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DIÁLOGO CON EL ESCULTOR JAVIER SAURAS

“No he querido hacer una exposición antológica aunque que se acuerden de ti para ofrecerte esta sala es algo muy grande. Es el museo Pablo Gargallo y Pablo Gargallo es un icono no solo para Aragón, es un icono de la escultura universal. Cuando me formé en los años 60 lo tenía muy presente porque como hice la carrera en Barcelona y en Barcelona hay tanto de Pablo Gargallo… Cuando te ofrecen esta sala te sientes bastante abrumado y orgulloso al mismo tiempo. Podían haberse acordado de mí y también no haberse acordado”, explica el escultor e inspector de educación Javier Sauras, que acaba de inaugurar una de sus exposiciones más importantes en las tres salas del Museo Pablo Gargallo: 'Sicvt Lvna Perfecta. Sculpturae MMXVII'.
AC: No es una antológica, pero ¿cómo definirías la muestra?
R: Es sobre todo una exposición de obras recientes, pero he querido poner algunos pellizcos del pasado. Algunas referencias al pasado, casi guiños. Lo que sí he hecho es algo que para mí tiene mucha relevancia, todas las piezas de hierro fundido que tengo son de Averly. Y ya sabes que yo a los Averly y a Doña María, su propietaria, los he apreciado muchísimo. Son todas de Averley y todo lo de Averly lo he puesto junto en la primera sala.
AC: ¿A qué años corresponden estas piezas?
R: No son recientes. Hay desde principios de los 80 hasta 2003 o así. Luego la empresa empezó a decaer, hubo ahí muchos asuntos y conflictos…
AC: Si tú me tuvieras que decir qué escultor eres o qué escultor has querido ser, ¿qué me dirías? ¿Qué te ha preocupado, la línea, la curva, el trabajo?
R: Para mí la escultura tiene un aspecto filosófico y espiritual muy grande. No en vano, el arte funerario está apoyado en la arquitectura monumental y en la escultura. A mí siempre me ha interesado la forma exenta y la forma exenta en un espacio, a ser posible grande. Casi siempre he tenido aspiración de hacer algo monumental, de hacer trabajos pensando en tamaños grandes. Y luego está la depuración geométrica, además yo creo que se puede encontrar mucho sentimiento en el arte más ascético.
AC: ¿Has disfrutado mucho del taller?
R: Muchísimo, además escribo sin parar. Tengo un cuaderno de taller que no se acaba nunca y es mi desesperación porque no consigo nunca pasarlo a limpio. En ese cuaderno hay poemas, reflexiones, ensayos o embriones de ensayo. He escrito bastante sobre el arte.
AC: ¿Y cuál ha sido tu obsesión en cuanto a la figura?
R: Me ha interesado mucho el reto del relieve. Porque el relieve es una parcela de la escultura en el que la gente no se fija mucho, pero técnicamente es muy difícil. Y cuanto menor es el relieve, más bajo, más difícil es, porque ya llega a tener unas coincidencias con el dibujo muy grandes. En esos casos hay que hacer mucho esfuerzo para que el dibujo tenga coherencia.
AC: ¿Esta sería tu exposición más importante o especialmente emotiva?
R: No sabría decirte. Aparte de que me da bastante vergüenza y me da bastante vergüenza dar explicaciones, cada vez que expongo es el último momento. No querría pensar en un aspecto más oscuro que tiene para mí exponer a los 72 años. Yo le veo las orejas a muchas cosas.
AC: ¿Tienes la sensación de que es algo especial para ti, primero en este lugar, en este espacio…, algo parecido a una culminación?
R: Para mí Gargallo es el padre de la escultura contemporánea con Brâncuși. Pero sí, en ese sentido es muy especial. Y claro es que es un escultor español con una gran dimensión internacional. Todo ello, mi trabajo, su obra, el momento tan particular, todo ello, insisto, hacen más especial esta muestra.
EL SIGLO DE JUAN RULFO

Cuentos de domingo / Antón Castro
El siglo de
Juan Rulfo
“Me llamo Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. Me apilaron todos los nombres de mis antepasados paternos y maternos, como si fuera el vástago de un racimo de plátanos, y aunque sienta preferencia por el verbo arracimar, me hubiera gustado un nombre más sencillo”. Así se presentaba Juan Rulfo (Jalisco, 1917- México D. F.,1986) un año antes de su muerte a los 68 años. Este gran escritor se educó entre Jalisco y San Gabriel, y conoció la violencia constante y el hechizo de la lectura. Vivió algunos años con su abuela, que fue elegida por un cura para que preservase la biblioteca parroquial en su casa hasta que se recuperase la paz. Y así se forjó el gran narrador, que también residió en el orfanato, y publicó sus primeros cuentos en la revista ‘Pan’ de Juan José Arreola. Fue incapaz de concluir los estudios de Derecho y hubo de buscar empleo. Tuvo muchos; dos de los más estables fueron el de agente de inmigración, para la Secretaria de Gobierno, donde tenía la misión de localizar, aquí y allá, a los extranjeros ilegales, y el de fotógrafo (muy bueno), a partir de 1946. Estas dos ocupaciones le permitieron viajar mucho por todo el país, accedió a los grandes páramos y a las ruinas del pasado; bebió el lenguaje en las fuentes y supo del drama de existir, de la miseria, de la violencia. Todo ello, con un estilo peculiar, elaborado y a la vez popular, preñado de coloquialismos, pasó a sus dos libros. Los cuentos de ‘El llano en llamas’ (1953) son increíbles y tienen algo de preparación para su gran novela, ‘Pedro Páramo’ (1955), que posee una atmósfera poética de espejismo y de vida más allá de la muerte, de búsqueda del padre y de exclusión del paraíso. Más tarde, Rulfo anunció que iba a publicar los cuentos de ‘Días sin floresta’ y la novela ‘La cordillera’. Jamás lo hizo, apenas entregó pequeñas cosas, como el guion de ‘El gallo de oro’. Sus textos fueron llevados al cine; en la película ‘Pedro Páramo’, de Carlos Velo, la dirección artística es del oscense Julio Alejandro de Castro, guionista de Buñuel. Rulfo amó a Clara Aparicio, que le dio cuatro hijos y tres se llamaron Juan: Juan Francisco, Juan Pablo y Juan Carlos. Confesó que no había vuelto a escribir porque había muerto su tío Celerino, viajante y narrador oral, que era quien le regalaba sus historias. Quizá sea esa su ficción más perfecta.
BLANCA RESANO HABLA DEL MONTAJE 'YO SOY COCO'

ENTREVISTA. BLANCA RESANO. Actriz y directora teatral.
“Para Coco Chanel, una pasión
es lo que da sentido a la vida”
“Coco Chanel fue una postmoderna,
una adelantada, una mujer de otro tiempo”
La directora teatral dirige un montaje escénico en el Principal sobre la gran diseñadora de moda
Antón CASTRO / Zaragoza
“’Femmes’, una prestigiosa revista de moda parisina, le encarga un trabajo sobre Gabrielle Chanel a la periodista Ángela Menéndez. La publicación cumple 46 años de existencia, los mismos que hace de la muerte de Coco Chanel. Ángela aceptará el trabajo posponiendo una vez más decisiones personales, inmersa siempre en un mar de incertidumbre y de prisa. Al sumergirse en la investigación, la veterana periodista se encontrará con el fantasma de Coco, este le ayudará a comprender algunas cosas esenciales para su vida. Será el espíritu de Coco quien le recuerde a Ángela lo que significa ser una mujer capaz de hacer siempre lo que se proponga”. Así resume la directora teatral Blanca Resano el argumento de la obra ‘Yo soy Coco’, que ha escrito Susana Martínez y que se representa hasta el domingo en el Teatro Principal por el colectivo Plataforma de Actrices para la Escena.
¿Por qué Coco Chanel?
Porque me enganchó su historia de vida, muchísimo. Admiro profundamente a las personas que no teniendo nada lo consiguen todo. Porque gracias a la existencia de mujeres como esta, se liberaron muchas otras, las que vivieron en su tiempo y las que vinimos después. Si no hubiese sido por ella, ¿dónde estaríamos? Y también me interesó porque murió en 1971, cuando nací yo.
¿Qué sucedió en ese viaje suyo a París, poco antes de iniciar el montaje?
Que me fui para recorrer el camino que ella había hecho y así poder ver en qué se había convertido lo que construyó Coco. Quise pisar los espacios en los que ella estuvo para entenderla. Reconstruir los hechos, sus hechos. Y fue muy sorprendente, porque, aunque no se lo crea, perdida por París, fui a parar a la ¡Rue Cambon!, la calle de su tienda de sombreros abierta en 1910. Buscaba a Coco pero fue ella la que me encontró a mí.
¿Cómo ve al personaje en términos de rebeldía, personalidad e importancia en su época?
Fue una postmoderna. Una mujer de otro tiempo. Por eso hizo lo que hizo. Lo suyo no fue rebeldía exactamente, sino que su cabeza, su manera de ser y de pensar estaba por delante. Una Adela, como diría Federico García Lorca (aludo a ‘La casa de Bernarda Alba’), simplemente una adelantada. Ese tipo de personas construyen la historia de la humanidad, porque van siempre un paso por delante, para lo bueno y para lo malo. Ellas lo viven y lo sufren todo antes que los demás.
¿Fue una mujer entre hombres y, en el fondo, una solitaria?
Estuvo sola desde siempre. Sin familia desde donde proyectarte. Sin origen es difícil encontrar un sitio donde reunirte o encontrarte para compartir la vida con los demás. Por eso acabo sola, porque nunca estuvo con nadie o, mejor dicho, nunca nadie apostó por quedarse con ella. A las personas que van un paso por delante hay que seguirlas rápido y, si no es así, ellas acaban marchando solas, porque no pueden pararse a esperar. No pueden.
¿Cuál es su lección para hoy?
Que se puede hacer siempre lo que se desee hacer. Que te puedes reinventar tu propia historia cuantas veces sea necesario. Que todo lo malo tiene algo bueno que te gustará. Que una pasión -para ella fueron sus vestidos, su oficio- es lo que da sentido a la vida. Que solo hay tiempo para amar y para trabajar, no hay tiempo para nada más…
¿Cómo es la pieza, por qué tiene algo de puzle?
Es una comedia ligera, de escenas rápidas. Sí, puede ser que sea como un puzle, sí. Porque jugamos a ir uniendo piezas para que poco a poco todo tenga sentido. Al final entiendes a Coco por lo que hizo, pero también comprendes lo que sigue suponiendo para las mujeres de hoy en día trabajar y dar sentido a sus vidas.
¿Tiene para usted rincones sombríos esta mujer?
Tiene rincones de mucha soledad. Sinceramente, en tiempos de guerra, creo que ni yo misma sé de lo que sería capaz de hacer para sobrevivir. No me creo que fuese colaboradora de los nazis, creo que simplemente trabajo todo el tiempo para subsistir. De vestidos pasó a hacer uniformes, yo también lo hubiese hecho. Y amantes tuvo muchos, afortunadamente para ella, porque fue una mujer libre para decidir con quién acostarse. Eso lo han hechos los hombres toda la vida y nunca se les ha cuestionado nada; más bien al revés, ¿no cree?
¿Qué significa este segundo montaje de la compañía? ¿Ha sido más fácil, más laborioso, tiene mayor compromiso?
Nunca es más fácil, por lo menos para mí. Estos son mis hijos… y por eso cada uno me cuesta un poco de lo que soy y de lo que tengo. El compromiso cada vez es más alto, mayor, porque el miedo cada vez es más fiel a mí misma, con lo todo lo que hago y por lo que lo hago. Amo mi profesión con todo mi ser, hace años que no he hecho otra cosa que teatro, pero como Coco, yo también me reinvento y eso es costoso la mayoría de las veces. Pero pese a la dificultad de todo, también digo como ella: “Que me dejen la tumba abierta para poder subir al cielo y hacerles, en mi caso, comedias a los ángeles”.
Susana Martínez, guionista con Eva Hinojosa de ‘Reinas’, la obra anterior, es la autora de la obra teatral. ¿Cómo se ha entendido con ella? ¿Cómo explica su trabajo?
Con Susana Martínez me entiendo a la perfección. Desde el principio hemos trabajado muy unidas. Yo le atropello con mis visiones y ella las transforma en palabras, palabras exactas muchas veces a lo que yo he imaginado. Es una mujer más que trabajadora y con un rigor absoluto. Se documenta y estudia mucho. Consigue llegar a tener una destreza asombrosa a la hora de crear los diálogos de los personajes en base a las ideas de las que partimos en todas nuestras conversaciones. Estoy muy contenta de contar con ella por segunda vez en esta nueva aventura.
¿Podría explicarnos cómo han sido el trabajo y la implicación del colectivo Plataforma de Actrices para la Escena?
Las actrices de la Plataforma son, en parte, las mismas que ya estaban desde el comienzo y algunas que se han incorporado con Coco. En esta ocasión realizan un trabajo diferente a ‘Reinas’, muy distinto. Es una propuesta complicada, sobre todo para las cinco Cocos que defienden un personaje compartido y coral. Las otras cinco actrices encarnan personajes muy actuales y tanto unas como otras deben jugar con el ritmo del espectáculo, rápido e intenso. Creo que es un trabajo arriesgado y comprometido en el que cambian de registro interpretativo al servicio de la comedia.
LA FICHA
‘Yo soy Coco’. Dirección: Blanca Resano. Texto: Susana Martínez. Plataforma de Actrices para la Escena. Teatro Principal: hoy sábado, 20.30 y domingo, 18.30.
MIGUEL ÁNGEL YUSTA: TRES LIBROS DE POESÍA. AMOR, RADIO Y MEMORIA

ENTREVISTA. MIGUEL ÁNGEL YUSTA. Poeta y antólogo de la copla.
“El amor es el eje positivo o negativo
sobre el que gira la Humanidad”
El poeta zaragozano, especialista en copla y ópera, publica tres libros, uno de ellos con Alberto Calvo, ‘Supermaño’, ’Damas’
¿Está usted en un gran momento poético? Coinciden hasta tres libros suyos en el mercado.
Ha sido una casualidad. Debido a mi forzada inmovilidad e inactividad durante más de un año, por intervenciones quirúrgicas, que también afectaron el ánimo, se han acumulado antiguos proyectos que estaban en marcha y que he podido ver finalizados ahora, junto a alguno nuevo que llegará. En consecuencia salen varias publicaciones y, claro, no se puede decir a los editores, cuando deciden publicar, que esperen y espacien los libros. No está el mundillo editorial -y menos en poesía- para ello...
¿Qué es ‘Ayer fue sombra’ (Lastura)?
La reedición de ‘Ayer fue sombra’ era un proyecto antiguo y muy querido por mí. El libro -Primer Premio Delegación del Gobierno de Aragón en su sexta edición- se agotó con rapidez en su edición inicial y no tuvo recorrido fuera de Zaragoza. Ahora, ampliado, lo publica una editorial, Lastura, que tiene una proyección nacional. Además está anotado y prologado, cosa que no tenía la edición del premio. Y con una portada muy sugerente.
¿Cómo ha crecido el libro?
Un poema, un poemario, jamás se puede considerar terminado. Nos dice el poeta y premio Nobel mexicano Octavio Paz que en el poema “no existe la versión definitiva: cada poema es borrador de otro que nunca escribiremos”. Yo considero, también, que jamás un poema está definitivamente terminado, si no en continuo cambio. Por ello, estos versos están vivos y pueden evolucionar y transformarse con el tiempo y, también, percibirse de forma distinta por el lector. La reedición de ‘Ayer fue sombra’ es buena prueba de ello.
¿Podríamos decir que es la memoria sentimental de un niño o un joven de posguerra?
Por supuesto, pero contemplada con la serenidad que da el paso de los años, “sin sentimentalismos tópicos ni morbosas nostalgias”, como señala el escritor y poeta Emilio Quintanilla en la nota inicial que acompaña a esta reedición.
¿Qué le ha marcado más: el cine, la noche, la radio, la copla o la represión?
En la época de mi generación hubo circunstancias especiales que nos marcaron de por vida: penuria económica, represión en la enseñanza, en la vida en general, falta de libertad e información, censura... Nos salvaba en parte aquella radio que nos acompañaba en la noche, el cine dominical y el amor, aunque un amor reprimido, temeroso y vigilado. Pero todo acaba y, por fin, pudimos, aunque algo tarde para nosotros, lograr que, como escribió Mario Benedetti “la gente viva feliz aunque no tenga permiso”. Aquel “permiso” que era necesario, entonces, para cualquier cosa...
¿El mejor o el único amor era el soñado?
El amor por el amor es siempre bello, ideal, perfecto. Cuando el amor se proyecta en otro y se refleja con igual intensidad es como un sueño del que, por desgracia, se despierta demasiadas veces. Pero la lucha por el amor debe ser permanente y tenaz. El amor es dádiva y por ello se ha de encontrar la felicidad en verla en el amado. Pero también es necesario respetar el espacio, la libertad del otro. El amor encadenado o dependiente no es sino una obsesión amorosa, de posesión, no de pertenencia, que es lo ideal. Amar, proyectar el amor, es el más hermoso sentimiento de la naturaleza humana. La falta de amor es el origen de todos los males que nos acechan cada día...
¿Es, entonces, el amor su gran tema?
El amor está siempre presente en mi poesía..., y en todo cuanto hacemos. Su falta es la causa de todos los males que nos aquejan. Así pues el amor o su ausencia motivan felicidad, risa, llanto, opresión, desigualdad, odio, envidias, guerras., dolor... Es el eje positivo o negativo sobre el que gira la Humanidad. ¿Cómo no va a estar siempre presente en cualquier obra literaria, aunque algunos autores pretendan negarlo o acusarlo de tópico poético pasado de moda? “Quien lo probó, lo sabe”, como dijo Lope de Vega.
¿Qué ha hecho en el libro ’Damas’ o ’Cuaderno de damas’ (La fragua del trovador), que lleva dibujos en blanco y negro de Alberto Calvo, ‘Supermaño’?
Subrayar mediante poesía popular, ligera -aunque no por ello fácil- los 50 rostros de mujer, 50 misterios magistralmente plasmados por el ilustrador y pintor Alberto Calvo. Son 50 textos (codas flamencas, soleás, seguidillas, coplas, haikus...) que pretenden no distraer al lector, sino conducirle a la imagen, subrayarla y están escritos en esas formas como un apunte que enmarque la expresión gráfica, pero no la solape. Un libro singular, primorosamente editado (la edición es limitada y numerada), en el que los autores hemos puesto mucha ilusión, trabajo y tiempo.
¿’Des-concierto’ (La fragua del trovador), su último poemario, es un canto de desamor o es la revelación de las heridas del poeta?
‘Des-Concierto’ es un libro -con un gran prólogo de mi amiga y escritora Luisa Miñana- que hace un recorrido por varias fases poéticas, o tiempos, como si de un concierto se tratase (Allegro, Adagio, Scherzo y Rondó) con diferentes estados y colores poéticos, tal y como se desarrolla la música de una sinfonía. Pero con mi visión especial, “desconcertante”, que no desconcertada. Me conmueven estas frases de la prologuista: “...un conjunto de textos poéticos que le van a provocar temblor en el corazón, relámpagos de sabiduría para alimentar sus neuronas, y hasta algún que otro escalofrío recorriéndole la médula, como si fuera nieve o mariposas que ascienden por ella”. Como en la música -que personalmente me salva muchas veces del naufragio- hay que escuchar tanto las frases como los silencios y reflexionar sobre la arquitectura del libro y su evolución hacia ese “final” con un poema ‘La soledad del nadador de fondo’, que ciertamente es “una frontal llamada de atención sobre la condición existencial humana”, como dice Luisa Miñana.
¿Qué significa la poesía en su vida?
La poesía y la música (la ópera en este caso; escribo textos sobre ella en HERALDO) son pilares fundamentales que sostienen mi existencia. Y deben enmarcar al amor. Sin amor –lo dije en cierta entrevista y lo repito- no es posible la vida.
*La fotografía de Miguel Ángel Yusta es de Columna Villarroya.
ADIÓS A ALBERTO CARRERA BLECUA

LA AVENTURA DEL SOÑADOR INDOMABLE
Hace unos días, en la inauguración de Javier Sauras en el Museo Pablo Gargallo, me crucé con Alberto Carrera Blecua en la plaza de España: hablamos de su cuñado Javier Carnicer y de su impresionante exposición sobre Goya en el Museo Goya-Ibercaja en noviembre de 2015, y dijo: “Ahí lo di todo. Incluso mis monstruos”. Nos mandamos varios correos hasta hace unos días y Alberto me envió un boceto de su obra ‘Duelo a garrotazos’ con uno de esos textos apasionados que le retrataban: una tormenta de afecto, de sensaciones y de recuerdos. Alberto Carrera Blecua ha sido siempre un espíritu libre, un artista irreductible, un soñador que se atrevía a pensar, a buscar y a desgranar, vuelto materia y aventura, su romanticismo, su emotividad y su rebeldía. Y también eso que adivinó en él Antonio Saura: “un trasfondo existencial”, el drama de vivir en la pintura, la tentativa de pintar la vida y sus temblores. Era un buscador inconformista, laborioso e indómito. El arte ha sido la razón de su vida: el arte, el amor, el erotismo, la pasión por la mancha y la gestualidad. Unía a su energía telúrica el arrebato lírico. Ha sido un pintor terrenal, de azules, ocres y negros, dispuesto a volar. A extraviarse. Y ha sido un artista de taller: ahí, con todos los elementos –y con sus materiales: el óleo, las resinas, los pigmentos, las arenas, las ceras, el acrílico…-, se sentía feliz y se lanzaba al combate, a la búsqueda, al placer. Ha vivido en su ciudad, en Estados Unidos, en Francia y en Italia, y halló su refugio en Alcanar. Su refugio y un jardín cerca del mar. Si su muestra sobre Goya fue ‘un tour de force’, su antología de 2007 en la Diputación y en el Museo de Huesca marcó otro momento de gloria, y no lo fue menos, en 1988, aquella gran aventura de la imaginación que era ‘El viaje’ y que convirtió Huesca en la capital de los sueños.
*Este texto aparecía ayer en Heraldo de Aragón.
ALFREDO CASTELLÓN, HOY, CON 'MIS APÓLOGOS' EN LA BIBLIOTECA DE ARAGÓN

ALFREDO CASTELLÓN PRESENTA HOY 'MIS APÓLOGOS'
Hoy lunes 13, a las 19.30, en la Biblioteca de Aragón, el escritor, cineasta y cofundador de RTVE Alfredo Castellón Molina, II premio Artes & Letras de cine, presenta su nuevo libro, 'Mis apólogos' (publicado por STI, de Javier Cinca), un volumen de textos breves donde habla de su vida, de sus recuerdos (entre ellos María Zambrano), de algunos amores, de sus padres, de sus experiencias. Lo acompañarán su editor, la profesora Rosa ...Burillo y Antón Castro. Cuelgo aquí, de nuevo, algunos textos de Alfredo Castellón, director de películas como 'Platero y yo' y 'Las gallinas de Cervantes', y autor de piezas teatrales sobre Colón o Costa. 'Mis apólogos' lleva un epílogo de Mariano Gistaín.
[El escritor es el enemigo
de la mentira y de la servidumbre.
Albert Camus]
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LO QUE FUE
A veces le cuesta a la memoria devolvernos el recuerdo. ¿Qué pretende? ¿Protegernos? ¿Cree que no seremos capaces de afrontar lo que fue? No creo que mi memoria intente, a estas alturas, ocultarme esa evidencia. Jung asegura que las ideas olvidadas se mantienen más allá del recuerdo.
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LAS CAMPANAS
A José Luis L. Z.
Visité la ciudad norteamericana de Jacksonville en un día primaveral de 1963, una etapa más de mi viaje. Allí, como médico, trabajaba un amigo de juventud. Vivía en una gran calle con supermercado, restaurante, pequeñas tiendas de esto y lo otro y en la ladera de la colina, chalés, iglesias de diferentes credos. Era domingo, las campanas de por lo menos doce torres de aquellos templos hacían sonar sus badajos. Cada una al son de su dogma, orientadas, eso sí, a un mismo paraíso.
Un caos.
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EVOCACIONES
Lo llaman viaje de novios pero, en realidad, esa pareja ya son matrimonio y su fogosidad es manifiesta. Viajan en coche. El toro negro del coñac Osborne con sus exagerados atributos sexuales va apareciendo constantemente. “Qué anuncio más descarado”, dice ella. Y él, ingenuamente, le contesta: “ya sabes que yo no bebo”.
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SEÍSMO ESPIRITUAL
No he perdido la palabra, ni el aire y ni siquiera el aliento, pero sí la capacidad de amar y eso sí que es una catástrofe, pues me impide ensimismarme y sufrir. Ahora el silencio me ahoga y no puedo atravesar la barrera que impone mi sombra. Me he reducido a un signo que tan sólo constata que he vivido.
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COMPARACIÓN
Este corazón mío late con el mismo compás que el de cualquiera de los pequeños animales que nos rodean, y todos podemos desaparecer en un instante. Pero, claro, yo tengo un cerebro pensante que me entristece a cada momento y esa es una desventaja.
**Esta es la famosa foto realizada en Collioure en 1959, en el homenaje a Antonio Machado. Alfredo Castellón Molina es el primero por la derecha. A veces se le ha quitado de la foto. Están, arriba: Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, Ángel González, José Ángel Valente y Castellón; abajo, Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald.
IRENE VALLEJO EXPLICA 'ALGUIEN HABLÓ DE NOSOTROS' (CONTRASEÑA)

Este texto puede seguirse aquí:
http://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2017/03/13/mision-del-periodismo-arrojar-luz-sobre-realidad-1164043-1361024.html
“La misión del periodismo es
arrojar luz sobre la realidad”
Irene Vallejo publica un libro con sus columnas sobre los clásicos y la actualidad: ‘Alguien habló de nosotros’ (Contraseña)
Irene Vallejo (1979) es escritora y columnista de Heraldo. Uno de sus empeños es difundir el magisterio y los libros de los clásicos: Homero, Platón, Virgilio o Marcial, del que es toda una especialista. Algo que ha hecho en libros como la novela ‘El silbido del arquero’, ‘El inventor de viajes’, con ilustraciones de José Luis Cano, o ‘La leyenda de las mareas mansas’, dibujada por Lina Vila. Acaba de publicar ‘Alguien habló de nosotros’ (Contraseña. Zaragoza, 2017. 150 páginas), un libro donde recoge las columnas que publicar en las contraportada de HERALDO.
“Entender el mundo es un placer”. ¿En qué medida? ¿Qué no nos reserva el conocimiento del mundo?
Desde muy pequeños, los niños quieren saber las causas y los motivos de las cosas: ‘¿por qué?’ Durante una temporada, nos apabullan con ráfagas constantes de preguntas. Como esos niños que fuimos, todos queremos comprender los misterios que nos envuelven. Lo que no sabemos explicar nos parece amenazador, caótico, inquietante. Descubrir y entender nos calma, es un placer casi físico.
¿Qué pretende con sus columnas? ¿Cuál es su idea general?
Pienso que la misión del periodismo es siempre arrojar luz sobre la realidad. Personalmente, quiero combatir el descrédito de la historia y las humanidades. Creo que debemos reivindicar sin complejos su importancia en democracia. Cuando son apartadas del dominio público, es más fácil que la gente asuma relatos falsificados y soluciones simplistas a graves problemas. Cualquier pequeño espacio de atención que ganemos para el mundo de las ideas es un motivo de esperanza.
¿Qué encuentra en el mundo clásico, sobre todo en Grecia y en Roma?
En el torbellino imperante de modas, tendencias y productos de bajo coste, los clásicos de Grecia y Roma representan lo duradero, lo estable, nuestras raíces. Allí encuentro el punto de partida de lo que somos, el principio del futuro.
¿Cuándo vio que en su pensamiento, en sus libros y en sus actitudes había un correlato claro con lo contemporáneo, que se podían extraer lecciones?
Siendo niña, mis padres me leían mitos antiguos, y los clásicos se convirtieron ya entonces en mi paisaje imaginario favorito. Pero cuando empecé a leerlos en profundidad y a traducirlos durante la carrera de filología clásica, sentí que sus voces sonaban cercanas, íntimas, muy vivas. Podía reconocer nuestro mundo en sus palabras. Por eso he decidido titular esta antología: ‘Alguien habló de nosotros’.
¿Cómo surgen sus columnas?
Las ideas llegan como relámpagos, pero tengo que esperarlas con paciencia y pulirlas con calma. Tras el primer chispazo, las frases se van encadenando una por una. Tomo notas en cualquier papel a mano, emborrono las primeras palabras, empiezo a trenzar la actualidad con las voces antiguas. Trabajo con apasionada serenidad. Este libro ofrece reflexiones tranquilas y suaves que sosiegan la prisa. Cada columna acoge al lector y a la vez lo impulsa a mirar el mundo con nuevos ojos.
Poco a poco has ido incorporando a autores más contemporáneos: Spinoza, Voltaire… ¿Por qué?
En Grecia empezó un diálogo que llega hasta hoy. En él participan gentes de todas las épocas. Me interesan todos los que han querido unirse a esa conversación infinita. En mis columnas, me divierte que Ovidio hable con los ‘Simpsons’.
-Leo una frase que parece una denuncia. “La intimidad está muriendo, dicen”. ¿Qué piensa, más allá de Herodoto, Irene Vallejo?
Creo que la intimidad es un reducto precioso, un rincón para el misterio que es necesario proteger con cuidado. Una parte de nosotros pide permanecer en secreto o ser compartida solo con los más cercanos. Cuando escribo mis columnas, prefiero partir del “nosotros” que del “yo”.
¿Premia la sociedad en que vivimos la agresividad?
La competencia y la obsesión por el éxito han transformado el espacio público en un campo de batalla. Me temo que nos hemos vuelto más agresivos y a la vez más susceptibles. Algunos intentan convertir Internet y las redes sociales en un púlpito del odio. Percibo impaciencia e irritabilidad alrededor. En uno de mis artículos propongo que todos intentemos ser más suaves, más flexibles, escogiendo con más cuidado las batallas que merece la pena emprender.
“Leer nos ayuda a hablar”. ¿Cuál es la importancia de la lectura en una época tan marcadamente visual?
La comunicación visual se caracteriza por la rapidez y puede dar la sensación –solo la sensación– de veracidad. Decimos: “lo vi con mis propios ojos” o “lo he visto en televisión”. La lectura nos rescata de esa precipitación y evita que el mundo se reduzca a eslóganes y fórmulas fáciles. Leyendo nos sumergimos en historias complejas y apasionantes.
¿Qué temas le interesan?
Marguerite Duras decía que un escritor es un país extranjero. Me interesa todo lo que tiene que ver con ese sentimiento de extrañeza: el viaje, el amor, el mestizaje, la paradoja, el asombro.
“El amor nos vuelve principiantes perpetuos, torpes y trémulos”, dices y añade que “es la ciencia de la inocencia”. ¿Quieren ser sus columnas una colección de aforismos con una evidente carga de profundidad? En otro lugar dice: “Amamos las frases cortas”.
Es cierto, me interesan los aforismos. Así empezó el pensamiento: con refranes, con máximas, con dichos breves. Y hoy a través de Twitter vuelven a ser una forma de expresión rabiosamente actual. Esos fogonazos verbales pueden hacer tambalearse nuestras ideas preconcebidas.
Desde el punto de vista estilístico, ¿qué busca Irene Vallejo?
Por formación soy filóloga, es decir, una enamorada de las palabras. Intento cuidarlas y me preocupa mucho su ritmo, su fluidez, su fuerza. Escribir es una responsabilidad, hay que velar por el lenguaje. Si las palabras no se usan bien, si no están a la altura de las realidades, vamos a tientas por un laberinto.
¿De quién aprende a escribir columnas, quiénes son sus columnistas de referencias, de ayer, anteayer o de ahora?
Cuando empecé a escribir columnas, quería adaptar a la prensa, en clave contemporánea, los ‘Ensayos’ de Montaigne. Me inspiró también Mary Beard con su estilo divulgativo y su talento para encontrar los hilos que entretejen el pasado con el presente. Por otro lado, he crecido con los periodistas de HERALDO que han sido mis maestros: Juan Domínguez Lasierra, Encarna Samitier, Jesús Frago... Todas las semanas espero también con impaciencia las columnas literarias de Cristina Grande y Patricia Esteban. Siempre aprendo con los artículos de mi compañero de sección Víctor Orcástegui. Y si escribiera una carta a los Reyes Magos, pediría el fino humor de David Trueba y la hondura de Leila Guerriero. Me siento en profunda deuda con tantos maestros que, desde las aulas o desde las páginas de un periódico, me han enseñado a explorar territorios nuevos, a mantener la capacidad de asombro, a no bajar la guardia.
*La foto es de Santiago Basallo.
ELOY TIZÓN: UNA ENTREVISTA
Eloy Tizón “En mis cuentos hay un
fondo de llanto que se escucha a lo lejos”
“A veces al escribir
entramos en el verdadero mundo”
“Escribir es recobrar una
lucidez que no siempre tenemos”
[El escritor madrileño presentó en Zaragoza la reedición ampliada, un cuarto de siglo después, de ‘Velocidad de los jardines’ en Páginas de Espuma]
‘Velocidad de los jardines’ cumple 25 años. Se escribió en parte en Zaragoza, donde el autor, Eloy Tizón (Madrid, 1964), hacía el servicio militar. Se ha convertido en un mito del relato en castellano.
-En el texto portical ‘Zoótropo’, donde recuerda la historia de ‘Velocidad de los jardines’, dice: “Escribir es como salir de un coma profundo”
-Es una frase que entenderán los escritores. Porque muchas veces tenemos la sensación de que al escribir entramos en el verdadero mundo o que el mundo cobra un relieve que antes no tenía. Es decir, el mundo de las obligaciones cotidianas es un mundo un poco anestesiante y la escritura es salir de ese coma. Recobrar una lucidez que no siempre tenemos.
-El proceso de redacción del libro le cambió por completo, ¿no?
-Bueno, por completo es una palabra muy fuerte. Pero sí, claro, es mi primer libro y es donde tengo conciencia de que puedo ser escritor. Durante los primeros años uno lo que emprende son, sobre todo, tentativas. Yo era consciente de que eran cuentos digamos peculiares, muy literarios, que tal vez tuviera dificultades para publicarlos o que no se publicarían nunca.
-¿Lo dice porque eran cuentos poéticos’
- Sí, son cuentos líricos. Es una apuesta por la narrativa lírica, además en un momento en el que yo creo que la literatura en general no iba por ahí. Los años 90 eran la época del realismo carveriano (de Raymond Carver), el realismo sucio está en pleno apogeo. Y entonces yo salgo con una especie de artefacto lírico que se aparta de eso, que no sé bien como va a ser tomado y que ni siquiera sé si voy a encontrar una editorial.
-La encontró y en Anagrama, nada menos. ¿Recuerda el primer cuento?
- ‘ Los viajes de Natalia’ fue el primero, aunque el primero que aparece en el libro sea ‘La carta a Nabokov’. Pero digamos que ese cuento fue el que me convenció de que yo podía dar el paso de la poesía a la narrativa. Yo hasta ese momento había escrito poesía y ese es el primer cuento en que empiezo a manejarme con personajes, con situaciones donde introduzco cierto movimiento narrativo. Empecé a creerme que yo podría escribir narrativa.…
¿Encontró eso que se denomina una voz?
-Yo creo que hay una prueba, en diferentes registros, para buscar cuál era mi voz. Y para encontrar la música del libro. Creo que es un libro que se va haciendo un poco en términos musicales. Motivos que desaparecen, que reaparecen, ciertos estribillos, me parece que tiene una estructura que es, en cierto modo, más musical que narrativa. De hecho, cuando apareció se le reprochó (aunque en general fue bien acogido), que era poco narrativo. Uso ambientes que todos reconocemos, pero mirados a través de un filtro fotográfico que los vuelve un poco extraños, y ese es un filtro poético para mí.
-Otra frase: “La imagen como la última de las historias posibles”.
- Es del escritor cubano José Lezama Lima. Trabajaba en un tipo de relato que no es un relato de argumento, no depende de los giros imprevistos, no se trata de descubrir el culpable del asesinato, sino que trabaja más bien con texturas emocionales. Y ahí fue un gran apoyo encontrar esa frase de Lezama que ponía el peso en lo visual. Muchas veces lo que la imagen nos puede transmitir es suficiente.
-Alude a la paciencia, como algo necesario, y dice: “Un cuento se escribe con un poco de música y un poco de sangre”. Y aún ajusta más: “Cuento igual a rigor técnico más compasión”.
-Soy una persona muy paciente, creo. Y ante la literatura me tomo mucho tiempo, me gusta escuchar lo que tengan que decir esas voces, doy tiempo para que los personajes se vayan expresando, hablen, muestren lo que tienen dentro. En la literatura que yo admiro hay música, pero también ese punto de herida. Por eso digo lo de la música y la sangre. Creo que en los cuentos hay un fondo de llanto que se escucha a lo lejos.
- ¿Qué le debe a Nabokov o cómo le ha marcado?
- Nabokov es un escritor de una brillantez casi inigualable. El manejo que tiene de la imagen, pero no solo de eso, la reflexión que hay sobre el tiempo, sobre la identidad… Nabokov muchas veces es conocido por ‘Lolita’, por el morbo y el escándalo, pero es muchísimo más: es un tipo profundo, con muchas capas y creo que para cualquier aprendiz de narrador es un autor que hay que leer.
-El libro se publicó en el 92, han pasado 25 años, ¿cómo le ha marcado? Siguen diciendo que es su mejor libro.
- Ha sido, en ese sentido, un libro un poco vampiro. ’Velocidad de los jardines’ es el libro más recordado, en el que más se insiste. Y muchos lectores es lo único que han leído y luego ya no han leído nada más de lo que he escrito. Cosa que me parece un poco injusta para mis otros libros; creo que ‘Técnicas de iluminación’, publicado también en Páginas de Espuma, es mejor. Pese a todo, le tengo mucha gratitud porque ha sido un proceso muy gradual de reconocimiento, como una larga llovizna a lo largo de muchas décadas, basado en el boca a oreja. Ha sido un discurrir muy natural y gracias a eso yo no he sentido presión a la hora de escribir otros libros.
*La foto es de la agencia Efe.
POEMAS PARA EL DÍA DEL PADRE

[Mañana es el Día del Padre. Mi padre, Benito do Touciñeiro, 1925-2007, ha aparecido en varios de mis libros o de mis textos. Estos son algunos poemas que han aparecido en ‘Vivir del aire’, ‘El paseo en bicicleta’ y ‘Seducción’. ‘Monólogo del emigrante’ es una licencia literaria, que quizá no se desajuste en exceso de lo que me contaba mi padre en mi niñez y adolescencia, y lo escribí para el proyecto sobre la emigración, ‘Sueños en el mar’, de Ricardo Calero, a quien va dedicado. La foto es de mis padres. Carmen Castro Barreiro y Benito Rodríguez Ferro.]
LAS CARTAS DE MI PADRE
Hubo un tiempo de luna llena junto al mar.
Había delfines que se acercaban a la orilla,
justo cuando acariciaba las cartas de mi padre
desde Berna o Basilea o Zurich: todas me parecían
ciudades inventadas con jardín y una autopista.
Las llevaba en mi bolsillo como un tesoro:
qué bonitas, qué íntimas, con la letra de aquel analfabeto
que me llamaba, en la última línea, el rey de la casa.
El rey de su casa, el niño que lo reemplazaba
en el corazón y junto al fuego, al lado de mi madre.
Me acuerdo de mi padre y no lo llamo: está casi sordo
y hablar por teléfono le pone nervioso. Parece que siempre
tenga prisa o que haya dejado un surco abierto en el campo
y parece que se le escapase la luz del día entre las sílabas.
La noche de hoy, con luna llena entre los árboles,
me lleva en volandas a Galicia, junto al niño que espera a su padre,
junto al niño que fui, presa del pánico, que miraba los barcos.
Hay una brisa deliciosa de alta noche. Y hay luna llena.
Y hay un cielo perfecto navegado de estrellas.
Pienso en mi padre y en aquellas madrugadas en la playa
cuando me bañaba entre las olas y esperaba su vuelta.
Me he vuelto mayor de golpe. Y me he vuelto
niño errante y solo que quiso ser un día escritor
y viajero y explorador o púgil fugaz como él. Y ahora está aquí,
tan lejos, pensando en su padre y en el agua.
Y en las cartas de amor que mi madre me leía.
Hubo un tiempo de luna llena, junto al mar, que no se olvida.
-De ‘Vivir del aire’. Olifante. 2010.
MI PADRE, EL VIAJE Y EL MIEDO
Mi primer recuerdo:
Voy con mi padre en su bicicleta.
Es una tarde apacible y sin llovizna.
go el rumoroso cantar de los bosques
y noto la agitación de su corazón.
Tengo miedo en las curvas y en los baches
a caerme en la cuneta. Y a la vez estoy
feliz: agárrate fuerte, agárrate a mí,
agárrate bien que llegamos pronto,
dice mi padre. A lo lejos se ve el mar.
El viento peina las retamas y tumba
la maleza con la fuerza de un oleaje.
Luego todo es confuso. Y doloroso.
La casa de mi abuelo me pareció
gigantesca, un caserón con huerto,
jardín, dos establos y un hórreo.
De golpe, oigo voces, discusiones,
percibo una furia inaudita. Rabia.
Aquel hombre no puede ser mi abuelo.
Me echo a llorar. Me abrazo a mi padre.
Nadie me consuela. Y los gritos se elevan
por los aires, más allá de la chimenea,
con el estruendo de un vendaval.
No tardamos en irnos. Yo aún no sabía
qué era el pánico: aquella noche pensé
que mi abuelo quería matar a mi padre,
que mi padre quería matar a mi abuelo.
Me abracé a él con un temblor animal.
Todo era oscuridad: el débil faro
alumbraba el final de la pesadilla.
Volvíamos a casa. Jamás podría olvidar
mi primer viaje. Aquel día borroso
en que mi padre me llevó en bicicleta.
Aquella noche en que noté cómo
le temblaban la piel y la sangre.
Mi primer recuerdo.
-De ‘El paseo en bicicleta’. Olifante, 2011.
MONÓLOGO DEL EMIGRANTE
A Ricardo Calero
No quise ser nunca un desterrado. Ni un exiliado en tierra extraña. Para no sentirme extranjero en Suiza recorrí casi todas sus ciudades: Berna, Lausanne, Vevey, Ginebra, Zúrich. En todas encontré acomodo y una rara complicidad. Aprendí lo justo de francés, y menos, bastante menos de italiano y alemán. Amé a algunas mujeres, o soñé que ellas me amaban a mí, que me ofrecían un trozo del jardín donde yo trabajaba; las miraba casi a hurtadillas en su mejor perfil. Hice cuanto pude: me empleé en vialidad y aguas, corté el pelo, hice recados a pie y en bicicleta, levanté fachadas y podé los árboles frutales. No solo eso: a un cerezo lo llamé Jesús y a una acacia, Emilia, como mis padres. Cuando habían pasado cinco años, puse fin a tantos y tantos días lejos de casa. Lejos de mis playas, de mis montañas, de los míos. Lejos de la lluvia que enciende mis bosques de misterio y de música. Antes de irme, con mi letra desgarbada, mandé una carta a cada una de las familias que me habían acogido. Pensaba especialmente en las señoras: Catherine, Marie, Marguerite, Fiorella..., aunque uno de los maridos, Jacques Vivre, me hizo sentir en casa y uno de los suyos. Escribí: «Merci». Solo eso. La auténtica gratitud se concentra y se resume en las palabras justas. Gracias.
-De ‘Seducción’ (Olifante, 2014). Segunda edición o reimpresión, marzo de 2017.
EL VIAJERO PEPO PAZ HABLA DE SORIA Y DE LOS CIELOS DE ESPAÑA

[Pepo Paz es editor de Bartleby y cronista de viajes y fotógrafo. La pasada semana, en Zaragoza, en Cálamo y en el Centro Soriano, presentó dos de sus últimos libros: una ’Guía de Soria’ y un libro sobre ’Los mejores destinos para observar cielos en España’, ambos publicados por Anaya.]
-¿Qué hace un editor de poesía metido a viajero y cronista de viajes?
En realidad son dos actividades que se iniciaron y crecieron a la vez desde el verano de 1998: en julio de aquel año fundamos la editorial y fue también durante aquel verano cuando realicé mi primer viaje y colaboración para el desaparecido suplemento Motor & Viajes (que publicaba cada sábado el diario El Mundo). Ellos estaban sacando un coleccionable con rutas por España y recuerdo que me pidieron una escapada por la Sierra de Alcaraz, en Albacete, un destino que yo había visitado tres o cuatro años atrás para hacer una entrevista a una mujer guatemalteca afincada en Letur para mi primer libro Transeúntes (de América Latina). En cierta forma aquel primer viaje estaba señalando el camino que he seguido como viajero durante todos estos años.
-Una persona con esta trayectoria, el editor de Bartleby, ¿tiene una mirada especial sobre lo que ve? ¿Qué buscas en tus viajes, qué te preocupa, qué quieres captar?
Supongo que, en cierta manera, todo está interrelacionado. Sobre todo en aquellos primeros tiempos de colaboraciones en El Mundo, etapa que duró unos 4 años, en la que pude desarrollar mi trabajo de una manera menos condicionada por encargos específicos. Ahí estaban los temas que más me interesaban y, también, empecé a completar el puzle de un gran juego: el que me ha llevado a casi todos los rincones de la geografía española para contar y fotografiar lo que veía; en suma, para incitar al lector al viaje. Pero el viajero no sólo escribe: también fotografía. Quizás ahí es donde más se fundan mis propias obsesiones con las del editor. Una fotografía es siempre una instantánea de un tiempo pasado. En ese sentido me ha preocupado mucho la destrucción del paisaje y de la identidad de las ciudades y pueblos de España: la euforia constructora ha laminado lo que éramos hasta hace muy poco tiempo. Da grima volver a las carreteras y encontrar las afueras de muchas localidades tomadas por el afán especulador y transformadas en colmenas de adosados.
-Has hecho una guía de Soria, capital de la poesía. ¿Muy propio, no? ¿Qué te atrajo de Soria, qué tienen de especial la ciudad y la provincia?
Bueno, esa fue otra de las casualidades que tiene la vida. Personalmente, y mucho antes de dedicarme a la edición o al fotoperiodismo de viajes, ya tenía una vinculación con el territorio soriano que comenzó a los 18 años mientras fregaba platos como recluta en un cuartel del Ejército del Aire. Allí trabé amistad con un compañero cuya familia era originaria de un pueblo de la Ribera del Duero soriana: Langa. Y por allí empecé a viajar y a desenredar la madeja de mi fascinación por esa provincia. Luego, años después, solía escaparme con mi padre a conducir por sus comarcales a modo de desestresante de la vida laboral en una metrópoli como Madrid. Y así fui amando sus colores, sus cielos y sus pueblos. Durante diez años consecutivos acudí a la ceremonia del Paso del Fuego en San Pedro Manrique, volé en globo y encaré el difícil carácter de los viejos castellanos. Así que cuando el editor de guías nacionales de Anaya Touring me preguntó si me gustaría escribir la nueva guía de Soria de la colección Guiarama, no lo dudé. Si iba a escribir una guía… ¿qué mejor destino que el soriano? Además Soria es un destino diverso, con muchas novedades, que había que recontar. A mí me parece que es una provincia que encarna ese modo slow y sostenible hacia el que camina el turista de nuestro siglo. La ciudad es un compendio de vida sosegada, románico y poesía donde las iniciativas culturales del ayuntamiento están dando un auge distinto, como la única feria de poesía del país: Expoesía. Soria, plató cinematográfico, destino micológico y de observadores de aves y estrellas…
-¿Qué tipo de guía has querido hacer? ¿En tiempo de internet aún interesan las guías?
La anterior guía fue obra de un erudito soriano, otro viajero amante de su tierra y de la Vieja Castilla, Avelino Hernández. Escribir una guía de Soria después de la de Avelino, que había fallecido en 2003 víctima de un cáncer, para mí era un reto. Un reto ambicioso: había que darle una cierta vuelta de tuerca sin olvidar que se trata de una guía sujeta a unos criterios establecidos por una colección que tiene una larga trayectoria editorial. Sobre todo he tratado de hacer una guía actual, con una mirada muy del siglo XXI, en la que los propios sorianos se sintieran identificados. Algunos lectores me han dicho que no se lee como una mera guía repleta de información práctica y es así, se trata, sobre todo, de un libro de viajes donde yo he querido volcar mis experiencias sorianas de los últimos 25 años. En cuanto a la segunda pregunta, bueno, yo creo que Internet nos ha cambiado la vida, la manera de viajar, etc, pero sigue habiendo viajeros que van con una guía de papel en la mano cuando se acercan a sus destinos. En la medida de que los contenidos de las guías sean de calidad, siempre habrá lectores que nos prefieran. En general, yo desconfío mucho de los contenidos de la red, en especial, de los que se suben a través de las RRSS. Sigo creyendo en la capacidad de prescripción de los profesionales.
-¿Cómo te ocurrió el libro ‘Los mejores destinos para observar cielos en España’?
Este libro es una réplica de la guía soriana. En ella ya estaban los cielos estrellados y las rutas de observación de aves. Fue en una reunión con la directora de la editorial (Mercedes de Castro) cuando ella comentó que qué me parecía la posibilidad de escribir un libro dedicado al astroturismo. La idea original fue esa y, en las semanas posteriores, fuimos dando forma al tema de los cielos como propuesta turística. Con esa base, y teniendo en cuenta que el observatorio de Borobia (en la Raya entre Aragón y Castilla) fue el primero de España en funcionar dedicado a la divulgación astronómica, empecé a confeccionar el índice del libro. Y, luego, a escribirlo.
-¿Cuáles son los mejores lugares para ver el cielo? ¿Qué has encontrado en el Observatorio de Javalambre? Parece un territorio de ciencia ficción…
Yo siempre he defendido que el escritor no puede ser neutral. Y en este libro, un libro de viajes, menos aún. A medida que fui avanzando en la primera parte del volumen, la dedicada al astroturismo, me iba dando cuenta de que en realidad estaba hablando de la España deshabitada. Los mejores lugares para observar los cielos peninsulares son, por regla general, aquellos destinos a los que el desarrollo del país ha condenado al abandono. Territorios con una densidad de población en torno a los 3 hab/km2 o incluso menor. Son esos territorios donde la contaminación lumínica es escasa y donde, por ello, las noches estrelladas la contemplación de la bóveda celeste convierte a la Tierra, a ojos del viajero, en esa nave espacial que viaja alrededor del Sol a una velocidad de 30 km por segundo. Uno se siente diminuto contemplando a simple vista la inmensidad del universo. A esos lugares con poca contaminación lumínica hay que sumarle otros parámetros más ponderables científicamente como la visibilidad astronómica (en términos seeing) y de fondo de cielo y extinción (es decir, en términos de absorción y dispersión de la radiación electromagnética). Esos parámetros convirtieron al turolense pico del Buitre (en el municipio de Arcos de las Salinas) en el lugar ideal para la construcción del Observatorio Astronómico de Javalambre (OAJ). Luego le siguieron una serie de iniciativas para promocionar la comarca de Gúdar-Javalambre como destino astroviajero y conseguir la Certificación como Reserva Starlight y, cuando escribí el libro hace unos meses estábamos a la espera de la inauguración de Galáctica, un magnífico Centro para la Difusión y la Práctica de la Astronomía. Teruel es, por sus características geográficas, demográficas y patrimoniales un gran destino turístico. Y sus cielos estrellados son los últimos en sumarse a esa excelsa oferta. A Teruel hay que ir y regresar una y otra vez, sin duda.
-¿Qué tiene de peculiar para ti el cielo de Gallocanta? -¿Y Monte perdido y Ordesa? ¿Qué te conmovió especialmente?
Gallocanta es la bella desolación del invierno, la fiesta de las grullas. Aquí se sintetiza el enorme papel que juega la Península Ibérica como lugar de paso en las migraciones de las aves. Y Ordesa es un santuario para los amantes de la naturaleza, el destino que conjuga abismo y montaña. Ordesa es el fulgor de las estaciones y, por supuesto, el gran refugio de unos de los grandes de nuestros cielos, el quebrantahuesos. Regresar al Sobrarbe es como volver a casa. Un horizonte de leyenda.
Explícanos, descríbenos algunos cielos que te hayan parecido espectaculares, íntimos o casi sobrenaturales.
Lo genuino de los cielos es que, en función de las condiciones meteorológicas y de las estaciones, todo cambia. Cuando no estoy de viaje suelo acudir cada mañana a fotografiar el amanecer en el embalse de Santillana, en Madrid, que es donde vivo. Y siempre es diferente. Creo que la calificación de cada experiencia tiene que ver mucho con lo personal: a mí me encanta sentir el paso de esas estaciones, percibir cómo varían los colores entre unas y otras, cómo va llegando o yéndose el invierno, la algarabía de las aves acuáticas y cómo, de repente, en el momento en que el sol asoma por el horizonte, todo parece quedarse detenido por un instante. Los cielos de Canarias son los que mejores condiciones nos ofrecen para la observación nocturna pero Doñana, Cabo de Gata, el Delta del Ebro, Fisterra o el Urdaibai, por poner algunos ejemplos, me fascinan igualmente y por cosas distintas.
Pensando en Machado… ¿El que está cerca del cielo, está más cerca de Dios o de la poesía?
Yo creo que tocar el cielo con las manos es un estado de ánimo. Los cielos de “Campos de Castilla” son, por lo general, sombríos, como mucha de esa Castilla soriana que poetizó Machado y que en buena medida también bebió del malestar general y el tópico de los escritores del 98 hacia la meseta. Hoy el cielo está más cerca de la exploración y el avance tecnológico. Pero siempre hay hueco para la poesía: el otro día compartí entrevista en RNE con un geoastrónomo que se encarga de parte del entrenamiento de los astronautas y nos planteó una pregunta no exenta de ella… ¿por qué los amaneceres en la Tierra son rojos y en Marte azules?
¿Cuánto tiempo te ha costado este libro, cuántos viajes, cuántos kilómetros has recorrido?
Este libro me ha llevado más de 20 años de trabajo. En realidad, cuando viajaba con mi padre por las comarcales sorianas ya estaba escribiendo mis notas para un libro que ni siquiera sabía que un día iba a escribir. En estas páginas están muchas de las líneas que he escrito en mis 18 años de fotoperiodista y también están los amaneceres y atardeceres que nunca he descrito. Están, por supuesto, las reivindicaciones ecologistas de colectivos vecinales y ecologistas que nos han permitido conservar entornos naturales que el afán de ministros y especuladores nos hubieran hurtado. El gran reto que tenemos es transmitir a las generaciones futuras un mundo habitable. Un reto cada vez más lejos de nuestras manos.
¿Para quién es un libro como éste?
Los mejores destinos para observar los cielos en España es un libro pensado para inspirar el viaje. Es un libro de gran formato, con un importante despliegue fotográfico, ideado para aquellos a quienes les gusta planificar sus escapadas. Y, también, para aquellos viajeros a los que les interesan las efemérides astronómicas, geográficas y naturales. Un libro para casi todos, vamos.
DAVID LÓPEZ: UN DIÁLOGO DE TEBEOS

David López (Las Palmas de Gran Canaria, 1975. Vive en Zaragoza desde hace años) aparece con su hija Marcela, de dos años y medio, y dice: “Antes trabajaba diez horas los siete días de la semana; desde que nació la niña eso ha cambiado”. Se emociona y sonríe cuando la niña reconoce las letras, la m, la p, la r, cuando dice alguna palabra en italiano (David acaba de volver de Milán), o entona alguna canción. De fondo, en las paredes de El Armadillo Ilustrado, cuelgan sus ilustraciones de su nuevo proyecto: ‘Black Hand. Iron Head’, del que es autor del guión, del dibujo y del coloreado, en dos tintas.
-¿Por qué se ha dedicado a esto?
-Todos cuando somos críos dibujamos. A medida que nos vamos haciendo mayores, algunos lo dejan. Y yo nunca lo dejé… Tuve la suerte de que allá por 1991 o 1992 conocí a la gente de Estudio Camaleón -Samuel Aznar, Manuel Estradera, Isidro Ferrer, Luis Royo…- y vi que uno se podía dedicar a dibujar, que ese era un trabajo. Y la verdad es que con 14 años saber que quieres ser dibujante y que puedes serlo dibujante es una ventaja. Pasé la adolescencia bastante tranquilo.
-¿Cómo fue su evolución?
-Iba a Camaleón a mirar. Ellos hacían diseño gráfico, ilustración, y ahí estaba Luis Royo con sus mujeres espectaculares, sus guerreras, sus episodios fantásticos, y a la mejor mi vocación viene de ahí. Vista con perspectiva mi evolución fue muy rápida. Empecé a hacer ilustración tipo Luis Royo, muy elaborada, perfeccionista, llena detalles, fantástica, pero vi que eran muchas horas con el mismo trabajo y que la obra se me moría.
-¿Se le moría?
-Sí. Me aburría antes de haber terminado. Son procesos muy laboriosos. Y a partir de ahí empecé a modular mi estilo, más bien sueltecito, de prueba y error. Mi familia se mudó a Dueñas (Palencia), y un poco con el aislamientos del pueblo dibujé mucho. Hice más fancines de fotocopias, que titulé ‘Espiral’, y las mandé a las editoriales. Serían la serie con la que debutaría…
-¿En el sello La Cúpula?
-Empecé ‘Espiral’ en 1996 y el primer cómic impreso apareció ahí en 1998, que es mi debut profesional.
-¿Cómo se pasó a los superhéroes?
-Me he formado con ellos. Y luego he jugado mucho a rol con los amigos y en los manuales te hacen mucho hincapié en que es un juego narrativo. Ahí estaban las bases de lo que es la narrativa en sí. Narradores somos los escritores, los fotógrafos, los dibujantes, los ilustradores, los cineastas. Y yo cuento historias con imágenes y palabras.
-Hay un momento en que dio el salto a Estados Unidos… ¿Cómo fue?
-Mi primer trabajo fue en el 2000. Me pagaron por un proyecto, titulado ‘Niki y June’, que no llegó a publicarse. Gracias a un agente que empezaba me contrataron para hacer una historia de dos amigas que compartían piso en Nueva York, que se parecía mucho a mi historia de ‘Espiral’: dos amigas que compartían piso en Barcelona… Como ya había trabajado todo fue más fácil. Me han seguido contratando hasta ahora… Ahora, con ‘Black Hand’ han cambiado las cosas. Hasta ahora había sido un salvaje. La primera vez que he empezado a ver cómo se escribe un guion ha sido ahora. ¡Qué manera de sudar sangre, qué duro es! Es un ejercicio constante de humildad.
-Había hecho guiones hasta el 2007 y había estado diez años sin hacerlos. ¿Por qué?.
-He trabajado para Marvel (Spiderman, La Patrulla X, Los Invasores ) y luego pasé a DC (Siupermán y Batman), Me di cuenta de que al haber trabajado con tantos guionistas talentosos, no había nada mío. Sentí como un vacío. Y he querido hacer cosas. Este es un cómic digital que subiré a la re d a finales de marzo. Ahora yo quiero contar mis historias y quiero serlo todo: guionista, dibujante, dar color.
-Uno puede vivir de este trabajo.
-Otros no lo sé, pero yo sí, tengo la suerte de que trabajo con los mejores pagadores de cómic del mundo.
-¿Por qué, qué les da?
-Es una serie de factores. Creo que entiendo cómo funciona la narrativa de superhéroes, específica, llevo años demostrando que soy una persona de confianza, que cumplo los plazos en fecha y forma, que entiendo la industria, y hay una serie de relaciones de confianza que ya están ahí… Y digo yo que algo de talento habrá…
-¿Está de moda el tebeo?
-Se le vuelve a dar voz. Se están haciendo cosas que solo se pueden hacer en cómic y los hábitos de lectura de la gente son más compatibles con el cómic.
-¿Está pasando algo especial en Aragón?
-No sé si hay una generación, pero hay buena salud en cuanto a autores y editoriales. Aparte, en Zaragoza el apoyo institucional está siendo clave. El Salón del cómic de Zaragoza es de los más demandados por autores, los autores y las editoriales quieren venir aquí y esto es por que los libreros se están moviendo. Hay un clima especial de apoyo al cómic.
-¿Tres cómics que le hayan impresionado?
- ‘Murderabilia’ de Álvaro Ortiz, que me tiene fascinado, es el equivalente de Paul Auster en la literatura; ‘Los surcos del azar’ de Paco Roca y ‘El almanaque de mi padre’ de Jiro Taniguchi. No he llorado más con una obra de ficción nunca.
LA ESCRITURA DE MARTINEZ DE PISÓN

EL NARRADOR INVISIBLE
DE LA CLASE MEDIA*
Antón CASTRO
Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) dijo en una ocasión, tras ganar el Premio de las Letras Aragonesas en 2011, que escribía “desde el fondo de un rincón sombrío del corazón”. La frase en él es casi insólita: es un narrador natural, diáfano, de la estirpe de Clarín, Galdós, Pardo Bazán o su amado Pío Baroja, y huye de las frases poéticas, complejas o afectadas como de la peste. Martínez de Pisón es un tipo de afectos y de rutinas: sus grandes amigos son los de la universidad (como el bibliófilo José Luis Melero y el gongorista Antonio Pérez Lasheras, dos de sus primeros lectores, o el cinéfilo Luis Alegre) y la primera juventud, a lo que va añadiendo siempre a alguien porque es un embajador constante de la amistad, como lo era su llorado amigo Félix Romeo; es fiel a la ciudad que dejó con poco más de 20 años, Zaragoza, pero a la que siempre vuelve, a la lectura de esquelas (que suele comentar con el escritor Miguel Mena) y al Real Zaragoza, incluso ahora, en Segunda División y lejos de sus días de gloria; Ignacio Martínez de Pisón, casado con la profesora María José Belló, es yerno de Luis Belló, futbolista finísimo del club aragonés en los años 50 y entrenador del Real Zaragoza que consiguió en menos de dos meses, en 1964, la Copa de Feria y la Copa del Generalísimo.
Pisón se marchó a Barcelona a principios de los 80, donde se hizo escritor con sus hábitos insobornables: tres horas de escritura al día, la pasión por los periódicos y la lectura, las partidas de billar, un número concreto de flexiones o de minutos de ‘running’, su suave forma de fumar y las citas noctámbulas con los amigos. Eso es innegociable: en Barcelona, en Zaragoza o en Madrid, donde también tiene casa, Pisón se prepara para el sueño charlando, bebiendo, intercambiando confidencias y chistes, contando y oyendo historias, y cantando si se tercia.
Al principio, este licenciado en Filología Italiana intentó sobrevivir con traducciones del italiano de autores como Daniele del Giudice, Guido Morselli o Marco Lodolli, pero siempre tuvo claro su empeño: quería ser escritor profesional. Empezó con buen pie con dos libros que dan la medida inicial de su talento: la novela Alguien te observa en secreto (Anagrama, 1984), que tenía más de un eco de su infancia y adolescencia a la sombra de su abuelo materno, en cuyo despacho había leído la Enciclopedia Espasa y a Valle-Inclán, y una colección de cuentos: Alguien te observa en secreto (Anagrama, 1985), que reflejaba la hondura de su percepción y su dominio del género, con ecos de Chejov, Tabucchi o Natalia Ginzburg; luego, a su aprendizaje, se sumarían otros nombres: John Cheever, Tobias Wolff, Vladimir Nabokov o Richard Ford. Pisón ha publicado un total de cuatro libros de cuentos que ha refundido en una antología, un tanto excluyente por decirlo así: Aeropuerto de Funchal (Seix Barral, 2009). Ahí están los cuentos que considera valiosos de su trayectoria.
Desde esos dos libros, Pisón no ha parado: si en sus años universitarios en Zaragoza había firmado crónicas y críticas de cine y se había interesado por la guerra de África y la figura de Ramon José Sender, incitado por José-Carlos Mainer, todo ello retornará con el paso del tiempo: Pisón se convertirá en guionista para Martínez Lázaro, en Carreteras secundarias y Las trece rosas, y para Fernando Trueba, en Chico y Rita. Y en 2000 publicará la novela juvenil, Una guerra africana (SM); esta disciplina la había ensayado en El tesoro de los hermanos Bravo (Alba, 1996), relato de iniciación con ecos de La isla del tesoro y El viaje americano (SM, 1998), sobre los actores españoles en Hollywood.
Ante todo, Ignacio Martínez de Pisón es narrador. Novelista. Contador de historias. Suele decir que halló su voz en Carreteras secundarias (Anagrama, 1996), el libro la historia de un padre, un tanto pícaro y extraviado entre dos mujeres, y un hijo inconformista, que se enamora de una joven negra en la Base Americana de Zaragoza. La familia es el tema más constante de Pisón, la familia de clase media. Él es huérfano desde los nueve años, y la figura del padre siempre cobra una dimensión especial. Por cierto, esa tensión y ese diálogo, a menudo interrumpido, regresan ahora con su nueva novela: Derecho natural.
Otro libro capital, quizá de los más rotundos y complejos, sea su extensa novela: El tiempo de las mujeres (Anagrama, 2003), el último que publicó en un sello en el que había estado, felizmente, durante veinte años. Es una narración familiar, de nuevo, la historia de tres hermanas, muy distintas. A Pisón siempre le había interesado la historia, el proceso de investigación de sus libros. Ahí también es particularmente minucioso. Y cayó en sus manos la peripecia del traductor José Robles Pazos, traductor de John Dos Passos, trotskista y asesinado en 1937 por los esbirros de Stalin. Pisón contactó con su hija y siguió su rastro, y le salió un espectacular libro de ensayo histórico con aroma de novela: Enterrar a los muertos (Seix Barral, 2005). Marca un antes y un después en su trayectoria, y cosechó elogios y premios. Deslumbró a Mario Vargas Llosa. Desde entonces las novelas de Pisón arrancan de un proceso previo de indagación documental, literaria y oral, y eso se percibe en Dientes de leche (Seix Barral, 2008), otra historia de una estirpe vinculada a los fascistas italianos en la guerra civil española; en El día de mañana (2011), quizá su novela más ambiciosa, un friso coral de voces en torno a un delator en la Barcelona de los 60 y 70, y en La buena reputación (Seix Barral, 2014), que aborda la vida de una pareja y su descendencia, de origen judío y vinculada al Protectorado Español en Melilla. Esa novela de novelas recibió el Premio Nacional de Narrativa de 2012; quizá no sea la más redonda de Martínez de Pisón, sí la más voluminosa, pero resume a la perfección su estética: el estilo invisible, la creación de personajes, el equilibrado desarrollo de la acción, la amenidad y la atmósfera realista. Pisón suele decir que su “oficio consiste en saber captar la realidad y saber transformarla en palabras”. Esa querencia es visible también en sus brillantes artículos de opinión de La Vanguardia.
*Este artículo apareció en el suplemento ’Culturas’ de ’La Vanguardia’, que dirige Sergio Vila-Sanjuán el jueves 18 de marzo.
**La foto de Pisón es de Elena Blanco. La otra es de Heraldo.
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CICLO DE 'ENCUENTROS EN EL MUSEO'

El Museo de Ciencias Naturales estrena una nueva actividad de divulgación que se celebrará el último miércoles de cada mes en el Paraninfo
El escritor zaragozano Eduardo Viñuales inaugura “Encuentros en el Museo” el próximo 29 de Marzo con una charla sobre cómo ser naturalista en Aragón
La sesión, con entrada libre, tendrá lugar a las 19h en la sala Joaquín Costa
RETRATO DE EDUARDO SALAVERA

RETRATO DE EDUARDO SALAVERA
[Más de 300 personajes recordaron, en la sala Luzán, Al pintor del color, de la luz, del paisaje y del Ebro]
Antón CASTRO
1. Eduardo Salavera (Zaragoza, 1944-2016) fue un pintor rodeado de amigos. Y el cuaderno ‘Homenaje a Eduardo Salavera’, de entrada, es un retrato de grupo con un artista que ha dejado huella. A todos nos mejoró la vida con su siembra de afecto, ingenio, compromiso, libertad y talento.
2. Fue un pintor pintor que disfrutó del oficio y de la resolución constante de problemas estéticos. Fue un artesano de la mancha, de la pincelada, del sueño y del esfuerzo por encontrar un espacio propio esencialmente humano, habitado por el sentimiento, la belleza y la hondura.
3. Fue un creador luminoso y apacible que encontraba sus paraísos en el estudio a cualquier hora.
4. Fue un pintor de la luz, del paisaje, del Ebro y sus mejanas y sus florestas, del mar y del Mediterráneo. Fue, a su delicada manera, un pintor de agua.
5. Fue un pintor que se afirmaba en la historia de la pintura, que vivía en la emoción permanente, en la lentitud. Meditaba, aprendía y se reconocía en los demás. Dialogó con sus antepasados y con sus contemporáneos con una sonrisa en los labios. No hablaba mal ni de su sombra.
6. Fue un pintor del color, de la sorpresa, del fuego, de la tierra sedimentada. Aragón en todas las estrellas: Aragón lanzado como un cohete hacia el mundo. Lo universal es lo local sin paredes, como dijo Miguel Torga. Y así, desde su calle, sus rincones, sus bares, se empieza a pertenecer a la tierra entera. Así lo hacía Eduardo, con infinita suavidad.
7. Fue un pintor que entendía que el arte es un acto de transformación íntima y colectiva. Y puede ser un ejercicio de puro deleite y un torbellino de transgresión.
8. Fue un pintor de Zaragoza, la ciudad que sentía suya, que recorría a cada instante y en la que se reconocía clásico y moderno. Zaragoza era su lugar, su puerto de paz, su faro necesario, el remanso de las invenciones y la hospitalidad, y una ventana inmensa abierta a todos los horizontes. La ciudad de sus ciudades.
9. Fue un pintor honesto, humilde, dispuesto a admirar antes que a denostar. Para él cada cuadro era un combate, una tentativa y una prueba decisiva. La claridad empezaba por el estado lúcido de su corazón y de ahí le pasaba a las sienes y a los dedos.
10. Fue un artista de la acuarela. Alguien que sabía mirar con el vértigo de quien abraza con los ojos la naturaleza y sus conciertos. Atrapaba al vuelo la sabiduría y el orden.
11. Fue un pintor que, en vísperas de su adiós inesperado, cumplió un sueño: expuso en la Lonja. Lo hizo con absoluta plenitud y la llenó de música. A veces, aun ahora suena el jazz de sus lienzos. O los pájaros que huyen de la enramada en forma de melancolía.
12. Eduardo está aquí, en el libro. Está en nuestra memoria. Con sus múltiples detalles: refinamiento, ironía, intención, conciencia y sensibilidad. Está en la poesía visible e invisible de su pintura, que es, como él deseaba, un espacio imaginario y mítico, el territorio Salavera, el país de la generosidad y de la ternura estremecida.
13. Eduardo Salavera habitaba la inspiración incesante de una pasión serena que fluía en el silencio como un río. El Ebro, el Huerva, el Gállego, los ríos de su vida y de la nuestra. Los ríos de la materia viva de la creación.
14. Eduardo Salavera fue un gran conversador, un enciclopedista del capazo a la intemperie, y nos dejó recados y mensajes por todas las esquinas y en las alas del cierzo.
15. Descansa, vuela. Rebélate a tu modo. Sé libre. Agigántate en la noche de los tiempos. Pinta, Eduardo, pinta los secretos de la eternidad. Seguiremos muy atentos.
*Este texto fue leído en el homenaje, en la Cai Luzán, a Eduardo Salavera. Y se publicó en 'Heraldo' el pasado viernes. Es para Nieves, esposa de Eduardo, sus hijos Daniel y Francisco, y para sus amigos.
**Autorretrato de Eduardo Salavera.
DIÁLOGO CON DANIEL CANOGAR

Daniel Canogar: “Hoy se hace realidad un sueño”
“Sikka Ingentium” es el último trabajo de Canogar, una producción del Museo Universidad de Navarra que cuenta con la colaboración de la Fundación Aquae
"Gracias por dejarme hacer realidad un sueño, Sikka Ingentium. Hoy es un día muy emocionante para mí, la llegada a una meta después de tres años de trabajo intenso, junto con mi director técnico, el ingeniero Diego Mellado, y el director musical, el artista y compositor Alexander MacSween”. Así comenzaba la rueda de prensa Daniel Canogar, quien destacó que esta obra supone un homenaje a un soporte audiovisual hoy en extinción (el DVD), a una época que ya pasó y al gusto que todos tenemos por el cine. “Porque quien no recuerda su pasado, ha perdido la identidad y no sabe de dónde viene ni a dónde va” sentenció en su afán constante en su trayectoria profesional por perpetuar la memoria.
Los más de 2.400 DVD’s que componen la escultura están colocados en la pared de la sala principal del Museo Universidad de Navarra. Se trata de una instalación en forma de nube enorme, con más de 18 metros de base y 3 metros de altura. “La forma que el conjunto adquiere evoca al cúmulo de información que se instala en la red, en internet, en las redes sociales” y critica así el exceso de imágenes que actualmente generamos, el modo que empleamos para reproducirlas o los soportes donde las almacenamos, que enseguida quedan obsoletos, por lo que “son imágenes que nada perduran, solo circulan”, afirmó parafraseando a Joan Fontcuberta, con quien dijo compartir esta visión.
En Sikka Ingentium, Canogar se convierte en “arqueólogo y cineasta”, pues ha creado su propio guión, con una narrativa no lineal, que da como resultado una película de 30 minutos hecha con fragmentos de las películas grabadas en esos discos del pasado. “No hay ninguna película repetida; unas son producciones de Hollywood, pero también está presente el cine nigeriano, el chino, el europeo, el español… Elijo fragmentos para crear series: las caras que personalizan esta industria cinematográfica, las explosiones de coches como escenas recurrentes, los caballos por su presencia en la gran pantalla desde el western hasta la actualidad, entre otras.”
La producción audiovisual está compuesta 7.500 capas, que se proyectan en cinco videomappings sobre la superficie de esta gran escultura de 18 metros. La composición sonora trabaja sobre 14 pistas de sonido. Y como los anversos de los DVD’s actúan de espejo, la pieza tiene una segunda versión, si se contempla el reflejo que los discos generan sobre la pared de enfrente. “Esta otra imagen de la escultura me gusta también porque para mí representa, de una manera abstracta, nuestro cúmulo de recuerdos, convierte la obra en una experiencia sensorial y en una reflexión sobre el gusto del ser humano por aquello que produce reflejos, brillos y deseos, desde la edad primitiva y el fuego de las cavernas hasta los destellos de Hollywood”.
Las carátulas de los discos son también parte de la exposición. Pueden verse en el corredor expositivo que precede el acceso a la sala, de modo que los visitantes podrán conocer con qué películas se ha compuesto la obra, “elegidas no por lo que contienen, sino porque estaban siendo consideradas ya casi como una basura, un dvd a desechar. Me gusta recuperar algo a punto de extinguir y darle una nueva vida, un uso contemporáneo”.
Por su parte, el director general del Museo, Jaime García del Barrio, ha agradecido la importante colaboración de la Fundación Aquae, que ha hecho posible esta obra, y ha anunciado que habrá un segundo trabajo de Canogar para el Museo Universidad de Navarra, “a partir de ahora, Daniel comienza a trabajar para el programa de creación artística del Museo, Tender Puentes. Cuando termine su estudio y nueva producción, podremos presentar otra exposición del artista y editaremos una publicación con los resultados de éste y de su futuro trabajo”.
La exposición estará vigente en el Museo Universidad de Navarra, en Pamplona, hasta el 15 de octubre de 2017.
*Estas declaraciones son por cortesía de Elisa Monserrat del Museo de Navarra.
LANDERO, PROTAGONIZA 'TURIA'
SUMARIO, COMENTADO, DEL NUEVO NÚMERO DE TURIA
12 AUTORES DE DISTINTOS PAÍSES RINDEN
HOMENAJE A LUIS LANDERO EN EL MONOGRÁFICO CENTRAL
TAMBIÉN PUBLICA TEXTOS INÉDITOS DE ANDRÉS TRAPIELLO, GONZALO HIDALGO BAYAL, MANUEL LONGARES, LUCIANO CANFORA
Y MANUEL ANTONIO PINA
ÁLVARO VALVERDE PRESENTA HOY “TURIA” EN EL
MEIAC DE BADAJOZ
El escritor Luis Landero es el gran protagonista del nuevo número de la revista cultural TURIA. Un total de 12 autores de distintos países participan en un atractivo monográfico que permitirá a los lectores conocer más y mejor las claves de su obra y su personalidad. Se trata de una aproximación plural, interesante y completa al autor que nos fascinó con novelas como “Juegos de la edad tardía” y que continúa haciéndolo con su reciente “La vida negociable”.
El nuevo número de TURIA en homenaje a Luis Landero será presentado hoy en Badajoz por el poeta Álvaro Valverde. El acto, que contará con la presencia del propio Landero, tendrá lugar a las 20 horas y en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC).
A través de un sumario de 500 páginas, TURIA no sólo analiza y fomenta la lectura de la obra de Luis Landero, también realiza una plural aproximación a la literatura extremeña actual a través de textos inéditos (relatos, poemas, aforismos, artículos, ensayos y críticas de libros) de un total de 25 autores.
“Internarse en la obra de Luis Landero –reconoce Elvire Gomez-Vidal, hispanista francesa que ha coordinado el monográfico de TURIA- es ingresar en un universo genuino inmediatamente reconocible por lo que se podría llamar un ‘estilo’ inimitable, dotado de una agradable fluidez pero también de gran densidad, sutil y profundo aunque de aparente sencillez y hasta de ingravidez a veces, que va involucrando al lector en su trama de manera ineludible. Es una obra que se resiste a las categorizaciones o a los encasillamientos porque tiene voz propia en el panorama de la narrativa española actual”.
Sin duda, Landero merece un lugar de honor en la literatura de nuestra época y sus libros nos confirman que domina como pocos el arte de narrar. “Landero –según asegura la profesora Gomez-Vidal en TURIA- ha sabido crear un universo novelesco propio que deslumbra, despierta la curiosidad del lector, y lo alienta a relecturas por los descubrimientos sucesivos de datos, ideas, hilos narrativos que no había captado en un primer momento”.
UN SUMARIO REPLETO DE TEXTOS Y AUTORES DE INTERÉS
Además del cuidado monográfico dedicado a Luis Landero, el nuevo número de TURIA brinda un sumario repleto de lecturas y autores de interés. Así, las páginas de la revista se enriquecen con textos de importantes autores internacionales. Entre ellos, destacan el escritor mexicano Carlos Díaz Dufóo hijo, el portugués Manuel Antonio Pina o el italiano Luciano Canfora.
Otros protagonistas de la nueva entrega de TURIA son autores como Javier Cercas, Lorrie Moore o Iñaki Uriarte, sobre cuya obra se publican artículos originales.
También da a conocer textos narrativos inéditos de Manuel Longares, Eugenio Fuentes y Patricia Esteban Erlés. Tres autores que, por su calidad, figuran entre los más valorados dentro de las letras españolas de nuestros días.
TURIA ofrece igualmente a los lectores poemas inéditos de Andrés Trapiello, Pureza Canelo, Álvaro Valverde, Ana Rossetti, Jordi Doce y Basilio Sánchez.
Especialmente recomendables son las dos amplias entrevistas exclusivas que TURIA publica con dos escritores muy relevantes: Rosa Montero y Gonzalo Hidalgo Bayal. Ambos conversan con Fernando del Val acerca de un amplio repertorio de temas de interés. Así, con la periodista y escritora hablamos sobre el sexo y la muerte, la novela y la madurez. Igualmente analizamos el presente y el futuro de los medios de comunicación, el papel de Europa o el actual cuestionamiento de la democracia. Por lo que se refiere a la entrevista con el profesor y autor de “Nemo”, repasamos sus devociones literarias: Kafka, Faulkner, Juan Ramón Jiménez o Rafael Sánchez Ferlosio. Se habla también de Buñuel y de la tristísima realidad que mostró en “Las Hurdes, tierra sin pan”, de la situación de la enseñanza o de la atracción que siente hacia las ruinas.
Este nuevo número de TURIA ha sido ilustrado por el poeta visual Antonio Gómez.
LUIS LANDERO, ENTRE CERVANTES Y KAFKA
Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) es uno de los escritores más reconocidos y leídos tanto en España como en otros países. De ahí que, en el monográfico que TURIA le dedica, se publiquen textos originales sobre su obra de las más diversas procedencias. Ha sido coordinado por Elvire Gomez-Vidal, profesora emérita de Universidad de Burdeos y reconocida experta en Landero. También participan con artículos inéditos: Luis Beltrán Almería (Universidad de Zaragoza), Raúl Nieto de la Torre, Fernando Valls (Universidad de Barcelona), Irina Enache (Universidad de la Sorbona-París IV), Analía Vélez de la Villa (Universidad Católica Argentina), Alfonso Ruiz de Aguirre, Epicteto Díaz Navarro (Universidad Complutense), Natalie Noyaret (Universidad de Caen), Antonio Rivas (Fairleigh Dickinson University, USA) y Gonzalo Hidalgo Bayal.
Además, TURIA publica un ensayo inédito de Luis Landero: “Devaneos de lector” y una xtensa y reveladora entrevista realizada por la periodista cultural Emma Rodríguez. En ella, Landero nos dirá que “la cultura ha pasado a ser un suburbio del entretenimiento”. Y también que “no hay nada peor que la complacencia para un escritor”. Cierra el monográfico una exhaustiva biocronología.
En TURIA nos gusta Luis Landero porque, como ha escrito Elvire Gomez-Vidal, “sin grandilocuencia alguna, con extremada humildad, el autor deja asentada la figura del escritor en tanto conciencia ética, en tanto guardián de un patrimonio literario, de una cultura popular que corren a la par con valores esenciales para la humanidad y su supervivencia: una simbiosis entre la ética, la estética y el juego”.
Para Fernando Valls, “si la primera letra del alfabeto literario de Luis Landero es la C de Cervantes, la segunda quizá sea la K de Franz Kafka”. No en vano, y según ha afirmado el propio Landero, “Kafka es el escritor del siglo XX para mí más querido”.
Por otro lado, y según Luis Beltrán Almería, más allá de la tendencia de Landero al autobiografismo, a elementos de educación, al cervantismo, hay que subrayar que es un “autor de novelas biográficas, de novelas de educación o de novelas humorísticas”.
Entre los artículos inéditos que TURIA publica sobre Landero, sobresale el texto del también escritor extremeño Gonzalo Hidalgo Bayal: “El héroe y sus heterónimos”. En él reconoce que no hay mejor guía de lectura que “aventurarse en los escritos de Landero con la avidez y la inocencia del lector afín”. No obstante, para Hidalgo Bayal “la obra de Landero es, sin duda, más ambiciosa, pero es también la memoria literaria de la difícil aclimatación del siglo XIX rural en el siglo XX urbano, del ensamblaje de esos dos mundos en vías de desaparición, si es que ‘en vías’ no es una locución en exceso optimista y estamos en realidad a estas alturas ante el emotivo testimonio de dos mundos extintos”.
“Lograr que literatura y vida se confundan, que lleguen a ser la misma cosa, que puedan ser afrontadas con el mismo sentimiento de realidad y de plenitud es el afán que Luis Landero persigue con su obra”, asegura la profesora argentina Analía Vélez de Villa.
Por su parte, Raúl Nieto de la Torre opina que “no se puede entender la obra de Landero sin la conflictiva y todopoderosa figura del padre, motor inmóvil que, desde un más allá impreciso, influye decisivamente en la vida del hijo”. Y también da cuenta de otra clave que descubrimos al leer cualquier libro de Landero: “hay una verdadera vocación, de corte cervantino, por integrar la literatura oral en la textura de la literatura escrita”.
Alfonso Ruiz de Aguirre concluye su artículo en TURIA afirmando que “la representación de la sexualidad sirve a Landero para proyectar sobre el mundo una mirada traviesa y aguda”.
Según Epicteto Díaz Navarro, Landero sería un escritor que innova la tradición y en cuya trayectoria debe subrayarse cómo sus narraciones muestran “con una rara originalidad el poder transformador de la palabra, una intensa imagen del hombre como individuo libre y una sutil ironía que no deja al margen la autocrítica”.
JAVIER CERCAS, LORRIE MOORE E IÑAKI URIARTE
El sumario de TURIA se abre, en esta ocasión, con un sugerente artículo de Domingo Ródenas de Moya sobre la trayectoria literaria de Javier Cercas. En él se subraya la condición esencialmente autobiográfica de su obra: “desde “El móvil” (1987) hasta “El monarca de las sombras” (2017) los reflejos de su propia biografía son permanentes y crecientes aunque siempre enmascarados con artificios diversos, y no es el menor el de fingir que el narrador de sus libros, a veces con su propio nombre, es él mismo”.
Además, según Ródenas de Moya, la preocupación constante de Javier Cercas “por el modo en que se construyen y carburan los artefactos literarios hace de él un escritor ajeno a la espontaneidad y a salvo de la ingenuidad, lo que no significa que sea cerebral ni intelectual ni, aún menos, gélido”.
Mención destacada en el sumario de la revista merece un sugerente artículo sobre los relatos de la norteamericana Lorrie Moore, uno de los nombres propios más relevantes de la narrativa de nuestros días. Bajo el título de “Los relatos de Lorrie Moore o Bob Marley haciendo quimioterapia”, el profesor de la Universidad de Oviedo Javier García Rodríguez analiza la obra de una escritora que es un buen ejemplo de la “calidad y variedad de la cuentística norteamericana contemporánea”.
La sección que TURIA dedica a los estudios literarios se cierra con un artículo sobre uno de los diaristas españoles actuales más valorados por la crítica y los lectores: “La quinta rueda del carro. Los diarios de Iñaki Uriarte”, de Manuel Arranz.
ANDRÉS TRAPIELLO, MANUEL LONGARES, CARLOS DÍAZ DUFÓO, MANUEL ANTONIO PINA, LUCIANO CANFORA Y RAMÓN CARANDE
Entre el buen surtido de lecturas inéditas que ofrece TURIA sobresalen los 25 epigramas del mexicano Carlos Díaz Dufóo hijo, todo un célebre raro de las letras latinoamericanas. Y es que este escritor de vida breve (nació en Ciudad de México en 1888 y se suicidó en la misma urbe cuando contaba con 44 años) se ha convertido en referente de sucesivas generaciones de lectores y escritores como autor de unos magistrales “Epigramas” que, como bien subraya Luis María Marina en su nota introductoria, constituyen “una auténtica ética del fracaso”.
Además, TURIA publica textos narrativos de Manuel Longares, Eugenio Fuentes, Patricia Esteban Erlés y un fragmento de los diarios de José Luis García Martín.
No menos interesantes son los aforismos inéditos de tres de sus más relevantes cultivadores: Manuel Neila, José María Cumbreño y Elías Moro. Sus textos confirman la notable pujanza creativa que goza actualmente el género del aforismo en España.
En poesía, TURIA publica un breve antología del portugués Manuel António Pina, con traducción de Antonio Sáez Delgado. Y también se ofrecen versos originales de, entre otros: Andrés Trapiello, Pureza Canelo, Ana Rosetti, Álvaro Valverde, Jordi Doce, Basilio Sánchez, Javier Lostalé, Jorge Riechmann, Eduardo Moga e Inma Chacón.
En el apartado que TURIA dedica al ensayo, merece una atenta lectura un fragmento de la nueva obra del prestigioso intelectual italiano Luciano Canfora: “Libro y libertad”, un texto apasionante y sorprendente sobre el poder del libro y la lucha entre el libro y el poder.
No menos recomendable es el homenaje que, bajo el título de “Ramón Carande, un humanista singular”, rinde Manuel Pecellín a esta gran personalidad de la cultura y la economía españolas del siglo XX.
ENTREVISTAS A ROSA MONTERO Y GONZALO HIDALGO BAYAL
Rosa Montero y Gonzalo Hidalgo Bayal forman, sin duda, una extraña pareja por las diferencias que los separan, pero ambos comparten un valioso vínculo: son dos de los más relevantes escritores españoles de nuestros días. De ahí que la revista TURIA no haya dudado en dedicarles a cada uno de ellos sendas entrevistas a fondo y en exclusiva.
En la amplia conversación con Rosa Montero (Madrid, 1951) que publica TURIA descubriremos a una autora que está “harta de ser periodista” y que reconoce que “en periodismo hablas de lo que sabes y en ficción de lo que no sabes que sabes”. Confiesa Rosa Montero que, para ella, “escribir es un camino zen” y que “la libertad tiene que ver con dejar circular el inconsciente. Las novelas nacen del mismo lugar que los sueños”. La autora, reconoce que cada vez practica una literatura más mestiza: “la novela de hoy intenta reflejar la realidad, y yo la veo mezclada de fantasía y divulgación”. Además, “de la unión de lo fantástico y lo real sale la realidad. Cervantes fue el primero en darse cuenta. Lo que él hizo repercutió en todos”.
Para la autora de títulos como “La ridícula idea de no volver a verte” o “La carne”, “la gente carga el amor de cosas que no son. Lo hemos trascendentalizado”. Y respecto al sexo nos dirá: “no me cabe la menor duda de que el sexo es una vía de conocimiento de primer orden, al nivel de cualquier otra –una conversación profunda, por caso-. No a la primera, pero sí una forma rápida y efectiva de conocer una parte muy íntima del otro, y no hablo de la desnudez, sino de su manera de ser”.
De Gonzalo Hidalgo Bayal (Higuera de Albalat, Cáceres, 1950), se ha dicho que es uno de los “Bartlebys” de nuestra narrativa, de esos escritores escondidos centrados en su obra y alejados del espectáculo mediático. Quien durante años diera clases en un instituto de secundaria, duda que la enseñanza pueda crear lectores literarios: “El momento en que alguien se hace lector convulso solo depende de ese alguien. No se puede enseñar. Muchos leen empujados en el instituto y, cuando deben ser autónomos, se retiran. Yo lo comparo a la Primera Comunión: se preparan, la hacen y no vuelven a misa ni a comulgar ni a confesarse”.
Preguntado por aquellos primeros deslumbramientos que tuvo como lector y escritor no duda en reconocerse juanramoniano y ferlosiano, y que “Faulkner me hizo pasar de los endecasílabos a la prosa”. Asegura también que Kafka te puede afectar personalmente y que “si no hay nada que aportar, mejor callarse”.
VICENTE BLASCO IBÁÑEZ, RAMÓN J. SENDER Y JOSÉ RAMÓN ARANA
Respecto a sus dos secciones dedicadas a los asuntos o protagonistas aragoneses, TURIA publica un artículo sobre la presencia de Teruel en la narrativa de Vicente Blasco Ibáñez, el gran escritor valenciano universal del que se celebra este año el 150 aniversario de su nacimiento. Su autor, Francisco Lázaro Polo, nos recuerda los vínculos familiares de Blasco Ibáñez con Aragón y con Teruel (su padre era originario de Aguilar de Alfambra y su madre de Calatayud) y cómo la presencia de personajes procedentes de tierras turolenses tiene un notable protagonismo en sus novelas de tema regional valenciano como “Arroz y tartana”, “Cañas y barro” y en algunos de sus “Cuentos valencianos”. Se certificarían así literariamente los vínculos históricos entre las gentes de Teruel y las tierras valencianas, siempre vistas por los habitantes del sur de Aragón como lugar de promisión y de futuro.
Otros dos grandes nombres propios de la cultura aragonesa del siglo XX, Ramón J. Sender y José Ramón Arana, ocupan también las páginas de TURIA. En este caso, y a través de un artículo de Olga Pueyo Dolader, se indaga acerca del papel de la Iglesia en la guerra civil española mediante el análisis de dos célebres novelas publicadas originalmente en el exilio: “Réquiem por un campesino español” (titulada inicialmente “Mosén Millán”) de Sender y “El cura de Almuniaced” de José Ramón Arana. Resulta interesante comprobar cómo, desde el posicionamiento republicano y anticlerical de ambos autores, se perfila la labor de la Iglesia en el Aragón rural a través de dos curas de aldea: mosén Millán y mosén Jacinto. Sin duda, sus posicionamientos divergentes marcan su perfil humano ante el conflicto fraticida.
Asimismo, TURIA contiene la sección habitual denominada “La isla”, con fragmentos del diario de Raúl Carlos Maícas enriquecidos gráficamente por Isidro Ferrer. Cierra el sumario de la revista una amplia sección de crítica de libros, “La Torre de Babel”, donde se analizan las novedades editoriales de mayor interés.
*El texto pertenece a comunicación de 'Turia' y a su director Raúl Carlos Maícas. La foto de Luis Landero la tomo de aquí:
http://www.huffingtonpost.es/2017/02/10/entrevista-luis-landero_n_14675196.html
F. M. LÓPEZ SERRANO: UN DIÁLOGO

[Esta tarde, en la librería Cálamo, a las 19.30, Francisco Miguel López Serrano (Épila, 1960) presenta su nueva novela: 'Diario de un asesino melancólico' (Ediciones del Viento), que fue galardonada con el Premio Salamanca de novela. Conversará con Eduardo Riestra y Antón Castro]
¿‘Diario de un asesino melancólico’ (Ediciones del Viento) nace de una decepción, de una reflexión, o sencillamente se te ha impuesto como un tema literario?
Es la reflexión sobre un hecho decepcionante: la imposibilidad de comunicarse en el ámbito de la pareja y la falta de competencia en el terreno emocional de toda una generación de discapacitados emocionales nacidos sub Franco en la que me incluyo. También pone de relieve otra terrible discapacidad de algunos individuos entre los que, por suerte, cada vez me incluyo menos: la incapacidad para decir “no”.
¿Es una indagación en el mundo de la pareja o del matrimonio, vistos como una guerra civil, o no hay que leerlo con esa literalidad?
Como trato de señalar en la novela, el guerracivilismo constituye el ethos de nuestro país. Las microguerras civiles están presentes en todos los ámbitos de la sociedad española, desde las tertulias televisivas, a las guarderías y, desde luego, en el ámbito doméstico.
¿Por qué has elegido la forma de diario para contar el deseo de un hombre de matar a su esposa, antes de ser asesinado por ella, como sospecha?
El diario es como un agujero negro capaz de tragarse la vida entera. En él tienen cabida todos los géneros, desde la reflexión filosófica a los pasajes narrativos, del aforismo al epigrama. En este caso concreto quería además que la historia se contara desde la subjetividad de un narrador en primera persona por razones que no puedo revelar aquí sin poner en peligro el desenlace.
¿Qué les diría a los que pueden ver en el libro una broma pesada vinculada a la violencia de género?
En la novela no se habla de la violencia de género sino de la soledad del género humano.
¿Qué es para ti el humor negro y cuál es su importancia en tu literatura?
El humor negro y la ironía son una especie de anestésico para soportar el impacto de la realidad. Sin el humor y la ironía la existencia sería algo bastante parecido a una operación en vivo.
¿Por qué has elegido a un escritor como protagonista y das unas cuantas pistas que nos invitan a pensar que podrías ser tú? ¿La sátira, en realidad, empezaría por uno mismo?
Me interesaba un escritor que mantuviera una relación problemática con el mundo y con su propia obra en el más amplio sentido, y que a la vez fuera profesor de escritura creativa a distancia, porque de ese modo podía insertar en la narración otras voces y otros textos y establecer algún que otro contrapunto humorístico. Todas las pistas que un autor da en su obra sobre sí mismo suelen ser falsas, pero a menudo es a través de esas pistas falsas (y esta paradoja la expresó muy bien Pessoa) como mejor se le identifica. Creo que casi todos los hombres (casados o no) podrán reconocerse en algunos rasgos del narrador de la novela e identificar como propias más de una situación o anécdota.
¿Cuándo y por qué dejan de quererse las parejas? ¿Por qué se comportan como si fueran extraños que duermen juntos y se masturban en silencio?
Creo que las parejas dejan de quererse cuando ya no son capaces de verse el uno al otro de una forma extrañada, es decir, cuando se convierten en parte del paisaje doméstico. En ese momento cada uno de sus miembros desaparece para el otro.
Da la impresión de que la trama es un divertimento más o menos sombrío o escacharrante, pero que has querido ir más allá. ¿A dónde o hasta dónde? ¿Has querido hablar del desamparo más absoluto del ser humano, por ejemplo?
Creo que ya lo anticipé más arriba, la novela trata de la soledad, del desamparo y del conflicto del ser humano con ese monstruo que él mismo construye y que llamamos realidad.
¿Por qué la imaginación es tan activa y creativa desarrollando ideas para matar y tan poco fértil para entenderse o decirse las cosas a la cara?
En el terreno de la geopolítica la respuesta resulta obvia. En el de la pareja, resulta un misterio. En el de la narrativa de misterio, resulta inevitable.
¿Cómo has logrado sostener la intriga, qué recursos has empleado?
Como en toda novela de misterio que en principio juega a no serlo, el autor va dando alguna pista aquí y allá, en el pasado del narrador o en algunas anécdotas concretas que al lector, avezado a resolver novelas de misterio que aparentemente no lo son, no le pasarán por alto.
¿Tenías algunos libros concretos en la cabeza?
Volví a ver una película bastante convencional, aunque con cierta gracia, La guerra de los Rose (1989) que no me aporto gran cosa. La principal referencia, que además se cita a menudo en la obra como una especie de leitmotiv, es Happy days de Beckett, una de las obras más desoladoras sobre la muerte del amor.
¿Quiénes son los autores de referencia a los que acudes?
En los últimos tiempos leo y releo con frecuencia y placer a algunos escritores americanos de los llamados posmodernistas, como Don Delillo y Thomas Pynchon. Creo que en nuestro país no existe nada parecido a la obra de estos autores.
¿En qué momento literario estás: eres poeta, traductor, cuentista, narrador?
En este momento estoy dedicando parte de mis energías a terminar una novela que cerrará una trilogía no planeada que se inició con Retrato del asesino en prácticas y cuya segunda entrega es la novela de la aquí hablamos.
¿Tienes la sensación de que la literatura importa cada vez menos?
Creo que en nuestro país la literatura, desde siempre, solo nos ha interesado a unos cuantos individuos de esos a los que ahora llaman frikis.