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Se muestran los artículos pertenecientes a Marzo de 2014.

JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL: DOS MICRORRELATOS

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Juan Jacinto Muñoz Rengel es narrador. Cuentista y novelista y teórico del relato breve: de los autores, de los cuentos, de las éticas y de las estéticas de la narración corta. Gentilmente, me envía estos dos microcuentos.

 

EL DOBLE

 

Hace diez días, vi a un hombre idéntico a mí tomando un café y leyendo el periódico junto a la cristalera de una cafetería. Tenía buen aspecto, y eso me hizo sentir cierto orgullo. Como llevaba prisa, no pude detenerme a observarlo, y ni mucho menos entrar allí a desayunar. La tarde del lunes de esta misma semana lo volví a ver. Estaba sentado en una terraza, en una mesa llena de libros, y rodeado de personas que prestaban devota atención a todo lo que decía. El sol acariciaba la mitad de su cara, e iluminaba media sonrisa radiante. Esta mañana, el café que me he tomado de pie en la cocina no me ha sabido a nada, y hace días que advierto que el espejo me refleja con cada vez menos intensidad. En las páginas centrales del periódico, me he encontrado de nuevo con él. Le han concedido no sé qué premio. Ya casi no me quedan dudas: el doble soy yo.

 

 

IMPRONTA

Mi última novia imaginaria apareció en mi vida cuando yo tenía doce años. Siguió conmigo en el instituto, y también en la universidad, donde compartíamos campus y, al fin, habitación y cama en el colegio mayor. Contrajimos matrimonio antes de cumplir los treinta. No tuvimos hijos, claro. Pero para mí significó una impagable compañía que me hizo más fácil adentrarme en las crudas décadas de una madurez solitaria. Hace apenas dos semanas quedé viudo. Un conductor borracho; ni siquiera la vio.

Desde entonces la gente no ha dejado de darme el pésame. Mi madre, para mi asombro, me llamó para preguntarme si quería que se viniera unos días a la ciudad. Era tan joven todavía, me dice la señora del segundo, agarrándome las manos. El periódico local publicó una breve nota del suceso, con una fotografía. Ahora acaba de llegarme una carta de condolencia de sus compañeros de facultad, que la recuerdan, y quieren hacerle un homenaje.

 

Aquí, en mi blog, puede leerse esta entrevista y otros textos suyos.

http://antoncastro.blogia.com/2013/092703-juan-jacinto-munoz-rengel-habla-de-su-nuevo-libro-de-microcuentos.php

 

02/03/2014 20:59 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

JUDITH PRAT: UN DIÁLOGO

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JUDITH PRAT. Fotógrafa

 

“Cuento lo que sucede en el mundo”

 

Judith Prat (Altorricón, Huesca, 1973) es fotoperiodista freelance. Acaba de resultar ganadora de uno de los premios Julia Margaret Cameron por su reportaje sobre el coltan del Congo.

 

¿Qué sabía de Julia Margaret Cameron y del concurso dedicado a su figura?

Conocía el trabajo de Julia Margaret Cameron, fotógrafa inglesa, que a pesar de descubrir la fotografía a una edad tardía, consiguió ser una de las mejores retratistas del siglo XIX. Me interesa porque exploró nuevos lenguajes fotográficos dentro del pictorialismo, huyendo de la utilización de de las escenas preparadas que caracterizaban a los fotógrafos de su época.  En sus retratos, muy descriptivos, solo el rostro y la luz cobraban relevancia. Este galardón que toma su nombre, y está dirigido a mujeres fotógrafas, fue creado por WPGA (The Worldwide Photography Gala Awards) y Wonderpick, organización inglesa para la difusión de la creación artística.

 

¿Por qué le atrae tanto el fotoperiodismo?

Por lo que ocurre en el mundo. Me acerqué a la fotografía, y al fotoperiodismo, como herramienta para contar realidades a veces cercanas, otras no tanto, que en ocasiones no tienen la visibilidad necesaria.

 

¿Quiénes son sus referentes, los maestros a los que admira?

Uno de los trabajos que más me impresionó cuando lo conocí fue ‘Los Americanos’, de Robert Frank, un retrato de la sociedad americana de mediados de los años cincuenta que vino a negar el ideal del estilo de vida americano. En cuanto a fotógrafos actuales, me gustan especialmente Susan Meiselas,  o James Natchwey.  Por otro lado creo que hay un nivel altísimo en las nuevas generaciones de fotoperiodistas, también en nuestro país, pienso en Samuel Aranda o Manu Bravo... 

 

¿Qué le debe esta serie a Sebastiao Salgado? Estas fotos presentan algunas afinidades, cabría decir...

 

Sebastiao Salgado es un gran fotógrafo, que admiro y al que he seguido desde siempre. Supongo que en mi subconsciente estaban aquellas imágenes de Salgado en las minas de oro de Brasil, que tantas veces he visto. Aunque cuando fotografío no pienso en nada más que en lo que me rodea. La mirada de cada uno  tiene que ver con lo que somos, lo que pensamos, hemos vivido, nos ha impactado y en ese sentido son muchas las cosas que conforman la visión fotográfica o la manera de fotografiar.

 

¿Qué le llevó a la República del Congo?

He seguido desde hace mucho tiempo el largo y complejo conflicto en el que está sumido el país desde hace ya 20 años. Pensé que tenía que ir para conocer de primera mano lo que ocurría, las causas, los efectos, los intereses que lo perpetúan… y poder después contarlo a través de mis fotografías.

 

¿Qué es y qué está sucediendo con el coltan?

El coltan (término utilizado para denominar una contracción mineral de columbita y tantalita) es un compuesto escaso en la naturaleza y el 80% de las reservas mundiales se concentran en el este de la RD del Congo.  En la actualidad se trata de un mineral de importante valor estratégico por su superconductividad, alta resistencia a las temperaturas elevadas y a la corrosión, lo que lo hace fundamental en el desarrollo de nuevas tecnologías, como la telefonía móvil, consolas, ordenadores, armas inteligentes… El expolio de las riquezas minerales del país es una de las principales causas del conflicto en la RD del Congo y de su perpetuación.

 

Imagino que esa será la razón del conflicto, claro...

Existe una intrincada red de intereses internacionales creados para saquear la zona, países vecinos como Ruanda a través de los cuales sale el coltan del país. Multinacionales de todo el mundo, destinatarios últimos de este expolio ilegal o los propios gobernantes congoleños, corruptos e incapaces de atajar el problema, son los responsables de que el país haya vivido todos estos años un conflicto con multitud de grupos armados operando en la zona, financiados y al servicio de estos intereses. La población congoleña es víctima de un conflicto armado que arroja cifras tan dramáticas como 5 millones de muertos, y alrededor de 1,5 millones  de desplazados internos en todo el país.

 

Se diría que las fotos tienen algo de apocalíptico...

No puede ser de otra manera. Las minas de coltan se encuentran en montañas alejadas, en lugares inhóspitos de difícil acceso donde miles de mineros trabajan a diario en situación de semiesclavitud, con jornadas de quince horas diarias y condiciones de extrema peligrosidad, pues son frecuentes los derrumbes de las galerías y accidentes de todo tipo que acaban con sus vidas.  Una realidad terrible.

 

Elige el blanco y negro. ¿Es el que mejor se adapta a la foto social, de denuncia?

No, no creo que el blanco y negro se adapte mejor a este tipo de fotografía. Y no todos mis trabajos son en blanco y negro. En cuanto al  trabajo sobre las minas del coltan, lo que tenía ante mi era prácticamente en blanco y negro. Y aunque en fotografía digital las tomas las hago en color, en el proceso de postproducción y edición no suelo variar esa primea sensación.

 

 

¿Qué peligros corre una fotógrafa comprometida como usted?

A pesar de que nuestro trabajo es muy complicado, quien está en verdadero peligro es la población de estos países. Hay cientos de miles de personas viviendo en campos de desplazados a los que no llega ni siquiera la comida. La violencia sexual contra las mujeres se utiliza como arma de guerra y como forma de destrucción de la sociedad; los niños son secuestrados y obligados a luchar en las filas de los diferentes grupos armados… Nuestro deber es contarlo.

 

¿Qué va a pasar ahora con las serie...?

El Julia Margaret Cameron Award supone la posibilidad de exhibir mi trabajo en la Bienal of Documentary and Fine Art Photography que este año se celebra en España, en Málaga. Allí se inaugurara la muestra en septiembre, y probablemente se exhibirá con posterioridad en otros lugares. Aunque el galardón no tiene dotación económica, la propia WPGA organiza la venta de las fotografías en exposiciones, galerías o publicaciones. Hay que explorar muchos caminos en tiempod tan difíciles para dar visibilidad a estas historias y realidades que nos esforzamos por contar.

 

¿En qué proyectos está trabajando?

En la actualidad estoy documentando las condiciones de vida de los refugiados sirios en diferentes países. He estado ya trabajando en Turquía y voy en unas semanas a Líbano y Jordania. Después viajaré a Cuba para realizar un reportaje sobre la sanidad en las zonas rurales. El próximo 17 de marzo inauguro en la Casa de las Culturas la muestra ‘Bajo el puente’, en el marco de la semana contra el racismo.

 

*Esta entrevista aparece hoy en Heraldo.es. La foto de Judith es de Xavier Gómez.

ALAIN RESNAIS SE HA IDO

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Europa pierde a Alain Resnais

 

Moría ayer en París, a los 91 años, el director de ‘Hiroshima mon amour’, ‘Mi tío de América’ o ‘Noche y niebla’

 

Alain Resnais (Vannes, 1922-París, 2014) ha sido uno de los grandes personajes del cine durante más de medio siglo: uno de esos creadores inagotables y curiosos que pelean a diario contra los tópicos y la pereza y que entienden que la creación avanza en muchas direcciones. Él hizo películas de culto, conmovedoras y revolucionarias, como ‘Hiroshima mon  amour’ (fue saludada en Cannes con ambivalencia: para unos era “una mierda”, para otros “la obra de un auténtico genio”) o ‘El último verano en Marienbad’; renovó el documental hasta el fin de sus días, aunque su obra maestra del género siga siendo ‘Noche y niebla’, y se acercó al cómic en varias ocasiones, a Lovecraft, a la pintura, a la ciencia (en  concreto a la biología y a los estudios de Henri Laborit), al teatro, a la canción popular francesa y al musical (hizo un documental sobre Gershwin) entre otros asuntos, con pasión, con creatividad, con un instinto invencible de búsqueda.

No quiso ser un director convencional o popular. Hizo películas para mucha gente, para sí mismo y para ensanchar el cine, y colaboró con grandes profesionales: de la interpretación, del guión (Marguerite Duras, Jorge Semprún, al menos en dos ocasiones, Alain Robbe-Grillet o Jean Cayrol, entre muchos), de la realización (fue montador de varios cineastas y trabajó con Chris Marker, de quien Jekyll and Jill ha publicado una estupenda monografía). En cierto modo, en bastantes de sus obras invitaba a ver el cine de nuevo, como cuando era mudo y lo que importaba, más que los argumentos o los personajes, eran las imágenes y su poderío hipnótico. Y él las montaba, en cascada, con un sentido particular del juego, del puzle y tal vez del enigma zigzagueante de la memoria.

Alain Resnais filmó su primera película, con una modesta cámara Kodak, a los catorce años. Estudió montaje cinematográfico en París y prestó sus habilidades a Agnès Varda. En sus inicios, abrazó el cine documental, con una obsesión: la pintura. Le interesó mucho Vincent van Gogh y le dedicó un corto que recibió el Oscar de Hollywood, su único Oscar, en 1950. Ese trabajo integraba una trilogía pictórica, en la también entraron Gauguin y el ‘Guernica’ de Pablo Ruiz Picasso.

Alain Resnais perteneció más que a la ‘Nouvelle Vague’, el grupo de Godard y Truffaut, a la ‘Rive Gauche’: siempre fue un cineasta de izquierdas, comprometido, obsesionado por la historia y, de un modo especial, por el nazismo. Aludimos específicamente a su película ‘Noche y niebla’, una obra maestra sobre los campos de concentración que anticipó otro trabajo capital sobre el Holocausto como ‘Shoah’ de Claude Lanzmann. Incomprendida y cuestionada en su época, ahora es una referencia. Se oía, en la realidad y en la voz en off, “el grito que no calla”.

En 1959, con un guión de Marguerite Duras, estrenó ‘Hiroshima mon amour’, con una misteriosa y bella Emmanuelle Riva (a la que veíamos hace poco en ‘Amor’ de Hanneke): una historia de amor con un trasfondo de guerra concebida como un poema visual y como un relato fragmentado donde eran tan importantes las bombas de Hiroshima como las voces y el estudiado flashback. En cierto modo, ‘El último verano en Marienbad’ (1961) insistía, de otro modo, en el hechizo de la imágenes, lentas y subyugantes, como una película japonesa donde lo que importaba era el paso del tiempo, la fuerza de los rostros, los espacios y lo que se sugería. Aquí, Robbe-Grillet, una figura de la ‘Nouvelle Vague’, adaptó a su modo ‘La invención de Morel’ de Adolfo Bioy Casares.

Dirigió películas como ‘Muriel’ (1963), un relato de amor donde el presente convive abruptamente con el pasado que retorna, ‘La guerre est fini’ (1965), con guion de Jorge Semprún y con una atmósfera que resumía la incertidumbre del militante político, ‘Stavisky’ (1974), la historia de un estafador real cuyo libreto redactó de nuevo Semprún, ‘Providence’ (1977), otra película basada en la fragmentación: aquí usaba cuentos de Lovecraft para abordar el amor, la muerte, la memoria y los mismos géneros cinematográficos. Más tarde, rodaría ‘Mi tío de América’ (1980), donde intentaba probar que la vida cotidiana de los seres humanos puede entenderse mejor a través de las teorías del biólogo Laborit.

No ha dejado de trabajar nunca. Ahí están otros títulos, por citar algunos más, ‘Muerte al amor’ (1984), ‘On connait la chanson’ (1997), un ejercicio casi humorístico en torno a la canción popular francesa, ‘Las malas hierbas’ (2012) o la última, que aún no ha llegado al cine comercial, pero sí se presentó en Berlín: ‘Amar, beber, cantar’ (2014)- Al parecer exalta la alegría de existir en oposición al fantasma de la muerte que llega.

Alain Resnais, casado con su ayudante Florette Malraux, hija del autor de ‘La esperanza’, amó la vida por encima de todo. La vida en su arrolladora complejidad. Y eso se percibe en su mundo, en su forma de mirar, en su infinita curiosidad. Quizá por ello no temió ser un incomprendido o un ‘outsider’. Se retrataba con una frase inolvidable: “Ninguna de mis películas se parece a la anterior. Hago cine contra mí mismo”. Ayer, en París, moría a los 91 años uno de los grandes realizadores europeos. Todo un patrimonio cultural.

 

*Este artículo se ha publicado hoy en Heraldo.es.

03/03/2014 10:40 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

ANTONIO LUCAS: UN POEMA

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 ANTONIO LUCAS: UN POEMA DE ’LOS DESENGAÑOS’ (VISOR)
Antonio Lucas, que rinde hoy doble homenaje a Leopoldo María Panero en ’El Mundo’, acaba de publicar un nuevo poemario (Visor): ’Los desengaños’, galardonado con el premio Loewe de 2013. La fotografía de Antonio Lucas es de Begoña Rivas, una espléndida y clásica retratista. El libro saldrá inmediatamente a la calle. He aquí una primera entrega del libro: el texto que cierra el volumen. 

FUERA DE SITIO


Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:
unas pocas palabras, unos seres exactos,
unas horas muy lisas, una playa (quizá)
donde el daño no acecha.

Imagina la vida como no lo es ahora,
no quiero decir como algo perfecto, 
sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,
un tributo al azar sin otro destino
que el confín fugitivo de un eco sin rostro. 
Y después cualquier cosa. 

Con qué precisión va la edad hilvanando el espino.
Y qué extraña la urgencia de ir en pie hasta la ola,
celebrar lentamente que aniquile mi huella,
mi escritura de hombre, mi certeza de surco,
ser la alta misión de lo que nunca concluye
como no cierra el mar su recado en la orilla.

Pero no es estar quieto la razón ni la meta,
sino un querer más pequeño, una conquista más clara:
ver la vida llegar de su noche a tu noche
en un cuerpo ajeno,
pronunciar su silencio,
abrazar su alambrada,
desear su vacío,
delirar sin camino, sin mapa, sin fuego,
hasta el tiempo sin tiempo
del país que no haremos.


ANTONIO LUCAS Madrid 7/3/2013

07/03/2014 14:32 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

ALEJANDRO GONZÁLEZ RECUERDA, EN UN DOCUMENTAL, A SANZ BRIZ

-¿Qué te ha llevado a realizar un documental sobre Ángel Sanz Briz? ¿Qué te ha atraído del personaje?

La personalidad de Ángel Sanz Briz es desbordante. Hasta estos últimos años, la vida de este embajador zaragozano ha estado sumergida en el anonimato. Cuando yo tomo la decisión de contar su vida y los acontecimientos por lo que es conocido, descubro un Ángel Sanz Briz diferente. Una persona humana y buena, que en los peores momentos de la II Guerra Mundial y en una zona brutalmente castigada como fue Hungría y más concretamente, Budapest, se vio obligado moralmente a adoptar una serie de decisiones que marcaron la vida de miles de judíos y aunque de una forma más modesta, también marcó la suya. Pero además, después de hablar con los pocos “salvados por Sanz Briz” que quedan vivos, con su familia o con la gente que lo conoció, he descubierto una persona diferente a la contada en los libros o publicaciones. Muy poca gente expondría su carrera diplomática, su patrimonio personal o incluso su vida, por la salvación de unos seres humanos. Ejemplos de este tipo, actualmente, es muy raro encontrarlos.

 

-Tenemos en la cabeza la miniserie de TVE. ¿Os beneficia, os ayuda, vuestro proyecto es anterior o posterior?

Ni beneficia y ayuda. Yo creo que aporta. Cuando se decide rodar “El Ángel de Budapest”, la productora Boomerang tv se puso en contacto conmigo para interesarse por el documental. Siempre hubo muy buena sintonía. Quedo desde el principio muy claro que ellos se ocupaban de hacer ficción y el documental lo hacía yo. Hay que tener en cuenta que la miniserie estaba basada en el libro de Diego Carcedo “Un español frente al holocausto”. El documental “La encrucijada de Ángel Sanz Briz” tiene cierta inspiración en el mismo libro. Diego Carcedo, colaborador del documental, me ha concedido su autorización para este documental. ¿Por qué no se hizo en aquel momento?. Es muy complicado hacer documentales en medio de una crisis económica. No obstante TVE, estuvo a punto de coproducirlo. Pero tanto su crisis presupuestaria como institucional, obligo a desestimar esta coproducción, emitiéndose en su día otro que estaba en los archivos de TVE hace unos 20 años. Ahora, afortunadamente, tenemos apoyo económico, eso sí, optimizando todos los recursos.

 

-¿La denominación de ‘Schindler español’ es correcta o exagerada?

Creo que las comparaciones son odiosas. Aunque “La lista de Schindler” es una obra maestra que se merece un puesto dentro de las mejores películas de la historia, Ángel Sanz Briz fue un personaje único. El personal de la legación diplomática de España en Hungría, hizo una lista con los miles de judíos salvados (yo la he visto y la mostramos en el documental). Esta tarea era algo normal. Había que tener cierto control con los nombres y que en un momento determinado, como así ocurrió, hubiera que recurrir a esa lista y al número de orden para sacar de las garras de los Cruz flechados (nazis húngaros) a judíos detenidos. Esa lista y el correspondiente visado, pasaporte o carta de protección, les otorgaba estar bajo protección española. De no existir estos documentos oficiales, además del coraje de Ángel Sanz Briz o su personal civil, estas miles de personas hubieran acabado en un tren rumbo a los campos de exterminio, asesinados en el río Danubio o formando parte de la columnas de la muerte.

 

-¿Cómo os enfrentáis a su formación, a sus orígenes zaragozanos?

Una primera parte del documental explica su origen. Sus padres eran comerciantes y fueron los dueños del Bazar X, situado en el Coso zaragozano. El pequeño Ángel Sanz Briz estudió en los colegio Escuelas Pías ( los escolapios) en la calle Conde de Aranda. Posteriormente, decide estudiar Derecho e ingresar en la Escuela diplomática de Madrid. Hay un dato curioso. Sus restos mortales se encuentran en el cementerio zaragozano de Torrero. Tenemos un embajador y Justo de la humanidad enterrado nuestra ciudad y el público lo desconoce.

 

-De entrada, Sanz Briz fue un conservador... No aceptó la caída de Alfonso XIII, no le gustaba la República, cambió de bando en la Guerra Civil... ¿Cómo valoras su personalidad, su trayectoria?

Yo me quedo con su personalidad humana. No creo que se deban realizar juicios políticos sobre su forma de pensar. Esto no quiere decir que el documental huya del contexto histórico. Hay que tener en cuenta que Ángel Sanz Briz ante todo, era un representante del gobierno español. Si la república hubiera ganado la guerra, él se hubiera puesto a las órdenes de ella. Al ser un servidor del estado, llevo siempre por delante el nombre de España. Pero llego un momento que tuvo que tomar una serie de decisiones, en Budapest. Y el tiempo le ha dado la razón. Es, probablemente, uno de los pocos personajes de nuestra historia contemporánea que ha sido capaz de poner de acuerdo a las ideologías de izquierdas y derechas.

 

-Años después lo envían a Budapest y ahí se convirtió en un héroe. ¿En un héroe silencioso o no?

Nunca hizo ostentación de lo que estaba haciendo. Es más, de héroe tuvo poco. Si me apuras, un héroe anónimo. Hizo lo hizo convencido de que tenía que hacerlo y tenía las herramientas legales para llevarlo a cabo. Pero además poseía astucia diplomática y una gran retórica. Empleo los acontecimientos a su favor. Otros diplomáticos como los de Suiza, Suecia, Portugal o la Cruz Roja internacional vieron en su ejemplo, una forma de salvar a miles de judíos de los campos de exterminio. Entre todos, lograron burlar a las autoridades nazis y húngaras. Pero eso sí, en silencio y con discreción.

 

-¿Cómo se le ocurrió jugarse el tipo para salvar a más de 6.000 judíos? ¿Cómo lo explicas?

Ángel Sanz Briz era una persona religiosa. Su gran amigo en Budapest fue, por ejemplo, el nuncio apostólico monseñor Angelo Rotta. Pero antes de religioso era de una humanidad extrema. No podía pasar por alto, las atrocidades de la que era testigo. Quizás una posición cómoda hubiera sido dejar pasar los meses de la guerra y ser un testigo mudo de lo que ocurría con los judíos. Él no era así. ¡A lo mejor fue su ímpetu aragonés mezclado con su sentido del deber! La mayoría de las veces especulamos sobre la cuestión de porque lo hizo. Pero yo he llegado al convencimiento que al repudiar todo lo que veía y para evitar que se convirtiera en otro cómplice de terror, saco ese aspecto humano que tenemos todos, tan desaparecido en aquellos años.

 

-En el documental parece que hay un cierto paralelismo entre los grabados de Goya y las ejecuciones en Budapest. ¿Por qué? ¿Por qué has decidido confrontar esas imágenes, las del pintor y sus grabados, y las fotos de 1944 y 1945?

Porque son las mismas escenas. Goya fue testigo de las matanzas en la guerra de la Independencia al igual que Ángel Sanz Briz. Cuando ves un aguafuerte de Goya y lo comparas con las fotografías de los asesinatos de 1944 en Budapest, ves que lo único que los separa la distancia y los años. Desgraciadamente una guerra es cruel e inhumana. Desconocemos en España la crueldad de guerra mundial en Hungría, lo bajo que puede llegar a caer el ser humano y su falta de humanidad. Cuando hablas con los testigos y te describen lo que sufrieron, te quedas sin habla. Imagino que a Goya le ocurriría lo mismo y necesitó pintar sus grabados. Por ejemplo, cuando ya no había trenes de ganado para transportar a los judíos, lo llevaban a una fábrica de ladrillos que había en la Obuda (en la zona de Buda). Obligaban a las mujeres y los niños a andar por los caminos dirección a Austria, en invierno, con temperaturas bajo cero, con nieve, desnutridos y si fuerzas. Muchos, la gran mayoría, no llegaron. Murieron en asesinados de un disparo en un cuneta. En todos los países tenemos cunetas con muertos.

 

-¿Sabía el Gobierno de Franco qué hacía su embajador? ¿Qué riesgos asumió el diplomático zaragozano?

Ángel Sanz Briz, informó al Ministerio de Asuntos Exteriores y lo logró en algunas ocasiones. Pero muchas veces se quedó en intentos. Debemos de ponernos en su situación. En medio de una guerra, en el corazón de Europa. Bombardeos varias veces al día (la legación española no se libró). Con continuos cortes energéticos. Quienes tenían luz y teléfono, eran unos afortunados. Además el ejército rojo a punto de liberar Hungría… Sería normal que las informaciones no llegaran con la celeridad que necesitaría el encargado de negocios zaragozano. Pero informados estaban. Por supuesto que asumiría riesgos. No podía quedarse de brazos cruzados esperando una respuesta de Madrid. Y adoptó unos riesgos que sólo con el paso del tiempo, le dieron la razón.

 

Recuérdanos qué personajes e historiadores y políticos intervienen y por qué...

Tenemos a Diego Carcedo, presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, autor del libro en el cual se inspira el documental y gran conocedor y “descubridor” de la figura del Ángel Sanz Briz. Los cuatro hijos del diplomático (Pilar, Ángela, Adela y Juan Carlos) también participan en el mismo. Nos acercarán a ese padre humano que era. El catedrático de historia contemporánea Julian Casanova que no aporta la visión histórica del momento. En Hungría contamos con Erzsébet Dobos. Es posiblemente la mejor experta sobre la figura de Ángel Sanz Briz y su labor en Budapest. El espectador podrá conocer de su mano los lugares clave como la estación de Józsefváros, lugar de partida de los trenes aAuschwitz-Birkenau o la antigua fábrica de ladrillos de Obuda. También contamos con la presencia del embajador de España en Hungría Enrique Pastor de Gana. El nos guía y enseña lugares de la embajada como son los sótanos en donde se sospecha que pudieron refugiarse judíos durante estos meses. Szita Szabolcs es el director del Museo de holocausto de Hungría es otro de los participantes al igual que András Heisler, presidente de la Federación de Comunidades Judías de Hungria o Gabor Gordon, presidente de la organización “Marcha por la Vida”. Mención aparte son los supervivientes. Son claves para entender esos oscuros tiempos. Contamos con los testimonios de Jaime Vandor e Iván Harsányi. Ellos fueron salvados por Ángel Sanz Briz y nos aportan como vivieron en sus propias carnes y las de su familia, estos acontecimientos. Además también prestan testimonio Sólyom Gábor(hijo de un salvado por Sanz Briz) y Katalin Sommer, otra superviviente. Espero contar, además, con intervenciones de Alon Bar, embajador de Israel en España, Miguel de Lucas, director general de Casa Sefarad-Israel y Perla Hazan, directora del departamento de relaciones para España y Latinoamérica de Yad Vashem, en Israel.

 

-¿Qué tipo de documental quieres hacer? ¿Tienes algún modelo en cabeza?

Ante todo espero que sea un documental cercano a la gente. Se ha hablado ya mucho del holocausto y el espectador tiene ya mucha información. Sin obviar los hechos y acontecimientos vividos, es fundamental para poder entender lo que paso, el testimonio de los supervivientes. Pero además, quiero dar a conocer a ese Ángel Sanz Briz más cercano, más humano, más familiar, aspectos que, creo, le marcaron a la hora de hacer lo que hizo. Espero poder hacer llegar al espectador un documental que forme e informe. En definitiva, que sientan lo mismo que he sentido yo durante estos casi 10 años de experiencia e investigación.

 

-¿Tenía Sanz Briz puntos oscuros? Creo que es Arcadi Espada quien, citando a un italiano, recuerda que quizá no sean todos luces en su personalidad...

Sin querer entrar en polémica con Arcadi Espada y su libro, el italiano al que cita es Giorgio Perlasca, el impostore como fue denominado. Perlasca se quedó en la legación española cuando Ángel Sanz Briz tiene que salir de Budapest rumo a Berna (Suiza), días antes que el ejército rojo liberara la capital. Durante este periodo, Perlasca se autoadjudicó el cargo de Cónsul e hizo creer a las autoridades húngaras, que él era el nuevo responsable de la legación española. Siguió expidiendo cartas de protección a todo judío que lo solicitara, eso sí, firmadas por Ángel Sanz Briz las cuales rubricó antes de partir. La figura de Perlasca en Budapest se ha vanagloriado hasta a tal extremo que incluso, se le adjudican toda la labor diplomática de salvación ocurrida en estos meses. Hay que recordar que cuando Perlasca, llegó a la legación española huyendo de los nazis (a pesar de ser fascista), Ángel Sanz Briz ya ha había negociado la autorización de 200 visados por parte de las autoridades húngaras y los estaba expediendo. Perlasca le pide ayuda y le es concedido un pasaporte español gracias a una carta firmada por Franco, durante la guerra civil española. A pesar de todo, no hay que quitar merito a la labor de Giorgio Perlasca. Era muy popular entre los judíos protegidos. El llevaba, por ejemplo, los víveres y artículos de primera necesidad a las casas protegidas, que en ese momento era lo más preciado. Eso sí, pagado con dinero de la legación o incluso de la propia cuenta personal de Sanz Briz. Espero aportar un granito más de arena para poner a cada cual en su sitio.

  

¿Con qué apoyos contáis?

El documental cuenta con el apoyo económico del Ayuntamiento de Zaragoza y la Diputación Provincial de Zaragoza. Colabora también la escuela de formación audiovisual Cpa Salduie. Además tiene apoyo institucional de Casa Sefarad-Israel, la Embajada Española de Hungría, el Instituto Cervantes de Budapest o la Federación de Comunidades Judías de Hungría. También tengo que destacar el gran apoyo logístico de la productora húngara I´m film. Gracias a ellos hemos podido hacer el rodaje durante nueves días en Budapest. Y esperamos en los próximos días cerrar unos apoyos más como son la Embajada de Israel en España y el Museo Yad Vashemde Jerusalén en Israel. Este documental espera ser el homenaje de la ciudad de Zaragoza a uno de sus hijos más destacados y durante tantos años olvidado.

CENTENARIO DE OCTAVIO PAZ. ACTOS

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P r o g r a m a  d e  a c t o s

 

 

La presente relación de actividades pretende ser una aproximación a cada una de las facetas del universo Octavio Paz: su obra poética y su legado intelectual, la experiencia literaria y la escucha atenta, la escritura apasionada y el saber enciclopédico, la sensibilidad estética, su relación con poetas y artistas, la reflexión.

 

La poesía fue el centro de la obra de Paz y de su vida intelectual, la de quien ejerce influencia sobre las cosas públicas. Pálido reflejo de esa actitud poética y crítica es este programa, cuyo propósito no es otro que el de demostrar la acuciante vigencia de la lectura del poeta.

 

 

MARZO

 

Lunes, 24 de marzo

Conversaciones en torno a Paz

 

Vocación y destino

Javier Gomá Lanzón y Manuel Borrás

 

Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España

Instituto Cervantes, Madrid, 19:30 horas

 

 

Martes, 25 de marzo

Exposición

 

Memoria de Octavio Paz

Biblioteca Nacional de España, Madrid

 

La exposición reunirá cartas cruzadas entre Jorge Guillén y Octavio Paz, así como grabados del libro de artista que Paz realizó con Gunther Gerzso, el pintor húngaro-alemán residente en México, provenientes de los fondos de la propia BNE.

 

 

Jueves, 27 de marzo

Presentación

 

Número especial de la revista Cuadernos Hispanoamericanos

Juan Malpartida, Orlando González Esteva, Juan Arnau

 

Biblioteca Nacional de España, Madrid, 19 horas

 

 

 

 

Jueves, 27 de marzo

Concierto

 

Pels mars de l’amor

Lucía Salas

 

Monasterio de Pedralbes, Barcelona, 19 horas

 

Dentro de su programa lírico, la soprano mexicana Lucía Salas interpreta dentro su programa lírico el poema de Octavio Paz Olvido, con música de Salvador Moreno.

 

 

 

ABRIL

 

Sábado, 12 de abril

Conferencia

 

Octavio Paz. Piedra angular de las letras mexicanas

Pere Gimferrer

 

Cidade da Cultura de Galicia, Santiago de Compostela, 12 horas

 

Esta conferencia se inscribe en el programa Nexos de acercamiento a la cultura

contemporánea a través de las letras, patrocinado por la Fundación Gaiás.

 

 

Lunes, 21 de abril

Proyección

 

Yo, la peor de todas

Casa de América, Madrid, 19 horas

 

Proyección de la película argentina dirigida por María Luisa Bemberg en 1990 y cuyo guión está basado en Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, el monumental ensayo histórico y literario de Paz sobre la poeta novohispana.

 

 

Miércoles, 23 de abril

Diálogo

 

Tres miradas sobre Octavio Paz

Jordi Doce, Julio Trujillo, Luis Antonio de Villena.

 

Casa de América, Madrid, 19 horas

 

 

 

Exposición (pendiente de cerrar fecha)

 

Cercanías de Octavio Paz

Fotografías de Miguel Ángel Merodio

 

Biblioteca del Instituto de México en España, Madrid

 

A lo largo de veinticinco años el fotógrafo mexicano no solo ha dejado constancia visual de múltiples actos en los que Octavio Paz intervino, sino de quienes lo acompañaron en sus iniciativas y que continúan con su legado literario y crítico.

 

 

 

MAYO

 

 

Lunes, 12 de mayo

Diálogo

 

Los hijos del limo. Las poéticas de Octavio Paz

Enrique Fierro, Juan Malpartida, Andrés Sánchez Robayna

 

Residencia de Estudiantes, Madrid, 12 horas

 

 

Lectura de poesía

 

José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Enrique Fierro, Antonio Gamoneda, Clara Janés, Juan Antonio Masoliver, Ida Vitale.

 

Alfonso Alegre, Miguel Casado, Olvido García Valdés, Juan Malpartida, César Antonio Molina, Vicente Molina Foix, Carlos Piera, Pedro Provencio, Andrés Sánchez Robayna, Jaime Siles, Jenaro Talens, Luis Antonio de Villena

 

Residencia de Estudiantes, Madrid, 19 horas

 

 

Lunes, 26 de mayo

Conversaciones en torno a Paz

 

Las palabras son puentes. Poesía española e hispanomericana

Eduardo Milán y Juan Antonio Masoliver Ródenas

 

Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España

Instituto Cervantes, Madrid, 19:30 horas

 

 

 

 

Martes, 27 de mayo

Homenaje

 

Jorge Edwards, Felipe González, Enrique Krauze y Mario Vargas Llosa

 

Promovido por el Senado de la República

Casa de América, Madrid

 

 

Presentación (pendiente de cerrar fecha)

           

            Octavio Paz, ciudadano del mundo

            Presentación de Itinerario crítico. Antología de textos políticos de Octavio Paz,

de Armando González Torres

 

Promovido por el Senado de la República

Biblioteca Nacional de España, Madrid

 

 

Jueves, 29 de mayo

Documental y conferencia

 

Enrique Krauze

Casa Amèrica Catalunya, Barcelona

 

 

 

JUNIO

 

Martes, 3 de junio

Conversaciones en torno a Paz

 

Un escritor incómodo

Basilio Baltasar, Juan Manuel Bonet y Alberto Ruy Sánchez

 

Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España

Instituto Cervantes, Madrid, 19:30 horas

 

 

Jueves, 5 de junio  

Espectáculo escénico

 

Blanco

Montaje de Frederic Amat

 

Casa del Lector, Madrid

 

Lectura escenificada en montaje de Frederic Amat. Este montaje también se llevará al Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporánea de Zaragoza.

 

 

Sábado, 7 de junio  

Lectura de poesía

 

Aurelio Asiain, María Baranda, Tulio Demicheli, Jordi Doce, José Luis Gómez Toré, Tedi López Mills, Julio Hubard, Aurelio Major, Víctor Hugo Piña Williams, Esther Ramón, Ada Salas, Sandra Santana, Juan Soros, Jorge Valdés Díaz-Vélez, Álvaro Valverde

 

Feria del Libro de Madrid

 

 

Lunes, 9 de junio

Conversaciones en torno a Paz

 

Signos de amistad: Octavio Paz y Julio Cortázar

Víctor García de la Concha y Gonzalo Celorio

 

Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España

Instituto Cervantes, Madrid, 19:30 horas

 

 

Miércoles, 25 de junio

Conversaciones en torno a Paz

 

La eterna vivacidad

Pere Gimferrer y Hugo Hiriart

 

Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España

Instituto Cervantes, Madrid, 19:30

 

 

Miércoles, 25 de junio

Lectura dramatizada

 

Lectura dramatizada poemas de Octavio Paz, bajo la dirección de Alfredo Alonso

 

Casa Amèrica Catalunya, Barcelona

 

 

Presentación (pendiente de cerrar fecha)

 

Presentación colectiva de los libros publicados por el Fondo de Cultura Económica y/o por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta con motivo del centenario.

 

 

 

JULIO Y AGOSTO

 

 

Seminario de verano

 

Octavio Paz y los premios Cervantes

Universidad de Alcalá de Henares

 

 

Exposición

 

Escritura indeleble del incendio

Biblioteca de Catalunya, Barcelona

 

Exposición con fotografías, libros, cartas y manuscritos procedentes de fondos privados y públicos de los artistas y escritores catalanes que mantuvieron relación con Octavio Paz (Tàpies, Brossa, Miró, Amat, Castellet, Gimferrer, etc.).

 

 

La ciudad se viste de Paz

 

Reencuentro con Paz

Fragmentos de la obra del poeta serán dispuestos estratégicamente en el mobiliario urbano de Madrid.

 

Promovido por el Senado de la República

 

 

 

SEPTIEMBRE

 

Martes, 9 de septiembre

Conversaciones en torno a Paz

 

Crítica a la falsa crítica

José Luis Pardo y Juliana González

 

Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España

            Instituto Cervantes, Madrid

 

 

29 y 30 de septiembre

Encuentro de editores iberoamericanos

 

En este encuentro internacional, participan algunos editores de la obra de Octavio Paz en México y Estados Unidos

 

Casa del Lector, Madrid

 

 

30 de septiembre

Conferencia audiovisual

 

Octavio Paz y París

Alain-Paul Mallard

 

Casa Amèrica Catalunya, Barcelona, 19:30 horas

 

 

Conferencia  (pendiente de cerrar fecha)

 

            Luis María Anson

            Real Academia Española, Madrid

 

 

OCTUBRE

 

 

Martes, 14 de octubre

Exposición y lectura de poesía

 

Exposición proveniente de los propios fondos de la galería

Lectura en catalán y castellano con poetas de la ciudad

           

Círculo del Arte, Barcelona

 

 

Conferencia (pendiente de cerrar fecha)

 

Tener razón antes de tiempo

Juan Villoro

 

Casa Amèrica Catalunya, Barcelona, 19:30 horas

 

 

Diálogo (pendiente de cerrar fecha)

 

Poesía y pintura

Bernard Noël, Andrés Sánchez Robayna, Alfonso Alegre

Fundación Antoni Tàpies, Barcelona

 

 

 

 

 

 

 

 

NOVIEMBRE

 

 

Martes, 4 de noviembre

Conversaciones en torno a Paz

 

Solo a dos voces

Julián Ríos y Christopher Domínguez Michael

 

Centro de Estudios Mexicanos UNAM-España

Instituto Cervantes, Madrid, 19:30 horas

07/03/2014 15:35 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

RETRATO DE FERNANDO SANMARTÍN

[José Luis Melero Rivas y Víctor Juan presentaban anoche el nuevo libro de Fernando Sanmartín, ’Notas de Zaragoza del Capitán Marlow’ (Xordica). Mucha gente, muchos amigos, afecto y complicidad a espuertas. Fernando Sanmartín es uno de esos seres que solo suscita y excita cariño. Es elegante, laborioso y raro: quizá sea el autor aragonés que más se parece a Enrique Vila-Matas. Ama el ciclismo, los diarios, las ciudades, el arte, ama la belleza y el perfume de las mujeres, le encanta viajar alrededor del mundo y, sin embargo, siente adoración por Zaragoza: su ciudad, en la que se reconoce. Pepe Melero leyó ayer este texto; conociéndolo seguro que por aquí y por allá dejaría alguna perla improvisada de humor. Por cierto, Fernando tiene la rara facultad de hablar con Baudelaire o de sentirse, a veces, Mallarmé. Milagros de la ficción.]

 

 

Retrato de Fernando Sanmartín

 

(Presentación de Notas sobre Zaragoza del capitán Marlow, de Fernando Sanmartín. Café 7 de Copas. Viernes, 7 de marzo de 2014.)

 

 

 

Por José Luis MELERO RIVAS

 

 

 

Me gustan muchas cosas de Fernando Sanmartín: me gusta su elegancia, su porte distinguido, su capacidad de entusiasmarse por las cosas más nimias y que todo lo que le cuentes le apasione; me gusta la atención que presta cuando se lo cuentas, me gusta verlo ilusionarse y que ponga cara de niño en noche de Reyes cuando le hablo de algún poeta raro, de algún libro raro, de algún proyecto absurdo y disparatado que él y muy pocos más entienden; me gusta su fidelidad a los amigos (a Adolfo Ayuso, a Nacho Fortún, a tantos otros) y que le interesen como a mí los saberes no codificados y no previsibles (que le gusten los caballos y apostar en los hipódromos, que le gusten los sobres y el papel de los hoteles, visitar tiendas de antigüedades náuticas en Lekeitio, ver el fútbol en La Romareda con su hijo…); me gusta que le gusten las primeras ediciones de los libros de poesía que nos gustan, que le gusten muchos de los mismos autores que me gustan (Llop, Jordá, Bonet, Modiano, Fernando Ferreró, Trapiello), que le guste la buena prosa y la practique; me gusta que le guste la pintura y que escriba de vez en cuando sobre ella; me gusta que suba como yo al Pirineo (bueno yo no subo ya casi nunca, pero he subido mucho) y que como a mí le guste viajar una o dos veces al año al extranjero; me gusta que tenga ese toque cosmopolita y de viajero culto del XIX. Yolanda y yo pasamos muchos veranos enteros fuera cuando los niños eran pequeños: Roma, París, Londres, Ámsterdam… En 1993 fuimos con Ignacio Martínez de Pisón y familia a Edimburgo. A Yolanda, que el año anterior había ganado la cátedra, le habían dado una buena beca para pasar allí el verano, alquilamos una gran casa y nos fuimos las dos familias juntas. Mi mujer trabajaba y los demás holgazaneábamos. Vamos, lo habitual. Allí nos encontramos a Fernando. Por la calle. De casualidad. Ni él sabía que estábamos allí nosotros ni nosotros sabíamos que él estaba allí. Desde luego no encontramos en Edimburgo a ningún otro conocido, ni de Zaragoza, ni de Barcelona, ni de ningún otro sitio: solo a Fernando Sanmartín. Me gusta que Sanmartín haya escrito un diario zaragozano como éste, porque me gusta que lo zaragozano esté siempre unido a lo mejor y a lo más europeo. Me gustan sus libros, todos sus libros, sus trece libros ya, que casi siempre leo antes de que se impriman, y me gusta mucho cómo los titula: Los ojos del domador, Infiel a los disfraces, El llanto de los boxeadores, Heridas causadas por tres rinocerontes, Hacia la tormenta... Compárenlos con Leer para contarlo, La vida de los libros, Escritores y escrituras, Los libros de la guerra…  y comprenderán por qué admiro su facilidad para titular. Me gusta que le gusten mis amigos, que admirara a Labordeta (a quien un día le regalé un largo paseo con Fernando), que sienta debilidad por la gente agreste y poco convencional, que escriba de Pilar López Villa, David Mayor o José Manuel Marraco, y que quiera como yo a Javier Aguirre. Me gusta que le gusten los arrabales y las mujeres hermosas. Me gusta que le gusten los perdedores. Me gusta que sea un abogado con alma de contrabandista, como escribió de él una vez Julio José Ordovás. Me gusta que haya educado tan bien a su hijo y que Yorgos sea siempre tan cariñoso con los amigos de su padre. Me gusta que tenga el valor de pedirse en los bares Fantas y Aquarius de limón, siempre sin hielo, y que lo haga sin ningún pudor ni vergüenza, sin inmutarse, como si fuera lo habitual. Hay que tener mucha personalidad para pedir una Fanta como si tal cosa. Me gusta que tenga personalidad y criterio, y que eso sea precisamente lo que le distinga como director de la colección “La gruta de las palabras” de las Prensas Universitarias de Zaragoza. Me gusta que sea tolerante con todos, que no sea sectario y que no recuerde las injurias ni los agravios. Me gusta que convierta en poesía lo que toca. Me gusta que sea un poeta zaragocista y que suba a la vieja Romareda como hacía Miguel Labordeta y como hace ahora Nacho Escuín. Me gusta que escriba libros mínimos, inclasificables muchas veces, porque esos libros son siempre los que más nos gustan a los dos. Me gusta que compartamos muchas semanas página en el Heraldo y que los dos sigamos escribiendo allí por cariño y lealtad a Antón Castro. Y me gusta que no lo gusten las despedidas de soltero en un puticlub.

 

Me gusta el aplomo, la serenidad y la valentía que demostró cuando la vida le corneó amargamente y me gusta que recuerde siempre que sus amigos nunca lo dejamos solo. Me gusta sobre todo que aquella cornada hoy sea solo un recuerdo con final feliz.

 

Me gusta que le guste Zaragoza y que le haya dedicado este libro. Lo mejor es que a Zaragoza la quieran los mejores. Para que nunca puedan volver a escribir aquello tristísimo de que Zaragoza es una “ciudad de curas y militares, una madrastrona”. No hay nadie más lejos del chovinismo que Fernando. Lo hemos dicho muchas veces y hasta lo escribió nuestro llorado Félix Romeo: nos gusta Zaragoza porque aquí viven las personas que queremos. Zaragoza no es nada especial ni distinta a otras ciudades por sí misma. Es lo que es por razón de la gente que vive en ella. Si en Zaragoza hay poetas y novelistas interesantes, si hay pintores y músicos interesantes, si hay catedráticos, abogados, periodistas, actores o arquitectos interesantes, Zaragoza será interesante. Y si en Zaragoza no viviera gente interesante, Zaragoza dejaría de interesarnos y de ser atractiva para nosotros. Por eso sorprende siempre que algunos de los zaragozanos más interesantes digan que Zaragoza no es interesante. Es tanto como decir que sus habitantes, es decir, ellos mismos, no son interesantes. A no ser, claro, que piensen que ellos son lo único interesante de la ciudad. En cualquier caso, a nadie se le obliga a quedarse aquí, ya se sabe. Fernando no es de los que creen ser los únicos interesantes. Me gusta que Fernando crea que esta es una ciudad abierta, plural, en la que caben todos y en la que hay sitio para todos. Me gusta que a los mejores como Fernando no les dé vergüenza hablar de Zaragoza ni dedicarle algunos de sus mejores libros. Y es que, ¿cómo iba a sentir vergüenza para hablar de Zaragoza alguien que no la tiene para pedirse un Aquarius o una Fanta? Me gusta saber que si aún existiera la Mirinda, Fernando se la pediría, se pediría una Mirinda de naranja. Y me gusta que en este libro Fernando hable de su vida en Zaragoza, que es lo mismo que hablar de mi vida en Zaragoza: el puente de los gitanos, junto al que viví de niño, el Huerva, Sagasta, el Colegio Mayor Universitario La Salle donde estudié y donde cantó Labordeta… Y que todo ello lo convierta en literatura. Me gusta que haga literatura con su vida.

 

 

Y me gusta que, como ha podido verse, no pueda hablar de Fernando sin hablar de mí. Nuestras vidas se entrecruzan y están moderadamente unidas (él lo hace todo moderadamente) desde que éramos muy jóvenes. Me gusta que llevemos toda la vida juntos. Yo, que fui siempre más lector que escritor, colaboré en sus revistas a petición suya (El Bosque, La Expedición), y él ha colaborado siempre en mis cosas. Me gusta que un poema suyo se publicara ya en el número 2 de Rolde, allá por 1978, hace treinta y seis años, y que en el próximo número vuelva a escribir como tantas veces lo ha hecho. Me gusta recordar que en los 70 y en los 80 escribió en Rolde sobre el Zalmedina, el Compromiso de Caspe, los Fueros de Aragón, Veruela o Andrés de Li, un raro escritor aragonés del siglo XV. Me gusta que fundáramos juntos a finales de los 70 una revistilla de poesía, Crótalo, cuando éramos poco más que unos mozalbetes. Y me gusta que tantos años después esté aquí hoy yo presentando este libro. Me gusta que nos queramos, si no apasionadamente (que Fernando no es mucho de pasiones) sí muy firmemente, porque Fernando sí es hombre de afectos sólidos y firmes. Me gusta pensar que cuando algún raro Melero del futuro estudie esta época de Zaragoza, su nombre y el mío, junto al de tantos amigos como estáis hoy aquí, saldrán muchas veces juntos. Me gusta que, al final, la vida sirva para vivir momentos como éstos.

 

 José Luis Melero

 

 

 

*Fernando Sanmartín, en una foto de Columna Villarroya, reciente, y en otra antigua de Patricio Julve.

UN CUENTO DE JAVIER AGUIRRE

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 [Javier Aguirre acaba de publicar un nuevo libro: ’Cupido en el Matarraña’, que es un conjunto de narraciones eróticas que forman parte de una campaña general de esa comarca para difundir su patrimonio, su capacidad turística, sus rincones con encanto y su condición de refugio para enamorados o aventureros de mil cosas, pero también del amor. Javier, gentilmente, me envía este relato que es un homenaje a Ernest Hemingway el vino.]

 

EL ESCRITOR Y SU SOMBRA

 

Francisco Javier Aguirre

 

 

Para Antón Castro,

que vendimió en CARIÑENA.

 

Sentado en el extremo de aquella bóveda infinita que conducía sus sueños de un extremo al otro del recuerdo, Hemingway volaba sin mover los pies sobre los nubarrones de sus pensamientos más oscuros. Le acosaban los fantasmas del pasado, aquel bravucón alemán a quien tuvo que liquidar para mostrarle su raza, la explosión de los obuses que mentían la caricia, las palomas fallecidas en el ansia de su hambre, todo el amasijo brutal de un pasado menos que pluscuamperfecto. Además de la florida compañía, alguien tan impreciso como un espejo sin cristal rodeaba al escritor.

De golpe se sintió muerto del revés y solo vio una senda para regresar al futuro: necesariamente el vino. Un caldo joven que restaurara su imagen de amante imaginario mientras la fiesta daba licencia al ocaso de una tarde moribunda, un caldo adulto que colmara aquellas ansiedades que le desató el Caribe y un caldo madurado en las grandes dimensiones, tierra adentro, para digerir la emoción de una carrera sembrada de adoquines o perfumes de mujer y para responder al reto denso que reside en la mirada de un toro hechizado por la sangre.

Un cargamento de soportes luminosos desfilaba por las venas de la vida, saludaba desde el tercio del peligro y alumbraba los fulgores arañados al sol. El espejo sin cristal parecía un latido vigilante. Oscilaba en torno suyo modulando los voltajes de una luz elemental.

Se mesó Ernest la barba, sonrió desde el borde de sus labios y quiso decir despacio, con su acento intemporal silabeante, que la felicidad residía en las entrañas de aquella cueva, de aquella caverna jubilosa que anidaba en el corazón de las barricas esculpidas por el silencio incoloro de los años, en la alegría que se hallaba refugiada en la canción secreta de los vendimiadores, que golpeaba en su lengua con afán de multitudes y acabaría acunando paladares infinitos sin que fuera necesario el tañer de las campanas.

Un golpe mineral en la conciencia vino a darle la clave del misterio: la letra reclamaba el hilo de sus manos, las sonoridades que brotan del milagro sinuoso de una idea preñada de ilusión. Alzó la copa, miró el decantador, pidió permiso. La licencia procedía del fondo de la tierra de donde los racimos extraen la savia que alimenta su esperanza de entusiasmo.

Toda la concurrencia asintió cuando el mago dijo sí con un gesto de cabeza iluminado tras los ojos, cuando su mano izquierda extendió la mejilla por la escala de los dedos y dirigió sus pasos en busca de la nueva copa derramada hacia dentro antes de que se agostara la amapola del verano.

Estaban por llegar en tropel las voces nuevas de las uvas hermanadas, sus racimos, el aliento febril de los vendimiadores, los delirios, los brazos abiertos de las prensas, sus afanes y el lagar, la promesa certera del silencio en los antiguos lares y manes y penates de los dioses inmortales.

Alguien contemplaba la escena amparado en la penumbra, quizá un espejo, alguien aprobaba el pasado no escrito y el futuro sin razón, quizá un cristal, alguien de cuerpo indefinido abrazaba al mismo tiempo el fuego y la ceniza: su propia sombra.

 

*Un retrato de 1959 de Antonio Ordóñez y Ernest Hemingway, protagonista de este relato.

08/03/2014 19:58 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

LOS ECOS DE 'EL DIBUJANTE DE RELATOS' EN TERUEL Y LA ALMUNIA

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DOS JORNADAS PARTICULARES EN TERUEL Y EN LA ALMUNIA

A veces cosas especiales y a la vez humildes. Cotidianas. Hacía muchos años que no presentaba un libro en Teruel: creo que el último fue ‘Los seres imposibles’ del sello Destino, de 1998. Lo presenté en el Museo de Teruel, en un acto organizado por Senda. El pasado jueves volví a la librería de María Luisa Perruca y Toni Losantos y sus familiares. Fue una presentación especial de ‘El dibujante de relatos’, ilustrado por Juan Tudela y publicado por Pregunta. Hubo muchas sorpresas: habló bellamente Conchita Hernández. Y apareció Joaquina, aquella monja de clausura de las Clarisas, que se marchó del convento con el albañil Eleuterio: se enamoraron, ella salió un día del encierro (tenía temblores y él le dijo: “No te preocupes, yo te cuidaré”) y vivieron en la torre de emisiones de Javalambre hasta 2002; Eleuterio murió en 2004. Joaquina, de 77 años, está estupendamente. Protagonizó un cuento de mi primer libro: ‘Los pasajeros del estío’  (Olifante, 1990) y le firmé un ejemplar muchos años después.

Vinieron amigos de la ciudad: Serafín Aldecoa, Elifio Feliz de Vargas, Evaristo, Paco Martín, Pascual Berniz, Miguel Ángel Artigas, Amparo de Santa Cruz de Moya (la hermana de una vieja amiga y vecina de mi infancia en Arteixo: Edelmira), entre otros muchos, y también aparecieron Diego Hernández Estopiñán y Lori Needleman, los nuevos amantes de Teruel. Estuvieron los alumnos de cuarto del Instituto de Santa Emerenciana, y pasamos una estupenda velada. Maravillosa y entrañable, que acabó con una cena de amigos en el restaurante El Óvalo.

Y ayer, mientras Fernando Sanmartín presentaba su libro ‘Notas de Zaragoza del capitán Marlowe’ (Xordica), presentamos en la librería Ixena de La Almunia de Doña Godina, de Sergio y Andrea (que cumplía 17 años de existencia) el libro ‘El dibujante de relatos’ (Pregunta). La Almunia siempre es especial: tiene uno de los mejores clubes de lectura que conozco, entrañables y cómplices, y pasamos una jornada deliciosa de más de hora y media. Nos presentaron Gloria y Mario y luego Juan Tudela y yo hablamos y leímos varios textos y hablamos de casi todo. Me recordaron que empezaron el Club hace dieciocho años y que yo fui el primer invitado: apenas había seis personas, ahora superan ampliamente las veinte y organizan recitales en las Jornadas de Cine o la noche de poesía erótica, entre otras muchas cosas. Cuando nos despedíamos, Sergio de Ixena nos reveló que Victoriano, el alcalde, era de un pueblo de Murcia, del mismo donde nació Juan Tudela; de él, con tres años, vino a Zaragoza.

 

*Uno de los dibujos de Juan Tudela para el libro: ’La maleta de William’, inspirado en un joven militar de su propio pueblo que adoraba el cine.

08/03/2014 20:23 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

LOS AMANTES DE TERUEL

LOS AMANTES DE TERUEL (OTRA VERSIÓN)

 

 

LOS AMANTES DE TERUEL

Eleuterio era albañil, paleta, yesaire: dominaba casi todos los oficios de la construcción y conocía bien la ciencia y el vértigo de los andamios. De repente, en uno de esos trabajos inesperados, fue reclamado en el convento de las Clarisas de Teruel. Tenía que hacer chapuzas, ajustes de ventanas y de tejados contra la ferocidad del invierno. Allí solo vivían monjas de clausura, que hablaban algo menos de lo necesario. Le pareció que Joaquina, con una mirada dulce y amable en todas sus informaciones, hablaba algo más que las demás. Y fue ella quien le dijo donde podía dejar algunos ladrillos, preparar el cemento, depositar los sacos de yeso. Y no solo eso: le explicó a qué dedicaban sus pautadas horas, el rito de los rezos y el sistema de riego del jardín. Hablaban como hablaba el viento: con disimulo, con murmullos. Siempre hacían por encontrarse: él, ante la abadesa, la llamaba “mi embajadora”. Un día ella solicitó permiso para ir al médico; le confesó a Eleuterio que desde hace algún tiempo padecía temblores y él se atrevió a decirle: “Descuida. Yo te curaré”. Joaquina y Eleuterio se encontraron junto a una de las torres de mudéjares. Él la esperaba en su coche, y solo acertó a decirle: “Poco equipaje llevas para la nueva vida que nos espera”. Se casaron y se instalaron en un repetidor con vivienda en la cumbre del monte Javalambre y allí se quedaron a vivir su amor. Lejos del mundo y cerca de Teruel. Leían, estaban pendientes de la vigilancia del centro emisor, compraban revistas de toros, se amaban, preparaban chocolate al atardecer y paseaban, cuando caía la noche, por aquel paraje lunar. Y de vez en cuando recibían a algunos amigos que no se podían creer su fuga. Antes de que aquel espacio ideal para contemplar estrellas y las mejores luces del alba fuese una estación de nieve, acudieron a un programa de televisión a contar su historia. Eleuterio murió en 2004 y Joaquina está bien, sonriente y luminosa, dispuesta a contar su historia; a contarla y a recrearla con toda suerte de detalles. Es una forma de recuperar la memoria de su compañero. Ha regresado al convento porque allí, dice ahora, una mujer sola está mejor que en ningún sitio. A veces, en el silencio nevado del Javalambre aún se pueden oír sus voces y sus confidencias: “Nosotros también somos los amantes de Teruel”.

 

*Me he reencontrado el pasado jueves con Joaquina en la librería Senda-Perruca de Teruel. Esta historia con otra expresión aparecía en mi libro ‘Los pasajeros del estío’ (Olifante, 1990). La foto de ’Las bodas de Isabel’ es de Diego Hernández Estopiñán y Lori Needleman.

FLAVIA COMPANY, UN CUENTO

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[Esta tarde, a las 20.00, Flavia Company, la escritora argentina (afincada en Barcelona desde muy joven), presenta su nuevo libro en la librería Los Portadores de Sueños, dividido en tres partes: ’Por mis muertos’ (Páginas de Espuma), donde hay piezas espectaculares, como la dedicada a los diarios de su madre, que redactóa los doce años, o una carta perdida de la escritora Andrea Mayo. Un libro de realtos que explora lo fronterizo, el amor, la amistad, el hurto, los sabores de la infancia, la memoria, etc. Uno de esos libros que también tiene mucho de tratado del cuento. Cuqui Weller y Juan Casamayor y la autora tienen la gentileza de enviarme este texto, sobre las complicidades escolares y las amistades paradójicas,  la más lista y desubicada y el más torpe y descolocado también:

 

QUÉ HABRÁ SIDO DE MOYA

 

Por Flavia COMPANY

 

Yo estaba exenta. Él no. Moya tenía que rezar, ir a

clase de religión, ponerse de rodillas con los brazos en

cruz. Moya recibía golpes en las manos y en la espalda con

una regla larga de madera a la que se le habían borrado los

números. Porque no se sabía las respuestas. Y si salía a la

pizarra, don Jesús le pegaba con la mano abierta en la cabeza,

que rebotaba en la pared como un moscardón contra

un cristal, varias veces, mientras Moya sonreía mirándose

las puntas de los zapatos, o los calcetines azul marino de

uniforme, caídos alrededor de los tobillos.

Habíamos llegado aquel curso, desde el otro lado del

océano, y era impensable que yo me adaptara a las costumbres

del lugar. Mis padres estaban en contra de la violencia

y en contra de la religión, que según cómo se mire vienen

a ser lo mismo. Cuando supieron que don Jesús pegaba a

los alumnos y que los obligaba a rezar, mi padre se su-

bió al coche –la escuela estaba a solo tres manzanas, pero

él detesta caminar–, condujo hasta el edificio gris de tres

plantas, aparcó en la puerta, tocó el timbre, peguntó por el

maestro, se encerraron en el despacho de dirección y allí

solucionaron sus diferencias. Nunca supe cómo, pero el resultado

fue que me convertí en exenta y, por consiguiente,

en la alumna más odiada el colegio. No hay mejor diana

que las diferencias. Es fácil apuntar, es fácil dar.

Moya estaba en los antípodas de mi suerte. A él le tocaba

todo. Llegué a pensar que, por una peculiar ley de compensaciones,

le caía también lo mío. A lo mejor esa fue la

razón para que nos hiciéramos amigos.

Teníamos once años. Moya era el tonto de la clase. Cabeza

de rizos oscuros pegados al cráneo. Y el más alto.

Don Jesús le decía, lo que tienes de alto lo tienes de tonto.

Y yo era la lista. Y la más pequeña. Enfundada en mi pichi

azul minúsculo, con el pelo rubio hasta la cintura, liso y

bien peinado. Don Jesús decía que, para mí, no se habían

inventado notas que bastaran. Pero me hacía leer en voz

alta para reírse de mi acento con los de la clase.

La amistad entre Moya y yo parecía rara, por lo desigual.

Destacaba como el caracol que muchos años después vivió

aislado en los azulejos amarillos de la cocina de mi abuela.

Era rara y consistía en cosas como compartir el bocadillo

a la hora del patio, sentarnos juntos en las excursiones,

regalarnos canicas, esperarnos a la salida para comer pipas

que, una vez peladas y para que no nos riñeran, Moya se

guardaba en los bolsillos de la americana azul marino, que

quedaban abultados y húmedos.

El curso siguiente dejé el centro. Como es natural, mis

padres buscaron algo más acorde a sus ideas y principios,

un lugar en que no hubiera rezos ni castigos corporales.

Luego pasaron treinta años y las cosas que pasan en

treinta años.

Y llegó un día del libro y estaba yo firmando ejemplares

de mi novela El corrector cuando, de pronto, se acercó

un tipo envuelto en un traje azul claro y camisa blanca,

abierta hasta el tercer botón, un hombre de ceño fruncido,

ajado por el tiempo, que depositó con cierta brusquedad un

ejemplar sobre la mesa ante la que estaba sentada y dijo,

anda, échale una firma al primer maestro que tuviste en

España. Lo miré a los ojos, lo reconocí y lo vi el último

día de clase, junto a Moya, de nuevo incapaz de resolver

el análisis gramatical propuesto, Moya con la tiza entre

los dedos, como si fuera a escribir algo, con la cabeza

agachada muy cerca de la pizarra, esperando no se sabe

qué, y recordé a don Jesús acercarse a grandes zancadas y

propinarle un bofetón rabioso, como si se estuviera descargando

de alguna furia secreta, y a Moya dar contra la pared

y caer al suelo con un hilillo de sangre desde el oído hasta

la barbilla, y a Moya sonriéndome antes de cerrar sus ojos

achinados de pestañas cortas, sonriéndome a mí que me

sentaba por supuesto en primera fila y era la única que podía

comprenderlo, comprender lo que suponía ser la otra cara

de la moneda, a mí como si se despidiera. Cogí el ejemplar

que me presentaba el que a sí mismo se llamaba maestro,

lo abrí por la primera página y escribí: Qué habrá sido de

Moya. Firmé y se lo devolví.

 

*La foto de Flavia es Laura Zorrilla.

'PASOS' DE EMILIO PEDRO GÓMEZ

[Emilio Pedro Gómez, matemático y poeta, fotógrafo y andariego, rapsoda y soñador, acaba de publicar ‘Pasos’, un diario lírico del Camino de Santiago, un libro en cinco tramos que cuenta  -de diversos modos: casi siempre desde la evocación y la intuición poética- las impresiones ypaisajes de 1.000 kilómetros de caminar, apuntar, observar y escribir. Gentilmente, Emilio me envía esta selección de textos, que fueron los que se leyeron ayer, acompañados de fotografías, en su presentación en la Sala de Música del Palacio de Sástago.]

 

 

CAMINO DE SANTIAGO

  • Emprender este camino es ponerme a prueba: saber si sé vivir de caminar.
  • En Roncesvalles. Por sorpresa -golpe de algodón en la mirada- invierno atesorado en pleno abril: una montaña de nieve en el pequeño claustro.
  • Viajar, perder países

vivir un ver constante.

  • Hablar para alcanzar la plenitud del silencio. Caminar para colmarme de quietud.
  • Soñé hacer el camino con mi hijo. El sueño comprendía estos paisajes impregnados de mutuo aprendizaje y una filial complicidad que ya nunca sabré.
  • Los hijos caminan hacia nosotros alejándose.
  • Me pasma la belleza del amanecer. Me desafía a que también yo amanezca.
  • Nunca resisto la tentación de mirar a lo hondo del río, desde lo alto del puente.

¡Qué desvelo!

¿Cómo puede estar dormido

en ese fondo sin parar de sueños?

  • La siesta sirve para soñar que el cansancio no existe. 
  • La pequeña laguna contiene la respiración. Como en la concentrada atmósfera de un cuadro de Vermeer, nada se detiene, pero todo está quieto.
  • Puente la Reina. Hay un poema grabado muy cerca de la orilla del Arga. Su resumen: “El día está bien hecho, porque yo hago bien el día”.
  • Flor de soplo

vilanito

enséñale a la viña

olvido

  • Pasión de pétalos.

Son labios del trigal

las amapolas.

  • Fuente generosa.

Saliva de mujer deshabitada.

No me calma la sed

que no tenía.

  • Me acompaña un taciturno, peregrino. Mantenemos una conversación tan silenciosa como el tañido de las manzanas.27 Se va sin decir nada.  
  • Ese peregrino arrastra una ciudad llena de nadie.
  • ¿Alcanzaré Sansol? ¡Qué rápido se ve, qué tarde llega!
  • Torres del Río, iglesia del Santo Sepulcro. En el interior del templo entrego los ojos sin sentirlo. La mirada se aloja en lo más alto (arriba de la orla ajedrezada), en la espléndida estrella de nervios de la cúpula, y se queda cautiva –elevada sin red- en su mágico círculo.
  • Cuesta abandonar el templo. Su armonía invisible es más fuerte que la visible.31 En pocos lugares me he sentido tan bien. Lugar del alma.
  • El centro del camino es una orilla. Casi balsa. Mis largas piernas no me sirven de puente  Hundo mis sandalias al fondo indescifrable de los charcos, después de haber llovido.
  • En plena soledad, brota la pluralidad del yo. Toda mi multitud recuperada.
  • El filo de una hoz acuna Venus.
  • En Navarrete, me entra la tentación de mirar en los zaguanes a la búsqueda de suelos empedrados, arcas antiguas, viejos aperos de labranza... huellas sencillas, de los antepasados.
  • Porque Hay un camino en cada cosa.
  • Y yo quiero mirar las cosas como las cosas me miran a mí.
  • En la recoleta plaza de la Alameda, siete mujeres de pelo canoso han desplegado mesa, sillas, tapete verde, monedas de 1 céntimo de euro... Cual esculturas vivas, sin pudor, juegan serenas al julepe.
  • Cuanto más me alejo, más percibo la llamada de un lejos más distante.
  • Pedro lleva en la mochila multitud de hogares. Te los entrega y se desborda como un cántaro roto. Hace el camino en soledad, pero no he conocido peregrino menos solo.
  •  Intento infundirle ánimos :Porque todo es camino-le digo-

aunque la ruta a veces parezca una traición. 

  • Montes de Oca. Comienza la ascensión (y el duende). La niebla se apodera de todo lo que miro. Amedrenta, se configura apenas unos pasos adelante, mas no se deja alcanzar nunca. ¿Será porque la llevo conmigo?
  • San Juan de Ortega. Accedo al pueblo. Sencillo, acogedor. En este lugar sería hermoso aceptar el helado celaje del invierno, ver nacer la nieve. No sé porqué huída y búsqueda se hallan aquí tan bien reunidas.
  • Placer de madrugar y estrenar el diario silencio de las cosas.
  • Ni sol ni luna, mas alguien parece alumbrarme el incierto camino. Por tres veces me paro, doy la vuelta,  miro. No hay nadie. El ángel de una luz inexistente.
  • Desde el alero cercano, una golondrina me ofrece todo su repertorio de trinos. Desde las ramas generosamente manda su melodía a la mañana...
  • Reemprendo la marcha pensativo. ¿En verdad se diferencian las palabras del piar de los pájaros?
  • Caminando entre dos hileras de amapolas, siento que la claridad viene del suelo.
  • Hipnotizado

el gallo en la veleta.

Viento en calma.

  • ¿Un tren que se aproxima? No me sucede nada, pero ¿qué me está sucediendo?. Este momento lo ha escrito por mí, José Corredor-Matheos:

Luz a lo lejos.

Infinita nostalgia

no sé de qué.

  • A la entrada de la Catedral de Burgos, los doce apóstoles ¿comentan despreocupados las sagradas escrituras o acaso el fatigado posar ante la cámara digital de los turistas?.
  • La calle Real de Hornillos: su bella austeridad, su piedra nítida...
  • No acierto con el ritmo. Aprieto fuerte el paso y luego, sin porqué, desacelero. Cuesta dejar los pies al pulso del camino.
  • De golpe, a punto de ser tragada por la tierra, aparece la torre de la iglesia de Hontanas.
  • Ofertorio de caños generosos junto al ábside. Sorbo sus voces transparentes, como quien recobrara el habla.
  • Ruinas de San Antón: ¿amanecer de piedra o piedra amanecida?
  • Asoman como una aparición.,¿Quién, con qué romántica destreza, fue deconstruyendo el monasterio hasta dejarlo así, tan espectral, con tal exacta arquitectura de umbral de la melancolía? Al pasar bajo el arco, es como si ingresara de nuevo en el ambiguo enigma del camino.
  • A orillas del Ucieza, de repente, el encarnado fulgor de unos escaramujos. Los miro con admiración, como si resumieran la belleza del mundo.
  • En el mesón de Villalcázar de Sirga, del solomillo a la ternura, del tocinillo al cielo
  • Nos demoramos en la plácida sobremesa. La comida rápida ahorra tiempo de vida pero a quién le interesa eso, salvo a la muerte.
  • En Terradillos de Templarios sobrevive el adobe, pan de barro y paja, hogar de tantos huidos campesinos.
  • Templo de “La Peregrina”. Nuestras miradas prenden en las configuraciones geométricas de las yeserías. Vislumbres del rostro impensable de Alá: sus ojos infinitos.
  • Catedral de León. En su interior, levadura visual. Espejismo sublime. Colores tallados en reflejos que atraviesan los párpados y ascienden. Vidrieras en estado de gracia: manan la gloria de una luz insobornable.
  • Me embriaga de amor esta fiesta de los ojos .
  • Regreso de mirar

transfigurado

ligero

con un regusto inédito en el alma.

  • He de salir. Van a cerrar las puertas. Me da la tentación de hacer noche, furtivo, en el lugar sagrado. ¿Cómo será sin nadie –los ecos nada más- la luz de su silencio (y se quede la catedral hablando sola)?
  • El gallo insiste en su canto de madrugada. Lo miro con sosiego. ¿Qué cabe responder a esa alegría?
  • Me adentro en el sistema vascular de la noche. Mis pasos copian la falsa lentitud celeste. El alba me halla cómplice de las sombras que, como al principio de los cuentos –consuelo del color- se desvanecen.
  • Ya la noche estocada de muerte (palidez enfermiza de las constelaciones). Reconozco el ámbar del amanecer.
  • Ayer la lluvia encendió el olor del romero. Hoy la anisada fragancia del hinojo aroma nuestros pasos.
  • En el albergue converso con Ramón. Tiene el don de elegir palabras sabias, convenientes, certeras… “En el desacuerdo, dice, comenzar por comprender que no nos comprendemos”.
  • Astorga a lejana vista de pájaro.
  • Camino hacia quién he sido y mis pasos entran en mí.
  •  Mis dedos casi tocan la memoria. El silencioso pie de la tierra natal. La luz en que nací.
  • Cuesta mirar mi ciudad, la ciudad de mi alma (primeriza) como una ciudad más.
  • Su armonía de formas,  su colectivo balcón corrido, su no se qué de piedra noble, asambleada... ¿porqué el ayuntamiento de Astorga me sigue pareciendo el Ayuntamiento por antonomasia?
  • Ahora que regreso, fugazmente, a mi tierra lo comprendo: se aprende a partir en el momento de volver.
  • Después de recorrerlo serenamente con la mirada, abandono el pórtico de la catedral convencido de la impenetrable intimidad  de la piedra.10
  • Quisiera percibir Astorga con ojos nuevos, limpios, desprendidos de la ficción de los recuerdos
  • ¿Mas acaso no continúa siendo este lugar paisaje de mí mismo?
  • Desayuno en la calle Real de Santa Catalina de Somoza, frente a la iglesia. Me consuela un olor a rosales que atraviesa el camino.
  • Cruz de Ferro. Tomo un guijarro de los alrededores y me atengo al rito de lanzarlo sobre los demás. Emociona pensar que este humilde montón de piedras junto a la endeble cruz permanezcan después de tantos siglos, mientras grandes monumentos se han convertido en ruinas.18
  • Manjarín: José Antonio se ofrece a dar un masaje a mi tobillo inflamado. Lo impregna con aceite de aloe vera. Sus manos hablan el lenguaje de la delicadeza.
  • Cuando me dice que va a continuar con un masaje radiante, sin contacto físico, percibo el ala de un ángel contra el viento helador.
  • A mis pies, El Acebo, un puñado de casas apiñadas de piedra, tejados de pizarra, espadaña,  balcones de madera… Estampa viva de un tiempo que se fue.
  • La expresión ingenua y cómplice del barquillero en bronce de la desierta plaza mayor de Ponferrada.
  • Me miran unas zapatillas que parecen apiadarse de mí. Tentación de entrar en ellas y dejar que me conduzcan placidamente a casa.
  • El Bierzo es allá donde León copula con la fruta y canta.
  • A veces, en el camino surgen imprevistas desapariciones. El aliento acechante de mis padres, por ejemplo.
  • Tal vez deseo crear mi propia estela, sin alejarme demasiado de las suyas.
  • Salgo de la frondosa vegetación a inclinadas praderas… La bondad de tanto espacio libre me deja su limosna de infinito.
  • Por la noche, en el albergue, varios peregrinos intercambiamos direcciones, teléfonos... Mañana el camino se bifurca. Intentamos cazar en una fotografía este instante de nómada amistad.
  • Alto de San Roque. El peregrino en bronce afianza su sombrero contra el viento… Firmeza del propósito frente a la adversidad.
  • Enigmático pensamiento del libro del mesón de  O Cebreiro,: “Sabemos dónde somos, pero no cuando”.
  • Perecen figuras de un belén: vacas de color palestina. Dan a la mañana una verdad que no tenía.
  • Baño de pies en el agua helada del viejo lavadero de San Cristobo do Real. Me consuelo pensando: No hay sufrimiento que no sea dolor del mundo. Mejor no evitarlo. Cada ampolla es un ojo en el que examinarme.
  • Aldeas con más vacas que vecinos, boñigas  en las calles, por las que asoma de vez en vez alguna anciana de enlutada saya, extraída de una película en blanco y negro de Cifesa. Así era la España rural en que nací.
  • Todos los pasos conducen a mis pies.. Y mis pies son mis ampollas ¿Por qué este empeño ciego en avanzar?
  • Éste es un instante perfecto para aprender a no llegar.
  • Por fin, una fuente. Descanso. Estoy con nadie, mas disfruto  la soledad de estar con todo.
  • Popular pulpo a feira de Ezequiel. Del caldero de cobre extrae el cefalópodo de lánguidos tentáculos Vierte  sal, pimentón, aceite. Parece imposible que una receta tan sencilla logre  conjugar una fusión de sabores tan perfecta.
  • El macizo de hortensias ofrece su muestrario de azules. En la gloria del verano, los colores del cielo prevalecen.
  • Acaricio el tronco del roble cubierto de honda capa de musgo. En mi mano hay un recibimiento y un adiós. Percibo lo irrepetible del instante. La alegría de no volver jamás.
  • Monte de Gozo. No percibo júbilo alguno en el lugar. Cualquier cumbre pasada fue mejor.
  • Plaza del Obradoiro. Da una bienvenida de jerarquías abismales: arriba, el poder divino de la iglesia; abajo, el austero llegar del caminante.
  •  Es el lugar del clero como institución, como poder inaccesible: los propietarios de Dios.
  • He llegado por fin; esto no es mi lugar pero he llegado.
  • Pórtico de la Gloria, gloria de todos los pórticos. Santiago tiene la expresión de un ciego que sabe donde va, y  lleva y se deja llevar hacia una eternidad sumida dentro de él.
  • La gente corriente, el pueblo llano, bienaventurado en las palabras de Jesús, aparece minimizado en la iconografía religiosa.
  •  Por fin, después de tantos  pasos de pasos, se avista el mar. Desde aquí parece  que el sendero no tuviera otra razón de ser que ponerse a su servicio. Me embarga la emoción definitiva de quien arriba a la costa azul de un infinito.
  • Los bandos de gaviotas

propagan lejanías.35

  • En el Cabo de Finisterre parece recomenzar esa sed de lo que nadie ha visto.
  • Oigo el murmullo de un pensamiento que parece no tener fin. El del otro lado del mar es uno mismo. 40
  • He visto mochilas desplegando sus alas escondidas. He visto al tren mendigar paisaje a los incendios gallegos y he visto al río incapaz de volcarse contra el fuego. He visto a gente llorar de no estar sola… ¡Hay tantas forma de volver que no conozco!
  • Al final del viaje, siento que he soltado lastre. Me he librado de rutinarias corazas y pieles superfluas. Menos arropado, soy más yo.
  • Temo que al volver pierda de nuevo la conciencia de que todos los días son viaje.47

 

            Cuando regresé, mi andamio de rutinas todavía estaba allí.

JAVIER SEBASTIÁN, HOY, EN CÁLAMO

Esta tarde, Javier Sebastián, autor de ‘El ciclista de Chernóbil’ e ‘Historia del invierno’, entre otros títulos, presenta en Cálamo su nueva novela: ‘Puente de Vauxhall’ (Destino), que significa su pase al sello que dirigen Emili Rosales y Silvia Sesé. Hace unos días, Javier me resumió así el libro en un mensaje privado de Facebook.

“La hermana Loretta María Semposki participa en un experimento sobre las grandes memorias del mundo. Junto a los ventanales del colegio de Shaftesbury, una ayudante del coronel Dolado va recogiendo en cuadernos los recuerdos de la monja, en apariencia inocentes. Una vez estudiados, esos cuadernos se destruyen. Salvo unos pocos, que van a parar a una casa de Dunstable, al noroeste de Londres. Pero ahora han desaparecido. Y en sus páginas no solo se lee el relato de una vida, sino algo muy comprometedor. El coronel Dolado, de los servicios secretos, sospecha de una persona de otro departamento y quiere saber qué ha descubierto. Para eso, le hace creer que la mujer de los cuadernos está de su parte y la manda a su lado. Empieza el juego. ¿Quién engaña a quién? ¿Qué es lo que resulta tan peligroso de las palabras de la hermana Loretta? Lo cierto es que la hermana Loretta era amiga y consejera de la princesa Diana y su narración podría iluminar las zonas oscuras que rodearon su muerte. Esta es la historia de cómo la gente del coronel Dolado infiltró en Highgrove House a una niña de quince años”.

 *Dos fotos de Javier Sebastián, tal como era, tal como fue, en Alta Sociedad, el grupo de principios de los 80; ahora, en un retrato de Javier Vidal.

14/03/2014 09:54 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

MANUEL TORRES, ADIÓS A UN DEFENSA

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Acabo de publicar este texto en heraldo.es

http://www.heraldo.es/noticias/deportes/futbol/2014/03/14/manuel_torres_pelicula_del_futbol_276200_1101028.html

Manuel Torres o la película del fútbol

 

El jugador turolense jugó nueve campañas en el Real Zaragoza y fue campeón de Europa con el Real Madrid en 1957

 

En la calle Cádiz siempre han pasado cosas casi extraordinarias. Allí, en el 8, nació el pianista Luis Galve; en un café el fotógrafo Antonio Calvo Pedrós tomaba café con sus amigos, entre ellos el extremo Canario, y repartía fotos de los Cinco Magníficos. En la calle Cádiz, muy cerca el uno del otro, dos de los grandes laterales del Real Zaragoza de todos los tiempos, Manuel Torres, turolense, y Severino Reija, lucense, tenían sus establecimientos de moda. Manuel Torres, que haría fama con el apodo de ‘El expreso de la banda’, recorría la calle: desde el paseo de Independencia hasta la calle Azoque, casi siempre observado por su esposa Ángela Buendía. En los últimos años fue víctima del fatal olvido del Alzheimer. Manuel acaba de fallecer.

El bajo de su comercio era uno de sus refugios favoritos. Allí lo visité en una ocasión para viajar por el territorio de los recuerdos. Conservaba una foto de Alfredo Di Stéfano, que solía decirle: “che mañico”, tomada poco después de que el Real Madrid conquistase su segunda Copa de Europa, ante la Fiorentina, con Torres como lateral derecho.

Le gustaba recordar su amarga niñez: “Nací en Teruel, en abril de 1930 en una familia de panaderos. Mi primer recuerdo es de cuando entraron los aviones y empezaron a bombardear. Teruel estaba rodeado por el ejército republicano y nos evacuaron hacia Segorbe primero, y luego hacia Valencia. Éramos ocho hermanos; cuando se produjo aquel revuelo desaparecieron muchas familias completas. Aquello fue terrible para un niño de poco más de siete años: pisábamos un suelo de cadáveres y en el barrio de San Julián vi a un hombre con la boca abierta y con un tiro en la frente. Nunca he podido olvidar esa imagen: va y viene a mi cabeza como una pesadilla”.

Esa película de la memoria tenía otros muchos elementos. Con el corazón encogido y la emoción encendida, añadía Torres: “Y además estaban las grandes y duras nevadas. Los niños teníamos un miedo horrible: nos metíamos en la cueva”. Los Torres partieron en un camión hacia Valencia y se sobrepusieron a un sinfín de adversidades y desgracias. El niño Manuel recibía clase en la casa de sus tías y jugaba al fútbol en la calle “con pelotas de trapo como panes que hacía con los paños de cocina de su madre y los cordeles o cintas de los sacos terreros”.

La familia volvió a Teruel. Manuel estudió en La Salle y luego ingresó en la panadería de su padre. La pasión por el fútbol estaba más viva que nunca: poco importaba que fuese más bien menudo y que pesase apenas 50 kilos. Era un puro sinvivir. Entonces también le gustaban los toros: para verlos y para correr delante de ellos. El Teruel jugaba en Tercera División y Manuel no tardaría en fichar por el conjunto. “Era bastante rapidillo, sí”, y Primitivo Villacampa, Primo, el extremo izquierdo de ‘Los Alifantes’ (el equipo que ascendió al Real Zaragoza en 1935-1936 a Primera División) sería testigo directo de su crecimiento. Torres fichó por el Manchego de Ciudad Real y jugó allí tres o cuatro campañas, hasta que su nombre empezó a aparecer en los periódicos deportivos y en los primeros mentideros de la calle y las tabernas. Antes de que se marchase a ningún otro sitio, Primo, le dijo: “No se comprometa con nadie. Se va a venir conmigo a Zaragoza”. Manuel Torres aceptó: “¿Sabe lo que le digo? No conozco Zaragoza y la quiero conocer”.

En la campaña, 53/54, Manuel Torres se convirtió en el defensa derecho del Real Zaragoza que militaba en Segunda División, y formó una retaguardia mítica con Yarza o Lasheras, en el arco, y Alustiza y Bernad en la zaga. A veces también entraban Rodolfo y Castañer. Poco después el equipo subía a Primera División y el Real Madrid, que se batía en varios frentes, solicitó la incorporación de Torres para jugar la Copa de Europa. El Madrid se proclamó campeón el 30 de mayo de 1957 ante la Fiorentina. Retornó a casa y Torres formó en el equipo que estrenó La Romareda el 8 de septiembre de 1957 ante Osasuna. Poco después, el 29 de diciembre de 1957, los blanquillos y los madridistas se enfrentaron en La Romareda. Ganaron los maños por 3-1 y Torres paró a Gento.

A Torres se le llenaban los ojos de ternura y añoranza al recordar su paso por Chamartín. “Fui muy bien acogido. Gento, con el que había tenido algunos duelos, me respetaba. El mejor era Di Stefano, pero también estaban Kopa, Mateos, Rial. Ganamos la Copa de Europa: la segunda Copa de Europa del Real Madrid. Me pasó algo muy curioso: yo ya había jugado en la Liga con el Zaragoza y no podía hacerlo con el Madrid. Sin embargo, una tarde me habían convocado y de repente me dice Santiago Bernabéu: ‘Torres, salga a jugar’. No ocurrió nada: nadie impugnó el partido”. Al menos, así lo recordaba él; algunos estudiosos del zaragocismo dicen que aquella cesión, sin nada a cambio, fue uno de los mayores errores del presidente Cesáreo Alierta en su carrera.

Se casó con Ángela Buendía, a la que había conocido en Ciudad Real, y permaneció cuatro temporadas más en el club. Hasta 1961-1962. “¿El Zaragoza? Teníamos un equipo de maravilla. Enrique Yarza era excepcional, tenía unos reflejos tremendos. Pasmaba a cualquiera. Y cuando yo empezaba a marcharme llegó Carlos Lapetra. ¿Qué voy a decirle de Estiragués? Salíamos al campo y miraba a todos los jugadores rivales, uno por uno. De repente se quedaba mirando a uno de ellos. ‘¿A quién miras, Nanu?’. ‘A ese cabrón que me ha caído mal’. Y se iba detrás de él toda la tarde”. 
Ya lo habían bautizado como ‘El expreso de la banda’: en aquellos días Gorostiza era ‘La bala roja’; Gaínza, ‘El gamo de Dublín’; Gento, ‘La galerna del Cantábrico’ y Di Stéfano, ‘La saeta rubia’. Torres pugnó con tenacidad con grandes extremos como Gaínza, Czibor, Eulogio Martínez o el citado Gento.

Manuel Torres, todo pundonor, oficio y velocidad, explicaba así sus características como jugador: “Mi secreto era la preparación física. Vivía del fútbol y me cuidaba al máximo. Era técnico y rápido, jugaba con las dos piernas. En el fútbol no se pierden las facultades, sino los reflejos: vas tarde y recibes la patada del contrario”. El fútbol fue una experiencia inolvidable y, en sus días de lucidez, lo recreaba como quien cuenta y no acaba una formidable película de felicidad y de pasión. Lo hacían con candor y con una sonrisa de niño antiguo.

14/03/2014 16:33 Antón Castro Enlace permanente. Deportistas No hay comentarios. Comentar.

TORRES, REIJA, LIBRERÍAS, PONS

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[Paco Pons, librero ya jubilado, vive la ciudad de una manera especial. Con cariño y atento a cualquier detalle.  Me ha escrito y me dice:]

Querido Antón: He leído en heraldo.es tu trabajo sobre el futbolista TORRES, cuyo establecimiento recuerdo perfectamente, en la calle Cádiz.  Ello es debido a que, a pocos metros del mismo – y del de Severino REIJA – estaba la primera LIBRERÍA PONS, la que fundaron mis padres en el año 1951. Allí comencé yo a trabajar en el año 1961, a los catorce años, debido a la grave enfermedad de mi padre, y allí estuve día a día, hasta que en el año 1968 decidí trasladar la librería al Paseo de Fernando el Católico.

 

El local de la librería estaba situado en la “calle San Diego”, junto a la salida posterior del Cine Dorado, que luego sería un Bingo.  Los comerciantes del barrio nos llevábamos muy bien y con el Sr. Torres charlaba yo con cierta frecuencia, pues me trataba con gran afecto, a pesar de que yo fuera un muchacho y él un señor famoso.

 

Me sucedió lo mismo con Severino Reija, con el que luego coincidí en las dos vice-presidencias de la Federación de Empresarios del Comercio de Zaragoza. Formamos equipo con el Presidente, el comerciante de calzados TABOADA, caballero culto y amable como pocos.  Como yo era un jovencete, Taboada decidió que el Vicepresidente Primero sería Reija y el Vice Segundo sería Paco Pons, como debe ser, pues yo me sentía al lado de esos dos “gigantes” como un becario en presencia del Consejero Delegado de la Corporación.

 

No te olvides de otro curioso comerciante de la calle Cádiz. Un establecimiento de sastrería a medida, llamado GALAS, en cuyo escaparate principal reproducía cada día el orden de clasificación de los ciclistas, durante la Vuelta Ciclista a España. Eran ciclistas de plomo –como los soldaditos – pintados según los colores de los equipos y/o naciones de origen. En ese local había estado previamente una librería de “lance” que tenía el padre de una famosa pintora que ha regresado a España, después de décadas de ausencia. Me refiero a JULIA DORADO. Su padre fue librero y amigo del mío.

 

*Torres, primero por la izquierda, el día que el Real Madrid venció a la Fiorentina en mayo de 1957. Ganaba su segunda Copa de Europa. Torres está al lado de Di Stéfano que le gritaba: "Che, mañico".

AKIRA YOSHIZAWA: PAPIROFLEXIA EN EL CENTRO DE HISTORIAS

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AKIRA YOSHIZAWA

 

INTRODUCCION

 

Akira Yoshizawa es reconocido por todos los artistas de la papiroflexia como el gran maestro que revolucionó el origami y lo transformó en una actividad creativa y artística.

Él mismo y su propia biografía responden bien a la idea de un artista entregado toda su vida a una “misión”.

Yoshizawa no sólo es un creador de nuevos modelos, que ya sería de admirar, sino que dota al origami de un entramado contextual complejo y poliédrico. Filosofía, trascendencia, respeto a la tradición artística, amor al papel, biología, ciencia, educación, arte y creación se amalgaman en sus modelos. Su procedencia, Japón, no es un factor de menor importancia en esta combinación.

 

 

Grupo Zaragozano de papiroflexia y Yoshizawa

 

Los orígenes del grupo zaragozano de papiroflexia (GZP) se remontan a mediados de los años cuarenta del siglo pasado. Comenzó como una tertulia o peña de café donde un grupo de intelectuales se reunían periódicamente y plegaban figuras de papel. Reuniones que se han mantenido casi ininterrumpidamente hasta la actualidad con un considerable aumento de aficionados.

En 1968 el GZP recibió un envío con modelos del maestro japonés del origami Akira Yoshizawa para una exposición en el Colegio Mayor Universitario Pedro Cerbuna. Veinticuatro años después, en 1992, Yoshizawa vino personalmente a Zaragoza y se reencontró con aquellos modelos en un expositor de ese mismo Colegio Mayor. Para un artista que consideraba a sus modelos como hijos y que nunca había vendido ninguno de sus originales, este respeto y cuidado para con su obra fue emocionante, manifestando su agradecimiento y expresando su deuda “de honor” con el grupo.

En 1981 también envió modelos para otra exposición del GZP.

Yoshizawa vino personalmente a Zaragoza en los años 1992 y 1997 donde disfrutaron de sus enseñanzas y compañía.

El 14 de marzo (día en que también había nacido) de 2005 Yoshizawa falleció y el proyecto del GZP largamente deseado de una exposición monográfica del maestro pareció truncado.

El 14 de marzo de 2014 EMOZ (Escuela Museo Origami Zaragoza), dentro de la celebración del 2013-2014 Año Dual España-Japón, es el día de inauguración d ela gran exposición de Akira Yoshizawa.

 

CREATIVE ORIGAMI

 

El origami es como la poesía, un arte formativo que permite crear infinidad de figuras con las superficies de una hoja de papel y diversos pliegues.

Mi origami representa objetos de la naturaleza en forma realística y concreta y expresa asimismo imágenes mentales en forma abstracta. Abarca desde trabajos de plegado sencillos, que podrían ser considerados como un simple pasatiempo, a delicadas obras de arte.

Por su gran riqueza de emociones, el origami también es fuente de pensamientos innovativos. Por consiguiente las técnicas desarrolladas en origami también podrían aplicarse a la ciencia y tecnología en el futuro.

 

Akira Yoshizawa para la Exposición Universal de Sevilla de 1992

 

 

Escucho al papel y converso con él

 

Mi maestra es la Naturaleza, los animales, los pájaros, las flores,… Cuando hago origami, escucho a la Naturaleza, no con estos los oídos sino con los oídos de mi corazón

 

Mis creaciones de origami, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, requieren el uso de la geometría, la ciencia y la física. También abarcan la religión, la filosofía y la bioquímica

 

Espero que mis obras perduren, llevando un mensaje de Amor y Amistad por todo el mundo

 

Akira Yoshizawa

 

 

Una vida con el origami

 

Yoshizawa nació no lejos de Tokio en 1911. Durante dos años se preparó para monje budista. Decidió finalmente a la edad de veintiséis años, dedicarse por entero al origami.

Vivió pobremente durante casi quince años vendiendo tsukudani (pescaditos cocinados en salsa de soja) de puerta en puerta.

Su vida cambió en 1952 cuando la revista Asahi Graph le propuso reproducir en origami los doce animales del zodíaco oriental.

En 1953 por mediación de Legman, un profesor de Harvard, expuso su obra en el Museo Stedjelik de la ciudad de Amsterdam.

En 1953 publicó Adarasi Origami Geijutsu (Origami Art), el primero de los dieciocho libros que irán apareciendo a lo largo de su vida.

Sus modelos se expusieron en el Coopers Union Museum de Nueva York en 1959. En aquella exposición también se mostraron modelos de Miguel de Unamuno

El Ministerio de Asuntos Exteriores japonés, impresionado por la repercusión en occidente de la obra de Yoshizawa, vio en esta vía una manera de contribuir a mejorar la imagen del Japón en el mundo. Yoshizawa a través de la Japan Foundation, visitó con su origami más de 50 países.

Su libro Tanoshii Origami (Joyful Origami) ganó el premio cultural Mainnichi Shuppan en 1963.

El emperador japonés Hiroito le otorgó la Orden del Sol Naciente en 1983, uno de los mayores honores que puede recibir un ciudadano japonés.

 

Escuchar la naturaleza a través del origami

 

“Mis creaciones de origami, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, requieren el uso de la geometría, la ciencia y la física. También abarcan la religión, la filosofía y la bioquímica”.

“Cuando hago origami, escucho a la Naturaleza, no con estos los oídos sino con los oídos de mi corazón”.

Yoshizawa buscaba la sencillez en el plegado y en el modelo como el sumi-e (pintura japonesa monocromática con tinta y a pincel) o la poesía haiku (poemas breves)

El maestro consideraba este origami creativo como “Arte, en el más alto sentido de la palabra”

“Por supuesto, es fácil hacer la forma de un sacerdote meditando, pero eso es solamente la superficie. Quiero hacer un modelo en el que la gente no solo vea un sacerdote meditando, sino que también pueda sentirlo meditando, sentir sus emociones a la vez que él”.

 

 

La creación como búsqueda

 

Para muchos plegadores actuales, y probablemente también para el mismo Yoshizawa, su aportación más importante es llevar al origamista al convencimiento de que él también puede y debe crear sus propios modelos.

El maestro promovió desde sus comienzos que el plegador buscará libremente variaciones y creaciones. En sus libros se diagrama la obtención del modelo básico y las fotos e ilustraciones muestran variaciones animando al plegador a buscar por su cuenta.

Al preguntarle cuál había sido el tema que más trabajo le había costado en origami, Yoshizawa replicó sin vacilar “La cigarra. Necesité veintitrés años para hacerla” Según refiere, para hacerla tuvo que analizar la anatomía y el sistema nervioso del insecto, proyectar una y otra vez, hacer pliegues y más pliegues. “Yo tenía en la cabeza la imagen perfecta. Con los años llegué a hacer centenares de modelos. Pero ninguno era el que yo quería” Un día en 1959 el maestro consiguió finalmente hacer la cigarra de sus sueños. Cuando la tuvo en la palma de la mano parecía tan perfecta que su creador sintió que “contemplaba el misterio mismo de la vida”.

 

 

El plegado

 

El formato preferido por Yoshizawa era el cuadrado inicial, pero no desdeñó otros formatos iniciales, excepto las formas estrelladas.

En la revista The Origamian en 1963 “No corto el papel; nunca pego piezas juntas y no uso pintura porque me gusta el papel ‘como es’ ”.

En la revista Japan Times en 1969 decía “Si usara tijera, mi origami sería un recortable. Si usara pegamento sería un mosaico. Si pintara sería una pintura”.

En Selecciones del Reader´s Digest en 1970 afirmaba “…únicamente por medio de dobleces, sin recurrir jamás a cortar el papel”.

Para el maestro los diagramas sólo eran la partitura que luego el ejecutante tenía que interpretar con su propia implicación. “Siguiendo las instrucciones se puede plegar fácilmente un modelo complejo pero el resultado será simplemente un papel plegado que no expresa nada”.

 

 

Las partituras

 

Frente a las antiguas instrucciones de plegado, farragosas y la mayor parte de las veces incomprensibles, Yoshizawa creó una simbología, un código sencillo e intuitivo que ha permitido la realización de diagramas comprensibles y sin fronteras idiomáticas. Esta aportación ha contribuido a la interconexión de artistas y aficionados de todo el mundo con la consiguiente expansión y progreso de la papiroflexia.

Diagramaba como un todo y adaptándose al formato en el que se va a publicar aunque esto exigiera una nueva distribución de los pasos de plegado. Era meticuloso y siempre debe dibujaba él sus propias instrucciones, no podía dejarlo en otras manos.

Los diagramas eran para el maestro la partitura básica sobre la que el plegador debería aportar su propia sensibilidad y creatividad.

Creaba nuevos modelos a más velocidad de lo que podía dibujar.

 

 

Los modelos

 

Yoshizawa afirmaba en 1989 que había creado más de 50.000 modelos. Consideraba a sus modelos como hijos y al parecer nunca vendió ninguno. Insistía en la importancia de que cada modelo fuera único e irrepetible. Sabemos por sus libros que frecuentemente realizaba seis, siete y hasta diez variaciones de un mismo modelo perfeccionándolo o adaptándolo. También sabemos que en sus dieciocho libros tan solo se muestran unos cientos de modelos.

La exhibición de los modelos también fue estudiada por Yoshizawa. “Para mis exhibiciones de origami siempre presto mucha atención a la luz” “Para ver exhibiciones de arte o para charlas siempre usamos luz tenue”. Él mismo explicaba que en Japón hay dos maneras de ver: el hare que es brillante y hacia afuera como las cosas iluminadas por el Sol y el ke que sería la luz tenue como la natural en el interior de una casa, en un ambiente tranquilo y confortable. Este mismo sentimiento subyace en su poco gusto por el uso del papel metalizado que dice brilla como el metal y refleja como un espejo. “Cuando la gente ve un animal hecho de papel de plata, siente el metal y no la estructura natural del animal. No se siente cerca del animal porque ve hare cuando debería estar viendo ke”.

 

 

Los sueños

 

Yoshizawa siempre albergó la ilusión de poder escaparse a las montañas, aprender a hacer papel a la antigua usanza y así participar en todo el proceso creativo del origami.

Otro sueño de Yoshizawa era fundar un museo y centro de investigaciones a fin de hacer llegar a todos los pueblos del mundo los beneficios del origami. Aunque su taller en Tokio ha sido y es un lugar de peregrinaje para los amantes del origami de todo el mundo, no llegó a cumplir su deseo.

 

La Escuela Museo de Origami de Zaragoza (EMOZ) se declara heredera de sus enseñanzas, se siente vinculada emocional y sentimentalmente al que considera el gran maestro, comparte su modo de ver la papiroflexia (origami para él) como una actividad artística, creativa, educativa y de unión de culturas.

 

BIOGRAFIA

1911

Nace el 14 de marzo en Kaminokawa, no lejos de Tokio Japón, en una familia de granjeros.

1924

 

Entra de aprendiz en una fundición y acaba enseñando a los nuevos empleados la geometría básica requerida para el trabajo utilizando el origami.

1935

Estudia dos años preparándose para monje budista.

1937

Deja los estudios para monje y decide dedicarse al origami.

1937

Vive pobremente durante casi quince años vendiendo tsukudani (pescaditos cocinados en salsa de soja) de puerta en puerta.

1952

La revista Asahi Graph le propone reproducir en origami los doce animales del zodíaco oriental. Aparecen en el número de enero de 1952.

1953

G. Legman, que realizó el primer listado de bibliografía internacional de papiroflexia Bibliography of Paperfolding, contacta con Yoshizawa.

Legman encuentra la copia llamada Kan-no-mado en la Library of Congress

1954

Funda el Kokusai Origami Kenkyu-kai (The International Origami Centre) y publica su primer libro Adarasi Origami Geijutsu (Origami Art). Es el primer libro en el que se usa el sistema de diagramas y simbología.

1955

 

Yoshizawa envía a Legman modelos que se exponen en el Museo Stedjelik de la ciudad de Amsterdam (Holanda).

1959

Legman manda modelos de Yoshizawa para la exposición del Coopers Union Museum de Nueva York. En esa exposición se muestran también modelos de Miguel de Unamuno.

1959

Consigue la cigarra tras veintitrés años de intentos.

1963

Su libro Tanoshii Origami (Joyful Origami) gana el premio cultural Mainnichi Shuppan.

1965

A partir de este año el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón a través de la Japan Foundation mandará a Yoshizawa a más de cincuenta países.

1968

Modelos de Yoshizawa se muestran en una exposición en el Colegio Mayor Universitario Pedro Cerbuna de Zaragoza.

1970

Selecciones del Reader´s Digest extracta un artículo de L. Stowe y aparece en 13 ediciones en todo el mundo.

1981

Manda modelos para la exposición “Homenaje al grupo zaragozano 40-70” que se realiza en Zaragoza.

1983

El emperador japonés Hiroito le otorga la Orden del Sol Naciente uno de los mayores honores que puede recibir un ciudadano japonés

1992

En el pabellón del Japón de la Expo de Sevilla presenta la exposición Cuatro estaciones en Japón.

Visita Madrid en junio y Zaragoza en julio.

1997

Visita Zaragoza.

1998

Expone en el Carrousel du Louvre de París, junto con otros artistas, en la mayor exposición jamás vista de papiroflexia

1999

Invita a Carlos Pomarón, destacado miembro del GZP, a la Exposición Homenaje que se realiza en Japón con motivo de su 88 cumpleaños.

2005

Fallece el 14 de marzo.

2012

El 14 de marzo la compañía Google le homenajea con un doodle conmemorativo creado por Robert Lang.

2014

14 de marzo, Inauguración exposición en EMOZ

 *La información es del Centro de Historias y del Ayuntamiento.

17/03/2014 17:58 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

'CHATTERTON' DE ELENA MEDEL

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[Elena Medel, poeta y editora nacida en Córdoba en 1985, ha ganado el premio Loewe de poesía joven. El libro se titula ‘ Chatterton’ y en él hay un poema dedicado al joven escritor inglés, Thomas Chatterton (1752-1770) que se suicidó con arsénico a los 17 años y que encarna el espíritu del romanticismo. Fue un maestro de la impostura, creó un monje medieval Thomas Rowley, que escribió muchos textos y al que Chatterton, además de inventarlo, claro, le dedicó un diccionario. Muchos poetas de su tiempo admiraron su propia obra y la atribuida a Rowley. He aquí el poema de Elena Medel. Este cuadro de Henry Wallis se titula ‘La muerte de Chatterton’, 1856.]

 

CHATTERTON

Mentí durante diecisiete años. Mentí después

en todos mis poemas. He mentido durante los diez

años siguientes. Acércate, soy

como tú. Escucha cómo late mi corazón

perverso: mudanzas en platitos

de papilla de mamá. Aliméntame,

compréndeme, yo vestía unas ropas que nunca fueron mías,

yo escribía en un idioma ajeno, pequeña, tonta,

qué mal memoricé: con mis poemas levanté un imperio.

Pero todo acabó. ¿Quién soy ahora?

Engañaste durante diecisiete años; antes de los míos

comencé yo a mentir. Un abanico con telas del Oriente

para mi hermana. Para mi madre araña compraré moldes de costura.

Tabaco que recubra los pulmones de mi padre. ¿Quién soy realmente

ahora? He soñado contigo algunas noches.

Te prometo que si salgo visitaré tu tumba. Ahora sí que

no miento. Ahora sí que no.

 

Del libro ‘Chatterton’ de Elena Medel. Visor. Premio Loewe Joven. 2014.

 

 

19/03/2014 12:01 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

JOSÉ VERÓN GORMAZ, UN DIÁLOGO

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[Ayer se hacía público el fallo del Premio de las Letras Aragonesas de 2013. Los candidatos eran cuatro: el poeta Fernando Ferreró, el traductor y poeta Francisco J. Uriz, el narrador y dramaturgo Fernando Lalana, también actor, y el escritor y fotógrafo José Verón Gormaz (Calatayud, 1946), que ha resultado el ganador. Mañana se publica en Heraldo la entrevista que le he hecho hoy, pero recupero esta que define muy bien el mundo y las preocupaciones estéticas de José.]

“El dolor dicta poemas: nuestro mundo es tan doloroso como una enfermedad”

 

“La poesía es un enigma que me ha dado una visión más cercana de la realidad”

 

“Ir hacia el poema es como saltar al abismo. Y eso siempre impresiona”

 

“Más que mensajes del más allá, el poeta oye mensajes del más acá”

 

 

LA ENTREVISTA

 

¿Quién es José Verón Gormaz: un poeta que hace fotos o un fotógrafo que escribe poesía?

Soy un poeta que hace fotografías. A veces siento que el poema y la imagen son manifestaciones diferentes de un mismo asunto, aunque sé que eso no es exactamente así.

¿Qué lugar ocupa y ha ocupado la poesía en su vida?

Un lugar básico. La poesía, además de un modo de expresión, es una forma de conocimiento y como tal me ha influido. También me ha proporcionado cierto sentido ético, incluso una visión mas cercana de la realidad.

¿Es un poeta intuitivo o reflexivo? ¿Cómo nacen sus poemas?

Muchos de mis poemas nacen de la reflexión, pero también los hay que surgen como un relámpago. No acudo a normas y mis hábitos cambian según las circunstancias. La creación poética es en parte un enigma. Lo que me parece incuestionable es el trabajo, la elaboración del poema. La poesía es un oasis o una reserva de la Naturaleza que pone a disposición de los lectores la otra realidad.

¿Qué poetas le han marcado, qué poetas le marcan?

Me gusta leer poesía; leo (y he leído) sin pausa. Sin embargo, distingo entre los poetas que me han influido y los que me agradan, pero sin ningún tipo de influencia. Entre los primeros puedo citar a Quevedo, Juan Ramón Jimenez, Yves Bonnefoy, Ezra Pound, T. S. Eliot, José Ángel Valente... Entre los segundos, a Allen Ginsberg, Antonio Machado, Ginferrer, Omar Khayyam... Y merece una mención especial mi paisano Marco Valerio Marcial...

Del que publica una novela: ‘Las puertas de Roma’ (Mira editores).

Sí. Está prologada por José Luis Corral. Marcial es epigramista y el epigrama es una forma poética muy adecuada a nuestra época, como lo fue en la Roma de Nerón y Domiciano. El libro sucede en Roma y también en un café actual donde se produce una tertulia literaria que da pie a la evocación.

¿Cómo se transformó en libro 'Ritual del visitante’, que edita Olifante?

Tras un periodo largo y dificil (1997-2009), quedó completa y publicada mi trilogía ‘El tránsito y la duda’. Me sentí exhausto, desorientado, sin saber qué camino tomar. El cambio de registro fue poco a poco cumpliéndose, hasta que empecé a estar de acuerdo con mis versos. En agosto de 2010, en la Casa del Poeta, bajo el castillo de Trasmoz, concluí este poemario, que todavía necesitó un ligero repaso y un pequeño reposo.

Aquí están muchos de tus temas. Por ejemplo: el paisaje. ¿Qué le debe al paisaje?

Cuando estoy en él, me siento parte del paisaje, una sensación panteísta, tal vez primitiva, que me acerca al universo inabarcable. También en el paisaje urbano me siento parte de él. Al paisaje le debo más de lo que puedo expresar.

Por ejemplo: el lenguaje. ¿Cómo es su historia de amor y desamor con las palabras?

La palabra es el elemento fundamental de esta historia de amor. El desamor surge de otros factores ajenos a ella.

En ‘Ritual del visitante’ están la vida interior, el eco de la enfermedad o la sombra del cáncer, el estupor de existir.

Soy un poeta que ha sufrido y vivido lo mismo que las personas que no lo son. Amo la vida, pero sé de mis limitaciones. Me gustan el Arte y las Letras, la música, el buen vino, los paseos por el monte y por la ciudad, las damas, la tertulias, mi familia... Todo esto y cierto estoicismo natural me han ayudado a caminar tanto con sol como con niebla.

¿Cuántos versos le ha dictado el dolor y la proximidad de la muerte?

Es cierto, ambas circunstancias me han impulsado a escribir poemas. Pero también el dolor ajeno, tan cercano, y tan lejano, tan palpable. Nuestro mundo es tan doloroso como una enfermedad. O más.

Hay una invocación al papel en blanco. ¿Le ha dado en algún momento miedo escribir?

Más que miedo, respeto. No obstante, el poema al que alude es, tal vez, el más expresivo del libro. Si mal no recuerdo, termina así: “Invoco a la palabra para sentir la realidad que tantas veces desconozco”. Hay ocasiones en las que ir hacia el poema es como saltar al abismo. Y eso siempre impresiona, aun sin padecer vértigo.

Habla mucho de la música, del canto, de los rumores. ¿Oyen voces los poetas, mensajes del más allá?

Más que mensajes del más allá, se oyen mensajes del más acá. La música es una suerte de alimento espiritual, una fuente de sensaciones y sentimientos. Los rumores y las voces están dentro de nosotros y hay que escucharlas.

 

FICHAS Y OPINIONES

FICHA:

Ritual del visitante. José Verón Gormaz. Olifante, ediciones de Poesía. Zaragoza, 2012. 90 páginas.

Las puertas de Roma. José Verón Gormaz. Prólogo de José Luis Corral Lafuente. Mira editores: colección Sueños de Tinta. Zaragoza, 2012. 196 páginas.

 

¿Qué es poesía? Dice el poeta, medalla de San Jorge de las Cortes de Aragón y Premio Nacional de Fotografía: “La poesía es misterio, adivinación, conciencia, ejercicio de palabras... y muchas cosas más. Entre otras cosas, es una forma de expresión de la realidad, una transformación de las percepciones y de los sentimientos propios, incluso del dolor más íntimo, en belleza escrita y en misterio”.

 

Olifante. “Publicar en Olifante algo muy especial para mí. Olifante es una gran editorial de poesía. Sus ediciones son muy cuidadas; en ella han publicado excelentes poetas. Trinidad Ruiz-Marcellán, la editora, merece todos los elogios. Actualmente publicar poesía y editarla con tanto esmero es toda una hazaña”.

 

UNOS DÍAS EN GALICIA

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Lo primero que hago al llegar a Riazor, en La Coruña, es llamar a algunos amigos para que oigan el sonido del mar a través del móvil. Días atrás, el océano se puso tan bravo que rompió los malecones, cruzó la calle y dejó una especie de laguna salada en las grietas del asfalto. El poeta Xulio López Valcárcel, traducido en Zaragoza en Olifante y Lola Editorial, sostiene que quizá las playas del Atlántico hayan vivido un maremoto de baja intensidad que ha acercado incluso a pequeños tiburones al muelle. Xavier Seoane y Javier Pintor, magníficos anfitriones, me han invitado a conversar sobre la creación y la crítica en la UNED, por eso he vuelto a A Coruña. De ahí me voy al Kiosko Alfonso Molina y en la muestra colectiva ‘Rumores. Conversaciones’ hay una obra de Fernando Sinaga. Se titula ‘De los sentimientos’: es una barra de hierro, dividida por la mitada, con una parte plateada y otro pintada de rojo. Es una exposición conceptual y variada donde descubro tres piezas de madera, a modo de tótems, de Alberto Carneiro, un artista muy vinculado con Huesca.

Como lo está, también, el fotógrafo Bernard Plossu, que expone en una galería su colección de obra mexicana; Plossu es un enamorado de Aragón, en concreto de Albarracín y del Pirineo y de la calle Manifestación, en Zaragoza, donde vivió y amó el poeta cubano José Martí. Confiesa, en el suplemento ‘Fugas’ de ‘La Voz de Galicia’: “Hago fotografía, no poesía, sin trucos”. Los aragoneses Tachenko tocaban en A Coruña y en Ferrol y uno de sus componentes, Sebas Puente, anuncia que la banda apuesta por melodías y letras “bastante reconocibles”, apuesta por la musicalidad y afirma que los cuatro se sienten unos obreros del rock. Aragón me sorprende por todas las esquinas: una de las escritoras de máxima actualidad en Galicia es una turolense, Elena Gallego Abad, que escribe en gallego y que nació en 1969: su novela negra ‘Sete Caveiras’ (Siete calaveras) está protagonizada por la periodista Marta Vilas. Dice Elena Gallego que reivindica el papel de las hemerotecas y asevera que “donde hay un asesinato hay un periodista”.

También anda por Galicia José-Carlos Mainer: es uno de los grandes expertos en la figura de Wenceslao Fernández Flórez; el profesor Mainer, que lo había estudiado en varias ocasiones, acude a la casa del autor de ‘El bosque animado’. Pasamos por la avenida de los Castros donde se inició el locutor Paco Ortiz, que visitaba los barcos fondeados, y donde vivía el narrador y actor de doblaje Manuel Riveiro Loureiro. Manolo, premiado por un cuento en Teruel, perdió a su mujer Encarna; no pudo resistir su ausencia y se arrojó al vacío desde un vigésimo piso o quizá desde la amplia terraza donde hemos estado muchas veces: con él, con Pepe Oca, con nuestras mujeres. Jamás me lo habría imaginado: era un vitalista que había luchado siempre, aquí y en la emigración. La noticia fue para mí otra forma insoportable de tsunami. 

 

*La foto es de Baldovino Barani.

 

 

PEQUEÑA ANTOLOGÍA PERSONAL

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[Xavier Pintor y Xavier Seoane organizan todos los años, en A Coruña, un ciclo literario en el que invitan a un escritor o dos por sesión. A mí me juntaron con mi querido Xulio López Valcárcel, poeta, crítico y viajero, entre otras muchas cosas. El acto fue el pasado jueves. Fue una bonita experiencia para mí. Pintor y Seoane me pidieron una pequeña antología de textos. Además de otras cosas que habían seleccionado ellos, les mandé estos textos. ]

EL ESCRITOR IMPOSIBLE

 

Lo que más le gustaba en el mundo era escribir. O quizá oír el gemido del viento, sentir ese latigazo del aire y escribir luego. Las palabras eran como seres vivos, como lagartijas o como salamandras negras que brotaban de su pluma. Para él escribir era como pintar o fundar un mundo intacto, y a medida que inundaba el papel percibía una fuerza interior, una certidumbre de fuego. Al terminar, una vez que había invocado gentes, paisajes y pájaros, matices de la vida, el texto se volvía contra él: le producía espanto. Y al final el miedo se tornaba remordimiento. Decía que ya nunca podría salir a la calle o hablar con los paisanos, que llevaba años sin poder conciliar el sueño, que era incapaz de abandonarse al placer o a la pereza. ¿Qué iban a pensar de sus escritos, cómo iba a justificar los adjetivos, la ironía, la sed de más sílabas o la violencia de su pensamiento? Un día declaró que se sentía culpable de impotencia: las palabras nunca alcanzarán a cifrar la perfección que sueño, la belleza que pretendo, la realidad que me inventa, dijo. Desde entonces ya no vive: se ha quedado inmóvil y mudo ante su ventana, ajeno al río de tinta y de salamandras negras que le ha invadido la casa. Se ha quedado inmóvil y mudo mientras el látigo del viento le platea las sienes. Una mañana cualquiera, lo sabe, aparecerá convertido en un monstruo o en uno de esos seres imposibles que tanto ha soñado.

 

LOS DOS QUE DUERMEN

 

 

No sé si me gusta más levantarme a tu lado al alba

o dormir abrazado a ti. Sentir cómo lates,

cómo te arrugas sobre ti misma

como quien busca el acoplamiento perfecto de las almas.

Percibo entonces, antes de que se desaten las tentaciones,

el calor de tu espalda y tus nalgas, el torrente

 de la melena y su olor a melocotón o a mora.

Te lo digo a menudo: eres atrabiliaria con el champú.

Quedo un instante así, inmóvil como un barco que siente,

tembloroso como la luz de la sinrazón,

me quedo como si fuera un pájaro abatido

que parpadea y sueña el mejor de todos los vuelos.

A veces te duermes. Y ronroneas. Y musitas palabras

intraducibles, frases completas que me cuentas como

si estuvieras presa en la alucinación del olvido.

Estoy feliz así. En ese instante, cuando el mundo

se desmaya, le pido a la carne que no se altere,

que apacigue sus ardores, que no enturbie la noche

de gemidos y de risas y de batallas de sudor,

y me digo a mí mismo que, algunas veces, el mejor sonido

es el del silencio, el de la respiración de dos que se aman

y escuchan la música del corazón sin saber si despertarán.

 

BARRAL

 

A Diego y Jorge Rodríguez Gascón

 

Para todos era Barral. Barral el solitario,

que no iba a la escuela ni trabajó nunca,

el loco de atar, el joven extraño que conocía

el misterio de las mareas y el corazón de los pistilos.

El extraño Barral que, de repente, impartía una lección

sobre los caballos extraviados en el monte

o sobre el penúltimo plan urbanístico municipal.

Barral, el que se enfadaba con las lluvias de agosto.

Barral, el profeta: siempre sabía quién iba a ganar

en el fútbol, en el baloncesto o en el ciclismo.

Eran los años de Merckx, de Van Impe, de Poulidor.

Eran los años en que Fuente y Ocaña se odiaban

y pugnaban sin descanso en todas las montañas.

Nadie sabía más de ciclismo que Barral, que tenía

una hermana anchurosa de caderas como una odalisca,

la mejor promesa de felicidad y de tentación

para pecar cuando solo se tienen quince años.                  

En el bar o en las noches de tertulia en el campo

Barral imponía sus conocimientos: de bicicletas,

de estrategias, de holandeses y belgas, de escaladores

franceses y españoles, de contrarrelojistas como Anquetil.

Cuando se le agotaban las historias –y era capaz

de recordar los equipos, Molteni, Peugeot, Kas o Bic,

y el estado civil de todos los corredores: Coppi, casado,

 había perdido la cabeza por Giulia Occhini, la ‘Dama blanca’-

se alzaba una voz: “Y de tu hermana ¿qué nos vas a decir?”.

No decía nada. Cuando se lo preguntaban por tercera vez

sabía que era el momento de irse. Se subía a su bicicleta

de carreras y cruzaba el pueblo en dirección a su barrio.

Su débil dinamo temblaba a lo lejos como si tuviera miedo.

Un día, tras explicar la derrota de Merckx ante Thevenet,

oyó: “¿Qué nos cuentas de tu hermana, Barral?”

Dio un paso al frente y encaró a Vituco y a Lista,

que no le hacían sombra ni en las cuestas ni en el llano.

“Mi hermana se casa con el cabo de la Guardia Civil,

que es de Toledo y sobrino de Bahamontes,

el que ganó el Tour cuando vosotros nacisteis”.

Casi nadie pensó que era una invención.

Barral, el sabio, el cuerdo Barral no sabía mentir.

Dos meses después nos mostró una fotografía

con su cuñado, con el ciclista y con su hermana,

que nos pareció a todos más explosiva que nunca.

A veces me pregunto cuál de los dos, Barral o ella,

era el auténtico ídolo de nuestra adolescencia.

 

UN PUEBLO CON SIRENAS 

 

A Juan Casamayor, editor de cuentos 

 

Soy de un país de brujas y cuentos. Mi padre me decía que los aparecidos llegaban con la lluvia y que las salamandras de la fuente eran sagradas: las veía allá en el fondo, entre azulencas y doradas, en el centro mismo del manantial. Siempre me decía lo mismo: míralas, sueña con ellas, pero no las toques. Mi pueblo estaba cerca del mar y nunca había conocido una nevada. En cambio, tenía mendigos que contaban historias de amor y que bailaban diversas melodías. Un día apareció un hombre joven; llevaba unos lápices en la mano y unas tizas de colores. Llamaba a las puertas, pedía un poco de agua y de conversación, y cuando tomaba confianza se ponía a dibujar. Dibujaba sirenas: en la pared, en el suelo, en la puerta de dos hojas de las casas. Lo más extraño era que de noche, cuando nadie se lo esperaba, aparecía la sirena que había pintado en la tinaja del ganado o en la bañera. Mi propio padre me decía que eso había pasado una, dos, tres, hasta diez veces y en diez casas diferentes. Casi todas las casas tenían su sirena. Los paisanos querían ponerle el nombre más bonito: Violeta, Beatriz, Lena, Sarai, Adelina, Aura, Albaida, Rosalía… Hubo un instante en que todos querían ver la sirena del vecino, e iban en auténtica procesión, como a una romería. Yo también quise ir, pero mi padre me detuvo: “Andrés: no vayas –me dijo-. Las sirenas son más bellas cuando las imaginas”.

 

 

EL PINTOR DE DESNUDOS

 

Se llamaba Gustavo o Gustave, como Courbet, su pintor predilecto. Pintor de mujeres. Pintor de desnudos. Pintor de la piel estremecida.

No mentía acerca de su procedencia: había nacido en una aldea minúscula cerca de Compostela. Tenía un tío que era pintor de brocha gorda, que hacía unas cenefas muy bellas para las puertas y los techos, y otro tío que era cura en Compostela. Un día, el sacerdote lo llevó a la ciudad: le enseñó las calles, los balcones sobre las torres de la catedral, los soportales; le enseñó cómo la lluvia acariciaba la piedra antigua. Y cuando moría la tarde, fueron hasta la alameda. No se lo podía creer: era una imagen increíble. Toda la magia del crepúsculo parecía concentrarse en la sillería y las luces que se encendían como si construyeran el último refugio. Asomado a un mirador, vio a un pintor y su cuadro: trabajaba afanosamente, casi sin iluminación alguna. Aquella escena lo conmovió y se lo dijo a su tío. Y después a su padre.

Algunos meses después, lo mandaron a trabajar a Compostela: hacía recados para un hotel y para un restaurante, y encontró tiempo para asistir a clases de pintura. Allí intentó aprenderlo todo: la técnica, la composición, el arte del color y de la lentitud, la pericia con las sombras; se abrasaba en la sensualidad de las mujeres desnudas que ejercían de modelos. Una de ellas se llamaba Leonor y posaba siempre de cuatro a seis. Era como una actriz de cine, con el pudor justo y la rotundidad de las odaliscas: le pareció exuberante y de una suavidad de retama. Un día le dijo: “Quiero hacerte el retrato de tu vida”. Ella esperó: un año, dos, tres, hasta cinco. Al cabo de tanto tiempo le anunció: “Voy a dejar esta profesión para siempre, Gustavo. ¿Cómo llevas el retrato? Te concedo una última sesión de posado; me caso el mes que viene y mi marido no aceptaría que siguiera en este oficio”.

Él la invitó a su casa y le mostró su modesto cuarto de alquiler. De una cómoda extrajo todas las obras que le había hecho: dibujos, acuarelas, grabados, fotos, algunos collages; debajo de la cama guardaba los óleos. La mujer se conmovió, no se había imaginado que el pintor continuaba su trabajo después de abandonar el taller y no sabía que ella era, en realidad, el tamaño de su obsesión. Se desnudó solo para él y para sus sábanas: “Tócame aunque me muera. Tócame como si me fueras a pintar por última vez”.

No volvieron a verse; él murió de manera casi grotesca mientras pintaba del natural un paisaje de acantilados en Finisterre: resbaló cerca del faro y se trastabilló entre los peñascos; en apenas unos segundos voló por los aires como una gaviota y cayó sobre una roca. La sangre se desmandó vertiginosamente en la espuma.

Algún tiempo después, en la Fundación Eugenio Granell, del cual había sido amigo al parecer, le hicieron un gran homenaje. En esa exposición antológica dominaban dos figuras, muy especialmente dos mujeres: la modelo, una modelo de su primera época, pocos sabían que se llamaba Leonor, y su esposa Floralba Neira.

Al cabo de unos días, Leonor se acercó a la muestra. Paseó entre los cuadros, y se reconoció en los desnudos, realizados en distintas técnicas: óleo, acuarela, tinta y carboncillo. Estaba emocionada; uno de ellos, quizá el mejor de todos, un desnudo de espaldas, lo había firmado unos meses antes de morir. Aún la recordaba tantos años después.

De repente, se le acercó otra mujer y le dijo: “Por usted no ha pasado el tiempo, Leonor”. Se imaginó quién era y respondió: “Yo tampoco lo he podido olvidar nunca. Me separé muy pronto de mi marido, volví a ejercer de modelo, busqué otros pintores que supieran amarme o pintarme como él, pero no tuve esa suerte”. Quedaron al día siguiente, y al siguiente. Salían, tomaban una copa en El Español. Y otra en Reina Lupa. Hacia las ocho se marchaban. Con total confianza y sin rivalidad alguna, se intercambiaban confidencias y le devolvían la vida a Gustavo, o Gustave, aquel pintor que alguna vez quiso ser como Courbet. Pintor de desnudos. Pintor de mujeres. Un artista con dos modelos: nunca se atrevió a decir cuál de las dos era la más bella.

 

PRIMER AMOR

 

Amaba a todas las mujeres que se le ponían por delante. Amar era su afición: su afición, su inclinación incontenible, tal vez la razón de su vida. Necesitaba a las mujeres. Siempre recordaría a la primera: era una mujer madura, casada con el jefe de fotografía y de publicidad que le había acogido cuando apenas era un mozalbete de quince o dieciséis años. Ella venía sobre las seis. Llegaba, se sacaba el abrigo y ordenaba papeles, las tarjetas postales, los álbumes de encargo. Y él la miraba con parsimonia, casi a hurtadillas: le intrigaba una belleza tan deslumbrante y a la vez tan sosegada. Casi por casualidad, se dio cuenta de que ella también lo miraba. Un día le pidió que la acompañara a un encargo, más tarde que le llevase un paquete algo pesado; al día siguiente le dijo que tenían que ir a correos. Hablaban lo justo y aprovechaban para tomar chocolate con churros en el Café Niké y para comprar un cucurucho de una docena de castañas en el Paseo de Independencia. Una vez le invitó a jugar en los billares de La Unión. Para él era una fiesta. Se sentía protegido y mimado, se sentía el dueño de un secreto.

La jornada en que su marido se había ido a Fraga y Monzón para hacer un reportaje de castillos, ella llegó un poco antes. Hacia las cinco. Y se metió en el estudio como siempre. Antes de que él dijese nada, antes de que mostrase perplejidad alguna, lo abrazó y lo besó con violenta ternura. Una, dos, hasta seis veces, hasta el fondo de la sangre y del paladar. A él le pareció sabrosa su boca y tuvo la extraña sensación de que le habían desaparecido los dientes de gusto. Cuando se dio cuenta, estaban ambos sobre la mesa de colorear los negativos. Ella se despojó de la ropa interior y le ayudó con los pantalones. Le dejó caer el abundante pelo sobre la cara y musitó: “No te asustes aunque tiemble. Ni aunque me oigas gritar. A veces pasa y parezco una loca”.

 

 

 

EL POETA GRAVEMENTE ENFERMO

 

Lo recuerdo bien: Almería.

Una tarde infinita. El mar bramaba

a lo lejos pero no podía vencer los ruidos

de la ciudad, ni el grito salvaje de los coches y los niños.

Nos quedamos dentro. En el mundo a solas de la cocina.

El poeta bebía infusiones y contaba historias.

De niño había sido soñador.

Adoraba la lluvia y los rayos al atardecer:

la muerte, creía, viajaba en un centelleo súbito.

De joven había visto el diablo en un monasterio

y había pasado su primera pena de amor

bajos los tilos y a la sombra de las higueras.

Luego la vida le había llevado de aquí para allá.

Dijo Orense, evocó una Compostela de piedra y campanas

con olor a limonero y a camelias antiguas. Dijo Suiza,

donde había sido emigrante, superviviente

y exiliado en el centro de los bosques rumorosos.

Amó a una mujer y sufrió la afrenta del abandono.

Y luego apareció ella. Ella: una caracola de fuegos.

Apasionada, prisionera del mar y sus oleajes.

Se habían amado a sus anchas en todas partes:

por carta, en la poesía y en los lechos tumultuosos

de todos los hoteles de la tierra. En los desvanes del aire.

Le dedicó poemas. Intentó atrapar la claridad de su piel,

exaltó su color de carne membrillo, el desorden

de las siestas. Y decidió morir en el centro

de su alma sin temor al naufragio. En la rosa exacta

del templo. En la mandorla del deseo.

Así me lo dijo el poeta seriamente enfermo

mientras me confesaba que había vuelto a pecar:

de palabra, obra e imperiosa necesidad de querer.

Me miró a los ojos: «Escribo para ella. Escribo

‘como las aguas besan las arenas y tan solo

se alejan para volver, regreso a tu cintura,

a tus labios mojados por el tiempo, a la luz

de tu piel que el viento bajo de la tarde enciende’.

No tengo prisa en despedirme de sus ojos».

Antes del penúltimo té de rosas, añadió: «seguro

que entiendes mi resistencia al adiós.

Me sobrevivo en ella». Salí, avancé aturdido

y me emborraché de melancolía en el mar.

 

*La ilustración es una dibujo de ’El pintor de desnudos’ de Juan Tudela.

 

30/03/2014 20:28 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

JULIO CORTÁZAR DE LA 'A A LA Z'

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Julio Cortázar, que en realidad se llamaba Julio Florencio Cortázar, nació accidentalmente en Bruselas el 26 de agosto de 1914, hace ahora un siglo, y falleció tal día como ayer, en París, en 1984, hace treinta años. Julio Cortázar, por una razón u otra, siempre está de moda: es el escritor seductor, atractivo, moderno, que conjuga un sinfín de aptitudes o características: amaba el tango y el jazz, disfrutaba con el boxeo (de joven iba a ver combates y redactaría luego varios cuentos: 'La noche de Mantequilla' o 'Torito', entre ellos), le encantaba viajar ( «Desde pequeño los viajes fueron para mí el objetivo final de mi vida», confesaría), le apasionó la política, sobre todo tras conocer a su compañera Ugné Karvelis. No solo eso: era un buen fotógrafo y entendía la existencia y la literatura como juego, como aventura, como una forma gozosa e imaginativa de estar en el mundo.

 

Eso se percibe en varios de sus libros: en 'Un tal Lucas' o 'Historias de cronopios y famas', pero muy especialmente en 'Rayuela', un ejemplo de novela abierta, híbrida, que convirtió a París en un escenario real y mental, en una región de la imaginación y del delirio donde todo era posible para La Maga, para Horacio Oliveira, para tantos y tantos otros que parecían moverse como si fueran criaturas de un espejismo de Joyce. Y se percibe, claro está, en libros como o 'Último round' o 'La vuelta al día en 80 mundos', donde explora y subvierte los géneros y donde mezcla la narración pura, la evocación, el apunte de memorias, el periodismo o la nota de ensayo. Vinculado al Oulipo, el Taller de Literatura Potencial que habían frecuentado Ray-mond Queneau, Georges Perec e Italo Calvino, entre otros, Cortázar se atrevía a casi todo: a escribir del erotismo de un modo diferente, con un ceceante susurro de ritmos e incitaciones; se atrevía a crear arrebatos léxicos, a soñar en cada frase con alma de poeta: «Te digo: 'Perdóname, estaba soñando que te acariciaba, y te toqué sin querer'. Y solo entonces me despierto de veras». En cierto modo, Cortázar vivió con el espíritu de la poesía; su lírica, dicho sea de paso, se recoge en el volumen 'Salvo el crepúsculo'.

 

El marino de Banfield, lector

Julio Cortázar vivió cuatro años en Bruselas y, con una peculiar manera de pronunciar la erre, se trasladó a Banfield, un barrio suburbano de Buenos Aires. Aunque era un niño melancólico, un lector voraz que ni quería ver el sol (un médico le aconsejó que durante cinco o seis meses no leyese), soñó con ser marino; a los ocho años escribió una novela que su madre jamás le quiso entregar: ella sospechaba que ese libro iría directamente al fuego. Hubiera sido un marino gigante de 1.92 m. Cortázar le escribió a un amigo: «... la vida me va quedando chica como los trajes cuando tenía doce años y cada semana crecía un par de centímetros». Un libro como 'Opio' de Jean Cocteau le marcaría la vida: sería como un despertar a otra concepción de la escritura y de la lectura.

Cortázar fue maestro, tenedor de libros, viajero, traductor profesional en la Unesco y de Poe, Defoe, Gide y Marguerite Yourcenar y, sobre todo, fue un explorador de la frágil membrana que comunica la realidad y la ficción a través del cuento. Quizá sea uno de los cuentistas mayores de todos los tiempos y uno de los que mayor influencia ha ejercido en todo el siglo XX, desde la aparición de su 'Bestiario', reeditado ahora en Alfaguara ala vez que 'Todos los fuegos el fuego', hasta sus últimos títulos: 'Alguien que anda por ahí', 'Queremos tanto a Glenda' o 'Deshoras', un libro en el que rinde homenaje a sus años de profesor.

El arsenal de los recuerdos

Acaba de publicarse un libro especial, amoroso y sugestivo como 'Cortázar de laAala Z . Un álbum fotográfico' que propone un recorrido por sus manías, su correspondencia, sus amigos, su casa, su afición a la trompeta, su veneración por Glenda Jackson o por la cantante de tango Susana Rinaldi: es decir, aquí, con una maquetación especial, está su fascinante vida. Es un libro en cierto modo para fetichistas, para lectores de Cortázar y para amantes de la literatura y de los libros.

 

Es un itinerario, una excursión por el dibujo, la pintura, la caligrafía, las postales, los autógrafos, las epístolas, los recuerdos, las abundantes fotografías; 'Cortázar de laAala Z ' es una cita con la incesante pulsión vitalista de un hombre arrollador, el amante de las mujeres y del amor, que tenía el síndrome de la eterna juventud. Se abra por donde se abra, los hallazgos son particulares. Por ejemplo, en el vocablo 'City College' leemos una carta que les remitió a los aragoneses Paco Uriz y su esposa Marina Torres, traductores de lenguas nórdicas: «Estuve ya en el Barnard College y en el City College de Nueva York, y me di cuenta de lo útil que es darles a esos muchachos una noción fidedigna de lo que pasa en nuestras tierras; ellos nos leen mucho, pero sólo en el plano literario, las noticias políticas las reciben a través de la prensa yanqui... y con eso queda dicho todo». Cortázar siempre estuvo preocupado por la política: era un activista de izquierdas que apoyó la Revolución Cubana, y la nicaragüense, se opuso a la dictaduras chilenas y argentina y firmó manifiestos. La novela del compromiso y la militancia sería 'Libro de Manuel'.

 

Como estamos en vísperas del Día de San Valentín queríamos acercarnos, con la ayuda del volumen y de otros materiales, a la vida amorosa de Cortázar, que declaró en una ocasión: «No soy excesivamente monógamo». Al principio, desde los años 30 hasta mediados los 40, pensó que iba a ser un solterón empedernido. Las mujeres parecían esquivarlo.

 

Aurora, Ugné y Cristina, amadas

 

En esas apareció Aurora Bernárdez, traductora e hija de gallegos de la emigración, con quien fue muy feliz durante algunos años. Se casaron en 1953. El álbum tiene una entrada 'Carol' a doble página. Cortázar dice en una carta a Eduardo Jonquieres: «Pude hablar, pude decirle a Aurora lo que tenía que decirle, y pude venirme a Francia sin ninguna esperanza, pero con una serenidad que era por sí sola una altísima recompensa a mi cariño». En otra carta posterior, le dice: «Por el momento, A . y yo damos más bien la sensación de dos camaradas que arriman el hombro (el de ella me da en las costillas) para que las cosas sean más divertidas y verdaderas. Tenemos una buena costumbre: estamos de acuerdo en casi todo lo fundamental, y discutimos como leopardos sobre lo nimio. En esa forma desahogamos los humores sin malograr nada de lo que cuenta». Vivían en París y se separaron definitivamente en 1967, cuatro años después de la aparición de 'Rayuela', aunque las divergencias -y los amores contingentes de Cortázar- venían de antes. Algunos la definen como «una señora» y fue y es, ante todo, una gran traductora y una mujer que se ha preocupado por cuidar y divulgar la obra de su exmarido. De hecho, es con Carles Álvarez Garriga, estudioso de la obra cortazariana, la encargada de este álbum.

 

A Aurora la sucedió Ugné Karvelis, con la que nunca se llegó a casar. Era lituana y germanista, 22 años más joven que Cortázar y se quedó fascinada con el escritor a raíz de la aparición de 'Rayuela'. Diría: «Acorazada tras mi ejemplar de 'Rayuela' terminé por lanzarme al asalto del gran hombre, me interpuse entre él y el mostrador de la recepción en donde iba a depositar su llave. 'Oh sorpresa: me invitó de inmediato a tomar un mojito'». Era una mujer de carácter que acabó prisionera del alcohol. Y quizá tampoco supo aceptar la amistad de Cortázar con Cristina Peri Rossi, a la que siempre consideran una de sus amantes, a pesar de su condición lésbica.

 

En el álbum y a propósito de ella, Cortázar le escribe a Ariel Dorfman y le dice: «No soy hombre confidencial, lo sabes, y te evito detalles; digamos que lo de siempre, incompatibilidades cada vez más manifiestas, de las que se desprende la infelicidad, la agresión, lo inútil de prolongar algo que fue bello y ha dejado de serlo». Peri Rossi le oyó decir a Cortázar: «Ugné es muy celosa, te va a odiar. Olvídate de publicar en Francia, lo va a impedir».

 

Cortázar tuvo otras amantes: la inglesa Edith Aron, a la que conoció en un viaje en barco hacia Europa, y la fotógrafa holandesa Manja Hofferhaus.

 

De Manja a Carol Dunlop

 

En el álbum se recoge una postal que le dirigió en francés en 1971. Le decía: «Me acuerdo con gran alegría de toda la música que hemos hecho y escuchado juntos, música de los sonidos, de los cuerpos, del espíritu (…) Me acuerdo de tu perfume, de tu sonrisa. Sí, escucharemos juntos otra vez a Mozart, ¿no?». En 1979, o quizá un poco antes, entró en su vida la escritora estadounidense Carol Dunlop: se casarían en 1981 y ella moriría al año siguiente. Se llevaban 32 años. La boda «me da una tranquilidad muy grande en este momento de mi vida», dice Cortázar en la voz 'Casamientos'. Fue un amor intenso y breve; en un poema le decía: «Te quiero tanto silenciosa hacedora de música / que no necesita sonidos para lanzarme girando / a un viaje llamado carol / llamado amor». Junto hicieron un viaje casi de despedida que se titula 'Los autonautas de la cosmopista' y que redactaron a cuatro manos.

 

Julio Cortázar murió a consecuencia de una leucemia en 1984. Algunos cronistas (entre ellos el crítico aragonés Rafael Conte y la citada Cristina Peri Rossi) dijeron que había muerto a consecuencia de una transfusión de sangre contagiada de sida. Aurora Bernárdez acudió a su lado y le cuidó hasta el final cerca de sus libros y sus discos. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse al lado de Carol. Quizá para hablar con ella, «a través de mi corazón», de Charlie Parker, 'Bird', el hombre que le inspiró un texto memorable: 'El perseguidor'. Le dirá: «Quiero ver tus pestañas apuntando a las estrellas / tus manos jugando con la bola de cristal que me diste».

 

FICHA

 Cortázar de la A a la Z. 'Un álbum biográfico'. Edición de Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga. Diseño de Serio Kern. Alfaguara. Madrid, 2014. 314 páginas.

 

*Este artículo se publicó en 'Artes & letras' de Heraldo de Aragón.

30/03/2014 20:41 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

CHÉJOV: LO REAL Y LO INVISIBLE

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CHÉJOV

El maestro de lo real y lo invisible

                                      

Páginas de Espuma se ha especializado en el relato y suele alternar libros de cuentos inéditos, de autores españoles o hispanoamericanos, con la edición de ‘obras completas’ de Maupassant, Poe o Tomeo, entre otros. Con edición e introducción de Paul Viejo, escritor y especialista en literatura rusa, publica a uno de los grandes maestros de todos los tiempos, Antón Chéjov, y precursor del microrrelato (“La brevedad es la hermana del talento”, dirá años después), como se ve en el primer volumen de los cuatro que se han proyectado. En total, serán alrededor de 5.000 páginas y más de 600 cuentos. Esta edición ofrece importantes novedades: recuperaciones de inéditos, nuevas traducciones, ordenación cronológica, índices, etc.

Anton Chéjov (1860-1904) fue médico, tuvo una familia muy complicada de parientes alcohólicos y artistas, su propia madre fue una excepcional cuentacuentos, y él fue el más trabajador en medio del caos. La primera entrega abarca 240 cuentos de técnica, temática e inspiración diversa. Con apenas veinte años, ya se veía que Chéjov, que residía en Moscú y era estudiante, poseía un talento especial dado al humor, ingenioso y centelleante. Le costó publicar sus primeras piezas, pero luego lo hizo con tanta prodigalidad y variedad de recursos que con tan solo veintidós años ya barajó la posibilidad ordenar un primer libro de relatos, que aparecería en 1886 bajo el título de Cuentos de Melpómene.

Chéjov era un escritor imaginativo e impulsivo que concebía la literatura como un juego donde todo era posible: podía hacer cuentos-inventario, cuentos de costumbres, cuentos inspirados en notas de prensa, puras parodias o variaciones sobre cuestiones geográficas, cuentos que nacían de una interrogante o de una glosa publicitaria, cuentos que parecen un suspiro –con acción, retrato de personajes y una carga de ironía- en apenas veinte líneas.

El libro se abre con ‘Carta a un vecino erudito’ que explica el desconcierto y la soberbia de un militar anciano que le escribe a un científico que acaba de trasladarse a su mismo barrio. A partir de ahí, Chéjov crece y crece como quien ejecuta un divertimento, aunque no tardan en aparecer algunas piezas que ya llevan una carga incuestionable de profundidad como ‘Se fue’, de las mejores, ‘El gordo y el flaco’, ‘Carta a un reportero’, remitida por un sastre, o ‘Flores tardías’, que aborda la decadencia de un príncipe y de su entorno, y otro tema muy querido por él: los amores imposibles. Pocos han contado la vida y la existencia invisible, que envía sus detonaciones de ilusión, como Chéjov: la melancolía, la soledad, el desamparo, la sensación de derrota. Él, tan eficaz y tan elíptico, sabía teñir cualquier texto con un barniz de piedad. Algo que no ha pasado inadvertido para Carver, Piglia o Munro, por citar algunos de sus admiradores y herederos.

Cuentos completos. I Volumen. Antón P. Chéjov. Edición de Paul Viejo. Páginas de Espuma. Madrid, 2013. 1166 páginas.

 

*Este texto, con algunos cambios, apareció en la revista ’Mercurio’ que dirige Guillermo Busutil. 

31/03/2014 00:27 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

JAVIER TOMEO: UN DICCIONARIO

[Páginas de Espuma ha publicado uno de los libros póstumos de Javier Tomeo: 'El fin de los dinosaurios', que lleva textos de contexto y análisis de Juan Casamayor, Ismael Grasa y Daniel Gascón. Y yo he confeccionado este pequeño 'Diccionario' de Tomeo. Ya circula en el libro, pero por si alguien quiere conocer mejor a Tomeo, aquí está.]

Javier Tomeo, caricatura de Luis Grañena.

[El diccionario está basado en diversas entrevistas: de  de Ramón Acín para Rolde, de Ismael Grasa para el volumen Los nuevos ilustrados de Rolde Estudios Aragoneses (2007), de Antón Castro en Veneno en la boca (Xordica, 1994), y de Antón Castro y Daniel Gascón para Javier Tomeo. Parábolas y monstruos, publicado por el Ayuntamiento de Zaragoza en 1999. También se recogen entrevistas de Antón Castro para El día de Aragón, El Periódico de Aragón y Heraldo de Aragón, así como de Elena Pita para El mundo, de Carles Geli para El País, de Benito Garrido para Culturamas o de Elena Sierra para ABC, a las que se puede acceder en Internet.]

 

ANIMALES

“Si yo admiro a los animales por su perfección, exactitud, por ser fieles a sí mismos y no andar con hipocresías como los hombres, eso supone también un respeto. O sea, que soy ecologista sin llegar al extremo de algunos: la filantropía morbosa, eso de los cementerios de perros y demás”. (...) “Entender a los animales es la obligación de los poetas”, digo. El poeta, que no es sólo el que pone un verso debajo de otro, tiene que vivir en armonía con lo creado. La poesía es un estado de ánimo, una disposición a esa armonía. Hay que intentar entender a los animales”. (...) “Los animales te permiten conocer mejor el instinto de los hombres. Los animales son metáforas vivientes, minúsculas; te ayudan a acceder al ser humano. En el fondo hay un gran paralelismo entre el hombre y el animal. Piense en el mimetismo de los insectos; piense en el camaleón. El hombre también es un maestro del camuflaje o de colocarse al sol que más calienta. Es rojo donde más hay que serlo, pongamos por caso”. 

 

ARAGÓN

“Me marché pronto del pueblo, pero era un regresar continuo. Iba a un colegio de Barcelona. Una vez, de regreso al colegio, sugerí a un compañero de curso, con la mejor buena fe del mundo, las ventajas de besar la suela de mis zapatos porque habían pisado tierra aragonesa. Hasta tal punto era la devoción y la mitificación de Aragón. Cosa que los aragoneses que no se han ido no la sienten, ni tienen por qué”.

 

AYERBE

“Tenía un tío en Ayerbe (Huesca), Antonio Sanvicente. Tenía un hotel y estaba en una buena posición económica. En mi pueblo mi familia era de labradores, y en Ayerbe mi otro tío, casado con una hermana de mi madre, tenía un hotel, el hotel Universo. Ayerbe era entonces un pueblo importante, un cruce de caminos donde iban muchos corredores, vendedores...  (...) Yo estuve ahí muchos veranos, en la huerta de los Pie. Aquello era el paraíso terrenal. Yo vivía en el hotel, en un ambiente cómodo y confortable. Había hasta teléfono. Mi tío cazaba jabalíes, con las autoridades del pueblo, supongo. Volví a la huerta de los Pie hace tres o cuatro años. Está fraccionada, hay casas, chalés. Ya no es esa inmensa huerta de los Pie”.

 

CINE

“Nunca fui un gran aficionado al cine. Para mí el cine ha sido sobre todo entretenimiento, que es lo que sigue siendo ahora. Sólo está el dios Buñuel, que hace las películas que a mí me gustaría escribir. Hay dos o tres directores más, pero en general me interesa poco el cine. Veíamos cine colonial, Tres lanceros bengalíes, La carga de la brigada ligera, todo eso. Había una, Puerta cerrada, con Libertad Lamarque, que cantaba tango. Veía películas de indios. Había películas de indios y películas de miedo, que básicamente eran Drácula y Frankenstein, con Boris Karloff y Bela Lugosi”.

 

CUENTOS

“Escribo cuentos casi desde el principio. Empecé haciendo novela social, pero a las diez o quince páginas me cansaba. Me aburría. Me pasé a los relatos, de media distancia, aunque también he escrito microcuentos, y me pasé a la novela corta, que es el género donde me siento muy cómodo. Eso sí, siempre he escrito cuentos de anomalías, psicopáticos”.  (...) “Publiqué en los años 50, en El Noticiero Universal, una colección de relatos que se llamaba Cuentos del Sábado. Eran breves y supongo que se percibiría el influjo de las lecturas de Carson McCullers, una escritora norteamericana, y supongo que aún no habría superado la fase imitativa. Además, me publicaron otros cuentos que he perdido, por los que me pagaban 200 pesetas, que era mucho. Julio Manegat fue esencial porque me dio alas”.

 

Javier Tomeo por Santi Burgos.

 

DEFORMACIÓN

“Tengo una retina especial, un juego de espejos cóncavos y convexos, la realidad me entra por los ojos, la veo, la capto, me penetra, la siento y la devuelvo deformada en las cuartillas. Pero la devuelvo deformada no con la intención de hacer una caricatura, sino con la intención de que el lector pueda reconocerse mejor a sí mismo a través de esta deformación de una realidad que él conoce”.

 

 

ESCRITURA

“Vivo en espacios cerrados. Pocas veces, en una gran ciudad, el hombre se enfrenta con espacios abiertos. Es lógico que mis novelas se desarrollen, sobre todo, en espacios cerrados. Escribo siempre en una pequeña habitación y solo con luz eléctrica, jamás a la luz del sol”. (...) “Es cierto, me levanto siempre muy pronto, a las cinco o a las seis de la mañana, y trabajo mucho. Sigo en esto lo que decía el novelista Tomás Salvador, del que aprendí mucho; según él, escribir no es un problema de vocación, sino de transpiración, de sudar. Además, mis novelas son breves, no anoréxicas, como decía un famoso novelista mexicano. Él decía que abundan las novelas anoréxicas, la novela delgada. Yo creo que lo que abundan son las novelas obesas, excesivamente grasientas”. (...) “Me rijo por la condensación: si puedo decirlo en cuatro palabras, no uso ocho; en general, los españoles son oradores que escriben; es lo que dice Marsé con toda la razón: esa literatura de sonajero que suena mucho pero pesa poco; por eso mis novelas, por fuerza, han tenido que ser cortas, como la coz de una mula: más fuerte que la de un caballo. Escribir es como la alquimia: inalcanzable; muchos altisonantes hacen que las palabras estén iluminadas por fuera, pero la luz de las palabras ha de ser interior, cada una ha de tener esa luz interior, mágica, que le da el estar en el sitio que le corresponde. Intento seguir la Filosofía de la composición de Poe y que mis palabras nazcan, como lo hacen, de forma espontánea para luego someterlas a una gran introspección”.

 

GALLITIGRE

“El gallitigre es la expresión de la armonía universal, de la unión entre los contrarios. Gallo y tigre. El día en que sea posible el amor entre esas dos criaturas tan diferentes, y haya un fruto (que sería el gallitigre), entonces posiblemente el mundo regrese a una nueva edad de oro, suponiendo que haya existido una. Para la crisis sirve perfectamente esta metáfora; parece como que ya escribí en su momento pensando en la actual crisis”.

 

GOYA

“Me llena de orgullo esa idea de que soy heredero de Goya, pero no es fácil para mí entender en qué somos parecidos. Él es un genio universal. Quizá sea por nuestro origen aragonés, por un paisaje de fondo, por el carácter. Si de Goya me gusta todo, otro tanto me ocurre con Luis Buñuel. Siempre recordaré una frase de mi editor Jorge Herralde, de Anagrama. Dijo: «Javier Tomeo es una inesperada colisión entre Kafka y Buñuel». Ja, ja, ja. La idea es bonita. Luis Buñuel también es amigo de los monstruos y escarba como pocos en los abismos de la conciencia humana”. 

 

GUERRA CIVIL.

“Quicena estaba en zona republicana. Huesca en zona nacional. Las trincheras quedaban, poco más o menos, a la altura del antiguo manicomio. La carretera, poco más allá del Desmonte estaba cortada. Por la noche se oían los “pacos”, los estallidos de las bombas que para mí sonaban como una cohetería ajena a cualquier idea de muerte y destrucción. Luego nos refugiamos en Almunia del Romeral, en plena Sierra de Guara. Aviones de dos alas ametrallaban a los soldados que huían a Francia. Otros niños me mostraron entonces, en un ángulo del cementerio, los ataúdes de los milicianos muertos que enterraban de lado para que cupiesen más. Vi también cómo los chicos, algo mayores que yo, aprendían a disparar contra los buitres con un viejo mauser abandonado, en un barranco próximo a Quicena, al pie de La Cobertera. Aquellos no eran buenos tiempos para los ecologistas”.

 

HUMOR

“No sabría cómo definir mi humor. Es muy aragonés. Y es muy espontáneo. Me sale así, sin buscarlo, como si fuera la constatación del contraste entre lo que puede suceder y lo que sucede. El mío es más bien un humor negro que intenta hacer reflexionar. No provoca la carcajada, no es una invitación a reírse; mi humor desata una risa leve, una mueca, y poco a poco se transforma en meditación. Tampoco me gusta que la gente se desternille con mis cuentos. Y de esa reacción en cortocircuito irrumpen el absurdo, el descontrol, la sorpresa. Aún así, soy muy meticuloso escribiendo, corrijo mucho. Me tomo mi oficio muy en serio”. 

 

INSECTOS

“El niño es un criminal nato, decía Cesare Lombroso. Recuerdo que yo organizaba grandes combates de lagartijas y hormigas. Destripaba muñecas, a ver qué tenían dentro, o el caballo de cartón. En el niño prevalecen los instintos atávicos. El mundo de los insectos es fascinante. Siempre digo que los insectos, con su conducta instintiva, siguen códigos que nos sirven muy bien a la hora de interpretar conductas humanas. Los insectos son hermosísimos, su simetría es impresionante. Diría yo que la simetría solo existe en los insectos”.

 

INTERNET

“Internet significa una forma de aprendizaje ansiosa y desmesurada, y esa cultura es, sin el concurso entrañable del profesor, algo demasiado rápido: es como la comida basura frente a la buena cocina catalana o aragonesa. Está bien Internet, esa red de redes nos ha cambiado la vida, pero no nos ha librado de la soledad. Me interesó mucho una noticia: en Shanghai ya hay centros para desintoxicarse de la adición a Internet”.

 

KAFKA

“Me sacan los colores los que me comparan con ese gran genio que es Kafka, pero bueno... No está nada mal. Prefiero que digan que me parezco a Kafka que a Rafael Pérez y Pérez, por ejemplo. Bromas aparte, con Kafka coincido a través de Freud y del subconsciente. Yo soy el escritor del ello, en mis personajes lo que prevalece es el ello –atávico, irracional, agresivo- frente al yo –civilizado, contemporizador-. Y Gregorio Samsa es la gran metáfora del ello”.

 

 

LITERATURA

“La literatura puede ser una forma de protestar contra una situación. Primero llegan los poetas y luego los que luchan con las manos. Siempre ha sido así. Una misión del escritor es señalar imperfecciones, otra es la de deleitar simplemente”. (...) “Escribir es abrir una ventana y ver el paisaje y contárselo a los que no están asomados contigo”.

 

MENSAJE

“No pretendo ni quiero ser Pepito Grillo, que está siempre dando consejos a Pinocho. La palabra ‘mensaje’ me da un poco de miedo. Me sirvo de la ficción para señalar dónde nos aprieta más el zapato de nuestras imperfecciones. No pretendo dar soluciones”.

 

MATRIMONIO

“Ni yo mismo lo sé [que estuve casado]... Fue una etapa de mi vida. Yo creo en la pareja. Tal vez los escritores somos personas difíciles, vivimos mirándonos el ombligo. Tal vez exigimos más de lo que estamos dispuestos a dar. Lo cierto es que se acabó”. (...) “Mi relación con las mujeres podría ser mejor. Mi estado civil es indefinido porque una vez me casé y la unión fracasó, por mi culpa, porque los escritores somos vanidosos y egocéntricos y no somos buenos compañeros. El caso es que después firmé unos papeles en holandés y, como no los entendía, no sé si era el divorcio, la separación u otra cosa”.

 

MONSTRUOS

“La gente perfecta, feliz y simétrica, carece del interés literario que poseen aquellos individuos que revelan algún tipo de anomalía. Los pueblos felices no tienen historia. Hay que entender esta monstruosidad como una suerte de metáfora” (...) “Los monstruos son difíciles ejercicios de amor”. (...) “Yo no he superado a los monstruos, el monstruo es una metáfora, es una vía de perfeccionamiento interior; está ahí para que aprendamos a amarlo, para que nos sintamos menos disconformes con nuestras pequeñas anormalidades de burgués. Y el miope, el miope no me sirve más que para señalar lo difícil que es encontrar el camino adecuado. Lo que abunda en mis novelas son criaturas atípicas, esperpentos casi”.

 

MUJER

“De misógino no tengo nada. Lo que pasa es que el hombre está más dentro de mí y me resulta más fácil hablar sobre el hombre que sobre la mujer, que es un misterio maravilloso para mí. Quien cree que que conoce a las mujeres se equivoca. La mujer ha nacido para ser amada y no para ser comprendida. Pero siempre hay mujeres detrás, siempre hay una mujer que me inspira”. (...) “La mujer es para mí expresión terrestre de la inmortalidad. Como decía Lamartine, en el principio de todas las cosas grandes hay una mujer. Puede que, precisamente por admirarla y desearla tanto, sea demasiado exigente”.

 

PERSONAJES

“Mis personajes son seres reales, forman parte de la realidad. Pero son personajes quintaesenciados; los ofrezco en condiciones de ser digeridos plenamente. Personajes arquetípicos, con una pretensión de universalidad. Seres, por lo general, incomprendidos y solitarios”.

 

QUICENA

“Yo iba desde mi pueblo a La Cobertera. Recuerdo que una vez, después de estar unos años sin venir, entré en trance cuando regresé. Fui volando, sin pisar el suelo, desde mi pueblo hasta La Cobertera. La cobertera es una parte del monte de Quicena. (...) Hice el recorrido emocionado, en éxtasis, y sin dejar de hablar. Me gustaría tener grabado lo que dije, eran unos años de exaltación. (Iba) solo, solo. No lo digo nunca porque me da vergüenza. Me gusta contener los sentimientos. Me tumbaba en el suelo y me apretaba contra él como si fuese una mujer. No era yo. Fue mi reencuentro con la tierra después de unos años. La Cobertera es una parte muy especial, tiene forma de cobertera, con la roca arriba”. (...) “Quicena es mi pueblo irremplazable y Montearagón el castillo de mi infancia”.

 

RAMÓN

“Mi amigo Ramón dice que el parecido entre hombres y animales procede de una relación anterior entre mujeres y bichos. Es la teoría de un amigo maravilloso y confidente que me cuenta cosas extrañísimas que no sé si las sueña o no, pero que me sirven de inspiración: se llama Ramón. Puede resultar un poco ofensiva para las mujeres, pero bueno. Él dice que antes de existir hombres, la mujer se relacionaba con animales, y que de esa herencia nacieron los hombres mosca, hombres pez...” (...) “Mi amigo, y personaje de mis textos, Ramón o Ramoncito me decía siempre que había gente que sacaba a pasear a sus monstruos a las cuatro o cinco de la mañana. Decía que estaban ocultos durante el día y que salían de madrugada y por poco tiempo. Es probable”.

 

RARO

“Depende, claro está, de lo que se entienda por normalidad. ¿Qué es normal? ¿Lo que más abunda? Pues, entonces, no hay duda, soy raro. Ser raro, sin embargo, no es malo. Puede ser, incluso, un piropo. Quevedo decía que el sol, para hacerse estimar, no habría de salir cada día”.

 

El joven Javier Tomeo. De El mundo y El periódico.

 

SER ARAGONÉS

“El aragonés es un hombre que no presume de ser aragonés. Es como cantar jota, se clava en el centro del escenario y canta. No tiene necesidad de ponerse de puntillas. Se ofrece como una realidad, como un castillo roquero. Pero eso de hablar de ser aragonés, o catalán, se va a perder dentro de poco porque vamos a llegar a una mezcla de culturas y razas. Seremos todos del mismo sitio”.

 

TEATRO

“Mis novelas son situaciones dramáticas con un principio, un desarrollo y un desenlace. Pocos personajes, economía de palabra, situaciones en tiempo real… todo esto a los que hacen teatro les motiva y estimula. Algunos han dicho que mis novelas tienen una visión anticipada de lo que puede ocurrir en el escenario, y eso hace que sea relativamente fácil adaptarlas al teatro. La palabra que se escribe para ser leída a solas en la habitación tiene un peso diferente a la palabra que se escribe para ser representada, actuada, dicha. La magia de un actor que se mete en la piel de tu personaje y lo ves vivo, es algo que impresiona, pues piensas que ese personaje lo has creado tú”.

 

 

TELÉFONO Y TELEVISIÓN

“No hay nada más frustrante que un teléfono que no suena, y a la vez la telefonía móvil se vuelve alienante. La televisión es la versión eléctrica y actual del demonio”. (...) “No soy en absoluto partidario de la televisión, pero solo se puede escribir desde la mala leche, y la televisión es, en este país, el instrumento ideal para cargarse de mala leche”.

 

 

VERANO

“A mí me marcaron mucho los veranos intensos en Aragón. Yo estaba en estado de gracia, con la casa donde nací. Vuelvo de vez en cuando, pero, claro, es una casa ya transformada. Da tristeza, porque entonces pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque sea mentira. Porque ahora se vive mejor, más higiénicamente. Nací en una casa que posiblemente había permanecido igual durante los últimos quinientos años, salvo reparaciones puntuales. Nací en la misma alcoba donde nació mi abuelo. Eran unos tiempos muy duros. Era una casa de pueblo con tinaja, sin agua corriente ni luz eléctrica, que se puso después de la guerra. Íbamos con candiles. Yo conozco la magia del candil, cuando pasas de una habitación oscura a otra. ‘Una almendra luminosa’... Luego, cuando regresabas a la ciudad, a tu casa habitual, comprendías las ventajas de la civilización”.

 

ZOOLOGÍA

“Más que un zoólogo frustrado, algunos que me quieren mal podrían tal vez pensar que en realidad soy un animal frustrado, tal vez un cerdo, quizás un asno, aunque todos sabemos que hay asnos que son más inteligentes que ciertas personas. Hablando en serio, me gustan los animales, domésticos y salvajes. Siempre he sido aficionado a consultar libros sobre la vida y las costumbres de los animales. [Si fuera animal], me gustaría ser un ave rapaz, que parecen volar sin esfuerzo y lo ven todo desde arriba”.

31/03/2014 00:41 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

MIGUEL MENA. EL AÑO 1983

 

1983. Memoria de la droga y la música

 

Antón CASTRO

Dice Miguel Mena (Madrid, 1959), medio en serio, medio en broma, que no tiene voluntad de escribir unos 'Episodios Nacionales' de la Transición, pero que de niño y adolescente en Madrid vivió cerca de la calle Galdós y que algo se le pegaría. Quizá por ello haya escrito ya tres entregas protagonizadas del inspector Luis Mainar, un hombre acosado por diversos fantasmas: su hija Laura, minusválida, que le hace tener mala conciencia; la separación de su mujer Lucía y otras sombras interiores. Las novelas son 'Días sin tregua' (Destino), que transcurría en 1981, el año del golpe de Tejero y del secuestro de Quini; 'Todas las miradas del mundo' (Suma de Letras), que se centraba en el año del Mundial 82, y ahora aparece 'Foto movida' (Suma de Letras), que transcurre en 1983, en el año de la Movida madrileña y otros acontecimientos más bien sombríos. En todas las novelas, como algo más que un ruido de fondo, suenan las balas de ETA: las balas, la arbitrariedad, el asesinado, el crimen organizado y chapucero. La sinrazón que ensució los primeros sueños de la democracia.

Miguel Mena posee voluntad de cronista, de sociólogo, de periodista curioso y apasionado por la hemeroteca, y de contador de historias. Admira a Graham Greene y Francisco Pavón, el creador de Plinio, pero no le preocupa tanto resolver crímenes o secuestros como analizar comportamientos, revisar y repasar hechos, estudiar psicologías y recordar conciertos, accidentes, gestas o sucesos que nos han marcado la existencia. En cierto modo, aunque sus ficciones atesoran un protagonista inequívoco, el citado Mainar, estas novelas ofrecen una estructura coral.

'Foto movida' arranca con la muerte, en el excusado del Rock-Ola, de la joven Almudena Montiso. Por sobredosis y otros excesos. El narrador ya da algunas claves de las razones de su muerte e incluso presenta a otros implicados: Patricia, Enrique, Gonzalo, Eva... También cuenta la historia de un grupo, Carta Blanca, que hace lo indecible por pasar de la maqueta al primer disco: se mueven entre el hedonismo y la vida muelle, la tensión propia de los grupos y el dolor de la muerte de su amiga Almudena; su líder Roberto presenta un conflicto de afirmación, de impaciencia y de ambición. Mainar, que tiene la cabeza en varios sitios (en el País Vasco, donde ETA hace de las suyas y donde aparecen poco más tarde los GAL, pero también en Zaragoza, donde vive su hija, etc.), se hará cargo de la investigación. Pasan muchas cosas.

El autor, con pulso seguro y una prosa precisa, hilvana una narración con diversos puntos de fuga y de atención que le permiten organizar un friso complejo de una España que tenía problemas por todas partes y puntos más o menos incandescentes, de rebeldía y de creación (“Patricia y sus amigos se dedicaban a divertirse como si cada noche fuera la última de sus vidas”, se dice), de sueños y derribos: el citado Rock-Ola, revistas como 'La luna de Madrid' y 'Rock de Lux', el secuestro de Segundo Marey, algunos accidentes de aviación, la chapuza institucional y el desencuentro con las autoridades francesas, las películas de Pedro Almodóvar, la estancia de Sting en España o el accidente brutal de Alcalá 20.

Miguel Mena ha escrito una novela sólida sobre la potencia de la música, sobre la maldición de la droga, sobre la aventura de unos jóvenes a los que se les cruza la muerte de golpe y envenena sus mejores sueños. Y sobre la conquista de los recuerdos, que es una forma de habitar el pasado y de fijarlo para siempre en la memoria.

 

'Foto movida'. Miguel Mena. Suma de Letras. Madrid, 2014. 314 páginas.

31/03/2014 19:59 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

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