Se muestran los artículos pertenecientes a Noviembre de 2007.
CANO, PITOU, DONOSO: HOY EN BORRADORES

El jovencísimo cuarteto de cuerda La Extravaganza –formado por Luis Caballero y Alejo Catalán al violín, Víctor López a la viola e Irene Esteban al violoncello- actúa esta medianoche en Borradores. Toca dos piezas: un “Cuarteto en do mayor” de Mozart y una pieza de Antonio Vivaldi. El programa cultural visita la exposición “Diálogo de sordos” de José Luis Cano en la Lonja: el pintor que escribe y el escritor que pinta explica las claves de esa muestra que recoge el trabajo de los últimos 20 años y un proyecto específico sobre Ranillas.
Borradores también ofrece un extenso reportaje-entrevista sobre “Pitou. Álbum familiar”, la exposición de Emmanuel Sougez, el fotógrafo humanista francés que se expone en la Casa de los Morlanes. Su hija Marie-Loup cuenta la historia de su padre y de esas fotos tomadas hace más de medio siglo, de las cuales ella es protagonista. Un equipo de Borradores se trasladó a Calaceite y Valderrobres, donde se rendía homenaje a los escritores chilenos José Donoso y Mauricio Wacquez; ofrecen su testimonio, entre otros, Emilio Ruiz Barrachina, Martínez Láinez, Juan Bolea, Carlos Franz, Jane Alexander, etc.
El programa recibe en el estudio al joven poeta aragonés Jesús Jiménez Domínguez, autor de “Fundido en negro” (DVD), poemario con el que ha ganado el premio Argensola 2007, y al geógrafo y fotógrafo Javier del Valle, uno de los autores del libro “Atlas de los ríos de Aragón” (Prames), que se sorteará entre los espectadores. Además, se recomiendan el último disco de Quique González, y libros de David Gómez Samitier, Ramiro Pinilla y Charles Baudelaire.
*El programa Borradores se emite esta noche a la 1.45 de la mañana. La foto es de Emmanuel Sougez. A nuestros espectadores les regalamos, a cambio de una respuesta sencilla, el espectacular "Atlas de los ríos de Aragón" (Prames).
FIRPO-DEMPSEY: UN K.0 DE 17 SEGUNDOS

Jack Dempsey acaba de ser derribado fuera del cuadrilátero por Luis Ángel Firpo: era un 14 de septiembre de 1923. Dempsey estuvo fuera del cuadrilátero 17 segundos. Pese a ello derribó siete a veces a Firpo en el primer asalto y dos en el segundo; venció por K. O. en ese round. Firpo había ganado, el árbitro sería descalificado luego, pero Dempsey acabó con parte del mito Firpo.
RETRATO DE LUIS FIRPO

Firpo nació en Junín en 1894, se hizo profesional en 1917 y falleció en 1960.
UN POEMA DE AMOR DE MIGUEL ÁNGEL LONGÁS

UNA EMOCIÓN RECORDADA EN EL DULCE SOSIEGO
La poesía es la emoción recordada en tranquilidad.
WILLIAM WORDSWORTH
Debo a mis particulares sirenas de mayo
mis últimos poemas, escritos como hacíanlos poetas románticos ingleses del siglo diecinueve,
es decir, haciendo que la emoción
quedase recogida en un buscado sosiego.
Si el verdadero idioma de los hombres es este,
quiero, como cantor de la belleza que soy,
que también sea el mío de ahora en adelante
en un mundo que es demasiado para nosotros,
como decía un poeta de lagos en calma.
Esto ocurre porque solemos dilapidar
aquello que nos es entregado como herencia
y acabamos sometiendo a un continuo vaivén
en el que dispersamos nuestro poder minúsculo
frente a una naturaleza que no nos conmueve.
Es así como acabamos por ser insensibles
ante las caricias de seda del marino
oleaje o ante un viento que sopla con fuerza,
flores de tallo delicado cuyo perfume
no embriaga al ser grande nuestra humana confusión.
Somos inamovibles igual que las gastadas
piedras de un camino tantas veces transitado,
como una fe acabada de la que fe distinta
acaba brotando para contemplar los verdes
prados que hacen sentirme menos desamparado.
*La foto es de Roland Saboye.
PASIÓN EN PARÍS.

BENJAMÍN BIOLAY SE PASEA DESNUDO
POR EL SALPICADERO COLOR CAREY
Estaba la luna de visita en el cielo.
Yo había olvidado encender las luces del coche,
corría por la autopista sin contraseña.
La carrocería del coche escupía el sonido de los cláxones
que querían invitarme al rebaño.
Desconocían que desde hacía algún tiempo insonoricé mi vida,
que ya no escucho los cantos de los que persiguen mi piel tierna.
Besaban mis pasos un montón de triángulos de emergencia
tratando de prevenirme del peligro
de seguir viaje sin dejarle paso a la mirada,
pero no tenía intención alguna permitir ninguna conversación
entre los faros y el asfalto.
Benjamin Biolay hablaba, se paseaba desnudo
por el salpicadero color carey.
Dejé que su voz jugueteara
con los respiraderos del aire acondicionado.
Le escuché y sus susurros consiguieron
que mi cuerpo dejase de pertenecerme.
La pasión fingió una repentina ronquera
y habló durante horas, acerca de bulevares aún calientes,
de muchachos y muchachas que hartos de hacer el amor
-sobre la explanada recién regada de la Tour Eiffel-
recogían sus cuerpos, hasta hacerlos sombra,
mientras se subían las cremalleras de sus pantalones sin arrugas.
Después perdí el conocimiento.
Muchos científicos quisieron darme la razón
y certificaron mi veredicto sobre aquella noche:
Ella iba a morir escandalosamente bella.
*La foto es de Brassai. Una foto de amor y cine negro. El poema es de Sonia R. Fides, que publicará su segundo poemario el próximo mes de mayo.
PRESENTACIÓN DE ALOMA / 1

Anoche, Aloma Rodríguez presentó su novela "París tres", y tuvo dos magníficos anfitriones: Ismael Grasa, que acababa de recibir la noticia de que había sido el ganador del premio Ojo Crítico con su libro de relatos "Trescientos días de sol", y Sergio Algora, poeta, narrador y líder del grupo La Costa Brava.
José Antonio Melendo, el fotógrafo amigo y ubicuo, también estaba allí.
ALOMA / 2

Aloma se ríe con la lectura e interpretación de Ismael Grasa, que pareció más que nunca un personaje entrañable de Woody Allen.
José Antonio Melendo, otra vez, estuvo alerta.
PRESENTACIÓN DE ALOMA / 3

Si Ismael dijo que era una novela de Erasmus, de campus, una novela de París, una novela de iniciación y de la vida real del actor, Sergio Algora (en la foto) contó una historia de espías con esa gracia que él posee. Fue breve y muy divertido.
José Antonio Melendo, el ojo del cíclope que posee nueva cámara, también captó esta imagen.
RECUERDO DE JOSÉ DONOSO EN CALACEITE

Acababa de escribir Robert Graves su dolorida autobiografía de combatiente, Adiós a todo eso, y en medio de aquel mundo íntimo, desesperado y en descomposición, Gertrude Stein le dijo: "Si eres capaz de resistir el paraíso, vete a Mallorca". Algo semejante debió sugerirle alguien a José Donoso a mediados de los años 60 porque en 1967 se instaló en Pollença y más tarde en Sitges, donde fundó el primer Taller Literario que hubo en España hacia 1975, al que asistían integrantes de la colonia de latinoamericanos y escritores catalanes; a veces, si el ánimo del maestro era bueno, éste les mostraba la inmensa cicatriz que llevaba en la barriga como consecuencia de una de sus operaciones de estómago.
José Donoso era un gran viajero. Viviría, además, en Barcelona (en un tiempo en que la ciudad estaba tomada por los héroes del boom: García Márquez, Vargas Llosa y su admirado Julio Cortázar: "Soy el primer cortazariano del mundo", dijo), en Santander y en una villa preciosa, que para muchos recuerda a otro edén en la tierra: Calaceite. Allí adquirió tres casas viejas (por 100.000 pesetas de entonces; 600 euros de hoy) con un falsa o desván, en las cual instaló su escritorio, y culminó dos de sus mejores libros a principios de los años 70: Tres novelas burguesas, una suerte de retorno a la novela galante, con ciertos ribetes de narración pornográfica o subida de tono erótico, centrada en la burguesía de los años 20, y Memoria personal del boom, un libro esencial que explicaba su visión y su vivencia de aquel movimiento que dio a conocer la literatura hispanoamericana en el mundo entero.
Su estancia en Calaceite fue especialmente fructífera. Allí recibía continuas visitas de amigos y admiradores (entre ellos de Luis Buñuel. su sobrino Pedro Christian García Buñuel aún conserva unas fotos que le tomó a Donoso en su hermosa casa rural); frecuentaba la fonda Alcalá, elogiada por expertos como Néstor Luján y Juan Perucho, y solía coincidir con otros ilustres calaceitanos como el escritor chileno Mauricio Wacquez o la saga Gili o el traductor Didier Coste, que dirigía en la población su fundación Noesis. La ceramista Teresa Jassá ha recordado la presencia de los Donoso en Calaceite --José, y su mujer, Pilar Serrano, autora de un polémico libro que glosaba aquellos días: Los de entonces--; y le rindió un hermoso homenaje al novelista al situarlo en su interpretación del grabado de Goya, El sueño de la razón, rodeado de los personajes de una de sus más bellas e intensas novelas: El obsceno pájaro de la noche. De alguna manera la huella dejada por Donoso en los alrededores del Matarraña es muy semejante a del poeta y traductor Ángel Crepo y su mujer Pilar Gómez Bedate: convivían con las gentes pero tenían la rara habilidad de escabullirse para enfrentarse a la creación.
Tras abandonar Calaceite, Donoso siguió viajando. Se instaló en Barcelona, pero la nostalgia de Chile le entristecía el presente. Y en 1980, luego de una breve estancia en Madrid, poco después de reflexionar sobre el destierro en El jardín de al lado, volvió a su país. Desde entonces no cesó de publicar: aparecieron sucesivamente títulos como La desesperanza (1986), basado en los últimos instantes de Matilde Urrutia, la viuda de Pablo Neruda. O más recientemente, Donde van a morir los elefantes (1995), una novela que criticaba la indiferencia con que se trata en Estados Unidos a todo lo que concierne a América del Sur, un asunto que el conocía de primera mano porque había estado en varias universidades, de la mano de Carlos Fuentes inicialmente, y luego en Iowa, y además se daba la circunstancia de que había estudiado en Princeton, y trabajó en la revista de la Universidad, en la cual publicó sus primeros cuentos en inglés.
José Donoso se definió así en una entrevista: "Soy escritor las 24 horas al día. No hago deporte ni cualquiera otra actividad fuera de leer y escribir, de ahí que mi mujer diga que soy un ente novelante. La única esperanza la situaría en el quehacer artístico: la respuesta no es abstracta está en el hacer, en crear otro yo, otra cosa, en la imaginación". Toda su producción es un intento de desmenuzar las contradicciones de la burguesía y la relación siempre difícil, aunque amorosa con su país, Chile. En él, hace exactamente una semana, se despidió del mundo con una hermosa autobiografía sobre la mesa: Conjeturas sobre la memoria de mi tribu.
[Este año, dentro de los Encuentros Literarios de Calaceite, que dirige el poeta, narrador y cineasta Emilio Ruiz Barrachina se rindió homenaje a Donoso y a su discípulo y amigo Mauricio Wacquez. Entre otros, estuvieron por allí Carlos Franza, Marcelo Maturana, Fernando Martínez Láinez, Juan Bolea, André Fontaine, Manuel Francisco Reina... Si aún no te has dormido, puedes verlos a casi todos en Borradores.]
*Retrato de José Donoso durante su época en Princeton.
LA BUENA VIDA: LIBROS CON ALMA EN MADRID

[Hace unos días, el pasado jueves creo que fue, se inauguró en Madrid la librería y espacio cultural La Buena Vida-Café del Libro.El gran Jonás R.Trueba envía esta nota y aquí queda como tentación y como invitación. Os atenderán Jesús Trueba, Jonás, Gonzalo y María. Ahí tenéis un espacio y un abrigo contra la tempestad al calor del café y de los libros.]
La Buena Vida - Café del Libro
ha abierto sus puertas en Madrid
140 m2 de libros, libros, + libros y una cuidada selección de CD y DVD.
Disfrutando del ambiente relajado de un café pensado para hacer disfrutar. Con un horario de lunes a
domingo de 12:00 a 24:00 horas.
Con la posibilidad de reservar mesas para tus tertulias o reuniones....
y con miles de proyectos para acoger actividades sugerentes y estimulantes.
La Buena Vida - Café del Libro
Vergara, 10
915429142
labuenavida@cafedellibro.es
Metro: Ópera (y a 5' andando también Sol, Sto. Domingo, Pza. de España y Callao)
Parking de Pza. de Oriente (y a 5' andando el de Pza. Mayor, Callao, Pza de San Martín y Pza. de España
ISMAEL GRASA, PREMIO OJO CRÍTICO

Ismael Grasa, premio "Ojo crítico" de narrativa
por su obra “Trescientos días de sol”
El jurado ha elegido a Ismael Grasa por su libro de relatos "Trescientos días de sol" en el que destaca no sólo su calidad sino la descripción de temas difíciles sin caer en maniqueísmos. Por su estilo limpio, transparente, ágil y directo que atrapa al lector y le deja al mismo tiempo participar de la narración.
Los premios “Ojo Crítico” llegan este año a su XVIII edición
Este miércoles 31 de octubre de 2007 se ha fallado el premio Ojo Crítico de Narrativa que ha elegido a Ismael Grasa por su obra "Trescientos días de sol". El jurado ha estado formado por Nuria Azancot , crítica literaria de ’El Cultural’ del periódico El Mundo , la escritora Soledad Puértolas, los escritores Andrés Ibáñez y Julián Rodríguez, ambos, premio Ojo Crítico de Narrativa en anteriores ediciones, las redactoras de RNE Modesta Cruz y Ester De Lorenzo y la directora de El Ojo Crítico, Ana Roldán.
Se une así a los ya premiados en esta XVIII edición del premio; Santiago Cirugeda en artes plásticas, el Cuarteto Quiroga en música clásica, Luis Artigue en poesía y el Festival Sur en teatro.
“El Ojo Crítico” es el único espacio cultural de radio que lleva más de 24 años en antena repasando la actualidad del mundo de la creación artística con todo detalle y desde un amplio abanico de géneros, desde la entrevista o el reportaje pasando por las crónicas y los comentarios con firma personal.
“El Ojo Crítico” se emite de lunes a viernes, de 19:00 a 20:00 horas en Radio 1. Ana Roldán presenta y dirige este espacio en el que trabaja el equipo al completo del Área de Cultura de los Servicios Informativos de RNE.
*El texto corresponde a algunas notas de agencias. El pasado mes de abrir redacté unas notas sobre este libro. Las recupero de nuevo.
EL CORAZÓN DELATOR DE ISMAEL GRASA
Desde hace algunos años, Ismael Grasa (Huesca, 1968) retorna a su ciudad y a su provincia constantemente. No sabía conducir y ha aprendido para viajar a su antojo; parecía volcado en Madrid (ganó el premio Tigre Juan con “De Madrid al cielo”, 1994) y Aragón y sus ciudades y pueblos se le han metido en sus libros como un escenario constante. Y ahí están dos excelentes y personales libros: “La Tercera Guerra Mundial” (Anagrama, 2002), uno de los mejores retratos de la Huesca de la transición, trazado con un estilo exento de sentimentalidad, y “Nueva California” (Xordica, 2003), poemas y relatos que anticipan, en cierto modo, su nuevo libro: “Trescientos días de sol” (Xordica), un volumen con portada de Elisa Arguilé que se presentó esta semana en Zaragoza, en el Teatro Principal, con una exuberante y magnífica puesta en escena del arquitecto Luis Franco y la elocuencia de Eva Cosculluela, y también en Huesca; me dicen que Carlos Castán estremeció hasta el silencio de la librería Anónima de Chema Aniés. Y que la ciudad se volcó con un cariño absoluto.
Ismael Grasa ha madurado mucho en estos últimos años. Ha pasado de ser aquel joven narrador y filósofo de rostro picassiano y asustadizo a un escritor de empaque, con un bagaje muy sólido, con puntos de vista muy personales. Atrevido, iconoclasta, dueño de un estilo diáfano, en el que no hay demasiado lugar para la opulencia. Ismael Grasa escribe con la retórica exacta de las ideas. Sin adherencias ni epítetos de embellecimiento. Con la fulminante exactitud de las imágenes y los detalles casi invisibles que definen una existencia. Como narrador, es un poco igual: es un escritor que puede parecer frío, casi glacial, un documentalista o un mirón que mira, observa detenidamente y cuenta lo que ve, sin inmutarse, con un bisturí sigiloso que avanza y descubre el horror. Aunque en realidad, Ismael Grasa cuenta lo que imagina, cuenta la vida que les sueña a sus personajes.
En esta obra de doce relatos dominan algunas sensaciones. Acaba imponiéndose un estado de ánimo general próximo a la amargura existencial, a la turbación, y curiosamente no es porque el escritor sea pesimista. Es como un vacío que aparece y alancea sin compasión, como una enfermedad que afecta a todos los personajes, como un destino. Ismael Grasa dice una mil veces que él es partidario de la vida y de la alegría. Y eso se percibe. Tiene una capacidad particular para fijarse en pequeñas cosas, pero obtiene de ellas, como preconizaba Anton Chejov o Raymond Carver, una detonación interior, un mecanismo entre diabólico y rezagado que estalla por los aires. Los cuentos de Ismael son cuentos de lo cotidiano, cuentos que ni siquiera exigen una presentación, un desarrollo o un desenlace. Ismael Grasa se siente tan libre, tan seguro de sí mismo, que hace una fotografía, realiza una película, expone una situación y la muestra. La historia podría haber seguido muchas páginas más; las vidas en sus cuentos nunca se acaban, no hay punto y final, sino un punto y seguido interminable en el ánimo del lector. Y quizá eso también nos perturbe. ¿Qué pasará luego con los personajes? ¿Cuál será de verdad su futuro? ¿Dónde está ese corazón delator que no vemos nunca y percibimos como un escalofrío que no cesa?
El hilván general del libro es el delito. Y sus variedades. Pero también se habla de relaciones, de complejos núcleos familiares, de bodas, de viajes, de retornos al origen, de ciudades que se abren paso en la cabeza del escritor. Ismael Grasa demuestra aquí que conoce como nadie los registros del ser humano; desde esa sabiduría se expanden la incomodidad, la amenaza, el loco amor, el impacto invencible de la soledad.
Trescientos días de sol. Ismael Grasa. Xordica: Colección Carrachinas. Zaragoza, 2007. 140 páginas. La foto es de Cristina Grande para Xordica.
BESOS 1.

BESOS 2

UNA FOTO DE CHRISTINE SPENGLER

Manifestación pacifista en Londonderry, Irlanda del Norte, en enero de 1972. Foto de la gran reportera Christine Spengler, a la que entrevisté en Tarazona en 2002. Ésta es una de las fotos que más le gustaban de su trayectoria. Años después, regresó y volvió a hacerles otra foto a los niños ya convertidos en adultos. [Para mis amigos de Entrenómadas e Innisfree, que me alegran los días].
ROBERTO MIRANDA ESCRIBE DE ALOMA RODRÍGUEZ

[Roberto Miranda publicaba ayer una reseña del libro París tres de Aloma Rodríguez en El Periódico de Aragón. Roberto es uno de mis maestros en este oficio de periodista, una de las personas de las que más he aprendido: rebosa curiosidad, voluntad de saber y humanidad. Coincidimos en El día, luego en El Periódico de Aragón y ahora, muy de tarde en tarde, en presentaciones o en los paseos por la ciudad.]
Sinopsis: La protagonista estudia Literatura, quiere ser actriz y se matricula en la Universidad París 3 gracias a una beca Erasmus. Alquila un piso con su novio y cuenta cómo aprende a estar lejos de casa , a vivir en pareja y a disfrutar de las aventuras que ofrece la vida diaria.
Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983) se hace escritora en París sin saberlo. Retrata la vida cotidiana a través de encuentros, libros, besos, cine, bicis, cervezas y estrategias de supervivencia, sin mostrar la mínima fascinación por la ciudad. Ni por nadie. Quizá por algún ser suelto de pasada, un profesor (el capítulo 56 es inolvidable). Pero en su blog ha quedado una traza precoz de cansancio respecto del ser humano y sus fantasmas. Aloma plasma sus impresiones en frases cortas. Frases abruptas muchas veces, golpes de intuición, observaciones certeras. Ella es una estudiante de Erasmus que ha mirado hasta ahora el mundo desde la planta noble de la Cultura universitaria y descubre, ya en la calle y sin remedio, que el mundo de verdad está plagado (también) de espacios asfixiantes y de gente pelma. Y anota, pese a todo, que la importancia de la propia vida es superior a cualquier evocación de la Beauvoir en el Flore.
Que hay que comer y dormir todos los días, y también estudiar y desplazarse. Que muchos días llueve. Que el teatro tiene un espacio y un tiempo para cargar el escenario en furgonetas y para cortar las entradas. Que el mundo real está lleno de jefecillos lacerantes, (la microfísica del poder, que decía Michel Foucault), que muchos pasan por imitadores de Cortázar y lo único que tienen es un París de todo a cien mal puesto en la cabeza como gorro frigio; que los coches y las bicis se estropean y que el sexo, además del amor, tiene como pariente cercano al aburrimiento.
El libro París tres fue presentado esta semana por Ismael Grasa y por Sergio Algora: Hablaron de esa vertiente ácida de la escritora novel, como una forma de defenderse, de seducirnos. "Es un libro de afirmación y de celebración", dijo Ismael Grasa. Aloma Rodríguez ha visto que lo real es lo único que puede ser descrito honestamente sin refugios ni mentiras decorativas. No deja de anotar, (como Knut Hamsum en su novela Hambre), el diario rito de tener que comer, con una persistencia que no le deja abandonarse a flaneurismos. Impresiona ese repaso de notario sobre el clima, sobre la relación cercana, sobre la risa y el sueño, siempre aleatorios.
Pero Aloma mantiene, junto a todo lo dicho, una mirada de niña. Ya no lo es cronológicamente, pero la infancia es más un estado heroico de la conciencia que un tiempo de la vida. Y su blog redactado en la intimidad de París, desde el asombro y la verdad del descubrimiento del mundo, cuando ya no hay camino de regreso posible a la infancia cronológica, puede mostrarse a todos con esa claridad, sin que resulte obsceno en absoluto.
ROBERTO MIRANDA rmiranda@aragón.elperiodico.com
[La foto es de Patricio Julve, ese pariente casi invisible de Juan Mora Insa, Gerardo Sancho, que va y viene por los libros de Antón Castro].
JACK KEROUAC EN BARTLEBY

Bartleby, el sello editorial del infatigable Pepo Paz, publica los haikus de Jack Kerouac, al que retrató así el gran fotógrafo Elliott Erwitt, en 1953.
UN BESO PARA EL DOMINGO/3

Foto de Georgy Rozov.
BESOS / 4. ROBERT DOISNEAU INMORTAL

Quiero vivir.
Vivir un año más,
un mes,
una semana,
un día más.
¿Para qué, para quién?
No lo sé,
pero quiero vivir.
Querer vivir
es ya una vida más.
[Quizá, en su desnudez y en su desesperado optimismo, sea éste mi poema favorito del libro de Ángel Guinda: Claro interior, que acaba de publicar en Olifante, Ediciones de Poesía. Ángel Guinda, libro a libro, se ratifica como un poeta inspirado y lento. De ésos que te llegan al fondo de la luz y de la sombra, como un puñal y su herida a la altura del corazón. Incorporo aquí uno de mis besos favoritos. Robert Doisneau, de nuevo.]
BESOS / 4. NOTA MARGINAL

La fotografía titulada “El beso de l'Hôtel de Ville”, de Robert Doisneau, en la aparece una pareja dándose un apasionado beso ante el Ayuntamiento de la capital francesa, fue vendida en su impresión original por 155.000 euros en una subasta celebrada en París. Françoise Bornet, la mujer que aparece en la instantánea, ha sido la vendedora de esta mítica fotografía.
BESOS / 5

ESTA NOCHE, BORRADORES

Actuación: CURRO SAVOY
Invitados: JOSÉ MARÍA MALDONADO Y LUIS
BAZÁN
Invitados: MICHEL ROYO Y JAVIER CLOS: MEMORIA DE LOS HEROES DEL SILENCIO
Entrevistas: JULIO LLAMAZARES, JOSÉ MARÍA MERINO Y LUIS MATEO DÍEZ
Reportaje: BECAS ENDESA EN MUSEO DE TERUEL
Borradores recibe esta noche al músico y maestro del silbo Curro Savoy, capaz de imitar a Ennio Morricone o de acompañar bandas sonoras de películas de Luc Besson. Savoy,nacido en Andújar (Jaén), formado en Madrid y residente en París desde hace 28 años, silba “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”, y una pieza final de una película de Luc Besson. Su presencia es un anticipo de los contenidos del programa, que recibe la visita de José María Maldonado, autor del libro “El Frente de Aragón. La Guerra Civil en Aragón (1936-1938)” (Mira), una visión renovadora de la historiografía de la contienda, y la del narrador y profesor Luis Bazán, autor de “Hijos de la niebla, heredaréis la nada” (Unaluna), una novela de más de 500 páginas que abarca 78 años de historia, desde 1906 a 1984, en la Jacetania y en Zaragoza.
Borradores también recibe al periodista y escritor Michel Royo y al fotógrafo Javier Clos: ambos son autores de “Antes de ser Héroes”, una biografía ilustrada del grupo Héroes del Silencio. Este cuidado libro será el regalo que se les hará a las espectadores del programa si responden a una sencilla preguntan sobre el grupo.
Además, el programa emite extensas entrevistas con tres narradores muy reconocidos: Julio Llamazares, que acaba de recibir un homenaje en Ainielle y revela que lleva siete años escribiendo un libro sobre catedrales de España, entre ellas varias aragonesas; José María Merino, que presentaba hace poco “La glorieta de los fugitivos” (Páginas de Espuma), el libro de su “Minificción completa”, y Luis Mateo Díez, escritor y académico que acaba de publicar “La gloria de los niños” (Alfaguara), una novela sobre el heroísmo inesperado de un niño en la España de posguerra.
Además, Borradores visita el Museo de Teruel y ofrece un reportaje sobre las becas de Endesa y los cinco artistas de la última edición.
*Hoy está anunciado el programa a las 23.30. Aragón Televisión. Beso de Elliott Erwitt.
Borradores. Productor ejecutivo: Gaizka Urresti. Redacción: Ana Catalá Roca. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Realización: Teresa Lázaro Chicharro.
EN DIRECCIÓN AL MAR DE GALICIA

Esta noche, a las doce, me voy a Galicia, casi un año después: desde las pasadas Navidades no había podido estar. No creo que entre en el blog hasta el lunes. Voy a ver a mis padres, a mis hermanos, a algunos amigos y el mar. Llevo ya dos días, con un desgarro íntimo de melancolía, oyendo el “Cinema do mar” de Carlos Núñez, que es un disco que me produce dolor y gozo. Las dos cosas: me despierta la saudade, el reencuentro con mis paisajes y la herida de la ausencia. Ahora suena.
Os recuerdo que mañana viernes, a las 19.00, en la Sala de Música, dentro del ámbito de la exposición “Los Años magníficos” del 75 aniversario del Real Zaragoza, se celebra la cuarta tertulia con jugadores. En este caso, se tratará de Manolo Fontenla, José Luis Rico, Laureano Rubial, Ángel Royo y Manolo González, jugadores que integraron los equipos de los 70 y, en particular, “Los zaraguayos”. Salvador Asensio, de Radio Ebro, conducirá el acto.
Ayer, miércoles, fue la tertulia de porteros: Manolo Nieves, Andoni Cedrún, Eugenio Vitaller, Juan Luis Irazusta y César Láinez. Actuó como coordinador Paco Giménez, de Heraldo de Aragón. Fue una tertulia de nivel: yo jamás había visto a tantos porteros reunidos, a tantas generaciones de arqueros, con complicidad, cariño y jugosas anécdotas.
Los buenos zaragocistas, si tienen algún tiempo, no debían perderse estos encuentros. Rezuman amor por el club, anécdotas de leyenda.
El martes, Nayim viene a Zaragoza y será uno de los invitados. Hablaremos de la Quinta de París, y del triunfo de la Recopa.
[*El mar de Barrañán. El mar abierto de mi niñez.]
UN POEMA DE JULIO ESPINOSA

IX
Te acercas a la caja
con tremenda devoción
a sus insectos
Los miras e inspeccionas
sin atreverte a librarlos
de sus alfileres
Pero cuando nadie
te vea la hora de la siesta
por fin te decides
Levantas el cristal
y te das cuentade que tanta muerte
también cabe en una página
Para quitarles el polvo
soplas sobre sus caparazones
Sin querer se tocan sus membranas
se funden sus barrigas
y otro animal
inclasificado
deja su rastro en el poema.
*Una foto de los años 40 de Jean Dieuzaide.
EL RENACER DE MAN*

EL RENACER DE MAN
Xoán Abeleira
Manfred Gnädinger, “el alemán de Camelle”, fue testarudo hasta en la muerte. Murió pero no murió. Se dejó morir de tristeza para no morir de espanto el Día de los Santos Inocentes del año 2002. Entregó su cuerpo, sí, a la marea negra del Prestige: la misma que había arrasado su casa, su museo, las obras de toda una vida. Pero dicen algunas ancianas de esa villa marinera que, bien de noche o bien de día, acompañado por el quejido de un raposo boreal, aún puede verse su espectro de rebelde, paseando cabizbajo, con las manos en las sienes, por entre los despojos de “sus hijos”. Sea verdad o no ese rumor comunal, el caso es que el espíritu de Man ha seguido flotando en Camelle a lo largo de este lustro exacto en que la desidia de todas las autoridades competentes (Concello de Camariñas, Xunta de Galicia y Gobierno de España) sumada a la ignorancia de los bárbaros dieron al traste con lo poco que quedaba de su obra; y también que un numeroso grupo de “amigos de Man”, gallegos y foráneos, célebres y anónimos, se movilizó para rescatar su memoria del chapapote del olvido.
Los frutos de esas movilizaciones, de esos artículos, de esos libros, de esos cuadros… empiezan a verse ahora, cuando el Gobierno central, heredero de todo el legado de Man, ya ha cedido al Concello de Camariñas la gestión de su museo y de sus bienes artísticos (absorbiendo, eso sí, vía Hacienda, los ciento veinte mil euros que Gnädinger dejó para restaurar y proteger sus obras), y cuando éste, con su nuevo alcalde al frente, Manuel Valeriano Alonso, se ha decidido, por fin, a tomar las riendas de un asunto que no puede sino atraer y traer más turistas y más beneficios a la Costa da Morte.
Dos hechos van a evidenciar -el próximo sábado 17, coincidiendo con el quinto aniversario del desastre del Prestige- esta suerte de renacer de Man. Por un lado, ese día tendrá lugar el “I Encontro Man de Camelle”, en el que participarán algunas de las personas que a lo largo de estos años oscuros reivindicaron la vida y la obra, la ética y el arte de un hombre que sigue sorprendiendo desde el más allá. Gente con afán de implicarse en esa tarea, como el escritor Suso de Toro, el arquitecto Juan Creus, el profesor Antón Sobral o el Técnico de Cultura de la Diputación de A Coruña Felipe Senén.
El encuentro, organizado por el Concello de Camariñas, tiene por objetivo no sólo reivindicar la figura de ese artista marginal y automarginado, sino, sobre todo, aportar ideas, experiencias, propuestas que ayuden a reconvertir esa punta del Fin de la Tierra en lo que otrora fue: un gran foco solar. El primer paso ya se ha dado: construir e inaugurar A Casa do Alemán, el centro cultural de Camelle que, en principio, acabará alojando la Fundación Man de Camelle y todos los manuscritos, cartas, cuadros, dibujos… que se conservan de él. El segundo está por dar, y será el tema principal de ese encuentro: qué hacer con el museo -con las ruínas del museo- de Man. Si restaurarlo a la manera “canónica” -o sea, dejando únicamente lo que se salvó del desastre y de los vándalos- o reconstruirlo para que quede como estaba en su cenit -a partir del numeroso material fotográfico y fílmico que existe sobre él, y también de la memoria personal de todos aquellos que lo frecuentaron.
Por otro lado, ese mismo día, la TVG emitirá el primer documental real que se realiza sobre Gnädinger. Una obra de Bernardo Cequera, documentalista venezolano afincado en Alemania, que visitó los lugares donde transcurrieron la infancia y la adolescencia de Man, entrevistando a sus familiares y a los amigos de “aquella otra vida”. El documental, estrenado el pasado mes de septiembre en la propia Camelle, arroja un buen puñado de luz sobre el enigmático pasado de Manfré. Gracias a Cequera, ahora sabemos que Gnädinger no nació exactamente en Radofzell, sino en Böhringen, otro pueblecito de la Selva Negra; que su familia era la más rica de la parroquia; que de niño era muy tímido y tartamudeaba; que la muerte de su madre y la pésima relación con su madrastra le llevó a “enrarecerse” aún más hasta granjearse fama de loco; que dejó de estudiar, se marchó a Suiza y trabajó en la Casa Keller como repostero, oficio con el que ganó varios premios; que anduvo por Italia errando, aprendiendo, quizás, de los maestros, hasta que un día de 1961 le pidió a su hermano Roland que lo llevara a la carretera general para hacer autostop y “recorrer mundo”.
El documental -por suerte o por desgracia- no desvela todos los misterios relativos a ese misterio que en sí mismo era Man. Es más: aporta incluso otros enigmas a su Enigma. Así, por ejemplo, se nos muestran en él algunos de los cuadros que pintó en su juventud, muy influidos por Van Gogh y los pintores simbolistas. Pero ¿cómo fue posible que aquel joven pastelero poseyera ya el insólito dominio técnico que se aprecia en esas obras sin haber tenido el menor contacto con las Bellas Artes? ¿Realmente fue un autodidacta o estudió en alguna academia, con algún profesor cuando visitó Italia? Lo mismo puede decirse de sus diarios -partes de los cuales escuchamos traducidos en el documental-, pues, en algunos de sus aforismos, Man revela una profundidad y un lirismo propios de los grandes románticos de su país, como el mismísimo Novalis, hasta el punto de que cumpliría editarlos y publicarlos cuanto antes, tanto allí, en su tierra natal, como aquí, en su mar de acogida.
Manfred Gnädinger solía decir: “La verdadera vida de Man se sabrá el día en que muera Man.” Bien, pues esa hora está sonando, y, por el momento, parece que el escultor eremita está ganando la batalla que emprendió después de muerto contra la ineptitud, la ocultación y el desdén. Manfré, “el alemán de Camelle”, el franciscano libertario, parece más dispuesto que nunca a renacer de la negrura. Pero él, que creía ser la reencarnación de Vincent Van Gogh, ¿en qué o en quién irá a encarnarse esta vez?
*El escritor Xan Abeleira publica hoy este artículo en la edición gallega de "El País" sobre Man, el alemán de Camelle. Es uno de mis personajes favoritos (me hablaba de él siempre Pepe Martínez Oca; estuve en su museo), aparece en uno de mis textos de "Golpes de mar" (Destino, 2006). Abeleira le dedicó un espléndido libro: "A pegada de Man" (Xerais, 2007).
AURORA BELTRÁN, EVA PUYÓ, SONIA LLERA, BOLEA: BORRADORES...

Esta noche, a las 23.30, en Aragón Televisión, la ex vocalista de Tahúres Zurdos Aurora Beltrán canta dos temas en Borradores: el que da título a su nuevo disco, Clases de baile, y Silencio, una estremecedora canción sobre el mal de Alzheimer. Aurora Beltrán actúa acompañada de Eva Rada.
Visitan el programa la escritora Eva Puyó, autora de Ropa tendida (Xordica), una colección de cuentos que puede leerse como una novela de familia; la actriz y guionista Leonor Bruna, que acaba de crear un proyecto de cine, “Un perro andaluz”, para jóvenes, y la poeta y realizadora Sonia Llera, que ha realizado a lo largo de dos años y medio un conjunto de ocho documentales, “Latidos de la Tierra”, sobre la situación del campesinado en todo el mundo.
Hoy se sortea, entre los espectadores, el libro Ropa tendida de Eva Puyó.
En este programa nos dice hasta luego Gaizka Urresti, director y productor de cine, un tipo extraordinario que se ha implicado al máximo en el programa, donde ha desarrollo una labor fundamental de búsqueda de asuntos, de invitados, de compromiso constante con la cultura. Ha sido el productor ideal, afectuoso e indesmayable. Desde este blog le decimos un hasta pronto y le damos las gracias (no solo yo: Ana Catalá, que anda pugnando con una incómoda enfermedad, Teresa Lázaro, Yolanda Liesa...). La próxima semana la revista cultural Cultyvarte le dedica un extenso reportaje al proyecto en el que está trabajando con Javier Espada: el documental “Mi último suspiro” de la mano de Jean-Claude Carriere y Juan Luis Buñuel.
*La foto es de Aurora Beltrán.
MORGADO, HERRERA, CASUCO Y JUAN CARLOS, EN EL PALACIO DE SÁSTAGO

Esta tarde, a las 19.00 horas, en el palacio de Sástago continúan las tertulias en torno a la historia del Real Zaragoza en el contexto de la muestra “Los años magníficos”. Hoy, el periodista de RNE Isidro Oliván conversa con cuatro jugadores de los años 80: Juan Morgado, Pedro Herrera, Juan Carlos Justes y José Antonio Casuco. Formaron parte del gran equipo de Leo Beenhakker y en 1986, hecha la salvedad de Morgado, ganaron la tercera Copa de España para el Real Zaragoza ante el Barcelona.
El pasado martes, la tertulia con Nayim, Belsué, Solana y Aragón, primera entrega de “La Quinta de París. El equipo que ganó la Recopa” estuvo muy bien.
BESOS /6. MARINA ABRAMOVIC

Vuelven los besos. La artista parece pendiente de otra cosa. ¿En qué pensabas Marina?
LA HERMANDAD DE PEPE MELERO Y ÁNGEL GUINDA

José Luis Melero ha estado soberbio en la presentación de Ángel Guinda. Dijo que había poetas de dos clases: apacibles y atormentados. Y Ángel Guinda estaba en ambos. Fue atormentado, lo es a menudo, iconoclasta, y también es apacible. Melero, que tiene memoria de lo que ha vivido y de lo que le han contado y de lo que imagino, puso un surtido desternillante de ejemplos. Es el presentador soñado por cualquiera, probablemente el mejor de la ciudad.
Ángel es el maestro y el padrino de toda una generación de poetas: desde Ángel Burbano y Manolo Forega (otro gran presentador) a Alfredo Saldaña y Pilar Peris. Ángel es el ángel de la lírica de Aragón. Poemas como "Cuenta atrás" o "El placer" son toda una estética.
He aquí unos besos de Brasaï para celebrar su espléndido libro "claro interior".
LOS JAIKUS DE JACK KEROUAC

JACK KEROUAC: LIBRO DE JAIKUS (Bartleby Editores, 2007)
Traducción y prólogo de Marcos Canteli
Tenía la luna
bigotes de gato,
Por un momento
En mi botiquín
la mosca de invierno
Se murió de vieja
Rezando todo el tiempo—
hablando
Conmigo mismo
Sólo, vieja
ropa, bebiendo vino
Bajo la luna
Saludan las muñecas amarillas—
Pobre señora
Se murió
La luna
es un
Limón ciego
Viejo viejo mundo
—faldas ajustadas
Junto al coche nuevo
RETRATO DE EZRA POUND

El autor de los Cantos Pisanos.
NORMAN MAILER, POR DAVID TORRES

Novelista, periodista, ensayista, cineasta a ratos, hombre de letras de la cabeza a los pies, Norman Mailer era el último vástago de una tradición genuinamente americana: el heredero directo de una estirpe que también dio a Jack London y a Hemingway. Ha muerto el 10 de noviembre de 2007 en Nueva York a los 84 años.
En su famoso libro sobre la pelea entre los boxeadores Ali y Frazier, 'El rey de la montaña', Mailer escribió que el ego era el gran sustantivo del siglo XX, la palabra más importante añadida a la potencia esencial del idioma. Pocos escritores del pasado siglo pueden vanagloriarse de un ego semejante al de Mailer, que se convirtió a sí mismo, a todo lo largo de su escritura, en el martillo, el yunque y el fuego.Nacido en Long Branch, New Jersey, en 1923, en el seno de una familia judía, pasó la adolescencia en Brooklyn y se diplomó en Mecánica Aeronáutica en Harvard en 1943. Reclutado por la Armada en 1944, luchó en el frente del Pacífico, una experiencia que reflejaría en 'Los desnudos y los muertos', probablemente uno de los mejores libros sobre la Segunda Guerra Mundial y tal vez su mejor novela. Publicada en 1948, la obra supuso para el joven debutante un clamoroso éxito de crítica y público y, desde entonces, su nombre pasó a formar parte de una brillante y múltiple constelación de escritores (Truman Capote, John Updike, Saul Bellow, Philip Roth) que acabaría por formar la vanguardia de las letras estadounidenses.En 1951 publicó 'Costa bárbara' y en 1955 'El parque de los ciervos', novelas ambas que no alcanzaron ni de lejos la resonancia de su libro bélico.
Volcado hacia el periodismo, fundó el semanario neoyorquino 'The Village Voice', donde publicó en 1956 su celebérrimo reportaje 'El negro blanco: reflexiones superficiales sobre el hipster', un ensayo incendiario con una peculiar visión de los problemas raciales y una demoledora exaltación de la violencia. Al tiempo que apoyaba a Kennedy y tronaba contra la Guerra de Vietnam, Mailer se iba transformando, si no en la conciencia fetal de EEUU, sí en el Pepito Grillo más vocinglero y meticón de toda la intelectualidad norteamericana, la voz más agria de la contracultura.Servidos en una prosa fastuosa, subversiva y delirante, sus trabajos de campo sobre las convenciones demócratas y republicanas de finales de los 50 y comienzos de los 60 (recogidas, en parte, en Los papeles presidenciales), y el reportaje sobre la marcha pacifista sobre el Pentágono (Los ejércitos de la noche, 1967) le convirtieron, en palabras de Robert Lowell, en "el mejor periodista de América".
Mientras tanto, en el terreno privado, su vida seguía los mismos derroteros contradictorios, virulentos y salvajes que su escritura. Enemigo declarado de cualquier método anticonceptivo, tuvo nueve hijos a lo largo de seis matrimonios, arrastrando una larga serie de pensiones de divorcio y una agitada trayectoria conyugal que culminaría en 1960 con el apuñalamiento de su segunda esposa, Adele Morales, durante una borrachera bastante subida de tono. La agresión se saldó con una breve visita del escritor a un hospital psiquiátrico y con un libro escrito por la ex de Mailer en 1997, 'La última fiesta'.
Quizá no sea casualidad que dos de sus mejores novelas ('Los hombres duros no bailan' y 'Un sueño americano') alberguen fantasías sobre esposas asesinadas. Ambos libros también participan de la vertiente filosófica de Mailer: una visión sumamente personal del existencialismo que gira en torno a la idea de un demiurgo imperfecto, una especie de dios exhausto cuya creación se le ha ido de las manos como una alocada novela donde los personajes se desmandan, seducidos por un astuto diablo encarnado en el plástico y el cáncer. Dentro del volumen 'Caníbales y cristianos', los ensayos 'La metafísica de la barriga' y 'La economía política del tiempo' presentan algunas de sus ideas más excitantes, profundas y polémicas.A comienzos de los 70, Mailer realizó algunas películas experimentales (la más conocida es 'Maidstone'), pero en el cine tuvo tan poco éxito como en su carrera política: se presentó varias veces a la alcaldía de Nueva York y confesó (en A'dvertisements for Myself') que en varias ocasiones se había presentado como candidato a presidente "en la intimidad de mi mente". Milos Forman aprovechó su aspecto inconfundible (baja estatura, melena explosiva, ojos llameantes) para un breve papel en 'Ragtime' (1981). Pero Mailer daba mucho más juego en la televisión y en las apariciones públicas, donde mantuvo sonadas broncas con otros colegas de profesión.
En 1958 desafió a una pelea a puñetazos al novelista William Styron por una supuesta burla que éste había hecho de su segunda esposa, Adele Morales. En 1971 la sangre llegó al río con Gore Vidal, a quien agredió públicamente porque lo había comparado con Charles Manson. Pero la más célebre y rocambolesca de sus trifulcas -mantenida a lo largo de décadas, como un tormentoso noviazgo- fue la relación de amor y odio con Truman Capote, uno de los pocos escritores a quienes Mailer respetaba (llegó a decir que era "el escritor perfecto de mi generación") y con quien mantuvo agrias polémicas prácticamente por cualquier cosa: desde Kerouac y los beatnik (a quienes Capote despreciaba) hasta 'La canción del verdugo' (1979), la monumental novela por la que Mailer ganó por segunda vez el Pulitzer. Basada en la vida del asesino Gary Gilmore y escrita a la manera de un gran reportaje de investigación, el libro demuestra la influencia del nuevo periodismo y sobre todo de la obra maestra de Capote, 'A sangre fría'. Pero también supuso un triunfo personal de Mailer que, por una vez, abandonó su propio ego durante centenares de páginas para lanzarse a un exacto y descarnado ejercicio de objetivismo.
Obsesionado por la masculinidad, como London y Hemingway, Mailer también era un devoto del boxeo que siguió atentamente la carrera del mejor peso pesado de su época, Muhammad Ali. En 1973 viajó hasta Kinshasa (El Congo) para presenciar el fenomenal combate entre Ali y Foreman, y la crónica que escribió del mismo ha quedado como una de las leyendas imborrables de la profesión periodística y de la literatura deportiva. Otro tanto ocurre con el 'Homenaje a El Loco', amplio reportaje sobre un torero mexicano, donde su preciso y coloreado instrumental de escritor encuentra un terreno abonado para sus espléndidas metáforas. En cambio, a pesar de sus estudios de ingeniería aeronáutica en Harvard, 'Un fuego en la luna' (un ambicioso reportaje sobre la misión del Apolo XI), carece de ese inigualable toque de exaltación y maestría que posee Mailer cuando un tema le apasiona.
Eterno candidato al Nobel durante varias décadas, su fama de bocazas y de provocador nato lo alejaron siempre de las quinielas de ganador. Machista acérrimo, profeta aficionado, bufón a ratos, intelectual de pura raza, Mailer quiso ser y fue toda su vida un incordio, un agitador de conciencias, la encarnación misma de lo políticamente incorrecto: una piedra de escándalo para el feminismo rampante y una afrenta viva para varios presidentes, de Johnson a Bush Jr., pasando por Nixon y Carter.Poseído de una curiosidad omnívora de la que da cuenta una amplísima bibliografía que incluye, además de docenas de libros, centenares de columnas, artículos y reseñas, hicieron época su defensa dostoievskiana de 'American Psycho' y su ataque descarnado contra Tom Wolfe. En 1983 publicó 'Noches de la antigüedad', una ambiciosa y voluminosa novela sobre el Antiguo Egipto, que incluye cuatro reencarnaciones de un personaje, y en 1991, 'El fantasma de Harlot', una novela, no menos voluminosa y ambiciosa, sobre el funcionamiento interno de la CIA.
Mailer nunca dejó el centro del cuadrilátero, ni siquiera en estos últimos años en que, viejo y enfermo, no dejaba de acudir a lecturas y encuentros con universitarios. El pasado octubre, fue sometido a una operación de pulmón de la que pocos confiaban en que pudiera recuperarse. Murió el 10 de noviembre, a los 84 años, en el hospital Monte Sinaí de Nueva York. En sus últimos libros se atrevió a sacar a la palestra a Cristo, a Hitler, y al mismísimo diablo, adversarios que él, quizá, consideraba a su altura.
*Norman Mailer con su segunda esposa Adele Morales.
VIDAS MINADAS DE GERVASIO SÁNCHEZ: DIEZ AÑOS DESPUÉS

[Gervasio Sánchez remite esta nota a sus amigos]
Queridos amigos y amigas:
Os envío la invitación electrónica de mi exposición Vidas Minadas, 10 años que se inaugura el próximo martes 27 de noviembre a las 20 horas en el Instituto Cervantes de MADRID (c/ Alcala, 49). Dos días después, el jueves 29 de noviembre a las 20 horas, presentaremos el libro del mismo título publicado por la editorial Blume en el mismo lugar. La mesa redonda estará compuesta por el filósofo José Antonio Marina, el juez Baltasar Garzón y la actriz Luisa Martín. Esta exposición es la continuación de un proyecto que se presentó por primera vez en 1997 y está organizado por Intemón Oxfam, Manos Unidas y Médicos sin Fronteras con la colaboración especial de DKV Seguros. Las imágenes actuales recogen las historias de los mismos protagonistas que comencen a fotografíar hace más de 10 años en los países más minados del mundo.
El bosnio Adis Smajic, la mozambiqueña Soifa Elface Fumo, el camboyano Sokheurm Man y el salvadoreño Manuel Orellana, víctimas de las minas y protagonistas de Vidas Minadas, nos acompañarán y participarán en todos los actos programados.
También os informo que el lunes 3 de diciembre se presentará el libro en el Centro de Cultura Contemporánea de BARCELONA a las 19,30 en un acto que contará con la presencia del periodista Carlos Nadal y el filósofo Rafael Argullol. Al día siguiente, martes 4 de diciembre,estaremos en la Casa de Cultura de GERONA. El martes 11 de diciembre visitaremos la Beneficiencia de VALENCIA, el miércoles 12 de diciembre estaremos en el Centro Pignatelli de ZARAGOZA con la participación de José Luis Cano, Angeles Irisarri, José Luis Rodriguez y Carmen Magallón, y el 13 de diciembre finalizaremos el recorrrido en el Ayuntamiento de San Sebastian.
Me gustaría que todos pudiéseis acompañarnos en todos actos cuyo objetivo es recordar que las minas siguen siendo un grave problema en 78 paises y que los países más avanzados tienen que hacer un mayor esfuerzo en la ayuda a las víctimas y en el desminado. Os doy las gracias por vuestra atención.
Un abrazo.
Gervasio Sánchez
Para más información podéis consultar: Vidas Minadas.com
ÁNGEL GUINDA. UN RETRATO DE PEPE MELERO

PRESENTACION DE CLARO INTERIOR
DE ÁNGEL GUINDA
José Luis Melero Rivas
¿Por qué un directivo y consejero del Zaragoza, zaragocista recalcitrante y exaltado como yo, presenta hoy un libro de Ángel Guinda, que es un hincha declarado del Atlético de Madrid?Primero, porque uno siempre ha sido condescendiente con los defectos ajenos y comprende que no todos saben elegir el camino verdadero, aquel que indica, querido Ángel, que un aragonés sólo debería ser del Real Zaragoza.
Segundo, porque sé y recuerdo que Ángel fue muchos años mientras vivió aquí socio del Zaragoza y eso le hace perdonar en cierto modo ese otro pecadillo de ser hoy seguidor del Atlético de Madrid.
Tercero, porque le gusta el fútbol desde siempre: ya en la contraportada de su segundo libro, “Las imploxiones”, de 1973, decía que le apasionaba el fútbol. Y decir eso en aquellos años, en los que los progres sólo hablábamos del cine de Bergman y Antonioni, de poetas como Paul Celan, Gregory Corso o William Carlos Williams, y de filósofos como Cioran o Julia Kristeva, aunque nos aburriéramos mortalmente con muchos de ellos, era sólo para los muy atrevidos y provocadores.Y cuarto porque a los amigos entrañables, a los amigos del alma, se les perdona todo. Hasta traicionar al equipo de Aragón.
Hay como todo el mundo sabe dos tipos de poetas: los poetas serenos y los poetas tormentosos (a los que también podríamos denominar transgresores, indómitos o turbulentos). Estos dos grupos se enfrentan en su forma de afrontar la vida. Los primeros suelen ser gente sensata y llevan una vida burguesa y ordenada. Son los menos, pues la propia condición de poeta es más proclive a la tempestad que a la calma. Los segundos, los tormentosos, suelen ser casi siempre los más divertidos, aunque también en ocasiones pueden convertirse en los más peligrosos (para ellos y para los que los rodean) si deciden recorrer hasta el final esas sendas que en no pocos casos conducen a la misantropía y en ocasiones al caos y la autodestrucción.
No supone su pertenencia a uno u otro grupo ninguna jerarquía en cuanto a calidad poética: hay grandes poetas en los dos grupos y hay también en ambos poetastros detestables e indigeribles. Pongamos algunos ejemplos: En la Generación del 27, todos estaríamos de acuerdo en que Aleixandre, Diego, Guillén, Salinas y Dámaso Alonso (esto es, más o menos, la facción de los catedráticos) serían poetas serenos, mientras que Prados, Cernuda, Alberti, Villalón y Altolaguirre serían tormentosos. Se pueden poner cientos de ejemplos en la poesía española que ejemplificarían estas categorías de forma concluyente: José García Nieto, Jaime Siles, Eloy Sánchez Rosillo o Luis Alberto de Cuenca serían poetas serenos, y Pedro Luis de Gálvez, Alfonso Costafreda, Eduardo Haro Ibars o Leopoldo María Panero, transgresores y tormentosos. En la poesía inglesa Eliot sería sereno y Dylan Thomas sería tormentoso. En la poesía francesa todos diríamos rápidamente que Rimbaud, Mallarmé o Baudelaire son poetas turbulentos y que Paul Valery, Claudel o Saint-John Perse pertenecerían más bien a la tipología de los serenos. En la poesía americana Ezra Pound o Allen Ginsberg serían tormentosos y Auden o Cummings serían más bien serenos. Jorge Luis Borges sería un poeta sereno y Alfonsina Storni o Delmira Agustini serían poetas tormentosas. Y así podíamos seguir con todas las literaturas. En Aragón, claro, ocurre lo mismo. Tomás Seral y Casas, Ildefonso Manuel Gil, Fernando Ferreró, Rosendo Tello o Fernando Sanmartín serían poetas serenos, lúcidamente serenos; y Miguel Labordeta, Manuel Pinillos, Julio Antonio Gómez o Víctor Mira serían poetas turbulentos, lúcidamente turbulentos.
¿Dónde situaríamos a nuestro Ángel Guinda? Pues ha tenido épocas: años de turbulencias y años de serenidad. Pero si me obligaran a clasificarlo yo lo colocaría entre los indómitos y tormentosos. Apasionadamente indómito y turbulento.De mis años adolescentes recuerdo a Ángel Guinda escribiendo “en los muros la sojuzgada potencia de los besos”, que diría el gran Labordeta, y rubricándola con una guinda o bomba explosiva. Lo recuerdo todo negro, como un nubarrón amenazante de poesía incendiaria. Luego decidió que iba a ser más feliz escribiendo versos en el corazón de sus innumerables amigos, cambió la seda de los poetas malditos destruidos en plena juventud por el percal de la serenidad reposada y amorosa, revisó toda su obra anterior con la exigencia agreste del demiurgo, y comenzó a escribir unos versos desgarrados, vitales, intuitivos, abrazados ferozmente a la existencia y enemigos irreconciliables de tanta palabrería costumbrista y banal como ha sufrido la poesía en los últimos años. Comenzó a escribir en definitiva una poesía moral.
Nos conocimos en el Café Balmoral de la calle San Juan de la Cruz. Yo fui con Luciano y le llevé su primer libro para que me lo dedicara: era, claro, “La pasión o la duda", que el propio Luciano había publicado en la colección “Poemas” en 1972. La dedicatoria terminaba misteriosamente, como tantas cosas en Guinda: Guadaluven, guadaluguárdame, guadaluvámonos, guadalusolos. Poco después asistí a una especie de tertulia en la que Ángel oficiaba de vate incorruptible. En un momento, ante la estupefacción de algunos y el alboroto de todos, se quitó los calcetines y los fue pasando por delante de las narices de los presentes mientras exclamaba con entonación de rapsoda antiguo, a lo Pío Fernández Cueto: “Así huelen los pies del poeta Angel Guinda”.
En el homenaje a Luciano Gracia en Cuarte de Huerva, el 8 de marzo de 1981, el día que le ponían su nombre a una plaza del pueblo, a todos llamaba la atención la ausencia de Ángel. Ahí estaba lo más representativo de la poesía aragonesa, pero Ángel, a pesar de la extraordinaria amistad que le unía con Luciano, andaba ausente. Tras la comida, en los postres, alguien entró repartiendo una misteriosa octavilla firmada por un tal Demonio Cereza. Quien las repartía iba, en efecto, disfrazado de demonio. Era nuestro Ángel Guinda, que le escribía a Luciano en su poema repartido por las mesas: “Quejido Luz y Ano en Gracia: me me haré en tu plaza”. Luciano, que no entendía nada, no sabía si reír o llorar. El espectáculo no tuvo precio.
Otro día, alguien que visitó su casa de Luesia me contó que en la puerta de su dormitorio tenía un letrero que decía: “Aquí hace el amor el poeta Ángel Guinda". Su manifiesto “Poesía y subversión" de 1978 terminaba así: “Nuestro lema: menos divos, más poetas subversivos". Me divertían sus juegos de palabras: cuando a Aragón le llamaba “Apagón”, a España “Extraña”, a las Cajas de Ahorros “Cajas de Amorros”, a las entidades de crédito “entidades de descrédito”...
Todo eso me hacía verlo como un poeta indómito y turbulento, como lo que yo había imaginado que eran los poetas: iconoclastas, rebeldes, investidos de una autoridad moral que les convertía en los elegidos, en los demiurgos. Aunque Ángel lleva ya un buen montón de años viviendo fuera, me gustaría resaltar que su vinculación con Aragón y con la poesía aragonesa ha sido siempre absoluta: ya su primer libro se abre con una cita de Ildefonso y se lo dedica, además de a Trinidad, a Gúdel y a Luesma. En su segundo libro la cita con la que se abre es de Luciano y el libro se lo dedica a Julio Antonio Gómez. “Cantos en el exilio", que es también de 1973, lleva un prólogo de Luciano. “Ataire" de 1975 está dedicado a Manuel Pinillos, etc.
Como Miguel Labordeta se inventó la OPI, Ángel se inventa el DEIPA (Departamento de Expansión Internacional de la Poesía Aragonesa), que le subvenciona “El Pasillo" en 1974. Ha sido durante muchos años uno de los grandes dinamizadores de la poesía en Aragón: publicó la Colección Puyal, de la que fui suscriptor, y allí aparecieron libros de Pinillos, Gil, Luciano, Navales, Alegre Cudós, Francho Nagore, José Luis Rodríguez, Sánchez Vallés, Esquillor, Rey del Corral, José María Aguirre, Manuel Estevan, el propio Guinda...
Y luego sacó en Madrid la revista “Malvís”, con su colección de libros de poesía, llena de colaboraciones de aragoneses. Durante muchos años hizo crítica de poesía en la prensa aragonesa, y deberíamos recordar también que Olifante, la más veterana de las colecciones de poesía en Aragón, ha sido siempre su editorial de referencia.
Termino ya. “El año pasado me casé por cuarta vez y soy muy feliz”, me escribía Ángel no hace mucho. Y es que Ángel Guinda ha conseguido cuadrar el círculo: la turbulencia y la calma a la vez, la tempestad y la felicidad juntas. Todo un ejemplo de lucidez.
*Un retrato de mujer para Pepe y Angel, y los visitantes del blog.
TERTULIA SOBRE EL REAL ZARAGOZA: HOY, A LAS SIETE

Esta tarde, en la sala de música del Palacio de Sástago, se celebra una nueva tertulia: “Historia e historiadores del Real Zaragoza”, en la que participarán Javier Lafuente, de “Equipo”, Pedro Luis Ferrer, de “As”, Ángel Aznar, historiador del club y ex presidente, y Ricardo Gil, periodista durante años de “Heraldo de Aragón”. Coordina: Mario Ornat.
No ha salido mucha promoción en los medios, pero creo que va a ser una ponencia muy interesante. No os olvidéis: a las 19 horas, en la Sala de Música.
VEGAS & ROSENVINGE, LO QUE YO TE DIGA: BORRADORES

Cristina Rosenvinge y Nacho Vegas actúan esta noche, a las 23.30, en Borradores. Presentan dos temas del álbum que acaban de realizar en colaboración: “Verano fatal”, siete canciones de amor, de intimismo y de atmósferas neorrománticas. Se trata de “Ayer te seguí” y “Humo”. El dúo inicia esta misma semana una gira por todo el país; el sábado, a las 22 horas, Cristina Rosenvinge y Nacho Vegas actúan en la sala Oasis.
Borradores recibe en el plató al escritor y sacerdote Jesús Sánchez Adalid, que ha ganado el premio Fernando Lara con su novela “El alma de la ciudad” (Planeta), una narración que gira en torno a la fundación de la ciudad de Ambrosía, la actual Plasencia, en el siglo XII. Y también acude el equipo de Lo que yo te diga, Elio Castro, Juan Zavala y Antonio C. Martínez, que participaron esta semana en el ciclo de “La buena estrella”, donde presentaron su último libro: “El cine español contado con sencillez” (Maeva). El trío, que conduce un programa de cine en la cadena Ser, habla de Segundo de Chomón, de Luis Buñuel, de Carlos Saura, de Fernando Fernán Gómez y de algunas de sus películas favoritas.
Borradores emite distintos reportajes y entrevistas: una con Pep Blay, autor del libro “Enrique Bunbury. Lo demás es silencio” (Plaza & Janés), que ofrece un perfil diferente del cantante aragonés; otra con Noah Gordon, a propósito de su libro “La bodega” (Roca editorial), una narración que sucede en la España del siglo XIX, en tiempos del general Prim, y que gira en torno a la fabricación del vino. Y una tercera con el escritor riojano Andrés Pascual, autor de la novela de aventura, de viaje y de confrontación entre Occidente y Oriente: “El guardián de la flor de loto” (Plaza & Janés).
*Retrato de Cristina Rosenvinge.
FERNÁN GÓMEZ: ADIÓS A UN GIGANTE

Fernando Fernán Gómez es, era, una de las personalidades más complejas y completas de la cultura español. Lo ha hecho todo y lo ha hecho excepcionalmente bien: ha dirigido películas magistrales como “El viaje a ninguna parte”; ha sido memorialista esencial en “El tiempo amarillo”; ha escrito teatro y cine en abundancia, novela, artículos y libros misceláneos sobre la vejez, el cine o el teatro, y es un actor deslumbrante, tanto en el teatro –“por el cual he ido perdiendo el interés con el paso del tiempo”- como en el cine, donde ha interpretado papeles antológicos e imborrables. Recordemos su trabajo en “El anacoreta”, “Belle epoque”, “El espíritu de la colmena”, “El amor del capitán Brando”, “Maravillas” “La lengua de las mariposas” o “El viaje a ninguna parte”, esa película suya que casi es una autobiografía del actor y del cómico de la lengua.
La película está interpretada por José Sacristán, Agustín González, Laura del Sol y un zangolotino Gabino Diego, que las pasó canutas en el rodaje. Fernán Gómez, con esa severidad que se le supone, fue “duro conmigo, casi desabrido. Pero luego me di cuenta de que se había preocupado mucho del resultado final y que había sido muy protector conmigo. Me reprochaba que hablara demasiado. He visto lo que me aprecia”, dijo Diego. “El viaje a ninguna parte” fue una pieza que sufrió diversas metamorfosis creativas: primero fue un serial radiofónico, luego una novela y finalmente una cinta que gira alrededor del arte de la interpretación con sus tensiones, sus momentos vibrantes, la sugestiva atmósfera que se crea durante un montaje. Fernán Gómez dijo que durante el rodaje tuvo “una clara conciencia de que mi oficio era algo mágico”, algo que no le había ocurrido antes.
Por ser, Fernando ha sido un bohemio, un amante de la noche, un gran profesional y un gran seductor: sus grandes amores han sido María Dolores Pradera (la madre de sus hijos), Analía Gadé o Emma Cohen. Nada del mundo del espectáculo le es ajeno: tiene esa facilidad, esa fuerza, esa arrolladora fuerza del titán que puede hacerlo todo y fascinar en cada pieza. Fernando Fernán Gómez fue un libertario, era capaz de ser vehemente, crítico o dulce, pero siempre independiente, radical, imaginativo, feroz si se terciaba (siempre se recordará algún arrebato de mal genio, aireado y multiplicado por la televisión) y seguro de su oficio. Luis Alegre y David Trueba rodaron un espléndido documental, “La silla de Fernando”, donde mostraba su inteligencia, sus opiniones a contracorriente, su extremada lucidez, su inteligencia arrolladora y, sobre toda, su desinhibición. El discurso inagotable de un hombre preñado de humor, sabiduría y sensibilidad. Luis Alegre lo califica hoy, y ya lo había hecho antes, de “un gigante de su tiempo”. Con toda razón.
Ha muerto un gigante de las artes y las letras. El maestro ideal: el cazador de las mariposas del sueño.
ARTE JOVEN Y FÚTBOL EN EL IV ESPACIO*

[La exposición del Real Zaragoza, “Los años magníficos. 1932-2007.75 Aniversario del Real Zaragoza” encara sus dos últimas semanas. Hoy he pasado por la sala del IV Espacio, donde se expone la muestra “Avispero: picotazos de arte y fútbol”, a la que le tengo un enorme cariño. Han pasado cerca de 6.000 personas, algo que es una cifra muy superior a la que había pasado por allí, a pesar de que ha tenido magníficas propuestas como “Nudos”; por el Palacio de Sástago han pasado en torno a 40.000 personas.]
AVISPERO: PICOTAZOS DE ARTE Y FÚTBOL
Un ex zaragocista como Jorge Valdano escribió en su libro Apuntes de balón (Marca, 2001): “La materia prima es: un balón, un campo de juego, un estadio donde ruge la multitud. Pero el fútbol es un milagro hecho por hombres que juegan. Gloria a los artistas que, sin más academia que la calle, la miseria y la emulación, construyeron el espectáculo más grande del siglo”. Este espectáculo es tan grande, sobre todo, porque la gente lo siente muy suyo y, a la vez, como una herencia de sus antepasados. El Real Zaragoza, al acercarse a la conmemoración del 75 aniversario de su fundación, ha tenido en cuenta también este último detalle: el fútbol le pertenece a la afición, se prolonga en ella, y es un juego que transmite compañerismo, solidaridad, convivencia y un afán constante de superación. Suscita una inmensa alegría cuando se triunfa; abatimiento y desespero, en las tardes de derrota. El fútbol, además, es plasticidad, belleza, fuerza y furia, tensión, movimiento incesante. Por una o por otra razón, el fútbol es irrompible.
La muestra Avispero es un acercamiento complementario al fútbol. Un conjunto de artistas ha querido interpretar o glosar este deporte y al Real Zaragoza. Para algunos de ellos, el fútbol es una pasión y forma parte de su forma de su existencia, como sucede con el fotógrafo Alfonso Reyes o con Alejandro Cortés, que es socio desde que era muy niño. O con Bernal, que recrea los partidos del Real Zaragoza, domingo a domingo, en una viñeta. Por su condición de fotógrafo profesional, José Miguel Marco ha realizado algunos miles de fotos de fútbol. Raúl Clemente tiene un Museo del Real Zaragoza en su propia casa porque el club es la obsesión de su padre y su tío. Otros no lo sienten de una manera tan especial, aunque sí lo han vivido aquí como algo más que un tema. En el fondo, el fútbol no es extraño a la vida de casi nadie. Guste o no, anda por ahí, a menudo como una segunda piel o como una melodía de fondo, más o menos ruidosa.
Alfonso Reyes lleva más de dos años dando la vuelta al mundo en viajes muy escogidos. Cuando regresa de alguno de ellos, siempre viene con la cámara repleta de aficiones del mundo. Las sigue, las encuentra, las seduce, conversa con ellas y finalmente las retrata. No es muy partidario de las fotos robadas. Y así, lentamente pero sin desmayo, está conformando su catálogo de las aficiones del mundo o de las variedades universales de este deporte, de las que aquí ofrece nueve fotos. Ninguna pasará inadvertida, pero merecen nuestra atención la del malogrado Antonio Puerta y la del bar La Romareda, que es todo un retrato de la pulsión colectiva que genera el Real Zaragoza. Las fotos están datadas entre 2005 y 2007, en lugares como Londres, Glasgow, Senegal, Sevilla, Argentina o Zaragoza. Pilar Irala busca el lirismo y lo mágico en cada una de sus obras. Es la fotógrafa de la intimidad, de los espacios más secretos, de las luces que adquieren una luz de sueño. La penúltima jornada de la Liga 2006-2007, en la épica y lluviosa noche del Real Zaragoza 2- Madrid 2, fue al campo de La Romareda. Buscó materiales, visiones e inspiración, y ahí está su propuesta, que vuelve a ser una exploración de los lugares ocultos, de la identidad, una representación teatral del balompié, tocada de sutileza y hechizo, a la que agrega sus frases. Aránzazu Peyrotau y Antonio Sediles han captado dos instantes de euforia y tristeza de un aficionado, y vinculan su obra, poderosa como siempre, con personalidad y colorido, con la comedia y la tragedia de la antigua Grecia. Con esta propuesta, regresan a su territorio preferido: su obsesión por la identidad y por el retrato, que es la disciplina en la que se sienten más cómodos.José Miguel Marco crea un relato mudo: Fútbol. Ordena una sucesión de imágenes que apenas necesita subrayado. Las fotos lo dicen todo por la vía de la contención y de la ausencia de énfasis. Se fija en las porterías de los descampados, en la soledad de los vestuarios con los equipajes, en los árbitros, en los álbumes, en las redes, en los arrabales, en el vestuario de los colegios, en la humilde línea de cal... Al abrir ese álbum negro recuperamos de inmediato la quintaesencia del juego. El fotógrafo, que también denomina “reportaje” su obra, dice que lo más le llama la atención del fútbol es la idea de la espera: siempre se espera el domingo, un gol, un destello, un remate, y esa espera se prolonga domingo a domingo como una esperanza renovada.
La obra de Alejandro Cortés también nace de la fotografía y de la citada noche de junio de 2007. En los últimos tiempos trabaja mucho sobre la superficie de los espejos, y aquí vuelve a hacerlo en un díptico, un tríptico y en un cuadro suelto. A Cortés, zaragocista invencible, le atraen los jugadores, el júbilo de los goles, el colorido y algunos elementos casi simbólicos: el estadio, las redes, los escudos, la luz de la fiesta. El espectador, al asomarse a sus obras, las modifica y pasa a ser un cómplice del equipo, un invitado especial al partido. Raúl Clemente alterna la música y el vídeo, y aquí se enfrenta con una cámara de fotos a un espacio que tenía muy a mano: el Museo del Real Zaragoza de Monzón, que pertenece a su familia. Elabora una pieza que presenta la cartelería, los banderines, las camisetas, las fotos, los balones. Y finalmente, como si hiciera una inmersión en el tiempo, repasa los recortes de prensa que acumula y ordena su padre desde los años 60. Los balones van y vienen entre las imágenes como un alegre contrapunto. Guzmán de Yarza realiza una especie de falso documental sobre un conjunto de fútbol sala. Equipo patrocinado con fines artísticos tiene mucho de ironía y de broma, pero también es una realización seria sobre un puñado de jugadores que se dedican a otra cosa y que encuentran en el fútbol relax, camaradería, divertimento y una nueva forma de intensidad.
Javier Solchaga destaca por la imaginación de sus figuras. En su trayectoria conviven el escultor, el miniaturista, el amanuense y mago de los objetos, y el dibujante. Aquí ha realizado un campo de fútbol en un lance concreto: el saque de una falta, ese instante de peligro y delirio en que un jugador intenta superar la barrera para alojar el balón en la red. La pieza constituye su primer acercamiento al fútbol. Bernal, siguiendo la estética de sus viñetas y el gran conocimiento que tiene del Real Zaragoza, se imagina la Vida de un zaragocista con su peculiar estilo y su personalísimo sentido del humor, que se concentra aquí en un inesperado y delicioso final.La ilustradora y pintora Ana Lóbez realiza una composición de nueve obras en acrílico sobre lienzo está muy emparentada con su trabajo, repleto de color, de aroma naïf, pero siempre vibrante y sugestivo. El negro y oro de los legendarios “avispas” del Iberia aparece una y otra vez en estos acrílicos sobre lienzo. Bajo la dirección de Isabel Biscarri, cuatro estudiantes de la Escuela Superior de Diseño de Aragón han desarrollado un juego de cartas con sus comodines. Combinan diseño, caricatura, ilustración y fotografía, y se centran en cuatro conjuntos. David Mazagatos realiza “los Magníficos” de 1966; Ana Mestre homenajea a “los héroes de París”, a aquellos futbolistas que vencieron en la final de la Recopa con el golazo de Nayim; José Antonio Pérez usa las figuras de futbolín para retratar a los campeones de la Copa del Rey en Montjuic, y Jorge López Chocarro opta por el equipo de 2006-2007 que se clasificó para la UEFA. Oscar Sanmartín Vargas, con su poética tan sugerente y compleja, construye un diorama que tiene forma de campo de fútbol y que se superpone al plano de una ciudad. Ahí, coloca a los jugadores, o las chapas con cuerpo de avispa, en una estrategia de figuras y de símbolos. El fútbol puede ser un avispero de sentimientos, un picotazo de emoción. El Real Zaragoza lleva el nombre de una ciudad y proyecta en el viento el eco de sus socios, de sus aficionados, el sueño de las victorias, la nobleza de un buen estilo.
El músico Gonzalo Arruego, uno de los promotores del proyecto poético, fotográfico y musical AnimAMusicae, ha creado la banda sonora de la muestra, en colaboración estrecha con Pilar Irala. El título de la pieza ya lo dice todo: “Once metros”. Una cifra mágica del fútbol, esa pasión perpetua que tanto se parece a la vida. El escritor Osvaldo Soriano probó que la convivencia entre fútbol y literatura era posible. Estos creadores también demuestran que el arte y el fútbol no están tan lejos.
REBELIÓN DE LA TERNURA. POEMA DE PILAR PERIS

REBELIÓN DE LA TERNURA
Hay noches que se alzan procelosas lacerando el día.
Hay archipiélagos furtivos tras cada lágrima.
Infinitas trayectorias líquidas germinando en el musgo de los libros.
Fuera del asedio del reloj y los mapas
hay bosques lejanos como planetas habitando el corazón,
y claros ocultos en cada pupila.
Cuando brillan los siete brazos de mi candelabro vacío,
y adivino su destello en el cristal donde se posan las polillas,
el torno de mi duelo gira y muta.
Me refracto en versos impelidos al silencio por el estupor y la culpa.
Versos de escarcha y acebo lloran su necesidad y
Balancean palabras sin columpio ni caballito de madera.
Porque duele cada verso derretido en los ojos.
Cada palabra obturada y confinada al silencio por saturación de vocablos.
El aliento estéril del pájaro cantor sin vuelo ni reclamo.
La esclusa hundida en el erial de sueños insípidos.
El balanceo sin columpio ni caballito de madera.
El páramo repleto de cáscaras.
La lija.
Mirarte tan sólo
tras una turbia cortina de palabras.
*La foto es de Belkina.
BORRADORES, UNA HORA MÁS TARDE

En las parrillas, Borradores estaba anunciado a las 23.30 pero se retrasa al menos una hora. Ayer desapareció de la programación Generación XXI, que dirige Manuel Campo Vidal, y la han recuperado hoy. Asisten al programa, entre el público, la concejala Lola Campos (de Farasdués, como una de las concursantes) y esa mujer incansable de protocolos y gestiones mil que es Chon Durán.
Mientras llega el programa, os pongo aquí una preciosa foto en color de Rita Hayworth, un auténtico mito erótico de los 40 y 50, al que le dedican mucha atención los encantadores muchachos de Lo que yo te diga, en El cine contado con sencillez (Maeva), que va por la sexta edición.
MAYAYO, EL EBRO Y LAS MUJERES*

Ignacio Mayayo es el pintor contemporáneo que más veces ha pintado el Ebro. Mayayo es a la pintura lo que Marcuello es a la divulgación y la historia, lo que Jesús Moncada es a la literatura. Son tres de los grandes enamorados del río. Ignacio Mayayo es un artista dotado de una mano inmejorable para el dibujo. Se ha convertido en el pintor del río, en su centinela, en su acompañante, y el Ebro es algo más que un tema: es una obsesión estética emparentada con la vida íntima del hombre y del creador. Jamás se cansa. Ha captado los puentes, viejos y nuevos, las puestas de sol, las líneas del horizonte, las márgenes, el temblor de la arboleda, el tránsito huidizo de las piraguas en el atardecer, las luces. Ha realizado mil y un bocetos y dibujos a lápiz. Podría haber escrito un dietario abrumador e ilustrado de su relación con el Ebro.
Su tarea es ingente y apasionante: pintor del natural si le place, más de huellas mágicas que de estilo naturalista, pintor de emociones y de instantes únicos, ha encontrado en el río la melodía del silencio, la floresta encendida, la suavidad galopante del agua, la fiereza de las crecidas y el bálsamo para el amor, la tertulia o el sosiego.
Ignacio Mayayo es, en algún sentido, un pintor hiperrealista con un toque Hopper y a la vez pop: ha pintado con un lápiz veraz y milimétrico varias panorámicas de Zaragoza. Y ha hecho lo propio, en tonos suaves, con el curso del río. Su apuesta es la de la exactitud poética. Capta el ambiente, lo que ve, lo que adivina, pero en su mirada siempre hay un rasgo de genio, el fervor de quien se enfrenta a sí mismo y a su ciudad, y se afirma en ella; siempre está presente la capacidad de trascender un paisaje cotidiano, hacer abstracción de él y eternizarlo en el lienzo o en un puñado de trazos de carboncillo.
Ahora, Ignacio Mayayo –la criatura de ficción que tango engrandece al Pepe Cerdá narrador, qué sería de la leyenda Cerdá sin un personaje soñado como Mayayo- ha pintado chicas, mujeres que ve, mujeres que sueña, mujeres que ama, mujeres que aman sus amigos y que él desnuda con mirada de artista. Dentro de unos días, en Binéfar, expondrá una selección de sus obras.
*Ésta es una acuarela de Mayayo, dedicada a Trasmoz.
DE VUELTA AL MAR, EN LA CASA DEL PADRE

Mi padre marchó a servir a los ocho años. No fue demasiado lejos: de la aldea de Vilarnovo, en Santa Mariña de Lañas, a Pastoriza, apenas alejados por diez kilómetros. Pero en 1933, cuando los coches se contaban con los dedos de una mano, aquella distancia tenía algo de destierro o de forzoso exilio del seno materno. Mi padre era hijo de agricultores y ganaderos. Jesús, su progenitor, apodado por herencia casi remota “O Touciñeiro”, era tratante de ganado, albéitar y labrador en campos que obedecían por el nombre de “O Limpeiro” o “Barbacán”. Campos con regatos y juncos; campos idóneos para la patata, el maizal y la cebolla; campos donde los pájaros traían un alba de luz entre sus trinos y con ella un ejército de hombres y mujeres que dominaban el ajetreo de la huerta o de la siega. Mi abuelo tenía vacas, gallinas, pobreza en abundancia y muchos hijos: llegaron a sobrevivir seis de ocho.
Mi padre era el segundo, un par de años más joven que la primogénita Emilia, que se llamaba como su madre, campesina esbelta y ligeramente encorvada siempre, cerrada en negro perpetuo. Quizá hubiese algo en ella de heroína romántica cuyo luto rivalizaba con el esplendor de una naturaleza exuberante, tejida con todos los colores de la tierra. Cuando se dieron cuenta, Jesús y Emilia, de que la miseria azuzaba, buscaron un lugar al sol para su primer varón y lo enviaron a una casa ajena con hacienda y animales que engrandecía a diario un matrimonio sin hijos. O quizá con un hijo impedido. Podría decirse que fue el primer fantasma real que vio mi padre. Un niño prematuramente envejecido se enfrentó de súbito al joven extraño, que berreaba como un energúmeno cuando empezaba a caer la noche o cuando tenía hambre. Yacía como un animal tranquilo y fatigado sobre paja más que sobre cosco, sobre secos matorrales más que sobre espuma o alfalfa. Quizá fue lo primero que le advirtieron al recién llegado: “Él está ahí como si estuviese muerto para ti. No sabe hablar, sólo grita”. Si mi padre conociese ya entonces la palabra monstruo, quizá sólo conocía una similar pero algo más etérea, como “fantasma”, hubiese preguntado: “¿Es como el monstruo de mis pesadillas nocturnas?”.
Allí creció, se hizo adolescente, se supo querido como el hijo imposible que sus amos no habían tenido; allí comió por vez primera pan en abundancia, acarreó agua, patatas, volteó el arado, hasta el punto de que sin proponérselo se volvió casi un forzudo que desafiaba a los mulos, a los bueyes o a un puñado de hombres. Se hizo invencible en el tiro de soga en las fiestas de verano. Sintió la justa añoranza de sus padres y de sus hermanos, y absorbió las calamidades de la guerra y los muertos de las cunetas, aquellos difuntos terriblemente familiares, con resignación y fastidio, con el estupor de quien percibe el horror pero no entiende por qué se produce ni a quién le afecta exactamente. Hacia 1945 fue llamado a filas, y el día que supo que lo enviaban a Melilla para tres años, la señora, esa segunda madre que le había otorgado el destino, le dijo: “Ahora sí que empezamos a perderte para siempre”. Frase que modificó con sutileza tras recibir la primera carta de mi padre, con una foto vestido ya de militar, desde las islas Chafarinas: “Pareces un señorito del cine. Ahora sí que no tenemos nada que hacer”.
El primer recuerdo que tengo de mi padre es una visita a esa casa en Pastoriza, lugar de “A Maceira”. El manzano. Me veo llegando en su bicicleta, atado a él un cordel y abrazándolo yo como si fuese lo último que iba a hacer en el mundo. Mi padre hablaba lo justo, y además hay muchas veces en que un hijo no necesita explicaciones de su padre: sigue ciegamente, con emoción y embeleso, sus pasos y se sabe seguro. Protegido contra la tormenta. Recuerdo vagamente lo que vi: la casa, mucho más grande que la nuestra de Vilarnovo (y al decir nuestra, quiero decir la que mis padres habían alquilado enfrente a la de sus padres, diminuta, y con un pequeño establo incorporado), el pajar, el patín del hórreo, el jardín, en el que yo sabía que mi padre había trabajado, y un cobertizo abierto pero con tejado, en cuyo interior no tardé en descubrir a aquel muchacho que se había vuelto hombre que parecía alimaña o monstruo, o un inventario de pequeñas deformidades que suscitaba, sobre todo, pena. Más pena que espanto.
Lo vi entre las sombras, enredado en los haces, reptando hacia los barrotes de su cubil que era, en realidad, una jaula gigante. Se le encendieron los ojos al ver a mi padre, deduje que sabía decir su nombre, “Benito, Benito, Benito…”, y que lo decía de manera entrecortada, e hizo eso que se decía entonces que hacían las personas o los perros alegres: le hizo una auténtica fiesta de gestos, de gemidos, de miradas. La señora me regaló manzanas, un pastel de membrillo y una frase que guardo: “Eres igual que tu padre”. Cuando nos fuimos, de nuevo en la bicicleta y yo atado con más fuerza porque había que subir algunas cuestas, habría querido que mi padre me contase el secreto de aquella relación, el secreto de aquella alegría que se había convertido, en el instante de la despedida, en un arrebato incontenible de melancolía y llanto. Años después, mi padre aplacó mi curiosidad a su manera: “Nos hicimos amigos. Nos hicimos hermanos. ¿Cómo se cuenta eso?”, dijo.
*La foto es de Jean Dieuzaide, y está tomada en Portugal.
[La dejo aquí puesta varios días: es mi carta,mi postal de cariño, a los amigos que de vez en cuando se asoman por aquí.]
PACO CANDEL, POR PEDRO PEINADO DE LA GAVILLA

La Gavilla de Candel
Desde mi infancia, tengo presente el nombre de Paco Candel. No en vano, todos los que emigraron a la Barcelona de los 50 y 60, tenemos mucho que agradecerle. Su libro Els Altres catalans cerró el paso al charneguismo militante y a la xenofobia. Considero que personas como él y las organizaciones sociales y de izquierdas, fueron los verdaderos artífices de la integración de los emigrantes o por lo menos de crear un discurso al que pudieron acogerse todos.
El peligro real era que se crearan dos espacios culturales distintos en Catalunya, estos existen, pero no debían estar enfrentados. En nuestros días, ya hablamos de multiculturalidad, pero, en el reciente pasado, nuestras fronteras eran casi estancas a los procesos migratorios que otros estaban viviendo. Eran los nuestros los que dejaban el hogar para luchar contra la miseria.
En personas como Candel, se funda la integración de la emigración procedente de todos los lugares de España que acudieron a la llamada de la industrialización y a la lucha por la mejora de sus condiciones sociales. Se empezó a despoblar el mundo rural y se cambió el arado y los rebaños por los tornos y los telares. Nacieron en los alrededores de Barcelona el fenómeno del barraquismo y la falta de servicios para toda aquella masa que luchaba por su futuro.
La familia Candel es de Casas Altas, en el Rincón de Ademuz, Valencia. Emigró a Barcelona en los años veinte. Vivió en las Casas Baratas y a través de sus libros podemos conocer cómo se produjo el cambio demográfico de Catalunya, cómo vivían los emigrantes y como afectaban los cambios a su nueva vida y a la sociedad catalana.
Podemos leer en la web de su Fundación el siguiente texto: "Vaig néixer pobre, he estat sempre pobre, continuaré essent pobre i pobre moriré. A aquestes hores, no espero que canviï la meva sort. Diguem que la corba o la sinuositat de la meva pobresa m'ha fet conèixer, d'alguna manera, totes les oscil·lacions d'un estat de vida comú a una gran majoria de gent. De mancar absolutament de tot, he passat a ser propietari d'un pis i titular d'una llibreta en una Caixa d'Estalvis; en sortir de la misèria del ubdesenvolupament no he estat capaç més que d'aconseguir la misèria de l'electrodomèstic". (Nací pobre, siempre he sido pobre, continuaré siendo pobre y pobre moriré. A estas horas, no espero que cambie mi suerte. Digamos que la curva o sinuosidad de mi pobreza me ha hecho conocer, de alguna manera, todas las oscilaciones de un estado de vida en común a una gran mayoría de gente. De faltar absolutamente de todo, he pasado a ser propietario de un piso, titular de una libreta de la Caja de ahorros; y al salir de la miseria del subdesarrollo no he sido capaz más que de conseguir la miseria del electrodoméstico)
Con este escrito queríamos dejar constancia de su vida entregada y explicar nuestra fugaz e intensa relación con Paco Candel. Decía, al inicio del texto, que desde mi infancia recordaba a Candel. Muchos años más tarde, pasando el agosto en Santa Cruz de Moya, llegó a mis manos el libro de la fiestas de Casas Altas, ahí fue donde supe que Candel había nacido en Casas Altas, a pocos kilómetros de donde había nacido mi padre. También de Casas Altas es el reconocido pintor Genovés. Comentando esta incidencia con Adolfo Pastor, me comentó que tenía un libro llamado Viaje a Ademuz, que me dejó y por un tiempo ha permanecido en casa. Es un libro de viajes que narra la marcha a pie que realizan desde Teruel a Ademuz Candel con dos amigos en la década de los 60. Quise devolver el libro a su dueño y lo certifiqué en una oficina de correos. Adolfo lo recibió en su casa el mismo día que sabíamos que Candel había muerto.
En el año 2001, con motivo de las II Jornadas El maquis en Santa Cruz de Moya, supimos que se hospedaba en el mismo hotel donde iban a pasar la noche alguno de nuestros participantes. Coincidían aquellos días, los actos de Santa Cruz de Moya, con unas jornadas que un grupo cultural de Ademuz había organizado y en el que participaba Paco Candel. Le dejamos una nota para invitarle a las jornadas y al homenaje al guerrillero que cada primer domingo de octubre se celebra en nuestro pueblo. Apareció el domingo en compañía de su hija y pasamos buena parte del tiempo juntos hasta después de la comida. El preguntaba sobre los motivos de todo aquello y fruto de este viaje y de su corta estancia en Santa Cruz de Moya escribió tres artículos en el diario AVUI de Barcelona, donde dejó constancia de sus impresiones. Deseo, de todo corazón, que su memoria, su humanismo y su alianza con las causas justas, puedan reproducirse en cada uno de los actos que organiza La Gavilla Verde.
Pedro Peinado Gil
Presidente de La Gavilla Verde
www.lagavillaverde.org
*Francisco Candel. La foto es de Consuelo Bautista.
XOÁN ABELEIRA DIALOGA CON JOHN BERGER

JOHN BERGER: “SOY UN CONTADOR DE HISTORIAS QUE RESISTE”
Xoán Abeleira
Son las 19:13: le soir, en Quincy, Alta Savoya; a noitiña en A Coruña. Marco el prefijo de Francia: 0033. Voy a hablar con Beverly –como ella insiste en que la llame–: la mujer de uno de los creadores más respetados del planeta. Algo que en estos tiempos en que hasta el mundo perdió el respeto por sí mismo, ya es mucho. Tal vez lo máximo a lo que uno puede aspirar. Ella es sus ojos y sus manos delante del ordenador, pues él, como Marcel, uno de los protagonistas de Pig Earth, el primer libro suyo que se traduce al gallego, siente recelo ante esas máquinas “cuya única función es acabar con nosotros”. De hecho, sigue escribiendo a mano, con pluma. Ahora está en París, donde tiene casa y va cada dos por tres, a pesar de que, como afirma su mujer, “está cansado de acudir a tantos actos, porque le quitan tiempo para escribir y, sobre todo, para vivir”. Llamo, pues, para concertar una cita. Suenan tres tonos. Alguien descuelga, pero lo que escucho no es la voz de una mujer. “Hello! It’s me! John Berger”. Todos los compañeros que han tratado con él me aseguraron que es un hombre extremadamente amable. Y sus primeras frases bastan para confirmarme que, en efecto, así es. Tras el teléfono, puedo imaginar su aspecto: una cara tan impresionante como la de Samuel Beckett. Uno de esos rostros que a uno le gustaría merecer en la vejez. “Llamaba precisamente por lo de la entrevista…” “Perfecto –me responde–; si quiere, podemos hacerla ahora mismo.” Desde luego, cuando uno tiene “a tiro” a un ser como John Berger dispuesto a que lo entrevisten, no puede ni debe dudar. “Aunque ahora no tengo manera de grabarla...” “No se preocupe –me tranquiliza–, tome notas: lo importante no es que reproduzca exactamente mis palabras sino su sentido.” Y entonces me percato de que este creador refractario acaba de darme una de las claves de su talento: ir siempre al meollo de las cosas para captar y transmitir la esencia de las cosas.
Pregunta: Antes de nada, quería darle las gracias por el dibujo que nos envió.
Respuesta: Lo hice en la Paz, un lugar cercano a Betanzos, en los años noventa Es un homenaje a todos los emigrantes en general y a los gallegos en particular; a los hombres y mujeres que tuvieron que irse de su tierra forzados por la pobreza. Pero también a mi difunto amigo Victor Anand, que tenía una casa en Betanzos, y al que fui a ver todos los veranos durante siete años. Ahora llevo tiempo sin ir a Galicia, un lugar que amo.
P.: Ochenta y dos años y sigue usted igual de activo.
R.: ¡Eso dicen! Acabo de terminar mi nuevo libro: From E to X. Las cartas que una mujer –Aida– envía a su ex marido –Javier–, que está en la cárcel, acusado de terrorista.
P.: Entrando ya en materia, sus relatos de Porca terra, ¿son tan verídicos como parecen? (Antes de responder, Berger calla siempre, alrededor de un minuto: lo único que se escucha son sus hmmm y el ruido de sus caladas. De pronto tengo la impresión de estar ante un alquimista del Medioevo, o más bien ante un artesano remiso a revelar sus secretos.)
R.: Verídicos no es la palabra idónea. En ellos hay también mucha ficción. Son historias que oí, desde luego, pero conformadas de una manera distinta. De una manera esencial, digamos.
P.: Ya, mas ¿cuánto hay de ficción y cuanto de realidad en ellos?
R.: Mire, para responder a esa pregunta debo aclarar antes la diferencia que yo veo entre un contador de historias (story teller) y un novelista al uso, digamos. La novela moderna es un género que nace como tal a finales del siglo XVIII, principios del XIX. En Inglaterra, por ejemplo, con escritores como las Brönte, Austen, etc. Pero la tradición de los contadores de historias se remonta hasta a Homero...
P.: Incluso hasta la Prehistoria...
R.: Probablemente. El contador de historias está ligado al origen de la Humanidad. Es un viajero, un nómada nato. Parte de su experiencia vital con los otros, con unos seres concretos, en unos lugares y unas circunstancias concretas. Digamos que es alguien que “se roza” con el mundo y luego cuenta lo que le ocurrió. Mientras que el novelista no sólo no suele hallarse en la situación que describe sino que la inventa. Crea otra realidad: su propia obra.
P.: Lo cual no tiene nada que ver con el género autobiográfico…
R.: No, no. Muchos novelistas son claramente autobiográficos –como Proust, a quien, por otra parte admiro desde siempre, y me influyó mucho–. Pero el contador de historias no lo es en absoluto. Él no cuenta sus propias historias sino que va por ahí con los oídos bien abiertos, escuchando y reinterpretando las historias de los demás, incluso anónimamente.
P.: Para entendernos: Chatwin, Kerouac ¿son contadores de historias?
R.: Por supuesto. Pero también Chéjov. Los contadores de historias salvaguardan, atesoran ciertos momentos vividos por ellos o por otros, mientras que los novelistas intentan captar, aprehender, reproducir vidas ajenas. La propia Internet es un inmenso story teller. Un agujero negro repleto de infinidad de historias.
P.: Como siempre lo fue el campo.
R.: Eso es. La gente de por aquí suele decir que las historias son para contarlas al anochecer, alrededor de la mesa de la cocina, con la familia, los amigos. Bien, pues eso es lo que hace un contador de historias: recogerlas y recrearlas junto al lar. Las novelas son más bien para leer en soledad.
P.: Entonces, los personajes de Porca terra son reales.
R.: Sí, pero no tal y como aparecen reflejados en el libro. Por ejemplo: Marcel, el protagonista de “El valor del dinero”, es un hombre al que conozco, y que aún vive. Lo que yo cuento ahí le pasó básicamente a él en la realidad. Pero él no hizo lo que hace Marcel al final. Aunque podría hacerlo. ¿Entiende?
P.:¿Y la Cocadrille? ¿La increíble Lucie Cabrol?
R.: Existió, pero ya había muerto cuando nosotros llegamos aquí. Todo el mundo tenía algo que contar sobre ella. A mí el personaje me fascinaba, así que hablé con unos y con otros y cribé todas las historias que corrían sobre ella en esas tres vidas. O, mejor dicho, en dos, porque la tercera es pura ficción. De hecho, el narrador de ese relato –el hombre que emigra a Argentina, el hombre con el que ella quiere casarse– soy yo. El contador de historias.
P.: Antes citó a Proust y a Chéjov, dos autores muy distintos. Ya sé que esta pregunta fastidia mucho a los escritores, pero ¿cuáles fueron sus referentes literarios cuando empezó a escribir? Lo digo por ahondar en el tema. (Otro minuto de silencio. Otras caladas.)
R.: Chéjov sin duda. Chéjov siempre. Él fue y sigue siendo un gran maestro para mí.
P.: Como para Carver...
R.: Sí, que es de mi misma generación, como usted sabe. También siento una enorme admiración por él. Como narrador y como poeta. Y por Dickens, Gorki, Joyce...
P.: Lo de Joyce siempre me extrañó, la verdad.
R.: Ya, porque en mi obra no se aprecia demasiado su influencia, y menos aún en Porca terra. Pero Joyce –a pesar de no ser un contador de historias– me marcó profundamente en mis inicios, sobre todo porque expandió el horizonte de la literatura. Igual que Hemingway –que sí lo era–. O Borges –que no–.
P.: Y en la actualidad, ¿quién le interesa?
R.: ¡Tanta gente! Entre los latinoamericanos, Galeano, por ejemplo. Y, entre los gallegos que conozco, Rivas, a quien considero sinceramente un magnífico escritor, dotado, además, con un gran sentido de la Historia… ¡y un gran olfato para las historias!
P.: ¿Alguna mujer?
R.: Claro. Hay una escritora turca a la que admiro mucho. Se llama Latife Tekin. Otra story teller, influida, en su caso, por el folclore y la tradición de Anatolia.
P.: Uno de sus rasgos más característicos es que usted, en sus libros, suele casar, relacionándolos, varios géneros, varias artes. Pero ¿hubo alguna razón especial para ir intercalando poemas entre las historias de Porca terra? (El silencio, junto con las caladas, se prolonga.)
R.: Son dos cosas distintas y para dos momentos distintos. Cuando cuentas una historia, le estás hablando a un lector que está sentado frente a ti en la noche, como le dije antes. En cambio, un poema es un grito lanzado al cielo.
P.: Y los cielos son, para usted, “una ventana al universo y, a la vez, un espejo de los acontecimientos terrestres”.
R.: Exacto. En Porca terra, cada género tiene una función distinta y nace de una experiencia distinta. Por ejemplo: “La muerte de La Nan M.” expresa mi dolor y mi respeto ante la muerte de una amiga. Un relato es un llamado a la Historia, digamos. Un poema, un llamado al cielo.
P.: Uno de mis poemas favoritos es “Escalera”.
R.: Pues mire: si después de hacerme esta entrevista aún le queda alguna duda respecto a ella o respecto a mí, le aconsejo que lo vuelva a leer. Sobre todo la última estrofa. ¡Tal vez encuentre ahí todas las respuestas a sus preguntas! P.: Algunos críticos se empeñan en definirlo como un “humanista marxista”. ¿Está de acuerdo con esa definición? Y, si lo está, ¿cree que el marxismo sigue siendo una alternativa a este capitalismo desatado que padecemos? (El silencio deviene, si cabe, mucho más hondo.)
R.: Hay diversas maneras de responder a su pregunta... Pero no, no puedo estar de acuerdo con esa definición, porque “humanismo” es un concepto muy manoseado, incluso desacreditado. Y “marxismo” no digamos: ¡un ideal traicionado en tantas ocasiones! Ahora mismo vengo de ver una obra en París sobre el Gulag, y en ella había personajes muy semejantes a los campesinos que conozco y de los que hablo en Porca terra. Pero eso no implica que el marxismo esté superado. Al contrario: creo que, en efecto, aún puede aportar muchas y muy buenas soluciones a los problemas actuales. Y, desde luego, sigo teniendo a Karl Marx por uno de los grandes pensadores de la Historia.
P.: Pasados ya treinta años desde que apareció este primer volumen de su trilogía, ¿cómo ve usted ahora la situación del campesinado? ¿Cree que las predicciones que hizo en el “Epílogo histórico” se cumplieron? R.: Voy a responderle con un ejemplo muy sintomático. En esta zona rural en la que vivimos, los campesinos, al llegar la primavera, llevaban sus caballos a la Iglesia para que el cura los bendijese. Cuando llegamos aquí, en los años sesenta, ese día solía haber unos treinta caballos. Bien, pues, ahora, esa fiesta tradicional desapareció. Muchas de las personas que conocíamos se marcharon o murieron. Y lo cierto es que la comarca está cada vez más vacía.
P.: Lo mismo ocurre en Galicia. Hasta ahora, nadie hizo nada por mejorar la vida de los labradores: ni la derecha ni la izquierda. Más bien se empeñaron en acabar con el tipo de sociedad rural que existía en nuestro país, porque lo veían como una plaga. El “maldito” minifundismo, ya sabe. Y ahora, cuando por fin parece que se empiezan a tomar algunas medidas, resulta que la mitad de las aldeas están casi muertas. Y con ellas, nuestra historia, nuestra cultura, nuestra lengua, corriendo el riesgo de desaparecer...
R.: Entiendo. Pues sería una tremenda pérdida para todos, ya que las culturas campesinas, en su conjunto, conforman una de las mayores riquezas de la Humanidad. Un corpus extraordinario de conocimiento que fue germinando a lo largo de los siglos, y que no podemos rechazar así como así. El capital financiero que nos maneja está imponiendo un orden económico cada vez más inhumano. Todo lo referente al pasado se ve como un supuesto lastre que hay que dejar atrás en nombre de un supuesto futuro lleno de promesas. Pero ningún futuro verdadero puede crearse despreciando las enseñanzas que nos legó el pasado. Lo cual no tiene nada que ver con el “conservadurismo”. Y, en ese sentido, estoy completamente de acuerdo con Pasolini, para quien “la Revolución es la guardiana del pasado”.
P.: Ya sé que es usted reacio a proponer la solución a este problema tan dramático, pero ¿alguna tiene que haber, no?
R.: ¡Muchas, espero! Cada país, cada pueblo, cada sociedad campesina ha de encontrar la suya, porque, a pesar de las semejanzas esenciales, existen diferencias entre unas y otras –como entre el minifundismo y el latifundismo–. Ya empiezan a verse algunos signos esperanzadores, como en Latinoamérica, donde las poblaciones indígenas o los movimientos como el zapatista no sólo luchan por sus tierras y por sus derechos, sino que intentan dar una respuesta a este capitalismo brutal que nos absorbe. Hay mucha gente trabajando por el cambio, dando ejemplo con sus propias vidas. Ya dije en alguna ocasión que, cuando miro al cielo, ese cielo al que los poetas lanzan sus gritos, veo algo semejante a un movimiento alternativo al poder actual. Un espacio que entraña en sí a todas esas personas que luchan y trabajan por dar sentido a su existencia. En ellas, pienso, reside la esperanza.
P.: Entonces, ¿“resistir lo es todo”, como aseveró Rilke?
R.: Resistir y despertar. Nuestra conciencia y la de los demás. Tal vez el arte, la cultura, no puedan transformar directamente la sociedad, pero sí a las personas que la conforman. Y, en ese sentido, los creadores, tenemos una enorme responsabilidad: resistir frente a esta suerte de uniformidad mental que nos están imponiendo, transformarnos nosotros al tiempo que transformamos el mundo. Por eso, si tuviera que definirme, diría simplemente que soy un resistente más. Un contador de historias que resiste.
(Esta entrevista apareció, abreviada, en la edición gallega de El País, del 16/11/2007)
MAÑANA, BORRADORES

El grupo de rock and roll Trío de reinas, integrado por Pío Lázaro, Héctor Conget y Jorge Muela, toca mañana dos temas en Borradores. El programa recibe a la galerista Patricia Rodrigo, responsable de la sala Antonia Puyó, y a la artista aragonesa afincada en Londres Begoña Morea, que presenta su último trabajo: “Untitled. A place” (Sin título. Un lugar). También acude el novelista Jorge D. Casamayor, que reedita su novela “Aragonés”, un texto de ficción histórica que transcurre en el siglo XIII y XIV, en pleno esplendor de la Corona de Aragón.
Por otra parte, Borradores ofrece extensos reportajes sobre el pintor Virgilio Albiac, que acaba de cumplir 95 años y sigue pintando; sobre la muestra “Los orensanz de Orensanz”, que se expone en Cajalón, una retrospectiva de casi medio siglo de Ángel Orensanz, coordinada por Jesús Pedro Lorente, y sobre “El arte gráfico de los arquitectos”, un estupendo proyecto de Elvira Adiego, con obras de Lagunas, Chueca Goitia, Cano Lasso, los Borobio o Pérez Latorre, entre otros.
Borradores también conversa con el poeta Ángel Guinda, que acaba de publicar su poemario “Claro Interior”(Olifante); el poeta lee varios de sus poemas. Y se completa el programa con un homenaje a Fernando Fernán Gómez, el humanista integral de las artes y las letras que fallecía la pasada semana.
*Fernán Gómez en un fotograma de "La silla de Fernando", de Luis Alegre y David Trueba.
MUJERES/ 1: ALTAMIRA GONZALO

Hace algún tiempo, algunos meses, conversé con esta mujer extraordinaria: Altamira Gonzalo. Siempre está de actualidad. Es una activista de los derechos humanos y de la dignidad.]
-¿Qué se le había perdido a usted en Derecho?
-Me obligó mi padre a estudiar esa carrera. Pero luego me gustó mucho, porque yo creo que el Derecho es la vida misma. Intenta resolver los problemas de la vida cotidiana. Vine a Zaragoza, hice la carrera y siempre tuve claro que quería ejercer mi profesión. El Derecho Civil me parecía muy bonito. Tengo magníficos recuerdos de Lacruz Bermejo: él nos descubrió un mundo nuevo, vivía sus clases con auténtica pasión. Y también conservo magníficos recuerdos del catedrático de Derecho Laboral Juan Ribero.
-¿Qué hizo luego?
-Me casé en cuarto y me fui a París con mi marido, que iba a realizar su especialidad de Medicina. Cursé quinto por libre y vine a examinarme. Luego hice Derecho Laboral en La Sorbona. Hacia 1973 él encontró un trabajo, y nos trasladamos a Madrid. Hice la pasantía en un despacho vinculado con gente de Zaragoza, y me independicé poco después. Tras aquella convulsión enorme de la Transición, me reciclé en Derecho de Familia. Siempre me han interesado los derechos de los trabajadores.
-Usted se hizo famosa porque envió a un hombre por impago de pensiones.
-Fue un asunto polémico, algunos decían que aquello era como la prisión por deudas, pero yo siempre he pensado que el bien jurídico aquí consistía en la situación de necesidad de la familia, en la protección del más débil.
-¿Cuándo se vino a Zaragoza, de nuevo?
-Madrid no nos gustaba. Siempre soñé con venir a Zaragoza. Por los cargos sanitarios de mi marido, primero estuvimos en Teruel de 1983 a 1986; luego en Madrid, de nuevo, de 1987 a 1990. Ya ve que las mujeres seguimos la vida itinerante de los maridos. A mí me encanta Zaragoza: sales a la calle y te encuentras con una amiga o un familiar, y a mí eso me parece muy humano, entrañable. Además, me encontré con que la ciudad, en el centro y en sus arterias, se parecía muchísimo a la que yo había conocido de joven. Zaragoza es una ciudad abordable, todo está al alcance de la mano, puedes ir andando al cine, al teatro...
-¿O al Auditorio?
-Desde luego. Estamos abonados a los conciertos de primavera y otoño, y a los de piano. El Auditorio también marca la modernidad de la ciudad por la calidad de su programación. Siempre está lleno. ´
-¿Qué más le gusta de Zaragoza?
-Otras dos cosas, en un plano general: está muy cerca del Pirineo y del mar. Yo voy mucho a Cerler; el valle de Benasque me parece un valle precioso. En Zaragoza es posible trabajar aquí hasta el mismo viernes y dormir en el Pirineo. O en el mar. Esta es una ciudad que te permite disfrutar de la vida, y eso es algo que valoro mucho. Otra cosa que me encanta de Zaragoza es la proximidad con el Moncayo. Me parece un monte misterioso, majestuoso. ¿Qué le digo de Veruela? Cuando vuelvo a casa, me produce un placer indefinible mirar por el espejo retrovisor del coche y ver una mancha de nieve en la cúspide del Moncayo.
-Creo que es usted una gran excursionista y viajera.
-Me fascinan los paisajes de Aragón. De Huesca, el Pirineo; de Teruel, la propia ciudad, con esas casas y esas torres maravillosas, la luz tan bella que tiene. Es una ciudad alegre. Y piense en la provincia: en Albarracín, el Matarraña, el Maestrazgo. Son territorios fantásticos que no se saben vender bien.
-Nos ha dicho que es una gran apasionada de la cerámica.
-En particular de la cerámica antigua, de inspiración mudéjar. La cerámica tiene alma, tiene vida. He realizado viajes por Aragón, Andalucía y Extremadura buscando cerámica. A veces voy al rastro y compro pedazos que parecen inservibles. Me gusta estudiarlos. Me emocionan. Hace poco conseguí comprar una bolsa entera y logré reconstruir, de manera incompleta, dos platos y una escudilla.
-¿Cómo ve usted a los aragoneses?
-Ya me siento aragonesa. Los aragoneses son nobles, pero con una forma de ser un poco dura, excesivamente críticos con nosotros mismos, demasiado exigentes y negativos con lo nuestro, pero eso no nos roba nobleza.
-¿Qué le sugiere PLA-ZA?
-Como pasa el tren por ahí, veo todos los días la Plataforma Logística. Será decisiva para el futuro de la Comunidad: cada día se instalan nuevas empresas. Es un espacio de revitalización para la ciudad.
-¿Y la Expo-2008?
-Soy promotora de la Exposición proExpo. El día que confirmaron que Zaragoza era la elegida sentí una gran felicidad. Zaragoza necesitaba una inyección así. Será una manera de que crezca la ciudad y de que tenga edificios modernos, calles amplias, un metro. Estoy emocionada porque la Expo ha sido como la espoleta para modernizar la ciudad.
-¿Cuál es ahora su rincón favorito?
-El paño mudéjar de La Seo: sería capaz de sentarme ante él horas y horas. Me fascinan los lugares cargados de arte e historia. Y, por supuesto, La Aljafería. Ese espacio es una preciosidad y muy enigmática, esa época.
EL ORDENADOR Y EL MAR (CUENTO)

El verano es la mejor estación para cazar. Es el tiempo de la prisa, de la lasitud, de la confusión. Como buen depredador, sabe que hay lugares idóneos para sobrevivir: siempre hay una mochila al acecho, una cámara de fotos distraída. Cambia de sitio continuamente: un día va a la estación de autobuses, otro acude a la playa, al Prat o la estación de Sants. Allí se da cuenta de que Barcelona es cada vez más un territorio de mestizaje, un trabalenguas multirracial.
Hay gente que anuncia en su rostro perplejo que el mundo le sobrepasa o que no está habituada a llevar bultos. La detecta de un vistazo. Así distinguió a su presa: con su chaqueta azul en el verano insoportable, los periódicos, una cartera de mano y la negra funda de algo que podría ser un ordenador portátil. La siguió con cautela, como una sombra invisible, y vio cómo se desesperaba con los teléfonos. No le funcionaba ninguno. La acompañó al andén a una distancia inocente. La víctima dejó sus bártulos sobre el banco y bebió un botellín de agua; confiado, se dio la vuelta y lo arrojó a la papelera. Era su oportunidad: percibió que era el instante decisivo del zarpazo. Cinco segundos después, el ordenador había desaparecido.
Tomó el taxi con la calma habitual: había sido un golpe magistral y sencillo. En casa, sin ansiedad, abrió el aparato. Lo conectó a la red; comprobó que tenía dos antivirus y algunas fotos, firmadas en mayúsculas rojas por un tal Patricio Julve. De inmediato, un terrible golpe de mar le impidió reaccionar, y un oleaje furibundo lo arrojó al suelo. Ni siquiera tuvo tiempo de darse cuenta de que había robado a un escritor. Sus últimos libros --“Marinos y mujeres”, “Los grandes cetáceos y los poetas” o “La vida secreta de los océanos”— seguían allí, dentro, con toda el agua del mar, con toda la furia de la espuma.
*Una foto, tomada en Brasil, de Elliot Erwitt.
A LA MEDIANOCHE, BORRADORES

El grupo de rock and roll Trío de reinas, integrado por Pío Lázaro, Héctor Conget y Jorge Muela, toca esta noche dos temas en Borradores. El grupo se fundó hace un año y prepara su primer álbum; se sienten próximos a Strike Cats y a Jimi Hendrix. El programa recibe a la galerista Patricia Rodrigo, responsable de la sala Antonia Puyó, y a la artista aragonesa afincada en Londres Begoña Morea, que presenta hoy mismo su último trabajo: “Untitled. A place” (Sin título. Un lugar). También acude el novelista Jorge D. Casamayor, que reedita su novela “Aragonés”, un texto de ficción histórica que transcurre en el siglo XIII y XIV, en pleno esplendor de la Corona de Aragón. Casamayor, zaragozano de 1941, escribe desde los quince años, se ha dedicado al mundo de los negocios, ha vivido nueve años en México y en 2000 inició su faceta de novelista. Ha publicado otros libros como “Pasado imperfecto”, “Te Deum”, “Un día desesperado” y “Malawi”.
Por otra parte, Borradores ofrece extensos reportajes sobre el pintor Virgilio Albiac, que acaba de cumplir 95 años y sigue pintando; sobre la muestra “Los orensanz de Orensanz”, que se expone en Cajalón, una retrospectiva de casi medio siglo de Ángel Orensanz, coordinada por Jesús Pedro Lorente, y sobre “El arte gráfico de los arquitectos”, un estupendo proyecto de Elvira Adiego, con obras de Lagunas, Chueca Goitia, Cano Lasso, los Borobio o Pérez Latorre, entre otros.
Borradores también conversa con el poeta Ángel Guinda, que acaba de publicar su poemario “Claro Interior” (Olifante); el poeta lee varios de sus poemas, con especial intensidad “El placer”, colgado aquí en el blog. Y se completa el programa con un homenaje a Fernando Fernán Gómez, el humanista integral de las artes y las letras que fallecía la pasada semana.
*La Foto es de David Lachapelle, a quien el pasado domingo "El País" le dedicaba un amplio reportaje.
Borradores. Aragón Televisión. Esta noche, a las 0.00. Realización: Teresa Lázaro. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Producción: Mamen Delpón y César Quílez. Redacción: Ana Catalá Roca.
UN POEMA DE OMAR LARA*

Su pelo más largo que un vuelo de albatros
Hasta aquí llegó
Su pelo más largo que vuelo de sueño
Hasta mí llegó
Una niña peinaba su pelo
Vi apenas su espalda una tarde en Fauresti
Su espalda cubierta del cabello lánguido
Que hasta aquí llegó
La niña y el vuelo y el cabello lánguido
Que en junio peinó.
*Poema de Omar Lara (Nueva Imperial, Chile, 1941), del libro “Papeles de Harek Ayun”, VII Premio Casa de América de Poesía Americana. (Visor, 2007). La foto es de Craig McDean.