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PILAR BAYONA: UNA MUJER INOLVIDABLE AL PIANO

Pilar Bayona (Zaragoza, 1897-1979) poseía una “insaciable curiosidad musical”, tal como escribió Federico Torralba, una absoluta pasión por la música y una memoria prodigiosa, que la llevaba a realizar conciertos incomparables, llenos de riesgo, de sutileza y de energía interpretativa. Perteneció a la Generación del 27, y tocó en la Residencia de Estudiantes, con Gerardo Diego y con Federico García Lorca; este, fascinado con su talento, le dedicó el ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’ con sumo afecto. Desarrolló, con tanto fervor como intensidad, una espléndida carrera sin renunciar nunca a residir en Zaragoza y a participar en la vida cultural de la ciudad a través de sus numerosos conciertos y de su vinculación con la Sociedad Filarmónica, el grupo ‘Sansueña’ y Radio Zaragoza, donde solía tocar con mucha frecuencia.
Pilar Bayona fue la pianista de Zaragoza por excelencia: cabe decir que optó por quedarse en su ciudad, por impartir clases en ella y en el Conservatorio de Pamplona. Visitaba, casi todos los días el Pilar, como un rito íntimo, con su hermana Carmen. Fue una mujer menuda y hermosa, de cabello rizado y rubio, que despertó diversas pasiones: desde Luis Buñuel, que estuvo enamorado de ella un año o dos, hasta José Camón Aznar, Luis García-Abrines o el periodista Manuel Casanova, director de HERALDO. Tenía la facultad, casi inconcebible, de atrapar la música al vuelo: la atrapaba, la retenía y luego la interpretaba con frescura y viveza como si hubiera estudiado horas y horas aquella literatura. Joaquín Turina la calificó como “maestra del decir, de sonoridades exquisitas”.
Se ha dicho una y mil veces que con Luis Galve y Eduardo del Pueyo formó esa trilogía de magníficos intérpretes de piano que ha dado el siglo XX en Aragón. Los tres eran muy distintos y grandes amigos: Del Pueyo fue un reconocido profesor desde Bruselas y un sólido pianista de Beethoven, entre otros; Luis Galve realizó una importante carrera profesional que le llevó a desplegar tres mil conciertos a lo largo de más de 60 países. Y Pilar lo hacía casi todo: deslumbraba con sus repertorios, igual tocaba con primor a Guridi, Granados, Esplá o Albéniz, a quienes grabó, que a Debussy, Cesar Frank o a Maurice Ravel, al que conoció y trató en Zaragoza.
El vuelo libre de la música
Nacida en Zaragoza en 1897, Pilar Bayona demostró muy pronto un talento especial hacia la música. Asistió a las clases de los hermanos José y Ángeles Sirvent y actuó, con cinco años, en un festival benéfico patrocinado por el monarca Alfonso XIII. Hizo su presentación a los diez años en el Teatro Principal con el cuarteto Ballo. Y a partir de ahí, con doce años, inició su carrera de concertista. Apostó por la música española contemporánea, muy especialmente, y realizó giras por distintas ciudades, sola o en compañía del violinista Manén. En la segunda década del siglo XX creció, perfeccionó su técnica y estableció numerosos vínculos con los compositores nacionales: desde Usandizaga a los Halffter, Mompou o Esplá, aunque tocaba a los rusos, a los impresionistas y a Mozart.
Algunos le dedicaron sus partituras y soñaron con que ella tocase sus obras. Actuó en Stuttgart y Berlín en 1924 y en 1928 estrenó el ‘Concierto valenciano’ de López Chávarri e incorporó a su repertorio al maestro Mingote. Poco a poco, iría cobrando fama y sería requerida por doquier: por fotógrafos, por los poetas del 27, entre ellos su paisano Tomás Seral Casal, por artistas (Sanz Lafita, Honorio García Condoy, Javier Ciria, Bayo Marín; después Guillermo o Paco Rallo), y estaría presente en la foto legendaria del grupo del 27 que rindió homenaje a Hernando Viñes.
Tras la Guerra Civil, continuará su quehacer: tocará en toda España, en distintos lugares de Francia, Portugal y Marruecos. Entrará en contacto con con el poeta y crítico de arte Juan Eduardo Cirlot, entonces músico y soldado en Zaragoza, que le dedicará dos composiciones y su libro ‘Pájaros tristes’, y con Julián Gállego, Alfonso Buñuel o Eduardo Fauquié, entre otros. Grabaría ‘Iberia’ de Albéniz, siete de las doce piezas, y dejaría en todos los foros una impresión de mujer de talento apabullante. Pilar Bayona fue una pianista apasionada, personalísima e incansable. Fue agasajada una y otra vez por su ciudad, con una calle, con el título de Hija Predilecta e incluso con el premio San Jorge.
En noviembre de 1979 dio su último concierto en el salón de actos de la CAI. Fue un recital vibrante, ya padecía escoliosis y andaba levemente encorvada. ¡Nadie lo habría dicho! Muy pocas semanas más tarde, al cruzar la calle, un coche se la llevó por delante y murió pocos días después. En 1981 Plácido Serrano recuperó algunas de sus grabaciones en un disco y en 2004 las Cortes de Aragón, en colaboración con el Archivo Pilar Bayona –que dirigen su sobrino Antonio Bayona y Julián Gómez-, organizó la muestra ‘Pilar Bayona. La pasión de la música’. El Auditorio de Zaragoza le rinde un homenaje con un ciclo que lleva su nombre y con un concierto internacional específico, cada trece de diciembre, que coincide con la fecha de su muerte.
*La foto es de Ducker y pertenece al Archivo Pilar Bayona.
EL GRECO CONTADO E IMAGINADO

El misterio del extravagante El Greco
Iturbe, Pisón, Puértolas y Vilas figuran entre los 22 escritores que fabulan sobre sus obras maestras
LA FICHA
Narrando desde El Greco. ‘Relatos de escritores de hoy sobre sus obras maestras’. Coordinación: Adolfo García Ortega. Autores: Lola Beccaria, Juan Bonilla, Ángeles Caso, Inma Chacón, Juan Eslava Galán, Antonio G. Iturbe, Hipólito G. Navarro, Adolfo García Ortega, Marcos Giralt Torrente, Luisgé Martín, Gustavo Martín Garzo, Ignacio Martínez de Pisón, Ricardo Menéndez Salmón, José María Merino, Javier Moro, Justo Navarro, Álvaro Pombo, Soledad Puértolas, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello, Clara Usón y Manuel Vilas. Edición bilingüe. Barcelona, 2013. 237 páginas.
“En cuanto uno se detiene ante un cuadro del Greco, las incógnitas empiezan a multiplicarse y la realidad se estira igual que sus figuras fantasmagóricas”, escribe Antonio G. Iturbe (Zaragoza, 1967) en el libro ‘Narrando desde El Greco. Relatos de escritores de hoy sobre sus obras maestras’ (Lunwerg), en el que 22 escritores españoles intentan recrear la figura de Domenico Theotocopoulos, ‘El Greco’, en el cuarto centenario de su muerte (Candia, Creta, 1541-Toledo, 1614). En esa nómina, además de Iturbe, figuran otros tres aragoneses como Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) y Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962). A cada uno de los autores le ha correspondido por sorteo una obra del pintor cretense, calificado de extravagante, lunático y genial, recuperado de manera casi definitiva en 1908 por Manuel Bartolomé Cossío, asunto del que escribe quizá con mayor minuciosidad Andrés Trapiello.
Cuentos, microensayos, viajes
El libro, coordinado por el escritor, traductor y escritor Adolfo García Ortega, contiene cuentos, microensayos e incluso viajes, y acaba siendo “un juego, un hallazgo, un divertimento, una aventura para disfrutar la literatura y el arte”. Por poner un ejemplo, Ricardo Menéndez Salmón habla en su narración ‘La bella y los monstruos’, que nace de la pieza ‘El bautismo de Cristo’ del pintor cretense, de Catherine Deneuve, de Buñuel, de Calanda y de la película ‘Tristana’.
A Ignacio Martínez de Pisón le ha tocado ‘El caballero de la mano en el pecho’. Señala a HERALDO que “del Greco me gusta su lado más humano, el trazo nada místico de sus mejores retratos” y explica que su cuento “tiene que ver con mi interés por ese episodio de la Guerra Civil: el operativo que se organizó para poner a buen recaudo las principales obras de arte de la España republicana”. De hecho, su pieza, ‘Guardar un secreto’, narra el robo “a punta de navaja” y posterior traslado de un cuadro de este “pintor antiguo e importante”. Suceden algunas cosas, en medio de la contienda del 36 y en la transición, que abonan la leyenda de este pintor.
Antonio G. Iturbe coincide con Pisón en su interés el por el realismo del pintor, “aunque sea un realismo fantasmagórico. Las figuras se estiran, las posturas de las manos son a veces imposibles, los vivos se mezclan con los seres celestiales... Y él como personaje es muy interesante: extravagante, perfeccionista, apasionado, pionero en la lucha por los derechos de autor incluso pleiteando con la Iglesia”. A la hora de redactar su historia, inspirada en la obra ‘Cristo despidiéndose de su madre’, lo que hizo fue “contar mi experiencia para acercarme al cuadro. Todo lo que cuento es cierto. Echando mano de los recursos del Nuevo periodismo, utilizo las herramientas de la narrativa para relatar la crónica de mi viaje a Toledo tras la pista de un cuadro extraño, como ese”. Ese viaje, que atraviesa los Monegros, acaba en la iglesia de Santo Tomé, ante ‘El entierro del Conde de Orgaz’, y en su travesía artística cita a Jusepe Martínez y a José Camón Aznar, dos zaragozanos enamorados del artista.
Soledad Puértolas parte de ‘La oración del huerto’ y escribe un cuento que transcurre en las aulas. Un profesor explica ese lienzo y luego les pide a los alumnos que se pongan en la piel del pintor y que hagan un ejercicio de concentración; disponen de dos horas para crear una historia. El profesor advierte a los jóvenes: “La imaginación se crece con la dificultad”. El profesor se retrasa en la corrección de los textos, pero descubre que uno es de alguien muy especial.
El artista y el rocanrol
Manuel Vilas compone el texto más transgresor o chocante. Explica: “El Greco es un pintor distinto, diferente a todo. Es como un Kafka de la pintura. Es una isla en el mundo del arte. Me atrae su profunda interiorización de la vida. Me atrae su poderosa visión de la trascendencia de la vida humana y su visión de lo celestial, de lo espiritual, de lo divino”. Él se basa en ‘Concierto de ángeles’ y no se aleja de su estética habitual ni de su pasión por el rocanrol. “Imaginé que esos ángeles que salen en el cuadro podían ser cantantes del siglo XX. Quise convertir ese cuadro en un escenario pop. Pensé que esos ángeles eran Elvis Presley, John Lennon, Janis Joplin, Jimi Hendrix, etc. Pensé en que todos esos cantantes muertos se habían convertido en ángeles y que Elvis era un ángel del Greco”. Como la única mujer es Janis Joplin reparte cada día sus favores sexuales entre los músicos. El libro, traducido al inglés, incorpora una reproducción total y varios detalles de todos los cuadros.
*Este texto apareció en 'Heraldo de Aragón'.
DICCIONARIO DE FOTÓGRAFOS ESPAÑOLES
La Fábrica en colaboración con Acción Cultural Española (AC/E) edita el primer gran Diccionario de fotógrafos españoles
Dirigido por Oliva María Rubio, este extenso volumen recoge la obra de más de 500 autores y está ilustrado con más de 1.000 imágenes
La selección de fotógrafos ha sido realizada con la asesoría de un heterogéneo plantel de expertos formado por historiadores, comisarios, conservadores, investigadores y fotógrafos
El libro recorre la historia de la fotografía española en su conjunto huyendo del centralismo
En él tienen cabida el pictorialismo tardío, la fotografía de la Guerra Civil, la renovación de las décadas de los 50 y 60, el auge del documentalismo, el ensayo fotográfico y la fotografía de ficción en los 70 y 80, así como el trabajo de jóvenes promesas contemporáneas
Gracias al apoyo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Diccionario de fotógrafos españoles contará con una versión online de descarga gratuita
El Diccionario de fotógrafos españoles se presentará en La Fábrica (C/ Alameda 9) el próximo jueves 30 de enero a las 20.00 h. Contará con la presencia de Oliva María Rubio y algunos de los autores cuya obra se incluye en el volumen
660 páginas | 21 x 28,5 cm | Español e Inglés (dos versiones)
[Nota de La Fábrica y Acción Cultural Española] La Fábrica en colaboración con Acción Cultural Española (AC/E) edita el primer diccionario exhaustivo de fotógrafos españoles. Un volumen de 660 páginas que reúne a más de 500 autores del siglo XIX al XXI y que pretende servir como referente para el estudio de la historia de la fotografía española. El Diccionario de fotógrafos españoles está ilustrado con más de mil fotografías representativas tanto de los distintos autores como de la fotografía española en su conjunto acompañadas por textos biográficos y críticos elaborados por estudiosos y expertos en fotografía. El Diccionario de fotógrafos españoles cuenta con dos versiones, una en español y otra en inglés. Gracias al apoyo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, también contará con una versión online de descarga gratuita.
Este extenso y completo proyecto dirigido por Oliva María Rubio, comisaria y directora artística de La Fábrica, ha contado con el asesoramiento de una quincena de profesionales especializados en fotografía. Un heterogéneo plantel de historiadores, comisarios, conservadores, investigadores y fotógrafos procedentes del mundo de la conservación de archivos y bibliotecas, de la universidad y de diversos ámbitos de la fotografía de todo el país. Antonio Ansón, David Balsells, Alejandro Castellote, Chema Conesa, Enrique Corrales, Ramón Esparza, Horacio Fernández, Pepe Font de Mora, José Gómez Isla, Juan Naranjo, Jorge Ribalta, Bernardo Riego, Paco Salinas, Manuel Sendón, Jordi Serchs, Laura Terré y Valentín Vallhonrat son los especialistas que ha colaborado en la selección de los fotógrafos que finalmente han integrado el Diccionario.
De clásicos del XIX a jóvenes promesas contemporáneas
El Diccionario de fotógrafos españoles recoge la historia de la fotografía española en su conjunto, desde sus inicios a la actualidad y pretende evitar el centralismo. Cuenta con una amplia representación de autores del siglo XIX de toda la geografía española, fotógrafos extranjeros, sobre todo ingleses y franceses, que recorrieron el país de punta a punta fotografiándolo convirtiendo algunas de sus obras en pioneras y todo un referente. La larga nómina de autores del siglo XX incluidos refleja los diversos momentos de la fotografía española: el pictorialismo tardío, la Guerra Civil, la renovación de la década de los 50 y los 60, el auge del documentalismo, el ensayo fotográfico y la fotografía de ficción en los 70 y los 80 y el nuevo documentalismo de las últimas décadas. Por último, también se recoge el trabajo de algunos fotógrafos jóvenes con un futuro prometedor.
La selección de autores, algunos consagrados y otros menos conocidos, ofrece una excelente panorámica y contribuye a poner en el mapa nacional e internacional a la sobresaliente fotografía española. El reportaje, la fotografía de calle, las producciones de moda y publicidad, la fotografía de archivo, el fotoperiodismo, el retrato, la fotografía arquitectónica y la paisajística se encuentran en este volumen. Por último, se incluye a un extenso grupo de autores, unos cincuenta, que han compaginado la fotografía con el trabajo en otros soportes como la pintura, el vídeo o la instalación.
Un grupo de investigadores y expertos en fotografía formado por Lorna Arroyo, Jaume Fuster, Pilar Irala, Nekane Parejo, Pascual Peset Ferrer, Ana González Martín, Rocío Alés, Rocío López de Castro, Marta Martín Núñez, Nerea Ubieto y Carmen Cabrejas Almena han sido los responsables de la elaboración de los textos, mitad biografía, mitad crítica artística, que acompañan a las fotografías del libro, que han sido seleccionadas a partir de las propuestas de sus propios autores o por sus herederos o responsables de sus archivos en el caso de haber fallecido.
-Tomo la foto de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-c221c61a2e0c6289c310c76983d42438.jpg
EL CIERZO, EL EBRO Y SUS SECRETOS

Marisancho Menjón es la comisaria de la muestra ’Cierzo. El viento del Ebro’ donde hay un poco de todo: música, literatura, artes plásticas, cine, naturaleza, bicicletas, memoria de los vientos, meteorología y mitología. Gentilmente, Marisancho me envía una selección de sus textos que contextualizan el cierzo en el paisaje y en la naturaleza.La exposición está en el Centro Ambiental del Ebro que dirige Francisco Pellicer Corellano.
EN EL PAISAJE. Por Marisancho Menjón
El cierzo esculpe el paisaje. Nuestra tierra no sería igual si no se viera azotada de forma tan insistente por el viento. Reseca la tierra, sí, y modela también nuestras montañas. Las elevaciones que bordean el curso del Ebro presentan su frente más dura al cierzo y pierden la batalla contra su fuerza: las vemos redondeadas, peladas por su soplido feroz, que las roza y desgasta sin descanso.
Aquí y allá los árboles también nos señalan la dirección del viento, porque se inclinan, conforme van creciendo, vencidos por él. Decía Labordeta de las sabinas: "Unas y otras tienen la misma sobriedad, igual dureza y una entrañable ternura cuando compruebas que su cuerpo, abatido de dolores y sequías, de alisios desgarrados y cierzos derrumbantes, permanece allí desde siempre". Los troncos inclinados, las copas en bandera, nos muestran que por ahí campa a sus anchas, y seguirá haciéndolo mientras el mundo siga girando, el bramido del cierzo.
La huerta del valle del Ebro tiene también una estampa característica debida al viento: los agricultores necesitan defender de él sus cultivos para evitar que rompa las hojas y las ramas, reseque excesivamente la tierra o incluso arranque las frágiles estructuras que sostienen, por ejemplo, las matas de judías y tomates. Para ello disponen espesas empalizadas de cañas a modo de barreras cortavientos, denominadas bardos, bardizos o bardizas. Las cañas se clavan en el suelo unas junto a otras, se traban en horizontal y se refuerzan, a veces, con palos de madera. Parecen frágiles pero resisten muy bien al cierzo porque le dejan paso: el viento se filtra entre ellas sin derribarlas.
EN LA LITERATURA
Son numerosos los autores que se han referido al cierzo y lo han glosado en sus obras. Nuestro viento protagoniza pasajes memorables de muchos escritores de esta tierra y de muy distintos estilos, desde el surrealismo de Buñuel hasta el suave lirismo de Antón Castro, pasando por los desenfadados poemas de Ángel Petisme o las recios y sobrios versos de Francisco Carrasquer. Ya Marcial, en el siglo I d.C., llamaba bronco al cierzo y recomendaba a un amigo hispano, desterrado de Roma, que huyera de él al llegar el crudo invierno.
Muchas publicaciones han llevado el título de Cierzo en su cabecera, muestra de hasta qué punto lo tenemos arraigado como símbolo o nos identificamos con él. La más relevante de estas publicaciones fue el quincenal Cierzo: letras, arte, política, publicado en Zaragoza en los años treinta. "Cierzo" fue, además, una editorial que publicó obras de numerosos escritores aragoneses, como Tomás Seral y Casas, Gil Comín Gargallo, María Dolores Arana, Maruja Falena, Raimundo Gaspar o José María Vilaseca.
Muchos autores han elegido al cierzo para dar título a sus libros y también han sido numerosas las ocasiones en que se han reunido, bajo su nombre, obras de autores aragoneses. Hijos del cierzo se consideran no solo ellos, sino desde luego también muchos de nosotros, que hemos crecido en esta tierra acunados, y a veces aventados, por el viento.
*La foto es de Ricardo Compairé.
'VERSIÓN CELESTE' PARA ESPAÑOLES
Carlos Castán me envía esta nota sobre un proyecto editorial que coordina la escritora Blanca Riestra. Siempre recordaré cuánto me impresionó su primer libro: 'Anatol y dos más' (Anagrama). Luego, su literatura ha ido creciendo y creciendo, y también sus proyectos.
Colección Version Céleste
Éditions Orbis Tertius
La Editorial francesa Orbis Tertius, dirigida por Jean-Claude Villegas, tiene el honor de presentar su nueva colección, "Version Céleste", dedicada exclusivamente a la literatura de expresión española traducida al francés. Este proyecto, coordinado por la escritora Blanca Riestra, toma su nombre de la obra de Juan Larrea, poeta español, migrante e iconoclasta que vivió en el París de los años veinte. Versión Celeste, su único libro publicado, fue escrito en ambos idiomas, español y francés, y postula una escritura-herramienta capaz de traducir el mundo, borrando los límites del lenguaje, y explorando todas las posibilidades de la traducción literaria e incluso auto-traducción.
Nuestra iniciativa tiene como objeto dar a conocer, traducidos al francés, a autores, jóvenes o consagrados, nacidos, según la formula de Carlos Fuentes, en las dos orillas, y que representan, siguiendo Juan Larrea, una tradición literaria, nómada, exigente, situada entre territorios pero estrechamente vinculada a la historia específica de la lengua y del imaginario de cada país. Tratamos, así de dibujar una nueva cartografía literaria que revele la vitalidad de la creación artística actual en este espacio polifacético y apasionado que va desde la Tierra del Fuego al sur de los Pirineos, de la Cordillera de los Andes al desierto de Sonora, la de la escritura en español.
Para llevar a cabo esta empresa, Orbis Tertius ha seleccionado excelentes traductores que, en muchos casos, son también hispanistas especializados en literatura contemporánea y a veces incluso, en la obra de los autores del catálogo. Todos ellos garantizan la calidad de un proyecto ambicioso a largo plazo.
Además, en esta época de transformación del modelo editorial, la colección Versión Celeste de la Editorial Orbis Tertius propone un modelo de publicación online con la opción de la publicación en papel bajo demanda y está distribuido en la red por las principales plataformas virtuales de venta de e-books.
A lo largo de este mes de enero de 2014 irán apareciendo los primeros títulos del catálogo que son los siguientes:
Carlos Castán- Froid de vivre
Fernando Aínsa- Traversées
Elvira Navarro-La ville héreuse
Esther García-Llovet- Sub maquina
Juan Carlos Méndez Guédez- La pluie peut-être
Blanca Riestra-Le songe de Borges
Próximamente aparecerán los siguientes títulos:
Andrés Neuman-Le bonheur ou pas
José Balza-Percussion
Marta Sanz-Le froid
Ernesto Pérez Zúñiga- Saint diable
Vicente Luis Mora- Circulaire
blancariestra@editionsorbistertius.fr
jeanclaudevillegas@editionsorbistertius.fr
http://www.editionsorbistertius.fr/celeste/
*La foto de Blanca Riestra pertenece a La Opinión; la segunda, de Larrea y Gerardo Diego la tomo de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-47f0f1d4284b9dbbb41b6815a1c50477.jpg
LUIS AMADO CARBALLO: SONETO DE 1919

Ramón Rozas Domínguez ha tenido un hermoso detalle: me ha enviado los catálogos de una programación que realiza anualmente en Pontevedra, y una pequeña biografía de mi querido poeta Lois Amado Carballo, autor de una novelita breve que no cité el otro día: ‘Os pobres de Deus’, novela lírica y breve al modo de Gabriel Miró en cierto. La biografía contiene un poema que no recordaba: la pieza ‘Amanecer’, publicada en el ‘Diario de Pontevedra’, en marzo de 1919, cuando el poeta aún no había cumplido los 18 años; los hacía en marzo. Nació en 1901 y murió en 1927 de tuberculosis. Ilustro esta entrega con esta pintura de Teresa Brutcher (Phoenix, 1955), a quien expuso Ramón Rozas con Ana Seoane en el proyecto ‘Na beira do río: diálogos na pintura’.
AMANECER
Un solo ardoroso la tierra ilumina.
Los prados redeños aún están mojados.
Hacia el mar la niebla como una cortina;
Y el río cual plata baña los sembrados.
Hermosa zagala de cara cetrina
Al pasto conduce sus bueyes rodados,
Jarifa y esbelta alegre camina
Peinando sus bucles aterciopelados
¡Oh! ledas mañanas plenas de dulzura
Todo es poesía apenas clarea
Y así aparece en sol en la altura
En todas las casas el tejado humea
Y el alma encantada rebosa ternura
Al rayar la aurora en mi bella aldea
-Poema de Luís Amado Carballo publicado en 1919 en ‘El Diario de Pontevedra’.
CRÓNICA BARCELONA-VALENCIA
[El joven Jorge Rodríguez Gascón, 21 años y estudiante de Filología Hispánica, me envía algunos de los artículos sobre varios partidos de este fin de semana. En este caso una crónica del choque Barcelona-Valencia, que ganó el equipo de Pizzi por 2-3. El Barcelona, desganado y sin punch, pasó de la superioridad absoluta de los primeros treinta minutos al desconcierto. Así lo narra él.] EL VALENCIA VENCE A UN BARÇA APÁTICO Por Jorge Rodríguez Gascón La derrota del Barcelona ante el Valencia dejó un clima de cierta preocupación en el seno de la plantilla culé. La liga está en un pañuelo y cualquier tropiezo puede ser decisivo. El Atlético se alzó como líder en solitario y el Madrid alcanzó al Barça en la segunda posición. Los blaugranas esperan que la sombra de la derrota no sea muy alargada y su afición no quiere volver a ver los fantasmas del pasado. La pitada quizá fuera injusta para un equipo que ha perdido tan pocos puntos en lo que lleva de liga. Pero en el fútbol solo prima la actualidad. El partido a partido que se está imponiendo en la competición tiene mucho de tópico pero algo de cierto. Las victorias pasadas sirven de poco y solo se aprecia el partido más reciente. Todo esto puede condicionar al Tata Martino como entrenador del Barcelona y eso es lo que debió de pensar el argentino hace unos días, cuando el Camp Nou dedicó una sonora pitada a su equipo. Lo cierto es que el conjunto blaugrana pecó de falta de ambición. Y su juego, aproximadamente desde el minuto 40 de la primera parte, dejó mucho que desear. En el seno barcelonista, no se ha hecho caso de las señales de mal juego que se han dejado ver en momentos puntuales de la temporada. Pero, probablemente, la parroquia catalana no silbaba solo por eso. La gente del Barça sabe que en el Camp Nou no se pita por perder, sino por cómo se pierde. Pongámonos en antecedentes. El Barça se encontró pronto con el primer gol, en un centro de Messi que remató Alexis en semifallo. La fortuna quiso que el balón se elevara de un modo circense por encima de Diego Alves, un gato con mechas. El curso del encuentro parecía de lo más tranquilo para el Barça. Cuajó 20 minutos en los que mostró sus virtudes: presión rápida arriba, recuperación fácil de balón y despliegue de los extremos. Las ocasiones llegaban con cierta continuidad, el campo estaba húmedo y rápido, como les gusta a los barcelonistas, y sólo un par de estiradas del portero brasileño impedían que la ventaja blaugrana aumentara. En el Camp Nou, cuando se gana uno cero y se fallan un par de ocasiones claras, esta vez en respectivas arrancadas de Messi y remates de Alexis, se origina un tímido murmullo. La parroquia blaugrana ha visto muchos partidos que se han escapado por no cerrar el marcador cuando se tiene la oportunidad. A la memoria de muchos barcelonistas viene el gol de Tamudo que le privó de la liga al entonces equipo de Frank Rikjaard. El equipo del Tata parecía ser consciente de que con paciencia el gol de la tranquilidad llegaría. Sin embargo, el Barça pecó de los mismos errores que siempre ha tenido. Llegada la mitad de la primera parte, el Barça empezó a tardar más en la recuperación. El Valencia encontró un filón por la banda derecha y Feghouli parecía dispuesto a retar a Jordi Alba a un vals vertiginoso. El Valencia aprovechó también la rapidez del campo y le duraban cada vez más las posesiones. Messi, que al principio, parecía destinado a marcar las diferencias, fue retrasando cada vez más su posición. Señal inequívoca de que algo iba mal. Messi es letal pasados los tres cuartos de campo, pero si se retrasa, pierde capacidad para decidir los encuentros. Que Messi reciba el balón tan lejos del peligro es un lujo que ningún equipo debería permitirse. Lo puede hacer, porque el argentino es el mejor asistiendo, pasando e incluso organizando; pero Messi es más peligroso cerca de las áreas. El Valencia se desplegó por los costados y apretó a un Barça que vio como su arreón inicial iba siendo sofocado. Xavi perdió peso en el partido, Cesc andaba desaparecido, Busquets se despistó en la salida de balón y Pedro y Alexis no conectaban con Messi a la hora de desequilibrar. El equipo se partía con facilidad y tenía que preocuparse de recuperar, en lugar de decidir cómo administrar las posesiones. Y en un error de Busquets en la salida de balón, Parejo recuperó y cedió a un descarado Feghouli que una vez llegado a línea de fondo cedió atrás. Parejo, astuto y en mejor forma que nunca, siguió la jugada y batió con autoridad a Valdés. El meta blaugrana miró a un Jordi Alba afectado que había perdido la posición ante la acometida del francés. El gol del Camp Nou fue acogido con frialdad, la grada clamó con el mismo silencio que en el homenaje dedicado a Luis Aragonés. Es curioso el caso de Feghouli, al que el público de Mestalla silba con regularidad. No es de extrañar, por tanto, que el francés rinda mucho más alejado de la capital del Turia. Y el otro día fue junto con Piatti el hombre más importante de los valencianistas. Hay que reconocer que Pizzi ha sabido reconstruir el ánimo de un jugador que andaba alicaído. El partido llegó al descanso. Pero la reanudación albergó a un Barça igual de somnoliento que al final del primer envite. El Valencia siguió poniendo en jaque a la defensa, especialmente en un error en la salida de Valdés y en la marca de Dani Alves. Piatti, el más pequeño de la liga, se elevó por encima de todos para hacer un gol que puso patas arriba la competición. El Camp Nou reaccionó y animó a su equipo. Dos minutos más tarde, el Barça, impulsado por Messi, empató el partido. El argentino tenía ante sí la oportunidad de empatar el partido y acabar con su racha de 4 meses sin anotar en liga. El árbitro además, le había regalado el penalti. Messi se frotó el pelo y se mostró impasible cuando Diego Alves se acercaba para intimidarle. Temí que lo fallara. El argentino lo ajustó a la escuadra y el portero ché no llegó. La grada respiró aliviada. Pese a ello, el espejismo duró poco. La defensa del Barça mostró una fragilidad evidente, que hizo recordar a los partidos del Ajax y del Athletic de Bilbao; parecía un púgil herido, que poco tardó en desfondarse, y pareció dócil a la hora de besar la lona. El Valencia volvió a aparecer en la jugada siguiente ante un Barça despistado. Feghouli fue un puñal por los costados y esta vez apareció Alcácer, que había pasado de perseguir sombras, en la primera parte, a ser la sombra perseguida. El centro del francés lo remató a gol el valenciano y la grada volvió a enmudecer. Un halo de pesimismo cubrió el Camp Nou. El Barça tenía que volver a remar a contracorriente, pero no poseía ni los medios ni la actitud para hacerlo. Estaba aturdido y lento, muy lento en la circulación. Perdió varios balones en el centro que mostraron las debilidades de una zaga remolona a la hora de recular. El Valencia se replegaba con maestría y tenía armas para volver a herir a la retaguardia culé. Messi, que seguía actuando veinte metros más atrás de lo que debiera, perdió un par de balones peligrosos en el centro. Las ocasiones no llegaban de forma fluida en ninguna de las áreas. El Barça volvió a evidenciar ciertas carencias en la circulación, su rival escupía los centros de los extremos culés con solvencia y sus contras inquietaban a la grada culé. La salida al campo de Iniesta se tradujo con mayor velocidad en la circulación, y aunque solo él y Messi parecían capaces de desestabilizar la compleja muralla defensiva del Valencia. Solo una preciosa combinación entre Messi, Alves e Iniesta, al primer toque, levantó la expectación generalizada de los culés. Fue una doble pared en menos de dos segundos. Messi aceleró tras la dejada de tacón de Iniesta y nadie pudo seguirle, dribló a su último adversario pero su remate con la derecha fue repelido por Diego Alves. La parada con el pie del portero brasileño recordó a la de Casillas ante Robben en la final del Mundial. El partido tuvo dos fases. En la primera, el Barça demostró las virtudes que ha exhibido este año. Ha perdido en velocidad de circulación, en control de los partidos y en tiempo de posesión. Pero ha ganado en efectividad, velocidad en los extremos y en la aparición de los teóricos secundarios. Actores de reparto que están cada vez más acostumbrados a los primeros planos. Sin embargo, tras el primer gol valencianista, se reabrieron viejas heridas en la plantilla blaugrana. Pierden la posición con facilidad, exponen una fragilidad defensiva impropia de un equipo que opta a todo y parece faltar un mediocampista; se echa de menos cada vez más a Thiago Alcántara. O eso o el Tata empieza a dar más protagonismo a la figura de Iniesta, en posible detrimento de Cesc Fábregas; pero es necesario que el argentino haga coincidir más a menudo a Xavi y Andrés. Entre otras cosas, porque si Messi ha de hacer de Iniesta y Xavi, no siempre puede hacer también de Messi.
La grada del Camp Nou suele silbar más por las formas que por el contenido. Y la afición es soberana, no sólo importa que se gane sino cómo se gane. Pero al menos hay que hacer bien una de las dos cosas.
ATLÉTICO DE MADRID, LÍDER AL FIN

EL ATLÉTICO DE MADRID, LÍDER 18 AÑOS DESPUES.
Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN
El Atlético de Madrid se colocó líder en solitario en una jornada viva, llena de alternativas y de partidos disputados. A las siete de la tarde se vestía el Calderón de etiqueta y de luto para celebrar el liderato y rendir un emotivo homenaje a Luis Aragonés. La figura del sabio ha sido tan universal que no se asocia a un solo club, pero si algún equipo ha de hacerlo, ese es el rojiblanco.
Pasado el minuto de silencio, con la visible emoción de la afición atlética, el balón echó a rodar. El Atlético de Madrid tiene la pegada de los grandes y el espíritu luchador de los equipos pequeños.
El partido de comienzo fue disputado. La Real posee gran destreza en el manejo de balón, un grupo unido y trabajador, un central de gran nivel como Íñigo Martinez y dos zurdos exquisitos como Carlos Vela y Antoine Griezmann. El mexicano es lo más parecido a Messi que hay en la liga, y el francés ostenta gol y finura.
Pero el Atleti es un equipo experimentado, que hace del partido a partido su consigna principal, y que madura las contiendas poco a poco. Son corredores de fondo que esperan a desgastar al rival para lanzar sus cambios de ritmo más feroces. Hasta entonces, luchan, bregan, porfían, pegan y hacen todo lo que sea necesario para alcanzar un resultado positivo. Juegan al límite de la legalidad, a veces no tienen excesivos miramientos en rebasarlo si es preciso.
Y así lo hicieron en una primera parte en la que las ocasiones llegaron con cuentagotas. Villa aprovechó una cabalgada de Diego Costa por la izquierda, para rematar el centro del brasileño a gol. El balón pasó por el túnel que dibujaron las piernas del meta realista, Claudio Bravo. El guaje, que posteriormente se lesionó, le dedicó el gol a su maestro recientemente fallecido: el sabio Luis Aragonés. La Real estuvo en el partido, escudado en sus dos estiletes zurdos. Peligrosos siempre, el férreo entramado atlético anestesió sus dañinas cualidades.
Hubo partido hasta que salió Diego Ribas al campo. Regresaba de un exilio difícil en Alemania, donde los entrenadores se cansan de su juego atractivo a las primeras de cambio. Harto de vagar por equipos alemanes, que normalmente se inician con una W, Diego ha vuelto al lugar donde mejor ha jugado al fútbol, donde realmente ha sido feliz. Antes de que Ribas tuviera contacto con el balón, Diego Costa marcó el segundo gol aprovechando una defensa abierta de la Real. Costa, una pantera con rostro y alma de boxeador, batió a Bravo con un preciso disparo al palo largo.
Tras el plástico remate de Miranda, el Atlético anotó el tercero. El resultado era engañoso, de acuerdo al buen nivel mostrado por la Real durante todo el partido, al ritmo de los pases de Xabi Prieto y la velocidad de los zurdos. Bien es cierto, que todas sus acometidas fueron atajadas con facilidad por uno de los mejores porteros del mundo:
Thibaut Courtois.Ahí empezó el festival de Diego. El regreso del hijo pródigo, el debut soñado. Recibió en el área con el defensa encima, con un amago sutil y una tranquilidad pasmosa lo dejó atrás para reventar la red con saña. La celebración fue efusiva y el Atlético se acordó de Aragonés, de su celebración del gol de Demetrio Albertini que suponía un empate en el Bernabeú, cuando los derbis con el vecino no se ganaban. Del penalti parado por el Mono Burgos a Figo con el rostro; del último liderato en liga, hace 18 años. Se acordaron de que hace tiempo que el Atleti dejó de ser el pupas, para convertirse en uno de los mejores atléticos de la historia. Hace tiempo que el conjunto de Simeone se sacudió ese bloqueo mental que le llevó a las catacumbas del fútbol. Ahora la gente celebra que el equipo es líder, que es un equipo completo y aguerrido, con más recursos que nunca. Y más ahora, con Diego. El brasileño promete formar con Arda Turan una sociedad de muchos quilates. El talento está de vuelta en el Calderón.
LUCAS CEPERO: VIDA Y CRIMEN
LA MUERTE DE UN ARTISTA DEL AIRE
(Hernández Latas reconstruye el crimen del redactor
gráfico Lucas Cepro en Zaragoza en 1924)
José Antonio Hernández Latas es uno de los grandes historiadores de los orígenes de la fotografía en Zaragoza. Tiene alma de detective y una curiosidad insaciable que desarrolla con pulcritud, rigor y curiosidad. Dice que llegó por azar a la figura de Lucas Cepero (Monegrillo, 1881-Zaragoza, 1924) pero que le interesó sobre manera su vida, su obra y, sobre todo, su muerte, acaecida el 12 de noviembre de 1924, tras asistir a una fiesta de la Asociación de la Prensa en el Teatro Principal. Lucas Cepero, en ese instante, era redactor gráfico de HERALDO y uno de los fotógrafos más famosos de la ciudad con estudio en la calle Don Jaime, 44. En otros sitios también se dice que tenía otro estudio más. A la salida del teatro, hacia las ocho de la tarde, se encontró con el chófer Francisco Calvo Lezcano, “con quien sostuvo una encendida discusión por cuestiones de índole personal -así lo relataron en un primer momento las crónicas periodísticas-. Altercado que se prolongó por la calles de los Estébanes y que fue tomando un cariz cada vez más violento, hasta que un disparo a quemarropa, efectuado por Calvo Lezcano, acabó con la vida del fotógrafo en la antigua calle del Peso, hoy Blasón Aragonés, junto a la plaza de Sas”.
Así narra el propio Hernández Latas el fin de Lucas Cepero y de este hecho, con muchos puntos oscuros, se deriva en buena parte la atracción de este personaje que había destacado por un álbum que haría hecho en Panticosa en 1915, en días de nieve y peligro de aluviones, por las fotos aéreas realizadas en Zaragoza en 1920, por unas instantáneas de varias riadas del Ebro y por una colección de fotos para Alfonso XIII.
Hernández Latas publica en la revista ’Rolde’ un extenso reportaje donde narra la historia de amor, de celos y de muerte que acabó con la trayectoria del reportero con el título ’Muerte de un reportero’. Esta historia novelesca empezó algún tiempo antes. Un año antes al menos. Lucas Cepero, casado con Engracia Jarque, conoció a la joven Pilar Larpa Maluenda, de unos 22 o 23 años, con la que “mantenía en secreto una relación extraconyugal”. Precisa Hernández Latas que “lejos de tratarse de una aventura furtiva y pasajera, según las declaraciones de Pilar Larpa, ésta había mantenido una duplicidad de relaciones con Cepero y con quien entonces era su novio, Calvo Lezcano, desde un año antes de contraer matrimonio”. La relación continuó, Francisco y Pilar se casaron, pero ella siguió viendo al fotógrafo. Dice el historiador: “Hasta que, el 16 de julio de 1924, [Calvo Lezcano] sorprendió inesperadamente a su esposa sola con Cepero en un vagón de segunda clase, con las cortinillas echadas, en la estación de ferrocarril de Pina de Ebro”. El chófer, que trabajaba en la Azucarera, no encontró a su esposa en casa y ella le confesaría poco después que “había tenido un encuentro amistoso con el fotógrafo”. Al parecer Calvo Lezcano estaba inquieto, pero “se resistía a creer que las relaciones entre su mujer y Cepero tuvieran mayor alcance que el de una persecución por parte del fotógrafo”. El hermano de ella, José Larpa, comerciante, intentó mediar en el conflicto y con la ayuda del Gobernador de la provincia, Garbalena, obtuvo la promesa y el compromiso de Cepero de que “vendería su estudio fotográfico y abandonaría la ciudad”. La realidad está llena de recovecos y de fantasía. Cuenta el historiador que Pilar Larpa “por propia voluntad, decidió recluirse en el convento de acogida de las Oblatas, donde debía permanecer hasta que Cepero abandonase definitivamente la ciudad”. No solo eso: desde su encierro le mandó varias cartas a su esposo, que serían exhibidas y leídas en el juicio.
Cepero no cumplió su palabra. Y lo pagó con la vida. Tras ser abatido en la noche de autos, fue recogido “sobre un charco de sangre” y trasladado a la Farmacia Moderna, de García Zatorre, sita en la calle Alfonso. No hubo nada que nacer. El doctor Carmelo Aráiz certificó su muerte. El hecho estremeció Zaragoza: la ciudad había vivido crímenes más o menos recientes. HERALDO, en su portada del viernes 14, ofrecía la estela de su redactor e invitaba a asistir al funeral y al sepelio. El féretro sería traslado desde la Facultad de Medicina hasta el cementerio de Torrero. El doctor Ricardo Lozano, auxiliado por dos médicos forenses, realizó la autopsia al cadáver. Hernández Latas cuenta, entre otros datos, que Lucas Cepero fue envuelto en una bandera de Cruz Roja y que sobre su sepultura “fueron depositadas dos coronas de flores, una encargada por su viuda y la otra por la casa HERALDO DE ARAGÓN”.
Francisco Calvo Lezcano -que era zaragozano, tenía 29 años y trabajaba en la Azucarera de la Puebla de Híjar- contó con la defensa del ex alcalde de Zaragoza Emilio Laguna Azorín, que debía estar vinculado con los patronos de esa fábrica, donde trabajaba Calvo Lezcano. En el expediente penitenciario que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza se decía, entre otras cosas, “que el acusado poseía instrucción, era católico, estaba casado, no tenía hijos, ni antecedentes penales y que éste era su primer ingreso en prisión. Adjunta a su huella dactilar, obra su descripción física: color de iris, cabellos oscuros, piel morena, cejas arqueadas, nariz convexa, boca, poca barba, rostro oval y 172 cm. De altura. Como particular se añade la uña del pulgar derecho es deforme”. Cuando llevaba preso algo más de un mes, Calvo Lezcano, fue nombrado “escribiente de oficinas” por su buen comportamiento.
Parecía claro que alguien le estaba favoreciendo. Poco a poco los elementos de la discordia fueron aflorando, aquellos desacuerdos o conflictos algunos medios denominaron “remordimientos mutuos”. Desde HERALDO se lamentaba la pérdida de su gran reportaro y se escribía: “Cepero, hombre afectuoso, simpático, servicial, era nuestro compañero queridísimo y camarada sencillo y afable, a quien todos estimaban”. El clima era de incredulidad; el periódico silenció en sus primeras crónicas las razones del conflicto. El 1 de junio de 1925 comenzó el juicio: declararon Calvo (a quien le pedían seis años y un día de prisión y 6.000 pesetas) y su mujer, y la viuda de Cepero alegó problemas de salud y no se presentó a declarar. Al final, Francisco Calvo Lezcano fue declarado inocente porque se tuvieron en consideración varios atenuantes como “el haber cometido el homicidio en vindicación de una ofensa grave y por existir hechos que excitaron “el arrebato y la obcecación” del encausado.
El abogado aún rizó el rizo de sus argumentos y dijo que había sido un crimen en legítima defensa. El 15 de julio se declaró la libre absolución del chófer. José Antonio Hernández Latas evalúa la sentencia: “En realidad, no se había juzgado a Francisco Calvo Lezcano, a quien se consideraba legitimado para tomarse la justicia por su mano, si con eso restituía el honor agraviado, sino que se había juzgado al fallecido Lucas Cepero, cuando ya no tenía posibilidad alguna de defenderse, y moralmente se había considera culpable de seducir e inducir al adulterio a la joven Pilar Larpa”.
Carmen Jarque Soro, viuda de Cepero, rehízo su vida y trasladó el estudio de Don Jaime 44 al Paseo de la Independencia. No se sabe qué ocurrió con la vida de la pareja. Calvo murió de cáncer de esófago en 1943 a los 48 años de edad y ahí, prácticamente, desaparece el rastro de su esposa, que no está enterrada con su marido en Torrero. La historia es de novela negra, sin duda, pero José Antonio Hernández Latas aún no ha dicho la última palabra: en el próximo número de ’Rolde’ abordará la obra fotográfica. Seguro que hay nuevas revelaciones.
JOSÉ JAVIER RUEDA: SAN VALENTÍN

‘MALOS Y RUBIAS’: EL ARTÍCULO DE JOSÉ JAVIER RUEDA
[José Javier Rueda, escritor y periodista de ’Heraldo’, firma hoy en la contra este artículo sobre San Valentín, que se celebrará la semana que viene. Todos y cada uno de nosotros nos creemos bastante listos. ¡No lo nieguen! Por eso damos por hecho que las decisiones que tomamos se basan siempre en nuestro agudo cerebro y en el libre albedrío. Craso error: nos olvidamos de Darwin. Si estudiásemos al padre de la teoría de la selección natural nos daríamos cuenta de que hasta el más trivial de nuestros gestos tiene detrás una razón evolutiva. Ahora que llega la festividad de San Valentín, por ejemplo, el darwinismo explica por qué ellas los prefieren malos y ellos las prefieren rubias.
La lógica establecería que las mujeres siempre se han sentido más atraídas por varones formales y fieles, pero no es así. Por herencia genética prefieren donjuanes en vez de hombres cariñosos: sus antepasadas se mostraron más receptivas a las insinuaciones de los promiscuos para tener más hijos. Se aseguraban así un gran número de nietos, lo que era sinónimo de éxito evolutivo.
El darwinismo también explica por qué ‘los caballeros las prefieren rubias’, según el título de la célebre película de Marilyn Monroe. Hace más de 10.000 años, cuando los hombres escaseaban en Europa ya que eran diezmados por las fieras en sus expediciones de caza, las féminas competían duramente por conseguir pareja. Y, entre tantas mujeres para escoger, las más llamativas eran las más solicitadas: las rubias y de ojos claros.
Ahora bien, si usted no es ni malo ni rubia, siempre puede regalarle a su pareja por San Valentín un frasquito de tinte platino o un libro del marqués de Sade.
*Esta foto de Marilyn Monroe es de Philippe Halsmann.
BARCELONA Y MARTINO: UNA VICTORIA MUY LEJOS DEL CIELO
Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN. De su blog ’Gol Olímpico’
El Barcelona venció en un partido sin brillo a una Real que mantiene opciones en la eliminatoria. El conjunto donostiarra luchó contra las adversidades, con diez jugadores y un gol de chiste encajado.
El panorama en el Camp Nou era bastante desolador, por alguna razón el aforo del Estadi se ha visto reducido notablemente en las últimas fechas y eso parece afectarle al equipo.
El Barça llegaba al partido con la intención de dar un golpe de autoridad, hacer olvidar la derrota ante el Valencia y despejar las dudas que su juego lleva tiempo generando.
No fue así, ni en cuanto al juego ni al golpe de autoridad, pero al menos esta vez ganaron.
El partido empezó como se esperaba, el equipo catalán dominó la posesión y fue madurando el partido con paciencia. Sin embargo esa paciencia se tornó en lentitud muy pronto. Mientras tanto la Real esperaba agazapada, bien posicionada y lanzaba contras peligrosas. Cada pérdida del Barça era peligrosa, gracias a la velocidad de Vela y de Griezmann. La lentitud de la defensa culé ayudaba bastante y se puso de manifiesto pronto. El mejicano se zafó de Mascherano y se cedió a Griezmann. El francés no se lo pensó dos veces y lanzó un potente misil que requirió la estirada de Pinto. El Tata no prestó atención a la velocidad de los delanteros del equipo donostiarra y dejó a Bartra fuera de la convocatoria, un prometedor central al que el técnico argentino debería empezar a foguear en partidos importantes.
El Barça siguió teniendo el balón, aunque le faltaba profundidad. Xavi distribuía, Messi imponía respeto y Pedro y Alexis se abrían por los costados. Zubicarai, que pareció estar especialmente inspirado ante el argentino y desafortunado en todo lo demás, intervino en sendos disparos de Leo.
La Real seguía teniendo peligro en sus salidas y el Barça se partía con facilidad. Antes del descanso llegaron consecutivamente las dos jugadas que cambiaron el partido. En la primera Vela retó a Mascherano en la carrera, el mexicano salió como una flecha y el argentino tiró de veteranía para no perderle la pista. Le fue agarrando lo justo para desestabilizar el disparo del argentino. Pinto resolvió el mano a mano. Mascherano cometió un penalti claro, aunque se camufló con su experiencia y el árbitro interpretó un simple forcejeo.
Acto seguido el Barça recuperó el balón y forzó un córner. Busquets recogió un rechace y la puso lejos del alcance de Zubicarai (1-0). El Barça encontró premio en la jugada posterior al remate de Vela, que pudo cambiar el partido. Para agrandar la herida donostiarra, Íñigo Martínez resumió todo el pensamiento de la afición realista y mandó al árbitro a tomar viento fresco.
La expulsión dejaba al Barça con la oportunidad de dar un golpe encima de la mesa y de sentenciar la eliminatoria. Pero ni una ni otra. El conjunto del Tata siguió teniendo el balón pero la Real se cerraba cada vez con más acierto.
Messi estuvo muy activo durante el partido, buscó el gol hasta la extenuación pero anda algo desafortunado en la finalización. Sabe atraer muy bien a los rivales y generar superioridad para sus compañeros, pero no tiene la fortuna de su lado a la hora de buscar puerta. Parece autoexigirse en exceso y está entre enrabietado y melancólico. Antes marcaba goles casi sin querer y ahora los porteros parecen especialmente acertados en sus duelos con Leo. También el argentino tiene largos minutos de lagunas, en los que parece que el partido no vaya con él.
La Real encajó el segundo gol en una jugada de chiste, en la que los donostiarras acabaron marcando en su propio marco tras un disparo de Alexis. (2-0) El gol recordó al que hace poco se marcó Juanfran en el Ciudad de Valencia, en el duelo entre el Levante y el Barça.
El equipo que dirige Jagoba Arrasate aguantó el acoso del Barça. Los culés no conseguían abrir la defensa donostiarra y la grada se impacientó. Xavi quiere ser el timón pero no consigue llevar las posesiones a buen puerto, Alves parece metido en una guerra personal contra la grada del Camp Nou, Cesc ha perdido peso en los partidos (en os ordinarios y en los importantes, si eso existe en el fútbol), Alexis tiene gran facilidad para regatearse a sí mismo y Pedro y Messi no conectan todo lo que debieran.
Iniesta volvió a salir desde el banquillo y su suplencia empieza a ser preocupante. Preocupante incluso para Del Bosque. Cesc parece haberle ganado el puesto, en parte porque cuando es sustituido muestra su rabia. Iniesta, sin embargo, no se queja de nada y por eso parece que el técnico argentino puede tener más margen a la hora de condenarlo al banco. Pese a las decisiones que toma el Tata, algunas de ellas erróneas en mi opinión, he de decir que me parece un entrenador que habla bien de fútbol. Es sensato y sosegado en su interpretación y buen orador, aunque no siempre acierta en los cambios ni en los planteamientos tácticos.
Messi lo intentó por última vez con una preciosa volea que Zubikarai desvió a córner. El remate, plástico y al primer toque, sirvió para que el portero vasco enmendara su error del segundo gol y continuó aumentando la desesperación de Leo.
Así llegamos al final del encuentro, en un partido con pocos momentos de brillantez. El Barça está demasiado lento en la circulación, tiene muchas lagunas en el juego y tendrá que pelear en Anoeta para meterse en la final. El equipo se parte con excesiva facilidad y le falta profundidad. La directiva, aparte de chapucera y tal vez algo corrupta, no ha sido crítica ni previsora con su equipo. No ha emprendido una pequeña renovación en el club, ya que le parecía que traer a jugadores complementarios era menospreciar a la plantilla actual. Le falta un central, un mediocampista al menos y no le vendría mal un delantero centro de referencia, que fijase a los centrales y le diese a Messi más espacios y libertad. Además, echan de menos el desequilibrio de Neymar en banda.
El conjunto blaugrana vence pero no convence y ahora llega la parte más importante de la temporada, donde los títulos se disputan y los jugadores se exprimen. El Barça llega a esta fase de la temporada con dudas en todos los frentes. Para la directiva, el caso Neymar ha supuesto un terremoto institucional y están por ver todas sus réplicas. Además, parece haber un principio de divorcio entre la afición y la plantilla, especialmente influido por el juego del equipo. Sin embargo, hay muchas razones para creer en este equipo, aunque una cosa saben todos ellos: su crédito no es eterno.
El Tata Martino dijo el otro día en rueda de prensa que en el Barça es normal convivir con la presión: que una victoria te lleva al cielo y una derrota al infierno. Mascherano, otro fantástico orador, hizo una metáfora muy similar y más acertada la temporada pasada. Dijo que el Barça cuando gana es Disney y cuando pierden La casa del terror. Tienen razón en que el fútbol es un juego en el que hay un marcador y, por tanto, es fundamental ganar. Es también cierto que el resultado es dictador y a veces emborrona aspectos del juego.
Sin embargo, el Tata se equivocaba en una cosa: el Barça ganó ante la Real y sigue muy lejos del cielo.
*He tomado la foto de aquí.
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-1263d6110cf24a2f15ad8c6cd561d399.jpg
'UNA AVENTURA SALVAJE': CUENTO

ESTA TARDE, EN HUESCA, CITA CON JUAN TUDELA Y ANTÓN CASTRO
Esta tarde, a las 19.00, en la biblioteca Antonio Durán Gudiol de Huesca, se inaugura una exposición de los dibujos de ’El dibujante de relatos’ de Juan Tudela del libro homónimo del pintor e ilustrador, con textos míos. A la vez aprovecharemos, con los editores Reyes Guillén y David Francisco, para hablar de este proyecto que ha publicado el sello Pregunta en un formato especial. El libro se presentará el 21 de febrero en Aínsa, y el 6 y 7 de marzo en Teruel y en La Almunia de Doña Godina. Cuelgo aquí un texto que sucede en Huesca. ‘Una aventura salvaje’, basado en parte en hechos reales.
UNA AVENTURA SALVAJE
Alberto y Patricia se cruzaban a diario en sus clases de París. Hablaban poco: no compartían curso y sus materias estaban muy alejadas. Ella impartía Física y Matemáticas y él era profesor de dibujo y, en ocasiones muy excepcionales, de música: había estudiado un poco de violín y guitarra española en un verano en Granada. Sabían muy poco el uno del otro: Alberto sabía que Patricia, algo extravagante en el vestir y de una belleza natural muy espontánea, estaba casada y que vivía en las afueras. Y Patricia sabía que Alberto había tenido varias parejas y que, de cuando en cuando, se reunía con músicos españoles en los cafés parisinos para tocar a Paco Ibáñez y a Georges Brassens.
Un día coincidieron en el café del Liceo y empezaron a hablar casi sin habérselo propuesto: por pura cortesía. Patricia comprobó que Alberto era un tipo inquieto, que hacía muchas cosas, por ejemplo acababa de publicar un libro de viajes con dibujos suyos: ‘Las regiones imaginarias’. Era un viaje al interior de un bosque que había conocido en España, en la provincia de Huesca, le dijo. Y Alberto se dio cuenta de que Patricia era una mujer luminosa que amaba la naturaleza, los jardines, las plantas y el cielo cuajado de estrellas. Volvieron a verse. Se buscaban en los tiempos muertos de las clases. Un día, Patricia le dijo que se había separado y que era una mujer libre. “Tan libre como tú”, precisó. Fue entonces, en las Tullerías, entre árboles y esculturas, cuando se dieron el primer beso. Un beso largo, profundo e intenso, de esos que se abren al horizonte del porvenir. Hasta que finalizó el curso, y faltaba muy poco, se conocieron mejor, mucho mejor, y lo compartieron todo: sus casas y sus camas, sus cuerpos y sus almas.
Cuando empezó el verano, decidieron hacer un viaje. Alberto le dijo a Patricia: “ni Bretaña, ni Provenza, ni los fiordos; vayámonos a mis montañas. Nunca te arrepentirás”. Eso hicieron. Cogieron el coche y se dirigieron al río Gállego, entre Agüero y San Felices. No tardaron en hallar una especie de refugio, una casa semiderruida que estaba en el umbral de un bosque. La compraron, la ruina y la vasta finca que le pertenecía. Aquel mismo verano, en poco más de dos meses, lograron el milagro de recuperarla casi por completo. Le pusieron puertas y ventanas, adecuaron la parte de arriba como dormitorio, observatorio de estrellas y estudio de artistas, y empezaron a dar rienda suelta a su imaginación. Subían el agua del río y carecían de luz eléctrica. Vivían de día y soñaban y se amaban de noche, mientras oían el canto de la lechuza y el ulular de las bestias. Se convirtieron en auténticos naturalistas. Salían todos los días de expedición con sus cuadernos de apuntes y su cámara fotográfica, que cargaban y descargaban en una fonda con ordenadores en Ayerbe.
Les interesaba todo: Patricia hacía inventarios de plantas, de flores silvestres, de árboles, y escribía pequeñas narraciones donde vinculaba cada especie con la mitología. Alberto dibujaba los animales, las aves, la extraña configuración de las montañas, pintaba los valles a la acuarela. Y los dos compartían una especie de Diario de naturalistas y botánicos enamorados. Escribían los dos cuando les apetecía, y allí igual se podía encontrar la descripción del látigo del viento en la madrugada que el eco del canto del ruiseñor, la contemplación del plenilunio o las sensaciones de un orgasmo. Patricia escribió un día: “Amamos la vida porque amamos el sexo”. Alberto añadió: “No me imaginaba que uno pudiera ser tan feliz a los 50”. A Alberto también le gustaba contar que había hecho algunos amigos y que algunas noches de luna llena le pedían que cantase temas de Brassens.
El verano iba a llegando a su fin. Tuvieron que volver a París. Durante el viaje, repasaron cuánto habían trabajado, qué felices habían sido. Vaciaron las cámaras, editaron las fotos, releyeron sus cuadernos de notas y su Diario. Y una noche salieron a pasear a orillas del Sena. Montaron en un barco, comieron a bordo, y contemplaron la ciudad iluminada. Patricia dijo: “Creo que llevamos varios días pensando lo mismo”. Alberto respondió: “Sospecho que sí. Este año no vamos a empezar el curso”. Pidieron una excedencia, vendieron una de sus viviendas y se instalaron en su casa en el monte.
Ahí siguen, asombrados ante el misterio incesante del paisaje. Alberto ha añadido a sus habilidades la talla de madera y de piedra, y Patricia se ha convertido en una experta en orquídeas y en mariposas. Acaban de entregar a la imprenta la crónica de su vida con el título: Una aventura salvaje.
'ESCOMBROS': ANTONIO PÉREZ MORTE
Antonio Pérez Morte (Zuera, 1960-Sabiñánigo, 2013) fue un claro ejemplo de vocación poética. Ahí buscó y halló su sitio. Su lugar en el mundo. Escribió desde muy joven: desde ‘Arrancado del silencio’, que apareció en 1979, hasta unos días antes de su muerte; ‘Cuerpos de luna’ (2013) acabó siendo un volumen póstumo. Ahora, su familia reedita ‘Escombros’, de 2011, un poemario que abarca 30 años de trabajo, de búsqueda, de indagación y de evolución.
En un libro así –tan dilatado en el tiempo: los frutos de la experiencia y de una sensibilidad desarbolada- es lógico que estén todos sus temas: el amor, el homenaje a los amigos, la música, la memoria de la infancia (vean textos como ‘Macrús’ o ‘El niño del triciclo’: “me mira mear y mea, a la vez que yo, como yo mismo”), la pasión abrupta (“Amor mío, devuélveme los aforismos / que sobre tu piel he escrito”), el dulce despertar con la amada (Ana Gargallo), la incertidumbre de vivir, la angustia y la nostalgia, la mitomanía (desde Ana María Drack a Cayetana Guillén Cuervo, Labordeta o Petisme), la mirada a la naturaleza.
A su madre le escribe ‘Si cupiera la vida en un poema’: Antonio lo intentó. Que cupiera en un poema, en la poesía, en su honda y penetrante mirada cargada de piedad, dulzura y amor a los seres: a su madre, claro, a su padre (“Tu recuerdo será el beso más largo”), a sus hijos, a Asunción Balaguer, etc. El libro también contiene, a la manera de Ángel Guinda, reflexiones, frases centelleantes, versos que son casi un conjuro contra la muerte. Dice en ‘Vivir’: “¡Vivir me matará! / Del desastre nada me salva, / del suicidio, tu mirada”.
Escombros. Antonio Pérez Morte. Prologado por José Ángel Barrueco. Madrid, 2014. 84 páginas.
RAFAEL NAVARRO: UN RETRATO
Rafael Navarro (Zaragoza, 1940) siente la fotografía de una manera especial. Es un esteta, un perseguidor de la belleza y un perfeccionista. Posee una mente ordenada, meticulosa, gobernada por el canon clásico. Su obra, que tiende a la abstracción y a la pureza de las líneas, contiene como pocas el tránsito minucioso del negro intenso al blanco, un tránsito con sus paradas y emboscadas del gris. Rafael Navarro, que empezó captando el teatro y la danza, pronto descubrió los temas que más le gustaban: el cuerpo femenino y el paisaje. Y ahí se ha movido, a su gusto, con pequeños pasos adelante y atrás, pensando y repensando su campo de acción, su estética de miniaturista de la luz, su percepción del mundo. Rafael Navarro le ha dado la vuelta al mundo a través de la fotografía: forma parte de esa generación plural de la fotografía española de los 80 y 90 que ha estremecido su tiempo y el nuestro: Alberto García-Alix, Cristina García Rodero, Mireia Sentís, Isabel Muñoz y, entre otros muchos, Pedro Avellaned, su compañero y cómplice desde el retrato y el collage.
Navarro, ordenado y puntilloso, ha trabajado por series, con modelo natural, con piezas de cerámica, se ha interesado por los jardines botánicos o el mar. Coge un tema, y lo ordena como se ordena una sinfonía o un poemario. Lo compone, lo ajusta, lo cierra: le gustan los universos completos. La intensidad de un asunto, y su plasticidad y su conmoción; Rafael Navarro despierta la emoción a través de la sensibilidad y de la inteligencia. Invita a gozar y reflexionar. Parece a veces frío; en realidad huye del énfasis. Ama su trabajo, sus tiempos muertos, goza del estudio donde aspira al solaz del silencio.
*El pasado jueves, en el Museo de Zaragoza, de manos de Dolores Serrat, consejera de Educación, Cultura y Deporte, recibía el Premio Aragón-Goya 2013, que ha sido desposeído de dotación económica. Aragón puede comprar la colección 'Circa' por casi un millón y medio de euros, alrededor de 250 millones de pesetas, y no puedo mantener el premio de este galardón ni tampoco del Premio de las Letras Aragonesas. Ambos estaban dotados de 12.000 euros. (La segunda foto fue el jueves portada del suplemento 'Artes & Letras').
CARMEN PEIRE, TRES MICROCUENTOS

[Carmen Peire nació en Caracas en 1952. Ha sido representante de muchos músicos, entre ellos José Antonio Labordeta. Acaba de editar ‘Luis Buñuel, novela’ de Max Aub. Es narradora, sobre todo del género breve; ha impartido talleres y figuras en varias antologías del género. ‘Horizonte de sucesos’ (Cuadernos del Vigía) es uno de sus libros de ficciones, y está dedicado a José Antonio Labordeta. Aquí transcribo tres cuentos breves o microrrelatos.]
AMOR REO
En pleno acto amoroso, aprieta los ojos de su amante con tal fuerza que traspasa su visión. Mete los dedos en su boca y, ante la humedad generosa que ella le ofrece, absorbe su lengua. Sigue sus caricias por el cuello, baja su mano al pecho y en un descuido le arranca el corazón. Adquiere entonces un mundo alterno de palabras y sentimientos. Ahora va por el mundo presumiendo de ser un hombre nuevo.
EL INCOMPRENDIDO
Cuando fue pez, se asustaba en los fondos abisales. Cuando fue ardilla, añoraba las olas y no quiso adivinar la altura de los árboles. Como ave le disgustó el viento en las alas y su nostalgia fue la del topo. Nadie lo echó en falta cuando fue un fósil recubierto de ámbar.
TAUROMAQUIA
Es la hora del paseíllo, le dijeron cuando abrió la puerta. Y el monosabio se puso el uniforme, pantalón oscuro, blusón rojo, gorrilla del mismo color. Pensando en su trabajo en el ruedo durante la lidia, él, que ayudaba al picador, que podía pisar la arena junto a los toreros, salió de casa a cumplir con su destino, extrañado de que fueran a buscarlo en una fría noche sin luna.
*La foto es del estudio de Madame d'Ora de 1910.
DAVID TRUEBA EN SU MEJOR NOCHE

LA GRAN NOCHE DE DAVID TRUEBA Y 'VIVIR ES FÁCIL...'
La gran noche de David Trueba y 'Vivir es fácil con los ojos cerrados'. El realizador ganó el premio al mejor guion, mejor director y mejor película, y recibieron premios al mejor actor Javier Cámara, a la mejor actriz revelación Natalia de Molina y a la mejor música Pat Metheny. David reivindicó a la gente a anónima que se empeña en hacer bien su trabajo todos los días, dijo que la gente quería muy sinceramente a los actores (siempre están detrás de la causas perdidas. Le recordó a Wert que en la gran familia del cine había gente que votaba a muchos, a todos los partidos), elogió al profesor Juan Carrión, que aún sigue dando clases a los 89 años, y recordó a tres actores que han sido determinantes en su vida: Jorge Sanz, Ramon Fontserè y Ariadna Gil.
Y tuvo un detalle precioso: elogió el trabajo de los periodistas y recordó, muy especialmente, a dos personas: a Concha García Campoy y a Tatiana Cisquella, que ha fallecido estos días. David Trueba siempre ha sido un creador especial: un hombre con gran sentido del humor, de la afectividad, comprometido y sensato. En 'Vivir con los ojos cerrados' aparecen José Luis Melero, Ismael Grasa, la localidad de Lechago y se alude a un triunfo del Real Zaragoza de 1964.
-Además ha sido la noche de Gaizka Urresti, ganó el Goya al mejor corto por 'Abstenerse agencias'. Su obra, rodada en la calle Alfonso, cuenta en el reparto con Carmen Barrantes, Andrés Gertrudix y Asunción Balaguer.
-Pedro Rodríguez también conquistó el Goya con 'Las brujas de Zagarramurdi'.
-Jaime de Armiñán recordó la jota, que oyó y vio en París, e hizo un homenaje a Aragón y a la jota a través del recuerdo de un maestro del cine y de la literatura: José Luis Borau.
*La foto de David pertenece a Reuters.
ESTILO: LORETO Y FERNANDO SE VAN...

LORETO Y FERNANDO DEJAN LIBRERÍA ESTILO, QUE SIGUE ADELANTE
[Hace unos días estuve en Huesca con mi hijo Daniel. Pasamos un instante por Estilo y saludamos a Loreto Rivarés, hija de Víctor Rivarés y Pepa Sánchez. Nos dijo que iban a dejar la librería: que iban a empezar otra vida, otras aventuras, otros sueños. Acabo de recibir su carta, la de ella y la de Fernando, su marido, con esa nota. En la foto Lorero Rivarés está con David Guirao, Sandrá Araguás y Roberto Malo.]
"Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar. Los constructores un día terminan aquello que estaban haciendo y entonces les invade el tedio. Los que plantan a veces sufren con las tempestades y las estaciones, pero el jardín no para de crecer". Paulo Coelho
Queridos clientes y familia, amigos todos:
Este es nuestro más difícil correo. Nuestro tiempo en la librería se ha terminado. A final de 2013 tomamos la decisión de emprender un nuevo camino, recuperar tiempo para nosotros, para los nuestros, para abordar el deseo de poder hacer otras cosas.
Tal vez sean los 40 y esa extraña sensación de que es el momento de iniciar una nueva etapa que consiga ilusionarnos de nuevo. Así de sencillo como un cambio de vida que afecta a lo que profesionalmente hasta ahora hemos sido. Por algún lado nos encaminaremos y querremos compartirlo contigo. La librería ha pertenecido a nuestra familia durante 50 años, por lo que imagináis lo complicada que ha resultado esta decisión. Primero mi abuelo Ramón, mi tía Ángela y después mi madre Pepa nos legaron "una extraña y bella forma de vida", tal y como Antón Castro definió en un penúltimo homenaje del que fuimos privilegiados protagonistas el pasado 23 de abril en las páginas de Heraldo de Aragón. Hemos trabajado mucho y nos hemos vaciado. Lo que sí nos llevamos es el amor a los libros, compañeros de vida que tanto nos han enseñado.
La librería continúa su andadura ahora de la mano de Manuel Carrión y su familia, empleado durante 37 años que os seguirá atendiendo para lo que necesitéis. No dejéis de leer, y seguid disfrutando de la Librería Estilo como vuestra librería de referencia.
Gracias a todos y todas por vuestra fidelidad y vuestra amistad.
Fernando y Loreto.
AMADO LARA: EVOCACIÓN Y HOMENAJE

[No me enteré de la muerte el pasado mes de junio del ceramista Amado Lara. Murió a los 52 años a consecuencia de un infarto. Poco antes habían muerto su hija y su hermano Javier. Antonio Ceruelo me contaba hoy la desesperación de Amado ante la enfermedad de su hermano; poco después, de lo mismo, fallecía él. Dentro de muy poco tiempo, Amado Lara, uno de los ceramistas más poéticos e imaginativos de la cerámica en Aragón, será objeto de una exposición en el Torreón Fortea. Hoy lo hemos recordado, como digo, en Albarracín con Antonio Ceruelo, que lo ha definido como un "tipo extraordinario y un gran ceramista, de una enorme potencia poética". Fernando Malo, cómplice suyo en mil y una batallas, le dedicó este artículo. Y también Antonio Vivas glosó su trayectoria.]
*La foto es de Antonio Ceruelo.
http://fernandomalo.blogia.com/2013/060701-amado-lara-1961-2013.php
ALBARRACÍN: LA LEYENDA DEL TIEMPO

[Hoy, en compañía del fotógrafo Antonio Ceruelo, he estado en Albarracín. Hacía algún tiempo que no iba. Y diría que nunca he visto tan subyugante la población: con la suave y a la vez nítida luz invernal. Este verano escribí este texto sobre la villa de los Azagra. Lo recupero para quí y cuelgo la foto de uno de mis artistas más queridos: Juan Manuel Castro Prieto.]
[RITUALES DE SOL. Hay lugares que poseen magia, atmósfera, un pasado que sobrevive y renace a cada instante. Es el caso de esta villa turolense que ha sido elogiada por Baroja, Azorín, Jarnés o Bernard Plossu. Les proponemos un viaje.]
Albarracín o la leyenda del tiempo
Según algunas revistas y varias encuestas, Albarracín, Teruel, es el pueblo más bello de España. “Visite una de las ciudades más bonitas de España, visite Albarracín”, dijo Azorín. Es un sitio realmente hermoso, evocador, esculpido por la caligrafía del tiempo en la piedra. En realidad, hablamos del casco histórico de Albarracín: lleno de callejas angostas, de microrregiones de sombra, de espacios de cariz medieval, de palacios y de recodos, como el que traza la Casa de la Julianeta, tan amada por los artistas y por los fotógrafos, entre ellos Jean Dieuzaide. Albarracín, de entrada, tiene atmósfera: aromas de leyenda, como habría dicho Valle-Inclán, e inspiró a un sinfín de literatos, desde Manuel Polo y Peyrolón a Pío Baroja, Benjamín Jarnés o José Antonio Labordeta, pero también a poetas como el joven Jiménez Losantos, Sergio Gaspar o Xoán Abeleira, entre otros muchos.
Quizá por ello, por su ámbito tan envolvente, de gesta antigua y de intimidad constante, es un lugar ideal para pasar el verano. Tiene frescor y sombra. Campo abierto, serranía frondosa y los pinares de rodeno; arte medieval y arte rupestre. Es un lugar para quedarse en su laberinto de calles y de pendientes, en sus escaleras y sus porches: aquí y allá, de súbito, aparecen miradores. Miradores sobre el río Guadalaviar que, como el Duero a su paso por Soria, traza una curva de ballesta, avanza entre el roquedal, refleja el castillo que rodea el cementerio y deja atrás la torre de Doña Blanca camino del parque y del Molino del Gato: allí la noche, entre copas y charlas, tiene su propia música, su peculiar tambor de agua que se agita a nuestros pies. Hay miradores que se abren de golpe en el Portal del Agua o en un alféizar desde el hotel con encanto Casa Santiago: la pequeña ciudad se ofrece con su colmena de tejados y con el dominio de un color: el rojo y sus variaciones. El ocre. El grana. El color de la piedra, de la tierra, de la mies, del oro antiguo. El último color del crepúsculo.
El acceso a Albarracín en coche no es fácil. Lo mejor es aparcar el cementerio. E incluso, si uno no es susceptible a tratar con el trasmundo, puede dar un pequeño paseo: se respira una extraña calma. Ahí mismo lo mejor es visitar las exposiciones de la Torre de Doña Blanca, sus tres plantas, y luego subir a la terraza. Arriba se vive una sensación de plenitud y de dominio: a nuestros pies, como si desafiase las leyes de las gravedad o las inclinaciones que admite la física, está Albarracín: majestuoso, insomne, como una armoniosa mole de estructuras y colores, de altitudes y hondonadas. Parece una villa imposible, soñada por un ángel de la geometría.
A la izquierda está el río Guadalaviar. En el plenilunio de agosto, desde el fondo de su ribera, sale el fantasma de Doña Blanca, aquella dama enamorada que fue recluida en las mazmorras y que reaparece a partir de la medianoche. O eso dicen. Hay quien asegura haberla visto: intangible y bellísima, alzándose por los aires. De frente está el pueblo y, a lo lejos, la muralla que escala hacia la cima y se corona con banderas. Ese es un punto donde, con paciencia, se suele ir de excursión. Es otro magnífico punto de vista para las fotografías.
Si decidimos entrar al pueblo, lo mejor es avanzar por la calle del Museo de Albarracín: abajo están las salas de arte contemporáneo, que coordina Alejandro Ratia, crítico de arte de HERALDO; arriba está el museo de la historia de la villa. Una villa marcada por la arqueología, por la taifa, por su posición de lugar de frontera y por la exaltación de los oficios tradicionales. Más adelante, están la Casa de los Pintores y la Casa de Santa María, que han sido muy importantes en los programas culturales de la Fundación Santa María de Albarracín, que dirige Antonio Jiménez: periodismo y fotografía, diseño e ilustración, pintura del paisaje, historia medieval, etc. Y la música, claro, Albarracín es lugar de reunión de intérpretes y escenario de conciertos.
La catedral está ahí como un faro que todo lo ilumina. Julio Llamazares ha escrito que “es la más pobre de las catedrales de España”. Ante ella hay otra terraza: desde aquí cabe realizar un retrato de cercanía de la ciudad. Hay que visitar, sin duda, la Fundación Santa María, ver su restauración, los balcones que dan al río, contemplar sus despachos, sus estancias, disfrutar de sus obras de arte. Así se entiende mejor la apuesta de la población, se entiende su pasión por la restauración y las Escuelas-Taller, su amor a la Edad Media, esa tentativa de hacer convivir un pasado exuberante con un presente sin complejos, reforzado por la imaginación y las nuevas tecnologías.
Hay mucho que ver en Albarracín. La plaza. Su arquitectura típica. Sus picaportes con forma de lagarto. Sus hoteles. Sus tiendas. Sus jardines. Sus iglesias. Los patios de las casas. El castillo. En el pueblo nuevo, está el espléndido Museo de los Juguetes. Y cuando lo hemos visto todo, o casi todo, y nos sentimos impregnados de ese espíritu inefable, nos vamos a una calleja y nos quedamos un instante así, inermes, como en abandono. Eso le pasó a uno de los más grandes fotógrafos de la actualidad: Rodney Smith en cuanto vio tanta belleza, la sedimentación de la enciclopedia de los siglos en cada casa, dijo que no iba a tirar ni una sola foto. Solo quería disfrutar del embeleso, de la luz, de tantas y tantas piedras que hablan y hablan sin pronunciar ni una palabra.
LAS ANÉCDOTAS
Ensueño. Albarracín es una localidad que seduce a los fotógrafos. Kim Castells publicó en la editorial Juventud ‘Albarracín. Un mundo de ensueño’ (1999), fotos tomadas con luces especiales que reflejan la belleza de la ciudad y de su entorno. Bernard Plossu publicó ‘Albarracín’ (2007): un libro en blanco y negro. Plossu define la localidad como uno de “los más bellos pueblos del mundo, de un cubismo antiguo”. Plossu inauguró las Estancias Creativas de Fotografía. Juan Manuel Castro Prieto se armó de una cámara clásica, con trípode y de gran formato, y captó los secretos de Albarracín: paisajes, paisanajes, monumentos e interiores, el río, las fiestas. Expuso su obra en el Museo de Albarracín.
Estancias creativas. Albarracín, gracias a los programas de la Fundación Santa María, acoge a artistas. Allí han realizado proyectos, entre otros, Vicente Pascual Rodrigo, Gonzalo Tena, Ricardo Calero o Joanna Pera. Aurora Charlo ha hallado en Albarracín un motivo de inspiración para sus acuarelas.
DAN RHODES: UN CUENTO DE AMOR
[Dan Rhodes (Purley, Inglaterra, 1972) publica en España un nuevo libro: ‘Cásate conmigo’ (Alfaguara. Traducción de Eugenia Vázquez), que es una visión ácida, desoladora a veces, chispeante casi siempre, del matrimonio, de la boda inmediata, de la pareja. Irrumpe la presencia obsesiva de los ex, los engaños, la sinceridad, el deseo y el sexo, una y otra vez se percibe cuánto puede costar vivir en pareja y ser feliz. Este texto es un ejemplo. Los hay más crudos y también más livianos, aunque siempre tienen intención. La foto es de Toni Frissell y ellos son Lili Palmer y Rex Harrison.]
ALMAS
Mi mujer siempre me había dicho que cuando hacíamos el amor ella veía, más que un acto sexual, la unión de nuestras almas.
-Pero pensaba que lo decías en el buen sentido.
-No lo decía en el mal sentido –dijo-, pero admitamos que una indirecta bastante clara. Y, si te soy sincera, ese rollo de las “almas” ya cansa.
Le pregunté si eso significaba que iba a dejarme.
-No –dijo-. No voy a dejarte. Sólo te pido que a partir de ahora lo hagas mejor. Mucho mejor.
FOTOS DEL VIEJO Y ETERNO MADRID

Encuentro, casi por azar, este enlace del viejo, del eterno Madrid: calles, urbanismo, arquitectura, costumbres, coches y escritores. Entre ellos, Galdós y los Quintero, pero también Marañón. Una de las imágenes más bonitas es una de 1923 de Albert Einstein en Madrid. Por aquellos días también estuvo en Zaragoza. Estuvo, en realidad, en Barcelona, Valencia y Toledo...
http://m.forocoches.com/foro/showthread.php?t=1460362&page=18
NUEVE LIBROS DE AMOR

Nueve libros de amor
Algunos títulos recientes para celebrar el Día de San Valentín
El amor, como el aire, está en todas partes. Y muchos de los grandes amores han nacido en los libros para habitar las mentes de los lectores y el imaginario del mundo: Romeo y Julieta, Melibea, Madame Bovary... Todos necesitamos historias para vivir, incluso los que no leen, incluso aquellos que piensan que no consumen historias, pequeños o grandes amores, los pálpitos inadvertidos de la pasión. En un día como hoy, seleccionamos algunos títulos marcados por el amor, el deseo y la necesidad de soñar con alguien.
-1. Amantes. Texto y dibujo de Ana Juan. Contempla / Edelvives, 2013.
Ana Juan, ilustradora y pintora, es la autora de este volumen que ha conocido varias ediciones, en el extranjero y en España, y que aparece ahora en Contempla / Edelvives. Son historias de amor, once poemas que contienen las ondulaciones de la pasión: la fidelidad, el amor fugaz, la despedida, la querida, el amor contrariado, el amor apagado o imposible, la amada inesperada. Las ilustraciones, ocho por pieza, son deslumbrantes.
-2. Cuando el frío llegue al corazón. Manuel Gutiérrez Aragón. Anagrama. 2013.
Una novela de iniciación en Cantabria, en el contexto de la posguerra. El adolescente Ludi Rivero Pelayo se siente atraído por su tía, una mujer lánguida que esconde un secreto. Magníficos personajes secundarios y un hermoso sentido de la elipsis y del misterio. Es como si asistiéramos a una película de Gutiérrez Aragón: la peripecia de una búsqueda y de una revelación de verano, con mar y montaña, en tiempos siniestros. Una joya.
-3. Dulce objeto de amor. Raúl Guerra Garrido. Reino de Cordelia, Madrid, 2014.
El título no da lugar a equívocos. Un hombre maduro y elegante se encuentra, en el Palace, con una joven de enorme sensualidad. Entre ambos, a lo largo del día, se forja una amistad especial… He aquí un libro, eminentemente literario, sobre la atracción, la conquista, la conversación, donde todo conduce a ese esplendor de la pasión. Hablan alternativamente los dos amantes y uno de ellos observa: “... los dos estremecidos en la contemplación del desnudo cuerpo de su pareja”
-4. Cásate conmigo. Dan Rhodes. Traducción de Eugenia Vázquez. Alfaguara, 2014.
Es un libro divertido, ácido, irónico, compuesto por cuentos cortos, más o menos engarzados, que proponen un viaje por el mundo de la pareja. El libro es un inventario de situaciones donde está casi todo: la obsesión, lo ceremonioso, la afición a recordar a los antiguos amantes, la indiferencia, el engaño, el vestido de boca, los anillos, el sexo y sus decepciones, y el abandono. También se habla de expectativas: “algunas cosas tendrían que esperar hasta que estuviésemos casados”. Y no se alude aquí, precisamente, al erotismo.
-5. Lennon. David Foenkinos. Traducción de César Aira. Alfaguara. 2014.
No es propiamente un libro de amor y a la vez no es otra cosa: es la biografía de John Lennon contada en primera persona –y todo lo que ello significa: una infancia dura, su aislamiento, su formación, el éxito con Los Beatles, la boda con Cynthia, las groupies (“estábamos excitados por todas esas chicas”)...- y es una narración de amor. Qué pasó entre John Lennon y Yoko. Algo así: “Llegó la mañana e hicimos el amor (...) Querría describir la maravilla, y no creo que haya palabras para medir la pureza que se adueñó de mí. Enterraría mi pasado”. El libro tiene el oficio de David Foenkinos, autor de ‘La delicadeza’.
-6. Barba Azul. Amélie Nothomb. Traducción de Sergi Pàmies. Anagrama, 2014.
Amélie Nothomb escribe libros de atmósfera teatral, marcados por la obsesión. Aquí reescribe, en clave muy personal, la historia de ‘Barba Azul’ de Perrault, que en realidad es un aristócrata español que alquila una habitación de su palacio de París. En su casa han muerto ocho mujeres. O al menos han desaparecido. Saturnine, profesora de historia del arte, se atreve a alquilar la habitación y a cenar y a tomar champán con ese hombre elegante, el ogro, que no ha salido de casa en dos años y que le anuncia, casi de golpe, que se ha enamorado de ella. Una novela turbadora y magistral, dialogada, en la que ronda el crimen.
-7. El proyecto Esposa. Graeme Simsion. Traducción de Magdalena Palmer. Salamandra, 2013.
Don Tillman, de 39 años y profesor de Genética en Melbourne, es un tipo brillante y considerado, pero tiene un serio problema: jamás ha logrado una segunda cita con la misma mujer. Para remediarlo decide promover el ‘Proyecto Esposa’, un intento desternillante y lúcido de saber qué pasa con la mujer y qué le pasa a él en concreto. El escritor neozelandés resulta divertido, fresco, burlón y audaz.
-8. Amor de muchos días. Antología poética. Prólogo de Andreu Jaume. Lumen, 2014.
Una selección de poetas de diversas lenguas, importantes todos ellos, distinguidos en algunos casos con el Nobel, abordan uno de los temas más fascinantes: el amor, la pareja, qué ocurre cuándo nuestro amor se va con alguien. Aquí están, entre otros, T. S. Eliot, W. H. Auden, Wallace Stevens, Ted Hughes, Jane Carson, Marina Tsvetaieva, Anna Ajmatova, Gil de Biedma, Jorge Guillén, Ángel González o Claudio Rodríguez. Ya lo dijo Gil de Biedma: “Aunque sepa que nada me valdrían / trabajos de amor disperso / si no existiese el verdadero amor”.
-9. Las gafas de ver. Margarita del Mazo. Ilustraciones de Guridi. La Fragatina, 2014.
Un relato sencillo que explica a la perfección los estados del amor: el deslumbramiento, el despertar, el enamoramiento, el reclamo, la tentativa de seducción e incluso la decepción. O la felicidad, el final de feliz. Todo ello sucede en la historia de Carlitos y la bella Inés, que se pone gafas nuevas.
EL BUEN MOMENTO DE ANTONIO SANTOS

Antonio Santos, en plenitud
El artista oscense ilustra a Marchamalo, a Rubén Darío y Espronceda, y a Cervantes
“Pinto todos los días, incluso cuando me atasco o no tengo ningún proyecto entre manos. Llevo tres días de crisis”, dice Antonio Santos (Lupiñén, Huesca, 1955) que acaba de ilustrar ‘La princesa y el pirata’ (APILA, 2013), basado en textos de Rubén Darío y de José Espronceda, ‘Retrato de Baroja con abrigo’ de Jesús Marchamalo, para el sello Nórdica, y hace unos días presentaba, en el Teatro Olimpia de Huesca, su trabajo para el ‘El coloquio de los perros’ (Nórdica), de Cervantes. Santos ha hecho unas 50 ilustraciones en acrílico sobre tabla, de las que se han incorporado una veintena al volumen.
Antonio Santos explica que en ‘El coloquio de los perros’ hace su trabajo más pictórico: “quería rendir un homenaje explícito a los expresionistas que tanto me gustan, especialmente a Oskar Kokoschka, pero también a Alberto Giacometti, tan distinto”. Dice Antonio que él, en el fondo, es un artista sin estilo, alguien que tiene varias líneas: la de los juguetes o juguetones; la de las estampas populares, especialmente brasileñas, y la que ha ensayado con ‘El coloquio de los perros’. “Yo suelo leer los textos varias veces, por la necesidad de entenderlos y por puro placer. Dejo reposar un poco esa experiencia y luego ilustro las sensaciones que me han quedado en el recuerdo”. Cervantes, como hicieron el ‘Lazarillo’, la picaresca española o haría Quevedo, aborda la España miserable del pícaro o del pillo. “Qué poco ha cambiado España. Las jerarquías de ahora peores que las de antaño: más delincuentes, más ladronas, y eso se percibe todos los día en la prensa”. Explica la paradoja de Cervantes, que intentó crear un pícaro bueno y al final “tuvo que bajar un escalón y lo encontró en los perros. Los humanos, esos pastores que engañan a su amo diciendo que los lobos han comido las ovejas cuando se las comen ellos, son decepcionantes. Por otra parte, el clima social y de miseria se parece mucho al de ahora”, dice Antonio Santos, que reside en Madrid. “Un libro es un objeto autónomo. Cuando abordas una ilustración tienes que poner en él todos los recursos del oficio, el ingenio, tu manera de trabajar, pero siempre hay que tener en cuenta que los libros tienen vida propia. Y eso hay que respetarlo. ‘El coloquio de los perros’ respira el espíritu de la España negra, el mundo de Gutiérrez Solana y aún de Francisco de Goya”.
Santos también es el autor de los dibujos, que tiene un aire de grabado, de ‘retrato con abrigo de Baroja’, un escritor muy vinculado con Aragón a través de libros como ‘La venta de Mirambel’, ‘Los confidentes audaces’ o ‘La nave de los locos’; Baroja, además, se presentó a diputado por Fraga. “Es un trabajo distinto que he hecho en linóleo desde una perspectiva más clásica. Fue una invitación del escritor y periodista Jesús Marchamalo a colaborar con él. Me ha encantado hacerlo: Diego Moreno, el editor de Nórdica, ha cuidado el libro al máximo. Baroja ha sido decisivo en mi formación. A veces me decían casi con asombro: ‘¡vaya, pero si se le entiende todo!’. Claro que se le entiende. Es un escritor de referencia para mí con su mundo tan peculiar”.
Antonio Santos ha estado recientemente en México: allí ilustró, para otro libro, el poema ‘Masa’ de César Vallejo, impartió talleres, redactó su ‘Poema mexicano’ (compuesto por siete composiciones en vero) e hizo un proyecto, aún inédito, que se titula ‘Buenos días, señor Posada’, que es diálogo imaginario con el grabador José Guadalupe Posada, al que se expuso hace poco en el IAACC ‘Pablo Serrano’. Le preguntamos por su libro ‘El pirata y la princesa’, el álbum de gran formato que publicaba en el sello zaragozano APILA en 2013. “Es un libro distinto en el que me he sentido muy cómodo. Me hacía ilusión que se encontrarse el pirata y la princesa, muy distinto, con pocos colores y técnicas mixtas, y creo que se encuentran de una manera convincente. El libro se puede leer dos maneras y tiene dos portada. Me ha gustado mucho ilustrar a Rubén Darío y José de Espronceda. Cada vez valoro más trabajar con gente con la que estás cómodo y eso sucedió exactamente con los editores Raquel Garrido y Eduardo Flores”.
EL PIANO, EL ALCALDE Y EL BALNEARIO

LA TRAVESURA DEL ALCALDE ALFONSO MOLINA
El ex alcalde de A Coruña dejó de niño su firma en un piano del balneario de Arteixo
VIVIANA BURÓN. La Opinión de La Coruña
El balneario de Arteixo vivió su época de mayor esplendor a comienzos del siglo pasado. Muchos fueron los huéspedes ilustres que albergó en aquel entonces este lugar que se convirtió en el centro neurálgico del municipio. El director gerente de la empresa Aguas de la Coruña -constituida en 1903-, Ricardo Fernández Cuevas i Salorio o el banquero Narciso Obanza Alonso fueron algunos de ellos, tal y como recogen Xabier Maceiras y Fernando Patricio en su libro De Liverpool ás Sisargas. A derradeira travesía do Priam.
También uno de los promotores del puerto de A Coruña, Raimundo Molina, acudió acompañado de su mujer, Evarista, y su hijo Alfonso a disfrutar de las aguas termales de Arteixo. Una visita que dejó huella en las conocidas instalaciones ya que el pequeño grabó su nombre en la parte trasera de uno de los pianos del balneario. En él se puede leer: Alfonso Molina 16 agosto de 1921. Un hecho que quedaría en una mera travesura infantil si no fuera porque, con el paso de los años, el pequeño llegó a ser alcalde de A Coruña.
Se trata de Alfonso Molina Brandao, que estuvo al frente del Gobierno de la ciudad desde 1947 hasta 1958 y fue uno de los mandatarios más populares de la urbe herculina por su cercanía, su carácter festivo y su gusto por la noche. Una predilección que le llevó a establecer horarios de trabajo que no eran del gusto del resto de la Corporación local.
Conocida es la necesidad que sienten muchos preadolescentes y adolescentes por dejar su huella allá por donde pasan. Un ansia que sufre normalmente el mobiliario: pupitres o puertas de aseos son los lugares preferidos. Pero Alfonso Molina fue más allá y optó por un objeto más musical. A sus trece años de edad y durante una estancia estival en el balneario de Arteixo, el que fue el promotor de la entrada de Lavedra grabó su nombre en un piano. Para la posteridad.
EL PIANO EN LOUREDA
El piano en el que un pequeño Alfonso Molina dejó grabado su nombre y la fecha en la que visitó el balneario se encuentra en la casa de Pablo Mosquera, familiar de los actuales propietarios de los baños y que reside en la parroquia de Loureda, según recoge el libro de Xabier Maceiras y Fernando Patricio.
JORGE SANZ BARAJAS: DIÁLOGO

LITERATURA. JORGE SANZ BARAJAS. El escritor y profesor publica ‘Las hadas muertas’, una novela detectivesca, criminal y literaria que presentará hoy en Cálamo acompañado por Chesús Yuste
“La novela policial debe dejar
más preguntas que respuestas”
Jorge Sanz Barajas (Zaragoza, 1967), profesor de literatura y experto en la figura de José Bergamín, publica una insólita novela: ‘Las hadas muertas’ (Sibirana). Él mismo resume así el argumento: “En el barrio de Las Fuentes, una serie de crímenes que simulan cuentos de hadas o relatos pone en jaque a la policía, incapaz de dar con el móvil. Merencio es un investigador –muy a su pesar- que cree que todo ha sido escrito ya en algún libro y basta con encontrar los párrafos adecuados para dar con el criminal. Vive solo aunque visita a diario a su padre, un viejo linotipista jubilado y enfermo de Alzheimer, y a su perro Eugenio. Un día se le aloja en casa Roque, un antiguo amigo rebotado de cartujo un poco salido y…” Una mujer aparece muerta. Y luego otra, y después otra, en lo que parece un ritual de crímenes en serie.
Dice: ‘Las hadas existen’. O lo dice el protagonista. ¿Cómo son, por dónde andan?
Estoy convencido de que existen. Son como el azar de Cortázar: enredan, lían, lo desordenan todo. Sartre tiene una obra de teatro, ‘Barioná , el hijo del trueno’ en la que dice que los ángeles son personas cuyas manos llegan a donde no llegan los demás o a donde Dios mismo no llega. Labordeta, por ejemplo, para mí era eso. Tenía “duende”, esa capacidad de crear felicidad en los demás; hay gente que tiene un hada debajo del sombrero. Cuando de niño leía los cuentos de Perrault o Andersen, en aquellas ediciones de Bruguera o Juventud, no podía imaginar un mundo sin hadas. Hoy, vista la cantidad de brujas que pululan por ahí, hadas tiene que haber, digo yo. Merencio, el protagonista, cree en las hadas porque tiene la cabeza llena de duendes. Algunos lo llaman “intuición”.
¿Cómo nació la idea del libro? ¿Tenía en la cabeza a Lawrence Blok o a Chesterton?
En mi cabeza está Chesterton, sin duda: la ‘Ortodoxia’ es uno de mis libros de cabecera, la forma de razonar del Padre Brown, los ensayos sobre cómo escribir relatos policíacos. Sus paradojas y su afilado sentido del humor me dan mucho alimento narrativo. La idea del libro surgió hace tiempo precisamente tras la lectura de un libro de Chesterton (no diré cuál para no dar pistas). A Merencio como investigador ‘sui generis’ lo llevaba “a cuestas” desde hacía tiempo por otras historias.
¿Cuál es su idea de la novela policial?
Creo que la novela policial debe dejar más preguntas que respuestas. Últimamente estamos viendo novelas que inquietan poco y resuelven demasiado. Todo es química o biológicamente lógico, parecen ensayos científicos más que novelas. Por otra parte, la novela policial, como la negra, deben servir para denunciar las corruptelas del sistema.
¿Podríamos decir que es una novela intelectual sobre asesinos de mujeres en serie?
No, es más bien la historia de un investigador, Merencio, hijo del barrio de Las Fuentes, un ‘tión’ urbano, al que siempre le caen líos así. En la mente de quien comete los crímenes apenas entramos pero de la de Merencio apenas salimos.
¿Qué clima le interesaba investigar o analizar?
El de un barrio mítico, en el que hace años, cualquier domingo por la tarde, la gente aparcaba el coche y desembarcaba cajas de hortalizas que acababa de coger en el pueblo, jugábamos en las graveras y bebíamos a escondidas en bares cutres. Un barrio donde tipos como Merencio, perdedores pero dignos, hospitalarios, cultísimos, eran habituales. En este barrio aún encuentras una librería al lado de un burdel.
Centrémonos en Fernando Merencio, traductor de Wallace Stevens, divorciado, raro...
Un cráneo privilegiado: es traductor y tiene un ‘background’ idiomático inmenso, las citas le bullen a borbotones, está enfermo de literatura como Vila- Matas, y siempre encuentra la cita que explica algo. Cree que todo está ya escrito por ahí y siente un inmenso aprecio por la buena tradición literaria, que lee y traduce.
¿Ha conocido algún colaborador así con la policía?
Imposible, lo habría despedido el ministro del ramo.
¿Qué le debe esta novela a su condición de profesor?
Bueno: soy mejor lector que nada. Y un buen profe debe leer porque si no, no enamora. La clase de Lengua es el arte de enamorarlos por los libros, y no se me da mal del todo (a veces…) Pero la novela se puede leer prescindiendo de las referencias. Se queda más en novela criminal y menos en clave lírica, que la tiene.
¿Cuál es la importancia del humor, de la ironía?
Es fundamental. Yo me tomo a mí mismo muy poco en serio. Si mi ego se revuelve, en casa o los amigos me lo ponen al día sin problema. Tengo muchos motivos para reírme de mí, así que me queda poco tiempo para reírme de los demás.
La novela sucede en Las Fuentes. ¿Es un barrio de novela negra?
Sí. Un paseo de noche por la calle Rusiñol o Batalla de Lepanto sobrecoge a cualquiera… Han pasado cosas delirantes en nuestro barrio, desde el secuestro de Quini hasta mil cosas más. Se dice que Las Fuentes tiene más bares que toda Noruega. Y más talento. ¡Cómo si no han salido genios como Félix Romeo, Las Novias, y tanta gente más que no dice que es de Las Fuentes por pudor…!
LA FICHA
Las hadas muertas. Jorge Sanz Barajas. Sibirana: colección Las ínsulas extrañas. Zaragoza, 2014. 245 páginas.
ANTONIO SERRANO CUETO: MICROS
Antonio Serrano Cueto, gaditano y experto en lenguas clásicas, es poeta y narrador. Domina como pocos el microrrelato. Hoy tiene la cortesía de enviarme tres cuentos breves que tienen su sello, su sentido poético, su ironía, su energía expresiva y narrativa.
Textos: Antonio SERRANO CUETO I
LA ESTACIÓN DE LAS NIDADAS
Mis amigos Sonia y Javier acordaron poner fin a una década de vida conyugal el día en que descubrieron excrementos de murciélago bajo la cama del dormitorio. Hasta entonces habían anidado en la habitación matrimonial numerosas parejas de aves de albo plumaje, que, según las estaciones del año, alternaban sus estancias o compartían el mismo hábitat en armoniosa y gárrula convivencia.
Las primeras en aparecer fueron las ocas canadienses, tras un vuelo transoceánico que las dejó exhaustas. Pese a que en la casa reinaba el clima mediterráneo, las ocas se adaptaron con admirable prontitud y el hogar no tardó en llenarse de graznidos sagrados. Antes de emigrar hacia otras latitudes con sus crías, aún coincidieron durante una corta etapa con un par de flamencos —garbosa estampa como ninguna— que se instalaron junto a la cómoda de caoba.
Después llegaron hermanados en el cielo los cisnes y las cigüeñas. Traían haces de ramas secas en los picos para la fábrica de los nidos. Los cisnes escogieron la mesilla de noche del lado de Sonia, mientras que las cigüeñas aplicaban barro y paja en los brazos de la lámpara del techo crotorando sin descanso.
La estancia más tumultuosa fue sin duda la de las palomas, de suyo tan inquietas y volubles. Se acomodaron en una estantería junto al armario y en pocas jornadas la hembra empollaba dos huevos. Apenas las crías empezaron a volar con autonomía, la familia levantó el vuelo en dirección a los aleros de la iglesia próxima, atalaya excelente para controlar la llegada a la plaza de los ancianos con bolsas de pan.
La última fase del matrimonio se caracterizó por la afluencia de las visitas internacionales, ya que estuvo presidida por una pareja de garzas reales procedentes de Venezuela, otra de cacatúas galeritas nativas de Oceanía y una tercera de pelícanos llegados desde la remota Mongolia.
Al marcharse todas las aves y quedar el dormitorio desierto, la armonía se quebró y Sonia y Javier aceptaron que su matrimonio había entrado en fase terminal. Porque en tanto había vida en los humedales y cantos en las ramas de la tupida arboleda, las desavenencias y el desapego crecientes reposaban sobre un lecho ilusorio, de albo y mullido plumaje.
’Zona de incertidumbre’
ENERGÚMENOS
En el alféizar de mi ventana duerme un energúmeno. Esta mañana me he levantado, he ido al baño, he vuelto a la habitación y, al asomarme por la ventana, zas, ahí estaba. Un energúmeno. Se preguntarán: ¿cómo sabe que es un energúmeno, si está dormido? Porque tienen dos rasgos que los definen y los delatan en la multitud: la cabeza pequeña y la boca enorme. Ya, ya sé que hay mucha gente así, pero al energúmeno lo ves venir. No hace falta más. Te dices: ése que viene por ahí es un energúmeno, y aciertas, y siempre tiene la cabeza pequeña y la boca enorme.
Vino solo, pero, como todo energúmeno es animal de compañía, ahora hay dos más durmiendo en el alféizar de mi ventana. Antes yo veía el jardín del parque, con su estanque, sus patos y sus columpios, pero ahora me asomo a la ventana y sólo veo a tres energúmenos durmientes. ¿Qué buscan en mi casa, si yo soy un ciudadano de vida gris y costumbres planas? Aunque, bien pensado, ¿por qué ha de esconder algún propósito el hecho de que tres energúmenos duerman ovillados en el alféizar de mi ventana?
Esta mañana se han sumado tres energúmenas, así que ya tengo completa la media docena. ¡Cómo se ha complicado todo! Con un energúmeno dormido en el alféizar se podía convivir, sin embargo ahora vivo asustado. Temo sobre todo que se despierten, follen sin parar y se reproduzcan. Imaginan, cientos de energumenitos pululando por el alféizar de mi ventana con sus cabezas pequeñas y sus bocas grandes. Por si acaso, he decidido dejar de regarlos.
’Fuera pijamas’, Barcelona, Ayuntamiento de Montcada-Debarris, 2011, p. 14.
IN & OUT
Como todos los días desde que lo inventaron, pasa las horas recostado sobre su oscuro lecho de plata. A pesar de que ha sabido ingeniárselas muy bien para sobrevivir en tan adversas condiciones, aceptando sin rechistar la soledad de su destino legendario, no ha logrado acostumbrarse a la terca adherencia de ese frío en la espalda. Tampoco a la sorda quietud dentro y fuera. Ahora todo está a punto de cambiar. De repente, una agitación violenta sacude el habitáculo como si se tratase de un sonajero en manos de un niño. Nuestro genial morador se golpea y queda magullado en el suelo, más expectante que temeroso. Entonces advierte que la temperatura comienza a subir en el interior. Es un calorcillo agradable y envolvente que parece emanar de las paredes. Más aún: es una caricia que le lleva a evocar el roce de los dedos amorosos de su madre en la remota piel de su infancia. Por primera vez siente que aquel recinto imperfecto es su hogar y, decidido a reconducir su vida intramuros, se lamenta de haber dedicado tantas horas a fabricar deseos para el caminante que lo liberase del encierro. Pero de pronto su felicidad se estrella contra las piedras tan bruscamente, que el genio no acierta a comprender qué está ocurriendo fuera de la lámpara.
’Fuera pijamas’, Barcelona, Ayuntamiento de Montcada-Debarris, 2011, p. 18.
Tomo la foto de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-383be95d3a82f6f6e1c4442fdd5b96b6.jpg
-La segunda foto de Romualdas Rakauskas la tomo de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-fa2790bfb0f7f81a799c1d39f69a82b5.jpeg
JORGE MARTÍNEZ LUCENA HABLA DE 'NEGRO', SOBRE FÉLIX ROMEO
[Jorge Martínez Lucena acaba de publicar en Libros del K. O. el libro 'Negro', la crónica de su fascinación hacia Félix Romeo Pescador, al que no llegó a conocer. El libro es, sobre todo, un intento de dialogar con el autor de 'Amarillo' a través de su personalidad y sus libros.]
-¿Cómo nace la idea de escribir un libro sobre Félix Romeo?
Un amor a primera vista. Como cuento en el libro, lo trajo hacia mí la marea de Facebook provocada por su muerte. Alguien que tenía tantos amigos y que era tan querido por sus amigos tenía que ser alguien interesante, por fuerza. Sólo tuve que leer Amarillo para entender que ir al fondo de aquello iba a valer la pena. Tenía un nosequé muy vivo con lo que sintonizaba a las mil maravillas. Era una experiencia como la de leer a Dan Fante o a David Vann, pero sin tener que irme a California, Nueva York o Alaska. Se producía mi identificación con alguien que habitaba un mundo parecido al mío. Su amigo se había suicidado a tres calles de donde yo he vivido treinta años y aquella acera que yo había paseado sin prestarle atención en la calle Borrell, era ahora un surtidor de literatura. Era como leer en cada página un neón que decía: en tu vida también hay literatura. Y me subí a ese carro…
-¿Qué tres o cuatro ideas o percepciones te atrajeron de él?
Me repito, pero la cantidad de amigos que tenía un tipo como él, que no era Philip Seymour Hoffman ni David Foster Wallace. Yo mismo lo recuerdo vagamente de la Mandrágora. Pero es como cuando vas a un entierro en un pueblo de La Rioja y la gente no cabe en una iglesia en la que caben mil personas y ves llegar a una muchedumbre a pie desde los pueblos de alrededor y amontonarse fuera en silencio. Entonces te das cuenta de que la vida de esa persona ha valido la pena. Eso atrae, sin duda, pese a que se trata de algo triste.
En segundo lugar, creo que hay en su Amarillo y en su Noche de los enamorados una tensión que para mí define la mejor literatura. Cuando te cuentan una historia que podría ser la tuya o la de alguien que conoces y, sin que el escritor use emboscadas sentimentales al estilo Los puentes de Madison, empiezas a darte cuenta de que aquella historia pequeña cuenta algo que te hace saltar el corazón. Ahí entendieses que si vieses la vida como aquel escritor la monotonía de tu vida desaparecería y vivirías con una intensidad increíble.
Además, me atrae de Félix su pasión por los imposibles como la democracia, la amistad, el perdón, los regalos, el amor,… Con esto no quiero decir que Félix sea un iluso. Todo lo contrario. Creo que defender y desear los imposibles es precisamente lo que nos hace humanos, como cuenta Derrida.
-¿Qué papel jugaron los amigos en este libro, empezando por Pepe Cerdá?
Sin Pepe Cerdá este libro quizás no habría empezado a escribirse en mi cabeza. Uno acumula razones para hacer algo pero también se intenta construir un argumentario inconsciente que frena el proyecto, que lo delimita. Yo me había contentado a mí mismo escribiendo un post sobre Félix en mi blog. Cuando Pepe dejó un comentario en él sin conocerme de nada y afirmando que le había parecido precioso lo que yo decía sobre Félix y que a él le hubiese encantado, todo se puso en marcha y vencieron las razones a favor de la aventura…
Pero después no ha sido sólo Félix. Hay una lista larguísima de amigos más o menos cercanos suyos que han colaborado conmigo, que me han acercado a él. Gente del cine. Multitud de escritores. Editores. Periodistas. Profesores. Pintores. Todos me han contado historias, pedazos de su tiempo juntos que se arrancaban de sus recuerdos personales, y por ello les estoy tremendamente agradecidos…
-Dices: “Félix. No es que mi vida haya dado un vuelco radical al leerte. Pero en algunas cosas me he sentido identificado contigo”. ¿En cuáles en concreto?
Fuá. En muchas, pero quizás para mí ha sido por un tiempo como un hermano mayor, como un tipo que encarna mi generación a los cuarenta años, cuando la vida llega a su teórica mitad y no sabes bien por qué empiezas a preguntarte si no estás perdiendo el tiempo haciendo lo que haces y todas esas cosas profundas. Identificarme con alguien como él, brillante, hiperactivo, y querido por muchos, que había muerto a tan temprana edad me ha permitido contestarme a preguntas del tipo: si te murieses tú como él, a los 43 años, ¿la cosa habría valido la pena? O quizás deberías hacer más como él y arriesgar más por lo que crees que es lo importante. En eso, por ejemplo, me siento cercano a él: creo que hay que poner toda la carne en el asador cuando percibes que ahí te juegas ser tú o pasar a transformarte en una versión edulcorada de ti mismo.
También me identifico con él en su amor a la libertad (me parece que sin libertad no se puede hacer nada interesante), a su mujer y a las cosas concretas bellas como los macarrones de mamá o ciertos libros sobre literatura-vida.
-¿Por qué decides armar el libro como si le escribieras a Félix o hablaras con él?
Ponerte a escribir sobre alguien que ha muerto, al que no conocías de nada, y hacerlo además a partir de los testimonios de muchos de sus amigos, que para más inri son tipos que escriben muy bien y que saben cómo se deben hacer las cosas en este mundo de la literatura, no es una tarea en la que uno se sienta demasiado cómodo. Por eso, a fin de evitar en mí la tendencia periodística a aventar trapos sucios, he hecho determinadas opciones formales que me permitiesen escribir relacionándome con su presencia. Por eso le hablo. También por eso intento adoptar determinadas opciones expresivas que Félix utilizaba en su literatura. En Amarillo le habla a Chusé Izuel, un amigo que se suicidó. Pero además he procurado mantener la desnudez de las frases, las repeticiones, las listas, su lirismo surgido del detalle. Como dice Malcolm parecía que escribía borradores de libros, más que libros. Huía de cocinar demasiado las cosas, dejando espacios en blanco para que el lector los poblara con su vida, o por lo menos eso me parece a mí. Yo intento, en este sentido, no sólo darle espacio al lector, sino también a Félix.
-“Puede que se piense que exagero si te digo que te he conocido en tus amigos”, afirma, y a la vez Mariano Gistaín dice que él vive “como si estuvieses vivo”. ¿Qué conclusión extraes de una sensación tan generalizada? ¿Qué relación especial tenía Félix con sus amigos, cómo les marcaba o influía?
Creo que los grandes hombres dejan huella. Esto parece un anuncio de after shave de los ochenta, pero creo que es verdad, aunque habría que decirlo de otro modo para no sonar a embaucador. Entiendo que la vida es una especie de infección que se contagia. Los mejores de entre nosotros viven más y por eso la contagian más. La vida es una especie de vibración indescifrable que hace vibrar. Si uno vibra leyendo Amarillo, cómo no lo va a hacer teniendo a este hombre al lado. Hay ciertas personas cuya compañía es un privilegio porque te hacen la vida mejor. Félix era una de esas personas y eso no se olvida, aunque dejan un silencio ensordecedor, como me dijo la madre de Félix y he puesto en el subtítulo: “desde que te fuiste se nota el silencio”. Pero claro, todo silencio es algo que revela una presencia. Por eso Mariano Gistáin, un tipo de gran sensibilidad, no deja de percibirlo. O la misma Cristina Grande, su primera pareja, que me contó lo mismo.
¿Es la amistad el principal atributo de Félix? Citas una frase muy feliz de Pérez Lasheras: “creías en la amistad como otros creen en la vida eterna”.
Creo que era un gran amigo de sus amigos. Y creo que hay algo de eterno o inolvidable o inmortal en ello, como te acabo de explicar.
¿Qué has aprendido del Félix escritor y lector? ¿Cómo vivía, según tus conclusiones, la literatura, el periodismo?
Con riesgo. Me admira su libertad ante las situaciones. No velaba por su seguridad laboral. Era un freelance que sólo trabajaba con quien quería trabajar con él. Rompía contratos firmados a su favor porque percibía que no se le quería. Escribía su página Iluminaciones en ABC no pensando en lo que querría el lector medio de ese periódico sino haciendo lo que a él le parecía más interesante en cada momento.
Como lector fue voraz. Me da envidia. Leía como un poseso. Aunque es verdad que su opción de vida le daba un tiempo que otros no tenemos. También era un lector original e inteligente. Se ve leyendo sus críticas. Sorprende.
¿Cómo le defines como escritor? ¿Ha sido, esencialmente, un escritor en periódicos y revistas?
Félix ha escrito mucho más en periódicos y revistas. Eso está fuera de toda duda. Es un dato. Pero aunque sus “novelas” hayan sido pocas, a mí me parecen muy interesantes y suficientes como para hablar de alguien con una voz potente y atractiva. En cuanto a sus artículos y críticas también son muy suyos. Muchas veces parecen insospechadas constelaciones de imágenes o ideas que producen una sensación de actividad cerebral hipertrófica y radical, algo que cuadra mucho con lo que me han contado de él.
Hay un Félix comprometido con la libertad, con la justicia, contrario a todo relativismo. ¿Cómo has tratado este asunto?
Félix es un talibán de la libertad y de la democracia. Lo ha subrayado de nuevo Ramón González Férriz en Letras Libres, reseñando la recopilación de textos de Félix editada recientemente por Xordica, y me parece innegable, y por eso lo he querido retratar en anécdotas como la del calvo que le hizo al Ministerio de Igualdad o citando alguno de sus artículos más virulentos contra el Islam, en que él se convertía en el mayor defensor de la mujer. No tenía nada de multiculturalista. El relativismo era una de las cosas que le podían cabrear de lo lindo.
¿Qué importancia tuvo el amor en la vida de Félix? Hablas de Cristina y de Lina, rastreas un amor fugaz que ha desaparecido, Nuria, reflexionas sobre su amor a la mujer...
Todo el mundo me ha contado que para él el amor era algo fundamental. Le recetaba a todo el mundo enamorarse y él no dejaba de hacer locuras de amor. En el libro explico cómo consiguió que Cristina Grande no le dejara la primera vez que hizo el intento de ello. Fue una astracanada fantástica. Lo consiguió publicándole a Cristina su primer libro de relatos en horas. También explico cómo estaba cambiando en cosas sorprendentes debido a su relación con Lina. Siempre había sido un urbanita que odiaba el campo y la naturaleza y, sin embargo, últimamente estaba viviendo en San Mateo de Gállego. No sé, creo que de algún modo extraño, se podría decir que Cristina y Lina hicieron surgir dos Félix distintos. Quizás por eso digo en el libro que Nuria, la chica con la que tuvo una corta relación entre Cristina y Lina, es el gran misterio del libro. Quizás entrevistarla me hubiese permitido rastrear elementos de ese cambio en Félix.
Pepe Cerdá, que es muy importante en el libro, escribió en su blog: “Félix ha muerto angustiado por su porvenir” y Mariano Gistaín también habla de la decepción de saber que un trabajo como el suyo ya no se pagaba. O ya no se pagaría.. ¿En qué medida has constatado esta decepción de Félix?
La he constatado por los testimonios de diferentes amigos de Félix. No sólo Pepe y Mariano. Muchos me han contado cómo la pérdida de su página en ABC y la crisis generalizada en el sector, estaban reduciendo drásticamente sus ingresos, y él lo fue comentando a unos y a otros. Seguía cobrando del Heraldo y alguna colaboración esporádica, pero poco más. Tenía un hipoteca que pagar y según tengo entendido, en los últimos tiempos sus padres habían vuelto a pagarle la contribución de su piso en Conde de Aranda.
No eludes los lugares oscuros de Félix: un viaje con Cristina, su tendencia a la discusión, sus monumentales cabreos y luego la mala conciencia, esos correos en los que asume que se ha pasado.
Negro no es una biografía, como explico en el anexo del final. Pero lo que nunca he querido que fuese es una hagiografía. Creo que por todos tenemos nuestro talón de Aquiles, y parte de la grandeza de nuestra vida está en que los que están alrededor no nos midan por ello. Creo que en el caso de Félix es evidente que en ocasiones tenía arrebatos dialécticos violentos que intento reflejar en el libro. Pero lo verdaderamente interesante es que su grandeza era tal que incluso viendo cómo a veces podía mear fuera de tiesto uno lo reconoce como igualmente excepcional. Es lo que he intentado mostrar en el libro, que un tipo como tú y como yo, con sus miserias, es alguien extremadamente excepcional. Eso es una esperanza para todos.
Dices: “Tú eres el mejor valedor de la cultura”. ¿Cuál es la importancia y la presencia de Félix en las letras y en la cultura españolas?
Me parece que es uno de los que, desde “Dibujos animados” hasta cada uno de sus artículos, más ha colaborado en la disolución de la frontera entre la alta y la baja cultura en la literatura de nuestro país. Hablo de su incorporación del mundo pop a la literatura en sus escritos. Gracias a él y a otros cuantos como Loriga, mi generación y las posteriores se han podido reconocer en la literatura española.
Da la sensación de que te ha quedado un Félix muy zaragozano. ¿Ha sido deliberado?
No. Hasta donde sé lo era… Aunque quizás esta condición de zaragozano de mi Félix tenga que ver con mi fascinación por Zaragoza. Con este libro yo he redescubierto Zaragoza en varios aspectos. Para mí Zaragoza eran el Pilar y las gasolineras de Alfajarín, Vía Augusta, etc. Por eso me gustó tanto la serie de cuadros hooperianos que tiene Pepe Cerdá, donde se dedica a retratar gasolineras, y le pedí una gasolinera amarilla para la portada del libro. Y ahora me he dado cuenta de que hay vida en Zaragoza y de que hay una vida cultural de un calibre insospechado… De todos modos, he procurado retratar las conexiones madrileñas y barcelonesas de Félix, que eran muchas…
¿Por qué tiene tan poca presencia José Antonio Labordeta?
Porque no le podía entrevistar, por razones obvias. Lo cual no quiere decir que no sea consciente de la importancia de José Antonio Labordeta para Félix. La muerte de Labordeta, un año antes que la de Félix, fue un palo inmenso para él. Muchos me han dicho que fue su segundo padre y creo que en Negro aparece por lo menos un par de veces. Sin embargo, la de Labordeta no es la única ausencia. Tampoco pude cuadrar agenda con Miguel Mena, con Julio José Ordovás, con Martín Casariego, y con muchos otros me tuve que conformar con una mínima conversación telefónica. Pero el caso es que, reconociendo que el libro hubiese ganado en rasgos biográficos con estas adendas y con muchas otras, mi intención no era la de hacer una biografía de Félix. Al escribir este libro me interesaba más lo que Félix despierta en mí que trasmitir la realidad pulquérrima de la existencia de Félix, que por otra parte me parece inaccesible para cualquiera, aunque es verdad que muchos pueden protagonizar a este respecto intentos menos irónicos que el mío…
Dices: “Solo ser maño te hacía ser ciudadano del mundo”. ¿Cómo se explica esta paradoja?
Las paradojas lo son porque no se pueden explicar, pero si tenemos que hacer el intento, quizás podemos recurrir a aquel adagio clásico de que vocación y misión coinciden. Es decir, que si Félix no hubiese sido profundamente maño no hubiese aportado toda la riqueza que ha aportado al mundo, del uno al otro confín. Si no hubiese ido al instituto al que fue no hubiese conocido a Ramón Acín, a Antonio Fernández Lasheras, a Ignacio Martínez de Pisón, a Luis Alegre, etc. y no hubiese extendido su influencia como un manto interminable de encendida amistad. Aunque quizás divago.
¿Qué intentas reflejar de ti mismo en este espejo negro?
Que a los cuarenta años uno tiene la oportunidad de hacerse de nuevo determinadas preguntas que Félix me permite formular e incluso responder sin demasiado esfuerzo. Preguntas del tipo: ¿Tienes una vida auténtica? ¿Qué es la autenticidad? ¿Dedicas la vida a lo que realmente quieres dedicarla? ¿Hasta dónde hay que arriesgar para vivir de esto de la escritura? ¿Hay amistades para siempre?, etc. Aunque esto parece el guión de un anuncio, es como me sale…
Un libro es una lección, una aventura. Si tuvieras que resumir esta aventura, estas entrevistas, esta obsesión, qué dirías...
Negro es la aventura de descubrir que la vida lleva dentro una intensidad que muchas veces nos pasa desapercibida. Félix tenía el secreto.
GONZALO DEL CAMPO ANTOLÍN: TEXTOS

TEXTOS DE GONZALO DEL CAMPO ANTOLÍN
Ayer, en Aínsa o L’Ainsa, me encontré con un viejo amigo: escritor, profesor de historia y otras muchas cosas: Gonzalo del Campo Antolín. Sigue escribiendo: cuentos, más de 50 ha redactado, poemas, impresiones, etc. Le he pedido algunas cosas y me envías algunas piezas. Empezamos con "este pequeño homenje al librero de viejo Inocencio Ruiz Lasla, que pertenece a una serie de escritos sobre Zaragoza que he titulado ’Desde el balcón del Alba" y un poema del mismo libro". Gonzalo también me envía esta foto y algunos textos más que irán apareciendo poco a poco.
LA LIBRERÍA DE DON INOCENCIO
Era un rincón oscuro de una ciudad invadida por la niebla, cuando no por el viento. Una ancha acera de adoquines separando altos edificios, entre los que casi nunca se colaba el sol. En verano, yo buscaba con placer el silencio y la sombra de aquel lugar, desprendido, casi por milagro, del bullicio. Allí, junto al entonces fantasmal pasaje de los Giles, una luz diminuta, como la de un hogar que escarbase la noche, estaba la librería de Inocencio Ruiz.
Era un hombre menudo y sabio, que permanecía quieto, tras su breve mostrador, repleto de libros viejos o usados.
Cuando comencé a frecuentar su humilde tienda, aún entraban en ella libros antiguos y, tal vez Inocencio albergase la esperanza de que su hijo se animase a llevar el negocio.
No era raro ver cubiertas de pergamino, ni cantoneras de cuero con las letras del título en dorado y las primeras páginas decoradas en papel de aguas. Era, por aquel entonces, el único librero con tienda propia, aparte de los vendedores del rastro, que moviese el libro antiguo. Podías preguntarle por cualquiera, porque él te pondría en la pista del cuando y el donde de las ediciones. Llegó a escribir, incluso, una gran bibliografía sobre los libros editados en Zaragoza desde la invención de la imprenta.
De los muchos libros que recuerdo haber visto en los estantes, uno que jamás faltó en cualquier ocasión fue “La Forja de un Rebelde” de Arturo Barea. Quizá por eso, a pesar del aspecto frágil y enfermizo de Inocencio, lo imaginaba como un héroe de la retaguardia antifranquista. Desde aquel agujero abarrotado de libros se me antojaba un maqui de la cultura y más al descubrir ejemplares de Ruedo Ibérico, considerados por entonces panfletos subversivos.
Era un placer prolongar la estancia en aquel pequeño santuario. Detenerse a leer las contraportadas, descubrir la letra manuscrita de antiguos dueños, sentir el crujido de la vieja tarima de madera y aquella campanilla que sonaba al abrirse la puerta, por la que entraba una bocanada de frío y niebla, que obligaba a Inocencio a taparse la boca con su eterna bufanda.
Allí permaneció hasta después de cumplir los setenta, cada vez con más achaques, obligado a no jubilarse para poder mantener a su familia, sin un hijo que se hiciese cargo de aquella librería de la que poco a poco desaparecieron los libros antiguos, los clientes y yo mismo, pues me fui a vivir lejos.
Cuando volví solo quedaba el rótulo de “Libro viejo y de ocasión”, bajo él un espacio vacío y oscuro que hacía definitivamente inhóspito aquel desangelado rincón de una ciudad habitada por la niebla y el viento
BLUES DE LA CALLE DEL “SEPULCRO”
Hay, payo, desnudeces
que irritan al alma,
hambres que no se curan
en una hartá.
Como hormigas
lamiendo la tierra,
los restos del harto,
en el plástico verde
de un contenedor
De cabeza en la noche,
adoquines de hielo
alumbran al alba,
en la soledad.
En el cielo,
la última estrella
refleja en el Ebro
su turbio mirar
Es el blues
de los ángeles negros
que cruzan la noche
en puro vagar
bajo los luceros
y las luminarias
vendiendo los sueños
con los churumbeles
cargados al cuello
remando en el cierzo
y en la oscuridad
En la esquina los charcos
reflejan su sombra,
y en el puente de piedra
los carros se aguantan
sin machos en su bambolear.
Las gaviotas del alba
en su vuelo
extienden las alas
sobre el deambular
Los bohemios
en lunas de invierno
escarchas del alba
solo beberán
*La foto de Inocencio Ruiz Lasala la he tomado de aquí...
LOS MODLIN: DIÁLOGO CON PACO GÓMEZ
Paco Gómez (Madrid, 1971) es ingeniero de caminos, fotógrafo y escritor. Su libro ‘Los Modlin’ (Fracaso Books), mezcla de reportaje y novela, fue uno de los libros del año 201: una novela-reportaje. El pasado jueves lo presentaba, con diversas proyecciones, en Los Portadores de Sueños.
-¿Cómo llegó a los Modlin?
Hace diez años tras la muerte del último Modlin me encontré sus fotografías tiradas en una calle de Madrid
-¿Por qué tardó tanto tiempo en seguir el curso de las fotos que había encontrado en la basura?
Porque aquello no tenía orden aparente, era dificil a primera vista encontrar una conexión lógica conexión entre ellas, además yo en esa época fui padre y tenía otras prioridades en la vida.
-¿Qué le llamó la atención de esas piezas?
Pues que eran unas fotografías teatrales de una familia que se fotografiaba semidesnudos en la mayor parte de los casos. Fotografías experimentales muy diferentes de lo que todos relacionamos con un álbum familiar.
-Hablemos de cada personaje: de Elmer. Era actor, pero parece que lo que le caracteriza es su pasión por Margaret y su convicción de que es una magnífica artista, ¿no?
Así es, Elmer era una especie de escudero, de portavoz de la obra de su mujer. Defendía la misión mística de Margaret incluso más que ella y estaba convencido de que en un futuro el mundo se arrodillaría ante su pintura apocalíptica.
-Tenía, o tenían, amigos tan curiosos como Henry Miller. ¿Qué relación tuvieron con él?
Elmer le conoció en Hollywood, posiblemente en el restaurante vegetariano que los Modlin regentaron durante una época. También conocieron a Anais Nin y otros intelectuales. Los Modlin se aferraron a Miller como plataforma de lanzamiento para alcanzar la fama, mantuvieron correspondencia y Margaret le pintó dos retratos. Miller les contestaba pero parece que más por compromiso. Ellos decían que Miller tuvo mucha influencia en ellos a la hora de establecerse en Europa.
-¿Cómo define la pintura de Margaret? ¿Por qué tiene esa obsesión con la divinidad?
La pintura de Margaret está centrada en un extraño sentido del color, la mística, la simbología, el secretismo y la religión, elementos que la llevaron a una total incomprensión en su época. El interés para mi principal es la inclusión de su propia familia como personajes de sus cuadros y la utilización genial de la fotografía en el proceso creativo. Es una obra pasada de moda en el momento en el que se pintó, muy difícil de observar y muy difícil de entender. Margaret era muy religiosa sin duda por la influencia de su educación en iglesias integristas de su Carolina del Sur natal y esa religiosidad la trasladó de una forma extraña a su pintura.
-¿Qué le parece la relación que tenía con su hijo, al que veía como un dios?
Pues una relación un tanto obsesiva por cada poro de su piel que sin duda influyó de forma definitiva en la personalidad de Nelson. Entre lo bueno creo que está que le volvió una persona hipersensible y entre lo malo que le complicó sus relaciones personales: Nelson supo distanciarse a tiempo de la locura intelectual de sus padres.
- Nelson parece un personaje fascinante y a la vez enigmático. ¿En qué residía su encanto?
En su altura, en su voz, en su belleza, en su humor… Los que le conocían decían que era una persona de esas que dicen que ocupa un espacio mayor que su cuerpo y que casi emite luz. Me hubiera gustado conocerle.
-Recuérdenos brevemente sus historias de amor…
Tuvo varias mujeres: una bailarina llamada Berta, la presentadora de telediario Olga Barrio, una guía turística llamada Susana y al final de su vida la italiana Mónica Fornasieri con la que no pudo casarse porque la muerte le llegó antes.
¿Le ha dolido la indiferencia y el silencio de Olga Barrio?
En su día sí porque me interesaba mucho su testimonio y no conseguí nada, no entendía que tecla había tocado para negarse incluso a hablar de Nelson. Pero bueno al final entendí que había que respetar ese derecho al silencio aunque decidí incluirla porque era parte de la historia.
¿En qué momento se dio cuenta de que tenía entre las manos una historia especial?
Al leer un artículo que la periodista Susana Hidalgo escribió en ‘El País’ en el que hablaba de los cuadros de una pintora que se pudrían en un piso de Madrid. Yo tenía sus documentos en una caja en mi casa.
-Tenían algo de iluminados y también de conservadores. ¿Por qué les atraía tanto Franco?
Le admiraban porque para ellos era un soldado cristiano. Representaba una época en que ellos fueron muy felices y además le quisieron utilizar también para alcanzar la fama pintándole un retrato que pretendieron que Patrimonio Nacional les comprase. Compra que fue frustrada por el atentado contra Carrero Blanco.
-¿Qué es lo más curioso, bello o inquietante que le ha pasado con estos personajes?
La serie de casualidades que se sucedieron en la investigación y que me da hasta vergüenza enumerarlas y la instalación desde entonces de los Modlin en mis sueños.
*Todas las fotos pertenecen al libro de Paco Gómez. Este texto, casi en su totalidad, apareció el jueves en 'Heraldo de Aragón'.
IRAZOKI: TRES POEMAS EN PROSA

[El poeta y narrador y crítico Francisco Javier Irazoki, con una intensa y larga trayectoria a sus espaldas, me envía tres poemas en prosa. La foto es de Barbara Loyer.]
TRES POEMAS EN PROSA DE
FRANCISCO JAVIER IRAZOKI
AUTORRETRATO
Lo mejor de mi cara es la lechuza. Vive impasible, subida a unas zarzas blancas. A veces noto el roce de su plumaje amarillo en la frente, o de sus uñas negras que dan cuerda al tiempo en mis arrugas. Me desvela las noches en que caza demasiado, y las mujeres me consolaron al oír su graznido lúgubre cuando volaba. Si me pongo delante de un espejo, no puedo sostenerle la mirada.
(Del libro Los hombres intermitentes; editorial Hiperión)
*****
EJECUCIÓN DE LA INFANCIA
Yo era espía en las vacaciones de invierno, y vigilaba a un vecino.
Cada día, temprano, aquel hombre apuntaba con la escopeta al suelo blanco. Lo hacía casi sin reposo, hasta que se iban las mejores luces y empezaba a escarchar. Sus pasos silenciosos no interrumpían el sueño de las larvas.
Una mañana como otras él mantuvo su mirada fija en un punto de la superficie y el dedo enroscado en el gatillo del arma, y esperó las palpitaciones subterráneas. Pero mi angustia disipó la escena. La figura del hombre subió descosida entre las ramas de los árboles.
Desaparecido el cazador, perforé con manos de niño el montoncito de arcilla helada y dejé caer en el agujero mis regalos: orugas y lambrijas, o mariposas que volaban sin rumbo en las galerías de los topos.
Pasé horas a la escucha del trote de los animales en la madriguera, como acaso ellos aguardaban mis pensamientos y gusanos.
La realidad disparó mientras yo dormía. Allí estaba, sobre la hierba ensangrentada, el cuerpo abultado y suave del topo. Y sus ojos tapados por el pelo de mi infancia muerta.
Palpé a solas, largamente, la tierra anochecida que aferraban sus uñas.
(Del libro Los hombres intermitentes; editorial Hiperión)
*****
MENÚ DEL CIELO
«Vas a morir, vas a morir», me repitió el cura que imponía silencio cuando debíamos acostarnos. Él se paseaba en el dormitorio de techos altos y paredes grises y, aunque ninguna luz estuviese encendida, lo veíamos acecharnos entre las hileras de camas y armarios. Nos despertaba al amanecer, con las mentes sacudidas por el sonido de una esquila, depositaba el desayuno y desaparecía después de anotar en su cuaderno la evolución de nuestras enfermedades.
Los otros alumnos sanaron, y me quedé solo en la pieza. Mi fiebre no podía darle calor a un espacio tan grande, y me distraje recordando la llegada al seminario. Como cualquier viaje a los pueblos cercanos implicaba entonces una aventura de mapas extranjeros, el coche se perdió en la niebla. «El auto ha sentido la llamada de Dios», advertían mis familiares, y yo protesté sin ser oído por el conductor maldiciente, hasta que divisamos un enorme edificio de hormigón. Ya era viejo antes de estar acabado, con claraboyas nubladas y patios de gravilla suelta.
Me integré en una multitud de jóvenes uniformados. Decían la palabra espíritu con aspavientos de hombres ruidosos, sin renunciar a las envidias escolares o disputas deportivas, pero necesité su desorden en los campos de fútbol. También busqué esa compañía en el comedor donde vaciábamos las ollas repletas del rancho que una decena de novicios condimentaba únicamente con su soltería. Los curas se sentaban a una larga mesa con mantel, y cronometrábamos cada tiento que uno de ellos daba al vino, a la espera de otra marca atlética. La transubstanciación fue un buen invento para aquel vampiro tan aficionado a la sangre de Dios.
Los fines de semana varios profesores impartían clases de silbido contra un dictador e íbamos al centro del pueblo. Allí nos aguardaban las juventudes ateas, que con sus baldes de agua combatían nuestra mugre medieval y reducían ardores sexuales.
Un día de invierno, en el recreo, fui empujado, caí de espaldas y quedé tendido junto a la portería de fútbol. El médico vino a tocar el dolor de mi columna vertebral.
Eran los años en que algunos de aquellos curas bajaron a las fábricas con unas estampas de Karl Marx descubiertas en los evangelios. El que me vigilaba de noche escogió ese camino y esperé su cambio de actitud, pero aún dejaba sobre mi mesilla de enfermo la bandeja con el mismo desayuno: un vaso de leche, dos o tres tostadas y un poco de muerte para untarlas.
(Del libro Los hombres intermitentes; editorial Hiperión)
ANTONIO MACHADO, PILAR Y EL AMOR
Cuentos de domingo / Antón Castro
No sé de amor
Estamos en los tiempos del “no sé”. Nadie sabe nada o casi nada. Ni la infanta Cristina, ni Ana Mato, ni la mujer de García Becerril, ni Granados, el hacendado en Suiza. Ni Mariano Rajoy, que ha creado una escuela de pensamiento: la poética del tembleque o marianismo, como ha acuñado José Javier Rueda. Antonio Machado, con su torpe aliño indumentario, siempre se atrevió a decir y a advertir que en España siempre hay alguien o algo que nos parte el corazón. A él se lo partieron las dos Españas y también dos mujeres: la niña-ángel Leonor Izquierdo, que fue su primera esposa y murió pronto en la Soria del paraíso, y luego Pilar de Valderrama, a la que el poeta llamó Guiomar, que también fue el nombre con el que Jorge Manrique bautizó a su amada. Ella era 16 años más joven que el autor de ‘Campos de Castilla’. Era católica y de derechas, había sido pasada por el manto de la Virgen del Pilar a los cuarenta días de su nacimiento, residió en Zaragoza, y se había casado con Rafael Martínez Romarate, iluminador de escena. Escribió dos poemarios y una obra de teatro. Un día se enteró de que su marido había tenido una relación con una joven que se suicidó; eso señaló la ruptura entre ambos y acercó a Pilar a su poeta más admirado: Antonio Machado. Se habían conocido en 1928 en Segovia y vivieron durante ocho años un amor platónico. Machado la deseaba y la soñaba, paseaban de día y de noche, se citaban en el café de Salesas o en el Franco-Español, le envió más de un centenar de cartas y poemas y sintió auténticos celos. Jorge Guillén la definió como una criatura muy sensible; Cansinos Asséns elogió sus “grandes ojos pasionales” de mujer morena que tenía un exceso de ardor. Machado enristró sus mejores palabras: “preciosa, encanto, milagro, maravilla, diosa de mis entrañas”. Su quimera, acaso la última, fue casarse con ella. Pilar de Valderrama, por principios o por temor, no lo siguió a su último destino: Collioure. Allí, cerca de su madre y con toda la añoranza de la tierra, falleció el poeta con una certeza: “Todo amor es una fantasía”. Por eso tal vez, a menudo, resulte tan fácil decir “no sé”.
*Este texto aparece hoy en 'Heraldo de Aragón'.
He tomado la foto de Machado de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-19a7e5a142db7bc72fb339435b00ce57.jpg
Y la de Pilar de Valderrama de aquí:
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-d39b99d27d8f93b30e727ac21fc87dae.jpg
FERNANDO SANMARTÍN O MARLOW

Fernando Sanmartín acaba de publicar un nuevo y breve libro: ‘Noticias sobre Zaragoza del capitán Marlow’ (Xordica). Es uno de esos libros personales y transparentes que pueden leerse como las confidencias de un paseante y de un observador que acude al teatro, a dar un recital, a una presentación, al que le gusta subir a los taxis, oler ciertos perfumes de mujer, recordar a la joven Esperanza (casi un primer amor), ver exposiciones o citarse con una amiga del pasado. Es un libro de amor a la ciudad (Zaragoza, y otras ciudades), a la cultura, a las pequeñas cosas (desde abrir el buzón hasta mandar una postal o escuchar un disco) y de afecto hacia creadores, pintores, viajeros, plazas, hoteles. También hay detalles sutilísimos de humor y de amor a las sombras y a los mitos. Dice en la página 20:
“En el parque he sido peripatético, transparente, joven e impulsivo. Y he vivido momentos inolvidables. El último ha sido hablar por teléfono con Baudelaire, un poeta que está enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse. Me reprochó que haya dejado de leerlo. Y tiene razón”.
Por ejemplo, cuenta esta historia de piscinas:
“Y también le gusta [nadar] a Agustín Sánchez Vidal, que iba a la piscina de las Palmeras y una alumna suya lo miraba escondida en sus gafas de sol, una alumna con vocación de revés, una alumna hermosa, posmoderna, llena de suspenses, que se enamoró del profesor Sánchez Vidal y compartía con él las caricias del cloro, solo eso, una alumna que me contaba sus deseos, su erotismo, y me hacía confesiones a mí, que nunca fui su profesor, confesiones que no debo confesar".
*Dos grandes amigos: José Luis Melero y Fernando Sanmartín, retratados por Lara Albuixech.
MARÍA DE ÁVILA: LA ESTRELLA QUE FORJÓ ESTRELLAS DE BALLET

María de Ávila (Barcelona, 1920-Zaragoza, 2014) fue una maestra exigente, perfeccionista y apasionada que contaba relatos a sus alumnos: les llenaba la cabeza de sueños y, mientras les corregía o ajustaba la filigrana de un movimiento, les indicaba que el baile exigía vocación, compromiso y sacrificio. Gonzalo García Portero, uno de sus alumnos más conocidos en la actualidad, la ha recordado con su porte elegantísimo como si fuera Stevenson entre los nativos o Isak Dinesen en medio de los masais: con los ojos incendiados de emoción y embeleso, los jóvenes le pedían a María que hablase como la lluvia. Con emoción y belleza, con fantasía y tal vez con su amplísima cultura.
Víctor Ullate también ha declarado que María de Ávila, su maestra, “inculcaba el amor a la danza y unas ganas locas por bailar. Nos contaba la danza como un cuento muy bonito”. Ana Laguna le revelaba a Picos Laguna: “Era un maestra de las artes. Todo lo que ella tenía me lo dio. Me abrió las puertas de su casa; me enseñó lo que necesitaba: música, literatura, arte. Un mundo que no había visto y que mi familia no podía darme”.
Otro experto, como Carmelo Pueyo Benedicto, ha señalado que María de Ávila transmitía “pasión, sensibilidad y una técnica depurada”, y dice que en sus numerosos alumnos se aprecia un “'gen' común, procedente de un mismo tronco, fácilmente perceptible”. María abrazó la danza clásica y se convirtió en una referencia como 'prima ballerina assoluta' en el Ballet del Teatro del Liceo y luego como profesora. Conoció al ingeniero José María García Gil en una actuación suya en 1943, aunque el día anterior ya había asistido a un concierto en el Teatro Principal de una de sus grandes amigas: la pianista Pilar Bayona. La pareja se casó en 1948, viviría un tiempo lejos de la ciudad y pronto se incorporaría a la vida cultural de Zaragoza con Federico Torralba, historiador del arte y escritor, con el grupo Sansueña, con la citada Pilar Bayona, el director del Teatro Principal Ángel Anadón y con otros intelectuales. María de Ávila siempre destacó por su curiosidad y sus conocimientos.
En 1954 inició su leyenda de profesora de ballet clásico que casi se alargó durante medio siglo con unos logros impresionantes, que van desde su primera discípula Ana María Górriz, que empezó con ella muy pronto, a las catorce años, hasta el citado Gonzalo García Portero. Empezó en su propia casa, “acondicionó una habitación”, más tarde se trasladó al Coso y finalmente se asentaría en Francisco de Vitoria. Su estudio sería una auténtica factoría de bailarines. Es, probablemente, la maestra de danza más importante del siglo XX en España. Ella triunfó en Madrid, en el Ballet Clásico Nacional y en Ballet Español entre 1983 y 1987, y en Zaragoza, donde fundó en 1989 el Joven Ballet María de Ávila, que cosechaba elogios por doquier y apenas contó con ayudas institucionales. Su cariño hacia “la ciudad del viento”, donde ha recibido numerosos homenajes y distinciones, es incuestionable: decía que aquí le habían pasado las cosas más interesantes de su existencia y que tenía la sensación de ser zaragozana desde siempre.
Su biógrafa Ana Rioja, escritora y periodista, dice a Heraldo.es: “María de Ávila ha escrito las páginas, breves pero intensas, de la historia de la danza clásica en España. Contemporánea de grandes bailarinas como Alicia Alonso, Margot Fonteyn, Rosella Higtower o Maya Plisetskaya, su gran triunfo fue el de haber sabido transmitir su amor y sus conocimientos por la danza a varias generaciones de bailarines. María de Ávila fue bailarina, maestra de estrellas de la danza y maestra de grandes maestros”. No hay desmesura en la apreciación.
Ana Rioja, que vivió una experiencia inolvidable durante la redacción de su libro 'María de Ávila' (Gobierno de Aragón, 1992), añade: “María de Ávila supo muy pronto que no podía vivir sin la danza y se entregó a ella de una forma casi religiosa, primero como la gran bailarina que fue en los duros años de la posguerra y, más tarde, como la maestra de estrellas que han asombrado con su arte al mundo. Y así, llenó de magia y de belleza una ciudad, Zaragoza, cuna de la danza, y un país que asistía atónito al nacimiento desde su estudio de unas estrellas que tenían que emigrar a otros universos con un clima más benigno para la danza: su hija Lola de Ávila, Ana María Górriz, Carlos Lagunilla, Víctor Ullate, Carmen Roche, Carmen de la Figuera, Ana Laguna, Trinidad Sevillano, Arantxa Argüelles, Antonio Castilla, Amaya Iglesias, Violeta Gastón, Ángeles Bescós, Ruth Vaquerizo, Gonzalo García Portero… y muchos más nombres internacionales”.
Solía decir que las claves del trabajo son la honestidad, la sensatez, la vocación y el esfuerzo indesmayable. “El cerebro es el mejor músculo”, repetía. Consideraba que su disciplina artística (el oficio inefable en el que soñó e inventó) era la madre de las artes “porque reúne y resume la literatura, la música, el movimiento, el color, la expresión, la plasticidad, la belleza...” Quizá arrimase el ascua a su sardina, pero tenía todo el derecho de hacerlo: creyó en la excelencia, fue inconformista y buscó una y otra vez, en cada una de sus funciones y de sus clases, la musicalidad, el temblor y la ligereza del ángel.
*Este artículo ha aparecido hoy en 'Heraldo.es'. La foto, de 1983, es de Rogelio Allepuz.
PACO DE LUCÍA: RETRATO DEL ÚLTIMO DIOS DEL FLAMENCO

El último dios del flamenco*
Se ha muerto el último dios del flamenco. El mago universal de la guitarra del cante jondo: Francisco Sánchez Gómez, Paco de Lucía (1947-2014): el hombre enigmático y tímido que revolucionó, disco a disco, casi concierto a concierto, el flamenco. Padeció la maldición y el estímulo de un sentido crítico exacerbado que le permitía innovar y embrujar con su pellizco eléctrico, con ese arañazo de cristal, veloz y rabioso como un puñal de uñas. De niño había querido ser cantante, pero era tan vergonzoso que no tuvo agallas; además, pronto se dio cuenta de que carecía de buena voz, todo lo contrario que su hermano Pepe. Sus padres, Antonio Sánchez, un buen cantaor, y su madre Luzía Gómez ‘la portuguesa’ (le dedicó un disco, ‘Luzía’, en 1998), fueron su mejor estímulo. Su progenitor no tardaría en decir que iba a ser el mejor guitarrista de todos los tiempos: fue férreo y exigente en su disciplina para lograrlo.
Si la guitarra en los años 50 y 60 estaba un tanto postergada ante la fuerza del cante y el baile, si apenas era considerada algo más que un instrumento necesario pero complementario, Paco de Lucía cambiaría ese percepción. Tenía personalidad, duende, osadía y una sensibilidad indescriptible. Realizó una gira por Estados Unidos y en Nueva York, con poco más de quince años, el maestro Sabicas (un navarro que dominaba a la perfección el flamenco) le dijo que solo alcanzaría la gloria componiendo, creando sus propios temas. Aprendió mucho de él y compuso poco a poco, sobre todo gracias a sus conciertos y a la colaboración que duró diez discos con su amigo y hermano del ama Camarón de la Isla. Paco de Lucía dijo que había aprendido a crear oyéndolo a él: que se había forjado a su lado. [Le dolió siempre la sombra de los derechos de autor.] Con ‘Fuente y caudal’ (1973) y ‘Entre dos aguas’ (1975) transformó la música flamenca: le dio una nueva hondura, vértigo, ebriedad, amplió su campo de creación y su temblor. Enseñó a oír el flamenco con todos los sentidos y lo universalizó: fue su embajador a lo largo y ancho del planeta.
En 1981, publicó otro disco imprescindible: ‘Solo quiero caminar’, otra obra mayúscula para la leyenda. Para entonces Paco de Lucía era el maestro de la guitarra, el profeta de los sonidos negros, el temblor y la furia de la guitarra y de su espíritu dramático, tal como la había definido García Lorca. Era vigoroso e intenso, virtuoso y sensible, de una velocidad relampagueante. Le extrajo a la guitarra sonidos que jamás se habían oído, y no solo eso: logró vincular el flamenco con el jazz, con la fusion, con el rock, con el blues, realizó giras con guitarristas tan distintos como Al di Meola o John McLaughlin, e intervino en discos de músicos muy diferentes: Djavan, Chick Corea o Bryan Adams, entre otros.
A pesar de su aparente fragilidad, de su silencio y de su espiritualidad, del “estado febril de soledad”, así definió su oficio, Paco de Lucía conmovía allá donde iba. Recibió premios por doquier (entre ellos el Premio Príncipe de Asturias) y se convirtió en un mito. Su exigencia –decía que tocar era un placer inmenso y un dolor aún mayor- le llevó a alejarse de la escena, a estudiar sus apariciones. Ha vivido en distintos lugares: en Mallorca, en México, en Cuba, pero siempre estaba abrazado a su instrumento. Y con él se abraza a la vida y a las últimas habitaciones de la sangre del flamenco.
Manolo Sanlúcar –uno de sus seguidores, como lo fueron y lo son su hermano Ramón de Algeciras, Vicente Amigo o Tomatito, entre otros- le dedicó este elogio: “Paco es el mejor símbolo de lo que significa una estrella. ¿Por qué? Pues porque Paco... encanta al que no sabe de esto, eh; y vuelve loco al que sabe. Es decir: lo tiene todo”. Cada disco debía ser una sorpresa, una invención, un viaje a un lugar donde nunca había estado. Ante todo, misterioso y escurridizo, genial y vulnerable, se sentía guitarrista. Ese era su oficio y su pasión. Dijo: “Todo lo que he hecho ha sido tocar la guitarra. ¡Una vida pobrísima!”. Una vida llena, fascinante, cuajada de sonidos negros y del arrebato del duende. ‘Cositas buenas’: título de un disco de 2004.
*Este artículo apareció en ’Heraldo.es’.
MACHADO Y 'CAMPOS DE CASTILLA'

Antonio Machado: el poemario
del amor, del dolor y del paisaje
El corazón abierto de Antonio Machado
Cálamo publica una edición ilustrada de ‘Campos de Castilla’, ilustrado por Juan Manuel Díaz-Caneja, que apareció en 1912, el año de la muerte de Leonor, la esposa del poeta [Recupero este texto con motivo de los 75 años de la muerte de Antonio Machado.]
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Cálamo publica una edición ilustrada del libro capital de Antonio Machado, con ilustraciones de Juan Manuel Díaz-Caneja
Antonio Machado (1875-1939) diría que identificaba la felicidad con sus años en Soria y con el amor a una mujer, Leonor Izquierdo (1894-1912), aquella joven de quince años con la que casó en 1909 y que murió en agosto de 1912. Un año capital para el poeta: la fecha de un dolor insoportable –“Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. // Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar”-, y la publicación de un poemario capital de la lírica española del siglo XX: ‘Campos de Castilla’, en el que iba mucho más allá de su anterior libro: ‘Soledades, galerías y otros poemas’ (1907).
Se alejaba del intimismo y de la inspiración modernista para abrazar un lenguaje contenido en imágenes, austero en la expresión, hermoso, hondo y sencillo, que ampliaba su mirada: el cantor seguía hablando de sí mismo, de sus instantes de dicha inefable y de su posterior llanto; expresaba la idealización del paisaje castellano, que tenía al Moncayo mágico como centinela de nieve, y a la vez hablaba de la realidad y del destino de España, a través de una serie de asuntos, personajes y elementos, a los que les otorgaba la categoría de símbolo. Desde el olmo viejo al casino provinciano, desde la tarde al camino, desde el Duero, al dios ibero o a los locos. “La poesía es la palabra esencial en el tiempo”, dijo Machado.
O incluso glosaba algunos autores que habían sido fundamentales para él y a la vez compañeros de viaje: Rubén Darío (que le había mandado dinero durante la enfermedad de su esposa), Juan Ramón Jiménez, Ramón María del Valle-Inclán o Miguel de Unamuno. La relación entre Machado y Unamuno fue decisiva en la configuración de ‘Campos de Castilla’, uno de esos hitos decisivos de la Generación del 98: se cruzaron numerosas y jugosas cartas. Fermín Herrero, en una precisa y breve nota de prólogo, dice que hay más cosas en este poemario, como “la reinvención del Romancero con ‘La tierra de Alvargonzález’, las parábolas, los poemas del campo andaluz, los sentenciosos proverbios, los elocuentes elogios, las irónicas estampas provincianas... Y, por encima de todo, Leonor”.
Machado, enamorado de su joven esposa, decía en una atmósfera de espejismo y ternura: “¿No ves, Leonor, los álamos del río / con sus ramajes yertos? / Mira el Moncayo azul y blanco; dame / tu mano y paseemos”. Ya, ante lo irreparable, escribió: “Una noche de verano /-estaba abierto el balcón, / la puerta de mi casa- / la muerte en mi casa entró. (...) Mi niña quedó tranquila, / dolido mi corazón. / ¡Ay, lo que la muerte ha roto / era un hilo entre los dos”. Hace algunos días, distintos poetas, entre ellos varios aragoneses, rindieron homenaje en Soria a Leonor Izquierdo en el primer centenario de su muerte.
El sello Cálamo de Palencia, que dirige José Ángel Zapatero, publica una cuidada edición ilustrada de ‘Campos de Castilla’, con una aportación muy valiosa: las ilustraciones de Juan Manuel Díaz Caneja (1905-1988), un pintor que encarna el alma castellana, “los páramos de asceta” de los que tanto escribió Antonio Machado. Caneja residió en Zaragoza en 1930. Llegó con su padre que era gobernador civil y mantuvo una gran amistad con pintores aragoneses de vanguardia como Manuel Corrales y José Luis González Bernal, con los que compartiría taller, y con otros intelectuales como Gil Bel. No es tanto un trabajo específico para los poemas, que fueron aumentados en 1917 por Machado para una nueva edición tras trasladarse a Baeza, sino una selección de sus cuadros de distintas épocas, desde los años 40 (incluyendo el período de 1948 a 1951, cuando estuvo en las cárceles de Carabanchel y Ocaña por su militancia republicana) hasta su muerte.
El prologuista dice: “No hay un pintor, creo, que transmita con tanta propiedad la emoción espacial, sobria y austera, adusta incluso, que caracteriza el sentido último de ‘Campos de Castilla’ (...) Esa pintura parca, casi esquelética de Caneja, que va también adelgazándose con la edad, como la poética de Machado, hacia la búsqueda de la voz interior a través del paisaje de la Meseta”.
Antonio Machado jamás pudo olvidar a Leonor Izquierdo. Algunos años después, cuando ejercía de profesor en Segovia, entabló amistad con una mujer casada, Pilar de Valderrama (1889-1979), a la que bautizaría Guiomar. Ella, lectora suya, lo había ido a conocer; su marido le había revelado que tenía una relación con otra joven y que se acababa de suicidar. Guiomar y Machado se vieron en varias ocasiones en esa ciudad, pero también en Madrid, sobre todo en el café de las Salesas y en el Franco-Español. Guiomar, que publicaría su autobiografía con carácter póstumo en 1981, escribió que “no podía ofrecerle más que una amistad sincera, un afecto limpio y espiritual, y que de no ser aceptado así por él, no nos volveríamos a ver”. Machado respondió: “Con tal de verte, lo que sea”.
Pilar de Valderrama también estaba vinculada a Zaragoza: su padre era abogado y fue diputado por el Partido Laboral, y gobernador civil de Oviedo, Zaragoza y Alicante. La niña Pilar, que había nacido en Madrid en 1889, fue pasada por el manto de la Virgen del Pilar a los cuarenta días de su nacimiento. Ella era católica y conservadora y se sentía afín al bando rebelde en la Guerra Civil, igual que le pasó a Manuel Machado, con quien Antonio había firmado obras de teatro a cuatro manos.
Ese también fue otro motivo de desgarro para el poeta que se trasladó a Francia con su inseparable madre y falleció en Collioure en 1939. En el bolsillo del pantalón llevaba unos versos: “Estos días azules y este sol de la infancia”. Allí sigue, rodeado de flores y exvotos. Nadie se ha atrevido a devolver sus restos a “los agrios campos” donde “caía un sol de fuego” de los ‘Campos de Castilla’.