Se muestran los artículos pertenecientes a Diciembre de 2018.
PACO ORTEGA: UNA CONVERSACIÓN, UNA VIDA EN EL TEATRO, UN BALANCE

Nacido en Zaragoza en 1953, Paco Ortega acaba de jubilarse de la Escuela Municipal de Teatro. Ha sido crítico, director y responsable del Centro Dramático de Aragón y de la Expo-2008. [La fotografía es de Juan Moro.]
-¿Cómo nació tu pasión por el teatro? ¿Qué te atrapó?
Nació de una forma natural: jugando con mi abuela Carmen en el caserón donde vivía en la calle San Miguel. Intercambiábamos papeles. A veces ella me miraba y otras, la miraba yo. Había “sesiones” más concurridas, con la presencia de mis padres, mi amigo Paquito, mi tía y mis primos. En medio del salón había una especie de arco que separaba dos habitaciones y que tenía un medio una cortina de terciopelo rojo, que se abría y se cerraba. Ese fue mi primer escenario.
-¿Hubo figuras claves, actores, maestros, espectáculos, nombres que te contagiasen esta pasión?
Mi escuela fue mi propio autodidactismo y ver todo el teatro que venía al Teatro Principal. Me sentaba en la fila 1, butaca 2, justo al lado del crítico de Heraldo de Aragón, Don Pablo Cistué de Castro. Nos saludábamos con cortesía y a la salida nos despedíamos hasta la próxima. La primera vez que fui al Teatro Principal fue el 26 de enero de 1969 para ver “La hora de la fantasía”, de la autora italiana Ana Bonnaci. Lo sé porque tengo una colección inmensa de programas de mano. Y después estuve años y años viendo de todo: obras buenas, malas y malísimas. Rodero, Fernán Gómez, Galiana, José Luis Alonso, Adolfo Marsillach, Miguel Narros y más tarde Víctor García, etc, me “enseñaron” el oficio, y especialmente a distinguir entre el buen y mal teatro.
-En tus inicios hay un montón de grupos. Desde Albaida y Ánade, hasta el Teatro Universitario o la Ribera y el Grifo. De manera sencilla, y sé que nos daría para una enciclopedia, cuál es el balance… ¿Qué aprendiste, cómo lo viviste?
Hay tres etapas: la primera en Medina Al Baida y el Grupo de Anade, que fueron experiencias muy valiosas pero absolutamente amateur, la segunda, cuando ya estaba en la Universidad, en Octubre Teatral, el Teatro Universitario, en donde mi autodidactismo comenzó a dar algunos frutos valiosos y comencé a aplicar una metodología que no sé de dónde me salió, y una tercera, en el Teatro de la Ribera, ya siendo profesional. Con Pilar Laveaga, Mariano y Javier Anós me enrolé en un proyecto que recorrió España de arriba abajo, participando conscientemente del movimiento del “teatro independiente”. Recuerdo que el día que se terminó el luto oficial por la muerte de Franco actuamos en Ciudad Real, y todos pasamos por comisaría antes de subir al escenario. Fue divertido, dentro del miedo que teníamos. En esta compañía aprendí mucho, tanto lo que que quería hacer en el teatro, como lo que no quería hacer. Me fui de allí con un cierto malestar pero con la cabeza llena de ideas y proyectos. El más importante y llamativo marcharme a Moscú para aprender las técnicas de clown aconsejado por Miguel Garrido.
-Por qué fundaste en 1982 el Nuevo Teatro de Aragón. ¿Qué compañía querías crear, qué tipo de teatro anhelabas hacer?
En el NTA quería hacer lo que no pude hacer en el Teatro de la Ribera. Y lo conseguí: viajar, hacer cientos de funciones, participar en festivales, estrenar en Madrid y Barcelona y otras ciudades españolas, recibir críticas buenas y malas, etc. El NTA nació porque consideramos que en Aragón había un hueco que pensábamos que no cubría ni la Ribera, ni el Teatro Estable, ni otras compañías. Un nuevo teatro, limítrofe con otros lenguajes artísticos, hecho de otra forma, con una sintonía muy especial entre los actores y yo. Por aquel entonces estaba muy influido por Els Joglars, el Teatre Lliure y el Teatro Fronterizo. Fue la época en que empecé a ir a París con frecuencia para ver al Théâtre du Soleil, y al Festival de Aviñón.
¿Cuál sería el balance apretado de casi treinta años en escena?
El teatro lo ha sido todo para mí durante muchos años. He dirigido mucho, pero me hubiera gustado actuar, ser actor durante más tiempo. Creo haberle servido, y no haberme servido de él, como pedía Stanislavski. He vivido momentos preciosos, y otros horribles, la mayoría de ellos como consecuencia de problemas económicos. En Aragón si querías dirigir o actuar había que ser empresario, y eso es algo que nunca llevé bien del todo.
-¿Qué piezas rescatas, de qué te sientes más satisfecho?
Es muy complicado destacar, pero tal vez recuerdo con especial cariño “La comedia imaginaria”, a partir de dos textos de Molière, una dramaturgia que ideamos Manuel Martínez Forega y yo; “La metamorfosis”, una adaptación que hizo Benito de Ramón del texto de Kafka, en donde dirigí a María Isbert, a su hijo Tony, y a Alfonso del Real, pero también a Rosa Lasierra, a Joaquín Murillo, etc; “Shakespeare´s”, que se presentó en varios festivales y que contaba con Maribel Verdú, Luisa Gavasa, Joaquín Hinojosa, Cristina de Inza, Pedro Rebollo, Félix Martín, etc.
-¿Dirías que fuiste un director de actores, de actrices sobre todo?
Sobre todo es lo que he sido, aunque, como te he dicho, me hubiera gustado trabajar más veces como actor, que en el fondo es el oficio más bonito dentro de los oficios del teatro. Pero tal vez esta carencia la he compensado dando clases aquí, en Barcelona, etc. La enseñanza ha sido una verdadera pasión, el trabajo al que más fiel he sido y en el que me he encontrado más a mí mismo. No hay nada como transmitir conocimientos, provocar experiencias, a actores y a actrices, seres frágiles y fuertes, al mismo tiempo. Enseñando he aprendido yo más que nadie.
-¿Qué significó para ti Benito de Ramón, profesor y dramaturgo, qué significa?
Benito es un magnífico profesor y un buen amigo. Durante años llevamos juntos el timón del NTA. Como director de la Escuela Municipal de Teatro ha sido un hombre inteligente, eficiente y amable. Lo que ha ocurrido con él es una injusticia absoluta. No es que una sentencia haya sido injusta, que lo ha sido y mucho, sino que los verdaderos responsables de un despropósito mayúsculo han sido aquellos que le han dejado a los pies de los caballos. Gente que no merece ocupar cargos en el Departamento de Educación de ninguna institución pública, burócratas sin talento ni sensibilidad, y, en algunos casos, malas personas.
-Ha sido profesor de la Escuela Municipal de Teatro. Dabas Historia y Teoría Teatral. ¿De manera sencilla, qué quisiste enseñar, qué se puede aprender en el teatro?
Fui durante poco tiempo profesor de Historia y Teoría. Apenas un par de años, que coincidieron con mi etapa de director de la Escuela. Muy pronto Mariano Cariñena me propuso dar clases de Interpretación, que es lo que he hecho durante más de veinte años. Enseñar en teatro es transmitir adecuadamente lo que tú sabes o crees saber. Para hacerlo no hay recetarios, ni manuales: hay reflexiones compartidas, experiencias humanas, cercanía entre alumnos y profesores. Eso no es exactamente amistad. Enseñar también es exigir y exigirte, es involucrarte de verdad en procesos, en desarrollos. Ser profesor de teatro es ser doblemente humano. Por otra parte están los talleres de tercero, momentos de plenitud pedagógica. Ahí quedan “Don Juan y si estuvieras aquí”, de Benito de Ramón que presentamos en la escuela más prestigiosa de Londres, o “Woyzec”, de Büchner, que se estrenó en Burdeos, Barcelona y Madrid. En total he dirigido catorce talleres.
-Te vas con 65 años y se diría, también, que ¿con ira y con amargura?
No. Me voy feliz y contento. Mi trayectoria en la Escuela ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. He compartido horas y horas con Mariano Anós, Cariñena, Miguel Garrido, Rafael Campos y todos mis compañeros y compañeras. He asistido a un proceso ejemplar de recambio generacional: mis antiguos alumnos y alumnas son ahora profesores. ¿Qué mejor prueba de que la Escuela ha sido fecunda? Hemos formado actores y actrices profesionales, de los que Fernando Fernán Gómez se deshacía en elogios. Hemos levantado una escuela sólida y humanista. He sido feliz en la penumbra del aula, aprendiendo y enseñado. El hecho de que mi jubilación haya sido abrupta y no me hayan permitido seguir los dos meses que les pedía, solo demuestra la insensibilidad y la descortesía de las personas a las que antes me refería.
-¿Es la ciudad y sus instituciones cruel con los suyos, se obra aquí aquello de Zaragoza como ciudad saturnal que devora a sus hijos?
No lo sé. Si no fuera por esto último, yo me sentiría extraordinariamente afortunado por cómo he sido tratado y por el reconocimiento que, en general, ha tenido mi trabajo aquí, en sus diferentes vertientes. Sí es verdad que Zaragoza es una ciudad muy dura en algunos aspectos, y que hay un clima espiritual por el que no haberse marchado a tiempo suena a mediocridad. Y eso no es así. Aquí hay gente y ha habido gente muy valiosa.
-Vayamos con otra experiencia: el Centro Dramático de Aragón. Empezó con energía, con ilusiones, con ideas… ¿qué te emociona al recordarlo?
El Centro Dramático de Aragón fue para mí una experiencia fabulosa. Yo quería poner en marcha un centro de producción al estilo europeo, en el que se contara con profesionales de la tierra y se importara otros de fuera. Y así fue: Carlos Martín, Félix Prader (de la Comedie Française), Joan Ollé, Fernando Fernán Gómez y otros dirigieron espectáculos. Se estrenaron textos de Shakespeare, de Javier Tomeo, del propio Fernando. Regresaron actores que habían emigrado… Que no supusiera un conflicto de intereses con las compañías privadas, sino que fuera el buque insignia que les abriera paso. Creo que las decisiones que se tomaron fueron ambiciosas artísticamente y en poco tiempo estrenamos en el María Guerrero, de Madrid, en el Grec, de Barcelona, o en el Teatro de la Abadía, ganamos un premio en el Festival de Almagro y un Max… Pero sobre todo, conseguimos firmar contratos estables con los actores, que no han vuelto a ser pagados jamás y que suponían para ellos una puerta laboral siempre abierta. Cuando yo me marché, el Gobierno de Aragón puso al frente a una persona que había manifestado públicamente que no le parecía una buena idea y que tampoco le gustaba el teatro. Se veía venir que sus días estaban contados, y ahí es donde el Sindicato de Actores extrañamente miró para otro lado. A mí me regateaban dos euros de dietas por actuación, y, sin embargo, no se plantaron contra la decisión de cerrarlo. Es inexplicable.
-¿Por qué se cerró: hubo conjura general o indiferencia? ¿Por qué nunca se dijo nada, no se dieron razones?
Se cerró por lo que te cuento, por la inexplicable desidia de la profesión, que se hizo el harakiri más absurdo de la historia del teatro. Y, en otro orden de cosas, porque la Consejera Eva Almunia, heredó un proyecto que había nacido en la anterior legislatura, de la mano de Javier Callizo, miembro de un partido diferente.
-¿Por qué cuesta tanto en Aragón, pero sobre todo en Zaragoza, sostener los proyectos, entender el bien común como algo coral?
Tampoco lo sé, pero siempre ha sido así. La gente lucha mucho por defender sus supuestos intereses particulares y no le entra en la cabeza que defender los generales, los del sector, es la mejor garantía para conseguir lo primero. Hay poca mirada al horizonte y demasiada al ombligo. Hay miedo a lo desconocido.
-¿Qué te dio y qué nos dio, desde el punto de vista de los espectáculos, la Expo?
Fue la etapa más extrema de mi vida. Cuatro años subido en un avión, proyectando espectáculos en Buenos Aires, Canadá, Francia, Moscú… Conocí a gente alucinante y tuve libertad para hacer mi trabajo, para promocionar maravillas como “Hombre vertiente”, como “Iceberg” o como la Cabalgata del Cirque du Soleil, gracias a Roque Gistau, Jerónimo Blasco y a Paco Pellicer, que eran mis superiores directos. Siempre me sentí respaldado por ellos. Yo buscaba conjugar modernidad, pensando o contratando espectáculos para todos los públicos, y todo ello en sintonía con el mensaje que la Expo defendía. Sin embargo, diez años después, veo aquello como un subidón que no tuvo la continuidad necesaria. Algunas personas planteamos en 2007, un año antes de comenzar la Expo, un Festival de las Artes Escénicas y de la Música para Zaragoza. Nadie nos oyó. También hubo un poderoso factor en contra: cuando se apagaron las bombillas de la Expo nos encontramos con la crisis y los recortes.
-De todos estos años, ¿de qué te sientes más orgulloso? ¿Qué es lo mejor que te llevas?
Me he reído mucho. Mi trabajo ha sido mi vida. No ha habido distancia entre ambas realidades. Y no me he marchado de Zaragoza. Ese ha sido mi gran error y, al mismo tiempo, mi gran conquista. He resistido al cierzo y a los elementos. En el primer caso hablo del clima, en el segundo de algunos y algunas personas insensibles y aprovechadas, cegadas por una ridícula ambición. Me quedo con que mis momentos de felicidad han sido casi una constante.
-¿Cuál es, ahora mismo, la calidad de nuestro teatro: en espectáculos, directores, actores, infraestructuras?
Sinceramente no lo sé. Estoy en una fase en la que el teatro de los demás no me interesa demasiado. Y lo digo con cariño, con mucho cariño. Estoy centrado más en mí, esa es la verdad, como para emitir diagnósticos. Creo, sin embargo, que la Cultura en el Gobierno de Aragón está bien protegida por Nacho Escuín, y que tal vez no tenga muchos medios, pero sí claridad de ideas y honradez. En cuanto al teatro estrictamente creo que han resistido aquellos que vieron en su momento que había que protegerse detrás de paredes: en el Teatro de la Estación, en el Teatro Arbolé y en el Teatro de las Esquinas. Creo que hicieron una apuesta inteligente y audaz que les ha salido bien. Yo no tuve esos reflejos. Les deseo lo mejor de corazón, entre otras cosas porque en algún momento fueron mis compañeros y volverán a serlo en algún momento.
-Si cierras los ojos y repasas todo, ¿crees que ha valido la pena tanto esfuerzo?
No suelo cerrar los ojos y pensar en el pasado. Pienso en el futuro. Si los cierro es para recordar lo maravillosa que ha sido mi vida profesional, la inmensa suerte que he tenido, y algunas personas a las que he conocido y han dejado una huella imborrable en mí, gente que me ha enseñado algo: Fernando Fernán Gómez, Emma Cohen, Joan Manuel Serrat, Peter Brook, etc. Y los amigos que he hecho en estos años y que siguen de un modo u otro conmigo, vivos o muertos: Jordi Mesalles, Miguel Garrido, Gerardo Malla, María Isbert, Joan Ollé, Jorge Eines, Javier Tomeo, Rafael Campos…
-Brevemente. ¿Qué deseas hacer en el futuro? Tienes compañía, has sido actor y autor teatral…
Vivo ya en ese futuro. Comparto tres compañías –Teatro Intimo, Teatro del Espejo, Dama de Noche-, cada una pensada para un tipo diferente de proyectos. Allí estoy con gente muy valiosa como Roberto Millán, Belén Mirabal, Yván Miguel, Beatriz Serrano, Gérard y Françoise Maimone y con Mario Ronsano, joven e inteligente, y José Antonio Royme, la eficacia hecha persona. Pero especialmente con la persona que ha ensanchado mi vida: mi mujer, Isabel Rodríguez Romero, puro nervio, puro talento, pura energía positiva, con la que voy a tener un hijo en apenas unos meses y con la que reemprenderé mi carrera cuando deje de hacer biberones y cambiar pañales. Quiero seguir dirigiendo, pero me apetece escribir (estoy terminando un libro que se llamará “Memorias de un gamberro antifranquista”), y actuar, sobre todo actuar, especialmente con Isabel. Ojalá también lo haga algún día colaborando con mi hijo Paco, que se ha decantado por la música y la composición. Así que de pasado nada: presente y futuro.
*La foto es de Juan Moro. Fotógrafo madrileño instalado en Zaragoza que trabaja en un gran proyecto: ’Gente de mal vivir’.
https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2018/08/05/juan-moro-retrata-mas-200-creadores-gentes-mal-vivir-zaragoza-1260617-1361024.html
PRIMERA CARTA DE RAMÓN ACÍN A CONCHITA MONRÁS

El 8 de diciembre de 2018 se cumplen cien años desde que Ramón Acín le envió la primera carta a Conchita Monrás. Se trataba de una postal dibujada por Acín para felicitar a Conchita en el día de su santo:
«La señorita Luna, leyendo el mensaje donde el maestro Granados, desde el cielo, (los buenos artistas están en el cielo después de muertos) felicita a su fiel intérprete Conchita Monrás.
Felicítale, también desde la tierra y le felicitará luego de muerto desde el infierno (a los malos artistas nos aguarda el infierno) su buen amigo Ramón Acín».
La correspondencia entre Ramón y Conchita —cartas, bocetos, dibujos, papelitos no siempre fechados ni fáciles de ordenar— es un poema de amor sostenido durante dieciocho años. Ramón y Conchita tejieron un universo de complicidad y ternura, un mundo propio hecho con palabras. Y esas mismas palabras se convirtieron en trinchera contra la tristeza, en fábrica de sueños, en abrazos de cuerpo entero, en terreno de reconciliación, en lugar para el recuerdo, en bálsamo de la ausencia, en remedio contra las pequeñas y las grandes heridas que, a veces, provoca vivir.
El Museo Pedagógico de Aragón celebra el centenario del inicio de esta correspondencia reeditando el artículo que publiqué en el número 120 de la revista Turia en diciembre de 2016. Agradezco a Raúl Carlos Maícas, director de Turia, las facilidades que me ha dado para poner a disposición de todos este texto en la colección Publicaciones Digitales del Museo Pedagógico de Aragón.
Huesca, 8 de diciembre de 2018
Víctor Juan
Director del Museo Pedagógico de Aragón
Patrono de la Fundación Ramón y Katia Acín
«Tú eres antes que todo»
La correspondencia de Ramón Acín y Conchita Monrás
Para entender la vida de Ramón Acín hay que tener en cuenta que uno de los pilares de su existencia fue Conchita, su compañera, su cómplice y su musa. Conchita era antes que todo. Antes que la libertad y antes que el arte. Así lo escribió Ramón Acín desde la cárcel, posiblemente en 1924:
«Aquí discutimos, damos charlas y asambleas, estamos todo lo relativamente bien que se puede estar sin libertad... y sin ti, mejor dicho, sin ti y sin libertad porque tú eres antes que todo».[1]
Concepción Monrás Casas (Barcelona, 3 de noviembre de 1898 – Huesca, 23 de agosto de 1936) era hija de Joaquín Monrás Casanovas, catedrático de Literatura, que fue destinado al Instituto de Huesca cuando Conchita era una niña. Conchita completó sus estudios en el colegio de Santa Rosa. También aprendió a tocar el piano con el maestro Eusebio Coronas. Tenía intereses poco comunes entre las jóvenes de la época. Estudiaba esperanto, jugaba al tenis, le gustaba actuar en obras de teatro… Era diez años más joven que Ramón Acín, con quien se casó el 6 de enero de 1923.[2] La ceremonia se celebró en casa de Conchita, en la Plaza de Santo domingo, 8, para guardar el luto por la muerte de la madre de Ramón Acín, fallecida unos días antes.
Una valiosa descripción del carácter Conchita nos la ofrece Mariano Añoto Pola, un niño al que Ramón y Conchita acogieron en su casa como si fuera un hijo más, cuando se quedó huérfano.
«Conchita era espigada, delgada, de cuerpo armónico y atractivo, joven de rostro agradable y sonrisa feliz. Imperiosa cuando pedía u ordenaba, a veces sus ojos centelleaban ante situaciones graves. Plenamente enamorada de su marido, compartía en una estrecha unión con una entrega total, todos los problemas de este. (...) Conchita fue la heroína verdadera. Una mujer que defendió a su esposo con todas las consecuencias».[3]
Esta no fue la única ocasión en la que Mariano Añoto recordó a Conchita. Sol Acín en un artículo publicado en El Día de Aragón en 1988 recogió el testimonio de Mariano Añoto sobre Conchita:
«Recordarás algunas tardes, las más de las veces tardes de invierno, tardes frías en las que vuestro padre se había ausentado de casa. Vuestra madre nos decía: “¿vamos a la alameda? Subiremos también a Las Mártires”.
Cuando iniciábamos el paseo, el Sol, que en principio era amarillo invernal, poco a poco se tornaba turbio y frío.
La niebla surgía por el cauce del río Isuela a borbotones, envolviéndonos con su gélido vapor, y pronto nuestros alientos empezaban a condensarse con fuerza.
–A ver quién me coge –decía de pronto–, y emprendía veloz carrera. Muchas de las veces para cogerla teníamos que cercarla. Su velocidad era asombrosa. Era joven, sana y fuerte».[4]
Desde que comenzó su relación, Ramón le escribía a Conchita notas, billetes, cartas, postales, apuntes con dibujos sin otro propósito que el que tienen los enamorados cuando se escriben: decirse cómo se quieren y se extrañan permanentemente porque el tiempo que pasan juntos siempre se les hace corto. Leídas una tras otra, estas cartas son un largo poema de amor. Ramón Acín escribía apretándose el hígado o cuando le saltaba el corazón. Se apretaba el hígado para denunciar las injusticias y el sufrimiento de los más débiles, aunque sabía que se le cerrarían algunas puertas o se le negaría algún saludo[5]. Acín confesaba que era más fácil escribir apretándose el hígado, cuando le desbordaba la hiel, pero le bastaba pensar en Conchita, en su zagalica, en su gitana de la gitanería para que le saltara el corazón. Por eso sus cartas rebosan ternura, amor y delicadeza. Seguro que Conchita le contestaría, pero Ramón no guardó sus cartas con tanto cuidado como el que puso Conchita en guardar las palabras y los dibujos de Ramón. Solo han llegado hasta nosotros unas pocas misivas remitidas por Conchita. Sin embargo, sabemos que se enviaban mensajes diariamente. De la calle Las Cortes a la plaza de Santo Domingo, de la plaza de Santo Domingo a la calle Las Cortes. Y esos mensajes nos muestran la limpieza de un mundo construido con palabras, de un territorio que Ramón y Conchita conquistaron para ser juntos, para ser uno solo.
Las despedidas de las cartas también son una muestra de la complicidad y del cariño que les unía: «Siempre el mismo», «Te quiere de verdad, de verdad tu Ramón», «Mucho, mucho, mucho te quiere Ramón», «Te envía muchas cosicas tu R».«Estoy muy contento de nuestro mucho cariño, tu Ramón».
Conchita le llamaba a Ramón «chiqué», «majico», «Ramoncico mío», «nenico».
Y Ramón le decía «gitanilla», «Chiteta», «zagalica»…
Un paraíso en la calle Las Cortes
Rafael Sánchez Ventura escribió que el hogar que construyeron Conchita y Ramón en la casa de la calle Las Cortes era un «ejemplo emocionante de armonía, de elevación, de belleza, donde todo adquiría dignidad y gracia; aquel hogar de Huesca, que también fue mío, instalado en la señorial casona de anchas estancias repletas de cuadros, esculturas, estampas, viejos muebles y libros, objetos múltiples de exquisito arte popular conseguidos al cabo de los años en incesantes correrías que hicimos juntos por tantos y tantos lugares; aquel hogar animado por la inteligente alegría de Conchita Monrás, la tierna compañera de Ramón, iluminado por el radiante hechizo de las dos niñas, a tono ambas en hermosura y precoz sensibilidad e inteligencia con el ambiente de la casa; aquel hogar a todos abiertos donde el pobre tenía puesto franco en la mesa, enseñanza cordial de música y dibujo en la academia».[6]
Marianito Añoto recordaba a Conchita como la necesaria compañera para Ramón Acín. Se complementaban. No se entendían el uno sin el otro: «Conchita, a la inversa que Ramón, procuraba estar totalmente a ras de tierra. Enjuiciaba, pesaba, medía con claridad todo problema sentimental, político o económico. Gracias a ella el equilibrio material se mantenía en el hogar. En aquellos años se precisaba menos para vivir, pero en casa de Ramón Acín siempre se caminaba con adelanto de décadas y los gastos eran grandes. Conchita sabía frenar a su marido».[7]
Otro testimonio del clima que reinaba en casa de Ramón y Conchita Monrás nos lo ofrecen las declaraciones del capitán Fermín Galán en las que destaca que Conchita era la compañera de Acín. Todo era ideal en la casa de la calle Las Cortes: «Me maravilla cada vez que voy a casa de Acín. Son ideales él, su mujer y sus niñas ¡Su casa entera! ¡Acín ha encontrado la compañera! ¡Ha tenido suerte!».[8]
«Tan identificados que no podía ser más»
En 2002 Katia Acín destacaba en un encuentro con estudiantes la gran sintonía que había entre sus padres: «Mi madre era una mujer totalmente enamorada de mi padre y estaban tan identificados que no podía ser más».[9]
Conchita y Ramón tuvieron una relación absolutamente simétrica en la que tanto ponía el uno como daba el otro. Hay dos dibujos de Acín que expresan el respeto, la admiración y el apoyo incondicional que se dispensaban. En uno Conchita toca el piano en primer plano y detrás está Ramón pintando, sentado frente a un caballete. En el segundo dibujo es Ramón quien pinta en primer plano y Conchita toca, al fondo, el piano.
La identificación entre Ramón y Conchita es una constante en su correspondencia. Por ejemplo, en la carta que Ramón le envió a Conchita el 8 de diciembre de 1921 le decía que pronto serían uno, que se confundirían sus cosas y de ambos sería por igual todo: «como Conchita no es Conchita sino que soy yo y yo Conchita, para los dos por igual han de ser lo bueno y lo mediano y lo malo, si lo hubiere». Y así fue. Conchita y Ramón compartieron lo mucho bueno que hubo en sus vidas, los juegos y la alegría de las niñas, los días luminosos en la playa, las excursiones al Pirineo, la amistad de buenos amigos, los sueños de un mundo mejor. También compartieron el dolor de la cárcel, Ramón dentro de una celda y Conchita sufriendo la ausencia de Ramón en la prisión de los días vacíos. Compartieron el exilio. Ramón en París y ella en Huesca, una ciudad que sin Ramón se convertía para Conchita en un extraño lugar.
Conchita fue en todo momento la compañera de Acín. Fue su cómplice cuando Ramón se dedicaba a sus «sindicalerías»[10] o cuando era detenido y encarcelado por participar en huelgas y protestas. También compartió la voluntad de Ramón cuando, después de tocarles 30 000 duros en el premio gordo de la lotería de Navidad de 1932, Acín financió el rodaje de la película de Luis Buñuel Tierra sin pan en Las Hurdes.[11] Y también era de Conchita la generosidad que Acín tuvo con algunos amigos cuando estuvieron enfermos y necesitaron dinero. Y, llevando al extremo su amor, Conchita quiso compartir el destino de su marido cuando unos hombres convertidos en bestias lo arrancaron de su casa para matarlo.
«tú me acompañas siempre»[12]
Conchita y Ramón compartían las ideas, las aficiones y las pasiones. Ramón le decía a Conchita en una carta de octubre de 1933 que bastaba que uno de los dos amara una cosa, para que, naturalmente, la amara también el otro:
«Me gusta que te guste el mar; a mí, si no me gustase, me gustaría por gustarte a ti. Y me gusta que te guste la montaña; ya sé que si a ti no te gustase, te gustaría por gustarme a mí».[13]
Juntos habían descubierto que solo importaba cómo se querían. Aprendieron que teniéndose el uno al otro, todo lo demás era relativo. Y eso lo expresaba Ramón Acín en un resumen que hacía de una carta que le enviaba Conchita en la primavera de 1922:
«Leída tu carta, voy a hacerte el resumen de ella y la mía y todas las cartas habidas y por haber (incluidas las 40 de la baraja). Resumen:
Que Ramón quiere mucho, mucho a su Conchita y que su Conchita quiere mucho, mucho, y un poquitín más a su Ramón, y todo lo demás tiene poca importancia ¿verdad, zagalica?».[14]
El humor y el amor
La primera carta enviada por Ramón a Conchita de la que se tiene conocimiento está fechada el 8 de diciembre de 1918. Se trata de la felicitación del día de la Inmaculada en la que Ramón dibujó una Luna que escuchaba como Conchita interpretaba al piano a Granados. El compositor felicitaba a Conchita desde el cielo. Su «amigo» Ramón Acín también la felicitaba y la felicitaría –le anunciaba– después de muerto desde el infierno porque «los malos artistas siempre van al infierno»[15].
A Ramón le gustaba jugar con todo. Encontramos ejemplos de este carácter cuando le pintó a su perro Tobi un bozal para que los laceros municipales le dejaran en paz[16], cuando liberó al pájaro que vivía en la jaula que más tarde ocupó una pajarita[17], cuando escribía sobre fútbol[18], cuando estando en la cárcel dibujó una palomica que todas las noches sorteaba las rejas de la prisión para besar a Conchita y a las niñas.[19] También cuando decía de sí mismo que había ingresado por voluntad propia en la orden de los predicadores en el desierto porque escribía y denunciaba asuntos que para muchos podían parecer tan nimios como la ubicación de los caballitos y los tiovivos para las ferias de San Andrés en el lugar más frío de Huesca[20]... Por eso no es aventurado suponer que quizá Ramón le pidió matrimonio a Conchita con una declaración en la que también jugaba en un momento solemne. No sabemos cuándo le envió una postal en la que había dibujado un cura junto al que Acín escribió: «Lea el otro lado»:
«Amiga Conchita:
Si me encuentra usted una novia morenica y salada y se presta este cura, me caso».
El 7 de enero de 1922 en La Tierra se publicó el reportaje titulado «¿Qué le han traído a usted los reyes?» en el que se adjudicaban algunos regalos a personas de la ciudad y en esa relación se incluía a Ramón Acín: «A Don Ramón Acín una muñeca, pero que muy gitana, que le hace olvidarse de papá Lenin». Seguro que esta fue la respuesta textual de Acín a la pregunta. Ya sabemos que Conchita hacía que Ramón se olvidara de todo. Hasta de Lenin, porque Conchita era para Ramón «antes que todo».
[1] La correspondencia entre Conchita Monrás y Ramón Acín puede consultarse en la base de datos de Emilio Casanova y Jesús Lou (2004), Ramón Acín. La línea sentida, Zaragoza, Departamento de Educación, Cultura y Deporte de Gobierno de Aragón y Diputación Provincial de Huesca. Esta documentación también está disponible en la página web de la Fundación Ramón y Katia Acín (http://www.fundacionacin.org/). Además, Jesús Lou transcribió las cartas de Conchita y Ramón en un artículo titulado «Geografía íntima de Ramón Acín», incluido en Emilio Casanova y Jesús Lou (2004), Ramón Acín. La línea sentida, op. cit.
[2] Víctor Pardo Lancina (2004), «Concepción Monrás y Casas (Barcelona,1898-Huesca, 1936)» en Emilio Casanova y Jesús Lou, Ramón Acín. La línea sentida, op. cit.
[3] Víctor Pardo (2004), «Concepción Monrás y Casas (Barcelona,1898-Huesca», 1936) en Emilio Casanova y Jesús Lou, Ramón Acín. La línea sentida, op. cit.
[4] Sol Acín (1988) «Ramón Acín. Notas al margen», El Día de Aragón, 5 de noviembre de 1988.
[5] Ramón Acín, «El valor moral, futbolistas y futbolaires», El Diario de Huesca, 14 de diciembre de 1926.
[6] Rafael Sánchez Ventura, «En memoria de Ramón Acín», Aragón, 2, p. 3, citado por Víctor Pardo, «Una casona en la vieja ciudad amurallada», pp. 335-336 en Casanova, Emilio y Mas, Carlos, Ramón Acín toma la palabra. Barcelona, Penguin Random House Grupo Editorial.
[7] Citado por Víctor Pardo, «Una casona en la vieja ciudad amurallada», p. 337 en Casanova, Emilio y Mas, Carlos, Ramón Acín toma la palabra… op. cit.
[8] Arderíus, J. et al. (1931) Vida de Fermín Galán, Editorial Zeus, Madrid, p. 270. Citado en Víctor Pardo (2015) «Una casona en la vieja ciudad amurallada», p. 337 en Casanova, Emilio y Mas, Carlos, Ramón Acín toma la palabra, op. cit.
[9] Emilio Casanova (2005), Katia Acín. La niña saltapias, Zaragoza, Emilio Casanova Producciones, 9 minutos, disponible en https://vimeo.com/114427490. En este corto se reproduce parte de una conferencia de Katia Acín en el Colegio Mayor Universitario Raimundo de Peñafort.
[10] Esta es la expresión que Acín utilizó en octubre de 1921 en una postal que le envió a Conchita en la que un monaguillo decía. Rogad a Dios por el bienestar social: «este monaguillo que tiene el buen deseo de arreglar la cuestión social para que Conchita esté tranquila no teniendo que ver ya (por innecesario) a su Ramón metido en sindicalerías».
[11] Víctor Pardo (2009), «Retratos de Ramón Acín, el apóstol bueno», Anuario de Pedagogía, 10, p. 88.
[12] Carta de Ramón a Conchita, 10 de diciembre de 1921. Ramón Acín estaba en Zaragoza y escribe: «Llegué perfectamente, zagalica, muy solico. Solico a medias porque tú me acompañas siempre…».
[13] Carta de Ramón a Conchita, octubre de 1933. Acín se encontraba en Madrid. Había acudido al montaje de Tierra sin pan que Buñuel estaba terminando durante esos días.
[14] Carta de Ramón a Conchita, 1922.
[15] Carta de Ramón a Conchita, 8 de diciembre de 1918.
[16] Ramón Acín, «Arca de Noé. Un loro. El Tobi. Mi gato. Libertad con arroz», El Diario de Huesca, 20 de abril de 1924. Este mismo artículo se publicó en Revista Nueva, 10 de mayo de 1924, p. 13.
[17] «Ramón Acín, el artista que es todo corazón», La Tierra, 17 de febrero de 1929, reportaje firmado por El Reportero X. : «Encerrada en una jaula vemos una pajarita de papel. Ante nuestra sonrisa contemplándola dice Acín que libertó al auténtico pájaro de carne y plumas para solemnizar el reciente centenario de San Francisco de Asís. Llamar hermano al pájaro y ser su carcelero no lo encontraba bien».
[18] Ramón Acín, «El foot-ball ni ética ni estética», El Diario de Huesca, 21 de agosto de 1924 y el ya citado «El valor moral, futbolistas y futbolaires», El Diario de Huesca, 14 de diciembre de 1926.
[19] Carta de Ramón a Conchita, 26 de julio de 1933.
[20] Ramón Acín, «Las barcas de Caronte», El Diario de Huesca, 29 de noviembre de 1917. Se quejaba Ramón Acín del emplazamiento de los columpios y caballitos en el lugar más frío de Huesca. «¿Es que no contentos con amargar a los pequeñuelos en los colegios, cortos de higiene y largos de letanías, queremos poner en sus distracciones el amargor de las dolencias y la muerte?».
*Todo lo publico aquí por generosidad de Víctor M. Juan Borroy.
IV PREMIOS 'ARTES & LETRAS'. EL MARTES EN LA SALA LUIS GALVE

EL MARTES 11, EN LA SALA GALVE, PREMIOS ’ARTES & LETRAS’
Este martes, en la Sala Galve, a partir de las 19.30, se entregarán los galardones de la IV edición de los Premios ’Artes & Letras’, el suplemento cultural de ’Heraldo de Aragón’. Han recaído en: Antonio Altarriba (Premio Especial del Jurado); Manuel Vilas (Literatura); Begoña Oro (Literatura Infantil y Juvenil); Jorge Usón y Carmen Barrantes (Artes Escénicas); Paula Ortiz (Cine); Javier Losilla (Divulgación Cultural); Columna Villarroya (Footgrafía), Pepe Cerdá (Artes Plásticas) y María José Hernández (Música). En la gala, actuarán David Angulo, Celino Gracia, Paco Cuenca (con Chema Callejero y Coco Balasch) y la propia María José Hernández con Sergio Marqueta-Siibert. Conducirá el acto la periodista de Aragón TV Victoria Martínez.
El próximo martes, a las 19.30, se celebra en la Sala Luis Galve del Auditorio de Zaragoza la cuarta edición de los premios que concede anualmente el suplemento ‘Artes & Letras’ de HERALDO. Distinguen, en esa ocasión, a diez creadores de nueve categorías que el jurado ha escogido entre alrededor de 50 candidatos.
El Premio Especial del Jurado de ‘Artes & Letras’ ha sido concedido al catedrático de francés, escritor y guionista de cómic y de fotografía Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952), residente en Vitoria, que ha firmado con Kim dos libros conmovedores: ‘El arte de volar’ y ‘El ala rota’, donde reconstruye la vida de sus padres con algunos elementos de ficción. Ahora, con Keko, acaba de publicar ‘Yo, loco’, sobre la industria farmacéutica. Altarriba está especialmente feliz "por este reconocimiento en mi propia ciudad".
De las letras y la escena
Para Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) es el Premio de Literatura, por el impacto de sus libros más recientes: ‘Ordesa’, la novela de sus padres, de una crisis, de la condición humana y de la autoficción, y sus ensayos ‘América’ y ‘Lou Reed era español’, plenos de elementos autobiográficos. "Estoy muy contento y muy agradecido", dijo Vilas.
Begoña Oro ha sido distinguida por su trayectoria, y recibe elPremio de Literatura Infantil y Juvenil. Está radiante y feliz, tiene libro con Alberto Schuhmacher, ‘Tú tan cáncer y yo tan virgo’ (Montena), galardonado con los premios Jaén 2018. "No me lo puedo creer", dijo, y poco después revelaba que también acaba de obtener el Premio Lazarillo al mejor álbum ilustrado, con ‘Un fuego rojo’, ilustrado por Paloma Corral.
El galardón de Cine reconoce la labor de Paula Ortiz (Zaragoza, 1979), la directora de ‘De tu ventana a la mía’ y ‘La novia’, que trabaja ahora, con Guillermo Arriaga, en otra película sobre Barbazul. Andaba por Miami y fue así de expresiva: "¡Otras! ¡Qué alegría! Mil gracias". Como otros ha removido algunos compromisos para estar en la gala.
El Premio de Artes Escénicas ha ido a parar a una ‘pareja de hecho’ en las tablas: Carmen Barrantes (Huesca, 1977) y Jorge Usón (Zaragoza, 1980), que han asumido uno de los montajes de la temporada: ‘Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban)’. Lo han recibido como una inyección de ánimo, de felicidad y de entusiasmo, y coincidieron en algo: "No nos lo esperábamos".
El premio de Divulgación Cultural es para Javier Losilla (Zaragoza, 1955), por su actual trabajo en RTVE-Aragón, donde hizo programas tan recordados como ‘Babilonia’ o ‘Rompeolas’, y su trayectoria como crítico musical en ‘el País’ y ‘El Periódico de Aragón’, entre otros medios. "Que te reconozca el periódico que está enfrente al tuyo o a tus medios es una declaración de intenciones y una burla al sectarismo", dijo Javier, que iniciaba unas pequeñas vacaciones en París. Columna Villarroya (Daroca, 1954) ha ganado el Premio de Fotografía por una carrera de más de 40 años, donde se alterna la foto de estudio y de arte con el retrato, y algunas obsesiones temáticas: la tierra, el paisaje, el agua o los espejos. "Casi no me lo puedo creer. Me hace muchísima ilusión. Estoy muy feliz", dijo de viva voz.
El Premio de Artes Plásticas es para Pepe Cerdá (Buñales, Huesca, 1961), en reconocimiento a su carrera en general pero también a su reciente exposición en el Paraninfo de Zaragoza. El hombre escéptico que aparenta ser, también escritor de aforismos, a punto de salir hacia Francia, estaba muy contento. Emocionado.
María José Hernández (Zaragoza, 1966) es la vencedora en la modalidad de Música; este año ha ganado uno de los galardones de la Música Aragonesa, con su canción ‘Pregaria’, y tiene fresco un nuevo disco: ‘Las cartas sobre la mesa’, que ha presentado en varias ciudades españolas. No queda tan lejos su cuidado homenaje a José Antonio Labordeta en ‘Las uvas dulces’. "Estoy muy feliz. Me cuesta creerlo. Y me emociona mucho recibir un premio a toda mi carrera cuando llevas más de 30 años en esto", explicó.
Humor y música con piano
El jurado, en esta ocasión, ha estado compuesto por Eva Cosculluela, librera de Los Portadores de Sueños y comentarista de libros en ‘Artes & Letras’; el periodista y crítico musical Pablo Ferrer; el escritor y bibliófilo José Luis Melero Rivas; el responsable del área de Cultura de HERALDO Santiago Paniagua y el coordinador de ‘Artes & Letras’ Antón Castro.
La periodista de Aragón TV Victoria Martínez será de nuevo la conductora de la ceremonia, que contará con varias actuaciones y quizá alguna sorpresa: cantarán David Angulo, que estrenará un tema de su próximo disco, Celino Gracia (hará una versión de ‘La quiero a morir’), Paco Cuenca, acompañado del pianista Chema Callejero y del contrabajista Coco Balasch (tocarán ‘Ne me quitte pas’ de Jacques Brel), y cerrará María José Hernández, con dos temas, en compañía de uno de sus músicos de referencia: el pianista Sergio Marqueta-Siibert.
CELINO GRACIA REDONDO REPASA SU VIDA EN EL ARBITRAJE
Jorge Rodríguez Gascón publica en 'El gol del cierzo' su primera entrega de una entrevista con el ex árbitro internacional Celino Gracia Redondo.
https://elgoldelcierzo.com/2018/12/12/celino-gracia-redondo-el-futbol-tiene-la-capacidad-de-cambiar-a-las-personas/?fbclid=IwAR1A-GcjOrJFjkjV_TGKUQlJA0VQUbrxKepFCjC4TTi2xo5szfjkMj3K3cI
'RUJIAR': UNA MIRADA AL MUNDO RURAL
El número XVIII de Rujiar, la revista monográfica del Centro de Estudios del Bajo Martín, se presenta en Zaragoza en el Auditorio del IAACC Pablo Serrano Rujiar se convierte en una recopilación de artículos que nos aproximan a las íntimas conexiones entre el cine y el ámbito rural Rujiar es una revista que el Centro de Estudios del Bajo Martín (CEBM) edita anualmente desde hade dieciocho años de forma ininterrumpida. Se trata de la publicación más científica que se realiza desde este centro de estudios, que desde hace un par de años ha pasado del formato miscelánea a monográfico. También desde hace dos años Rujiar tiene la intención, con periodicidad bianual, de pasar a ser una revista especializada en el cine rural, dejando para los años intermedios otros temas relacionados con el patrimonio cultural.
El cine también es una parte fundamental del patrimonio cultural y ha sido (y es) un medio insuperable para mostrar, conservar y reflexionar sobre los paisajes rurales y las personas que los habitan, sus problemáticas y sus atractivos, frente a un mundo quizás demasiado urbanita. La importancia del fenómeno audiovisual en el ámbito rural es cada vez mayor. Así lo atestiguan los numerosos festivales, la valoración por parte de las renacidas film commission locales, provinciales y autonómicas, de sus paisajes, infraestructuras (con un papel fundamental de su patrimonio artístico) y habitantes como contenidos esenciales para el cine y la televisión. Mostrar ese auge del entorno rural en su relación con el cine, es una de nuestras principales motivaciones.
Este número de Rujiar pretende, por un lado, hacer un poco de historia sobre dos Festivales de Cine íntimamente relacionados con el patrimonio rural: El Festifal de Urrea de Gaén, dedicado a los cortometrajes de temática rural desde una perspectiva internacional, y el de Espiello de Boltaña, cuya apuesta se hace desde la etnografía, pero en un sentido amplio, como nos explica su directora Patricia Español. Por otro, hemos contado con la imprescindible mirada de Eugenio Monesma, que, desde el cine etnográfico, nos ha ido narrando algunas de sus incansables actividades entregadas a documentar los oficios y las actividades de los pueblos y zonas rurales de toda España. Este año no toca celebrar el Festifal (también de carácter bienal), pero sí tenemos una exposición temática dedicada al cine rural: “El mundo rural visto por el audiovisual español (cine y series TV)”, producida por la Diputación de Zaragoza, y que se pudo contemplar en la Sala de Arte Contemporáneo del CEBM.
Uno de los artículos da buena cuenta de los contenidos de dicha exposición. La Comarca del Bajo Martín está presente también en dos artículos, en donde se pone el foco de atención en este territorio de manera dispar. Por un lado, Fernando Sanz y Francisco Javier Lázaro, miembros del Departamento de Historia del Arte (Universidad de Zaragoza), hablan de “La Semana Santa en el Bajo Aragón a través del cine documental español”, un interesante recorrido audiovisual sobre el evento que pone seña de identidad a nuestros pueblos. Por otra parte, “El patrimonio rural desaparecido y su huella en el audiovisual” retrata el caso de dos edificios actualmente desaparecidos pero cuya memoria ha quedado recogida en dos trabajos fílmicos: la Azucarera del Bajo Aragón (documental La Azucarera del Bajo Aragón, 2012) y el casino de La Puebla de Híjar (cortometraje de ficción El sueño de Ezequiel, 2018).
Fernando Sanz y Francisco Javier Lázaro son también los autores de “Lo rural en la pantalla: algunas visiones a través del cine español”, un trabajo que aporta un particular prisma sobre el uso que la cinematografía española ha hecho del medio rural, centrándose en algunos ejemplos especialmente significativos. Antonio Tausiet da un paso más y trata en concreto el éxodo rural en Europa desde el siglo XX, su influencia en las ciudades y su plasmación en el cine yugoslavo, con un repaso al caso del realizador Emir Kusturica (“La vuelta de la ciudad al campo a través del cine. Viaje al pasado: de Zaragoza a los Balcanes”). Para concluir, la profesora Antonia Bordonaba analiza bajo el título “Forasteros en el cine rural. Identidad e intercultura en los largometrajes de ficción de la última década” la imagen del forastero y los escenarios en los que se mueve el cine rural, haciendo hincapié en temas como la despoblación, la vuelta al pueblo o la búsqueda de identidad.
La coordinación en este caso ha corrido a cargo de Roberto Sánchez López, Doctor en Historia del Arte, crítico de cine y Ana Asión Suñer, investigadora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza y vicepresidenta del CEBM. La labor de coordinación de este monográfico hubiera sido impensable sin el inestimable esfuerzo de todos los expertos que han participado aportando sus investigaciones, así como de los miembros del consejo de redacción que han corroborado la calidad de todos estos trabajos: Julio Andrés Gracia Lana (Universidad de Zaragoza), Javier Hernández Ruiz (Universidad San Jorge), Laura Ruiz Cantera (Universidad de Zaragoza), Eliseo Serrano Martín (Universidad de Zaragoza) y Juan Villalba Sebastián (Universidad de Zaragoza). Una tarea que, al amparo del Centro de Estudios del Bajo Martín, ha dado como resultado una publicación heterogénea y documentada, donde queda demostrada la estrecha vinculación entre el mundo audiovisual y el medio rural. La financiación de este proyecto es posible gracias a la colaboración entre Centro de Estudios del Bajo Martín con Instituto de Estudios Turolenses y Comarca del Bajo Martín.
*Nota de José Ángel Guimerá y su equipo.
IV EDICIÓN DE POESÍA 'ANTIÉREA' EN ZARAGOZA

La cuarta edición del encuentro de poesía AntiaéreA, que organiza la librería La Pantera Rossa, se celebra en Zaragoza el 14 y el 15 de diciembre, y este año explora otros formatos poéticos, como la charla-debate y la poesía visual.
El encuentro se inaugura con una charla debate sobre las relaciones entre el pensamiento y la poesía, a cargo de las filósofas Marina Garcés y Sandra Santana, y contará con lecturas poéticas de Nuria Ruiz de Viñaspre, Concha García, David Eloy Rodríguez, Luna Miguel, y desde Aragón Trinidad Ruiz Marcellán, Reyes Guillén y Jesús Jiménez Domínguez. Además, habrá dos espectáculos nocturnos con música y poesía: Begoña Zamacona acompañada de la tuba eléctrica de Edu Ruano, y la jam de poesía que cerrará el festival introducida por un microconcierto de la cantante y compositora Nieves Arilla.
Las lecturas tendrán lugar en la librería La Pantera Rossa, la cafetería del Teatro Romano y el espacio cultural La Casa de Zitas, y como novedad este año se inaugura también en la propia librería una exposición de poesía visual, con una muestra de artistas de diferentes disciplinas: Serafina Balasch, Mariángeles Cuartero, Agnes Daroca, Charo de la Varga, Guadalupe Grande, Raana Heyrati, Elvira Lozano, Aitana Muñoz Romeo, Miguel Ángel Ortiz Albero, Peelovska, Inés Peña Bueno, Reno, Marta Rivasés, Clara Sancho-Arroyo, Helena Santolaya, Dune Solanot, Tamoa, Ane Zaldibar y Zombra.
El festival se complementa con la publicación de una antología poética de las voces invitadas al festival, que este año incluye las obras de la exposición de poesía visual, en coedición con el sello Leído Et. Esta cuarta edición de AntiaéreA cuenta con el apoyo económico del Ayuntamiento de Zaragoza y también la colaboración de la editorial Anagrama.
AntiaéreA atrae a la ciudad del viento diferentes voces poéticas primando siempre la calidad y la calidez, y las pone en relación con voces de aquí, propiciando el descubrimiento, la interacción, la complicidad y la intimidad entre palabra y sentidos, voz, tacto y oído. Sigue colocando en primer plano la poesía escrita y dibujada por mujeres, y lo seguirá haciendo, hasta que deje de ser un hecho reseñable.
*Nota de Elvira Lozano.
MAÑANA, A LAS 18.30 PRESENTAMOS 'AMOR. LA LOCA DE MONTALBÁN' EN EL MUSEO DE ZARAGOZA
Mañana viernes, 21 de diciembre, a las 18.30, en el Museo de Zaragoza, se presenta el libro ‘Amor. La loca de Montalbán’, con texto mío, y unas ilustraciones de Natalio Bayo, Premio Aragón-Goya de 2014.Más que ilustraciones, es un libro ilustrado de 76 páginas, que aborda una leyenda de amor, de locura y de muerte, pero todo ella tamizado por la pasión, el engaño, la falsificación y el canto a la naturaleza. La historia de Aldonza de Entenza y de Berenguer de Azlor, que tiene una enorme tradición en el Aragón medieval, hace pensar en los amantes de Verona, Romeo y Julieta, los amantes de Teruel, Diego e Isabel, pero también en la historia de Genoveva de Brabante.
El libro, de gran formato, lo publica Prames, lo ha diseñado Ricardo Polo Cutando, que ha hecho un trabajo precioso, y lo ha coordinado el poeta y editor Rafael Yuste. Lo ha impreso Paco Ortiz, de Ino.
Habrá libros a la venta a cargo de la librería Antígona.
https://www.youtube.com/watch?v=nsfHcuVa9h0
En el acto, contaremos la presencia del joven cantautor Celino Gracia, que cantará tres canciones de amor de su primer álbum. Acaba de grabar el segundo con los músicos de Joaquín Sabina y Javier Limón, y saldrá a principios de febrero.
DIÁLOGO CON NOEL REDOLAR

-Acabas de ganar el premio Ciudad de Carlet, para menores de 19 años. ¿Qué ha supuesto para ti?
Ha sido un premio especial por dos motivos, uno más subjetivo y otro objetivo. El primero es que ya había participado en este concurso en otras categorías y conocía el entorno; el segundo, que tras largo tiempo sin concursar he conseguido un premio que me indica que estoy trabajando correctamente.
-Ahí también recibiste el premio especial ‘Perfecto García Chornet’ a la mejor interpretación de la música española. ¿A qué españoles sueles tocar y qué lugar ocupan en tu reportorio?
El compositor español que más he trabajado hasta ahora es Granados, y siempre procuro introducir piezas españolas en conciertos y concursos.
-Quizá sea una tontería, pero con qué compositores te sientes especialmente cómodo.
En casa, en la intimidad, Bach. En el escenario, Chopin.
-¿Y de jazz?
En jazz me siento más cómodo con tiempos clásicos como bebop o swing, estilos que practicaban las grandes referencias del piano, Oscar Peterson, Bill Evans... Pero no significa que no toque tiempos más modernos, de los que quizá me quedaría con Petrucciani.
-¿Un virtuoso como tú se fija en algo o en alguien a la hora de tocar?
Tengo evidentemente pianistas a los que trato de imitar en lo que me gusta, como Glenn Gould en Bach, pero prefiero conservar un planteamiento propio de las obras que toco.
-¿Qué te da la música clásica que no te da el jazz y viceversa? ¿No temes volverte un poco esquizofrénico a veces?
Cada música aporta aspectos musicales distintos, el jazz está más vinculado a la composición por ser la música creada en el instante, y esto amplía la capacidad imaginativa y la perspectiva armónica y rítmica de cualquier músico. En cambio, la música clásica te permite conocer e interpretar a los grandes genios de la música, lo que es incomparable.
-También compones. ¿Cuántas piezas has estrenado hasta ahora y qué tipo de música haces, más en la órbita de la música culta o de la del jazz?
Mis composiciones son más afines a la música jazz que a la clásica en cuanto a la armonía, aunque en la estructura sean clásicas. Pero es algo así como las bandas sonoras, intento tomar influencias de varios géneros y por eso no se encasillan en un solo tipo de música.
-¿Qué estudios estás realizando ahora, en qué fase te encuentras?
Estoy cursando primero en el Conservatorio Superior de Zaragoza, CSMA.
-Se acercan unos días muy importantes para ti… Vas a tocar en Teruel el día 21, en la iglesia de San Pedro. ¿Qué programa has concebido?
Es un programa compuesto de músicas de géneros diferentes: clásico, jazz y obras propias. Está pensado para que sea un concierto interesante y ameno, con obras de Chopin, Scriabin, Liszt…
-Y el 26 en el Centro Cívico Universidad, precisamente el día que cumples 18 años. Se presenta Noel Redolar Quartet. ¿No te asusta un poco ser el benjamín de un grupo de música al que le da nombre?
Es un grupo que tiene ya más de dos años y con el que he dado varios conciertos; no recuerdo sentir ningún peso de responsabilidad cuando tocamos en 2015 en el Festival de Jazz de Zaragoza porque lo trabajamos y lo preparamos bien, ellos son grandes músicos y yo ya tenía algo de experiencia tocando jazz. Siempre ha existido una buena compenetración y ahora nos conocemos mejor.
-¿Cómo es ese cuarteto, qué objetivos musicales persigue?
Es un cuarteto que contempla distintos géneros del jazz, como bebop, swing, blues, latin jazz… dándoles a todos un toque moderno en la sonoridad.
-Cuando cierras los ojos o cuando piensas en el objetivo de sus sueños, ¿cómo querrías que fuese tu carrera?
Siempre me ha atraído la composición, también me siento muy cómodo tocando jazz, y mi realidad actual es la música clásica, que es lo fundamental en la formación de un músico. Contemplar los tres terrenos sería lo perfecto, y es lo que estoy pretendiendo desde los últimos años.
*La foto de Noel es de Fernando Lopez Orduna.
MARA TORRES: DIÁLOGO SOBRE 'EL FARO'
Mara. ¿Cómo se pueden resumir doce años en el ‘Telediario’ de La 2?
Se resumen en compromiso, rigor, imaginación, ganas de innovar y un equipo fabuloso.
¿Qué le da a uno la tele y qué le quita?
La televisión te permite jugar con todas las herramientas del audiovisual. Entre otras cosas, la televisión, por una parte, me enseñó a montar las noticias con todos los elementos posibles en ‘La 2 noticias’ y, por otra, a manejar el directo en un plató, sobre todo cuando hice ‘Torres y Reyes’, que era un programa a lo grande con público, actuaciones, entrevistas, debates y humor. No me planteo si me ha quitado algo, no creo.
¿Cómo se le ocurrió ‘El faro’ para las madrugadas de la SER?
Cuando me llamó Daniel Gavela yo ya sabía que iba a dejar ‘La 2 noticias’, y le dije: «Podría estudiar la posibilidad de volver, pero solo con una condición: que regrese a la noche. Solo quiero la noche». Pensé que la radio nocturna era un terreno por redescubrir y eso sí me apetecía. Quería hacer un programa en el que el mundo intelectual y el cotidiano compartieran un espacio común, en el que se pudiera aprender, aliviar la curiosidad y tener la oportunidad de aportar ideas e experiencias.
¿A qué alude ‘El faro’, qué rincón de felicidad, de nieblas o de espantos querría alumbrar?
El faro es una luz entre el mar y la tierra, entre lo líquido y lo sólido, la certeza y la incertidumbre. Me parece un título necesario para un programa de radio nocturna, y más con ese afán de convertir ‘El faro’ en un punto de encuentro entre los que saben de una materia por su experiencia profesional y quienes pueden aportar cosas extraordinarias que nos da el mero hecho de vivir.
¿Algún ejemplo?
Si el asunto va de la cama, un historiador nos contará cuándo el hombre pasó de dormir en el suelo a dormir en la cama; un filósofo disertará sobre obras de la filosofía escritas en la cama; un cinéfilo abordará las mejores escenas de cama y luego la gente aportará su experiencia en la cama: el lugar en el que sueñan, se relajan, tienen pesadillas, discuten con su pareja o hacen el amor con ella.
El faro también es el mar. ¿Cuál es su importancia en la emisión?
Todo el mundo tiene una relación con el mar y casi todas las tenemos contradictoria, nos atrae, nos relaja, nos calma, pero también nos asusta por su fuerza. Tanto el faro como el mar son dos conceptos enormemente poéticos.
¿Cuál es la magia de la radio en la noche?
Me parece que la radio durante el día se oye mientras haces otras cosas y de noche la escuchas. Cientos de miles de personas nos acostamos tarde porque nos gusta más la calma de la madrugada para escribir o componer o dibujar, pero además hay cientos de miles de personas que trabajamos de noche: médicos, enfermeros, farmacéuticos, bomberos, policías, guardia civil, periodistas, gente en fábricas, en hoteles, en peajes, en obras, en los servicios de limpieza, en las panaderías, en la hostelería… Gente que, como yo cuando estaba en ‘La2noticias’, regresa a casa más allá de las dos de la madrugada. A ellos va dedicado ‘El faro’.
Mara Torres, en el Gran Hotel, en una de sus últimas visitas a Zaragoza. Oliver Duch.
¿Es muy exigente tener un tema central cada día? ¿Cuáles son los asuntos que mejor funcionan?
Es muy, muy exigente. Ese es el verdadero reto que afronta el programa, que seamos capaces de sacar un tema distinto cada día que atraiga a los oyentes y siga motivando al equipo. Todos funcionan bien porque forman parte de nuestra cotidianidad: la mesa, los bares, la nariz, el silencio, el baile, el color, los recuerdos, la inteligencia, los vecinos, el deseo, el árbol… Llevamos 45 temas y nos quedan otros 100 hasta final de temporada.
¿Qué es un ‘gatopardo’ y quién podría serlo para ir a ‘El faro’? ¿Qué desea saber de los ‘gatopardos’?
Cualquiera que tenga una buena conversación puede ser un excelente ‘gatopardo’.
¿Cómo es esa tribu nueva de fareros desvelados?
Me tienen del todo fascinada porque yo siempre he creído en los oyentes, a los que descubrí hace muchos años. Los fareros y fareras son todos aquellos amantes de la radio que tienen ganas de formar parte de un programa que cuenta con ellos desde la base, y considera que lo que pueden aportar es tan importante como lo que aportan los expertos; es más, ‘El faro’ es el único programa que da el mismo tiempo a la aportación de los entrevistados y a la de los oyentes, que han demostrado ser inteligentes, lúcidos, divertidos, ocurrentes, sensibles y muy ingeniosos. Me tienen enamorada.
¿Cuál es el embrujo de la voz?
Lo interesante es lo que se dice y cómo se dicen las cosas, lo demás viene solo.
¿Qué está pasando en su vida, cómo se siente? Se le ve feliz…
Estoy feliz por la respuesta que han dado los oyentes. Me emociona cuando los compañeros me dicen en la radio: «¿De qué va ‘El faro’ hoy?». Me imagino que hay un montón de personas haciéndose esa misma pregunta y pensando qué pueden aportar en el programa. Y van y lo cuentan.
¿Para qué sirven las canciones de noche, qué le dan a ‘El faro’?
Las canciones son como el sonido de las olas, ¿no? A veces delicadas, a veces abruptas, pero siempre nos transmiten algo.
*Esta entrevista se publicó en Heraldo de Aragón. En papel y en su versión digital.
PACO CUENCA CANTA MAÑANA 'MAI 68'

Paco Cuenca, el cantante de origen galo y residente en Aragón, hijo y nieto de españoles, ofrece mañana sábado, día 29, un espectáculo titulado 'Mai 68' que recopila los temas musicales que hacían soñar, bailar y luchar en la Francia convulsa de 1968. Será una cita con un ambiente muy especial y toda una fiesta que servirá también para decir adiós a 2018 en el espacio cultural zaragozano.
El Mayo Francés, una de las épocas más emblemáticas de la historia, se revivirá este 29 de diciembre sobre las tablas del Teatro de la Estación. Conseguirá este peculiar viaje en el tiempo la música de Paco Cuenca, que subirá al escenario algunas de las canciones francesas más míticas de esos años.
El artista, de origen galo pero residente en nuestra comunidad, ofrecerá un concierto que se inspira y recuerda las aspiraciones revolucionarias de la Francia de 1968. Temas que hacían soñar, bailar y luchar en aquellos días y que Cuenca incluye en un repertorio que él mismo describe así: “Vendrán Jacques Dutronc y su inseparable Françoise Hardy, el refunfuñón Léo Ferré, Jean Ferrat y su mostacho, Claude François “cloclo” marcándose unos bailes, Sylvie Vartan con un vestido ajustado, Aznavour de puntillas, Brassens vapeando su pipa, Georges Moustaki rasgando la guitarra..."
Los músicos Chema Callejero (al piano) y Coco Balasch (al contrabajo) acompañarán al cantante en una velada en la que se creará una atmósfera muy especial, que comenzará a las 20.00 horas y que servirá para despedir el año en el Teatro de la Estación.
Paco Cuenca se ha convertido en un referente de la canción francesa en Aragón. Nieto de emigrantes y nacido en Francia, está hace muchos años afincado en Zaragoza , donde ha construido su carrera. Ha grabado varios discos en castellano, y en 2000 recopiló en un trabajo las canciones más conocidas de los cantantes galos. Sobre los escenarios ha mostrado su tributo a Jacques Brel y su espectáculo Chansons, un trabajo musical de voz, piano, contrabajo y batería que nos transporta al mundo de la canción gala con aires, arreglos y atmósfera de jazz.