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Se muestran los artículos pertenecientes a Abril de 2013.

ADIÓS A CARMEN PENA ANDREU

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ADIÓS A UNA MUJER ADMIRABLE,

A UNA GRAN COCINERA: CARMEN PENA ANDREU

Anoche durante el sueño falleció en Barbastro, en su casa, la madre de José María Gómez, Cuchi: Carmen Pena Andreu, viuda de Manuel Gómez, el emprendedor de la ferretería Gómez y el hombre que ponía los resultados del Tour y de otras carreras de ciclismo en la puerta de su establecimiento. Carmen murió a los 88 años. Llevaba algún tiempo enferma: había estado ingresada hacía poco en el hospital de San Jorge de Huesca pero remontó. Y ayer tomó la senda del adiós. Estuve en su casa hace dos o tres años, en su casa con piscina y con vistas hacia Barbastro. Era una mujer encantadora y hacendosa, capaz de organizar el mundo. Lo seguía haciendo a su modo, con la misma determinación, cuando había rebasado los ochenta. Era una gran cocinera: su máxima felicidad era cocinar para sus tres hijos (José Manuel, José María y José Enrique, y para su marido, que había fallecido hace algunos años, y fue un tiempo alcalde de Barbastro. ¡Cuánta vida, cuántos recuerdos, cuántas sensaciones! Un abrazo infinito para Cuchi y sus familiares. Hubo muchos amigosy familiares en el entierro: por allí andaban Javier Barreiro, Luis Alegre, Alfredo Domper, Manuel Vilas, Joaquín Coll, Mariano Gistaín (que emoción: los padres de Cuchi descansarán para siempre muy cerca de los de Mariano: Mariano y Josefina), Gonzalo y Ricardo Gómez. La lista sería infinita: Carmen Pena Andreu era querida por los suyos, por los barbastrenses, aunque ella había nacido en Graus, por el propio sacerdote, que recordó la amistad y las tertulias de antaño. La catedral estaba espléndida con su retablo de Damián Forment.

 

*Este mujer no es Carmen Pena Andreu. Es un retrato de F. W. Guerin.

01/04/2013 00:25 Antón Castro Enlace permanente. Temas aragoneses No hay comentarios. Comentar.

ALOMA RODRÍGUEZ, EL 4 EN MADRID

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ALOMA RODRÍGUEZ PRESENTA ‘SOLO SI TE MUEVES’

EN LA FNAC DE CALLAO CON JAVIER REBOLLO Y EVA AMARAL

Aloma Rodríguez envía esta nota: “Queridos amigos: El jueves, día cuatro, presento mi novela ‘Solo si te mueves’ (Xordica) en FNAC Callao a las 19:30. Me acompañarán el cineasta Javier Rebollo y la cantante Eva Amaral. Será un placer veros”.

‘Solo si te mueves’ es el tercer libro de Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983; lleva casi dos años afincada en Madrid), escritora y traductora: primero publicó ‘París tres’ (Xordica), una novela de Erasmus que transcurría en París y que giraba, en buena medida, en torno al mundo de la pareja, de la familia y del teatro. ‘Jóvenes y guapos’ (Xordica) era una colección de relatos que sucedían en la atmósfera del teatro. Y ‘Sólo si te mueves’ (Xordica) es un libro de iniciación y de consolidación de una relación de pareja, que transcurre en Dinópolis, Teruel, durante un verano. Es un libro sobre la seducción, el primer empleo, la amistad, la convivencia y la aventura de ser actriz en un parque de dinosaurios. Es también un libro de complicidades y de confidencias, un libro sobre una ciudad minúscula que poco a poco se convierte en un escenario literario y humano, más determinante de lo que la propia narradora había pensado.  

Ese día, por cierto, su hermano Daniel celebra su cumpleaños.

 

01/04/2013 14:08 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

SOBRE 'EL VIENTO, EL NIÑO Y EL MIEDO'

Foto de Aloma Rodríguez.

 

Esta tarde, miércoles, 3 de abril, a las 20.00, en la librería Los Portadores de Sueños (calle Blancas) se presenta mi libro ‘El niño, el viento y el miedo’ (Nalvay), ilustrado por Javier Hernández, un rosarino afincado en Siétamo. Estas son las respuestas a algunas preguntas que me ha planteado la editorial, que tiene su sede en Almudévar.

 

UN DIÁLOGO CON ANTÓN CASTRO

 

¿Qué es ‘El niño, el viento y el miedo’?

De entrada, diría que es un libro de cuentos, fantásticos, misteriosos, cotidianos, de terror y oníricos, que transcurre en Galicia, en un territorio que tiende a la leyenda. Sucede en una zona próxima a A Coruña, en un pueblo diminuto, de una docena de casas, donde puede suceder cualquier cosa. Por las noches el viento muerde los aleros y la gente se reúne, en torno al fuego, a contar relatos de miedo, de aparecidos, de fantasmas, de vampiros, de caballos salvajes o de gallinas que ponen huevos de oro en la falda del monte. Es un libro un tanto familiar, con un protagonista, con su madre y su hermano y algunos vecinos a los que les suceden cosas todo el rato. El bosque está próximo y el mar también, y de ambos espacios proceden historias casi inverosímiles, como la de una mujer que aparece con un espejo y una navaja barbera, como la de la comadreja sanguinaria, como la del caballero medieval que reaparece flotando en el lago por la tarde, Atanís de Val, etc. Es un libro de viajes, de espacios, de sueños y sorpresas.

 

¿Por qué ha sentido la necesidad de escribir el volumen?

He escrito este libro casi por azar. El escritor Ignacio Sanz me invitó a participar en el Festival de Narración Oral de Segovia hace cinco o seis años. Quería que contase algunos de mis cuentos aragoneses: no sé por qué me senté al ordenador y me salió este libro que tiene algo de autobiografía de una infancia que, vista ahora, más de 40 años después, parece una pura invención. Esencialmente, todos los personajes existen o han existido y de vez en cuando penetran en mis pesadillas y en mis mejores recuerdos. Conté el libro en la casa de Andrés Laguna y fue una experiencia estupenda. Tenía tanto miedo como el protagonista del libro.

 

¿Cómo está escrito ‘El niño, el viento y el miedo’?

Creo que con fluidez, con un ritmo rápido y con un aire oral. Como suele suceder cuando se mira la infancia descubrimos hechos prodigiosos, detalles, matices de la vida, del sueño y del espanto. Algunas historias son demasiado terribles, tal vez, pero así las recuerdo. Así las vivía. Ya entonces, más que el cine, nos gustaban los cuentos y un fenómeno nuevo: la televisión. La ‘Sesión de noche’ ya forma parte para mí de la leyenda. En ese difuso autorretrato que elaboro hay un poco de todo: sensaciones, sustos, terrores, presencias inesperadas, como los ratones a medianoche, incluso hay un equipo de fútbol, el Peñarol de Baladouro, compuesto por jugadores que pertenecían a los gremios locales, entre ellos Boedo, al que llamaban ‘El bombardero patizambo’. Volvía a casa por un angosto sendero que avanzaba al lado de una finca de maíz: el viento estremecía las hojas y yo contagiaba todo mi horror a mi madre. Pero creo que jamás me olvidaré ni del maíz, de las películas y sus besos, ni de la noche constelada, ni de mis ganas de hablar y hablar para olvidarme del pánico. Quien canta sus males espanta.

 

¿Dónde sucede ‘El niño, el viento y el miedo’?

El libro sucede en los lugares de mi niñez. Y en los lugares de la imaginación que han ido sedimentando con los años. Las criaturas andaban por allí: Pura del Quejigal, Polo del Vilar, María do Nacho,  Mercedes y Antonio, Generoso Barreiro Viñán, que creó un negocio de panaderías en Uruguay... El libro transcurre en muchos lugares, sin duda: quizá, muy especialmente, en el corazón del bosque, a este lado del mar, o en las altivas montañas, llenas de sapos y lobos.

 

¿Cuándo transcurren los relatos?

Suceden algo más allá de la inmediata posguerra. Entre 1964 y 1968. Y la vez tiene una atmósfera intemporal. De conseja. De lugar inverosímil. De pura invención. Hay algunas referencias temporales, sin duda, algunas series de televisión, algunos hábitos, pero el tiempo aquí se desdibuja como la materia inaprensible de los sueños.

¿Cuál es el cuento con el que más se identifica?

Quizá el que más veces he oído o me he contado es la historia de un mal ojo que tantas veces me contó mi madre y me aseguró que era verdadero. Hablo de ‘La cabeza de ternero y el mal vecino’. Así lo viví: como una verdad absoluta e impactante que define un poco la sociología del campo en otros tiempos. En realidad era un cuento de envidia y mirar atravesado que tenía su mejor escenario en el fuego del hogar. Pero el cuento donde me siento más cómodo quizá se ajuste más al tono de ‘Mi tío de América’. Podría haberlo empezado de otro modo: “Yo tuve una armónica de Montevideo”.

¿Cómo definiría los dibujos de Javi Hernández?

Son muy narrativos y muy especiales. Están llenos de evocación y de sugerencias. Posee una mano espléndida, y aquí ha trabajado a su gusto. Ha desarrollado el libro en colaboración con los editores y creo que ha hecho un magnífico trabajo, lleno de detalles, de sutileza, de intuiciones. Es expresivo, lírico y cuenta muy bien, buscando siempre su propio discurso, su forma de contar visualmente. Me encanta su trabajo y le da al libro una dimensión. Me siento muy feliz por esta colaboración que se ha desarrollado con libertad, respeto y mucha confianza.

MANUEL VILAS: UN DIÁLOGO DE SEXO

¿No habría sentido celos del éxito de ‘Las sombras de Grey’?

No, en absoluto, aunque tanto “La sombras de Grey” como “El luminoso regalo” tratan el mismo tema: el erotismo. Creo que la gente quiere leer novelas sobre sexo, está en el ambiente.

 ¿Qué es lo que te lleva a escribir un libro tan descaradamente sexual, incluso pornográfico si eso se puede sostener en estos tiempos?

 El erotismo, en mi opinión, es un asunto todavía sin resolver, y de eso se habla en “El luminoso regalo”. El sexo sigue ocupando un lugar central en las relaciones humanas y en la búsqueda de la felicidad, he intentado poner el dedo en esa llaga. Hemos resuelto muchas cosas a lo largo de la Historia, pero el erotismo es una fuerza atávica y ancestral que nos devuelve al origen de la especie.

 Más allá de los términos del Apocalipsis o de sus habituales desafueros, que quizá sea tu modo de escribir en libertad, ¿qué reflexiones querías abordar? ¿Cuál es la importancia del sexo en nuestra vida y en nuestra imaginación?

Supongo que por desafueros tengo que entender imaginación y libertad radical en mi escritura; y efectivamente, en esta novela insisto en mi senda habitual de indagación sin prejuicios ni límites en aquellos aspectos que alienan la felicidad de los hombres y de las mujeres. En cuanto a la importancia del sexo, diré que no me invento nada que no esté en Sade, Freud, Jung, Bataille o Lacan, lo único que hago es narrar el misterio del erotismo. Es un libro muy influido por Lacan en el plano teórico. En mis anteriores novelas había tratado la alienación del capitalismo en los ámbitos sociales, económicos y culturales. Me faltaba el erotismo. Como dice Bataille, la civilización ha domesticado el sexo; pero su pulsión está allí y aparece inesperadamente. Es un monstruo dormido.

Vayamos con los personajes. El libro se abre con un capítulo casi apabullante y febril protagonizado por Ester, una ninfómana... ¿Cómo ves a este personaje, cuál es su función en la novela?

 Ester es una ninfómana sumamente hermosa. Es sexo en estado puro, pero también es amor. Ella representa la compleja relación entre el sexo y el amor. Es un personaje muy voluble. A veces es una mujer terriblemente enamorada y su abyección desaparece. Hay un capítulo muy complejo en donde Ester se transforma en una mujer bondadosa y humilde y conmovedoramente enamorada. He jugado con distintos planos de ficción. Ester es un enigma en “El luminoso regalo”, es una pregunta al lector.

 Entre las definiciones que le concedes, dices que es una Bruja y “una incandescencia carnívora que vuelve locos a los hombres”. Su primer antagonista, al que quizá haya que interpretar en clave irónica, es un psiquiatra o psicoanalista de vida sexual bastante disoluta, como iremos viendo. ¿Esto es broma o nadie, nadie, se escapa a poder del sexo?

 Nadie se escapa del poder del sexo. La gente, simplemente, lo domestica o lo encauza o lo racionaliza o le da un sentido moral o lo convierte en amor o en matrimonio o en relaciones de pareja. El amor a veces parece una construcción cultural encaminada a dar al sexo un sentido civilizador. De todo eso se habla en la novela. El sexo sin ley es destrucción, pero Sade no estaría de acuerdo. El sexo normalizado es un pacto social necesario para que exista la civilización.

El protagonista es Víctor Dilan. ¿Has querido que este hombre de 49 años, escritor de éxito, sea un ejemplo de Don Juan Tenorio o de Giaccomo Casanova?

He querido actualizar el mito de Don Juan, que es un mito importantísimo en la cultura europea. Víctor Dilan es un adicto al sexo. La adicción al sexo es la manera contemporánea de calificar al donjuanismo.

Dilan está casado con Elena, pero tiene una obsesión: la mujer, no dormir solo, el deseo...¿Es posible que tantas y tantas y tantas mujeres pierdan la cabeza por un hombre como él? ¿Qué les atrae: saberse queridas, la seducción, la fama, el poder, cierta animalidad, saber que estado?

 Allí es donde la novela tiene su toque de esoterismo. Víctor Dilan es un brujo, un donjuán con poderes. De hecho al final de la novela se revela su identidad. Se revela quién es en realidad. “El luminoso regalo” pasa entonces de ser una narración erótica a ser una narración sobre el enigma de la vida y el lector tiene suficientes elementos de juicio para deducir la verdadera identidad de Víctor.

Por cierto, ¿es posible ser fiel o leal en este mundo, sexualmente hablando? 

En mi novela la fidelidad es una construcción cultural más. Ahora bien, yo he escrito una novela; es decir, una obra de ficción. Creo que fidelidad y lealtad son dos cosas distintas. La fidelidad es una construcción cultural de la masculinidad. En “El luminoso regalo”, todos los personajes son promiscuos. La promiscuidad, históricamente, estaba reservada para la aristocracia. Porque como dice el psicoanálisis de inspiración marxista si se trabaja no se puede ser promiscuo. La promiscuidad solo era posible para quienes no trabajaban. En nuestra sociedad, la promiscuidad está reservada para la clase alta, para empresarios, políticos, artistas, etc. La monogamia procede del culto al trabajo. En la aristocracia no hay ni “cornudos” ni “cornudas”.

 Dilan hace el amor con casi todas sus amantes con la música de Bob Dylan de fondo. ¿Eso qué es: vicio, perversión, una excentricidad, una de tus pasiones ocultas?

Es una ironía cultural. Es un juego. Es también un homenaje inesperado a la figura más emblemática del Pop de todos los tiempos. Quería también resaltar la importancia que la cultura Pop tuvo a la hora de liberalizar el sexo.

¿Qué relación existe entre coito y desesperación? muchas veces tus personajes parecen irremediablemente desesperados...

Bataille llamaba discontinuidad a la imposibilidad de dejar de ser “yo” y entrar en “el otro”. Víctor Dilan no soporta la discontinuidad, pero el sexo no alivia su discontinuidad, su soledad. De ahí su desesperación. El coito es el momento en que se produce la pérdida de la identidad y se alcanza la fusión con el otro. Ocurría algo parecido en la película “Shame”, estrenada hace poco.

¿Qué tiene todo el libro de parodia, de gran broma?

Yo creo que por primera vez en mucho tiempo no he utilizado el humor. Creo que “El luminoso regalo” es una novela muy dura. Es un libro sobre la relación entre el Erotismo y el Mal. No es paródico ni hay humor; o en todo caso, muy poco humor. Esa ausencia se compensa con el morbo y la atracción que producen la lectura de las abundantes escenas eróticas que hay en “El luminoso regalo”.

 ¿Qué le debe a Sade y a Bataille, sobre todo? ¿Y a ‘2001. Una odisea en el espacio’ o a las novelas románticas del siglo XIX y XX?

He leído mucho a Sade y más a Bataille. A este último la novela le debe mucho en los planos filosóficos o teóricos; en los literarios no le debe nada. A Kubrick le debo la búsqueda de lo absoluto. Y a Emily Brontë le debo la locura en el amor, el amor convertido en fantasma, en enfermedad. Todas esas cosas impulsan la acción en “El luminoso regalo”.

 ¿Has querido llevar al lector a un territorio más bien desapacible: el territorio del mirón que contempla todas las guarrerías posibles y soñadas entre los amantes?

“Guarrería” es un término de jerga juvenil o masculina que banaliza el sexo. “El luminoso regalo” sitúa el sexo en el centro de la desesperación y la soledad humanas. El sexo es de una complejidad humana infinita, y eso quiere mostrar mi novela.

¿Crees que falta aquí alguna práctica sexual, incluso alguna depravación?

No es para tanto. No hay orgías. No hay zoofilia. No hay nada que no sea normalito. Quizá lo anormal sea llamar a las cosas por su nombre, eso puede extrañar en un país como el nuestro, muy dado a no hablar de sexo o hablar de sexo de una forma codificada, artificial y roma.

 ¿Tiene Manuel Vilas una desolada visión del mundo? Parece que aquí no se salva nadie, ni siquiera el sexo…

Manuel Vilas aquí no pinta nada, es inexistente y carece de interés lo que piense. Desde que el lector entra en la novela, son los distintos narradores de “El luminoso regalo” quienes deciden lo que se cuenta y lo que no se cuenta; para eso se inventaron las novelas. La ficción nos hace más libres, no tiene sentido moralizar la ficción. Moralizar la ficción es tanto como quitarle la gracia y la fuerza a la literatura. Es verdad que ha habido lectores, a lo largo de la historia, que por juzgar y moralizar han sido capaces de condenar al infierno a la mismísima Madame Bovary. Imagino que Flaubert aún se debe reír desde su tumba.

 

*El retrato de Manuel Vilas es de Vicente Almazán.

 

03/04/2013 09:18 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

BIGAS LUNA POR LUIS ALEGRE

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LUIS ALEGRE RECUERDA A BIGAS LUNA

La fiesta de la vida

 

Por Luis ALEGRE

 

La fiesta de la vida

 

 

 

La mirada de Bigas Luna no se parecía a la de nadie. Eso es lo que distingue a los grandes creadores y él sobresalió como uno de los más imaginativos y estimulantes de nuestro cine. Desde “Bilbao” (1977) quedó muy clara su atracción por los tipos obsesivos, las relaciones insólitas y las historias pasionales y fronterizas marcadas por un fuerte erotismo. Entre sus películas se encuentran adaptaciones literarias, evocaciones históricas, películas intensamente claustrofóbicas, películas luminosas, cine lírico y romántico o, incluso, cine de terror (“Angustia”). Pero, por encima de esa variedad, sobrevuela en todo su cine un mundo, un estilo muy personal y arrebatador. Nos descubrió a Ariadna Gil en “Lola”, a Penélope Cruz, Jordi Mollá y Javier Bardem en “Jamón, jamón”, a Miguel Poveda en “La teta y la luna” o a “Verónica Echegui en “Yo soy la Juani” y disparó la carrera de Leonor Watling en “Son de mar”. Son muchas las cosas que le tendremos que agradecer siempre.

 

Bigas me hizo sentir bien desde el primer instante. Tal vez porque, al conocernos, me saludó con una gran sonrisa y, luego, me dijo: “Mi película favorita es ´La edad de oro´, de Luis Buñuel”. Fue en Zaragoza, en la presentación del rodaje de “Jamón, jamón”, en el otoño de 1991. La última vez que lo vi fue también en Zaragoza, el pasado 30 de noviembre. Yo esperaba en la estación de Delicias a Ángela Molina. En el mismo AVE, casualmente, venían Bigas y su mujer Celia Orós, zaragozana militante. Bigas me lanzó la gran sonrisa de siempre y me contó, muy ilusionado, que estaba a punto de rodar “Segundo origen”. Desde ese día lo visualizaba en esa película, disfrutando como solo él sabía. Nunca me enteré de que había caído enfermo. Él pidió que, cuando muriera, no se celebrara ningún funeral o acto público de homenaje. Bigas era demasiado elegante como para molestar con algo tan vulgar como la enfermedad y la muerte.

 

A Bigas le volvía loco la vida y era un experto en gozar de ella. Su afán por convertir cada rato en una fiesta divertida y excitante hacía de él una compañía extremadamente confortable. Era imposible sentirse mal si él se encontraba cerca. Durante estos 22 años tuve la suerte de comprobarlo cientos de veces. Él me cogió de la mano muy a menudo y me empujó a ese extraño y fascinante planeta que él había creado para sus seres queridos. Metió en mi vida a Javier Bardem, Penélope Cruz, Jordi Mollá, Anna Galiena, Stefanía Sandrelli, Rosa Vergés, Leopoldo Pomés o Verónica Echegui; me encargó hacer lo imposible para que Jorge Perugorría se empapara del acento aragonés antes de interpretar a Goya en “Volaverunt”; me llevó a sus casas de Barcelona y Torredembarra y me enseñó su huerto ecológico; me regaló una comida excelsa alrededor de unos calsots en un restaurante de pueblo; me convocó a cenas con amigos que él preparaba como un rito sagrado. Bigas sostenía que lo que mejor sabía hacer era colocar a cada comensal en el lugar perfecto de la mesa.

 

Él también quiso acercarse con frecuencia a mis amigos y a mis cosas. Tuve el placer, por ejemplo, de presentarle a María Dolores Pradera y Leonor Watling. Una Semana Santa Agustín Sánchez Vidal y Ana Marquesán nos invitaron a su casa de Híjar y, vestidos de nazarenos, participamos en La Rompida de la Hora. Bigas estaba entusiasmado. Pero la ceremonia le absorbió de tal manera que, de madrugada, durante la procesión posterior a la rompida, entró en trance y se perdió tocando el tambor, solo, por las calles de Híjar. A las cuatro de la mañana nadie sabía dónde estaba. Al rato apareció, levitando y feliz. En otra ocasión, me acompañó a mis pueblos, Lechago y Calamocha. José Luis Campos tuvo una idea fantástica, que tal vez algún día se concrete: bautizar con el nombre de Bigas Luna la avenida cercana al Museo del Jamón de Calamocha, como un modo de reconocer la promoción internacional que Bigas había hecho del producto estrella de la comarca. Recuerdo que Bigas dijo: “Qué ilusión. Cuando alguien pille un taxi para ir al museo le dirá al taxista: ´Al Museo del Jamón. Por la Avenida Bigas Luna”.

 

Bigas era uno de esos no aragoneses a los que les encanta ser aragoneses. Sus antepasados maternos eran de Aragón y, después de enamorarse de su mujer, acabó prendado de nuestra tierra, nuestro carácter y nuestra gente. A él le escuché la única teoría “sensata” para explicar la increíble relación de Aragón con el cine: “Es que para hacer cine es preciso ser muy testarudo”. Celia le contagió su pasión por la Virgen del Pilar y la Ofrenda de Flores. Una tarde me deslizó algo: la Ofrenda aún podía resultar más espectacular, fluida, brillante y poderosa si se cambiaba el lugar de ubicación de la Virgen. De inmediato, se lo solté a Pilar Soria y Juan Bolea, entonces Concejal de Cultura. Juan enseguida comprendió el alcance de la idea y, con una insólita rapidez, logró que todo el mundo, y nunca mejor dicho, la bendijera.

 

A mí siempre me ha hecho mucha gracia que Bigas, en Aragón, revolucionara el icono religioso por excelencia y, también, el icono erótico-festivo que representa el cabaré El Plata, ese templo pagano. Dentro de Bigas convivían un místico, un erotómano, un surrealista, un trasgresor, un iconoclasta, un provocador, un fetichista, un hedonista radical, un vanguardista, un amante de los símbolos, ritos y tradiciones y, sobre todo, uno de los seres más cálidos y cariñosos que he conocido en mi vida. Escribo estas palabras al rato de conocer su muerte, sin tiempo para digerirla, cuando aún me siento dentro de una pesadilla.

 

e ’El Mundo’. Hoy Luis Alegre publica en ’Heraldo’ una versión reducida de este texto.

07/04/2013 10:22 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

ADIÓS AL ARTISTA PASCUAL BLANCO

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Un artista del hombre y sus sombras

 

Ha fallecido Pascual Blanco (Zaragoza, 1943-2013), Premio Aragón-Goya de Grabado 1998 y objeto de una antológica en el Palacio de Sástago. El entierro será hoy martes por la mañana, a las once, en el cementerio de Torrero de Zaragoza

 

“Pascual  Blanco es un grande, grandísimo, dibujante. Pocas  veces podemos ver la perfección y la forma en algo que parece menos relevante que un torso o una cabeza: las extremidades son trazadas con una simplicidad casi de signo en los trazos, pero sin abandonar su forma, su expresividad, su movimiento y, por qué no decirlo, su belleza. Quizá en toda nuestra pintura actual no encontremos pies o manos más hermosas, más bellamente ejecutados”, escribía el historiador del arte Federico Torralba Soriano en el catálogo de ‘Del Génesis o el Paraíso Perdido’ de Pascual Blanco, que falleció el domingo de un infarto, a los 69 años.

Pascual Blanco Piquero había nacido en Zaragoza en 1943; se definió alguna como un “escolar díscolo”, pero pronto se sintió subyugado por el arte, e ingresó en la Escuela de Artes. Estudió con profesores como Luis Berdejo, de quien pareció heredar la atracción por el cuerpo humano, Félix Burriel, Dolores Franco y Alejandro Cañada. Se licenció en Bellas Artes en la Escuela de Artes ‘Sant Jordi’ de Barcelona, y pronto empezaría a mostrar su inquietud y su deseo de participar en proyectos artísticos de los inquietos y radicales años 60 y 70. Participó en el colectivo ‘Tierra’, y en 1969 expuso en Kalos, una pintura geométrica, de tamiz lírico y un gran sentido del color, algo que caracterizaría su producción. Si Pascual Blanco fue un buen pintor, encontró en el grabado un campo de pruebas para sus óleos, y al revés, halló en el óleo, en el dibujo y el gouache un terreno de experimentación para el aguafuerte.

Pascual Blanco se definía como un pintor solidario y solitario a la vez. Esa era la ecuación que definió su carrera: quería ser un pintor honesto a carta cabal, auténtico, pero jamás se olvidó de las malandanzas del mundo, aunque también era un pintor metafísico, habitado por las sombras. Dijo: “Mi búsqueda plástica es una búsqueda de la libertad en la creación. Yo deseo evolucionar. Mi vida se justifica por mi propio trabajo y siempre he deseado desarrollar, estéticamente, una coherencia íntima y vital. Por ello he intentado estar al margen de las modas, de los encasillamientos”.

Sin embargo, intervino en la agitación creativa y política de los grupos pictóricos. E integró en 1972 y 1973, por un espacio de apenas seis meses, un colectivo que daría que hablar: ‘Azuda-40’, formado por otros siete artistas reconocidos como Natalio Bayo, José Ignacio Baqué, José Luis Cano, Vicente Dolader, Antonio Fortún, Pedro Giralt y José Luis Lasala. Su empeño, que conoció varias exposiciones y algunas intervenciones conjuntas, sería recordado y recreado en 1983 en la Lonja. Para entonces, Pascual Blanco había desarrollado una pintura comprometida, de denuncia social, resistente, de alegorías políticas, inicialmente abstracta y cada vez más figurativa.

Poco a poco, despojado ya de las contingencias históricas y de la crítica del franquismo, Pascual Blanco irá deslizándose hacia la figuración y el ser humano –indefenso y fuerte a la vez, melancólico y vitalista, herido, doliente, desesperado en ocasiones, soñador casi siempre- se irá convirtiendo en el centro de su obra plástica, tanto en el óleo como en el aguafuerte. Pascual Blanco ha sido uno de los grandes grabadores del siglo XX y XXI en Aragón: con un clásico como Manuel Lahoz, como Mariano Rubio, como Natalio Bayo, Maite Ubide, Mariano Castillo... Confesaría: “Rembrandt es el monstruo total del grabado. Dios bajó a la tierra y se puso a grabar con la mano de Rembrandt. En su caso, el grabado es plenitud de vida. Durero es la perfección visible. Y Goya es la revolución máxima (...) En mi caso, el grabado introduce la vertiente de la tragedia y es una exigencia de mi propia necesidad plástica, una indagación en mis propios instrumentos de artista”.

En 1992 es uno de sus años claves con su presencia en la Lonja, con la ya citada muestra ‘Del Génesis o el Paraíso Perdido’, que él definió como “un ejercicio de riesgo”. Constaba de 25 gouaches, 25 aguafuertes y 25 óleos de gran formato, de dos metros por dos metros, que era como la llegada, la consumación de una meditación que incluía el desamparo, la añoranza, el dolor, tenía algo de compendio de una vida que no había sido fácil nunca. Pascual Blanco fue un creador con demonios y angustias, casi a la manera de Dostoievski, Van Gogh o Unamuno: la muerte de su esposa Encarni Izar, también pintora, la conciencia de la fragilidad, el intento de crear una obra intensa, comprometida, que refleja “la difícil y compleja condición de ser hombre”. Dijo en una ocasión: “Quiero reflejar el sentimiento y la emoción”.

Pascual Blanco ingresó en la Escuela de Artes en 1972 y allí impartió, hasta su jubilación en 2008, clases de dibujo y grabado. Fue un trabajador incansable y apasionado. En 1998 recibió el Premio Aragón-Goya de Grabado. Colaboró con el Museo del Grabado de Fuendetodos, donde expuso y donde dio talleres, y en 2005 fue objeto de una antológica en el Palacio de Sástago: ‘Pascual Blanco. Imágenes para el recuerdo, 1964-2005’. La exposición de su vida, que se suma a otras exposiciones en Montemuzo, Fuendetodos, la CAI-Luzán, A del Arte o en Italia, más recientemente. Se ha ido un hombre entrañable y próximo, un artista que se buscó obsesivamente y que se encontró en sus hijos Sergio y Begoña, en Encarni y Maite, sus compañeras, en tantos y tantos amigos como tuvo, y en su invencible vocación artística.

 

*Este texto se publicó ayer en Heraldo.es. La foto es de Vicente Almazán.

SÁNCHEZ ROSILLO, EN ZARAGOZA HOY

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ELOY SÁNCHEZ ROSILLO,

EN ’CONVERSACIONES EN LA ALJAFERÍA’, HOY

 


Esta tarde, a las 20.00, en la sala Goya del palacio de la Aljafería, Almudena Vidorreta y yo conversaremos con el poeta Eloy Sánchez Rosillo, que acaba de publicar otro espléndido poemario: ’Antes del nombre’ (Tusquets), que es una exaltación de las pequeñas cosas del vivir: la belleza repentina, los pájaros, la convivencia, los instantes poblados de vida y de recuerdos, el amor... Escribe una poesía diáfana, con palabras necesarias y luminosas. Es, como dice hoy Juan Marqués, un poeta que ha debido acumular las desdichas inconfensables y que sabido transformar su existencia y su escritura en una búsqueda permanente de hermosura, de intensidad...

CICLOS

Amor de lo que vuelve.
Todo se va y regresa.
Abril: una costumbre
y una nostalgia, el lema
vibrante de la dicha.
Fulgor de la experiencia
que es fe y es confianza.
Invierno aún, y nieva.
Mañana –exacta y pura-
retornará la abeja.

 

De ’Antes del nombre’ (Tusquets).

11/04/2013 17:39 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

'EL NIÑO, EL VIENTO Y EL MIEDO', EN HUESCA

Esta tarde, a las 20.00, en la librería Anónima de Huesca se presenta mi libro ‘El niño, el viento y el miedo’ (Nalvay), ilustrado por Javier Hernández, un rosarino afincado en Siétamo. Estas es una entrevista de Ana Moreno, periodista de ‘Sin ir más lejos’ de Aragón Televisión. La presentación correrá a cargo de la profesora Rosa Tabernero, especializada en literatura infantil y juvenil.

 

 

- ¿Cómo surge "El niño, el viento y el miedo"?

-En realidad nació de una invitación a un Festival de Narración Oral en Segovia. Me invitaron a que contase cuentos, me senté al ordenador y me salieron muchos recuerdos de una niñez habitada por lo maravilloso, el asombro constante, la revelación y el miedo. Y luego los conté ante 300 personas. Fue una experiencia difícil pero fascinante: en el fondo, yo era un narrador ‘amateur’.


- No es tu primera incursión en la literatura infantil, ¿qué has buscado en este en particular?

Contar historias, recrear un mundo, recuperar una atmósfera, unos personajes, con aquella sensación que tenía entonces de que la realidad y los sueños se mezclaban. Cuando creías que algo era una invención, de repente surgía un dato que te decía que el miedo tenía razón de existir. Pienso en el ‘árbol del degollado’, en la historia de mal de ojo, que mi madre siempre me contaba con un sobriedad increíble, pienso en la vecina que decía que había visto varias veces al demonio. Tuve una infancia muy parecida a lo que cuento aquí. Y estoy hablando del período 1963 a 1968 más o menos.


- Es un libro que atrapa. Los recuerdos y la añoranza de la infancia de su autor, ¿visita Baladouro de vez en cuando?

Siempre que puedo. Baladouro es un lugar imaginario que estaría entre Santa Mariña de Lañas, donde yo nací, Armentón, Barrañán, Loureda, Arteixo o Larín, lugares que existen, que se pueden ver y que, de por sí, tiene un aroma maravilloso, con una naturaleza exuberante. Baladouro quiere decir valle de Oro: se me ocurrió porque de niño siempre me contaba que había una colina en la que aparecían, cada cierto tiempo, huevos de oro... En realidad, quizá no haya salido nunca de allí, aunque lleve 35 años en Zaragoza y en Aragón.


- Me dice Eva Hinojosa... ¿un libro para los nietos?

Probablemente. Los cuentos son eternos y todos necesitamos que nos cuenten cuentos. Nos gusta escuchar y hay un momento en que también nos gusta contar. E imagino que, en el fondo, como han hecho otros autores, he vuelto a contarle cuentos al niño (al niño-nieto) que yo soy.


- Un libro también para los hijos, a los que se lo ha dedicado. ¿Qué le dijeron después de leerlo?

Hubo de todo. Pero en general les ha gustado. Mi hija pequeña se reía y me decía que, en el fondo, era un libro más bien de terror. Pero ellos, de algún modo, por aproximación, ya conocen muchas de mis historias. Como casi siempre el primero en leerlo fue mi hijo Daniel. Casi siempre es muy gentil, pero me devuelve los manuscritos con una ristra interminable de sugerencias y correcciones. Uno tampoco se puede inventar su vida todo el rato. Mi historia favorita, por cierto, es la del tío de América y la última, el relato de amor. Soy, era, un jovenzuelo melancólico, mimoso y sentimental...


- Las ilustraciones son al libro infantil, como las olas al mar... Y en el "El niño, el viento y el miedo", Javi Hernández ayuda, pero no pone freno a la imaginación. ¿Satisfecho con el resultado?

Estoy encantado con Javier Hernández. He creado su propio mundo, sus propias historias, su propio ámbito de imaginación y de fantasía. Es un trabajo muy sugerente y evocador, lleno de pequeños detalles, de sutileza, de talento. Me hace muy feliz. Desconozco el destino del libro, pero me hace muy feliz el proyecto, gracias sobre todo a Javier Hernández, que fue una decisión de Isabel Peralta y David González, los entusiastas editores de Nalvay.


- ¿Por qué leer "El niño, el viento y el miedo"?

Yo creo que se lee casi como una novela: es la historia de un niño asustado y a la vez fascinado por los seres de su entorno, por los lugares, por la lluvia y el viento, un niño enamoradizo que descubre de golpe que sueña, que se enamora y que alguien, por ejemplo en Montevideo, piensa en él y le regala una armónica. Es un libro sobre los animales (lobos, sapos, vacas, comadrejas, delfines, caballos), sobre los bosques hechizados, sobre los prados, los campos abiertos, la ribera del mar, sobre la exploración en el misterio mismo, sobre la amistad y la relación familiar... Creo que es un libro ameno, directo, con ritmo, cada historia te lleva a la siguiente..., es un libro sobre el arte de contar y de escuchar historias...


- ¿Están perdiendo los niños la magia de leer y conocer lugares desconocidos y fantásticos como  Baladouro?

Los cuentos son eternos. Quizá ahora estén más ante la pantalla del ordenador o del teléfono móvil. Pero consigues crear un personaje, le ocurre algo, hay una acción, una aventura, un riesgo, y eso interesa siempre, aunque para ellos también es muy importante el contexto: que se identifiquen con él. Leyendo el libro, releyéndolo, me parece que “el miedo es necesario para crecer”. Es un estímulo, una forma de estar alerta o sobrecogido, activa tu imaginación y tus delirios. Es un libro que tiene miedo, fantasía, que trata de la vida, y que tiene un poco de humor.

SOBRE 'EL NIÑO, EL VIENTO Y EL MIEDO'

[Paco Aljama ha publicado esta cariñosa nota sobre la presentación de anoche de ’El niño, el viento y el miedo’ en la Librería Anónima de Huesca.]

Aquí se puede seguir

 

http://www.atisbador.es/blog/?p=2354

RECUERDO DE LA INFANCIA EN GALICIA

 

Por Paco ALJAMA

 

Antón Castro (Arteijo, La Coruña 25 de agosto de 1959), reputado periodista y escritor gallego afincado en Aragón desde 1978, presentó ayer en la Librería Anónima de Huesca su último libro: El niño, el viento y el miedo, (Huesca: Ed. Nalvay, 2013) acompañado por el ilustrador, Javier Hernández, y por Rosa Tabernero, profesora titular del Área de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Zaragoza, quien desveló algunas de las claves de esta recopilación de cuentos.

Una de las claves es la ausencia de adjetivos, aunque después de leer la obra puedo decir que, más que por la ‘ausencia’, el lenguaje utilizado se caracteriza por una sabia dosificación adjetival (ya que usa los necesarios), lo que le confiere al texto concisión y objetividad, con lo que se consigue una mayor fluidez verbal: la acción —el asunto— avanza más deprisa, que es lo que al lector medio suele interesar más y que algunos agradecemos, después de leer otros libros que se hacen largos y empalagosos por la superabundancia de la mencionada categoría gramatical, que, en general, poco suele aportar al meollo del relato; antes bien, lo estira innecesariamente y hace que se parezca más a la nota de cata de cualquier vino que a un texto literario.

En el lenguaje utilizado, aunque como en toda obra de creación predomine la función expresiva, también se cumple la función referencial, tanto por la parquedad en la utilización de los adjetivos y de otros elementos retóricos, como por el uso de las oraciones enunciativas y el léxico denotativo. Las oraciones simples y sin alteraciones estilísticas, además, dotan al texto de la claridad y de la lecturabilidad necesarias para que sea accesible a los jóvenes lectores.

 

Tal vez por ello el texto se acerque en ocasiones al estilo periodístico que el autor domina por oficio: en efecto, en El niño, el viento y el miedo se recoge un puñadito de recuerdos de la infancia en Galicia, tierra de leyendas, donde la superstición es parte consustancial del carácter de muchos de sus habitantes. Todo es misterioso, todo atemoriza la mente infantil que puede ver con la imaginación algo fantástico en cualquier objeto o animal, y este es, precisamente uno de los papeles del cuento fantástico: generar miedo.

Pero también hay que decir que el miedo es bueno, pues se convierte en un mecanismo de autodefensa imprescindible del ser humano que está bien estudiado por los psicólogos. Hay que tener en cuenta que en las tierras donde, como en Galicia, abundaban los lobos y todo tipo de alimañas, el peligro era real.

Pero el libro de Antón no es solo una recopilación de los cuentos que le contaban su madre o sus abuelos cuando era niño, sino que también supone la etopeya de los personajes que van desfilando a lo largo de las cien páginas de que consta el libro: mujeres solitarias porque han perdido a su marido en la mar o porque han tenido que irse a ‘la emigración’ para poder ganar dinero con el que sustentar a la familia, casi siempre muy numerosa, lo que era habitual en aquellos años; hombres rudos, curtidos por la dureza del entorno, que no dudan en tomar drásticas soluciones para intentar cambiar su suerte; niños con miedo, pero felices por sentirse protegidos en el hogar y jóvenes que despiertan al inocente primer amor…

Las descripciones de bosques, playas, casas y otros lugares, que tan bien ha sabido plasmar el ilustrador con su excelente técnica en el manejo de los lápices, enmarca la acción de manera perfecta, y seguro que alguien se atreverá a dibujar algún ratón, a «La mujer que veía al demonio» o a la malvada comadreja que merodeaba por «El campo de Azureiras».

Por todo lo hasta aquí expuesto, considero que el delicioso texto de Antón Castro tiene también mucho de crónica de un lugar y de un tiempo que, aunque parezca remoto, en realidad no está tan lejano.

Antón Castro

P. S.: Hasta el día 20 de abril se puede visitar en la Librería Anónima la exposición con las ilustraciones de Javier Hernández para el libro.

… à suivre.

 *La foto la he tomado de Radio Huesca.

SIETE POEMAS DE ÁNGEL GUINDA

 

CRUCIFIXIÓN

 

 

¡Hablo en nombre de aquellos cuya vida es una encrucijada!

 

En nombre de quienes sólo encuentran cruces a cada paso, espantapájaros en cruz, cruceiros en su peregrinación.

 

Hablo en nombre de los que a duras penas avanzan rebotando entre cruces, apartando cruces, esquivando tumbas, atropellados por cruces.

 

¡Mujeres y hombres sin voz con los brazos en cruz!

 

Cruces andantes por los campos baldíos.

 

¡Hablo en nombre de los crucificados!

 

¿Soy una ?

 

¡Soy la crucifixión!

 

¿Cómo permanecer con los brazos cruzados viendo rodar el mundo con tanta cruz a cuestas?

LOS CABALLOS

 

 

 

Sé que el vino conduce a la embriaguez

y sé que la poesía conduce a la pasión.

Salah ‘Abd al-Sabur

 

 

 

Retumban en mi calabozo pisadas avanzando, avanzando.

 

(Será el trotar de cascos de los caballos desbocados que son mis pensamientos abriéndose paso entre la lucidez, la hostilidad, el abarrotamiento.)

 

En ese calabozo hay tantos encuentros y abandonos; tanto fragor, turbiones, mundos; tantas riadas y avalanchas, que sus barrotes van a reventar la cabeza que es mi calabozo.

 

¿Adónde lleva el espanto a estos caballos?

 

¡Trotan y trotan caballos avanzando, avanzando hacia la lejanía; atados a sus sombras, sin un destino fijo, cegados por el sol!

 

 

¿SOY LA BALDOSA que se mueve de tanto ser pisada?

 

¡Soy el tragapatíbulos!

 

Una chimenea crece en cada uno de mis pies. ¡Camino a tientas en medio de revólveres!

 

El fanático degüella por la espalda a su rehén ante una cámara.

 

Soy el teléfono que cuelga de una mano del aire. ¡El resucitado que muere definitivamente!

 

Patrullas embriagadas de furor ejecutan la masacre en una aldea.

 

¡Caen de mis ojos rascacielos mojados!

 

Tras el eco vagabundo de los tiros de gracia, soy el reguero de sangre que busca por las calles un corazón que lo contenga.

 

Mi dolor se camufla en un cromlech, como fauces salvajes en el vientre abierto de la oveja agonizante.

 

(Estas imágenes corren despavoridas dentro de mi cabeza.)

LOS INMIGRANTES

 

 

Los inmigrantes caminan por las calles con mortajas al hombro, lápidas al hombro, cruces al hombro, lágrimas al hombro, corazones en las manos, el cielo sobre un desierto en su mirada. Con una familia y un país escondidos dentro de la cabeza.

 

Los inmigrantes tienen muchos hombros, muchos corazones, muchas manos, muchas piernas.

 

Entran en las tiendas, en los bancos, en los locutorios, en los bares: con fotografías enmarcadas bajo un brazo, con féretros bajo el otro brazo.

 

Nadie ve esas mortajas, esas lápidas, esas cruces, esas lágrimas, esos corazones, esas familias, esos países, esas fotografías, esos féretros, cielos ni desiertos.

 

No nos miran a los ojos: ¡saben que somos ciegos!

 

 

¡ENTRE QUITAMIEDOS de sangre el hombre de humo viaja a la velocidad del furor en un coche con neumáticos de alcohol, llantas de irritación y cafeína!

 

Desciende a tumba abierta un puerto. Esnifa con sus ojos grageas blancas por línea discontinua.

 

(Vientos gitanos barren tierras quemadas.)

 

El hombre de humo asciende otro puerto. Brama el motor, barritan los frenos. Claman sus mordajos a la copa de los árboles:

 

-¡La realidad mata! ¡Tumbad la realidad!

 

Ya en la cumbre, el hombre agobiado sale al zaguán del abismo, aparta nubes, vocifera en zigzag:

 

-¡Eh, vosotros, hipopótamos con frac; orangutanes con pajarita, hienas con tacones de aguja; tenias adictas a la codicia! ¡Sí, vosotros: acercaos más, más! ¡Me rajaré el vientre, desenrollaré mis intestinos, los enroscaré a vuestro cuello y os estrangularán como serpientes!

 

(Dándose cabezazos contra el aire, flota por el vacío el eco descomunal del luto.)

 

[ ]

 

 

Eras el mar abierto a la obsesión del faro. Una gota de sol congelada en la noche.

 

( )

 

Eres la mancha de agua en un relámpago de sombra. La estatua de aire sobre un pedestal de niebla.

 

CERCA DE LA LEJANÍA

 

 

Estoy lejos del tiempo, estoy en todo

lo que se va tragando el infinito;

pegado a ti: ¡estoy en lo que he escrito!,

libre de horror, afán, prisa, cruz, lodo.

 

Dentro del aire me desacomodo

y a la desolación me precipito:

mudo, sereno, intenso. (Me limito

a no ser más que un espectro beodo.)

 

No veo el horizonte, nada pienso.

¿Ruedo? ¡Floto!, invisible: por el mundo

de la ausencia, que nadie ha traducido.

 

Fuera de mí, a solas con lo inmenso:

en el descanso de lo más profundo,

en el olvido que es haber vivido.

 

PEPE MELERO Y LOS DIARIOS: DIÁLOGO

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El pasado viernes, José Luis Melero (Zaragoza, 1956), que es sabio en muchas materias, presentaba su último libro: 'Manual de uso del lector de diarios' (Olifante), en compañía de Eva Puyó y de Javier Aguirre. Aquí el autor de 'Escritores y escritura' (Olifante) responde a algunas preguntas sobre el libro. Abajo un retrato de Luis Grañena

 

Dices: “He sido siempre un apasionado lector de diarios”. ¿Por qué? ¿Qué encuentras en ellos?

 

Encuentro en ellos la misma pasión que uno siente por los libros y la vida. Antes que los diarios muy íntimos y personales, esos en los que el escritor habla mucho de sí mismo, de sus sentimientos y estados de ánimo, pero muy poco de la vida, yo prefiero los diarios que miran más al exterior y, por encima de todos, los literarios, aquellos en los que la literatura está presente en cada página, esos que nos hablan de otros libros (para recomendarlos o denostarlos), de otros escritores, de las relaciones del diarista con estos otros escritores, de sus gustos literarios…

 

¿Qué diferencia hay entre diario y dietario?

 

Se llamaban “dietarios” -y así los define aún el Diccionario de la Academia- a los libros en los que los cronistas de Aragón escribían los sucesos más notables. Tal vez lo que diferencia al diario del dietario es que en este último hay una mayor exigencia literaria y el autor tiene una mayor conciencia de género. Además, en él no están tan marcadas como en el diario las secuencias temporales. En el diario uno escribe más para sí mismo, lo que supone que cuando el escritor decide entregar ese diario al editor suele suprimir aquello que le parece irrelevante para los demás, mientras que el dietario se escribe ya con vocación de publicación y pensando ya en unos futuros lectores. El dietario es, para simplificar, menos íntimo que el diario. Pero en realidad ambos términos suelen utilizarse como sinónimos.

 

¿Y entre diario, memorias y autobiografía? Ponnos algunos ejemplos claros de ello, y de ese concepto del que hablas del contexto, del paisaje...

 

El memorialista, el autobiógrafo o el diarista trabajan con la misma materia: la intimidad, la experiencia personal, el deseo de escribir o reflexionar sobre uno mismo, pero mientras en las memorias y en las autobiografías se nos habla de tiempos pasados con la mirada y la perspectiva que nos da el paso del tiempo, y no en cambio de las vivencias o experiencias más recientes, en los diarios se habla de lo inmediato, de lo próximo y carecen por tanto de una visión reposada de los acontecimientos. De ahí, por ejemplo, que la presencia del paisaje, del entorno físico, sea frecuente en los diarios y apenas aparezca en memorias y autobiografías.

 

Las entradas son muy arbitrarias. ¿De qué depende que te extiendas, que seas lacónico, que busques detalles y anécdotas jugosas? ¿Hay un criterio específico?

 

Hubiera sido imposible que me extendiera comentando todos los libros inventariados. Necesitaría diez volúmenes como éste. Lo importante era hacer una selección, arbitraria y caprichosa sin duda, pero fundamentada en muchos años de lectura. En el libro están presentes la mayor parte de los diarios que me han interesado.

 

También hablas de dos conceptos: confesionalidad y crítica. ¿Qué  quieres decir? ¿En quién estás pensando?

 

Jordi Gracia hablaba de la fragilidad de las fronteras entre los dietarios y los libros de artículos y llamaba la atención sobre el hecho de que un autor como José Carlos Llop, uno de nuestros grandes dietaristas, consiga un mayor grado de “confesionalidad y vigor crítico” en libros de artículos como Consulados fantasmas que en aquellos otros en los que practica “la más desfalleciente escritura privada”.

 

Vayamos con las curiosidades. Hablas de un diario de Alberti en verso y recuerda un recital en el Principal...

 

A Rafael Alberti lo conocí tras un recital de versos en el Teatro Principal. No debió de quedarse muy contento con la respuesta del público durante aquella lectura, pues en Versos sueltos de cada día, una especie de diario en verso que publicó en 1982, escribió: “Llovizna y frío en Zaragoza. / Como el clima, la gente / que siento en el teatro el primer día. / Incluso con llovizna en el aplauso”.

 

 

Otro bien curioso: el de Chacón y Calvo... Por ejemplo, se entretiene en describir las calles de Zaragoza...

 

Sí, describe muy bien Zaragoza. Y también lo hace José Antonio Muñoz Rojas en un diario suyo de 1995, en el que llama a Zaragoza “tosca” y “desarreglada” y dice del Ebro que es un “río fangoso”. Ángel Crespo también recogió en su diario ‘Los trabajos del espíritu’ un viaje a Huesca y Zaragoza en 1979.

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Otra curiosidad. Dices: “A Mansfield no le gustaban nada los médicos: el 22 de enero escribe ‘he visto al médico: un imbécil’, y al día siguiente anota: ‘He visto a dos doctores, un asno y otro asno?” ¿Es es humor, mala baba, certeza de que nadie le va a leer a uno?

 

Hay algunos diarios muy descarnados, en los que el autor escribe todo lo que piensa sin pasarlo por tamiz alguno. Son, en realidad, los mejores diarios. El de Katherine Mansfield es uno de ellos. Pero también el de Sylvia Plath o el de Géza Csáth, siquiatra, escritor y morfinómano, que se suicidó en 1919, a los 32 años, tras asesinar a su esposa disparándole tres tiros con una pistola, en presencia de su hija. Csáth escribía en su diario cosas como ésta: “Soy tan detestable, débil y patético que hasta me extraña que Olga siga queriéndome y no me engañe. Que no se haya hartado definitivamente de mi voz débil, apagada…, de mi pene cínico y arrugado, de mi cara demacrada…”.

 

Por cierto, ¿para quiénes se escriben los diarios?

 

Hay diarios de todos los tipos. Hay quienes los escribieron para sí, sin imaginar que alguna vez serían publicados, y quienes los escriben ya para sus lectores sabiendo que van a ser editados. Estos son hoy los habituales, pero durante muchos años buena parte de los diarios se escribieron sin intención de darlos a conocer y de ahí que se puedan leer en ellos las confesiones más íntimas y desgarradoras. Pensemos, por ejemplo, en el diario de Víctor Botas que dio a conocer José Luis García Martín. Botas escribía en él en febrero de 1987: “todos mis apuros económicos de los últimos años se deben únicamente a aquel inicial error que cometí cuando, en 1975, renuncié a seguir en el Banco. De no haber sido esto, ahora sería al menos director de una oficina y no tendría apreturas ni me estaría considerando -como a menudo me autoconsidero- un inútil que vive casi por completo del trabajo de su mujer”.

 

Uno de los personajes más impresionantes es John Cheever. ¿No?

 

Sí, su diario nos descubre su tormentosa vida interior. Ignacio Martínez de Pisón, que lo estudió muy bien, ya contaba que tras el marido y padre ejemplar, el vecino amable, el ciudadano de orden, se escondía el alcohólico compulsivo y un homosexual secreto que al final de su vida, libre ya de prejuicios, mantuvo relaciones con hombres más jóvenes. Contó Antonio Muñoz Molina que Cheever escribía a máquina su diario en hojas sueltas que luego encuadernaba y que escribía tan borracho que ni siquiera acertaba a golpear las teclas ni a formar frases coherentes.

 

¿Cuál es su diario favorito, el que se llevaría a una isla si solo pudiera llevarse un libro?

 

Me llevaría varios: Julio Ramón Ribeyro, Pavese, Kafka, Miguel Torga, el ‘Borges’ de Bioy Casares… Y no me llevaría nunca los de Robert Musil o Saramago. Aunque lo que habría que llevarse no son diarios, sino una barca hinchable para salir de allí rápidamente.

 

¿Cuál es la presencia de aragoneses en la compilación?

 

Importante, pues en Aragón ha habido y hay muchos y buenos diaristas: Ramón Acín, Antonio Ansón, Pepe Cerdá, Mariano Esquillor, Antonio Fernández Molina, Ismael Grasa, Benjamín Jarnés, Raúl Carlos Maícas, Víctor Mira, Julio José Ordovás, María Sánchez Arbós, Santiago Sancho Vallestín, Fernando Sanmartín, Gabriel Sopeña, Chusé Raúl Usón y Edmon Vallès. Por no hablar de Faustino Casamayor, de los diarios que Juan Carlos Ara acaba de recuperar de Joaquín Costa, del diario en imágenes de Isidro Ferrer ‘La galería legítima’ o de un curioso diario de la guerra de Antonio Blasco del Cacho.

 

¿Para quién es este libro?

 

Para todos los aficionados al género y para aquellos que, sin serlo, quieren acercarse sin prejuicios a él y conocerlo mejor. La “literatura del yo”, lo que algunos llaman los “egodocumentos”, está de moda. Cada día se publican más diarios, los blogs son ya una nueva forma de dietarios y son muchos los que quieren contarnos sus vidas, sus impresiones, su forma de estar en el mundo. Internet ha revolucionado y popularizado esta especie de literatura de la intimidad.

18/04/2013 00:10 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

FERNANDO SINAGA EN ALICANTE

 

MACA de Alicante presenta el 12 de enero Ideas K, una muestra retrospectiva del artista radicado en Salamanca Fernando Sinaga, comisariada por Gloria Moure. La exposición recoge, a través de más de cuarenta obras en diversos soportes expresivos, el imaginario subyacente en la obra de Sinaga a lo largo de gran parte de su etapa creativa, desde 1984 hasta la actualidad. Ideas K persigue poner de manifiesto tanto el carácter específico y experimental de la obra de Sinaga, como su carácter transversal y diversificado, mediante una contundente ordenación de las conexiones y vínculos existentes en su trabajo a lo largo de los últimos 26 años.

Sobre la obra de Fernando Sinaga

Uno de los campos de profundización poética definitorios de las artes plásticas de la segunda mitad de los sesenta, que tuvo y tiene en la actualidad importantes repercusiones, es la consideración de la percepción y sus procesos como motivos en sí mismos. Fernando Sinaga se sumerge en éste ámbito con una sutileza reseñable, utilizando para ello principalmente el color y los desplazamientos perceptivos. Es importante subrayar, además, que esa poética perceptiva, al ser tratada como proceso, abre los confines materiales de las obras y las define como interferencia con las audiencias. Adicionalmente, ésta aproximación “abierta” plantea la experiencia de la escultura como operación mental, en cuanto a pensamiento y no entendimiento.

La idea de percepción y creación interactivas conlleva en Sinaga un aspecto directamente relacionado, que también le coloca en la avanzadilla de su generación. Frente a la “serialización” y asepsia típicamente minimalista, Sinaga adopta una posición que podría calificarse de naturalista, en el sentido de que mediante contrapuntos mínimos y soportes adecuados trata de desencadenar procesos complejos de concatenación perceptiva irreversibles. Nada es dejado al azar, sino a la interdependencia infinitesimal, típica de los procesos naturales. Así, en la obra de Sinaga, la apertura interactiva hacia las audiencias se conjuga con el tono naturalista de las pequeñas variaciones desencadenantes, para conformar un claro paisajismo de interiores, en alianza con la arquitectura, en el que frecuentemente el color no sólo activa la composición, sino que la define en planos abiertos a partir del juego de correspondencias entre los espacios y las formas.

Sobre Ideas K La exposición retrospectiva Ideas K, de Fernando Sinaga, en el MACA de Alicante busca recoger el imaginario simbólico, geométrico, óptico, material y cromático que subyace en el trabajo del artista desde El Desayuno Alemán (1984) hasta su obra más reciente. A través de los variados soportes expresivos que el artista usa, la propuesta expositiva mantiene de forma simultánea tanto el carácter específico y experimental de la obra, como su carácter transversal y diversificado.

El proyecto revindica el talante independiente de Sinaga y persigue hacer patentes la riqueza y complejidad de su obra. El traspaso de límites en el proceso creativo de Sinaga supone no sólo la interactividad entre obras, sean objetos o imágenes, sino la apreciación del espacio como un elemento visual y plástico, más que como contenedor neutral de creaciones, lo que a su vez implica valorar el arte más como experiencia estética en la que se participa, que como contemplación distanciada.

A lo largo de las salas de MACA se desplegará, por un lado, un bloque de piezas conformado por los trabajos fotográficos, escultóricos y audiovisuales de Sinaga, que se acompañarán de obra sobre papel a modo de trayecto o pequeños gabinetes que salpicarán el recorrido.

Desde Una parte de la realidad (1985), los objetos y las pinturas sobre metal, primordiales e insoslayables en el recorrido por la aproximación creativa de Sinaga, fueron creados para acentuar y reconformar espacios preexistentes, a la vez que obras como Deuteroscopia (La segunda vista) (2008) demarcan zonas de esfuerzo y reflexión perceptiva.

Ideas K pone de manifiesto que Sinaga se sumerge en una ideológia individual, cambiante, favorecedora de las diferencias y no de la homogeneidad, y que responde al imperativo estético en el sentido de creación y no de belleza, por un lado a través de la expansión del concepto de escultura, y por otro, en obras como Lo blanco en lo negro (1995), a través de la revisión de la idea de abstracción.

 

Sobre Fernando Sinaga (Zaragoza, 1951) Vive y trabaja en Salamanca. Su formación artística transcurre en la ciudad de Zaragoza hasta el comienzo de sus estudios de Bellas Artes en Barcelona, donde obtiene la Beca Amigó Cuyás en 1972 y la Beca Castellblanch en1973. En 1976 finaliza sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid y obtiene el Premio de la Dirección General de Bellas Artes. En 1983, y debido a su interés por los estudios goetheanos, obtiene una Beca de la Fonds für freie Erziehung, de Zürich, para proseguir sus estudios sobre la teoría del color. En 1984 obtiene una nueva Beca de Investigación para estudiar la Escultura Pública en USA y a su vuelta de Estados Unidos obtiene una plaza de profesor en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca, fijando su residencia en esta ciudad hasta el momento presente.

La exposición de Sinaga El Desayuno Alemán (1984), celebrada en la Galeria Villalar de Madrid reveló la obra de este artista dentro de la escena española de los 80 y desde entonces su obra se ha expuesto en diferentes galerías y museos de España, Francia, Alemania y U.S.A. En 1989 participa en la XX Bienal International de Sao Paulo, Brasil y en 1992 en la 5 Triennale Fellbach, Alemania. En el año 2000 su obra representa a nuestro país en el Pabellón de España de la Expo de Hannover y poco después su obra "Cuerpo Diamantino" se exhibe en la exposición Arte en España, 1997-2002, Obras de la Colección Arte Contemporáneo del Patio Herreriano en la Sala de Exposiciones Manege de Moscú.

Entre sus últimas exposiciones en España podemos destacar, On Prediction (2005), Museo Vostell Malpartida; La Estancia inhóspita, (2005), IVAM, Valencia; Cor Duplex (2005) Museo Pablo Serrano de Zaragoza; God Dog (2006), Galería Adoración Calvo, Salamanca o Zona (2006) en el DA2, Domus Artium de Salamanca. Pueden encontrarse catálogos razonados sobre su trabajo en la Fundació Miró a Mallorca (1996); Palacio de los Condes de Gabia, Granada (1998); Palacio de Revillagigedo, Gijón (1999); Sala Amárica de Vitoria (1999); IVAM de Valencia (2005) Museo Pablo Serrano de Zaragoza (2006) e Ideas K (2012) MUSAC de Leon y (2013) CAC de Braganza

Su trayectoria artística ha recibido el reconocimiento público de la Fundación Valparaiso de Almería, del Premio Villa de Madrid a la mejor exposición de escultura celebrada en esta ciudad en el año 2001 y del Premio Aragón Goya 2010, otorgado por el Gobierno de Aragón por su trayectoria artística destacada.

18/04/2013 00:12 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

LAFARGA, DESDE HOY, EN CAROL ROJO

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[Esta tarde, a las 20.00 horas, en la galería de Carolina Rojo, se presenta la exposición ‘Pequeño’ de Paco Lafarga. Admirador de Enrique Bunbury, sonarán canciones de ese álbum. La muestra alude a los pequeños formatos, a los dibujos: desnudos, retratos, interiores, paisajes, sueños. El mundo de Lafarga, que tiene un gran talento. Pongo aquí el texto que le he escrito. Lafarga, casado con Ana Pilar Herrero, vive en Utebo y ahí trabaja, ahí y en su estudio de Zaragoza.]

PEQUEÑO. Exposición de dibujo de Paco Lafarga. Fechas: 18 de abril al 26 de mayo

 

PACO LAFARGA

LENTITUD, BELLEZA E INTENSIDAD

 

Antón CASTRO

Hay artistas muy especiales que se enfrentan a su oficio como si estuvieran en otro mundo. Y por ello están volcados con la invención, con la manufactura, con las sensaciones, con la búsqueda. Paco Lafarga (Zaragoza, 1977) es un perfeccionista y un buscador de estados de ánimo, de revelaciones. Le gusta derramarse en pura emoción, en lentitud, en belleza y en intensidad. Para él, en la pintura o en el dibujo la vida va completamente en serio: late, se encrespa y se enmaraña entre la agonía y el éxtasis. No hay medias tintas. O quizá haya medias tintas, colores más suaves aquí y allá, tinieblas y claridades dibujadas con el puro blanco del papel, pero lo que no hay es negligencia, abandono, caídas.

Paco Lafarga se enfrenta a su oficio como si cada cuadro fuese el último, o como mínimo el penúltimo. Y eso explica su forma de trabajar  y su forma de vivir la pintura. Pintura y vida en él son casi lo mismo: dos incidentes esenciales del ser, dos accidentes íntimos del alma y sus vahídos. Uno pronto percibe lo que le gusta, lo que ama, lo que anhela: quiere que en cuanto ejecuta haya temblor, verdad, el arabesco definitivo de un corazón vapuleado por la incertidumbre. Se arriesga. Ensaya. Se entrega. Uno percibe que viene de clásicos incuestionables: de Rembrandt, claro, que quizá sea el pintor que le embruja, el pintor, el dibujante, el grabador, el creador constante de cuentos de pintura y de representaciones artísticas. El pintor subyugante. Y de Goya, y de Pradilla. Y de Velázquez, de Durero, claro, y quizá de Morandi, fíjense en esa minuciosa búsqueda de una tensión casi antigua, de los románticos y de los modernos. También tiene otros ecos: le gusta Lucian Freud, y esa piel que parece haber sido erizada por el dolor o por un tormento inconfesable de amor, sexo y locura; le gustan David Hockney y Antonio López. Ha asistido a cursos del artista manchego, ha trabajado cerca de él y ha visto las claves del maestro: la paciencia, la vocación, la sedimentación de la luz de todas las horas, la vocación que es casi ritual y posesión. Y sentido de la trascendencia. En cierto modo, a veces, en esos raptos de confusión o de felicidad ante la genialidad del pintor parsimonioso, Paco Lafarga se queda traspuesto, vencido hacia la hermosura elaborada rasgo a rasgo, trazo a trazo, con el silencio inefable.

Paco Lafarga es, ante todo, pintor. Pintor. Con todo lo que eso conlleva. Pintor figurativo. Interpreta la realidad, la crea, la compendia y la traduce a su modo. Pero ahora acaba de dar un salto. Un pequeño salto que tiene el marchamo de un gran salto. ‘Pequeño’ es la ratificación de un mundo: Lafarga ofrece una amplia selección de dibujos de diversos tamaños. Dibujos pequeños que invitan a la intimidad, dibujos medianos, algunos dibujos grandes, no demasiados. Dibujos que son el espejo de su universo en expansión. Y de sus temas: paisajes, interiores, interiores despojados o metafísicos o con un desnudo dentro, instantáneas casi hiperrealistas, bodegones, figuras en la piscina, cuerpos, paisajes abiertos que avanzan hacia el horizonte, paisajes casi abstractos y oníricos, y babuinos. Paco Lafarga trabaja por intuiciones: se deja arrastrar por percepciones inmediatas, por imágenes que intuye, que sueña, que le persiguen, como la de la niña en la piscina, como esas naturalezas que parecen grabados holandeses o esas mujeres tranquilas y confiadas que se asoman a la ventana o que muestran su trasero. Dice que no hace hiperrealismo ni pretende ser un pintor hiperrealista, aunque haya rescatado antiguas fotos, aunque casi todos sus dibujos tengan una mirada fotográfica y un aroma intemporal y moderno, donde, además, se “explora el valor del papel en blanco”.

A Paco Lafarga le gusta decir que para este proyecto, que tiene mucho de aventura y de ensayo, ha trabajado en cuerpo y alma, sin fechas. Volcado hasta la extenuación y a la vez entregado al puro placer de pintar, de jugar con el lápiz y el carboncillo, sin un camino trazado. Improvisando más que nunca: en el asunto, en el tratamiento del dibujo (si hay que rascar se rasca; si hay que crear una atmósfera suave se difumina; si se adivina un camino allá se va, por él y entre sombras...) y en la expresión o en la expresividad. Paco Lafarga se siente aquí más expresionista que nunca, más libre, como si encarase ejercicios de estilo, pruebas que no sabe adonde llegarán y que son, en el fondo, una culminación. La meta es el propio camino: elegancia, tiempo, memoria. Una conquista y una confirmación. Lafarga es un artista que jamás se conforma. Iconoclasta a su modo, rebelde consigo mismo, incansable y lento, un inconformista que no se da tregua. Bueno, en realidad, para esta exposición de Carolina Rojo, tan singular, Lafarga ha sido “un pintor de instantes, más rápido y expresivo que nunca”, un dibujante que se atreve a desdibujar, a progresar sin la obsesión enfermiza del detalle. No le preocupa tanto desarrollar un discurso teórico como elaborar una obra, avanzar, descansar, disfrutar, zambullirse de nuevo en su mundo cotidiano, frondoso y enigmático, corriente y natural, de pequeños gestos decisivos.  

 

PREMIO A 'LOS ILUSOS' EN BUENOS AIRES

FRANCESCO CARRIL, MEJOR ACTOR EN BUENOS AIRES

POR LA PELÍCULA ’LOS ILUSOS’ DE JONÁS TRUEBA


Francesco Carril, protagonista de la segunda película de Jonás Trueba, ’Los ilusos’, fue galardonado en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, BAFICI, con el premio al mejor actor. La película de Jonás, una reflexión y un juego sobre el arte de hacer cine y la pasión por el cine, se estrenó el pasado fin de semana en Madrid y levantó mucha expectación. Es una película sin guión, realizada con mucha libertad, con escasos medios, mucha inventiva y toda la frescura y el riesgo de un equipo joven. Francesco Carril está vinculado a la Joven Compañía de Teatro Clásico y a la Compañía de Teatro Clásico Nacional.

GUILLERMO BUSUTIL: LEER, LOS LIBROS

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  El escritor y periodista y buen amigo Guillermo Busutil publica hoy en 'La Opinión de Málaga' un excelente artículo sobre la literatura, la lectura y los libros. Aquí lo traigo.

 

UN HOMBRE, UN LIBRO

 

 

Guillermo Busutil

Leer en presente es un indicativo de cultura. Yo leo, tú lees, él lee, nosotros leemos, vosotros leéis, ellos leen. En los autobuses, los metros, los trenes, los aviones, los barcos, las bibliotecas, los parques, las salas de espera, las cafeterías, en las casas de este día que celebraremos libro adentro. Y también libro afuera, porque cada calle es una página de la ciudad por la que transitamos como personajes, como la huella impresa de una forma de sentir y de pensar. Lo mismo que las que nos dejaron las lecturas con las que aprendimos a emanciparnos de la realidad, a tener más amplitud de miras y a soñarnos héroes a la vuelta de la esquina, donde siempre empieza la imaginación. Todos somos el producto de nuestros juguetes, nuestros viajes y nuestras lecturas. Incluso, cada amor que igualmente me hizo, además de su marea en la memoria de mi piel, tiene también sus libros, su poema en mi escritura. Sé de gente que todo lo ha vivido en ellos, que su error fue abrir uno un día o que su retrato es una biblioteca. Y proceso afecto admirativo a Caballero Bonald, Cervantes de Argónida, por su manera de marinar el lenguaje, por enseñarnos sobre el imposible oficio de leer y recordarnos que siempre habrá un libro esperando.

El próximo martes es el día perfecto para buscarlo. Puede ser un título de moda o premiado; alguno de Defoe, Salgari, Kipling o Verne para recuperar la infancia y defender la memoria de lo leído; el Ensayo sobre la ceguera de Saramago, En la Orilla de Chirbes o el de Bonilla acerca de Maiakovski, el mejor subversivo colocando bombas para hacer estallar el poema. Libros adecuados, peligrosos o inoportunos, según quién los lea, en este tiempo de crisis en el que alguien del PP puede llamar a la puerta para comprobar nuestro ayuno, la ducha fría, el cinturón apretado y nuestra austeridad también en la lectura- el ideal orden doméstico del gobierno-. También hay cuentos, poemarios, diarios, ensayos o Las aventuras de un libro vagabundo de Paul Desalmand. La narración autobiográfica y picaresca de un libro que nació el 7 de junio de 1983 con 224 páginas, 230 gramos de peso, unas medidas de 16,5x 12,5 cm, tipografía Garamond y cuerpo 12. Toda una declaración de buena salud y de libro de clase media, cuya voz nos desvela sus peripecias, otras historias, como la de un taxista que convierte su coche en una biblioteca ambulante o la de una chica que lo utiliza para cubrirse el sexo cuando hace nudismo en la playa, y que los libros hablan de noche sobre su miedo a la guillotina. El futuro condenado de una gran parte de los títulos que el martes estarán en las calles de Barcelona, llena de rosas y de escritores, en las de Madrid con interminables lecturas de noche, en las de otras capitales con un 10% de descuento, deseando ser escogidos. Pero como en el cuento de los Grimm, a las doce y una campanada o un par de copas más tarde, el libro se volverá Cenicienta y sin príncipe que lo salve poniendo en la puerta el cartel: No molesten, estoy leyendo.

La burbuja editorial estalló hace tiempo pero empezamos a darnos cuenta el pasado año, cuando la venta cayó un 40%. Y éste, sigue pendiente abajo, llevándose por delante librerías, algunos sellos independientes, otros pequeños, títulos que no pasaron la ITV y los anticipos de más de cuatro cifras para los autores. También amenaza a los escritores más literarios, cuyos lectores fieles los mantienen vivos en el mercado. Ya se sabe, en este país, la literatura vende poco. Aunque el cine diga lo contrario, nadie busca a Nemo. Menos aún la maravillosa biblioteca del Nautilius. A las editoriales le interesan más los mega sellers y, mientras los encuentran, las intrigas, dramas, batallas épicas, amores, enigmas esotéricos, fábulas sexuales y aventuras con fondo histórico que se vendan bien en las grandes superficies. Poco espacio queda para la literatura como un golpe al estómago, armada con un lenguaje de atmósfera y orfebre, que explore otra manera de contarnos historias. Conseguir que un libro, como dijo Kafka, sea como el hacha que rompe el mar de hielo de nuestro corazón. Hace lustros que la sociedad demostró que, en España, la lectura no goza de un apoyo mayoritario. Baja es la cifra de personas que la entienden como una forma de progreso, un espacio íntimo, el tiempo en el que uno está menos solo. Si se mantiene el hábito en el alambre es porque existen mujeres, clubs femeninos donde se lee mensualmente y bibliotecas rurales en las que se han esforzado en hacer de la lectura una forma de superación, de libertad y de placer. Pero en la enseñanza es, desde hace décadas, la asignatura pendiente de alumnos y profesores poco dados a valorar que con los libros se aprende a leer el mundo, la vida, el misterio de las personas. Sin olvidar a muchos jóvenes autores convencidos del éxito del escritor buen salvaje, ignorantes de que escribir es una lectura eterna. A estos síntomas graves, hay que añadir el poder de sugestión de la televisión y de la red. Artífices de la inmediatez, del impacto, de la brevedad, de la estética de la aparición que paradójicamente también es la estética de la desaparición, y de la primacía de la imagen como una representación del mundo que no conlleva la necesidad de razonar un argumento. La nueva cultura líquida de la imagen, representación poderosa del mundo cada vez más victoriosa sobre la comunicación a través de la palabra.

La salud del libro tiene un pronóstico reservado. Un mal desenlace conlleva la desaparición del discurso, de la crítica, de la opinión fundada en el pensamiento, en el lenguaje y en la escritura. La creencia en el libro como tierra firme en épocas de naufragio e incertidumbres. En la lectura como una forma de felicidad y un acto de resistencia en los tiempos del miedo a pensar, del farenheit 451 que siempre acecha un viento favorable. No podemos dejar que nos desahucien de leer. Hay que contraatacar. Este 23 de abril, con 103 años de antigüedad, hagamos que en la paz -al igual que en la guerra- se repita la consigna: un hombre, un libro; un clavel en el fusil.

Leámonos!!

21/04/2013 17:20 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

MANU BRABO, POR PICOS LAGUNA

 [Ayer, en el suplemento dominical de ’Heraldo de Aragón’, Picos Laguna publicaba esta entrevista con Manu Brabo (Zaragoza, 1981), premio Pulitzer de fotografía. La traigo aquí al completo].

MANU BRABO: “Sin mis padres no hubiera llegado a ningún lado”

[Acaba de lograr un Pulitzer, el premio de fotografía más prestigioso del mundo, por una imagen tomada en Siria. Nacido en Zaragoza y criado en Gijón, es uno de los últimos reporteros de guerra]

 

TRES FRASES

«Siempre quise ser lo que soy, aunque no supiera cómo conseguirlo»

«Lo dejé todo: mi trabajo, Madrid, a mi novia, y me volví a Gijón»

«Envías tu trabajo y nadie te contesta y llegas a cuestionarte como persona»

 

Por Picos LAGUNA.

Coordinadora de Heraldo Domingo de HERALDO DE ARAGÓN

 

 

Esta es una de esas entrevistas que podía haber sido interminable, en la que la bonhomía del entrevistado acaba llegando al corazón y te terminas enrollando por cualquiera de los caminos que se abren a lo largo de la conversación. Un encuentro que arranca con la imagen con la que ha ganado nada menos que el premio Pulitzer, una demoledora fotografía hecha en una Siria hoy olvidada y llena de muerte. Un galardón que es el sueño de miles de personas en todo el mundo, que es (casi) inaccesible y que le ha convertido en el segundo español en conseguirlo después de Javier Bauluz en 1995, por su trabajo en Ruanda. Pero es que Manu Brabo (Zaragoza, 1981) tiene el espíritu de los viejos reporteros a los que les quema el alma ante el dolor que tanto han fotografiado; de quien nunca abandona los conflictos, de los que vuelven una y otra vez cuando el circo mediático ya se ha retirado y olvidado de ellos.

Usted nació en Zaragoza y vive en Gijón.

Yo nací en Zaragoza y aquí viví  unos pocos meses porque mis padres sacaron plaza de médicos en Pola de Siero, primero, y Gijón, después. Vivían aquí y aquí se conocieron estudiando Medicina; mi padre es radiólogo y mi madre pediatra.

Pero siguió viniendo por aquí.

Claro, porque mis abuelos paternos vivieron muchos años en Jaca y mi abuela en Zaragoza, en la calle Corona de Aragón. Veníamos por vacaciones, pero con los años los viajes se iban espaciando y con el tiempo a mi me iba dando mucha pereza, porque era un viaje muy pesado, lleno de curvas y me mareaba mucho; era un suplicio. Hoy es diferente con la autopista. Sigo teniendo familia y además está mi novia que también es fotógrafa. Es curioso, porque desde Navidades he ido tres veces...

Acaba de ganar un premio Pulitzer, el sueño para un fotógrafo.

Sí, sí, aunque he sido consciente de la importancia del premio solo cuando me he visto desbordado a llamadas y mensajes. Es una locura y puede que no hubiera calibrado la realidad de su prestigio y dimensión.

El premio es por una foto tomada en Siria en la que se ve a un padre llorando la muerte de su hijo. Un hecho tremendo y universal.

Es una imagen muy fácil de entender porque está al revés, porque deberíamos ser los hijos quienes lloremos la muerte de los padres; una imagen contra natura y que denuncia también la violencia sin sentido.

Además, de un conflicto que está abandonado.

Nunca he entendido los picos mediáticos, porque entre septiembre y octubre fue una auténtica inundación de noticias sobre Siria y ahora por desgracia la gente se ha olvidado de él, y siguen produciéndose muchas muertes

A usted le retuvieron en Libia durante 45 días, y sigue volviendo.

No me gusta abandonar los conflictos. A Libia también viajé varias veces, para la revolución y para las elecciones.

¿Cómo se inició en la fotografía de guerra?

Siempre me atrajo, pero recuerdo un reportaje en un semanal de imágenes de fotógrafos que habían muerto trabajando en conflictos, Kappa..., y me quedé impactado porque hablaba de gente que se ganaba la vida yendo por esos sitios y contando lo que sucedía. Yo estaba en Primero de BUP, unos 14 años, y me enteré de que podía estudiar fotografía, así que mi objetivo se centró en conseguir aquello. Era muy mal estudiante.

Pero estudió Fotografía.

Tengo que decirle que yo era un ‘vagoncio’ que prefería estar en el patio del colegio jugando a voleibol, fútbol, a cualquier deporte, el que fuera; o en el bar con mis amigos. Estudié fotografía que era lo que me gustaba y lo hice en Oviedo y cuando intenté trabajar en ello vi que era muy complicado, así que como no sabía qué hacer, pero sí quería ser lo que soy hoy, me fui a Madrid y comencé a estudiar Periodismo, porque pensé que si no podía ganarme la vida con la fotografía al menos lo haría con la escritura. Pero con el tiempo llegué a la conclusión de que el dinero que me costaban las matrículas podía invertirlo en viajes.

Casi acaba Periodismo.

En la Facultad de Comunicación estuve 3-4 años y al final solo me matriculaba de lo que me interesaba, así que tengo asignaturas aprobadas de casi todos los cursos. Estaba trabajando en una agencia haciendo fotografía deportiva y durante cuatro años compaginé ese trabajo con viajes que después intentaba vender, como el terremoto de Haití, Kosovo...

Trabajar para viajar, algo por lo que han comenzado muchos corresponsales de guerra.

Es la única manera, porque por más ganas que tengas de trabajar nadie te va a llamar para decirte que te vayas a un sitio y que envíes las fotos, o estando en algún lugar para que les envíes tu trabajo.

¿Cómo es de complicado vender una foto para un ‘freelance’ como usted?

Ahora me parece más fácil. Al principio no, y es muy duro y frustrante; te sientes un novato, un ‘primo’ y solo te centras en los medios de comunicación; intentas hablar con ellos y no obtienes ninguna respuesta, como si el correo electrónico fuera un gran agujero negro. Es muy desilusionante porque piensas que no haces bien tu trabajo, que eres un mal fotógrafo y un mal periodista, un trabajo que haces con todo el cariño y por el que te dan la callada por respuesta. Te cuestionas a ti mismo y todo, absolutamente todo, por un acto tan sencillo como es que alguien te responda a un correo electrónico. Así fue durante mucho tiempo, porque además tuve muchas respuestas esquivas. Hasta que hice un viaje a Palestina y conocí a dos periodistas navarros impresionantes, Alberto Pradilla y Aritz Intxusta. Ellos son plumillas y yo fotógrafo, así que comenzamos a trabajar juntos. Hice un reportaje sobre el psiquiátrico de Belén y me lo compraron y ví que sí, que había editores que creían en mi trabajo. Me hizo mucha ilusión, porque soy como un niño y me entusiasmo cada vez que me publican algo. A partir de ahí es cuando comienzo a no cuestionarme y a trabajar mejor.

¿Cuándo sintió que podía vivir de ello?

Yo estaba en Madrid pero vivía  una situación que me quemaba vivo. Fotografiaba deporte de todo tipo, de motociclismo a golf, fútbol... y aquello acabó por asfixiarme. ¿Que si me gustan las motos hoy? Mucho, pero ahora, francamente, me dan igual. Llegó un momento en el que decidí dejarlo todo: Madrid, mi trabajo, mi novia, y me volví a mi pueblo, a Gijón, a reestructurar mi vida y fue cuando comenzaron los conflictos en Túnez, El Cairo y lo de Libia, pero yo no tenía dinero para ir. Un amigo me pidió que hablara con unos contactos míos para ir él y cuando les llamé ellos mismos me sugirieron que fuera yo también quien cubriera esos conflictos. Me organicé el viaje ya con previsiones de venta de mis trabajos, pedí un crédito a  mi madre y me fui a Túnez.

Siempre están los padres detrás en los momentos más importantes de nuestra vida.

Es una suerte tener gente así, como mis padres, que te apoya incondicionalmente. Sin ellos no hubiera llegado a ningún lado; siempre generosos, apoyándome de manera desinteresada, creyendo en mi. En ese viaje empiezo a colaborar con la agencia Efe, en Libia, con la DPA, y la cosa comienza a rodar y un día estando trabajando con tres periodistas tengo la mala suerte de caer en una emboscada y con un resultado que la gente sabe: 3 presos y uno muerto.

¿Cómo le afectó estar retenido en una prisión durante tantos días?

Cuando me soltaron lo difícil fue  encontrar el equilibrio entre la persona que era cuando me retuvieron, la que fui mientras estuve preso y el que era al salir en libertad. Porque después de 45 días en una cárcel tus patrones de comportamiento cambian mucho. A las tres semanas de regresar me salió un trabajo para una ONG en Honduras y me fui, porque entendí que era la mejor manera de empezar a centrarme, y encontrar el equilibrio pasaba por trabajar y desarrollarme profesionalmente. La batalla de Trípoli coincide con el fin de mi trabajo en Honduras y desde allí me voy a la frontera con Libia.

De nuevo, otra vez a empezar.

Era lo que más temía, que me quedara alguna secuela emocional, algún miedo que me impidiera trabajar. Decidí que si los tenía me enfrentaría a ellos, y estuve desde la batalla de Trípoli hasta el final de la guerra en Libia.

Usted vive en Gijón, una ciudad tranquila, y supongo que será porque le da la tranquilidad que necesita después de un conflicto.

Gijón es para mí un paraíso; es un lujo, porque cuando vuelvo tengo a mi familia, que es muy importante en todos los sentidos; a mis amigos de siempre que no tienen nada que ver con mi mundo profesional, que son instaladores eléctricos, marinos..., porque hay poca gente que entiende lo que hago. Para mi es una descompresión total, vivo tranquilo y si un día estoy agobiado, salgo de mi casa y paseo, y, como vivo frente al mar, solo tengo que mirar el horizonte para lograr serenidad.

¿Quién le da estabilidad? 

Dentro de mi inestabilidad, lo que me tranquiliza es mi gente, mis incondicionales a quienes les da igual quién seas, porque para ellos no eres el fotógrafo que secuestraron ni el premio Pulitzer; y mi novia... Ella también es fotógrafa y es de Zaragoza, y hemos estado trabajando juntos durante meses en Siria.

 

DESPIECE

«Ya no podía aguantar ni una matanza más»

Comparte el Pulitzer, el premio de fotografía más prestigioso del mundo, como parte de un equipo de cinco fotógrafos de Associated Press que cubren el conflicto en Siria, junto a Rodrigo Abd, Narciso Contreras, Khalil Hamra y Muhammed Muheisen y, a pesar de su juventud, tiene ya tres guerras a su espalda: Egipto, Libia y Siria.

Dice que quiere seguir trabajando: «Porque tengo 32 años y mucha tela que cortar. Espero que el premio me sirva para afianzar mi trabajo. He llegado hace poco de Siria y lo que me apetece estos días es descansar, disfrutar de mi gente, de mi familia, comer..., porque soy de los que cuando viaja se compra las patatas y los huevos para hacer tortilla». Ahora, espera organizarse para irse a vivir una temporada a El Cairo y desde allí cubrir todo Oriente Medio.

Y recuerda la carta que le envió a Gervasio Sánchez, también periodista de guerra, porque pensó que él era el único que podía entender «por lo que estaba pasando cuando en Siria llegué a plantearme, junto con otros siete periodistas, qué demonios hacíamos allí entre tanta muerte, porque yo ya no podía aguantar una matanza más. No éramos íntimos ni mucho menos, pero sabía que no había otra persona a la que contarle todo eso».

 

 

*La foto premiada y un retrato de Diego Ibarra, fotógrafo zaragozano que da vueltas alrededor del mundo con el compromiso, la denuncia y la vida por bandera.

22/04/2013 12:37 Antón Castro Enlace permanente. Fotógrafos No hay comentarios. Comentar.

FIRMAMOS EN ANTÍGONA Y NALVAY

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Hoy es el Día del Libro y Día de San Jorge. En el Paseo de la Independencia, por la mañana, Javier Hernández, ilustrador, y yo firmaremos el libro ‘El niño, el viento y el miedo’ (Nalvay) en el puesto de la librería Antígona, de doce a dos; por allí también estará David Mayor con su poemario ’31 poemas’ (Pre-Textos). Si alguien lo desea, firmaré ejemplares de ‘Cariñena’, una novela de formación que transcurre en diez días de octubre de 1978 en Cariñena y Alfamén, ‘Versión original’, el poemario que me publicó Isla de Siltolá con el título genérico de un poema dedicado a Félix Romeo, y ‘El testamento de amor de Patricio Julve’ (Xordica), que reeditó ese libro que sucede en el Maestrazgo entre 1833 y 1995. Por la tarde, estaremos en el puesto de Nalvay de seis a ocho. Feliz Día para todos: lectores, paseantes, amigos, escritores, libreros...

[Por cierto, hoy se adelanta el suplemento ’Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón y publica un especial de 24 páginas con el título genérico de Librerías, libreros y libros. La segunda foto la he tomado de Radio Huesca.]

23/04/2013 07:32 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

JOSEMA CARRASCO Y LOS LIBROS

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Josema Carrasco me envía esta nota de elogio a los oficios del libro:

 
 

Mis héroes son los libreros que aguantan doce horas a la intemperie un día del libro y sueñan con mantener su negocio, los escritores que han publicado y los que no y llevan un manuscrito escondido que un día será un libro de cuentos o una novela, los que hojean libros y no pueden comprarlos, los que siguen haciendo de la lectura un lujo necesario, los poetas jóvenes y adultos que sueñan con tipografías y revoluciones, los autores que te regalan una dedicatoria y una sonrisa, los editores valientes que arriesgan y se ilusionan con cada proyecto, los que siguen empeñados en leer abriendo cada página como una puerta o una ventana, los ilustradores a los que admiro y que hacen trabajos preciosos aunque tengan que trabajar en otros oficios y los dibujantes que por un día salen de sus viñetas y de sus bosques de lapiceros, acuarelas y rotuladores y te hacen un dibujito que es una maravilla. A todos ellos GRACIAS

JOSÉ IGNACIO BAQUÉ, EN BANTIERRA

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[Esta tarde, en la sala de Bantierra, José Ignacio Baqué (Zaragoza, 1941) inauguraba su exposición de pintura figurativa, ’El arrebato de vivir’, que recorrerá otras localidades aragonesas. Este es el texto del catálogo.]

 

EL ARREBATO DE VIVIR

 

Antón CASTRO

José Ignacio Baqué es consciente de que tiene una vida nueva. De que ha sobrevivido a los latigazos de la enfermedad más cruel, el cáncer, y quiere que eso, su condición de superviviente, se note en su pintura. Pinta como vive. Pinta como resiste. Pinta con esperanza. Con alegría, con vocación, como quien exalta los minutos y las horas, y las sensaciones inefables de cada día. El pintor abstracto de antaño, matérico y de texturas tan elaboradas, ha dado paso a otro tipo de creador, figurativo y esencial: el resucitado Baqué exalta la sencillez, los objetos, una mirada o el cuerpo cimbreante de una mujer que se entrega, en cuerpo y carne, a un violonchelo, pongamos por caso.

La felicidad, tan trabajada, empieza en el estudio, en ese aroma de hogar y refugio donde hay muchas cosas: sus propios lienzos, mayoritariamente abstractos, aunque también su galería de retratos avanza por el pasillo; sus libros, historiados por el tiempo y por la belleza, sus manuales de pintura, sus insólitas enciclopedias; la compañía de María José, que va y viene por la casa, de la pintura a la vida y de la vida a la pintura, con la seguridad del humor y la buena compañía. José Ignacio Baqué es un pintor con atmósfera, con memoria, con antepasados ilustres (en la familia y en la historia general del arte: desde la pintura medieval, tan frontal, y el holandés hasta Picasso o Morandi), y es un pintor que trabaja en un espacio con vistas, acristalado, un gabinete de mago de la luz que registra el color y el temblor del cambio de las estaciones.

Quedémonos un instante en su estudio: ante su último cuadro, una marina más bien gigante que contiene muchas cosas: el mar insomne, un barco que fluye y que flota, las perspectivas del roquedal y quizá la premonición del faro y del farero. Aquí, en esta soledad tan luminosa, José Ignacio Baqué es el artista, el soñador, el marino y el farero que se debate entre el olor de la trementina y el acordeón de todas las mareas. De vez en cuando, para recordarle que la vida se derrama de modo incontenible como un gozo para la vista, sus nietos y nietas le dan ideas, le corrigen, le exigen la claridad esencial que debe tener un lienzo: esa claridad que está más allá de la materia, de la composición o del asunto. Esa claridad que es candor, búsqueda, sutileza, gracia y riesgo: el puro placer de existir contra los presagios del azar.

A José Ignacio Baqué le gusta decir que cada cuadro es una aventura. Un viaje hacia lo incógnito y por tanto un descubrimiento. De aquí que uno de sus personajes preferidos sea el tuareg. Cuando cree que el cuadro está concluido, lo mira por última vez e intenta olvidarlo. Así tiene la sensación de que cada obra que empieza es rigurosamente nueva, de estreno absoluto, desconectada de su propia biografía, que tiene poco que ver con las anteriores creaciones o con las que tengan que venir. Pintar es un extravío del alma y de la mente. Pintar es dialogar con el olvido y vencerlo. Pintar, para José Ignacio Baqué, es mirar en derredor y singularizar los pequeños dones cotidianos. Así, como si no tuviera un cuaderno de bitácora propiamente o un diario de intenciones de artista, capta cuanto ve. Lo inmediato que se vuelve simbólico. Una silla, una botella, una maternidad, una sardina, una cabeza de mujer, los sucesivos paisajes de interior, bodegón, mar abierto o bosque entrevisto.

La pintura de Baqué también tiene algo teatral: a él le gustan mucho la Comedia del Arte y sus figuras, los actores y los toreros, le atraen especialmente el circo con sus figuras y sus historias secretas: domadoras, volatineros y acróbatas, payasos, mujeres que pasean su beldad melancólica bajo la carpa. Niñas de seda y luna. Le interesa el reino de las muñecas, tan amado por los surrealistas, tan inquietante y tan sutil. Un mundo dentro del mucho pespunteado por el escalofrío. Le gustan las marionetas: las sueña, las construye, les da otra vida más allá de la ficción en sus lienzos. Y por si no quedara claro un último matiz: a José Ignacio Baqué le interesan los seres humanos: las niñas, las mujeres, los hombres con una historia detrás, los pescadores y pescadoras, los músicos, los solitarios. Y sus retratos, o sus criaturas, atesoran las claves de su arte: vibración, color, encuadre, hondura, ecos de la pintura de los años 20 y una gracia especial que tiene mucho de arte expresionista que busca sugerir, transportar, contar con los atributos eternos de la pintura. Ahí están dos piezas que destacan en la muestra: el retrato de María José, la musa y la compañera y la esposa del pintor, una composición equilibrada de tono, serena y elegante, un cuadro de emoción contenida que nace de la complicidad y de la confianza, y ‘La violonchelista’, quizá el cuadro más emblemático, el que con mayor rotundidad define al Baqué que canta y exalta cada nueva oportunidad que le concede la vida.

Además de esos temas tan narrativos, tan explícitos, por decirlo así, a Baqué también le gusta hacer pequeños guiños de contenido o de pensamiento profundo, casi  de crítica social: por ahí anda el ‘Asceta’, el tríptico ‘Los moralistas’, ‘La mala reputación’ o la pieza ‘No ver, no oír, no hablar’, que también es un manifiesto y un acorde de rebeldía y de sarcasmo en este tiempo de imposturas y silencios tan medidos como obscenos. Eso sí, todo ello, el desarrollo intuitivo de este mundo se aborda con enorme sutileza, con dulzura e incluso, y así le gusta decirlo a José Ignacio Baqué, con ternura, aunque no esté de moda.

Baqué, uno de los ocho magníficos del grupo ‘Azuda-40’, un pintor de una dilatada trayectoria, está en esta muestra en plenitud. La creación nace de la incertidumbre y de la búsqueda. Y de esas certezas que se conquistan de modo un tanto inadvertido. Como quien no quiere la cosa. Como quien sale a pescar o a cazar el poniente más exuberante de oro y sangre. Baqué goza y se renueva. Se vuelve otro y él mismo. El pincel y sus sueños son el arrebato constante de una vida nueva.

 

26/04/2013 00:13 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

PREMIO NACIONAL PARA ARTESANOS DE ARAGÓN Y ANA BENDICHO / NOVO

LA ASOCIACIÓN PROFESIONAL DE ARTESANOS DE ARAGÓN
PREMIO NACIONAL DE ARTESANÍA PARA ENTIDADES PRIVADAS 2012


La Junta Directiva de nuestra asociación tiene la inmensa alegría de informaros que el Ministro de Industria, Energía y Turismo nos hizo entrega ayer del Premio Nacional de Artesanía 2012 para entidades privadas por la dedicación de nuestra candidatura a la puesta en valor de la artesanía, contribuyendo con nuestra actividad a darle una mayor visibilidad en un entorno favorable y de prestigio y por el programa ARDI (Artesanía y Diseño) que hemos llevado conjuntamente con la empresa Novo. (El premio está dotado con 3.500 euros).

 

Convocados por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo y promovidos por la Fundación Española para la Innovación de la Artesanía (Fundesarte), los VII Premios Nacionales de Artesanía se han entregado hoy en un acto presidido

por el Ministro José Manuel Soria en la sede del Ministerio en Madrid

 

Madrid, 4 de abril de 2013 – Los Premios Nacionales de Artesanía tienen como

finalidad dar reconocimiento institucional al más alto nivel a aquellas actuaciones reconocidas como excelentes y ejemplares en el campo de la artesanía contemporánea. El principal objetivo es impulsar el desarrollo y la competitividad de las pequeñas y medianas empresas artesanas españolas, incentivando la innovación, el diseño y la capacidad de adaptación al mercado. Estos galardones promovidos por Fundesarte incluyen, además del Premio Nacional, otras cuatro categorías que vienen a reconocer la calidad de un producto o una colección en particular, así como una propuesta innovadora y una iniciativa de promoción privada y pública del sector artesano.

 

El Premio Promociona para entidades privadas 2012, se concede por la dedicación de los candidatos a la puesta en valor de la artesanía, contribuyendo con su actividad a darle una mayor visibilidad en un entorno favorable y de prestigio. Este premio ha sido otorgado a la Asociación profesional de artesanos de Aragón por el vigoroso impulso que ha dado al sector al realizar un proyecto de aplicación de las técnicas del diseño a la artesanía, el Plan ARDI (Artesanía + diseño) iniciado en 2006, mejorando la sostenibilidad de la producción y creando nuevos canales de comercialización y colaboración entre empresas en el ámbito de la producción.

 

En esta categoría resultaron finalistas la Federación de Nota de prensa Organizaciones Artesanas de Castilla y León (FOACAL) y la empresa valenciana Sanserif Creatius S.L.

 

*La foto de Ana Bendicho, del Estudio Novo, colaboradora permanente de la Asociación de Artesanos de Aragón, es de Vicente Almazán.

26/04/2013 08:22 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

¿QUÉ ES PLOT 28? UN DIÁLOGO CON HERNÁN RUIZ Y AGUSTÍN SERRA

 

ENTREVISTA A AGUSTÍN SERRA v.1 Y HERNÁN RUIZ,

AUTORES DE PLOT 28, EL PRIMER UNIVERSO TRANSMEDIA EN CASTELLANO

[Agustín Serra, productor audiovisual, y Javier Hernández Ruiz, profesor experto en cine y en celtíberos, acaban de crear el proyecto Plot 28, presentado en dos ocasiones en Zaragoza. Aquí ofrece una entrevista que se publicó en Heraldo de Aragón sobre tu empeño, tan ambicioso como lleno de posibilidades. Un trabajo en equipo.]

 

-¿Qué es, qué quiere ser Plot 28?

Es una historia de ficción. Plot 28 conforma un universo transmedia, el primero en lengua española. Aspira a promover una nueva manera de enfrentarse a la ficción con la tecnología del siglo XXI, una nueva experiencia de hacer inmersión en la ficción, una manera diferente de entretenimiento para el usuario contemporáneo.

¿Qué quiere decir eso de ficción total?

Se trata de un nuevo formato que sirve para contar historias a través de la lógica transmedia. Esta utiliza distintos canales y plataformas, varios géneros y registros. No se trata de un mero multimedia, sino de diseñar un universo rizomático con historias entrelazadas en las que nada se repite aunque todo está conectado. A este universo se accede por distintas “puertas de entrada”, es decir novelas, documentales, la web, blogs…; a partir de aquí el usuario puede hacer su propia travesía y escalar los contenidos disponibles.

-¿Qué relación guarda con el meandro de Ranillas y en concreto con la parcela 28?

Esta es la chispa de inicio de toda la historia, el desencadenante de este universo fabulado. La parcela 28 se situaba en el centro de lo que ahora es la Expo y en ella vivía el último hortelano del Meandro de Ranillas que apareció muerto en extrañas circunstancias, el mismo día de la confirmación de Zaragoza como sede de Expo Agua 2008.

-¿Cómo habéis desarrollado toda esas historias que arranca de un núcleo, se expanden y a la vez parecen un poco ilimitadas, que pueden seguir creciendo?

Efectivamente, la ficción del siglo XXI es expansiva, escalable y genera las herramientas para prolongar las historias de forma regenerativa. Estamos ante un organismo vivo, que crece, se multiplica…

¿Cabría decir también que Plot 28 es una apuesta por la ficción pura en todos los campos?

Por supuesto, es ante todo ficción. A veces este tipo de propuestas se relacionan con la tecnología olvidando esa naturaleza primordialmente fabulada. La creación artística y la tecnología han ido siempre de la mano; la pintura del Renacimiento, la fotografía, el cine, el teatro se han hecho posibles con los instrumentos tecnológicos de su época. Ficción total quiere responder a la tecnología del siglo XXI, al servicio de un usuario que maneja múltiples dispositivos, que tiene otra manera de narrar y percibir el mundo más descentralizada y multfacética.

¿Qué hay ahora en Plot 28?

Tres textos literarios (una novela, un diario y un libro de relatos), tres documentales creativos, redes sociales, teatro filmado, cómic, activismo, banda sonora, vídeoclips, juegos interactivos, fotografías, webs temáticas, blogs de los personajes... Los entendidos dicen que un universo transmedia está constituido por elementos online y offline. Plot 28 cumple este reto e incluso han surgido de forma espontánea grupos activistas, Acción 28 y Comando 28 que operan desde Madrid.

¿Cuánta gente opera, cuántos proyectos hay en la red y cuántos están en fase de producción?

Esto es un trabajo de un equipo de una treintena de personas, con dos creadores y un responsable de ingeniería (Alfonso del Barrio) que han coordinado la labor de guionistas, dibujantes, realizadores, comunity managers, diseñadores gráficos, artistas plásticos, fotógrafos, etc. Todos nosotros fuimos los primeros plotys, los primeros enganchados al universo Plot 28. El proyecto y el equipo están en evolución, van creciendo a la par que vamos afrontando desafíos.

-¿Cuál es la proporción de contenidos gratuitos y de contenidos de pago?

Aproximadamente un 70 % de los contenidos son gratuitos y se pueden encontrar en www.plot28.com. De momento los contenidos de pago (literatura, documentales y otros) están ofertados como un app para ipads, aunque se está desarrollando la versión para tablets con sistema Android.

¿Por qué manejáis tanto los seudónimos, el apócrifo, la ilusión del relato real?

En nuestros tiempos la frontera entre la realidad y la ficción, si existe, es muy difusa. ¿Hasta qué punto lo que publican los medios y lo que proclaman los políticos es real? Incluso en esta entrevista una de las respuestas es falsa… El escepticismo posmoderno nos conduce a pensar que todo es un relato, con un punto de vista interesado. Plot 28 es la crónica de los mecanismos del poder contemporáneo desde una perspectiva radical y, quizá por ello, nos agarramos a esta deliberada ambigüedad. ¿No será más real lo que se cuenta en Plot 28 que un discurso de Rajoy? En esta lógica se explica el juego de pantallas narrativas, que dan paso a unos retos de metaficción en los que, como en El Quijote, hay un supuesto autor de los textos (Jaime Miñana) que ha dejado el testigo del liderazgo de ese mundo ficticio a la ciberperiodista y activista Joana Silveira. Ella es la encargada de continuarlo y difundirlo.

¿Cuál es la recepción del público, qué cosas especiales o particulares os están sucediendo?

La recepción está siendo mejor de lo que esperábamos, tanto en medios como en descargas. Plot 28 es una producción independiente en todos los ámbitos. Esta condición nos otorga plena libertad creativa, aunque nos limita en la difusión y distribución del producto, que sabemos que será más dilatada en el tiempo que si estuviéramos bajo un paraguas de una multinacional.

¿Quién urde las tramas, quién crea los personajes, cómo es el trabajo en equipo?

Ya hemos comentado que es un trabajo en equipo liderado por dos coordinadores en el terreno narrativo. Nosotros somos los últimos responsables creativos, los supervisores de las historias. Las aportaciones de los storytellers confluyen en esta macroficción aportando un valor específico, una perspectiva propia que promueve su libertad creativa.

Puestos a soñar, ¿hasta dónde queréis llegar?

Ya sabes que los sueños no tienen límite... Somos conscientes de que, al menos en el ámbito hispano, estamos abriendo un camino. Nos gustaría seguir transitándolo publicando nuevas historias a través del formato Ficción total, que tiene una proyección en muchos ámbitos de expresión. Por otro lado, Plot 28 es un proyecto comprometido con su tiempo; promueve una visión muy crítica y radical de la miseria del poder. Por eso el misterioso Grupo 28, caracterizado por una persistente resistencia a los abusos de los poderosos, tiene un papel vertebrador en la ficción. Y, puestos a soñar, nos gustaría que Plot 28 fuera una aportación más, desde el lado de la creación, a los movimientos sociales que reclaman una auténtica democracia. El entretenimiento en estos tiempos difíciles no está reñido con el compromiso.

¿Qué significa internet, las redes, las nuevas tecnologías para vuestro proyecto?

Son las herramientas que ofrece nuestra época, nada más. Plot 28 es, ante todo, una innovación creativa más que tecnológica; aunque hemos aportado desarrollos específicos, como el primer app de ficción en castellano y una nueva “lectura interactiva” de unos textos literarios navegables. Estas herramientas están pensadas para un nuevo usuario que va más allá del lector y espectador, se ajusta más al rol del interactor. Esas tecnologías son las que permiten que este interactor conforme su propio universo de ficción.

 

*La foto de Javier Hernández Ruiz, Hernán Ruiz, y Agustín Serra la he tomado del dominio de El periódico de Aragón en internet.

 

26/04/2013 09:48 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

JULO LLAMAZARES: ESTRELLAS DE VIDA

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Acabo de publicar en heraldo.es esta nota sobre la novela de Julio Llamazares, 'Las lágrimas de San Lorenzo' (Alfaguara), que se presenta esta tarde, a las 20.00, en Los Portadores de Sueños. Ramón Acín, escritor, crítico y gran amigo personal de Julio, conversará con el narrador leonés.

 

http://www.heraldo.es/noticias/cultura/2013/04/26/llamazares_tiempo_felicidad_231923_308.html

25 AÑOS DE CULTURA DEL JILOCA

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En la edición digital de Heraldo de Aragón puede leerse una nota sobre los 25 años del Centro de Estudios del Jiloca, de la revista 'Xiloca' y del trabajo en equipo, multidisciplinar, que han realizado en todo este tiempo.

http://www.heraldo.es/noticias/cultura/2013/04/28/xiloca_cumple_anos_232166_308.html

 

‘Xiloca’ cumple 25 años

 

El Centro del Estudios del Jiloca conmemora su primer cuarto de siglo con un nuevo número de la revista y un acto en Calamocha

 

Antón CASTRO

El tres de octubre de 1987 se reunieron 38 personas y pusieron en marcha el Centro de Estudios del Jiloca (CEJ), cuyo objetivo era difundir “la cultura y la ciencia” de la comarca. Desde entonces no han parado. Crearon de inmediato la revista ‘Xiloca’, que ya lleva 41 números, sus ‘Cuadernos etnológicos’, y bajo el liderazgo de José María de Jaime, Tomás Guitarte, Ángel Artal y el desaparecido Ángel Alcañiz (“le debemos mucho y lo añoramos”, dijo José María Carreras, actual presidente del CEJ, en recuerdo de quien fue secretario que “iba haciendo socios de casa en casa”), a lo largo de este cuarto de siglo, el Centro ha publicado 130 libros de papel, ha realizado más de 200 exposiciones y un número semejante de conferencias. Posee en su sede una colección de 8.000 fotos antiguas y más de 70.000 recientes, y cuenta con una biblioteca de más de 3.000 libros, que incluye filmoteca y fototeca. Y dispone de una web, http://www.xiloca.com, de la que “nos sentimos muy orgullosos”.

Además, el CEJ ha realizado ocho guías y ha elaborado más de un centenar de publicaciones digitales. Esta ingente actividad de un cuarto de siglo se presentaba el pasado sábado en el Teatro Auditorio de Calamocha, ante la Consejera de Educación, Cultura y Deporte y el diputado y expresidente de Aragón Santiago Lanzuela, y numeroso público. La periodista Montse Alcañiz, directora del programa ‘Por amor al arte’ de Aragón Televisión, condujo la efemérides y Plácido Díez, responsable de contenidos de Radio Zaragoza-Cadena Ser, hizo un elogio de la cultura local, “que está en riesgo”, destacó la labor de ejemplar de tantos maestros e investigadores, dijo que ‘Xiloca’ era una exaltación del empeño cultural de hombres generosos y recordó que en lo pequeño está la esencia de la democracia. Al final, a modo de cierre, tras recordar que esperaba ‘Xiloca’ con la ilusión de un niño y que el CEJ era una demostración de que los del sur “sabemos trabajar en equipo”, aludió a la portada y contraportada de Jorge Gay, que encarnan la libertad y los sueños y que son “el espíritu del Centro de Estudios del Jiloca”.

Tras las palabras del presidente José María Carreras, se proyectó un vídeo donde hablaron la mayor parte de los miembros del CEJ y hubo otras aportaciones de especialistas de la historia de Aragón como Eloy Fernández Clemente, José Manuel Latorre, José Antonio Adell o Celedonio García. Y ahí se vio claramente en cuantos frentes ha trabajado el Centro: la historia, la literatura, el arte, la ecología y el patrimonio histórico y monumental. Desde hace años, se recordó que el CEJ mantiene un concurso de relatos ‘Miguel Artigas’ y un certamen de artes plásticas, ‘José Lapayese Bruna’: algunas de las obras ganadoras adornaban el escenario.

Joaquín Campo, coordinador de la revista, glosó los contenidos de la última publicación, centrada en diversos asuntos: los ‘Despoblados y pardinas medievales en la Comarca del Jilolca’ (Mercedes Rubio), ‘La represión franquista en Villarquemado (1936-1942)’ (Serafín Aldecoa), ‘La casa solariega de los Angulo de Calamocha’ (Emilio Benedicto); en el capítulo de nombres propios se habla del arquitecto Fernando García Mercadal (Alberto Sánchez Sánchez), de Gisbert en su paso por el Jiloca (Fabián Mañas y Francisco Martín), y de Juan Antonio Hernández (José María de Jaime). Entre otros temas, en literatura, Fermín Ezpeleta aborda la ‘Literatura satírica en el magisterio turolense’ y Ángel Artal Burriel glosa ‘Una guía práctica del azafrán de Gregorio Anechina’. A la vez el CEJ acaba de publicar un libro delicioso, lleno de datos: ‘Calamocha en la prensa nacional (1794-1955). Noticias, sucesos y guerras’ de José María de Jaime Lorén, donde destaca, entre otros muchos temas, el descarrilamiento del tren en Luco con la pérdida de veinte vidas.

La consejera Dolores Serrat clausuró el acto: dijo que no había preparado ningún discurso oficial para una “tarde de recuerdos, reflexiones y sentimientos”, y centró su intervención en tres sustantivos: agradecimiento, por haber sido invitada; felicitación, por el “trabajo continuado durante un cuarto de siglo”, y ánimos para seguir. Eso sí, recordó que “las ilusiones de las demandas” chocan con “los recursos limitados” de la Administración.

28/04/2013 13:29 Antón Castro Enlace permanente. Temas aragoneses No hay comentarios. Comentar.

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