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DIÁLOGO CON R. MARTÍN GIRÁLDEZ

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[Rubén Martín Giráldez acaba de publicar en Jekyll & Jill, el sello de Jessica Aliaga y Víctor Gomollón, una novela infrecuente: osada, verborreica, paródica, de una extraña originalidad. 'Menos joven', que habla de un programa de radio, de un extraño personaje, Bogdano, y del intento de acabar con la cultura. O de exaltarla a través de su negación. Conversamos con el joven escritor catalán, nació en 1979, y estas son sus respuestas. Una parte amplia de la entrevisa aparecía el jueves en 'Artes & Letras' de HERALDO. La foto es de Alfonso Rodríguez Barrera; cortesía del autor y de la editorial]

 

 

¿Cuál es el punto de partida, la reflexión previa, esa imagen que es la primera detonación?
 La primera frase que escribí para Menos joven (y que en la versión definitiva se convertiría en la segunda) fue algo así como: «Lo que está haciendo ahora Bogdano es ensillar su cabeza; asegura las hebillas, sube a su frente y pica espuelas en sus mejillas», y el motivo, creo, hay que buscarlo en la determinación de hacer una novela breve, feroz y con su poco de absurdo controlado.

¿Desde el punto de vista de la idea o del concepto: querías criticar la cultura, matar al padre?
Para ser honesto, diría que la tesis del libro es más esa afirmación con la que abre —que «el padre de Bogdano siempre ha confundido trabajo y realidad»— que la serie de materiales conductores de que se sirve para hacer pasar ese puñetazo por narración. Está claro que para no limitarme a hacer una novela de ideas necesitaba algunos niveles de lectura mucho más reconocibles; crear una falsa sensación de familiaridad que impidiese al lector abandonar el libro. Espero que al avanzar no lo abandone por una cuestión de dignidad y amor propio, pero en ese punto aún no nos conocemos y no es justo pedirle otra cosa. Luego sí. Sin embargo, es muy probable que el relato ataque con más crueldad a la idea de esfuerzo=resultados positivos / mérito=consideración que a la del padre.

¿Cómo te gusta definir el libro: como un libro experimental, lleno de ironía, como un juego literario o quizá como una aventura literaria que tiene mucho de parodia?
 Pues, muy al estilo del narrador, voy a ponerle una etiqueta… Podría llamarla «una jeremiada bufa», me parece que eso le cuadra (ahora que la he releído editada): una especie de lamento impostado que sirve para humillar a los que se lamentan, a los que se autocompadecen.

Vayamos directamente con el argumento. ¿Qué es, qué quiere ser «El peinado de Calígula»?
«El peinado de Calígula» es el nombre de un concurso radiofónico que consiste en buscar a la gente que intervino en la formación de tu carácter, a los responsables de que éste haya salido algo, digamos, estragado, y sostener una «charla de devastación» con ellos, un ajuste de cuentas. La reflexión, en realidad, es si de verdad podemos hacer recaer la responsabilidad de nuestras decisiones en otros sin convertirnos en seres ridículos y lloricas. Seguramente la respuesta es no.

¿Por qué un programa de radio para jóvenes protagonizado por adultos y conducido por un locutor entre ambiguo e inquietante?
A esto me refiero cuando hablo de niveles de lectura más o menos reconocibles. El nivel simbólico me causa la repugnancia natural que necesariamente debe de causarle a cualquiera de mi generación. Eso de «matar al padre» es un constructo que se desintegra rápidamente entre las manos modernas. Menos joven habla de cosas más tangibles, habla de que la formación total del ser humano es imposible (por lo tanto habla también de ambición) y de que un padre o una madre deben aprender a asumir esa impotencia casi con alegría: no van a poder hacer gran cosa por su hijo. Así que ahí está: resulta que el padre de Bogdano no está puesto al servicio de una alegoría, sino que la alegoría «padre cultural» está puesta al servicio de un tema menos abstracto. Otro revés cabrito de la novela.
 
¿Quién es Bogdano? ¿Un exterminador, un hombre con problemas con los nombres propios?
Yo creo que es un hombre incapaz de atenuarse y ya definitivamente perdido en la multiplicidad de referencias cultas mentirosas y verdaderas que le ha proporcionado su padre falsificando su biblioteca. Por desgracia, lo que le mueve es el miedo, el terror a que esos genios que han formado su carácter le pidan algún día que se lo devuelva.

¿Por qué has elegido nombres como Gombrowicz, Webern, Lucia Joyce, Celan, los Roth o Kim Bassinger?
Ahora que ya estoy metido en la treintena me he dado cuenta de que sólo consigo retener en la memoria o que únicamente fui capaz de asumir lo que se me puso por delante entre los dieciséis y los diecinueve o veinte años, así que yo también voy dándome testarazos bogdanos contra lo mismo una y otra vez.
 
¿Qué relación tiene esta novela con el apócrifo? Empezando por la portada oculta, por la idea de traducción de Jessica Aliaga, por las vida inventadas de Kim Bassinger...  Háblame de la edición: con un diseño tan particular, con apostillas al margen, con dos portadas, con dibujos... ¿Cuál ha sido tu relación con la editorial? ¿Cómo valoras el libro formalmente?
El apócrifo es fundamental en la vida de Bogdano y en la novela: al protagonista lo han educado con libros retapados, de manera que cree haber leído a los grandes clásicos cuando ha leído obras de segunda, y todo lo que se nos cuenta llega por boca de un narrador de una ambigüedad diabólica, así que es muy probable que lo que leemos en Menos joven sea una mentira a la manera de El charlatán de Louis-René des Fôrets, una pura actuación oral impulsada por la incontinencia. En ese sentido el libro tiene su razón de ser precisamente en la edición de Jekyll & Jill, ¿qué otra editorial se atrevería a preparar dos portadas con distintos títulos, a mentir a sus lectores en la página de derechos, a elaborar una falsificación de un ejemplar de Gallimard, a incluir anotaciones a lápiz en los márgenes y rematar la faena con unas calcomanías de los personajes? No extrañará a nadie que luego, en lo personal, sean tan exquisitos y acertados como…, bueno: se les puede conocer muy bien por los libros que hacen.

¿Cómo debemos entender que todos, niños, el propio Bogdano o el locutor vayan a caballo?
 
Seguramente detrás de eso no haya más que la sospecha de que necesitaba que los personajes se moviesen a una gran velocidad y que el narrador se viese obligado a soltar un chorro de voz desbocado y discontinuo, alternando la asfixia con una euforia verbal exultante. Todo es verbo de una sola persona ahí, así que no os creáis todo lo que os cuente.

¿Qué quieres que haya de realidad o de ficción? ¿A qué lector te diriges con una novela, qué le pides?
Quiero que haya equívocos. Los hay, desde luego, incluso involuntarios: en los datos concretos y en las diversas interpretaciones que se le pueden dar a la novela. En realidad, Menos joven está escrita para descubrir cuál es mi postura frente a los temas que plantea, pero imagino (de hecho, espero: no tengo miedo a exponerme tanto, pero sí de esa manera) que el lector no podrá resolver cuál es mi postura, sino cuál es la suya propia. El dramatis personae que hay al inicio del libro tiene más de humildad que de insolencia.

¿Qué relación hay para ti entre literatura y transgresión? ¿En qué medida quieres criticar los lugares comunes de la cultura, las famas de laboratorio?
Me interesa mucho la figura de aquel que se convierte en el primero en decir algo de una determinada manera. El marqués de Sade: quiere tratar un determinado tema y necesita crear una nueva forma para ello. Cuando uso el término «fama» (y soy consciente de que he recurrido a él en las tres ocasiones en que me han publicado) lo hago en un sentido un tanto peculiar, me refiero al instante en que uno ve cómo su obra pasa de ser privada a ser pública, independientemente de si tiene uno o diez mil lectores. Es así como percibo a los grandes nombres de toda la vida. Y cuando digo «genios» imagino que precisamente me refiero a eso, a si han logrado esquivar el lugar común. Lo criticable es la falta de valentía y el ofrecer formas narrativas e historias convenientes con la seguridad de que van a encontrar una agradable acogida entre el público. No se trata de elitismo, ni mucho menos. Es más bien pudor: no voy a entregarle al lector algo que yo no perdería el tiempo en leer, sino algo que espero que le dará unas horas de placer.

¿Qué escritores te interesan? ¿Por qué es tan importante Pynchon en tu vida y en tu trayectoria?
Me interesan Rabelais, Sterne, Quevedo, Benet, Céline, Manganelli… Humoristas verborreicos. Creo que encuentro una parte de lo que necesito en el uso del lenguaje de Julián Ríos y Miguel Espinosa (aunque no conecte tanto con el contenido), y otra en la manera de elaborar sus posturas gente como Juan Francisco Ferré en Karnaval, o Antoine Volodine en todo lo que hace: ahí el problema es que, como yo no soy un animal político ni filosófico, me doy cuenta de que entro en terreno vedado, de que no lo entiendo todo, por más que lo disfrute. En ese sentido, Thomas Pynchon: Un escritor sin orificios venía a ser la confesión de cierta impotencia, y la resolución de usar esa impotencia como el más honesto de mis temas. Sencillamente porque imagino que habrá muchos lectores en mi situación.

Es un libro pop, mestizo, de fusión de géneros, y a la vez muy culturalista...
Lo cierto es que sentía recelos ante ese culturalismo, y entiendo que tal vez sea uno de los elementos que provoquen rechazo en algunos lectores. Los tranquilizaría diciéndoles que donde hay name-dropping hay parodia del name-dropping; que donde hay expresión atractiva, queridamente atractiva, narcisista y juguetona hasta lo cabreante hay también una reflexión sobre la incontinencia del lenguaje, de la palabra furiosa, y una rebelión ante el recuerdo de las decenas de párrafos que he omitido por respeto a ese mismo lector y a mí mismo. Es una novela sobre un señor que intenta salir del embrollo de referencias de su propia mente y que lo niega todo; en Menos joven se niega hasta la existencia real del idioma francés.

02/03/2013 14:13 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

DIÁLOGO CON GABI MARTÍNEZ

El escritor Gabi Martínez (Barcelona, 1971) presentó el pasado martes el libro de viajes ’En la Barrera’ (Altaïr), sobre la costa de arrecifes de coral de Queensland. Antes había publicado, entre otros títulos, ’Suud’, ’Los mares de Wang’ o ’Solo para gigantes’. Este es un libro ameno poblado de historias, de personajes y de citas.

 

 

-Habías recorrido medio mundo ya... pero ¿cómo nació este libro?
Mentras paseaba con mi hijo por el Aquarium de Barcelona. En un rincón, bajo una cristalera con corales, leí que si la temperatura del planeta aumentaba dos grados, la mayor parte de los corales de la Gran Barrera morirían. Hablamos de una de las grandes maravillas naturales, del único animal visible desde la luna, de más de dos mil kilómetros de ser vivo extendiéndose por la costa de Queensland. Que iba a morir. Pensé en mi hijo, en que él podía ni siquiera tener la posibilidad de disfrutar de ese regalo. Y que junto a la Gran Barrera estaban sucumbiendo muchos otros espacios naturales. Me obsesioné con la idea –me cuesta trabajar de otra forma- y decidí viajar para ver qué podía aportar desde mi nicho de escritor.


-¿Qué es, qué contiene, la Gran Barrera?
900 islas, 400 tipos de corales, 1.500 de peces, 2.900 arrecifes... el espectáculo de la vida en una de sus versiones más fascinantes... y unos cuantos miles de personas con historias que parecen mentira y sirven para volver a confiar en la fuerza –de todo tipo- de los seres humanos.


-¿Cómo se organiza un viaje así, cuáles son los preparativos, qué materiales llevas?
Antes de salir intento leer mucho sobre el territorio que atravesaré. Eso no ocupa espacio y ayuda a establecer conexiones de forma mucho más rápida, a entender o al menos intuir el porqué de algunas cosas. En cuanto a materiales, llevo ropa ligera, sombrero, repelente de mosquitos, protección solar, una navaja multiusos, calzado más cómodo e impermeable posible... varias libretitas que caben en un bolsillo del pantalón, varios bolígrafos y un cámara compacta. Tanto la libreta como la cámara deben ser pequeñas para desenfundar en cuanto salte la idea, la imagen, la inspiración.


-¿Tienes una idea en la cabeza o vas un poco a la aventura y te dejas guiar por la intuición?
Siempre me impulsa una idea de partida que los kilómetros van matizando, perfeccionando, y eso incluye cambios que pueden ser muy grandes en el punto de vista Por ejemplo, en Los mares de Wang, el viaje me ofreció a un protagonista, Wang, que aparece incluso en el título. Y desde luego que no estaba pensado que fuera así. Para la Gran Barrera sabía que iba a hablar de unas personas de las que se había escrito muy poco en los últimos años porque todas las palabras se dedicaban a la flora y la fauna, olvidándose de los que al fin y al cabo más están interviniendo en esa geografía. Digamos que parto con una idea pero intentando ser lo bastante flexible y poroso como para que los hechos e intuiciones del recorrido acaben transformando a esa idea en lo que en realidad “necesitaba” ser.


-Llegas allí. Y decir eso es muy arriesgado. Ese allí es casi infinito: el mar inmenso. ¿Cuál es la primera impresión ante tanta belleza? 
Una exaltación radiante. Y la duda habitual: ¿cómo transmito esta alegría, esta sensación? Pronto entendí que Queensland me pedía poesía. ’En la Barrera’ es el libro sin duda más lírico que he escrito, aunque no se pueda describir como un libro de poesía.


-Explícanos esa vinculación entre el coral y los antepasados. Parece un cuento, una leyenda...
Por una parte, la Gran Barrera está compuesta de pólipos que en sí mismos son insignificantes pero que unidos unos a otros dan forma a una de las grandes maravillas del mundo. Por otra, la capa visible de los corales es la más superficial, la que sobresale mínimamente sobre las aguas del océano, pero está soportada por una montaña submarina de ancestros, ya muertos. Y quise que ese apilamiento invisible que permite que aflore una vida preciosa cobrara forma literaria. Por eso reuní voces del pasado -como Darwin, novelistas, capitanes de barco, viajeros- con otras del presente de cualquier condición -desde economistas a arqueólogos, vendedores de aparatos de ventilación, geólogos, pescadores o poetas- y también del futuro, acudiendo a visionarios que predijeron muy bien el mundo actual. Con las voces del pasado, el presente y el futuro he intentado hablar de lo que ocurre hoy y de lo que, si no reaccionamos, probablemente ocurrirá dentro de no tantos años.


-¿Por qué desaparece aquí casi tu presencia y hablan los indígenas, la gente que vive allí?
Yo soy una voz más de esa constelación, alguien que mira desde fuera y desea saber más. ¿Quién nos puede enseñar mejor? Los que viven allí. Mi experiencia de visitante es una anécdota al lado de su bagaje vital sobre aquella tierra.


-¿Como eliges a los personajes?
Por sus historias, su carácter. Un libro, como cualquier obra, tiene unos límites físicos donde se trata de concentrar la mayor fuerza simbólica posible. Mi aspiración es reunir voces que de algún modo resuman de manera poderosamente natural el carácter de la tierra sobre la que escribo.


-¿Cómo reciben las gentes al viajero occidental: como un intruso, como un cómplice?
En Australia la colonización inglesa fue decisiva, y junto a la Gran Barrera hay bastantes pequeñas poblaciones dedicadas a la ganadería, la caña de azúcar... pero que también ingresan una buena tajada por el turismo a la Gran Barrera así que la tendencia es a la cordialidad. Es una zona muy relajada, con una naturaleza asombrosa pero pasada por el control anglosajón. El punto donde la vida se asilvestra en serio es en Cape York. De hecho, ahí se concentra buena parte de la población aborigen, en una especie de reservas. Los aborígenes viven muy aparte, presas de una tristísima resignación.


-Si tuvieras que explicar tu poética de escribir de viajes, qué me dirías: qué buscas, cómo se escribe un viaje...
Es tan difícil... acabo de terminar un libro para intentar explicar justo eso. Sobre todo después de Sólo para gigantes, mucha gente me pregunta cómo he escrito y viajado tanto siendo tan joven (41 años ya no es tan joven pero gracias, gracias). Y decidí escribir algo que respondiera a esa curiosidad. En lugar de escribir un ensayo, me salió otro libro de viajes en el que vengo a decir que yo viajaba sin saber muy bien qué buscaba, más allá del estímulo que me impulsaba en cada ocasión. Cada lugar requería una forma distinta de encararlo, y me daba cosas diferentes que después adquirían una plasmación artística también autónoma. Lo único seguro es que detrás de todas esas historias, estructuras, iba comprendiendo un poco mejor a otras personas y, con ellas, me intuía yo. Cada vez necesito menos ansiosamente viajar, supongo que he alcanzado algunas respuestas que me están llevando a otra parte, a una más cercana. Creo que he hecho un viaje de fuera hacia adentro y que posiblemente en los próximos años acabaré escribiendo sobre España, sobre Barcelona. Quizá, sobre una familia de Barcelona.


-A menudo se te sitúa entre Paul Theroux o Bruce Chatwin. ¿Son ellos tus maestros o son las referencias obligadas, antes que Norman Lewis, por ejemplo u otros?
Hay varias grandes referencias. Robert Byron, Bouvier, Alí Bey, Mathiessen... Para mí, la novela total es en realidad una especie de libro de viajes, Los siete pilares de la sabiduría, de Lawrence de Arabia. De Theroux aprecio su descaro y la falta de tapujos para decir lo que piensa, al margen de cualquier corrección política, y a Chatwin le debo el atrevimiento formal. Tardé un tiempo en entender la dimensión de En la Patagonia pero cuando lo hice, quedé impresionado. Con ese libro Chatwin rompió el molde del género al introducir la abstracción y demostrar que el relato de un viaje no debe ceñirse al parto de un lugar – hago un recorrido- llego aun destino. Amplió los límites creativos del viaje y En la Barrera recoge precisamente ese testigo.

Finalmente: ¿qué hay de ficción en tus textos? ¿Por qué acudes a tantas imágenes, a tanto tejido literario?
Ni Capote está libre de la ficción, ¿no? Pero hay ficciones que pervierten la realidad y otras que contribuyen a transmitir la atmósfera “auténtica”. Mis libros de viaje tienen dosis bajas de ficción. Sea como sea, ficcionar es sencillo en Australia, donde a menudo pasan cosas que parecen mentira. Para explotar esa obviedad recurrí a las fotografías. A veces, acompañé un episodio difícil de creer con una foto que certificaba su “realismo”, autoconcediéndome así la licencia para en algún momento inventar una historia que, al estar acompañada por una foto más o menos consecuente, gozara del aura de lo auténtico. Por supuesto que prácticamente la totalidad del libro alude a hechos verídicos pero sea como sea, la clave de su engranaje estaba en que todo lo que se contara fuera posible en los límites de la Gran Barrera. La exactitud no es lo más importante en un libro de viajes, sino la atmósfera, el latido, el aire y tantos de aquellos intangibles que a fin de cuentas son la verdad de los lugares.

 

*Gabi Martínez presentó su libro ’En la Barrera’ (Altaïr, 2012) el pasado martes en la librería Cálamo en compañía de Antón Castro.

La primera foto de Gabi es de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-39269887a59f89408dbfdc20bbec28ca.jpg

 

La segunda es del autor durante el viaje.

 

02/03/2013 14:27 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

JUAN ÁNGEL JURISTO: 'VIDA FINGIDA' (AVANCE)

[Juan Ángel Juristo (Madrid, 1961), escritor y critico literario, acaba de publicar en Izana editores su nueva novela Vida fingida. La trama se resume así: "Compuesta por dos ’nouvelles’, La telaraña y Vida fingida, que da título al libro, establece una correspondencia entre dos historias que no son paralelas pero si complementarias: el laberinto de la ciudad como reflejo de la propia red de la mente y el espíritu; el deambular errático por calles que se parecen demasiado a los recorridos por nuestros sueños, lo que le da un aire fantasmagórico al libro, en especial en La telaraña. En ésta se juega con un enfoque de lo que significan los ángeles hoy día en una especie de metáfora sobre Jacob y su lucha. En Vida fingida, por otra parte, se trata de establecer la imposibilidad de atisbar la vida de otro, en este caso un Premio Nobel de Literatura español, en un paralelismo con las tortuosas calles de una ciudad, Roma, con un final imprevisible". Aquí ofrezco, por gentileza de su autor, el arranque del libro, la 'nouvelle', La telaraña.]

LA TELARAÑA

 

Por Juan Ángel JURISTO

 

1

Todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas

lo son cada una a su manera. Cuando leí por vez primera esa

frase era la hora de la siesta, justo cuando notaba cómo se me

iba empinando hiciera lo que hiciera, no había manera de

controlarlo, sentí que algo dentro de mí se recomponía porque

por fin podía pensar que tanto mi padre, como mi

madre, mis hermanos y mis tíos, por no hablar de los abuelos,

los abuelos, tan lejanos y solos, casi siempre sentados como

minerales, constituíamos una familia, por muy extraña que

pareciese en el barrio. Tenía quince años y desde entonces

siempre me ha acompañado, y he echado mano de ella, sobre

todo en los momentos en que la contemplación de alguna

escena familiar hacía que se me saltaran las lágrimas de nostalgia,

aunque no supe nunca el porqué ya que no se puede

sentir nostalgia de algo que nunca se ha vivido aunque si

anhelado, vaya que lo anhelé, y por mucho tiempo. Todas las

familias dichosas se parecen. Qué frase. Y qué verdad contiene.

Más quizá que las palabras que le siguen porque lo de

ser a su manera todo el mundo lo procura pero igualarse a

nadie le gusta, ni siquiera en la dicha. Pero todo eso tardé

mucho tiempo en aprenderlo, tanto como lo que separa

aquellos quince años de mis cuarenta de ahora, con un estanco

por medio y una viudedad no deseada.

Fue lo único que retuve del libro aunque la tortura a

que sometían a esa mujer era terrible y una sensación de pena,

de querer ayudarla, me duró lo que tardé en devorar aquellas

páginas, unas veinte siestas. Pero el autor desde luego no se

había dedicado a pasear por mi barrio donde no había domingo

por la tarde, ante los descampados desde donde se adivinaba

Madrid a lo lejos, con la cúpula de San Francisco el

Grande en primer plano y la Torre de Madrid en la línea del

horizonte, en que no se asistiera a alguna que otra pelea

donde siempre, detrás de los gritos, arreciaban las hostias por

lo general o algún que otro puñetazo a alguna que otra mujer

y siempre, siempre, alguien que increpaba al tipo, y siempre,

siempre, los gritos de ella en defensa de su macho. Aquello

llegó a divertirnos, aquel espectáculo que se producía justo

antes del crepúsculo, cuando el domingo iba cayendo, y todo

el mundo se resistía a ir a sus casas intentando prolongar

aquellas horas que conducían fatalmente al trabajo del día siguiente.

Al fin y al cabo era un aristócrata y tenía el colchón

protector de haber nacido así, en una familia distinta, aun

sólo fuera eso.

Aquello llegó a divertirnos. Tanto que durante aquel verano

en que leí Ana Karenina me aficioné a ir con Lorenzo a

ver lo de las hostiadas, como él lo llamaba. Nos sentábamos

en el dintel de una casa abandonada, chamuscada, y de la que

sólo quedaban los muros en cuyas paredes se descubrían formas

caprichosas, único vestigio en pie de lo que había quedado

de la línea del frente de Carabanchel, y sólo nos restaba

esperar, no más de una hora, fumando mientras a nuestros

pies, en la hondonada, paseaban parejas intentando hacerse

las remolonas, dándose un beso furtivo mientras ella recha-

zaba una mano que se había dejado caer rozándole una teta,

se dejaba ver alguna que otra familia paseando a los niños y

pasaba el barquillero o el de los helados con sus barras de

hielo y sus botellas alineadas con unos líquidos coloreados

que eran como los de una película de ciencia ficción, tan brillantes,

y allí estaban, de pronto, él con su pelo lleno de brillantina

y el pañuelo saliendo alborotado del bolsillo de una

chaqueta que le queda pequeña; ella, con un rostro consumido

y unos labios que quiere pasarse por el lápiz de vez en

cuando. Entonces sucede. Él le recrimina que se esté pintando

por coqueta y puta y ella, entonces, por no ser menos,

le grita, porque siempre grita, cabrón, y de inmediato el

guantazo se lo lleva. Luego los lloros, más gritos, de cabrón

para arriba, vamos, hijo de puta, momento que él aprovecha

para largarle otra hostia o una patada antes de que se oiga al

indignado que habla de llamar a la guardia civil. Ahora parecen

enzarzarse el pegador y el indignado mientras se forma

el círculo de gente alrededor, y ella sigue gritando mientras

intercala insultos a su marido, sí es mi marido, no mi chulo,

¿qué se ha creído?, con alguno al indignado, mientras reculan

y reculan gasta que Lorenzo grita, entonces, la guardia civil

y el pegador y la hostiada salen corriendo mientras nos partimos

de la risa y comienzan ahora a decirnos de todo los padres

de familia mientras el de los helados, que conoce a Lorenzo

porque vive en el solar de al lado de su casa, le guiña

un ojo. Así durante más de un mes y da lo mismo que cada

semana cambie el hostiador y la hostiada. Lo que a Lorenzo

y a mí nos tenía pegados a aquel aburrido mirador los do-

mingos por la tarde era que siempre se repetía la misma historia.

Todas las familias felices se parecen, ¿no?

Todo esto lo digo por lo de la adúltera de la novela. Sin

aire alguno de nostalgia. Todo aquello ya desapareció. Para

siempre. Y bien enterrado esté. Como Lorenzo, que no se

merecía morir tan joven.

 

*La foto de Juan Ángel Juristo la tomo de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-60585d2d817b6bd09acbb2a6a5716beb.jpg

03/03/2013 19:02 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

PEPE Y JULIA: 25 AÑOS DE ANTÍGONA

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PEPITO Y JULIA: 25 AÑOS DE PASIÓN

Y LIBROS DESDE ANTÍGONA

Dos estupendos, necesarios e imprescindibles libreros: José Fernández Moreno, Pepito, y Julia Millán. Son los dueños de Antígona, una auténtica caja de sorpresas con fondos admirables, de casi todo, y de algunas cosas más: por ejemplo, de poesía, uno de los mejores arsenales de lírica de Aragón y de España. Y de arte, de fotografía, de literatura infantil y juvenil (Julia ahora también es editora), de filosofía. Varios miles de libros. Este año, estos jóvenes emprendedores que empezaron en Muriel celebran sus primeros veinticinco años de Antígona; el nombre, si no recuerdo mal, estaba inspirado en un título de María Zambrano: ‘La tumba de Antígona’. Esta foto pertenece a una de las ediciones de ‘La noche en blanco’: así están de luminosos, felices, enamorados de la vida y de los libros, siempre luchando, sin aspavientos... Ellos pertenecen a esa estirpe inagotable de grandes libreros de Zaragoza, que sigue y sigue también en otros establecimientos. Y que probablemente continuará con sus dos hijos: Violeta y Eloy.

Otro detalle para finalizar: son magníficos compañeros. Gente de bien.

03/03/2013 23:08 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

ALFREDO CASTELLÓN PRESENTA MAÑANA 'EL RUIDO DE LA MEMORIA'

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El día 5 de marzo de 2013, a las 7,30 de la tarde, tendrá lugar en Salón Nueva Estafeta del ATENEO CIENTÍFICO, LITERARIO Y ARTÍSTICO DE MADRID (Calle Prado, 21) la presentación del libro de ALFREDO CASTELLÓN, ‘El ruido de la memoria’, editado por STI en su colección Opera Omnia.

En el acto, presentado por Alejandro Sanz, Presidente de la Sección de Literatura del Ateneo, intervendrán: la escritora Silvia Bardelás, el poeta Angel Guinda, el editor Javier Cinca y el autor. A los asistentes se les obsequiará con un marcapáginas conmemorativo.

 

STI ediciones & Libros del Rescate

(Librería: calle Tomás Bretón, 14, local 6, 50005 Zaragoza)

 

SINDICATO DE TRABAJOS IMAGINARIOS DE ZARAGOZA

 

 

 

 

LO QUE SE HA ESCRITO DE  ‘EL RUIDO DE LA MEMORIA’:

 

ANTÓN CASTRO  (Heraldo de Aragón, 20.11.2012)

Alfredo Castellón Molina (Zaragoza, 1931 o 1930, según la editorial STI) es director de televisión y de cine, guionista, dramaturgo, escritor de aforismos, de cuentos infantiles y para adultos... Es uno de esos grandes personajes de la cultura aragonesa en Madrid; estuvo, con los poetas de los 50, en el homenaje en Collioure a Machado en 1959. Está en la foto, como tanto se ha recordado y olvidado a la vez. Publica en el sello STI, Libros del Rescate de Javier Cinca, con prólogo de Juan María Marín, su libro de cuentos ‘El ruido de la memoria’, dividido en tres partes: cuentos autobiográficos de carácter iniciático o de formación sentimental, que transcurren en Zaragoza, en la zona de Alicante, en Italia, en Nueva York, en Madrid, en viajes con su padre, o en Japón. Son textos evocadores de amigos, de amores fugaces, de pequeños episodios que tienen un latido de vida y de memoria herida y gozosa a la vez. Y en la segunda y tercera partes, ha recogido una pequeña selección de sus microcuentos... El libro incluye un apéndice con textos sobre Julio Alejandro, Juan Carlos Onetti, María Zambrano, de la que fue muy amiga.

 

 

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE   (Andalán. 30.11.2012)

Por esos días, habíamos celebrado con Alfredo Castellón, en tantas cosas vida paralela, amigo de Borau, realizador de televisión y director teatral, escritor, y también escritor y viejo amigo, la publicación de su último libro, “El ruido de la memoria”, en que evoca desde su infancia en los años treinta hasta nuestros días, con exquisita escritura y fino humor. Y la presentación fue una maravilla, respondiendo a indagaciones de Antón Castro con historias personales, íntimas, muy divertidas.

 

 

ÁNGEL VIVAS  (diario EL MUNDO, 02.01.2013)

“A vuelas con el ruido (y la furia) de la memoria”.

El productor televisivo Alfredo Castellón publica un libro de relatos.

Veterano profesional de la televisión y el cine, donde ha hecho de todo, Alfredo Castellón se ha dedicado también desde siempre a la escritura; sólo que de un modo semisecreto y cultivando géneros poco populares, como el teatro de cámara o los relatos infantiles. Jubilado ya de sus trabajos alimenticios, retoma con nuevos bríos esa vocación suya. Vocación que no es en absoluto tardía, sino que como él mismo dice «en la vida pasan cosas que te truncan el camino que llevabas; el ingreso en TVE cuando fallece mi padre me hizo dedicarme a lo audiovisual, y eso fue un hándicap».

Acaba de publicas el libro de relatos El ruido de la memoria  (Ed. STI) y anuncia otro titulado Escombros selectos. Como indica el título, la memoria es clave en el libro recién aparecido (aunque también cuente la imaginación, sobre todo en la segunda parte). La memoria, ese campo de minas, como se dice en el prólogo del volumen. «Es un campo de minas», aclara él, «porque te puede explotar; tú tratas de eludir aquellas partes del pasado que te perjudican, tratas de hacerlo como defensa, pero a veces no puedes y te explotan».

¡Es también,. como decía el santo Job (según Savater) la sede del rencor? «Puede ser, pero yo olvido con facilidad los momentos que no han sido gratos. El rencor solo lleva a una pérdida de tiempo y hay que tratar de evitarlo. Los rencores no sirven para nada, como no sirven la envidia o la vanidad; esas cosas son una falta de inteligencia».

Nacido en 1930, Alfredo Castellón fue un «niño de la guerra»; de la que tiene un recuerdo terrible, al revés que otros colegas para los que fue un tiempo de libertad. «He rumiado la Guerra Civil a posteriori», dice él. «En Barcelona, son seis años jugaba en la calle con tirachinas y pistolas de madera mientras los mayores de mataban de verdad. Nuestras batallas infantiles reproducían las batallas criminales de los mayores. Pero ver, como cuento en el libro, enterrar cadáveres en grandes hoyos en una playa y taparlos con cal, eso no se olvida aunque seas niño».

No todo es tan tétrico en sus relatos. Hay evocaciones de muy distinto tipo. Todo, con un estilo claro, directo y, como él mismo añade, visual. «La memoria me aporta la visualización de las cosas», explica.

Y hay recuerdos —estos sí, totalmente reales, no pasados por el tamiz de la imaginación o la fantasía— de la gente a la que Alfredo Castellón ha tratado a lo largo de su vida. Como María Zambrano, que le animó a escribir en los años 50 y le escribió un prólogo para un relato infantil, que prohibió la censura en la primera edición.

O Juan Carlos Onetti, que le hizo una faena (putada, dice él en el libro) ocultándole que ya existía una versión cinematográfica de la novela de Onetti Para esta noche, que Castellón quería llevar al cine. «Pero aquello de Onetti siempre lo he visto con ternura. Porque él era entrañable; y porque me parecía justificado que quisiera que se hiciera una versión nueva, ambientada en España como correspondía, de una historia originalmente española, aunque él la situara en Latinoamérica. Posiblemente se haga algún día».

 

 

MARIANO GISTAÍN  (www.gistain.net.  Texto casi diario. 14.01.2013)

“El ruido de la memoria” (STI Ediciones, 2012).

Alfredo Castellón escribe poesía cine. La elipsis de toda una vida elegante. Es un dandy natural, lo que parece una contradicción porque el dandy se construye, pero esa es la gracia de Alfredo, nadador, atleta ganador de medallas, poeta de cine en prosa leve que se te queda dentro.

Se ha dedicado al cine y la televisión, artesanías de la censura y de la libertad. Niño de la guerra civil, ha llegado hasta el atroz presente en plena esbeltez. Sin romperse ni mancharse. Ha salido por el otro lado del cristal de la historia y va publicando libros de una vida única, originalísima y cada vez más secreta. Cuanto más publica más misterios deja en el aire de Roma, París, Asia, Nueva York. (Creo que Alfredo es agente de la KGB y la CIA por lo menos: el único agente doble o triple que ha sobrevivido a este apocalipsis frugal. Un asceta de sí mismo, protagonista de novelas que nacen ya adaptadas al mejor cine).

En los viajes y las peripecias se reconocen los memes del siglo, pero el protagonista sobrevive y avanza, siempre independiente, a su aire. Dandy en las penalidades, ayudante precoz de Antonioni, listo para aprobarlo todo in extremis, evanescente galán, ávido siempre. Los personajes son todos diálogo, amistad, estilo: María Zambrano, Julio Alejandro de Castro.

La levedad del espíritu lleva a Alfredo sobre las olas. Memorias esenciales, sutilísimas de emoción. El éxito le sale de dentro, va con él. Alfredo es una fábrica de éxito, vitalidad agradecida, resistencia cimbreante a los contratiempos y a la muerte. El éxito es haber llegado al nuevo milenio con su savoir faire, discreto, ligero de equipaje, una maratón de ochenta años que empieza cada mañana: curioso, despierto, atento. De la estirpe invencible de Azcona, forjados entre las balas y el hambre, supervivientes dispuestos a exprimir su siglo, que ahora vuelve embrutecido, comprimido en un mp3.

El paraíso que le gustaría a Alfredo es su infancia con sus padres y hermanos, en casa, la niñez añorada.

El libro de Alfredo es sagrado, bellísimo como el mejor cine, sprint y sosiego, culpas rápidas, aleteo de eternidades.

 Como escribe Juan M. Marín en el estupendo prólogo, Alfredo no necesita metáforas. Qué lujo.

 

*En la foto, Alfredo Castellón con Raúl Artigot. La tomo de internet; las notas son de STI.

04/03/2013 07:50 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

'EMONAUTAS': EMOCIÓN DE CÓMICOS

CRÍTICA DE TEATRO

 

La emoción de los cómicos

 

Alfonso Palomares y Amparo Nogués-Elena representan en el Teatro del Mercado ‘Emonautas’, una pieza divertida sobre los sentimientos y los males de la crisis. La función se despide esta tarde de Cincomarzada

 

Alfonso Palomares y Amparo Nogués-Elena se han formado en el clown en la compañía Los McClown, aunque ambos son actores con muchos registros. Amparo mezcla la dirección y la interpretación, y Alfonso ha asomado a numerosos cortos, piezas teatrales y a la televisión: es uno de los personajes asiduos de ‘Oregón Televisión’, esa factoría incesante de humor.

Ambos han reivindicado en diferentes momentos la figura del cómico de la lengua, esos actores ambulantes que van de aquí para allá con un único afán: contar historias, entretener y divertir a la gente. Entre sus referentes están Fernando Fernán Gómez, en su trayectoria general y en obras como ‘El viaje a ninguna parte’ (que podría estar entre las fuentes de inspiración de ‘Emonautas’), Stan Laurel y Oliver Hardy, ‘el Gordo y el Flaco’, Buster Keaton, Marcel Marceau y, por supuesto, Charles Chaplin. Y está el teatro del absurdo: Eugene Ionesco y Samuel Beckett. El esperado Godot es citado en una ocasión y uno de los gags, el del tren o el de los trenes perdidos, gira en torno a la espera y la esperanza. Estos cómicos infaustos, desarrapados, desahuciados de cualquier éxito, buscan un interlocutor: un día, tras un sueño intranquilo, despiertan y ven que hay gente al otro lado para oír sus historias.

El espacio escénico es tan simbólico como intemporal, aunque podría remitir también a los años 50 y 60. Los actores, que en realidad son dos personas cándidas, con tanto sentido de humor como miedo, buscan trabajo. Él es Triste Trompeta y ella Valeria Aragón, y tienen alma de payasos. Empiezan una función donde hay de todo: la presencia constante de la radio y sus sonidos, suena ‘La raspa’, por ejemplo; el tren, Cyrano de Bergerac, cuya figura da pie a uno de los fragmentos más hilarantes de la noche, especialmente en ese instante en que Amparo Nogués hace intervenir a un espectador; la faena, la emigración o la Escuela de Ministros, que tiene algo de concesión crítica a esta compleja y convulsa situación que vive en España de corrupción y de desconcierto.

A través de las diferentes partes, los dos actores proponen un viaje alrededor de los sueños, la felicidad, la muerte (“la muerte no se comparte”, se dice), el amor (aunque aquí sea un amor a primera vista y con apuntador), la política, la provisionalidad de la existencia, el empleo casi como una quimera. Y lo hacen con variedad de registros: el mimo, la interpretación textual, el baile. Alfonso Palomares ha elaborado un texto ingenioso, con ironía y con algunos elementos de sátira, sin apenas caídas de ritmo, y ambos, Amparo y Alfonso, Alfonso y Amparo, lo resuelven con solvencia, con oficio, con absoluta entrega.

‘Emonautas’ tiene algo de abanico de emociones. El neologismo emonautas aludiría “a navegantes de los sentimientos”. El espectáculo es una invitación a reír y a entender mejor lo que ocurre, y es una exaltación del pequeño formato y de sus cualidades: un buen texto, intencionalidad, abundante vis cómica y actores versátiles en estado de gracia.

 

Emonautas. Texto: Alfonso Palomares. Compañía Lagarto Lagarto. Reparto: Amparo Nogués-Elena y Alfonso Palomares. Escenografía: Circoku. Coreografía: Carlota Benedí. Iluminación: Bucho Cariñena. Hasta el cinco de marzo en el Teatro del Mercado. (Este texto lo publiqué en heraldo.es el domingo)

05/03/2013 07:58 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

EL EDITOR JAVIER CINCA ESCRIBE DE ALFREDO CASTELLÓN

[Esta tarde, a las 20.00 horas, en el Ateneo de Madrid, como anunciábamos ayer, se presenta el libro ‘El ruido de la memoria’ de Alfredo Castellón Molina. Intervendrán, además del autor (realizador de TVE durante casi 40 años, director de películas como ‘Platero y yo’ y ‘Las gallinas de Cervantes’, dramaturgo, escritor, guionista...), Silvia Bardelás, Ángel Guinda y Javier Ciria. El editor de STI ha tenido la gentileza de enviarme su disco de hoy. Aquí está para todos los que no puedan trasladarse a Madrid o acudir a la presentación de este libro de amor y desamor, de recuerdos de la Guerra Civil, de viajes, de sueños, de memoria familiar y afectuosa.]

 

‘EL RUIDO DE LA MEMORIA’ DE ALFREDO CASTELLÓN

 

Por Javier CINCA. Editor de STI

 

Buenas tardes a todos. En primer lugar quiero decirles que me siento emocionado por encontrarme en este emblemático edificio presentando un libro editado por mi editorial. Pero, acto seguido, les contaré que vengo de Zaragoza a Madrid como si fuera a una ciudad lejana, no sé, como si fuera a La Coruña o Sevilla o a la Corte del Rey Arturo.

Es una paradoja, pero ahora que tenemos un tren de Alta Velocidad que nos lleva en lo que cuesta leer un periódico y que vivimos en plena revolución de las comunicaciones, tengo la sensación de que estamos más incomunicados que nunca. El AVE se ha demostrado que lo usa una exigua parte de la población y la revolución telemática, en vez de abrirnos al mundo, parece que nos vaya encerrando más y más en nuestro propio agujero. Debe de ser el signo de los tiempos: concentrados en nuestros asuntos, cada vez más desinteresados de lo que hace el vecino.

Me da la sensación de que Madrid ha dejado de ejercer una capitalidad cultural y social efectiva, limitándose a una capitalidad política y ésta a la defensiva, frente a “los otros”. Sin embargo, sigue conservando unos enormes privilegios y ventajas a nivel de gestión, producción y control a nivel cultural, económico y de información.

No les voy a contar mis penas, las dificultades, por ejemplo, que he tenido para poder distribuir unas pocas decenas de libros de una autor veterano, y vecino de Madrid, como Alfredo Castellón. Otro detalle que me llamó la atención fue la entrevista que le hicieron en el diario El Mundo, en la que se escamoteó concienzudamente cualquier referencia a Zaragoza, siendo que la editorial y el autor son de allí y esa ciudad forma parte esencial de la trama de El ruido de la memoria. No estoy pensando en ninguna mala fe del periodista (por lo demás, muy correcto), sino que de alguna forma se puede pensar que nombrar a Zaragoza puede restar interés a la noticia para un lector predominantemente madrileño o de otras comunidades. Ya les digo, creo que estamos sufriendo un proceso de ensimismamiento y desinterés.

Les puedo asegurar, porque yo lo viví, que era mucho más fácil distribuir unos fanzines de música industrial en el Madrid de principios de los 80 que ahora unos libros de un autor veterano. Y es que durante la nueva ola española —abusivamente llamada movida madrileña— Madrid jugó un papel realmente aglutinador de lo que estaba pasando en toda España, el interés y la curiosidad eran sinceros y los medios de comunicación tenían un carácter realmente nacionales. Hoy un fenómeno parecido es completamente impensable.

No quiero que piensen que pretendo enarbolar ninguna bandera ni cubrir ningún hueco de los personajes que han ejercido de aragoneses en Madrid, cuyos dos más insignes representantes de los últimos tiempos nos dejaron hace poco: me refiero, claro está, a los enormes Labordeta y Félix Romeo, verdaderamente insustituibles. Aún nos quedan buenos valedores, como los dos Ángeles (Guinda y Petisme) o el mismo Alfredo Castellón, que sigue conservando su piso de Zaragoza y visitándola con regularidad. Pero me temo que éste ‑el de los aragoneses en Madrid, que también podríamos llamar quizás madrimaños‑ es otro fenómeno en vías de extinción.

Pero se supone que debo hablar de mi editorial: STI Ediciones o, como ahora me gusta más llamarla: STI (2ª época). Segunda Época porque es la continuación ‑tras un paréntesis de 20 años, nada, un pequeño “ayer”- de un proyecto iniciado en los primeros años 80 en el ámbito de la música experimental, el arte postal, la poesía visual y sonora, el video, etc. Las siglas responden a la marca SINDICATO DE TRABAJOS IMAGINARIOS, un sindicato de un único miembro que, pese a ello, no logra ponerse de acuerdo. Un Sindicato ‑como solíamos decir en las entrevistas‑ Horizontal, como el de las prostitutas o el del crimen. Inactivo desde los primeros 90, el STI resurge veinte años después, más reposado y sereno, dedicado a la edición de libros, postales, etc.

Sé que es una falsa virtud la que nace de la necesidad, así que no diré que nuestra editorial es pequeña porque es vanguardista, selecta, maldita o elitista. Es una editorial modesta simplemente por cuestión de realismo. Renunciar a pretensiones de una difusión comercial es la única manera de sobrevivir.

STI es una joven editorial, cuyos autores dan una media de edad de casi 61 años (que se van a los 70 si contamos a  un olvidado escritor inglés que murió en 1903 y que hemos rescatado); una editorial que acoge a las viejas promesas ‑que convendrán conmigo en que son las mejores-, a creadores tímidos y secretos, a artistas frustrados y tardíos, etc. Una editorial sin atributos -parafraseando esa novela que todo conocemos y casi nadie ha leído- que no tiene línea ni diseño editorial, sino que cada libro es como es.

Por ello cuando me propusieron publicar el libro de relatos autobiográficos de Alfredo Castellón no lo dudé un instante, ya que es un honor para nosotros contar con un autor, laureado como realizador audiovisual, y con una bibliografía de más de una decena de títulos. No me extenderé mucho, ya que otros van a ser los que hablen de él. Solo les diré que conforme iba conociendo la obra de Castellón más me interesaba. Me gusta su heterogeneidad, su dispersión, su excentricidad en el sentido de alejado del centro, cultivador de unos géneros -como el teatro de cámara o incluso el mismo teatro a secas, la literatura infantil, las adaptaciones (algunas de ellas magníficas, infinidad de otras perdidas para siempre), los monólogos...-  muy alejados todos ellos de la corriente comercial ‑la mainstream como diríamos- de la literatura. Pero sobre todo me gusta por su entusiasmo, por su fe en la palabra escrita, su veneración casi. Alfredo es, en su escritura y más aún en su persona, un caballero como de otra época y hay algo de anacrónico en su obra  (¿quién sino alguien como él se atrevería a escribir a día de hoy un diálogo entre el joven Costa y el viejo Costa o entre Colón y los reyes?), pero forma parte d su encanto. Si Alfredo fuera un director de cine americano diríamos que era un director de serie B, de esos que tarde o temprano terminan siendo “de culto”. Esperemos que, en vez de “de culto” siga publicando sus muchos escritos que permanecen inéditos. Yo les puedo asegurar que El ruido de la memoria es su libro más accesible que podría ampliar el número de sus lectores, ya que transmite un grado de emoción que no deja indiferente.

Gracias, Alfredo, por confiar, en STI (2ª época) y gracias a todos ustedes por acompañarnos en el día de hoy.

 

Zaragoza, 4 de febrero de 2013

05/03/2013 08:14 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

ERNESTO SARASA, EN LOS PORTADORES

[Hace unos días, el incansable Pablo Ferrer reseñaba en ’Artes & Letras’ este libro de Ernesto Sarasa, ’Esporádico’. Se presenta este jueves en Los Portadores de Sueños. Aquí está la amplia nota de Félix y Eva, que han ganado el Premio a la Mejor Librería Cultural de 2012.]

Queridos amigos: El jueves 7 de marzo a las 20h tendrá lugar en Los portadores de sueños (C/Blancas, 4 - Zaragoza) la presentación de ESPORÁDICO, de ERNESTO SARASA. Al terminar, brindaremos juntos con un vino.

Dice Ernesto Sarasa acerca de Esporádico y de sí mismo:

Esporádico comenzó en 2005 siendo una publicación en papel, que realicé artesanalmente, con una tirada aproximada de 150 ejemplares. Se trataba de una colección de cartulinas de colores, xerografiadas en negro, en las que mis ilustraciones eran la cara de unos textos que eran la cruz (o al revés), sin numeración de páginas, como un juego de lectura y azar, para visualizar y leer, meditada, pausada, esporádicamente.

Hoy, febrero de 2013, tras 7 años de edición en la web, Esporádico vuelve al formato impreso en papel, recopilando mis 36 ilustraciones con sus 36 textos, publicados desde 2005 hasta ahora. Sutiles y profundos textos breves de amigos y gente cercana como Fernando Soyoung, Alejandro Gil, Diego Chozas, David Armengol, Ángel J. Laín, Susana Vacas Sergio Algora, David Martínez, Grassa Toro, David Mayor, J. Manuel Camín, Mireia Prera, Susana Blasco, Paula Español…

Todo reunido en una bonita caja realizada por Angélica Montes. Una edición muy especial y limitada a 100 ejemplares numerados y fabricados a mano.

ERNESTO SARASA (Zaragoza, 1969)

Aficionado al dibujo desde niño, terminados mis estudios de delineación en 1989 me incorporo a una agencia de publicidad como dibujante y maquetador, comenzando allí mi aprendizaje y mi periplo profesional, que continuaría en diversas empresas de ese ámbito, o trabajando como freelance.

Mi experiencia abarca tanto el proceso de diseño, preimpresión y composición digital, como técnicas clásicas y artesanales de la impresión y la creación plástica. he trabajado en imprentas y fotomecánicas como gráficas vela (1992) o brut scanner (1997), y en agencias de diseño gráfico y publicidad como líder (1989), directa (1992-94), grama (1994-96), cubo (2004), acys (2005) o batidora de ideas, estudio con el que he colaborado como freelance desde 2005 hasta la actualidad. He realizado trabajos para clientes como Gobierno de Aragón, Diputación de Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, Consejo de la Juventud de Aragón, Barbacil comunicación, Sodemasa, Ceam, Prames, Emi odeon, Inoxcrom, Araven, etc.

Mi vocación multidisciplinar me ha llevado a interesarme por las diferentes técnicas de la comunicación visual. desde el año 2003 hasta la actualidad, gracias a diversos cursos, talleres y algunos proyectos audiovisuales, comencé a descubrir nuevas posibilidades del diseño gráfico y la ilustración, en la experimentación audiovisual y la animación.


Os esperamos el jueves 7 de marzo a las 20h en Los portadores de sueños (Blancas, 4 – Zaragoza). ¡No faltéis! (La foto del sonriente Ernesto Sarasa es de Vicente Almazán).

05/03/2013 09:05 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

ALOMA RODRÍGUEZ: NUEVO TALENTO FNAC 2013. DIÁLOGO

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ALOMA RODRÍGUEZ

La joven escritora zaragozana ha sido elegida

Nuevo Talento Fnac de Literatura

por 'Solo si te mueves' (Xordica)

 

[La protagonista de ‘Solo si te mueve’ (Xordica) estudia Filología Hispánica y se va a trabajar un verano a Dinópolis, un parque temático en Teruel. En su ciudad tiene un novio, al que ella no llama novio, y un profesor de autoescuela que la anima a presentarse al examen de conducir en la última convocatoria de julio. Mientras, trabaja como actriz en los espectáculos de animación rodeada de dinosaurios, esqueletos, trajes de mascota, chicos guapos y actores que desearían estar en un lugar mejor.

‘Solo si te mueves’ es una historia de amor y también una novela coral que transcurre entre fiestas, bares de pueblo, charlas en los vestuarios, visitas a karaokes y jornadas intensivas haciendo el mismo espectáculo seis veces al día.

Su autora, Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983), ha escrito una novela de aprendizaje llena de personajes tiernos y seductores en la que hay sitio para el amor, el humor y el sexo.]

 

ENTREVISTA CON ALOMA RODRÍGUEZ

http://www.clubcultura.com/aloma

 

 

-En Solo si te mueves vuelves a la novela tras un paso por el relato.

Cuando escribí los cuentos de Jóvenes y guapos (Xordica, 2010) ya había empezado a trabajar en la novela, pero estaba un poco atascada y me sirvieron como revulsivo y para despejar la cabeza. Creo que escribir cuentos es muy difícil: exige una estructura concreta y está todo concentrado. La novela te permite ser un poco más libre. Cuando escribes cuentos es como correr los 100 metros lisos, una mala salida estropea la carrera; el proceso de escritura de una novela se parece más a las carreras de 800 metros: la carrera está abierta y hay cambios de ritmo.

-¿Qué ofrece esta novela respecto a tus dos libros anteriores?

Con Solo si te mueves cierro un ciclo. Aunque no me gusta hablar de trilogía, sí tengo la sensación de terminar algo. Creo que es un libro más maduro, escrito con cierta distancia a mi experiencia real. Pero reaparece el personaje de Barreiros, que era el verdadero protagonista de París tres, y que en Jóvenes y guapos estaba más en la sombra. En realidad, Solo si te mueves es la precuela de París tres.

-¿Por qué liberas de artificios tu literatura?

La verdad es que no sé hacerlo de otra manera. Y trabajo mucho los textos en ese sentido, me gusta que estén limpios, hago muchas correcciones y, en general, en ese proceso lo que hago es quitar. Me gusta ir a la esencia, pero sin que se note demasiado.

-Podríamos decir que tu novela se mueve entre el amor, la amistad y  la búsqueda de la madurez.

Es una historia de amor, o de asunción del amor, y también quería retratar un mundo muy particular: el microcosmos de los actores de animación. Al principio la parte coral tenía mucho más peso, pero la fui reduciendo. Me gusta pensar que los personajes secundarios aparecen como destellos y que podrían tener su propia novela, aunque no sea esta. Es una novela de formación que habla de hacerse mayor. Ahora parece casi de ciencia ficción: es una chica muy joven que consigue un trabajo de verano de lo que le gusta. Y también, aunque no es algo consciente, creo que uno de los temas que planean en la novela es el fracaso.

-¿Juventud, divino tesoro?

Supongo que sí, pero no tanto. La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo. Las inseguridades se pasan, también la arrogancia y el estar a la defensiva. Pero se pierde energía, impulsividad e inconsciencia. Me interesa mucho la adolescencia, me produce mucha ternura: es el momento en que decides qué persona quieres ser. Creo que se ha mitificado demasiado la juventud como valor en sí mismo y eso ha generado cosas muy contradictorias: por un lado hay que ser joven para tener éxito y, al mismo tiempo, cada vez la juventud dura más.

-Las protagonistas de tus libros parece que parten de un mismo lugar. ¿Tienen cosas en común?

Tienen en común, de partida, dos cosas: son protagonistas y narradoras y se parecen bastante a mí. Además, no tienen nombre, porque no quería poner un nombre que no fuera el mío ni que se llamaran como yo. Aunque la protagonista de esta novela es alguien que se parece a la que yo era, pero no a lo que soy ahora.

-¿Cómo recibes ser Nuevo Talento Fnac?

Ser Nuevo Talento Fnac me hace mucha ilusión por varios motivos: lo ha sido gente a la que quiero y admiro mucho y que ha sido fundamental en mi vida como Sergio Algora, Daniel Gascón o Cristina Grande. Y luego hay razones más banales y que tienen que ver con mi afrancesamiento: en los libros de francés siempre aparecía la Fnac. Lo asocio a las clases de francés del instituto, que las pasaba escribiendo canciones con una amiga a la que había apodado “La Sueca” porque era rubia y alta. Cuando abrió la de Zaragoza, mi ciudad, fue un gran acontecimiento: trajo más discos, más libros y más películas. Así que es un honor.

-Para escribir no puede faltarte…

Cada vez soy menos maniática, pero el café, los cigarrillos y un cuaderno al lado del ordenador son buenos aliados. La escritora Zadie Smith dice que lo mejor para escribir es no tener conexión a internet.

-Una referencia literaria.

No puedo elegir solo una, los libros y los escritores te acompañan a lo largo de tu vida y en algunos momentos prefieres la compañía de unos a la de otros. Pero me gustan mucho Valérie Mréjen, Marguerite Duras, A. D. Homes y Natalia Ginzburg. También Philip Roth, Martin Amis o Patrick Modiano. He tenido el inmenso privilegio de pasar gran parte de mi tiempo rodeada de grandes escritores como Félix Romeo, Ignacio Martínez de Pisón o Ismael Grasa.

-¿Qué música escuchan los protagonistas de Solo si te mueves?

Desde Leonard Cohen a la canción de ese verano, que si no recuerdo mal era una muy hortera que se llama “Obsesión” pasando por Marisol y no hay que olvidar las propias canciones del parque que hablan de dinosaurios, huesos y esqueletos, que compuso el gran Juanjo Javierre, de Los Mestizos.

-¿Alguna recomendación para jóvenes que, como tú, estén intentando abrirse camino en el mundo literario?

La mejor recomendación que puedo hacer es el trabajo: leer, escribir y estar atento a todo. Ver películas, escuchar canciones, ir a exposiciones y tratar de ser feliz. Ser honesto con uno mismo. Y que esto, que parece una estupidez y una obviedad, es absolutamente verdad: la tarea de escribir es algo que nadie puede hacer por nosotros y las novelas, poemas, etc., afortunadamente, solo existen cuando están escritas.

-¿Puedes darnos pistas sobre algún proyecto que tengas a la vista?

Tengo bastante avanzada lo que quiero que sea mi próximo libro, que es diferente a lo que he hecho hasta ahora en cuanto al estilo. Y siempre estoy haciendo cosas, más o menos realizables, pensando proyectos, algunos se harán realidad, otros no. Lorena H. Tudela y yo estamos trabajando en la adaptación de uno de mis cuentos a cortometraje. Me gustaría retomar alguno de mis proyectos fotográficos. Y en abril se estrena la película de Jonás Trueba, Los ilusos, de la que, aunque aparezco apenas dos secuencias, me siento parte.

JUDITH PRAT, EN BARCELONA

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El pasado jueves recibía esta nota de la fotógrafa Judith Prat y el texto explicativo a su ambicioso proyecto, que se expone en Barcelona. Dice Judith: “Hoy se inaugura en Barcelona mi exposición ‘Northern Quarter:People&Places’, en el marco del PICS 2013 (Projecte d'Imatge contemporània i social). Te dejo el enlace a la programación del PICS 2013. http://patillimona.net/pics2013/

Te adjunto una de las fotos que forman parte de mi exposición y el texto explicativo de la misma. Se trata de una visión personal del vibrante barrio Northern Quarter de Manchester. Es un retrato de sus gentes y sus recodos”.

 

NORTHER QUARTER: PEOPLE AND PLACES

 

 

[Me adentré en Northern Quarter atraída por sus calles húmedas y los edificios de ladrillo oscurecido que me transportaban a los orígenes de la revolución industrial. Caminaba pensado en aquellos obreros de las primeras fábricas de algodón, que inspiraron a Marx y Engels el  Manifiesto Comunista. Pero pronto, el vibrante Northern Quarter me hizo entender que de aquellos días solo quedaba el escenario arquitectónico, convertido ahora en epicentro cultural de la ciudad.   

La música, la creatividad y la bohemia, campan a sus anchas en este barrio del norte de Manchester donde la modernidad no ha dejado de reinventarse desde el estallido punk de los 70 o  desde que en los años 80 se acuñara el término Madchester.

En sus calles se concentran numerosas tiendas de discos y ropa de segunda mano, artesanos, pubs, salas de música en vivo, tatuadores, diseñadores y una amalgama de estéticas heredadas de la movida musical de los años 70 y 80 que ofrecen un vertiginoso contraste con el gris del paisaje urbano.

Fotografié las calles andadas, las esquinas en las que fumaba viendo el cruzar de caminantes, las fachadas que me invitaban a la nostalgia de lo que imaginaba. Fotografié la noche, borrosa de alcohol y fiesta. Los fotografié a ellos, tatuadores, vendedores de objetos imposibles, músicos, galeristas, y a ellas, peluqueras, cantantes de grupos punk, diseñadoras de corsés…

He aquí mi retrato de Northern Quarter. ] JUDITH PRAT

10/03/2013 09:45 Antón Castro Enlace permanente. Fotógrafos No hay comentarios. Comentar.

LINA VILA EXPONE EN MADRID

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Lina Vila pinta la vida de ‘Blanco’

 

La pintora zaragozana expone en el Espacio Valverde de Madrid acuarelas, grabados y dibujos, relacionados con la naturaleza

 

Lina Vila (Zaragoza, 1970) regresa a Madrid, a uno de sus lugares predilectos: el Espacio Valverde (calle Valverde, 7), donde presentó tiempo atrás una individual y participó en dos colectivas. “Esta es una exposición que estaba programada para noviembre de 2011 y que se aplazó. Todo el trabajo que ya tenía no ha servido y ahora es todo nuevo. Que en la galería hayan seguido confiando en mí y esperando ha sido muy emocionante e importante porque, al final, este tipo de proyectos me producen otros desvelos menos desesperados y me ayudan a tener cierta normalidad en la vida”.

Lina Vila exhibe dieciséis acuarelas, una treintena de grabados y algunos dibujos, una selección de obras que ha agrupado bajo el título ‘Blanco’ y que constituyen un recuerdo, y un diálogo, con su compañero Félix Romeo (Zaragoza, 1968-Madrid, 2011); en cierto modo cabría decir que todo este trabajo nace del duelo, del amor. De la ausencia inesperada. Explica la pintora: “Los grabados están realizados mediante proceso litográfico sobre planchas de aluminio. Se dibujan (las planchas) a oscuras, un poco a tientas, se colocan al sol y más tarde se revelan y se estampan con el tórculo. Las acuarelas son lo que he visto todo este tiempo: mis árboles, y el almendro y el granado de Félix, y mis pocas flores. Con esas cosas que le gustaban de nuestra casa quería hacer algo hermoso, ya que no he vivido nada más porque he estado bastante aislada, y quería hacer algo que a él le gustaba”.

Lina Vila ha pintado insectos, mariposas, gallos, un pájaro gigante que veía en el camino al salir de su casa y de su estudio. Los hacía como quien busca “señales que le ayuden a una a creer en algo”, en algo que se parece a la presencia, a la idea de compañía. Por otra parte, pronto se impusieron otros dibujos “quizá más duros –señala- que me han permitido superar un tabú, el de la representación del cráneo, que había sido hasta el momento algo prohibido, algo impensable, algo lejano por el miedo que siempre suscita; pero al mismo tiempo, algo muy humano”.

Confiesa la artista: “Me costó mucho empezar y, cuando lo hice, surgieron cosas horribles pero supongo que necesarias para seguir. No existe una reflexión consciente, solo es el intento que uno hace para darse cuenta de que aún está vivo o de que aún te queda algo con lo que emocionarte o con lo que apasionarte”. Le preguntamos que por qué se titula la muestra ‘Blanco’: “No sé... Porque me quedé en blanco, sin saber qué decir ni qué hacer, ni hacia dónde ir... Porque el blanco es vacío. Blanco es un color frío, es un color solo y lejano. Es el color de la pureza en Occidente pero es el color del luto en Oriente. Es un color que yo percibo siempre manchado en la naturaleza, como la misma vida, siempre teñida de muerte. Y es un color que me suscita la esperanza de un nuevo comienzo”.

En vez de ‘Blanco’, Lina pensó titular este empeño ‘El aire de F.’, pero finalmente rechazó cualquier alusión, la idea misma de homenaje al compañero que se fue tan de improviso, con toda su exuberante vitalidad. La muestra se inauguraba el jueves 7 de marzo y se clausura el 30 de marzo.

 

*Este texto apareció en Heraldo.es el pasado jueves. Obra de Lina Vila.

10/03/2013 10:20 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

ELÍAS LEÓN SIMINIANI: UN DIÁLOGO

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ENTREVISTA CON ELÍAS LEÓN SIMINIANI

 

REALIZADOR DEL DOCUMENTAL ’MAPA’

 

Foto de Óscar Fernández Orenga.

 

¿De dónde viene León Siminiani? ¿De qué vivencias del cine, de la creación en general?

Yo fui un chaval que creció en dos ciudades de provincia (Santander y Murcia), donde alimenté mi pasión cinéfila. El mundo del cine era algo ajeno, algo con lo que solo podía comunicarme a través de las películas. Estudié Filología Hispánica. Sospecho que de ahí me viene una temprana querencia por el lenguaje y las categorías lingüísticas con que acotar la realidad. Por el estructuralismo. Pero el intento de acercarme al cine, de hacerlo, siempre fue una actividad paralela. Comencé en el Instituto haciendo cortos con amigos.  Luego en la Universidad. Seis años después, inmerso en pleno estudios de Doctorado, me dieron una beca Fulbright para estudiar dirección de cine en la Universidad de Columbia en Nueva York donde estuve otros 6 años. En todo este tiempo de estudio, siempre los cortos de fondo. Ficción, no ficción; con equipo, solo…digamos que durante muchos años, "habité" en el formato corto. 

¿Qué se aprende del cortometraje, qué has aprendido tú en todos estos años?

Por un lado, claro, a desarrollar un lenguaje. Pero creo que esto es algo común a todo cineasta. A nivel más personal diría creo estos 15 años haciendo cortos me hicieron integrar dos aspectos que son claves:

1. relativizar la importancia del presupuesto a la hora de hacer cine.

2. tratar de encontrar un método de trabajo propio que, en principio, no responde a lo que se entiende por "hacer cine"; por ejemplo, asumir que se puede hacer cine solo, buscando una intimidad con el medio más propia del escritor.

¿De qué modo te ayudaron ‘El premio’ o ‘Pene’, pongamos por caso?

Precisamente son dos piezas* que ilustran dos modos muy distintos, ambos posibles, de acercarse a la idea de hacer cine. "El premio" es un corto con equipo, con producción. Habría sido imposible hacerlo sin una amplia infraestructura técnica, artística y de producción. "Pene", por el contrario, es una pieza hecha entre dos amigos, robando imágenes de la realidad donde el texto en off y montaje funcionan como organizadores de esa realidad grabada. Yo he intentado trabajar de las dos maneras, dependiendo de la naturaleza del proyecto y de mi propio ánimo. Pero tratando de darles en cada caso la misma importancia. Creo que el cine puede ser de muchas maneras. Trato de estar abierto a todas. Más allá de las etiquetas crítica y/o mercantiles.

(*estos dos trabajos pueden verse en una retrospectiva de mi trabajo en formato corto que ofrece hasta el 17 de Marzo la fantástica web márgenes.org. Esta página de reciente creación nace con la intención de difundir el cine español hecho en los Márgenes de la industria. Ha ofrecido hasta ahora retrospectivas de cineastas fundamentales como Andrés Duque, Oliver Laxe, María Cañas o Daniel Cuberta. A finales de Marzo se lanzará  una segunda página plat.tv, una plataforma pensada más bien como archivo audiovisual de este cine. El surgimiento de estas dos plataformas es un emergente evidente de que algo importante se está fraguando en este otro cine español).

¿Cómo nació ‘Mapa’?

¨Mapa¨nace como resultado de un momento de crisis personal y profesional. Uno de esos momentos en que la vida parece quedar suspendida en el aire y no sabes demasiado qué hacer con ella. Como estaba solo y no tenía trabajo, decidí desmontar mi casa e irme de viaje con una camarita doméstica, y la intención de hacer una película sobre ese proceso. La idea era "un personaje en crisis decide hacer una película para intentar cruzar dicha crisis". De modo que si ese personaje consigue terminar su película, conseguirá también cruzar su crisis personal. De este modo "película" y "vida" van completamente de la mano en este proyecto. Ese fue el punto de partida: el pie creativo. Evidentemente, a partir de ahí no sabía muy bien lo que me iba a encontrar, porque, por mucho que uno lo pretenda, la vida no se puede anticipar de antemano.

¿Qué hay de cierto en eso de que trabajabas de realizador en una cadena de televisión, qué hay de cierto de tu despido?

Trabajé durante tres años en la tele. Mayormente hice formatos de ficción para niños, concretamente las tres primeras temporadas de la serie "Cambio de Clase" para Disney Channel. También trabajé en Cuatro y Antena 3. Mi despido fue real. Es algo tristemente habitual en un determinado planteamiento en las series de ficción televisiva en este país. Cuando un producto no tiene el rating esperado, en vez de confiar en él, se le interviene como a los bancos, mutándolo sobre la marcha.  Parte de esa mutación puede ser cambiar a los directores. Curioso, parecería que hablamos de un equipo de fútbol donde la solución siempre está en echar al entrenador…

¿Cómo encaras la película: la huida, la India, la búsqueda de ti mismo, el diálogo con el otro?

La encaro fundamentalmente desde la perplejidad. Yo soy una persona bastante mental y controladora. Por eso traté precisamente de ponerme en una situación de completa incertidumbre a la hora de hacer la película. Es cierto que la película está muy compuesta y ordenada a posteriori. Pero eso no quita para que los miedos, las dudas, el autojuicio que comparto con el espectador no fueran reales en su momento. Lo único que tuve claro desde el principio es que todas esas dificultades, inherentes a todo proceso creativo, estarían en la película, sería contenido. Digamos que encaro todo esto desde la integración. En ese sentido, el desdoblamiento en dos personas, la figura de "el otro" en la película, es muy fértil porque me permite integrar la contradicción, algo que suele ser un terreno muy peligroso en la construcción de un personaje en cine.

¿Cómo fue ese itinerario de cinco años? ¿Cómo lo has vivido? ¿Ha sido un período de aventura, de reflexión, de desamparo, de peligros?

Ha habido un poco de todo.  Esencialmente yo lo he vivido como un retiro. Ahora que llevo unos cuantos meses presentando la película en festivales y ciudades, que toda la actividad de la película es hacia fuera, de encuentro con público y prensa, tengo que hacer un esfuerzo para recordar que, durante varios años, gran parte del tiempo en realidad la dinámica fue justo la contraria: de soledad y retiro, hacia dentro. En el rodaje, el guión y el montaje gran parte del tiempo lo pasé en soledad. En este sentido yo considero el tour diseñado por Avalon y Pantalla Partida (las dos productoras) parte integral de la película. De algún modo MAPA es una experiencia que, una vez más, integra dos opuestos: lo solitario y lo social.

¿Cómo te las ibas arreglando, qué grababas y qué no?

En el primer viaje a India me impuse grabar por instinto. Aquello que me llamase la atención. Pero ya te digo, como soy bastante mental, poco a poco se fueron imponiendo ciertas categorías. Por ejemplo grababa: edificios/principios y finales del día/medios de locomoción/oficios…trataba de encontrar un criterio de grabación, por arbitrario que fuese, precisamente para ponerme límites a la hora de grabar: para no grabar literalmente todo. Y aunque todo ese material fue muy útil, lo cierto es que cuanto más avanzaba en el montaje, más peso empezaron a tomar determinadas situaciones de intercambio con la realidad, con otras personas. Eran como encontrar pepitas de oro. Secuencias como la del niño y la vaca o las moras con Ainhoa las siento como regalos. Regalos de estas personas, regalos de la vida. Como si a base de llamar tanto a la puerta de la realidad grabando, la realidad me regalase finalmente algo realmente potente. Me gusta imaginar la película como la historia de alguien que aprende a dejar de controlar un poco. En esa dirección me gustaría continuar: tratar de relacionarme con el cine desde un sitio distinto al control. Es tarea de vida. De algún modo un reto imposible porque cada uno es quién es. Pero al mismo tiempo fértil, porque el intento en sí puede conferir tensión al trabajo.

¿En qué momento supiste qué querías contar? ¿Hablamos de un mapa del mundo, de un mapa del viajero, o del mapa de las emociones?

Empieza siendo un mapa del viajero pero poco a poco pasa a ser un mapa de emociones. La película arranca como un cuaderno de bitácora visual que, en un momento dado, es secuestrado por una historia de amor. Hacia la mitad, el personaje descubre en India que está enamorado de una mujer en España y decide volver en su busca. A partir de ahí, el personaje deja de ser el conductor de su vida: es la vida la que le conduce a él. Y por tanto es la vida la que conduce la película, la que decide los puntos de giro: la que marca el final de la historia. En el momento que asumí que sí, que me habían dejado y que iba a incluir esa ruptura en la película, todo se empezó a ordenar. La película devino relato de un desamor. Esto debió suceder más de dos años después de haber arrancado, o sea, el momento en que entendí plenamente lo que iba a contar llegó bastante avanzado el proceso.

Si tuvieras que explicarnos el proceso de montaje, ¿qué nos dirías? Tendrías muchísimo, muchísimo material...

Fue un proceso de montaje inusualmente largo, más de un año y medio. Efectivamente tenía una cantidad ingente de material. Me parece relevante explicar que ese proceso de montaje fue en gran parte simultáneo al de grabación y escritura. Normalmente esos procesos son consecutivos y no simultáneos. Una película primero se escribe, luego se rueda y finalmente se monta. Aquí había un material de partida sobre el que empiezo a escribir y montar; ese montaje arroja la necesidad de nuevas imágenes que salgo a la calle (o a India) a grabar. Vuelvo con las nuevas imágenes y, de repente, lo que había escrito ya no funciona tan bien o resulta que grabando he encontrado algo que requiere otro texto…y así sucesivamente. Los procesos se van solapando. Así puede entenderse la duración del proceso de montaje. De hecho yo creo que el proceso empieza a terminar cuando un día decido que la película llega hasta ese día, concretamente el 10 de Octubre del 2010. A partir de ahí me impongo no grabar más que aquello que estrictamente necesite para mejorar el montaje que ya hay. Como tantas veces en un proceso creativo, al final uno consigue arribar a puerto porque se ha puesto un límite, artificial si quieres, pero necesario.

¿Por qué siempre aparece la voz en off, o casi siempre, en tus trabajos? ¿Es la voz de la conciencia, es una voz narrativa sin más, es un complemento a la imagen?

He hecho cine de ficción pura y cine de no ficción. En el caso del cine de no ficción es eminentemente "textual": está basado en el intercambio entre un texto en off e imagen.  Al principio practicaba algo cercano al "ensayo fílmico": la voz en off era en tercera persona, distante y supuestamente objetiva. Con el tiempo fui sintiendo la necesidad de que tanto la voz como la realidad con la que intercambiaba fuese más personal, más subjetiva. Así, poco a poco, pasé del "ensayo" al "diario fílmico" en que trabajaba con mi propia vida como materia prima de la propuesta. En cualquier caso, siempre intento que la relación entre texto e imagen esté lo más alejada posible de la "ilustración" (es decir, ver literalmente en imagen lo que el texto dice en la voz), que es la relación que suelen guardar texto e imagen en los informativos. Una imagen puede ilustrar un texto, claro. Pero también puede contradecirlo, subvertirlo, contradecirlo. O por el contrario un texto puede dramatizar una imagen, ironizar, connotar una imagen. Es en este tipo relaciones en las que investigo. En MAPA he tratado, ante todo, de trabajar una voz narrativa, una voz que tejiese un relato en tensión con las imágenes.

¿Cuál es la importancia del humor en tu obra y especialmente en ‘Mapa’?

El humor (o tal vez sea mejor decir la ironía) ha sido muy importante para mí desde que comencé. En el campo de la no ficción lo he utilizado mucho en los ensayos. Por ejemplo en la serie "Conceptos Clave del Mundo Moderno" (disponible en margenes.org). En esas piezas, por ejemplo, la ironía me servía para sacarme todos los miedos que tenía cuando trataba de hablar de un aspecto de la vida del ciudadano moderno no siendo antropólogo ni sociólogo. La ironía sitúa el discurso en el campo de lo subjetivo, en el campo de la invención. Y en ese campo todo está permitido. La única regla es que el relato se sostenga. En cuanto a MAPA, trato de utilizar el humor como un atenuador. El humor desmonta cualquier asomo de grandilocuencia y/o solemnidad.  Hay una clara voluntad de situarme lo más cerca del espectador posible. Para esto el humor es una gran herramienta.

¿Te sientes un realizador ‘indie’ y a la vez de bajas producciones?

No. Siento que hasta ahora he hecho el cine que he podido hacer. Pero eso no quita para que pueda hacer otro tipo de cine en el futuro. Personalmente pienso que uno no hace tanto el cine que quiere hacer como el cine que puede hacer. Creo que cada uno lleva un determinado tipo de cine dentro. Igual que cada uno tiene un carácter determinado y no puede evitarlo. Yo me imagino la labor del cineasta como la búsqueda de ese cine que uno lleva dentro. Un cine que, en ocasiones, no tiene nada que ver con el cine que amamos. Yo, por ejemplo, me pasé años queriendo hacer un cine que bebiese de Cassavettes. El día que por fin entendí que no iba a ser capaz porque soy una persona demasiado controladora y racional, fue un tremendo descanso. Esto no lo digo como un asunto de resignación sino de asunción: asumir quien uno es; asumir el cine que uno lleva dentro.

Tienes una mirada muy peculiar, entre personalísima y desconcertante, entre paródica y a la vez cargada de intenciones. ¿Cómo entiendes el cine, qué quieres contar, sobre qué aspectos te interesa meditar o llamar la atención?

Esta pregunta la contesta un poco la respuesta anterior. Hilando sobre esa idea de "el cine que uno lleva dentro" añadiría que hay dos aspectos que me parecen muy importantes en este asunto: 1. encontrar un modo de trabajo propio (que no necesariamente tiene por qué ajustarse al modo institucional de trabajo, organización del trabajo en pre-producción, en un set, etc) 2. encontrar una forma propia de relacionarse con la herencia cinematográfica más allá del panteón de los grandes maestros, las grandes obras maestras y demás…en ese sentido lo que más me interesa es intentar levantar proyectos en que pueda acercarme a esto: a una forma propia de trabajo y a una relación libre y orgánica con el cine que me ha marcado, más allá de la veneración o el mimetismo. Luchar en último término contra la mitomanía.

¿En qué cineastas te reconoces? ¿En qué medida te ha influido Jonas Mekas?

La lista sería muy larga. Desde luego en MAPA es evidente que tuve muy presentes a Hitchcock y Truffaut. Digo evidente porque los cito varias veces. Sin embargo más allá de la cita, lo que intento, por ejemplo, es lanzar una especie de lazo imposible a Hitchcock en determinados momentos (por ejemplo en la zona de incertidumbre cuando al personaje le ha dejado Luna). Digo imposible porque, claro, "ni hay actores, ni hay puesta en escena, ni hay control de la luz…" No son más que un puñado de imágenes domésticas. Pero si hay otro set de recursos a los que puedo recurrir (el diseño de sonido, la hora del día a la que grabo, los motivos de la realidad que elijo) que, de repente, empiezan a teñir aquello de una cualidad distinta a lo doméstico. Yo ese tinte, esa inquietud, me la imagino "hitchcokiana". Es este tipo de relaciones muy subjetivas con los cineastas que me influyen las que persigo. Por otro lado hay toda una serie de maestros de este "cine textual" a los que acudo más "para ver cómo se escribe", para tratar de entender cómo funciona el lenguaje de este tipo de cine: Perlov, McElwee, Marker, Pasolini, Godard, Van der Keuken, Rouch…Mekas me queda algo más lejos, aunque sea el padre del cine-diario. Creo que todavía me queda bastante que recorrer para aspirar a ese grado de libertad.

¿Por qué crees que llama tanto la atención, sobre todo en los circuitos menos comerciales, tu película? ¿Qué crees que aporta: frescura, ironía, desparpajo, atrevimiento?

Sinceramente no lo sé. Me falta distancia para responder esta pregunta. Ahora en pleno tour e intercambio con el público sobre la película, estoy aprendiendo sobre esto. Lo que sí puedo decir es que para mí y para todos los que hemos estado envueltos en la peli, está resultando mágico comprobar que, de alguna manera, consigue comunicar con el público, muchas veces de maneras que nunca pude imaginar.

¿Cómo va a afectar al cine la crisis? ¿Supondrá otra llamada a la imaginación, a un nuevo concepto de artesanía, a aquello de Juan Palomo: yo me guiso y yo me lo como?

La crisis está afectando ya profundamente al cine. En todos los sentidos: para bien y para mal. La parte "para mal" la conocemos de sobra. Es el desmantelamiento que se está llevando a cabo de la forma en que se viene produciendo el cine en este país en los últimos 40 años. Con la herida humana y cultural que esto supone. Sin embargo de la parte "para bien" lamentablemente apenas se habla. Parece indudable que la crisis, o simplemente la voluntad de un puñado de cineastas por hacer las cosas de otra manera, esta suponiendo un repulsivo considerable en la escena del cine hecho en este país. Son películas que se están haciendo de otra manera, muchas veces autofinanciadas y que se están viendo en circuitos alejados de las salas. Yo creo que el reto para ese cine es encontrar ventanas para que llegue a más público que cuatro iniciados. En ese sentido creo que en el contexto de la crisis, el cine está ante un tremendo reto que afecta no solo a la gente que lo hace, sino a la que escribe sobre él y lo comunica y, sobre todo, a quien lo exhibe. Películas como "Diamond Flash", "Mi loco Erasmus", "Ensayo Final para Utopía", "El Muerto y ser feliz", "Los ilusos", "El jurado", "Todos sois capitanes", "Una historia para los Modling", "Arraianos", "Volar"o "Nacer" piden a gritos más ventanas. Son películas que anuncian en los mejores festivales del mundo el surgimiento de una nueva escena española, mientras que aquí muy poca gente las conoce. Por eso iniciativas como Margenes, Hamaca o Plat están llamadas a jugar un papel esencial. Y por eso la tan largamente prometida nueva ley del cine debería abordar de forma seria en el espinoso asunto de la exhibición.

10/03/2013 10:48 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

LUISA VILLALTA, POR XOÁN ABELEIRA

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Xoán Abeleira é un estupendo traductor e poeta. E tamén un amigo dos seus amigos. Unha das súas amigas na Coruña era Luisa Villalta, profesora de música e poeta. Tamén columnista. Coñecín a Luisa nun viaxe a Andora e desde daquela fomos moi bos amigos. Enviábame os seus libros, víamonos na Coruña. Era unha muller garimosa. Xoán publicou este poema nun dos seus mellores libros: ’Pan de ánimas’. (Xerais). Copióo aquí coas súas notas.

 

LUISA VILLALTA

O 8 de marzo do 2004, coincidindo co Día da Muller Traballadora, foi enterrada, a carón da miña casa, a poeta Luísa Villalta. Aquela mañá fría e neboenta aconteceume de súpeto todo iste poema que hoxe volvo deixar eiquí en homenaxe a ela, sempre lembrada, e en protesta polo ignominioso xeito en que o goberno da Xunta de Galiza pretende festexar esta xornada tan gloriosa: 


8 DE MARZO


Vai frío na túa morte, e
Bruído, unha man–
Chea de bruído, e mesmo

O sol de hoxe se nos asemella
Ise avespeiro xeado
Por cuxos buracos
Soa o sieiro, zoa o buzarro, todo
Cheo de bruído.

Dende que punto
Inconmensurable
Disoutro estado
De teu,
Disoutro estadio
De teu
Procuras a túa música?

Dende onde
Nos chamas, nos fitas
Nos buscas?

Vai frío na túa morte,
Todo está frío alén
E aquén da túa morte, nós

Temos medo, nós non te temos, nós
Temos só dentro de nós
Esta baleira anguria.

(Do libro "Pan de ánimas")

10/03/2013 11:15 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

FERRER LERÍN, UN POEMA

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Hace unos día, 'Letras Libres' publicaba este poema de Francisco Ferrer Lerín, que pertenece a su nuevo poemario 'Hiela sangre', que ya está en las librerías. Lo publica Tusquets en la preciosa colección Nuevos Textos Sagrados.

 

 

Cinematógrafo

Diciembre 2010 | Tags: 

 

Actos de canícula. Argumento.

Un grupo de vagabundos de río

en posición de nacer de una alta roca

neutralizan dos extrañas figuras flotantes:

un taimado forastero agrimensor de lo básico

que consigue acentuar la personalidad de la gente amargada

y un ambicioso monstruo multiforme

que combate los engendros del proceso evolutivo.

 

Actos de canícula. Reparto.

El rastrero capataz Tuck Pendelton del rancho El triángulo.

El letal pero encantador Utica Kid

inventor de un sistema de cercas de alambre.

Garrotte, que fuera inocente idealista,

ahora asesino en serie.

El vaquero Jim Bowie

experto en cuchillos fabricados con trozos de meteorito.

La bella Judalón, nativa predilecta.

Y el caballero François de Capestang

leal a la Corona.

10/03/2013 11:23 Antón Castro Enlace permanente. Fotógrafos No hay comentarios. Comentar.

LOS BAYEU, POR ARTURO ANSÓN



CAI
presenta un libro que descubre aspectos desconocidos


de
los hermanos Bayeu, pintores aragoneses de la Ilustración





Su
autor es Arturo Ansón, doctor en Historia del Arte y catedrático de
instituto





(Por Juan Castiella y equipo) Caja Inmaculada ha presentado hoy en
Zaragoza el libro
Los Bayeu, una familia de
artistas de la Ilustración
, escrito por
Arturo Ansón, doctor en Historia del Arte y catedrático del
Instituto ‘Goya’ de Zaragoza. Es
el volumen número 29 de
la prestigiosa colección «Mariano de Pano y Ruata», que edita la
entidad sobre temas aragoneses desde 1987. El autor ofrece una visión
actualizada y completa sobre los hermanos Bayeu (Francisco, fray
Manuel y Ramón), pintores aragoneses que alcanzaron una
extraordinaria relevancia durante la Ilustración.


Arturo
Ansón estudia a los tres hermanos Bayeu, Francisco, fray Manuel y
Ramón, no sólo en lo referente a sus actividades y producción como
pintores, sino también sus personalidades y caracteres, su
ascendencia y vida familiar, sus gustos y diversiones, sus
inquietudes sociales, intelectuales y religiosas, aspectos que suelen
dejarse de lado, o tratarse muy superficialmente en la literatura
artística al uso. Propone la visión más actualizada y completa
sobre los Bayeu, como personas y como artistas.


La
figura de Francisco Bayeu se presenta con absoluto sentido renovador,
como el gran pintor que fue, el mejor en la España de su tiempo. Fue
pintor de Cámara de los reyes Carlos III y Carlos IV, y director de
Pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Por
encargo de los reyes pintó grandes frescos en los palacios reales de
Madrid, Aranjuez, El Pardo y La Granja de San Ildefonso. También
ejecutó fundamentales ciclos pictóricos en la catedral de Toledo y
en el Pilar de Zaragoza. Fue, además, un excelente maestro de
brillantes discípulos, que llegaron a ser pintores de Cámara de
Carlos IV, como su hermano Ramón, o su cuñado Goya.


Descubre
obras inéditas y nuevas dataciones documentadas para muchos de los
frescos que pintó en el Palacio Real de Madrid y los otros Reales
Sitios. También da a conocer retratos realizados por Bayeu, hasta
ahora desconocidos, o incorrectamente atribuidos a Goya o a Mengs.


De
su hermano, el monje cartujo y pintor fray Manuel Bayeu, se dibuja un
perfil ajustado de su intensa actividad como pintor, de mucho menor
nivel de calidad que el de sus hermanos, pero sumamente interesante
en cuanto a la producción específicamente religiosa.


Del
menor de los Bayeu, Ramón, presenta el primer estudio monográfico,
superador de tópicos y de visiones deformadas del pintor. Forjado
bajo la dirección artística de su hermano Francisco, fue un pintor
de sólida formación y muy completo. Además de ser el más estrecho
colaborador de Francisco en importantes encargos al fresco de los
Reales Sitios, fue un excelente retratista, del que se dan a conocer
nuevos retratos, hasta ahora atribuidos a otros pintores coetáneos
como Inza y Carnicero, y un prolífico autor de cartones para tapices
de los Reales Sitios, en cantidad elevada y semejante a la pintada
por Goya o José del Castillo. De no haber muerto prematuramente en
1793, su carrera artística habría alcanzado mayor proyección.


En
el libro se dedica un capítulo especial a las difíciles relaciones
entre los hermanos Bayeu y su cuñado Goya, casado con Josefa. Arturo
Ansón documenta también la vida de Josefa Bayeu, la discreta esposa
de Goya.


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Juan
Castiella


CAJA
INMACULADA


Responsable
de Comunicación




11/03/2013 12:33 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

SERGIO DEL MOLINO: DE 'LA HORA VIOLETA'

[El próximo martes 19, Sergio del Molino presenta en el Teatro Principal su novela ’La hora violeta’, centrada en la experiencia de la pérdida de su hijo Pablo. El niño falleció a los dos años: el libro es un viaje al dolor y al amor, es una reflexión sobre la enfermedad y la condición humana, sobre esos instantes en que todo duele y a la vez la mirada del niño despierta un torrente de felicidad. Es sin duda el mejor libro del autor, que aprovecha para reflexionar sobre el periodismo, sobre la escritura, sobre la pasión y la paternidad, y otros temas que le apasionan: la literatura, la televisión, los viajes, la música o la amistad. Así arranca el libro. Miguel Mena, a quien le ha maravillado el libro, maravillado y conmovido, presentará la novela en un acto coordinado por Los Portadores de Sueños en el Teatro Principal.]

'LA HORA VIOLETA' DE SERGIO DEL MOLINO

 

Mondadori

 

 

Este libro es un diccionario de una sola entrada, la búsqueda de una
palabra que no existe en mi idioma: la que nombra a los padres que
han visto morir a sus hijos. Los hijos que se quedan sin padres son
huérfanos, y los cónyuges que cierran los ojos del cadáver de su
pareja son viudos. Pero los padres que firmamos los papeles de los
funerales de nuestros hijos no tenemos nombre ni estado civil. Somos
padres por siempre. Padres de un fantasma que no crece, que no se
hace mayor, al que nunca vamos a recoger al colegio, que no conocerá
jamás a una chica, que no irá a la universidad y no se marchará de
casa. Un hijo que nunca nos dará un disgusto y a quien nunca
tendremos que abroncar. Un hijo que jamás leerá los libros que le
dedicamos.

 

Que nadie haya inventado una palabra para nombrarnos nos condena a vivir
siempre en una hora violeta. Nuestros relojes no están parados, pero
marcan la misma hora una y otra vez. Cuando parece que el segundero
va a forzar a la manija horaria a saltar a la siguiente hora, ésta
vuelve a la anterior. Vivimos atascados en ese no-man’s time,
en un pleonasmo de nosotros mismos, y en él evocamos aquel relato
fantástico e inverosímil, aquella tragedia barata llena de
artificios de guionista zafio, que nos encerró aquí. Yo la evoco
por escrito. Recuerdo este año de mi vida con la esperanza de fijar
su relato y no convertirlo nunca en un lugar común.

Mi hijo Pablo tenía diez meses cuando ingresó en el hospital, y estaba
a punto de cumplir dos años cuando arrojamos sus cenizas. Ese es el
tiempo que cabe en nuestra hora violeta. Ese es el tiempo que cabe en
este libro, que contiene todas las palabras que hacen falta para
nombrar mi condición.

 

*La foto de Sergio la tomo de aquí.

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-46c03b842f785e9c0f744eba6aa9a5b5.jpg



 

'COORDENADAS'

20130313144740-contra-libreto.jpg
13/03/2013 14:47 Antón Castro Enlace permanente. Músicos No hay comentarios. Comentar.

JOVEN MÚSICA ANTIGUA EN LA SIERRA

Actividades presentación "JOVEN MÚSICA ANTIGUA".

Aquí puede verse este vídeo de diez minutos estupendo.

 

Comarca de la Sierra de Albarracín, 15 y 16 de marzo de 2013:

 

Viernes, 15 de marzo,

-Museo de la Trashumancia, Guadalaviar.

11.30 h. Recepción de prensa y participantes en el Museo de la Trashumancia, Guadalaviar, Comarca de la Sierra de Albarracín. 

12.00 h. Presentación pública de “Joven Música Antigua”. Proyección del vídeo Joven Música Antigua (de Antonio y Héctor Ceruelo, con guión de Javier Martínez) y charla posterior de los responsables del proyecto.

13.00 h. Apertura de la exposición de los tambores musulmanes de Zaragoza (S.XI) en el Museo de la Trashumancia.

13.30 h. Iglesia parroquial de Guadalaviar, Concierto del dúo “Cantar alla viola”.

17.00 h. Presentación pública de una guitarra de Thomas Durán. Sevilla 1684. D.  José Luis Romanillos, director del Centro de la vihuela de mano y la guitarra. Sigüenza

 

Viernes, 15 de marzo,

Iglesia de Villar del Cobo.

19.00 h. Presentación de los tambores musulmanes del siglo XI, Luis Miguel Bajén, musicólogo.

19.30 h. Concierto de tarijas, albogues y flautas de hueso de buitre. Bufacalibos-Biella Nuei. Mustapha Gouzal, Jorge Álvarez, Carlos Beceiro y Luis Miguel Bajén.

 

Sábado, 16 de marzo, 

Albarracín.

11.00 h. Reunión de asociaciones culturales de la Sierra de Albarracín interesadas en colaborar en el proyecto “Joven Música Antigua”. 

12.00 h. Concierto de “Cantar alla viola”. Nadine Balbeisi y Fernando Marín, en Albarracín.

13.00 h.  Visita al Museo de Juguetes, Albarracín.

 

http://jovenmusicaantigua.blogspot.com.es/

La foto es de Vicente Almazán.

15/03/2013 16:43 Antón Castro Enlace permanente. Músicos No hay comentarios. Comentar.

PARÁBOLA DEL JARDINERO GOLDMAN*

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[Ricardo Lladosa Redondo* es escritor y un animador cultural incansable. Ung ran lector. Hace algunos días estuvo en la presentación de ’Di su nombre’ de Francisco Goldman, la novela que publica Sexto Piso, donde se narra su historia de amor con Aura Estrada, la jvoen estudiante y escritora que murió en una playa de Oaxaca a los treinta años. El libro se presentó en Cálamo, y Ricardo recrea ese instante y el argumento de la novela.]

 

PARÁBOLA DEL JARDINERO GOLDMAN

 

Por Ricardo LLADOSA REDONDO*

 

            Leí la novela Di su nombre, de Francisco Goldman convaleciente de una gripe, días antes de su presentación en la Librería Cálamo. Mientras pasaba las páginas del libro, estornudaba, me abrochaba el batín de lana, bebía zumos de naranjas… Durante varios días el mundo exterior no existió, y me introduje por completo en el libro y en la vida de sus protagonistas. No en vano, Di su nombre es el relato de una enfermedad moral: del amor que se apodera por completo de Francisco Goldman, y de la muerte de su amante, Aura Estrada, la cual le produce una larga y dolorosa convalecencia, cuya terapia es la propia novela. Casualmente, cuando terminé de leer mi gripe se había curado.

            Goldman llegó a Cálamo acompañado de varias personas, entre las cuales se encontraba su editor, Eduardo Rabasa. También observé a un par de mujeres mejicanas, una de ellas muy joven, con el pelo negro brillante y sedoso. Vestía una parka de plumas hasta la rodilla, que de inmediato me recordó un pasaje de la novela: Aura (…) en Brooklyn tenía que moverse en metro (…) a través de un laberinto de (…) largos túneles que en invierno estaban helados (…) Por fin la convencí de que me dejara comprarle una de esas parkas con capucha (…) para envolverla de la cabeza a un poco más abajo de la rodilla (…) en nailon (…), inflado por las plumas de ganso.

            Pero la chica mejicana desapareció entre el público y mi atención se centró en Antón Castro, que llegaba a toda prisa, vestido con traje claro y sombrero, para presentar a Goldman –su atuendo me recordó vagamente a Ramón J. Sender–. Castro tuvo el acierto de comparar Di su nombre con otra novela de duelo: El año del pensamiento mágico, de Joan Didion, autora en boga gracias a las nuevas traducciones de Javier Calvo editadas por Mondadori.

            –Durante meses, tras la muerte de Aura, estuve todo el día borracho. De madrugada, mis amigos se turnaban para acudir a recogerme a los bares –afirmó Goldman–. Con esta frase condensaba su desazón por la pérdida de la mujer amada. Y es que Goldman apenas habló de sí mismo, sino de Aura: de la familia de Aura, de los pruritos literarios de Aura, de su primer encuentro con Aura, de su añoranza de Aura… Hasta tal punto, que el autor de la novela parecía desaparecer en aras de su personaje.

Goldman me sugirió la parábola de un jardinero en cuyo jardín hay un rosal con una única rosa. La riega todos los días, la abona con sobrecitos de hierro, arranca la maleza que crece a su alrededor… Una mañana, el jardinero se levanta y su rosa ya no está en el jardín. Alguien la ha cortado por el tallo durante la noche.

            Lo que más me admira de Di su nombre es su estructura temporal. La novela tiene tres tiempos narrativos, los tres anclados en el pasado. Existe, en primer lugar, un momento “cero” que es el accidente en las playas de Oaxaca y la muerte de Aura en un hospital de Méjico DF. El relato abarca los cuatro años anteriores y los cuatro posteriores al accidente: los primeros, marcados por la felicidad irrecuperable de la vida conyugal; los segundos, en la soledad del duelo y del luto. La narración, elíptica, va intercalando escenas anteriores y posteriores a la muerte de Aura, avanzando y retrocediendo en el tiempo, en una suerte de ir y venir que recuerda a las olas, o a las corrientes marinas. Hasta culminar en el clímax del accidente.

            –Han sido cinco años terribles –afirma Goldman–, pero ahora, ya está. Ha pasado el duelo y, afortunadamente, vuelvo a estar enamorado. 

            Mientras me dedicada la novela, le conté a Goldman lo mucho que me había gustado la estructura de Di su nombre y no pudo evitar sonreír. Qué bien, se regocijó, entonces a ti te voy a dibujar un ajolote. Hasta ese momento había dibujado girasoles -la flor preferida de Aura-, pero conmigo cambió la temática de sus dedicatorias. El ajolote es una especie de renacuajo autóctono de Méjico. Se exhibe en el acuario del Jardin des Plantes de Paris. Julio Cortázar le dedicó un cuento en el cual un hombre contemplaba absorto el acuario, y terminaba por convertirse en ajolote. Era el cuento preferido de Aura.

            Con el ejemplar firmado, acudí a donde estaba Eduardo Rabasa y lo felicité por su labor editorial en Sexto Piso. En particular por la publicación de Los pájaros amarillos, de Kevin Powers; autor que, de no ser por su pericia, quizá se lo hubiera llevado una gran editorial. Paco Goyanes nos había servido unos cariñenas y Eduardo y yo continuamos hablando con Carmen Serrano de la recuperación de autores olvidados, en particular de El coleccionista de John Fowles, también editado por Sexto Piso.

Hasta tal punto nos metimos en conversación que, cuando nos dimos cuenta, la librería se había quedado vacía. Eran las nueve y pico de la noche y Francisco Goldman caminaba de una estantería a otra. Había encontrado un ejemplar en caja de la Trilogía de la Frontera, de Cormac Mc Carthy y estaba entusiasmado. Esto sí es buena novela, afirmó con su acento inglés, ¿Cómo se llamaba la primera parte…?. Yo le apunté: Todos los hermosos caballos. ¡Eso, muchas gracias!, respondió, y se alejó a zancadas hacia el fondo de la librería.

Entonces yo abordé a Sergio del Molino, a quien quería conocer hacía tiempo. Hablamos de las dificultades de publicar en las grandes editoriales, de cómo él lo había logrado en Mondadori. El caso es que mientras conversaba con Sergio, no puede evitar mirar de soslayo a Goldman. Seguía al fondo de la librería con la chica mejicana, la de la parka hasta las rodillas; la del pelo negro brillante y sedoso. Oí cómo le susurraba con su acento inglés: Esto sí es buena novela, debes leerla… y, acto seguido, la besaba en los labios.

Y entonces ideé el final de mi parábola: en el rosal del jardinero Goldman permanecía el tallo cortado, pero había crecido una nueva rosa.

 

Ricardo Lladosa, Zaragoza, febrero de 2013

 

*Francisco Goldman y Aura Estrada.

ÁNGEL GUINDA: DOS NUEVOS POEMAS

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[Ángel Guinda publica un nuevo poemario en Olifante, ‘Rigor vitae’ (Crueldad de la vida). Esta es la sinopsis de un nuevo y ambicioso proyecto de alguien que vive la poesía con una intensidad muy especial. Vida y poesía, belleza y dolor fundidas. El libro se en abril, a las 19.30, en el Palacio de Sástago.

Dice la sinopsis:

 

[Olifante Ediciones de Poesía inicia la Segunda Época de su primera colección con el libro (‘Rigor vitae’), de Ángel Guinda, que el autor traduce como (‘Crueldad de la vida’). Soliloquio en tres secciones: “Cantos del luto”, “Las islas siempre esperan” y “El mal de las flores”, respectivamente centradas en la vida severa –particularmente de la actual época opaca-, la perenne caducidad del amor y la inminencia de la muerte. En un reto de convertir la forma en fondo, la estructura de los textos experimenta con la respiración del mensaje mediante el silencio del interlineado, la sustitución de palabras por símbolos o la convivencia de géneros poético, narrativo y dramático.]

He aquí dos poemas, por cortesía del amigo y gran poeta.

 

YO NO PUEDO ESCRIBIR en el aire.

 

(Intuición es una ventana con los cristales limpios.)

 

Yo no puedo escribir en el crepúsculo.

 

(Iluminación es la ventana sin cristales.)

 

Yo no puedo escribir en el fuego, en el vapor, en la espora.

 

(Visión es aparición ojos adentro.)

 

Ni creo que el vuelo del tordo sea un papel de calco.

 

(Goya pintó los desastres de la guerra. Yo cantaré los horrores de la paz.)

 

¡Cantaré! Con los seis ojos de los abulones, con las castañuelas de los rastrojos en llamas, con los cencerros del ciclón. Espoleado por el caos.

 

¡Entonaré el duelo de esta época opaca por la brutalidad, las retinas desprendidas del hostigamiento y el aspa tartamuda de la aflicción!

 

(Tengo miedo cuando abro los ojos.)

 

 

 

 

ARDER

 

 

No arde el papel en lo que escribo,

arde lo que me escribe como una delación.

 

¿Arde el silencio que me llama?

 

Arde la señal de la cruz.

 

Escalera de agua a las estrellas,

arde el desasosiego en las pirámides de mis pómulos.

 

Arden las palabras que rebotan dentro del poema

como una sordera de pintura rupestre.

 

Arde la catástrofe en el bosque del papel.

 

Arden los océanos como un disparate.

 

“Arde el incendio del sol.”

 

Juana de Arco, Servet, Giordano Bruno siguen ardiendo.

 

¡Arder, arder!

 

(Ser humo contra el viento.)

 

 

¿QUÉ FUE DEL ARCHIVO DE MORDZINSKY?

Una petición a todas mis amigas y todos mis amigos

por Luis Sepúlveda (Notas) el lunes, 18 de Marzo de 2013 a la(s) 16:32

Amigas y amigos: Este es una petición que hago desde la ira, desde la bronca y el dolor, porque a uno de mis más queridos amigos, a mi hermano del alma Daniel Mordzinski, el gran fotógrafo de la literatura, le han hecho desaparecer veintisiete años de trabajo, ¡ 27 años! , el trabajo de toda una vida botado a la basura, y no es una metáfora, no: las manos de un cretino que seguían los órdenes de otros cretinos decidieron que el trabajo de Daniel Mordzisnky no merecía más destino que el desprecio y la basura.

Durante más de diez años y en virtud de una alianza entre el periódico español EL PAIS y el francés LE MONDE, Daniel Mordzinsky utilizaba un despacho en el séptimo piso de la redacción parisina de LE MONDE para guardar y conservar su archivo de negativos y diapositivas. Eran miles de negativos y diapositivas, de originales conservados con el rigor que caracteriza a Daniel, y que sin más, sin ninguna contemplación fueron arrojados a la basura.

El pasado 7 de marzo, Miguel Mora, corresponsal de EL PAIS en Francia, llegó hasta el despacho de la séptima planta y se encontró con que lo habían vaciado totalmente, sin que mediara un aviso ni a él ni a Daniel. Simplemente habían sacado todo lo que ahí había y lo habían hecho desaparecer.

Tras horas de dramática búsqueda, de preguntas sin más respuestas que el cobarde bajar la cabeza y musitar "je suis desolé", en un sótano encontraron el gran mueble archivador que el mismo Daniel había pintado de negro hace diez años, totalmente vacío.

En una demostración de cobardía y bajeza moral que manda al infierno toda la tradición de defensor de la libertad de expresión que caracterizó a LE MONDE, nadie ha querido responder quién y por qué se tomó la decsión de botar a la basura 27 años de trabajo de uno de los mayores fotógrafos del mundo.

Cuesta creer que en un periódico como LE MONDE trabaje gente a la que las palabras "Cortázar", "Israel", "Escritores latinoamericanos", Escritores franceses", "Escritores españoles", "Escritores Portugueses", "Semana Negra", " Festival de Saint Malo", "Carreffour de Littèratures", "Mercedes Sosa", "Borges", "Astor Piazzola" y un largo etcétara de nombres no le dijeran absolutamente nada, y simplemente tiraran a la basura ese tesoro fotográfico sin consultar a nadie.

Ese archivo de Daniel Mordzinski, esos 27 años de trabajo miserablemente perdidos, eran parte de la memoria social, cultural y literaria del siglo XX, eran parte de la cultura universal, eran parte del legado de un artista, de un fotógrafo cuya obra es reconocida como uno de los aportes fundamentales para el gran registro de la cultura contemporánea.

De toda la obra fotográfica de Daniel Mordzinsky, de mi amigo, de mi hermano compañero de aventuras en tantas partes del mundo, apenas se han salvado unos cientos de fotografías digitalizadas, que aparecen en sus últimos libros publicados, también en uno que firmamos juntos, "Últimas Noticias del Sur", y que han sido vistas en las numerosas exposiciones que ha hecho en los últimos años. El resto desapareció, tragado por la ignorancia, la desidia y, lo que es más grave, por una demostración más de la falta de rigor, de ética, que está haciendo del periodismo una cloaca.

Escribo esto desde el dolor, desde la ira y la bronca, porque Daniel Mordzinski, es mi socio, mi amigo, mi compañero, mi hermano de aventuras dignas en el campo del periodismo y la literatura.

Amigas, amigos, les pido encarecidamente que copien y reproducan esto en todos los lugares posibles, también en la página que LE MONDE tiene en facebook, en los periódicos y revistas a los que tengan acceso, y que manden firmas de apoyo a dmordzinski@free.fr

Tengo una imagen fija en la memoria, y es del año 1996, cuando en medio del viento eterno de La Patagonia, yo veía a mi socio, a mi amigo, a mi compañero, a mi hermano del alma, cargar sus cámaras metiendo sus manos en una bolsa negra, para tomar del tambor de película el material con que dejaría testimonio de la vida dura de las gentes del Sur del Mundo. Y esa imagen me dice que esto no quedará así, que LE MONDE tendrá que dar una respuesta y disculpa convincentes, porque 27 años de trabajo, porque el archivo de una parte importante de la historia contemporánea no puede ser arrojado, sin más, a la basura.

 

Tomo las fotos de aquí

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y de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-fbfd264efb971c10ea65e86dbd39e6e5.jpg

HOY ES EL DÍA DE 'LA HORA VIOLETA'

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 ’LA HORA VIOLETA’ DE SERGIO DEL MOLINO,

CON MIGUEL MENA, HOY, EN EL TEATRO PRINCIPAL 

[Hoy martes, 19 de marzo, a las 20.00, en el Teatro Princiapl, Sergio del Molino presenta su novela ’La hora violeta’ (Mondadori), donde cuenta la historia de su hijo Pablo, que ingresó en el hospital a los diez meses a consecuencia de una leucemia muy agresiva, y falleció casi a los dos años. Sergio del Molino ha escrito su mejor libro: conmovedor, contenido y amoroso, un libro sobre la paternidad, sobre la frescura y la inocencia de Pablo, un libro de amor (a Cris, su compañera, a las enfermeras, a la vida), de amistad: es muy bonito el capítulo que le dedica a su hermano Pedro, que embruja literalmente a Pablo, y a otros amigos como Javi, que ha vivido la ‘Devastación’ en sus propias carnes. Santiago Paniagua y Ana Usieto también forman parte del ‘dramatis personae’, etc. Y es un libro también sobre la enfermedad, la ciencia, la esperanza y sobre el oficio de escribir. Sergio del Molino confiesa aquí su admiración por Umbral, no solo por su libro ‘Mortal y rosa’, tan determinante en ‘La hora violeta’, y recuerda que a su hijo le ponía las canciones que a él le gustaban: el rock de Leño, Barricada o Ryan Adams. Siendo como es un libro emocionante, durísimo, de una belleza trabajada en todas sus líneas, ‘La hora violeta’ tiene muchos puntos de fuga y es algo más que un testimonio de un dolor insoportable: es una declaración de cariño y quizá de inmortalidad. Pablo vivirá para siempre en la memoria y en ‘La hora violeta’. Sergio del Molino elude con una espléndida elipsis final el doloroso desenlace del niño, que había aprendido a aplaudir el himno del Barcelona tras su paso por la ciudad, gracias a la obstinación de la joven enfermera María. Miguel Mena ejercerá de maestro de ceremonias. Piensa, con toda justicia, que es el mejor libro de un escritor que frecuenta diversos géneros con pasmosa naturalidad.]

 

*La foto es del Colectivo Anguila. Iván Moreno y Pedro Hernández.

TURIA Y PISÓN, EN EL PRINCIPAL

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IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN PROTAGONIZA

 LA REVISTA “TURIA”

 

20 ESCRITORES Y ESTUDIOSOS LE RINDEN HOMENAJE

 A TRAVÉS DE TEXTOS INÉDITOS

 

ANTONIO TABUCCHI, ERRI DE LUCA, ENRIQUE VILA-MATAS,

DAVID TRUEBA Y JOSÉ MARÍA CONGET

SON OTROS AUTORES DESTACADOS DEL

NUEVO NÚMERO

 

AMPLIAS ENTREVISTAS EXCLUSIVAS A SANTIAGO AUSERÓN

Y LARA ALMARCEGUI

Ignacio Martínez de Pisón, uno de los nombres propios indiscutibles en cualquier balance de la literatura española actual, es el gran protagonista del nuevo número de la revista cultural TURIA que se presenta hoy en el Teatro Principal de Zaragoza. La publicación le rinde así un atractivo homenaje cuando se cumplen casi tres décadas de su primer libro publicado. TURIA propone un espectacular y amplio sumario repleto de textos inéditos sobre un creador que viene ofreciendo a los lectores una renovada y sugerente apuesta por la conexión de la literatura con la realidad. La presentación de este homenaje correrá a cargo de Jordi Gracia, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Barcelona y reconocido experto en nuestra narrativa contemporánea. [Nota de redacción de Turia: Maícas y su equipo.]

 

TURIA ofrece un espectacular monográfico sobre Martínez de Pisón repleto de textos inéditos. Un total de 20 autores se dan cita en un cuidado dossier de 175 páginas en el que destacan, entre otros, artículos de José María Pozuelo Yvancos, José-Carlos Mainer, Fernando Valls, Enrique Vila-Matas, David Trueba o José María Conget. 

 

A ellos hay que sumar también las colaboraciones de críticos como Ramón Acín, J. Ernesto Ayala-Dip y Pablo Pérez Rubio, o del director de cine Emilio Martínez Lázaro. No faltan tampoco las aportaciones de buenos conocedores de la obra de Martínez de Pisón como Antonio Pérez Lasheras, José Luis Melero, Luis Alegre, Mónica Martín, Daniel Gascón o Rodolfo Notivol. 

 

Ignacio Martínez de Pisón es dueño de una obra solvente que ha conseguido que público y crítica valoren su narrativa como una eficaz y coherente crónica de la vida sentimental y política española. De ahí que TURIA brinde a los lectores un atractivo repertorio de artículos, textos de creación y testimonios que permiten una completa aproximación a uno de los escritores más valiosos e interesantes de la literatura española actual. Un conjunto de materiales que se completa con un fragmento su novela inédita “La buena reputación” y con una entrevista a fondo y exclusiva en la que Pisón nos dirá: “la realidad teje historias tan literarias que yo mismo tendría problemas para crearlas”.

 

Además  del  protagonismo  esencial  de  Ignacio Martínez de Pisón,  este  sumario de TURIA de  500 páginas se abre con un interesante artículo sobre Antonio Tabucchi elaborado por Carlos Gumpert. Fallecido ahora hace un año, Tabucchi es descrito como “uno de los grandes escritores de las últimas décadas, probablemente el que mejor supo transmutar en obra literaria el extravío existencial del ser humano en este tránsito de milenios”. También se publica una certera aproximación a la figura y la obra de Mauricio Wiesenthal, convertido en nuestros días en uno de los escritores de culto más admirados y leídos en lengua española.

 

Junto  a  estos  contenidos,  TURIA brinda un completo y atractivo catálogo de lecturas. No en vano, además de las colaboraciones de los autores ya citados,  las páginas de la revista se enriquecen con narraciones inéditas de Erri de Luca, Louise Erdrich, Juan Bolea, Manuel Vilas, Carlos Castán y José Luis Rodríguez García. O con  poemas de Clara Janés, Jaime Siles, Olvido García Valdés, Javier Lostalé, Juana Castro, Ben Clark, Andrés Catalán y Kepa Murua, entre otros.

 

Especialmente recomendables son las dos amplias entrevistas exclusivas que publica TURIA: con Santiago Auserón, mito musical gracias a Radio Futura y Juan Perro y que acaba de publicar un ensayo bajo el título “El ritmo perdido” (“La cultura, sometida a las leyes del mercado, ha acabado siendo una caricatura”) y con la artista Lara Almarcegui, que representará a España en la gran cita internacional de la Bienal de Venecia (“El concepto de contraurbanismo me resulta muy atractivo”) y que también ilustra este sumario de la revista.

 

TURIA, que cumplirá este 2013 treinta años de trayectoria,  ha conseguido convertirse en una de las revistas culturales de referencia. Cuenta con difusión nacional e internacional y por sus páginas han pasado más de mil autores de diversas procedencias estéticas e ideológicas, lo que da idea de la riqueza y pluralidad de sus contenidos. En reconocimiento a su labor, la revista obtuvo el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.

 

TURIA es una publicación cuatrimestral, editada por el Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación de Teruel, el Ayuntamiento de Teruel y el Gobierno de Aragón. Este número cuenta también con el patrocinio Aragonesa de Servicios Públicos y del Ayuntamiento Zaragoza.

 

MARTÍNEZ DE PISÓN, UN NARRADOR NATO

 

En opinión de Pozuelo Yvancos, autor del artículo que inaugura el monográfico Pisón, las novelas de Ignacio Martínez de Pisón “trazan un dibujo en que casa muy bien lo interior y lo exterior, lo psicológico y lo social, la historia familiar y la crónica política”. Como se subraya en las páginas que TURIA le dedica al escritor aragonés radicado en Barcelona, “Martínez de Pisón hace que la vida fluya sin dogmas, que los personajes digan esa vida, y que el lector los siga a través de un estilo tan bueno que parece haber desaparecido y que sitúan a su autor en la primera línea de la novela escrita en España en los últimos veinticinco años”.

 

Enrique Vila-Matas, en su muy recomendable artículo “Aragonés total”, nos recuerda  que “el pasado es la materia con la que trabaja el mejor Pisón”. Y también subraya que Ignacio Martínez de Pisón es un narrador nato, testarudo, empecinado en mejorar sus hallazgos: “cada libro de Pisón produce el siguiente. Hay quienes imaginan que la vida está hecha de vida y que los libros, por tanto, provienen también de la vida, pero no: provienen de otros libros; el que de alguna manera reflejen la realidad no es más que una coincidencia feliz”. 

 

David Trueba, en un texto que no por casualidad titula “Iznacio”, afirma: “Pisón nos contaminó de normalidad”. Y también reconoce que “gracias a Pisón descubrimos que la literatura era como nosotros no la imaginábamos. Con novelas como “Carreteras secundarias” y “El tiempo de las mujeres” nos abrió definitivamente los ojos”.

 

José María Conget confiesa, en su hermoso y testimonial artículo “Las palabras justas”, que admira a Ignacio Martínez de Pisón: “es un escritor para todas las estaciones. Por la altura de su obra y por su ética personal y literaria”.

 

Fernando Valls  analiza “La geometría del desamparo en los cuentos de Ignacio Martínez de Pisón”, mientras Ramón Acín indaga en la trascendencia de la familia en sus novelas. Una trayectoria narrativa que evoluciona de lo individual a lo colectivo y que le permite al escritor, cada vez más, llenar las historias individuales de un aire cargado con enormes dosis de historia. Pablo Pérez Rubio nos introduce en los vínculos existentes entre literatura y cine (“Papel y celuloide: carreteras paralelas”). También el cineasta Emilio Martínez Lázaro nos dirá: “La narrativa de Ignacio Martínez de Pisón es muy fácilmente adaptable al cine”. Mónica Martín, su agente literario, no lo duda: “escribir es su manera de estar en el mundo y tratar de entenderlo”.

 

José-Carlos Mainer asegura que “El día de mañana” es “la mejora novela de Ignacio Martínez de Pisón hasta la fecha” y nos da la clave: en esta gran novela hay una mezcla calculada y explosiva de certeza y desengaño. Otro título, “Dientes de leche”, constituye el epicentro del artículo de José Belmonte Serrano y Marco Succio a propósito del protagonismo de la guerra civil española en la obra de Pisón.

 

Jordi Gracia, en su texto titulado “La razón humilde”, escribe: “incluso sus novelas más intimistas o más psicológicas han anclado sus tramas a fechas y lugares concretos, a espacios y momentos históricos determinados”. J. Ernesto Ayala-Dip llega a la conclusión, en otro artículo del monográfico, que “La ternura del dragón” es una de las mejores novelas cortas de las dos últimas décadas de la literatura española”.

 

Antonio Pérez Lasheras, buen amigo de Pisón desde los años de la Universidad, nos ofrece algunas revelaciones sobre “Las otras escritura de Ignacio Martínez de Pisón”. Otros dos íntimos del novelista, José Luis Melero y Luis Alegre, elaboran un magnífico y complementario retrato de Pisón y de sus indisolubles vínculos con Zaragoza.

 

Daniel Gascón aporta algunas referencias muy útiles para interpretar su obra en su artículo “La intimidad de la gente corriente”. Destaca, entre ellas, el interés de Pisón por dos escritoras como Natalia Ginzburg y Anne Tyler. Por su parte, y completando el abanico de testimonios, Rodolfo Notivol habla del Pisón futbolero y de esa pasión por el Real Zaragoza que transforma al escritor.

 

Completa el monográfico de TURIA un inédito del propio Ignacio Martínez de Pisón, anticipo de la futura novela que ya está ultimando: “La buena reputación”. A ese texto debe añadirse una amplia entrevista realizada por Fernando del Val en la que, preguntado por diversas  cuestiones a propósito de la vida y la literatura, defiende su tesis de que “la imaginanción es mucho más limitada que la realidad” y también declara que “un escritor no debe ser propagandista”. El punto final lo pone una pormenorizada biocronología de Pisón a cargo de Pedro Moreno Pérez.

 

ANTONIO TABUCCHI Y MAURICIO WIESENTHAL

 

El sumario de TURIA se abre, en esta ocasión, con un artículo de Carlos Gumpert titulado “Una polifonía de voces: la obra plural de Antonio Tabucchi”. En el primer aniversario de su muerte, Gumpert elabora un certero análisis de la trayectoria de Tabucchi (1943-2012) y nos dice: “su inquietud como escritor parece inagotable. Será que quiso que a su visión polimórfica y caleidoscópica del mundo, a su infinita curiosidad por los infinitos pliegues de la existencia correspondiera una no menos variopinta plasmación literaria, será cierta forma de recelo hacia la propensión de la escritura a embalsamar toda la varie­dad y movilidad de la vida que siempre le caracterizó, el caso es que el autor toscano acostumbró a sus lectores a sorprenderse casi desde el principio con cada uno de sus sucesivos libros”.

 

También Mauricio Wiesenthal es objeto de estudio en las páginas de TURIA. En su artículo, Iván Moure, glosa su figura y su labor intelectual. Bien lo merece quien en, los últimos años y gracias a tres obras: “Libro de réquiems”, “El esnobismo de las golondrinas” y “Luz de vísperas”, ha elaborado una fascinante reconstrucción de una Europa extinta: la de la gran cultura humanista del siglo XIX.

 

INÉDITOS DE ERRI DE LUCA, LOUISE ERDRICH, CLARA JANÉS Y JAIME SILES

 

Por otra parte, las páginas de esta revista cuatrimestral contienen las secciones habituales dedicadas a la creación literaria. Así, en esta entrega se publican textos inéditos de Erri de Luca, Louise Erdrich, Juan Bolea, Manuel Vilas, Carlos Castán y José Luis Rodríguez García.

 

La sección de “Poesía” la integran una nómina plural de creadores que comienza con  Clara Janés y en la que, entre otros, ofrecen al lector sus versos originales: Jaime Siles, Olvido García Valdés, Javier Lostalé, Juana Castro, José Verón Gormaz, Fernando Sanmartín, Ignacio Escuín, Juan Marqués, Julio José Ordovás, Sandra Santana, Olga Bernad, Dolan Mor, Enrique Villagrasa, Ricardo Serna y Laura Garcés.

 

En el apartado que TURIA dedica al ensayo, se incluye el texto de César Antonio Molina titulado “El sueño de Diderot”.

 ENTREVISTAS A SANTIAGO AUSERÓN Y LARA ALMARCEGUI

 

Santiago Auserón y Lara Almarcegui son dos protagonistas indiscutibles de nuestra actualidad cultural.  Su personalidad y su trayectoria tienen un notable atractivo y también poseen opiniones propias que merecen la pena ser tenidas en cuenta. De ahí que la revista TURIA no haya dudado, en su nuevo número que se distribuirá este mes de marzo, en dedicarles a cada uno de ellos sendas conversaciones a fondo y en exclusiva.

 

La entrevista que Emma Rodríguez realiza para TURIA nos permite retratar a Santiago Auserón como un inconformista, un rebelde nato, un ser crítico, profundo y a la vez dispuesto a la jocosidad, siempre acostumbrado a cuestionarse el mundo. Para Auserón, “atravesamos un erial cultural a todos los niveles”. Y es que “la cultura se ha sometido a las leyes del mercado y ha acabado siendo una  caricatura. No hay criterio, se sigue el sendero de la rentabilidad inmediata”. Un empobrecimiento muy peligroso frente al que Auserón practica “un cierto pesimismo deliberado. Quiero verle las orejas al lobo todo el rato porque no deseo dejarme llevar por el entusiasmo lírico de que acabaremos construyendo un mañana mejor. No sé si llegaremos a construirlo. Todo indica que no pero, sin embargo, me siento llamado a insistir en esa posibilidad”.

 

Lara Almarcegui es ya una de nuestras artistas de mayor proyección internacional: lo demuestra el que ejerza su labor desde Holanda y, sobre todo, haber sido seleccionada para representar a España en la próxima edición de la célebre Bienal de Venecia. Lara Almarcegui nos ha enseñado a contemplar la ciudad con otros ojos, sin despreciar ni desperdiciar absolutamente nada: “me llaman la atención los lugares sin diseñar, es decir, los descampados”. Para la artista, “los descampados no son sólo lo contrario de lo construido sino que, además de ofrecer una crítica a la ciudad que los alberga, construyen otra realidad. A mí, desde luego, me interesan más que esa imagen que los políticos me dan de lo urbano”.

 

MINGOTE Y LUIS BUÑUEL

 

TURIA contiene también la sección habitual denominada “La isla”, con fragmentos del diario de Raúl Carlos Maícas enriquecidos gráficamente por Isidro Ferrer. En cuanto a los temas aragoneses,  TURIA analiza a fondo la figura y la obra de Antonio Mingote (1919-2012) a través de un imprescindible artículo de Juan Villalba en el que se subraya su enorme y dilatada capacidad de trabajo. Sin duda, el latir de nuestra sociedad y la crónica de la evolución de nuestra particular idiosincrasia encontraron en Mingote a uno de sus observadores e intérpretes más inteligentes. Una genialidad creativa que siempre trascendió más allá de su condición de humorista gráfico de referencia para multitud de generaciones de españoles

 

También esta nueva entrega, TURIA redescubre al Buñuel más familiar. Así, un reconocido experto en la obra del director de cine calandino como Javier Herrera describe con detalle los contenidos de los únicos documentos fílmicos que ilustran la vida íntima de Buñuel durante los primeros años de su exilio en los USA. Un material importante por su rareza y que actualmente se custodia, junto con el resto del legado, en la Filmoteca Española. Su hallazgo, hace poco más de un año, acentuaría “la imagen moderna y rompedora de Luis Buñuel en la misma medida que, al humanizarla a los ojos del gran público y a difuminar su mito como cineasta vanguardista”.

 

Por último, TURIA se ocupa de rememorar el papel que tuvo en la historia de la literatura española el librero y editor oscense Gregorio Pueyo, de quien el pasado mes de febrero conmemoramos el centenario de su muerte. Su semblanza nos aporta dos datos de relevancia que no conviene olvidar: fue el editor de buena parte de la lírica modernista y  Valle-Inclán se inspiró en él para el personaje del viejo librero Zaratustra que aparece en su celebérrima obra Luces de bohemia.

 

Cierra el sumario de TURIA una amplia sección de crítica de libros, “La Torre de Babel”, donde se analizan los títulos de mayor interés de la actualidad editorial.

20/03/2013 08:51 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

SERGIO DEL MOLINO: AMOR A PABLO

Pablo: una historia de amor

 

Sergio del Molino publica ‘La hora violeta’ (Mondadori), donde cuenta la enfermedad de su hijo

 

 

“Me he propuesto no llamar niño al niño. Ni crío, ni chaval. Puede ser que cachorro sí, pero no en este libro. No inventar seudónimos, no usar iniciales. Sólo Pablo. Sólo su nombre”. Así arranca ‘La hora violeta’ (Mondadori, 2013), la novela de Sergio del Molino (Madrid, 1979), colaborador de HERALDO, que narra un período de casi catorce meses: desde que al niño Pablo Del Molino Delgado, con diez (“ni siquiera un año de deslumbramiento”), le descubren una leucemia muy agresiva hasta que fallece cuando se acercaba a los dos años.

El libro está dividido en cuatro tiempos: ‘A partir de aquí, monstruos’, que sería la crónica de una pesadilla, un descenso al infierno y también un viaje casi sonámbulo a la esperanza; ‘La noche de Saskatoon’ es una de esas fugas de la novela: el escritor reflexiona sobre la desesperación y el dolor y a la vez habla de música, de los libros de Lobo Antunes, de esa ciudad fría y ventosa de 224.000 habitantes de Canadá, y elogia y retrata a las oncólogas. Dice: “Las oncólogas pediátricas –nuestras oncólogas pediátricas- se enfrentan a una enfermedad desnuda, cuyo horror no se amortigua con cuentos ni con fábulas religiosas o morales. Ante ellas tienen a un niño desvalido que, en la mayoría de las ocasiones, ni siquiera es consciente de que algo le está matando”.

La tercera parte, ‘Las naranjas de la sangre’, aborda cuando a Pablo lo trasladan a Barcelona, donde va a ser objeto de un trasplante de médula, donado por una joven francesa; esa estancia le permite al narrador recordar su niñez a orillas del mar en Valencia (Del Molino habla con su hijo: “Te llevaré a la playa donde fui chaval para que tú lo seas también”) y asomarse a la playa del Somorrostro, la playa de Carmen Amaya y la película ‘Los Tarantos’. Esta parte tiene una emoción familiar especial y varios conatos de humor: Sergio y su hermano Pedro establecen un código muy hermoso de complicidad y de afecto al calor de unos cuantos gin tonics; Sergio visita a su amigo Javi, que ha vivido en carne propia ese estado de ‘Devastación’ que es la enfermedad. E incluso el narrador y padre asiste, enternecido, a un divertido episodio: la enfermera María consigue que Pablo aplauda el himno del Barcelona.

‘La hora violeta’, la cuarta parte que da título al conjunto, es un capítulo muy importante, que contiene, entre otras cosas, una declaración de admiración a Francisco Umbral y a su libro ‘Mortal y rosa’, que empezó siendo un libro sobre la paternidad y un diario íntimo y acabó siendo una elegía, y que está muy presente aquí. Del Molino dice: “Yo, como Umbral, deliro y hablo con mi hijo por los rincones de mi casa y por las calles de mi ciudad. Yo, más nadie en este mundo, sé de lo que habla ‘Mortal y rosa’”.

Sergio del Molino ha escrito un libro sobre el horror que se instala de golpe en nuestras vidas. Sobre las noches en vela, con bocadillos anémicos y el cansancio en todos los poros. Sobre la enfermedad, la incertidumbre y el destino. Sobre la orfandad de los padres; dice en el prólogo: “... los padres que firmamos los papeles de los funerales de nuestros hijos no tenemos nombre ni estado civil”. Una de las frases que se repite a menudo es “tengo ganas de llorar”, o se describe el llanto inesperado que asoma en cualquier instante. Es un libro donde suena la música de Leño, Barricada o Ryan Adams; donde se habla de las novelas de Francisco Casavella, Somerset W. Maugahm, del oficio de escribir (el autor dice: “soy literatura”), del periodismo y de la amistad. También anda por ahí Joan Didion, que escribió sobre la muerte de su marido en ‘El año del pensamiento mágico’. Sergio del Molino alude a Susan Sontag, que decía que la enfermedad “está llena de metáforas, y que el mejor modo de permanecer sano en ella es ignorándolas o destruyéndolas”, y concluye: “El cáncer ha sido cubierto por un montón de capas metafóricas que hacen casi imposible su comprensión. No su comprensión médica, sino la social, la que afecta a quienes la sufren”.

‘La hora violeta’ es un libro que defiende la ciencia, la sanidad pública y los héroes inadvertidos los de los hospitales. Y es, por encima de todo, una constante declaración de amor a la vida, a Pablo y a Cris, la madre del niño, que es en la sombra el otro gran personaje del libro: “Es nuestra guardiana. Al custodiar a Pablo me custodia a mí también. Es el fuego de mi lar. Sin ella, Pablo y yo habríamos sucumbido hace tiempo al frío. Ambos estaríamos podridos y devorados por los buitres”.

Sergio del Molino ha escrito una de esas novelas que marcarán, más que probablemente, para siempre su destino como padre, como escritor y como hombre. El libro está dedicado a su segundo hijo Daniel Del Molino Delgado, “con el deseo y la esperanza de que su hermano [Pablo] no se convierta en un fantasma ni en un cuento de terror”.

 

La hora violeta. Sergio del Molino. Literatura Mondadori. Barcelona, 2013. 191 páginas. (Este texto lo publiqué el martes en Heraldo.es)

LUIS ALEGRE RETRATA A SAVATER

Dos tardes con Savater

Por Luis ALEGRE

En muy poco tiempo he pasado dos tardes con Fernando Savater. En La Térmica de Málaga compartí con él una tertulia sobre nuestra época infame y, en Zaragoza, otra sobre educación organizada por IberCaja. Eso me ha permitido comer, hablar y reír con uno de los seres de referencia de mi vida. Le conocí en los primeros 90, entre Madrid y San Sebastián, alrededor de Javier Gurruchaga y Vicente Molina Foix, charlando de cine, tebeos y “La isla del tesoro”. Al recibirle en la estación de Málaga lo primero que hizo fue tenderme su último libro, “El traspié. Una tarde con Schopenhauer”. Cuando lo fui a buscar a la estación de Delicias de Zaragoza me metió en el bolsillo “Democracia”, de Paolo Flores d´Arcais. Fernando es uno de esos que te regala un libro casi siempre que te ve. Félix Romeo también pertenecía a ese maravilloso club. En Málaga, con Salomón Castiel, y en Zaragoza, con Genoveva Crespo, César Pérez Gracia y Teresa Fernández –directora de la Obra Social de IberCaja-, he procurado estirar las horas con Savater.

Algunas de las lecturas más impactantes de mi primera juventud fueron libros de Savater: “Nihilismo y acción”, “La tarea del héroe” o “La infancia recuperada”. Seguía con devoción sus artículos en “El País” y en la revista de cine “Casablanca” cofundada por Fernando Trueba. Me recuerdo con Trueba y Gabino Diego hablando de Savater cenas enteras. Savater escribió “Nihilismo y acción” en 15 días a la increíble edad de 22 años. Fernando me abrió los ojos a muchas cosas y personas y me hizo disfrutarlas o entenderlas de una manera más enriquecedora: las películas, los libros, Cioran, Borges, Voltaire, Bertrand Russell, Nietzsche, la religión, la política, la moral, la violencia, el anarquismo o las patrias. Desde esos años Savater representó para mí un techo muy refinado de lo que significaba ser un intelectual. Fernando no solo arrojaba luz sino que exhibía un compromiso inagotable con su tiempo, desde un coraje y una libertad de pensamiento realmente extraordinarios. Savater siempre me parece honesto cuando habla o escribe y nunca da la impresión de ser rehén de lo que se espera de él, de lo que sus seguidores desearían oír o de lo que él mismo ha sostenido en el pasado. Esa actitud, tan saludable, le ha convertido a veces en alguien sospechoso, incorrecto, incómodo. Pero a mí Savater me resulta estimulante incluso, o sobre todo, cuando no participo demasiado de sus puntos de vista. Uno de los integrismos más antipáticos es el de quien se muestra incapaz de relajar sus convicciones. Y yo siempre estoy dispuesto a que mis convicciones se agrieten, sobre todo cuando sobre ellas dispara un tipo como Savater. Por descontado, tampoco soy un integrista de Savater pero le respeto tanto que cuando difiero de él no puedo evitar pensar que el equivocado, o el idiota, tal vez sea yo.

Savater no para de hablar, de lanzar ideas, observaciones, recuerdos, ironías, ocurrencias, anécdotas. Un día, cuando estaba con su maestro Cioran, el colmo del pesimismo, Fernando aspiraba a demostrarle que él también era bastante pesimista. Pero Cioran no hacía más que desacreditarle como cenizo y, al dedicarle un libro suyo, le escribió: “A Fernando Savater, agradeciéndole sus esfuerzos por ser pesimista”. Fernando es divertido y cariñoso, algo que se agradece mucho en un sabio. A sus 65 años continúa militando en la alegría, una de las pocas cosas de la que se considera fundamentalista. Él se define como un pesimista activo y quizá por eso se empeña en crear alegría, porque sabe que, si bajamos los brazos, nos va a devorar la tristeza. La siesta es otra de esas grandes cosas por las que es capaz de perder el sentido. Le pasa un poco como a mí, que si un día no me puedo echar la siesta se me estropea la cabeza y ando por la tarde como un zombie.

Un espanto que ha marcado la vida de Savater es el terrorismo etarra. El otro día Fernando recordó el punto de inflexión en la manera de mirarle aquella banda asesina y mafiosa. El mundo abertzale lo creía uno de los suyos y en 1981 le invitaron a participar en un acto contra la tortura. En su intervención Savater condenó la tortura hacia los presos etarras pero, también, abominó de la tortura a la que estaba sometido el ingeniero José María Ryan, que en esos días permanecía secuestrado por ETA y que luego fue ejecutado. Desde entonces, el clima en su adorada Donosti se hizo totalmente irrespirable para Fernando. Se trasladó a Madrid y hubo de convivir con la amenaza de que cualquier día podía ser asesinado. Sin embargo, Savater no solo no se arrugó sino que intensificó su agresividad intelectual contra el terrorismo y el lado más siniestro, absurdo y endiablado de los nacionalismos. Savater no movía una ceja sin los escoltas alrededor. Ese disparate dio un vuelco a sus costumbres cotidianas. Entre otras cosas, dejó de ir a las salas de cine. Desde aquella época, solo ve cine en DVD.

Su último libro, “El traspié. Una tarde con Schopenhauer” es una deliciosa pieza teatral en la que Savater fabula sobre la relación de Schopenhauer con Elisabeth Ney, la escultora para la que posó durante meses. En un momento dado, Savater pone en boca de Schopenhauer una de esas frases que no tienes más remedio que subrayar: “A los hombres solo nos gusta retener a las mujeres capaces de dejarnos”

Savater es el filósofo español más popular y leído de las últimas cuatro décadas. Mi madre Felicitas de 87 años se ha zampado estos días “Ética para Amador” y “Política para Amador”, dos de sus best sellers. Savater ha consagrado buena parte de su vida y obra a exaltar la alegría, la felicidad, la educación, la cultura, la ética, la tolerancia y la dignidad moral e intelectual. Es curioso: a la vista de la basura que nos rodea, parece que hemos leído a Savater solo para saber cómo llevarle, exactamente, la contraria.

 

*La foto la tomo de aquí.

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22/03/2013 15:09 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

UN AÑO DE 'POR AMOR AL ARTE'

‘Por amor al arte’ cumple un año en Aragón TV
 
El programa cultural de la televisión autonómica celebra este sábado su primer aniversario en emisión con entrevistas a María José Cabrera, pregonera de la Semana Santa de Zaragoza, y Lina Vila, dibujante y grabadora.  
 
‘Por amor al arte’ celebra este sábado su primer año de emisión en Aragón TV con un programa lleno de Pasión, que tendrá como invitadas a dos grandes mujeres. Por un lado, la periodista y maestra de periodistas María José Cabrera, que se convertirá unas horas más tarde en pregonera de la Semana Santa de Zaragoza. Gracias a la compañía de esta invitada de lujo – colaboradora habitual en las retransmisiones que Aragón TV organiza en estos días de Pasión-, el espacio ahondará en la historia y la cultura que rodea a esta antigua tradición tanto en la capital del Ebro como en el resto de la comunidad.
 
Por el otro, la pintora, dibujante y grabadora Lina Vila. La autora, cuya obra ha sido expuesta desde Aragón a Alemania, expone estos días en el Espacio Valverde de Madrid, con una colección que supone su regreso a la pintura y una forma de duelo por su compañero perdido, todo un personaje de la cultura aragonesa: su querido Félix Romeo.
 
Además, como cada semana, los colaboradores del programa dejarán su poso especial. El espacio de cultura de Aragón TV abre cada semana una ventana a los creadores de esta comunidad, al cine, la literatura, el teatro, la danza, el diseño y las artes plásticas. Adriana Oliveros presenta este espacio que produce Zeta Audiovisual Aragón para la televisión autonómica y que se emite los sábados entre las 12:10 y las 13:00 horas y que acerca el “enorme caudal creativo que genera esta tierra” a través de entrevistas y reportajes.
 

ENTREVISTA CON ADRIANA OLIVEROS

 
“Entrevisté a Carmen París con mi vestido y unos imperdibles”
 
P.- Cada sábado tratas de hablar de cultura pero sin solemnidad ¿es eso posible?
 
Desde luego… La cultura es pura energía. Es alimento para el alma y para el cerebro. Y es todo color. Yo creo que es necesario airear la cultura y sacarla de los círculos cerrados y los compartimentos estancos para que respire y para que todo el mundo pueda respirar de ella. Estoy convencida de que por lo general, la gente tiene ganas de aprender, de conocer… Si queremos que la gente participe del hecho cultural, debemos hacerlo accesible.
 
P.- ¿Como ves el panorama cultural de Aragón?
 
Es un mundo lleno de gente con ganas de hacer, de crear, con imaginación… Incluso ahora, con las cosas muy difíciles, ellos buscan caminos para poder sortear las barreras. Cuando conoces a cerca de los agentes de la cultura te das cuenta de que, en el fondo, son un colectivo de pequeños emprendedores, de empresas chiquititas con ganas de sacar adelante su sueño, por difícil que sea… Y muchas veces lo hacen, como titula el programa, Por amor al arte… Carmen Gil, redactora nuestra, hace cada semana una sección de “Oficios del arte” que nos demuestra esto mismo. La cultura también es un motor económico.
 
P.- ¿Se conoce a nuestros artistas fuera? ¿Se venden bien?
 
Yo creo que a ellos se les conoce, pero nosotros no sabemos presumir de ese hecho. Nosotros no sabemos, en algunas ocasiones, la altísima valoración que fuera de Aragón se tiene de algunos creadores… Esto pasa en la cultura y en otros muchos sectores. Es un problema de base del que adolecemos los aragoneses: tenemos imaginación, capacidad de trabajo, espíritu de superación, ingenio… Y, pese a todas estas cualidades, nos falta creérnoslo.
 
P.- En un año han pasado por el plató muchos invitados ¿Con qué momento te quedarías?
 
Hay muchos. Me encantó tener a Javier Tomeo, como lectora… Y a Fernando Lalana: aún conservo el ejemplar que mi padre me regaló siendo niña –segunda edición, del 83—de “El secreto de la arboleda”… Pepe Cerdá y su ingenio, la gente de los festivales, que siempre te llena de energía... Cada programa aprendemos algo. Sin ir más lejos, la visita de María José Cabrera esta semana fue para mí maravillosa, porque como periodista que soy la considero una maestra…
 
P.- Cuentas con dos colaboradores de lujo. ¿Qué aportan al programa Luis Alegre y Antón Castro?
 
No sólo son maravillosos. Es que además son generosos, divertidos y hacen el trabajo muy fácil. En realidad, son más que colaboradores. Ellos tienen su espacio donde crean a sus anchas. Yo no me atrevería a intervenir en el trabajo de Antón que, de literatura, sabe mil veces más que nadie del equipo… Y eso por no hablar de Luis. Tiene una genialidad incontrolable. Y mira que la directora lo intenta (risas)…
 
P.- En televisión todos los programas son necesariamente “de equipo”. Por las características de este espacio, por la cantidad de áreas que abarcáis es fundamental que funcionéis de una forma coordinada.
 
No sólo hay que trabajar de una manera coordinada. Es importante ser permeable a las ideas y no dejarse vencer por la rutina que siempre es el gran enemigo de los programas “estables”… Y echarle imaginación ya que los presupuestos ajustadísimos nos afectan a todos, también en la televisión, aunque el espectador piense a veces que este es un mundo a todo color… Nosotros tenemos un equipo de gente muy polivalente. No hay nadie que haga solo una cosa, desde la directora, Montse Alcañiz, al realizador, José Manuel Calles, pasando por Belén Herrero, que produce a mil por hora.
 
P.- Han sido muchas grabaciones… ¿Alguna anécdota en este tiempo?
 
Todas las del mundo y más. Empezando por el hecho de que estrenamos dos meses después de una maternidad mía (la vida es así y hay que adaptarse), con todo que esto supuso... Con Carmen París sufrimos la anécdota del año. Es una gran despistada y vino de estar por casa, pensando que era una entrevista de radio… Como es una todoterreno, se colocó un vestido mío que le venía mil tallas grande sujetado con imperdibles, las botas de la productora, la chaqueta de no sé quién y encima estaba guapísima… ¡Es un fenómeno de mujer!
 
 
P.- ¿Qué nos espera en el futuro?
 
Espero que mucho más aprendizaje… Muchos más sábados de saberes con sabor. Mucha documentación para cada una de las entrevistas. Y siempre algo nuevo en el horizonte. En este programa siempre estamos estrenando algo. Una sección o un espacio para cortometrajes de la tierra, como los que se están emitiendo durante esta temporada después de cada programa. Creo que nos contagia el ambiente; nos contagian los invitados…  Al fin y al cabo, esto es Por amor al arte.

 

*Esta información la remite el servicio de prensa de Aragón Televisión.

 

22/03/2013 15:22 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

CINCO LIBROS, CINCO AUTORES

España vive uno de los mayores desconciertos políticos de la democracia. Felizmente, en medio del caos, la gente sueña y apuesta por una ejemplaridad más inadvertida. 

 

 

Algunas emocionantes formas de amor y rebeldía

 

 

Los EREs, Bárcenas, los dos jueces que se pelean entre sí, Ponferrada y el escándalo de Blanco, y los ominosos secretos de la financiación del PP lo dominan todo. España se ha convertido en un país inverosímil y carpetovetónico. Aragón no anda a la zaga: resulta soez que unas Cortes se otorguen privilegios de los que carece la ciudadanía. Pero hoy no vamos a escribir de esto, sino de otros protagonistas, de distinta ejemplaridad.

Empezaré con Sergio del Molino y con su libro ‘La hora violeta’ (Mondadori), uno de estos textos que te dejan sin aliento: cuenta la conmovedora historia de su hijo Pablo, describe un estado inédito en casi todos los manuales, el de los padres huérfanos, habla de la inmensa ternura y profesionalidad de las oncólogas, y de la vocación esencial de un ser humano que, en la mayor adversidad de la vida, se siente, además, literatura.

Ignacio Martínez de Pisón es objeto de un monográfico de ‘Turia’: Pisón es el narrador natural, el ciudadano tranquilo, el talento que fluye. Sus libros nacen de la vida, sin imposturas y sin ningún arrebato apocalíptico. Es el escritor que no va de nada, que asimila las lecciones de la historia y que sufre a diario por el destino del Real Zaragoza.

Antonio G. Iturbe es escritor y periodista de Casetas, emigrado a Barcelona. Ha alcanzado el éxito con una novela inspirada en hechos reales: la historia de la niña de Praga, Dita Kraus, que  fue recluida en el campo de concentración de Auschwitz; allí, con ocho libros y con la complicidad de un judío extraño, logra crear un refugio especial para los niños en la barraca 31. En ‘La bibliotecaria de Auschwitz’ (Planeta) la vecindad de la muerte se amortigua con las palabras y los sueños.

Antonio Pérez Morte (1960-2013) estaba muy feliz con un nuevo poemario: ‘Cuerpos de luna’ (Celya), pero un infarto inesperado puso fin a sus días. Ahora nos llega ese libro de amor, de deseo, de recuento, de exaltación de la amada (Ana) y del paisaje, un libro vibrante donde se lee: “Despertar contigo. / Ser testigo de la primera sonrisa / en tu rostro somnoliento. / Compartir el deseo / de inventar cada mañana la vida / y detener juntos el tiempo”.

David Mayor, poeta y profesor, publica ‘31 poemas’ (Pre-Textos): un libro sobre el viaje interior y exterior de alguien que busca la palabras precisas para hablar de sí mismo, de lo que ve y de lo que sueña, y para recordar a su fallecido padre: David acudió a la presentación en Antígona con una camiseta que había usado su progenitor, futbolista del Huracán, y con sus zapatos. Si eso no es amor...

 

*Este artículo se publicó el lunes en Heraldo de Aragón. Tomo la foto de David Mayor de https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-bdf8005f45699504aed0c851121d8d56.jpg

HOMENAJE A MARIANO CARIÑENA

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[La noche del sábado al domingo fallecí en Zaragoza Mariano Cariñena Castell. Hoy, miércoles 27, recibe un homenaje en el Teatro Principal de Zaragoza: el hall pasará a llevar su nombre. Cuelgo aquí uno de los artículos que le dediqué el lunes.]

 

 

Mariano Cariñena:

adiós al creador total del teatro de Aragón

 

Muere a los 80 años el fundador del Teatro de Cámara y del Teatro Estable, un humanista integral que fue actor, director, escenógrafo y pintor

 

 

 “Le dio un ataque por la mañana, lo ingresamos con toda rapidez y falleció al anochecer. No se enteró de nada”. Así explicaba Marisol Albiac, esposa, compañera constante y diseñadora de vestuario del Teatro Estable, el adiós de Mariano Cariñena (Zaragoza, 1932-2013), uno de los personajes claves del teatro aragonés del último medio siglo. Era un humanista integral: se educó en el Colegio Alemán, luego en Jesuitas; realizó estudios de Arquitectura y de Pintura en Barcelona durante tres años, llegó a exponer en la sala Libros de Víctor Bailo, y estuvo un curso completo en París, en la Escuela de Beaux Arts, un período que aprovechó para descubrir al poeta Paul Verlaine, al novelista Roger Martin Du Gard y al cantante Georges Brassens, aunque el músico de su vida era Paul Hindemith.

Hijo de médico y militar y de una mujer refinada que tocaba el piano, que tuvieron seis hijos, solía decir que se había aprendido el ‘Claro de luna’ de Beethoven como quien aprende un poema. Fue un niño y adolescente de calle, en los alrededores de la plaza de Los Sitios y del río Huerva, y pronto se convirtió en un espléndido deportista: él y su amigo Jaíto ganaron varios campeonatos de natación de Aragón. Más tarde jugaría al tenis y recordaría algunos choques con el catedrático Francisco Ynduráin, en pelota a mano. A principios de los años 60 se asentaría definitivamente en la ciudad y se vincularía al mundo del TEU de Juan Antonio Hormigón, a David Giménez, a Federico Torralba y a Ángel Anadón.

En 1961 creó los decorados de ‘El embrujado’ de Valle-Inclán. Allí descubriría algo que le interesó mucho: el espacio escénico, la carpintería teatral, la elaboración de escenografías. En 1963 fundaría el Teatro de Cámara, que será muy determinante en su carrera. Realizará montajes de Azorín, de Oswaldo Dragún, de Max Frisch, de George Bernard Shaw o el ‘Retablo de la lujuria, la avaricia y la muerte’ de Valle-Inclán, pero también adaptará piezas de Ionesco o de Fernando Arrabal, que será uno de sus autores de cabecera, sobre todo de su nueva compañía, el Teatro Estable, que fundó en 1971, y que contará con actores tan importantes como Eduardo González, María José Moreno, Luisa Gavasa, Balbino Lacosta... Mariano Cariñena, como lo serían Pilar Delgado, Pilar Laveaga, Mariano Anós o Paco Ortega, ha sido un maestro de actores: son muchos los que descubrieron la complejidad de las tablas a su lado.

 Cariñena concurrió con su formación, en 1966 y 1967, a los Festivales de Teatro Nuevo de Valladolid. Allí estrenaron una pieza que siempre ha sido una debilidad para Cariñena, “tal vez la primera pieza de teatro moderno”: ‘Woyzeck’ de Georg Büchner. El teatro ha sido una forma de interpretación de la realidad para Cariñena. Y una forma constante de crítica, de intervención social y de posicionamiento marxista. Solía decir que él se había hecho seguidor de Marx a través del teatro. Gracias a sus estudios en el Colegio Alemán y a las clases que le dio el profesor de filosofía Benno Hübner aprendió alemán, y tradujo a Bertolt Brecht y a su discípulo Peter Hacks.

La lista de montajes es enorme: ‘Los mercenarios’ de Torres Naharro en 1972; ‘Oficina de horizonte’ de Miguel Labordeta en 1977; la ‘Comedia tesorina’ de Jaime de Huete en 1979; ‘A puerta cerrada’ de Sartre en 1986 o, entre otras, ‘Enrique IV’ de Luigi Pirandello en 1990.  También llevó varias obras suyas a la escena como ‘Fábula de la fuente y la raposa’, ‘El cuento al revés’ ‘De brujas, moras y diablos’. Montó espectáculos con la Escuela de Teatro, a la que dirigió durante casi veinte años, hasta su jubilación en 2002, y con Pingaliraina. Lo hizo casi todo: fue autor, actor, traductor, adaptador, cartelista, escenógrafo y director. Y era un estudioso y un investigador del contexto de cada pieza: solía decir que cada obra nacía de un trabajo que tenía algo de tesis doctoral, y de citas con historiadores universitarios y profesores como los citados Ynduráin y Hübner, Juan José Carreras o José-Carlos Mainer.

Mariano publicó varios de sus textos en el sello Arbolé, participó como actor en ‘Johannes’, un corto de carácter místico y poético de Graciela de Torres, y recibió diversos homenajes. En 2004, el Centro Dramático de Aragón publicó el libro ‘Conversaciones con Mariano Cariñena’. Allí este hombre total de teatro, zaragocista hasta la médula, que será enterrado en la intimidad, decía: “El teatro ha sido mi vida y en cada nuevo montaje he intentado ir algo más lejos. Aprender, mejorar, arriesgar y emocionar”. La creación ha sido su mejor estímulo.

 

*Las fotos de Mariano Cariñena las tomó José Miguel Marco. 

BEBO VALDÉS... Y ZARAGOZA TEMBLÓ

 

El Auditorio de Zaragoza cumplirá veinte años en 2014. Es, tal vez, el mejor equipamiento cultural del siglo XX en Aragón. En 2008, en uno de sus camerinos, aparecieron Bebo y Chucho Valdés. Iban a ser objeto de una entrevista. Habían estado ensayando para un concierto de jazz y de música latina. En la estancia había un piano: lo vieron, se sentaron y empezaron a tocar. Improvisaron: desde ‘Lágrimas negras’ a ‘De dónde son los cantantes’. No decían ni una palabra: sonreían. Padre e hijo se miraban de vez en cuando, Bebo con su eterna sonrisa de azúcar y de bondad, Chucho, con su gorra blanca y su aire de grandullón displicente. Tocaron como si nada más de quince minutos. El operador de cámara de ‘Borradores’ lo recogió todo: el sonido, el movimiento de aquellos veinte dedos que concentraban la melodía esencial del mundo, las sonrisas, el movimiento de los hombros y las cabezas; el operador, tan asombrado como la cámara, captó incluso la perplejidad de los espectadores: una realizadora, dos periodistas, las gentes del Auditorio. Aquello se había convertido en un festín de sonidos. Dos hombres, padre e hijo, juntos y sentados al piano. Recuperaban sensaciones de antaño, los días perdidos, mitigaban incluso sus diferencias políticas: Bebo se había ido de Cuba porque se había negado a delatar a un compañero y había hecho su carrera alrededor del mundo, con base y amor en Suecia; Chucho era uno de los embajadores más célebres de Fidel. Entonces nadie pensaba en eso. Era tal la comunión, era tan inefable la emoción, que todos estábamos transidos. Dijo Bebo, que acaba de morir: “¿Es que nadie nos va a preguntar?”. Esa noche, con dos pianos, provocaron otro milagro de Candeal: Zaragoza tembló.

 

27/03/2013 08:41 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

ÁNGEL GUINDA: VIDA Y CRUELDAD

[Ángel Guinda publica un nuevo poemario en Olifante, ‘Rigor vitae’. Esta es la sinopsis de un nuevo y ambicioso proyecto de alguien que vive la poesía con una intensidad muy especial. Vida y poesía, belleza y dolor fundidas. El libro se el próximo mes de abril, a las 19.30, en el Palacio de Sástago.

Dice la sinopsis:

 

[Olifante Ediciones de Poesía inicia la Segunda Época de su primera colección con el libro (‘Rigor vitae’), de Ángel Guinda, que el autor traduce como (‘Crueldad de la vida’). Soliloquio en tres secciones: “Cantos del luto”, “Las islas siempre esperan” y “El mal de las flores”, respectivamente centradas en la vida severa –particularmente de la actual época opaca-, la perenne caducidad del amor y la inminencia de la muerte. En un reto de convertir la forma en fondo, la estructura de los textos experimenta con la respiración del mensaje mediante el silencio del interlineado, la sustitución de palabras por símbolos o la convivencia de géneros poético, narrativo y dramático.]

He aquí dos poemas, por cortesía del amigo y gran poeta.

 

YO NO PUEDO ESCRIBIR en el aire.

 

(Intuición es una ventana con los cristales limpios.)

 

Yo no puedo escribir en el crepúsculo.

 

(Iluminación es la ventana sin cristales.)

 

Yo no puedo escribir en el fuego, en el vapor, en la espora.

 

(Visión es aparición ojos adentro.)

 

Ni creo que el vuelo del tordo sea un papel de calco.

 

(Goya pintó los desastres de la guerra. Yo cantaré los horrores de la paz.)

 

¡Cantaré! Con los seis ojos de los abulones, con las castañuelas de los rastrojos en llamas, con los cencerros del ciclón. Espoleado por el caos.

 

¡Entonaré el duelo de esta época opaca por la brutalidad, las retinas desprendidas del hostigamiento y el aspa tartamuda de la aflicción!

 

(Tengo miedo cuando abro los ojos.)

 

 

 

 

ARDER

 

 

No arde el papel en lo que escribo,

arde lo que me escribe como una delación.

 

¿Arde el silencio que me llama?

 

Arde la señal de la cruz.

 

Escalera de agua a las estrellas,

arde el desasosiego en las pirámides de mis pómulos.

 

Arden las palabras que rebotan dentro del poema

como una sordera de pintura rupestre.

 

Arde la catástrofe en el bosque del papel.

 

Arden los océanos como un disparate.

 

“Arde el incendio del sol.”

 

Juana de Arco, Servet, Giordano Bruno siguen ardiendo.

 

¡Arder, arder!

 

(Ser humo contra el viento.)

 

*La foto de Ángel Guinda es de Lara Albuixech. Se puede ver aquí:

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ÁNGEL GUINDA, SOBRE 'RIGOR VITAE'

Ángel Guinda es uno de los grandes poetas españoles. A menudo demasiado inadvertido. Acaba de publicar ’Rigor vitae’ (Crueldad de la vida) en Olifante. Uno de esos poemarios que contienen un descenso al infierno de la vida y de la imaginación. He aquí un diálogo sobre el libro.

Ángel Guinda: "Escribo para no morir"

 

- Ángel, Premio de las Letras Aragonesas, Premio Imán por su creación literaria, felizmente jubilado, parecía que debías estar muy feliz. Eras querido, elogiado reconocido…Y sin embargo…

Estoy feliz conmigo mismo y soy feliz en mi vida privada. Pero me torturo al empatizar con los afectados por una situación de desgracia individual  injusta, alarmante e impuesta por un sistema bestialmente egoísta, descerebrado e inculto que pretende hacerse fuerte esclavizando a los frágiles; sabiendo –por enseñanza de Nietzsche- que los fuertes son los deleznables y los frágiles son los fuertes.

 

- ¿Qué pasó por tu cabeza y por tu pluma en los diez meses de Rigor vitae?

En primer lugar esta pregunta incriminadora de Jean Baudrillard: “¿Qué hace usted con la realidad de la miseria, del sufrimiento y de la muerte?” En segundo lugar la confianza en la capacidad del lenguaje poético para subvertir el desorden actual de las cosas, creer en la fuerza metafórica para reinterpretar el mundo. Gritar que la verdad aún no es mentira, demostrar que la mentira nunca será verdad. Y llevar a la práctica este lema que se me apareció: “Goya pintó los desastres de la guerra, yo cantaré los horrores de la paz”; porque estamos viviendo una globalizada y silenciosa manifestación  permanente de paz violenta que nos inyecta sobredosis de resignación estéril.

 

- ¿Cambió tu percepción de la poesía o de la vida en este tiempo?

Por supuesto. Cuando la realidad es tan brutal, inútil o aniquiladora de  inteligencia, sensibilidad, dignidad, memoria y conciencia; cuando el Poder –paradójicamente tan débil, interesado e ineficiente- se ha apropiado cínicamente del valor de expresión y comunicación de la palabra, el escritor debe poner su imaginación al servicio de los demás para rehabilitar el lenguaje, para renombrar las cosas hacia una nueva y mejor realidad moral que resuelva el conflicto de destrucciones entre la realidad evidente y la realidad virtual.

 

- ¿Cuáles son las claves de este libro, por qué hay tanta tiniebla, tanta sombra? Parece el libro de un viaje al infierno del que se regresa seriamente tocado, gravemente enfermo…

El poeta se identifica con el sufrimiento, con la caducidad de todo: “el mal de las flores, que es su marchitar”. Hay palabras que se repiten a modo de claves: luto, humo, fronteras, clavos, tornillos, mazo, sombras, hienas, tenias o solitarias, serpientes, cuervos, búhos, lechuzas, leonas, búfalos, guepardos…Hay una visita dantesca al Purgatorio en la Tierra (“donde tantos sufren y otros miran sufrir”), en una atmósfera de “Rigor vitae” o “crueldad de la vida” para los vivos resistentes, aquellos para quienes la vida es un secuestro y nunca han visto al Secuestrador (¿Dios, la fatalidad de haber nacido?

 

- ¿Querías describir lo terrible, el terror de estar vivo?

Durante los últimos años vivo y escribo con una sensación de abismamiento interior con respecto al vacío exterior. En ese abismamiento coinciden el dolor personal de ese unamuniano sentimiento trágico de la vida y el dolor cívico por el prójimo que resiste pacíficamente el acoso violento de un presente oscuro y al más incierto y negro futuro sin perspectivas, sobre todo para jóvenes y ancianos. ¿No es esto aterrador?

 

- Perdona la frivolidad: ¿qué le debe este libro a la crisis? Hay ecos claros en varios poemas: “Los inmigrantes”, “Entre quitamiedos…” o “Concatenaciones”.

La primera sección del libro (“Cantos del luto”) es una reacción de vitalismo hostil contra la crisis económica, de valores, de conocimiento e identidad del ser humano desamparado, ahogándose en medio tanta suciedad social, política, económica, religiosa, institucional.

 

 

 

- Dices: “Uno pasa la vida persiguiendo sombras”. ¿Eres un perseguidor de sombras?

En una civilización decadente, en un mundo y un tiempo inseguros, la paz, la felicidad, el amor, la cultura, se convierten en sombras de sueños inalcanzables. Debemos perseguirlas y aniquilarlas para volver a instalarnos en la energía de la voluntad, del esfuerzo, de la quimera y de la utopía.

 

- También te retratas, o al protagonista de tus poemas, como un hombre de humo. ¿Por qué?

El protagonista de los poemas es el poeta mismo. El humo aparece como símbolo de la fragilidad, de la evanescencia, de lo efímero, de la caducidad de todo frente a la nada. Durante toda mi vida he fumado y fumo demasiado, vivo en una nube de humo: aquí está el referente real.

 

- ¿Es este tu libro más existencialista y desgarrador, tienes la sensación de que nunca habías descendido hasta un pozo tan profundo de desesperación?

Mi poesía siempre ha sido existencialista, y ahora todavía más. En momentos de insultante superficialidad, de caída del ser humano en la banalidad anuladora (ya lo percibió Heidegger), hay que profundizar en el pensamiento, en los sentimientos, en las emociones con afán regenerador, rehumanizante, por más que pensar cueste lo impensable, por más que tanto profundizar nos hunda.

 

- ¿Cómo dirías que es aquí tu forma de rebeldía, de protesta?

Una insurrección del lenguaje, dar a la palabra poética el mayor protagonismo posible: hacer de ella una religión, una política, un exilio, un destino, una pasión por la que permanecer vivos, un escudo, una estrategia guerrillera de autodefensa y agresión a cuanto nos agrede.

 

- ¿Has dejado de creer en la política y en la Historia?

Me he anarquizado más. Pero como demócrata inocente necesito seguir creyendo en la política como medio de defensa de los derechos de las personas, como instrumento para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Y necesito creer en la Historia como espejo en el que el individuo y los pueblos reconozcan sus orígenes, su pasado, y así comprendan el presente en el que se encuentran y el futuro al que se proyectan. Otra cosa es que me sienta invadido por un desengaño que invita a desertar de la política y de la Historia por culpa de políticos corruptos e historiadores parciales: hacia unos y otros mi condena total.

 

A veces he tenido la sensación de que eres un romántico sombrío, un expresionista desolado, un hermano de leche de desgarraduras de Cioran y de Víctor Mira…

Milito en el romanticismo como revolución aún no agotada, y también en cierto expresionismo torturado que exagera y distorsiona los hechos para conseguir el máximo impacto emocional. Las vidas y obras de Cioran y de Mira forman parte de mi imaginario cultural.

 

¿Cómo se puede sostener durante tanto tiempo la intensidad poética, la búsqueda de lenguaje, la conciencia del arte en esta vecindad de la muerte?

Aceptando el destino poético por el que uno se siente requerido y la creación de lenguaje como venganza contra la desaparición que nos impone la muerte. Acaso escribo para no morir, aunque me deje la vida en lo que escribo.

 

¿Sería, no, la muerte el tema de este libro?

El tema principal. La agonía o lucha del superviviente ante la decidida y perenne acechanza de la muerte. Todos convivimos con la muerte.

 

 

 

 

¿Has querido hacer una elegía a ti mismo o conjurar la tentación del suicidio?

El libro contiene una elegía al mundo en esta época opaca y una elegía a mi propio mundo personal en los inicios de una salud precaria, degradación y acabamiento. Respecto al tema del suicidio (presente en mi poesía desde sus comienzos) mi instinto de conservación, pese a la tendencia autodestructiva, me recuerda estas palabras de Cioran: “Quien no ha pensado nunca en matarse se decidirá a ello mucho antes que quien no deja de pensar en ello”.

 

Dices que eres un desertor de este mundo. ¿Qué salvarías, existe algún mensaje de esperanza en este libro?

- El triunfo del lenguaje y de la Naturaleza. El mensaje esperanzador que incita a huir de toda negatividad: “¡Escapar! Siempre hacia lo irreal, siempre hacia lo imposible. ¡Y escapar después de la escapada!”

 

 

JULIO ESPINOSA: UN DIÁLOGO

“La poesía es una forma de estar en el mundo”

 

Julio Espinosa Guerra, poeta chileno afincado en Zaragoza, presentaba hace unos días su nuevo poemario: ‘La casa amarilla’ (Pre-Textos), dedicado a la memoria de su padre

Julio Espinosa Guerra (Santiago de Chile, 1974) inaugura mañana en Puerta Cinegia la nueva sede de la Escuela de Escritores de Zaragoza. Allí se presentará su poemario ‘La casa amarilla’, que publica Pre-Textos. Arranca así: “Recolecto los frutos de la memoria bajo el manto de la nieve”.

 

¿Cómo nace ‘La casa amarilla’, cómo está conformado este poemario que recibió el premio ‘Villa de Cox’ en Alicante?

-El libro está escrito en versículo/prosa poética. Son trece poemas largos que conforman un todo. ‘La casa amarilla’ era la casa de mi infancia, en una zona semirural, en la pre-cordillera de Los Andes. El libro/poema está dedicado a mi padre, que murió en febrero de 2011. Lo concluí en febrero de 2012.

 

 

¿Cuáles son sus temas?

Lo escribí jugando con el recuerdo y la ficción, intentando sacar de las palabras esas sensaciones, esos aprendizajes de mi niñez, todo lo que me dio mi padre. Construyo una casa amarilla que no es la original, pero que la rememora. El objetivo es que el lector entre en ella y descubra su propia casa. Así, es un homenaje a mi padre y a la niñez, pero también a los padres y las niñeces de todos.

 

 

¿Cómo está escrito desde la atmósfera, el uso del lenguaje y el poso filosófico que hay en él?

-La poesía es una forma de estar en el mundo, de instalarse en él. Te hace mirar de otra forma las cosas, de leerlas sin el peso de la palabra cerrada como un candado. La poesía abre la perspectiva y permite volver a sentir las cosas: de pronto el mundo aparece frente a los ojos y ya no es más el lugar común del uso constante de las mismas palabras. La poesía, de este modo, refresca el lenguaje y nos permite acercarnos a experiencias y situaciones olvidadas, nos regala el estremecimiento de la primera vez.

 

¿Qué lugar ocupa la poesía en su vida y en su trayectoria? 

-Y sí, escribo mucho, pero menos de lo que me gustaría. Al final uno escribe porque quiere mostrar algo a los demás, algo que uno “ha leído” del mundo, ha bebido y piensa que quizá los otros no. Es una propuesta estética y también ética. Novela y poesía, así, van de la mano. Dos senderos que se bifurcan para volverse a unir y, luego, volver a bifurcarse, que se potencian mutuamente, se enriquecen, y nos permiten presentir más y mejor todo lo que ocurre a nuestro alrededor.

 

 

28/03/2013 19:55 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

FERNANDO SARRÍA: UN DIÁLOGO

“‘El buril y la piedra’ es un libro de crisis”

 

Fernando Sarría publica su octavo poemario, que refleja el desencanto interior frente a la sociedad convulsa

  

Hoy es el Día Mundial de la Poesía. Fernando Sarría (Ejea de los Caballeros, 1957) se anticipó a la celebración. El miércoles de la semana pasada presentaba su octavo poemario, ‘El buril y la piedra’  (La fragua del trovador, 2013) en El Albergue de la calle Predicadores. Dice: “Un buril rasga mi corazón. / Soy una piedra”.

 

¿Cómo está organizado el libro?

-‘El buril y la piedra’ es un poemario que no tiene una organización interna predeterminada, un hilo conductor lineal. Es más, quizá se le pudiera achacar que adolece de eso,  ya que curiosamente es más bien una amalgama de poemas que se unen por sedimentación, por eso algunos temas vuelven a aparecer al cabo de varias páginas, entremezclándose unos con otros.

 

¿Cabría hablar de un mensaje específico?

-En conjunto es posiblemente un libro de crisis. Contra la crisis colectiva que desde hace tiempo empapa la sociedad creo que hay varias maneras de plantarse: unas buscan ser voz de las personas que salen a la calle, se manifiestan en foros, con pancartas, con pintadas en las paredes o cualquier otra manera de darse a entender contra las injusticias, todas muy loables por cierto y donde la palabra del poeta puede tener acogida...Yo, sin saber por qué, me he volcado en la introversión, en mirarme para dentro, plasmar preguntas que en realidad no son ajenas a nadie y que tienen que ver con las personas y la palabra como medio de comunicación de lo que nos pasa.

 

 

¿Ha querido componer un poemario sobre la soledad, la oscuridad, la contemplación?

-Hay mucha soledad en cada uno de nosotros. Quizás todo el poemario está hablando de ese yo que nos pregunta muchas cosas, cuando con serenidad nos abstraemos del resto de cosas exteriores, en un intento de contemplar en silencio,  percibiendo todo lo posible. Por ejemplo, cómo se suceden los acontecimientos atmosféricos y estacionales a lo largo del tiempo y como eso incide en mí.

 

 

Parece su libro más intimista. ¿Lo es?

-Pasa a ser el libro más intimista escrito por mí, es un hecho, porque creo que en este poemario sobre todo hablo para adentro en casi todos los poemas. Yo soy fundamentalmente el lector y el que habla: “Descanso y callo. / Cierro los ojos, apenas perceptible y mansa / cae la lluvia, deja heridas y lumbre en mi corazón”. Aunque es verdad que muchas personas que lo han leído se ponen en uno de los lados.  Así, es posible un diálogo más intenso entre el que escribe y el que lee.

 

¿Cómo está escrito en cuanto a lenguaje ‘El buril y la piedra’? ¿Cuál es su relación con el lector?

El lenguaje, en cuanto a vocabulario y estructura,  es sencillo, y quizás sea la búsqueda de  imágenes lo que más puede impactar en el lector que coja el libro y llegue a mis poemas por primera vez, y en ellas, en las imágenes, puede residir la única dificultad; pero aún así, el que tenga costumbre de leerme en las redes sociales estará familiarizado con ellas suficientemente.

 

Este es su octavo libro. ¿Cómo cree que ha madurado?

Decir si hay una maduración poética o no es complicado; pero sí es evidente un cambio en cuanto a lo que he buscado (o simplemente he encontrado), también en mi posición ante determinadas cosas. Lo cual quizás implique que estoy cambiando en mis posiciones poéticas o en mi manera de escribir. Sencillamente voy escribiendo sobre lo que en cada momento necesito y cómo lo necesito: “Escribo en el agua un nombre borroso / y me inundo de todos los recuerdos / en el breve instante en que vuelvo a ser arena”.

28/03/2013 19:59 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

CRISTÓBAL TORAL: AMPLIO DIÁLOGO

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ENTREVISTA. CRISTÓBAL TORAL

 

“Soy un artista, figurativo y moderno, de mi tiempo”

 

 

Antón CASTRO

Cristóbal Toral (Torre-Alhaquime, Cádiz, 1940) es un gran trabajador. Un artista y un artesano del taller. Disfruta, investiga, y siempre está ahí, con el pincel en las manos, volcado con su obra. Es un pintor que destila el color y la memoria en el lienzo en una reinvención de la realidad. Ha encontrado un objeto que le funciona como una metáfora o un asidero: la maleta. Es como sus personajes solitarios, que esperan con más tristeza que otra cosa, el gran protagonista de sus lienzos: esos cuadros trabajados en la luz, en la atmósfera, en los detalles, en una idea de ilusión, y que quieren ser fieles a un doble principio: las leyes eternas de la pintura y el afán de pintar el tiempo en que se vive. En esta exposición, que tiene algo de antológica, recoge piezas de casi medio siglo de su carrera: desde 1975 hasta hace unos días, cuando terminó un impresionante díptico a la acuarela: una parte en color, y la otra en blanco y negro. Aquí hay lienzos, acuarelas y dibujos, y están todas sus series y muchos de sus cuadros fundamentales como ‘El tren’, ‘El paquete’, ‘El espejo’, ‘Mirando una fotografía’, ‘La llegada’ o, entre otros muchos, una pieza impresionante que acaba de culminar: ‘La colección moderna del archiduque. D’après de David Teniers’, que es un homenaje o una confrontación brillantísima con el famoso ‘El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas’ de David Teniers’: uno de esos cuadros que marcarán un instante de plenitud y de máxima inspiración, como lo ha marcado ‘La gran avenida’, ‘El desayuno’ o ‘Habitación del hotel de Saint Paul’. Se trata de un cuadro que no se ha visto nunca y en el que Cristóbal Toral ha dado lo mejor de sí mismo como pintor, como estudioso del arte y como un creador que se sabe a caballo de dos mundos: el débito con sus antepasados y la palpitante actualidad. El tiempo en que vivimos.

Empecemos este diálogo de forma poco original. ¿A qué se debe esa obsesión por las maletas?

Está muy vinculada a mi propia biografía. A mi entorno, a mi formación. Se tienen que dar algunas circunstancias especiales y en mi caso se dan. Piense que yo nací en el campo, en un pueblo de Cádiz, Torre-Alhaquime, que luego me trasladé a Antequera y que de ahí me fui a Sevilla a estudiar Bellas Artes, que me parecía muy lejana. Y luego, a mitad de carrera, me trasladé a Madrid. Se produjo una salida de viaje, que llevaba acarreado el equipaje, la maleta, la idea del tránsito... A la vez, en España existía la figura del emigrante. De ahí, de entrada, deriva mi obsesión por la maleta. En la Bienal de Sao Paulo de 1975 ya llevaba un cuadro muy importante en mi trayectoria: ‘El emigrante muerto’, dramático. Aludía a una época en la que yo había visto y había vivido toda la emigración que se producía hacia Alemania. 

¿Cómo se convirtió en el tema central de su pintura?

De manera natural. Todo eso, apoyado en una filosofía más sedimentada y profunda, me lleva a percatarme de que la maleta es un símbolo del tránsito, del viaje, de lo que es la vida. Siempre digo que nacemos en un punto y morimos en otro, completamente distinto, tras acumular vivencias. Se produce una trayectoria que se recorre con el símbolo de la maleta. En medio quedan muchos puntos, itinerarios, desplazamientos, trayectos, sueños. Y ahí aparece de nuevo la maleta, como una motivación, una metáfora, como una alegoría. Como un elemento enigmático que contiene una historia no escrita.

Y de la maleta pasa a las habitaciones de hotel.

Al hotel, a las habitaciones de hotel, a esos interiores donde nos refugiamos en los viajes. El hotel es otro espacio de tránsito: te instalas, estás una noche y haces vida en él, aunque sea una vida breve. Y en el hotel hay personajes que están de paso, historias secretas, amoríos. ¡Quién sabe! También aparecen las sábanas, los interiores, que contienen muchos fragmentos de nuestra existencia. Aparece el desnudo: esas criaturas en soledad, casi perplejas, que se desnudan, que están casi siempre solas. La soledad es otra fijación, otra obsesión.

Curiosamente, se da una paradoja en su obra. Casi siempre aparece un personaje solo y son muchas o varias las maletas, lo cual da una idea de la multitud, de las multitudes y de la ausencia.

La aglomeración de maletas representa multitudes sin que haya aglomeración de personajes. Es interesante. Las maletas indican multitud: cada maleta pertenece a una persona. O han podido pertenecer a varias. En mi obra sí hay un personaje solo: es la mujer, en algún cuadro hay dos, con algunas salvedades claro, como ‘La gran avenida’, que hay una multitud de seres: es la crónica inacabada de una masacre. Es un cuadro inacabado que quizá no termine nunca y que es mi homenaje a la guerra de Yugoslavia.

Desde un punto de vista formal, estético, ¿qué le sugieren, que le ofrecen las maletas, por qué le gusta tanto?

Porque son de una gran belleza plástica. Hay maletas de cuero, de cartón, de tela; unas más cuadradas, otras alargadas, otras más redondeadas, con su etiqueta. No sabemos a quiénes ha pertenecido. La maleta tiene una historia secreta: qué ha llevado dentro, dónde ha estado, quién la ha usado, en qué trenes o autobuses o aviones ha viajado... Tiene una novela oculta. En la finca que tengo en Toledo hay tres naves enormes llenas de maletas. A veces me pregunto: “¿a quién ha pertenecido todo esto?”. No sé ninguna historia de la maleta. Los amigos, como ya conocen mi debilidad, me las dan y me dicen: “Esta perteneció a mi abuelo, a mi tío, a mi padre... Píntala bien”. Todas tienen una historia, pero plásticamente son de una belleza extraordinaria. Unas son marrones, otras grises, incluso yo mismo las pinto de colores para que tengan un color más puro. Insisto: las maletas poseen una gran plasticidad y ese es un concepto que se está perdiendo en el arte contemporáneo. Mis memorias se titulan: ‘La vida en una maleta’.

¿Qué tipo de realismo es el suyo?

Yo busco un realismo que trascienda la realidad. El arte es interpretación. Interpretación. Interpretación. Interpretación. Eso es lo que he escrito obsesivamente en un apunte a la acuarela: “El arte es interpretación”. No es la realidad: es otra cosa. Ya lo decía René Magritte, que estuvo muy iluminado cuando tituló su cuadro ‘Esto no es una pipa’. Claro que no era una pipa. Y esa interpretación se hace más sólida, más rica en matices y más expresiva cuando, sin ningún tapujo ni complejo, parte de la realidad. A la par pienso que en la realidad está lo más expresivo, lo más extraño, lo más poético y lo más extraordinario. Partir de la realidad es la mejor forma de enriquecer la interpretación. La realidad enriquece la interpretación del artista. Es una invitación a conquistar la belleza, una puerta de acceso.

¿Se siente entonces cómodo en la definición de pintor realista?

Yo me siento un artista figurativo más que un artista realista. Me siento más cómodo en ese término, que ofrece una visión más amplia, más libre para poder manipular la realidad. Mi obra siempre ha tenido una doble dirección: dialoga al 50 % con el arte clásico, con los antepasados, con la gran pintura del pasado, y con el arte contemporáneo, con las vanguardias, con la gran pintura que se hizo en el siglo XX y que se está haciendo en el siglo XXI. En una palabra, siempre he mirado hacia la modernidad. Soy, y siempre he querido serlo, un pintor figurativo moderno, de nuestro tiempo, soy tan vanguardista como el que más informalista o expresionista que haya en el panorama artístico. Me interesa la modernidad. Mi obra tiene ese acento y esa inquietud de nuestro tiempo.

¿Y el espacio, qué lugar ocupa en su poética?

El espacio libera a la pintura de la composición tradicional. Siempre he querido poner las cosas como ingrávidas, en una composición muy libre. Colocar manzanas que flotan en el espacio es lo más natural. Y no pasa nada. En el mundo todo flota, incluso nuestro planeta Tierra, que es inmenso y pesa mucho más que una manzana. En el espacio estamos flotando todos. Por lo tanto si pinto una manzana o un sillón o una maleta en el espacio es de lo más real. Ese descubrimiento de que todo flota en el espacio es muy importante para mí.

Ese descubrimiento, por decirlo así, es ya lejano en el tiempo. Usted fue el “pintor cósmico”, el “pintor astronauta”, ¿no?

He pasado por muchas etapas. Terminé la carrera de Bellas Artes en 1964 y saqué el número uno en mi promoción en toda España. Entonces me dieron el premio nacional de fin de carrera, me quedé de profesor auxiliar durante tres años, tuve becas del Ministerio de Educación y Ciencia, recibí dos veces becas de la Fundación March, pero no vendía ni un cuadro... Nada. Era una situación económica preocupante. Me dije: “Hay que hacer algo”. Me vestí de astronauta y paseaba por Madrid con él, y hablaba con los periodistas, embutido en el traje. Eso fue acojonante porque los periodistas empezaron a hablar del “pintor cósmico”... Como a mí el espacio siempre me ha atraído mucho, les decía: “no, no, señores, esto no es una extravagancia, es una coherencia. La ciencia y el arte van cogidos de la mano, y si los astronautas han subido a la luna yo tengo que hacer una pintura espacial, cósmica, ingrávida. Si yo me visto de astronauta es porque estoy haciendo un homenaje a los astronautas que han ido a la luna”. Aquello me dio una base para hacerme conocer, para que la gente hablara y la prensa también, y me fue bien. Me hice muy popular, me reclamaba la televisión. Recuerdo que Jesús Hermida me llamó en una ocasión para un programa y ahí tuve que romper un cuadro que era de la serie de ‘Los rotos’, de la que irán dos cuadros a la muestra; ese período duró tres o cuatro años. Esa fue la historia. La vida de un pintor siempre está llena de anécdotas.

Hablemos de sus maestros del ayer. Por ejemplo: Velázquez.

Es uno de los pintores más modernos que existen. En algunos retratos suyos te das cuenta de cómo abocetaba las manos de sus personajes, qué pinceladas tan intensas y sueltas a la vez. A veces analizas sus obras, ves cómo está tirada la pintura, y piensas que anticipa a Jackson Pollock. Es algo increíble. Qué valentía tuvo: enseñó al mundo el culo de una señora. Eso era inconcebible en esa época. Se adelantó a su época con un atrevimiento extraordinario, y sin ningún aspaviento. Y tenía, además, una capacidad casi inefable de concebir una atmósfera. Pienso en ‘Las meninas’: ¡Qué maravilla! Les he hecho mi particular homenaje en ‘D’aprés de Las meninas’, como hice con Goya en ‘D’apres de La familia de Carlos IV’.

¿Quiénes son sus otros maestros clásicos?

Velázquez, por supuesto, insisto, es muy importante para mí. Manet lo calificó como “el pintor de los pintores”. Es una referencia para cualquier pintor sensible; fue una referencia para Francis Bacon, por ejemplo. Y Rembrandt es otro de los monstruos, de los grandes. Tenía un talento especial para crear ambientes, grandes laberintos de sombra. Y luego Leonardo da Vinci, que para mí es el pintor y el ser más misterioso que existe. Es un pintor trascendental. Va más allá de lo humano. Posee misterio y profundidad. Llena la obra de contenido y de mensaje. Es para mí un pintor que no se acaba nunca.

También le he oído hablar muy bien de Van Gogh...

Es el pintor que más me ha impresionado. La primera vez que vi sus cuadros, en París, se me saltaron las lágrimas. Es un pintor realmente profundo, que remueve el universo, un pintor lleno de significación. Pone el alma en cuanto pinta. Y, de los posteriores, creo que Picasso, tan creativo, tan expresivo, es el ejemplo de la modernidad. Un pintor que inventa siempre, que se renueva, que tiene un estilo en cualquiera de sus épocas. Es alguien que busca. Y me interesa mucho Matisse. Y Martk Rothko, un maestro de la abstracción y del color, que posee un sentido poético, que pinta con mucha fuerza, con determinación. Ahí sí que hay un pintor, mucho más que en Jackson Pollock, que a mí me parece que está algo sobrevalorado, o en Jeff Koons, por ejemplo.

¿Qué pintores figurativos le interesan?

Me gustan, claro, Lucian Freud, es un gran pintor realista, hiriente, con un sentido metafísico brutal; Francis Bacon, que es todo un personaje descarnado, con contenido, con fuerza, me interesa mucho, o Edward Hopper, que sabe retratar como nadie la soledad y las pequeñas cosas de la vida. Conozco muy bien toda su obra. El pintor debe tener garra, fuerza, misterio, esa quimera interior y espiritual para conseguir algo, un sentido poético evidente y un diálogo intenso y constante con la materia. El auténtico pintor busca la perfección y la intensidad con desesperación, con afán de belleza, con espíritu de trascendencia. Y tanto Bacon como Hopper son pintores con desesperación; Hopper, por cierto, tiene mucho contenido surrealista. Vuelvo un instante a Mark Rothko, que encarna al pintor que acaba suicidándose por su conflicto interno. Crear no es fácil: a menudo al crear también acabas dejándote el alma destrozada. A mí un cuadro abstracto, si es bueno, me conmueve. Veo de inmediato que allí hay un pintor. Más allá del mensaje, de la filosofía, hay algo fundamental...

¿La luz, la atmósfera, la invisibilidad del aire, tal vez?

Yo hago una luz creada. Entre la montaña que yo estoy viendo y el ojo se produce ahí un objeto que es la atmósfera, que es el aire. Eso lo vio Leonardo y Velázquez lo plasmó en ‘Las meninas’ perfectamente. Crea ese ambiente y la transparencia del aire. Y esa atmósfera y ese ambiente de los interiores son decisivos: permiten crear un misterio, una poesía, esa metafísica, la realidad está envuelta en una atmósfera especial de magia. En Hopper esa atmósfera está marcada por la fatalidad, por la soledad. Hubo un momento en que yo, que no lo conocía, vi su obra y me dije: “Anda, si me parezco a Hopper”. La soledad, la espera, los interiores: a ambos nos interesan de modo semejante. Me pareció una coincidencia muy curiosa.

Hablemos del color: contenido y expansivo a la vez, poderoso, melancólico...

Se ha producido una evolución en mi obra. Al principio había colores más oscuros, más dramáticos, más antiguos, en relación a la sobriedad de la pintura española. He ido evolucionando hacia el blanco y hacia el negro. Y en los últimos años he incorporado más color. Ahora me interesa mucho la pureza del color: los azules, los rojos, hay más viveza en el cromatismo. Picasso decía que empiezas pintando como un clásico y acabas pintando como un niño. Y ese proceso parece muy natural. Poco a poco, por decirlo así y con algo de humor, podríamos decir que me estoy modernizando cada vez más, eso sí, desde la contención. A veces, en la modernidad, el panorama es preocupante: se considera arte cualquier ocurrencia. Se banalizan las cosas a pasos agigantados.

¿Qué debe tener un cuadro para usted?

Como pintor me interesa mucho cómo está resuelto desde el punto de vista pictórico. O cómo está visto.  Un cuadro debe decir algo, atraer, emocionar, conmover, en primer lugar, por sus características pictóricas. Porque está bien pintado, porque está bien compuesto, porque tiene un color subyugante o atractivo, porque posee los valores clásicos, eternos, de la pintura. Antes que nada, para mí, es la pintura. Veo un cuadro abstracto de Rothko y sí me conmueve. Veo que ahí sí hay un pintor. Por encima de todo hay que hacer un cuadro con todas las cualidades de la pintura. De la Pintura, con mayúsculas. Y esas cualidades son distintas a las de la poesía, la arquitectura o la música. ¿Qué es lo que busco yo con cada cuadro? Hacerlo mejor que el anterior. Superarme. Que no se parezca a otro. Nunca he creído que consiga lo que quería conseguir. Me planteo resolver una dificultad que me impongo a través de la pintura. Intento que el espectador observe uno de mis cuadros y conecte con mi mundo y con el momento actual.

¿Cuál es la importancia del mensaje? ¿Qué quiere decir un artista como usted?

El pintor es un testigo de su tiempo. Es un notario de su época. Es un cronista de lo que sucede a su alrededor. No está en una torre de marfil ni es alguien que solo mira al pasado. Yo soy un artista de mi tiempo que atiende a los movimientos y a las inquietudes actuales, y eso para mí es fundamental.

En cierto modo ha invocado, sin decirlo, a Goya.

Francisco de Goya es otro monstruo, otro mito. Otra referencia. Un ejemplo. Por eso yo le decía que partir de la realidad es la mina más fructífera que existe, porque la realidad es lo más variado, lo más poético, lo más bello, lo más cruel, lo más tierno. En la realidad está todo, y Goya supo verlo. Fue un hombre sensible a su época y a todo lo que existía: podía captar la dulzura más exquisita y la crueldad más horrible. Tenía una formidable sensibilidad para las mujeres y los niños, y fue un descomunal pintor de la violencia, de la masacre, como se ve en los ‘Desastres de la guerra’.

Goya atrapó muy bien el binomio de arte y vida, ¿no le parece?

Goya es uno de los pintores que mejor supo captar toda la gama tremenda de la realidad. Y a Picasso le sucedía igual: ahí están el ‘Guernica’, ‘Los fusilamientos de Corea’, sus propios ‘Desastres de la guerra’ y muchas otras piezas. Recuerdo que de joven, recién llegado a Madrid, di una conferencia sobre él: fue un atrevimiento; hablé también de Goya. Ya entonces pensaba cosas parecidas: veía la vida como un ejemplo infinito de la variedad de las cosas. Picasso marcó una época y es un ejemplo por su capacidad para no esclavizarse de nada y para renovarse en cada serie. Siempre está renovando su propia fórmula. La realidad es mi mayor fuente de inspiración por su variedad infinita, por el contraste: contiene la ternura, la dulzura, la crueldad más absoluta, y no hay más que ver las fotos que nos mandan de los crímenes de Siria y de otros lugares del mundo. El hombre puede ser la mayor bestia para el hombre y a la vez la criatura más amorosa y refinada. Hay mucha gente generosa que se sacrifica por salvar a otros.

De sus contemporáneos, ¿se siente próximo o afín con alguien?

La verdad es que no me siento afín a nadie. Me despegué del realismo fotográfico, y tampoco he tenido relación con ese realismo académico tan español. He buscado mi sitio en un realismo interpretativo, en una figuración más etérea y poética que posee una atmósfera especial, con esa visión del espacio. Ha sido un realismo muy distinto del que se hacía en España y también en Estados Unidos. He ido un poco a mi aire, como un pájaro libre. He sido una persona muy aislada, muy centrada en mi mundo, trabajando en el estudio. Ahora tengo la sensación de que me va a faltar tiempo. Estoy ahora aprendiendo aún y me quedan muchas cosas por hacer...

Por cierto en esta exposición también incluye acuarela.

La acuarela es muy difícil. Los pintores coinciden en eso. Hace poco Antonio López me decía: “A mí la acuarela me horroriza”. Y hablamos de un pintor de un dominio técnico extraordinario que hace magníficas acuarelas. Casi todos los pintores le tenemos miedo a la acuarela. Van Gogh decía que la acuarela era algo endiablado. La acuarela te mantiene en tensión durante todo el proceso de ejecución, porque en cualquier momento se puede estropear la obra y no se puede rectificar. Se te descontrola la aguada o la mancha y luego no lo puedes borrar del papel. Ahora estoy haciendo maletas. Me interesa mucho introducir el blanco y negro. Presento dos obras de cuatro sillones que vuelan, y uno de ellos está pintado en blanco y negro. Y algo parecido hago con un nuevo díptico de gran formato a la acuarela: media parte está a color y la otra en blanco y negro.

La pieza es minuciosa, detallista, pero no deja ser sorprendente. Es casi un ejemplo de su nueva orientación: mezclar el color y el blanco y negro.

Me ha emocionado recientemente, ahora que he estado en Nueva York, una exposición que tienen en el Guggenheim de Picasso –que  daba para todo- que se titula: ‘Picasso en blanco y negro’. Hay una selección de obras que el artista solo pintó en blanco y negro. Es extraordinaria. Exquisita. Una de las más bonitas y más conseguidas que he visto nunca en el Guggenheim. Coincidir con grandes pintores siempre es una satisfacción. El blanco y negro es muy bello. A partir de ahora voy a hacer más cosas. Es como con las películas en blanco y negro: tienen algo especial que no tienen las de color.

 

*Una amplia selección de la entrevista apareció en Heraldo de Aragón. La foto principal es de José Miguel Marco; la segunda de 'El País'.

ANTONIO PÉREZ MORTE: RETRATO

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EL POETA DEL AMOR Y DE TODAS LAS HORAS

 

Antonio Pérez Morte (Zuera, Zaragoza, 1960-Sabiñánigo, Huesca, 2013) publicó 'Cuerpos de luna' (1978-2008) (Celya) uno días antes de su muerte

 

Antonio Pérez Morte siempre ha estado en el camino de la creación. Desde muy joven. La palabra soñador se adapta bastante bien a su perfil: ha sido un soñador, un poeta, un palabrista y un cultivador de la amistad, de día y de noche, a golpe de carta y de teléfono primero, luego mediante el email, el blog y el facebook. Ha sido un poeta desvelado, un articulista, un melómano, un biógrafo (por aquello de la proximidad y de su fascinante personalidad, uno de sus aragoneses favoritos era Odón de Buen, fundador de la Oceanografía en España y buen memorialista y viajero), y desde bien pronto, quizá antes de la adolescencia misma (cuando tenía como maestro a Abel), sintió la llamada de la poesía.

Antonio Pérez Morte se sentía, por encima de todo, poeta. Se veía, se adivinaba poeta. Empezó a publicar pronto: ‘Arrancado del silencio’ fue su primera plaquette, a las que siguieron libros que él iba cuidando con primor: ‘Sombras incompletas’, ‘Un paso más’ o ‘Huellas’, que recogería en un único título: ‘Arrancado del silencio’ en 1982. Estos poemas fueron glosados por figuras tan distintas como Luciano Gracias, Guillermo Gúdel o Manuel Pinillos, del grupo Niké; y sus versos encontraron las voces de Luis del Olmo, Pilar Delgado o Paco Valladares. Por aquellos días, el poeta autodidacta montó una tienda muy especial de música en su localidad de Zuera, luego la amplió con juguetes y con libros, tal como han recordado sus amigos José Luis Lasala y Santiago Arranz; de algún modo, todo aquello conformaba su mundo personal, un mundo complementario a su auténtica vocación: la escritura. La poesía. En 1986, se produjo uno de esos momentos especiales en la trayectoria de Antonio Pérez Morte: Luciano Gracia y su entonces secretario y mejor amigo José Luis Melero le publicaron en la colección Poemas el libro ‘Brotes. A escasos versos de alcohol contra la tarde’, al que puso un prólogo José Antonio Labordeta, que dijo de él que poseía “una voz tenue como la soledad”, y al que José Luis Lasala, que había pertenecido al grupo ‘Azuda 40’, le hizo unos dibujos.

Aquel fue un momento de inflexión: desde entonces, Antonio Pérez Morte no interrumpiría su trabajo. Alternaría la obra de difusión, reportajes, reseñas y entrevistas con muchos autores (desde Gabriel Sopeña a Ángel Petisme o Ángel Guinda, por decir algún ejemplo) en muchos medios: ‘Andalán’, ‘El día de Aragón’, ‘El Periódico de Aragón’, HERALDO, ‘Rolde’, ‘El siete de Aragón’, ‘Turia’, ‘Qriterio Aragonés’, y tantos y tantos otros. Pérez Morte escribía en revistas de divulgación cultural, estuvo siempre comprometido con la difusión de las causas históricas de su Zuera natal, colaboraba en revistas específicas de poesía como ‘El Alambique’, publicaba poemas y no desatendía jamás su lírica. Así fueron apareciendo libros como ‘De puño y letra, 1774-1991’ (Ittakus Comunicación) y ‘Escombros’ (Origami, 2011), de los que se sentía muy orgulloso. Era el orgullo de quien se siente poeta y de quien alimenta su obra a lo largo del tiempo con la materia esencial de su propia vida.

Antonio Pérez Morte se casó con Ana Gargallo y han tenido dos hijos, Juan y Pablo, y Ana ha sido la mujer de su vida como recuerda en su último poemario, que llega con carácter póstumo, aunque es probable que él lo viese antes de su muerte tan reciente, tan inesperada, por un infarto fulminante. ‘Cuerpos de luna (canción de amor 1978-2008)’ (Celya, 2013) arranca con esta dedicatoria: “Cuerpos de Luna está dedicado a Ana, mi último y definitivo amor. A mi padre, que se fue demasiado pronto, y a mi madre, empeñada hasta la demencia en seguirle”. Antonio también se fue demasiado pronto: a los 52 años. En Sabiñánigo había encontrado un hermoso caldo de cultivo de creación, de complicidades y de tertulias con el artista Santiago Arranz y su mujer y agente Trinidad Raso; con el escritor y etnógrafo Severino Pallaruelo, la profesora Victoria Broto, el poeta Paco Grasa. La lista es mucho más extensa, aunque ese registro de afectos se ampliaba cada noche: allí, frente al ordenador, Antonio Pérez Morte contactaba con un sinfín de amigos, con escritores, con músicos, con actores, en Aragón, España y el mundo. Y así nos enterábamos de sus mitos: Ana María Drack, Julia León, María del Mar Bonet, Pablo Guerrero o Luis Eduardo Aute. José Antonio Labordeta, Ángel Petisme, Carmen París u Gabriel Sopeña, entre los nuestros. A todos les hacía llegar algunos de sus secretos, de sus pulsiones líricas e incluso el largo estado de depresión de los últimos casi dos años. Antes de fallecer, y son varios los testimonios que hemos recogido, Antonio Pérez Morte estaba radiante. Feliz. Dispuesto a dar guerra con su nuevo poemario.

‘Cuerpos de luna’ lleva un prólogo de Luis Eduardo Aute. No se conocían, pero el cantautor, poeta y dibujante dice: “Pérez Morte escribe con una muy encomiable austeridad de medios; es una escritura directa, desnuda y puntual. No se pierde en el fácil recurso de alcanzar ningún alarde de sublimación poética por lo que, a pesar de esa manifiesta, ‘involuntariedad’, la alcanza: “Vestidos de amor para su entierro, / portando mi coronas de caricias”. O bien: “Nuestro amor en la pizarra / siempre fue una ecuación de primer grado”. Dice que hay una “atmósfera de desfachatez e insolencia narrativas muy propias” de Gil de Biedma y afirma que en los poemas “no gravita el desafecto por uno mismo. Por el contrario, lo que apercibo es una irrefrenable deseo de vivir esa hermoso inocencia recuperable en la memoria... y también en la vida”. En el libro hay de todo: explosión de instantes especiales (en el campo de la afectividad de la pareja, un coito, una noche inolvidable, la apariencia de las cosas: cuándo es amor y cuando es sexo, hay numerosos y bellos despertares junto a la amada), recuerdos, memoria de tantos y tantos días, viajes, sed de belleza, constatación de la tristeza y de la melancolía, hay compromiso y rebeldía, hay soledad. Y hay, entre otros asuntos, un estupendo poema que define una época y una postura ante la vida: ‘Esta noche he vuelto a correr delante de los grises’, que se cierra así: “Esta noche, mi amor, no había dudas: / En un verso transparente, desnudo yo... y tú desnuda”. ‘Cuerpos de luna’ tiene el sabor de un testamento poético, de un autorretrato y de la crónica, casi día a día, emoción a emoción, latido a latido, de la existencia de un hombre que aspiró a encerrar todo el amor de su vida en intensos poemas.   

 

*Este texto apareció ayer en la página ocho del suplemento ‘Artes & Letras’ de heraldo con una ilustración de Santiago Arranz.

TRES POEMAS DE ELOY S. ROSILLO

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO: TRES POEMAS DE ‘ANTES DEL NOMBRE’

Uno de los poetas que siempre me hace feliz, o muy feliz, es Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948). Un maestro de las pequeñas cosas de cada día, un maestro de la poesía contemplativa, de la memoria, del temblor de un pájaro en la rama, de los amores casi inadvertidos, de las sencillas mujeres que pasan o que te asaltan el recuerdo. Eloy Sánchez Rosillo acaba de publicar ‘Antes del nombre’ (Tusquets. Nuevos Textos Sagrados), lo compré ayer y anoche y esta mañana he leído casi todo el día. Excelente, sencillo, directo, transido de suavidad y de hondura. Copio aquí algunos poemas:

 

A MI MODO DE VER (Y DE OÍR)

 

De todos los misterios de la vida,

el mayor es el alba.

Y aún resulta más hondo

-aunque se dé en lo alto-

si cerca del lugar desde el que observas

cantan en alboroto, interrumpiéndose,

sin respetar sus turnos,

los gorriones.

 

NOCTURNO DE FEBRERO

 

Miro la luna sobre el mar tranquilo,

su reflejo en las aguas, plata viva.

La estela va siguiéndome,

acompaña mis pasos por la desierta orilla.

Qué misterio insondable ese reflejo,

que esté yo aquí y que esta noche exista.

 

DESPUÉS DE TODO

 

Si hay un hombre que acaso  como nadie

sabe de la alegría

-y digo que la sabe,

que la valora, porque muchos años

hubo en su pecho una profunda herida-

es quien hoy lo confiesa emocionado

en estas pocas líneas.

LOS COLLAGES DE IGNACIO MAYAYO

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ÚLTIMOS DÍAS PARA VER LOS COLLAGES DEL MAESTRO MAYAYO
Hace unos días pasé a ver, de nuevo, la exposición de collages de Ignacio Mayayo por la Casa de los Morlanes. La muestra tiene el sabor de un juego, de una gran broma y es a la vez una vuelta de tuerca a la política, a la historia y al arte. No es fácil mezclar tantas cosas y hacerlo con tanta gracia, afán, denuncia e ironía. Ignacio Mayayo es muchas cosas: un gran dibujante, el pintor del Ebro, el pintor de los interiores del teatro de antaño (los días de El Grifo, tal vez), el dibujante incansable de Zaragoza y, además, es un señor con un notable sentido del humor. Hasta el domingo se pueden ver sus creaciones. El collage es uno de sus géneros favoritos: ahí parece sentirse muy libre y libro, capaz de ser burlón, poético, entrañable, procaz, capaz de ser cinéfilo o de ser, simplemente, el maestro Mayayo. Como tal como suele definir Pepe Cerdá. Eso sí, Mayayo le devuelve el piropo con donosura: para él Cerdá es Pepito. Vicente Almazán, ese caballero de imágenes que va y viene a la busca de criaturas, de arquitecturas y de instantes decisivos que no lo parecen, vio a Mayayo y le disparó. Y aquí está Mayayo en la cámara de Vicente.

29/03/2013 18:22 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

DIARIO DE JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ

JAVIER SÁNCHEZ MENÉNDEZ: 'LIBRE DE LA TORMENTA', UN DIETARIO DE POETA


Hace unos días recibí un libro de Javier Sánchez Menéndez: poeta, editor, profesional del mundo del libro, dietarista nacido en Puerto Real, Cádiz, en 1964. Se titula 'Libre de la tormenta' y es un libro de esos que están llenos de reflexiones, de citas, de intuiciones, de la observación y también de la sinceridad. Javier Sánchez Menéndez es un poeta que busca, que sostiene que a veces un buen poema justifica una vida, un buen verso muchos días o un año entero, de aquí que la contraportada del volumen arranque así: "Escribir poesía es un juego de alto riesgo, un juego peligroso".


Selecciono aquí algunos fragmentos:


49. Mi 'dios' en el amor acaba como el verso: sonriendo.

99. La felicidad es una ola que muere en la orilla y la espuma el sentido común de la vida.

57. He dormido esta noche mirando la nieve. Las estrellas me han dicho que debo hacerme fuerte.

61. Hay un verso que viene encima de esta nube.

90. Nada es nunca distinto, pero todo es siempre diferente. Porque todo es mentira.

30/03/2013 23:24 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

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