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DE JOSEP PLA A LILIAN HIRSCH

Quiero darte un consejo. Si quieres ser desgraciada, el camino es la ensoñación; si quieres ser feliz, entra en la voluptuosidad en cualquiera de sus formas: voluptuosidad por tu arte, por tu cuerpo, por tu sexo, por tu casa, por tus caprichos, por sus amores o tus hijos. Marcharte sin tener un objetivo, sin saber a dónde vas, es una ensoñación. A menudo me decía que irse es morir un poco. Lo contrario que la voluptuosidad, que exige poner mucho cuidado, concentración y empeño en la realidad. Para saborearlo tienes que quedarte. Tengo treinta y cinco años. He soñado mucho y tengo que confesarte que aun no sé qué es la realidad. Esa es mi gran desgracia. No te deseo algo parecido. ‘Ti voglio troppo bene’. (...) Trabaja, Lilian, trabaja, ama la viday que tus ojos sean siempre claros. ¡Cómo pesa el corazón!
-Fragmento de una Carta de Josep Pla a Lilian Hirsch. Desde Llofriu, Mas Pla, 1932.
Incluida en el libro ‘A la carta. Cuando la correspondencia era un arte’. Selección y prólogo de Valentí Puig. Barcelona, 2014. Elba.
La foto la tomo de www.lletres.net.
DIEGO MOLDES: POEMA A GENE TIERNEY

[Diego Moldes acaba de publicar un libro espectacular, ‘Venus pasión’ (Notorious ediciones) con prólogo de Luis Alberto de Cuenca. Pontevedrés de 1977, afincado en Madrid y en diversos lugares del mundo, estudioso del ‘Manuscrito encontrado en Zaragoza’, llevado al cine, es un sabio de mil asuntos de literatura y cine y cómic y música. Aquí, tras una brillante introducción, realiza una serie de retratos o acercamientos diferentes a algunas de las grandes musas, o Venus, del cine. Están casi todas las conocidas, soñadas, adoradas y más: criaturas angelicales, de cine negro, de cine romántico, heroínas, mujeres misteriosas como Greta Garbo, etc. Una de ellas es una de las más bellas mujeres del cine, Gene Tierney (1920-1991), la actriz de ‘Laura’ de Otto Preminger, entre otras películas. En cierto modo, Diego Moldes glosa en este poema (también hay poemas en el libro, propios y ajenos) a esta figura, Laura, y esta película. Pura belleza. Si les digo que este libro es un precioso regalo de Navidad solo digo una obviedad. El procedimiento es sencillo: texto en par y magnífico retrato fotográfico en impar que alude siempre, o casi siempre, a alguna película.]
APARECISTE
Como espuma absorta ávida de luz
apareciste,
sobre el lago errante...
restos de instantes distantes.
Flor ingrávida de mi pensamiento...
ausencia,
esencia,
¡resucita!
Son tus ojos que vacilan
y alumbran oblicuas espirales.
¿Quisiste soñar que hallaría, sonámbulo,
el camino de nuestra existencia?
¿Creíste suponer que mi pálida soledad
se tornaría única?
No.
Escuchaste mis sollozos, apareciste,
atendiste mis lamentos emergentes,
supiste transformar mi agonía en éxtasis.
Tornaste real lo inaudito
y este no sé qué que me abrasa por dentro
creció y crece
fundiéndose desde la lejanía en la esperanza del tiempo.
Nada perdura excepto tú y yo,
nuestras almas desnudas.
DIEGO MOLDES
20 de diciembre de 2003
*La foto es de George Hurrell.
ISMAEL GRASA: UN DIÁLOGO

ISMAEL GRASA. Escritor. Autor de ‘El jardín’ (Xordica).
“Mi supuesta frialdad pretende
ser un modo de romanticismo”
“Escribir o leer son intentos de vivir
la realidad con mayor intensidad”
PIE DE FOTO. OLIVER DUCH
Ismael Grasa regresa a la ficción con los cuentos de ‘El jardín’
Antón CASTRO. Zaragoza
Ismael Grasa (Huesca, 1968) escribe con intensidad y a la vez con calma. Con sentido de la observación y con una lentitud que no es indolencia, sino confianza, hondura, sobriedad e inquietud. Emplea una prosa elegante y despojada. Alterna la ficción con los libros de viajes o con un volumen tan especial, casi una autobiografía de profesor de filosofía en el aula, como ‘La flecha en el aire’ (Debate, 2011). En 2007 ganaba el premio El Ojo Crítico de Radio Nacional de España con su libro de relatos ‘Trescientos días de sol’ (Xordica), una de esas piezas un tanto minimalistas e inquietantes que definen su estilo. Y acaso su forma de estar en el mundo y en la literatura. Explica el autor: “Después de terminar ‘Trescientos días de sol’, durante algunos veranos seguí escribiendo relatos. Entonces los guardé, hasta que el año pasado decidí volver a abrir aquel cajón. Releídos, ciertamente vi que aquellos textos tenían un aire de familia con el libro de relatos anterior, pero a la vez apuntaban hacia otras direcciones, y eran más extensos y quizá más complejos, y entonces los corregí y los di al editor”. Este es el origen de ‘El jardín’ (Xordica. Zaragoza, 2014, 152 páginas), un libro compuesto por cinco relatos marcados por la búsqueda, la fuga, la rutina y una indecisa sensación de peligro, de extrañamiento o de perplejidad.
¿Cuál sería la poética de ‘El jardín’?
Supongo que parto siempre de alguna observación real, o de algún tipo de inquietud. Procuro que mis relatos tengan algo de verdadero, no tanto por reproducir alguna situación real, sino en la búsqueda de un sentido de la realidad. Supongo también que todos mis relatos son en cierto modo el mismo relato, pero ya decía Martin Heidegger (no soy lector suyo, pero valga la cita) que un poeta escribe siempre el mismo poema.
Una de las características de su obra, casi en la línea de Pierre Michon, es la atención a las vidas minúsculas...
Todas las vidas son en el fondo minúsculas y mayúsculas a un tiempo. Pero, ciertamente, como escritor me he venido ocupando en buscar algo mayúsculo en vidas aparentemente minúsculas, en lugar de relatar tramas o episodios vistosos.
Llama la atención que los personajes a veces parezcan un poco indiferentes, que se dejan ir sin más, que tienen algo de ‘Bartlebys’ de Melville y de ‘Merseaults’ de Camus o son un tanto kafkianos, por decirlo así...
Sí, ciertamente quizá me sienta más próximo de la melancolía de Bartleby que de la angustia de los personajes de Kafka. Pero, la verdad, procuro no pensar en la gran literatura cuando me pongo a escribir. Simplemente trato de contar mis historias. A propósito de esto Félix Romeo decía que a los malos escritores sólo se les puede comparar con los “grandes escritores”.
¿Tienen algo que ver esas profesiones que ha elegido para sus personajes con usted?
La verdad es que no siento que estén tan lejos de mi vida. En el fondo quizá me sienta culpable de haber acabado la carrera universitaria, y más si es de filosofía. En cierto modo un filósofo no es alguien que se presente a exámenes y saque un título. Hay algo de mí que quizá se quedó en el camino y que está en esos personajes de los relatos.
¿Qué quería hacer con ese primer relato, ‘Instrucciones de verano’, la historia de ese adolescente al que su tía deja su casa?
Supongo que trata del bien y el mal. Creo que de eso trata todo el libro, o al menos el comienzo y el final.
Ese cuento tiene algo que abunda en sus ficciones: hay como un clima de terror que no se consuma luego.
Practicar el terror como género es algo que no va conmigo. A veces bordeo esa línea, pero no la sobrepaso. Lo mío es la vida cotidiana, que en sí misma incluye todos los géneros imaginables.
Con el segundo texto, ‘El vigilante’, se acerca a los personajes extraños y a las raras compañías...
El protagonista del cuento es alguien que lee textos complejos sobre lógica y ocupa su mente en pensamientos profundos mientras trabaja en sus turnos de vigilancia, mientras que a los ojos de los demás es una especie de idiota.
El tercero, ‘Reflejo nocturno’, y el cuarto, ‘Huellas de jabalí’, son cuentos de indecisas relaciones de pareja. ¿Por qué el amor parece estar como amortiguado, resultar un tanto frío o ser de baja intensidad?
No creo que se trate de un amor frío o de baja intensidad. Es la intensidad de la que son capaces esos personajes desamparados y alejados de los convencionalismos. Mi supuesta frialdad en realidad pretende ser un modo de romanticismo.
¿Cómo nació esa inquietante historia de un jardinero en Garrapinillos que parece meterse en la boca de una extraña secta?
El relato trata, si lo pienso, sobre el proselitismo, que es algo aborrecible. Un joven intenta ser captado por una organización religiosa, pero al final, de algún modo, él es quien capta a su captador, quien salva a su salvador.
¿Cuál es su idea del cuento? ¿Qué le debe a Chéjov y a Natalia Ginzburg, por ejemplo?
La vía del relato que inventó Chéjov lleva un siglo existiendo y no envejece porque se apoya en un sentimiento profundo de compasión y de humanidad. Y sí, autoras como Natalia Ginzburg o Flannery O’Connor están entre mis preferidas.
Hay en sus textos un rechazo, por decirlo así, al énfasis e incluso a los finales espectaculares, efectistas o sorprendentes. ¿A qué obedece eso?
Es mi versión de la buena educación, aunque no a todo el mundo tiene por qué convencer.
Es usted un cronista de lo cotidiano. ¿Qué le atrae de lo real?
Si la realidad me fuese indiferente no me dedicaría a escribir. Escribir o leer, tal y como yo lo entiendo, no es escapar de la realidad, sino un intento de vivirla con mayor intensidad. Los libros son una parte importante de la vida, no el fracaso de la vida.
LA FICHA
[‘El jardín’. Ismael Grasa. Xordica. Zaragoza, 2014. 152 páginas. El libro se presentó ayer en la Librería Antígona en compañía del escritor Rodolfo Notivol.]
ELÍAS MORO CUÉLLAR: 17 AFORISMOS

[Elías Moro Cuéllar (Madrid, 1959) es poeta, narrador, escritor de diarios y de aforismos. En breve, en el sello Isla de Siltolá de Javier Sánchez Menéndez, un soñador que escribe y edita y mima a sus gentes, publicará el libro 'Algo que perder'. Con su gentileza habitual, Elías me envía un avance del libro. Es uno de esos escritores que destilan talento, sensibilidad, variedad de registros, intuición y hondura. He aquí otro ejemplo.]
17 aforismos (o así)
Elías Moro
Conocimiento no es sabiduría. Pero por algo hay que empezar.
*
Echar de menos es haber querido.
*
Voces que empobrecen: a sí mismo y a los demás.
*
Desconfía, y mucho, de quien deambula por ahí sentenciando.
*
La felicidad puede ser simplemente una imprevista sonrisa de la persona que amamos.
*
¡Qué penoso dialogar con uno mismo y estar, ambos actores, tan carentes de razón!
*
El poema es un fulgor que antes no existía.
*
Una orquesta de tango sin fueye, sin bandoneón, es como una campana sin badajo: mucha forma, pero poco contenido.
*
Ándate con ojo antes de hacerlo; porque según sean dichas, hay palabras que son capaces de romperte los dientes.
*
Hay quien se pone la hipocresía hasta para ir a dormir.
*
La barbarie tiene la inmensa desfachatez de ir engordando con la edad.
*
Un beso por sorpresa de los hijos es el premio gordo en el sorteo diario de la vida.
*
Decir justa justicia no es una redundancia, es una necesidad.
*
Se acercó a la oficina de patentes y registró la Muerte a su nombre.
*
Supongo que ya habréis caído en la cuenta de que no todo el monte es longaniza.
*
Escapó corriendo de los afectos y no tardó en darse de bruces contra la desdicha.
*
Me desconozco como si no me hubiesen parido.
*
(De Algo que perder, de próxima publicación en La Isla de Siltolá)
*La foto es de Abbas, un gran reportero de Magnum. Podría titularse: 'La lección del desierto'.
ROMY SCHNEIDER EN EL CORAZÓN

ROMY SCHNEIDER. En 1956, Walt Disney le entregó el galardón “La mujer más bella del mundo”. Fue Sissí. En 1958 inició una historia de amor con Alain Delon que apenas duró cinco años. Nunca pudo recuperarse de la ruptura y del dolor, que abrirían el maleficio de su vida: la presencia de tanta muerte en directo.
ROMY SCHNEIDER, CERCA DEL CORAZÓN
Una de las parejas más bellas de la historia del cine, y acaso de la vida real, fue la compuesta por la actriz austriaca Romy Schneider (Viena, 1938- París, 1982) y Alain Delon (Sceaux, Altos del Sena, 1935). Eran de procedencia muy distinta: ella era hija de actores, Wolf Albach-Retty y Magda Schneider, que se separaron pronto. La joven quedó con la madre, controladora y exigente, que fue amiga de Hitler y de Eva Braun, de ahí que a menudo se recuerde que la niña Romy paseó de la mano del líder nazi. A los quince años debutó en el cine y demostró que tenía un encanto especial: candor, encanto y suavidad. Sus primeros éxitos le llegaron con tres películas sobre la emperatriz Sissí, que la convirtieron en una mujer famosa que no tardaría en cosechar elogios de cineastas como Luchino Visconti y Orson Welles.
En 1958, la reclamó Pierre Gaspard-Huit para hacer su película ‘Amoríos’. Allí iba a citarse con uno de los galanes de moda del momento: Alain Delon, un joven que procedía de una familia modesta, que se había hecho a sí mismo desde el arroyo y que mezclaba el encanto varonil y los aires del canalla y seductor. El propio Delon fue a buscar a Romy al aeropuerto de Orly con un ramo de flores. Se dice que, en un principio, no le resultaba muy simpático, pero sucedió algo inesperado y ella se enamoró locamente. Fue correspondida. No hay más que ver las fotos, las numerosas fotos que se hicieron: encarnan la pareja ideal, dos guapos enamorados y felices, con los ojos incendiados de felicidad, picardía y plenitud. Encarnan el embeleso recíproco.
La actriz austriaca quiso instalarse en París con él, pero su madre se opuso, salvo que se comprometiesen. Lo hicieron en Lugano en marzo de 1959 y ese mismo año Romy acompañó a su amado al rodaje de ‘A pleno sol’ de René Clement. Incluso sale un instante. Casi a la vez, Alain Delon fue llamado por Luchino Visconti para que participase en ‘Rocco y sus hermanos’. A partir de entonces, la relación empezó a llenarse de sombras, de fantasmas, de equívocos. Algunos han escrito que el director de ‘El Gatopardo’ y Delon tenían una compleja y secreta relación amorosa, algo que jamás se ha confirmado. En cambio, sí está claro que Alain Delon era muy promiscuo y se sentía atraído por distintas mujeres, y vivió peligrosamente, entre la mafia y las drogas, en diversos momentos de su vida: por ejemplo nunca se aclaró cómo murió en 1968 su secretario personal Stefan Markovic, asesinado en su propia casa.
Orson Welles reclamó a Romy Schneider para su película ‘El proceso’, inspirada en la novela de Franz Kafka, y ella se marchó a Estados Unidos a rodar. Ocurrieron algunas cosas que arrojaron por la borda una historia de pasión y glamur que tenía en vilo a toda Europa: en primer lugar, en 1962, Delon vivió un romance con la cantante Nico, de la que nacería un niño, Christian Aaron; poco después, al regresar, Romy se enteró por carta de que su enamorado se había casado con la actriz Nathalie Canovas. Destrozada, Romy se cortó las venas, pero la llevaron a tiempo al hospital.
En 1966 se casó con el director de cine alemán, Harry Meyen; de la unión nacería su hijo David Christopher. La relación se fue enturbiando poco a poco y se divorciarían en 1975. Antes, en 1969, Romy Schneider y Alain Delon coincidieron en la película ‘La piscina’. Aunque la obra es un tanto tediosa y respira un extraño clima incestuoso, Delon y Romy están muy bien y parece que su vínculo y su complicidad van más allá de lo profesional. Había química, poderosa atracción, una sensualidad inefable y obvia. Coincidieron de nuevo en el cine en ‘El asesinato de Trotsky (1971) de Joseph Losey.
Con todo, Romy no volvió a levantar cabeza. Tuvo algunos amantes como Claude Sautet, que la dirigió, como los actores Jean Louis-Trintignant o Bruno Ganz, entre otros, pero una gran pena le horadaba el corazón. Fumaba hasta tres cajetillas de Marlboro al día, bebía mucho, redactaba notas para todo y consumía pastillas y estupefacientes. Eso sí, seguía haciendo películas impresionantes: en 1972 encarnó a Sissi en ‘Ludwig’ de Visconti; en 1974 actuó en ‘Lo importante es amar’ de Andrej Zulawsk, que le valió el Premio César. También participó en ‘Una mujer en la ventana’ (1976) de Pierre Granier-Defere, en ‘Una vida de mujer’ de Claude Sautet; actuó en ‘La muerte en directo (1979. Premio César) de Bertrand Tavernier y en ‘Testimonio de mujer’ (1982) de Rouffio.
Su trabajo era de una intensidad descarnada: Romy encarnaba una belleza madura, vulnerable e irresistible, el talento y la inspiración, sin perder ninguno de los encantos de sus orígenes: mezclaba la emoción y la fotogenia con el erotismo y la melancolía, el candor y el desamparo de una existencia maldita labrada con auténtico dolor y otros matices. “No soy nada en la vida, pero lo soy todo en la pantalla”, dijo. Romy hizo 58 películas.
Se casó con su secretario Daniel Biasini en 1975, con quien tendrá a su hija Sarah, y en 1979 recibió una noticia inesperada: su ex marido Harry Meyen se había suicidado. La fatalidad no se alejaba: en 1981, poco después de separarse, su hijo David sufrió un aparatoso accidente en la reja del domicilio de sus abuelos y falleció en la mesa de operaciones del hospital, poco antes de que ella llegase. Un año más tarde, cuando vivía con Laurent Petit, Romy Schneider aparecería muerta, a consecuencia de un paro cardíaco, tras haber consumido barbitúricos con alcohol. Alain Delon fue el primero en hacerle tres polaroids a su cadáver que jamás ha enseñado a nadie. A veces le gusta decir que Romy fue el gran amor de su vida y que lleva esas fotos en la cartera, muy cerca de su corazón.
EL ANECDOTARIO
El cuaderno íntimo. A Romy Schneidier la enterraron en el cementerio de Boissy Sans Avoir, a 50 kilómetros de París. Su tumba fue profanada y el diario íntimo que llevaba habría desaparecido. A veces se ha dejado caer que tenía datos comprometedores sobre Delon y Visconti, sobre la muerte de su secretario personal y sobre el tráfico de drogas. Cuando se comprometió en Lugano con Delon, en 1959, Romy declaró: “Siempre me lo juego todo, llevo las cosas hasta las últimas consecuencias. Me entrego y amo con todo mi corazón”. Alain Delon publicó sus memorias, que se titulan ‘Las mujeres de mi vida’ (Editorial Carpen). Algunas fueron Nico, Dalila, Nathalie Canovas, Mireille Darc o Marisa Mell. De Romy dice que conserva “recuerdos llenos de dulzura y su sonrisa, pues cuando sonreía, el mundo se llenaba de alegría. Pero ella era muy inocente y yo un lobo endurecido por mis años en la guerra de Indochina y no supe serle fiel”.
*Este artículo apareció este verano en mi sección ’A pleno sol’, compuesta por 42 entregas diarias de julio a septiembre.
MIGUEL ÁNGEL OESTE Y DRAKE

La ficción de ser Nick Drake
Antón CASTRO
Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) debutó en la novela ‘Bobby Logan’ (Zut, 2011), donde demostraba versatilidad, imaginación, buen dominio del relato y facilidad para crear un personaje central, de ascendencia pop, y su rico entorno. En su nueva apuesta, Oeste, crítico e historiador del cine, da un paso más en una narración que es una indagación, en clave de ficción, sobre un personaje que existió: el músico Nick Drake (Rangún, Birmania, 1948- Inglaterra, 1974), una de esas criaturas que dejan un hilillo de misterio a su paso y también un dulce desconcierto.
La novela cuenta el empeño de Richard, actor y director, de hacer una película sobre el músico que murió a los 26 años. Y para ello se dirige a Janet McDonalds, “una periodista que había conocido al torturado cantante de folk”. Se trata de “la historia de un alguien que nació con el estigma de los vampiros: esa maldición e imposibilidad de verse reflejado en un espejo y de hacerse entender por sus compañeros”. La novela está dividida en dos partes: en la primera se exploran los primeros años, el contexto familiar, su personalidad y algunos de sus enigmas, y en la segunda, ahora en forma de diario, Richard y Janet alternan su búsqueda y su propia incertidumbre. Richard conversa con distintas criaturas, y poco a poco se va imponiendo una sobre los demás: Sophia Ritter, que fue su amante, aunque “para Nick el amor era inocencia e idealismo”.
Nick Drake se crió en una familia “normal y unida”, estaba fascinado por la actriz Gloria Grahame, padecía una gran timidez, que se manifestaba en sus dificultades de subir a un escenario, y poseía una rara característica: le gustaba “estar en un sitio sin estar”, “ser protagonista y convertirse en uno más”.
Estudió en Cambrigde. Vivió en un tiempo convulso, quizá fuera John Cale quien le acercase a las drogas, se sugiere. Miguel Ángel Oeste huye de la hagiografía y del biopic para trazar un canto y una elegía de la infancia y la juventud y la crónica de una obsesión. Con distintas voces, con sutileza y con un método periodístico muy libre, ofrece un espléndido caleidoscopio de un ser contradictorio, genial y precipitado que hace pensar en ocasiones en Jim Morrison. Lo hace con enorme sutileza y variedad de registros, con fluidez y tensión, con suaves meandros, en una de esas novelas poliédricas e intensas que retratan una época llena de contradicciones y de agitación y retratan a un tipo escurridizo que se comportó como un fantasma en vida y también ahora, en la muerte. De alguna manera, Nick Drake acaba contagiando a todos la angustia de existir, especialmente a Richard y a Janet, que ocultan tortuosos secretos. De ahí que se diga en ‘Far Leys’, que alude a la mansión donde murió el cantante: “El dolor nos revela lo que somos. Nos cuenta”.
Far Leys. Miguel Ángel Oeste. Zut. Málaga, 2014. 281 páginas.
*Este texto aparece en el último número de 'Mercurio', la revista que dirige Guillermo Busutil.
COMIENZA LA FERIA DE MONZÓN

Comienza hoy, sábado seis, la Feria del Libro Aragonés de Monzón con la presencia de 35 editoriales, 70 presentaciones y muchos autores que firmarán en casetas. Algunas notas para hoy:
-13.30. Ignacio Martínez de Pisón pronunciará el pregón de apertura y firmará ejemplares de sus libros a quien lo desee.
-17. En el salón de abajo, Javier Hernández y yo presentaremos nuestro libro juvenil, para todos los públicos en realidad, ‘La leyenda de la ciudad sumergida’ (Nalvay), que acaban de publicar Isabel Peralta y David González. El libro también se presentará el día quince de diciembre en la librería Antígona, a las 20.00.
-19. En la planta calle, se presentará mi poemario ‘Seducción’ (Olifante), en compañía de Trinidad Ruiz-Marcellán y Olga Asensio. Es un libro de amor en cuatro donde hay una pequeña ópera, un conjunto de autobiografías y algunos homenajes a creadores como Ana María Matute, Félix Romeo, Javier Tomeo, José Angel Valente, Gema Noguera, etc.
-A las 19.30, Ismael Grasa presentará su libro ‘El jardín’ (Xordica), cinco relatos personales sobre vidas minúsculas, casi rutinarias, donde siempre hay una detonación y un clima de inquietud y de peligro.
-A las 22.00, en el hotel MásMonzón habrá una cena literaria en torno a ese poemario y a algunos juegos que ha propuesto y desarrollado Olga Asensio. Leeré algunos poemas, no muchos. Será una noche muy participativa...
UNA FIESTA DE LETRAS EN MONZÓN

Una fiesta de letras en Monzón*
Autores, editoriales y títulos para una Feria que celebra dos décadas de existencia. Martínez de Pisón será el pregonero
Monzón vuelve a ser la capital de las letras de Aragón y lo hace con una edición muy especial: se cumplen dos décadas desde su puesta en marcha bajo la dirección de Chorche Paniello en la Azucarera del recinto ferial. Desde entonces han pasado muchas cosas, y han pasado por la localidad donde nació Joaquín Costa editoriales, autores, distribuidores, artistas, grupos musicales, lectores, un sinfín de niños. La edición de este 2014 supone, también, la primera vez que la visita Ignacio Martínez de Pisón, uno de los escritores aragoneses más reconocidos en España y en Europa; lo hace en condición de pregonero y con su reciente novedad: ‘La buena reputación’ (Seix Barral), la historia de una familia con vínculos aragoneses que vivió en Melilla, Marruecos, Madrid y Zaragoza. Además, entre otros invitados, estarán Luz Gabás, que acaba de publicar su segunda novela, ‘Regreso a tu piel’ (Planeta), donde cuenta una historia de brujería, que supuso el ajusticiamiento de muchas mujeres, denunciadas, que se mezcla con una historia contemporánea. Y José Luis Corral, que presentará y firmará su última novela, ‘El trono maldito’ (Planeta), escrita al alimón con el historiador Antonio Pipero, una historia del cristianismo y sus primeras convulsiones.
Hay muchas novedades. Dicen los organizadores que acuden 35 editoriales y que se realizarán 70 presentaciones. Habrá muchos autores firmando en las casetas de las dos plantas y cenas literarias, talleres, exposiciones y conciertos; clausurará La Ronda de Boltaña. Uno de los títulos más esperados es la versión contemporánea, que publica Olifante y que ha coordinado Manuel Martínez Forega, de ‘Los Borbones en pelota’, basada en el libro atribuido a los hermanos Bécquer, Valeriano y Gustavo Adolfo, que constituye una sátira política, erótica e irónica de la corte de Isabel II, una soberana bastante veleidosa. Y otro título muy sugerente, repleto de novedades y reportajes y evocaciones, es el ‘Almanaque de los Pirineos de 2015’ (Pirineum. Coordinación de Sergio Sánchez), que abarca la década 1925-1935, y habla de montañeros, de pianistas como Pilar Bayona, del boxeador Ignacio Ara, del escultor Felipe Coscolla o de la muerte de Luis López Allué, entre otros asuntos.
Xordica también cumple veinte años y presenta algunas novedades en la FLA: Ismael Grasa vuelve a la ficción con ‘El jardín’, cinco cuentos de la vida cotidiana, de sus recodos sombríos y de sus fugas, vidas minúsculas que transcurren entre Huesca y Zaragoza. Y, además, publica ‘Cerca de casa’ de Luis Alegre, una recopilación de sus artículos de prensa, sobre todo de HERALDO: retratos, perfiles, cuentos y reportajes, escritos con esa fluidez e ingenio que él posee. Por ahí desfilan los Magníficos, Labordeta, Javier Tomeo, Félix Romeo y un buen puñado de mujeres de su vida: de la infancia y de anteayer, famosas y no tan famosas. Contraseña mantiene como una de sus novedades más recientes ‘El bandido adolescente’ de Ramón J. Sender, un hermoso rescate de la novela de Billy el Niño del escritor de Chalamera, impregnada aquí de ecos mexicanos. Tropo, entre otros títulos, acaba de publicar la nueva novela de Miguel Mena: ‘Alcohol de quemar’, que narra un crimen que sucedió en Cervera de la Cañada en clave de ficción, aunque también hay elementos de reportaje. Y ‘Rayos X’ de Carlos Salem, cuyo argumento arranca así: de los poderes de Supermán, “Nicolás quisiera tener la visión de rayos X para ver la ropa interior de las chicas y saber lo que oculta su padre en los cajones de la cómoda que cierra con llave”.
El sello Pregunta tiene un puñado de novedades: ‘Litiasis’, un poema en prosa, de carácter fragmentario, de Manuel Forega; el libro colectivo de jóvenes cuentistas, ‘Buscando los orígenes de aquello’; los cuentos y microcuentos de Fernando Aínsa, ‘Desde el otro lado. Prosas concisas’, y un volumen de aforismos y pensamientos de William Blake, traducido por David de Francisco.
Salvador Trallero editor presentará su última obra: ‘Miguel Servet. Soplo efímero de libertad’ de Sergio Baches, quien define a su personaje como “estrella fugaz en un firmamento que siglo tras siglo ha empujado al ser humano a la desesperación y al desconsuelo”. Las ilustraciones, muy elaboradas, son de César Calavera.
Nalvay presenta otro libro juvenil: ‘La leyenda de la ciudad sumergida’, ilustrado por el altoaragonés de adopción Javier Hernández, el autor de ‘Haberlas haylas’, que también es cuentacuentos. Delsán acaba de publicar un espléndido trabajo de Juan Domínguez Lasierra, ‘Viajeros por Aragón. Trotamundos, curioso, impertinentes, plumíferos y zaurines en general’, que abarca desde los romanos hasta George Borrow, Benet, Virginia Woolf o Someret Maugham, pongamos por caso. En Prames, Francisco Lázaro Polo recoge sus cuentos y leyendas turolenses ‘El bardo de la memoria. Mitos, leyendas y narraciones de Teruel’, con ilustraciones de R. R. Polo Cutando. Jekill & Jill aún tiene reciente un hermoso y variado libro de Ferrer Lerín: ‘Mansa chatarra’, con textos ya conocidos y otros inéditos; quizá sea el volumen más redondo e imaginativo, rico en invención y tradición, del escritor barcelonés afincado en Jaca. Reciente está también, en Anorak, la novela de Paula Figols: ‘El refugio de las golondrinas’.
Mira, entre otros asuntos, acaba de publicar una novela de Juan Herranz, ‘Real Zaragoza 2.0’, donde el autor de Ejea viaja al futuro, a 2050, e imagina el sueño más hermoso: el Real Zaragoza juega la final de la Champions League y tiene a un auténtico portento, Diego Zoco. El sello Doce Robles lleva nuevos títulos a Monzón: la monografía ‘El don de la risa. Paco Martínez Soria’ de Javier Lafuente y, como novedad absoluta, ‘Jardiel. La risa inteligente’ de Enrique Gallud Jardiel, repleto de fotografías y novedades, entre ellas su intensa vida amorosa. Corral presentará en el recinto ferial su exitoso trabajo: ‘La Corona de Aragón. Manipulación, mito e historia’ (Doce Robles).
Libros del Innombrable ofrece, entre sus últimas novedades, ‘Hojas de una historia’, una antología de poesía sueca del siglo XX que ha preparado Paco Uriz, con ilustraciones de Natalio Bayo. STI mostrará dos novedades: ‘Dramatis Personae’ de su propio editor Javier Cinca, perfiles, retratos y artículos de fondo de literatura, y la antología de la poesía beat ‘Los otros aullidos’, preparada por Daniel García Arana. El sello Aladrada del Rolde de Estudios Aragoneses (que siempre tiene puesto en Monzón) ha publicado ‘Somontano en Alto. Escritos 81949-1959) e inéditos’ de Pedro Arnal Cavero, en edición de Alberto Gracia Trell. Por otra parte, acaba de aparecer el número 151 de la revista ‘Rolde’: habla del fotógrafo Lucas Cepero, del poeta Miguel Agustín Príncipe, del viajero Pedro Cubero, del dibujante Cabrero Arnal, del escritor Fernando Sanmartín, etc. Prensas Universitarias de Zaragoza, en su colección Larumbe, acaba de publicar el primer volumen de los ‘Cuentos’ de Ana María Navales, en edición de Isabel Carabantes. En el Instituto de Estudios Altoaragoneses, Fernando Alvira Banzo aborda la figura de ‘León Abadías. Pintor, escritor y didacta’.
En literatura infantil y juvenil, APILA edita ‘El nuevo traje del emperador’, con el texto de Hans Christian Andersen, adaptado por Raquel Garrido, ilustrado por Dàlia Adillón, y ‘Run run’, un proyecto de Ana Seixas.
Dentro de unos días se celebrará el XIII Salón del Cómic de Zaragoza, materia que también llega a Monzón. José Antonio Bernal ironiza sobre los excesos del deporte en ‘Jano’, (GP Ediciones) en un cómic desternillante; Daniel Viñuales y José Antonio Ávila publican ‘Tierra negra’, (GP Ediciones), una historia conmovedora de las minas de Utrillas, en concreto en la mina de Santiago, en los años 20; el tono granate es adecuado para esta historia de resistencia, de esfuerzo y de peligros constantes. Y Daniel García-Nieto recoge una selección de los cuentos de terror de Poe y Lovecraft y otros en su álbum ‘Necromicón’. Juanfer Briones presentará ‘El renegado II’. Entre otras novedades, en aragonés, se presentarán ‘Entreautos’ de Ana Giménez Beltrán y ‘Arribo en Chistau’ de Santiago Román.
Otra de las novedades es el libro ‘Aragón, de la ilusión a la decepción’ del periodista Conrad Blásquiz. Explica el autor a HERALDO.ES: “He querido hacer una radiografía periodística de los 30 años de autonomía de Aragón. Recoger todas aquellas cuestiones que para bien o para mal han influido en el proceso autonómico de Aragón. La principal conclusión que saco es el gran salto que Aragón ha dado gracias a la autonomía. En estas tres décadas, ha habido luces y sombras, pero es innegable que la autonomía ha supuesto un revulsivo enorme. Los momentos más emotivos, por diferentes razones, fueron las manifestaciones autonomistas, la moción de censura de José Marco Marco y el asesinato de Manuel Giménez Abad”, señala.
*La fotografía de Blanca Bk es de Vicente Almazán. Este texto aparecía ayer en portada de Heraldo.es
LUIS ALEGRE: 'CERCA DE CASA'

Hace veinte años, cuando nació Xordica, Luis Alegre publicó uno de los grandes éxitos de la editorial: ‘Besos robados’, que ha tenido desde entonces varias ediciones y fue presentado en una inolvidable fiesta en el Oasis. Ahora aparece ‘Cerca de casa’, que nace de sus artículos en HERALDO, sobre todo, y de diversas publicaciones. Es una autobiografía con amigos, es un homenaje a alguno de sus maestros como Paco Umbral (hay un texto que es casi una glosa y un guiño en el que narra el día que llegó al Ángel Azul) y Manuel Vicent, pero también Maruja Torres y Rosa Montero, grandes retratistas y maestros del perfil, y es un intento de contarse a sí mismo –su infancia, sus padres, sus amores, sus cómplices- y de contar a una época con buenas compañías y con innumerables aventuras en la Universidad, en la literatura y en el cine. Luis retrata, y se autorretrata entre ellos, a Labordeta, Javier Tomeo, Félix Romeo, David Trueba, José Luis Campos, Pepe Melero, Miguel Mena, Víctor Muñoz, Marianico el Corto, los chicos y chicas de Oregón Televisión. La lista es más abundante. Luis Alegre es un gran contador de historias, lúcido y minucioso, y buena prueba de ello, por ejemplo, sería ‘Los amantes del Jiloca’, aunque en realidad casi todos los textos son redondos, amorosos, y están repletos de sabiduría, ternura y humor. ‘Cerca de casa’, tan repleto de amistad y de lucidez, será uno de los libros de la Navidad. Se presenta el próximo 23 de diciembre en el Teatro de la Estación.
*Motivo de portada.
CAMPANA DE LOS PERDIDOS SOS
A todos los amigos y seguidores de La Campana de los Perdidos en solicitud de ayuda: La programación en La Campana de los Perdidos, después de 25 años, corre serio peligro y el cierre está encima de la mesa. La actual crisis y el bajón de clientes nos ha llevado a una situación insostenible y se ha creado una comisión de voluntarios que están estudiando una serie de acciones para ver de reflotar la situación y poder seguir con las actividades culturales que nos caracterizan.
Mucha gente, sabedores de la situación, preguntan cómo pueden colaborar y esto es lo que la comisión de voluntarios ha pensado: colabora con 50 euros comprando un talonario de 10 copas(o 20 cervezas), este dinero anticipado servirá para poder hacer frente a las deudas existentes. Si eres de Zaragoza podrás tomarte tú las consumiciones o bien invitar a los amigos que quieras. Si eres de fuera de Zaragoza y quieres colaborar con la causa podrás regalarle esos tickets a amigos que sepas que van a venir por estas tierras.
Para pedir el talonario de copas lo puedes hacer a través del mail: rodo@campanadelosperdidos.com, a través del móvil/whatsApp 606692858 o bien a través de la página web: www.campanadelosperdidos.com. Nos mandas una dirección postal y nosotros te enviaremos el número de cuenta bancaria donde deberás hacer el ingreso, en cuanto lo recibamos te mandaremos el talonario personalizado con los tickets en los que pondrá que la invitación es por gentileza tuya. Gracias por ayudarnos a mantener este emblemático sitio. Comisión de voluntarios “Mantengamos La Campana de los Perdidos”
www.campanadelosperdidos.com
PROYECTaRAGÓN VIII EDICIÓN, 2014

ProyectAragón VIII Edición 2014
Arranca mañana la VIII edición de ‘ProyectAragón’ en la Sala CAI Luzán.
La Sala CAI Luzán (Paseo de la Independencia, 10) acogerá este martes 9 de diciembre, a las 19.30 h. la inauguración oficial de la VIII Muestra Audiovisual Aragonesa ‘ProyectAragón’.
El objetivo de la muestra, que comenzó la semana pasada con tres sesiones previas y que se desarrollará hasta el próximo jueves 18 de diciembre, es dar a conocer el extraordinario talento que existe en la Comunidad Autónoma en el campo de la producción de cine y vídeo en sus más diversos formatos: documental, experimentación, ficción, animación, vídeo clips o la vídeo danza.
La inauguración estará dedicada a “Novedades y estrenos”. En esta primera sesión se proyectarán cortometrajes de ficción premiados en diferentes certámenes, como ‘Os meninos do río’, de Javier Macipe; ‘Te escucho’, de Jorge Blas, ‘Espera un segundo’, de Germán Roda; ‘El Ebro que nos lleva’, de Pedro Zapater y Mónica Tragacete; y ‘Mientras somos’, de Jacobo Atienza. Tras la proyección, podremos disfrutar de la Fiesta "Zaragoza, territorio de música", a cargo del DJ Leo Camaleón, en el bar Bacharach, a partir de las 22 h.
Durante las jornadas del miércoles, sábado y domingo, ‘ProyectAragón’ rendirá homenaje a Zaragoza, como territorio de cine, como paisaje filmado, como localización de rodaje, a través del pase de los siguientes largometrajes rodados en la provincia y en la propia ciudad: ‘Jamón, Jamón’, de Bigas Luna; ‘Una de zombies’, de Miguel Ángel Lamata; y ‘Culpable para un delito’, de José Antonio Duce. En la primera de estas sesiones participarán representantes de Film Commission Monegros, recientemente creada para dinamizar los rodajes en el territorio, mientras que las otras proyecciones contarán con la presencia de los directores Lamata y Duce.
El jueves se exhibirán los mejores trabajos del festival invitado este año, Spanisches FilmFest Berlin, donde ProyectAragón llevó en noviembre su programa de itinerancia con una selección de obras cortas de sus siete anteriores ediciones. El festival alemán, por su parte, trae los mejores cortometrajes españoles de ficción realizados en 2013 y 2014 por directores tan reseñables como Óscar Bernacer (‘Bikini’), Álvaro Martín (‘Estocolmo’) o Manuel Arija (‘No kissing’), entre otros.
El viernes se proyectarán los estrenos de los documentales ‘Mi hermano Simón’ (‘Ma Hueada Simón’), de Sergio Miranda, sobre el rodaje de ‘Simón del desierto’, de Luis Buñuel; y de ‘Teruel, territorio de frontera’, de José Miguel Iranzo.
La muestra continuará y finalizará la próxima semana en el Centro de Historias, que junto con la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza y Cines Palafox, son otros de los escenarios de esta VIII edición. El Centro de Historias acogerá el martes 16, miércoles 17 y jueves 18 las sesiones de ‘Educaproyecta’, reservadas a la formación y el cine; las películas del género ‘Road movie’, con el pase del largometraje de Mercedes Gaspas, Huidas, y el documental ‘Trovadores’, de Iván Castell, que clausurará la muestra de este año.
La programación detallada de ‘ProyectAragón 2014’ puede consultarse en www.fundacioncai.es y www.proyectaragon.es.
Una amplia selección del material gráfico y audiovisual de la muestra está disponible en el siguiente enlace:
https://www.dropbox.com/sh/2nqofvb1lbk83kg/AABPNl6gZVKvcbt9u3vQCF2oa?dl=0
Se adjunta PROGRAMA ProyectAragón 2014.
ProyectAragón VIII Edición 2014
Un año más regresa a Zaragoza ProyectAragón, para exhibir una selección de los mejores trabajos realizados por diferentes directores de la comunidad aragonesa, ubicados en diferentes puntos de la geografía española y mundial.
ProyectAragon llega a su VIII Edición adaptándose a los difíciles tiempos que corren, sin perder por ello su señas de identidad: creatividad, energía, originalidad, ilusión y trabajo, mucho trabajo, para seguir la pista a todas esas joyas que han permanecido semi veladas y dormidas en estantes, ordenadores, archivos y cine clubs de cientos de autores, productoras y colectivos.
De ese rastro siguen saliendo auténticos tesoros cinematográficos en el campo del documental, la experimentación, la ficción, la animación, los vídeo clips, la vídeo danza… que dan lugar a programas de actualidad y estrenos, obras de incipientes realizadores, monográficos de autores consagrados, clásicos revisitados, conferencias y encuentros.
Desde sus inicios la muestra ha estado auspiciada por la Fundación Caja Inmaculada (anteriormente CAI y Caja3) con la colaboración del Ayuntamiento de Zaragoza (Centro de Historias). Y arropada por amigos de largo recorrido, entre los que están presentes este año Aragón TV, Zaragoza Urbana, la Universidad de San Jorge, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, el Festival de Cortometrajes y Spots Cine y Salud, el Festival 22 x don Luis, la Escuela de cine Un perro andaluz o la Comarca de Los Monegros.
La vocación de colaboración con otros festivales de ámbito internacional ha venido marcada por programas itinerantes de intercambio. Este año ProyectAragón ha viajado a comienzos de noviembre hasta el Spanisches Filmfest Berlin, Alemania, para mostrar en la sección Ventana Abierta, inaugurada por nuestro festival, una selección de obras que han desfilado por la muestra desde el año 2007 hasta hoy. Y este festival berlinés de vocación española viene como invitado a Zaragoza para mostrarnos su palmarés con los mejores cortometrajes realizados en 2013 y 2014 por directores españoles.
ProyectAragón quiere rendir en esta edición un tributo muy especial a Zaragoza, como territorio de cine, como paisaje filmado, como localización de rodaje, a través de una serie de proyecciones y charlas en torno a largometrajes, documentales y cortometrajes rodados en la provincia y en la propia ciudad, así como con conferencias y charlas alrededor de las localizaciones de rodaje. Desde films emblemáticos como Culpable para un delito, hasta los últimos estrenos de la cartelera, como Justi&Cía. Pasando por películas míticas de la historia del cine español como Jamón, jamón y de la cinematografía internacional, como Salomón y la reina de Saba.
Vicky Calavia
Directora de PROYECTARAGON
PROYECTARAGON Muestra Audiovisual Aragonesa
e-mail proyectaragon@gmail.com
*La foto es de Os meninos do rio de Javier Macipe.
EVA Y FÉLIX, PORTADORES DE SUEÑOS
[Ayer, en Heraldo Domingo, el suplemento que coordina Picos Laguna, Luis Alegre publicaba este artículo dedicado a Eva y Félix, Los Portadores de Sueños, que cumplen una década.]
LOS PORTADORES DE SUEÑOS CELEBRA SU DÉCIMO ANIVERSARIO. LA LIBRERÍA DE LA CALLE BLANCAS FORMA PARTE DEL MEJOR PAISAJE DE LA CULTURA ZARAGOZANA.
Eva y Félix
Por Luis ALEGRE. Heraldo Domingo.
Maribel Verdú es una lectora inagotable desde que era niña. En los primeros años que la conocí hablaba de Scott Fitzgerald o Truman Capote. Le hacía ilusión que le regalara libros dedicados de Ignacio Martínez de Pisón, Mariano Gistaín, Javier Tomeo, Antón Castro, David Trueba, Bernardo Atxaga, Enrique Vila-Matas o Antonio Muñoz Molina. Y, luego, aún le hacía más ilusión conocer a los escritores que leía. Maribel siempre va acompañada de un par de libros. Cuando un libro le vuelve loca enseguida nos enteramos todos los amigos. Maribel no es de las que esconde sus mejores emociones. Uno de esos libros fue “Pétalos de luna”, la primera novela en solitario de María Pilar Clau. Para ella fue un placer presentarla en La casa del libro de Madrid, el año pasado, junto a Jorge Sanz. El público que asistió no estaba acostumbrado a escuchar a Maribel detallando el encanto de una novela.
A Maribel, cómo no, le privan las librerías exquisitas. Cuando hace teatro en Zaragoza se aloja en el Gran Hotel. Un día, en el paseo del hotel al Teatro Principal, a la altura de la calle Blancas, le dije: “Te voy a enseñar una librería de la que no vas a querer salir”. Fue la primera vez que entró en “Los portadores de sueños”. Conoció a Eva Cosculluela y Félix González y, de inmediato, les nombró sus libreros de cabecera. La librería le caía de paso y allí se metía cada dos por tres. Maribel charlaba y se reía con ellos, intercambiaba sugerencias y se llevaba un montón de libros. Luego, aunque ya estuviera en Madrid, cada vez que leía un libro recomendado por Eva o Félix, les llamaba para comentarlo, para hacer un libro-fórum telefónico. Maribel es un ejemplo buenísimo de los “amigoclientes” que suelen provocar Eva y Félix.
Les conocí en Casa Emilio. Los trajo a una cena Félix Romeo, incomparable introductor en mi vida de cosas y de gente que se han quedado. El que no se ha quedado es él, maldita sea, ni Labordeta, ni Tomeo, tres seres a los que a menudo recuerdo a la vez, en el mismo plano secuencia, y cuya ausencia sigo, seguimos, sin digerir.
Hace once años Eva Cosculluela, ingeniera informática, y Félix González, estadístico, trabajaban en una consultora informática, de la que Félix era socio. Era un trabajo sin muchas zozobras. Pero algo bullía dentro de ellos. A Eva, de vez en cuando, le cruzaba la cabeza la idea de abrir una librería. Ella aprendió a querer a las librerías cuando era una niña y los sábados por la mañana su madre la llevaba a la librería Alfil de la calle García Sánchez. En un viaje a Guatemala había conocido una que le tocó, la Sophos, en la plaza Fontabella. Sophos era un sitio de citas y de encuentros, un templo sociocultural en el que, además, se podía tomar uno de los mejores cafés de Latinoamérica. Eva se dijo que si algún día abría una librería ya tenía el modelo.
El día llegó. Eva y Félix dejaron la empresa consultora y se lanzaron al mar de los libros. Pronto hubo que enterrar la idea del café dentro de la librería: demasiadas pegas burocráticas y económicas. Esa pequeña frustración la compensaron, quizá de forma inconsciente, al encontrar un local en Blancas 4, enfrente de El Ángel Azul, el café más literario, o eso me parecía a mí, de la Zaragoza de los 80 y 90. Eva y Félix abrieron la librería en 2004. Para bautizarla eligieron el título de un poema anticenizo de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, un canto al poder de los soñadores para desafiar los infiernos del mundo. No había café pero Eva y Félix tardaron muy poco en hacer de su librería el lugar que imaginaron.
Tampoco ha habido que esperar mucho para que el mundo literario español la haya encumbrado: en 2012 recibió el Premio Librería Cultural, que distingue a las librerías más interesantes de España. La de Eva y Félix es una de esas librerías de autor que tanto gustan a los autores y editores. Cálamo, de Paco Goyanes, y Antígona, de Julia Millán y Pepito Fernández, en la zona de la Universidad de Zaragoza, llevan décadas en la primera línea de las librerías de autor de España y Los portadores de sueños, en el cogollo del centro de la ciudad, ha prolongado la tradición por todo lo alto. Vila-Matas entró y dijo: “Esta librería es el abismo”. Eva y Félix se han empeñado en que en Blancas 4, una o dos veces por semana, pase algo especial. Durante estos diez años se han presentado cientos de libros y se han encontrado miles de personas cuya aspiración es abandonarse a algunas de las mejores cosas de la vida: la cultura, la inteligencia, la belleza, la tolerancia, la amistad, el roce, el cara a cara. La luz y la fiesta de los libros.
Eva y Félix no solo arropan presentaciones en su local. También lo han hecho en el Teatro Principal, en el Paraninfo de la Universidad, en el Teatro Romano, en la Facultad de Económicas, en Casa Pascualillo, en Capitanía o donde haga falta. He tenido muchas ocasiones de presentar libros a su lado. Que ahora recuerde, dos a Juan Cruz, Marcos Ordóñez, Mara Torres y José Luis Melero y uno a Raquel Martos, Raúl Lahoz, María Gómez y Patiño, Ramón Fontseré, Pisón, Nativel Preciado, Borau, Iñaki Gabilondo, Felipe González, Jonás Trueba, José Luis Cuerda, Miguel Mena, Santi Giménez, Lu Martín y David Trueba, aquel 3 de marzo de 2008 que tan a menudo evocamos: ese día, además de Daniel Gascón, intervino en la presentación Pep Guardiola, poco antes de convertirse en uno de los hombres más célebres del planeta.
Eva y Félix forman una pareja muy potente. Son idénticos y totalmente diferentes. Félix nació en Soria pero enseguida le pilló el punto a la somardería. Eva es una alegría de chica, empática como ella sola. En estos diez años les ha dado tiempo a educar el paladar lector, por ejemplo, de mis sobrinos Pablo y María, que se fían de ellos casi desde que empezaron a leer. Por si fuera poco, ahora Eva y Félix cuentan en la librería con una cómplice estupenda, Iguázel Elhombre, escritora, activista cultural y compañera de Sergio del Molino en “Preferiría no hacerlo”, el programa de libros que acaba de arrancar en Aragón Radio.
No he estado en la Sophos de Guatemala. Pero si alrededor de esa librería han creado un micromundo en el que da tanto gusto vivir como en el de Los portadores de sueños, ellos también están de enhorabuena.
La foto la tomo de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-c0925ea250044ed7a7fd9118431b4342.jpg
CANDIDATOS AL PREMIO CÁLAMO 2014
Librería Cálamo presenta la XIV edición de los Premios Cálamo.
Los Premios Cálamo son organizados por Librerías Cálamo S.L. y cuentan con la colaboración de las siguientes entidades públicas y privadas: Ayuntamiento de Zaragoza, Universidad de Zaragoza, Teatro Principal de Zaragoza, Institut Français de Saragosse, Teatro de la Estación, Teatro Arbolé, Spectrum Sotos, Care Bodegas y Viñedos, Vinatería El Rincón del Arpa, Balneario Sicilia y Sansueña Industrias Gráficas.
El “Premio Cálamo al libro del año” es elegido por “democracia directa”: Cálamo propone 16 títulos editados durante el año en curso y finales del anterior, y los clientes y amigos de nuestras librerías votan a sus preferidos. Somos conscientes de que toda elección es injusta de raíz ¡cuántos buenos libros no habremos leído o habrán pasado en silencio por nuestras estanterías! No queremos pontificar ni marcar gustos, sólo pretendemos que el premio sea una incitación a la lectura, al debate y, por qué no, a la sana irreverencia literaria.
Los premios “Cálamo Otra Mirada” y “Cálamo Extraordinario” son escogidos directamente por el equipo de Cálamo.
La votación se desarrollará durante el mes de diciembre de 2014 y las dos primeras semanas de enero de 2015 en las urnas dispuestas a tal efecto en las Librerías Cálamo.
El resultado será hecho público el lunes 19 de enero de 2015.
Los premios se entregarán el viernes 27 de febrero de 2015 durante una cena que se convocará oportunamente.
Candidatos a los XIV Premios Cálamo año 2014
14. Jean Echenoz. Editorial Anagrama
Autopsia. Miguel Serrano Larraz. Editorial Candaya
El balcón en invierno. Luis Landero. Tusquets Editores
El comité de la noche. Belén Gopegui. Literatura Random House
Horror vacui. Paula Lapido. Editorial Salto de Página
La buena reputación. Ignacio Martínez de Pisón. Editorial Seix Barral
La niña gorda. Mercedes Abad. Editorial Páginas de Espuma
La trabajadora. Elvira Navarro. Literatura Random House
Lo que a nadie le importa. Sergio del Molino. Literatura Random House
Los extraños. Vicente Valero. Editorial Periférica
Mansa chatarra. Francisco Ferrer Lerín. Jekyll & Jill Editores
Monasterio. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide
Nos vemos allá arriba. Pierre Lemaitre. Publicaciones y Ediciones Salamandra
Sez Ner. Detrás de la estación. Última ronda . Arno Camenish. Xordica Editorial
Pietra viva. Leonor de Recondo. Editorial Minúscula
Tela de sevoya. Myriam Moscona. Acantilado
*Nota de Paco Goyanes. En la foto, Leonor de Recondo.
La tomo de aquí: https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-e74d6c8ba7a98e7aed7799fb279b8703.jpg
FLA DE MONZÓN: PREGÓN DE PISÓN

PREGÓN DE LA XX FERIA DEL LIBRO ARAGONÉS DE MONZÓN
Por Ignacio MARTÍNEZ DE PISÓN
Amigos montisonenses, amigos editores:
Las ferias del libro nacieron en la España de la Segunda República como un medio para acercar la cultura a los ciudadanos. El mismo espíritu que informaba la Feria de Madrid inspiró también otras voluntariosas iniciativas con las que se intentó llevar el cine, el teatro, el arte y la literatura a todos los rincones de España: me estoy refiriendo a las Misiones Pedagógicas, a la compañía de teatro La Barraca o a esas redes de bibliotecas itinerantes que recorrían la geografía peninsular a bordo de atestados camiones-biblioteca.
Ya que estamos en una feria del libro aragonés (o, mejor dicho, en la Feria del Libro Aragonés) conviene recordar que uno de los testimonios más tempranos sobre aquellas primeras ferias nos lo ofreció un escritor aragonés, Benjamín Jarnés. En un libro de 1935 titulado precisamente Feria del libro describía Jarnés el interés que los lectores de todas las edades mostraban por los libros expuestos y la atención con que asistían a los coloquios literarios. Y añadía: “Nunca en España se vio el libro tan mimado, tan exaltado. ¿Qué más puede pedirse?”
Por desgracia, la Guerra Civil vino a interrumpir de forma abrupta muchos de esos sueños de dignificación de la sociedad a través de la cultura. Desaparecieron las Misiones Pedagógicas, desapareció la compañía La Barraca, desaparecieron los destartalados camiones-biblioteca. Pero, incluso en una dictadura, los libros son un enemigo difícil de batir. En 1944, cinco años después del fin de la contienda, los libreros madrileños volvieron a salir al paseo de Recoletos (entonces llamado de Calvo Sotelo), y poco a poco a lo largo de la década siguiente otras capitales irían montando sus propias ferias del libro.
Libreros y editores empezaban lentamente a organizarse para devolver a la cultura (y, por tanto, a la libertad de pensamiento y de expresión) el papel que le habría correspondido en una España democrática. En un libro de hace diez años, el profesor Jordi Gracia bautizó ese fenómeno como “resistencia silenciosa” al franquismo, una resistencia protagonizada por unas cuantas figuras del sector liberal de aquella España tan antiliberal. Entre esas figuras, el propio Jordi Gracia destacaba la de Gregorio Marañón.
Hace poco, un librero amigo de Barcelona me regaló un pequeño volumen titulado El libro y el librero, que recoge el discurso pronunciado por Marañón durante el homenaje que los libreros madrileños le tributaron en diciembre de 1952. En él confiesa Marañón que, de no haber sido médico, le habría gustado ser “librero, librero de libros raros, oficio que tiene todas las delicadezas de una elevada artesanía y todas las complicaciones de una finísima ciencia”. No escatima Marañón ninguna alabanza al libro, del que dice que es “el amigo ejemplar que todo lo da y que nada pide, el maestro generoso que no regatea su saber ni se cansa de repetir lo que sabe, el consuelo de las horas tristes”... Pero, entre todas esas alabanzas, las más jugosas son las que expresa en su condición de médico. Asegura el doctor Marañón que de los libros emana un misterioso influjo “que constituye una de las más eficaces salvaguardias para la salud”. ¡Atención, libreros: estáis de enhorabuena! Según unas estadísticas de no se sabe muy bien qué compañías de seguros, el gremio de los libreros estaría a la cabeza de las listas de la longevidad, y eso se debería, según Marañón, a cierto “polvo sagrado que el tiempo deposita sobre los volúmenes” y que daría lugar, “por reacciones ignoradas, a una como penicilina, de sutilísima acción, que defiende al librero” de las asechanzas de la vida sedentaria “y le permite una milagrosa pervivencia”. No lo digo yo: lo dice Marañón. Si entre los libreros presentes hay alguno que ha sentido la tentación de cerrar el negocio por culpa de la crisis, más le vale que se lo piense dos veces: su salud se lo agradecerá.
Al lado de ferias como la de Madrid, la de Monzón es todavía una feria joven. Sus dos décadas de existencia coinciden con un período de gran vitalidad de la industria editorial aragonesa, quizás el período de mayor esplendor desde que, en tiempos ya lejanos, convivieron en Zaragoza y Huesca algunos de los mejores impresores en lengua española. También a los editores presentes les animo a no cejar en el empeño y a seguir trabajando por la literatura aragonesa en cualquiera de sus lenguas. Tienen muchos motivos para hacerlo y, de creer a Marañón, uno de ellos, no menor, puede ser esa “penicilina de sutilísima acción” que nos asegura longevidad a quienes vivimos rodeados de libros y que nos permitirá seguir celebrando juntos muchos de los próximos cumpleaños de esta Feria del Libro Aragonés.
Ignacio Martínez de Pisón
*Esta foto tan sugerente de Pisón, retratado como un galán, como Alan Ladd tal vez, es de Santi Cogolludo de ’El Mundo’.
LAS FOTO DE TONY RAY-JONES

Tony Ray-Jones nació en 1941 en Wells, Somerset, y falleció, a consecuencia de una leucemia, en 1972 en Londres. Fue un reportero de calle que captó la realidad con melancolía, con misericordia, con humor y con amor. Martin Par lo consideró uno de sus maestros fundamentales. Dijo: “Su capacidad para construir imágenes complejas en las que todo el mundo estaba perfectamente colocado en escenas que uno solo podía encontrar en Inglaterra me llamó la atención y despertó en mí una cierta envidia”.
Hombre minucioso, que usaba constantemente cuadernos y diarios, anotó en una hoja este decálogo que publica Yorokobu (www.yorokobu.es):
– Se más agresivo
– Involúcrate más (habla con la gente)
– Quédate con los sujetos (sé paciente)
– Toma fotos más sencillas
– Mira si todo lo que se encuentra en el fondo (de la foto) está relacionado con la materia
– Utiliza composiciones variadas
– Se más consciente de la composición
– No hagas fotos aburridas
– Acércate más (utiliza la misma lente)
– No hagas demasiadas fotos
– No todas a vista de calle
– No a media distancia
FOREGA: 'LOS BORBONES EN PELOTA'

[La editorial Olifante, de Trinidad Ruiz-Marcellán y Marcelo Reyes, acaba de publicar una nueva edición de ’Los Borbones en pelota’, esa sátira gráfica de los males de la corte de Isabel II, que realizaron los hermanos Bécquer: Gustavo y Valeriano. Este nuevo proyecto, el tercero tras el de El Museo Universal y de la Diputación de Zaragoza y la Institución Fernando el Católico, sería el tercero y una de sus novedades es la inclusión de 93 textos de otros tantos autores. Manuel Forega ha sido el coordinador de una obra que lleva una introducción de Jesús Rubio Jiménez y apéndices de Luigi Maráez y Agustín Porras, grandes becquerianos. El libro se presenta mañana viernes en la Librería General.]
Una ilustración de ’Los Borbones en pelota’, atribuido a SEM, que serían los hermanos Bécquer: Gustavo Adolfo y Valeriano.
MANUEL FOREGA EXPLICA, PARA ESTE BLOG, SU EDICIÓN
DE ’LOS BORBONES EN PELOTA’ (OLIFANTE IBÉRICA)
¿Cómo defines un proyecto, el inicial, como ’Los Borbones en pelota’? ¿Qué te ha atraído de él, tiene una correspondencia con la actual situación española, pongamos por caso?
- El impulso original hay que encontrarlo en el empeño de Trinidad por conmemorar el 150 aniversario de la primera estancia de los Bécquer en Veruela. A partir de ahí comienza todo, pero (y lo deduces muy bien) se añade a esa circunstancia la que citas: la similitud de la situación de la sociedad y de la política en la Corte decimonónica de Isabel II con muchos de los aspectos sociopolíticos actuales. La ocasión la pintaban calva, de modo que esta edición es, en cierto modo, una actualización crítica de aquella etapa monárquica.
-¿Por qué pensaste que era oportuno reeditarlo con una opción contemporánea?
-Esa actualización -si debía ser crítica- tendría que contar con críticos. Las ilustraciones muestran una censura palmaria de aquel período pre y postrevolucionario, pero una visión contemporánea tenía que contar con ojos y sensibilidades contemporáneos.
¿Qué buscabas exactamente?
-El propósito era poner en solfa no sólo (en su conjunto) un documento testifical importantísimo para conocer nuestra historia, sino que éste se divulgase. Hay que considerar que la primera edición de este conjunto de láminas no aparece hasta 1991 (de las manos de Robert Pageard, Lee Fontanella y Mª Dolores Cabra); sin embargo, su difusión fue escasa y quizá (se trata de una deducción apresurada, aunque preventiva) adquirida casi en su integridad por no se sabe quién o quiénes. Una edición magnífica de Isabel Burdiel alentada por un ánimo estrictamente histórico y acogida por la Diputación Provincial de Zaragoza a través de su Institución Fernando el Católico, está casi secuestrada, sin apenas distribución**. Era hora, pues, de que hubiera una edición con propósito divulgativo y circulación universal y, además, distinta, diferente a todas, que tuviera, precisamente, un enfoque literario. Ésta es su singularidad, la que la hace única hasta ahora y -lo creo sinceramente- la enriquece. Tengan en cuenta los prejuiciosos que esa colección de ilustraciones es un documento público signado, custodiado, pues, por la Biblioteca Nacional, institución dependiente del Estado y que este Estado se define como una Monarquía parlamentaria.
¿Cuál fue el criterio de selección de autores, 93?
-El criterio selectivo partió del deseo de escoger a una mayoría de autores aragoneses. Creo que, pese a la impertinente y hortera bipolaridad que sufren las artes, la política, la sociedad, los deportes... sometidos a la tensión Madrid-Barcelona, como si el resto de territorios y sus ciudadanos no existiera o fuera de rango menor; pese a esa bipolaridad cutre, digo, estoy convencido de que la literatura aragonesa es hoy por hoy una de las más vitales, activas, seductoras y renovadoras del panorama nacional. Sin embargo, para no caer en otro pecado habitual (la endogamia), la edición tenía necesariamente que contar con escritores de los demás territorios e incluso no nacionales. La respuesta, en general, fue muy generosa y a este desprendimiento de los escritores se debe la conclusión exitosa de la edición. Es verdad que hubo algunas declinaciones no precisamente latinas y hubo que reparar situaciones indeseadas, pero todo el trabajo pudo terminarse sin más sobresaltos.
Desde el punto de vista textual, ¿Como explicarías el resultado final, qué características tiene?
El resultado literario final puede verificarse desde varios ángulos: a) el trazo analítico, que concede a la edición una dimensión exegética completamente actualizada. El estudio previo de Jesús Rubio Jiménez respecto al estado de la cuestión autoral; el epílogo ilustrado y hermoso de Agustín Porras matizando este extremo; y el postfacio subjetivo de Luigi Maráez, fundado en un propósito eminentemente poético y defensor del legado becqueriano, arropan con intención perspectivista la edición; b) la rúbrica literaria, que, sin ningún género de dudas, alcanza un altísimo nivel e índole coral, polifónica. Esta heterogeneidad es la que le dispensa no solamente un carácter innovador respecto al resto de ediciones, sino que semejante diversidad la hace más atractiva, más amena; y c) la coetaneidad que muestran los textos cuando adoptan ese rasgo fiscal, crítico, censor. Las deslealtades públicas y el saqueo de la caja común por parte de los políticos "pregloriosos" tienen muchas similitudes con los actuales.
Los dibujos, en buena parte, son procaces. ¿Se ha logrado un grado de procacidad semejante en los textos o ha habido un poco de autocensura?
Los autores tenía plena libertad y autonomía para confeccionar sus textos según sus propios gustos e inclinaciones y han respondido exactamente así: desinhibidos y libres. No necesariamente había que responder con procacidad a la impudencia de muchas de las ilustraciones, ni el lenguaje escogido debía contestarse con feísmos o bukowskianismos. Yo creo que ha habido un justo equilibrio, aunque elegantes procacidades las hay, no cabe duda. No; no creo que haya habido autocensura. Ésta, en todo caso (y si de verdad la hubo), se manifestó antes, en los pasos previos a la selección final de los autores.
Un libro así, ¿para qué tipo de público está pensado o para qué tipo de público ha quedado?
El libro está pensado para toda clase de público. Las ilustraciones son altamente reveladoras, naturalmente, pero sus síntomas semánticos, lo que exactamente quieren decir, ha de descubrirse también en los textos literarios que las acompañan. En este sentido, el especialista encontrará en ellos rasgos contextuales relativos a la historia del XIX; otros que el lector podrá degustar en sí mismo, como placer estético; otros decididamente descriptivos donde una parte de la historia pasada se vuelca del lado de la sensibilidad actual y adquieren cierta gravedad; y, en fin, otros que invitarán a la sonrisa, a la risa, a la carcajada...
¿Qué no sabemos, o qué no hemos valorado bien de los Bécquer en Aragón?
De los Bécquer se han valorado en Aragón algunas cosas muy importantes, aunque se ha hecho gracias al esfuerzo personal de unos cuantos cebezudos (algunos no aragoneses, como Luigi Maráez y Agustín Porras y Jesús Rubio) empeñados en mantener viva la memoria de su paso por Aragón, fundamentalmente en la comarca del Moncayo (Trinidad Ruiz Marcellán, Javier Bona, algún apoyo institucional siempre, empero, transitorio...). Estos reconocimientos se han convertido ya en algo tópico, habitual, y esta rutina referencial es una buena noticia. Pero de los Bécquer, como de muchos otros personajes ilustres de nuestra literatura, apenas se recupera y refuerza la memoria; se trata de un mal extendido por todo el país. España carece de memoria histórica o la defrauda y esta actitud atañe a todos los ámbitos. Lo que quizá mucha gente no sepa es que el paso de los Bécquer por las tierras aragonesas del Moncayo fue trascendental para la literatura española, para su modernización. Ya nadie discute que es precisamente Gustavo Adolfo el iniciador de la modernidad poética en España y en esto mucho tuvo que ver su estancia en Aragón. No olvidemos que su célebre "Carta tercera", todo un tratado estético, fue escrita en Veruela, así como muchas de las leyendas acentuadas con las tildes de la exploración literaria y muchas de las crónicas periodísticas que remitía a la prensa madrileña inspiradas en nuestra tierra. Valeriano, por su parte, dejó muestras exhaustivas de la etnografía y de las costumbres aragonesa del siglo XIX. Estas cosas las conocen los "avisados", pero no se difunden con suficiencia o quedan en mera anécdota. "La pequeña Toledo", por ejemplo, es el sobrenombre con que se conoce a Tarazona; pues, bien, los Bécquer fueron quienes así la rebautizaron.
¿La imagen de Bécquer como poeta romántico y ñoño aún se sostiene o no?
Los verdaderos lectores de Bécquer jamás lo encontrarán ñoño. Romántico, sí, por supuesto: un tardorromántico, pero es que la ñoñería romántica es producto de la importación del U.S.A. concept, del U.S.A. language, que ha convertido en auténticas payasadas algunos de los clichés románticos. Deberíamos preguntar a Darío, a Juan Ramón, a Machado, a Gil de Biedma... lo ñoño que era Bécquer. ¿Por qué no se asocia a los mentores del Romanticismo Goethe y Schiller con esa imagen ñoña? Por ignorancia; y menos mal, porque, si no, también los veríamos a ambos sentados a una mesa sobre la que descansan dos velitas y una rosa blanca arrojada al albur de su caída sobre un mantel púrpura para hacernos exclamar: "¡qué románticos!". El Romanticismo histórico, el de verdad, no tiene nada de ñoño; es plenamente actual y muchos de sus postulados todavía está en marcha, tanto que hoy no se entendería el anarquismo sin el Romanticismo, ni habría existido el 15-M sin él, ni tampoco la socialización de los derechos comunes, ni el afán y desarrollo científicos, ni...
Cuando salió la edición de El Museo Universal, a la que aludías antes, el entonces Rey Juan Carlos la compró o se la regalaron. La miró con mucha simpatía. ¿Habéis pensando enviársela al Rey Felipe?
No lo habíamos pensado, pero lo comentaremos. ¿Pourquoi pas?
*Retrato de Manuel Forega de Lara Albuixech.
** La Institución Fernando el Católico, tras la aparición de esta entrevista, comunica que ha vendido la mayor parte de los 1500 ejemplares que imprimió de su edición de Los borbones en pelota y que el libro estará disponible para descarga de uso privado, libre y gratuita, a partir del día 16 de diciembre en la dirección http://ifc.dpz.es/publicaciones/ver/id/3248]
UN CUENTO DE VICTORIA TRIGO

Primer Premio.- CONCURSO DE RELATOS "FERIA DEL LIBRO ARAGONÉS”
Por VICTORIA TRIGO BELLO
[Siempre hay un tren
que une carril y traviesa,
una locomotora que grita,
una estación que espera.]
Eran amables mis veranos en la casilla, veranos de moras y meriendas de pan con aceite. Era amable la infancia estival a pie de vía, con los trenes como péndulos marcando el paso de un tiempo que se me antojaba interminable. Era amable el transcurrir de la vida cuando todo estaba por llegar. Era amable corresponder al saludo de algún viajero que nos mostraba la sonrisa y la mano por la ventanilla. Era amable recoger briquetas de carbón para alimentar la cocina como si fuese una locomotora que no quiso crecer.
Yo era el ayudante de mi abuelo y juntos bajábamos y levantábamos las barreras del paso a nivel. Venía un carro. Venía la cabañera con su lluvia de esquilas. Venía alguna moto. Venían unos braceros. Cuando nos tocaba expedición –una tarea que se inventó mi abuelo para que me sintiera un aventurero-, recorríamos los túneles sin linterna, rozando la pared con un palo. Una vez, por un cambio de horarios que nadie comunicó, nos sorprendió un tren. Primero percibimos un sonido indefinido, algo parecido a un lamento prolongado que salía de lo más hondo de la montaña. Pero aquel trueno casi telúrico enseguida se concretó en el foco rugiente que horadaba la oscuridad y abría paso a un ejército de hierro. Entonces, el brazo de mi abuelo casi aplastándome contra el muro fue la trinchera que me protegió de aquel gigante que tenía las mandíbulas de acero.
Aquello fue un susto leve de carbonilla, porque todo estaba bien en verano, incluso empacharse de higos y mojarse pies y alpargatas en el agua rebosante del lavadero de mis barcos de periódico. El verano sabía a concierto de grillos, a luciérnaga en el seto, a renacuajo en la charca. En cambio, los inviernos eran la ventana cerrada, la escarcha en los árboles y en el camino. Los inviernos eran los meses de la resignación, la penumbra de añadir tocino a las judías, de tejer y zurcir en la cadiera. Los inviernos eran la ausencia profunda de quien no regresa, la dentellada de los sabañones, los carriles sepultados en nieve. Los trenes lo sabían. Lo sabían en aquel tránsito cansino y triste de dos máquinas arrastrando una condena, mordiendo metro a metro desde Jaca el áspero desnivel hasta Canfranc.
Pero en la casilla únicamente fui niño de vacaciones escolares. Los inviernos ferroviarios sólo salpicaban mi casa en Zaragoza templados en alguna carta. A excepción de las travesías por los túneles, mis vivencias junto a la vía fueron de sol, tragos del botijo, cepos para ratones y rodillas con rasguños. A comienzos de julio, subía en el Canfranero con unos parientes que iban a Villanúa. Mi abuelo me esperaba en el apeadero de Castiello y desde allí, como prólogo a una estancia memorable, me llevaba en bicicleta a aquella Arcadia donde mi abuela me abrazaba con su amor de delantal y jabón casero y se sorprendía al ver que había pegado otro estirón. Ese día aquello se llenaba de hombres de barba mal afeitada y mujeres con mejillas enjutas que venían a darme más besos de los que yo devolvía. Con algunos me unían lazos de sangre. Otros eran amigos y conocidos de mis abuelos y, por supuesto, también estaban relacionados con la línea férrea, porque el tren era un cordel que vinculaba a todos de una manera o de otra.
Nunca me aburrió ser testigo de aquel trasiego de toneladas pasando ante la casilla. El correo de subida. Un mercancías de bajada. El ligero de la tarde. Desde mi cama escuchaba al tempranero que pitaba con gemido de alma en pena. Entonces escondía la cabeza bajo la manta como si temiera que aquel dragón me descubriera, como alguna pesadilla me contaba que había pasado con el tío Celso. A ese tío Celso del retrato que besaba mi abuela cada noche al acostarme, se lo llevó un tren al amanecer.
De la historia del tío Celso se hablaba poco y en voz baja. En aquella década de los cincuenta yo miraba con pupilas de niño preguntón a ese joven fotografiado con americana y corbata en un estudio de Jaca y que había escrito con buena letra en una esquina: Con afecto para mis padres y hermano. Celso. Septiembre de 1940. Veinticinco años recién cumplidos, suspiraba mi abuela. Un mes más tarde, llegó un aviso para que se presentara en el cuartel de Jaca a rellenar unos documentos. Y no fue. Su mejor amigo acudió y sin mediar palabra lo metieron en una camioneta y lo fusilaron en Rapitán.
Con el tiempo, enlazando suspiros, supe que el tío Celso era muy listo y trabajador. Iba a casarse con una chica de Cenarbe, aunque en casa de ella no aceptaran el noviazgo. La guerra había terminado, pero la paz tardaba en llegar. El padre de la novia fue malmetiendo como una cangrena. Estaba muy bien relacionado y pronto encontró una voluntad a la que comprar. En el lote de la recompensa iba la mano de su hija.
Siempre me dijeron que yo era igual que mi tío. La misma frente, la misma imaginación, la misma tozudez. Él hubiera sido mi padrino. Yo nací una semana después de aquello. Aquello era lo que se contaba sin palabras. Aquello era un tren nocturno que subía conducido por un maquinista chivato que, como último favor a mi tío –quizás para apaciguar su remordimiento de delator-, aceptó la petición del maltrecho Comité Ferroviario del que ambos formaron parte, de reducir la velocidad al pasar por la casilla. Aquello era un joven con un macuto viejo subiéndose al último vagón. Aquello era un echarse al monte, un salvar la vida y perderla para siempre. Lo demás fue una alcoba vacía, el abuelo quemando papeles, mi abuela rezando. Lo demás fue la Guardia Civil registrando cajones. Lo demás fue un telegrama en casa de mis padres. Lo demás fue el silencio.
Luego llegarían los rumores. Que si lo habían visto por Francia, que si un pasaje a Argentina con otro nombre. Un pastor trajo noticias también difusas. Que si unos disparos por puerto, que si una batida de cazadores –cazadores o lo que fueran…-, que si un cuerpo que podría ser el de mi tío. Lo único cierto, según siguieron pasando trenes y calendarios, es que el tío Celso pasó a un estado que no era ni de vivo ni de muerto. El tío Celso se había convertido en una silla interrogante, un acordeón mudo en una estantería. El tío Celso era un furgón gris que se disolvía en la niebla.
Pero yo, que a mis doce años fui consciente de la amargura de aquella historia más callada que contada, anímicamente iba en búsqueda de mi tío recitando para mis adentros estos versos suyos que encontré en una cuartilla que mi abuela leía sin saber leer y que guardaba entre paños y membrillos:
Siempre hay un tren
al final del túnel,
siempre
un ojo de luz
que vigila,
una voz negra
que alienta
Seguramente eso era el comienzo de un poema que quedó incompleto, truncado como la vida de su autor. Desde entonces, recorrer los túneles con mi abuelo cobró un sentido metafísico, de una trascendencia mucho mayor que un devaneo infantil con el miedo. Recorrer aquella negrura tan opaca, sin otra guía que un palo rozando la pared, era encontrar al tío Celso aguardándonos a la salida con una gorra de ferroviario y un banderín enrollado. Porque mi tío no se hubiera limitado a ser mozo o guardabarreras. Él habría llegado a Jefe de Estación, quizás jefe de todos los jefes de estación.
El abuelo le pidió mil veces que dejara de asistir a reuniones, sobre todo cuando finalizó la contienda. Mira Celso, que estos no se conforman con haber ganado. Mira Celso, que estos quieren que los perdedores no levantemos cabeza. Mira Celso, que podrías marcharte a Zaragoza, quedarte en casa de tu hermano hasta que les nazca el crío, buscarte un trabajo, otra novia y vivir allí con tranquilidad. Pero aquel muchacho nunca renunció a sus convicciones. Mi abuela, cada vez que mi tío llegaba de madrugada andando por la vía, encendía el candil envuelta en un chal y únicamente le preguntaba si iba a cenar. De sobras sabía ella de dónde venía y con quiénes había estado. La voz de su hijo sonaba muy negra cuando le contestaba que se volviera a la cama, que él mismo se serviría un poco de leche y que ya querrían otros compañeros poder dormirse con algo caliente en el estómago.
Pocos meses después ocurrió aquello. Aquello que siguió ocurriendo todos los días. Aquello que se mitigaba con la esperanza febril de mis abuelos de que si un tren de subida se llevó a mi tío Celso, otro de bajada lo devolvería. Pero la realidad cada vez copaba más el espacio de la fantasía. Cuando en 1970 la línea del Canfranc dejó de ser internacional, se esfumó ese sueño de un hombre apeándose del tren en una escena de final con abrazos y lágrimas de felicidad. Estanguet era una palabra fea, un lodazal en el que naufragó el ferrocarril. A partir de aquel suceso, mi abuela comenzó a encorvarse hasta casi formar un ángulo recto, convirtiéndose en paja tarde a tarde junto a la vía, mirando con sus últimas luces ese cauce de hierro por el que cada vez pasaban menos trenes. Se durmió a pocos metros de esos mismos carriles por los que se alejó el tío Celso, el de la fotografía que temblaba en sus manos gélidas de venas y huesos. Dos años después, en 1976 viviendo ya en Arañones y con la viudedad tirando de sus bronquios para reunirlo con su esposa, falleció mi abuelo mientras daba un paseo por la estación. Lo encontraron junto al queso de un cambio de agujas que yacía próximo a unos vagones retirados del tráfico.
Quizás algún día un niño recorra de nuevo los túneles rozando la pared como un palo. Quizás algún día un convoy atraviese el Somport desde Francia y en él venga mi tío Celso para atender el paso a nivel y retejar la casilla. Ya no podré acudir a recogerle, pero me gustaría que un nieto le enseñara aquel poema que él comenzó y que yo continué para que se perpetúe con otros versos generacionales que, en voz bien alta, renueven la historia del tren que se fue y tiene que volver.
Siempre hay un tren
que olvidó
marcharse,
un eco de hierro,
un farol de sangre
que sólo sabe
regresar
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DE 'CULPABLE PARA UN DELITO'
UNA ZARAGOZA CON METRO Y PUERTO DE MAR
Historia de la película ‘Culpable para un delito’ de José Antonio Duce
Por Pedro Zapater. Heraldo.es
ProyectAragón ofrece este domingo la oportunidad de volver a los bajos fondos de la capital aragonesa, recorrer la zona portuaria, o coger el metro, tal y como planteaba el filme ‘Culpable para un delito’, dirigido por José Antonio Duce en 1966 y estrenado en el cine Coliseo de Zaragoza el 10 de abril de 1967. La película se proyecta este domingo a las 19.30 en la Sala Cai Luzán (Independencia, 10) dentro de las sesiones del ciclo ’Zaragoza, territorio de cine’, y contará con un coloquio en el que intervendrán los historiadores de cine Luis Antonio Alarcón y Francisco Javier Lázaro.
’Culpable para un delito’ fue uno de los mayores éxitos de la productora zaragozana Moncayo Films, primer intento serio de crear una industria cinematográfica en Aragón. En aquella aventura estuvieron, junto a José Antonio Duce: Emilio Alfaro, Julián Muro, José Luis Pomarón y Víctor Monreal. También se unieron a Moncayo Films, Jesús Casamián, Pedro Fernández Boado, José Otal, Epi Muro, Manuel Serrano y José Antonio Aznar. El crítico Manuel Rotellar no llegó a pertenecer a la productora aunque estuvo muy vinculado a ella como amigo y asesor.
Los orígenes de la productora zaragozana se fraguaron en los despachos de Radio Zaragoza gracias a Julián Muro y Emilio Alfaro, que lograron reunir a Duce, Pomarón y Monreal para concentrar su talento y cimentar una industria cinematográfica en Aragón que se mantendría durante una década, y en la que se produjeron 10 filmes (seis cortometrajes y cuatro largos).
Fernando Sancho no fue el culpable
El rodaje de ’Culpable para un delito’ fue todo un acontecimiento en la capital aragonesa. Comenzó en enero de 1966 y contó con un equipo técnico íntegramente aragonés. En el reparto también figuraban nombres de la escena cultural aragonesa como Pedro Avellaned, Manuel Labordeta, Ignacio Moreno o Pilar Delgado, entre otros. En los días previos al rodaje se publicaron anuncios en HERALDO en los que se solicitaban extras para participar en una película que un principio iba a protagonizar el actor zaragozano Fernando Sancho. Sancho no pudo compaginar las fechas debido a otros compromisos cinematográficos y, finalmente, Hans Meyer ocupó su lugar.
Uno de los reclamos de la cinta era, sin duda, Hans Meyer, un actor sudafricano de origen alemán muy conocido en la época por los anuncios de Terry, en los que aparecía bebiendo coñac y diciendo: “Terry me va”, junto a una bella modelo, Christa Päffgen, más conocida como Nico, la musa de The Velvet Underground.
Para Hans Meyer, o ’Míster Coñac’, como se le conocía popularmente, el papel de Martín Baumer en ’Culpable para un delito’ supuso el despegue de su carrera como actor tras realizar pequeños papeles en películas francesas como ’El presidente’, de Henri Verneuil, o ’Pierrot, le fou’, de Jean-Luc Godard. Con más de 100 apariciones en cine y televisión, su carrera cinematográfica continúa hasta hoy.
Zaragoza, una jungla de asfalto
Junto a Meyer figuraban en el reparto tres bellas actrices: Yelena Samarina y Perla Cristal, como ’femmes fatales’; y Dina Loy, en el papel de Mónica. El filme centra su argumento en las bases del cine negro norteamericano y el film noir francés, mediante la trama del falso culpable, empleada por Hitchock en filmes como ‘Con la muerte en los talones’ o ’39 escalones’, en la que un hombre acusado de asesinato deberá probar su inocencia. La película mantiene la tensión de principio a fin, pese a que las críticas de la época acusaban un ritmo decreciente en la segunda mitad del filme. Sin embargo la cinta se vendió para su exhibición comercial en EE. UU. y tuvo un notable éxito de crítica en el país norteamericano.
Con una serie de planos picados y una estética cercana al documental en algunos momentos, la película logra crear el ambiente de un thriller policiaco cuya acción transcurre en una inhóspita metrópoli. En una ficticia ciudad marítima y portuaria, con su barrio chino y conectada por metro, en la que se pueden adivinar varias localizaciones zaragozanas como la Confederación Hidrográfica del Ebro (como comisaría de Policía), la plaza del Pilar, el Ayuntamiento de Zaragoza, el puente de Hierro, la antigua Facultad de Letras en la plaza de la Magdalena, la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, el Centro Cívico Delicias, la avenida de Navarra, el paseo de la Independencia, la iglesia de San Antonio de Padua, el paseo Cuellar y el parque de Pignatelli, el paso subterráneo de la avenida de Madrid (donde se ubica el metro), la fábrica de Chocolates Orús, la desaparecida estación de Campo Sepulcro, el Museo Provincial, el hotel El Cisne de la carretera de Madrid, la sala Oasis, la plaza Ecce Homo, una cafetería situada en elPasaje Palafox o el Club Náutico, son algunas de ellas.
En los días previos al estreno del filme se convocó un concurso anunciado en medios de comunicación en el que se ofrecían 10.000 pesetas al espectador que más localizaciones lograse descubrir al ver la película. Hubo varios máximos acertantes y se procedió a un sorteo para designar al ganador en un acto en el teatro Argensola donde, según contaba HERALDO el 12 de noviembre de 1967, “Como sorpresa final, la productora Moncayo Films reserva la presencia de Zori, Santos y Codeso con las primerísimas vedettes Anne Marie Roser y Milagros Ponty para que sean ellos los que hagan entrega del premio”.
Un estreno accidentado
El cine Coliseo fue la sala elegida para el estreno de ’Culpable para un delito’ aquel 10 de abril de 1967, una ’premiere’ que contaría con la presencia de su protagonista Hans Meyer. Sin embargo, una fatalidad impidió su presencia en Zaragoza para ese día: al salir en coche de París, donde se encontraba por trabajo, sufrió un grave accidente de tráfico a 30 kilómetros de la capital gala. Su vehículo derrapó en el hielo y dio cuatro vueltas de campana. Meyer sufrió varias heridas y tuvo que ser operado. Su estado era grave y por momentos se llegó a temer lo peor. Como consecuencia de los golpes se fracturó el hueso malar y todos los huesos de la nariz.
El médico le prohibió que emprendiera viaje pero doce días después Meyer se dirigía a Zaragoza. En las oficinas de Moncayo Films se recibió un telegrama: “No estoy muerto. Stop. Llegaré mañana. Stop. Estropeado, pero llegaré. Stop. Abrazos, Hans”. En una entrevista publicada el día 21 de noviembre de 1967 confesaba: “El día del accidente iba vestido como en la película. Quise presentarme en Zaragoza vestido de Martín Baumer pero...”
’Culpable para un delito’ fue uno de los filmes más exitosos de la productora. Sin embargo, los días de Moncayo Films estaban contados debido a tres factores determinantes: la muerte repentina de Víctor Monreal en un accidente de tráfico en Tarragona (tenía 28 años) afectó mucho al grupo y cada miembro emprendió caminos diferentes. Por otra parte, la ley de Fraga de 1967 que suprimía las subvenciones estatales al cine impedía contar con garantías de futuro. Algunos de sus miembros dependían de otros trabajos para subsistir y decidieron volver a ellos para salir adelante. Lo más significativo de todo es que Moncayo Films nunca contó con el respaldo de instituciones aragonesas, ni de exhibidoras, prensa o radio. No tuvieron ayuda de nadie y ese fracaso moral acabó por ahogar las aspiraciones de la productora aragonesa más importante de la historia del cine en Aragón.
*Este texto aparece hoy en Heraldo.es. Y es de Pedro Zapater.
ANTÓN CASTRO, DIÁLOGO DE 'LA LEYENDA DE LA CIUDAD SUMERGIDA'

El lunes 15, en la librería Antígona (calle Pedro Cerbuna) se presenta mi nuevo libro, ‘La leyenda de la ciudad sumergida’ (Nalvay), ilustrado por Javier Hernández, un argentino con antepasados oscenses que reside en Siétamo (Huesca). El libro es una aventura juvenil donde un niño, con poderes, debe enfrentarse a un cataclismo: en su pueblo, Baladouro, acaba de desatarse un diluvio universal que está a punto de inundarlo. Debe encontrar al Nubeiro, el hombre que gobierna las lluvias, las tempestades, las nubes. Y en esa aventura va a contar con alguna ayuda: una anciana que ve el demonio, un ciego llamado Cidre Oután, la sombra de una molinera, unos fantasmas, un matrimonio de naturalistas... El libro es un elogio de la aventura, del paisaje, de la lectura, de amistad y de las bibliotecas y, por supuesto, de algunos mitos galaicos vinculados con los bestiarios y la brujería.
-La presentación será a las 20.00. Intervendrán los editores, los autores y Julia Millán, librera y especialista en literatura infantil y juvenil.
ENTREVISTA CON ANTÓN CASTRO
Por ALONDRA RAMOS
Publico en Nalvay la novela juvenil ‘La leyenda de la ciudad sumergida’ con ilustraciones del argentino, afincado en Aragón, Javier Hernández, ilustrador también del libro ‘El viento, el niño y el miedo’. La periodista madrileña Alondra Ramos me ha mandado algunas preguntas y estas son las respuestas.
-La leyenda de la ciudad sumergida es una historia de aventuras. Como ocurre en las leyendas, el nacimiento del protagonista está lleno de presagios. ¿Quién es exactamente Esteban, el protagonista y cuál es su misión?
-El libro abarca desde el nacimiento del niño hasta sus primeros años. Y es un niño que, poco a poco, se va haciendo especial. Es curioso, le apasiona leer, posee un gran sentido de la amistad y un infinito cariño hacia los suyos. Una de las figuras que le marca es el ciego de Baladouro, Cidre Oután, que es un contador de aldea, un músico ambulante, un soñador y alguien vinculado con lo enigmático. Le regala El Libro Rojo, que le cambiará la vida y la percepción de las cosas: descubrirá que posee varios dones. Casi antes de que se dé cuenta, Esteban se verá enfrentado a una misión inesperada. En su pueblo, Balaldouro, llueve sin parar, parece que se acerca el diluvio universal y a él le tocará evitar que Baladouro se inunde para siempre y se convierta en una ciudad sumergida.
-Este es un libro que escribió originalmente en gallego y que ahora ha traducido y reescrito. ¿Cómo nació y en qué ha cambiado?
-El libro nació en un tiempo en que estuve a punto de regresar a Arteixo, mi pueblo gallego, para siempre en los años 80. De repente convocaron un cursillo de dos o tres meses de biblioteconomía que impartía el poeta y bibliotecario Miguel González Garcés; me sugirieron que si lo hacía podría presentarme a la nueva plaza y allá me fui. El libro es un homenaje a los libros, a los bibliotecarios y a las bibliotecas, a la lectura como una de las aventuras más fascinantes, y es un recuerdo de aquellos días que compartía con el escritor y traductor Darío Xoán Cabana. El libro nació también en un tiempo en que yo escribía en gallego y buscaba mi propia lengua y un estilo, un modelo personal y léxico de expresión. El libro ha cambiado poco: he rebajado barroquismo, he eliminado acciones morosas y todo fluye de prisa. Y creo que tiene bastante más humor.
-El mundo de La leyenda de la ciudad sumergida es un mundo repleto de magia, de seres fantásticos. Tiene mucho que ver con el mundo céltico y gallego, con autores como Cunqueiro, el mundo de los bosques de Fernández Flórez.
Sin duda, son dos escritores que me han marcado mucho. Como también fue capital para mí Rafael Dieste y libros como ‘Historias e invenciones de Félix Muriel’ y ‘Dos arquivos do trasno’ (De los archivos del trasgo), y Ánxel Fole y su universo de fábulas, noches y lobos. Y fue muy importante recordar mi propia infancia: allí estaba todo. Incluso lo inverosímil. La imaginación en su estado más deslumbrante.
-Baladouro y alrededores es una zona llena de sabios locales, de escritores e historiadores, que recopilan secretos, viejas historias. Es un libro de aventuras, pero también es un libro de bibliotecas.
Sin duda. Algunos de los sabios que aparecen existen o existieron. Tengo muchos amigos botánicos o naturalistas y trabajan un poco así, ahora con las cámaras de vídeo de fotos o con los móviles. García Buño existió, lo conocí y tenía tantos hijos como aquí se dice. Y recogía historias, leyendas, fragmentos de fábulas. La biblioteca la he situado en un lugar donde yo estudié de niño, desde los cinco años: el palacio de Mosende en Preguín. Me sigue resultando un lugar romántico, evocador, lleno de sueños, de historias, de personajes, de libros.
-Se cuentan muchas historias en el libro: hay muchos relatos intercalados en la trama principal. ¿Por qué las incluye?
Todas tienen un poco que ver con la trama principal. El cuento ‘Ornia’ casi contiene la maldición que pesa sobre Baladouro, o al menos la sugiere, y el cuento de ‘Ys’ es un intento de fijar el foco de atención en una de las ciudades más misteriosas y legendarias que existen o existieron y que cantó incluso Alan Stivell.
-¿Por qué decidió añadir ese glosario de personajes? ¿Qué son exactamente los nubeiros?
En realidad no es un glosario. Es un bestiario propiamente. No están todos los personajes del libro, solo lo los animales, que son determinantes en la acción y en la resolución del conflicto. Los nubeiros son, según la mitología gallega, unas criaturas que gobiernan las lluvias, los vendavales y las nubes. Al parecer les encantaban los zapatos nuevos, sin estrenar, y los cuentos. Aunque esto no sé si lo he leído o me lo he inventado. El Nubeiro es, aquí, un personaje capital y, en el fondo, simpático, entrañable, casi el receptor universal de las historias.
-Este es un libro que recuerda por momentos a obras como La princesa prometida y a textos de Italo Calvino. Tiene al menos dos lecturas. Se puede leer como un relato para jóvenes, pero también hay un tono irónico, espíritu lúdico y guiños literarios. ¿Era algo buscado? ¿Qué importancia tenía el humor?
Sin duda. Detrás hay una amplia tradición. Lo que dice es cierto, me gusta mucho Italo Calvino, pero también andan por ahí Borges con su ‘Manual de zoología fantástica’, Michael Ende con ‘La historia interminable’, que tanto me impresionó en mi primera juventud, Joan Perucho, con su gusto por los bestiarios. Y se le invita al lector a meterse, casi sin que se dé cuenta, por esos laberintos de la imaginación y de la literatura. El humor es capital: es un humor más bien líquido, a veces raya la melancolía, a veces el puro desternillamiento, y siempre es sutil. Invitar sonreír o a alguna que otra suave carcajada.
-¿Cómo se relaciona este libro con su literatura “para adultos”? ¿Escribe los dos géneros de manera distinta?
Hay muchas claves de mis libros para adultos. La relación con el lenguaje, los nombres, las atmósferas, la imprecisa frontera y de lo real y lo soñado, la pasión por contar y contar y oír y oír hasta el fin de los tiempos. Cuando escribes para jóvenes intentas eliminar complejidad y crear climas de sugerencia, de interés, de acción. Y creo que hay bastante de eso. Hay magia, esoterismo, naturaleza subyugante, criaturas del trasmundo, poesía y una curiosa relación entre el hombre y los animales.
-“Ante todo, sé valiente y no te pasará nada”, se dice en el libro. El temor y la valentía, como en ‘El niño, el viento y el miedo’ (Nalvay, 2013. Ilustraciones de Javier Hernández), también están presentes en el aprendizaje de Esteban.
-Por lo regular siempre estamos llenos de miedo incluso cuando parece que no lo tenemos. La valentía, el deseo de aventura, la honestidad del héroe, abren puertas al conocimiento, a la fantasía, al viaje, al sueño. La determinación es un recurso o un atributo para casi todo. Me gusta decir que el miedo es necesario para crecer. Quizá sea un poco exagerado, pero yo tuve, he tenido y tengo miedo a diario, y a veces me inflamo de arrojo, como si le construyese un disfraz, y trato de olvidarme de él.
-La amenaza (a veces consumada) de la inundación es algo que ha ocurrido en lugares de Aragón. Es una coincidencia llamativa en un libro que parece tener un imaginario gallego. ¿Hay más conexiones?
Supongo que alguna más habrá. En Aragón hay muchos lugares inundados, de los que se ha escrito: Santolea, La Tranquera en Nuévalos, diversos lugares del Pirineo, etc. Por haber, por aquellos de las conexiones, incluso hay un dragón. No es el de San Jorge pero tiene su fiereza y exige ser vencido. En otro de mis libros, Los seres imposibles (Destino, 1998), hay un niño cuyo pelo se convierte en oro y algo semejante sucede aquí.
-¿Cree que habrá más aventuras de Esteban?
La verdad es que no me lo había planteado. Pero podría haberlas. El personaje se las merecería. Yo creo que es estupendo: crea empatía con el autor y tiene un impulso de autenticidad y de coraje.
-¿Qué significa para usted trabajar con Javier Hernández?
Un placer. Estoy encantado. ‘El niño, el viento y el miedo’ fue una experiencia deliciosa. Él es un gran artista. Posee personalidad, un mundo, una forma de trabajar. No solo es ilustrador sino que también es cuentacuentos y escribe e ilustra sus propios relatos. Con él me siento cómodo. Ahí sí creo que puedo decir que habrá más aventuras... Si todo va como imaginamos, haremos alguna historia más juntos.
*Una foto de Rogelio Allepuz de Antón Castro, de la época en que escribió la versión gallega de ’A lenda da cidade asolagada’ (Xerais).
EL ENIGMA JULIETA ALWAYS
Un libro intenta desvelar la rebeldía,
la vida y el arte de Julieta Always
Antonio Buil y Antonio Abarca publican una biografía de la pintora enigmática, loca y mendiga de Barbastro
“Julieta Always tenía, ante todo, una cualidad excepcional: nos interpela a nosotros mismos, nos invita a conocernos mejor. Le sucedió al pintor Modest Cuixart, a la escritora Ana María Navales y al periodista Luis García Bandrés”, dice Antonio Buil, uno de los biógrafos de Julieta Aguilar Coscuyuela (Barbastro, 1899-1979), una mujer con aureola que ha sido bailarina de cabaret, pintora y, finalmente, una mujer solitaria que se movía entre la excentricidad, la locura y la mendicidad. Dejó ecos, en su voz o a través de testimonios, de su carácter, de su promiscuidad, de su pasión por la vida y de una inteligencia que mezclaba el arte, la espiritualidad, el esoterismo y un sentido de la libertad que desembocó en la soledad.
“Yo la defino como rebelde y artista, como nuestro libro”, señala Antonio Abarca. Ambos, Toni Buil y Antonio Abarca publican ‘Julia Aguilar Always, rebelde y artista’ (que se presentará el jueves en la UNED), en el que han trabajado durante cuatro años y que ofrece varias novedades. Abarca las resume así: “Las aportaciones corresponden a la ficha policial y las pruebas de cargo contra ella porque estuvo tres días detenida en septiembre de 1931 por escándalo; los hoteles donde se alojó en Madrid; las noticias del manuscrito inédito de Julieta ‘Ríe y sé feliz’, que prueba el humor de su autora y que por desgracia se ha perdido; los diálogos en la cuarta dimensión de Julieta con Krishna Venta, un iluminado que se decía El Mesías”. Aunque la gran novedad sería la ordenación del copioso anecdotario que ya se conocía en un todo armonioso.
Toni Buil explica que estudió en la Escuela Normal de Huesca y que enamoró al farmacéutico y profesor de dibujo Jesús Gascón de Gotor. Estuvo al menos en dos ocasiones en París. Una, en los años 20, y frecuentó el universo de las variedades, “donde tenía la impresión de haber fracasado”, y la segunda vez en plena Guerra Civil, “debía estar ya en 1937”. A raíz de un desengaño, “o de una cadena de causas adversas que la sumieron en la confusión y en el desconcierto”, regresó a Barbastro y ahí fijó su residencia a partir de 1941, aunque realizó algunas salidas, sobre todo a Madrid, “donde la reconoció otro vecino trabajando de camarera”. Julieta había vivido en Barcelona y Madrid: conoció a gente principal de la política y el ejército y el arte. Toni Buil cuenta que fue amante de Miguel Primo de Rivera; en una ocasión le preguntaron si había seducido a su hijo José Antonio y ella dijo: “¡Cómo iba a hacerlo, si quise tanto a su padre!”.
En Barbastro vivió en pisos, en una bajera, en el palacio de los Argensola, estuvo casi un año en el Hospital Provincial y pasó los tres últimos con las monjas, que la cuidaron hasta su muerte en 1979. En Barbastro se convirtió en un mito local: encarnó la figura de la artista y la harapienta. “En los años 40 se entregó a la pintura con absoluto fervor; la absorbía y era una de las razones de su vida”, explica Buil. Al parecer su hermano Mariano, con quien no se llevaba muy bien, de vez en cuando intercedía por ella a hurtadillas.
Antonio Abarca señala: “La pintura de Julieta Always ha sido encasillada con cierta ligereza en el estilo naíf. Julieta no era nada ingenua y al parecer había sido modelo de pintores y escultores en París, por lo que pudo familiarizarse con la pintura aunque solo fuera por ver trabajar a otros artistas. En su pintura hay mucho más que ingenuidad e inocencia: hay amor, hay humor, que se manifiesta en el hecho de pintar a algunas de sus figuras desnudas para luego irlas vistiendo y bajarlas de su pedestal. Hay panteísmo, misterio... pero sobre todo hay belleza y verdad. ¡Julieta es inclasificable!”.
Julieta, que a veces firmaba Julieta Chelin Always, fue descubierta a mediados de los 60 por el pintor Modest Cuixart, que le dedicó su cuadro ‘Bruixa de Barbastro’ en 1976. A raíz de ese lienzo atrajo a Luis García Bandrés, que le hizo una entrevista inolvidable en HERALDO, y a Ana María Navales, que le dedicó la novela ‘El regreso de Julieta Always’. Luego su obra sería expuesta, la última vez en 2010, pero esta mujer –que “fue bellísima en su juventud y poseyó unas piernas largas, de asombro”- tiene una facultad: de cuando en cuando se empecina en volver. “Para el Barbastro de su época, Julieta Aguilar fue un escándalo. Para el de hoy, es un honor contar con una mujer y pintora excepcional como ella”, dice Abarca.
*Este artículo lo publiqué el pasado lunes en Heraldo de Aragón.Mil gracias por su generosidad a Antonio Buil y Antonio Abarca.
LUIS ALEGRE: 'CERCA DE CASA'

LUIS ALEGRE: PERFIL DE UN MAESTRO DEL RETRATO
Luis Alegre es un hombre con orquesta cuyo mejor vocalista es él. Siempre está ahí dispuesto a dirigir la fiesta y cerrarla con las mejores canciones, ya sean ‘Rocío’, ‘Te lo juro yo’, ‘La bien pagá’ o una melodía incesante de risas y de chistes. Desde niño fue un ser especial, inclinado a la fascinación: su padre Luis Alberto, un hombre de aldea capaz de recitar a Marcial o un diálogo de Ingrid Bergman y Bogart, le llenaba la cabeza de sueños: mujeres bellas, poemas, canciones y otras sendas hacia la felicidad y la tarde hecha confidencia.
El cine, la literatura y la radio le estremecieron desde muy pronto. Y también el fútbol. Cuentan los amigos, y su propia memoria inundada de recuerdos, que fue un estiloso interior derecho y que empezó a amar al Real Zaragoza en las tardes heroicas en el bar El Chato. Luego, en la Laboral de Cheste, empezó a convertirse en un cinéfilo empedernido que deslumbraba a sus compañeros; era tan imprevisible y fabulador que incluso impartía lecciones de sexo al calor de algunas páginas de ‘Lib’ y otras publicaciones eróticas. Y cuando llegó a Zaragoza («es imposible que no te conmueva el lugar donde vive tu madre», dijo en una ocasión), sucumbió al hechizo de José Luis Violeta, ‘el león de Torrero’, al magisterio de Manuel Rotellar, ese hombre que parecía saberlo casi todo del cine aragonés y del cine fantástico y de terror, y a los intelectuales de ‘Andalán’, con Eloy Fernández Clemente y José Antonio Labordeta a la cabeza. Ellos le revelaron los caminos del cierzo y de la historia. Aprendía de todo y de todos. Era, y es, un voraz lector y recortador de periódicos y de revistas.
Convertido en profesor universitario, disciplina de Economía, ha hecho de la amistad y de la búsqueda de la felicidad el faro de sus días. Su campo de intereses es enorme. Nunca quiso ser crítico de cine, pero ha escrito reportajes, entrevistas y apuntes de cientos de películas y peliculeros, y ha revelado, con la contención debida, algunos secretos de tocador de actrices como Aitana Sánchez-Gijón, Penélope Cruz, Beatriz Rico, Ana Belén o Ana Álvarez, pongamos por caso. Ha cantado como nadie con Imperio Argentina, ha reestrenado la caja sonora del Teatro Real. Es el hombre de los prodigios inadvertidos: el amigo más entrañable de Pep Guardiola, Cani o de Víctor Muñoz, ha recibido llamadas inesperadas de Luis Figo antes del partido más importante de su vida y ha sido (y es) compañero de viaje, en el arte, en el delirio y en la vida, de gente tan variopinta como Fernán Gómez, Agustín Sánchez Vidal, Fernando y David Trueba, Jorge Sanz, Gabino Diego. A Javier Tomeo lo acogió en su casa durante meses como a un hermano mayor al que perturban los despertadores.
Admiró y amó a mujeres de ensueño y radio como Concha García Campoy, con quien codirigió ‘La gran ilusión’. Ha sido un puntal inolvidable de ‘El día de Aragón’ y sus anuarios y ha trabajado, y trabaja, en la SER. Es el colega constante del pelotón de escritores aragoneses del último cuarto de siglo: desde Ignacio Martínez de Pisón o José María Latorre hasta Félix Romeo, Ismael Grasa, Cristina Grande, Pepe Melero o Daniel Gascón. Y otro tanto cabría decir de los cineastas y de los músicos, de los libreros, de los artistas y de los animadores de los festivales de cine de Aragón. Con Luis Alegre todas las listas resultan insuficientes; la frase no es una desmesura: es la cifra exacta de los hechos. Es un dinamizador, un entusiasta, el director de las verbenas del afecto y de la camaradería, uno de esos seres «de otra galaxia» que siembra generosidad y ensancha la ciudad en que vive. Al orador lúcido y envidiable, nadie le ha oído hablar mal de otros.
No lo precisa porque apunta siempre al corazón, «al lujo total de la amistad», y es capaz de escribir un libro como ‘Cerca de casa’ (Xordica. Aparece 20 años después de ‘Besos robados’), que ha ido desgranando aquí, en HERALDO, página a página. Es una amorosa destilación de palabras, de emociones, de retratos y de historias con corazón. ‘Cerca de casa’ es uno de esos libros conmovedores que son un álbum inagotable de su vasta familia (tan infinita) y de su pasión por vivir con otros, a ser posible entre carcajadas.
*Este texto se publicó en Heraldo Domingo, el suplemento que dirige Picos Lagunas. Luis Alegre con Borau y Agustín Sánchez Vidal. Mañana martes, a las 20 horas, en el teatro de la Estación, se presenta su libro 'Cerca de casa' (Xordica).
DAVID MAYOR, CUATRO POEMAS

Estos días, PUZ (La Gruta de las palabras), ha publicado varios títulos: de Angélica Morales, ‘Monopolios’; de José Ángel Cilleruelo, ‘Tapia con mirlo¡; de Enrique Cebrián Zazurca, ‘La chica del verano’, un volumen realmente bello y sugerente, lleno de encanto, de imágenes que te persiguen, de viajes, de instantes tamizados por la atmósfera cinematográfica y el recuerdo, de algunas mujeres, como la madre; de él ya publiqué aquí algunos textos. Y el último título es ‘Conciencia de clase’, sin lugar a dudas el libro más ambicioso y voluminoso, y creo que el más logrado, de David Mayor (Zaragoza, 1972). Es un libro dedicado a su padre, y también a su madre, al núcleo familiar, a algunos viajes, a algunos cines como el Elíseos (juraría que este texto lo escribió David para un proyecto de poemas de cine en La Almunia, que se leyó una mañana de primavera), es un libro sobre Zaragoza, sobre los sueños, de la amistad y de la escritura misma. También creo que es un libro de madurez: la cronología emotiva y sentimental de alguien que ha pensado mucho, que soñado más y que ha encontrado instantes de lucidez: “Vivir es dos veces. / El aire que respira un niño es el mismo / que respira el viejo sentado a su lado”. Selecciono aquí tres o cuatro poemas cortos.
ESCRITORIO
Escribir como si dejaras una flor perdida
entre las páginas de un libro, con el orden
olvidado, como ocurren las cosas en el tiempo.
Igual que los pájaros buscan
el hermoso sol transparente de la mañana,
un secreto cotidiano, cada día febril
y nuevamente poroso.
DERECHO FUNDAMENTAL
Un amigo es agua para beber,
cierta manera de pedir un vaso, el grifo
que se abre, las líneas de un río
en el que sumergirse
a leer el claro lado de la vida.
ARETÉ
Uno se afilia a quien le enseña
donde abunda el peligro.
Ese ha sido oficio de escritores,
cartógrafos de la emoción y la muerte
-mecánica de la supervivencia-, paranoicos
de la vida sin vivir.
Y según Hölderlin,
donde abunda el peligro crece lo que nos salva.
ARITMÉTICA
Quien se siente solo es
menos de uno.
*La foto la tomo de aquí.
http://doorsonperceptionseminar.blogspot.com.es/
HOY, EN CÁLAMO, CITA CON BORIS VIAN

'POESÍA COMPLETA' DE BORIS VIAN, HOY EN CÁLAMO, A LAS 20.00
Hoy viernes, a las 20.00, en la librería Cálamo, se presentará la 'Poesía completa' de Boris Vian, en el sello Renacimiento, que ha traducido al castellano el poeta y profesor Juan Antonio Tello. Antonio Ansón y yo conversaremos con Tello. Os dejo aquí algunas fotos de Boris Vian, un personaje que hizo muchas cosas: escribió novelas, varios libros de poesía, fue cantautor, músico de jazz y murió demasiado joven. Nació en 1920 y murió en 1959, el año que nací yo, antes de cumplir 40 años.
Dejo aquí una pequeña selección de sus poemas:
POEMAS DE BORIS VIAN. Trad. de JUAN ANTONIO TELLO
[POURQUOI QUE JE VIS]
Pourquoi que je vis
Pourquoi que je vis
Pour la jambe jaune
D’une femme blonde
Appuyée au mur
Sous le plein soleil
Pour la voile ronde
D’un pointu du port
Pour l’ombre des stores
Le café glacé
Qu’on boit dans un tube
Pour toucher le sable
Voir le fond de l’eau
Qui devient si bleu
Qui descend si bas
Avec les poissons
Les calmes poissons
Ils paissent le fond
Volent au-dessus
Des algues cheveux
Comme zoizeaux lents
Comme zoizeaux bleus
Pourquoi que je vis
Parce que c’est joli.
[ POR QUÉ VIVO... ]
Por qué vivo
Por qué vivo
Por la pierna ámbar
De una mujer rubia
Apoyada en la pared
A pleno sol
Por la vela redonda
De un barco picudo del puerto
Por la sombra de los estores
El café helado
Que se bebe en un vaso de tubo
Por tocar la arena
Ver el fondo del agua
Que se vuelve tan azul
Que baja tan abajo
Con los peces
Los tranquilos peces
Pacen en el fondo
Vuelan por encima
De las algas cabellos
Como pájaros lentos
Como pájaros azules
Por qué vivo
Porque es bonito.
*
LE DÉSERTEUR
Monsieur le Président
Je vous fais une lettre
Que vous lirez peut-être
Si vous avez le temps
Je viens de recevoir
Mes papiers militaires
Pour partir à la guerre
Avant mercredi soir
Monsieur le Président
Je ne veux pas la faire
Je ne suis pas sur terre
Pour tuer d’autres gens
C’est pas pour vous fâcher
Il faut que je vous dise
Ma décision est prise
Je m’en vais déserter
Depuis que je suis né
J’ai vu mourir mon père
J’ai vu partir mes frères
Et pleurer mes enfants
Ma mère a tant souffert
Qu’elle est dedans sa tombe
Et se moque des bombes
Et se moque des vers
Quand j’étais prisonnier
On m’a volé ma femme
On m’a volé mon âme
Et tout mon cher passé
Demain de bon matin
Je fermerai ma porte
Au nez des années mortes
J’irai sur les chemins
Je mendirai ma vie
Sur les routes de France
De Bretagne en Provence
Et je dirai aux gens
Refusez d’obéir
Refusez de la faire
N’allez pas à la guerre
Refusez de partir
S’il faut donner son sang
Allez donner le vôtre
Vous êtes bon apôtre
Monsieur le Président
Si vous me poursuivez
Prévenez vos gendarmes
Que je n’aurai pas d’armes
Et qu’ils pourront tirer.
EL DESERTOR
Señor Presidente
Le escribo una carta
Que leerá tal vez
Si tiene algo de tiempo
Acabo de recibir
Mis papeles militares
Para ir a la guerra
El miércoles por la tarde
Señor Presidente
Yo no quiero hacerla
Yo no estoy en la tierra
Para matar a otra gente
No es para hacerle enfadar
Pero tengo que decirle
Que mi decisión es firme
Y voy a desertar
Desde que yo nací
Vi morir a mi padre
Partir a mis hermanos
Y a mis hijos llorar
Mi madre sufrió tanto
Que dentro de su tumba
Se burla de las bombas
Se burla de los gusanos
Cuando fui hecho preso
Me robaron a mi mujer
Me robaron mi alma
Y mi querido pasado
Mañana muy temprano
Yo cerraré la puerta
En la nariz a los años muertos
Iré por los caminos
Mendigaré mi vida
En las carreteras de Francia
De Bretaña a Provenza
Y diré a los demás
Negaos a obedecer
Negaos a hacerla
No vayáis a la guerra
Negaos a partir
Y si hay que dar la sangre
Vaya usted a dar la suya
Es como un buen apóstol
Señor Presidente
Si me persiguen
Avise a sus gendarmes
Que no llevaré armas
Y que podrán disparar
*
LES ISLES
[À Lucien Coutaud]
Il y a des isles dans la mer Noire
Elles sont en pierre froide et pâle
On y est toujours tout seul
Et on entre dans des châteaux
Pleins de chambres dans des murs
Et on trouve des femmes molles
Des grosses femmes blanches douces
Étalées sur des lits ouverts
Il monte un fumet de leurs poils
En minces volutes frisées
Bleu dans l’air incolore des chambres.
Il ne faut pas s’arrêter
Car elles sont là, elles attendent
Elles peuvent faire n’importe quoi
Elles prennent toutes les formes
Elles coulent comme de l’eau.
Il ne faut pas aller dans les isles de la mer Noire
Il vaut mieux acheter du jambon.
LAS ISLAS
[A Lucien Coutaud]
Hay islas en el mar Negro
Son de piedra fría y pálida
Allí siempre se está solo
Y uno entra en castillos
Llenos de cámaras dentro de muros
Y se encuentran mujeres blandas
Mujeres gordas blancas suaves
Acostadas en lechos abiertos
Sube un humillo de sus pelos
En delgadas volutas rizadas
Azul en el aire incoloro de las cámaras
No hay que detenerse
Porque están allí, esperan
Pueden hacer cualquier cosa
Adquieren todas las formas
Fluyen como agua
No hay que ir a las islas del mar Negro
Vale más comprar jamón.
*Boris Vian. ’Poesía completa’. Traducción de Juan Antonijo Tello. Editorial Renacimiento. Sevilla, 2014.
TONI TELLO HABLA DE BORIS VIAN

Juan Antonio Tello (La Almunia, Zaragoza, 1965) es poeta, traductor y profesor. Acaba de trasladarse a trabajar en Tánger con una valiosa novedad bajo el abrazo, la ‘Poesía completa’ de Boris Vian (1920-1959), que ha publicado en Renacimiento.
“Boris Vian posee un gran espíritu poético”
En Boris Vian, vida y poesía
forman un todo inseparable”
Antón CASTRO
¿Qué lugar ocupa la poesía en la obra de Boris Vian?
Como digo en el prólogo de esta edición, cuantitativamente ocupa un lugar pequeño, algo más de dos centeneras de poemas escritos en el trascurso de las décadas de los 40 y 50, divididos en cinco colecciones, de las que solo dos vieron la luz en vida de Boris Vian. Cualitativamente, su obra literaria está impregnada de poesía y muchos de los temas tratados en sus poemas reaparecen tanto en sus novelas como en sus obras de teatro. Vida y poesía forman un todo difícilmente separable.
-¿Existe relación entre su poesía y su condición de cantautor?
Sí, totalmente. De hecho, algunos de sus poemas pasaron a ser canciones y viceversa. En la edición de las ‘Obras completas’ de Fayard, de donde parte mi traducción, algunas piezas aparecen tanto en el volumen de poesía como en el de canciones, prueba inequívoca de que a veces es muy complicado establecer diferencias entre géneros. Tal vez el caso más famoso sea ‘El desertor’, un canto procivil que Vian paseó en sus giras por Francia y Bélgica. No es en todo caso el único.
¿Cuántos libros escribió y publicó en vida?
Si pensamos que toda su obra fue publicada en dos décadas, la obra literaria de Boris Vian puede calificarse de monumental, al tiempo que sorprenderte. Dos centenares largos de poemas, más de quinientas canciones, cinco novelas, cuatro novelas negras, buen número de relatos, cuatro obras de teatro (se lo digo de memoria), escritos sobre jazz, sobre ciencia ficción, traducciones de novelas anglosajonas, etc.
Tuvo una vida breve, de apenas 40 años. ¿Cómo es la poesía de Vian?
Una parte de la crítica calificaba su novela de poética y su poesía de prosaica. Esta aparente paradoja no debe ocultar una sensibilidad literaria de primer orden. Vian empieza a escribir sonetos cuando ya nadie lo hacía en Francia, si exceptuamos algunos nombres concretos que no servirían para marcar una tendencia, a pesar de que Louis Aragon, unos años después, intentara lo contrario queriendo elevar el soneto a la altura de canto nacional. Pero Vian lo hace con una intención meramente lúdica, dinamitando este marco noble desde el interior y sirviéndose de él para disfrutar del arte de versificar. Luego seguirán, ya a finales de los años 40, dos colecciones difícilmente calificables, ‘Barnum’s Digest’ y ‘Cantinelas en jalea’, la primera fruto de su colaboración con el pintor y dibujante Jean Boullet, la segunda en plena efervescencia de Saint-Germain-des-Prés.
Dejó mucha bastante poesía inédita, entonces, ¿no?
‘No quisiera palmarla’, publicada a título póstumo, puede ser considerada como su obra cumbre si hablamos estrictamente de género poético, escrita en un periodo difícil de su vida, acuciado por las consecuencias penosas del escándalo que había provocado en una Francia ultraconservadora la publicación de su novela negra ‘Escupiré sobre vuestra tumba’ y por la escasa repercusión de sus últimas novelas, de tirada reducida y mal distribuidas. A todo ello hay que añadir un buen puñado de poemas que salpican aquí y allá una vocación intermitente en cuanto a dedicación pero firme en su espíritu.
¿Pertenecería a alguna corriente específica?
De su obra no puede deducirse adscripción alguna, si no es la que tuvo voluntariamente con el Colegio de Patafísica, pero sí podemos vincularlo con nombres propios como Raymond Queneau y Jacques Prévert, amigos y compañeros del Colegio de Patafísica, y vecino este último en Cité Veron, sobre los tejados del mítico Molino Rojo. Desde un punto de vista diacrónico, la obra de Vian pertenece a una estirpe de la literatura francesa que tiene picos a lo largo de su historia, algunos de los cuales se llaman nada menos que François Rabelais o Alfred Jarry.
¿Qué dificultades entraña un proyecto así al que le ha dedicado una larga década?
La publicación de la ‘Poesía completa’ de Boris Vian culmina un trabajo que comencé el año 2000 y que ahora, más de una década después, toca a su fin. Entre tanto, ha habido unas primeras versiones de ‘No quisiera palmarla’ (2003) y de ‘Barnum’s Digest’ y ‘Cantinelas en Jalea’ (2005), publicadas en Hiperión, un dossier dedicado al autor en el número 70 de la revista ‘Turia’, artículos y conferencias sobre su obra, tanto desde el punto de vista literario como desde el de la traducción.
Dicho de otro modo, ¿qué le ha supuesto traducir a Boris Vian?
Traducir a Vian es la prueba de fuego con la que todo traductor puede encontrarse en un momento dado. Las características de su lenguaje poético hacen que en ocasiones sea extremadamente difícil, si no imposible, encontrar una solución definitiva a los problemas lingüísticos que plantea, pero, después de darle muchas vueltas, estoy relativamente contento del resultado final.
¿Cuál sería la vigencia de este fascinante personaje, por qué nos sigue interesando?
Después de haber trascurrido 75 años de su muerte, y pasado el gran interés que suscitó su literatura entre el gran público en los años 60 y 70, asociado sin duda a ese espíritu de libertad que se respira en toda su obra, puede decirse que, considerado ya como un clásico heterodoxo del siglo XX francés, su literatura no ha envejecido y sigue atrayendo a sucesivas generaciones de lectores. Algo tendrá. Y ese algo para mí es principalmente su gran espíritu poético y esa capacidad que posee de crear universos radicalmente personales.
*Boris Vian con Juliette Grecò en Saint German-des-Pres. Esta entrevista apareció a principios de otoño en Heraldo de Aragón.
Otra selección de sus poemas:
SI FUERA POETA…
Si fuera poeta
Sería un borracho
Tendría una nariz roja
Una gran caja
En la que apilaría
Más de cien sonetos
En la que apilaría
Mis obras completas.
No quisiera morir, 1962 (póstumo). Traducción de Juan Antonio Tello.
SI J’ÉTAIS POHÊTEÛ…
Si j’étais pohêteû
Je serais ivrogneû
J’aurais un nez rougeû
Une grande boîteû
Où j’empilerais
Plus de cent sonnais
Où j’empilerais
Mon noeuvreû complait.
Je voudrais pas crever, 1962.
UN POETA…
Un poeta
Es un ser único
En montones de ejemplares
Que no piensa más que en verso
Y no escribe más que en música
Sobre motivos diversos
Unos rojos otros verdes
Pero magníficos siempre.
No quisiera morir, 1962 (póstumo). Traducción de Juan Antonio Tello.
UN POÈTE…
Un poète
C’est un être unique
À des tas d’exemplaires
Qui ne pense qu’en vers
Et n’écrit qu’en musique
Sur des sujets divers
Des rouges et des verts
Mais toujours magnifiques.
Je voudrais pas crever, 1962.
SI LOS POETAS FUERAN MENOS TONTOS…
Si los poetas fueran menos tontos
Y si fueran menos perezosos
Harían a todos felices
Para poder dedicarse en paz
A sus sufrimientos literarios
Construirían casas amarillas
Con grandes jardines delante
Y árboles llenos de pájaros
Mirliflautas y lisosos
Parongros y verderones
Y pequeños cuervos muy rojos
Que dirían la buena ventura
Habría grandes chorros de agua
Con luces dentro
Habría doscientos peces
Desde el crusco hasta el ramusón
De la libela al pepamulo
De la aguja al rara curul
Y de la avela al cañizón
Habría aire completamente nuevo
Perfumado con el olor de las hojas
Comeríamos cuando quisiéramos
Y trabajaríamos sin prisa
Para construir escaleras
De formas nunca vistas
Con maderas veteadas de malva
Suaves como ella bajo los dedos
Pero los poetas son muy tontos
Escriben para comenzar
En vez de ponerse a trabajar
Y eso les da remordimientos
Que conservan hasta la muerte
Encantados de haber sufrido tanto
Les dan grandes discursos
Y se les olvida en un día
Pero si fueran menos perezosos
Sólo en dos serían olvidados.
No quisiera morir, 1962 (póstumo). Traducción de Juan Antonio Tello.
SI LES POÈTES ETAIENT MOINS BÊTES…
Si les poètes étaient moins bêtes
Et s’ils étaient moins paresseux
Ils rendraient tout le monde heureux
Pour pouvoir s’occuper en paix
De leurs souffrances littéraires
Ils construiraient des maisons jaunes
Avec des grands jardins devant
Et des arbres pleins de zoizeaux
De mirliflûtes et de lizeaux
Des mésongres et des feuvertes
Des plumuches, des picassiettes
Et des petits corbeaux tout rouges
Qui diraient la bonne aventure
Il y aurait de grands jets d’eau
Avec des lumières dedans
Il y aurait deux cents poissons
Depuis le croûsque au ramusson
De la libelle au pépamule
De l’orphie au rara curule
Et de l’avoile au canisson
Il y aurait de l’air tout neuf
Parfumé de l’odeur des feuilles
On mangerait quand on voudrait
Et l’on travaillerait sans hâte
À construire des escaliers
De formes encor jamais vues
Avec des bois veinés de mauve
Lisses comme elle sous les doigts
Mais les poètes sont très bêtes
Ils écrivent pour commencer
Au lieu de s’mettre à travailler
Et ça leur donne des remords
Qu’ils conservent jusqu’à la mort
Ravis d’avoir tellement souffert
On leur donne des grands discours
Et on les oublie en un jour
Mais s’ils étaient moins paresseux
On ne les oublierait qu’en deux.
Je voudrais pas crever, 1962.
BENJAMÍN PRADO: DOS POEMAS
La foto pertenece al sello Alfaguara, donde suele publicar sus ficciones.
Benjamín Prado (Madrid, 1961) es narrador, poeta y escritor de aforismos. Colabora en muchos medios, entre ellos ‘La Ventana’, en la SER, con Carles Francino, donde suele recomendar libros y hablar de música, una de sus pasiones: es un gran conocedor de Bob Dylan y de Joaquín Sabina, entre otros. Acaba de publicar uno de sus mejores poemarios, para mí gusto el más completo, el más rico. Es un homenaje a la poesía en sí misma, a la idea del viaje, a personajes como Jorge Luis Borges y a Pessoa (‘Escrito en Lisboa’), entre otros, a los autores que le han marcado (‘Libro de familia’, un espléndido poema lleno de evocación) y es, también, un libro de amor, quizá el tema más constante del conjunto. El poemario se titula ‘Ya no es tarde’ y se publica en la colección Palabra de Honor que dirigen Luis García Montero y Chus Visor. Copio aquí dos poemas:
NUNCA ES TARDE
Nunca es tarde para empezar de cero,
para quemar los barcos,
para que alguien te diga:
-Yo sólo puedo estar contigo o contra mí.
Nunca es tarde para cortar la cuerda,
para volver a echar las campanas al vuelo,
para beber de ese agua que no ibas a beber.
Nunca es tarde para romper con todo,
para dejar de ser un hombre que no pueda
permitirse un pasado.
Y además
es tan fácil:
llega María, acaba el invierno, sale el sol,
la nieve llora lágrimas de gigante vencido
y de pronto la puerta no es un error del muro
y la calma no es cal viva en el alma
y mis llaves no cierran y abren una prisión.
Es así, tan sencillo de explicar: -Ya no es tarde,
y si antes escribía para poder vivir,
ahora
quiero vivir
para contarlo.
EL DÍA EN QUE DEJÉ DE QUERERTE
Sé que llegará el día en que deje de quererte.
Todo será tan rápido:
primero pensaré que la vida se acaba,
que nunca fui más lejos que al dejarte marchar;
después
vendrá el olvido.
Estos poemas
hablarán todavía de nosotros
pero de tí y de mí, ya no, ya nunca más.
Cuando África amanezca cubierta por la nieve
y en los cuadros de Goya luzca el sol.
El día en que las águilas se vuelen de los dólares,
Pompeya se despierte
de su sueño a la sombra del volcán,
entonces,
sólo entonces
dejaré de quererte.
El día que no acabe a las doce de la noche.
El día en que el cielo de Marte cubra el cielo
o Raskolnikov salga de ‘Crimen y castigo’
a poner unas rosas
en la tumba de Dostoievsky,
entonces
todo habrá terminado,
no te voy a querer.
Para hasta que eso ocurra,
sólo tú y yo
podríamos
separarme
de ti.
De ‘Ya es tarde’. Benjamín Prado. Visor: Colección Palabra de Honor. Madrid, 2014. 96 páginas. El volumen está dedicado a María. Lleva esta cita al principio: "No tienes derecho a mentir. / Escribe cada uno de tus versos / como si fuera una despedida". BLAGA DIMITROVA
RAÚL ARTIGOT. UN DIÁLOGO

RAÚL ARTIGOT. (Zaragoza, 1936- Asturias, 2004). Director de cine, guionista, iluminador, productor, autor teatral y fotógrafo. Ha trabajado mucho en TVE, y ha dirigido tres películas: “El monte de las brujas” (1972), “Cabo de vara” (1977) y 1984, “Bajo en nicotina” (1984). [Recupero esta entrevista publicada en 2014]
-Señor Artigot, no crea que sabemos demasiadas cosas de usted.
-Nací en Zaragoza en febrero de 1936. En realidad, yo tenía que haber nacido en Cantabria. Mi madre era asturiana y mi padre aragonés de pura cepa, y él se empeñó en que yo naciese en Zaragoza. Mi madre tenía una vértebra rota, pues fue igual. Vinieron por aquellas carreteras estrechas, llenas de curvas, y con aquellos coches. O sea que el parto debió ser algo terrible.
-¿Y fue un niño de cines como Borau, Castellón o Artero?
-Sí, claro. Fui al cine todo lo que pude. Al Fuenclara, al Frontón Cinema, al Iris Park. Nos daban una peseta y te las arreglabas. Mi infancia transcurrió en Zaragoza, pero luego me fui a Asturias y me decanté por la fotografía porque mi padre tenía un laboratorio fotográfico. Colgué mis estudios de Ciencias Físicas.
-No sería por mucho tiempo esa dedicación. En 1960 ingresó en la Escuela de Cine...
-Entonces se llamaba Instituto de Experiencias Cinematográficas. Estaban ya allí José Luis Borau y Saura como profesores. Y Berlanga y José Aguayo, que fue mi profesor de fotografía y me enseñó muchas cosas.
-En 1964 acabó y empezó a fotografiar.
-En realidad no acabé entonces, pero yo tenía unas ganas de trabajar enormes. Tras hacer una película de prácticas con Santiago Sanmiguel, me salió un trabajo para un película infantil. Como aún no tenía el título –me lo dieron al año siguiente-, me firmó un policía, Fernando Ruiz del Rio, y pude hacer mi primera película. Ya tenía mucha experiencia en foto fija, me apetecía hacer fotografía en movimiento, que es el cine. Eso era lo que me interesaba.
-Le interesaba tanto que hizo usted, entre mil cosas, porno.
-Porno duro y porno blando, con Jesús Franco y con realizadores italianos. Y le diré que me gustaba más el de antes. Estaba mejor hecho: había por lo menos un guión.
-Pero también hizo muchas películas del destape español, y en concreto con Mariano Ozores: “El liguero mágico”, “El erótico enamorado”, “Yo inventé a Roque III...”, “Todos al suelo”...
-Hice películas con todo el mundo casi. Ahora estoy escribiendo una revisión sobre ese tipo de cine. Aquí ha ocurrido una cosa verdaderamente trágica: la crítica española. Aquellas eran películas coyunturales. Mariano Ozores, por ejemplo, leía las noticias del periódico y se le ocurrían películas. Y en tres meses las hacía, sin más. Luego venía la crítica y las destrozaba sin compasión. Ferozmente. Incluso a los actores, que eran cojonudos. Los ponían a parir, y luego esa misma crítica se comportaba de modo lacayo con espantosas películas norteamericanas.
-¿De qué críticos habla, por ejemplo?
-Pues de Pedro Crespo. Siempre recuerdo una anécdota muy curiosa: a Alfredo Landa, que es el mejor actor español y ya lo era entonces, siempre lo ponía fatal y solía decir: “¿Quién es el crítico ése? En cuanto me lo presentan le voy a dar dos leches bien dadas”. La crítica española me ha parecido siempre nefasta.
-También ha trabajado con aragoneses: con Artero, con Alejo Lorén.
-Con Antonio Artero me llevaba estupendamente, estábamos siempre juntos. Y con Alejo Lorén hice en 1979 “Esta tierra”, un documental extenso. Es un buen muchacho, le tengo mucho cariño y lamento que no haya hecho más cine.
-Participó usted en series de éxito como “La plaza del diamante” (1982) en TVE.
-Esa serie tiene una curiosa historia. Participé en ella casi de milagro. Eran ya los tiempos de las autonomías. Gracias a una estratagema de Francesc Betriu, que hizo creer a todos que yo era catalán, pude hacerla. Fue una serie muy preparada: realicé el “story board”, participé en las localizaciones durante varios meses. Todo estaba muy planificado, Betriu odia las cosas mecánicas, y me encomendó todo ese trabajo mientras él se preocupaba de la puesta en escena y de la dirección de actores. Tuvo una gran intuición con la actriz, Silvia Munt, una bailarina, que lo bordó.
-También hizo otra serie que no tuvo tanto éxito: “El mayorazgo de Labraz”.
–Sí, estaba basada en la novela de Pío Baroja y la dirigió su sobrino Pío Caro Baroja. La hicimos a conciencia y elegimos paisajes aragoneses: rodamos durante tres meses en Albarracín; y bastante tiempo en Borja, en Tarazona y en Veruela. Pero era una novela bastante difícil, poco atractiva en el fondo.
-Bueno, y volvió a rodar con su amigo Francesc Betriu “Réquien por un campesino español” (1985) de Sender.
-Era una novela que quería hacer todo el mundo. Un día Betriu recibió la llamada de alguien que le dijo que tenía los derechos. Me llamó y le dije que fuese de inmediato a un abogado a ver si era verdad y que le diese una señal. Así la compramos. Yo fui guionista con Betriu y productor. E hice la adaptación a imágenes y me encargué de las localizaciones. Fuimos a Chalamera y Alcolea de Cinca, pero acabamos viendo que se ajustaban mejor los paisajes de Arándiga y Chodes.
-¿Cómo valora la película?
-Creo que es una película digna, seria, bien hecha. Pero con ella pasó lo que suele ocurrir en España: los críticos extranjeros la pusieron bien, le dedicaron críticas en Estados Unidos, pero en España nada. Recuerdo que tuvimos un lío con ella. Quisimos titularla tan sólo “Réquiem por un campesino”, pero Pilar Miró se puso hecha una fiera. Nos acusó de catalanistas y hubo que titularla como la había titulado Sender: “Réquiem por un campesino español”. Esa película es de TV-3 y lo que ha hecho con ella es infame. Tenía una luz muy bonita y sale completamente oscura.
-¿Cómo nos explicaría su manera de entender la fotografía en el cine?
-La verdad, no lo sé. He intentado hacer las cosas bien...
-¿Cómo bien? Manuel Rotellar decía que la suya era “una luz lujuriosa, una luz erótica”, y varias actrices le han dicho: “Artigot: es usted el fotógrafo que siempre saca a las actrices guapas”.
-Rotellar me quería mucho. Desde que él se murió nadie me había entrevistado en Aragón.
--Hablemos de sus películas. Por ejemplo, de la primera: “El monte de las brujas”.
-Tuve muy mala suerte con el productor y con la censura. A raíz de un desagradable incidente por un desnudo no se llegó a estrenar en España, aunque sí se estrenó en Estados Unidos.
-¿Y “Cabo de vara” (1977), que se pasó en la muestra “Travesía”, que coordinó hace un par de años Vicky Calavia?
-Es una obra basada en la novela homónima de Tomás Salvador. Fui a verlo a Barcelona, hablamos, conducía endiabladamente y estaba sordo. Logramos entendernos y rodé la historia de unos presos en Ceuta a finales del siglo XIX. La cautividad de los hombres es algo que me preocupa mucho. Y conté con un actor estupendo que empezaba, Santiago Ramos, con Ramiro Oliveros y con muchos famosos del cine español.
-¿Qué nos dice de “Bajo en nicotina” (1984), a la que algunos han asociado a la nueva comedia madrileña?
-Qué disparate. Es una película trágica basada en la novela de Pérez Marinero. Es una novela despiadada, que carece de moral, una exhibición de cinismo. Yo había pensado para los papeles principales en José Sacristán y Charo López. Sacristán no estaba de acuerdo con el guión, con ese personaje frío, desmedidamente egoísta que acaba matando a los vecinos que le molestan. Yo creo que va por una línea próxima a Fassbinder de cine cruel y despiadado.
-¿Qué le parece eso de que repongan sus películas?
-Me parece estupendo. Aragón es la comunidad española con más cineastas, desde los Jimeno y Segundo de Chomón hasta nuestros días. ¿No le parece? Ahora ya estoy retirado: preparo mis memorias y escribo novela negra. Ando a la busca de un editor.
*La foto de Artigot con su compañera Delia me la cedió Vicky Calavia. Mil gracias.
TONI BUIL: DE JULIETA ALWAYS

[Toni Buil, coautor de la monografía, con Antonio Abarca, sobre Julieta Aguilar Coscuyuela, Julieta Always, explica las razones del libro que se presenta esta tarde, a las 20.00, en la librería Cálamo, con ambos y la presencia de Luis García Bandrés.]
Por Toni BUIL
Sin la obstinada intervención del azar o quién sabe de qué desconocidas fuerzas, nada hubiera podido rescatarse de la vida y de la obra de esta excepcional mujer.
Julia Aguilar o Julieta “Always” (Barbastro, 1899-1979). Muy bella, rebelde, enigmática, excéntrica. Fue bailarina de cabaré. Vivió los años locos de París, el Madrid monárquico y republicano. Desafió a la vida. Amante de personajes poderosos, políticos, toreros, artistas…, Por alguna razón que desconocemos volvió a su ciudad natal pasados los cuarenta años. A partir de ahí su vida no logró sortear la penuria; pero a la vez, según ella guiada por espíritus, alumbró unas extraordinarias pinturas. Su personalidad y sus obras asombraron e inspiraron a Modest Cuixart para crear un cuadro que tituló La Bruja Barbastro
Los textos de Antonio Abarca y Toni Buil intentan, desde enfoques diferentes pero complementarios, reconstruir la fascinante vida de Julia Aguilar “Always” (Julieta). La consulta exhaustiva de archivos y un sinfín de entrevistas ha permitido averiguar nuevos datos, a la vez que ordenar y preservar multitud de anécdotas todavía presentes en la memoria de aquellos que la conocieron. Por otro lado, este libro pretende constituir un catálogo permanente de su obra que se encuentra dispersa en colecciones privadas. Para ello se han fotografiado y reproducido la práctica totalidad de aquellos cuadros de los que se tiene constancia. Un breve comentario de cada uno de ellos intenta orientar sobre los elementos más destacables. Algunas de estas pinturas no habían vuelto a ser vistas ni localizadas desde su primera exposición en la sala Barbasán de Zaragoza en el año 1978. Se citan y describen también lienzos desaparecidos, algunos de tan sugestivo título como: De nuestros primeros padres a Franco pasando por el tomate.
Por último, se publican fragmentos de un ensayo inédito, escrito por ella con el heterónimo Chelín Always, que bajo el título Una cita con las células constituye el mejor ejemplo de su misterioso y desconcertante universo.
El lector encontrará, tal vez reencontrará, un Barbastro y una España en blanco y negro, alejados ya en el tiempo; pero que sin duda constituyen una parte esencial de nuestra identidad.
LOS BORBONES EN PELOTA Y SEM
EL RETRATO PORNOGRÁFICO DE LOS BORBONES
Por David BECERRA. Para elconfidencial.com
Lo tomo de aquí:
http://www.elconfidencial.com/cultura/2014-12-31/el-retrato-pornografico-de-los-borbones_614978/
Si les pareció empalagoso el retrato de la familia real realizado por Antonio López, sea porque no les interesa el arte cortesano, sea porque el exceso de luz en realidad ocultaba las partes oscuras de tan regia familia, acaso una buena forma de reconciliarse con la pintura palaciega sea aproximarse a las acuarelas satíricas firmadas por el seudónimo SEM, y normalmente atribuidas a los hermanos Bécquer, Valeriano y Gustavo Adolfo, tituladas Los Borbones en pelota.
Aunque está muy extendida la expresión «en pelotas», en plural, para referirse al desnudo, por la asociación que se establece, por su cuestiones obvias, entre los testículos y las pelotas, lo cierto es que en su origen la expresión se escribía en singular, ya que «pelota» era el nombre que recibía la prenda interior que se usaba en los siglos XVI y XVII.
Una reedición de ’Los Borbones en pelota’ cuestiona la autoría de los hermanos Bécquer y ofrece nuevos textos que acompañan las polémicas ilustracionesEn Los Borbones en pelota la monarquía no aparece tan favorecida como en el retrato de Antonio López. Estas acuarelas, que fueron publicadas en revistas periódicas de la época, aunque también en aleluyas o litografías sueltas, entre 1865 y 1872, muestran a la reina Isabel II y a su comitiva de cortesanos en las alcobas, y no descansando después una agitada jornada de trabajo precisamente. Se trata de una colección de imágenes satíricas que, acompañadas por frases o versos igualmente mordaces que ponen en palabras lo que la imagen enseña, caricaturizan la vida política del reinado de Isabel II desde una perspectiva claramente antimonárquica
Son dibujos que rozan, y en ocasiones superan, lo pornográfico. En ellos reconocemos a los personajes más ilustres de la época, desde Sagasta hasta el Papa, además de los siempre presentes Borbones, sin ropa y en el ejercicio de distintas actividades lujuriosas. Con el sexo al aire, vemos a la reina masturbándose o regodeándose de placer con distintos personajes, sean clérigos, viejos, diputados o «con chulo, cetro y corona», como reza el texto que acompaña una acuarela. Mientras tanto, Francisco de Asís, el esposo de la reina, aparece siempre ilustrado con cuernos que adornan su frente o entendiéndose con una monja, cuando no se le nombra directamente «el rey consorte /primer pajillero de la corte».
Todo ello, con la convulsa vida política de fondo, con especial atención a la revolución de septiembre de 1868, denominada «La Gloriosa», que puso fin al reinado de Isabel II. En fin, los Borbones en estado puro, siempre envueltos en escándalos morales y políticos. Más o menos, como ahora.
Los Borbones en pelota acaba de conocer una nueva –y original– edición, coordinada por Manuel Martínez Forega para la editorial Olifante Ibérico. Esta edición, además de presentar las acuarelas originales, se completa con textos y poemas escritos en la actualidad, que glosan, en prosa o en verso, lo que sucede en las sátiras. Entre la nómina de autores –casi un centenar– que integran esta edición de Los Borbones en pelota destacan poetas como Antonio Orihuela, Alberto García Teresa o Luis Alberto de Cuenca, intelectuales como Ramón Acín o Fernando Aínsa, o políticos como Chesús Yuste. Todos estos textos, de un modo u otro, actualizan o dan continuidad a unas imágenes que tal vez, a pesar del siglo y medio de distancia, no han perdido del todo la vigencia.
Además, esta edición Los Borbones en pelota está precedida por un riguroso estudio introductorio del profesor Jesús Rubio Jiménez, en cuyas páginas cuestiona que la autoría de esta colección de acuarelas pertenezca en exclusiva a los hermanos Bécquer. Para ello el autor considera conveniente no perder de vista la secuencia cronológica.
Las acuarelas Los Borbones en pelota fueron ingresadas en la Biblioteca Nacional en 1986 y publicadas por primera vez como conjunto por Lee Fontanella en 1991. En la edición de Fontanella se atribuye la autoría de las acuarelas a los hermanos Bécquer al retomar, sin cuestionamiento crítico, los estudios realizados en la década de los cincuenta del siglo XX. Todo el malentendido partía de una nota necrológica sobre Adolfo Gustavo Bécquer, publicada en la revista Gil Blas, donde se decía que los hermanos Bécquer habían firmado sus dibujos en la primera época de esa misma revista usando el pseudónimo SEM.
Esta nota sirvió para armar la teoría de los hermanos Bécquer como autores de Los Borbones en pelota. Cuando en 1991 se publicó la edición de Fontanella dio comienzo al debate. Unos no creían que un poeta sensible como el romántico –o post-romántico: no es este lugar para controversias académicas– Gustavo Adolfo Bécquer pudiera verse mezclado con imágenes satíricas, de elevado contenido pornográfico, como las que mostraban las acuarelas; otros, la mayoría, asumieron la identificación de la firma SEM con los hermanos Bécquer a la ligera, sin reparar en otras cuestiones que parecían contradecir tal asociación.
Rubio Jiménez, el autor del estudio de esta edición de Los Borbones en pelota, se opuso a la identificación no porque le causara incredulidad la asociación entre las imágenes y el romanticismo becqueriano, sino porque observó que la cronología no encajaba. Si bien puede ser cierto que, como reza la necrológica, los Bécquer pudieron publicar en Gil Blas bajo el pseudónimo SEM en 1965, también es verdad que SEM siguió firmando litografías una vez los hermanos Bécquer habían fallecido.
¿Quién hay detrás de SEM? ¿Varios autores? Es probable, pero lo que parece seguro, según ha demostrado Jesús Rubio Jiménez, es que el autor de algunas acuarelas fue el pintor republicano Francisco Ortego. Esta edición, pues, se publica ya sin el nombre de los Bécquer en el lomo del libro, dejando su autoría en la misteriosa firma SEM.
Sea como fuere, en Los Borbones en pelota los tatarabuelos de quienes hoy ostentan el cetro y la corona, y no sabemos si algo más, no salen tan favorecidos como en el retrato de Antonio López, pero acaso ilustran mejor los escándalos que desde aquellos años les vienen acompañando.
EL PINTOR JOSÉ ORÚS HA MUERTO

*Este texto acaba de publicarse en heraldo.es
Orús, el artista del color y de la luz
Antón CASTRO
A José Orús (Zaragoza, 1931-2014) no le gustaba mucho hacer teorías sobre su trabajo. Solía decir que “la pintura es personal e intransferible” y, en su caso, se desarrolla a partir de términos que se encadenan: el sentimiento o la emoción, la idea, el concepto y la manufactura, la aplicación de la pincelada. Se retrató en muchas ocasiones como un pintor que investiga y que trabaja con dos elementos claros: la materia y la energía. Y, por extensión, buscaba el cosmos, el magma, el corazón de los volcanes, un universo completo y aquilatado de matices que descansaba sobre otra convicción plástica: la pintura-pintura. Él era, y siempre lo quiso ser, un artista despojado de anécdotas: un pintor de color. El color siempre estaba ahí, como un rasgo definitivo, un color que evolucionaba hacia nuevas metamorfosis cromáticas mediante luces exteriores o, dicho de otro modo, mediante ciertos tonos del negro.
No fue un pintor intelectual, nunca, sino más bien un pintor de cosmogonías. A María Pilar Sancet le recordaba en una entrevista que “no era un pintor de planeticas”. Despreciaba lo obvio y prefería lo telúrico, el misterio, la fuerza de las texturas y los relieves, el arrebato de la luz.
Acaba de fallecer a los 83 años. Recién cumplidos. Había nacido en Zaragoza en 1931 y desde muy pronto sintió una doble llamada: la de la poesía y la de la pintura. Vinculado siendo joven con la tertulia pictórica y literaria del Café Niké, amigo entrañable de Miguel Labordeta, escribió poemas e incluso ordenó dos pequeños poemarios de los que se despidió en una ceremonia, entre festiva e irónica, con sus amigos. Entonces, según ha recordado en varias ocasiones, se extinguió el poeta y nació el pintor. Miguel Labordeta y el editor y escritor Julio Antonio Gómez, ‘el Gordo’, lo bautizaron como “como poeta oficial del Niké”, algo que le gustaba. Como le gustaba recordar que había sido muy buen amigo de Fermín Aguayo, uno de los pintores de Pórtico (con Santiago Lagunas y Eloy Laguardia), y que había convivido con él en Zaragoza y también en París, cuando vivía con su gran amor Margarita. José Orús debutó en la pintura en 1950 haciendo abstracción e informalismo y expresionismo, una pintura sutil, casi monocroma, con tonos entre terrosos y verdes, de gran fuerza poética, próxima a Jean Dubuffet, en algún instante. En 1955 se trasladó a París y allí, con idas y venidas a Zaragoza y a diversos lugares, desarrolló durante una década nuevas fases como su etapa dorada o época metálica, que dio mucho de sí.
Más tarde, estuvo en alguna ocasión en Nueva York y de allí retornó con una nueva idea que suponía una evolución de sus pigmentos metálicos: perseguiría los cuerpos celestes y crearía una pintura diferente, personal, que se alimentaba de luces exteriores. Esa tercera orientación, que no iba a dejar jamás ya, se titularía ‘Mundos paralelos’. Ese corpus totalizador de casi 40 años. Ahí creció, con pasos suaves, con avances y retrocesos, con intensa e íntima actividad. Sabía lo que pasaba a su alrededor en el mundo de las artes plásticas, pero seguía su camino, que le ha permitido estar en diversos museos y colecciones y exponer en Aragón, en España y en distintos lugares del mundo: Venecia, Berlín, Oslo, Nueva York, Basilea, Buenos Aires o Viena.
Zaragoza, su tierra de origen, acabaría convirtiéndose en su ciudad de creación, en la capital del color y del oficio y en su refugio. Aquí ha sido reconocido y querido, aunque jamás le han sobrado los reconocimientos oficiales. Fue objeto de exposiciones antológicas o retrospectivas en la Lonja, en 1976 y en 1993, expuso en la Sala Luzán, en colectivas e individuales, y en 2011 fue invitado a exponer en el Museo Salvador Victoria, otro pintor lírico, de variado colorido, apasionado por la geometría, con el que tiene algunas semejanzas. En 2003, el Museo Mariano Mesonada de Utebo le ofreció sus espacios y donó 114 de sus obras de todos los períodos. Mucho de los mejores cuadros que ha pintado y que excitan la imaginación de los niños, sobre todo los de la gran habitación negra. Tienen la sensación de vivir una experiencia inefable en una noche de cambiantes constelaciones.
José Orús amaba Zaragoza. Tuvo multitud de estudios y, en el fondo, se sabía un pintor solitario que también era solidario. Un pintor reconocible y coherente. Era padre de la crítica e historiador del arte Desirée Orús, que ha estudiado su obra del derecho y del revés; ella estuvo muy cerca de él hasta que cerró los ojos para volar en dirección noche hacia ese lugar enigmático donde se encuentran, tal vez, las mejores luces. La vibración última del sueño y del descanso. Con José Orús desaparece un pintor apasionado, que podría parecer huraño; en cuanto uno se le acercaba, dispuesto a oírlo o a entenderlo, la fiereza se suavizaba e irrumpía el humanista, el viajero, el conversador, el pintor de una pieza al que le gustaba hablar, escuchar y revelar algunos de sus secretos.