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RAMÓN ROZAS ESCRIBE DE CORTÁZAR, AURORA E GALICIA
Artigo de Ramón Rozas Domínguez no 'Diario de Pontevedra' e tamén no seu blog. Os vencellos de Julio Cortázar con Galicia a través da súa primeira dona Aurora Bernárdez, dalguna viaje e dos seus amigos da emigración.
sábado, 31 de enero de 2015
Cronopios galegos
FERNANDO AÍNSA: PROSAS

FERNANDO AÍNSA: PROSAS Y FÁBULAS DESDE EL OTRO LADO
Fernando Valls, profesor y crítico literario, es un gran admirador de la obra de Fernando Aínsa (Palma de Mallorca, 1937) desde hace años. Seguía sus trabajos sobre investigación literaria, que le condujeron a sus obras de creación; algunas de ellas las seleccionó para sus antologías de microrrelatos. Fernando, en el sello Pregunta de David Francisco y Reyes Guillén, publica ‘Desde el otro lado. Prosas concisas’, un libro de ficción, de metaficción, de aforismos y cuentos y microcuentos, que se abre con un extenso y esclarecedor prólogo de Valls. Analiza la vida y la obra de Fernando Aínsa, recuerda su condición de escritor nómada, sus años en Uruguay o París, su condición de ‘hijo de la guerra’ y su variada trayectoria. Recuerda por ejemplo que se retira en Oliete, donde ha plantado 150 árboles, o cuánto le fascinó un libro como ‘Las trampas de Onetti’. Y analiza las cuatro secciones del libro y recomienda algunos textos, de diferente extensión, cargadas de ingenio, talento literario y de segundas intenciones.
SENSACIÓN
Siento últimamente que la muerte se empeña en sacarme los calcetines.
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Siempre fue un aficionado al cine y socio fundador del Cine Club de su ciudad. Cuando perdió la memoria recuperó la ilusión: veía todas las películas como si fueran estrenos.
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Sigo asombrándome de que Octavio Paz pudiera haber dicho: “Déjenme solo, que soy muchos”.
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Leído en una lápida de un cementerio francés: “¿Por qué buscáis entre los muertos a uno que es inmortal?”.
*Panorama con nieve de la casa de Fernando Aínsa en Oliete.
EL QUIJOTE Y ARAGÓN: ALCALÁ, PEDROLA, SANSUEÑA, PASAMONTE...
Cervantes, el Quijote y Aragón
El Aragón que inmortalizó Cervantes
Se cumplen 400 años de la publicación de la II parte de la obra maestra de Cervantes, que tiene muchos escenarios y vínculos aragoneses: el Ebro, Pedrola, Alcalá de Ebro, Sansueña o Jerónimo de Pasamonte
Antón CASTRO
El Quijote está envuelto en enigmas. Una de las preguntas que, tantos años después, seguimos haciéndonos es: ¿estuvo Miguel de Cervantes (1547-1616) alguna vez en Zaragoza o en Aragón? No se sabe con certeza, aunque se dice a menudo que en el invierno de 1568, cuando huía de Madrid tras agredir a un hombre, pernoctó en el palacio de los duques de Villahermosa, gobernado entonces por Martín de Aragón y Gurrea, aficionado a la poesía y a las bellas artes. Cervantes, con poco más de veinte años, según esa hipótesis, acompañaba al cardenal Giulio Acquaviva, que iba camino de Roma. Luego su vida le llevaría por muchos otros lugares y acabaría, convertido en superviviente manco más que en héroe, en la batalla de Lepanto, en 1571, y de recluso en Argel.
Nos detenemos un instante en Lepanto para recordar otra conexión aragonesa: allí coincidió con el soldado Jerónimo de Pasamonte, que había nacido en Ibdes (Zaragoza) en 1553, al que luego criticará en la primera parte del Quijote (1605). Este, que redactó su autobiografía, se vengaría con la redacción del ‘Quijote apócrifo’, firmado por Alonso Fernández de Avellaneda y publicado en 1614, un año antes de la aparición de la segunda parte del Quijote en 1615, en la imprenta de Juan de la Cuesta. Quería tomarle la delantera del éxito. ¿Son Avellaneda y Pasamonte la misma persona? Para Martín de Riquer, y algunos más, sí: anunció la teoría en 1969 y la concretó en 1988 en el volumen ‘Cervantes, Passamonte y Avellaneda’ (Sirmio). Este es otro de los misterios cervantinos: ha hecho correr ríos de tinta. Y sigue haciéndolo.
Hace no demasiado tiempo, Antonio Sánchez Portero, estudioso bilbilitano, publicó un libro -‘Cervantes y Liñán de Riaza. El autor del otro Quijote atribuido a Avellaneda’- donde afirma que el toledano Pedro Liñán de Riaza, afincado en Calatayud, sería la máscara real de Avellaneda, quien, a la postre, también sería decisivo en la redacción de la continuación de la novela. Cervantes le hace decir a su héroe que, tras haber leído ese volumen, “no pondré los pies en Zaragoza y así sacaré a la plaza del mundo la mentira dese historiador moderno”. Aunque no ponga los pies en Zaragoza, Sansueña en el libro, es la ciudad más citada y está muy cerca de algunos de los lugares donde ocurren episodios centrales de la segunda parte: la ribera del Ebro, el palacio de Buenavía de los duques de Villahermosa, el caserón donde ejercerá Sancho Panzo de gobernador (en una magistral burla que se vuelve contra los burladores) y la Ínsula Barataria.
Pellicer y Alcalá de Ebro
Los estudiosos, historiadores y filólogos, han puesto nomenclatura exacta allí donde Cervantes solo sugiere o enmascara deliberadamente. El palacio de los duques estaría en Pedrola y la Ínsula Barataria, citada por primera vez en el capítulo XXV y escenario protagonista a partir del XLV, sería Alcalá de Ebro. Martín de Riquer, en una de sus ediciones del Quijote, advierte en el capítulo XXX: “Téngase en cuenta, no obstante, que no hay identificación total entre los duques de la novela y los históricos de Luna, pues Cervantes ni menciona jamás su título ni da el nombre de la residencia en donde viven”. Otro tanto cabría decir a propósito de Alcalá de Ebro.
¿Cómo surgió entonces esa identificación? La formuló en 1797 el erudito Juan Antonio Pellicer (Encinacorba, Zaragoza, 1738-Madrid, 1806); en ese año publicó una biografía del autor y editó, en cinco tomos, el libro para Antonio de Sancha. La audacia -que tenía su fundamento por la proximidad, por los meandros que dejaba el río y por el número de habitantes- tuvo fortuna y son muchos los estudiosos que se han abonado a esa idea, entre ellos, por citar un ejemplo, el cervantista Luis Astrana Marín, experto y traductor de otro escritor bajo sospecha: William Shakespeare. En el capítulo XLV, Sancho Panza toma posesión de su ínsula. Allí se dice: “Digo, pues, que con todo su acompañamiento llegó Sancho a un lugar de hasta mil vecinos, que era de los mejores que el duque tenía. Diéronle a entender que se llamaba la ínsula Barataria, o ya porque el lugar se llamaba Baratario, o ya por el barato con que se le había dado el gobierno. Al llegar a las puertas de la villa, que era cercada, salió el regimiento del pueblo a servirle; tocaron las campanas, y todos los vecinos dieron muestra de general alegría, y con mucha pompa le llevaron a la iglesia mayor a dar gracias a Dios, y luego con algunas ridículas ceremonias le entregaron las llaves del pueblo y le admitieron por perpetuo gobernador de la ínsula Barataria”. A partir de este instante, Sancho empieza a juzgar con admirable sensatez como si fuera el rey Salomón.
Alcalá de Ebro asumió pronto, con la habitual timidez aragonesa, su condición de espacio de la imaginación universal. Le dedicó una calle a Miguel de Cervantes, ha colocado diversas placas y leyendas en el edificio del ayuntamiento, y ha instalado a orillas del río una escultura, verdosa, de un Sancho meditabundo, con una inscripción cervantina, que realizó el ya fallecido escultor Carlos Pérez de Albéniz. Hace poco tiempo, a la escultura se le ha construido una especie de protección o navío para que no se deteriore con las crecidas y las inundaciones, tal como explica el fotógrafo y estudioso de la Ribera Alta José Ignacio Iguarbe.
Ahora, el solitario Sancho encara la curva del Ebro y lo mira de frente: al fin y al cabo, en su corriente y en su ribera, vivió algunas aventuras. La más fascinante y peligrosa fue la del barco hechizado. En este caso, la padeció en compañía de su señor Don Quijote: este vio una barca de pescadores del río y la confundió con un barco encantado. “¿Qué diablos de ciudad, fortaleza o castillo dice vuesa merced, señor? –dijo Sancho- ¿No echa a ver que aquéllas son aceñas que están en el río, donde se muele el trigo?” Se subieron al bote y le cortaron las amarras con la ribera. “Calla, Sancho –dijo don Quijote-; que aunque parecen aceñas, no lo son; y ya te he dicho que todas las cosas trastruecan y mudan su ser natural los encantos”. La frase es casi una poética general del Quijote. Lo que sucedió luego es un episodio de horror inicial y de locura.
Cerca de Alcalá de Ebro, pero no a las dos horas que dijo Cervantes, está Pedrola. En el centro de la población, pero alejado del cauce del río, se sitúa el palacio desde el cual los duques urdían sus burlas y trapacerías, que Cervantes define con el término “busilis”. Allí suceden algunas cosas: la más impresionante es la del caballo Clavileño, que tiene el atributo de volar y de poder llegar al reino de Candaya, donde hay un mágico ungüento que permitiría acabar con las barbas de tres mujeres que le imploran ayuda a Don Quijote. Si se va por tierra, le indican, “hay cinco mil leguas, dos más o menos; pero si se va por el aire y por línea recta, hay tres mil y doscientas y veinte y siete”. La candidez del Caballero de la Triste Figura daba para todo. También le dicen que si algún día viniera un caballero libertador, el famoso mago Malambruno le mandaría “una cabalgadura harto mejor”, que es, ni más ni menos, que “Clavileño el Alígero, cuyo nombre conviene con el ser de leño, y con la clavija que trae en la frente, y con la ligereza con que camina; y así, en cuanto al nombre, bien puede competir con el famoso Rocinante”. La aventura de Clavileño y la dueña Dolorida es desternillante y es “una de las más famosas del Quijote” y “desarrolla paródicamente un tema propio de novelas medievales”, según escribió Martín de Riquer.
Aragón no ha creído mucho en su patrimonio cultural jamás. No sorprende que no exista una ruta cervantina: esa es una asignatura pendiente y se fantasea con aprobarla con nota en cada efemérides. También ahora. Y quizá el año que viene que se cumplirán cuatro siglos de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, el amigo misterioso de Aragón.
Tronchón. El famoso queso de Tronchón, Teruel, aparece citados dos veces en la II parte de ‘Don Quijote de la Mancha’. En el capítulo LII se dice: “y más un queso que Teresa le dio, por ser muy bueno, que se aventajaba a los de Tronchón”. Y en LXVI se lee: “aquí llevo una calabaza lleno de lo caro, con no sé cuántas rajitas de queso de Tronchón, que servirán de llamativo y despertador de la sed, si acaso está durmiendo”.
Maese Pedro. En varios capítulos de la II parte se cuenta la historia del titiritero Maese Pedro. En el capítulo XXVI se dice: “Vuelvan vuestras mercedes a aquella torre que allí parece, que se presupone que es una de las torres del alcázar de Zaragoza, que ahora llaman la Aljafería”.
Joaquín Ibarra. El impresor zaragozano es uno de los grandes personajes de la ilustración. Ibarra (Zaragoza, 1725-Madrid, 1785) realizó, por encargo de la Real Academia Española, una primorosa edición del Quijote en 1780 (la empezó en 1777) en cuatro volúmenes, con tipos nuevos y con 33 ilustraciones. La encargó Grimaldi, el secretario de Carlos III. Se recuperó en edición facsímil hace una década por el Gobierno de Aragón. Es una joya admirada no solo en España sino en Europa.
Javier Blasco. El catedrático zaragozano de la Universidad de Valladolid sostiene que el autor del Quijote apócrifo es Baltasar de Navarrete. Ha escrito: “Los documentos que hoy conocemos sitúan a fray Baltasar Navarrete (teólogo y maestro en Artes, catedrático de la Universidad de Valladolid, próximo al círculo del duque de Lerma, autor vergonzante de La pícara Justina) en el centro del escenario en que madura el Quijote apócrifo, libro que, como ocurría con La Pícara Justina, también escuda en el seudónimo su presentación en sociedad”.
Otros. El aragonés Alberto Blecua, con Andrés Pozo, realizó la edición del IV centenario de la novela, en un único volumen, para el sello Espasa. Aurora Egido, Juan Antonio Frago, Alfonso Zapater, Manuel Serrano o Isaías Moragas, entre otros, le han dedicado monografías y estudios. Y Antonio Pérez Lasheras firmó ‘Sin poner los pies en Zaragoza (algo más sobre el Quijote y Aragón)’ ( Rolde de Estudios Aragoneses, Zaragoza, 2009), donde además explica el verso “o en las montañas de Jaca”, que aparece en el capítulo XLIV, como expresión casi arquetípica del frío y las cumbres.
*Un grabado de Doré alusivo a la Ínsula Barataria.
4 POEMAS DE VÍCTOR ANGULO

VÍCTOR ANGULO: CUATRO POEMAS DEL VATE SORIANO
[El pasado martes estuve en Tudela. Participé en un encuentro con alumnos en el Instituto Benjamín de Tudela y por la tarde ofrecí un recital en la Fundación Castel Ruiz ante una treintena de personas, más o menos. En la estancia en el Instituto me encontré con bastantes amigos: Patxi Abadía, Ana, Francisco de Ejulve, el fotógrafo Mario Gómez, etc... Y entre ellos -y me dejo a muchos; no querría olvidarme de José Javier Alfaro, escritor y encantador presentador ni de Javier Briongos ni de Manuel Motilva que estaba enfermo y no pudo venir...-, y entre ellos estaba el poeta soriano y profesor Víctor Angulo Las Heras, con quien colaboré hace años en un cuadernillo de 'Poesía en el campus', Víctor me regaló uno de sus últimos poemarios (ahora está a punto de salir uno nuevo: 'Son airadas las cigüeñas') y hoy ha tenido la amabilidad de enviarme cuatro poemas de 'Cierra despacio al salir'. Aquí están. Todas las fotos son de Fritz Henle (Dortmund, Alemania 1909 - Saint Croix, Virgin Islands, USA 1993), que viajó por España.]
CUATRO POEMAS DE VÍCTOR ANGULO
LOS PASOS DEL CARTERO
Cuando al alejarme pienso en las pequeñas ciudades del norte,
pienso:
aquiescencia.
Pienso: espacio.
Pienso en la luz que atraviesa la noche y que alumbra el rostro ignorado de las cosas,
y a menudo en los pabellones terminados en punta en busca de cualquier intento de ternura.
Me enfrento así al domingo que termina por si después nadie me espera.
Pienso en ciudades con dependientas que imponen respeto; que constatan, con asombro, mi edad.
Mi talla de pantalón.
El silencio que hay en las cajas del almacén y que aventuran detalles de perfección.
Me enfrento así al escuadrón de los barrenderos por la mañana.
A la hipocresía, a las parejas que se besan por los pasillos,
a tantos pliegues perdidos en los ascensores,
a las caricias regaladas con entusiasmo y desgarramiento, con la mirada hecha de horizontes y lontananzas,
como un extraño para ciudades con guía y sin cuartel, sombrías,
como las frases que se dibujan en sus torres tan sólo a intervalos, a capricho del viento.
Cuando tan duras son por aquí las escarchas y vuela el avefría.
A CEPILLO
No puedo creer que de nuevo me encuentre en la peluquería, que hayan pasado tres meses desde la última vez y que la peluquera (una gorda amable que siempre me cuenta la misma historia y acaba hablándome de la nieve aunque sea agosto) esté a punto de meterme las tijeras. Me pregunto si con todos hace lo mismo, si a todos les cuenta la misma película, si siempre las mujeres que hay allí tienen que hablar del ¡Hola! También de sus cosas, de cómo se va a llevar el pelo este otoño y cuáles son los productos mejores para que no se reseque ni se caiga. Con una media de 60, año arriba, han empezado a rendirle culto excéntrico al cuerpo, ahora que pueden, ahora que una peluquería no es tanto un sitio de reunión como un supermercado. Tienen todo tipo de cremas para la piel, mil productos para el cabello y no sé cuantas cosas más que me pierden. Una vía descubierta por el mercado de las franquicias, al igual que las tiendas de ropa, los bares, aunque sean vascos y una contradicción, pues en todos cuecen las mismas habas y a veces, cuando no les quedan, ponen pochas. Por eso no me gustan estos sitios. Porque allí las manos de las peluqueras no irradian una ternura comprensiva ni dejan unos pelos más largos que otros. Cuando al fin ha acabado, no parezco el mismo; casi otro. A veces, según la postura, muy distinto, sin embargo.
AFIRMACIÓN DE CONFIANZA
Puedo y no quiero evitar los ojos de Imre Kertész,
su punto preciso de observación que se hiciera añoranza de matriz en otro tiempo,
aunque a veces no alcance a comprender el sentido último de su mirada,
su ademán,
o esa sonrisa contenida, oblicua, como de sospecha.
Como el cuerpo de esos niños que se ovillan con gestos felinos ante el sufrimiento o el frío.
Como si ya intuyeran,
por ejemplo,
que el dolor no les abandonará nunca,
ni siquiera un instante.
Que les habitará sin ensombrecerles,
incluso cuando en apariencia dé a la melancolía solamente un fundamento;
incluso cuando les parezca presentir que cada cual llora a su modo el tiempo que pasa,
que los ojos han de tener la melancólica contemplación de lo acostumbrado,
sabedores de su indiferencia hacia con la primavera y el verano,
aunque los retoños de los robles, lo quiera o no,
son una afirmación de confianza.
Rechazan el patetismo.
LA PRIMAVERA LO HACE TODO
Cuando no se te ocurra nada más que añadir, aíslate.
Camina por el monte.
Por las orillas de las pistas forestales.
Piensa en Adam Zagajewski, en Richard Ford.
Piensa en Nordbrandt cuando nieve sobre las copas de los árboles.
Dirán que perdiste el rumbo,
pero sabes que no has venido a vencer el hastío incurable que derrama la costumbre.
Piensa en Roberto Bolaño. Mira el retrato de Houellebecq.
El de Amis, más joven, elegantemente vestido.
Prolonga el paseo toda la tarde hasta que la noche se eche como tirada a cordel.
Piensa en Andrei Makine.
Observa los tejados llenos de melancolía.
Las tejas apretadas cual celdillas de colmena. La luz resbalando gris y adversativa.
Verás que hace tiempo que todo ha dejado de ser como al principio.
Hace tiempo que tu opacidad es tu silencio.
El silencio no es lo peor. Las palabras gratuitas son más terribles.
Hay que cruzarlas. Hay que acometer la tarea de cruzarlas. Hay que desengañarse.
Piensa si no en Juan Rulfo.
Observa si no el temprano cada día que te ofrece la primavera.
Las magarzas sobre los ribazos. El adusto cardo floreciendo malva.
Y finalmente, el ababol en supervivencia.
LARA, POR SERGIO VILA-SANJUÁN
[Conocí a José Manuel Lara solo de paso. A vista de pájaro. En la única vez que he estado en los últimos diez o quince años en el Planeta. He sido autor de Destino durante algunos años, con cuatro títulos (el último fue ’Golpes de mar’, 2006, que se agotó y se quedó descatalogado a los siete u ocho meses), pero no tuve la suerte ni de ser su amigo, conocido o de saludarlo. Me han impresionado, la verdad, los retratos que he leído de él. Su grandeza. Su complicidad con los autores, su mano izquierda, aunque fuese un hombre de derechas. Según he visto en muchos retratos. Sergio Vila-Sanjuán, escritor, cronista cultural de máximo nivel y director del suplemento de ’Culturas’ de ’La Vanguardia’ y una de mis referencias de este oficio, le dedicó varios textos muy aquilatados. Tiene la bondad de enviarme para el blog uno que redondea y ajusta sus aproximaciones. En el daguerrotipo hay textos conmovedores, de gran calidad humana.]
José Manuel Lara Bosch
Un gran modernizador, extrovertido y directo
Sergio Vila-Sanjuán*
José Manuel Lara Bosch fue como su padre, a quien físicamente se parecía bastante, todo un personaje. Alto, grande, extrovertido, directo –demasiado directo a veces, decían algunos, sorprendidos por su franqueza-. Con ganas y capacidad de liderar, pero también con una formación cultural y unos conocimientos que le distanciaban del enfoque mucho más intuitivo de su progenitor. Fue un gran editor que amaba y leía los libros, y siempre se procupó de mejorar las condiciones de sus autores. Para los periodistas, una mina, porque nunca rehuía exponer con claridad sus puntos de vista.
En su despacho presidencial del grupo Planeta tenía grandes cuadros de pintores catalanes contemporáneos: Tharrats, Roca Sastre, Guinovart, Ponç, Carlos Mensa, Arranz Bravo, Bartolozzi; también un Cusachs de mediano formato con los habituales jinetes y caballos, y un autorretrato tirando a siniestro que le regaló el escritor Ernesto Sábato, y que apreciaba mucho. En la sala de juntas cuelga el Goya que había sido orgullo de Lara padre. “En sus últimos años se sentaba junto al cuadro, miraba el bastón con el símbolo del marquesado y yo creo que pensaba que eso eran los signos de su triunfo”, me contó en cierta ocasión.
Fumador compulsivo, cuando entraron en vigor las nuevas normativas sobre el tabaco hizo declarar la planta de su despacho domicilio particular (y no área de trabajo) para poder seguir rindiendo culto a la nicotina. O al menos eso dice la leyenda.
Incluso en los últimos años de atención muy centrada en el mundo televisivo y mediático, se hacía llevar cada mañana al despacho los libros que el día anterior había publicado Planeta en cualquiera de sus sellos. Estricto en cuestiones de números, en la época de los adelantos multimillonarios no dudó en cortar la relación profesional –no así la personal- con autores de los que pensaba que pedían demasiado. Pero también generoso cuando la situación lo requería, extendió su protección y su interés a no pocos autores en momentos de dificultad económica.
Amigo del rey Juan Carlos, personalmente era un liberal de amplio espectro. Políticamente se le consideraba próximo al Partido Popular, y tras la salida del gobierno de José María Aznar le publicó varios libros, remunerados, según se dice, con cifras estratosféricas. Pero sus editoriales y sus medios de comunicación sirvieron de altavoz a gente de todos los espectros ideológicos.
Cuando el independentismo empezó a plantearse como cuestión clave de la política catalana, no dudo en expresar su oposición radical, amenazando con llevarse sus empresas fuera de Catalunya si la secesión llegaba a producirse. Ello no fue óbice para que mantuviera una relación personal cordial con Artur Mas, a quien conoció en el ámbito de la escuela Aula y que le sucedió en la presidencia del patronato de esta institución.
Era un hombre de gestos. Cuando los responsables del Año del Libro y la Lectura 2005 fuimos a verle con la propuesta de un encuentro de autores de novela policíaca en homenaje a Manuel Vazquez Montalbán, Lara aceptó inmediatamente correr con los gastos de avión y estancia de los escritores participantes, desplazados desde varios países europeos. “Muchos de ellos no son autores de tu grupo”, le advertí. “No importa, es algo que le debemos a Manolo”, zanjó de forma contundente. No mucha gente sabe que de este modo José Manuel Lara hizo posible el nacimiento de la Semana de Novela Negra de Barcelona.
La construcción de un imperio
Lara Bosch había potenciado el grupo editorial que levantó su padre, José Manuel Lara Hernández, y que ya era el más importante de España, hasta convertirlo en uno de los diez mayores del mundo. En la actualidad, cuenta con cerca de setenta sellos editoriales, publica 1500 títulos al año y cuenta en su catálogo con 15.000 autores, entre ellos, por poner unos ejemplos especialmente significativos, Eduardo Mendoza, Carlos Ruiz Zafón, María Dueñas o Antonio Muñoz Molina.
En torno a esta estructura había creado también un imperio multimedia que incluía la cadena Antena 3 y el diario La Razón.
José Manuel Lara Bosch nació en Barcelona en 1946. Estudió Económicas en la Universidad Central y antes de cumplir veinte años ya estaba trabajando por las tardes en las oficinas de Planeta en la calle Fernando Agulló, 12. A principios de los años setenta, una depresión de Lara padre acelera la incorporación de José Manuel a las tareas directivas.En esos años influyó para que el grupo modificara muchos métodos de trabajo, incorporando técnicas pioneras en el mercado local. “Pasamos de una decisión personal por olfato e intuición a una decisión por gestión y marketing, que se notó muchísimo”, confesaba. Es la época de los grandes superventas vinculados a la revisión del franquismo, las memorias de políticos y los libros de historia reciente.
En los años ochenta José Manuel dirige junto a su progenitor –en una relación intensa, ambos eran hombres de carácter fuerte-, y con su hermano Fernando, el gran momento de crecimiento del grupo, que empieza a adquirir nuevas editoriales que atravesaban momentos complicados. La primera que incorporan es Seix Barral; siguen otras como Destino, Martínez Roca, Espasa o Crítica, en una política expansiva, y de lucha por los autores, que generó competencia y a veces inevitables tensiones con otros grandes grupos.
Tras la muerte en accidente de Fernando Lara Bosch en 1995, asume el liderazgo ejecutivo del grupo Planeta. Y después del fallecimiento de Lara Hernández en el año 2003, pasa a ser su presidente.
José Manuel Lara no ha dudado en ejercer como primer editor de España. Su peso en las organizaciones gremiales ha resultado indiscutible. Lideró la defensa del precio fijo del libro y la lucha contra la piratería. En octubre del 2014, coincidiendo con el último salón Liber, recibió en Barcelona el homenaje de sus colegas. Ya con una salud muy quebrada por el cáncer de pancreas, expresó lo que su profesión le había dado. "El libro –dijo- es lo que más amo. Le he consagrado mi vida y me he divertido muchísimo. El libro me ha dado suerte, fortuna, gracia, felicidad”.
Como empresario de la comunicación, su iniciativa más destacable fue la entrada como accionista de referencia y gestor del que hoy es el grupo Atresmedia, de la mano del grupo italiano De Agostini. Esta corporación multimedia incluye las cadenas televisivas Antena 3, Neox y Nova, las radiofónicas Onda Cero, Europa FM y Europa Melodía y la productora Antena 3 Films, así como la gestora publicitaria Movieredord.
En 1998 Planeta lanza el diario La razón y en 2006 el gratuito ADN (que cierra en el 2011) . En Colombia adquiere el Grupo Editorial El Tiempo, que publica el diario homónimo, primero del país, y cuenta además con un canal televisivo y otras publicaciones. Otras empresas audiovisuales del grupo son las distribuidoras DeAPlaneta y Planeta Junior.
En el último decenio, de forma paulatina, Planeta ha ido aumentando su participación en el Grup 62, del que es hoy accionista principal, lo que le ha convertido en el mayor editor en lengua catalana. Bajo su tutela el grupo ha potenciado la Fundación José Manuel Lara, con sede en Sevilla, que patrocina actividades culturales, la revista literaria Mercurio y la publicación de libros de poesía e historia de la cultura.
Casado con Consuelo García Piriz en 1976, el editor era padre de Marta, José Manuel III, Angela y Pablo.
Con Lara Bosch desaparece la figura más influyente y poderosa de la edición española en los últimos treinta años. Un modernizador valiente –y a veces discutido, pero con un bagaje lleno de aciertos- que dio solidez y envergadura a nuestra industria cultural.
*Tomo la foto de aquí: https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-7b79f2c4a7cd56430b8674c3c129e433.jpg
CONGET: UN DIÁLOGO, 2015
José María Conget (Zaragoza, 1948) publica su novela ’La bella cubana’ (Pre-Textos). Aquí conversamos de ella y de otras visiones literarias del autor.
Este ha sido un libro muy especial para ti. Se ha alargado mucho en el tiempo y parecía como una obsesión. ¿Por qué?
Las primeras imágenes de la novela me acudieron cuando todavía vivía en Nueva York; luego vino la historia de los chicos jóvenes que han ganado un permiso de residencia en el concurso que Estados Unidos organiza cada año en varios países y la idea de mostrar a través de personajes de dos generaciones el contraste entre experiencia e ingenuidad. En fin, comencé La bella cubana hace doce años, escribí las primeras páginas y me atasqué; no me había pasado nunca y como no quería dejarme ganar por la frustración me dediqué a un género que apenas había tocado: el cuento, y descubrí que me encantaban las posibilidades del relato corto. Pero sabía que tenía una cuenta pendiente conmigo mismo, no es correcto llamarla obsesión pero sí constancia de un deber no cumplido. Y de repente di por terminado otro libro de cuentos que en algún momento publicará Pre-Textos y decidí que iba a seguir con la Cubana. Escuché muchas veces la composición que da título al libro, le cogí la onda y casi de un tirón la terminé.
El título, esencialmente, alude a una melodía de Lecuona. ¿Qué te sugiere o qué sugiere a los personajes?
En realidad no es una melodía de Lecuona sino de José White, un músico cubano del XIX; Lecuona hizo un arreglo magnífico que fue el que yo escuché la primera vez. Ahora tengo docenas de versiones, una es la de Valdés con la que empieza y termina la película Chico y Rita de Trueba con guión de nuestro amigo Pisón. A mí me sugería una vida sensual, indolente y libre de culpas y obligaciones, me producía lo que enfáticamente (o de manera cursi) llamo la nostalgia del paraíso. Y traspasé esa sensación al protagonista de la novela. En la portada que compuso mi hijo Miguel, y de la que estoy más orgulloso que de la novela misma, se señala algo de lo que la música insinúa.
¿Qué quería contar: la historia de dos enamorados españoles en Nueva York, un relato de la memoria, las traiciones del amor?
No estoy seguro. Quise hacer una novela breve pero ambiciosa, con variantes de muchos de los temas sobre los que escribo siempre: la familia, la fragilidad del amor, la imposibilidad de cambiar el pasado o las consecuencias del pasado.
Estás y no estás en el libro. O, mejor aún, estarías por partido doble: como personaje, como ese Conget, escritor, que anda por ahí y como ese otro personaje vinculado al Cervantes... ¿Por qué has querido desdoblarte?
No, no me he desdoblado. O no pretendía desdoblarme. Hay pequeños detalles míos en Rubén y en el chaval, Gustavo; pero el carácter de los dos (que sí se parecen entre sí) y sus circunstancias poco tiene que ver conmigo
¿Cabría decir que esta es una novela con una porción importante de autobiografía tuya del período de Nueva York?
No. Está construida sobre mi memoria de la ciudad; y algunos de los personajes del Cervantes que se nombran o del programa de la tele que aparece en un capítulo, son reales. Y lugares, como el hotel Evans, que existió, y por cuya puerta yo pasaba cada vez que iba desde mi trabajo a la carnicería Expósito, una maravilla que está en la Novena; el hotel era de una cochambre repugnante y su aspecto me inspiró los episodios sórdidos que ocurren allí. Pero la historia, o las historias centrales de la novela no son autobiográficas en absoluto.
Hay un descreimiento absoluta de la sociedad literaria. ¿Es real, lo sientes así, o es un recurso de ficción?
La literatura es uno de los regalos de la vida. La sociedad literaria va por otro lado. Uno se emociona con los poemas de Góngora y Quevedo pero los ciudadanos Góngora y Quevedo que se cruzaban infamias pertenecen a la cultura del chisme, la soberbia y la envidia, a Telecinco. Tengo amigos escritores por los que siento afecto y una lealtad total, tú lo sabes. También ellos son “sociedad literaria” pero creo que yo habría buscado su amistad aunque no fueran escritores.
¿Qué te han hecho los poetas? Fuiste muy lector de poesía, y sin embargo pareces recelar de ellos.
Sigo leyendo poesía, menos que de joven, pero también leo menos novelas que de joven, en general leo menos. Lo que ocurre es que he observado que entre los poetas se da más a menudo la formación de pequeñas tribus, de familias en el sentido siciliano del término, y las miradas de reojo, las vanidades heridas, el zancadilleo no son fenómenos ajenos a su mundillo. Tampoco aguanto la sacralización de la poesía, el género literario más intenso y difícil, pero que puede pasarse sin que los que lo practican se adjudiquen cierto aire sacerdotal. Dicho esto, no hay que atribuir al autor todas las fobias del personaje. Y tengo algún buen amigo poeta, que conste.
Reflexionas, o cuentas más bien con ironía, acerca de la pesadez de la estructura de las novelas. Aunque parezca chiste, esta es una novela compleja de trama, de estructura y de voces. ¿Cómo has estructurado la novela?
Cuento con ironía la pesadez de un novelista que no tiene otro tema de conversación que su propia obra y que sale de su mudez cuando su acompañante le pregunta por las estructuras de sus novelas, algo que posee un interés profesional, por así decir, pero a quién que no sea un profe le interesa. Por eso no te voy a dar el coñazo explicando cómo he estructurado La bella cubana, además tú ya lo sabes.
¿Qué importancia tiene para ti en un libro la ambición, la complejidad, proponerle al lector un descubrimiento?
Hay obras que son profundas por su tratamiento de temas y personajes pero formalmente son sencillas, lineales, sin alardes estilísticos (muchas de las grandes novelas de XIX, por ejemplo). No soy dogmatico en ese terreno. Digamos que yo me formé como narrador a través de lecturas que fomentaban entramados estructurales complejos y eso ha quedado ahí. A mí me preocupa mucho el punto de vista, el tiempo, a quién se dirigen las voces de los personajes… ¿Es eso ambición? Creo que es lo normal.
¿Cómo quieres que sea tu lenguaje?
Mis personajes hablan entre ellos mucho y supongo que, como son tipos ilustrados, hablan bien. Un lenguaje coloquial culto es mi aspiración.
No quiero ahondar mucho en los personajes, ni desvelar la trama, pero me gustaría que nos presentases a tu modo a Rubén, el siniestro, a Lara, a Gustavo Sánchez, a Nilda...
Lara es la inocencia y lo que Goethe llamaba el eterno femenino, por eso todos los hombres tiene la impresión de que les recuerda a alguien. Rubén y Gustavo podrían ser la misma persona con muchos años de diferencia; Rubén es un escritor maduro y desencantado que ya no escribe y Gustavo un chico pedante, muy verde todavía y con ínfulas de futuro gran novelista. Mujeres como Nilda he conocido algunas, latinoamericanas con un pasado político traumático.
Aunque quizá hay un personaje al que no vemos, y anda siempre por ahí, desde el fondo del tiempo: Nadia...
Nadia es, en cierto modo, Lara de mayor y para el protagonista una memoria herida.
Dices que a veces duele más una separación que una muerte. ¿Nos liberamos alguna vez de la ruptura, se liberan tus personajes?
A veces la muerte tampoco nos libera si han quedado cuentas pendientes, palabras no dichas, con la persona fallecida. Pero la separación deja libre a la persona de la que te separas, libre y dueña de la vida secreta que compartiste con ella, y si se trata de una separación de pareja pueden intervenir los celos y un conjunto de emociones morbosas y muy negativas.
El libro también tiene una atmósfera de cine negro, especialmente hacia el final. ¿Fue siempre así o se te impuso de algún modo?
No era mi intención. Parece que la mitad de los narradores españoles han descubierto que lo suyo, después de todo, era la novela policiaca. No es mi caso. Si mi Cubana sugiere una atmósfera de novela negra es que me he equivocado.
También es una novela de metaficción. Tu mujer Maribel Cruzado, destinataria de tus novelas, tiene un importante cameo. Más que un cameo, todo un capítulo con su propia voz. ¿Quién lo ha escrito de veras, ella o tú?
Ya te he dicho que en la novela hay personajes reales pero dudo que eso la convierta en metaficción.
Publicas en la colección más importante de Pre-Textos. Y eres citado, muy a menudo, por muchos escritores como una referencia: Fernando Aramburu, Martínez de Pisón, Juan Bonilla, Javier Sebastián. ¿Ha cambiado algo en tu carrera de escritor, te sientes más querido y leído?
No es cuestión de “sentirse más leído”, se trata de datos objetivos, los datos objetivos son las ventas y mis libros se venden muy poco. Antes solía decir en broma que yo era un worst-seller. Luego me di cuenta de que cometía una petulancia: en España casi todos somos worst-sellers y me temo que vamos a peor. No veas en esto un lamento; como diría Guillermo Brown, solo hago constar un hecho. Nadie me pide que escriba y escribo porque me da placer, no tengo derecho, ni yo ni nadie, a exigir que además me compren los libros por millares.
*Esta foto pertenece al archivo de Heraldo de Aragón; está tomada en Los Portadores de Sueños.
*Esta foto pertenece al archivo de Heraldo de Aragón; está tomada en Los Portadores de Sueños.
'BUSCANDO LOS ORÍGENES DE AQUELLO'
[Mañana viernes, a las 19.30, en la Casa del Libro de la calle San Miguel se presenta el volumen colectivo ’XX’ del sello Pregunta, que dirigen Reyes Guillén y David Francisco. Explican: ’Buscando los orígenes de aquello’ es un libro que podría llegar a ser el comienzo de algunas carreras literarias interesantes, el resultado de varios encuentros entre amigos o una novedad más en las librerías. Pero lo que ya conforma, indudablemente, es un conjunto de buenas historias narradas por doce voces diferentes y nuevas en el panorama del relato en lengua castellana: Irene Achón, María Jesús Artigas, Alberto Delmalo, Ana García, Coral González, Anabel Hernández, Aitana Muñoz, María José Pardo, Eva Pardos, Elisa Pérez, Manuel Pinos y Pilar Royo.
Siguiendo uno de nuestros principales objetivos, el de buscar propuestas alternativas y sacarlas a la luz, ofrecemos esta selección de autores noveles con la esperanza de que este libro sea, efectivamente, un comienzo”.]
ARRIBA EL TELÓN
Por Pilar ROYO
En el mismo instante en que terminaron los aplausos la bailarina se desplomó sobre el escenario. El silencio inundó la sala. Nadie advirtió que, entre bambalinas, el brillo de la pistola competía con el de las luces.
Los titulares del día siguiente gritaron a toda página: «Asesinato en El Plata». Guardo todavía un ejemplar junto a su fotografía.
Todo sucedió tal y como planeamos aquella tarde tras salir de la consulta del médico. Quería que su muerte fuera recordada. Aquella noche fue, sin duda, su mejor actuación.
*
MI BIGOTE (Fragmento)
Por Aitana MUÑOZ
(...) Mi bigote ha sido, bueno es, mi seña de identidad en medio de una imagen cuidada. Quiero pensar en un acto de rebeldía, como cuando te niegas a usar el suavizante porque contamina o acumulas multas de la zona azul. Más de una vez he visto a un hombre hipnotizado con la sutil transparencia de mi vello capilar. Fino, rubísimo y suave. Que yo sepa ninguno de mis amantes se ha quejado porque mi generoso bigote lo lastimara con la fuerza de mis besos. Ostras, «Melanie y Antonio Banderas se separan». Si llevaban un porrón de años casados. Luego me la leo, que de estos subproductos no tengo en casa. Alguna vez y en secreto me compro esas revistas, pero solo en viajes. Las llevo enrolladas por la parte de la publicidad. Luego las abro rápidamente para que nadie vea la portada. Deberían vender fundas para la gente que quiere leer esas revistas sin sentirse avergonzada. Algo tipo las tapas del Cahiers du Cinéma o la Jot Down y dentro la ¡Hola! o la Pronto. Seguro que en las fotos no sale ninguna tía con bigote. No sé, que lo pienso y me da pena. Si lo hago me acordaré de mi amiga Xime, la chilena, y su eterna frase: «Mi pucha, ¿por qué no te quitas ese bigote? ¿No te molesta?». No y no, no me ha molestado nunca. Ahora me duele imaginarme el pegote de cera ardiendo. Tirones dolorosos como cornadas de torero. Ya entra la señora. (...)
*
UNA TARDE DE JULIO
Por Manuel PINOS
Julio, se quema la tarde. Una nube de polvo amarillo está devorando el camino de Atochares. Estoy sentado a la puerta del cortijo de mis primos. Me levanto y con la mano me protejo del sol y de la nube de arena que se
acerca.
Un taxi, inmenso y negro, frena brusco sobre la gravilla. El polvo amarillo lo envuelve todo. Entorno los ojos. Se abre la puerta trasera. Incorporándose despacio sale una mujer, vestida de negro, con la cabeza encogida y envuelta en una gasa. Con las dos manos se la aparta despacio de la cara. Me mira. Está guapísima. La piel blanca, los ojos rojos, hinchados,
vacíos de llanto y pena.
Viene sola. Semanas antes había marchado muy lejos con mi padre de médicos y vuelve sola. La abrazo y lloramos juntos. No dice nada. Le doy la mano y entramos al cortijo para buscar a mis hermanos y mis tíos. No digo nada.
Yo tengo doce años y en medio de esa nube amarilla que levanta el taxi de vuelta a Almería me digo que mi padre no volverá nunca de muy lejos. Me doy cuenta de que con mi padre y en ese coche inmenso y negro se está marchando, para no regresar jamás, el niño que un momento antes, sentado en la puerta de un cortijo, veía una nube de polvo amarillo acercarse por el camino de Atochares.
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Pregunta Ediciones
preguntaediciones.blogspot.com
facebook.com/PreguntaEdiciones
*En la foto, Aitana Muñoz. Tomo la foto de aquí:
https://media.licdn.com/mpr/mpr/shrink_500_500/p/4/000/146/211/00edae6.jpg
MILENA BUSQUETS, UN FRAGMENTO
-Sí, sí, vamos –dice Tom. Y dirigiéndose a mí-: Nos podemos sentar juntos y hacer manitas.
Nos reímos. Y aunque a pesar de gustarme no me gusta, empiezo a coquetear con él. Y siento cómo la miel empieza a derramarse, líquida y solar, como dos niños a punto de robar una bolsa de golosinas y de salir disparados de la tienda, muertos de risa y de miedo. No es la miel espesa y lenta y oscura por la que estaríamos dispuestos a ir al infierno, pero a fin de cuentas es miel, el antídoto contra la muerte. Desde tu muerte, y desde antes, tengo la sensación de que lo único que hago es ir rapiñando amor, hacerme con la menor migaja que encuentro por el camino, como si fuesen pepitas de oro. Estoy totalmente arruinada y necesito que me desvalijen. Incluso la sonrisa de la chica del supermercado, el guiño de un desconocido por la calle, una conversación banal con el tío del quiosco, todo me sirve, todo lo apuro, nada es suficiente, nada sirve para nada.
De ‘También esto pasará’. Milena Busquets. Anagrama. Barcelona, 2015. 172 páginas. Un libro, una novela, sobre la relación con su madre Esther Tusquets, un libro sobre el duelo, la inseguridad, el abatimiento, los recuerdos y la certeza de que el sexo, más que el amor incluso, es un poderoso instrumento de energía, de vitalidad y de deseos de vivir.
*La foto de Milena Busquets la tomo de 'El país'.
https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-2514ce273f4d58c4e5d24891fa1b2720.jpg
'TIERRA NEGRA' EN LAS ESQUINAS
Este sábado, en el Ambigú café-teatro del Teatro de las Esquinas, tendrá lugar la presentación de la novela gráfica ‘Tierra Negra’ editada por GP Ediciones, y dibujada por el premiado José Antonio Ávila en base al guión original de Daniel Viñuales. La presentación correrá a cargo de los autores y de Antón Castro.
Sábado 7 de febrero 2015
GP Ediciones, presenta: “Tierra Negra”
de
José Antonio Ávila y Daniel Viñuales
Horario: 13:00h
Lugar: Ambigú-Café/Teatro del Teatro de las Esquinas
Entrada Libre sin invitación
TIERRA NEGRA
El premiado dibujante José Antonio Ávila pone sus pinceles para ilustrar el primer guión original de Daniel Viñuales.
Su anterior colaboración ‘Blanquito’ fue premiada en el pasado Salón del Cómic de Zaragoza con el Mejor guión y está nominada en los premios del Salón del Cómic de Úbeda y Baeza.
Tierra Negra narra la historia de dos mineros que quedan atrapados en la mina Santiago de Utrillas, justo el día de la inauguración del Hospital Minero y de las nuevas oficinas de MFU.
La historia, ambientada en 1920, narra, desde la perspectiva de esos mineros, los primeros momentos de la minería en la comarca de las Cuencas Mineras. Desde principios del siglo XX, MFU (Minas y Ferrocarriles de Utrillas, S.A.) fue la principal empresa que explotó el carbón en la zona, con capital íntegramente aragonés.
En 1904, la empresa, pone en marcha la línea de ferrocarril que unirá las minas con Zaragoza. A partir de 1912, debido a una serie de huelgas en Gran Bretaña, y en 1918 debido a la Primera Guerra Mundial, se produce un alza en los precios del carbón en toda Europa, lo que llevó a un periodo de enormes beneficios para la empresa. Este periodo de bonanza tiene como resultado la construcción, en 1920, de unas nuevas oficinas y del Hospital Minero.
Daniel Viñuales, aunque zaragozano de nacimiento, está muy ligado a Utrillas desde hace unos cuantos años y ha visto como se ha ido recuperando el patrimonio minero en toda la comarca. “Después de ver lo que están trabajando para poner en valor todo ese patrimonio nos parecía que, desde nuestra editorial, teníamos que contribuir a que se difundiera y que mejor manera de hacerlo que con un cómic”, dice Daniel. [Nota del Teatro de las Esquinas y de la editorial]
*Tomo la foto de aquí: https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-64a64c86ed50e4694af74437d888274b.jpg
DE 'BLITZ' DE DAVID TRUEBA

Algunas veces, en entrevistas o en la trastienda de las tertulias, David Trueba (Madrid, 1969) se ha definido como un joven viejo. Siempre le ha atraído el material más sensible de la existencia y ha sabido absorberlo con ternura y con humor, con ingenio y con una constante carga de profundidad que huye de la afectación o de la sensiblería. David Trueba es un ciudadano de muchos talentos: para la literatura, para la televisión, para el cine o para el periodismo; sus columnas en la sección de televisión de ‘El País’ son ejercicios de sensatez, de equilibrio en la mezcla y de venablo crítico, despojado de ira o de resentimiento. Posee mirada, intuye lo complejo y lo menudo, y sabe contarlo, y lo hace con elocuencia y conocimiento de los seres humanos en sus ficciones, aparecidas en Anagrama: ‘Abierto toda la noche’, una espléndida novela familiar, ‘Cuatro amigos’, un viaje en torno a la amistad y la camaradería, y ‘Saber perder’, su peculiar mirada al mundo del fútbol y de la psicología de algunos jugadores, del tipo Saviola o Aymar, pongamos por caso.
Su nuevo libro, ‘Blitz’ podría definirse como una novela de la crisis. De la crisis económica y del desconcierto social, de la crisis de identidad, tan insondable, y de la crisis de pareja. Dice el narrador y protagonista, el arquitecto Beto Sanz que acude a un congreso de Múnich con su novia y colaboradora Marta: «La crisis nos había acostumbrado a todos a una precariedad algo ridícula, en la que aceptábamos encargos bochornosos y salarios infrahumanos para sentirnos partícipes aún del sistema, para no descolgarnos hacia la mendicidad».
Reflexiona luego, tras la ruptura: «Marta es también la luz de mis días, la fuerza para sostenerme en actividad y pelear por los proyectos cuando ya nadie los solicitaba. Marta era la expresión de mi suerte y con ella al lado me sentía invencible y afortunado». Al amor, ya se sabe, lo decía Pedro Salinas, es en los adioses o en la resistencia a separarse cuando se le siente «desnudo, altísimo, temblando».
‘Blitz’ es también una novela de búsqueda y de un azaroso encuentro. Donde menos se espera, más allá de lo convencional o de cualquier prejuicio, salta la liebre. La liebre aquí es el amor disparejo y es, en cierto modo, un reencuentro con la dignidad y la autoestima. Lo ideal, sin duda, sería acercarse a esta novela sin saber nada de ella. La liebre aquí es ese fogonazo de claridad que ilumina y modula experiencias nuevas. La acción deriva hacia la perplejidad y un sinfín de reflexiones, acompasadas por metáforas e imágenes y situaciones que alcanzan una categoría simbólica, como los jardines zen, el reloj de arena o esas lágrimas que acosan una y otra vez al protagonista. Al fin y al cabo el amor es un estado de ánimo vulnerable. Dice Beto (o acaso David): «El amor es siempre infantil, ¿no? ¿Y qué? Seguro que la primera persona que cortó una flor y se la regaló a alguien se portó como un estúpido romántico. Para ser un romántico estúpido hay que ser valiente».
Beto Sanz es, de entrada, un tanto patético, tragicómico, alguien que se estrella en las piedras de la costa. Y quizá sea un fracasado que se engaña a sí mismo. Un náufrago en todos los sentidos, incluso el profesional. Se comporta como un cínico. Dice de su proyecto: «Mi propuesta era juguetona, casi frívola, más emocional que científica». Se flagela. O eso dice. A la vez es un perfecto valiente. Y de esto trata este libro: de un joven de treinta años que, sin muchas convicciones de partida, se atreve a dar un paso hacia adelante porque sospecha que ha hallado un tesoro, algo o alguien que le exige una prueba, un acto sincero, una afirmación. De ese envite, tan bellamente delineado con una escritura segura, vivaz y humorística, sale mejorado y renovado. Sale ennoblecido.
En los libros de David Trueba siempre suceden cosas. Y hay personajes muy trabajados, cómplices o antagonistas. En el grupo de los adversarios, por decirlo así, estaría Álex Ripollés, que sí seduce al jurado de Múnich con su propuesta; entre los cómplices, estarían Carlos, Anabel (esa lesbiana de la segunda parte de la novela, un mensuario, que seduce a muchachas jóvenes y luego las abandona con la indolencia y el cansancio de un hombre), las hermanas de Beto o Helga, la gran criatura femenina del libro, sin duda, una admirable, sólida y convincente creación literaria. Una mujer con biografía, con sensibilidad, con maletas repletas de plenitud y derrotas. Todo a la vez.
En ‘Blitz’ hay muchas otras cosas: la naturalidad con que aborda la existencia David Trueba, una visita a una exposición de Otto Dix y otra al estadio del Bayern de Múnich. Y está esa sabiduría contagiosa, que siempre anima a una sonrisa, del escritor acerca de la sociedad atribulada en que vivimos, de la vida en pareja y del sexo («si tú no te haces pajas, ¿no?», le dijo un día Marta a Beto), del aprendizaje de la decepción. Es una novela infrecuente sobre las oportunidades que nos da una y otra vez el destino o la casualidad. Ya sea en un avión de vuelta a casa o en un paisaje de playa en Mallorca que nos perseguía y nos taladraba el corazón y no lo sabíamos del todo.
David Trueba ha escrito un libro personalísimo (hay dibujos, planos y fotos), a contracorriente, ameno e intenso, que se alimenta de coraje, de pasión por descubrir una y otra vez los pequeños secretos de la vida. Y en esa pugna halla el deslumbramiento. El fulgor de una verdad estremecida. El relámpago.
‘Blitz’. David Trueba. Anagrama. Barcelona, 2015. 166 páginas. (Este texto apareció ayer en 'Artes & Letras' de Heraldo de Aragón, con caricatura de Víctor Meneses).
MELÉNDEZ, HERNÁNDEZ, VELA, MIRCALA

*Este texto apareció ayer en mi sección de Cuentos de domingo.
**Se puede ampliar la información en el blog de David Vela, respecto a su exposición y a la de Mircala: http://davidblogcartoon.blogspot.com.es/2015/01/exposicion-en-la-nieve-tenebrosa-jack.html
'EL CIELO DE NUEVA YORK' DE A. CORRAL

[Esta tarde, a las 20.00, en el hotel Palafox acompañaré a Alejandro Corral (Zaragoza, 1989) en la presentación de su primera novela: ‘El cielo de Nueva York’, donde cuenta la historia de Hank Williams, un economista con una compleja personalidad; es un tipo inteligente, muy observador, que logra crear una gran empresa, formar una familia estable con Lisa, pero poco a poco todo se le viene abajo: lo pierde todo y tiene que ser ingresado en un psiquiátrico, bajo la tutela del doctor Litterman. Allí se encuentra con personajes que se integran en el Grupo 5. Uno de ellos es Jeremy Lewis; otro es la bella violinista Gabriella Orlini... Copio aquí un fragmento del inicio del libro, que ha publicado el sello Minotauro. Alejandro dice que la suya quiere ser una novela fronteriza: novela negra, de intriga, novela psicológica y de ciencia ficción. ]
FRAGMENTO
Me sorprendió esa información, aunque no me extrañó. Jeremy Lewis entró en la institución poco después de que yo lograra estabilizarme. Y aunque nunca pude enterarme de lo que había ocurrido para que Jeremy acabara allí, sabía que su cerebro enfermo estaba recuperando la normalidad a pasos agigantados. Sus descorazonadas y perturbadas teorías sobre el mundo nada tenían que ver con su demencia, sino con su personalidad.
-Me alegra oír que dispondré de la ‘suite’ únicamente para mí –contesté-. Creo que Jeremy se recuperé hace ya unas semanas. Continúa perorando sobre sus maquiavélicas teorías cada noche en la celda. Es su identidad, pero ha recobrado el juicio. ¿Qué día se marcha?
-Sois amigos; supongo que él mismo te lo dirá –responde el doctor-. Y yo te diré, Hank, que el mejor momento de mi trabajo es aquel en el que un paciente abandona la convalecencia y se reinserta en la sociedad. Jeremy se va, y espero que tú también puedas lograrlo pronto.
*La foto es de Berenice Abbott.
ALEJANDRO CORRAL: UN DIÁLOGO

LITERATURA. ALEJANDRO CORRAL. Nacido en Zaragoza en 1989, debuta en la narrativa con ‘El cielo de Nueva York’ (Minotauro), una historia híbrida de enfermos mentales, ladrones, empresarios, industrias farmacéuticas, empresas corruptas y pasiones oscuras. El libro se presentaba ayer, en el Hotel Palafox, ante mñas de trescientas de personas. En primera fila estaban sus padres, emocionados y nerviosos; Alejandro dedica la novela a su madre María José. Esta es el acta de varias conversaciones entre ayer y hoy.
“CUENTO UNA HISTORIA DE AUTODESTRUCCIÓN Y EUFORIA”
-¿En qué medida la escritura era una actividad secreta para usted?
Escribí la novela en total clandestinidad. Cuando terminé el texto se lo envié a mi padre diciéndole que era de un amigo mío. No quería condicionar su opinión, pero quería saberla. Cuando me dijo que era "publicable" la envié a la editorial Planeta, sin dar mi nombre. Una vez que decidieron editarla, descubrí mi identidad
-¿Cómo nació este libro? ¿De qué imágenes, de qué pesadillas, de qué intuiciones?
Lo primero que imaginé fue el final; la parte en que Hank Williams, el protagonista y narrador, acepta su enfermedad. A partir de ahí surgió el resto. He organizado la novela siguiendo los cinco estados del duelo.
-¿Qué quería escribir: una novela sobre las enfermedades mentales, el mundo empresarial, el mundo de la droga y el crimen organizado?
Justo lo que he pretendido ha sido mezclar todos esos mundos a través de un único hilo conductor (en este caso los diferentes personajes). Lo que quería era entrelazar varios géneros literarios como la novela negra, de intriga, novela psicológica y de ciencia ficción (en lo tocante a los universos paralelos) en un único volumen.
Es cierto: con la alucinación, los desdoblamientos, se acerca mucho a la ciencia ficción.
Mi intención ha sido que los personajes, todo ellos, pudieran parecer reales (aunque llevados al límite en su personalidad, claro). El tema de la alucinación lo achaco únicamente a que ésa es exactamente la enfermedad de Hank. En este caso, para mí, la parte de ciencia ficción dentro de la novela sería lo relativo a los universos paralelos. Mi personaje central es un hombre escindido: su historia oscila entre la euforia y la autodestrucción y, a la vez, practica una forma especial de filantropía, de entrega a los demás.
¿Por qué ha llevado la novela a Nueva York y Manhattan?
He estado de paso en Nueva York, no demasiado tiempo pero sí lo suficiente para empaparme de su ambiente. En última instancia, creo que las características, la esencia, el ambiente de los personajes que imaginé buscaron a Nueva York antes de que Nueva York buscara a los personajes.
Muchos de los personajes, en el arranque del libro, se integran en un psiquiátrico, en el Grupo 5... ¿Cómo surge y de qué anomalía o perturbación parte?
En un principio el Grupo 5 surgió únicamente para rodear a Hank en el psiquiátrico. Conforme transcurría el relato me percaté de que podía sacarle más partido a esos personajes.
¿Quería crear un personaje protagonista tan complejo, falto de escrúpulos, al menos en apariencia, borde en ocasiones, inclinado a la autodestrucción como Hank Williams?
Ésa era exactamente mi intención inicial para el personaje principal, Hank Williams. Su amigo Jeremy Lewis, internado también en el psiquiátrico y en ese Grupo 5, se encargaba de completarlo con todo lo demás.
Quizá el personaje más fascinante, por su encanto, sea la violinista Gabriella...
Desde mi punto de vista, intenté crear en Gabriella a la típica persona encantadora que en ocasiones no tiene demasiada suerte en la vida no porque sus decisiones sean erróneas, sino porque lo son las de todos los demás.
Jeremy Lewis encarna el mal. Al menos de entrada o en apariencia. ¿Podrá liberarse alguna vez Hank Williams de él?
Nunca. Hank y Jeremy sólo comenzarán a tener una cierta “amistad” cuando el primero al fin entienda que el lugar que le corresponde es el psiquiátrico, es entonces cuando Jeremy (su enfermedad mental) le dice que está orgulloso de que haya regresado al lugar del que no debe, ni puede, salir.
¿Cómo ha logrado manejar tantas acciones, historias y personajes?
La idea inicial era haber creado incluso más. Pero me pareció excesivo. Creo que hay muchas historias y acciones.
¿Quiénes son los escritores que te han interesado o que te interesan?
Tengo dos autores predilectos. No obstante, tan sólo tengo 25 años, de modo que posicionarme sobre un escritor sería un error. Todavía me quedo mucho por leer, aprender, valorar...
¿Cómo vive la publicación y la campaña publicitaria de Planeta / Minotauro?
Creo que el término más adecuado sería “con cautela”, pero principalmente agradecido a la editorial por confiar, no concretamente en mí, sino en alguien joven.
*Tomo la foto de aquí:
http://zaragozabuenasnoticias.com/wp-content/uploads/2015/02/380210_439613582731412_793136980_n-300x298.jpg
PEDRO M. DOMENE ESCRIBE DE 'LA LEYENDA DE LA CIUDAD SUMERGIDA'
[Pedro M. Domene, un estupendo crítico literario en diversos medios, publica esta generosa nota sobre 'La leyenda de la ciudad sumergida', con ilustraciones de Javi Hernández, aparecido en el sello Nalvay, donde se había publicado también 'Él niño, el viento y el miedo'. El libro se presenta mañana, a las 19.00, en el colegio Pedro I de Barbastro.]
La leyenda de la ciudad sumergida, Antón Castro
Pedro M. Domene
NACHO ESCUÍN: DOS POEMAS

DOS POEMAS DE NACHO ESCUÍN DE ‘HUIR VERANO’
Isla de Siltolá publicaba recientemente el último poemario de Nacho Escuín Borao (Teruel, 1981), profesor, animador cultural y editor de la Universidad de San Jorge y uno de los coordinadores de proyectos como Los lunes del Principal y de Los Jueves Poesía, en el Centro Cultural de Las Armas. Copió aquí dos de sus poemas de ‘Huir verano’ (La Isla de Siltolá. Colección Tierra).
XIX
Fui joven en una época dorada,
y en las tardes tristes preparaba chocolate
me decía “esto no es grave, no pasa nada,
el tiempo lo curará todo o esto también pasará”.
No hay manera de decirle al alma no,
no te acepto, no te aprecio, no te quiero.
No es hacer imposible lo posible,
morder las alas del viento para que cese.
No, no hay, ni habrá.
XXXII
Solo está el hombre en su agujero,
tan solo como la luz de un faro,
o tan solo como aquel que antes vivía en él.
Solo está el hombre ante la inmensidad,
solo, y sin embargo qué ocupado
y feliz, a veces.
*La foto es de Lewis W. Hine.
AGUSTÍN SÁNCHEZ VIDAL HABLARÁ DE 'GENEALOGÍAS DE LA MIRADA'

AGUSTÍN SANCHEZ VIDAL HABLARÁ DE 'GENEALOGÍAS DE LA MIRADA'
Genealogías de la Mirada por Agustín Sánchez Vidal. Este ciclo de tres conferencias organizado por la Universidad de Zaragoza los días 23, 24 y 27 de febrero, correrán a cargo de Agustín Sánchez Vidal, escritor, guionista y catedrático emérito de Cine y otros medios audiovisuales.
Inicialmente, se trata de un encargo del Museo del Prado, que ha sido impartido en esta institución dentro de las actividades de la Fundación de Amigos de dicho Museo, con extensiones a otras ciudades, como Barcelona y Vigo. El ciclo que ahora se propone en Zaragoza se enmarca en la edición anual de Vida en Ficciones. Los relatos en la era audiovisual, que coordina la profesora Amparo Martínez Herranz y trata de ahondar en el modo en que las narraciones se articulan a través de las imágenes, tanto en el pasado como las que ahora mismo se ensayan.
A lo largo de sus tres sesiones se abordará la construcción de algunos de los códigos que rigen nuestra mirada. Se trata de un camino de ida y vuelta, que vincula el clasicismo griego con el manierismo o el barroco, pero que más tarde se infiltra en las cámaras oscuras y en todo tipo de artefactos ópticos, hasta llegar a nuestros días y mantenerse con todo vigor en nuestras calles y plazas, en el cine, en los televisores o en los dispositivos digitales que manejamos a diario.
Se propone, por tanto, un acercamiento desde ángulos muy diversos (artísticos, literarios, tecnológicos, arquitectónicos…) a las relaciones entre instancias como la Pintura y el Cine. Pero no tanto en sus aspectos accesorios y anecdóticos cuanto en los estructurales. Es decir, el modo en que han organizado los flujos de imágenes a lo largo de la historia, desde la tradición artística más canónica hasta las creaciones de vanguardia, las diversas pantallas, la encriptación de las anamorfosis u otras imágenes secretas o los diseños urbanísticos más atrevidos.
-Primera conferencia (23 de febrero), dedicada a las Fisuras de la Perspectiva: anamorfosis e imágenes ambiguas, en la que se trazará un recorrido por la historia de las experiencias, investigaciones y sugerencias propiciadas por la imagen anamórfica. Un procedimiento que explotaba los márgenes de la perspectiva canónica para colar de rondón imágenes secretas que a menudo sirvieron como propaganda subversiva o para difundir imágenes poco respetables, como las eróticas. Y ello desde las primeras especulaciones científicas trazadas en el clasicismo griego, pasando por las invocaciones literarias y artísticas del Renacimiento o el Barroco, hasta llegar a las formulaciones más estrictamente contemporáneas, cultas o populares. Hoy las anamorfosis inundan nuestras plazas, explorando los fenómenos de la percepción desde ámbitos tan variados como la arquitectura, el cine o la publicidad.
-Segunda conferencia (24 de febrero). Un mundo nuevo. El siglo XVIII se planteó de forma sistemática una alternativa a la pintura de caballete, sacando a la calle imágenes intermediadas mediante lentes e iluminaciones muy elaboradas. Se analizará este fenómeno partiendo de la pintura del Museo del Prado de Giandomenico Tiepolo titulada Un mundo nuevo, donde se representa el entretenimiento popular así denominado, en el que ya estaban contenidos dos elementos básicos que con el tiempo pasarán al Cine: la banda de imagen y la banda sonora. Así es como se establecerán los mecanismos que han venido utilizando los narradores para contar sus historias, desde los charlatanes de feria al Kinetoscopio de Edison, hasta llegar al cinematógrafo.
-Tercera conferencia (27 de febrero). Panoramas: el ojo global. Los panoramas fueron pinturas circulares que comenzaron compitiendo con los espectáculos ópticos, hasta alcanzar dimensiones enormes que los convirtieron en el máximo entretenimiento del siglo XIX, el dinosaurio de los Mass Media. Estos formatos dejaron su huella en la arquitectura de hierro y los pasajes comerciales, en los museos, en los géneros costumbristas o en la pintura de historia, haciendo crecer la imagen en extensión y ambiciones. Dichos cuadros, a su vez, sirvieron de referente e inspiración al cine, cuando las películas pudieron ampliar las dimensiones de su encuadre, gracias a los formatos de pantalla como la Polyvision, Cinemascope, Cinerama, Vistavisión o Panavisión.
FRANCISCO FUERTES, MUSEO DE TERUEL

El artista de Singra realizó una valiosa y personal obra pictórica, escultórica y fotográfica de más de 500 piezas. El próximo martes, 17, en el Museo de Teruel, se inaugura una exposición dedicada a este artista turolense.
Vida y arte de Francisco Fuertes
Francisco Fuertes (Singra, Teruel, 1946-1994) no es exactamente un desconocido, aunque su vida y su obra sigan envueltas en el misterio. Su hermana Manuela ha creado una especie de desván-galería en su casa donde están sus obras, más de 500 piezas de las disciplinas en las que se sintió cómodo: la fotografía, el dibujo, la pintura al óleo y la escultura. Todo está ordenado y cuidado y define a un creador que pasó del constructivismo inicial y quizá de un cierto surrealismo a un paisaje más abstracto y matérico, “seguramente identificable con los paisajes de su infancia”, según afirma el profesor y crítico de arte Ernesto Utrillas. Sus últimas obras al óleo eran un paisaje cada vez más depurado, casi obsesivo, de un colorido sobrio pero no exento de energía o de intensidad.
Francisco Fuertes, descendiente de una humilde familia vinculada al campo, sintió desde muy pronto la llamada del arte: le atraían los lápices, los colores, el deseo de darle salida a un mundo interior que siempre sería peculiar. A Fuertes no le gustaban las faenas agrícolas, pero sí la naturaleza, las noches de luna, el silencio de las eras, la arboleda, la cordillera de montañas que veía desde su casa. Hacia 1964 ya estaba en Zaragoza intentando dar rienda suelta a sus sueños. Se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios en dibujo primero y luego en pintura. Allí, entre otros, coincidió con un futuro pintor algo más joven que él: José Manuel Broto. Y también con Eduardo Laborda e Iris Lázaro. Compartían la experiencia de la pintura de caballete. Pronto empezaría a realizar sus primeros óleos. Fue discípulo de Virgilio Albiac y en algunos momentos de su carrera parece haber un asimilado su manera de proceder: en alguno de sus cuadros se le ve un gran interés por aquella pintura de pueblos y paisajes de carácter constructivo, próxima también a la obra de Juan Manuel Díaz Caneja o Benjamín Palencia.
Pronto participará en exposiciones: primero colectivas, en el Casino Mercantil, y luego se presentará con su primera individual en la sala Bayeu compuesta por temas clásicos: el bodegón, el paisaje urbano de diversos rincones de Zaragoza y una selección de piezas de diversos pueblos de Aragón: Alquézar, Albarracín o Muel. En su casa estaban un poco inquietos con su futuro. Su madre parecía protegerle un poco más, pero su padre le sugería que se buscase un oficio de mayor porvenir. Por eso, tal como relata su hermana Manuela, desde 1964, también alternó sus estudios de arte con el aprendizaje del oficio de tornero en el Centro Sindical de Formación Profesional Acelerada; obtuvo el título en 1967. A la par crecía como artista: ganó algunos premios, recibió algunas ayudas y participó en colectivas en Francia, en compañía de pintores como el citado Virgilio Albiac y Ángel Aransay, entre otros.
Toda esta actividad, en buena parte, se vio mitigada por su ingreso en el servicio militar. Al regresar, su existencia iba a cambiar radicalmente: se trasladaría a Barcelona y allí ampliaría sus estudios: se especializará en policromía y retablo, haría nuevos cursos de pintura, y hacia 1975 se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Jorge, donde obtuvo el título de profesor de dibujo, que le permitió impartir clases en Escuelas Pías de Sarria, entre 1983 a 1987. La experiencia no le dejó buen sabor de boca: solía decir que “los chicos eran tan repelentes como sus padres. A mi hermano le apasionaba la madera: la decoración de muebles, la ebanistería, la policromía, etc.”. Eso se verá en sus trabajos escultóricos, que elaboraba mediante planos y cilindros con un leve aire de construcción cinética. En 1988, dijo: “Estas piezas son muy grandes, son de madera, una vez construidas en yeso, de forma que consigan una cierta textura, las plateo con plata fina, después las quemo con un corrosivo, les doy goma laca y las patino, de esta manera queda un acabado muy agradable, pues parece metal”.
Francisco Fuertes era más bien reservado, hablaba poco y sentía mucho, y tenía mucha creatividad. Siempre tenía detalles con los suyos. Cuando regresaba a casa se dejaba ver poco. Ernesto Utrillas ha visto con mucha atención su obra –que ha expuesto en Monreal del Campo- y destaca dos colecciones muy distintas de fotografías: una de gente de la calle, mendigos, desharrapados, solitarios; a su cámara le había desviado el objetivo: parecía mirar hacia un sitio y captaba otro para no violentar a nadie. Y también hay otras fotos de movimientos. Él mismo revelaba y confeccionaba sus propios álbumes.
En su producción es muy importante la presencia del dibujo, que registra dos líneas nítidas: las rocas y los árboles. Utilizaba todo tipo de técnicas (lápiz, carboncillo, grafito), y lograba una sensación de volumen esencial, casi escultórico. Árboles y rocas formaban parte de los paisajes de la memoria, eran símbolos que lo vinculaban a un espacio.
Otro profesor y artista como José Prieto ha definido así su pintura: “Fuertes, en sus lienzos, no pretendía describir lo anecdótico, o lo particular, sino quedarse con la esencia. Le interesaba, el ritmo de los caminos, los surcos, los senderos, los límites de los sembrados y los perfiles de las montañas, que en su obra cobran una gran importancia, definen la imagen e imponen, a su pintura, una estructura cada vez más abstracta. En ocasiones, el horizonte aparece en la parte superior del cuadro, convirtiendo el lienzo en el campo de batalla de las masas cromáticas, que luchan en esta superficie, sin la oposición de ningún elemento figurativo”· La obra acusa en ocasiones rasgos impresionistas, aunque pronto vemos que está inscrita en otra estética más próxima a la ‘Escuela de Vallecas’ y a la ‘Escuela de Madrid’.
Hubo un instante en que su vocación artística era tan incontestable, recuerdan su hermana Manuela y el profesor Ernesto Utrillas, que decidió centrarse solo en su obra. Cada vez le gustaba más la labor de taller. Eligió la libertad, trabajaba de camarero los fines de semanas para disponer del resto del tiempo. Y así lo hizo, con auténtico fervor, hasta que una dolencia de riñón, quizá mal atendida, acabó con su existencia a los 48 años.
LAS ANÉCDOTAS
El árbol y la intimidad. En 1988 Francisco Fuertes fue objeto de una entrevista que no se publicó y que ha rescatado la familia y el Centro de Estudios del Jiloca. Dijo entonces: “Me gustan los árboles. Y con bastante frecuencia hago dibujos sobre árboles que no existen en la realidad. (...) cuando han pasado unos días y miro aquellos dibujos, me hacen ver con una gran claridad sentimientos que en un momento dado han existido en mí interior”.
Ausencia del hombre. El ser humano no aparece en su obra. Esta sería la razón: “Si yo me encontrara a gusto en la sociedad que me toca vivir, pues, posiblemente, pondría a alguno de sus miembros en mis cuadros. Pero, como detesto esta sociedad, mis cuadros se convierten en un espacio donde no entra el hombre, sino el espíritu”.
*Este artículo apareció hace dos veranos en Heraldo de Aragón, en mi sección 'Rituales de sol'.
MUESTRA DE PATRICIO JULVE

'LOS TRABAJOS Y LOS SUEÑOS' DE PATRICIO JULVE EN LA USJ
Hoy, a las 10.30, en el Espacio en Blanco de la Universidad de San Jorge, se exponen más de una veintena de fotos de Patricio Julve, fotógrafo del que se da noticia, en varios de mis libros de relatos, entre ellos en 'El testamento de amor de Patricio Julve' (Destino, 1995 y 2000; Xorcida, 2011). Fotos de paisajes, de cementerios, bodegones, de algunas mujeres (una de ellas le inspiró uno de sus reportajes), de campesinos, de gitanos... Hay algunas copias originales y otras preparadas para la muestra en copias contemporáneas...
La obra de Patricio Julve ha ido reapareciendo en otros libros como 'Golpes de mar' (Destino, 2006), 'Los seres imposibles' (Destino, 1998) o 'Fotografías veladas' (Xordica, 2009)... Miguel Mena habló de sus días de fotógrafo de la agencia Efe y Pimpi López Juderías lo trasladó a Nueva York en uno de sus cortometrajes. Y figura en el libro '25+8. 1977 / 2010. Collage de instantes vividos por la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza' de José Luis Vázquez Giummarra.
'EL ESPACIO MURAL' DE A. VALLESPÍN
AURELIO VALLESPÍN PRESENTA
HOY 'EL ESPACIO MURAL'
Hoy jueves 19 de febrero, a las 20 h. en la Sede de la Demarcación de Zaragoza del COAA (c/ San Voto, 7), tendrá lugar la presentación del libro escrito por el arquitecto Aurelio Vallespín “El espacio mural”. Este trabajo pretende estudiar, a través de la pintura mural y la arquitectura que la cobija, la relación entre el espacio y sus límites, como elementos esenciales para la comprensión de la arquitectura. Antón Castro acompañará al autor del libro. Aurelio Vallespín es arquitecto y pintor, es un gran conocedor de la obra de Mark Rothko y aquí estudia las vidrieras de la catedral de León, los murales de la Sant Joan de Boi, las pinturas de Goya en San Antonio de la Florida, a Le Corbusier, los murales de Monet en 'La Orangerie' o murales de Rothko
GUINDA: 'CATEDRAL DE LA NOCHE'

ÁNGEL GUINDA: ’UN HOMBRE FELIZ’ Y ’CATEDRAL DE LA NOCHE’
Dentro de unos días, Ángel Guinda publica en Olifante su nuevo libro ’Catedral de la noche’, "después de 26 meses de trabajo (y de ellos los 7 últimos de revisiones constantes). La cubierta es amarilla porque en el fondo de mi Noche hay mucha luz, pese a todo". Del volumen, que lleva un epílogo de Manuele Masini, adelanto aquí estos dos poemas: ’Un hombre feliz’ y ’Catedral de la noche’.
UN HOMBRE FELIZ
Fue feliz compartiendo
los cantos y las risas,
la pobreza, el dolor.
Retozando en la escarcha,
comiendo y bien bebiendo.
Alegre a pleno sol,
solo en el descampado
o entre la muchedumbre.
Fue feliz de estar vivo
y afrontar las desgracias
ajenas como propias,
sereno o agitado;
liviano haciendo el muerto
sobre la piel del mar.
Fue feliz desterrado
de la realidad.
Feliz bajo la noche
coronada de lámparas,
en batallas de amor
que hacen temblar las sábanas.
Fue feliz derribando
murallones de lágrimas,
hablando con los astros,
escuchando a la muerte.
No descarta
ser feliz bajo tierra
mientras sigue la vida.
CATEDRAL DE LA NOCHE
¿No nos oriento? ¡Me llamamos Soy!
Sobrecogido por un claristorio
donde la boca del acatamiento es ciega,
la devoción se enrosca
al vapor alegórico de la iconografía.
Catedral de la Noche erigida a la ausencia.
Ya mi cabeza es un auditorio
con voces diferentes en diversos idiomas.
¿Suenan campanas o grutescos líquidos?
A veces se percibe el aura del Arquitecto,
del maestro de obras y de los albañiles.
A rostro descubierto
posan sin metralleta los apóstoles.
Rompe la orquesta de la oscuridad:
órganos encendidos del océano,
tenores del volcán, barítonos del trueno.
¿Piel o barniz? Lo probable en el rapto.
Alientos acuchillan las columnas.
Redoble incandescente de cerezos.
¡Esta locura de representación
es un embozo que arde embalsamado!
A veces se oye el sudor de los canteros.
¿Por qué mirar ahora que augurios me deslumbran
inflamados por vitrales borrosos
y un combustible rosetón magnético?
Esta noche con pórtico en el cénit
es un árbol de agua:
el asombro sacude sus brazos de cristal.
¡Débil Poder, infierno zoomorfo
con furor en las fauces de las uñas!
Fuegos fatuos de la estulticia
(papas, reyes, famosos, gobernantes, potentados)
como fachadas de polvo caerán.
¡Heroica fortaleza de los frágiles!
El poema ilumina los párpados celestes.
A veces me rodea un efluvio de óleos,
andrajos de mendigos, terror de hostigados
o las mortajas de los enterramientos.
¿Podré alcanzarte aquí, junco lejano y gótico,
blanca como morir?
El amor es sin remedio.
Globos sonda eran las palabras
del libro de nuestra vida que nos edificó.
Vibro traspuesto de olor a incienso y cera
sin que nada me escuche, sin que me hable nadie.
¿Por qué no suenan ya los carillones?
A veces se abren llagas de mártires asaeteados.
El cuerpo es una pira desmembrándose.
¡A la soledad no concierne el clamor!
Pero la duda persiste, llamarada en el mar.
De mármol son las alas del deseo cautivo,
escoplos que se quiebran
contra el tul de un precario respirar.
Mampostería de la separación:
el tiempo es sin retorno,
el adiós no tiene tumba.
¡Clavo de luz hincado en la madera!
El Día y la Noche son también emigrantes.
Cortezón sobre horrores, moratones por los batacazos.
Brota el sufrimiento
donde el silencio se tapa los ojos para no gritar.
El paso de los años no cura del todo.
A veces se diría que cruza un alma en pena.
Los huesos cereales, el corazón de vino,
el ungüento de la transustanciación.
Ya no hablo otra lengua que no sea el silencio.
Con tinta de fuego escribo en la humedad,
con tiza de esputo corrijo en el resplandor.
Muerte en el hielo, en el aire, en la pólvora.
El cordero me protege tras su balido de lana.
Eres tú mi sepelio, viuda oculta del día,
sublevación del éxtasis dentro de cada hoguera
donde es azul la miel de las ciruelas.
En la honda transparencia interior ya me veo,
redención entre zócalos, frisos, ojivas, panteones.
¡No hay bastantes tempestades de tinieblas
para envolver el sol!
*La primera foto de Ángel Guinda es de José Miguel Marco. Las demás pertenecen a su archivo personal.
VIDA Y OBRA DE NATIVIDAD ZARO

La mujer que quiso ser Don Juan
RITUALES DE SOL. Parecía que el cine durante años solo había sido cosa de hombres. Nada más lejos: Esta mujer que vivió en Madrid, en Berlín y Roma, es casi es el perfecto desmentido. Fue actriz, guionista, productora...
ANTÓN CASTRO
La primera vez que oí hablar de Natividad Zaro Casanova quizá fuera en una visita, poco antes de morir, de José Antonio Nieves Conde a Zaragoza. Se proyectó su película ‘Surcos’ en Ibercaja, un intento de hacer neorrealismo, o cine de denuncia social, “revolucionario”, en el franquismo. Entonces, no se habló mucho de ella, pero poco después, Javier Hernández y Pablo Pérez cerraban con ella su ‘Diccionario de aragoneses en el cine y el vídeo’ (Mira, 1994), y José Luis Borau también la citaba en su ‘Diccionario del cine español’. Casi a la par, esa mujer –actriz, escritora de teatro, guionista de cine e incluso productora de Atenea Films, durante una década, entre 1951 y 1961, más o menos- se convertiría en una obsesión del inolvidable Félix Romeo. Buscaba sus ediciones, rastros de sus piezas teatrales, carteles; si alguien iba de vacaciones o a un viaje literario al Cervantes, por ejemplo, le pedía que preguntase por ella. Natividad Zaro, en el fondo, era un misterio: había que seguir su rastro minuciosamente, desempolvar archivos y periódicos, escarbar en las librerías de viejo. Félix le dedicó un artículo y dejó en sus cuadernos algunas notas. Poco después del fallecimiento del autor de ‘Amarillo’ el 7 de octubre de 2011, el profesor de literatura e investigador turolense Juan Villalba ha completado su biografía en la ya desaparecida revista turolense de cine, ‘Cabiria’.
La propia Natividad Zaro dijo que había nacido en 1909 y no en 1905 como se había creído siempre. Villalba y Romeo dicen que nació en Borja y no en Daroca. Murió en 1978, al siguiente de haber sido atropellada por un coche. Apenas se sabe nada de su infancia y juventud. En Madrid estudiaría Filosofía y Letras durante cuatro cursos. En los años veinte, jovencísima aún, frecuentaría las tertulias literarias en distintos cafés, entre ellos La Granja del Henar, donde coincidiría con Luis Buñuel, con Lorca y algunos poetas de la Generación del 27 y con la exigencia de Valle-Inclán, que realizaba una especie de examen de personalidad, talento e ingenio a cualquier intruso: allí no se aceptaba a cualquiera. Pronto se inclinaría hacia el teatro. En realidad, se dio a conocer como rapsoda. Juan Villalba constata que la descubrió el escritor y periodista César González-Ruano, que elogió su belleza y su espléndida dicción. “Si es declamación, es declamación nueva. Lo que importa es esta voz, que acciona, y estas manos, que dicen; esos ojos de aguas de mar, donde asoma la vida hecha poesía”, dijo. A partir de entonces, actuaba en distintas salas, como el Círculo de Bellas Artes, y a veces contó entre los espectadores a otro maestro como Ramón Gómez de la Serna. Al cabo de un tiempo, la oyó declamar Cipriano Rivas Cheriff, cuñado de Azaña y un gran hombre de teatro, y formaron un dúo, que se centró sobre todo en funciones dedicadas al teatro contemporáneo. En 1929 vivirá un momento muy especial: el 1 de noviembre representa el ‘Don Juan Tenorio’ de Zorrilla, pero no hace el papel de Inés, sino el del gran seductor. Aquella transgresión dio mucho que hablar: Natividad fue objeto de entrevistas y reportajes, casi tuvo que justificarse: dijo que Don Juan le parecía “un tipo anormal, sexualmente pervertido y equívoco”, pero que como drama era muy interesante. Siguió haciendo cosas: participó en ‘Pinocho’ de Carlo Collodi y montó varias obras de Benavente.
A principios de los 30 –y la fecha tampoco resulta demasiado precisa: Juan Manuel Bonet tampoco la concreta en ‘Diccionario de las vanguardias en España’ (Alianza, 1995)- apareció en su vida el poeta y periodista Eugenio Montes, con quien se casó y con quien no tardaría en viajar por distintas ciudades de Europa: Montes, que se declaraba “católico, apostólico y compostelano”, y también podría haberse definido falangista, fue nombrado corresponsal de ‘ABC’ en Berlín, Roma y tuvo una casa en Rapallo, donde vivía el poeta Ezra Pound y por donde aparecía de cuando en cuando el zaragozano Juan Ramón Masoliver, que fue secretario del poeta norteamericano. En ese período, Natividad Zaro aprovechó para estudiar arte, teatro y literatura. Y en la contienda ejerció de enfermera y de actriz, con Niní Montián y Rafael Rivelles, entre otros.
Ella escribía piezas de teatro. Representó algunas pero logró que una de ellas, adaptada, pasase al cine: ‘El hombre de tres espejos’ (1947), un texto donde se mezclaba la metafísica, el cine y el crimen, bajo la dirección de Ladislao Vajda, que será también el director de su segunda película: ‘Sin uniforme’, a la cual Juan Villalba compara en algunos aspectos y coincidencias con ‘Casablanca’ de Michael Curtiz. No hubo buenas críticas.
Su primera película importante fue ‘Surcos’, censurada por el régimen: una película así, rodada en 1951, fue importante. La idea fue suya y en el guión intervino también Torrente Ballester. La censura arremetió contra ella y se puso en guardia. Ese mismo año fundó la productora Atenea Films. En 1952 trabajará con su paisano Fernando Palacios en ‘El tirano de Toledo’, y en 1957 intervendrá decisivamente en la idea y en el guión de ‘Amanecer en Puerta Oscura’ de José María Forqué, que es una película de subgénero que mezcla social y el western de bandoleros que se ve con gusto. Poco después regresaría a Roma y colaboró en varias películas del ‘peplum’ o de romanos como ‘La rebelión de los gladiadores’ (1958) o ‘Las legiones de Cleopatra’ (1959), entre otras. Su última película fue ‘El aventurero de la Rosa Roja’ (1968), que interpretó una jovencísima Raffaella Carrà. Aún le quedaban diez años de vida y parte de ellos los pasó en Madrid. En 1978 sintió que bajaba el telón.
LAS ANÉCDOTAS
El retrato de Forqué. Diría José María Forqué: “A Natividad Zaro yo la llamaba la ‘Modesty Blaise española’, porque era muy emprendedora y se le ocurrían las cosas más insólitas. Me propuso una idea suya y que fue el esquema argumental de ‘Amanecer en Puerta Oscura’: acepté encantado y solicité que Alfonso Sastre, amigo de siempre y gran escritor, colaborase conmigo en el desarrollo de la historia”.
Entrevista. Declaró a HERALDO, tal como ha recogido Mariano García en ‘Tinta de hemeroteca’: “Comencé en ‘El Caracol’; en aquella combatida agrupación de nuevos luchadores, patrocinada por Rivas Cherif y bien orientada por Azorín y otros intelectuales, ávidos de introducir modernidad a nuestro teatro. El título de ‘Teatro de vanguardia’ asustó un poco a la gente, y bien sin razón fue… Se hacía arte puro”.
*Este retrato es de Ana Maorad, que lo incorpora a su nueva página web: www.anamaorad.com
ANA PÉREZ CAÑAMARES: POEMAS
La poeta Ana Pérez Cañamares acaba de publicar, en el sello Lupercalia, el poemario ‘Economía de guerra’. Dentro de algunos días lo presentará en Zaragoza en La Pantera Rossa y ofrecerá un recital con Inma Luna en La Casa de Zitas. Me envía algunos de los poemas.
‘ECONOMÍA DE GUERRA’ DE ANA PÉREZ CAÑAMARES
Emigro a un país del interior
(del interior de mí misma).
He invitado a la vida
a venir conmigo; el mundo
se ha quedado fuera.
*
Emigro porque se hace difícil
seguir admirando ruinas. Macetas
que ya no dejan ver el bosque.
Emigro porque no soporto que se celebre
o ignore o rife la muerte.
Porque la estupidez y la maldad
se mudaron a mi bloque
y eran hermanas gemelas
y ya no las distinguía.
Emigro porque dentro de mí
aún quedan diez centímetros cúbicos
de arena virgen.
*
Corre, ven, la puerta va a cerrarse.
En la fiesta de inauguración vamos a llorar
por todos los que no ya no bailan.
Me he tragado toda la música.
Varias especies protegidas
anidan en mi estómago.
Tú eres una de ellas.
*
Qué hago si me muere la curiosidad;
ella, por la que he muerto yo
más de siete veces, y cada vez
me abrió un ojo, me dijo arriba
y me guió hasta la siguiente
aventura mortal.
Qué hago si se me muere
en plena niñez; ella muerta
y joven; yo vieja para siempre.
Si se me vacían los nombres
de los países, si todo
me huele a humo y me sabe
a leche rancia; y no ando
por las calles preguntándome
cómo se verá el cielo
desde cada ventana.
Qué hago si se me muere
la curiosidad; dónde la entierro.
Qué haré el resto de mi vida
sin preguntarme por el olor
y el nombre de las flores
que crezcan en su tumba.
*
Hay un lugar entre la impotencia
y el heroísmo.
Entre el pozo y la cera derretida
por la cercanía del sol.
Entre el desengaño y la otra mejilla.
Hay un lugar. Cada día lo bautizo
con mi nombre.
(Todos los poemas de Economía de guerra, Editorial Lupercalia)
NGUYEN DU, POR RAFAEL LOBARTE

‘La historia de Kieu’ de Nguyen Du, es la obra maestra de la literatura vietnamita. Novela en verso de principios del siglo XIX, con una gran historia de amor como hilo conductor y numerosas aventuras, esta obra, hace tiempo traducida a otros idiomas, ha sido vertida por primera vez al español por el zaragozano, poeta y traductor, Rafael Lobarte. El libro, publicado por Hiperión, incluye el texto original. Rafael, traductor de Keats y Shelley, entre otros, tiene la amabilidad de enviarme este fragmento.
LA HISTORIA DE KIỀU
CAPÍTULO V
…….
Húmedas las cortinas hasta la mitad de nieve, la luna iluminaba por completo la casa.
¿Pero qué paisaje, qué paisaje no aporta tristeza en tales casos?
Si la persona está triste, ¿cómo o cuándo puede producir un paisaje alegría?
Muchas veces hubo de recurrir a los trazos del dibujo, a las frases poéticas,
a las notas del laúd bajo la luna, a partidas de ajedrez junto a las flores.
Pero su alegría era una alegría forzada, tan sólo una pose,
pues ¿quién podía comprenderla como para hacerle sentir?
Indiferente a los vientos que mueven los bambúes o a los albaricoqueros bajo la lluvia,
se sentía melancólica ante los cientos de circunstancias, absorta en sí misma.
Innumerables pensamientos, próximos o remotos, ocupaban los pliegues de su corazón,
que sin haber sido removidos, se enredaban, que sin haber sido golpeado, estaba herido.
Recordaba las nueve cuitas, de caracteres gruesos y altos, que debía a sus padres.
Para ellos, cada nuevo día se inclinaba un poco más hacia la sombra de las moreras.
Separados de ella por un dificultoso camino, hondos ríos y distantes montañas,
¿cómo hubieran podido imaginar que la suerte de su hija iba a ser esa?
En el patio de las sóforas, sus dos hermanos eran pequeños y carecían de experiencia,
¿quién iba pues a ayudarlos, a reemplazarla en la tarea de servir dulces a sus padres?
Recordaba también las palabras, los juramentos que unen durante tres existencias:
“¿Conocerá él, encontrándose tan lejos, mi situación?
A su regreso habrá tenido que preguntar por el sauce de Chương,
si sus primaverales ramas que otros han roto, han pasado de mano en mano.
A cambio de su profundo amor espero devolverle mi gratitud con creces.
La otra flor, ¿habrá sido ya injertada en mi lugar en el árbol de mi amado?”
Los nudos de seda de sus sentimientos se enredaban en los pliegues de sus entrañas.
Y mucho tiempo, al acostarse, soñó con su tierra en las largas guardias nocturnas.
Tras las cortinas de seda transparente, se sentía sola en ese rincón del cielo.
Al atardecer dorado de hoy, le sucedía el atardecer dorado del día siguiente,
y a la luna de plata, un sol de oro.
Kiều sentía también piedad por sus compañeras de entrañas rotas y se quejaba:
“Pues se os ha otorgado el que toméis el título de muchachas de mejillas color rosa,
a cambio se os concede la ruina y la destrucción,
porque una vez exiliadas en este mundo de vientos y polvo,
sólo os queda la deshonra hasta el final”.
CAPÍTULO VI
Entre los clientes que buscaban placer había uno
cuyo nombre era Kỳ Tâm y su apellido Thúc, linaje de letrados.
Procedente de la subprefectura de Tích, en la provincia de Thường,
había acompañado a su padre cuando este abrió un puesto comercial en Lâm Truy,
donde se sintió atraído por la reputación de Kiều, elegida Reina de las Flores.
Y envió una carta color rosa que pudo adentrarse en la habitación perfumada.
Tras la cortina de listas conoció a esa flor de melocotonero
y, tras sentir pasión por sus maneras, enamorose de sus rasgos:
la sonrosada y lozana camelia surgía de un tallo vigoroso.
Y durante esos días primaverales, cuanto más viento, más lluvia, más se embriagaban.
Y un fuerte afecto brotó entre esa luna y esas flores, entre esas flores y esa luna,
pues en las noches de primavera no es fácil contener al corazón, es imposible.
Por lo demás, nada hay de asombroso en esta simpatía mutua, es algo corriente;
un lazo tan bien atado que nadie puede tirar de él y romperlo.
Por la mañana se ofrece un melocotón, por la tarde una ciruela y la relación surge.
Al principio era un amor de luna y viento, pero después fue de piedra y oro.
Y de improviso se produjo una ocasión feliz y extraordinaria,
pues precisamente entonces, el padre hubo de regresar a su país de origen
y el muchacho sintió cómo, ya despierta, se decuplicaba su pasión.
En esos días de primavera incrementó el número de sus visitas a esa otra primavera.
Unas veces subían a tomar el aire, otras salían a contemplar la luna al patio
o vertían en una copa el vino de los Inmortales o encadenaban líricos versos;
aspiraban el perfume del incienso por la mañana y compartían el té por la tarde.
También jugaban al go apuntando las partidas o tocaban las cuerdas del laúd,
ambos totalmente absortos en los juegos del placer.
Y cuanto más se fueron conociendo los caracteres, tanto más se fortalecía su pasión.
Extraordinaria es la ola que la seducción produce.
Derriba los palacios e inclina las casas como si se tratase de un simple juego.
El joven Thúc tenía la costumbre de gastar a puñados las monedas,
despilfarraba cientos y miles sin darle importancia en cada arrebato de alegría.
La vieja entonces adornaba aún más el verdor de Kiều, se cuidaba más del rosa,
pues, de carácter codicioso, enloquecía como husmease dinero.
Bajo la luna, la gallina de agua ya llamaba al estío
y en las esquinas de los muros florecía el flamígero granado.
En su habitación de seda, Kiều solazándose una parte del día,
1.310.- tras las cortinas rosas, bañaba en agua de orquídeas las flores de su cuerpo:
de un color tan transparente como el jade y tan blanco como el marfil,
era, en verdad, un monumento palpable y presto erigido por la Naturaleza.
Respecto al muchacho, cuanto más descubría sus cualidades, más la admiraba.
Tales sentimientos le llevaron a escribir en cursiva un poema con la métrica Tang.
'EL ARTISTA' DE JOAQUÍN CARBONELL
El Artista. Joaquín Carbonell
395 páginas 14 x 23 cms.
19,00 euros
Voces del Mercado
A comienzos de 1961 llega a Madrid Antonio Zaera, Antuan, un muchacho de Teruel que abandona una prometedora carrera como camarero en Sitges, empeñado en labrarse un hueco y un nombre como actor.
Antuan quiere ser artista de cine.
En Madrid va a rodarse Viridiana, la película que logró el regreso de Luis Buñuel a España, después de 25 años de ausencia, y que fue galardonada con la Palma de Oro en Cannes.
Con estos mimbres se confecciona El Artista, una novela vigorosa, ágil y dinámica, que nos transporta hasta la España de la postguerra, donde convivían dos sociedades desconectadas: una España herida, sumida en un presente rural, roñoso y grasiento, aterrada por las jerarquías caciquiles, y otra que miraba al exterior y aspiraba a la democracia y la cultura. Por esa España pasearon personajes como Ava Gardner y Frank Sinatra, Orson Welles y Hemingway; y unos cuantos jóvenes trataron de elaborar un cine para el futuro, con una mirada distinta.
El Artista es la historia de una vocación. De una obsesión. El relato de la trayectoria de Antonio Zaera, Antuan, colocado por el destino en medio del rodaje de Viridiana y al lado de personajes como Paco Rabal, Silvia Pinal, Fernando Rey o los hermanos Dominguín. En ese Madrid que comienza a mirar a Europa, y donde el régimen vigila con ojo filibustero cualquier desprecio al orden, la moral y la religión. Ese clima por el que discurre El Artista adquiere a menudo un tono surrealista, delirante,
propio de las películas de Berlanga, donde un anarquista furibundo hace negocios con un empresario, o un comunista, consentido por la dictadura, suele tomar café con un exministro amante de los toros. Antonio Zaera es testigo de ese Madrid alocado, ingenuo y a menudo provinciano, que convive con la España interior más cruda y aterrorizada. Una historia que ofrece un desenlace insospechado, sorprendente, de la mano de Joaquín Carbonell, un experimentado escritor, reconocido como cantautor y con una dilatada carrera como periodista.
El 18 de mayo de 1961, la película Viridiana, de Luis Buñuel, conquistó en Cannes la Palma de Oro. El rodaje celebrado en Madrid supuso un cúmulo de asombrosas incidencias, que algunos tacharon de surrealistas. Como que el gerente de la productora (UNINCI), Domingo Dominguín, conocido comunista, fuera capaz de reunir en su casa, a la misma hora (pero en habitaciones distintas) a Jorge Semprún, líder del PCE en el exilio y a José Antonio Girón, exministro de Franco.
En medio de ese tumultuoso rodaje cayó Antonio Zaera, Antuan, un muchacho de Andorra (Teruel), nieto e hijo de mineros, que estaba ejerciendo de camarero en Sitges, y al leer en La Vanguardia que Luis Buñuel iba a rodar en Madrid, se dijo que esa era su oportunidad de convertirse en artista de cine. Al fin y al cabo, Buñuel era de Calanda, un pueblo vecino del suyo. No podía fallar.
El Artista nos sumerge en el apasionante rodaje de Viridiana, y nos invita de paso a conocer el Madrid de aquella década de los 60, convulsionada por una sociedad que deseaba escapar de aquella jaula de prohibiciones, morales caducas, y persecuciones políticas. Todo vigilado por una Iglesia anclada en una enfermiza obsesión por el sexo.
Junto a esa España chata y amarga, bullía un Madrid de actores e intelectuales. Por allí circulaban tipos como Paco Rabal, Fernando F. Gómez, junto a diestros de ampulosa celebridad, como Luis Miguel Dominguín (padre del cantante Miguel Bosé), y extranjeros como Orson Welles, Hemingway, Frank Sinatra, y la deslumbrante Ava Gardner, sumidos en una vorágine de fiestas y alcohol sin límite, que eran reflejadas por la plumilla despierta de jóvenes reporteros como Raúl del Pozo…
El Artista es el retrato fiel de esa década, pero es también una novela de epifanía e iniciación. La que goza y padece Antonio Antuan, el protagonista, que se ve impulsado a crecer en un ambiente artístico y mundano, tan alejado del clima de contención y vigilancia que conocía en su pueblo. Amistades nacidas de la repulsa a la dictadura, compañerismo, sexo desesperado, se unen a un desenlace inesperado que deja el lector sobresaltado, incrédulo ante ese final que rompe el curso de la novela que tiene en las manos.
El Artista plantea un dilema que pesa sobre las espaldas de este muchacho de Andorra: la carga de un destino que se ve infectado por las expectativas que su pueblo ha depositado en la carrera de este vocacional actor. Los hijos de localidades pequeñas, que han logrado escapar del agobiante clima de control, conocen esta palpitación. Antonio Zaera quiere ser el protagonista que su pueblo anhela, el “artista” local. Y para ello, no duda, a veces, en acomodar la realidad a sus propios sueños.
Joaquín Carbonell
Este turolense es reconocido como uno de los más destacados cantautores españoles. Ha publicado numerosos discos y ha visitado varios países con sus canciones. A la par ha desarrollado una extensa carrera como periodista (en El Día, El Periódico, y colaboraciones en radios y TV) y como escritor. En esta faceta destacan las biografías Pongamos que hablo de Joaquín. Una mirada personal sobre Sabina (Ediciones B) y Querido Labordeta (Ediciones B), con un notable éxito de crítica y ventas. Publicó también en Voces del Mercado cuatro libros de humor (junto a Roberto Miranda), que añadieron una mirada socarrona y desenfadada sobre Aragón (Proyecto de Estatuto de Aragón, plan B, Gran encicopledia de Aragón preta, Aragón a la brasa, y Aragón sin empalmes). Es autor de dos libros de temática juvenil, como Las estrellas no beben agua del grifo y Hola, soy Ángela y tengo un problema, así como un par de poemarios, Misas separadas y Laderas de ternero. Joaquín realizó de igual manera, junto a José M. Iranzo, documentales sobre El pastor de Andorra y José A. Labordeta. El Artista es su obra más ambiciosa, una novela con tintes de ensayo y documental, que gira alrededor del rodaje de la celebrada Viridiana de Luis Buñuel.
www.joaquincarbonell.com
OBRAS DE JOAQUIN CARBONELL
DISCOS
· 1 vida & 19 canciones (2014), doble CD recopilatorio.
· Una tarde con Labordeta (2013), junto a Eduardo Paz, grabado en directo en Teruel.
· Vayatrés! (2009), junto a José Antonio Labordeta y La Bullonera.
· Corazón de león (canción para el Real Zaragoza) 2008
· Clásica y moderna (2008)
· Cantautores en directo. El concierto! (2007)
· La tos del trompetista (2005)
· Sin móvil ni coartada (2003)
· Homenage à trois (2000)
· Tabaco y cariño (1998)
· Carbonell canta a Brassens (1996), con Joaquín Sabina y Quico Pi de la Serra.
· Sin ir más lejos (1979)
· Semillas (1978)
· Dejen pasar (1977)
· Con la ayuda de todos (1976)
OBRA LITERARIA
· Misas separadas (poemas, 1987)
· Apaga y vámonos (la televisión: guía de supervivencia, 1992)
· Laderas de ternero (poemas, 1994)
· La mejor tarde de Goyo Letrinas (novela, 1995)
· Las estrellas no beben agua del grifo (novela, 2000)
· Hola, soy Ángela y tengo un problema (novela)
· El Pastor de Andorra, 90 años de Jota (biografía de José Iranzo, 2005)
· Proyecto de Estatuto de Aragón, plan B, (con Roberto Miranda)
· Gran Encicopledia de Aragón Preta (con R. Miranda)
· Aragón a la brasa (con R. Miranda)
· Aragón sin empalmes (con R. Miranda)
· Pongamos que hablo de Joaquín (Una mirada personal sobre Joaquín Sabina, 2011)
· Querido Labordeta (ensayo sobre José Antonio Labordeta, 2012)
DOCUMENTALES
· José Iranzo, el Pastor de Andorra (2007)
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GERARD DUFOUR PRESENTA LIBRO

[Este jueves, a las 19.30, en la sala Joaquín Costa del Paraninfo, Gerard Dufour, en diálogo con los historiadores Pedro Rújula e Ignacio Peiró, presentatá su libro ’Juan Antonio Llorente. El factótum del rey intruso’, que publican las PUZ.]
Gerard Dufour, Juan Antonio Llorente. El factótum del rey intruso, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2014, colección Vidas, 295 pp.
SINOPSIS
Afrancesado de la primera hora, el canónigo de Toledo Juan Antonio Llorente fue el auténtico factótum de José I, a quien sirvió como consejero de Estado, director de Bienes Nacionales, experto en materia de política religiosa, miembro de la Comisión de Cortes, y sobre todo como propagandista con obras entre las cuales destacan sus primeros trabajos sobre la Inquisición. Al seguirle paso a paso desde el mes de mayo de 1808 hasta su exilio a Francia en julio de 1813, vemos cómo funcionaba la corte del Rey Intruso, y los altibajos morales de un hombre movido no solo por la ambición, sino también por el deseo de adaptar a España el modelo de la Francia napoleónica, y cuyo sueño acabó en tragedia.
Gérard DUFOUR
Gérard Dufour (París, 1943). Catedrático de civilización española en la Universidad de Aix-Marseille I de 1980 a 2005. Estudioso de la España de los reinados de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, se interesó (y sigue interesándose) esencialmente por las relaciones Iglesia/ Estado/ Sociedad, la Guerra de la Independencia y los medios de formación de la opinión pública (sermón y prensa). Es autor de 17 libros y de un centenar y medio de artículos. Destacan Juan Antonio Llorente en France (Ginebra, 1982); Clero y Sexto mandamiento: la confesión en la España del siglo XVIII (Valladolid, 1996) y Goya durante la Guerra de la Independencia (Madrid, 2008) así como sus ediciones de Cornelia Bororquia o la Víctima de la Inquisición (Alicante, 1987; Madrid, 2005) y Moïna o la Aldeana del Mont Cenis (Universidad de Alicante, 2008). Se jubiló en octubre de 2005, pero, como catedrático emérito, sigue formando parte de la Unidad Mixta de Investigación TELEMME, que asocia el CNRS con la Universidad de Aix-Marseille. Acaba de publica, en Prensas de la Universidad de Zaragoza, Juan Antonio Llorente: el factotum del rey intruso (2014) y saldrá también en breve una antología sobre la poesía antinapoleónica durante la Guerra de la Independencia: El Ogro corso.
*La obra es de Francisco de Goya.