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DAVID TRUEBA EN ESTADO DE GRACIA
David Trueba siempre me ha parecido algo más que un cineasta o un escritor, algo más que un guionista o un estupendo articulista: es alguien que tiene una mirada singular, una forma de ver el mundo muy libre. Alguien que piensa y siente sin complejos, hasta el fondo, hasta quemarse allá donde hierven las contradicciones. Siempre se ha definido como un joven viejo, alguien que aprendía de Julio Alejandro, de Rafael Azcona, de su hermano Fernando, de García Sánchez. Ahora es un hombre en plenitud que se reconoce en los jóvenes.
Acaba de estrenarse su película ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, una pieza rebosante de sensibilidad, de ingenio, chispeante y contenida a la vez, una exaltación de la vida, del conocimiento, de la ternura y de esos viajes o de esas aventuras de las que uno no sale indemne. ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ es una película con embeleso. Como un oasis. La historia de un profesor de inglés que quiere conocer a John Lennon, que rueda en Almería, y en ese viaje cuenta con dos compañeros inesperados: una joven embarazada y un chico que acaba de irse de casa. Ambos están acosados por la incertidumbre y el miedo. Todo está bellamente administrado a lo largo de un guión medido, tocado aquí y allá de golpes de humor, de plasticidad, de una ternura inefable. Y especialmente de cine. Cine vital. Cine como la existencia. Cine donde hablan los guiños, el paisaje, los movimientos de cámara, los ojos, los suavísimos gestos, los objetos y los papeles y las pintadas de las paredes. Hacía tiempo que no me daba tanta pena que se terminara la película: no perdemos la sonrisa o la risa ni por un instante.
Es cine no tanto feliz como cine en pos de la felicidad. La película cuenta la España de entonces, cuenta los sueños de entonces, cuenta un método para aprender inglés, y habla de soledades, de melancolía, de complicidad constante con los de abajo, y habla del nacimiento del deseo, de la amistad. El reparto está maravilloso (Javier Cámara, Francesc Colomer, Natalia de Molina, Ramon Fontseré...), ese coche Seat 850 se transforma en un personaje más y a la vez la película habla de sentimientos, de emociones, de ese instante decisivo donde crecemos de súbito en apenas 48 horas. David Trueba siempre fue un cineasta seguro, audaz, más allá del éxito, y aquí rueda y cuenta en estado de gracia.
Intervienen dos 'actores' aragoneses en un cameo: Pepe Melero, que hace de locutor, al modo de José Luis Barcelona, e Ismael Grasa, que es aquí un 'Ginecólogo perverso' y todo un icono, de secundarios, de David Trueba.
ÁLVARO VALVERDE: LIBROS DE BLOGS

[Álvaro Valverde es uno de esos escritores que uno tiene de referencia. Dietarista, poeta, narrador, editor cuando se tercia y un inteligente y generoso bloguero. Hoy ha tenido la amabilidad de enviarme una de las últimas entradas de su blog, donde habla de varios amigos, de varios libros nacidos del blog. En este caso, me afecta personalmente 'Manga por hombro' de Elías Moro Cuéllar. El texto puede verse aquí: http://mayora.blogspot.com.es/2013/11/trio-de-alogos-y-mas.html]
TRÍO DE ÁLOGOS (Y MÁS)
«El término "álogo" fue acuñado por Javier Sánchez Menéndez y definido como "el comentario a una entrada de blog". Dicho término acabó dando nombre a una colección específica de las Ediciones de La Isla de Siltolá, donde se vienen publicando -en unos hermosos y manejables volúmenes- unas selecciones de entradas de determinados blogs», nos contaba en el suyo, El juego de la taba, Elías Moro, que ahora publica en esa misma colección Manga por hombro; un libro, conviene destacarlo, que se abre con un cariñoso prólogo del periodista y escritor Antón Castro titulado "Fotografía de un escritor en libertad", un vivo retrato de cuerpo entero que le hace justicia. Como las palabras que el londinense Eduardo Moga dedica a la escritora Olga Bernad: "La tristeza iluminadora", al frente de Algunos cisnes negros, donde se recogen "setenta y cinco prosas aparecidas en el blog Caricias perplejas durante el período que va desde mayo de 2008 a mayo de 2013"; prosas que pierden la fecha, como en el caso de Elías Moro, quien ha sacrificado incluso el orden cronológico, y cualquier otro, porque quería "caos, un poquito de caos". No es el caso de José María Cumbreño, que en La temperatura de las palabras reúne algunas vigorosas e insumisas entradas de (Casi) diario de JMC, escritas entre enero de 2009 y septiembre de 2011.
Hace tiempo José Luis García Martín me pidió algunas del mío para publicarlas en la revista Clarín. Ante mis dudas, me advirtió que, una vez en papel, no serían lo mismo. Y así fue. O eso me pareció. Lo que sucede tras (re)leer las páginas de estos volúmenes que uno ya leyó en su día, cuando se fueron colgando en la red. Lo mismo que me ha pasado con las reunidas por el citado Martín en Línea roja, la última entrega de sus diarios, editada exquisitamente por Impronta, donde sus lectores habituales encontramos una vez más al profesor vocacional, al viajero reincidente, al impertinente tertuliano, al lector incansable, al crítico acerado, al rutinario paseante...
Termino, pero vuelvo al principio. Para mencionar otra vez al editor Javier Sánchez Menéndez y su nueva entrega literaria, con ecos cernudianos, El libro de los indolentes (1. Encuentro en Camarinal), que publica Imagine Cloud Editions, otra obra en la que el yo, lo reflexivo y lo memorialístico marcan el tono.
CARLOS CASTÁN: UNA CONVERSACIÓN. "SOMOS CARNE QUE RECUERDA"

[Carlos Castán –nacido en Barcelona en 1960, pero afincado primero en Huesca durante años y ahora en Zaragoza- acaba de publicar su primera novela: ‘La mala luz’. La primera si no consideramos el bello texto ‘Polvo en el neón’ como una novela corta. Cuenta la historia de un hombre, separado y con hijos, que hace recuento de su pasado y que repasa su amistad con Jacobo, que un día aparecerá asesinado en su casa. Entonces entra en contacto con su amiga Nadia... El libro posee la calidad de página de Castán, su introspección habitual, el lirisco, un universo de referencias culturales sumamente ricas que explican cómo se construyen las emociones de la vida.]
-¿Por qué te ha costado tanto escribir una novela? ¿Te obsesionaba, te lo tomaste con tranquilidad, llegó cuando tenía que llegar?
Nunca me ha obsesionado en términos de “tener que” escribir una novela. Novelas hay miles. Yo perseguía un texto que fuera de verdad mío y se correspondiese con lo que yo necesitaba decir, para lo cual he tenido que descubrirlo primero. Ha sido un proceso lento, de irse posando despacio un montón de cosas, de manera que sinceramente creo que ha llegado cuando debía llegar, tanto desde un punto de vista bibliográfico, tras unos cuantos libros de relatos explorando temas y mundos que bajo una forma distinta vuelven a aparecer en la novela, como vital.
-¿Qué le debe este libro a Marcel Proust? Hablas de muchos autores, de Sándor Marai, de Marguerite Duras, pero quizá el hilo de la evocación sea proustiano...
Puede que no solamente el hilo de la evocación sino la intención que hay en él de autoindagación, de recuento; la vocación de desnudar las cosas y arrancar las máscaras y todo lo que tiene que ver con ese gradual aprendizaje de la decepción que es inevitablemente la vida.
-Sé que es una pregunta muy genérica, pero tras leer la novela querría preguntarte, para ti, ¿de qué estamos hechos?
Estamos hechos de recuerdos y, por tanto, de pasado. Somos eso. Si tú y yo intercambiásemos nuestros recuerdos, yo sería tú y tú serías yo. El alma sólo puede ser la memoria, lo que nos ha ido ocurriendo a lo largo del tiempo y también las lecturas, la música, las películas, todas esas compañías íntimas que nos han enseñado a mirar de un modo las cosas y a leer el mundo. Somos carne que recuerda. Sin ese recuerdo no podríamos amar, ni temer, ni hacer proyectos futuros.
-Hablemos del narrador. Es alguien separado, “tirando a francés y melancólico”, que recibe a sus hijos, que se siente solo y que alude una y otra vez a la muerte y a “aquel mundo mío atormentado”... ¿Cómo lo defines, por qué un personaje que se siente morir en vida...?
El narrador es un personaje en un momento difícil de la vida que acaba de experimentar en carne propia la fragilidad de cuanto creía más sólido. Tiene la sensación de haberse quedado sin nada y, por momentos, de que todo cuanto fue y tuvo era nada en realidad. El punto de partida es esa pura sensación de orfandad que a medida que transcurre la historia va transformándose, sobre todo a la luz de la muerte ajena, en necesidad de recuento, en pregunta por la identidad y el sentido.
-¿Cuál es la importancia de la filosofía y del río de la poesía en tu narrativa?
Yo creo que en toda literatura hay, o debe haber, un intento de arrojar algo de luz sobre la condición humana. Para mí, tanto literatura como filosofía pertenecen a la vida y no son más que dos maneras distintas de intentar responder a unas mismas preguntas, de pensar un mismo mundo. Y de la poesía que a mí me interesa podría decirse tres cuartos de lo mismo. A veces se olvida, pero en literatura, más allá de lo que se cuente, debe existir un cierto compromiso con la belleza.
-¿Por qué está tan presente la poesía de Paul Celan?
Hay un verso de Celan que funciona un poco como lema del libro, estábamos muertos y podíamos respirar. Creo que, en parte, es un libro sobre la pervivencia de lo que se ha ido, la forma que tienen las cosas de no marcharse del todo: el rastro, las huellas, los vestigios que quedan de lo que ya no está. Lo que queda del niño que fuimos cuando ya somos adultos, lo que permanece del personaje enfermo de Alzheimer cuando ya su identidad parece haberse diluido; un amor que termina pero deja el corazón sucio de sus restos, alguien que se muere y sigue ahí…
-¿Qué lugar ocupa la melancolía y esa presencia, casi obsesiva, de “las bellas mujeres contadas, bellas como ellas solas”?
Hay un tipo de melancolía que tiene que ver con que el pasado vuelve y de repente se le ve hermoso, mucho más seguramente de lo que en realidad lo fue. Esa clase de melancolía, de invasión del presente por el recuerdo, está muy presente en la primera parte de la novela en forma de una mirada que todo lo tiñe. La frase que citas hace referencia a cierta supremacía, en lo que a belleza y peso se refiere, de lo narrado sobre lo vivido y de lo imaginado sobre lo que finalmente se alcanza. El relato de cualquier cosa, una hazaña, un viaje, un ser humano (sea hombre o mujer), una vida, suele estar exento de zonas grises y horas muertas.
Explícame ese pensamiento del narrador, o quizá de Carlos Castán, acerca de “toda vida humana encierra en sí misma la historia de su siglo”... ¿Explicaría eso el poso cultural, el laberinto de referencias de la novela?
Es una idea (o, mejor dicho, una intuición borrosa y peregrina) del protagonista según la cual la historia individual de un ser humano podría leerse, si se acertase a establecer las correspondencias adecuadas, como una especie de réplica en miniatura de la historia colectiva. Así, podríamos indagar en la propia biografía y en lo hondo de la conciencia dónde estuvo, por ejemplo, nuestra guerra civil, nuestro Auschwitz, nuestro desembarco de Normandía… en la creencia de que la naturaleza humana vendría a ser la autora última de ambas historias.
¿En qué consiste el fracaso? ¿Cómo se revela? [Lo digo porque en varias ocasiones el protagonista habla de ello]
El fracaso se corresponde siempre con una idea previa, un objetivo o un estado que se esperaba conseguir y no se alcanza: es siempre una cuestión de expectativas. No creo en un fracaso en sí, en términos absolutos. Pero sí en la sensación de fracaso al comparar lo logrado con aquello que se soñó primero, cómo iban a ser las cosas de acuerdo con nuestro deseo y cómo han resultado luego. Pero mirar hacia atrás y en torno y ver algo así como un enorme y sostenido engaño, con toda su carga dramática, es también una suerte de aprendizaje que puede acabar por brindarnos una vida auténtica.
¿Quién es Jacobo?
Jacobo es un personaje que tiene miedo. Todos los miedos: unos indefinidos, más o menos enfermizos, y otros más razonables cuyo fundamento sólo él conoce. Únicamente en apariencia se sobrevive a sí mismo apartado del mundo, varado en uno de sus márgenes. Se diría que a salvo de ese enjambre de neurosis ajenas que es el mundo. Se diría.
¿En qué medida no es como un ‘álter ego’ del protagonista?
Son viejos amigos. Han compartido lecturas y miles de horas de conversación y confidencias. Además, sus vidas han discurrido de forma más o menos paralela y su momento vital, por tanto, sobre el papel no difiere mucho. Aun así, no los veo como alter ego el uno del otro sino vencidos por un mismo cansancio, como dejados caer a un tiempo. Yo creo que es el dolor lo que más fuerte puede apretar un lazo entre dos seres humanos.
La presentación de la novela habla de ella como una narración romántica y a la vez de atmósfera negra. ¿No tarda demasiado en aparecer el componente de novela negra? ¿Querías, de veras, meterte en ese mundo del crimen?
He querido utilizar ciertos elementos de la novela negra que creo servían bien a los propósitos de esta historia (los investigadores entrando a la casa de un muerto, revolviendo papeles, buscando indicios) pero no escribir propiamente una novela de género por lo que me he propuesto esquivar su estructura así como otros rasgos más o menos convencionales. Quería que la historia empezase siendo una cosa y terminase siendo otra. Hay en el libro una cierta visión de la vida como proyecto que a medida que se despliega se va consumiendo, algo que crece y se pudre a la vez, de modo que he querido que el texto reflejase una correspondencia formal con este asunto temático.
Este es un libro que aborda un tema clave: la soledad de los padres separados. La relación entre los hijos y los padres separados. ¿Cuál es tu punto de vista?
En muchos casos, en la práctica, supone tener que vivir sin lo que era tu vida. Los hijos, al alejarse, arrancan el sentido de demasiadas cosas. Es el negativo de la orfandad.
No debemos desvelar demasiado, pero ¿quién es Nadia?
Es una mujer concreta e individual, condicionada, como el resto de personajes, tanto por las circunstancias como por sus propias tripas. Y es la fascinación a los ojos de los personajes, la que esconde el secreto que a un tiempo salva y condena. La pasión juega un papel fundamental en esta historia y también el amor en sus diversas manifestaciones: en relación con el miedo, sobrecogido y enfermizo, pero también el amor como espejismo, como arrebato imparable, como trampa, como fuerza salvaje que no puede evitar abrirse paso.
También es una novela psicológica, de recuento y de desnudez, de autoanálisis. ¿Querías que el narrador explorase todos los rincones de su memoria para seguir adelante, para vencer esa extraña sensación que tiene mucho que ver con la culpa?
Sin lugar a dudas, es una historia que tiene mucho de recuento, de mirada retrospectiva y a veces amarga sobre lo que uno es o cree haber sido. La muerte –su cercanía, su inminencia- es un buen disparadero para este tipo de reflexiones: a qué distancia estoy de quien quise ser, en qué momento se torció el camino, qué dirían de mí los investigadores y qué diría de mí quien pudiese asomarse de verdad al corazón. Y cuestiones como por qué episodios azarosos y banales se quedan para siempre en lo que sería la película de una vida al tiempo que una masa enorme de millones de acontecimientos, seres y horas se ve absorbida por el olvido.
Dice Lorenzo Silva que “Carlos Castán es el mejor escritor español”. Una frase así, ¿enorgullece, responsabiliza, produce escalofrío?
Supongo que es una cuestión de gustos personales y afinidades, nada más. A veces entre autor y lector se da una conexión muy especial que es casi mágica: como lector te sucede que a veces abres un libro y comprendes que habla justamente de lo que tú quieres o precisas oír. Tratar sobre la calidad es otra cosa, ardua, dificilísima y a menudo inútil. Lo que sí puedo decir es que a mí, en torno al tema, y aunque no soy muy dado a listas ni a comparaciones, se me ocurren un buen puñado de nombres por delante del mío sin salir siquiera de esta ciudad.
*Esta foto de Carlos Castán es de Lydia Soláns.
ELÍAS MORO: DE 'MANGA POR HOMBRO'
[Elías Moro Cuéllar publica 'Manga por hombro' (Isla de Siltolá), una selección de entradas de su blog. Me envía una selección de textos.]
Confidencia
“A mi padre lo mataron, ya ves tú, por un quítame allá esas pajas. Con lo que él era. Era muy pendenciero mi padre. Siempre enredado en broncas y peleas por su soberbia y mal pronto.
Que si tú qué miras; que si lo que me sale de ahí; que si mira que te doy; que si qué vas a dar tú, mierdecilla…
Ya sabes cómo empiezan estas cosas: machadas de gallitos que no soportan que otro escarbe en su corral.
Pues mira tú por dónde, aquella noche resultó que el otro gallito tenía los espolones más recios. Y quien dice espolones, dice una albaceteña de muelles como para quitar el hipo.
Tres navajazos, tres, le metió en el hígado, el cuello y el pulmón izquierdo.
El gallo que era mi padre dejó de cacarear de golpe, se le aflojó la cresta, y se quedó, en un pispás, como suele decirse, pajarito, más tieso que la mojama, fiambre total.
Más tranquilos que nos quedamos en casa…
Hasta los huevos estábamos de él.
Porque la verdad es que mi padre era un cabrón con pintas que bien se lo merecía.
Venga, hombre, tómate otra, no pongas esa cara.
Son cosas que pasan”.
Dudas
1.- ¿Sabríamos qué hacer si supiéramos qué pasa?
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2.- Entre el paréntesis cartilaginoso de las orejas, sobre la simetría de los hombros y la breve columna del cuello, adornada buenamente con los ojos y las fosas nasales y en contradicción casi permanente con las palabras y argumentos que salen de mi boca, esta cabeza coronada de dudas, sembrada de indecisiones.
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3.- Camino solo, con la eterna duda a cuestas de si estoy en la mejor compañía.
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4.- No tengo ninguna duda de que estaríamos mucho mejor -tú, yo, el mundo en general…- si algunas ideas no hubieran encontrado nunca las palabras para expresarse.
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5.- Duda. Vacilación del ánimo acerca de si es mejor huir o esconderse para escapar de las certezas. Este inútil titubeo no es más que una lamentable pérdida de tiempo, ya que ninguna de ambas posibilidades suele servir para nada, pues las citadas convicciones, sin ninguna duda o dificultad especial, encontrarán tu escondite y te darán tu merecido.
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6.- Poética
Antes del poema, lo sé; al terminarlo, lo dudo.
Mujer
“El mal gusto conduce al crimen”
Proverbio francés
Hay una mujer sentada a una mesa tomando un té, sola, con la mirada perdida vete a saber dónde, acaso en su mundo interior más que en algo externo y visible.
De vez en cuando sonríe para sí, como si estuviese planeando un robo o un asesinato y encajaran por fin todas las piezas del plan.
De edad indefinida, es hermosa, con ese punto de belleza y madurez de algunas mujeres que las hace mucho más apetecibles y elegantes que cuando tenían -pongo por caso- veinte años: como esa fruta que te ofrece su zumo y su pulpa en el momento justo de textura y dulzor.
De repente, rompiendo el encanto de la situación llega un tipo hosco, vociferante y grosero bamboleando tripa y papada de manera indecorosa; se acerca a la mesa donde está la mujer, aparta de un manotazo innoble su bolso de la silla, y derrama de golpe sus grasas sobre el asiento mientras agarra el periódico deportivo y exige una cerveza a gritos.
Ni siquiera le dirige la palabra. Ni siquiera un beso de compromiso en las mejillas, un mínimo gesto de cariño o de respeto.
Un fulano tan zafio que tendría que estar tipificado como delito en el Código Penal.
Estoy por sospechar que es de esos impresentables que se largan sin pagar siempre que pueden. O un canalla que, en vez de auxiliarte, te robaría la cartera y el reloj tras un accidente.
Si el tipo se marcha pronto -antes de que acabe mi copa, que hoy voy con prisa-, pienso acercarme a la mujer y rogarle que me deje participar en el asunto.
Pero si no hoy, mañana la espero aquí mismo de nuevo para hacerme su cómplice a la hora de quitarlo de en medio.
Aforismos de septiembre
Para Jordi Doce
Si te consideras un hombre bueno, disponte a convertirte en diana.
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Hoy me duele lo de siempre como nunca.
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Los que se envuelven en banderas pierden toda perspectiva sensata.
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Duermo desnudo para que mis sueños no encuentren más obstáculos de los necesarios.
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En cuanto te conozcas bien a ti mismo, querrás no haberlo hecho.
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Paseaba su ataúd en la mirada.
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Las cicatrices del héroe a modo de sangrienta y perenne condecoración.
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Aliviaba su soledad de todos los días comiendo frente al espejo.
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Hay risas tan falsas que suenan como campanas tocando a duelo.
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Siguiendo el dictado de los espejos, las demás cosas empezaron a devolvernos la mirada.
Tranvías
Tranvía ausente
Ha debido de llover o nevar hace un rato. O está a punto de hacerlo, quién sabe. Hay una gélida costra en el cielo que trasmite un frío húmedo a los ojos de quien contempla la imagen. El tranvía -ausente luciérnaga, oruga huida, reptil de hierro en fuga- ha dejado tras su paso, en medio de los raíles, una silueta femenina a contraluz con un pie medio borroso y en suspenso, un paraguas que ha olvidado cómo cerrarse cuando ya es inútil, algunas leves presencias al fondo en medio del cruce desolado y gris.
Aún se sospecha un rumor de temblores en el aéreo y electrificado acero donde a veces se posarán vencejos para sentir una vibración repetida, no muy distinta a sus exactos, frenéticos aleteos.
Cuando esa mujer (¿hacia dónde va, quién la espera, cuál el por qué de ese luto?) acabe de pasar ante el objetivo, es posible que vuelva a llover. O a nevar. O que otra distinta luz, más cálida, alumbre una vaga melancolía y la fije, perenne e indeleble, en la memoria.
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Postal desde Lisboa
He tomado un licor donde el poeta aliviaba el desasosiego. Paseo por el Bairro Alto y me detengo a mirar con asombro los viejos escaparates llenos de ruinosos cachivaches. En una esquina, bajo un cielo de cornisas y balcones de hierro forjado, alguien sin edad ofrece periódicos atrasados, libros antiguos y cartas polvorientas de amor con una letanía barroca de mercachifle. Le compro esta postal donde te escribo, y al pagarle me devuelve una sonrisa que vale por lo menos mil escudos. Veo partir los tranvías y tomo uno de ellos -diminuto, de madera y bronces- que desciende con parsimonia por una calle en cuesta que se precipita al puerto. Compro tabaco en un lugar que ha soportado cien guerras, un túnel oscuro en Rossio con aroma a siglos y frescos como de angelotes pintados en el techo. Con una bolsa de hule en las manos pasa una vieja enlutada por la pena. Viene, desde alguna ventana, una música triste y suave, un olor a herrumbre y sal impregna el aire.
Anochece, mi amor.
El mar de paja me moja los pies
y atracan mansamente los últimos ferrys.
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Los tranvías de Kafka
Contemplo una vieja fotografía de Praga: los toldos abiertos del mediodía, la placidez de los transeúntes, algunas farolas que quizá ya no existen.
Casi puedo oír el ritmo acompasado de un carruaje sobre el empedrado del cruce, el estrépito metálico de un trío de tranvías. Detrás de alguna ventana, un oficinista rellena formularios mientras piensa El Proceso, o la Carta al padre o, metáfora terrible, La Metamorfosis.
Gregorio Samsa sueña que es Joseph K. que sueña que es Franz Kafka.
Y viceversa.
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Haiku del tranvía
Barre el tranvía
los viejos transeúntes
entre raíles.
-Las fotos las he tomado de aquí, y son todas de Frank Horvat.
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ÁLVARO ENRIGUE: PREMIO HERRALDE

ÁLVARO ENRIGUE: 31º PREMIO HERRALDE DE NOVELA
[Nota editorial. La foto es de www.literaturas.com] El jurado compuesto por Salvador Clotas, Paloma Díaz-Mas, Marcos Giralt Torrente, Vicente Molina Foix y el editor Jorge Herralde seleccionó las siguientes 9 novelas de las 476 presentadas, la más alta participación de la historia del galardón, al Premio Herralde de Novela, convocado por Editorial Anagrama y dotado con 18.000 euros:
El dedo de David Lynch, Tom Adriano (pseudónimo), Venezuela
Parábola del elegido, Ariel Crombet (pseudónimo), España
Algún día cantaré igual que Billy Joel, Galeón (pseudónimo), México
Patrón de todos los que estamos tristes, Hamilton (pseudónimo), México
Quizá sepa algún día quién soy, Boca do Inferno (pseudónimo), España
El sueño de hierro, Gabriel Insausti, España
La mecánica del instante, Isidora de la Riva (pseudónimo), España
El Brote, Wanda Tinasky (pseudónimo), España
Los conspiradores, Francisca Vázquez (pseudónimo), España
Resultó ganadora Muerte súbita de Álvaro Enrigue (presentada bajo el pseudónimo de Hamilton y el título Patrón de todos los que estamos tristes).
Álvaro Enrigue (México, 1969) ganó el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz en 1996 con La muerte de un instalador. En Anagrama publicó Hipotermia (2005): «Relatos que encierran también una reflexión sobre la escritura. No sólo se va tejiendo, sección a sección, una especie de novela, sino que cada relato conoce ramificaciones. Unos cuentos todos ellos de gran altura y fascinante originalidad. Una verdadera sorpresa» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia); «Hipotermia no es uno de esos falsos libros de cuentos que circulan por ahí disfrazados de novelas, pero tampoco una novela convencional; es un libro anfibio por naturaleza: ni mexicano ni gringo, ni novela ni libro de cuentos. Enrigue trasciende las nacionalidades y describe toda una nación de ciudadanos cero» (Guadalupe Nettel, Lateral); Vidas perpendiculares (2008): «Excelente novela... Creo que la estrategia narrativa de este inteligentísimo autor culmina en unas páginas de un poder arrasante» (Carlos Fuentes); y Decencia (2011): «Actualiza las novelas mexicanas de la Revolución y les devuelve una ambición no exenta de ironía y desencanto» (Patricio Pron, ABC); «Una escritura que apunta a Jorge Luis Borges, a Roberto Bolaño (sobre todo el Bolaño desencantado y agudo de El gaucho insufrible), a Malcolm Lowry y a Carlos Fuentes, aunque la región de Enrigue nada tenga de transparente» (Mónica Maristain, Página/12). Su último y recentísimo título es el ensayo Valiente clase media. Dinero, letras y cursilería.
Muerte súbita, Álvaro Enrigue
El 4 de octubre de 1599, a las doce en punto del mediodía, se encuentran en las canchas de tenis públicas de la Plaza Navona, en Roma, dos duelistas singulares. Uno es un joven artista lombardo que ha descubierto que la forma de cambiar el arte de su tiempo no es reformando el contenido de sus cuadros, sino el método para pintarlos: ha puesto la piedra de fundación del arte moderno. El otro es un poeta español tal vez demasiado inteligente y sensible para su propio bien. Ambos llevan vidas disipadas hasta la molicie: en esa fecha, uno de ellos ya era un asesino en fuga, el otro lo sería pronto. Ambos están en la cancha para defender una idea del honor que ha dejado de tener sentido en un mundo repentinamente enorme, diverso e incomprensible.
¿Qué tendría que haber pasado para que Caravaggio y Quevedo jugaran una partida de tenis en su juventud? Muerte súbita se juega en tres sets, con cambio de cancha, en un mundo que por fin se había vuelto redondo como una pelota. Comienza cuando un mercenario francés roba las trenzas de la cabeza decapitada de Ana Bolena. O quizá cuando la Malinche se sienta a tejerle a Cortés el regalo de divorcio más tétrico de todos tiempos: un escapulario hecho con el pelo de Cuauhtémoc. Tal vez cuando el papa Pío IV, padre de familia y aficionado al tenis, desata sin darse cuenta a los lobos de la persecución y llena de hogueras Europa y América; o cuando un artista nahua visita la cocina del palacio toledano de Carlos I montado en lo que le parece la máxima aportación europea a la cultura universal: unos zapatos. Acaso en el momento en que un obispo michoacano lee Utopía de Tomás Moro y piensa que, en lugar de una parodia, es un manual de instrucciones.
En Muerte súbita el poeta Francisco de Quevedo conoce al que será su protector y compañero de juerga toda la vida en un viaje delirante por los Pirineos en el que una hija idiota de Felipe II será propuesta para reinar en Francia y Cuauhtémoc, prisionero en la remota Laguna de Términos, sueña con un perro. Caravaggio cruza la plaza de San Luis de los Franceses, en Roma, seguido por dos sirvientes que cargan el cuadro que lo convertirá en el primer rockstar de la historia del arte, y el amateca nahua Diego Huanitzin transforma la idea del color en el arte europeo a pesar de que habla en castellano imaginario. La duquesa de Alcalá asiste a los saraos reales con una cajita de plata rellena de chiles serranos y usa un verbo que nadie entiende, pero parece temible: «xingar».
Muerte súbita se vale de todas las armas de la escritura literaria para dibujar un momento tan deslumbrante y atroz en la historia del mundo que sólo puede ser representado mediante la más venerable y maltratada de las tecnologías, el artefacto cuya regla de oro es que no tiene reglas: Su Majestad la novela. Y estamos ante una novela realmente majestuosa, de enorme ambición y gran calidad literaria.
MAESTRAS DE LA REPÚBLICA
"Ponerle alma a la educación", una frase de María Sánchez Arbós que resume el legado de las "Maestras de la República", reivindicadas hoy la Fundación María Domínguez
Por MERCEDES VENTURA. IdeasAmares
Lleno absoluto, esta tarde, en la proyección del documental "Maestras de la República", organizada por la Fundación María Domínguez para reivindicar el legado educativo de la Segunda República. El director de la Fundación, Alberto Sabio, ha destacado "que las maestras encarnan los mejores ideales de aquella España, siempre desde la apuesta por la educación pública". Por su parte Herminio Lafoz, de Fundación Bernardo Aladrén, ha enfocado que el papel de las maestras de esta época era doble "liberarse como mujer y además ser buena profesionales y demostrarlo". Toda una revolución que las convirtió también en ariete del feminismo y el compromiso con una sociedad mas justa e igualitaria, que empezaba casi siempre por abrir una escuela unitaria o tirar los tabiques que hasta entonces separaban a los alumnos de las alumnas.
Entre las maestras aragonesas que recuerda el documental, se encuentran dos aragonesas, la turolense Palmira Plá, y la oscense María Sánchez Arbós. Y en el audiovisual se cita varias veces la frase que Sánchez Arbós utilizaba con convencimiento: "hay que ponerle alma a la educación", un muy buen resumen del legado educativo y progresista que las maestras de la Segunda Republica llevaron a las aulas.
Unas desde el autodidactismo, como María Domínguez, que da el nombre a la fundación organizadora de este evento, otras acudiendo a formación, becas y viajes de estudios para conocer las novedades pedagógicas en Europa. Fueron pioneras en procesos de innovación y practicas pedagógicas que abrían las aulas a una metodología participativa. Participaron en las Misiones pedagógicas, ocuparon puestos de dirección en los colegios y formaron parte de organizaciones sindicales, políticas y asociaciones feministas y ciudadanas. Ideales que fueron duramente represaliados tras la guerra civil. En este sentido, se ha contado con el testimonio de la historiadora Monserrat Martínez, exvicerrectora del campus de Teruel, e hija de Maestro republicano, que ejerción en Seno y Fuendescalientes, entre otras lugares, y fue depurado tras años de cárcel. Su primera esposa, Eulalia, maestra republicana, tras romper moldes y defender comprometidamente la educación en el medio rural, no pudo superar el miedo, tras la detención de su esposo en 1937, y se suicidó.
En definitiva, mujeres valientes en tiempos difíciles y peligrosos son las protagonistas del documental “Maestras de la República” que recupera su memoria y les rinde homenaje. Un trabajo audiovisual que ha sido realizado por la guionista y directora Pilar Pérez Solano con la producción de FETE-UGT y Transit producciones.
OFICINA DE PRENSA:
IdeasAmares - Mercedes Ventura
C/Alfonso, 18 2ºB
50003 Zaragoza
'ROCÍO ERÓTICO'. PABLO J. RICO

[Hace unos días se presentaba el libro colectivo ’Rocío Erótico’, que ha coordinado Paco Rallo. El artista y diseñador me envía este texto del crítico de arte Pablo J. Rico.]
SUEÑO DI-AMANTE
Pablo J. Rico
Soñé que nos amábamos olvidando deliberadamente todo lo que aprendimos en nuestros desiguales viajes por el amor, incluso la maestría de aquellos cuerpos en donde fuimos ávidos huéspedes por un tiempo. Tras nuestras primeras sorpresas y curiosos descubrimientos —contiguos, sucesivos, silenciosos—, nos rendimos absolutamente al acontecimiento del tacto y dictado de nuestros dedos, atentos solo a las próximas caricias imprevisibles. No sé qué anagramas simbólicos dibujamos entonces en nuestras pieles —o si fue la química de nuestros líquidos mezclados sin medida o la alquimia de los olores trenzados en un único perfume venenoso—, lo cierto es que inventamos una figura informe y portentosa que enmudeció al mismo eco siempre tan inoportuno, un volumen totalmente refractario a cualquier recuerdo anterior que nos perteneciera. Poco más puedo contar en realidad de aquel sueño porque nada en él fue concreto ni imaginable: un amarse en abstracto, ignorando cualquier referencia verosímil que nos representara, nada que se hubiera escrito o leído o pintado se nos parecía… Nos amamos pues sentados en el olvido, ajenos al tiempo, al lugar, a nuestras pestañas impacientes. En algún momento creo que dormimos, en otro despertamos. Luego nos abrazamos por miedo a perdernos, a desvanecernos de ligeros que nos sentíamos recostados sobre el vacío. Fue un abrazo perezoso, de esos que se demoran una eternidad…
DOS PROYECTOS, DE POESÍA Y MONTAÑA
Dos proyectos aragoneses se encuentran buscando financiación en la nueva plataforma de microfinanciación colectiva o crowdfundig, Namlebee .
Los proyectos son:
-Poetas del Cierzo y del Ebro es el proyecto de documental presentado por la aragonesa Sonia Llera en donde se recogería la experiencia emocional y literaria de tres generaciones de seis poetas: Emilio Gastón, Ángel Guinda, Gabriel Sopeña, Ángel Petisme, Octavio Gómez Millán y Sharif. Narraría las transformaciones sociales, culturales, políticas y urbanísticas de Zaragoza, a lo largo de 60 años de su historia: http://namlebee.com/index.php?np=proyecto&pro=6
-y “…que te quiero verde”, un proyecto de agricultura de montaña y economía sostenible lanzado por Javier Selva con la complicidad de gran parte de los habitantes de La Puebla de Fantova, un pequeño pueblo de la Ribagorza aragonesa que lucha por seguir siendo un pueblo vivo apegado al paisaje y sus tradiciones, fomentando la agricultura ecológica: http://namlebee.com/index.php?np=proyecto&pro=20
unto a estas iniciativas, un par de proyectos relacionados con Palestina, arropan el lanzamiento de Namlebee (Namle significa hormiga en árabe y bee abeja en inglés), una plataforma de obtención de aportaciones económicas para proyectos política y socialmente comprometidos.
Poetas del Cierzo y del Ebro necesita 4.500€ y “…que te quiero verde” sería posible con 5.000€. Una oportunidad para que la gente solidaria apoye iniciativas de esta tierra.
Más información en:
*Esta foto de Ansel Adams la he tomado de aquí.
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-e2969d2c92cb94bfcf9ce3c5b4570cdc.jpg
MEDIO SIGLO SIN LUIS CERNUDA
Luis Cernuda (Sevilla, 1902-México D. F. 1963) no dejó exactamente una buena fama. Uno de sus grandes amigos, José Lezama Lima, decía que era «áspero y retraído» y, sin embargo, durante su estancia en Cuba, a principios de los años 60, fue amable y generoso con casi todos. Era un hombre difícil, enojadizo, capaz de mayúsculos rencores, como los que les tuvo a dos grandes amigos por un quítame allá esas pajas: a Juan Ramón Jiménez, a quien no le perdonó que dijese que en 'Perfil del aire', su primer poemario, se veía la sombra de Jorge Guillén, y a Vicente Aleixandre por esas extrañas rivalidades entre poetas. Su personalidad resulta contradictoria: era sincero y valiente a un tiempo, susceptible y amargo a la vez.
Admite muchas lecturas y análisis: amaba la alegría, el verano, le encantaba probarse trajes de baño y se cuidaba mucho, tal como recordaba el pintor Gregorio Prieto. Y, por otra parte, era grave, sentencioso, un tanto antipático y parecía mirar con un ligero desdén a sus paisanos: no podía perdonar la herida de la Guerra Civil. Tenía un porte de galán, tocado de bigotito, y sufría constantes penas de amor. Se enamoraba con facilidad y de inmediato descubría el lado oscuro de la pasión. Todo resultaba fugaz e insatisfactorio, y le dejaba en el umbral del abismo. Le pasó con el joven actor Serafín Fernández Ferro, más tarde con Víctor Cortezo, otro amigo y amante, y en los años 50 con el joven culturista mexicano Salvador Alighieri, una de sus últimas pasiones, que le inspiró el libro 'Poemas para un cuerpo'.
El placer fugaz, el abismo del vacío
En 'Variaciones sobre tema mexicano' (1953), su segundo libro de prosa poética tras el maravilloso y autobiográfico 'Ocnos' (1943), inventó un 'álter ego', Albanio; a lo largo de 26 poemas elogia la vida mexicana y reconoce que «no siempre ha sabido, o podido, mantener la distancia entre el hombre que sufre y el poeta que crea». Más que una poética, la frase es casi un autorretrato: Luis Cernuda, escritor, profesor, viajero constante, sufría como ciudadano por amor y por la pérdida del país, y fue un gran lector, un importante traductor de poetas en varias lenguas, entre ellos William Shakespeare, un creador entusiasta, un pensador de la lírica, un crítico y, sobre todo, un poeta que aspiraba a dialogar con la belleza y con el paisaje, que buscaba la felicidad y hallaba el rostro del vacío. Cernuda perseguía el placer y asumía, contra las sombras de la represión, su condición homosexual. Escribió de sí mismo y de su llanto, del tiempo, de los paraísos perdidos. Pese a ello, tuvo muchas amigas, que le ayudaron en momentos críticos: Concha Méndez, sin duda, María Zambrano o Concha de Albornoz.
Luis Cernuda descubrió la poesía a través de Gustavo Adolfo Bécquer: cuando el niño contaba nueve años, trasladaron su féretro a Sevilla, y el hecho no le pasó inadvertido. Bajo el influjo de Pedro Salinas, y también de Moreno Murube, empezaría a escribir y pronto se sumaría a la Generación del 27. Asistió, como invitado, al homenaje a Luis de Góngora en diciembre de 1927. Pronto empezó a publicar sin prisa pero sin pausa. Debutó con 'Perfil del aire', de poesía depurada, de pura esbeltez verbal; abrazó levemente los ecos de la canción popular, el cine y el jazz en 'Égloga, Elegía, Oda', y a partir de entonces pasará por una fértil época surrealista con libros como 'Un río, un amor' y 'Los placeres prohibidos', dos libros de exaltación y desesperación amorosa, y 'Donde habite el olvido', su gran homenaje a Bécquer. Por aquellos días, Luis Cernuda descubría otro embrujo: el mar, la playa, los cuerpos. Y ahí están textos que son de lo mejor de su producción como 'Soliloquio del farero', 'A un muchacho andaluz' o el poema dramático 'El joven marino', una de sus inolvidables piezas.
Memoria de un nómada
Durante la Guerra Civil vivió complejas circunstancias, estuvo en el frente, y más tarde asistió al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia, donde conoció a Octavio Paz, al que siempre querría mucho. A partir de ahí inició su incansable peregrinar: estuvo en París, en Cranligh, en Cambrigde, en Londres. Como profesor o como lector. Escribía compulsivamente y leía muchísimo: se formó con los simbolistas -Stephane Mallarme, Baudelaire y Rimbaud, entre otros-, también sintió una gran admiración por Pierre Reverdy y Paul Éluard. A esos nombres, durante su etapa inglesa, se sumarían T. S. Eliot, los románticos ingleses (Byron, Shelley, Keats y Wordsworth, entre otros) y Hölderlin, otra de sus devociones. Para él el romanticismo era «un deseo insaciable que se confunde con la propia vida, (…) un divino afán hostigándonos para levantar la vida hasta las estrellas».
Más tarde viviría en Estados Unidos y en Cuba, y México se convertiría en su último refugio. Allí coincidiría alguna vez con Luis Buñuel y con María Dolores Arana, la esposa de José Ramón Arana, el autor de 'El cura de Almuniaced'. Quizá le recordase que durante la II República estuvo en las Misiones Pedagógicas en varios pueblos de Teruel con María Zambrano. Publicó poemarios claves como 'Las nubes', su mirada a la Guerra Civil española, su vindicación de personajes como García Lorca o Mariano José de Larra. En 1958 empezó otro libro fundamental en su trayectoria, 'Desolación de la quimera'.
Falleció en 1963. Su amiga Concha Méndez escribió: «Debían ser sobre las seis de la mañana del día siguiente, cinco de noviembre -hora de México- cuando la muerte le sorprendió en la puerta de su cuarto de baño, en ropas de cama, batín y zapatillas, intentando fumar, con la pipa en una mano y las cerillas en la otra. Así lo encontró Paloma [hija de Concha] unas dos horas más tarde. Tendido ya sobre el lecho, y como despedida, puse mi mano en su frente». Años antes, Luis Cernuda había escrito: «Creo en la vida, / Creo en ti que no conozco aún, / Creo en mí mismo: / Porque algún día yo seré las cosas que amo: / El aire, el agua, las plantas, el adolescente».
VÍCTOR JUAN BORROY: NUEVA NOVELA

[Víctor Juan Borroy es un apasionado novelista. Un novelista de sentimientos. Romántico. Ha publicado en edición digitar su libro ’Aquellos días de luz y palabras’ y ahora, en el sello Sabara, aparece la edición en papel. Con su gentileza de siempre, me envía este fragmento lleno de ternura, humanidad y desconcierto. La ilustración es de Virxilio Vieitez.]
AQUELLOS DÍAS DE LUZ Y PALABRAS
Por Vícctor JUAN BORROY. Editorial Sabara.
Cuando se conocieron, María estudiaba el último curso de Químicas y él apuraba una beca que le había concedido el ministerio para hacer la tesis doctoral sobre la literatura del Siglo de Oro. ¿En qué había desperdiciado su vida antes de encontrarse con ella? Había vivido veinticinco años en el mismo planeta que María y no la había visto nunca. Aunque la tabla periódica de los elementos estuviera alejada de los intereses de Miguel, esa no podía ser la razón del anonimato en el que aquella mujer había vivido.
Coincidieron una tarde de sábado en el colegio mayor La Salle donde Alberto Sánchez Millán mantenía un arriesgado programa de cine fórum. Se proyectaba un ciclo dedicado a Buñuel. Antonio, su amigo de siempre, le llamó para pedirle que le acompañara al cine. Tenía entradas para Viridiana.
–Yolanda me ha dicho que ha quedado con una amiga esta tarde.
–¿Y quién es Yolanda?
–¿No te he hablado de ella?… Es la mujer de mi vida. Esta tarde conocerás a la futura madre de mis hijos…
–No me digas…
Yolanda era la chica que salía esa semana o ese mes con Antonio. Le gustaba decir que sus relaciones eran siempre cortas, pero intensas. Cuando su nueva conquista le dijo que irían al cine con María, una compañera de clase con quien ya había quedado previamente, Antonio le pidió a Miguel que fuera con ellos:
–Dos está bien, pero tres es multitud, ya sabes…
–No sé para qué vas al cine si no te enteras de nada…
–Veo esas películas para hacerme el intelectual. Todos no podemos hablarles a las chicas de Baudelaire, de poesía mística o de Antonio Machado. Y si les doy mi opinión sobre las rentas de interés variable, sobre el marketing o sobre el crédito hipotecario me mandan a tomar por el saco antes de descubrir las innegables virtudes que me adornan.
–Las virtudes que le adornan, dice el cabrón… Hay cosas que hasta un ignorante como tú debería saber porque son valiosas, no para pavonearse delante de las mujeres…
–Siempre serás un pardillo. Cuando les digo a las chicas que suelo ver cine experimental en versión original se creen que están ante un tipo sensible, con una elevada cultura…
Aquel día quien no se enteró de la película fue Miguel. Llegó el primero y esperó unos minutos en la puerta del colegio mayor. Antonio y las dos chicas que le acompañaban aparecieron por la calle San Juan de la Cruz, caminando por la acera, bajo las acacias. Antonio llevaba de la mano a su amiga y junto a ella venía María. Le bastó mirarla para saber que no había conocido a nadie como ella. No atendió a las tonterías que dijo Antonio cuando les presentó. No escuchaba otra cosa que el eco de sus propias palabras. Al besar a María se sintió ridículamente desorientado. No supo en qué mejilla dejar el primer beso. Finalmente la besó en la nariz. Se disculpó. Ella sonrió. Entraron en el salón y cuando se apagó la luz, Miguel hizo todo lo posible por mirar la pantalla. Se esforzó por comprender los diálogos de Paco Rabal, Fernando Rey y Silvia Pinal, pero todo fue inútil. Sólo estuvo pendiente de María, de su respiración, de cómo se acomodaba en la butaca, de cómo se colocaba el pelo en la posición precisa, de cuándo retiraba la mano del reposabrazos que compartían y que él le había cedido intencionadamente…
Al terminar la película, Antonio propuso que fueran a cenar a La Trattoria, una pizzería de la calle Latassa.
–Lo siento mucho –dijo María. Tengo un examen el lunes y contaba con estudiar esta noche.
–Qué pena que no puedas acompañarnos… –se apresuró a decir Antonio–. Y tú, Miguel, te quedarás, ¿no?
–No, yo tampoco puedo entretenerme. Quiero terminar varios trabajos esta noche.
–Bueno –cerró la conversación Antonio– ya quedaremos otro día. María… encantado de haberte conocido –le dijo mientras le daba dos besos–. Miguel, amigo mío, dame un abrazo. Mañana te llamo antes de comer. No leas demasiado que te pasará como a Alonso Quijano y concéntrate en lo importante, que mañana tenemos partido.
María y Miguel se quedaron solos. Anochecía sobre el Huerva, uno de los tres ríos que fecunda Zaragoza. La ciudad estaba envuelta en un aire que anunciaba el retorno de la vida. De un momento a otro, en unos días o en unas horas, se esperaba el alumbramiento de una nueva primavera. La vida reventaba por cada rincón. Miguel hubiera dado cualquier cosa por encontrar algo que decir. No era necesaria una frase brillante o un comentario para recordar. Bastaba con no parecer inoportuno.
–Si quieres, puedo acompañarte, María. En realidad, no tengo tanta prisa ni tantas cosas que hacer como le he dicho a Antonio…
–Gracias, me apetece caminar un rato.
–Perfecto. ¿Hacía donde vamos?
–Podemos ir hacia la plaza San Francisco.
Caminaban como si no quisieran llegar a ninguna parte. Miguel dejó que fuera ella quien iniciara la conversación.
–¿Sabes?... Es la primera vez que voy a un cine club y no había visto nunca una película como Viridiana.
–Nunca es tarde para empezar a hacer las cosas que merecen la pena.
Se dirigieron hacia el Parque Grande por el paseo de Fernando el Católico. Entonces Miguel ya había recuperado el don de la palabra. ¿Qué le contaría? Seguro que le habló de Antonio, de su amistad, de sus trabajos de doctorado, de los primeros poemas que había publicado en la revista Rolde… Apenas la dejaría hablar. Él era un torbellino. Le hablaría apasionadamente del mundo que descubría cada día. Pasaron por delante de La Romareda y al llegar a la altura del convento de Jerusalem, María se detuvo:
–No hace falta que me acompañes más, Miguel. No quiero que se te haga tarde por mi culpa. Además tendrás que volver solo.
–No, no se me hará tarde. No te preocupes por la vuelta. Vivo muy cerca del Puente de los gitanos. Pensaba leer. Entre mis planes siempre está la lectura. Necesito leer para vivir como otras personas necesitan hacer deporte o dormir la siesta. Ya has oído el consejo que me ha dado Antonio: «No leas tanto, que te volverás loco»…
–Eres muy raro. No había conocido a nadie que necesitara leer como hacer la siesta…
–Yo no sé hacer otra cosa. Por eso leo. A veces también escribo, pero lo que mejor hago es leer. Y ahora, en este preciso momento, no quiero hacer ni lo uno ni lo otro. Ahora me gustaría acompañarte hasta tu casa…
–Vivo en Casablanca…
–Casablanca… Vamos pues, que «siempre tendremos París»…
–Miguel… «presiento que este es el inicio de una hermosa amistad»…
Rieron con la risa de quienes están a punto de amarse. Una hermosa amistad… María quizá presentía que Miguel era tan raro que le gustaría estar mucho tiempo con él. Le bastó escucharle durante una hora para saber que pasaría el resto de su vida junto a aquel joven que no sabía hacer otra cosa que leer, y que le había confesado que necesitaba leer para vivir pero en aquel momento solo quería acompañarla a su casa.
Al llegar a la Fuente de los Incrédulos contemplaron el reflejo de la luna en el agua. Aunque ya la conocía, María dejó que Miguel le contara la historia de aquella fuente. Procuró mostrarse sorprendida e interesada cuando Miguel relataba cómo Ramón Pignatelli quiso dedicar esa fuente a quienes no creyeron en su sueño de construir un canal que regaría gran parte de la huerta zaragozana, un canal que traería el agua que se bebería en Zaragoza. Cuando en 1784 el agua llegó a la ciudad surcando el cauce del Canal Imperial de Aragón, Pignatelli mandó construir aquella fuente de dos gruesos caños. Para coronar su demostración de erudición, rozando el límite de la pedantería, Miguel leyó la inscripción latina:
INCREDVLORVM CONVICTIONI
ET VIATORVM COMMODO
–O lo que es lo mismo –concluyó el doctorando en letras– «para convicción de los incrédulos y comodidad de los caminantes». Esta fuente está aquí para que se refresquen los caminantes como nosotros. Así que bebamos en homenaje al señor Pignatelli.
Acercó su boca al caño y bebió satisfecho.
Continuaron caminando y cuando menos lo esperaba, cuando menos lo deseaba, María se detuvo ante una puerta de cristal y hierro, miró a Miguel como si hubiera terminado el recreo y le anunció:
–Aquí es...
–Vives demasiado cerca.
–A mí siempre se me hace el camino largo, pero hoy hemos llegado enseguida. Todo es siempre relativo… Gracias por acompañarme, Miguel.
–Gracias a ti por venir al cine y por este paseo.
La miró como la miraría tantas veces a partir de esa noche. Le dio dos besos entonces, sí, en el lugar preciso.
–Si quieres podemos quedar otro día –dijo María–. El lunes termino los exámenes…
–Muy bien, quedaremos otro día. Buenas noches.
–Antes de que te vayas, ¿no quieres que te dé mi teléfono?
–Claro, tu teléfono… ¿cómo vamos a quedar si no te llamo? Bueno, me hubiera apostado frente al portal de tu casa. En algún momento hubieras salido para ir a clase, para comprar... Te llamaré pronto...
–Llámame cuando quieras.
Miguel volvió por el mismo camino que había recorrido con María. Llegó a su casa. No cenó. Tampoco pudo leer nada. Solo escribió.
Si conservara sus agendas, en sus notas de entonces seguro que podría leerse:
«13 de marzo. El último sol del día se refugiaba en su pelo. Sólo podía oír su risa sobre el estrépito de los gorriones».
«Algo me está pasando por primera vez».
«No he querido cenar».
María era tan hermosa que le dolía mirarla. Sentía vértigo al asomarse al fondo de sus ojos. Sabía que si la miraba un instante más del que podía soportar, su voluntad se precipitaría por aquel abismo azul.
¿Cómo sería el mundo después de besarla?
En el amor hay un punto de ceguera –no vemos cosas que otros ven– y un punto de luz –vemos cosas que otros ni intuyen–. Además cuando nos enamoramos confundimos la parte con el todo: nos enamoramos del lunar que ilumina la sonrisa de la persona que amamos, de su tono de voz, de unas largas piernas, de unos hermosos labios, de unas palabras que nos conmueven, pero somos más que lunares, palabras y voces. Posiblemente él también se enamoró de una parte: de su manera de mirar y de cómo sonreía cuando se encontraban. Luego descubrió el todo y sintió la caricia de su voz y comprobó que en cualquier parte de su cuerpo la piel de María era dulce. Más tarde aprendió algunos de sus gestos: cómo movía las manos al hablar, el balanceo de sus caderas cuando caminaba...
Todo en ella tenía la dimensión exacta: su boca, su cintura, sus manos, sus pechos, el tono de su voz, el suave perfume que le acompañaba y que Miguel ya no pudo olvidar después de su primer paseo rumbo a Casablanca, la constelación de lunares repartidos por su cuerpo, la densidad de sus lágrimas, su risa, sus besos, sus silencios y la ternura de sus brazos.
Miguel llamó a María el lunes, después de los exámenes. Quedaron el martes y el miércoles, y muchos jueves y viernes. Durante aquellos días de luz y palabras, enseguida descubrieron que querían estar siempre juntos. Cada vez que María le miraba, o pronunciaba su nombre, o rozaba su mano, o la oía reír, o presentía que unos pasos eran sus pasos, el mundo se estremecía. Cada vez que la desnudaba tenía la seguridad de que la felicidad existía. Dos años más tarde se casaron y luego les nació Ana. Miguel vivía en el territorio de la incertidumbre, de la insatisfacción permanente que genera la escritura. Sin embargo, María recorría un universo previsible en el que hache-dos-o es siempre agua. María era una magnitud constante y Miguel un viento ingobernable. Él había publicado varias novelas y colaboraba en la prensa. Ella trabajaba en un laboratorio dedicado a la elaboración de productos farmacéuticos. Ana empezó la escuela. Cuando miraba a los ojos a María, Miguel aún experimentaba el mismo vértigo que le invadía las primeras veces. Una mañana María se iba a trabajar y él no subió las escaleras para despedirse de ella. No sabía con qué ropa se había vestido. Tres horas más tarde sonó insistentemente el teléfono y Miguel habló con un sargento de la Guardia Civil de Tráfico.
APARECE 'LA ESPAÑA DE VIRIDIANA'
(Zaragoza, domingo 10 de noviembre de 2013. Prensa de la UZ). La Universidad de Zaragoza, a través de Prensas de la Universidad, ha publicado “La España de Viridiana”, un libro que analiza esta película de Buñuel, considerada por muchos la mejor obra del cine español, y ayuda a esclarecer los conflictos generados por ella. La publicación está coordinada por la profesora Amparo Martínez Herranz, e incluye colaboraciones de investigadores tanto de la Universidad de Zaragoza como de otros ámbitos, así como testimonios de personas que trabajaron mano a mano con Luis Buñuel en la elaboración de esta película.
El estreno de “Viridiana” en 1961 desencadenó una furibunda crítica del Vaticano publicada en L’Osservatore Romano y su prohibición en la España franquista, veto que pudo derivarse de la irreverencia religiosa de muchas de sus imágenes, del protagonismo de un personaje femenino (una novicia) con una inusual libertad de acción y decisión o la presentación de imágenes sexuales laxas y ambiguas.
“La España de Viridiana” localiza argumentos dentro y fuera del ámbito estrictamente cinematográfico que sirven para matizar la realidad de aquel momento, explicar a fondo todos los valores de “Viridiana” y terminar de entender los conflictos generados por la cinta. El libro recoge nuevos materiales que arrojan luz sobre la película y sobre el conflicto que generó: documentos, canciones, fotografías como las de Ramón Masats que hasta ahora no se habían positivado. A través de ellos, de las entrevistas realizadas y de la investigación de los diferentes autores que han participado en la publicación es posible entender mejor, 52 años después de su producción y estreno, por qué esta! obra terminó siendo un problema. Por qué puso en un aprieto a la España que se debatía entre lo que de verdad era y lo que quería aparentar, entre lo que podía ser y lo que le dejaban.
El análisis comienza por el ambiente político y social de la España en la que se rodó la película, que ha reconstruido Julián Casanova, y sigue por los cambios económicos que se estaban produciendo en el país, como constata Iñaki Iriarte Goñi, para completar la panorámica con una reconstrucción del marco artístico en el que se gestó una creación como Viridiana, a cargo de José Luis Calvo Carilla, que deja claro que la película no puede entenderse si no se conecta con la transformación que se estaba produciendo en el territorio de la poesía y la novela.
En esta misma línea Jesús Rubio Jiménez evidencia la sorprendente renovación que se dio en el campo de las artes escénicas. También en el ámbito de la música, donde Matías Uribe relata cómo el Pop y el Rock habían empezado a abrirse camino entre coplas y niños cantores hasta llegar al rockabilly con el que se cierra “Viridiana”. La película forma parte del juego de contradicciones que Ascensión Hernández constata en el territorio de la arquitectura y Concha Lomba en de las artes plásticas. Y está directamente vinculada con el deseo de construir una imagen de modernidad del país que no si! empre se correspondía con la realidad cotidiana, tal y como Pilar Biel e Ignacio Gil aprecian en el dominio del diseño, Francisco Lázaro Sebastián en el de la fotografía, Mónica Vázquez Astorga en el del humor gráfico y Antonio Altarriba localiza incluso en el de los tebeos.
Asimismo, “La España de Viridiana” ahonda en el proceso creativo de la propia película y sus resultados. Así, Alicia Salvador analiza las complejas circunstancias que marcaron su producción en el débil contexto de la industria del cine español de la época; Amparo Martínez reconstruye el método de trabajo de Buñuel y las fuentes materiales y espirituales de las que se alimentó para crear esta obra. El resultado fue una película de la que Agustín Sánchez Vidal ha logrado extraer la esencia, subrayando el modo en que su director consiguió convertirla en una encrucijada de la cultura española, que, al mismo tiempo, seguía manteniendo las claves universales de su producción.
La publicación recoge también colaboraciones de Antón Castro, que se acerca a la recién nacida (en la época) Televisión Española; Fernando Sanz Ferreruela, que señala que el cine seguía siendo por entonces una de las formas fundamentales de ocio en el país y Rob Stone, quien analiza otros filmes producidos el mismo año. Además, Nancy Berthier constata que “Viridiana” se convirtió en una “película-evento”, consagrada en buena medida por la crítica francesa, que ha estudiado Julia Tuñón, y por la proyección internacional que obtuvo tras obtener la Palma de Oro en el Festival de Cannes, siendo la única producción española que lo ha logrado hasta la fecha.
Finalmente, Luis Alegre revisa el modo en el que el legado de “Viridiana” fue quedando diluido y desdibujado como mito en la cultura española de finales del siglo XX y principios del XXI, y José Luis García Sánchez rescata la memoria de esta creación como pieza de gran solidez artística y valor como metáfora de la “esquizofrenia cultural” que se respiraba en el país en que se grabó. Para completar la publicación, se incluyen testimonios de algunas personas que trabajaron codo con codo con Luis Buñuel en la construcción de la película, como la protagonista Silvia Pinal; el ayudante de dirección, Juan Luis Buñuel; la script Concha Hidalgo, el montador Pedro del Rey o el productor Pere Portabella, entre otros.
“La España de Viridiana”, protagonista del ciclo Vida en Ficciones
El ciclo Vida en Ficciones dedica desde mañana su edición de 2013 a “La España de Viridiana”, con el objetivo de conmemorar el cincuenta aniversario del rodaje y estreno de la película, el treinta aniversario de la muerte de Luis Buñuel y, al mismo tiempo, difundir la publicación de este libro colectivo.
Así, especialistas de diferentes disciplinas ofrecerán nuevas perspectivas desde las que aproximarse a “Viridiana” para poder apreciarla en todo su valor como pieza clave en la creación artística española de la segunda mitad del siglo XX.
Las conferencias programadas (todas se celebrarán en el Paraninfo, a las 19,30 horas) son las siguientes:
Lunes 11 de noviembre. “La España de Viridiana era la de Franco”, en la que Julián Casanova hablará del contexto histórico, político y social del momento en el que se produjo la película.
Martes 12 de noviembre. “Una encrucijada española”, a cargo de Agustín Sánchez Vidal, que ahondará en el modo en el que Buñuel consiguió convertir Viridiana en una obra de arte clave dentro de la cultura española, sin renunciar a la esencia universal de su producción.
Miércoles 13 de noviembre. Mesa redonda con Pere Portabella, uno de los productores de Viridiana y, al mismo tiempo, director de cine clave dentro de la renovación de la cultura audiovisual española.
Más información: Amparo Martínez Herranz.
(amarhe@unizar.es; amparo@septimocielo.es)
RETRATO DE PEPE MELERO

RETRATO DE JOSÉ LUIS MELERO:
LECTOR, ESCRITOR, ZARAGOCISCA, AMIGO Y ACTOR
José Luis Melero es uno de esos seres que contagian pasión por la vida, confianza y buen rollo, como suele decir Luis Alegre. Puede ser el amigo imprescindible, el camarada o un animal de compañía. Encarna el optimismo, la delicadeza y el sentido del humor.
Se confiesa un enamorado de los seres y las cosas, un aragonesista de pies a cabeza desde siempre, y hace suyo el lema de Juan Manuel Sánchez: “Todo por y para Aragón”. Pepe, además, dice “Todo por y para mis amigos. Todo por y para el Real Zaragoza”. Fetichista y coleccionista, suele decir: “Yo también tengo mis pequeños tesoros. Solo hablaré de uno, aun a riesgo de parecer presuntuoso: conservo las botas y una camiseta de mi admirado José Luis Violeta, ‘El León de Torrero’. Ese tótem protege mi inflamado zaragocismo en los momentos más difíciles”. A Pepe, más que el fútbol, le gusta el Real Zaragoza. Es blanquillo a carta cabal con todo lo que eso significa: más de 80 años de leyenda con nueve títulos.
José Luis Melero es un hombre de letras conciliador, generoso y de crédito, un intelectual, un activista incesante de la cultura desde Rolde y otros foros. Ante todo se siente lector, investigador de historias menudas, de vidas humildes; rastreador de libros, de folletos, de fogonazos insólitos, un enamorado del arte y de la música, y se siente un contador de historias. Es alguien que lee para contarlo. No es egoísta ni elitista, y sabe ser, sin esquizofrenia alguna y sin afectación, zaragozano y cosmopolita. Ama los libros desde muy joven y fue un asiduo visitante de las librerías Astro, General, Pérez, Hesperia, Inocencio Ruiz Lasala, y lo sigue siendo de casi todas. Ahí encuentra amigos, autores, una tupida red incitaciones que enriquece su laberinto de libros y de sueños. La memoria del mundo. Ahí está en su segunda casa. Pepe, por cierto, es uno de los aragoneses que les ha puesto un piso ordenadísimo a sus libros.
José Luis Melero ha sido poeta, ha entrevistado a poetas como Ildefonso-Manuel Gil, que le reveló sus mejores secretos, incluso los de amor; es el albacea del poeta y editor Luciano Gracia. Cree en el poderoso influjo de la amistad y la practica a diario: es el primer lector de Ignacio Martínez de Pisón, y tiene un afecto entrañable por Emilio Gastón, Fernando Ferrero, Rosendo Tello, Ángel Guinda, y fue uno de los cómplices más constantes de amigos inolvidables como José Antonio Labordeta y Félix Romeo Pescador, por citar solo algunos. Un diccionario de amigos de Pepe Melero ocuparía algunos cientos de páginas. Pepe Melero representa la definición más extensa y luminosa de la palabra amigo. Amigo. Criatura de afectos.
Desde hace muchos años se ha revelado como un magnífico bibliófilo que viste cuidadosamente sus libros de viejo. Un bibliófilo por amor a la lectura al que le interesa todo, pero muy especialmente Aragón, la literatura en general y la poesía en particular, la historia y lo que se llama ‘los egodocumentos’ o literatura del yo: diarios, memorias, autobiografías, epistolarios. Todos sus libros, y son más de 30.000, llevan la fecha de su ingreso y posteriormente sus notas de lectura a lápiz con su letra de monje. Amasa una fortuna incalculable y sentimental de libros dedicados.
Pepe Melero es un amanuense de los pequeños detalles. Y por supuesto posee una de las mejores bibliotecas aragonesas que existen. Él, con la implicación de Eduardo Bandrés y de Agapito Iglesias y sus consejeros, fue el auténtico forjador de ‘Los años magníficos’, la exposición de los 75 años de existencia del Real Zaragoza. Una exposición que quiso ser también una ambiciosa apuesta cultural. La creación y el fútbol jamás han estado alejadas y mucho menos en la cabeza de Pepe. Eso sí, parece que de niño ni aprendió a montar en bicicleta ni fue un gran futbolista.
Pepe Melero ha escrito de casi todo. Es uno de los sabios de la jota. Le encanta la buena gastronomía, en la taberna y en los libros. Es autor de cinco libros básicos: ‘Leer para contarlo’, sus memorias de bibliófilo; ‘Manual de uso del lector de diarios’, un diccionario precioso que le retrata; ‘Los libros de la guerra’, una compilación asombrosa y llena de novedades de libros sobre la contienda del 36 escritos desde los dos bandos; y ‘La vida de los libros’ y ‘Escrituras y escritores’, donde recoge sus columnas de los jueves en la página dos de ‘Artes & Letras’. Esos artículos, alrededor de 200, son la mejor muestra de la variedad de saberes de Pepe, de su finísimo sentido del humor, de su capacidad para reírse de sí mismo, de su sabiduría y de su inagotable sensibilidad. Pepe, erudito y divertido, vive instalado desde hace años en el reino de la curiosidad.
José Luis Melero ama a los escritores casi anónimos, desdichados, sepultados en el olvido. Es como un novelista que mira con candor a sus criaturas. “Escribir sobre los amigos desaparecidos no solo es una necesidad personal: es un deber de justicia”, ha dicho. A Pepe, el hijo ideal, el marido y el padre soñado como suelen decir Yolanda, Jorge e Iguácel, el zaragocista indomable (y lo sabemos todos de buena tinta), le gustan las anécdotas. Sus libros son auténticos inventarios de ellas. Por ejemplo, le gusta contar: “Se dice que Ernst Hemingway llevó colgada del cuello durante años una de las piedras que Ava Gardner expulsó del riñón, tras el cólico nefrítico que sufrió en 1954. Cuando le afeitaron el pubis tuvieron que hacer un sorteo en el hospital porque todos querían quedarse con un mechoncito”. Cuando se pone salvaje y sentimental le gusta que le reciten alguna alineación del Real Zaragoza. Una de las primeras, por ejemplo: Lerín; Gómez, Alonso; Pelayo, Ortúzar, Municha; Juanito Ruiz, Amestoy, Olivares, Tomás y Primo. Su favorita bien podría ser esta: Cedrún; Belsué, Cáceres, Aguado, Solana; Nayim, Aragón, Poyet; Pardeza, Esnáider y el ‘Paquete’ Higuera. La de los campeones de 1995 en París. Una de las noches más hermosas de su vida. Cuando éramos los mejores.
Felicidades a Pepe Melero y a su multitud de amigos.
*Este iba a ser el discurso del homenaje que le rindieron a Pepe Melero la peña Los Aúpas. aquí está por si a alguien le puede interesar.
'TURIA' RECUERDA A ANA Mª NAVALES
[Nota de prensa de ’Turia’.]La escritora Ana María Navales (Zaragoza, 1939 - 2009) es la gran protagonista del amplio y sugestivo monográfico que la revista cultural TURIA ha elaborado con motivo de su 30 aniversario. Un total de trece autores, entre los que figuran los principales estudiosos de su obra, nos descubren las claves de una de nuestras más singulares autoras contemporáneas. Considerada por muchos como la “Virginia Woolf española”, Ana María Navales ha sido descrita como un ejemplo de mujer y de escritora libre, lúcida y pasional. Ahora, cuando están próximos a cumplirse cinco años de su muerte, la revista a la que estuvo tan vinculada le brinda un merecido homenaje y reivindica su lectura.
El atractivo dossier de 115 páginas que TURIA dedica a Ana María Navales constituye, sin duda, el contenido estrella de un sumario muy especial repleto de textos inéditos de grandes autores y con el que la revista conmemora sus 30 años de trayectoria. Para Jesús Ferrer Solá, filólogo y profesor de la Universidad de Barcelona, que firma el artículo introductorio del monográfico dedicado a la autora aragonesa, Ana María Navales “cultivó con parecida destreza la poesía, la narrativa breve o el ensayo”. Sin duda, “quien fuera una sobresaliente activista cultural y hábil dinamizadora de la gestión intelectual” dispone desde ahora de un valioso conjunto de textos que analizan sus diferentes facetas. Y es que, junto al estudio de su producción creativa, no falta el análisis del lado humano de la escritora, construido con evocaciones y testimonios de quienes mejor la conocieron. Una cuidada biocronología completa el nuevo y oportuno monográfico de TURIA.
El escritor Javier Cercas será el encargado de presentar el número especial 30 aniversario de TURIA. El acto se celebrará en Teruel, ciudad en la que en 1983 se fundó la revista, el próximo día 19 de noviembre.
MÁS ALLÁ DE LA ESCRITURA CONVENCIONAL
Jesús Ferrer Solá, en su artículo “Recordando a Ana María Navales. Una teoría de la novela” no tiene dudas a la hora de subrayar que su narrativa conserva muchos de los rasgos de su lírica. Su estilo posee una ascendencia poética que la sitúa lejos de la prosa convencional. De ahí que considere que “la novelística de nuestra escritora se basa en la moderna ambivalencia entre ficción y realidad”. Es decir, una “fecunda conjunción entre testimonialismo cotidiano y reflexión intimista” que convierte a sus novelas en la mejor demostración de que Ana María Navales “supo desarrollar, con sobrado rigor estético, el viejo arte de contar una historia”.
Manuel Rico, escribe en TURIA sobre “La trayectoria poética de Ana María Navales” y de ella dirá que es un camino personal y al margen dentro de la lírica española: “estamos ante una poesía en la que el lenguaje tiene un sentido unívoco: buscar el misterio y la oscuridad que vive dentro de nosotros. Sólo en el poema está la salvación, parece decirnos en cada uno de sus textos”.
Isabel Carabantes escribe sobre “La forja de una escritora rebelde: sus relatos”. Nos recuerda que el origen literario de Ana María Navales fue el periodismo y asegura que la narrativa breve fue su mejor medio de expresión: “porque a través de sus relatos se llega a las novelas, porque sus personajes son antesala de sus ensayos, porque en ellos se encierra el alma de la poeta. Es en estos textos donde mejor se puede apreciar el trabajo diario y la evolución personal y creativa de una autora que a lo largo de cincuenta años no dejó de contar con pasión”
En su artículo “Libre, lúcida y peligrosamente”, Julio José Ordovás se ocupa de la obra ensayística de Ana María Navales. Tras analizar las excelencias de la escritora en el cultivo de este género, nos dirá: “Navales fue un pájaro exótico dentro de la literatura española, y la búsqueda de otros pájaros exóticos la llevó a otras literaturas. En Bloomsbury encontró su nido”.
“La gran aventura de la vida de Navales –concluye Ordovás- fue la literatura. Ni las ironías del destino ni la muerte podrían apagar, de eso estaba segura, la vida que depositó en sus libros. Ella aspiraba a quedar llena de vida en ellos, como Virginia Woolf, como Anaïs Nin, como Clarice Lispector, como todas las escritoras en las que se miró y se reconoció. Quería que sus libros perduraran como testimonio de la libertad de su espíritu y no le importaba el precio que tuviera que pagar, o, mejor dicho, que le hicieran pagar, por ello”.
LA IDENTIFICACIÓN CON VIRGINIA WOOLF
José-Carlos Mainer participa en el monográfico con un brillante artículo titulado “Ana María Navales: espejos de la novela”. En él se nos asegura que la escritora llevó a sus narraciones extensas su querella personal contra la vulgaridad y “una concepción de la literatura como forma superior y más auténtica de la vida: un espejo muy especial”.
Con buen criterio, Mainer también considera que “Cuentos de Bloomsbury” (1991) tiene mucho de novela fragmentada en cuentos y no poco de ensayo novelado de una biografía colectiva que, por muchas razones, ha sido su obra más perdurable y una de las más originales de las publicadas en España en el decenio de los noventa”.
Y es que la identificación de Ana María Navales con Virginia Woolf fue absoluta. De ahí que en aquellas vidas del grupo de Bloomsbury, nuestra escritora encontró, como subraya Mainer, “la existencia que hubiera querido vivir: un cierto grado de bohemia corregido por el buen tono; la ambigüedad sistemática de los sentimientos, rescatada por la lealtad personal; la ociosidad divagante acompañada de la seriedad en el trabajo; la ambición cultural universal que sólo roza el esnobismo; la asombrosa facilidad de convertir unas vidas complejas en el refinado material de una imaginación literaria”.
A continuación, TURIA ofrece un valioso y plural repertorio de artículos y testimonios que permiten descubrir con detalle el universo vital y literario de Ana María Navales. Así, Raúl Carlos Maícas, fundador y director de TURIA, analiza el papel fundamental de la escritora zaragozana en la revista, una aventura cultural compartida durante varias décadas: ”fue durante años, una presencia luminosa, necesaria y constante en la tarea de conseguir que Turia mantuviera un buen nivel de contenidos”.
El escritor y periodista Juan Domínguez Lasierra, marido de Ana María Navales, escribe en TURIA unas inolvidables y emotivas “Cartas para Ana María”: “Quisiera verte como eras tú cuando te despojabas, en un descuido, de tu máscara de firmeza, de fuerza, de dominio, como aquella niña de tu fotografía en la playa de..., Dios mío, que se esfuman los nombres, aferrada a tu cubito y tu pala, bien aferrados como lo hacías con todo, porque sabes que el mundo nos roba todo lo que amamos, el cruel ladrón, que nada nos deja, que le importa un bledo desnudarnos a la intemperie, aunque el frío nos penetre hasta el tuétano y no queramos sino morirnos para que la desolación, la angustia, el horror desaparezca”.
Por su parte, Marta Agudo escribe en el artículo que publica en TURIA: “pocas personas tan autorizadas como Ana María Navales para diagnosticar el pulso literario de su época. De hecho, resulta extraordinario su conocimiento de la literatura del momento en el resto de Europa y, en especial, de la inglesa en unos años en los que no era fácil recibir noticias del extranjero y la red era algo inconcebible”.
Rosendo Tello realiza un pormenorizado análisis lleno de complicidades de la poesía completa de Navales, reunida en el libro “Travesía en el viento”, y concluye: “Yo soy Antígona”, declaró en un poema Ana María Navales. Su grandeza se mide por su rebeldía y por la desazonante verdad de su vida. Ella no ha muerto, después de su muerte física, pues sus poemas siguen resonando en el silencio de la noche para siempre”.
José María Conget también participa, con su artículo “De obsesiones y fantasmas”, en el homenaje a Navales. Desde la atalaya de sus muchos años de amistad con la escritora, Conget glosa la pasión que siempre caracterizó la labor de Ana María Navales en cuantas tareas literarias y culturales se embarcaba: “en algún momento llegué a cuestionarle si valía la pena tal derroche de adrenalina, una pregunta absurda porque resultaba obvio que la pasión era inseparable de su naturaleza”.
Completan el repertorio de artículos en homenaje a Ana María Navales: “Virginia Woolf entre nosotros”, de Cándido Pérez Gállego y “Ana en el recuerdo”, de Eugenio García Fernández. Por último, y como cierre del dossier, se difunde una pormenorizada biocronología de Ana María Navales, elaborada por Juan Antonio Tello. En definitiva, TURIA ofrece a los lectores la posibilidad de redescubrir a una escritora valerosa, apasionada y anticonvencional: Ana María Navales
La revista cultural TURIA es una publicación cuatrimestral, editada por el IET de la Diputación de Teruel, el Ayuntamiento de Teruel y el Gobierno de Aragón. Este número cuenta también con el patrocinio de la empresa Aragonesa de Servicios Públicos.
*Este dibujo lo he tomado de la página del poeta, narrador y editor Manuel Rico.
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-de109ec2208e4ca21acdbf10afa111bb.jpg
*El segundo retrato es de Luis Grañena.
C. PÉREZ RAMÍREZ EN DEMODO GRÁFICO

[Carmen Pérez Ramírez expone sus últimos trabajos en la galería Demodo Gráfico,
calle Manifestación 17, pintura abstracta, llena de colorido y de sugerencia, pura plasticidad trabajaba palmo a palmo, arquitectura en el lienzo, informalismo cálido, colorido y evocador. En este caso, además, hay un diálogo con Alejandro Humdoldt. La muestra, como todos los trabajos de Carmen, pintora y profesora, respiran rigor, pasión por el oficio, intensidad.]
DEL VIAJE AL PAISAJE DE HUMBOLDT
*Por Carmen PÉREZ RAMÍREZ
Lo que entendemos de manera natural cuando hablamos del Paisaje es, realmente, uno de los géneros pictóricos establecidos por las antiguas Academias de Bellas Artes. Éstas pusieron en valor una serie de vocablos que sirvieron para hacer más fácil su entendimiento. Aunque como comentaba Camilo Echevarria en su tesis “La mirada ilustrada o la ilustración de la mirada”: Un paisaje no existe como tal sin que alguien lo observe, lo admire o lo represente.
Las clasificaciones no dejan de ser una demarcación, pero cuando se utilizan para acercarnos a una visualización común para definir espacios que pertenecen a la naturaleza, las tomo con otra significación.
Por no perderme en la inmensidad del extenso territorio, he querido, en este nuevo trabajo pictórico, ir sobre el rastro del científico naturalista Alexander von Humboldt, (1769-1859). Él habla de lo visual y de lo emocional, estos dos conceptos le permitieron entrar en contacto con la naturaleza hablando de “Impresiones estéticas”. Quizá sea el primer científico que combina la mirada acreditada y contemplativa.
Si Humboldt creó escuela como dicen, y sus seguidores fueron pintores viajeros que ayudaron a su difusión científica creando obras y describiendo los países por donde transitó; yo me considero adepta a la aproximación de los países por los que he viajado, de aquello que visualmente me crea cierta pulsación como fuente de placer estético y plenitud emocional, aunque a veces la contemporaneidad me aleja de esa visión tan placentera y me lleva hacia la inquietud que los efectos de la intervención del hombre deja en la naturaleza.
La obra que presento tiene que ver con la construcción del paisaje dentro de los términos de Humboldt : lo visual y lo emocional. Espacios desarrollados en dos itinerarios (por seguir con conceptos naturalistas), uno como el producto de la interacción entre hombre y entorno, como algo intrínseco en la naturaleza, y el otro como resultado de la mirada emocional, de la percepción cognitiva con todo lo que ello implica.
CARMEN PÉREZ-RAMÍREZ
ANTONIO LUCAS Y ELENA MEDEL GANAN EL PREMIO LOEWE DE POESÍA

ANTONIO LUCAS Y ELENA MEDEL, PREMIOS LOEWE DE POESÍA
[Antonio Lucas es un buen amigo. Hemos coincidido en varios foros y ciudades y siempre es un placer. Acaba de ganar el premio Loewe de poesía con 'Los desengaños', y el premio joven ha recaído en otra buena amiga: Elena Medel. Tomo de 'El mundo', donde trabaja Antonio este texto y esta estupenda foto de 'El mundo', de Begoña Rivas. Enhorabuena a los dos.]
En 2010, Antonio Lucas (redactor de la sección de Cultura y columnista de EL MUNDO) comenzó a escribir los poemas que darían paso a su último libro, 'Los desengaños'. Eran los días casi inaugurales de la crisis, del desconcierto, del cambio radical en el paisaje de Europa. Y en medio de ese ruido, Lucas comenzó a sentir un profundo desafecto por el presente que fue filtrándose en poemas, en poemas que denunciaban una avería en el paisaje de la vida. De esa crisis también personal nacieron algunos textos. Más tarde, una ruptura sentimental abundó también en la idea de fracaso. Y desde esa combinación de crisis del presente y crisis sentimental surgió este nuevo libro, 'Los desengaños', ganador del XXVI Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, dotado con 20.000 euros, publicado por la editorial Visor y el más destacado de los galardones poéticos.
"Resulta paradójico que un libro como 'Los desengaños', tan cargado de desconcierto e intemperie, se haya convertido en un libro de alegrías. Formar parte de la escudería poética del Premio Loewe es un motivo de entusiasmo. Este galardón lo conceden algunos de los poetas que más estimo, algunos de mis maestros. Y, a la vez, lo han ganado otros destacadísimos creadores que son referencia de la mejor poesía española y latinoamericana", dice Lucas.
Los 37 poemas de 'Los desengaños' trazan un mapa no sólo emocional, sino un itinerario generacional donde están aquellas cosas que preocupan a Antonio Lucas, muchos de esos aspectos de la realidad que le llevan a moverse, a la vez, desde sus artículos de opinión. "La poesía no es un ornamento. La poesía es también una forma de contrapoder. El poema actúa no sólo para celebrar, sino también para denunciar. Y no necesariamente desde el frente de la poesía social, sino desde esa emoción elemental de sentirse ciudadano y querer decir las cosas. Y querer decir: 'así no'", apunta. "No sé si 'Los desengaños' es un libro generacional. No lo pretendo, incluso creo que no lo querría. Pero sí sé que encierra un conjunto de poemas que denuncian desde un cierto irracionalismo emocionado esta gran estafa del presente, la gran mentira a la que nos han empujado y a la que nos hemos dejado empujar. Algo que forma parte de un sentir muy plural. Hoy en el desencanto, por desgracia, nos encontramos casi todos. El desencanto es el ágora del siglo XXI en media Europa. Pero eso también trae peligros, como el que el próximo tifón no venga de una corriente salvaje de aire sino de una feroz corriente de gente jodida sin nada ya que perder. En este momento es lo peor de unos pocos lo que mantiene el mundo en marcha. Y eso se paga".
Entre los poetas a los que Antonio Lucas admira destaca, sobre todo, Rimbaud. "Por su capacidad inflamable con las palabras. Por esa capacidad insólita de 'mear' desde la mejor poesía en todas las tapias. Principalmente en las tapias del poder de su tiempo". Y, a la vez, considera que en España se vive un 'mal buen momento' para la poesía: "Siempre ha sido así. Al menos en ese siempre que abarca el último siglo. Hay excelentes poetas en marcha. Excelentes lectores. Pero siempre son pocos, muy pocos, y con muy escasa capacidad de alcance. La poesía tiene prestigio, pero no tiene público. Y, sin embargo, en un poema está todo. O puede estarlo. Incluso hay reportajes excelentes en poemas excelentes. Ahí están los poemas/reportaje de José Hierro. El mundo, sí, cabe en un poema: porque cabe su verdad, porque cabe su trampa. A mí la poesía me permite descifrar el mundo y descifrarme dentro de él. Es un gran mapa con el que hacer camino".
ELENA MEDEL, PREMIO LOEWE JOVEN
Aquí puede leerse la noticia.
JAVIER TOMEO: UN ESCRITOR ESTELAR

UN ESCRITOR ESTELAR
Jorge Herralde, responsable de Anagrama y editor de diecisiete libros de Javier Tomeo (1932-2013), conoció al escritor aragonés en sus inicios. Cuando firmaba como Franz Keller, colaboraba en revistas de cómic y escribía, solo o con otros, manuales sobre la brujería en Cataluña o la esclavitud. Fundó su sello en 1969 y sería una década después cuando Tomeo, que parecía un galán del cine italiano, le ofreció una novela: ‘El castillo de la carta cifrada’. Años después, en 1985, le publicó su novela más famosa: ‘Amado monstruo’. Para muchos lectores y críticos esas son sus dos mejores novelas; otros prefieren su ‘Bestiario’ e ‘Historias mínimas’; otros, como Javier Gurruchaga, ‘Napoleón VII’ y su amigo Félix Romeo parecía inclinarse por ‘El crimen del cine Oriente’. En el homenaje que se le rindió al autor de Quicena en Periferias, con Ismael Grasa, Juan Casamayor y Enric Cucurella, Herralde recordaba sus primeros éxitos en Alemania, donde fue autor de culto, y en distintos países europeos, merced a las adaptaciones de sus obras. Tomeo reinó en los tres teatros de París. En los años 80, el ministerio de Cultura organizó una gira de escritores españoles por Alemania. Allí estaban Juan Benet y Javier Marías, entre otros. Los responsables alemanes echaron en falta a Javier Tomeo y reclamaron su inclusión: lo conocían, lo habían leído, les perturbaba. Al final, fue incluido. Allá donde iban, el aragonés era requerido y entrevistado: tenía que hablar sobre el absurdo, la incomunicación, las psicopatías, las complejas relaciones entre madres e hijos y de su parentesco con Kafka. Jorge Herralde decía que aquello fue algo así como la gira de una vedette y su cuerpo de baile. Fue un momento estelar: el famoso era Tomeo. Al final de aquel trayecto, Juan Benet quiso saber qué tenía el oscense que no tuvieran los demás. Lo leyó y concluyó: “Tomeo no está mal, pero sus novelas son como croquetas. Todas saben igual”. Quizá la historia no fuera exactamente así, pero es muy propia de Tomeo, que repetía la frase con una sonrisa. Deja tres libros inéditos: la novela, breve, ‘El hombre bicolor’ (Anagrama); los cuentos de ‘Vampiros y alienígenas’ (Alpha Decay), y 160 microrrelatos que editará Páginas de Espuma.
*Este texto apareció en mi sección 'Cuentos de domingo' de Heraldo de Aragón. Elr retrato de Javier Tomeo es de Nana Abenoza.
DAVID LOZANO: DIÁLOGO DE 'HEREJÍA'
[Ayer, en el Palacio Arzobispal de Zaragoza, David Lozano Garbala presentaba su nueva novela: ’Herejía’ (SM), que transcurre en la Zaragoza del siglo XV, en espacios como La Aljafería, el monasterio de Santa Clara o distintas calles. Es una novela sobre la Inquisición, la perscución de los judíos, la intolerancia, el espionaje, y contiene una apasionada historia de amor, protagonizada por el joven Ginés, que quizá no sea quien aparenta ser. A David lo acompañaron el historiador Domingo Buela y el director general de Cultura Humberto Vadillo. Esta entrevista se publicaba ayer, en casi su totalidad, en ’Heraldo de Aragón’.]
-¿Qué ha pasado por tu cabeza para dar ese giro hacia el siglo XV?
La Baja Edad Media siempre me ha atraído pues ofrece escenarios muy sugerentes y un clima donde tienen cabida muchos ingredientes que dan juego: fanatismos religiosos, amores prohibidos, supersticiones paganas, intrigas… En el fondo, el mundo era todavía una gran región inexplorada, llena de misterios. Pero es que además la Inquisición constituye un tema que también me interesa desde hace años. Supongo que cuenta con ese toque oscuro, amenazador, que siempre busco en mis historias.
-¿Qué querías contar: una época, una aventura de desdoblamiento, un episodio de intolerancia?
Me apetecía contar un episodio de la Historia donde se viera cómo el fanatismo acaba por engendrar monstruos y cómo, en ocasiones, para luchar contra las injusticias uno tiene que arriesgarlo todo: su vida, sus principios, incluso su propia identidad.
-Casi todas tus novelas giran en torno al mal. En cierto modo, aquí sucede lo mismo. ¿Sería la Inquisición sinónimo del mal?
En mis novelas, en efecto, me gusta mostrar diferentes manifestaciones del mal. Dentro del Santo Oficio había religiosos con una honesta –y moderada- preocupación por la salvación de las almas y la ortodoxia católica. Sin embargo, la Inquisición también cobijaba –sigue ocurriendo hoy en otros ámbitos como la política- perfiles mucho más nocivos: los codiciosos, los corruptos, los integristas… individuos que se aprovechaban de su poder para dar rienda suelta a sus excesos, tanto económicos como ideológicos. Amparaban sus actos bajo la cobertura de una justificación “oficial”, lo que les garantizaba impunidad. Eso sí es el Mal, con mayúsculas.
-Aludes al final a la documentación que has manejado y a tus citas con historiadores. ¿Era posible una historia así en aquella Zaragoza?
He procurado ser bastante riguroso respecto a la ambientación de la novela, por eso decidí contar con el apoyo de varios historiadores. No obstante, la historia que narro es ficción y en ese sentido confío en no haberme apartado mucho de lo verosímil. Lo que sí había en la Zaragoza de la época era una atmósfera de miedo hacia la creciente presencia del Santo Oficio, denuncias sin prueba alguna, intrigas, envidias vecinales… El perfecto caldo de cultivo para una severa represión inquisitorial a la que no todos estaban dispuestos a someterse.
-¿Cuál era la importancia que tenían los judíos conversos en la ciudad, por qué suscitaban tanto odio?
La visión del pueblo judío como amenaza se sustenta en las suspicacias que despierta su poder económico… e incluso político. Hay que recordar que antes de su expulsión los judíos eran los únicos que tenían autorizada la usura, por ejemplo, y su condición frecuente de prestamistas de los monarcas les otorgaba un peso muy serio en la Corte. El hecho de que muchas de las conversiones fueran forzadas no ayudó. En el caso de Aragón es un tema especialmente sensible, porque buena parte de la nobleza tenía raíces conversas.
-Luis de Ortuña, el protagonista o Ginés de Alcoy, son muy jóvenes. Apenas 16 años. ¿Operaban con tanta entera y con tanta lucidez en aquel momento los jóvenes? ¿Cómo los defines?
Los Fueros de Aragón consideraban como mayores de edad a los jóvenes de 16 para determinados actos. A esa edad eran ya prácticamente hombres que debían prepararse para coger las riendas de su destino (o mujeres listas para concertar un matrimonio de conveniencia). Con una esperanza de vida que rondaba los cuarenta años, uno tenía que darse prisa por vivir…
-Has escrito una novela de desdoblamiento y de espionaje... ¿Sigues en tu línea de suspense e intriga o crees que ha cambiado algo en tu opción?
La ambientación histórica y el espionaje no son incompatibles con una narración que incluya intriga. Cambia el escenario, los acontecimientos, incluso el registro de los personajes, pero no el ritmo. Yo he procurado que “Herejía” cuente con suficientes elementos que alimenten la curiosidad en el lector a lo largo de las páginas.
-Entre las mujeres hay dos claves: la priora Catalina de Bolea. ¿Por qué actúa así, a favor de la libertad? ¿Qué dirías de ella?
Me gustan los personajes femeninos fuertes, que se alejan del estereotipo. Es cierto que la mujer pintaba poco en la sociedad aragonesa del siglo XV, pero la Historia siempre nos ofrece muestras de personajes femeninos que se adelantaron a su época, que reivindicaron su papel. No olvidemos a Isabel de Castilla, que reinaba justo en el momento en el que se desarrolla mi novela. Catalina de Bolea, desde su rango de Priora, es una mujer valiente, honesta, dispuesta a no traicionar sus ideales. No se somete al miedo, eso la hace libre y la lleva a luchar por la libertad.
-Ana de Saviñán, la enamorada de Luis-Ginés, que también era poeta. ¿Has querido que fuera como una heroína romántica, casi desmesurada en sus pasiones?
Ana de Saviñán sí responde más al perfil femenino típico de finales del siglo XV, sobre todo en familias de clase alta. Con una educación limitada para la vida real y un conocimiento muy deficiente del mundo, sus aspiraciones se limitan a ser una futura buena madre y esposa de alguien digno, de alcurnia. Muy religiosa, es además soñadora, ingenua, inexperta. Lógico en alguien a quien se ha mantenido demasiado protegida de la realidad durante su crianza. Se entrega, confía, pero en el fondo no ha sido educada para pensar por sí misma.
-¿Cómo conviven la historia de amor y la narración de intriga? ¿Has querido hacer una novela de época de atmósfera romántica?
Pocas cosas generan más suspense que la posibilidad del amor cuando dos vidas se cruzan, sobre todo si el entorno es hostil. El amor surge por sorpresa, no puede controlarse ni predecirse. A menudo inoportuno, es al mismo tiempo muy estimulante. Por eso decidí que lo sentimental iba a desempeñar en mi novela un papel de peso, que incluso amenazaría los planes de los protagonistas. “Herejía” es una novela de aventuras envuelta en una atmósfera romántica, sí.
-Hablemos de los malos. El malo malísimo es fray Agustín de Saviñán, inquisidor decano. Es como un buscador de corruptos pero el más parece él, ¿no?
Agustín de Saviñán representa ese Mal al que aludí antes. Es perverso, calculador, estratega. Para ser malo hay que ser consciente y él lo es, conoce bien el alcance de sus actos. Saviñán es un oportunista, se aprovecha del poder que le da su cargo dentro de la institución para satisfacer una codicia insaciable. Se camufla, oculta sus verdaderas intenciones con una tapadera legítima, pervierte la genuina función inquisitorial. No tiene escrúpulos, cualquier precio es válido si le ayuda a conseguir lo que quiere. Es ajeno a los remordimientos y eso le hace muy peligroso; un adversario implacable.
-¿Era tan atrabiliaria y siniestra la Inquisición como se ve aquí? ¿Daban esas palizas hasta provocar la muerte?
Dentro de la Inquisición había de todo. Incluso hay quien afirma que el famoso Torquemada, primer Inquisidor General para los reinos de Aragón y Castilla, era de talante moderado. Lo que no ofrece lugar a dudas es que el Santo Oficio, en su celo por desenmascarar a los herejes, casi convirtió en un “arte” la habilidad para lograr confesiones de culpabilidad. Y ahí entran en juego formas de torturar sumamente creativas…
-¿Qué ha supuesto para ti pasear por aquella Zaragoza de La Aljafería, Santa Clara, etc.? ¿Funciona bien la ciudad como escenario de ficción?
Zaragoza funciona muy bien como escenario a pesar de que tampoco es una ciudad que haya sabido conservar el valioso patrimonio de su pasado. El poder adentrarme en la Aljafería ha sido un auténtico lujo, desde luego. Y gracias al testimonio de varios historiadores, como la doctora Susana Lozano, yo he podido imaginar sus callejuelas, las torres de las iglesias alzándose sobre las casas bajas, el sonido de sus campanas, el ambiente bullicioso, las murallas…
-Conocíamos tus pasiones por autores más de ‘thriller’. ¿Quién te interesa en la novela histórica?
No suelo leer novela histórica, o al menos no con la frecuencia con la que me dedico a otros géneros. En nuestra tierra, sin embargo, tenemos nombres propios de prestigio a los que sí me acerco de vez en cuando como José Luis Corral, Ángeles de Irisarri, Magdalena Lasala…
*David Lozano, en el Paseo de Independencia, en una foto de Heraldo.
'LA CASA' DE NESQUENS & M. LÓPEZ
Hace algunos años le encargué a Daniel Nesquens un cuento infantil sobre el Real Zaragoza. Me dijo: “Si yo lo que querría es escribir para adultos”. Quizá en realidad no haya dejado de hacerlo nunca, aunque cada vez su literatura tiene más misterio e inquietud y menos humor. Más voluntad de viajar, de conocer, de descubrir mundos que de hallar, en clave más o menos jocosa, las paradojas de la vida. Le importan los afectos, la fuerza de las relaciones, el río de las complicidades. En su último libro, que se presenta mañana sábado a la una en la librería Antígona con Rosa Tabernero, una de las grandes estudiosas de la literatura infantil y juvenil en Aragón, ‘La casa’, ilustrado con imaginación, talento y fantasía por Mercè López, Daniel Nesquens narra una doble relación entre un abuelo y su hijo, y entre este y su hijo, que es quien cuenta la historia. El abuelo, misántropo y extraño, acaba de morirse y asistimos a su entierro. Eso sí, hay un detalle que lo humaniza y casi lo mitifica: todos los años por su cumpleaños le manda un regalo a su nieto. Padre e hijo lo acompañan en su último adiós. El niño, poco a poco, el niño que es “un chico listo” quiere saber por qué no se hablaban el abuelo y el padre. Y ahí aparece en medio una casa, una historia fantástica, contada sin énfasis, con parsimonia y brillantez, con precisos diálogos, que tiene algo de cuento de terror y de viaje al fondo de un doloroso enigma. El libro, contenido y elegante, pertenece al género fantástico: importa lo que no se sabe, lo invisible, la atmósfera tensa de sombra, la ambigüedad. Nesquens, con su habilidad habitual, con ese talento cada vez más parsimonioso, se mueve con comodidad en las estancias informes, ante la estación o en las evocaciones del corredor Jim Hines, citado, la conquista de la luna en 1969, las puertas condenadas, que hay unas cuantas, o esa hoja de un periódico de 1910 que narra un naufragio. El trabajo de Mercè López es excelente: descriptivo y onírico a la vez, maneja el negro y el rojo a la perfección, exalta la complicidad entre padre e hijo y juega muy bien con otro motivo que incorpora Nesquens: el espejo de Alicia, el espejo sin fondo de Lewis Carroll. El libro lo ha publicado el sello A Buen Paso, cada vez más sólido. *Daniel Nesquens en una foto de Vicente Almazán. Una de mis favoritas.
CALVO ROY: VIDA DE ODÓN DE BUEN

Se presenta la primera biografía de Odón de Buen
El lunes, 18 de noviembre, se cumple el 150
aniversario del nacimiento del oceanógrafo de Zuera
Mañana lunes, día 18 de noviembre, a las ocho de la tarde, se presentará en el teatro Reina Sofía, de Zuera, el libro Odón de Buen: toda una vida, escrito por el periodista científico Antonio Calvo Roy. La biografía ha sido publicada por Ediciones 94, empresa editora aragonesa, con la colaboración del Ayuntamiento de Zuera y de la Diputación Provincial de Zaragoza.
Odón de Buen y del Cos (1863-1945), fue un hombre apasionado, una persona a caballo entre dos siglos, y justo entre las dos repúblicas españolas, que se dejó la piel primero en ser él mismo y luego en ayudar a otros a ser ellos mismos, cuando cambió la investigación científica por la gestión de la ciencia. Nacido en Zuera, murió en México, exiliado, tras una vida larga y fecunda, extraordinariamente interesante. Alumno brillante, catedrático en Barcelona y Madrid, concejal del ayuntamiento de Barcelona y senador, padre de la oceanografía en España, figura de relevancia internacional y preso político canjeado. Su manera de estar en el mundo, activo y despierto, hacen de él un excelente testigo de su tiempo.
Éste libro es la historia de su voluntad, de sus luchas, de cómo fue posible enamorarse del mar desde la estepa aragonesa y, sobre todo, enamorarse del conocimiento del mar. Odón de Buen es un personaje desconocido y olvidado, injustamente desconocido y olvidado. Su apuesta política, su muerte en el exilio, su republicanismo insobornable ha impedido que en España su recuerdo esté vivo. Es hora de conocer su obra, su paso por la vida para saber cómo y por qué hizo lo que hizo. Por eso, a los ciento cincuenta años de su nacimiento, su historia merece ser recordada, merece ser conocida porque la vida de Odón de Buen, una vida de novela, es también una vida ejemplar.
Antonio Calvo Roy, Madrid, 1960, es periodista científico y, en la actualidad, presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica. Ha trabajado tanto en gabinetes de comunicación de diversas instituciones y empresas como ejerciendo el periodismo en diversos medios. En el año 2000 creó la empresa de comunicación científica y ambiental Divulga, desde la que colabora con artículos científicos para periódicos y revistas y otros proyectos de difusión de la ciencia, como la redacción de guiones para exposiciones de museos de ciencia y documentales de televisión y dando cursos y talleres sobre periodismo científico en diversas universidades de España. Es autor de varios libros de divulgación científica, entre ellos las biografías de otros dos aragoneses, Santiago Ramón y Cajal y Lucas Mallada (‘Cajal, triunfar a toda costa’ (Alianza Editorial, Madrid, 1999); ‘Lucas Mallada, biografía de un geólogo regeneracionista’, Gobierno de Aragón, 2005).
Ediciones 94 es una empresa editora aragonesa con una larga trayectoria de publicaciones (libros, revistas, coleccionables, edición propia, etc.), con numerosas empresas, organizaciones e instituciones españolas.
MAN DE CAMELLE. XABIER MACEIRAS

HOMENAXE A MANFRED GNÄDINGER
Por Xabier MACEIRAS
Era o 12 de maio de 1976. Faltábanme só oito días para cumprir seis anos. Daquela, pasaba case todo o día cos meus avós. Mentres eles traballaban as leiras que tiñan na Pedreira, eu facíalle a vida imposible aos grilos e aos escarabellos pataqueiros. Naquelas leiras, onde Milio e Carme -os meus avós- prantaban patacas e millo, hoxe ZARA fabrica camisas e pantalóns para todo o planeta.
Tiña que pasar o día con eles porque, nesa época, miña nai traballaba na “Salgueiro S.L.”, a conserveira que había no Rañal, a carón da nosa casa. Aquel día, aquel 12 de maio do 76, nada máis entrar pola porta, despois da súa xornada laboral, miña nai díxome:
– “neno, imos a Coruña. Imos ver o petroleiro”.
Para un cativo do rural coma mín, neses anos, o feito de ir a cidade era todo un acontecemento, era unha festa, pois sempre viña de volta con algún xoguete e algunha larpeirada. Mamá facía pouco tempo que tiña coche. Coa axuda dos seus pais, mercara un Seat-127 de cor amarelo do cal aínda me lembro da matrícula: C-9837-E. No “Panchiño”, como lle chamaba o meu avó ao Seat, pasei momentos moi doces da miña infancia ao son de Abba, Bonnie M e sobre todo de Camilo Sesto, o amor platónico de miña nai.
Ao chegar ao Ventorrillo, quedara abraiado coa inmensa nube negra que se vía ao fondo da cidade. Lembro que mamá estivera a piques de dar volta para a casa. Agora que son pai, sei perfectamente o que se lle pasou pola cabeza naqueles intres. Mais seguro que pola miña insistencia, dirixímonos até a zona da Torre. Unha vez alí, ao baixar do coche, unha sensación de perplexidade, de abraio, de medo...empezou a percorrer polo meu corpo. Quedara pasmado co que estaba vendo, nunca vira nada semellante: o mar ardía no medio de aquela impresionante fumareda negra!. Logo, co paso dos anos, comprendín a magnitude da catástrofe que estaba a presenciar. Aquel petroleiro, era o Urquiola.
A palabra petroleiro xa me resultaba familiar. Non era a primeira vez que a oíra. Escoitaraa en Camelle na casa de Celia, unha muller que sacara o permiso de conducir na mesma autoescola que mamá e Fina Sanjurjo, outra veciña do Rañal.
Tras obter o carnet, as tres mulleres seguirían mantendo a amistade, polo que as viaxes a Camelle, naqueles anos setenta, eran moi frecuentes. Celia vivía cos seus pais, José Perez e Virtudes Devesa, nunha pequena casa do centro da vila, un lugar máxico para min, onde escoitei contos increibles e fascinantes, coma aquel duns veciños de Arou que recolleran nos areais uns botes que contiñan algo branco no seu interior, co que logo pintaron as portas e xanelas das súas vivendas. Aquela sustancia branca era leite condensada!, e ao chegar o sol de verán, según os pais de Celia, “as moscas a pouco máis comen á xente”. Ás historias mariñas que me contaba o meu avó Milio xuntábanselle agora ás de José. Nacía así, aos seis anos, a miña relación de amor co océano.
Dúas ou tres semanas despois do sinistro do Urquiola, fixémoslle unha nova visita a Celia. Aquel día lembroo moi ben. Eu non xogaba, escoitaba a conversa dos maiores. Falaban do que pasara na Torre, e José dicíalles a mamá e a Fina que él xa vivira a praga do chapapote cando era un mozo. Lembraballes que no verán de 1934 vira como o “Boris Sheboldaeff”, un petroleiro ruso que se dirixía cara a Leningrado, embarrancara na costa de Camelle por mor da néboa e contaba tamén, como pouco despois rompía o casco do buque, provocando que as 11.000 toneladas de cru que levaba nas adegas logo se espallaran por toda a Costa da Morte. Según o pai de Celia, os 54 mariñeiros e tres oficiais que formaban a tripulación do buque ruso poidéranse salvar grazas aos veciños de Camelle, uns veciños -entre eles José- que sen sabelo estaban sendo testemuñas da primeira gran catástrofe medioambiental acontecida en Galiza.
Tras pasar un anaco falando con José e Virtudes, estas tardes de domingo en Camelle sempre remataban do mesmo xeito: paseo pola vila, visita a unha curmán de Celia, unhas Fantas no bar “Miramar” e por suposto, a parada obrigada no porto para ver as marabillas de Manfred.
A primeira vez que vin a este home, lembro que me causara unha gran impresión. Para un cativo de seis anos como era eu, ver a un individuo tan peculiar, case esquelético, co pelo e barba longa e sen arranxar, vestido únicamente cun taparrabos, descalzo e que tiña por vivenda unha chabola de pouco máis de trinta metros cuadrados, era o máis parecido a ver a Tarzán en persoa. Celia contaba que a historia deste persoaxe non estaba moi clara e seica había varias versións, mais o certo era que Man chegara a Camelle para non marchar nunca máis.
Manfred Gnädinger nacera a finais de xaneiro de 1936 en Radofzell, preto da cidade de Friburgo (Alemaña) e era o menor de sete irmáns. O seu pai tiña unha panadería que, pese aos malos tempos da guerra para a sociedade alemana, funcionaba bastante ben. A familia era das máis adiñeiradas da vila. Mais todo cambiaría a raiz da morte da súa nai Bertha en 1951. Manfred era un neno tímido e solitario, e quedaría profundamente marcado pola súa ausencia, agravándose aínda máis a súa amargura cando volveu casar o pai, que o faría de contado. A madrastra, a parte do maltrato físico e sicolóxico que exercía sobre o menor dos fillos do seu home, conduciría a familia até a ruina por mor dos seus problemas co xogo. A economía familiar empeorara tanto que tiveran que vender propiedades e terras, unha situación que sería o condicionante para que Manfred decidira irse da casa en 1959 e principiar unha nova vida. Marcha a Suiza, onde empeza a traballar de reposteiro na chocolatería Keller. Alí, a filla do seu xefe namórase del, mais o alemán dalle cabazas, dille que é “espíritu libre”. Ao pouco, e seguramente pola incomodidade do asunto amoroso, fai unha viaxe por Italia que aproveita para ver arte e, a volta, opta por deixar Suiza. Corría o ano 1961. Un ano despois chega a Galiza, e aparece por Camelle o día antes das festas do Espíritu Santo. Chegara até aquí polo seu interés pola preservación do medio ambiente e a curiosidade por coñecer a Costa da Morte. Xa nunca máis marcharía.
Ao chegar a vila, a Manfred dalle hospedaxe a familia dunha veciña de orixe alemán que voltara de Arxentina casada cun galego. Nos primeiros tempos de estadía en Camelle, chamaba a atención pola súa imaxe, sempre aseado, ben peinado, elegante e ben traxeado. O porte do alemán recén chegado do corazón da Europa industrial, axiña destacou naquel pobo de mariñeiros, cunha economía de subsistencia e alexado de toda modernidade. Cando moitos habitantes da Costa da Morte emigraban a Alemaña na procura de traballo, Manfred facía o camiño inverso.
Durante case dez anos viviría nesa casa, pintando, esculpindo, estudando as prantas e os animais e, acomodándose entre a xente cunha mestura de naturalidade e certa extrañeza. Nesta primeira etapa, Manfred Gnädinger non se diferenciaba moito doutros rapaces burgueses que nos anos anteriores ao hippismo, renunciaron a todo na súa terra para atopar aventuras e sosego lonxe da axitación das cidades. Mantíñase grazas á xenerosidade dos veciños e ás axudas que a súa familia lle enviaba periodicamente dende Alemaña, aínda que en calquera caso, Manfred necesitaba pouco para subsistir: un pouco de comida, un teito e pouco máis.
Foi daquela cando se enamorou de María Teresa, a mestra do pobo coa que mantiña largas conversas...mais ela xa estaba comprometida, e cando esta casa co seu mozo de toda a vida, que era mariño mercante, a vida de Manfred cambiaría de xeito abrupto, empurrandoo este desengano amoroso a abandonar a súa primeira casa e a trasladarse a unha pequena parcela, unha punta rochosa no límite do pobo e xunto ao mar. Así remataba a vida de Manfred Gnädinger e principiaba, a comenzos dos anos setenta, a de Man, o noso Man.
O primeiro que fai nesta nova etapa da súa vida e desfacerse do seu apelido, de parte do seu nome, dos seus elegantes traxes e do seu pasaporte, que até daquela renovaba convenientemente no cuartel da garda civil. Convírtese no cangrexo máis ermitán, coma un Robinsón. Refuxiase na soedade e nos seus soños. Asume, a partir de agora, a diferencia, a marxinalidade e a excentricidade respeto a norma -como a súa propia ubicación no mundo-, e convírteas en elementos esenciais da súa actividade vital e creativa.
En 1972 construe, naquel lugar inhóspito aínda que de insólita beleza, un pequeno galpón cúbico e comenza a delimitar o seu territorio de pedra xunto ao mar. Instala daquela un “museo” arredor da súa nova casa, aproveitando as rochas do litoral, ás que lles incorpora todo co que o mar o agasallaba: golfe, madeira, ferros, raices secas...que mezclaba todo con formigón, e cunha vexetación autóctona que él mesmo se encargaba de plantar, iría creando unha pantasmagórica paisaxe, no que a súa propia imaxe de excéntrico ermitán formaba parte consustancial.
Man non comía nin carne nin peixe. Era vexetariano. Comía plantas, froitas, verduras e fariña de millo. Verán e inverno andaba só con taparrabos e poucas veces con sandalias. Con estas cualidades persoais e o seu atípico museo, o “alemán de Camelle” iríase facendo famoso pouco a pouco, principiando a chegar visitantes de todos os lugares á vila. Prensa e radio estaban pendentes del, e até o famoso presentador José María Iñigo atrevérase a levalo a TVE 1. A popularidade ía en aumento ano tras ano, máis aínda cando aparece un día no Corte Inglés da Coruña, vestido unicamente co seu peculiar taparrabos, e escandaliza “a las señoritas coruñesas”. Nunca máis volvería a pisar xungla algunha do capitalismo. Metade El Bosco metade Gaudí, convertera o litoral de Camelle nun remanso de paz, integrando con maestría as súas figuras redondeadas e as combinacións de múltiples cores no entorno. Rochas, casas, montes e pinturas en pedras, eran o substrato da súa arte. Ás figuras redondas chamáballe “o punto”. “Todo empeza e remata nun punto”, dicía.
Fun cumprindo anos, e as visitas á casa de Celia seguían sendo frecuentes. Cada vez que íamos a Camelle había que- probablemente pola miña insistencia- ir ver a Man. Lembro que cobraba entrada, como si dun auténtico museo se tratara, e había que facerlle uns debuxos ou escribirlle algunha frase nunhas libretas pequenas. Nestes cadernos, dicía que quedaba o alma de cada visitante e pretendía construir con elas un rascaceos.
O resultado de todas e cada unha das accións que levaba a cabo, estaban marcadas por un claro compromiso artístico e medioambiental. Man estaba apoderándose simbolicamente de todo un pobo, ao mesmo tempo que tiña conciencia de estar construindo unha obra trascendente.
Nos lustros seguintes o atractivo turístico da vila vai en aumento. A Camelle seguen indo centos de persoas a ver os esculpidos artísticos das rochas da praia, o museo -no que tamén aproveitara o cambio de moeda para redondear a tarifa, pasando das cen pesetas ao euro- e tamén a ver a un home distinto, un xeito de vida diferente. As súas pequenas libretas seguían enchéndose de debuxos, de frases e de impresións dos visitantes.
Mais todo cambiaría aquel fatídico 19 de novembro de 2002, cando o petroleiro con bandeira de Liberia “Prestige” afunde fronte ao litoral galego, logo da incompetencia das administracións autonómica e estatal, e provoca o maior desastre ecolóxico do país. Só dous días despois, o chapapote invadía a obra de Man...”o petroleo matoume a vida. Fóronseme as gañas de vivir. Tirei a toalla”, dicíalles a uns xornalistas.
Cando vín as imaxes nos informativos das televisións, aquela estampa do manto negro púxome a pel de galiña. Inundeime nun sentimento de pena e dor cara a persoa que creara aquela maravilla, cara aquel arquitecto do mar, cara a Man, o noso Man. Xurdiron os recordos daquelas tardes de domingo escoitando a José Perez e a Virtudes Devesa, que xa facía tempo que morreran, dos paseos con Celia polas rochas que agora tiñan unha cor ben distinta e por suposto das lembranzas de Man traballando nese lugar, que cambiaría de aspecto para sempre.
O ermitán alemán non quería que ninguén limpara o chapapote das súas rochas. Tiña moi claro que había que deixalas manchadas de petróleo para convertelas “nun símbolo da morte que destrozou a costa”, para as xeracións vindeiras. O 28 de decembro, Manfred Gnädinger, Man “o alemán” de Camelle, Man, o noso Man, morría no seu habitáculo de 6x6 m onde pasara os últimos trinta anos da súa vida. O parte médico sinalaba que fora unha insuficiencia respiratoria e a tromboflebitis que padecía quenes acabaron con él, mais moitos compartimos a opinión que o “Prestige” acabou de matalo. Morreu de pena vendo como a súa costa de cores quedaba sepultada baixo un manto negro. Estaba enfermo da alma. Morreu de melancolía. Probablemente foi a única víctima mortal da catástrofe ecolóxica, sen embargo, é case seguro que ningunha estadística relacione xamais a morte de Man co acontecido aqueles días na Galiza... mais eu aos meus fillos, xa lles estou contando a verdade.
*A foto é de Generoso Díaz.
DIÁLOGO CON LUIS FELIPE ALEGRE
El Silbo Vulnerado cumple 40 años en 2013. Luis Felipe Alegre, su director y su miembro más antiguo, recorre en esta entrevista la trayectoria de la compañía dedicada esencialmente a la difusión de la poesía en español. Con diversos espectáculos y poetas ha recorrido España y Latinoamérica.
-¿Cómo nace El Silbo? ¿Qué quería ser, qué ideas tenías en la cabeza?
Eran los tiempos de los recitales folk. Allí se juntaban: la canción tradicional en todas las lenguas españolas, onda Joaquín Díaz; el folk americano, desde Peter Seeger a Bob Dylan; y géneros que hoy llamaríamos “canción de autor” y “músicas del mundo”. En ese ambiente yo empecé a leer las traducciones españolas de las canciones y hacer breves recitados entre grupo y grupo. Al poco, algún músico se iba quedando en el escenario y me hacía música de fondo.
La fecha sería ¿1971 o 1973? ¿Por qué esta alusión explícita a Miguel Hernández?
Sí, lo que te digo era en 1971 Ese año un grupo de estudiantes formamos una asociación cultural que se llamaba Ideas con la que nos incorporamos a ese movimiento, en principio musical, siguiendo la estela de Plácido Serrano y sus festivales en el cine Pax. En Zaragoza el polo álgido del folk estaba en Torrero y allí empezamos a ensayar con Francisco J. Gil, Arturo Ansón y Jesús Cerezal. Luego se unirían compañeros míos en la Escuela de Teatro, como José Antonio Porcel y Fernando Bandrés, que también era guitarrista. En 1973 pasamos de actuar con nuestros nombres a llamarnos El Silbo Vulnerado, un título lírico de un poeta combativo. La primera noticia del grupo la dio Alfonso Zapater en el Heraldo.
¿De dónde nacía tu pasión por el recitado?
De muy niño, por un disco de Manuel Dicenta recitando las Coplas de Manrique. Le acompañaba a la guitarra Regino Sainz de la Maza.
¿Quién te enseñó, quiénes eran tus modelos’
Primero fue la imitación de Dicenta. La copla de pie quebrado fue también clave en la educación musical del oído, imprescindible para el recitador. Luego iría admirando las formas de otros recitadores amigos como Pilar Delgado y Mefisto. Otro impacto importante fue en la adolescencia, cuando escuché a Javier Escrivá recitando a Bertold Brecht. Después ¿me dejas extenderme en una anécdota? Yo tenía en el instituto al poeta, y también inmenso teórico de la poesía, Rosendo Tello. Era el jefe de estudios. Una tarde me dice “¿qué haces aquí? ¿no sabes que hoy recita Pío Fernández Cueto? Anda, vete corriendo al Santo Tomás de Aquino.” Mira tú, un jefe de estudios instando a un alumno a marcharse de clase. Aquí se acaba la anécdota, porque ver al actor-recitador no fue anecdótico sino sustancial, definitivo.
Cuando ya llevábamos algunos años de trabajo aparecieron dos personajes que abrieron los nuevos horizontes por los que transitamos. Uno fue Héctor Grillo, que nos dirigió seis montajes entre 1982 y 1996, un hombre de teatro total. Nos obligaba a ampliar nuestros registros y cada montaje ideaba ejercicios más difíciles que superábamos con auténtico dolor. Cosas como recitar boca abajo, llenar el escenario de acciones secundarias sin menoscabar el texto, entrecruzar cantados y recitados, etc.
El otro maestro fue Agustín García Calvo, al que comenzamos a seguir cuando volvió del exilio y se multiplicaban sus recitales-coloquios por España. Lo fuimos siguiendo aquí y allá. En 1985, en un curso de Entonación y Ritmo del Lenguaje, nos atrevimos a mostrarle grabaciones de lo que hacíamos con sus poemas y comenzamos una relación periódica.
Con Héctor aprendimos el grito teatral, con Agustín el suspiro lírico.
Con el tiempo fuimos aprendiendo de otros colegas, dentro y fuera del grupo. Para Carmen Orte son muy importantes Joaquín Díaz y la soprano Esperanza Abad. Federico Martín Nebrás nos introdujo en el terreno de la narración y del mundo infantil. Javier Tárraga reinventó el romance de ciego y nosotros seguimos sus pasos. Chicho Sánchez Ferlosio fue otro maestro inolvidable. Y profesores de Literatura, como Ángel Lahoz, nos han ayudado en muchas ocasiones.
Otros estímulos llegaban de grupos zaragozanos tan variopintos como El Grifo, la PAI, Momo, Medianoche, Teatro del Alba, Dies Irae, el TEZ …
¿Qué te atraía especialmente de la poesía, qué te sigue atrayendo?
Bueno, el buen poema es una flecha que atraviesa sentimiento y pensamiento. O, al decir de Antonio Machado: “Canto y cuento es la poesía / se canta una viva historia / contando su melodía”. Mira cuántos mundos se abren y con qué pocas palabras.
Antes de entrar en los espectáculos, dime ¿cuál ha sido tu relación con la poesía aragonesa?
Muy cordial, con la aragonesa y la de cualquier lugar. Creo que el poeta, al margen de la calidad de sus versos puede, si quiere, ser socialmente muy útil en el barrio, en el pueblo…
En el repertorio tenemos muchísimos poemas de autores aragoneses. Algunos, como Miguel Labordeta o Ángel Guinda los hemos llevado en espectáculos grandes (‘Más margen malditos’, ‘En la aduana’…), a otros poetas, Rosendo Tello y Sánchez Vallés, en disco. Periódicamente hacemos experimentos, como presentar en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires un recital de poesía aragonesa recitada por actores argentinos.
Hay un recital, ‘La tribu contra la aldea’, que va reuniendo poesía reciente. Poetas como Gómez Milián y Juan Luis Saldaña, autores de un soberbio poemario sobre la vida de Perico Fernández; Andrei Medeleanu, primer poeta aragonés de origen rumano que despega por aquí; Julio Donoso, que bucea en sus desequilibrios y consigue versos desconcertantes; Pablo Delgado, inmerso en la reivindicación de métricas y estéticas desusadas; o los del grupo Delium Tremens.
¿Cuáles serían los espectáculos fundamentales de la compañía? Y cuéntame algunos, defínelos un poco, claro: ‘Más margen malditos’, ‘Clásicos in versos’, ‘Romanceros’, ‘Poesía latinoamericana’, Nicanor Parra...
Digamos que comenzamos con estética realista. La entrada en el grupo del fotógrafo Jacinto Ramos y del músico Goyo Maestro nos inclinó al expresionismo. Luego, con Grillo, tuvimos dos etapas gloriosas, la primera de “teatro pobre” (los montajes dedicado a Quevedo, a la poesía hispano-hebrea medieval, a la poesía erótica clásica) y después nos acercamos a la posmodernidad (‘Cásicos in versos’, ‘Romanceros’, ‘Goya, poesía circundante’) y eso tuvo repercusión en el mundo teatral. Pero no solo en el teatro: el disco de “Cásicos in versos” se sigue usando en centros de enseñanza, pasados 20 años.
Mi mundo como director ha estado siempre limitado por la producción. Con los montajes de Héctor removíamos cielo y tierra para encontrar recursos, yo tiendo a la autosuficiencia. Sé que cada uno de mis trabajos tiene un público y no quiero hipotecarlos con la carga de un montaje desmesurado que los encarezca e inmovilice. Últimamente he dirigido varios monográficos de poetas mayores, como César Fernández Moreno, de quien montamos ‘Argentino hasta la muerte’, que todavía representa por América Martín Ortiz; ‘Memoria de Borges’; ‘Todos contra Parra’; y ‘Cernuda recita a Cernuda’, autores esenciales para comprender los rumbos de la poesía en lengua española.
Muy distinto fue el montaje de ’Entremeses del Siglo de Oro’ que dirigió Alberto Castilla, toda una lección de teatro clásico.
Luego hay trabajos que son fruto de la búsqueda personal, como mi ‘Bululú’, que busca la convivencia de poesía narrativa antigua y formas modernas; o los trabajos de Carmen Orte en torno a la canción tradicional. O el trabajo de José Luis Esteban con poesía beat, que comenzó con el estímulo del grupo.
¿Qué poetas más o menos outsiders, por decirlo así, te han conmovido especialmente?
Sin duda, Leopoldo Mª Panero.
Hablemos de esa mezcla de música en directo, de poesía, de teatro... ¿Cuál sería la mezcla alquímica de vuestros espectáculos? Te pido respuesta general pero podemos descender a lo específico...
Las claves suelen darlas los propios textos. Decía el arcipreste de Hita: "De todos los instrumentos yo, libro, só pariente: / bien o mal, qual puntares, tal diré, ciertamente..." Pero, bueno, vamos a distinguir entre el recital, el espectáculo y los híbridos. El recital es un intérprete y unos textos, o unas partituras para el músico, si lo hay. El espectáculo moderno es un acto teatral que incluye otras artes. El recital exige más concentración al intérprete. Pero los montajes teatrales son más ricos porque conjuga el trabajo de un grupo de creadores y el resultado es al gusto de muchos. Se puede dar a los elementos escénicos tratamiento de actor o de escenario dentro del escenario; la luz, un títere, la música, etc. no son parte o relleno, conforman el espectáculo. Igual con el técnico. En la obra ‘En la aduana’, por ejemplo, Emilio Casanova y Domingo Moreno nos ayudaron con “escenarios” secundarios que eran tres televisores (entonces era impensable usar proyectores), fundamentales para el diálogo entre los actores y las pantallas. Los circuitos cerrados remedaban el juego de espejos que interrumpían José Agustín Goytisolo y Ángel González con sus admoniciones. Eso, y cosas como que el público escuchara a oscuras la voz de García Calvo recitando a Catulo en latín, daba al operador técnico la condición de actor. O sea que, en este caso, los actores éramos tres, los que salían a escena, Cristina Lartitegui y yo, y el que no salía, Eugenio Arnao.
Desde un principio hemos entendido que el trabajo juglaresco moderno se hace con cuatro personas: uno dice, otro canta, otra toca y otro sube y baja la luz. Y, mira, por ahí andan las claves para recrear la poesía. Cada bajada de luz es una página que pasa el lector. Es el cuarto elemento, el eléctrico, lo que nos diferencia de los griegos, donde la oralidad era la conjunción de memoria, recitación y canto. McLuhan da claves a este respecto, como cuando advierte que en el jazz se dan las técnicas de la poesía oral.
Por otra parte, hay un componente más allá del teatro, la música o la plástica, que es el talante juglaresco, que considera al escenario de los teatros una circunstancia prescindible. Ahí están los trabajos híbridos, por llamarlos de alguna forma, que buscan la comunicación de ideas antes que el aplauso. Esos experimentos son los que hago periódicamente en La Campana de los Perdidos con mis ‘Monólogos Prosaicos’, o en el bar Pequeña Europa con el ciclo ‘Con permiso de Bauman’, donde relaciono la modernidad líquida con la poesía de Nicanor Parra y otros autores.
Hablemos de los compañeros de viaje: desde Lourdes, Alicia a Carmen Orte o quien consideres tú oportuno...
Sin el talento y la energía de Carmen Orte no estaríamos hablando de estos cuarenta años. Mira, en El Silbo han trabajado contratados cerca de doscientos artistas y otros tantos han colaborado desde fuera en distintos aspectos. Si algo hacemos bien hoy es gracias a las aportaciones de cada uno de ellos. Ahora bien, hay artistas que aparecen durante varios años y reaparecen al cabo de otros tantos: Soledad Jiménez, Goyo Maestro, Karlos Herrero, Arelys Espinosa, Ana Continente... Los colaboradores son fundamentales en el acabado de los espectáculos, la creación de objetos, guiones, imagen y documentación: Helena Santolalla, Jesús Lou, Grasa Toro, Antonio Ceruelo, Javier y José Luis Romeo o Germán Díez
En ciertas etapas el trabajo se sustenta en dos personas, así tuve la dicha de compartir como pareja artística a Raquel Arellano, iluminando, actuando, organizando. Como era fotógrafa, en la última gira que hicimos juntos por Brasil y Argentina, llevábamos una exposición suya con retratos de artistas y escritores españoles y americanos que sorprendía porque evidenciaba algo común a todos los retratados: gente que trascendía su oficio, que compartía la generosidad juglaresca.
Una cosa que siempre me ha llamado la atención ha sido que El Silbo Vulnerado ha sido un grupo de agitación cultural que ha promovido ciclos, conciertos, espectáculos, programaciones estables... ¿Por qué?
Hay artistas, como nosotros, cuyo trabajo es difícilmente homologable. No encaja en las catalogaciones y quedan al margen. Se priva al público de su conocimiento y disfrute. No solo artistas escénicos profesionales, también escritores, o gente común que eleva su afición a nivel artístico incuestionable. Bueno ese es un motivo, abrir brechas. Otros hay: creemos que hay que hacer barrio, ciudad, desde el campo que nos corresponde. También es una forma de reflexión. Pensamos que uno no crece solo, que el estímulo de otros es fundamental.
En estas inquietudes aparece, al fondo, una de las funciones que cumplía el juglar medieval, más allá de su arte, como transmisor, una especie de correveydile sentimental, lingüístico, ideológico. Algo de eso hacemos cuando, por ejemplo, acompañamos a Jon Juaristi y Jesús Antonio Cid por países balcánicos conectando los romances carolingios con la épica yugoslava.
El Silbo Vulnerado siempre ha apostado por Latinoamérica: Argentina, Bolivia, Cuba. ¿Qué se os había perdido allí?
Como dice Cernuda, uno no elige el lugar de nacimiento ni su idioma, pero hay que servirlos. Tenemos la suerte de compartir la lengua con cientos de millones de personas y por tanto un patrimonio literario común. Seguimos queriendo actuar en todos los rincones donde se habla español, hacer nuestras cosas y estudiar las ajenas. Empezamos en Guinea Ecuatorial y, aunque llevamos 32 giras internacionales, aún nos falta trabajar en varios países hispanohablantes, amén de otros, como Filipinas, donde la huella del español es aún perceptible.
Por otro lado, la vertiente didáctica de idioma nos lleva a trabajar como herramienta de los profesores de español en países como Marruecos, Francia o EEUU.
De las figuras con las que has ido encontrándote estos años, ¿quién te ha conmovido especialmente, de quién no te has podido olvidar? [te invito a recuerdes desde Leda Valladares a Héctor, Villafañe, etc...]
Buenos Aires y La Habana son mis capitales culturales. Allí aprendes a discutir manteniendo la amistad, cosa que aquí es imposible. Con artistas de ambos países hemos hecho muchas cosas, cursos, festivales, reivindicaciones. De Argentina trajimos a Leda Valladares a quien Carmen y Pilar Trillo acompañaron por España en una gira inolvidable; Javier Villafañe te brindaba con cada vaso de vino una nueva enseñanza; el Cuarteto del “Tata” Cedrón nos sigue marcando el camino del que no hay que desviarse ni en los peores momentos, como el presente. La poetisa cubana Nancy Morejón nos dio alas y, junto a Marta Valdés, nos enseñaron a ver la cultura caribeña desde dentro.
Luego están los colegas, gente muy valiosa con la que seguimos colaborando aquí y allá, los grupos de teatro porteño Periplo y Crisol, Ana Padovani, Ariel Prat, la gente del Teatro Terry de Cienfuegos, que dirige Miguel Cañellas, etc.
Otra gente inolvidable son los historiadores y críticos de la Literatura. Somos deudores de sus estudios y algunos de ellos nos han respaldado generosamente, como la hispanista francesa Marie Laffranque, a la que conocí en 1977 cuando intentaba con Eutimio Martín deslindar Poeta en Nueva York en dos libros distintos; luego, cuando en 1994 hicimos nuestra versión francesa con Ana Continente y Jean Michel Hernandez no se perdió ninguna función en La Digue de Toulouse. En Zaragoza hemos compartido pasiones poéticas y proyectos escénicos con Túa Blesa y con Pedro Rubio Jiménez. En otros lares, con Jesucristo Riquelme, a quien conocimos en Guinea y con el que celebramos en Cuba el centenario de Miguel Hernández. Nial Binns es otro erudito que nos ayuda con Nicanor Parra.
Cuando se celebran 40 años, ¿en qué momento estáis?
Quiero creer que de recuperación, al menos internacional: en abril estuvimos en EEUU, el mes próximo en Chile. Seguimos con nuestros espectáculos para estudiantes de enseñanza media y ahora, con Iberligva, para universitarios de otros países. Por contra, claro, arrastramos el lastre de las últimas temporadas: funciones que cuesta dos años cobrar, la caída de contrataciones, la rebaja de caché. Pero hay amigos y proveedores que nos ayudan, que quieren que sigamos trabajando.
Siempre has sigo crítico. ¿Qué es lo que ha fallado para que vivir de este oficio sea casi una quimera?
Bueno, el arte es así. A veces se vive de él y a veces para él. Según le vaya a la sociedad, así te va. Creo que es tan importante apoyar las reivindicaciones de cualquier gremio de trabajadores que pedir dinero para cultura. Si el dinero se mueve, se compran libros y se llenan teatros.
Por otra parte, la crisis en el sector se ha ido gestando de mucho antes. Se evoluciona a modelos modernos, líquidos, y la transición es compleja. En un sitio te piden que seas clásico y que la obra dure hora y media, mientras que en los cónclaves de contratación te piden 50 minutos y que hagas volar elefantes. En el teatro se tiende a contratar productos digestivos, vistosos y con una cabecera de cartel televisiva. Ojo, que con esos ingredientes también se hace buen teatro, faltaría más. Pero basta releer el artículo ‘La cultura: ese invento del gobierno’ que escribió Rafael Sánchez Ferlosio en 1984 para comprender el punto en que nos encontramos, más allá del caos económico actual.
Acabáis de montar un Cernuda... ¿Se ha muerto en Veruela o tenéis la idea de pasear el espectáculo por ahí?
Ahora lo retomamos para el Festival de Poesía de Almagro. Yo encarno a Cernuda ya mayor, cuando estaba en Los Ángeles. La música es de Carmen, acompañada por Dolos al violonchelo, Vicente Llorente al piano, y Manolo Gálvez como regidor. La empresa de Remolinos El Paragüero lleva la producción y contratación del trabajo.
Da la sensación, por cierto, de que la poesía está más viva que nunca, pero más en la voz de los poetas por decirlo así que en la de un grupo profesional como El Silbo. ¿Es así?
Una cosa es el escenario y otra el libro. Hoy hay confusión al respecto. También en torno a la palabra rapsoda, que antaño implicaba el trabajo de memorización, y que hoy se aplica a cualquiera que lea en voz alta. Zumthor decía, más o menos, que cuando se lee del libro, la autoridad está en el libro, en cambio cuando entre el oyente y el actor no media el libro la autoridad está en el emisor. José Mª Barceló comentaba un día que los poetas no siempre hacen un favor a su poesía subiendo a un escenario. Creo que tenía razones para pensarlo.
*la foto de Luis Felipe Alegre es de Vicente Almazán.
ÓSCAR SIPÁN: ALGUNOS MICROCUENTOS

En la editorial Base de Barcelona, el escritor y editor Óscar Sipán (Huesca, 1974) publica una selección de sus mejores cuentos, casi todos ellos premiados en distintos lugares de España y de Latinoamérica: ‘Quisiera tener la voz de Leonard Cohen para pedirte que te marcharas’. El volumen incluye algunos microrrelatos, en los que es especialista Sipán. La foto es de Katerina Plotnikova. He aquí algunos:
1.
MONTAÑEROS
Mi padre desapareció hace veinte años, en la ascensión al Nanga Parbat. He sentido emoción, vértigo y furia al encontrarlo en una grieta de la cara norte, sin una arruga, más joven que yo.
Creo que voy a matarlo.
2.
OJO POR OJO
Cuando el grillo se durmió, los vecinos cantaron todo el día.
3.
TRAS LA PARED
Los oigo copular a todas horas, tras la pared de mi habitación.
Quizá debí emparedarlos por separado.
4.
MAYO DEL 68
Bajo los adoquines de la ciudad estaba la playa, ese infierno de sombrillas y turistas sonrosados.
Mejor no levantar los adoquines.
5.
PREMIO
Siempre jugaba al número que le tatuaron a mi abuelo en Mauthausen, hasta que un día me tocó.
Ahora mi abuelo me pertenece.
6.
CUENTO DE TERROR
Cuando quisimos darnos cuenta, todos éramos funcionarios.
PALABRAS PARA DORIS LESSING
En los años 70, un académico sueco le dijo que ella no les gustaba, que nunca ganaría el Nobel. Lo ganó, y también el Premio Príncipe de Asturias. Fue siempre una escritora radical, inconformista y desconcertante que se atrevió a gritar contra la injusticia y a favor de la mujer, la libertad y la vida.
El amor, la memoria y la guerra de una mujer insobornable
Quizá la mejor novela de Doris Lessing sea su propia vida, tan plagada de contradicciones y de aprendizaje. Sintió muy pronto la pasión de la literatura y, tras numerosas convulsiones, decidió largarse lejos del volcán de África. Al poco tiempo de llegar a un “Londres de pesadilla” (así lo escribió en sus espléndidos ‘Cuentos de Londres’, 1987) publicó su primera novela: ‘Canta la hierba’ (1950), un grito ante la injusticia que se vivía en África; ese combate contra el racismo y la opresión no le abandonará jamás. No tardaría ser declarada persona ingrata en Zimbabue y Suráfrica. Trabajando de casi todo (de telefonista, de niñera, de oficinista, de periodista indomable), logró hallar su sitio con nuevos libros como ‘El cuaderno dorado’ (1962), que fue casi un catecismo feminista de la Transición con su defensa de la libertad e independencia de la mujer, con su escritura sincopada y con su vehemencia, que a veces la emparienta con Marguerite Duras.
Con todo, Doris Lessing, que siempre ha sido una mujer insobornable que cuestiona “la función social de la literatura”, forjó una obra literaria variada que aborda la relación entre el hombre y la mujer y la fuerza del amor, como se ve en un libro como ‘De nuevo, el amor’ (1995) (donde dice: “Enamorarse es recordar que uno es un exiliado”) pero también en ‘La grieta’, que se remonta a los orígenes del hombre. Creó series de ciencia-ficción e indagó con energía y reflexión en la fascinante materia de su existencia: ahí están sus libros autobiográficos ‘Dentro de mí’ (1995) y ‘Un paseo por la sombra’ (1997); iba a completar una trilogía, pero dijo que no quería herir a la gente vulnerable y redactó un libro más bien alegórico como ‘El sueño más dulce’ (2001).
Le obsesionó la guerra, “siento ira, ira contra la guerra”: su padre combatió en la I Guerra Mundial y regresó de ella más moribundo que otra cosa. Creía que la memoria y el tiempo, “los recuerdos que nos identifican”, son dos de los temas esenciales de su escritura. Vivía en Londres en una casa con tres plantas, con jardín y flores, llena de periódicos y libros en absoluto y polvoriento desorden. Era contundente en sus opiniones, provocó a más de uno cuando envió una novela bajo seudónimo, y cuando le pedían que analizase los nuevos tiempos, Lessing –lectora de Virginia Woolf, de Yeats, de Dostoievski, Tólstoi o Chéjov- se mostraba inconformista. Solía decir: “Lo que me irrita es que ya nadie se indigna”. Ella, con una dulzura rabiosa, se encolerizaba contra la injusticia. Esa lucidez fue uno de los atributos de su grandeza.
De aquí he tomado las fotos.
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DANIEL GASCÓN: SECRETOS DE FAMILIA
[El escritor y periodista Peio H. Riaño, jefe de cultura del diario digital ’El confidencial’ publicaba ayer un artículo sobre la nueva novela de Daniel Gascón, ’Entresuelo’ (Mondadori), el relato de la historia de sus abuelos Leoncio e Isabel, y a la vez hablaba de otros libros de la familia: Antón Castro (Lañas, Arteixo, La Coruña, 1959) y Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983). Daniel presenta su novela este viernes a las 20.00 en Trocito de Cielo, calle Blancas, en un acto organizado por la librería Los Portadores de Sueños. Le acompañarán el poeta, narrador y editor Fernando Sanmartín y el narrador Ignacio Martínez de Pisón.]
LOS RODRÍGUEZ, UNA FAMILIA SIN SECRETOS FAMILIARES
Por PEIO H. RIAÑO
La bisabuela no se había desnudado nunca delante de un hombre. La abuela no era abuela en su noche de bodas. Y si de su primer encuentro íntimo con un hombre hubiese dependido, el árbol genealógico de la familia no habría dado nuevas ramas. Nadie le había explicado casi nada a la abuela, ni siquiera su marido que la apretó contra él y la besó en la boca. “Después la empujó suavemente contra la cama e intentó eliminar obstáculos e íntimas prendas de algodón intacto a sus anhelos. Carmen no entendía nada. Se quedó consternada, muda de espanto. Al poco tiempo, berreó muerta de miedo: “¡Ay, madre, que me matan!”, y, como mal pulpo, escapó del peso de su esposo, casi desnuda, y consiguió huir escaleras abajo. Se echó a la calle y salió corriendo como una loca bajo la lluvia fría del mes de diciembre”.
Afortunadamente, el matrimonio pudo consumar sus calores y todos lo sabemos gracias al nieto de Francisco Gascón, Daniel Gascón (Zaragoza, 1981), que cuenta en Entresuelo (Mondadori) uno de los episodios eróticos más conocidos de su familia. No es el primero que escribe sobre la divertida fuga nocturna: antes ya lo hizo su padre, el yerno de Francisco, Antón Castro (La Coruña, 1959) -reciente Premio Nacional de Periodismo Cultural-, en el relato La boda, incluido en El testamento de amor de Patricio Julve (en Destino y Xordica). Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983), hermana de Daniel Gascón, hija de Antón Castro, también es escritora, también lo hace en primera persona, incluye su vida en las tramas narrativas y tampoco parece encontrar nada de interés más allá de la realidad, como bien se ve en Solo si te mueves (Xordica). Sólo le falta el capítulo de los abuelos.
Antón con Daniel, Aloma y su madre. Por supuesto, Daniel muestra a Aloma en Entresuelo, pero para citar al gran personaje de todos ellos: la madre. No es escritora, es testigo pasivo de las correrías literarias del insólito caso de una de las estirpes más exhibicionistas de todos los tiempos, y una de las familias que se recuerdan con menos trapos sucios. “Mi madre es el gran personaje literario que compartimos los tres”, dice Aloma a este periódico.
Asuntos personales
“Me gusta pensar que mi madre tiene el superpoder de convertir cualquier sitio en agradable, hasta una sala de espera de hospital o una estación de autobuses. Me gusta que los fines de semana que vuelvo a casa, después de comer, nos sentemos las dos en el sofá y fumemos, como las hermanas de Marge Simpson. Me gusta que en mi agenda el teléfono de la casa de mis padres esté guardado como ‘hogar’”. Es el fragmento que Daniel ha utilizado de su hermana para incluirlo en su libro.
Como vemos, airean asuntos personales, que se reproducen en las narraciones de todos y en las que todos participan como personajes de las novelas de cada uno, formando parte de la trama del pasado común reconstruido con voces particulares y miradas distintas. Tres escritores curiosos contra el pudor, que hacen de la primera persona una herramienta con la que vencer la vergüenza, la culpabilidad y la depresión. Con cuidado.
“Me gusta que el personaje de mi padre en Cariñena y Entresuelo se parecen mucho. Claramente”, explica Aloma sobre el retrato del propio Antón Castro en su autobiografía y la aparición en el libro de su hijo. Seres que entran y salen de la realidad, saltan de una novela a otra, exhibicionismo sin espectáculo. “Es muy cómodo hablar de la vida de uno. Aunque no es un ejercicio narcisista, sino otra vía de indagación”, explica el cabeza de familia. “Gracias a la autobiografía no tengo que crear la impostura de ser otro. La primera persona es la más natural, porque es la voz del contador de historias. Tanto Daniel como Aloma se sienten muy cómodos en ese registro”.
El riesgo del pudor
Jonathan Franzen, en su volumen de pensamientos y conferencias Más afuera (Salamandra), exige que la literatura no sea un simple espectáculo: “A menos que el escritor corra un riesgo personal, no merece la pena leer su obra. Y en mi opinión, desde el punto de vista del autor, tampoco merece la pena escribirla”. Cuando habla de riesgo se refiere a la traición de la confianza en favor de la literatura. La autobiografía debe asumir los riesgos de la molestia, ser honesta y desvelar todos los detalles de un hermano, un hijo o una madre. “Mi abuelo, que engordó de mayor, tenía otra teoría con respecto a la gordura masculina. No era grave si uno se la veía para mear. Pasado ese punto de no retorno, todo estaba perdido: adelgazar era imposible”, escribe Gascón en Entresuelo.
El escritor de estos territorios se debe a la verdad y nada puede hacer por detenerla. Es el compromiso de la lealtad con uno mismo, dice el autor norteamericano. Daniel reconoce que no pasó la novela a ningún familiar antes de publicarla. Tomó la decisión de tirar para adelante sin preguntar qué podía molestar. “Cuando te enseñas siempre te pones guapo, pero en este caso quería fijarme en la gente que hay cerca de mí, aunque es mi vida y soy yo”. Ese cambio de orientación en su presencia le hace ser menos relevante y más revelador. “Quería contar la historia de mi familia a través de un piso”.
Eso es Entresuelo, la biografía de un piso por el que pasan tres generaciones de españoles en un país que cambia a la velocidad de la luz. Los abuelos, educados en escuela rural durante la posguerra, que emigran a la ciudad con el cierre de las minas y entran a trabajar para una gran empresa que les jubilan anticipadamente. No es un relato generalista, pero sí es representativo. “Es el paso de un mundo cerrado y asfixiante a otro demócrata y laico, de una manera veloz. Del campo a Europa”, añade. Es el retrato de la creación de la clase media baja. Gascón se sentía atraído por la transformación.
Primero, yo
Hurga en las tripas de este espacio, que funciona como otro personaje más de su recorrido y al que retrata con precisión. La importancia del decorado y su visión arqueológica de los objetos que van quedando, generación tras generación. “Mi punto de vista es el de un testigo curioso. La primera persona tiene la empatía, la intimidad, la credibilidad. Si este libro lo hubiera escrito en tercera persona parecería una saga. Mi padre siempre me decía que tenía que escribir algo sobre la familia”.
Pero su padre, dice que les reclama más ficción. “Siempre les digo: “Chicos inventad cosas, que tengo ganas de leer un libro vuestro donde no reconozca a nadie”. Me llama mucho la atención que mis hijos lo tengan tan claro. Yo rechazaba hablar de mí mimo hasta hace bien poco. Tanto Daniel como Aloma practican una literatura realista, porque les parece que es lo más difícil de contar de manera trascendente”.
¿Por qué? “Porque es una cuestión de comodidad y de seguridad: lo que más conozco soy yo”, contesta Aloma. “Uso la primera persona como escudo y como observación, sin dejar ver lo que realmente soy o pienso. Mi padre siempre fue muy reacio a la cosa autobiográfica. Siempre me insistía que me alejara de mí, pero con Cariñena se quitó ese pudor”. Y ahora barrunta una nueva entrega autobiográfica sobre cinco años que trabajó en un bingo. “Todo lo que viví es tan inverosímil que será mucho más rico que la ficción. La realidad tiene tantas aristas y tan fascinantes, que nunca podrás inventar nada tan sorprendente como la realidad”, apunta Antón.
Sin revanchas
La primera persona es confidencial, es íntima y eficaz en la relación con el lector. Pero, ¿cuándo aparece la autocensura, el límite de lo biográfico y lo doloroso para la intimidad de los otros? “El límite es la sensatez”, asegura Antón. “No quieres molestar ni herir a nadie. No se trata de caer en el buenismo, pero desde luego no quiero molestar a nadie de manera gratuita, ni agredir”.
Entre ellos se ven muy distintos, actuando con primeras personas diferentes. Castro senior dice que su hijo cuenta con tensión narrativa, con material de sorpresa, como su hija. Los dos son más naturales en el manejo de la primera que él, que se describe más enfático. “Soy más ampuloso en adjetivos y ellos son más neutrales. No nos parecemos en nada”. “La primera persona de mi padre es más exuberante que la nuestra. Dani tiene una lucidez de pensamiento admirable. Y yo tengo un buen golpe de efecto”, resume Aloma.
Ninguno de los tres ha usado hasta el momento la primera para cobrarse deudas, ni encresparse en la crítica contra el mundo. De hecho, Daniel es muy lacónico en el relato de su familia, con un tono documental que celebra la vida de una familia alegre… a pesar de todo. Aloma destaca un punto común entre los tres: el camuflaje de los conflictos y los dramas. Intuirlos más que verlos.
La familia que escribe unida en una primera persona sobre sus asuntos personales permanece unida. O casi. La estirpe no termina en ellos. Al parecer, el hermano pequeño, de 20 años, es el rebelde, el que no se entiende con sus padres, el encargado de dar en el futuro la cara B de la familia Rodríguez-Castro-Gascón. Ya ha advertido que él también quiere ser escritor. Continuará…
BLOGS, CULTURA E INTERNET

[Hace algo más de un año, fui invitado por Basilio Baltasar a un encuentro de periodismo cultural en Santander. Allí leí este texto sobre el blog y la pasión por la cultura. El viernes participó en una mesa redonda sobre blogs. Dejo aquí este texto...]
CULTURA E INTERNET
ALBARRACÍN. Teruel existe como los de abajo, los indignados o los funcionarios. En Teruel está Albarracín y por allí paseó el fotógrafo surrealista norteamericano Rodney Smith y no hizo ninguna foto. Dijo: “Aquí la piedra rojiza es un enigma del tiempo, una foto insuperable”. Y allí, en los Encuentros Literarios del año 2004, un escritor pionero en las nuevas tecnologías, Mariano Gistaín, me abrió un blog. Un blog con mi nombre. Al principio fue como un cuaderno de apuntes y de crónicas, un dietario, un inventario de materiales sobrantes, un arcón de textos ajenos, un recuento de impresiones, una editorial, un cajón de sastre... Aquel blog, que sigue vivo, me cambió la vida y ha multiplicado mi ansiedad: pasé de la nota diaria a la actualización compulsiva, a veces cuatro, cinco y hasta seis veces. Habré publicado más de 7.000 posts y algunos miles de páginas y de fotos. Y aquí sigo.
ABIZANDA, Roberto. Podría ser un personaje inexistente, un heterónimo pessoano de Mariano Gistaín o uno de los seres imaginarios de Álvaro Cunqueiro o Joan Perucho. Hubo un tiempo en que se decía que Bioy Casares era un invento de Borges: un escritor tenista, un escritor enamorado de los coches y de las mujeres, un escritor pijo. Bioy existió, cenaba a diario con Borges, y Roberto Abizanda también existe y es el inventor de un dominio, blogia. Sobrio, sencillo, casi aburrido. Los cantos de sirena me dicen que me pase a otro: wordpress, blogspot, etcétera. Por ahora no les hago caso.
BELLEZA. Es una de las palabras clave de mi blog: siempre atendió a diversas formas de belleza, aunque estéticamente no sea bello como otros. Belleza literaria en verso y prosa, pictórica, fotográfica, escultórica, cinematográfica, arquitectónica, deportiva, aunque la belleza que se ha impuesto es la femenina. Un amigo me dice: “Visito tu blog de cuando en cuando para enamorarme o alegrarme la vista”. Quizá la frase sea un plagio de Fernando Trueba, quien escribió que también va al cine a enamorarse.
BICICLETA. Mi primer recuerdo, mucho antes de internet, de la muerte de Franco y de los triunfos apoteósicos de Induráin, La Roja o Nadal, es un viaje en bicicleta con mi padre: íbamos a la casa donde había servido desde los ocho hasta los veinte años, lejos de su familia, antes de partir al servicio militar a Melilla. Yo me abrazaba a él como el niño del fotógrafo Elliott Erwitt se abrazaba a su padre y a una barra de pan. Tendría tres años. La bicicleta ha sido fundamental en mi biografía y en mi blog: vivo en el campo y he hecho algunos miles de kilómetros en bicicleta, he escrito un libro ‘El paseo en bicicleta’ (Olifante, 2011), que es una mirada sobre la presencia de la bicicleta en la música, la literatura, la pintura, la ciencia, y en mi propia vida. Y he llenado mi blog de bicicletas: Nico en bicicleta, Rita Hayworth, Bogart, Horacio Quiroga, Pablo Neruda, Amaral o Pierre y Marie Curie, que recorrieron Francia en bicicleta durante su luna de miel. Ahora, tengo muchos amigos que me envían fotos de bicicletas desde cualquier lugar del mundo. Por ejemplo, siempre que veranea en Santander, Jesús Marchamalo me envía una bicicleta. El blog también es un muestrario de rarezas inadvertidas y de prácticas cotidianas que todos hacemos. ¿Quién no ha montado, quién no monta en bicicleta casi a diario? [Llego a casa del Seminario y otro escritor, Isaías Moro, me había mandado una nueva bicicleta]
CULTURA. La palabra clave. La cultura es una forma de estar en el mundo, una defensa de la curiosidad, del conocimiento y de la sensibilidad. Incluso aquellos que repudian la cultura, aquellos que utilizan el término cultureta como si fuésemos los ‘ultra’ del periodismo o de la vida, viven impregnados de arte, de música, de cine, de teatro, de danza, de libros. La cultura está en el aire. Es oxígeno, temblor, búsqueda, conocimiento, y es tan proclive a las metamorfosis que es imposible reducirla a una definición, a un objeto o a una filosofía. O a un incremento de IVA. La cultura es una forma de combate. Mi blog es esencialmente cultural incluso cuando es deportivo. He escrito notas de tenis, de boxeo, de ciclismo, de atletismo, mi deporte favorito, y de fútbol. He hecho diarios de los Mundiales de 2006 y 2010, y de la Eurocopa de 2008 y 2012, y pertenezco a esa estirpe de periodistas que definió la victoria de España ante Italia fue “una obra maestra para la eternidad”.
DIARIO. Siempre he querido escribir un ‘Diario’, como Andrés Trapiello, como Sánchez Ostiz, como Jordi Doce, como Virginia Woolf, Miguel Torga. Jules Renard, Josep Pla. O Iñaki Uriarte. El blog me ha permitido escribir un diario elíptico casi sin darme cuenta. El 9 de abril de 2006 conversaba con el ex futbolista Miguel Pardeza a propósito de César González Ruano. Decía Miguel: “César González Ruano tenía la intención de captar un clima y de dar una visión personal. Ruano tenía la certidumbre de que lo universal es lo personal; pensaba que para que un tema interese hay que partir de uno mismo. Los directores le decían una y otra vez que se dejase de literatura y de subjetividad, pero él parecía tenerlo claro: lo más general es lo subjetivo. Para él un artículo se parecía a un soneto. Sólo cabía una idea y a veces ninguna. El artículo era pura divagación”.
EDITOR. Admiro a los editores. Los admiro, los respeto, los necesito. Y en cuanto puedo los suplanto, modestamente, en la red: de ahí que gracias a mi blog, y a internet por lo regular, haya podido cumplir un sueño. He editado a poetas, ensayistas, narradores, periodistas. He dado algunas primicias; he reproducido poemas recién publicados. Y he convertido el blog en una defensa, errática o poco sistemática, de la poesía. Y durante mucho tiempo del microcuento, uno de los géneros por excelencia de los blogs.
ENTREVISTA. Como periodista, es uno de mis géneros preferidos. Al principio me convertí en admirador de los diálogos reportajeados de Manuel Vicent en ‘Inventario de otoño’, luego seguí con mucha atención las ‘Conversaciones españolas’ de Camilo José Cela. Y leí muchas entrevistas: de Rosa Montero, de González-Ruano, de Sol Alameda, de Elena Pita, de Manuel del Arco, de Nativel Preciado, de Antonio Lucas, de Juan Cruz, Xavi Ayén,... En mi blog hay algunos cientos de entrevistas de casi todo: artes plásticas, música, literatura, fotografía, teatro... Por ejemplo me gusta mucho esta entrevista con Francisco Cano, ‘Canito’, que captó la muerte de Manolete en Linares: “Murió Manolete, y yo estaba allí con mi cámara y muy cerca de él. Orson Welles era un tipo genial, se veía que era muy inteligente y que tenía una gran personalidad. ¡Qué le voy a decir de Ava Gardner! Era maravillosa, la mujer más bella del mundo. Como una diosa. Nunca he visto nada igual. Nos emborrachamos a menudo y también venía de cacería. Como era así, desprendida, también me besaba, pero nada más. Las que se escapan siempre son las mejores fotos. Es como si huyesen para que las soñaras luego”.
FACEBOOK. Otra arma que crea adicción y que parece más inmediata. Ha traído casi un nuevo género literario: la foto comentada, el aforismo, la frase feliz, la instantánea evocadora. Es más inmediato que el blog. Yo tengo la sensación de que es más efímero, de consumo inmediato y de que el blog deja más poso: se sedimenta, se cuece a fuego lento, los bits se recalientan en un limbo virtual donde cabe todo. El blog te llama al cabo de los días, los meses o los años por conductos misteriosos.
FOTOGRAFÍA. Es una de mis artes favoritas. Y aparece constantemente en mi blog: fotógrafos históricos, pioneros, maestros de la puesta en escena, reporteros, contadores de historias, cronistas de la actualidad, retratistas, mujeres fotógrafas, que son otra debilidad. Algunos nombres: Julia Margaret Cameron, Berenice Abott, Lee Miller, Imogen Cuningham, Annie Leibovitz, Diane Arbus, Eva Besnyo, Ruth Orkin, Nina Leen, Dora Kallmus, Cristina García Rodero, Miss Aniela, Ouka Leele... Todas, y muchísimas más, andan por mis páginas.
INTERNET. Hace unos días, Andrés Rábago el Roto dijo aquí: “Un periódico es un documento, mientras que lo que lo está en internet es manipulable y no deja rastro”. No lo tengo tan claro. Si no estás en internet eres prácticamente invisible. En internet está casi todo, y no siempre con la claridad y la precisión que quisiéramos. Con sus imperfecciones y sus agujeros negros, es la plaza universal donde todos nos reunimos a cualquier hora aunque lleguemos de las procedencias más remotas. Internet es unas de las grandes revoluciones de todos los tiempos. Es como la velocidad de la luz, la materia oscura o el misterio del amor. Imparable y subyugante.
LITERATURA. Como diría la cantante Luz Casal, con Vainica Doble, la literatura lo es todo para mí, y uno de los fundamentos de mi blog, aunque mi propia literatura de creación no sea la que más aparezca en mi blog. Supongo que por pudor. Soy más condescendiente con la calidad y la inspiración ajenas que con mis limitaciones. Y eso me ayuda a dormir mejor.
MOÑACO. Me gustan mucho los pintores, los dibujantes, los ilustradores, los diseñadores... Y uno de mis favoritos, uno de los más raros, se llama Alberto Calvo, el hombre que creó Supermaño, amigo de los chicos de ‘El Víbora’, y de Faemino y Cansado. Le vuelven loco la música, la filosofía, los aforismos de Schopenhauer, las mujeres cubistas de la pintura y de la vida real, los cómics sobre Kiki de Montparnasse, los dibujos de Goya, de Picasso o de Leger, las viñetas de Crumb. Él, a su manera, lo mezcla todo y hace unos dibujos muy especiales y coloridos a los que llama ‘moñacos’. Ahora está trabajando en una serie de escritoras españolas contemporáneas. Aún no sé si las llamará ‘moñacas’...
PERFIL. Es uno de los géneros literarios y periodísticos que más me gusta. La viñeta literaria, el daguerrotipo, el apunte, el boceto de un personaje. Siempre que puedo aparece alguno en el blog. Lo que más me interesan son los seres humanos. Conocidos o desconocidos. En el fondo, soy un contador de historias e intento que el blog esté lleno de información, de homenajes, de avisos, de guiños, de rescates, de cariño, de cosas menudas y de historias. De pequeñas historias con corazón. El perfil no es un cuento: es una foto fija de palabras. Cuando era joven y trabajaba de camarero de bingo descubrí unos ‘Daguerrotipos’ de Manuel Vicent que me gustaban mucho. Los subrayaba. Ahora soy seguidor de secciones como la ‘Galería de imprescindibles’ de Manuel Hidalgo en ‘El mundo’, los retratos de los lunes de ‘La Vanguardia’ con los creadores, y de las entrevistas de la contra de ‘La Vanguardia’ de Víctor Amela, Lluis Amiguet e Ima Sanchís: son entrevistas y retratos.
SUEÑO. El blog también me ha permitido vivir una segunda vida, tener segundas y terceras oportunidades, rescatar una entrevista o un reportaje que había amputado en el periódico. El blog me otorga continuidad y libertad. Hablo de mi madre, de mi suegra, de mis hijos escritores, de mis hijos futbolistas o del último libro de Daniel Pennac, ‘Diario de un cuerpo’, que me ha conmovido, como la antología de Nórdica de Pepe Hierro, ilustrada por él mismo.
SUPLEMENTO. Dirijo desde hace diez años el suplemento ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón. En cada número hemos publicado una portada inédita. De jóvenes, conocidos, reconocidos o consagrados. No hay suplemento que no esté bajo sospecha: pero este, como otros muchos en todo el país, es un suplemento hecho con libertad, sin presiones, con pocos medios, con mucho entusiasmo y con el ánimo de mejorar cada día. No está todo: no puede estarlo. Nunca se ha escrito tanto; nunca se ha creado tanto como ahora. Y a mí eso me gusta, aunque reconozco que el exceso por lo general es agotador e inasumible, te exige un esfuerzo constante de selección, de búsqueda, de afinación y también de discriminación. Nuestra labor (y la de tantos espléndidos suplementos que seguimos: soy seguidor de casi todos, de ‘Culturas’ de Sergio Vila-Sanjuán, de ABC Cultural, donde trabajé dos inolvidables años..., de ‘Babelia’, claro, de ‘El Cultural’ de ‘El Mundo’, de ‘Territorios’, de todos los que caen en mis manos) es incitar, excitar, informar, conmover, ayudar a entender y a ser más críticos. Los periodistas no somos misioneros pero sí somos embajadores de la pasión y del conocimiento, del rigor y de la sensibilidad. Contar la cultura es un arte que aspira al contagio o al enamoramiento, y siempre estamos en ese camino, que es donde mejor se está. En el centro de una encrucijada que no se acaba nunca. El suplemento, por cosas difíciles de explicar, no está en la red. No aparece en internet. Estuvo, ya no está; seguramente volverá a salir.
TELEVISIÓN. Durante cinco años y medio conduje un programa cultural: ‘Borradores’. Nunca estuvo en programas a la carta ni fue promocionado por la cadena autonómica: casi siempre se promociona lo que ya tiene éxito. No lo digo con rencor. Trabajamos con libertad desde la vocación de servicio público. Sin embargo, está en internet, y muchos de sus programas, con su música en directo, se pueden seguir en el blog de Borradores (borradores.blogia.com) y en youtube. Acabo de leer una entrevista con Michael Robinson que decía que cuando le quitaron ‘El día después’ en Canal Plus fue un golpe terrible. Quería tanto ‘Borradores’, me gustaba tanto trabajar con mi equipo y con nuestros invitadores y con los creadores de España, de Aragón y del mundo, que suscribo por entero ese dolor.
TWITER. No lo tengo. No sabría que escribir en 140 caracteres.
VIAJE. El blog y el facebook te empujan a realizar viajes constantemente. Viajes reales, viajes simbólicos, excursiones hacia los otros y hacia uno mismo. Viajes hacia la creación. El blog es, en sí mismo, una travesía en mil direcciones. Si alguna vez vuelvo a ver lo que he ido haciendo a lo largo de casi una década hay veces que ni me reconozco. Ahí también está mi autorretrato, o mis autorretratos, y las cosas que me han interesado, que me han obsesionado y que he querido contar sin demasiados aspavientos, aunque a veces con cierta hinchazón o cierto énfasis en los adjetivos. Tengo un amigo fotógrafo, al que admiro y quiero mucho, Vicente Almazán. Él es como un observador invisible, tira sus fotos y luego dice: “Pasaba por aquí”. Esa frase también me retrata. Y retrata en buena parte a muchos blogueros. Pasaba por aquí.
ZARAGOZA. Soy gallego, un coruñés de Zaragoza. Mi padre quería que fuese técnico en electrónica o acordeonista. En esa ciudad, a orillas del Ebro, he encontrado muchas cosas: amigos inolvidables (como Félix Romeo, el amigo imprescindible a cualquier hora, Javier Tomeo, que era un oscense en Barcelona y un aragonés universal que se sentía a recaudo en el hotel Palafox, José Antonio Labordeta, maestro en casi todo...), periódicos, libreros, músicos, un paisaje urbano, una sensibilidad, una familia e incluso una extraña forma de vida, que no otra cosa es el cultivo del periodismo. Soy un gallego de Zaragoza, pero en el fondo un blogger se mueve a sus anchas, de charco en charco, de paisaje en paisaje. En una región difusa abierta a todos los destinos. Vivo deprisa deprisa, con ansiedad, y estoy en peligro como otros de convertirme en un zoquete porque la sobreinformación crea una especie de sujeto esquizofrénico: ese que quiere saberlo todo y acaba no sabiendo nada. Y cada día que pasa noto más síndromes de esa enfermedad.
*La foto, de 1900, es de Robert Flynn Johnson.
DANIEL GASCÓN PRESENTA HOY SU NOVELA 'ENTRESUELO'
Esta tarde, a las 20.00 horas, en el bar 7 de Copas, antes El Angel Azul, Daniel Gascón (Zaragoza, 1981), escritor y traductor, presenta su novela ‘Entresuelo’, la crónica de una familia y de una cada desde mediados los años 50 hasta ahora. La historia de su abuelo Leoncio Gascón, carbonero y listero de mina, al principio, masovero y un hombre ilustrado que terminó de cajero en SPAR. Hacía poemas, escribía bellas cartas de amor, le apasionaba la comida y era un formidable contador de historias. Daniel aprendió con él a viajar por los diccionarios y el aroma de las palabras. ‘Entresuelo’ también es la historia de varias generaciones, de gente que iba y venía por la casa, de los ruidos del tren, de una ventana casi milagrosa... Acompañarán a Daniel, Ignacio Martínez de Pisón y Fernando Sanmartín. El acto lo organizado la librería Los Portadores de Sueños.
*Esta foto pertenece a 'El País'. Es de Javier Morán.
NOTAS SOBRE MI VISION DE FACEBOOK
LA VIDA, SEGÚN FACEBOOK
He sucumbido a la fascinación, a la variedad y a la inmediatez de Facebook. Es otra forma de plaza universal, de enciclopedia entre vertiginosa, impresionista y arbitraria de las pequeñas y grandes cosas de la vida. El muro tiene algo de palimpsesto o de borrador de mucha gente que escribe y se confiesa, que se desnuda, que declara sus obsesiones, siempre hay sorpresas, manías, ‘boutades’, frivolidades a mansalva y a la vez es fácil detectar un trabajo de fondo, que también los hay. Trabajos con voluntad de permanecer, sólidos, metódicos incluso en la secuencia temporal en que se presentan. Facebook es el registro de numerosos estados de ánimo: por ahí pululan el enamorado permanente, el amante del amor, el escritor compulsivo, el exhibicionista, el viajero, el buscador de incitaciones y excitaciones, el curioso, el que utiliza Facebook como un pequeño periódico o un pasquín donde denuncia los males del mundo o los excesos de la política. El columnista. El dominguero, el turista accidental, el que se asoma llamado por la curiosidad y que acaba cansándose. Y también están el que saluda al día, el que se da ánimos a sí mismo colgando una canción, poniendo un fragmento de una película o seleccionando una cita o un poema. El habitante de Facebook cree en las variadas formas de contagio más o menos cultural y suele buscar esa manera de aprobación de los otros que es el Me gusta. Si no hay ningún ‘Me gusta’ podría parecer que algo no va del todo bien.
Facebook es una casa de amigos. Amigos superficiales, a vista de pájaro, amigos que desearías tener, amigos que recuperas, amigos que vuelven de los rincones oscuros del tiempo. La amistad es otra cosa desde que existe Facebook. Vas a un sitio y alguien te dice: “¿No me conoces? Somos amigos en Facebook”. Otro te reprocha: “Te he pedido amistad hace seis meses. Y no hay manera... ¡Qué selectivo eres!”. También está aquel, elogioso, que te recuerda “Qué fotos tan maravillosas pones. ¡Esas chavalas me encienden!”.
El amor es uno de los temas fundamentales del medio. Siempre hay un sinfín de poetas que escriben, casi monotemáticamente, de amor. Amor, sexo, mujeres, hombres, cuerpos, la ternura y la sentimentalidad. El deseo, el encuentro con la amada... Eso sí: el amor ajeno, en sobreabundancia, nos resulta empalagoso. Hay mucha gente que tiene el amor como a su gran dios. Un dios que merece hasta seis o siete poemas al día, con foto más bien tórrida. También hay quienes hablan de amor a las ciudades (Carmela Fernández López: “Pontevedra gloriosa, sublime, grandiosa... Te echo tanto de menos que, en este momento, moriría por ti”); otros narran que acaban de tener un coito estupendo y hay noticias que parecen escritas por hombres: “Poco sexo puede provocar la muerte súbita en las mujeres. ¿Estás teniendo sexo con frecuencia? Si no es así, mujeres, a preocuparse!!!”. Facebook también es el lugar de amor a la palabra, a los libros, a los escritores, a la pintura, a los viajes y a la gastronomía... Es un maremágnum donde cabe todo con su haz de sorpresas: te asomas, ves un torbellino, un acento, una flecha en el aire, la frase que andabas buscando y la compartes o te la quedas en el fondo de tu escritorio. Te asomas y a veces hasta te quedas patidifuso: alguien anuncia que ha muerto Ronaldinho. Miras, y era mentira. En Facebook también existe el reino de la impostura. Miras y alguien anuncia que ha muerto Concha García Campoy; lo compruebas y era cierto: se ha ido la voz cálida, la periodista luminosa, la mirada limpia de una mujer que amaba su oficio y la poesía de la comunicación: te hablo a ti con lo mejor de mí misma.
Facebook no sería nada sin el azar. No se pueden seguir todo el rato a los 5.000 amigos que podrías tener. Y que algunos tienen. En Facebook se tejen campos muy peculiares de afinidades. A veces entras y encuentras cosas triviales o conmovedoras, fogonazos, impulsos, estímulos, efemérides. El mundo es ancho y ajeno y la gente está muy viva. Lo recuerda todo. El muro puede deslumbrarte en cualquier momento. Lo fundamental es no caer en la ansiedad. Lo mejor es decir aquello de ‘Pasaba por aquí’ (que es el lema de uno de mis fotógrafos favoritos: Vicente Almazán, diseñador y publicista toda su vida al que un día recomendaron la fotografía como actividad y como terapia). Y a la vez en Facebook es importante tu propio azar: a veces alimentas el muro, tu página, de cosas que guardas, de cosas que lees, de la cita que hallas en el periódico durante el café o en el tablet, de una llamada de teléfono. No busco, encuentro, decía Picasso. A veces, en Facebook, el azar es como un río de afluentes incesantes, una ventana que se abre a todos los horizontes y a todos los paisajes. ¿Por qué ibas a hablar hoy de Albert Camus, de Louise Bourgeois, de Romy Schneider, de Picasso y sus mujeres o de Wislawa Szymborska? ¿Por qué ibas a recordar a un familiar, mi cuñado José Antonio Ortuño, que está en la Fe de Valencia esperando un pulmón? ¿Cuándo pensaste que ibas a hacer un álbum de fotos de Marilyn Monroe o de Truman Capote? No estaba previsto. A mí me gusta mucho ese aluvión de nombres, de imágenes, de causas y azares. Me gusta la vida tal como viene sin premeditación y alevosía. Y por lo regular, el Facebook, como la red en general, es tan adictivo, que querrías tener más vidas, más horas, más ojos, para llegar a todo. Con el periodismo me ocurre lo mismo.
No me gustan mucho los blogs narcisistas, esos en que parece que más allá de uno mismo no haya nada. Solo el apocalipsis y el silencio. Por eso, con Facebook me gusta mucho otra cosa: mi condición de editor amateur pero persistente. Edito textos de otros, de mayor o menor extensión, y edito sobre todo a fotógrafos.
Me encanta la fotografía. Me apasiona desde hace muchos años. Habría querido ser un buen fotógrafo y ahora me conformo con ser un modestísimo lector y buscador de imágenes. Me gustan muchos fotógrafos. Muchísimos. Es raro el día que no descubro uno, dos, tres. Españoles, polacos, norteamericanos, italianos, japoneses, chinos. El año pasado en Santander descubrí a un cursillista: Carles Domenèc. Siempre ando a la caza de un buen retrato, de una foto de reportaje o de fotos de bicicletas. Siempre encuentro. Y ahí están: a veces pido permiso y otras veces hago una glosa, digo de quien son las fotos y cuelgo una imagen o una pequeña serie. Facebook me gusta también por esto: porque es rápido, las fotos se ven muy bien, puedes poner cualquier tamaño. A veces me imagino que soy editor de fotografía como lo fueron Luis Magán en el País o lo es Chema Conesa en ‘El Mundo’. Publico series. De mucha gente poco conocida y descubro fotógrafos para mucha gente y para mí. Fotos de todo: de reportaje, retratos, interiores, retratos de escritores y artistas, fotos camp y vamp, desnudos, fotos de bellas mujeres (soy mujerista, esteta y mitómano).
Les cuento brevemente. Publico a muchos fotógrafos: a Gustaff Choos, a Vicente Almazán, al Colectivo Anguila, a Ana Moreno, a Luis Rabanaque, a Paco Cuenca... Este señor era un cantante, que acaba de ofrecer un concierto donde hacía tres recitales de Jacques Brel en el Olympia; un día me dijo que su pasión era la fotografía y lleva ya una treintena de entregas de fotocuentos. Me gustan las fotografías y me gustan las historias.
Lori Needleman. Una de las historias más bellas es la de Lori Needleman. Una joven norteamericana que trabajaba en las producciones de Hollywood. Un día, durante un viaje a Italia, vio que en Teruel se celebraban las ‘Bodas de Isabel’, toda una representación teatral en la que participa todo el pueblo. Se cuenta la historia de Isabel de Segura y de Diego Marsilla, que son como ‘Romeo y Julieta’ pero en Teruel. Ella vino a la pequeña capital, contempló lo que pasaba, el color, el cariño, el entusiasmo. Volvió y se hizo amiga de la coordinadora de los actos: Esther Esteban. Esta le puso un asistente, alguien que le enseñase cuánto ocurría, las claves, etc... Y justo el día que iba a marcharse para Estados Unidos, quizá para siempre, ocurrió algo especial, magnético: Lori y su anfitrión se miraron de otro modo. Y luego, gracias a la red, al teléfono, al Facebook, forjaron su amor. Él se fue a Estados Unidos; y al cabo de un par de años o así regresaron a Teruel. Ella hace fotos, da clases de inglés y este año ha sido la pregonera de Las Fiestas de los Amantes. Ella se llama Lori, ya lo he dicho, pero él se llama Diego. Son los amantes contemporáneos de Teruel. En Facebook siempre encuentras historias de este tipo.
Las historias están vinculadas a la escritura. A los sueños, a mi condición de contador de historias y de oyente de fábulas. Facebook es un laboratorio de pruebas, y también es mi propio almacén: ahí están muchos reportajes, entrevistas y artículos que voy publicando en periódicos, revistas, catálogos de arte... Y también es un puerto de llegada: a veces dejas ahí los poemas, los cuentos, los fragmentos de novelas, las cartas que me envían. No soy un pensador, pero sí me gusta contagiar pasión por las cosas, compartir lo que conozco, lo que descubro...
Le pregunto a una escritora, Olga Bernad, blogera compulsiva, que me explique cómo ve el blog y el facebook. Me dice: “El blog me entristece. Al Facebook nunca lo amaré lo suficiente como para que me ponga triste, pero el blog se acabó. Y era perfecto. El Facebook es como saludarte por la calle, el blog era prepararte para una cita e ir con tu mejor versión, lo mejor de ti. Y siempre temblaba un poco”. Manuel Vilas, en cambio, va a publicar un libro sobre sus entradas de facebook. Dice: “Utilizo Facebook como un formato literario. Para mi Facebook es literatura y todo lo que escribo allí es literatura”.
Quizá el Facebook tenga algo de superficial. De poco elaborado y de caótico. No cabe duda. Sé que ya pertenece al pasado porque todo va que vuela, pero a mí me sigue pareciendo una magnífica lección de sociología. Nos dice un poco cómo somos, cómo podemos comprometernos, qué nos obsesiona, cómo nos sumamos a líneas de pensamiento un tanto inconsistente, con qué nos comprometemos, contra quien o contra qué nos rebelamos. Nos precipitamos, caemos en la descalificación espontánea, desde luego. Y a la vez es una fuente permanente de información, de avisos, de cuánto ocurre, de la riqueza de opciones. Existe la censura o la posibilidad de denuncia, pero con todo es un territorio de mucha libertad. Y tiene otra condición: puede convivir con el diario, con el blog y moverse a la perfección en ese territorio tan híbrido e inagotable de los links.
*Esta foto de Rodney Smith la he tomado de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-e98407265dacca5df2ca5226aba379a6.jpg
EL MAR DE MARISA LÓPEZ MOSQUERA

MAR NUESTRO QUE ESTÁS EN NUESTRA SANGRE
Por Marisa López MOSQUERA
Eufórico, impetuoso, vehemente, fogoso. No faltarán palabras para definirte mar nuestro, amado, llevas siglos robándonos el aliento. Y todavía hay quien confía en sí mismo frente a ti, en poder cabalgarte como quien somete a una voluntad quebradiza. Acaso para terminar sucumbiendo, si no a tu poder al menos a la fascinación de tu fuerza, pasando a engrosar las filas de la eterna hilera humana que te contempla extasiada cada vez que estallas desbocado, furioso, desatado, colérico. Tu inmensidad nos redime, envuelve el dolor de corazón con el que nos acercamos a tu costa buscando alivio, baña nuestro llanto interno girando en una danza majestuosa sobre el horizonte, atrapa nuestra mirada perdida mientras nos rompemos por dentro. Arrebatador. Incendiario. Exaltado. Agotador. Cuantos te escuchan, cautivos, llevarán en su sangre tu sonido y como esclavos te seguirán al infinito. Aplacas en tus olas, mar nuestro, su martirio. Para hacerlos a tu imagen, más libres y más dignos.
[La vida en la Ría de Vigo. Fotografía de Xaime de Sousa Guedes Pacheco. c1927. Fuente: Archivo Pacheco]
ANTÓN CHÉJOV: 'CUENTOS COMPLETOS'
[Juan Casamayor, con su gentileza habitual, me envía estas notas acerca de la edición del primer volumen de los 'Cuentos completos' de Antón Chéjov, en una edición de Paul Viejo.]
Antón P. Chéjov
Cuentos completos
[1880-1885]
Edición de Paul Viejo
Después de nuestras ediciones de los Cuentos completos de Edgar Allan Poe (traducción y prólogo de Julio Cortázar, con presentaciones de Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes y edición comentada llevada a cabo por Fernando Iwasaki y Jorge Volpi) y de Guy de Maupassant (edición y traducción en dos volúmenes de Mauro Armiño), era el momento para nuestra editorial de abordar el tercer vértice de un triángulo indispensable para entender el cuento contemporáneo. Nos referimos al maestro universal, Antón Chéjov.
Pese a la abundancia de traducciones y antologías de los cuentos de Antón Chéjov, que en demasiadas ocasiones repiten títulos y selecciones similares, el lector español no tiene la opción de acudir a su narrativa breve completa, perdiendo así la oportunidad de leer un gran número de cuentos que permanecen inéditos y, sobre todo, de considerar el desarrollo de toda la obra del escritor, sus diferentes periodos, la progresión de su escritura, dando de este modo una visión completa y ceñida a la realidad de su figura.
El proyecto Cuentos completos reunirá los siescientos cuentos que componen la totalidad del corpus, muchísimos de ellos sin editar en español, junto a aquellos relatos no publicados o inconclusos en vida del autor. La publicación se llevará a cabo en cuatro tomos de 1200 páginas cada uno, publicados a razón de uno al año (de 2013 a 2016), en una edición dirigida por Paul Viejo, especialista en literatura rusa y escritor. Además de numerosas notas, tablas, índices y apéndices bibliográficos, reunirá en sus páginas a los traductores de diferentes generaciones que más y mejor se han ocupado de Chéjov en español, y aspira a ser, por tanto, la edición completa y definitiva de los cuentos de Chéjov en una exquisita presentación y cargada de material adicional.
Partiendo de las ediciones definitivas rusas, se ha establecido la nómina de los cuentos completos de Chéjov, rigurosa clasificación que se ha hecho teniendo en cuenta, por un lado, la autoría. Chéjov firmó muchos de sus cuentos bajo seudónimo y eso creo un umbral de textos de dudosa autoría. Por otro, siguiendo un criterio de género, ya que Chéjov es autor de piezas breves que no son estrictamente cuentos. Así, se ha podido dar por primera vez en castellano la que será la edición definitiva de los cuentos completos de Antón Chéjov.
Este primer tomo de la serie, 1880-1885, incluye la producción inicial de un total de 239 cuentos, presentados en orden cronológico, desde el primero que publicó por el autor “Carta a un vecino erudito” hasta “Un drama de caza”, que abrirá el siguiente. Alrededor de un 20% de los cuentos ven la luz por primera vez en nuestra lengua.
BASILIO BALTASAR: DE CABRERA INFANTE Y DE 'EL ESPÍA DE SÍ MISMO'

EL ESPÍA DE SÍ MISMO
Por Basilio Baltasar. Tomado del blog elboomeran
http://www.elboomeran.com/blog/3/blog-de-basilio-baltasar/
Ojalá pudiera preguntarle ahora a Guillermo cuál fue el modelo narrativo elegido para su crónica autobiográfica. Miriam Gómez, su viuda, la encontró entre sus papeles póstumos, junto a La ninfa inconstante y Cuerpos divinos, y se la entregó a Toni Munné, que la ha editado con rigor para Galaxia Gutenberg.
Es tan diferente el Mapa dibujado por un espía a lo que escribía Guillermo en aquellas fechas que uno debe leer con asombro este ejercicio de prosa sobria y exacta, en donde ninguna concesión se hace al lenguaje barroco, coloquial y musical que el malabarista Cabrera consagró con tanta pericia y acrobacia.
Quizá quiso evitar -pienso- que la imaginación literaria perturbara el recuerdo de su infausto viaje a Cuba, y por eso se ciñó a lo que su viva memoria retuvo con precisión fotográfica y pausado ritmo cinematográfico.
Cabrera Infante vuelve a la isla después de tres años de ausencia creyendo que podrá despedirse de su madre enferma. Después de los funerales se dispone a incorporarse a su destino diplomático en la Embajada de Cuba en Bruselas -en dónde lo espera Miriam Gómez y, en Barcelona, Carlos Barral para presentar la primera edición de Tres tristes tigres, novela que acaba de recibir el Premio Biblioteca Breve- pero una extraña orden del ministerio le impide subir al avión.
Desde ese momento Cabrera Infante, mientras devanea por una ciudad cuyos encantos no se parecen a nada de lo que hubo tres años antes en el mismo lugar, se siente vigilado por un ojo insomne y por la mente inquisitiva de unos amigos que podrían dejar de serlo en cualquier momento. Ignora por qué no puede salir de la isla, ni quién ha ordenado su retención o qué podría hacer mientras tanto -salvo esperar lo peor.
Cabrera alude con pudor a sus temores, y al corrosivo pánico del que en ningún caso puede defenderse. No habrá acusaciones tangibles, ni reproches directos, ni amonestaciones que puedan ser refutadas. El silencio de los jefes y la huidiza ausencia de los gerifaltes se prolongan durante semanas y meses, y generan una expectación cada vez más perturbada. Los motivos factibles y las causas imposibles, las razones desconocidas y los propósitos indescifrables se trenzan en una simulación poblada por enemigos emboscados. ¿Quién es el delator? ¿Quién habrá sido el autor de la denuncia? ¿Qué hice yo -dónde y cuándo- para merecerla?
Mientras Cabrera intenta adivinar quién está detrás de su probable desgracia, los servicios de inteligencia y espionaje van perfeccionando su pérfida herramienta: han dejado en manos del resentimiento la persecución de los disidentes. En lugar de fatigar a la policía con inciertas pesquisas, los agentes dejan que los enemistados vayan recogiendo las pruebas del delito cometido: quizá una reservada sonrisa, un comentario irónico, una opinión literaria destemplada, un desinterés desmedido por el cine soviético... Y orquestan las razones que brotan por doquier: alguna vieja rivalidad, los celos de una amante despechada, la venganza larvada de un antiguo pleito... ¡Quién sabe!
La cooperación entusiasta de compañeros, vecinos, subalternos, conductores, conyugues, peatones y camareros contribuirá a identificar a los indeseables: escritores, poetas, burgueses indolentes, creyentes, homosexuales, hedonistas, o cualquier otro ciudadano dispuesto a impedir que Cuba sea feliz.
Cabrera Infante, que va dibujando la topografía moral de su isla aturdida con suma tristeza, y con el inconfundible y ahora amargo sentido del humor, recuerda la profecía que pronuncia Nicolás Guillén bajo las frondosas ramas de un mango: "Castro nos enterrará a todos. ¡A todos!"
Ha muerto Nicolás Guillén, ha muerto Alejo Carpentier, Lezama Lima, Carlos Franqui, Heberto Padilla, Virgilio Piñera, ha muerto Guillermo Cabrera Infante, Miriam Acevedo, Olga Andreu, Juan Arcocha, Humberto Arenal, Frank Emilio, y gran parte de los que dentro y fuera de esta novela, intentaron sobrevivir a la epidemia de delaciones maquinalmente incitada por el régimen e infernalmente celebrada por sus agentes.
No sabemos qué quedará de la gesta cubana, del oprobio de sus derrotados y exiliados, pero mientras tanto podemos leer con deleite estético y terrible melancolía esta obra maestra de la literatura.
[Publicado el 25/11/2013 a las 23:02. La foto es de Daniel Mordzinski.]
LINA VILA: ÁLBUM DE AUSENCIA

LINA VILA: UN ÁLBUM DE AUSENCIA*
Lina Vila conoce la oscura noche del lobo. Lina Vila habita, desde hace años, un universo inquietante de visiones, de fragilidad y de colores. De pájaros que van y vienen, de animales, de árboles frondosos, de misterio. Hace unos años se trasladó a vivir a San Mateo de Gállego: allí tiene su vivienda, su biblioteca copiosa, dominada por muchas figuras y por la vindicación del mundo femenino, lleno de heridas y de energía, y allí tiene su precioso taller, lleno de mil cosas. Dibujos, óleos, grabados, carpetas, notas, cartas. Más libros, más documentos. Notas de viajes. Manuales de pintura. Apuntes para vivir.
Todo ello, la casa y el estudio, está en una finca que es un paraíso íntimo, que se ha construido poco a poco, al arrimo de sus padres, Pedro y María, con la sinfonía de las estaciones y en compañía de Félix Romeo. Y, en compañía, muy especialmente de su intimidad, de sus viajes por un pasadizo de la imaginación y el sueño, convulso y luminoso a la vez. Ese mundo es una de sus obsesiones. Y es también una forma de redención, de comunión con las cosas del campo. Con la exaltación de la vida y de su envés: el dolor, la pérdida, la ausencia, el llanto. En todos estos años, Lina Vila se ha curtido en experiencias fuertes: ha perdido a su padre, un cómplice constante desde el jardín y desde la casa de la enfrente. Y ha perdido a Félix, el copiloto más apasionado de sus días. Su guía, su amigo, el torbellino que no dejaba de amasar experiencias para compartirlas segundo a segundo. El amor imprescindible.
A Lina le costó mucho volver a pintar. Recobrar un poco de serenidad. La seguridad del trazo. Le costó volver a ser ella misma: fantasmas inesperados y dolientes se sumaron a los que ya tenía, tan inextricables. La fiebre de la creación. La furia de vivir. Primero expuso dibujos y grabados y acuarelas en el Espacio Valverde, y luego en el Espacio en Blanco de la Universidad San Jorge. Una exposición algo más pequeña pero igual de intensa. La crónica de una vida con la naturaleza. El álbum de ausencias y desgarros y de pesadillas indecibles. Las tintas de una búsqueda.
Había muchas cosas en ese ‘Diario de invierno’, donde rendía homenaje al blanco: puro, entre frío y auroral, sutil y elegíaco; abordaba algunas de sus visiones o premoniciones más incómodas, en de formas gigantescos casi siempre que perturbaban su sueño y su expedición cotidiana al recogimiento y a la paz. O de corazones rotos. Y también había una serie de belleza más directa: ese mundo feliz y caprichoso de las mariposas, de los insectos, de las flores y los arbustos que aletean como si fueran pájaros o los arabescos del aire. ‘Diario de invierno’ tituló Lina Vila este proyecto deliberadamente. Era un diario de la soledad inesperada, del dolor, del deseo aplacado, del adiós brusco. Y era, por otro lado, el hallazgo de un refugio. Al fin y al cabo, incluso en los momentos más duros, solo nuestra fortaleza y la energía de nuestros sueños y de nuestros recuerdos nos salvan, nos alivian, nos impulsan a seguir. Lina Vila sigue: pintando, buscándose. Buscándole en el color, en las figuras, en la materia, en la noche del lobo.
*Este texto es para el catálogo de la exposición colectiva del Museo Pablo Serrano, que organiza el IAACC y la Universidad de San Jorge.
EN LA FILMOTECA, EMILIO CASANOVA

*Emilio Casanova participará esta tarde en el ciclo que la Filmoteca de
Zaragoza dedica a su obra ** *
*El realizador y productor aragonés, con más de treinta años de
trayectoria, presentará su obra “El Pirineo revelado” (2011), así como
otros montajes audiovisuales, algunos de ellos todavía en fase de
producción *
*Zaragoza, viernes, 29 de noviembre de 2013.-* El realizador y
*productor aragonés Emilio Casanova (Zaragoza, 1955) tomará parte esta
tarde (20:00 horas) en la penúltima de las sesiones que la Filmoteca de
Zaragoza ha programado dentro del ciclo que está dedicando a su obra
desde el pasado 8 de noviembre. La sesión consistirá en la presentación
por el propio autor de su obra de 2011 “El Pirineo revelado”, una
coproducción con Aragón Televisión que trata de la visión pirineísta
tras el objetivo de la cámara fotográfica de cuatro personajes: Lucien
Briet, el barón Bertrand de Lassus (sus fotógrafos Juan de Parada y
Maurice Meys), Juli Soler i Santaló y Ricardo Compairé. Cuatro formas
distintas de pirineísmo unidas por la calidad fotográfica y, sobre todo,
por el amor a las montañas pirenaicas. *
*La nota es de Alberto Gascón; la foto es de Lara Albuixech, de nuevo.
*El resto de la sesión estará formado por diferentes producciones de
pequeño formato, varias de ellas en proceso de producción, sobre poesía
visual con piezas de Marcel Duchamp, haikus japoneses (Bashoo, Sogui,
Sokan, Issa.), Octavio Paz, Benedetti, Tablada, Ramón Gómez de la Serna;
pinturas de Velázquez, Vermeer, etc.*
*Mañana sábado concluirá el ciclo con la proyección de los mismos
contenidos que se exhibirán hoy.*
*“**/Este ciclo ha supuesto un más que merecido homenaje a uno de los
personajes claves del ámbito audiovisual aragonés, poco conocido por el
gran público, pero de una calidad y una trayectoria digna de todo
elogio, merecedora desde luego cuando menos de un esfuerzo de difusión
como el que ha hecho la Filmoteca de su ciudad/**”, ha subrayado el
consejero de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Jerónimo Blasco.*
**Emilio Casanova**
*A punto de cumplir treinta años de profesión, Casanova es productor y
realizador de programas y montajes audiovisuales desde 1984. En 1988,
una beca de Diputación de Zaragoza le permitió estudiar documentalismo y
postproducción en Nueva York. *Ha realizado múltiples trabajos de
carácter cultural en el campo de la plástica, la música, la literatura y
el teatro como productor independiente o trabajando con o para diversas
instituciones públicas y privadas.
Personajes como Goya, Buñuel, Saura, Ramón Acín, Julio Alejandro, Rafael
Alberti, Octavio Paz, Pedro Laín Entralgo, Camilo José Cela, Carmen
Martín Gaite, Antonio Mingote, Gonzalo Torrente Ballester, etc., han
sido objeto de trabajos suyos.
Realiza también desde hace tiempo charlas y talleres sobre animación
(stop-motion).
Desde la creación de la *Fundación Ramón y Katia Acín* en 2008,
desarrolla y administra su página web que reúne unos 6.000 documentos.