O que intensificó su atracción por la defensa de los negros a través de su amistad con el escritor homosexual James Baldwin. Apareció muerta en un Renault, envuelta en un poncho (Fuentes dice que era exactamente igual que él que le había regalado tiempo atrás), con el cuerpo abrasado por quemaduras de cigarrillo, una botella de agua y una nota de suicidio.         

Fuentes no se olvidó jamás de ella. Y Ricardo Franco, muerto mientras le rendía su último homenaje, tampoco. En Lágrimas negras --la valiente e intensa película que terminó el finado Fernando Bauluz y un equipo entusiasta de colaboradores--, Ariadna Gil encarna en cierto modo el fantasma de Jean Seberg: aquel infierno y paraíso de pasión y de locura concentrado en un ser humano, signado por la enajenación, la mentira compulsiva, la autoaniquilación, la incertidumbre de vivir y la imposible felicidad. Y lo hace con una interpretación antológica y medida que reproduce a la perfección el frunce violento, la mueca torva, la ternura íntima y el amor oceánico de una loca que se sabe condenada al fuego en un coche frente al mar, aunque un hombre normal y romántico como Fele Martínez --fotógrafo y realizador de vídeos en el filme-- crea que pueda redimirla con amor de tanto sufrimiento en una historia en que ambos, Fele y Ariadna (¿o tal vez Ricardo Franco y Jean Seberg?), nos dejan perplejos y temblando. Y con ellos tiemblan también Elena Anaya y Ana Risueño en una actuación estupenda. Tiemblan y pierden porque Lágrimas negras es un testamento sobre la inútil pasión cuando sobreviene la locura.
  

 

25/11/2006 11:09 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 12 comentarios.

ALMAGATO, KARHE, ARANSAY: BORRADORES

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El programa cultural, cuenta esta semana con la actuación en directo del grupo de rock Karhe: su vocalista Carlos Valledor y el guitarrista Alberto Lázaro interpretarán dos temas, y además hablarán de su nuevo disco “Tuyo”. Además, Jaime González y Alicia Fernández, componentes de Almagato, explican su nuevo disco, “El sueño del monte” (2006), que constituye un homenaje a Mauricio Aznar, al músico Carlos Carabajal y a la provincia más antigua de Argentina, Santiago del Estero. El disco es especialmente sugerente: además de la riqueza de las canciones, Jaime González ha hecho unos espléndidos dibujos de personajes de la tradición argentina.

 “Borradores” ofrece un clip con la canción que da título al conjunto y con imágenes de la grabación, de Mauricio Aznar y de los colaboradores, entre otros. Por otra parte, “Borradores” entrevista en el plató el joven artista Alejandro Cortés, que ha sido el coordinador del libro “La charrada”, sobre vocabulario aragonés. El artista muestra una selección de sus cuadros constructivos y con ecos de Palazuelo, que forman parte del decorado de “Borradores”.
Además podremos disfrutar con los reportajes sobre la exposición de Fernando el Católico en las Cortes de Aragón; la muestra “De Angelis” de Ángel Aransay y la de nuevas tendencias recogidas en Art Futura. Finalmente, Teresa Martínez de Librería Kábala recomienda libros para el relax y el bienestar físico y mental, y el programa se completa con un vídeo del realizador Víctor Forniés sobre poemas de Miguel Ángel Ortiz. El título del poemario es “Sbattimento”, ha compartido el premio de poesía Isabel de Portugal, y no el de la Delegación de Gobierno, como creo  que digo por  error. Ana Esteban recita varias composiciones sobre las imágenes sugestivas de dos cuerpos desnudos.

 Borradores. Domingo, 26, a las 18.30. Y martes 28, a las 23.45. Redacción: Ana Catalá Roca. Producción: Raquel Guzmán. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Realización: Teresa Lázaro. Producción: Chip. 

25/11/2006 18:47 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

GARRAPINILLOS RECORDÓ A MOZART CON SU BANDA

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Hace años soñé que iba a vivir en Garrapinillos. Me había gustado el laberinto de campos  y plantíos, la sensación de que era un espacio doméstico y familiar, que tenía algo de barrio norteamericano donde podían suceder algunos cuentos inquietantes de Patricia Highsmith.

Desde muy pronto me gustó la plaza y la iglesia, entonces desmochada, que era el primer proyecto de Ricardo Magdalena y que tenía un aire inequívocamente francés. Una de las  cosas que me ganó de inmediato fue la banda de música, la Unión Musical Garrapinillos más concretamente. E incluso un amago de grupo de rock que ensayaba en el centro recreativo. Me gusta cómo la banda se integra en la vida cotidiana: cómo los  músicos estudian solfeo y son futbolistas a la vez y pueden pertenecer al club ciclista y pugnar con las asignaturas de la Eso o de Bachillerato. Me gusta porque tiene un músico, que además es el carnicero, y se llama Efraín. Una de las novelas de mi adolescencia fue “María” de Jorge Isaacs, que contaba la historia de amor un tanto imposible entre María y Efraín. Me gusta ver a tanta gente pendiente de ella: Mariano Garza, con los elementos de la nueva tecnología; el pintor y diseñador Luis Salas, que también llegó a ser entrenador de fútbol; el encuestador electoral Javier Miravete, que ayer hizo de Mozart nada menos, aunque acabó sin voz; el fotógrafo Javier Cruces, y entre otros muchos (Jaime, Armando…, me faltan 70, nada menos), entre un auténtica multitud que tiene algo de gran familia anudada a una melodía, el director Juan Carlos Roldán, o Carlos Roldán a secas, a quien oía hacer escalas a las once de la mañana y a las nueve de la noche mientras paseaba a mi perra Noa.        

La Unión Musical de Garrapinillos se distingue por su originalidad y por su inconformismo. Hace poco concursaba en un certamen de bandas de música; no ganó, pero demostró su valía: Carlos Roldán apostó por presentar lo que tenía, más que la ambición y el egoísmo de ganar a toda costa, pareció inclinarse por la máxima participación de los suyos, por el elevado nivel de calidad del colectivo, como quien dice: “Esto hay, sin trampa ni cartón. Todos aspiran a todo y se lo juegan a una carta”. Y ayer, tras varias semanas de trabajo, rizó el rizo de la audacia: ofreció un concierto en honor de Mozart con nueve piezas, distintos fragmentos de óperas sobre todo: “La Flauta mágica”, “Las bodas de Fígaro”, “Don Juan”, “Rapto en el serrallo”, etc.
Lo particular  de  todo ello es que todos los músicos iban vestidos como debieron hacerlo los músicos y los paisanos de hace 250 años en Viena. Los trajes fueron cortados y cosidos muy artesanalmente. El concierto tuvo una intención didáctica: Javier Miravete asumió la personalidad de Mozart y otra compañera, cuyo nombre no oí bien, era Constanze, su esposa. Un diálogo teatral daba paso a distintos encargos, que se explicaban, y luego los atacaba la banda con absoluta dignidad. El público sentía que aquella era su banda; la lluvia mordía levemente el tejado del Polideportivo de Garrapinillos.        

El alcalde pedáneo Mariano Blasco encarnaba el papel de un duque susceptible de realizar encargos al compositor de Salzburgo. Por desgracia, a Javier Miravete no se le oyó apenas, salvo el  primer tema: perdió voz, lo traicionó el micrófono. Eso enfriaba un poco el concierto, pero fue todo tan bello, había tal comunicación, se produjo la identificación con el grupo, que lo que importa era la música, el gesto, la emoción palpitante, la entrega. Javier Miravete dijo que se trataba de “una fantasía inolvidable”. Mozart sonando, los chicos y las chicas con sus pelucas, la orquesta distribuida, Carlos Roldán dirigiendo como suele hacerlo y agradeciendo con los ojos y con la voz la presencia de los cantantes Estrella Cuello Ramón y Luis Romero. Ella, que posee una excelente coloratura y una personalidad de soprano lírica, sufrió más con la ausencia de retorno de la voz y por la desdibujada resonancia; él pareció sentirse más cómodo con su poderoso timbre, pero ninguno de los dos desentonó: la gente aplaudió a rabiar. Gustaron.
         

Había cámaras de vídeo, cámaras digitales, daba vueltas y más  vueltas Alfonso Reyes, el reportero de “Heraldo”. Aunque quizá el detalle más enternecedor fue ver allí al fotógrafo Rafael Navarro –aún está reciente su exposición antológica en el palacio de la Lonja, organizada por Rosa Olivares-: llevaba en las manos una Leica, me pareció que era digital, y tiraba fotos insistentemente. Empezó así en este oficio: haciendo fotos del teatro y de la música. Había una razón: en la Unión Musical de Garrapinillos tocaba un nieto suyo, vástago de su hijo mayor. “Estoy aquí porque soy abuelo. También es un día importante para mí”.
        

Todo el mundo estaba encantado. Feliz. Acababa de vivir una experiencia maravillosa. Para siempre. Sólo hubo un pequeño borrón: el Garrapinillos de categoría juvenil acababa  de perder con el Giner. Un músico, flautista tal vez y futbolista, dijo: “Eran mejores que nosotros. Y yo estoy muerto”. Algo así me pareció oírle decir al gran Mario Martín.

*Esta sugerente foto de grupo es del fotógrafo de Garrapinillos Javier Cruces. (En este blog hay una entrevista con él).

25/11/2006 22:45 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

PRESENTACIONES: CERDÁ, CORRAL, ALMAGATO, YO MISMO

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-Pepe Cerdá. El martes 28, a las 19.30, Pepe Cerdá presenta en la sala Zentrum de Ibercaja (Plaza de los Sitios) su libro “Pintor, pinta y calla”, una selección de sus artículos aparecidos en su blog, tan leído y tan admirado. El volumen ha sido publicado en la Biblioteca Aragonesa de Cultura que dirige el catedrático de Historia Económica Eloy Fernández Clemente, que está preparando un gran trabajo sobre el polígrado lusitano Manuel Oliveira Martins.. 

-José Luis Corral. El escritor e historiador presenta el día 30, en el salón de la Corona de Aragón del Edificio Pignatelli, a las 20.00, dos nuevos libros: la novela “El caballero del Templo”, el volumen de historia “La Orden del Temple”, y la reedición, una década después, de su primera novela: “El salón dorado”, en una edición especial. Acompañará  a José Luis Corral en el acto Daniel Fernández, editor de Edhasa, que es la editorial de los tres títulos. 

-Almagato. El grupo compuesto por Jaime González,  Jaime  Lapeña, Alberto Moreno, Alicia Fernández y Patricia Badián presenta, el día 30 también, en el Centro Cívico Universidad su nuevo disco: “El sueño del monte”, grabado en recuerdo de Mauricio Aznar, Carlos Carabajal y la provincia argentina de Santiago del Estero. El álbum es realmente bonito y sugestivo.

-Antón Castro. El lunes 4, a las 20.00, en la Facultad de Económicas (Gran Vía, 2), el escritor y periodista presentará su libro “Golpes de mar” (Destino), en compañía de Malcolm Otero Barral, editor de Destino, José Luis Melero, bibliófilo y escritor, y Julia Millán, librera de Antígona. 

27/11/2006 00:25 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 3 comentarios.

HISTORIA DE RAMÓN CABRERA*

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RAMÓN CABRERA EN WENTWORTH  

Augusto Pinochet esperó el porvenir durante algún tiempo en la casa de verano del caudillo carlista Ramón Cabrera, en Wentworth, a treinta kilómetros de Londres. Y quizá vivió con el mismo trajín de correos, noticias, gente que viene y va, con que vivió El Tigre del Maestrazgo, pues por allí pasaron desde 1850 hasta 1877 Carlos VII y sus embajadas, los conjurados que acudían a pedirle que volviese a liderar --tras haber perdido dos guerras-- el carlismo y cumplir así un viejo sueño: instalar al "legítimo heredero" en el trono de España. Y también le solicitaban que desembolsase para ese empeño una pequeña porción de la fortuna que le había tocado en suerte por vía de matrimonio; hacia 1860, antes de la sonada catástrofe de San Carlos de la Rápita, prestó 60.000 libras que nunca le devolvieron. El responsable de aquella expedición en la que viajaba Carlos VI era Jaime Ortega, capitán general de las Baleares y del vapor L'Huveaunu, y fue capturado en Calanda, condenado a muerte y ejecutado.        

Como la de Augusto Pinochet, la existencia de Ramón Cabrera está salpicada de enigmas y de leyendas negras. Pero si en el chileno todo resulta más bien plano y siniestro, en el tortosino hallamos una personalidad más compleja: no fue un gran político, pero sí inteligente y audaz, valiente y defensor a muerte de sus soldados. Si Baltasar Garzón quiso procesar a Pinochet por sus más de 2.700 crímenes, el diario local de Wentworth en la necrológica que le dedicó a El conde de Morella afirmaba que había matado a 1.110 prisioneros de guerra, y en otros lugares decían no sólo que era sanguinario e indolente y vengativo --es conocido el episodio de la muerte de su madre por los liberales, sin otorgarle el derecho a confesión, como respuesta a que Cabrera hubiera ajusticiado a los alcaldes de Valdealgorfa y Torrecilla de Alcañiz. El general volvió a vengarse con un fusilamiento masivo en Valderrobres y Burjassot: cerca de 700 isabelinos--, sino que además bebía la sangre de sus víctimas. En Inglaterra, una vez que se consumió el mito del héroe romántico español, padeció diatribas y algún que otro libelo, firmado con seudónimo, acusándole de traidor y asesino sin escrúpulos.
        

¿Cómo vivió en realidad Ramón Cabrera i Griñó en la inmensa hacienda de Wentworth, rodeada de jardines, lagos, fincas y vastos territorios de caza? En su exilio inglés Cabrera se volvió muy aficionado a la cacería, llevaba escopeta continuamente y los faisanes eran una de sus piezas predilectas. Empecemos por el principio: Cabrera había estado en Londres hacia 1846 ó 1847, donde se había fijado en una joven heredera, romántica y delicada, llamada Marianne Catherine Richards, lectora de Lord Byron, protestante, deslumbrada por el pasado del héroe y partidaria de la causa carlista, para la cual podría haber entregado mil libras. Tenía una renta familiar de unas 25.000 libras anuales. Tras su encarcelamiento en Marsella, el militar acompañó en varias fiestas a Carlos VI, conde de Montemolín, y decidió formalizar su relación con la aristócrata inglesa. Se casaron en 1850 tras el fracaso de La Revolta dels Matiners; él tenía 43 años y ella 29. El rey pretendiente otorgó un nuevo título a Cabrera, Marqués del Ter, y su hijo, el infante Don Juan, fue su padrino de boda. Se instalaron en una casa de Eaton Square, pero pronto adquirieron una casa de verano en Wentworth, que con el paso del tiempo se convertiría en su primera residencia. Para entonces, Marianne Catherine Cabrera ya se había mostrado como una gran inversora y habían multiplicado el patrimonio familiar. Si trazaba senderos o designaba terrenos, les ponía nombres vinculados a la gloria pasada de su esposo: Cantavieja, por la villa del Maestrazgo, denominada La bienamada de Cabrera, Morella, Tortosa, Ter, etc.
        

Hacían poca vida social, pero Cabrera seguía desde la distancia la vida política española, era un conjurado en el destierro que soñaba con volver triunfal a España y que se carteaba con un carlista de Las Parras de Castellote. Con su mujer, se desplazaba a Nápoles, París, Alemania o Praga para encontrarse con su rey, o su heredero Carlos VII. Éste pasó de la veneración incondicional hacia Cabrera, "a los genios no se les entiende", dijo tras una visita en que lo vio "frío y flojo", al distanciamiento y a la enemistad. La evolución de Cabrera (sostienen que, de puro rico, el otrora pobre y mísero se volvió tacaño y receloso) le apartó del carlismo, y sus encuentros con Prim, o sus embajadores, y con Sagasta, que lo visitó en su casa de Wentworth, son peldaños hacia la aceptación de Alfonso XII en 1875, a quien vio desfilar en Londres y rey de España desde 1874. Aunque no conviene olvidar los episodios de 1860, el intento de sublevación de 1869 o aquella consigna de época: "No más borbones". Para Sagasta ver a Cabrera "era el sacrificio político más doloroso que yo podía hacer en obsequio del caudillo. Habitaba Cabrera una residencia lujosa y espléndida. En ella se respiraba un ambiente aristocrático y señorial (...) En su trato, a pesar de que la leyenda lo retrataba arisco, destemplado e iracundo, hallé un hombre cortés y amable. Me costaba trabajo creer que aquel cumplido caballero fuera el nombrado Tigre del Maestrazgo".
        

La vida de Ramón Cabrera en Inglaterra fue un enigma. Pero también lo era su mujer, tuvieron cinco hijos, se dijo que no se entendían y la inglesa lo había sometido por entero, pero no parece cierto del todo. En 1869 tuvo un gesto de auténtica heroína: Carlos VII organizó un conjunto de sublevaciones carlistas, en las que se vio implicado el brigadier Polo, que pensó que detrás de la operación estaba su cuñado Cabrera. Se sofocó la revuelta y los prisioneros fueron condenados a muerte. Marianne Catherine Cabrera vino a España, desembarcó en San Sebastián y se dirigió a Madrid con un intérprete, y visitó a los gobernantes en petición de clemencia. Organizó una cruzada contra los asesinatos, y contó con el apoyo de los oficiales y de las mujeres de ministros y generales. De regreso, le habían llenado su departamento del tren de rosas, y una multitud la aclamaba desde los andenes, arrojando flores y pronunciando vítores de gratitud.
        

Cabrera --que debió cortejar a la aristócrata en un espantoso francés-- falleció en 1877 tras una larga enfermedad y la adhesión a la causa de Alfonso XII. Su viuda murió en 1915, a los 94 años. Se peleó con su hijo y su nieto, llamados también Ramón Cabrera, a los que expulsó de Wentworth. Como de dictadores hablamos, Ramón Cabrera nieto, ahijado de Alfonso XII, fue muy amigo de Franco, pelearon juntos en los desórdenes del Rif, y falleció en un correo de guerra de Tánger a Ceuta durante el fratricidio del 36, se sospecha que de un sabotaje republicano. La única heredera de Wentworth, Ada Constance Beatrice Cabrera, vendió primero la biblioteca de 2.000 volúmenes y luego la propiedad al completo.
        

En una jornada de cacería, le preguntó una mujer a Ramón Cabrera qué temía un hombre como él. El sombrío y envejecido general dijo:
        
--Sólo temo morir sin gloria.
           

El ocaso del guerrero 

Ramón Cabrera i Griñó (1806--1877) es uno de nuestros grandes personajes del siglo XIX. Fascinó a viajeros, periodistas, historiadores y escritores. Ahí están, por citar algunos recientes, Joan Perucho, Baroja, Valle--Inclán o Carmen de Burgos, Colombine, la primera novia de Ramón Gómez de la Serna, a quien le cupo el honor de entrevistar a los descendientes de Cabrera, que no dejaron una imagen favorable del matrimonio, pero sí de su padre: "era sencillo, sobrio, no bebía nada, y le gustaba ir vestido con trajes usados". El mejor estudio que conocemos sobre Cabrera en Londres es Ramón Cabrera, a l'exili de Conxa Rodríguez Vives (Biblioteca Serrad'or, 1987), una auténtica maravilla. Como bibliografía general recomendamos los estudios del bajoaragonés Pedro Rújula, profesor de Historia en la Universidad de Teruel: Ramón Cabrera. La senda del tigre (Ibercaja, 1996) y Contrarrevolución (PUZ, 1998), quien resume así su destierro: "Cabrera nunca perdió la pasión por la política, pero también sabía que había pasado el tiempo de las espantadas a caballo. Wentworth es la morada del guerrero en su ocaso".En otros, recientemente Fernando Martínez Láinez también le dedicó un libro en Temas de Hoy. 

 

*Rescato este artículo porque se cumplen ahora  200 años del nacimiento del general carlista Ramón Cabrera, cuyo espectro creí ver en las tardes de cierzo en Cantavieja.

 

28/11/2006 00:21 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 12 comentarios.

LOS PORTADORES DE SUEÑOS CUMPLE DOS AÑOS

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La librería Los Portadores de Sueños organiza mañana, a las ocho de la tarde, una gran fiesta para sus amigos, clientes, cómplices y curiosos. Félix y Eva han traído aire fresco a la fiesta del libro: poseen un bello blog, tienen una gran intuición y aman los hermosos y buenos libros. Y se llevan espléndidamente bien con los compañeros del gremio. Eva Cosculluela, además, se ha revelado como una excelente comentarista de libros. Sus reseñas suelen aparecer en “Artes & Letras” de Heraldo de Aragón. [La foto es de Irving Penn]

29/11/2006 10:36 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 4 comentarios.

CUENTO CON FANTASMAS

20061129104137-fantamas.jpgEL FANTASMA Y LA NIEVE 

Para Félix y Eva, de Los Portadores de sueños

 

Pío Baroja recogió la historia para integrarla en su novela La venta de Mirambel, pero en el último instante creyó que aquella aparición de los días de nieve se escapaba de la trama de su relato y quedaba más bien como una curiosidad anecdótica, sin demasiado sentido, como si fuese un añadido presuntuoso y anacrónico. El fantasma tenía nombre propio, Florencio Candeal, y una profesión casi evocadora: ventero. Para algunos, había sido el antiguo dueño de la posada donde reposó el escritor vasco mientras tomaba notas para su libro y avanzaba una buena parte del argumento. De su existencia se conocía poco, pero sí se sabía que en la larga invernada de enero, alrededor de las ocho de la noche, el fantasma adquiría su aspecto de antaño y se arrastraba lentamente, cargado de arrugas y de cadenas, desdentado y hediondo, por las callejuelas nevadas. Algunos han querido verlo desgalichado y cojo de una pierna, quizá con bastón y con capucha; usaba barba blanca y fumaba un cigarrillo que se había liado a la altura del Portal de las Monjas, en el torreón de celosías morunas. Tomaba el camino del horno viejo y del castillo, y salía por un arco de la muralla que conduce a la ermita. Luego, tras haberse parado en el gran porche, volvía. Sobre la nieve quedaba la hendidura de sus pasos a la ida y a la vuelta, y a veces pequeñas hojas de perejil y de romero.         

Un día, por fin, cuando se fueron las monjas del convento, el pregonero que se detenía en cada esquina con su trompetilla dorada lo oyó hablar. Sin haber bebido nada, dijo en la fonda, ahora convertida en carnicería:         
--Lo sabéis: siempre me habéis dicho que grito en exceso en los pregones porque soy demasiado sordo. Por eso estoy perplejo, como si regresase de un sueño o hubiera recobrado el oído de golpe. No vi a nadie, ignoro si pueden verse los fantasmas. Pero si lo oí con toda nitidez con su hablar siseante, como a tumbos y sin ninguna erre. Mi abuela decía que los seres del trasmundo no pueden pronunciar palabras como ruido, susurro, cantar, Ramón o resaca, pero no sabría imitarle. Os digo lo que comprendí y lo que deduje. Olía a estiércol podrido de cien años. Así habló: «¿Qué es lo que me retiene aquí: los portales conocidos, el olor de la jara, los alerones decorados, los rostros familiares, la música de la nevada al amontonarse? He visto pasar mi entierro y el de mis amigos, pero yo no me resigno a desaparecer. Tengo nostalgia de lo que fui y me niego a lo desconocido, sean o no las llamas, la calma sin sobresalto o el paraíso. Qué paradoja. Cuando estaba vivo, lo despreciaba todo, aborrecía los días, el trabajo, el cuerpo de mi mujer, su lenta respiración de madrugada y su aroma bravo a grama y gallinero, y únicamente aspiraba a lo imposible: el gran Caserón de las dos terrazas y el cuerpo cimbreante de Sabela, su propietaria, que se mecía al atardecer semidesnuda. Recuerdo que, harto de servir los platos que trasegaban los arrieros y los labradores, decidí poner fin a mi vida. Atravesé las montañas hasta Las Cabrillas; allí una colina abrupta se abre hacia un barranco sin fondo. Me acerqué al abismo y desde una de las paredes del muladar, me arrojé con los brazos extendidos. Por un instante, en aquel bello aleteo hacia la muerte, me sentí aire, pájaro o nube sin lluvia; ya me imaginaba el topetazo definitivo, la sangre derramada y ese dolor terrible como el olvido, cuando apareció un gran buitre y me atrapó con sus garras o con su pico y me depositó en la gran explanada del roquedal, lejos de cualquier peligro. Desistí, claro, aunque hubiese preferido que me devorase como si fuese una vaca enferma o un cordero agónico, y regresé a casa. Otra vez más intenté alejarme de todos: ascendí hasta las cumbres del Arahuet, sí, allá en la cúspide donde el mundo es como una vaguada grande de monte sin aliagas, y me detuve un instante en los alrededores de la cantera. Al final de la tarde, hallé la bicicleta del vigilante y decidí estrellarme con ella calzada abajo. Imagino mi desesperación y mi tentativa todavía como si fuese en este mismo instante: me subo, acelero en la última recta antes del descenso y cierro los ojos para no eludir las curvas ni sucumbir a la tentación de frenar. De nuevo, quise creer, soy papilla, residuos, un amasijo de venas, músculos y afanes triturados. Pero nada de eso ocurre: la bicicleta sigue un camino recto y llano, avanza a toda velocidad, esquiva cualquier escollo y cuando quiero darme cuenta, aquí estoy, inmóvil, ante el portillo de la venta. Alguien, pensé, me condena a seguir viviendo. Y ahora me ocurre al revés. Ahora que ya no me duele la espalda ni siento el desprecio de los míos ni el beso de almizcle de Clara, mi esposa, ahora que no me vence el insomnio por las noches ni me cruje el espinazo de angustia, sólo quiero estar en estos rincones: en mi lecho olvidado, en el gran butacón de anea, en las callejas donde fui hondero y niño, en el porche de la ermita o en ese sendero interminable que ando y desando, ajeno a la muerte, en los días de nieve.»         
Elisenda, la carnicera, se adelantó hacia el pregonero:         
--Ahora lo entiendo todo. Mi niñez estuvo presidida por una frase que alguien (pensábamos que era del viejo Baroja) había escrito en el salón: «¿Por qué voy a dejar sola mi casa y a oscuras?». Pero un día mi padre, harto ya de aquel enigma, la borró y escribió otra: «¡Qué tercos los muertos, que nunca quieren irse!». Tenía razón: ahí sigue, en el salón de arriba, en mi propia casa, el fantasma de Florencio Candeal. 

29/11/2006 10:41 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

PEPE CERDÁ Y SU NUEVO LIBRO*

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1. CAMISA DE ONCE VARAS

  Yo no soy un escritor, soy un pintor que como no se aclara tiene la necesidad de intentar explicarse a sí mismo el mundo por escrito.  Escribo, mejor dicho; me escribo a mí, como terapia, como herramienta de trabajo.  La cosa de escribirme surgió de la necesidad de recordar en el taller aquello que sentía en los museos delante de los mejores cuadros. El gozo de sentir la pintura lo experimento, casi siempre, viendo los cuadros de otros. En los museos, a menudo, lo veo todo claro, sé qué es lo que debo hacer, pero cuando llego al taller todo se me olvida. Es tan intenso el pánico que siento al principio de la jornada ante intentar hacer lo que no sé ni como, ni qué...; que casi me paraliza.   Para exorcizar a este parálisis matutino lo que suelo hacer es leer lo que tengo escrito en cualquiera de los numerosos cuadernos en los que he venido anotando lo que sentía y debía de hacer, cuando lo veía todo claro; es decir cuando viendo la pintura de otros se me despierta el deseo de pintar.. 

Así puedo recordar lo que quise hacer mientras veía la sala de Rubens del museo de Bruselas, o el retrato de Inocencio X en Roma, o a Goya en el Prado, o a cualesquiera pintor que me nutra y me devuelva la fe en el oficio. Lo que nunca supuse es que el contenido de estas libretas pudiese interesarle a alguien.  

Un día de hace dos años Felix, mi amigo Felix Romeo, sabedor de este vicio mío de explicarme por escrito, me abrió este blog, y desde entonces parte del contenido de las libretas y otras muchas cosas que se me han ido pasando por la cabeza, han sido colgadas en la red. He recibido centenares de comentarios a los escritos, muchos de ellos  los he contestado estableciendo debates con desconocidos que han sido muy ilustrativos para mí. Pero no ha dejado de ser un juego banal, como los perros ladran en la noche, a todos y a nadie en particular.  Pero hoy resulta que acabo de corregir las pruebas de un libro que recoge una gran parte de estos dos años de blog. Un libro escrito en principio por mí, pero sin intención de hacerlo, y que sin embargo se debe estar imprimiendo ahora y se presentará a final de mes. Un libro que tendrá corporeidad, que pesará y que podrá leerse en una hamaca. No como esto que no son más que fotones rebotando en una pantalla.  He de confesarles que me siento muy inquieto ante esto del libro, pero me  parece que ya no hay remedio.  

2. DEL MEDIO Y DEL CONTENIDO

Si cada uno de nosotros somos varios: uno el que piensa, otro el que habla, otro el que actúa, otro el que ven los demás, otro el que creemos ser..., también somos varios cuando escribimos por el mero hecho de con qué medio lo hagamos.  Me explico: una misma frase cambiará sustancialmente de significado si está escrita: a mano con letra redondilla, o a mano con letra de médico, o con spray en una pared, o con brocha y churretes. Si está impresa, el tipo de letra y el papel tendrán también capacidad de significar independientemente de lo escrito. Es algo que deben saber los grafistas, aunque veo muchos ejemplos por ahí que me indican lo contrario.  Lo mismo pasa en el ordenador, cuando leemos un blog por el mero hecho de como este dispuesta la página ya tenemos una idea de lo que vamos a leer. Un blog es el diario intimo de un exhibicionista, generalmente atravesando una situación sentimental transitoria (que a nada que se descuide se convierte en crónica), o el modo moderno de dirigirse al mundo, en el caso de Pepiño Blanco o Victoria Prego. Otra de las características de los blogs es que son permanentemente modificables o borrables a capricho del que los escribe, por lo que la “gravedad” de lo dicho es relativa.  

Por esto he sentido una extraña zozobra mientras corregía las pruebas del libro que sobre este blog se va a editar. Impreso y maquetado, acojona. Parece que lo impreso en papel y encuadernado ha de decir más verdad; y que lo que allí pone, allí quedará para siempre. Y eso de sentar cátedra nunca ha sido lo mío. Pero ya está liada..., que le vamos a hacer.
  

3. 
LA FIESTA Y LA RESACA

Puedo abstenerme; lo que no puedo es ser comedido. Eso de administrarme nunca ha sido lo mío. Ayer presente el libro y luego dimos una fiesta mi amigo José Luis “Bolé” y yo para celebrarlo. José Luis es un tipo sensacional que no para de ganar premios: a la mejor tapa, a la nariz de oro, o a cualesquiera cosa que se pueda premiar en una taberna. Además, contrariamente a sus colegas que dicen saber de vino, no es nada pesao y no se lo cree nada. Por si no lo habían deducido les diré que José Luis es, naturalmente, de Huesca. Su señora, que se llama Lucía, también vino, y eso que eran dos, ya que está embarazada y cumple esta semana.

Yo celebraba lo del libro, y José Luis y Lucía, y la niña por venir, celebraban que yo celebrara lo del libro. Y lo celebraron también un centenar de mis mejores amigotes, y nos cogimos una trompa al unísono para celebrar que yo celebrase, y José Luis celebraba que yo celebrara, y que Félix Romeo celebraba que el libro fuera chulo comiendo a bocados cantidades de escarola que no le cabían en la boca, y la alfombra roja se mojó porque llovió.Y cinco de la mañana, vuelta a casa.

 Pero antes todo había ido razonablemente bien. Presentación muy cariñosa por parte de Román Alcalá y Eloy Fernández Clemente. Lugo Félix se desparramó en halagos y yo dije un par de tonterías para salir del paso e ir a celebrarlo que es de lo que se trataba.

*Pepe Cerdá ha ido dando noticias de su nuevo libro "Pintor, pinta y calla" (Biblioteca Aragonesa de Cultura).  He montado aquí esos textos y los cuelgo. Su libro, estupendo, lleno de incitaciones y de provocación, ha nacido de su visitadísimo blog.  

30/11/2006 10:51 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 1 comentario.

EL LUNES, GOLPES DE MAR EN ECONÓMICAS

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Queridos amigos: 

 

El próximo lunes, 4, a las ocho de la tarde, en la Facultad de Económicas (acceso por Gran Vía, 2) se presenta mi libro de relatos, “Golpes de mar” (Destino, 2006). Participarán en el acto Malcolm Otero Barral, editor de Destino; José Luis Melero Rivas, escritor y bibliófilo; y Julia Millán, librera de Antígona y amiga desde hace 25 años, cuando se iniciaba la redacción de este volumen que ha ido creciendo hasta la catástrofe del “Prestige”, asunto que cierra el volumen. Yo también voy a estar, creo. E imagino que andará por allí Yolanda Polo, que ha tenido la gentileza de realizar las gestiones para que la Universidad nos cediese ese espacio.

 Estáis todos invitados. Si os llega la invitación, estupendo. Y si no, aquí tenéis otra invitación en el blog. Será un placer que podáis acudir. Habrá algo de vino, un poco de conversación, algunas risas y cena posterior en Casa Emilio, si os apetece.  

“Golpes de mar” consta de 16  piezas que transcurren entre Caión, Baladouro (que es una mezcla de Santa Mariña de Lañas y Arteixo), y distintos lugares de la Costa de la Muerte, como Laxe, Muxía o Corcubión. También hago algunas calas en Aragón: uno de los cuentos sucede en un lugar que podría parecerse a San Juan de Plan, y otro, “Una lección de fotografía”, recupera la figura de Patricio Julve y la de su discípulo Manuel Seara de Castro, formado en las Murallas Romanas y en Cantavieja, entre otros lugares.

  LUNES, A LAS 20 HORAS, EN LA FACULTAD DE ECONÓMICAS.       
30/11/2006 11:02 Antón Castro Enlace permanente. sin tema Hay 6 comentarios.

VI ENCUENTRO DE CREADORES EN BELCHITE

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VI Encuentro de Creadores en Belchite

Belchite, Domingo 3 de diciembre, 12.00 horas. Iglesia San Agustín

LEMA: "LA PROFESIÓN VA POR DENTRO"
Un año más, alguien, todos, nos convocamos a reunirnos en las ruinas de Belchite, en un gesto digno y honrado de poner decoración y paisaje a la creación de los artistas aragoneses.

La dureza, incomprensión, esfuerzo, cabezonería y alegría natural, se ven así reflejadas en esta perfecta metáfora que significa Belchite:
Época: Invierno
Día: Incómodo (domingo)
Hora: Jodida (12 mediodía)
Lugar: Ruinoso
Proyección: Nula
Subvenciones: Inexistentes

Por eso vamos allí. Cada año más (o menos)

Invitación formal:
"Si eres creador, compositor, poeta, escritor, pintor, cantamañanas, soplagaitas, etcétera, y has publicado algo en este año de 2006, puedes acudir a Belchite, donde dispondrás de 3 minutos para hacer o decir lo que quieras".

*Joaquín Carbonell, uno de los patrocinadores del Encuentro, cantando en Belchite.

30/11/2006 18:34 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

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