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RICARDO DÍEZ PELLEJERO: INGENIERÍA, PANDEMIA Y CRISIS

Ingeniería, crisis y pandemia. Vidas pararelas a lo largo de los siglos
Sinopsis: Las crisis y los retos de cada tiempo son producto de su momento histórico y la forma de abordarlos depende de las tecnologías y el ingenio al alcance.
Por Ricardo Díez Pellejero
En el pasado también ha habido momentos difíciles en los que la ingeniería ha tenido un papel relevante. Ya en La Guerra de las Galias Julio César nos describe a unos helvecios languidecientes viendo cómo, tras haber diezmado una cuarta parte de las tropas que quedaron atrás al cruzar en barcazas el río Arar, construía un puente en un solo día para atacar al resto de los celtas, que se sentían seguros en la orilla contraria.
El desembarco de Normandía, por ejemplo, no hubiera sido posible sin el desarrollo rápido de soluciones como las lanchas de desembarco Assault para las tropas, sin el tanque anfibio DD Tank para darles cobertura, sin el Airspeed Horsa -un planeador gigante que podía transportar a 25 hombres y que fue clave para tomar posiciones previas al ataque- o sin la inmensa planificación de ingeniería logística que precisaron las operaciones del día D.
La ingeniería también ha sido decisiva en la guerra fría y su carrera espacial, donde Serguéi Koroliov pasó del gulag siberiano a ser el diseñador principal del programa espacial ruso y un objetivo prioritario del espionaje norteamericano, que nunca consiguió descubrir su identidad. Y es que, desde Nikola Tesla -que lo imaginó casi todo- a Alan Turing, inventor del ordenador, hay una cantidad ingente de ingenieros que han modelado un futuro nuevo y nuestra forma de entender la vida, mientas otros miles de ellos compiten hoy por llegar más lejos en el universo del Big Data, de la Inteligencia Artificial, de los vehículos autónomos, de la movilidad eléctrica, de la computación cuántica… que dentro de cincuenta años más nos situarían ante una pandemia y un confinamiento muy diferentes.
Sin duda, esta es una crisis del nuevo siglo tanto por los avances en el transporte, que han permitido su rápida expansión, como por los tecnológicos, inexistentes en pandemias anteriores, que han revolucionado el equipamiento médico, las aplicaciones de control de propagación vírica o por la capacidad de desarrollo tanto de soluciones técnicas a los problemas sobrevenidos como la obtención de test y de fármacos, usando instrumentos que formarían parte de la ciencia ficción del pasado inmediato.
Pero también nuestra cuarentena es una cuarentena cibernética, y es que mientras que hace solo cincuenta años la emisión VHF no llegaba a todos los hogares, hoy se extienden por casi todo el territorio las redes de comunicación que nos permiten teletrabajar, comprar, acortar las distancias del aislamiento con videoconferencias, así como entretenernos con las redes sociales o consumiendo contenidos de webs y plataformas online.
Pero la ingeniería aporta más a esta crisis, no solo desde el punto de vista logístico -que ya es mucho- desde el que hemos visto cómo los espacios más diversos se han convertido en hospitales o en “arcas”, con aparente facilidad y en el transcurso de unos pocos días. Y es que la ingeniería es un dique de contención que mantiene estable y estanca la realizad inmediata frente al caos emergente. Tanto es así que el NHS británico lanzó un llamamiento para incorporar ingenieros a las plantillas de sus hospitales en las horas más duras y a las puertas del colapso, buscando ayuda de estos especialistas.
Por otra parte, además de la carrera por encontrar una vacuna fiable, hemos sido testigos del esfuerzo contrarreloj para conseguir construir respiradores económicos, funcionales y en el menor tiempo posible con los que aliviar su creciente déficit, a medida que los hospitales se desbordaban. Todos los países se han volcado en conseguir autoabastecerse al comprobar que los envíos eran incautados o recomprados a pie de aeronave, dejando las nuevas UCIs inútiles sin los esenciales respiradores.
En nuestro país, en un plazo récord, la planta de Seat en Martorell fue la primera en convertir una línea de producción de parabrisas en una cadena de ensamblaje de respiradores y, el que hasta el otro día era la única fabricante nacional de estos equipos, la empresa familiar Hersill, se alió con la armamentística Escribano M&E para multiplicar su producción de equipos de ventilación.
Hay que tener en cuenta que estos dos proyectos fueron los primeros homologados por el Ministerio de Sanidad, pero en un tiempo extremadamente corto y crítico se presentaron al rededor de 40 proyectos más, incluidos el de BSH, que transformó la producción de lavavajillas en una cadena de fabricación de respiradores, lo que nos puede dar una idea del compromiso y de la cantidad de ingenieros, médicos, anestesistas y otros profesionales implicados y de la cuantiosa dedicación invertida.
Tal vez sea esta la mayor tarea de la ingeniería en tiempos de crisis: simplificar el problema, buscar una forma rápida y viable de afrontar el reto que el momento nos pone delante y disponer los medios al alcance de forma creativa, más pragmática y que resulte más provechosa bajo el peso apremiante de la crisis.
Pero también hay una ingeniería que desestabiliza el equilibrio del poder en un momento histórico, y no me refiero solo al diseño armamentístico sino, por ejemplo, a los nuevos canales de comunicación. Hemos visto cómo Estados Unidos declaraba la guerra a Huawei, la empresa china que amenazaba con quedarse el pastel del 5G en todo el globo, vetándola internacionalmente.
A estas alturas ya sabemos que todo tiene una puerta de atrás o una ventana desde la que observar la información que genera el mundo desde el hardware, el software del sistema o las aplicaciones y, merced a ese valor incalculable que otorga saberlo todo y saberlo el primero, en las últimas décadas hemos visto ascender al Olimpo del poder y la riqueza a Bill Gates, Steve Jobs, Jeff Bezos, Jack Ma, Jack Dorsey, Mark Zuckerberg o Elon Musk.
Estos dos últimos han librado una suerte de carrera por dominar el mundo de las comunicaciones en el futuro inmediato. Así, el creador de Facebook, con su proyecto ‘Aquila’, pretendó proveer de internet al planeta mediante una enorme flota de drones (y a través de internet.org) apuesta a la que hubo de renunciar en 2018 (aunque en 2019 buscó el apoyo de Airbus para continuar con el desarrollo).
Sin embargo el ambicioso Elon Musk ya dispone de casi 500 satélites privados orbitando en el espacio, lo que supone una pequeña parte del total de 40.000 que pretende conecten el mundo entero bajo su proyecto Starlink. Con un planeta en red, megaconectado, geolocalizado y absolutamente digitalizado por medio de las tecnologías que sacan partido a cada bit, el control de una pandemia futura -y de cualquier otra cosa- parecen un juego de niños.
Estas tecnologías facilitarán otras crisis, al tiempo que servirán para combatirlas e Igual que hoy observamos con candor e ingenuidad a aquellos que no sabían de qué pecados les venía la peste, puede que en pocos años seamos objeto de compasión cuando, comparando tiempos y medios pasados con los modernos, observen de qué poca tecnología se contaba a principios del siglo XXI, cuando se afrontó la amenaza del SARS-CoV-2 en un tiempo en el que aún no se sabía por dónde caminaba cada persona, ni siquiera su disposición genética al nuevo patógeno.
*En la foto Alan Turing.
DIÁLOGO CON SEVERINO DE LLANZA
Severino de Llanza: “Lo único que cambia
en la historia de la humanidad es la tecnología”
Fue una hace una década, en 2009, cuando Severino de Llanza (Borja, 1964) expuso por última vez en Zaragoza. En la galería que le lleva, A del Arte. Ahora presenta un nuevo proyecto: ‘Unidad en ella’, una colección de 62 cuadros de puntas de plata, una técnica antigua y sutil que emplearon artistas tan distintos como Leonardo Da Vinci o Durero.
-Entonces, en 2009, ‘El eco de los sueños’, era pintura. Ahora apuesta decididamente por esta técnica delicada…
-Esa sería la palabra: delicada. Y laboriosa. A del Arte es la galería que me lleva mi obra y es quien pone en el mercado mi trabajo. Hablamos con Montse Navarro de la idea de hacer una exposición solo de puntas de planta. He trabajado durante cuatro años, muy centrado.
-¿Qué le da esta técnica?
-Me siento cómodo. Feliz. Me pasa como con el grabado: me engancha, y es como si tuviera mono. La punta de plata es como si estuviera viva. En la muestra veo las piezas de hace cuatro años y las de hoy, o del año pasado, y veo una evolución. La punta en contacto con el aire se va oxidando, y la de 2016 o 2017 adquiere un tono más aterciopelado, color tabaco o sepia.
Dicen que es una técnica exigente…
Sí, claro. Pide técnica, paciencia, búsqueda de la belleza, obsesión por los detalles y las líneas. Y de todo ello surge una de sus virtudes: la delicadeza.
Todas sus obras son mujeres. ¿Hay alguna razón?
No sabría decirle. Me gusta la mujer, me interesa su mundo, su misterio, su hermosura. Me siento más cómodo pintando mujeres. El universo femenino está para mí, entre otras cosas, conectado con la búsqueda de la belleza y es una forma de conocimiento. Quizá debiera someterme al psicoanálisis para responder a la pregunta.
¿Es usted surrealista, metafísico, mira hacia el renacimiento e incluso el gótico?
El movimiento al que me siento más próximo es a los prerrafaelitas, con Rossetti a la cabeza, pero también me interesan Vermeer, al que hecho homenajes, Caravaggio, Piero della Francesca o Mantegna, entre otros.
Bueno, y le interesa el futurismo, la robótica.
-Desde luego. Varias de mis obras se llaman ‘Robótica’, y creo que tiene su sentido. Para mí lo único que cambia en la historia de la humanidad, no son las pasiones, las quimeras, las aventuras, las guerras, la creación, sino que es la tecnología. Y me gusta que todo eso se perciba de formas muy distintas en mi obra.
Había pensado que era un usted un hombre nostálgico...
Me interesan mucho los problemas sociales, la crisis económica, la injusticia, y todo eso está en mi obra. Con mis mujeres. Hay un cuadro, ‘La mujer del cambista’, que alude a una obra clásica, pero también al paisaje que yo veo desde la ventana de mi taller: se ve una grúa, un edificio interrumpido, la soledad y el abandono que sobrevino a la crisis. Un drama que os afecta a todos. Y eso pasa en otras obras.
¿Qué le da el Moncayo?
Mucho. Siempre está ahí. Me dice muchas cosas: es Bécquer, es naturaleza, me interno por el Bosque de las Hayas, camino, pienso, evoco su mundo de cuentos y de gnomos, me relajo, y luego todo ello aparece en mi obra, donde hay mujeres sí, idealizadas o reales, pero también naturaleza, arquitectura, ecos de lo invisible.
Por cierto, ¿por qué son tan impactantes los ojos de sus mujeres?
Quizá porque quiero que cuando el público entre en mis exposiciones sienta que mis criaturas le miran a los ojos y que le devuelven su mirada.
JESÚS MONGE: UN DIÁLOGO
LA CONTRA. Jesús Monge es un pintor hiperrealista: le apasionan Zaragoza y el mar. Expone en Isaac Peral, 1
“Soy un pintor de luz de mi tiempo y a la vez clásico”
ANTÓN CASTRO
Usted siempre lo ha tenido claro: arte figurativo ante todo.
Sin duda. De joven, como muchos otros, me acerqué a la abstracción. Estuve cerca del grupo ‘Forma’ en los años 70, hice algunos cuadros abstractos, pero no me sentía cómodo ni sincero y acabé dejándolo. Estaba sumido en una crisis, como si no fuera mi tiempo, aunque el arte (la pintura y la escultura) era mi vida y mi pasión.
¿Qué hizo?
Había que vivir, trabajar, buscar otros caminos. Me centré en la decoración de interiores, el diseño. Hice bastantes proyectos, trabajé con arquitectos e ingenieros...
De golpe, casi, decidió volver a la pintura por todo lo alto. ¿Por qué?
Sentí esa necesidad y también me empujó la crisis. Había menos trabajo y, a la vez, quise recuperar mi verdadera personalidad a través de la pintura. Pinté mucho, con ese estilo figurativo, próximo al hiperrealismo. Cuando tuve bastantes cuadros busqué galería.
¿Qué pasó?
Presenté mi trabajo en varios espacios, pero no les interesó mi obra. Me sentí un tanto frustrado; era como si estuviera, otra vez, fuera de sitio. Pensaba que mi obra tenía calidad, había un mundo, rendía homenaje explícito a Zaragoza, a sus calles como el Coso, etc. Y, la verdad, me sentía satisfecho. Y entonces el pintor y diseñador Paco Rallo, al que conozco desde los tiempos de ‘Forma’, me sugirió que alquilase una sala. Y es lo que hice en la calle Isaac Peral, 1.
Y tuvo mucho éxito...
Mis cuadros se comentaron, la gente entraba a verlos y me felicitaba, y vendí casi todas las piezas. Para mí fue toda una experiencia y una satisfacción: me había reencontrado conmigo mismo y con el público. Y eso me dio confianza.
Tanta, por lo que veo, que ha vuelto a repetir la jugada...
Sí. En un año he pintado y dibujado mucho. Me lo juego casi todo. Parece exagerado, pero es la verdad. En esta veintena de obras se reúne un año de intenso trabajo.
Hay algunos cambios. Por ejemplo, ahora Zaragoza parece interesarle menos.
Tampoco es eso, pero tenía la sensación de que Zaragoza era la gran protagonista de la exposición interior. Aquí Zaragoza sigue presente en la plaza de San Felipe, un cuadro que refleja el suelo mojado, en la estación de Saica, que es una de mis obras más queridas y más complejas; hay un cuadro de niebla en la ciudad, pero hay otros lugares...
Hay marinas de Tossa de Mar, Venecia y de Costa Ballena en Cádiz...
Sí. El mar es un motivo de inspiración muy especial en esta muestra. No me preocupa tanto el realismo como la atmósfera, el contexto, el sentimiento. Soy un pintor de emociones. Intento despertar emociones en el espectador. Me siento un discípulo de Goya, de algunos impresionistas. Y de Durero, claro...
¿De Durero? Lo dirá por esa pareja de Adán y Eva, negros...
Sí, claro. Son un diálogo con Durero y con su ‘Adán y Eva’, un homenaje. Son dos cuadros difíciles, complejos, que me han exigido un gran esfuerzo plástico. He contado con modelos reales, y creo que son dos de las obras más ambiciosas. Sin embargo, no son mis favoritas...
¿No? ¿Cuáles son?
Me interesa mucho ‘Vista de Covadonga’, que es un estudio de los distintos planos del paisaje en la tela. O esos cuadros donde se ve la espuma, los charcos que deja el agua, la arena: la superficie algo informe de entrada, pero poco a poco creo que le voy dando forma, coherencia y armonía al conjunto. Me siento un pintor de luz. Un pintor de mi tiempo y a la vez un pintor clásico, laborioso, perfeccionista, que se afirma en la historia de la pintura.
HA MUERTO EL FOTÓGRAFO VICENTE ALMAZÁN

Ha muerto el fotógrafo y publicista Vicente Almazán (Zaragoza, 1949), el hombre que nos enseñó a ver y entender y sentir mejor Zaragoza y la creación, el amigo discreto que siempre “pasaba por aquí”, y parecía estar en todas partes. En las librerías y las presentaciones de libros, en las galerías de arte y en los estudios de los artistas y los diseñadores, en las tertulias de café, en cualquier velada, en los mercados, o sencillamente caminando y atento a cualquier sombra, a una línea en el suelo, a un detalle, a la caída de las hojas o al ajetreo de la inauguración de una muestra.
Era un narrador, un cronista y un artista conceptual, un retratista maravilloso y discreto, inadvertido y sentido (ha retratado a cientos de creadores en la ciudad), un enamorado de los viajes, adoraba ir a Madrid o a Barcelona, sentía un cariño especial por Francia, especialmente por Tarbes. Padre de tres hijos, era un abuelo cariñoso y atento, dispuesto a la mejor de las historias y de las sonrisas. Jamás se advertía en un él un feo gesto, un enojo. Era un lector personalísimo, como se ve en su página ‘Mis adarmes’, en sus dictados (en el último reproducía fragmentos, el último un cuento de Leonora Carrington), en sus foto-collage, en tantas y tantas conversaciones, en su pasión por las palabras o la filosofía del arte. Era tan afectuoso como generoso, y cedió fotos a muchos amigos. Se entusiasmaba con los rostros, con las vidas, con las obras, con las miradas. Se entusiasmaba de existir.
Nos vimos en La Reserva, en la calle Cádiz, poco antes de la cuarentena. Me pasó una foto que sería portada de ‘Artes & Letras’ de Heraldo, hizo varias portadas y publicó varios reportajes, y me contó que le estaba pasando algo muy bello: su mujer Rosa, su compañera, su enfermera, la madre de sus tres hijos, le atendía de la mejor manera posible para él: le leía todos los días, y experimentaba un goce inefable. Decía que era como un penúltimo regalo. Sabía que le quedaban los días contados y lo contaba con la serenidad de quien sigue dando gracias a la vida hasta el último aliento.
Me dijo también que deseaba encontrar tiempo para ordenar su inmenso maravilloso archivo y blog fotográfico, http://www.misadarmes.com/, que siguió alimentando hasta el pasado 24 de abril en varias seres, al menos. Expuso en la Casa Amarilla e hizo una edición corta de algunas de sus fotos para amigos.
Ahí, en misadarmes.com, donde vemos una foto suya de espaldas adentrándose en la estepa, escribe: “Un adarme es una cantidad mínima de algo. He titulado el blog Mis adarmes porque lo que en él muestro son cosas pequeñas. Paseos por aquí y por allá. Sin rumbo fijo. Siempre con una pequeña cámara fotográfica. Capto imágenes que tienen significado para mí. No me interesa ni lo bonito ni lo feo. Me gusta el blanco y negro. También el color. Por eso tengo otro blog, Mis cromos, de idéntica filosofía. Ocasionalmente escribo unas líneas. Nada profundo. Acabo de encontrar el valor de lo superficial y no me gustaría perderlo. Gracias por tu visita”.
Gracias a Vicente Almazán por tanto que nos dio y nos da, por tanto que nos seguirán dando su recuerdo y su obra, gracias por haber estado, sin protagonismo alguno y con toda la ilusión del insomne, ahí, aquí y allá, paseando, mirando, conversando, soñando. Siempre con la sensibilidad de los elegidos.
Todo mi afecto y mi consuelo para Rosa y sus hijos, todo mi afecto y mi consuelo para tantos amigos que quisisteis y queréis a Vicente Almazán Arribas.
VICENTE ALMAZÁN, 'PASABA POR AQUÍ'

*En mi libro ’Seducción’ (Olifante, 2014) publiqué este texto de Vicente. que se aleja en la foto por la estepa.
PASABA POR AQUÍ
Para el fotógrafo Vicente Almazán,
un paseante y un soñador de la luz
Vicente dedicó muchas horas de su vida a su trabajo a y su familia: una mujer, Rosa, y tres hijos: Pablo, David y Carlos. Trabajaba en un despacho dedicado al diseño y a la publicidad. Hacía carteles de exposiciones o de conciertos, maquetaba libros, dibujaba letras y palabras, y de cuando en cuando preparaba anuncios de publicidad para las revistas y los periódicos.
A Vicente le gustaba su trabajo y el de los demás. Se conformaba con poco y a la vez quería mucho. Era curioso: leía los periódicos, oía la radio a cualquier hora, escuchaba y escuchaba programas de músicas raras –o no tan raras: clásica, Mozart, Beethoven y todo eso; también escuchaba jazz, rocanrol, fado o tango-, pero además tenía los sentidos alerta: le interesaban un lagarto que asomaba a un muro, la resaca del mar, la luna llena o las calles de su ciudad. A veces quería saber por qué tal o cual sitio se llamaba Agustina de Aragón, Basilio Paraíso o Callejón del Caprichoso Duende, por qué un esbelto edificio era La Adriática o por qué una pasarela temblaba en el aire, sobre las aguas turbulentas del río Ebro.
Vicente se puso enfermo. Porque sí. Bueno, enfermo, enfermo enfermo, quizá sea mucho decir. Se volvió insomne: no podía dormir por las noches. Intentaba oír la radio y sus músicas, se asomaba a la ventana para ver la luna y las estrellas arriba y las callejas y las farolas, abajo. Iba a la cocina a tomarse un vaso de leche o a comer una ciruela claudia. Abría un libro, recitaba un poema en el salón, encendía la tele. Pero, en realidad, estaba como angustiado: no podía concentrarse en nada. Además de insomnio, padecía ansiedad, que consiste en querer hacerlo todo a la vez y de prisa. Lo que deseaba Vicente, sobre todo, era dormir.
Fue a un médico. Y después a otro. Acudió a más de media docena de médicos. Todos le decían cosas distintas, pero uno de ellos, además de darle pastillas e inyecciones, le dijo: “Distráigase. Practique con moderación la actividad que más le guste. No hay que cansarse para dormir. Camine, sueñe, resuelva crucigramas, haga fotos con el móvil”.
Le gustó la idea. Hacer fotos con el móvil. Tenía muchos amigos fotógrafos e incluso había organizado una exposición de un fotógrafo francés que había llegado a su ciudad y había retratado a un montón de gente del Casco Antiguo. Gente modesta que vivía con lo justo y que tenía toda la alegría del mundo. Gente que tomaba el sol a la fresca, que tocaba palmas en las plazas, y que cantaba y tocaba la guitarra en cualquier sitio.
Vicente era muy pudoroso y tímido. Iba costarle empezar a tomar fotos, pero comenzó y no paró. Le encantaba todo: los cielos y sus colores; las calles con los autobuses y los vecinos; los edificios y sus ventanas o un fragmento de ventana; los aleros y los balcones; un mendigo que se había quedado dormido sobre un cartón o en el porche de una casa. Los carteles de los bares, el movimiento de los coches. Y, por encima de todo, le gustaban sus vecinos.
Vicente estaba fascinado. La vida bullía a su lado como un terremoto incontenible. Llegaba y vaciaba el teléfono en el ordenador; le dedicaba dos o tres horas, o más, mientras sonaban en su casa óperas completas, arias de María Callas y a veces una canción de Billie Holiday. Vicente era así. Si su mujer se fijaba en una foto que editaba en el ordenador, él se encogía de brazos y le decía: “Pasaba por aquí”.
Otro día su hijo David vio sus fotos en el ordenador. Sabía que llevaba dos o tres meses realizando instantáneas. Y se quedó sorprendido: su padre tenía madera de artista, aunque pensó que todas las fotos salían un tanto borrosas. David es experto en arte oriental. El móvil estaba bien, rendía mucho en sus manos, y aquellas eran mucho más que las fotos de un paseante. Pocos días después, fue el cumpleaños de Vicente y Pablo le regaló una cámara Lumix, con objetivo Leica.
Vicente estaba maravillado. No podía creérselo. En un día podía tomar cincuenta, ciento cincuenta o mil quinientas fotos. De todo: de lo visible y de lo invisible. Cuando le interesaba un rostro, de hombre o de mujer, le pedía permiso para dispararle. Casi siempre le decían que sí, porque es amable y cariñoso. Y pronto se daban cuenta de que estaban ante un artista. O ante alguien muy especial y despacioso.
Vicente ha hecho fotos de casi todo: de gente anónima que descansa en un banco, de escaparates, de artistas en su estudio, de escritores que firman libros, de viejos amigos a los que se encuentra por las calles. De comercios con sabor, de farmacias antiguas, de mujeres que miran cuadros, de los piragüistas que descienden por el río. De las flores y arbustos que ve en los jardines botánicos que visita y en los descampados de las afueras. Ha hecho series de casi todo: de números, de sirenas en la ciudad, de caracoles y mariposas, de hojas que caen, de las pisadas en otoño, de los poemas que aparecen en los periódicos, de jóvenes artistas que abrazan sus lienzos o un invento inefable. Vicente no para. A modo de justificación o de disculpa, que con él nunca se sabe, le dice al médico, a su mujer o a los amigos: “Pasaba por aquí”.
Acaba de estar una semana en París. Ha disparado exactamente dos mil doscientas once fotos. El río Sena y sus riberas ha sido su escenario predilecto, pero hay muchas más cosas: tabernas, pintores del natural, novios que se besan al sol y bajo los árboles, bañistas, gente que pasea con sus perros. Extranjeros en bicicleta. Y hay distintas tomas de la torre Eiffel, que siempre le ha gustado mucho.
A sus amigos les manda una postal por email. A mí me acaba de mandar una de un tabernero sentado ante su establecimiento. Dice: “París. La Marine. Pasaba por aquí. Vicente”.
'DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD'. AMPARO MARTÍNEZ, HISTORIADORA DE CINE

Hoy en Heraldo.es y en la página 5 de Heraldo
Amparo Martínez Herranz:
“Es muy peligroso, en tiempos de crisis, entregarse en las manos del populismo político”
“Ahora a nosotros nos corresponde afrontar otro cambio histórico a comienzos del siglo XXI”
Amparo Martínez Herranz es profesora de Cine y otros medios de la Universidad de Zaragoza. Ha publicado, entre otros tíutlos, ‘Los cines de Zaragoza (1896-1936)’, ‘Los cines de Zaragoza (1939-1975), ‘Teatro Principal’, ‘La arquitectura teatral de Zaragoza’ (2 volúmenes) y ha coordinado libros corales como ‘La España de Viridiana’. Ha comisariado exposiciones de Buñuel, Goya, Carlos Saura, Ramón Masats, y trabaja desde hace varios años en un ambicioso proyecto de investigación sobre Luis Buñuel.
¿Se habría imaginado alguna vez que una fuerza invisible, tan instalada en nuestras vidas pero invisible, podría detener así el mundo y paralizar las vidas?
Desde luego que no. Solo hay que pensar cómo estábamos viviendo hace pocos meses. Probablemente sí a cualquiera de nosotros nos hubieran descrito la situación por la que ahora estamos pasando, la reacción había sido pensar que era una broma pesada o que la persona que nos la contaba era un excéntrico amigo de las teorías de la conspiración. Sin embargo, si lo pensamos con más calma, no nos tiene que resultar tan extraño. Hay una especie de temor atávico qué hace que desde tiempo inmemorial nos contemos historias sobre desastres de origen misterioso, desde el Apocalipsis a las películas de catástrofes. Tal vez sea una manera de exorcizar los miedos o de entrenarnos psicológicamente para los infortunios. Quizás las dos cosas.
Cuando alguien habla de que el Apocalipsis ha llegado, ¿está diciendo una frase o la pandemia en realidad refleja la vulnerabilidad de la sociedad y del planeta por completo?
Hablar de Apocalipsis creo que es exagerado. Pero lo que está claro es que esta situación nos ha obligado a hacernos conscientes de que somos vulnerables. Son terribles todas las pérdidas humanas que se han producido y también los proyectos empresariales y personales que se han quedado en el camino. Pero sospecho que a muchos nos sirve para aprender de lo que está pasando, incluso con toda su dureza. Es un buen ejercicio caer en la cuenta que no lo tenemos todo controlado, que no somos infalibles.
Desde hace algún tiempo, está haciendo un proyecto de investigación en torno a Luis Buñuel. ¿En qué medida estamos viviendo tiempos buñuelescos?
A Luis Buñuel le tocó vivir situaciones mucho más terribles que las que nosotros estamos experimentando. Era un adolescente cuando estalló la I Guerra Mundial, sufrió en primera persona la Guerra Civil Española y también los efectos de la II Guerra Mundial, ya como exiliado en los EEUU. Consideraba que el ser humano después de la aniquilación de los campos de exterminio nazi y de l os bombardeos de Hiroshima y Nagasaki había quedado anestesiado para la sorpresa o el escándalo. Todas estas experiencias le llevaron al desencanto por las ideologías políticas concretas y a confiar exclusivamente en los valores y principios personales. Le tocó vivir cambios tremendamente importantes dentro de la historia del siglo XX: el fascismo, el nazismo, el franquismo, la constitución de la URSS, la reconstrucción quebradiza del mundo y de sus valores tras dos guerras de dimensiones globales. Él mismo fue partícipe de los cambios operados en la cultura por las vanguardias, que transformaron nuestra manera de entender el arte y la realidad. Ahora a nosotros nos corresponde afrontar otro cambio histórico a comienzos del siglo XXI.
Él ya fue un poco precursor de una situación así con ‘El ángel exterminador’. ¿Qué le ha hecho pensar esa película en estos días?
Me coge trabajando sobre ella, precisamente. Buñuel tenía una inteligencia intuitiva verdaderamente admirable qué le permitía sintetizar en imágenes los problemas o las grietas claves de la sociedad, para ponerlos en cuestión. En ‘El ángel exterminador’ fue capaz de identificar el peor de todos los encierros posibles, el que se impone uno a sí mismo. Retrató una sociedad burguesa encerrada en sus propias convenciones, ciega a los problemas que le rodeaban, limitada por el miedo. Lo que el encierro de ‘El ángel exterminador’ cuestiona es el encierro al que nos someten las inercias establecidas, la pérdida del espíritu crítico con nosotros mismos y con lo que nos rodea. Es fácil trasladar parte de este diagnóstico a la sociedad de consumó en la que ahora vivimos, que ya había empezado a emerger con toda su fiereza a comienzos de los sesenta. Eso es lo que puede tener en común la película con la situación que estamos viviendo, mucho más allá de la materialidad de no poder salir de nuestras casas. ‘El ángel exterminador’ nos obliga a revisar nuestras propias inercias personales y sociales. Esas inercias cotidianas o estructurales que tal vez deberíamos pensar y cambiar cuando salgamos. Sí no, terminará sucediéndonos lo mismo que a los personajes de la película de Buñuel, saldremos para volver a estar encerrados en nuestras desidias y en nuestros errores.
¿Cuáles serían las lecciones de Luis Buñuel para entender el presente?
Cuando pienso en Luis Buñuel me lo imagino resistiéndose a ser maestro de nada o a impartir doctrina. Pero es inevitable extraer del conjunto de su obra y de su actitud vital aprendizajes que ahora pueden ser valiosos. No renunció nunca al espíritu crítico, tampoco al humor, ni a la curiosidad, ni a la libertad de la imaginación. Concedió siempre una enorme importancia a la amistad, que fue uno de sus asideros vitales, especialmente en el exilio. Y se preocupó de cuidar de sus amigos, discretamente, sin alardes ternuristas. Les apoyó especialmente cuando pasaron por momentos difíciles, tal y como hizo con Rubia Barcia, José Bergamín y también con Katia y Sol Acín, las hijas de Ramón Acín, que le pagó con la lotería la película ‘Las Hurdes. Tierra sin pan’.
Seguro que ha dado un repaso al mundo del cine y del arte para acercarse y entender mejor la pandemia. ¿Qué ha encontrado, qué títulos, en el cine, qué situaciones le han interesado especialmente?
Las epidemias y los confinamientos son un tema recurrente en el arte, pero te pongo algunos ejemplos de obras con las que he estado trabajando últimamente. En pintura hay dos piezas íntimamente vinculadas a lo que estamos viviendo. La primera es ‘Peste en Roma’ (1869) de Jules Elie Delanuy, protagonizada por el ángel justiciero y destructor que ya estaba en la Antiguo Testamento y que vuelve a aparecer en el Apocalipsis. En esta obra misteriosa y dramática, para Delanuy lo importante no era hablar de una enfermedad que ya estaba erradicada a mediados del XIX, lo que de verdad le interesaba era reflexionar, utilizando la enfermedad como coartada, sobre conceptos más elevados como la divinidad, el poder, la vida y la muerte, todo ello dentro de un simbolismo de tono fantástico.
¿Algún cuadro más?
Por otro lado, asociada a la idea de encierro y de naufragio de la civilización está ‘La balsa de la Medusa’ (1819) de Géricault. Buñuel la utilizó como una de sus fuentes de inspiración para construir el guion de ‘El ángel exterminador’. No debe sorprendernos porque, tal y como ha señalado sabiamente Agustín Sánchez Vidal, ambos creadores Géricault y Buñuel compartieron una fascinación casi obsesiva por explorar los límites de la conciencia humana. De ahí su interés por trabajar con la restricción espacial, que generaba una situación extremadamente compleja en términos narrativos, un reto similar al que Hitchcock se propuso en 1944 en ‘Náufragos’, y que Buñuel llevaría todavía más lejos en ‘El ángel exterminador’.
Vayamos, pues, con el cine...
En el territorio del cine convendría distinguir entre aquellas películas que hablan de epidemias o pandemias y las que se refieren a encierros de todo tipo. Entre las primeras están ‘La amenaza de Andrómeda’ de Robert Wise, protagonizada por un germen mortífero de procedencia misteriosa. O ‘Contagio’ de Soderbergh, producida en 2011, que nos sitúa ante un virus tremendamente contagioso y difícil de controlar, una distopía futurista que ha terminado haciéndose cierta con la covid-19. Pero creo que todavía puede ser más interesante aquellas películas que especulan sobre el comportamiento humano en confinamiento.
¿En qué otros títulos se ha fijado?
Por ejemplo, ‘La ventana indiscreta’ de Hitchcock, en la que el protagonista ha de desenvolverse en un espacio restringido. Todo para explicar y explorar nuestra condición innata de ‘voyeurs’ en situaciones de hastío, como las actuales. También merece la pena mencionar ‘La zona’ de Rodrigo Plá que aborda el aislamiento voluntario en una urbanización residencial por miedo a lo que sucede en el exterior. Da que pensar. Y por supuesto ‘Canino’ de Lanthimos, una historia terrible de encierros en el ámbito familiar a medio camino entre el mito de la caverna de Platón y ‘El ángel exterminador’.
¿Qué le emociona de la reacciones de la gente, de esa nueva vida de balcón a balcón? A veces parece que nace una nueva forma de narrativa o de oralidad…
Me emociona cada día salir aplaudir y ver a mis vecinos y a la gente que vuelve de su trabajo aplaudiendo mientras camina. Me gusta como ejercicio colectivo en el que reconocemos que nos necesitamos unos a otros. Y en el que damos las gracias. Todo esto sin importarnos a quien vota el del balcón de enfrente.
Ensalzamos mucho al sector sanitario, a los profesionales en general, y luego parece que están un poco solos ante el peligro, sin equipos adecuados. ¿Qué piensa, conoce casos cercanos de entrega que le conmuevan?
Tengo buenos amigos y sobrinos médicos o sanitarios al pie del cañón que se lamentan de la escasez de medios materiales, pero no por eso dejan de esforzarse en su trabajo, invirtiendo mucha energía física y emocional. Por ejemplo, Menchu, que asistió a uno de los primeros casos de coronavirus en su centro de salud y que tiene que enfundarse en un buzo sanitario para asistir a domicilio a sus pacientes. Jose Mari, que trabaja muchas más horas de las que le corresponde y todavía le parece que hace poco. Y que nunca deja de estudiar para hacer las cosas mejor. O Rocío, que estaba contratada en un colegio como enfermera y acudió a la petición de ayuda de una residencia de ancianos, que necesitaba refuerzos. Seguro que les está revitalizando con su energía. Sospecho que cada uno de nosotros tiene una Menchu, una Rocío o un Jose Mari de los que sentirse orgulloso y de los que aprender.
El Gobierno de España ha sido criticado con severidad. Para algunos actúa regular y tarde, se ha equivocado con las Comunidades Autónomas, dice y se desdice… ¿Somos muy rigurosos o jugamos siempre a la política con el adversario, aunque Italia lleve 20.000 muertos, y Estados Unidos también sea cuestionado?
Yo solo sé que cuando veo comparecer algunos de nuestros responsables políticos en una rueda de prensa, pienso que por nada del mundo me gustaría estar en su lugar. Lo que nos está sucediendo era algo difícil de prever y creo que es complicado de gestionar. No obstante, tengo que confesarle que me parecen escandalosos actitudes como las de Donald Trump, toda una contradicción en sí mismo y obsceno tomando decisiones como la de suspender la ayuda a la Organización Mundial de la Salud. Un gesto populista muy dañino.
Es profesora universitaria… ¿Cuál es su relación con los alumnos?
Con otros muchos compañeros de la Universidad de Zaragoza hemos continuado con la docencia a través de distintas plataformas. Está siendo toda una experiencia que nos ha obligado a reciclarnos y transformar nuestro sistema de enseñanza. Pero de todo se aprende. Las clases ‘online’ a veces resultan duras porque es mucho más difícil sentir la reacción de los alumnos. Pero en esta situación se ha producido un curiosos estrechamiento de las relaciones con nuestros estudiantes. Muchos de sus mensajes comienzan o acaban preguntado si te encuentras bien. Los alumnos también nos cuidan. Todos estamos haciendo un enorme esfuerzo por adaptarnos y quiero pensar que ambos, profesores y alumnos, sentimos que es nuestra forma de contribuir a superar esta crisis. Para algunos alumnos la situación está siendo especialmente complicada, porque han tenido que hacerse responsables de sus mayores en casa. Otros se han quedado solos en sus pisos de estudiantes. Hace un par de semanas, en una clase de máster, una de las alumnas nos confesó que la hora de docencia era su único evento social de la semana.
También es madre de tres hijas. ¿Cómo lo llevan ellas, qué le dicen, y cuál es su reflexión sobre los jóvenes?
Estoy aprendiendo de la capacidad de adaptación de mis hijas. Ya se habían marchado a trabajar o a estudiar fuera de casa, pero han tenido que volver a Zaragoza. Al principio les costó situarse, pero han terminado estableciendo sus rutinas y construyendo una sólida complicidad entre hermanas. Procuran hacerse el día a día llevadero entre ellas y nos lo hacen llevadero a los demás. A través del teléfono y de las videollamadas están pendientes de sus abuelos. Esta situación les ha enseñado a valorarlos todavía más.
¿Qué libros, qué autores le están haciendo compañía?
Como los días son poco variados, hago variadas mis lecturas, que van de los ‘Cuentos desde el confinamiento’ del HERALDO a los cuentos de Gabriel García Márquez y también la poesía de José Luis Puerto, que es profundamente humanista e invita a confiar. Para seguir ahondando en cuestiones artísticas estoy disfrutando de ‘Los hijos del agobio’, de Antonio Ansón y de ‘Las ciudades históricas y la destrucción del legado urbanístico español. Fernando Chueca Gotia’, escrito por Ascensión Hernández Martínez. Y me queda poco para terminar ‘El orden del día’ de Eric Vuillard, una novela que resulta escalofriante leer estos días, porque habla de la inacción social que permitió el ascenso del nazismo en Alemania. Merece la pena tener bien presente que es muy peligroso, en tiempos de crisis, entregarse en las manos del populismo político, sea del signo que sea.
¿Tiene miedo, inquietud, desánimo?
Lo que más miedo me da es el miedo, porque nos paraliza.
INGRID BERGMAN. RETRATO DE GORDON PARKS. POR ALEJANDRO ALAGÓN

RETRATO DE INGRID BERGMAN
EN BLANCO Y NEGRO
COMENTARIO DE UNA FOTOGRAFÍA
DE INGRID BERGMAN
POR ALEJANDRO ALAGÓN
Ésta es otra de esas poderosas instantáneas que llaman la atención. Fue tomada por Gordon Parks durante el rodaje de la película Strómboli en Italia. La radiante imagen de Ingrid Bergman cautiva a la cámara, a pesar de que siente incómoda y ladea la mirada al oír lo comentarios o murmullos de tres mujeres enlutadas que la miran con envidia. Mujeres de distintas edades y estaturas, pero unidas en ese atuendo común que incluye, zapatos. medias, faldas, chaquetones, abrigos y pañuelos negros. Es la modernidad enfrentada al pensamiento arcaico, primitivo, de una sociedad cerrada. Una forma de pensar atávica, ancestral, heredada de madres a hijas en una isla, un entorno aislado. Y frente a esa forma de pensar rancia y anticuada irrumpe el volcán de una belleza nórdica, juvenil.
Conviven en el rostro de Ingrid Bergman la sombra del reflejo y la claridad, la sombra como metáfora de la críticas de una sociedad cerrada hacia una forastera, que se atreve a llevar un jersey blanco y un cabello sin pañuelo, desafiando a las estrictas normas de un ambiente rudimentario, prehistórico. Quizás murmuran que es una actriz y que ese oficio es sinónimo de una vida sucia, frente al estricto cumplimiento de los mandamientos religiosos que ellas cumplen a rajatabla. Tras esos comentarios áridos se insinúa un secarral, un conjunto de matorrales llenos de espinas, cuya máxima aspiración es recibir una gota de agua que los resucite, ya que sus raíces siempre estará unidas a ese suelo que carece de ambición y que, a veces, se desespera en un conato de erupción.
Entre Ingrid y el coro de seres, que parecen cornejas, se abre un profundo cráter. A la derecha de la imagen aparecen hombres sentados o asomados en la parte superior a una barandilla, que miran con lujuria a esa belleza, de paso efímero, que ha llegado para rodar en la isla. Son las contradicciones del mundo que empuja a sus gentes hacia la falsedad, la crítica fácil, frases destructoras de mordisco fácil, y miradas lascivas alejadas del catecismo de la escuela rural. Arriba en la colina, se sitúan las casas blancas que quizás cobijan a las mujeres vestidas de negro, como cuervos. Otra contradicción más, el enigma de los seres humanos, su color interior y su color exterior, los valores y los recelos, la suspicacia y la aprensión hacia los nuevo. Cobran vigencia aquí los imponentes versos de Garcilaso de la Vega en este soneto.
Coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la airosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
DIÁLOGO CON ANTONIO ALTARRIBA / II
Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) es guionista de cómic y de fotografía, donde trabaja al alimón con su compañera Pilar Albjar, es novelista e historiador del cómic. Es autor con Kim de El arte de volar, Premio Nacional de Cómic en 2010, y El ala rota, donde cuenta la historia de sus padres; con Keko firmó Yo, loco, Yo, asesino, publicados los cuatro en Norma Editorial, y El perdón y la furia, también con Keko; este último lo editó y lo presentó el Museo del Prado.
¿Cómo está viviendo el confinamiento?
Estoy confinado en buenas condiciones. Solo, en un piso espacioso, con escasos pero muy amistosos contactos y con una buena reserva de lecturas.
¿Qué ha pensado en estos 50 días de reclusión? ¿Qué reflexiones se le han pasado por la cabeza?
En realidad, pocas reflexiones distintas a las habituales. Comparto esa línea de pensamiento por la que han transitado Pascal, Cyrano de Bergerac, La Rochefoucauld, Schopenhauer, Baudelaire, Beckett, Cioran… y que rebajan cualquier pretensión demiúrgica del ser humano. Así que estas circunstancias han venido a reforzar, en cierta medida a escenificar, todo aquello de la fragilidad humana, nuestra insignificancia ante el Universo y hasta el absurdo de la existencia. Han sido, pues, confirmaciones más que revelaciones. Naturalmente, esa sonrisa, estilo Oscar Wilde, para sobrellevar las miserias de la humana condición se me ha descompuesto un poco, pero, en lo sustancial, la pandemia no está cambiando mi visión del mundo ni de las personas.
¿En alguno de sus libros o sus cómics se le había ocurrido algo semejante?
No. Como recurso narrativo la epidemia está muy identificada con escenarios del pasado, las siete plagas de Egipto, la peste negra, la gripe española… Si buscamos escenarios apocalípticos, tendemos a explicarlos por conflicto nuclear, crisis climática, algo que tenga connotaciones más actuales. Soy hijo de la vacunación generalizada contra el sarampión, la polio, la viruela. Creíamos que la ciencia nos había liberado de estas infecciones universales y catastróficas. Sin embargo, exploré las posibilidades dramáticas de una situación de enclaustramiento. Hasta pensé en hacer mi tesis sobre este tema cuando nadie aceptaba dirigirme una tesis sobre cómic.
¿A dónde nos lleva el aislamiento?
El aislamiento por epidemia empuja a la ficción como demuestra Giovanni Bocaccio en su Decamerón. Además, como en este caso, a una ficción vital y gozosa. La vida con contacto es la mejor fórmula para exorcizar la muerte por contagio. Y es lo mismo que pasa hoy, que no paramos de intercambiarnos o suscribirnos a las más diversas ficciones. También investigué algunas obras literarias cuya historia se basa en las posibilidades y, sobre todo, las imposibilidades de un encierro. El existencialismo o el llamado “teatro del absurdo” ofrecen muchos ejemplos. A puerta cerrada de Sartre, La peste de Albert Camus, Esperando a Godot de Samuel Beckett… También hay películas magistrales que explotan este tema como El ángel exterminador de Luis Buñuel, Quién teme a Virginia Woolf de Mike Nichols, El sirviente de Joseph Losey o la reciente saga Saw, que ha tenido varios directores. Un grupo de personajes sin posibilidad de salida constituye un cóctel explosivo. Metes en la redoma del relato envidias, resentimientos, ambiciones, amores y frustraciones, lo agitas bien y casi siempre sale una historia intensa, a menudo desgarradora. Ni siquiera nos imaginamos la cantidad de situaciones dramáticas que se estarán viviendo estos días.
¿Qué es lo que le impresiona más: la psicosis general, la certeza de la fragilidad del ser humano, o que, en realidad, no somos los dueños del mundo?
El vacío, las ausencias, el silencio… Contemplar los espacios públicos sin público, todo lo que ha sido concebido para la cohabitación bulliciosa convertido en un desierto me tiene muy desconcertado. Hay una especie de “a-funcionalidad” surrealista, estilo Giorgio De Chirico, que me fascina. Y, como consecuencia colateral, escuchar los pájaros y sospechar que la naturaleza, sin nosotros, recuperaría rápidamente su feracidad planetaria.
Cuando pasan cosas así, ¿cabe pensar que nuestra libertad es un espejismo?
No hace falta que pasen cosas así para comprobar que nuestra libertad es un espejismo. Basta con desear algo con la suficiente intensidad para sentir los límites de la libertad, porque demasiado a menudo no conseguimos lo que deseamos. Nuestra vida está llena de frustraciones por la distancia entre lo que queremos y lo que podemos. La imposibilidad de lograrlo proviene casi siempre de nuestra falta de libertad, de prohibiciones o de sutiles bloqueos que, a veces, son circunstanciales y otras, esenciales. Luego o, al mismo tiempo, viene la resignación, la distracción o el simple entretenimiento que nos ayudan a desdramatizar esta permanente insatisfacción. Vienen, incluso, esas filosofías de la resiliencia y la autoayuda que, con una argumentación de juego malabar, nos convencen de que lo que tenemos es lo que queremos. Pero eso no son filosofías sino estrategias, a menudo muy estudiadas, para fomentar la alienación y extender el conformismo.
Algunos dicen que la pandemia es el fin del estado del bienestar, que saldremos de aquí hechos unos zorros, entre ERTES y recortes, más desamparados que nunca. ¿Cómo lo ve usted?
No creo que sea para tanto. Existen recursos y sobre todo políticas monetarias para paliar los daños. Al capitalismo le gusta mucho meter miedo. Y le funciona. Solo pensar en la posibilidad de perder lo poco que tenemos ya nos amedrenta. Hay muchos intereses económicos en juego y muchas voluntades decididas a que se mantengan. No creo que se vaya a producir una catástrofe. Tampoco creo que estemos aprendiendo la lección y que, como algunos vaticinan, se vayan a abrir las puertas del paraíso con la desaparición de la explotación, las injusticias y las desigualdades. Después de un periodo de crisis y reajustes volveremos a las andadas. Es lo que hemos hecho desde el comienzo de la historia y no creo que sepamos hacer otra cosa. Después de toda gran crisis surge un firme propósito de no volver a hacer lo que nos llevó a ello. Ninguno más firme que el de la sociedad de naciones después de la Primera Guerra Mundial. Todos estaban firmemente convencidos de que, después de semejante masacre, no habría más guerras. A los pocos años el propósito se diluyó y nunca ha dejado de haber guerras. Somos dóciles, olvidadizos y con una gran predisposición a dejarnos engañar, una y otra vez, con las mismas mentiras.
Pasar el virus en Vitoria, lejos de su compañera Pilar Albajar, ¿supone algo especial, más doloroso si cabe?
No. Somos una pareja que siempre hemos vivido nuestra relación con mucha libertad y con gran respeto de la individualidad del otro. De hecho, hace tiempo que vivimos separados. Esta es una modalidad de relación en auge en la sociedad actual. Quererse no tiene por qué obligar a compartir el mismo retrete. Mantenemos muy buena relación y estamos en contacto casi constantemente.
Algunos dicen “mi trabajo lo hago en reclusión, en soledad. O sea que esto es llevadero”. ¿También le sucede algo semejante?
No. Debería haber sido la realización del sueño de mi vida, abandonar todo compromiso social para ponerme al día en trabajos, proyectos, lecturas y otros deberes solitarios. Sin embargo, la terrible dimensión de lo que ocurre se infiltra en mi confortable cobijo y me desanima. Me siento desmotivado. Rindo poco. Me parece que hay demasiado dolor alrededor como para mantenerme imperturbable en mis tareas. Leo más, duermo más… Actividades pasivas, pero emprendo con gran dificultad las activas o creativas.
¿Qué se hace mal desde el Gobierno? ¿Se ha reaccionado tarde, se improvisa mucho o al final, como vemos en Italia, en Francia, en Estados Unidos y otros lugares? ¿Tan difícil es tomar decisiones?
No es fácil tomar decisiones en estas circunstancias. Tuvimos mala y tardía información de los orígenes de la pandemia y no reaccionamos con la suficiente rapidez. Vivimos en una época en la que cuesta dar malas noticias, aún más desde la política por el temor electoral, y eso, seguramente, también influyó. Ahora no queda otro remedio que improvisar vista la dudosa fiabilidad de cifras, la escasa experiencia y el desconocimiento científico. Pero no cabe duda de que algo se habrá hecho mal cuando España tiene la tasa de mortandad más alta del planeta. Eso, desde luego, no justifica las posturas del PP y mucho menos las mentiras de Vox y de sus granjas de ‘bots’.
¿Existiría en España algo que nos uniese a todos o estamos condenados a confirmar el verso de Gil de Biedma: “España, este país de todos los demonios”?
El fútbol. Eso es lo único, al menos lo que más, une a todos los españoles, salvo los pocos disidentes que quedamos. Pero no creo que esta escenificación constante del enfrentamiento político sea estructural, histórica e indefectiblemente arraigada en la sociedad. Hay quien se encarga de afilarlo y envenenarlo todos los días. Tenemos una oposición controlada ideológica y estratégicamente por FAES. José María Aznar ha sido una de las peores cosas que nos ha ocurrido en los últimos treinta años de vida política. Y sigue controlando el PP, ahora más que nunca. Aprendió que solo una sociedad en shock cambia de gobierno y no duda en mantenernos en la confrontación, aunque la situación sea tan difícil como la actual. Mientras dure su influencia, la política del PP alimentará la tensión. Distinto es el caso de Vox, que llevan el odio y el sometimiento ya de serie, desde los tiempos de Franco.
¿Cómo deben ser las críticas o las enmiendas de la oposición en situaciones como esta?
Naturalmente, deberían hacer una crítica más constructiva, dejar de pensar que todo sirve para ganar elecciones e impregnarse de la solidaridad requerida por una emergencia mundial como esta. Desafortunadamente, en los sectores más conservadores la lucha por el poder se impone por encima de cualquier noble renuncia.
¿Le ha sorprendido la reacción de los españoles: el aplauso a las ocho, los diálogos de ventana a ventana, la música, las corrientes de solidaridad, el torrente de actuaciones y lecturas en las redes sociales?
Sí. Y no solo para bien. Soy de poco escenificar y de más hacer. Se aplaude a los sanitarios desde muchos balcones que aún exhiben la bandera española de apoyo al PP en la crisis catalana, una crisis que sirvió de cortina de humo para ocultar corrupción y recortes, en sanidad de manera muy especial. No creo que los sanitarios quieran ser héroes sino profesionales bien equipados y amplia plantilla. En cuanto a la avalancha de recursos culturales “desinteresadamente” puestos on line, hay de todo. Hay alguna iniciativa interesante, pero también flagrante voluntad de recolocar productos desechables, que no quisimos consumir hace diez años. Para este tipo de males, enclaustramiento, aburrimiento, sufrimiento me parecen más eficaces las búsquedas personales, lamerse las heridas con recursos propios. Desde luego, mejor que buscando bálsamos ajenos. En el mejor de los casos pueden proporcionar distracción, pero no fuerza ni aprendizaje frente a la adversidad.
¿Cuál es el lugar de la cultura en un momento así?
La soledad, el tiempo libre, la voluntad de hacer es un magnífico caldo de cultivo para acercarse a la cultura. Pero siempre he entendido el acercamiento a la cultura como una pulsión individual, no como una consigna colectiva. En la mayor parte de sus modalidades funciona como placer solitario, no como distracción coyuntural para soportar, sin mucho trauma, un problema como este. En cualquier caso, plantearla como paliativo a la epidemia o a la desocupación no me parece buen punto de partida. De hecho, una buena parte de la efervescencia cultural que abunda hoy en las redes funciona más como acontecimiento social que como enriquecimiento cultural o estímulo de la inteligencia.
No sé si firmó el manifiesto de los Premios Nacionales. Usted lo fue de cómic en 2010 por El arte de volar, la impresionante historia de su padre que se arrojó al vacío. ¿Qué le ha parecido esa llamada de atención desde el mundo de la cultura?
No firmé. Nadie se puso en contacto conmigo para hacerlo. Pero me parece bien la iniciativa. La cultura está clamorosamente ausente del discurso político, incluso cuando se trata de salvar los muebles en una emergencia. Hay una incompatibilidad de fondo entre política y cultura. Y no lo digo solo por la evidente falta de formación de una buena parte de nuestros políticos. Consecuencia de la adquisición de cultura es el pensamiento crítico, la resistencia a la uniformidad ideológica, incluso la transgresión creadora. Y eso no suele gustar a la “autoridad competente”. De hecho y como puede comprobarse fácilmente, en España el PP la considera enemiga y la yugula cuando está en el poder y el PSOE le da mucha coba, pero pocos recursos.
¿Ha sido la cultura, la creación, la gran olvidada en el paquete de medidas? ¿De qué se queja y qué pediría usted?
Sí. Y así lo han tenido que reconocer. Ahora se apresuran a enmendar la pasividad del ministro del ramo. Las políticas culturales no se construyen a partir de la financiación de actos o de infraestructuras, iniciativas puntuales y casi siempre con pretensiones electoralistas. Se trata de crear un estado de opinión, una actitud generalizada de interés por la cultura. Eso es el resultado de unas políticas transversales, duraderas en el tiempo, que van desde los planes de estudios, una educación concebida no tan solo para la empleabilidad, apoyo de medios de comunicación que den cobertura a los actos culturales, discursos y prácticas políticas basadas en la argumentación, en el fomento del criterio y no en la descalificación o el vitoreo. Crear un circuito de difusión y una aureola de dignificación haría crecer la sed de cultura, que es un impulso (repito una vez más) individual y escaso en este país.
Ha escrito mucho de erotismo, fue galardonado en el Premio La Sonrisa Vertical. ¿Qué nos recomienda? ¿Es la reclusión la prueba del nueve para las parejas o puede ser el pretexto ideal para recuperar el tiempo perdido?
Puede que cuando dobleguemos la curva de infecciones, se dispare la de divorcios. Para las parejas que conviven en esta situación resultará una prueba importante. Les reforzará o les distanciará. En cualquier caso, estoy convencido de que, en este nivel sentimental-sensual, se están viviendo situaciones muy intensas. Dicen que el tiempo libre, incluso la proximidad de la muerte estimula la libido. Puede que algunas parejas hayan convertido el encierro en una orgía perpetua. Viéndolo desde el lado positivo, podemos tomarnos el tiempo y el placer de explorar una sexualidad con tendencia a la rutina, hasta descubrir alguna satisfactoria perversión, al menos una pequeña innovación. Hasta quienes pasamos el confinamiento en solitario podemos encontrar maneras distintas de darnos placer. Los Satisfyer ya estaban conociendo un auge de ventas antes de la epidemia. Ahora se han disparado. Desde la perspectiva contraria puede que contribuya a extender la creciente tendencia a la asexualidad.
TOMÁS RUIZ-RIVAS: 'EL MILLÓN DEL ARTE'
Hace una semana escribí un artículo sobre el ya difunto proyecto del Fondo para las Artes de Madrid, al hilo de la liquidación del FONCA1 en México y como colofón de mi anterior publicación: “Un Plan postCovid19 para las Artes Visuales”. No lo publiqué, más que nada porque tengo la cabeza en otros asuntos, pero la noticia del “Plan” de verdad, el del Ministerio, me ha arrancado de mis abstrusas lecturas literarias, tan apropiadas para estos tiempos eremitas, y me ha empujado a tomar parte de nuevo en el debate público sobre las (des)políticas culturales. España tiene al menos eso de bueno: la estabilidad, la continuidad. Gobierne quien gobierne, si te dedicas al arte contemporáneo sabes que caminas solo por el mundo.
El gobierno, del cual soy votante para que quede todo claro, ha aprobado una dotación extraordinaria para socorrer al sector —si es que hay tal cosa— de la cultura con 76,4 millones de euros. No hay que dejarse engañar por el titular, porque los 780 millones que anuncia son en realidad para garantías para créditos. Documentos que rara vez se convertirán en obligaciones de pago. El detalle del dinero de verdad, que se presenta incompleto, es como sigue: 38 millones para las artes escénicas y la música; 13.252.000 para las salas de cine; 4 para las librerías “independientes” (¿Independientes de qué o de quién? ¿De las distribuidoras?). UN MILLÓN para las artes visuales:
En relación a las Bellas Artes, el Real Decreto Ley incorpora ayudas extraordinarias por valor de 1 millón de euros para la promoción del arte contemporáneo, y en concreto para el desarrollo de proyectos de innovación digital que fomenten la difusión de las artes visuales, la creación artística, la comunicación, la difusión internacional y la adquisición de arte contemporáneo español.
Los destinatarios de estas medidas incluyen a los artistas visuales, las galerías de arte, críticos y comisarios, así como la dotación para compras de arte contemporáneo español a través de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura y Deporte.
Curiosamente, como señalaba un amigo en Facebook, la misma cantidad que ha donado Helga de Alvear para la lucha contra el Covid-19. No soy conspiparanoico, pero con mil euros arriba o abajo se libraban del paralelismo.
El monto, no hace falta decirlo, es ridículo. Pero además no es en apoyo a la creación, la parte más vulnerable del sistema, sino a todo el sector y, atención a este detalle, al propio Ministerio, que se puede quedar con la tajada del león con un programa de compras del que no se ofrece ningún detalle. ¿Será una convocatoria pública como han hecho los gobiernos autonómicos de Madrid y Valencia? No, porque para eso tienen la mencionada Junta, que ya sabrá qué o a quién tiene que comprar.
Pero lo más grave es el objetivo de las ayudas: “proyectos de innovación digital”. ¿Qué significa esto? Está claro que le objetivo de esta línea de apoyo no somos los artistas, sino los mediadores. No se apoya a la creación, como podría parecer en una lectura rápida, sino a proyectos de innovación digital que fomenten la creación. ¿Por qué no la fomentan ellos directamente, con la premisa de que sin ésta no puede haber ni difusión, ni comunicación, ni adquisiciones? A saber. Imagino que las asociaciones del sector que han asistido a las reuniones con el ministro habrán estudiado el tema y nos podrán iluminar al respecto. ¿Qué carajo son los “proyectos de innovación digital que fomentan la difusión y la creación”? ¿Es que a nadie en este país se le ha ocurrido que si no hay artistas no habrá arte que difundir, ni con proyectos de innovación digital ni a voces en las plazas? ¿De qué cabeza ha salido esta idea, y cómo es que nadie, con toda la gente que dice haberse reunido en el Ministerio, la ha denunciado antes de que se publique?
Otro aspecto preocupante del “Plan” es que pone de manifiesto la irrelevancia de las artes visuales para la sociedad española. La desproporción con los otros ámbitos creativos, reggeaton incluido, es vergonzosa. Y como muy bien han señalado Paco Barragán y Carlos Jiménez en un hilo de Facebook, esto es algo sobre lo que deberíamos detenernos a pensar. “¿Qué hemos hecho o dejado de hacer en el mundo del arte contemporáneo para que este le importe tan poco a la sociedad?”, nos interroga Carlos en su comentario.
En mi anterior post critiqué la línea de acción de AVAM. Sé que mis palabras resultaron molestas para muchos compañeros, no todos, pero lo que de verdad siento es haber resultado profético. Debo insistir, a pesar de todo, en que estas asociaciones que supuestamente nos representan ante las instituciones están mostrando su habitual falta de visión política y de compromiso, cuyas consecuencias son, entre otras cosas, los constantes batacazos que recibimos en las decisiones políticas. Éste es un momento en el que se pueden plantear reformas de calado histórico, como la obligatoriedad del pago a los artistas2 en exposiciones con financiación pública, la creación de un Fondo como el que proponíamos un amplio grupo de asociaciones hace ya varios años, no sólo el de “emergencia” que ha planteado ADACE en su documento, que por cierto no deja mucho más para los artistas, o mecanismos de compra de obra como el que ha habilitado la Comunidad de Madrid, que podría convertirse en permanente, dado que las galerías, con mi mayor respeto por su trabajo, no pueden canalizar toda la creación actual, ni sobre todo la más experimental. Ahora que ya todas las rotondas tienen su mamotreto, quizás deberíamos racionalizar las políticas de compras para que de ellas resulten colecciones con un sentido histórico.
Sin duda podemos redactar una larga lista de medidas útiles a corto plazo y beneficiosas a largo, medidas fáciles de consensuar con todo el tejido creativo, como lo fueron las ayudas a la creación, pero que requerirían mucha energía y unión para obtener el compromiso de los gobiernos locales y central. La ausencia de un liderazgo fuerte en el sector, que debería venir, como decía en el texto anterior, del Reina Sofía o de instituciones o personajes que cuenten con un respaldo generalizado (ya sé que no los hay), nos deja por desgracia en una posición muy vulnerable. El tiempo que se ha perdido para desarrollar propuestas con verdadero calado no se puede recuperar en pocas semanas.
Pero lo que debemos tener presente es que la crisis sanitaria del COVID-19 va a acarrear una crisis económica de proporciones bíblicas. Hace pocos días un periódico ofrecía datos escalofriantes sobre la situación fiscal de España en un futuro próximo: una caída del 20% en la recaudación, que equivale a 42.100 millones de euros. Para que nos hagamos una idea, en la anterior crisis, en su peor año, la caída fue del 6,6 %. Pensar que en esta situación va a haber subvenciones, ayudas o planes de emergencia para que capeemos el temporal sin sufrir penalidades es una quimera. El millón del Ministerio debería servirnos de aviso. Por mucho que ahora prometan, es difícil creer que en 2021 se convoquen ayudas o se implementen programas especiales para apoyar a los artistas de Madrid —del resto no hablo, pues sé poco. Y esto es en realidad todo lo que puedo aportar al presente debate.
[1] Este Fondo fue impulsado por la sociedad civil a través de una carta publicada en 1975 la revista Plural, que suscribían importantes intelectuales como Octavio Paz, Elena Poniatowska o Juan Rulfo. Su título era “Ideas para un fondo de las artes” y demandaba un cuerpo cultural “creado por iniciativa del Estado”, pero “como un organismo autónomo […] separado de la administración pública”. En la idea de los firmantes, el Estado debía fomentar la cultura pero, a su vez, debía renunciar por completo a su pretensión por controlar sus contenidos: “El examen histórico muestra que no solamente el Estado jamás ha sido creador de una literatura de veras valiosa, sino que, cada vez que intenta convertirla en instrumento de sus fines, termina por desnaturalizarla y degradarla”.
[2] Escribí un artículo al respecto hace algún tiempo. Para quien quiera conocer lo que se está haciendo en otros países, recomiendo las memorias de este simposio donde no estuvo presente ninguna asociación española: https://drive.google.com/open?id=15u95HjPWXQ_cEtiAeoBBqooMNlLOBVL9
UN DIÁLOGO CON MIGUEL PARDEZA

UN DIÁLOGO CON MIGUEL PARDEZA, CON 'ANGELÓPOLIS' DE FONDO
DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD, EVA ARMISÉN

DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD
Eva Armisén, pintora e ilustradora.
'DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD': LINA VILA

¿Qué pasa por la cabeza de una artista como usted tras hacer la exposición más importante de su carrera en el Paraninfo?
¿Seré capaz de continuar?
¿Cómo salió de ahí, con qué perspectivas?
Al ser una sala que tiene tanto público, pensé y así fue, que iba a tener una respuesta a mi trabajo de un número de personas considerable. Una de las experiencias más bonitas para mí fueron las visitas guiadas. El contacto con las personas y la reacción de éstas al ver las obras fueron muy importantes. Creo que los pintores tenemos siempre en la cabeza el cuento de la lechera, creemos que va a haber algo mágico que nos haga trabajar más, vender más, que nos “necesiten” más, pero es un cuento... Nuestra trayectoria, en general es muy lenta. Lo sé desde el principio. Por eso en mi caso no cabe la decepción: disfruto del momento y sigo viviendo y creando.
Decía hace unos días que casi tuvo una visión: la crisis que se avecinaba…
Totalmente. Desde que vi las imágenes de China en las que construían los hospitales a contrarreloj lo vi muy claro. Y empecé a ponerme muy mal. Un vacío tremendo se apoderó de mí. Era como si fuésemos a caer a un abismo. Y después con Italia era ya querer estar ciego si no lo veías. Pero en general no queremos ver las desgracias aunque las veamos venir. Los amigos, los alumnos, me decían que era una neurótica, que China estaba muy lejos...Yo estaba perpleja por como se lo tomaba la gente. Pero yo ya estaba comprando mascarillas. Y para no montar en el tranvía caminaba una hora y cuarto para ir a trabajar, cada vez que corregía a un alumno me lavaba las manos,... eso ya en enero, cuando los expertos decían que era como una gripe. Como una gripe....
¿Cómo ha vivido la pandemia, cómo la está viviendo?
Mal. Muy mal. Tantas muertes, tanta soledad, tanta confusión, tanta información contradictoria, tanta mentira,... pero sobre todo el sufrimiento de las personas que han muerto solas y el de sus familiares. Y no poder despedirlas como se merecen. Y tanto buenismo: todo va a salir bien. No, todo ha salido mal. Y tantas fábulas de vida que no soporto, tipo: los pájaros volverán a cantar, la tierra sanará. Que sí, que me importa el medioambiente, pero lo que más me importa son las personas. Y esto de que esta crisis nos va a convertir en mejores personas. Cuánta estupidez a mi juicio.
Usted vive en el campo, tiene terreno, flores, pájaros, huerto, jardín. ¿Habrá sido mucho más fácil la cuarentena, no?
Soy una privilegiada. Cuando vine a vivir aquí mis amigos se preguntaban cómo podía irme del centro de la ciudad; y en cambio ahora nos envidian. Es un lujo confinarse viendo el cambio de los árboles y las plantas, teniendo espacio para hacer un poco de deporte, para comer fuera con una sombrilla que te traslada a la felicidad del verano y para cultivar el pequeño huerto. Un huerto y unas gallinas ponedoras que nos servirán para autoabastecernos con la crisis económica que se nos viene encima. Pero es imposible abstraerse de lo que sucede.
Tiene el estudio cerca de la casa. ¿Cuál ha sido su relación con el taller, con la pintura, con el dibujo o el grabado?
En un principio era incapaz de coger un lápiz o un pincel. Me parecía absurdo con todo lo que estaba pasando. Incluso pensé que igual era el momento de dejarlo, de abandonar. Sí, lo pensé. Era mucha la desazón. Así que me puse a escribir un diario. Escribía en un cuaderno de Gallimard en el que estaba escrito en su primera página: “Quand on a le temps on a la liberté”, de Guillame Apollinaire. Y aunque en otro tiempo no hubiese podido estar más de acuerdo, ahora el tiempo no lo es todo. Fui entrando a días como por casualidad al taller y fueron volviendo las ganas de dibujar. Dibujar calma mucho. Creo que el dibujo y la lectura me salvarán de la locura y la desesperación.
Cuando se empezó a extender la onda expansiva, el miedo y la psicosis general, ¿qué pensó, se lo creía, tenía la impresión de qué vivías un mal sueño?
¡Claro que me lo creía! Alguien dijo que la vida es una pesadilla que hay que vivir despierto. Y esto es así. Y de hecho me confiné y obligué a mis "convivientes" a confinarse antes de que lo impusiera el gobierno.
Algunos artistas, por curiosidad y quizá por el afán de entender la situación, estudiaron casos semejantes en el arte, períodos de artistas sometidos al encierro. ¿Le pasó a usted, indagó en cuadros, vidas de pintores, períodos artísticos?
Llevo mucho tiempo haciéndolo. La mayoría de las mujeres creadoras a lo largo de la historia han estado confinadas. He leído algún relato como el de ‘Vacances Forcées’ de Roland Dorgelès, un relato de huida y confinamiento durante la Segunda Guerra Mundial. Y sigo leyendo memorias y biografías de pintoras. A mí el confinamiento en sí mismo no me angustia. Como decía el otro día Adam Zagajewski es como estar en un salvavidas en mitad del océano. En un bote salvavidas cómodo, agradable si no fuera porque desde él ves a personas que se ahogan pero no puedes alcanzarlas ni ayudarlas.
¿Cómo le marca a uno una pandemia así, aunque esté en unas circunstancia mejores que la mayoría?
Emocionalmente creo que es una herida que dejará una huella para toda la vida. Y eso que no ha acabado. Todavía podemos seguir perdiendo seres queridos y poder morir nosotros mismos también.
Estamos desamparados, el mundo ha parado de revoluciones, casi se ha detenido… ¿En esas circunstancias, es el arte secundario, casi un lujo, o estamos errados por entero?
Yo creo que el arte nunca ha sido ni será secundario. El arte es un reflejo del tiempo que nos toca vivir. En cualquier crisis se ha seguido creando. Como le decía antes, en estos testimonios que he leído sobre creadores en la Segunda Guerra Mundial, los artistas seguían creando en la medida de sus posibilidades. Aimé Maeght abría su galería en ese tiempo y los que podían compraban obras de arte. Es evidente que si no tienes para comer no tendrás para comprar arte... Los escritores seguían escribiendo, seguían analizando, seguían criticando. Por eso no entiendo cuando ahora se nos dice: ya habrá tiempo de analizar, ya habrá tiempo de criticar... Pero no estoy de acuerdo en que mucha cultura ahora sea gratuita. Entiendo que ha sido un acto solidario, pero la cultura es muy importante. Y más en la situación penosa en la que nos vamos a encontrar los pintores y creadores autónomos.
Perdone la provocación, pero ¿para qué sirve el arte en tiempos de la covid-19?
Para lo que sirve en cualquier momento. Para hacernos reflexionar, para provocarnos, para emocionarnos, para proporcionarnos belleza.
¿Cuáles son las premisas de futuro para una artista como usted, que ha ganado premios, tiene una trayectoria, etc.?
Buf, cuando una va cumpliendo años tu futuro se achica mientras que tu pasado se agranda. Así que le diría que en lo único que pienso es en poder ver a mis hermanos y a mis amigos, acercarme a oler el mar y poder hacer algún pequeño viaje. Después nada me gustaría más que dibujar y pintar. Me desesperaría llegar a los 50 siendo pintora y tener que buscar otro trabajo para poder subsistir. Pero puede ser. No sabemos aún el alcance de la crisis.
Había empezado a dibujar ancianas… ¿Por qué? ¿Percibió que los ancianos iban a ser las principales víctimas?
Esto ya nos lo decían nuestros amigos italianos. Están muriendo nuestros abuelos, nuestros padres, decían. Protegeos, decían. En Barcelona, en mi época de estudiante, estuve de voluntaria en residencias de ancianos y lo que vi fue tremendo. Dramático. Y de eso hace muchos, muchos años. Todas las muertes que se han producido en estos aparcamientos de ancianos unido al amor que siento por mi madre y a la que tengo prácticamente secuestrada para protegerla, me ha llevado a querer pintarlas y a hacer quizá pequeños homenajes y una llamada de atención sobre estos lugares que, sin duda, deberían estar más controlados.
¿Qué le incomoda de la gestión del Gobierno?
Prácticamente todo. Si yo, que no soy experta y no tengo información, iba viendo lo que se nos venía encima, creo que ellos lo veían mucho mejor que yo. No entiendo que no cerraran fronteras antes, no entiendo que se pudiera viajar a Madrid todo el tiempo, no entiendo que los estudiantes volvieran a sus casas en otras comunidades y salieran normalmente. No entiendo que no previeran material sanitario antes, que no compraran respiradores. Que China es muy hermética porque es una dictadura, de acuerdo. Pero en la era de mayor interconectividad no es posible que no se supiera. Y menos cuando ya teníamos el ejemplo de Italia. No entiendo que se convocaran las manifestaciones del 8 de marzo, que se permitieran los mítines políticos, los partidos de fútbol. Que se dijera que las mascarillas no protegían. Mentiras. Cuántas mentiras. No soy apolítica, pero ha sido una decepción grandísima .No sé si volveré a votar. Y creo que deberían juzgarse tantas negligencias. Han ido detrás del virus todo el tiempo en lugar de adelantarse. Y no sé si volveré a votar porque en lo que más me importa, que es la salud y en este caso la salud pública, no han tomado las medidas necesarias ... ¿cómo voy a confiar en medidas sociales, económicas o en medidas para el sector cultural? lo siento pero no. Ha sido tremendo. Una gran tristeza. Y cuando haces una crítica al gobierno entonces ya eres un facha. Es una verdadera pena este país.
Está muy decepcionada...
Les reprocho tantas muertes. De ancianos, de sanitarios, de tantas y tantas personas que tenían una vida por delante. Y no digo que otro partido lo hubiera hecho mejor, pero creo que falta mucha humanidad en los políticos. Mucha.
Ahora que los cita. Casi todos estamos conmovidos con la entrega de los sanitarios. ¿Qué le emociona de las reacciones y actitudes de la sociedad?
Me emocionan esos sanitarios, entre los que se encuentran amigos míos, que han cogido de la mano a esas personas que han muerto. Que les han dado el amor necesario para no morir en soledad. Me emociona la valentía de enfrentarse a la enfermedad asumiendo los riesgos sin los medios necesarios y con un sueldo mucho más bajo que el de otros profesionales, siendo ellos de los colectivos más afectados por el virus. Me emociona la solidaridad de esas personas que están llevando la comida a los ancianos que están solos en sus casas. Me emocionan las donaciones no solamente de grandes empresas y fundaciones sino también de personas anónimas.
Le han marcado mucho tu padre y tu abuela, a los que les has dedicado varios homenajes. ¿Son ellos como fantasmas que le impulsan a crear o a conversar en silencio?
No soy una persona creyente, pero sí que hablo con mis muertos. Con todos ellos.
¿Qué le queda a la mujer por hacer el en arte? ¿Ya está en condiciones de igualdad?
En absoluto. Precisamente estoy leyendo un libro que me mandó un buen amigo cuyo título es: ‘Las invisibles. ¿Por qué el Museo del Prado ignora a las mujeres?’ de Peio H. Riaño. y le podría escribir aquí muchos datos que demuestran que esa igualdad no existe. Hay que seguir trabajando en esta dirección, y más en épocas de crisis.
¿Ha seguidos descubriendo personalidades, actitudes, obras, de mujeres artistas, a las que siempre ha reivindicado?
Por supuesto. Tenía una pila de libros en francés de memorias, biografías y autobiografías de creadoras. He profundizado en la vida y obra de la arquitecta Charlotte Perriand, todo un descubrimiento. He conocido la fascinante vida de Nancy Cunard, he releído a Annie Ernaux. He leído los ‘Munkey Diaries’ de Jane Birkin y he leído y admirado varias obras de Romain Gary, que aunque no era mujer estaba muy influido por ellas (fue marido de la actriz Jean Seberg) y al que no había leído nunca.
¿Qué le paraliza más el miedo o la incertidumbre del futuro?
Es casi lo mismo. Siempre he pensado que con salud puedes hacer frente a cualquier adversidad. Así que te diría que paraliza más el miedo a no tener salud. Aunque en Francia, nuestros amigos nos dicen que va a matar más la crisis que el virus.
¿Qué puede y qué debe hacer la sociedad por los artistas?
Soy bastante escéptica en esta cuestión. Creo que hace falta mucha labor desde la educación temprana. Y pienso que ahora la sociedad va a estar en otra cosa. La sociedad en general y los gobernantes en particular tendrían que ser muy conscientes de que la cultura es también una industria que da trabajo a mucha gente. Y una ley de mecenazgo debería establecerse con urgencia.
HOY, A LAS 12, ESPECIAL SOBRE LA RECOPA
10.05.1995. EL GOL DE NAYIM EN PARÍS
PAJARO, FLECHA O CÓMO SER EL MEJOR POETA DEL SIGLO XX
Desde los años 50, el Real Zaragoza sabe lo que es tener “una media de seda”. Primero la formaron Belló y Samu, el murciano elegante y el húngaro pundonoroso. Más tarde, con Los Magníficos, comparecieron futbolistas cristalinos de toque, sutileza e inteligencia como Pais, Santos o el arquitecto Carlos Lapetra, al que Belló resituó en el lugar del diez para que dirigiese el juego. Con Los Zaraguayos se armó una línea de creación formidable con Planas, García Castany y Arrúa: una alianza de elegancia, velocidad, imaginación y gol. Más tarde, en los 80, el club contó con una salá de máquinas envidiable: Señor, Güerri, Barbas y Herrera. Aquel equipo debió aspirar al título y demostró, día a día, que La Romareda podía ser un rectángulo de pura música ejecutada con las botas. Y una década después, en los 90, se forjó un equipo glorioso, complejo y completo en todas las líneas, pero con una núcleo de fabulación esencial en la zona ancha: Aragón, que parecía tener elocuencia, suavidad y una visión panorámica; Poyet, el multiverso: toque, desmarque, llegada y olfato de gol; Nayim, el virtuoso, el pícaro, el mago, el jugador que creía en un axioma: “El azar juega con los listos”. Con ellos, Gay, Jesús García Sanjuán, Geli, Óscar, futbolistas de calidad y de conjunto.
Esta media fue capital en los éxitos de un bloque esencialmente equilibrado. La orquesta de armonías. Esa orquesta que, sonido a sonido, tumbando rivales, ayudó a soñar a una afición acostumbrada a lo bueno, a lo bello, a lo emotivo. Detrás de los logros, más allá de los futbolistas, había un director: Víctor Fernández, un hombre joven que aún seguía abrazando la sombra de Saturnino Arrúa en la banda y que fantaseaba con una suerte de ‘jogo bonito’, sin complejos, de vértigo y ritmo, de improvisación y ataque. Se presentó el gran día en París, la ciudad de casi todo: del amor, del arte, de las vanguardias, del cine, de las catedrales que asoman al Sena. Y también iba a ser la ciudad del fútbol. La capital más hermosa del zaragocismo universal. Enfrente el Arsenal, campeón el año anterior, en la temporada 1993-1994, la misma en la que el Zaragoza se había ganado el derecho a exhibirse en la Recopa tras vencer al Celta en la épica de los penaltis.
París era una fiesta. Distinta. Apasionada. Una reconquista sentimental ante el francés que se había sentido en casa en Los Sitios, aunque en esto se piensa luego a la hora de desmpolvar la enciclopedia de los símbolos. La atmósfera era inefable. El volcán del fútbol con todos sus rituales de color, algarabía, delirio e identificación con una historia, un pueblo y el deseo de ser grandes. Juan Eduardo Esnáider, otro guerrero de seda, marcó un gol como un calambrazo: el disparo seco y ajustado, tan exacto como rayo. Los ingleses igualaron sin belleza. Todo en la segunda mitad. Y llegaron los minutos del suspense, del cansancio, del último arresto. El Zaragoza debió marcar, Pardeza, que jugó un partido inmenso, quizá fuese objeto de pena máxima. Nada. Nada. Forcejeos, intentonas, carreras, un cambio equívoco. Y entonces, en ese lapso en el que parece que todo se ha jugado, incluso la fortuna última, sacó Cedrún, y un balón más perezoso que otra cosa salió repelido hacia Nayim.
El fotógrafo Henri Cartier-Bresson escribió que “fotografiar, es poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo punto de mira”, y Nayim, el elegido, entendió que era su instante decisivo. Nayim “sorprendió la vida en flagrante delito”, y vaticinó el destino. El gesto es abrumador y sutil: lo vio todo antes de que pasase nada. Miró con los ojos del pícaro que sabe que está ante su momento para la eternidad: paró con el pecho, observa la lejanía, la descolocación de Seaman, la felicidad de los suyos, la indecible alegría de tantos y tantos aragoneses, y soltó una parábola precisa y efectiva. “Chicos, siempre entre los tres palos”, es otra consigna escolar. Lo hizo: con toda la intención del mundo. Con la seguridad de un dios mortal.
Apenas dos segundos después, el estadio se convulsionaba y el mundo también se estremecía. Y Seaman, incrédulo y culpable, era un náufrago desamparado entre las redes. El disparo fue de una belleza sublime: exploración a la velocidad de la luz, control, latigazo, la historia a solas vuelta pájaro o flecha, la caída, el grito último de la gravedad. Y al final, algo tan sencillo y cotidiano como un gol, la poseía del fútbol. Miguel Pardeza recuerda que Pasolini decía que el poeta del año debía ser el máximo goleador del Calcio. Nayim quiso ser el poeta del siglo. En la celebración, miró a alguien como si le dijera: “Tenía que hacerlo por toda esta gente”. La afición, la ciudad, Aragón, los soñadores que creen que el fútbol es un territorio revelado donde la subversión es posible.
Borges escribió para situaciones así: “No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso». Ese gol nos lleva a él casi todos los días.
*La fotografía es de Oliver Duch, de 'Heraldo de Aragón'.
DOS DIÁLOGOS CON LANA MATICH

lana matich privitera. Dos entrevistas con ella.
Pintora
«Cada vez que vengo a Zaragoza no hago más que pasear y pasear y hacer fotos. Quiero captarlo todo. Esta es mi ciudad, aquí nací y fui muy feliz, aquí me inicié en el arte. Gracias a mis padres descubrí el teatro, la danza, la música, la arquitectura. Aunque ya sea norteamericana, porque llevo en Estados Unidos más de un cuarto de siglo, tengo corazón aragonés. Llego aquí y ya empiezo a usar el ico. Segundico. Paseíco», dice Lana Matich Privitera (Zaragoza, 1961), pintora a la acuarela, que acaba de volver a casa para visitar a su madre y a sus hermanos; uno de ellos es el pintor abstracto Zvonimir Matich .
Explíquenos cómo trabaja.
Siempre tomo fotos, muchas fotos, y hago una selección de cosas: paisaje urbano, fachadas, los edificios más antiguos del pueblo elegido y alguna iglesia. Y los mezclo con otras cosas, según el fluir de las estaciones. Hago también bodegón. Eso sí, siempre a la acuarela. Es rápida, limpia, eficaz, te tiene en vilo. Me siento muy cómoda con ella. Uso la técnica hiperrealista pero la imaginación también interviene.
Usted es una pintora de arquitecturas. ¿Por qué?
Se va a reír. Cuando fui a Estados Unidos en 1990 me quedé impresionada con la cantidad de edificios tan distintos que hay: te encuentras con el estilo Tudor, con el alemán, con el francés. Es como si todos los países del mundo estuvieran metidos en las fachadas y en las líneas de las casas. Aquello me impresionó, las casas son preciosas. Así que empecé a hacer retratos y estampas de viviendas para ganarme la vida.
Aún no ha parado…
No. Empecé a hacer pueblos enteros. Las calles principales, las iglesias, los palacios, una estación, árboles… Y me divierto. Son como cartografías minuciosas de un lugar. Parto de lo real y a veces invento.
¿Le encargan la obras, las decide usted?
De todo hay. A veces, como me sucede ahora con Middletown y Ellenvield, donde expondré el próximo otoño, me hacen algunos encargos porque han visto mis obras. Me compran piezas originales y también me piden litografías o impresiones de imprenta, láminas. Trabajo todo lo que puedo: hago medio centenar de acuarelas al año, suelo dar talleres para diez o quince personas y hago demostraciones públicas, a partir de una fotografía, ante 150 o 200 personas.
¿Qué colores le gustan?
Me gustan los colores tierra, los colores de la naturaleza. Pero lo que me preocupa siempre es el contraste de luz, eso lo verá en todos mis cuadros. Si hay nubes al fondo del paisaje, verá que hay un estudio exhaustivo de cómo entra la luz. El diálogo de la luz y la sombra es mi auténtico tema.
¿Cómo son sus bodegones?
De varios tipos. De objetos. Por ejemplo, a veces aparecen gatos. En Estados Unidos tienen una obsesión con los gatos. Les encantan. Esos cuadros los vendo muy bien. Además coincide que tengo un gato y le gusta posar para mis fotos, así que aprovecho. Como es un gato simpático, las fotos salen tan bonitas que no puedo resistir pintarlo. Sobre el papel, asumo el desafío de sacar toda la piel, sus brillos y sus texturas, y que parezca que la puedes tocar. Es como si fuera casi una pieza tridimensional.
¿Por qué emplea ese estilo naturalista, hiperrealista? ¿Ha explorado otros o ahí se siente plenamente a sus anchas?
Soy hiperrealista, sí. A mí siempre me ha gustado el detalle. De pequeña, en Zaragoza, dibujaba hasta arruguitas en la camisa de la gente. Está en mi naturaleza ser detallista y observadora. Algún día, cuando no pueda ver bien, me volveré impresionista o expresionista.
¿Quiénes son sus pintores?
A mí me gusta Sorolla. De toda la vida. La claridad, los matices y los temas de Sorolla. El cuadro que más me impresiona es ‘Y aún dicen que el pescado es caro’. El tema social, que es algo que me interesa desde niña, mezclado con maestría cromática y con esos contraluces que usa Sorolla, me conmueve. El asunto del cuadro me da una pena horrible, impacta muchísimo, pero está resuelto con la grandeza del arte. Para mí, Sorolla es un maestro.
¿Alguna otra referencia?
Muchas, claro. Vermeer, los holandeses, etc. Siempre he sido realista y he intentado representar algo reconocible. Lo que me gusta es recrear la realidad para que la gente tenga una buena memoria de su vida. Quiero que las cosas de mis cuadros le traigan recuerdos de otra época, de una atmósfera, de una forma de belleza. Me gusta que mi obra despierte evocaciones en las personas; si son sensaciones agradables, mejor que mejor. Pinto la realidad para hacer feliz a la gente.
Antón Castro
el personaje
La pintora zaragozana lleva un cuarto de siglo en Estados Unidos. Es acuarelista y le apasionan la arquitectura, el hiperrealismo y el contraluz
11/12/2016
HA DICHO
«Historia y arte siempre han estado entrelazados en mi vida. Recuerdo con cariño viajes a Alquézar, Albarracín y otros pueblos milenarios de Aragón. Pero mis visitas a la Aljafería y la Lonja fueron las que propulsaron con fuerza mi amor por el arte y la historia»
«Acudí a la academia de Alejandro Cañada el mismo tiempo que iba a la Escuela de Artes y Oficios. No fui a las clases muy a menudo, pero sí lo suficiente para tomarle gran cariño»
«La acuarela no huele, es fácil de limpiar y de guardar. Pocos pintan el híperdetalle y pocos son capaces de pintar edificios correctamente, lo cual hace que mis acuarelas les parezcan más únicas a mi público. Me gusta ver cómo los colores se funden en el papel»
La pintora zaragozana, junto a una de sus obras.
Es una pintora zaragozana nacida en 1961, instalada en Nueva Jersey, donde imparte clases y desarrolla su carrera. Se ha especializado en la pintura al agua, de casas, pueblos y bodegones, en un estilo hiperrealista.
Lana Privitera «Con la acuarela, estás en vilo hasta la última pincelada»
entrevista
Antón Castro
«Mi padre, Zvonimir Matich , era croata y se vino a España a estudiar Medicina al terminar la II Guerra Mundial. Aunque mi madre, María Luz Calvo Blanco, es de Madrid, ellos decidieron mudarse a Zaragoza después de casarse. Con los años, él llegó a ser bien conocido como cardiólogo y periodista de política internacional, y también como concejal de Festejos y de Sanidad en el Ayuntamiento de Zaragoza en los años 70». Así inicia su historia Lana Matich (Zaragoza, 1961), que firma sus cuadros como Lana Privitera y reside en Estados Unidos. Es pintora y profesora de arte, y realiza una pintura más bien hiperrealista centrada en casas, paisajes e interiores. Posee una gran técnica a la acuarela.
¿Qué recuerdos tiene de Zaragoza?
Se me vienen a la cabeza nuestras tardes paseando por la Gran Vía. Y nos veo a nosotros, hordas de niños, jugando al escondite o intercambiando cromos con algún amigo, mientras que nuestras chachas, en vez de vigilarnos, se dedicaban a coquetear con los soldadillos con tarde de permiso.
Esa Zaragoza ya se antoja lejana, casi onírica.
Muchos de los mejores recuerdos tienen que ver con nuestra conexión con el Ayuntamiento y con toda la gente increíble que conocíamos: los ancianitos y las monjitas de la Casa Amparo, los artistas que actuaron en el Principal, y nuestro querido amigo Luis Galve, pianista emérito y persona incomparable. Y, por supuesto, mis personajes favoritos: por un lado Pablo Serrano, que con sus esculturas mágicas me abrió los ojos al mundo del arte; por otro lado, las momias egipcias que vi en La Lonja. Me fascinaron y avivaron mi amor por el estudio de otras culturas y sus artes.
¿Desde cuándo le interesaba el arte?
En mi vida, historia y arte siempre han estado entrelazados. Recuerdo con cariño viajes a Alquézar, Albarracín y otros pueblos milenarios de Aragón. Pero mis visitas a la Aljafería y la Lonja fueron las que propulsaron con más fuerza mi amor por el arte y la historia. En los años 70, mientras mi padre era concejal de Cultura y Festejos, tuve la oportunidad ver una muchas y variadas exposiciones en la magnífica Lonja y esas fueron, sin duda alguna, la razón por la que hoy dedico buena parte de mi tiempo al arte.
Estudió diseño e historia del arte en la Escuela de Artes y Oficios. ¿Cómo era aquel ambiente, a qué profesores recuerda con especial cariño?
Mis dos años en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza pasaron rápido. Aún así, había clases que nunca me perdía. Mi profesor de Historia del Arte era un hombre con un carácter muy original, pero extremadamente eficiente. No me acuerdo de su nombre y no lo he podido encontrar en internet. Tengo que mencionar mi querido profesor Alejandro Cañada. Acudí a su academia al mismo tiempo que iba a la Escuela de Artes y Oficios. No fui a las clases muy a menudo, pero sí lo suficiente para tomarle gran cariño. En mi evolución artística, las acuarelas ganaron la batalla.
Dando un salto en el tiempo, sabemos que usted se fue de la ciudad en 1990. ¿Qué pasó?
Aparte del arte, leer y viajar son otras de mis pasiones. Aunque me fui de Zaragoza en 1987, hice escala en Madrid casi dos años antes de pegar el salto a los EE. UU. Acabé en 1989 en New Jersey, en casa de unos familiares lejanos, con intenciones de aprender inglés y de disfrutar de la vida un rato. Y ya en USA, el destino de nuevo dio un giro de 90 grados sin previo aviso y tuve la fortuna de encontrar trabajo de ‘nanny’ con una familia maravillosa. Y un buen día, en las cercanías de la Universidad de Princeton, en mitad de un campo inmenso lleno de nieve y ciervos, me di cuenta de que yo era más feliz cuando estaba rodeada de espacios abiertos y casitas de cuento. No tardé ni dos días en empezar a pintar de nuevo.
¿Qué le da, por qué se inclina con tanta insistencia por la acuarela?
Rapidez. No huele, es fácil de limpiar y de guardar. Pocos pintan el hiperdetalle en acuarelas y pocos son capaces de pintar edificios correctamente, lo cual hace que mis acuarelas les parezcan más únicas a mi público. Me gusta ver cómo los colores se funden en el papel, moviéndose como jirones de neblina con voluntad propia. Nunca estoy segura del todo en qué dirección irán. Siempre con el alma en vilo hasta la última pincelada.
ISABEL COIXET, PREMIO LUIS BUÑUEL DEL FESTIVAL DE CINE DE HUESCA

ISABEL COIXET, PREMIO LUIS BUÑUEL DEL 48º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE HUESCA
LA CITA ALTOARAGONESA HOMENAJEA A “UNA DE LAS CINEASTAS ESPAÑOLAS MÁS DESTACADAS DENTRO Y FUERA DE NUESTRAS FRONTERAS”
EL TRIBUTO A LA TRAYECTORIA DE ESTA DIRECTORA CONTARÁ CON LA PROGRAMACIÓN DE SU LARGOMETRAJE APRENDIENDO A CONDUCIR QUE SE PROYECTARÁ EN UNA DE LAS SESIONES DE AUTOCINE QUE PREPARA EL CERTAMEN
[Nota de prensa oficial] La directora, guionista y productora Isabel Coixet será el Premio Luis Buñuel de la 48ª edición del Festival Internacional de Cine de Huesca. El galardón reconoce la extensa trayectoria de “una de las cineastas españolas más destacadas dentro y fuera de nuestras fronteras”, en palabras de Rubén Moreno, director del certamen altoaragonés. La ganadora de ocho premios Goya y autora de obras tan destacadas como Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras, Nadie quiere la noche o La librería recogerá de forma virtual este galardón. El tributo a esta cineasta habitual de las grandes citas cinematográficas como Berlín, Cannes o Venecia se completará con la proyección de su largometraje Aprendiendo a conducir dentro del ciclo de autocine; una novedad dentro del festival altoaragonés que busca aunar el séptimo arte en pantalla grande y las recomendaciones sanitarias de distanciamiento social.
El 48º Festival Internacional de Cine de Huesca concede en esta edición su Premio Luis Buñuel a la directora, guionista y productora Isabel Coixet. Una cineasta con un talento indiscutible que le ha llevado a convertirse en la mujer con mayor número de Premios Goya de la historia (ocho en total) y un nombre habitual en las grandes citas cinematográficas como Berlín, Cannes o Venecia. Autora de grandes obras como Cosas que nunca te dije, Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras, Nadie quiere la noche o La librería; Isabel “cuenta con un lenguaje propio, una forma de hacer cine que la han convertido en una de las cineastas españolas más destacadas dentro y fuera de nuestras fronteras”, afirma Rubén Moreno, director de la cita oscense.
El Premio Luis Buñuel de este año destaca a una figura clave para el cine español y un claro referente para las generaciones venideras, una mujer que además de directora y guionista es también productora, apoyando a jóvenes realizadoras para que tengan su propia voz dentro de la industria. La cineasta catalana se une así al elenco de personalidades que han recibido este galardón y donde aparecen nombres tan destacados como Bertrand Tavernier, Marisa Paredes, Stephen Frears, Carlos Saura, Ángela Molina, Jean-Claude Carrière, Costa-Gavras, Álex de la Iglesia o los hermanos Taviani entre muchos otros.
El tributo contará con un coloquio en exclusiva que la galardonada concederá al Festival y donde se le hará entrega del reconocimiento de forma virtual, una entrevista que se publicará en las redes oficiales del certamen. El público oscense podrá también disfrutar de su filmografía en una de las sesiones de autocine que se llevarán a cabo, será con el largometraje Aprendiendo a conducir. La cinta que se estrenó en el Festival de Toronto está protagonizada por la nominada a un Premio Oscar, Patricia Clarkson y el ganador de un Oscar, Ben Kingsley; una comedia dramática sobre la vida de Wendy, una escritora de Manhattan que decide sacarse el carné de conducir de la mano de un refugiado político hindú.
MUJER DE CINE
Isabel Coixet (Barcelona, 1960) es una de las cineastas españolas más laureadas. Su pasión por el cine despertó cuando tan solo era una niña y gracias a una cámara de 8mm que recibió como regalo de su primera comunión. Licenciada en Historia por la Universidad de Barcelona, sus inicios profesionales fueron en el mundo de la publicidad donde obtuvo múltiples reconocimientos.
El mundo del cine llegaría un poco más tarde y tras realizar el cortometraje Mira y verás (1984), llevaría a cabo su opera prima Demasiado viejo para morir joven (1989); una cinta que además de dirigir se encargaría también de su guión y le supuso su primera nominación a los Premios Goya en la categoría de Mejor director novel. A está le seguirían Cosas que nunca te dije en 1996 (Things I never told you), que fue su primera película en inglés, y dos años más tarde A los que aman.
En el 2000 funda su propia productora, Miss Wasabi Films, para tres años después estrenar Mi vida sin mí, gracias a la cual alcanzó el éxito internacional. Posteriormente llegaron otros títulos como La vida secreta de las palabras (2005), premiada con cuatro Goyas; Elegy (2008); Mapa de los sonidos de Tokio (2009); Aral. El mar perdido (2010); Escuchando al Juez Garzón (2011), que ganó el Goya al Mejor documental; Marea blanca (2012); Ayer no termina nunca (2013), premiada con cuatro Biznagas de plata en el Festival de Málaga; Another me (2013) y Learning Drive (2014).
El 2015 se convierte en otro año importante en su carrera, su cinta Nadie quiere la noche protagonizada por Juliette Binoche y ganadora de nuevo de cuatro Goyas, inaugura la 65º edición del Festival de Berlín, siendo la segunda mujer en la historia del certamen en realizarlo. Además, ese mismo año recibe la Medalla Chevalier des arts et des lettres por parte del Ministerio de Cultura Francés. Con un lenguaje cinematográfica que se adapta igualmente al cortometraje y al largometraje, a la ficción y al documental; Isabel sigue cosechando éxitos con títulos como Talking about rose. Prisoner of Hissène Habré (2015); Spain in a Day (2016); La librería (2017) que se alza con los Premios Goya a Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guión, sumando ocho en total de forma directa para la cineasta, lo que la convierten en la mujer más laureada de la historia de estos galardones.
En la actualidad y tras el estreno en el Festival de Berlín de su último largometraje Elisa y Marcela (2019), la cineasta se atrevió con su primera serie, Foodie Love (2019), logrando un gran éxito de crítica y audiencia. En estos momentos se encuentra en fase de post-producción de su nuevo trabajo: Nieva en Benidorm.
El Festival Internacional de Cine de Huesca está patrocinado por Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Gobierno de Aragón, Diputación Provincial de Huesca, Ayuntamiento de Huesca, Fundación Anselmo Pié y con la colaboración de Obra Social "la Caixa", TUHUESCA y el Instituto Aragonés de la Mujer.
*Fotografía de Zoe Sala Coixet.
DOS POEMAS DE ELENA PALLARÉS
TIEMPO SIN CORAZÓN
A Helena Santolaya
Y la muerte de blanco soltará sus jaurías
Pere Gimferrer
Una clara mañana
sopló un viento del sur, no sé, del norte.
Suave corrió un aliento,
un airecillo apenas,
poco más que un suspiro
de tristeza, no sé, de gozo.
Vino no sé de dónde una mañana clara.
Fue revoloteando por la alcoba
hasta elegir, no sé por qué, aquel sitio
en el que te gustaba latir a contratiempo
y esa brisa ligera
que enloqueció de amor nada más verte
—¡cómo no iba a entenderlo si me pasó lo mismo!—
tomó tu corazón de abrevadero.
Los cuchillos del día cayendo sobre ti
—¡qué bien sabes matar a una mujer
de pena, mala estrella!—
escribieron la historia a sangre y fuego.
Y vi tu corazón entre sus garras
pintado de amapolas
cuando el viento del norte,
no sé, del sur,
salió por la ventana
bajo forma de pájaro.
La sombra de su ala oscureció el paisaje
y aún le vi recorrer las lejanías
y arrojar su botín en un mañana
donde habita el miedo
mientras tú, insistente,
escucha, escucha, escucha,
te habla mi corazón y no mi boca.
De todas las palabras que dijiste
sólo recuerdo la palabra
adiós y el gesto de tu mano.
Tiempo de corazón, no sé,
tiempo sin corazón.
***
VENUS Y ADONIS
A María Jesús Lacarra y Juan Manuel Cacho
tú te repartes como el lenguaje espacio dios descuartizado
Octavio Paz
I
Fusilaron los hombres a los pájaros
y el cielo se llenó de pétalos heridos.
Anochece la carne de los días, dijiste,
y flotan en el aire partículas de muerte.
¡Había tanto adiós aquella noche
en nuestra alcoba!
Llameaba en los parques tu tristeza
—cuando llameas tú llamea el universo—,
llamada era de amor tu vuelo azul,
tus ayes y tus llamas, corazón,
mientras caías
del encendido cuerpo al nombre calcinado
como ahora caes, rebelde ángel de fuego,
sobre esta línea en que al nombrarte
arde la línea y arde el nombre.
De noche, sentenciabas, arden todos los nombres.
Hubo después unánime caída
de palabras y pájaros
indeclinables.
II
¡Tu tránsito a la rosa!
Igual que por la tarde se hunde el día
tras de los horizontes
para volver a renacer mañana,
en mitad del jardín de mi escritura
cada noche, amor mío, resucitas
salvado en una rosa casi muerta
de tantas muertes tuyas escritas en sus hojas
ahora color de mar de sangre o vino.
Y son los mismos hombres
que arriba asesinaban a los pájaros
—yo vi llenarse el cielo de picos y de alas—
los que hoy van al banquete de tu cuerpo
y se toman tu nombre en copas de mentira.
III
Yo soy la sed del peregrino,
déjame que en tus pétalos abreve
— de desierto en desierto
cuelgan pasos de arena
del árbol de la errancia,
de duna en duna—,
yo soy el hambre de la llama viva
—pétalos son incendio, son infierno,
son horno crematorio en donde arde inmortal
la carne de que habré de alimentarme,
pétalos son teatro de las resurrecciones—,
soy el deseo de la zarza ardiente
— de desierto en desierto
colgué mi corazón
del árbol del exilio,
de duna en duna—,
déjame que en tus pétalos abreve,
ya conocen mis labios la lengua del destierro.
IV
Ya no estás en la línea, estás inscrito
en un paisaje por venir
como un pretexto de existencia
más que como una huella de tu paso.
Apenas queda llama sobre llama,
unas brasas de letras ilegibles
de tu carnet de identidad hechas cenizas.
Tú ya no tienes nombre, amor.
No sé cómo llamarte.
Adónde.
V
Me paró la serpiente en medio del camino.
Tu nombre, me ofrecía, la llave al otro lado
de este río, esta noche, este dolor:
El nombre es el reverso de la muerte,
dijo, la cara oculta de la caducidad.
¡Me vendí al diablo
por cuatro promesas al aire!
Ahora estás al alcance de mi boca,
dije dando un mordisco a la manzana.
Y después no hubo nada. O hubo tanto.
VI
¿Ya no me reconoces?
No me llames amor, llámame sombra,
dime espejismo.
Soy la mujer de tierra,
soy la mujer sin tierra,
el ave pasajera que no cuelga su nido,
los horizontes del deseo
una estrella fugaz que reescribe la historia,
los horizontes del deseo,
lo vagabundo.
Yo, la viajera
—la extranjera me dicen donde vaya—,
soy aquella que corre
tras el amado muerto en flor
como corren las otras viudas
por las arquitecturas de la ausencia
cuando buscando al hombre
—escultura de arena en las playas del aire—
suben calvarios
y en su lugar encuentran
sangre de dios
y un nombre.
*Los poemas pertenecen a su poemario ’Mala estrella’.
VII
El vendedor de vida
me ofrecía tu sangre en una taza de té.
Al apurar tu nombre
—dije tomando un sorbo ceremoniosamente—,
estallan en mi pecho las bodas de la sangre
—mira mi nombre hecho tu nombre,
mira dos corazones hechos un corazón—
y aletea en mis venas tu latido.*
Sobre los mostradores del lenguaje
extendía la noche tu carne imaginaria
que parten y reparten cuchillos de teatro
en letras, letras, letras… ¡Tú eras todas las letras
en los abecedarios del amor!
Y cuando al fin tu nombre deletreo
—A-m-o-r, A-m-o-r, A-m-o-r, conjuro—
floreces en mis días y en mis páginas
y yo atrapo el milagro
al vuelo.
mientras te me comulgo, amor, te me comulgo.
Suenan en la campana voces de anunciación.
Y entonces llegas tú aunque no tú.
O te inventa el poema.
* Latido es la promesa de días venideros.
NUEVAS ENTRADAS EN 'ARTES & LETRAS'. HERALDO.ES
UN ARTÍCULO DE ANTONIO HERRAIZ (1946-2020)
EL LIBRO DE UN REGENTE
’Así nacen y mueren los periódicos en España’. Roberto Pardos. Prólogo de Antón Castro. Doce Robles. Zaragoza, 2015.
Por Antonio Herraiz Soler (1946-2020)
La noche del 24 al 25 de septiembre de 1993 un linotipista del Heraldo de Aragón apuñaló durante la jornada laboral al regente de dicho periódico, Antonio Fuertes Pablo. La primera herida, asestada de abajo arriba, rozó el hígado de Antonio por debajo de las costillas; la segunda, recibida de arriba abajo cuando Antonio se desplomaba, fue un auténtico descabello: les eccionó la médula entre la primera y la segunda vértebra. Caído en el suelo del taller, en medio de un gran charco de sangre, el regente del Heraldo de Aragón decía que no se podía mover. Había quedado tetrapléjico. En el hospital, a los pocos días, le practicaron una traqueotomía para enchufarlo a una máquina de respirar. Desde entonces tampoco podía hablar. Y, finalmente, Dios quiso ahorrarle una vida desufrimientos a él y a su familia y se lo llevó el 20 de octubre. Al día siguiente, el de su entierro en el cementerio de Torrero, hubiera cumplido 53 años.
Y pese a tratarse el suyo de un caso único, le ha sucedido lo mismo que atodos los regentes que he conocido durante mi vida profesional transcurridaen diarios de distintas ciudades españolas. Joaquín, Juanjo, Chomin, JuanAntonio, Arsenio, Florencio y Justo gobernaron sus talleres, se aliaron conla divina providencia para hacer el inexplicable milagro diario de componer, editar e imprimir un periódico año tras año, y después, si te hevisto no me acuerdo. El relevo de las generaciones arrastra consigo la desmemoria y el olvido, de manera que los ahora llamados trabajadores de los diarios no saben ni quienes fueron sus padres ni sus madres, profesionalmente hablando. Debe de ser eso que llamamos “ley de vida”.
Pues para pasarse esa ley de vida por el arco del triunfo ha escrito este libro Roberto Pardos, el segundo regente que tuve en El Noticiero después del inigualable Justo Olloqui, que fue el primero. La edición vigésima segunda del ‘Diccionario de la lengua española’ (DRAE), publicada en 2001, entre las acepciones de la palabra ‘regente’ incluye esta: “En las imprentas, boticas, etc., hombre que sin ser el dueño dirige inmediatamente las operaciones”. Y se queda corta, porque las más de las veces, el regente mandaba más que el amo. La vigésima tercera edición le enmienda la plana a la anterior y no incluye esta acepción. Así que ni con algún pequeño añadido de tipo sexual la dejan sobrevivir para que también regenten las imprentas, las boticas y los etcéteras las mujeres;aunque la cosa podría ir más lejos si se extiende esa corriente antizoológica que cree que los hombres y las mujeres no tenemos sexo sino género:masculino, femenino, neutro, cambiante, doble, según, a veces y angelical.
No lo explica el Diccionario, pero sí hay otra razón para suprimir la acepción. Y es que, quitando el caso de las boticas y los etcéteras que caen fuera de lo que yo conozco, los ingenieros y otros técnicos que ahora dirigen inmediatamente las operaciones sin ser los dueños de las imprentas,se verían muy mermados en su imagen si los denominaran oficialmente ‘regentes’. ¿Dónde se ha visto que un garañón se rebaje a mulo?, ¡por Dios!Roberto Pardos, además de compañero de trabajo y amigo, fue, como yo, maqueto en el País Vasco y charnego en la capital del principado de Cataluña, Barcelona.
Así que, aunque cada uno por separado, hemos tenido vivencias paralelas durante nuestra etapa de emigrantes y eso, quieras queno, une. Pero es que antes de eso -lo he sabido al leer su libro-, ya teníamos algo de vecindad común. Roberto nació en un piso de la calle San Miguel número 50 el año 1940, y en ese mismo número de esa misma calle –aunque supongo que sería un inmueble anterior- vivió uno de mis bisabuelos cuando fue destinado cuarenta años antes a la Caja de Reclutas de Zaragoza, y allí nacieron dos de los cuatro hijos de su segunda mujer.
De las experiencias adolescentes y juveniles de Roberto en el Frente de Juventudes me libré porque en mi casa no tragaban a los falangistas, pero mi amigo y admirado conocedor de todos los intríngulis de la corrección gramatical, Ángel Hernández Mostajo, disfrutó de lo lindo el día que los reuní en una comida de trabajo y descojonamiento al contarse uno y otro las vivencias joseantonianas y callejeras de sus respectivas infancias. Casi me daban envidia. Roberto ha escrito muy inteligentemente una biografía personal vinculada asu desarrollo profesional. Es lo mismo o parecido que debieron de hacer los redactores del Antiguo y el Nuevo Testamento: en proyección. Es decir,que de mayor, y gracias a lo que aprendió y fue de pequeño, actuó comouna flecha en dirección fija sabiendo bien dónde estaba el centro de la diana a la que se dirigía. ¿Resultado?: ¡blanco! Por si me lee algún niño, lo traduciré al lenguaje de las maquinetas: ¡target!
Roberto ha sido testigo del nacimiento, la resurrección y la muerte de diversos diarios y sabe de qué habla cuando relata cómo y por qué mueren los periódicos en España. Desde su visión como regente de un taller tipográfico clásico, pero también con su puesta al día en los nuevos procedimientos y aplicaciones editoriales tanto de composición como de impresión, se convirtió –como él mismo cuenta en este libro- en una de las personas más preparadas en España para aconsejar a las empresas editoras en el difícil arte de la supervivencia durante los apasionantes años de la transición. Acudieron a él como los náufragos se aferran a una tabla en alta mar. Unosse ahogaron y otros sobrevivieron: ¿por no hacerle caso o por seguir sus consejos? Júzguelo el lector. Por lo que a mí respecta, la lectura de estas memorias de Roberto Pardos me hace pensar que muchas veces Dios da pan a quien no tiene dientes, y no sé si dientes a quien no tiene pan. No es el caso del autor. Tal vez sí el de algunos de los amos, no de todos.
Antonio Herraiz Soler
PEDRO BOSQUED LEE A GÓMEZ BÁRCENA

?Artes & Letras' en Heraldo.es, día a día.
*La foto de Juan Gómez Bárcena es de Aixa de la Cruz.
JOSÉ MALVÍS: "PREFIERO LA POESÍA EN LA CALLE"

José Malvís: “Prefiero que la poesía esté en la calle”
El poeta vallisoletano, afincado en Zaragoza, publica en Olifante su nuevo libro ‘[Vatios Azul Pálido]’
¿Qué es el poemario ‘[Vatios Azul Pálido]’? ¿Cómo lo ha planteado, qué buscaba?
Con este libro he intentado mostrar un viaje por esas pequeñas cosas que nos arañan y nos pueden hacer grandes o diminutos. Lo he estructurado a través del vuelo y lo que significan, las sondas Voyager, cuya potencia de emisión con respecto a nosotros es de 20 vatios aproximadamente. Una de las premisas fundamentales que intento buscar con estos poemas, es el redescubrimiento, la exploración y el interrogante acerca de lo que nos encontramos en nuestras vidas. Si consigo que sonrías, dudes o te entristezcas, habré conseguido estar cerca de lo que pretendo, mucho más allá de mi posible creatividad.
¿Tiene algo experimental, de juego, provocación, denuncia, de indagación espacial...?
Yo más que experimental, lo llamaría sondeo. Los capítulos son dos sondas que viajan por la reformulación de los espacios, la puntuación, las imágenes y metáforas que hacen de lo tangible y sólido, algo no sustancial ni corpóreo, algo que existe y se mueve. La provocación siempre es parte de mi verso pero siempre condicionada a la observación y cierta coherencia, no todo vale, hay reglas que no son capricho ni azar.
¿Qué significa este poemario en su carrera, cabría decir que es su libro más importante?
Para mí es el más ambicioso desde una perspectiva madura. Hace poco (un par de años), me otorgaron el Premio Internacional Antonio Machado de Literatura en Collioure por una obra que me llevó muchos años corregir. Siempre le guardaré un cariño muy especial pero sin embargo, son poemas que tratan acerca de sentimientos y percepciones muy instintivas, muy básicas aunque lleven a cierta profundad.
¿En qué evoluciona aquí?
En ‘[20 Vatios Azul Pálido]’ hay un desarrollo, una madurez que aunque conserva la infancia entre sus páginas, sacude o pretendo que sacuda al lector con más lógica, más desarrollo. Ojo, no lo planteo como una obra pedante o rebuscada, me gusta pensar que soy claro. Desde luego, los versos de este libro son los más cercanos a la piel de este poeta, pese a que nunca publique libros siquiera parecidos, este es el que más facetas abarca de mí.
Qué es la para usted la poesía?
La destrucción del tiempo, siempre. Mi verdadero idioma. Mi hija y el humanismo que asume quiénes somos con pureza, casi con ingenuidad, para poder tender la mano y subir cualquier montaña.
¿Qué supone publicar en Olifante para alguien que también es editor?
Un regalo, un poema perfecto dentro de las páginas que he recorrido. Para mí significa pertenencia a la historia viva de Aragón y sus callejones, junto a Guinda, Trinidad y otros poetas inmensos. Como editor y ex autor de Zoográfico también estoy muy muy contento. Sé que la editorial Zoográfico tal vez no sea tan mediática como otras, pero si tiene una calidad muy auténtica, prácticamente insustituible. Pero ahora, tras moralmente no aceptar publicar en la editorial en la que trabajo, he tenido muchísima suerte.
¿Por qué lo dice?
Pertenecer al catálogo de Olifante me hace sentir dichoso y feliz, es un gran honor teniendo en cuenta que es poseedora inequívoca de una parte muy importante de mi vida. Y además también es auténtica y una gran maestra sobre lo que se comprende por tiempo. Por otro lado, sin Ángel Guinda, que firma el epílogo (el prólogo es de Mar Sancho), este libro no se hubiera construido. Todo son luces.
Usted es promotor de encuentros y de recitales. ¿Qué pasa con la poesía?
Pues una impresión que tengo, es que estaba en manos de unos pocos y ahora no es así (aunque también estoy notando como poco a poco todo vuelve a ser como antes). Se han abierto un montón de canales de difusión, lo que ha provocado que llegue a más gente. La calidad varía pero no verá en mí a alguien que se queja al respecto, porque prefiero que la poesía esté en la calle, cada vez más al alcance todos, que de unos pocos. Las probabilidades de encontrar obras buenas aumentan y/o fomentan que en el futuro las siga habiendo. Pese a nuestros gustos o criterios, hay que respetar siempre. No sabemos qué puede nacer de un tiesto o de un bosque. Nunca lo sabemos.
¿Qué le dice el binomio poesía y pandemia?
Me dice que la poesía también es una herramienta. Que la gente suele desconocer el tremendo poder que tiene y que cuando yo al fin pueda dar un beso, ese beso significará galaxias enteras con cometas y matices estelares, muchos versos revoloteando alrededor. Lo que estamos viviendo o hemos vivido nos debería de enfocar a una aceptación o empatía que todavía no tenemos. Eso no significa que no se vaya a conseguir mejorar, significa que la poesía es tan imprescindible como dar un beso o confiar. Esto no es nuevo, lo nuevo es avanzar en la dirección correcta. Como sugiero en el primer poema del libro, ‘Tecnología Avanzada’, hay que “vindicar el origen / recuperar el valor de la palabra / tener palabra / emplearla / no olvidar los matices que lleva en su sonido / ni el aire / antes magnánimo y reluciente”.
*La fotografía es de Alberto Martín.
DESPEDIDA DE DARÍO VIDAL LLISTERI

*La foto es de Guillermo Mestre.
UN DIÁLOGO CON IRENE VALLEJO
Una entrevista con Irene Vallejo
*En la serie 'Diálogos en cautividad'.
DIÁLOGO CON MIGUEL MENA: 'CANCIONES TRISTES QUE TE ALEGRAN EL DÍA'
Miguel mena. ‘Canciones tristes que alegran el día’. Pregunta.
¿Las más bonitas canciones son tristes y alegran el día? ¿Suele sucederle eso?
Me gusta todo tipo de música, pero hay algo que me produce un placer especial: conducir por carreteras solitarias mientras escucho música suave, canciones melancólicas con el fondo de paisajes solitarios. En esa situación encuentro una paz y una serenidad inigualables.
¿Qué le ha dado la música a lo largo de 40 años o más?
Para empezar me dio una profesión: me contrataron como locutor de radio para hacer programas musicales y en ello estuve más de quince años. Por esa gatera entré a otro tipo de programas, ya en 1988 con Estudio de Guardia, pero todavía siento una emoción especial cuando alguien me comenta que me escuchaba en los tiempos de Parafernalia o Los 40 Principales. La música me acompaña, me arropa y me produce una curiosidad infinita.
¿Qué le tiran más a un periodista: las historias o los secretos que hay detrás de la vida?
A mí me gustan las pequeñas historias que están detrás de gente corriente. Todo el mundo tiene algo interesante que contar, lo sé muy bien porque he hablado con miles de personas en treinta y siete años de radio. El periodismo que encaja conmigo no es de primicias, exclusivas y grandes titulares. Me atrae la cara B de la vida cotidiana, lo que sin ser trascendente puede ser muy emocionante.
Acababa de publicar ‘Canciones ligeras’ (Pregunta), casi la novela de media vida, y casi en un año arma este libro. ¿Qué quería? ¿Es una reivindicación del escritor que también es periodista o del cronista que también es fabulador?
“Canciones tristes que te alegran el día” es un libro de lenta maduración. Su relato más antiguo se remonta a 2002, con la historia de Los 3 Carino que publiqué en Artes y Letras, y el último tiene fecha de hace unos meses. Por el medio hay textos de épocas muy diversas. Es un libro breve escrito a lo largo de dieciocho años, nada que ver con una novela, que tiene un proceso muy distinto. Este último es una apuesta por la indagación, por el reportaje y por el valor literario de pequeñas historias reales.
Uno de los textos más impresionantes del libro, y hay varios, es el del futbolista Badiola. ¿Qué le conmovió del personaje?
En 2007, Félix Romeo me pidió un relato para el libro que conmemoraba el 75 aniversario del Real Zaragoza. Siempre había tenido la duda de qué había sido de aquel futbolista herido en el incendio del Hotel Corona. Por entonces no se había escrito nada sobre él y me puse a investigar. Llamé a gente de aquí y de allá, periodistas, directivos, futbolistas, y fui averiguando la triste historia que había detrás. Valdano fue especialmente amable conmigo y reveló por primera vez que el motivo de su ausencia aquella noche en Zaragoza fue por discrepancias con el Alavés. Luego, a base de hacer muchas llamadas a Ondárroa, conseguí localizar a la madre de Badiola y el testimonio de aquella mujer, por entonces octogenaria, me conmovió profundamente. El relato finaliza con una frase suya, lo bastante demoledora como para no añadir ni una letra más.
Y no se queda a la zaga el relato del joven oscense Josefo Alcazo, asesinado en Madrid, en el Retiro por los ultras… ¿Se acordaba de la historia o le han puesto tras la pista?
Yo estudiaba en la Complutense cuando mataron a José Luis Alcazo y sufrí varias agresiones de grupos de Fuerza Joven que aparecían de repente en la facultad y arrasaban con todo. Hablo de 1979, 1980, esos años. También los sufrí un par de veces en el Rastro madrileño, cuando aparecían dando cadenazos y empezaban a volar sillas, mesas y tenderetes, con cientos de personas en pánico corriendo a lo loco. Siempre tuve muy presente a Josefo y otros estudiantes muertos entonces. El pasado mes de septiembre, al cumplirse cuarenta años de su asesinato por un grupo de chavales procedentes de Fuerza Joven, realicé un reportaje para la radio. Visité su pueblo, Albero Bajo, muy cerca de Huesca, hablé con sus amigos, y lo más impactante para mí: localicé por teléfono al que fue condenado como autor del golpe mortal. La conversación duró poco más de un minuto y aún tiemblo cuando la recuerdo.
¿Qué crees que pensaría Javier Tebas, jefe provincial de Fuerza Joven de Huesca en 1979, si leyese su texto?
Me gustaría creer que tiene un minuto de compasión para aquel joven paisano suyo apaleado hasta la muerte con bates de béisbol.
¿Por qué le han conmovido y le han posicionado siempre tanto las historias de violencia tan gratuita?
Deploro la violencia de cualquier clase, venga de donde venga, incluida la violencia verbal. Hay que ponerse siempre en el lugar de las víctimas, sentir que su dolor podría haber sido nuestro dolor en cualquiera de esas muertes absurdas.
¿En qué medida en este libro recupera el espíritu de ‘Piedad’?
En toda. Son otras historias, pero el mismo tipo de libro: relatos reales y fotografías. La única diferencia es que en este último los textos son más largos, pero las temáticas vienen a ser las mismas: la violencia, la familia, el azar, la música, el amor, la discapacidad, las paradojas de la vida. Todo eso ya estaba en “Piedad” y vuelve a ocupar su sitio en estas canciones tristes.
En 2011, el día de la muerte de Félix, empezó el ‘Diario de Daniel’, que no tiene muchas entradas. Has pasado del dolor a la emoción y a la aceptación, si me permite decirlo asi. ¿Qué le ha enseñado Daniel, que padece el síndrome de Angelman, o de los niños felices?
Daniel me ha enseñado a aceptar la vida como viene, a saber convivir con la dificultad, a asumir que tu tiempo no te pertenece, a conocer de cerca a toda esa gente maravillosa que tiene como vocación trabajar con la discapacidad, con la enfermedad o con la senectud. Para mí ya eran un ejemplo mucho antes de que apareciera el coronavirus.
¿Qué no sabías de tu familia que te llamaba y has descubierto con ese material histórico y novelesco tan conmovedor?
Me impresionó descubrir el ámbito tan reducido en el que se había desarrollado la vida de mi familia materna durante siglos, sin moverse de dos pequeños valles de la Rioja Baja. Supongo que habrá sido así en la mayoría de las familias, pero verlo corroborado en un documento, con treinta antepasados de cuatro generaciones nacidos durante el siglo XIX en un radio de once kilómetros, me impactó mucho.
¿Un nombre como Ulpiano puede abrir toda una espiral a la memoria?
Era el hermano mayor de los ocho que tenía mi padre. Zapatero de profesión. Contaba 31 años cuando desapareció. En casa nunca se hablaba de él, te ibas enterando por algún primo. También fue un primo quien descubrió los documentos de su encarcelamiento y su orden de traslado de Burgos a Palencia el 3 de agosto de 1936, adonde nunca llegó.
Con lo pudoroso que sueles ser, ¿cuándo y por qué se atrevió a denunciar al religioso Briñas?
Ya había comentado que sufrí abusos en un libro de 2005 (‘1863 pasos’). Lo que ocurrió fue que en la última década mi abusador apareció varias veces en los medios de comunicación por haber sido el fundador de la Escuela de Fútbol del Atlético de Madrid. Aquello me alteró bastante. Hace un par de años, hice gestiones, conseguí su teléfono y mantuve con él la conversación que reproduzco en el libro. Probablemente no habría pasado nada más de no haber sido porque pocos meses después apareció en todos los informativos, junto al presidente atlético, en la presentación del fichaje de Álvaro Morata. Esa continua exhibición pública me llevó a denunciar el caso. Tras de mí aparecieron varias víctimas más, con casos que iban desde los años 60 a los 90. Todos coincidieron en señalar que verlo convertido en un personaje público les resultaba especialmente doloroso, pero ninguno hasta entonces se había atrevido a comentarlo con nadie.
Es como un cazador-fotógrafo sentimental de emociones, de paradojas, de instantes… El libro está lleno de todo ello. ¿No?
El motor que me mueve es la curiosidad. Siempre la he sentido y no mengua con los años, al contrario. Y a menudo la curiosidad por pequeños detalles, por cosas que me resultan emotivas, chocantes o divertidas.
Cuenta varias historias del camposante de Torrero. ¿Qué encuentra en los cementerios?
A mí me parecen un gran archivo de vidas. Unas pocas palabras en una lápida pueden contar muchas cosas. En un pequeño cementerio del Moncayo vi dos nichos contiguos ocupados por dos hermanos fallecidos entre los años 30 y 40. Cotejando las fechas que aparecían allí, comprobé que el segundo había nacido nueve meses y medio después de la muerte del primero. Sus padres lo engendraron días después de perder a un hijo de apenas año y medio. Seguramente fue la manera de enjugar su pena. Detalles así veo a cientos cuando paseo por un cementerio.
Leyendo y releyendo el libro, ¿se ha parado a pensar cuántas vidas hay en una vida?
Es algo que pienso con frecuencia, los vaivenes que da, las identidades que nos va aportando, la responsabilidad que tenemos ante la vida de los demás y cuáles son las cosas que merecen verdaderamente la pena.
¿Cómo debe ser el periodismo de hoy y el del futuro?
Honesto y compasivo.
MIX, MAX Y MEX, DE LUIS SEPÚLVEDA
ps://www.heraldo.es/noticias/ocio-y-cultura/2020/05/20/el-ultimo-canto-a-la-amistad-y-al-arte-de-contar-de-luis-sepulveda-1376013.html
2013. RETROSPECTIVA. JOSÉ VERÓN GORMAZ RECIBE EL PREMIO DE LAS LETRAS ARAGONESAS

*El azar me ha llevado a encontrarme en un correo con esa noticia y un diálogo, en indirecto, con José Verón Gormaz. Premio de las Letras Aragonesas en 2013.
El poeta, narrador y fotógrafo José Verón Gormaz (Calatayud, 1946) fue ha sido distinguido con el Premio de las Letras Aragonesas 2013 por “su dilatada trayectoria multidisciplinar”. El jurado precisó que “la obra de José Verón refleja una dimensión humana y su enraizamiento con la sociedad de su tiempo”. Desde Calatayud, sentado primero en el bar Goya, donde suele escribir, y luego en una terraza de un paseo, el escritor asimilaba con emoción y orgullo el galardón, que carece en esta legislatura de asignación económica.
“No me esperaba el premio -declara-. Sabía que me había propuesto la Asociación de Escritores Aragoneses tras una votación democrática, y estoy muy feliz. Muy contento. Es un orgullo y un reconocimiento a una labor que tiene muchos momentos duros, ingratos, y otros de placer y de felicidad. Y también siento que esta distinción servirá para impulsar las pequeñas cosas que estamos haciendo en Calatayud: los ciclos de cine, las actividades culturales, las ediciones y recitales de poesía.
Vivimos un período especialmente duro: la cultura está herida”.
Precisa Verón, autor de una treintena de libros, que no solo está herida por la precariedad de presupuestos o la política de subvenciones. Matiza: “La cultura está herida en su consideración, en su presencia en la vida pública. La pérdida de importancia de la cultura es un problema social, y tenemos todos que luchar por curar esas heridas porque en ello también se nos van la vida y el futuro”.
Verón ha escrito relato y novela, ensayo poético, crónicas, ha sido reconocido aquí y allá por sus fotos, de atmósfera lírica y sutil, pero donde “he dado lo mejor de sí mismo” ha sido en la poesía. “Me siento poeta por encima de todo. Esa es mi condición esencial. Desde joven, lo primero que escribí fueron poemas. Soy poeta del paisaje abierto, de las montañas y los llanos, de las vegas, pero también me siento poeta del paisaje urbano. Y soy poeta del tiempo. Nuestra verdadera patria es el tiempo”. En un acto de sinceridad confiesa que en los demás géneros se queda en uno o varios escalones más abajo. “Soy vanguardista y clásico, experimento y soy aficionado a la copla y al epigrama, y creo que la poesía es, ante todo, misterio. Misterio, adivinación, conciencia, palabras y muchas cosas más”.
José Verón es un poeta del amor, del paisaje, de la intimidad y de la enfermedad. Algunos de sus poemarios constatan la fragilidad de la existencia y su constante combate con el cáncer. “La enfermedad me ha marcado a mí y a mi poesía. La enfermedad es uno de esos caminos bruscos que tiene la existencia. Da la sensación de que tienes fecha de caducidad y a la vez debes oponerle la esperanza. Yo aprendí de Omar Kayyam la exaltación del ‘carpe diem’, disfruta del momento. Y eso lo he intentado hacer ante las tormentas del dolor”.
José Verón está feliz. De repente confiesa: “Creo en la amistad y más que en la solidaridad, creo en la fraternidad”. La poesía, en cierto modo, desde su visión de la literatura, tiene una función social. “La función de la poesía, a lo largo del tiempo y en diversas culturales refinadas aunque no elitistas (que no es lo mismo), ha sido clara: servía para abrir las mentes, para establecer nexos y para responder a preguntas sin respuesta. Es una forma de aproximarnos a temas fundamentales”.
También sostiene que la poesía debe ser introspectiva y crítica, y debe esclarecer los aciertos y errores de la sociedad y de las diversas formas del poder. Apostilla: “¿Y la belleza? Es uno de los elementos de salvación que tenemos. La belleza de la poesía nos ayuda a sentir, mirar y ver, y nos ayuda a poder escaparnos del tedio y de los lugares oscuros de nuestra existencia”. Escritor de café, escritor de cuaderno con bolígrafo o pluma, se atreve a sugerir sus mejores libros, o los libros claves, a futuros lectores. “¿Mis libros decisivos? Eso es muy difícil, pero le diría la trilogía sobre la enfermedad, 'Trilogía del tránsito y la duda', compuesto por tres libros: 'El exilio y el reino', 'El jardín transparente' y 'En las orillas del cielo'. Y también recomendaría mi último poemario: ‘Ritual del visitante’ (Olifante, 2012), donde se ven nuevos caminos y una senda hacia la luz y la esperanza”. Puesto en la tesitura de elegir algunos de los vates que más le han marcado, Verón cita a Francisco de Quevedo, Pablo Neruda, García Lorca y por supuesto Marcial, al que le dedicó hace poco una novela: 'Las puertas de Roma' (Mira, 2012).
Añade de inmediato: “Debería decirle muchos, muchos más. En Aragón estamos viviendo un espléndido momento: ahí están Pisón, Carlos Castán, Santiago Gascón, que me interesa mucho, o Fernando Sanmartín, si hablamos de narradores. La lista de poetas es muy amplia: Guinda, Toni Tello, Jesús Jiménez, Manuel Vilas, David Mayor, Joaquín Sánchez Vallés, etc. Y me quedo corto”.
José Verón Gormaz ha cosechado numerosos galardones a lo largo de sus más de 40 años de producción literaria y artística: ha sido premio San Jorge en 1984 y Premio Hermanos Argensola en 1991. Está en posesión de la Medalla de las Cortes, de 2006, y es Premio Honorífico de la Asociación Aragonesa de Escritores. El jurado que le concedido el premio ha estado formado por el director general Humberto Vadillo, el editor y librero Joaquín Casanova, los escritores Jordi Martínez Brotons, Emilio Quintanilla Buey y José Luis Melero, el escritor y profesor y músico Gabriel Sopeña y la funcionada de cultura Palmira Vicente Sanz.
RETROSPECTIVA. VILAS HABLA DE 'GRAN VILAS'

Diálogo de 2012 con Manuel Vilas con motivo del poemario 'Gran Vilas' (Visor, 2012), que recibió el Premio Ciudad de Melilla.
‘Gran Vilas’. ¿A qué alude el título: al poeta, a un planeta, al culto a la personalidad?
A la construcción de la identidad como un laberinto y a la vez a la liberación de nuestra propia identidad. También es llevar la célebre autoficción hasta el límite de sus posibilidades.
¿Has querido un poemario de megalomanía o hay que leerlo todo con ironía, con humor?
Es todo humanidad. Es un ofrecimiento. He escrito un evangelio un poco hippie, que en efecto usa la ironía y la provocación.
¿En qué se parece ese personaje Vilas al ciudadano y escritor Manuel Vilas?
Flaubert dijo “Madame Bovary soy yo”. Y lo era. Pessoa era Alvaro de Campos. Yo soy también Gran Vilas. La literatura nos da la libertad que la historia nos niega.
¿Es este el libro de una escisión, de una esquizofrenia, de una enfermedad misteriosa, como dirían los portugueses?
Es muy pessoano, muy Alvaro de Campos. Sí que hay algo portugués en el libro, una especia de suave desesperación.
¿Cuál es la huella real del hombre contemporáneo, kafkiano, desamparado, contradictorio, en el poemario?
El libro afirma que el Amor es el único sentido de la vida humana, que todo lo que no es Amor es alienación y sufrimiento. El libro dice que los seres humanos venimos a este mundo a amar y a ser amados. Es muy whitmaniano.
Vilas quería ser santo, Cristo, Lenin, San Pablo... ¿Has intentado crear, como Nietzsche, una idea del superhombre?
Me gusta Nietzsche, era un provocador. Necesitamos figuras históricas que rompan el rito de la usura y de la economía especulativa. Necesitamos volver a repensar el sentido de la vida colectiva. El capitalismo se está suicidando.
¿Te propones suplantar a Dios?
No, Dios me libre. Creo en la literatura, en eso sí. Dios es literatura, y de la buena, o lo fue históricamente.
Vilas está en todo, es un poco todo. ¿Cómo definiríamos el mundo Vilas?
Es una identidad que se esparce sobre la vida, sobre el mundo. Es un derramamiento generoso. Es un “darse”.
Una de las cosas que más llaman la atención es el cosmopolitismo del libro: los viajes, las ciudades, incluso la palpitante actualidad.
Las ciudades me fascinan. He sido muy feliz en ellas. Me fascina viajar, y temo viajar. Me da miedo viajar. Siempre que emprendo un viaje, pienso que no regresaré jamás. Es muy contradictorio. Me gusta que la poesía hable de política y de lo que está pasando ahora mismo. Me gusta que la poesía diga el mundo con palabras sencillas.
¿En qué medida el libro quiere ser una radiografía de la actualidad?
Ahí se habla mucho del dinero...
Del amor y del sexo, del desamor, a veces te aproximas casi a la misoginia... De la infancia y de los coches de nuevo...
Todo el mundo habla de dinero. Es el gran tema de nuestro tiempo. El sexo también. Deberíamos hablar más de sexo y menos de dinero. Es más importante el sexo que el dinero, eso sí lo afirma mi libro. Los coches, bueno, están allí. Todo el mundo quiere tener un coche. En mi poesía no hay distinción de géneros. No hay ni hombres ni mujeres. Solo hay seres humanos. Es metafísicamente imposible la misoginia en mi libro. La misoginia me ha repugnado siempre. De hecho, yo me siento mujer. Hay un poema en el que se dice que el Gran Vilas es, en realidad, una mujer.
¿Qué quieres decir cuando dices que el amor es la razón de tu escritura, la clave de tu poesía?
El Amor es el lugar donde no es posible la mentira ni la alienación. Mi poesía quiere estar allí, en ese sitio donde no se miente ni se explota a nadie.
¿Has llegado a ese punto, de extravagancia o de provocación calculadas, que todo tiene cabida en tu escritura?Intento decir lo que veo en mi escritura. A unos les gustará más, a otros menos. Yo hago lo que creo que tengo que hacer. Ya no me importa demasiado lo que se diga de mi literatura. Estoy a punto de hacer lo que hace mi amigo Antonio Orejudo: no leer las críticas de mis libros.
¿Qué escritores estarían detrás del libro: Walt Whitman, Bukowski, Gil de Biedma?
Sobre todo Whitman, que es el que más me interesa. También algo de Alvaro de Campos, y algunas cosas de Gil de Biedma y de Octavio Paz. Bukowski no me interesa demasiado, pero lo respeto.
¿Qué le pides a un poema?
Que te haga temblar de amor.
¿Cuál es el cometido de la poesía ahora? ¿Sigue siendo un arma cargada de futuro?
La poesía debe regresar a la vida pública. Mi poesía lo hace. La poesía es útil y necesaria. La poesía tiene que volver a ser social y a ser política, pero en el marco del siglo XXI. Creo que existe una nueva poesía social, que está a punto de estallar.
Me ha dado la sensación de que con este libro has llegado a un cierto límite... ¿Qué pasará ahora con el personaje poético Vilas?
Al final del libro, en un poema muy importante que se titula “The End”, Vilas muere. Se ha acabado un ciclo, sí. Ya no volveré a escribir así. Vilas se marcha de este mundo. Dice adiós aquí. Ya no lo veremos nunca más. Me da pena que se marche. Era un buen tipo. Te reías con él y siempre te pagaba una copa.
*Manuel Vilas, retratado por Daniel Mordzinski.
RETROSPECTIVA. DIÁLOGO CON MANUEL VILAS Y 'EL LUMINOSO REGALO'

--¿No habrías sentido celos del éxito de ‘Las sombras de Grey’?
No, en absoluto, aunque tanto “La sombras de Grey” como “El luminoso regalo” tratan el mismo tema: el erotismo. Creo que la gente quiere leer novelas sobre sexo, está en el ambiente.
--¿Qué es lo que te lleva a escribir un libro tan descaradamente sexual, incluso pornográfico si eso se puede sostener en estos tiempos?
El erotismo, en mi opinión, es un asunto todavía sin resolver, y de eso se habla en “El luminoso regalo”. El sexo sigue ocupando un lugar central en las relaciones humanas y en la búsqueda de la felicidad, he intentado poner el dedo en esa llaga. Hemos resuelto muchas cosas a lo largo de la Historia, pero el erotismo es una fuerza atávica y ancestral que nos devuelve al origen de la especie.
--Más allá de los términos del Apocalipsis o de tus habituales desafueros, que quizá sea tu modo de escribir en libertad, ¿qué reflexiones querías abordar? ¿Cuál es la importancia del sexo en nuestra vida y en nuestra imaginación?
Supongo que por desafueros tengo que entender imaginación y libertad radical en mi escritura; y efectivamente, en esta novela insisto en mi senda habitual de indagación sin prejuicios ni límites en aquellos aspectos que alienan la felicidad de los hombres y de las mujeres. En cuanto a la importancia del sexo, diré que no me invento nada que no esté en Sade, Freud, Jung, Bataille o Lacan, lo único que hago es narrar el misterio del erotismo. Es un libro muy influido por Lacan en el plano teórico. En mis anteriores novelas había tratado la alienación del capitalismo en los ámbitos sociales, económicos y culturales. Me faltaba el erotismo. Como dice Bataille, la civilización ha domesticado el sexo; pero su pulsión está allí y aparece inesperadamente. Es un monstruo dormido.
--Vayamos con los personajes. El libro se abre con un capítulo casi apabullante y febril protagonizado por Ester, una ninfómana... ¿Cómo ves a este personaje, cuál es su función en la novela?
Ester es una ninfómana sumamente hermosa. Es sexo en estado puro, pero también es amor. Ella representa la compleja relación entre el sexo y el amor. Es un personaje muy voluble. A veces es una mujer terriblemente enamorada y su abyección desaparece. Hay un capítulo muy complejo en donde Ester se transforma en una mujer bondadosa y humilde y conmovedoramente enamorada. He jugado con distintos planos de ficción. Ester es un enigma en “El luminoso regalo”, es una pregunta al lector.
--Entre las definiciones que le concedes, dices que es una Bruja y “una incandescencia carnívora que vuelve locos a los hombres”.Su primer antagonista, al que quizá haya que interpretar en clave irónica, es un psiquiatra o psicoanalista de vida sexual bastante disoluta, como iremos viendo. ¿Esto es broma o nadie, nadie, se escapa a poder del sexo?
Nadie se escapa del poder del sexo. La gente, simplemente, lo domestica o lo encauza o lo racionaliza o le da un sentido moral o lo convierte en amor o en matrimonio o en relaciones de pareja. El amor a veces parece una construcción cultural encaminada a dar al sexo un sentido civilizador. De todo eso se habla en la novela. El sexo sin ley es destrucción, pero Sade no estaría de acuerdo. El sexo normalizado es un pacto social necesario para que exista la civilización.
--El protagonista es Víctor Dilan. ¿Has querido que este hombre de 49 años, escritor de éxito, sea un ejemplo de Don Juan Tenorio o de Giaccomo Casanova?
He querido actualizar el mito de Don Juan, que es un mito importantísimo en la cultura europea. Víctor Dilan es un adicto al sexo. La adicción al sexo es la manera contemporánea de calificar al donjuanismo.
--Dilan está casado con Elena, pero tiene una obsesión: la mujer, no dormir solo, el deseo...¿Es posible que tantas y tantas y tantas mujeres pierdan la cabeza por un hombre como él? ¿Qué les atrae: saberse queridas, la seducción, la fama, el poder, cierta animalidad, saber que estado?
Allí es donde la novela tiene su toque de esoterismo. Víctor Dilan es un brujo, un donjuán con poderes. De hecho al final de la novela se revela su identidad. Se revela quién es en realidad. “El luminoso regalo” pasa entonces de ser una narración erótica a ser una narración sobre el enigma de la vida y el lector tiene suficientes elementos de juicio para deducir la verdadera identidad de Víctor.
--Por cierto, ¿es posible ser fiel o leal en este mundo, sexualmente hablando?
En mi novela la fidelidad es una construcción cultural más. Ahora bien, yo he escrito una novela; es decir, una obra de ficción. Creo que fidelidad y lealtad son dos cosas distintas. La fidelidad es una construcción cultural de la masculinidad. En “El luminoso regalo”, todos los personajes son promiscuos. La promiscuidad, históricamente, estaba reservada para la aristocracia. Porque como dice el psicoanálisis de inspiración marxista si se trabaja no se puede ser promiscuo. La promiscuidad solo era posible para quienes no trabajaban. En nuestra sociedad, la promiscuidad está reservada para la clase alta, para empresarios, políticos, artistas, etc. La monogamia procede del culto al trabajo. En la aristocracia no hay ni “cornudos” ni “cornudas”.
--Dilan hace el amor con casi todas sus amantes con la música de Bob Dylan de fondo. ¿Eso qué es: vicio, perversión, una excentricidad, una de tus pasiones ocultas?
Es una ironía cultural. Es un juego. Es también un homenaje inesperado a la figura más emblemática del Pop de todos los tiempos. Quería también resaltar la importancia que la cultura Pop tuvo a la hora de liberalizar el sexo.
--¿Qué relación existe entre coito y desesperación? muchas veces tus personajes parecen irremediablemente desesperados...
Bataille llamaba discontinuidad a la imposibilidad de dejar de ser “yo” y entrar en “el otro”. Víctor Dilan no soporta la discontinuidad, pero el sexo no alivia su discontinuidad, su soledad. De ahí su desesperación. El coito es el momento en que se produce la pérdida de la identidad y se alcanza la fusión con el otro. Ocurría algo parecido en la película “Shame”, estrenada hace poco.
--¿Qué tiene todo el libro de parodia, de gran broma?
Yo creo que por primera vez en mucho tiempo no he utilizado el humor. Creo que “El luminoso regalo” es una novela muy dura. Es un libro sobre la relación entre el Erotismo y el Mal. No es paródico ni hay humor; o en todo caso, muy poco humor. Esa ausencia se compensa con el morbo y la atracción que producen la lectura de las abundantes escenas eróticas que hay en “El luminoso regalo”.
--¿Qué le debe a Sade y a Bataille, sobre todo? ¿Y a ‘2001. Una odisea en el espacio’ o a las novelas románticas del siglo XIX y XX?
He leído mucho a Sade y más a Bataille. A este último la novela le debe mucho en los planos filosóficos o teóricos; en los literarios no le debe nada. A Kubrick le debo la búsqueda de lo absoluto. Y a Emily Brontë le debo la locura en el amor, el amor convertido en fantasma, en enfermedad. Todas esas cosas impulsan la acción en “El luminoso regalo”.
--¿Has querido llevar al lector a un territorio más bien desapacible: el territorio del mirón que contempla todas las guarrerías posibles y soñadas entre los amantes?
“Guarrería” es un término de jerga juvenil o masculina que banaliza el sexo. “El luminoso regalo” sitúa el sexo en el centro de la desesperación y la soledad humanas. El sexo es de una complejidad humana infinita, y eso quiere mostrar mi novela.
--¿Crees que falta aquí alguna práctica sexual, incluso alguna depravación?
No es para tanto. No hay orgías. No hay zoofilia. No hay nada que no sea normalito. Quizá lo anormal sea llamar a las cosas por su nombre, eso puede extrañar en un país como el nuestro, muy dado a no hablar de sexo o hablar de sexo de una forma codificada, artificial y roma.
¿Tiene Manuel Vilas una desolada visión del mundo? Parece que aquí no se salva nadie, ni siquiera el sexo…
Manuel Vilas aquí no pinta nada, es inexistente y carece de interés lo que piense. Desde que el lector entra en la novela, son los distintos narradores de “El luminoso regalo” quienes deciden lo que se cuenta y lo que no se cuenta; para eso se inventaron las novelas. La ficción nos hace más libres, no tiene sentido moralizar la ficción. Moralizar la ficción es tanto como quitarle la gracia y la fuerza a la literatura. Es verdad que ha habido lectores, a lo largo de la historia, que por juzgar y moralizar han sido capaces de condenar al infierno a la mismísima Madame Bovary. Imagino que Flaubert aún se debe reír desde su tumba.
DIEGO IBARRA. UN FOTORREPORTERO VARADO EN EL LÍBANO
Diego Ibarra. Los trabajos y los días de la covid en el Líbano.
UN DIÁLOGO CON LUIS ANTONIO GONZÁLEZ MARÍN
Una entrevista con Luis Antonio González Marín, musicólogo, instrumentista y director de Los Músicos de su Alteza, de Zaragoza.
Serie 'Diálogos en cautividad'.
80 AÑOS DE 'POETA EN NUEVA YORK'
El grito de García Lorca en ‘Poeta en Nueva York’
La editorial Norton publicó, 24 de mayo de 1940, el libro en edición bilingüe y unos días después, Bergamín lo publicó en Séneca
En 1979, en el Barrio Oliver, acudí a un recital de El Silbo Vulnerado y aún hoy no he podido olvidar cómo Luis Felipe Alegre entonaba la ‘Oda a Walt Whitman’ de ‘Poeta en Nueva York’, de Federico García Lorca (1898-1936), ni el instante en que decía: “Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño. / Este es el mundo, amigo, agonía, agonía” y poco después, “… y la vida no es buena, ni noble, ni sagrada”.
Más tarde, ese texto sonaba en ‘A un dios desconocido’, la película de Jaime Chávarri, y muy pronto aquel poemario tan moderno, actual y estremecedor, se convirtió en un libro talismán. De cabecera. Ahí, el poeta daba un salto de calidad, de ambición y de expresión, esquivaba los metros tradicionales en los que se había movido, y hablaba del caos y del desgarro del mundo exterior que era una gigantesca metáfora de su corazón ofendido y de su desconcierto vital, como les diría a sus padres en una carta: “La culpa es de la vida y de las luchas, crisis y conflictos de orden moral que yo tengo”.
García Lorca, el gran amor de Dalí, el amigo entrañable de Buñuel (que diría “la obra maestra era él”), se fue de España en junio de 1929 con el alma en vilo y la decepción en vena: su amante, el escultor Emilio Aladrén (que era hijo de un militar zaragozano y había sido amante de Maruja Mallo), le había dejado; sus dos amigos de la Residencia de Estudiantes habían criticado su ‘Romancero gitano’ y el cineasta de Calanda pensaba en él cuando tituló su primera película ‘Un perro andaluz’. En Nueva York fue bien acogido por la colonia española (entre ellos el poeta León Felipe), hizo amistades, tuvo amores, conoció Harlem y la colonia de los negros, las atmósferas del jazz, la noche loca y los garitos de homosexuales y, por supuesto, la Universidad de Columbia, donde fue acogido. La alegría inicial dio lugar al arrebato, a la angustia, a la crítica: aquel era un mundo deshumanizado e industrializado, vertiginoso e injusto, la exaltación de la máquina desalmada, el país vivía el ‘crack’ de 1929, y empezó a escribir poemas distintos.
Fue la explosión del surrealismo con imágenes brutales de dolor, de aspereza y de misterio, donde se mezclan la exploración de su intimidad, la perplejidad absoluta ante lo que acontecía en su derredor y la denuncia de alguien que aboga por la hermosura, la justicia y la armonía, pero percibe el vacío, la violencia y la inmensa soledad de la ciudad, de la que dice: “un símbolo patético: sufrimiento”. Lorca habla de su pena, de lo que ve alrededor e incorpora algunas historias que le contaron, levemente falseadas o ficcionadas como ‘El niño Stanton’ y ‘Niña ahogada en el pozo’.
En marzo de 1930, crucificado por tantas contradicciones, se fue hacia el mundo sensual de Cuba, y atisbó nuevas alegrías. Estuvo en La Habana y en Santiago de Cuba y pronunció varias conferencias, y se asomó a un mundo nuevo de ritmo, trópico y exuberancia. De esas dos experiencias (de junio de 1929 a junio de 1930) nacería ‘Poeta en Nueva York’, sito en Nueva York y alrededores, en Cuba y redactado también en Granada. Un libro muy trabajado, de muchos asuntos, desenfadado e intuitivo, de una imaginería radiante, dividido en diez partes o secciones.
El poeta barajó publicar dos libros: ‘Poeta en Nueva York’ y ‘Tierra’. Seguir el rastro de los textos y las intenciones de Federico García Lorca sería materia novelesca, y lo han contado de maravilla Eutimio Martín, Andrew A. Anderson, Mario Hernández y María Clementa Millán, entre otros. También pensó en ilustrarlo con fotografías y con dibujos. La edición de Cátedra, Letras Hispánicas, realizada por la citada María Clementa en 1992, incluye 18 fotografías.
El poemario quedó inédito. Lorca se lo entregó al poeta José Bergamín, director de la revista ‘Cruz y raya’ (al parecer se lo hizo llegar, “volveré mañana”, le decía, pero no se lo dio en persona) poco antes de partir hacia Granada donde sería fusilado el 19 de agosto de 1936. El libro saldría de España en 1939 en dirección a París de la mano de Pilar Sáenz de García Ascot, que era secretaria de José Bergamín. Guillermo de Torre, casado con Norah Borges, y por tanto cuñado de Borges, publicaría algunos poemas en 1938 en la edición en varios volúmenes de las ‘Poesías completas’ de Losada de Federico García Lorca.
Tal día como hoy, en 1940, apareció ‘The poet in New York and other poems’ (W.W. Norton Company. Nueva York), en una versión bilingüe de Rolfe Humphries. Tres semanas después, en México y sin autorización de su familia, José Bergamín publicaba y redondeaba, puntuaba de otro modo los versos, en la editorial Séneca ese poemario inolvidable en un volumen con cuatro dibujos originales, un poema de Antonio Machado y un prólogo suyo. ‘Poeta en Nueva York’ ha tenido muchos ilustradores como Juan Carlos Eguillor y Luis Martínez Comín, en Prames; Fenando Vicente en Reino de Cordelia, Carles Esquembre en Panini en cómic, y el aragonés Santiago Arranz, que le ha dedicado muchas obras y varias exposiciones a ese conjunto de 35 poemas, tildado por algunos de “quincallería surrealista”, donde Federico García Lorca aún grita: “Quiero mi libertad. (…) ¡Mi amor humano!”.
DANIEL GASCÓN PUBLICARÁ EL 11 DE JUNIO 'UN HIPSTER EN LA ESPAÑA VACÍA'

OTRA CAMPAÑA DE APOYO A LAS LIBRERÍAS
- Rosa Montero, Fernando Aramburu, Almudena Grandes, Isabel Allende y Bernardo Atxaga se unen a la nómina de participantes
- La iniciativa ha partido de Elvira Sastre y Beatriz Luengo con el objetivo de visibilizar al tejido librero de las ciudades
- ‘Mis libros en tu librería’ es el lema de la campaña que arranca hoy en redes sociales
Les mueve el deseo de ayudarlas a que recuperen su normalidad y que consigan mantenerla en el tiempo. El apoyo a las librerías redunda, además, en beneficio para toda la cadena del libro, ya que, gracias a su trabajo cotidiano, se revitaliza todo el sector, integrado también por distribuidoras, editoriales, autores y un sinfín de profesionales autónomos.
Y es que, sin recurrir a algoritmo alguno, los escritores saben que las librerías les miman durante todo el año: les hacen un hueco en sus calendarios de eventos culturales para organizar sus presentaciones; exhiben en sus mesas de novedades sus últimos proyectos editoriales hechos realidad; recomiendan sus libros por todos los medios que tienen a su alcance; y les hacen partícipes de la dinamización cultural de los barrios en los que están radicadas. “Creo que los escritores no somos nadie sin los libreros, y lo mismo digo de los bibliotecarios, cuyo apoyo es fundamental, y qué menos que darlo de vuelta ahora”, afirma la autora de Días sin ti, Premio Biblioteca Breve 2019.
EL IAC SE REÚNE CON VÍCTOR LUCEA
El Instituto de Arte Contemporáneo (IAC) es una asociación independiente de profesionales dedicados al arte actual que, más allá de los intereses gremiales particulares, pretende beneficiar al conjunto de la comunidad artística.
El IAC desarrolla iniciativas con el fin de favorecer la mejora y el perfeccionamiento de nuestra red institucional dedicada al arte contemporáneo, para velar por la progresiva implantación de buenas prácticas e impulsar una nueva percepción social del arte español actual.
Queremos contribuir a generar un clima de diálogo y de análisis, a través de la actividad de los grupos de trabajo sobre educación, museos, transparencia, patrimonio, proyección internacional, derechos y relaciones entre los distintos profesionales del sector (artistas, comisarios, críticos de arte, gestores culturales, educadores, mediadores, galeristas, coleccionistas) y las instituciones.
En estos grupos se procura integrar a representantes de todos los sectores y están abiertos a todos los miembros del IAC.
Las líneas principales de actuación del IAC se centran en los siguientes objetivos:
La implantación de buenas prácticas en museos y centros de arte: tanto en su estructura de gestión, la elección de los directores y la contratación del personal, como en las relaciones con los usuarios.
La transparencia en la gestión de los museos y centros de arte contemporáneo.
El diálogo con las autoridades políticas locales, autonómicas y estatales, en materia de arte contemporáneo. El IAC promueve propuestas políticas para la optimización de los recursos públicos e interpela a los responsables políticos, cuando se producen incumplimientos graves de sus obligaciones en esta materia.
El impulso a la promoción internacional del arte español contemporáneo, mediante la detección de carencias, la demanda de coordinación entre los diferentes organismos con competencias en este campo y la creación de una plataforma de información y de intercambio, que promueva el debate y favorezca una mayor presencia en los organismos que intervienen en la generación y gestión de programas y políticas culturales, en materia de arte contemporáneo.
La reflexión sobre la noción de patrimonio público. Elaboración de propuestas para fomentar el enriquecimiento de las colecciones públicas, mediante adquisiciones, daciones y donaciones.
El estímulo hacia el patrocinio, que dependerá de la capacidad del arte para generar una conciencia social, una ilusión de futuro, y de la mejora de las condiciones fiscales para ejercerlo.
La elaboración de un completo estudio sobre la educación artística, desde la escolar a la universitaria, para señalar sus carencias y reconducir su sentido. El IAC hará frente a la progresiva difusión de la “cultura empresarial” en la educación y en las instituciones artísticas. Nos preocupa la débil relación entre el mundo académico y la comunidad artística de la que debería formar parte, y buscaremos formas de crear
vínculos.Lograr un acuerdo generalizado sobre las buenas prácticas en las relaciones entre artistas, comisarios, educadores, gestores culturales, mediadores, galeristas, coleccionistas y museos, centros o instituciones.
Regular la actividad de todos los profesionales del sector del arte contemporáneo, para lograr que sus condiciones de trabajo sean dignas, transparentes y acordes con las buenas prácticas.
Abrir un debate sobre el tratamiento de la información en materia de arte contemporáneo y sobre su presencia en los medios de comunicación, para lograr un mayor acercamiento entre los profesionales y el público.
Por último, el IAC promueve desde su fundación políticas de actuación conjunta con las otras asociaciones de profesionales del sector que favorezcan la racionalidad y la transparencia en la gestión de los recursos públicos dedicados al arte contemporáneo, y la visibilización, nacional e internacional, del arte español contemporáneo.
Financiación
El IAC se ha financiado hasta el momento exclusivamente con las cuotas de sus socios. La gestión económica ha sido acorde con los ingresos, de manera que la asociación carece de deudas o compromisos de pago que no pueda cumplir. Ni los miembros de la Junta Directiva ni las personas que forman parte de los grupos de trabajo perciben ninguna remuneración.
LA NOTICIA
Ayer, 20 de mayo, la presidenta del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), Marta Pérez Ibáñez y los profesionales Alejandro Ratia (crítico de arte y comisario), Joseba Acha (galerista), Enrique Carbó (artista) y Juan Guardiola (gestor cultural), en representación del IAC Aragón, se reunieron con el director general de Cultura, D. Víctor Manuel Lucea Ayala.
En esta reunión preliminar, los representantes del IAC expusieron en detalle los graves problemas del sector recogidos en el documento “El arte contemporáneo aragonés ante la crisis del COVID” elaborado por el Grupo Territorial del IAC en Aragón con la adhesión de AACA (Asociación Aragonesa de Críticos de Arte) y de la GACA (Galerías de Arte de Aragón) y que se había hecho llegar previamente al director general de Cultura.
El IAC reclamó una actuación urgente de los poderes públicos clave para decidir el incierto futuro de un sector que es considerado estratégico por el gobierno autonómico, así como que se mantenga el compromiso con el Documento de Buenas Prácticas en Museos y Centros de Arte, firmado por el Gobierno de Aragón y el Instituto de Arte Contemporáneo.
Medidas:
Necesidad de un diagnóstico del impacto de la crisis en el sector de las artes visuales
Mantenimiento y cumplimiento de los presupuestos autonómicos de las direcciones generales de Cultura y Patrimonio Cultural
Mantenimiento de las ayudas, determinantes en medio de la crisis para la supervivencia de buena parte del tejido profesional y empresarial del territorio.
Mantenimiento de la actividad cultural
Actividades de mediación y didácticas
Contratación de actividades virtuales y elaboración de un censo Web de profesionales, como vías de acceso a la cultura, así como de mantenimiento de la actividad para profesionales del sector
Plan de compras de obra, tal como se ha hecho ya desde otras comunidades autónomas que han habilitado ya partidas específicas y urgentes para la compra de obras de arte
Adecuación del desconfinamiento a los distintos subsectores culturales
Elaboración de un plan estratégico para fomentar la estabilidad en el sector a medio plazo
El arte contemporáneo aragonés debe tener un papel en los grandes proyectos estratégicos de la región.
El IAC Aragón pide a las instituciones una reflexión acerca de la desproporción sangrante entre la valía, en número y calidad de los creadores y profesionales aragoneses y la implicación de las instituciones.
No hay futuro por delante para al arte contemporáneo aragonés sin ese reconocimiento.
MUERE EL PINTOR XAVIER GRAU (1951-2020)

La noche del viernes al sábado fallecía en Barcelona el pintor Xavier Grau (Barcelona, 1951), que se inició en el arte pintando cuadros impregnados de monocromatismo geométrico. Más tarde, junto a José Manuel Broto, Gonzalo Tena, Javier Rubio y Federico Jiménez Losantos integró un colectivo, ‘Trama’, que protagonizó uno de los períodos más intensos del debate plástico español durante los años 70.
En el marco de una muestra en la galería Maeght en 1976, estos artistas presentaron el número cero de la revista ‘Trama’, que se convirtió en el manifiesto programático de una nueva concepción artística que se decantaba por la práctica pictórica como ejercicio autónomo y por la defensa de la materia y el soporte mismo.
Javier Lacruz, especialista del grupo y autor de una monografía minuciosa de rastreo e interpretación, dijo: “El grupo de ‘Trama’ fue un colectivo de intervención política, artística, literaria y crítica, muy influido por el pensamiento francés del pasado siglo; un grupo activo a mediados de los años setenta, que ejerció de punta de lanza cultural en España, que llegó a ser lo más novedoso y radical de las vanguardias de entonces. En esencia, ‘Trama’ fue un grupo de pintura, pero no solo de pintores. (Su nombre alude a la trama o urdimbre del lienzo, pero también a lo que tramaban contra la dictadura.)”
Xavier Grau con su compañera Charo Pradas en el monasterio de Veruela en agosto de 2008.Archivo Miguel Marcos.
Grau se presentó en Madrid en 1979 en la galería Buades. Unió su vida a la de la pintora turolense Charo Pradas, de Hoz de la Vieja. No tardaría en establecer vínculos con el galerista aragonés Miguel Marcos, que lo expondría en varias ocasiones, desde 1983 que lo presentó en Zaragoza. Expuso en la sala de Banco Zaragozano en enero de 1994, y se editó un catálogo que presentaba Miguel Fernández-Cid. En 2008, bajo el comisariado de Juan Manuel Bonet, colgaría ‘Celebración de la pintura’ en el monasterio de Veruela.
Xavier Grau era un maestro de la abstracción lírica. Heredó el carácter distintivo del expresionismo abstracto, una fuente de fuerza expresiva, cargada de emotividad. Se sentía muy cercano a la Escuela de Nueva York, y se reconocía en artistas como Wilhelm De Kooning, Arshile Gorky y Philip Guston.
“Su pintura se fue orientando hacia una abstracción que mantiene inalterada la tensión interna entre el color y el dibujo, sin reducir su vivacidad cromática ni el movimiento de sus superficies, que están contenidas por el ritmo de las formas que articulan su estructura interna”, explica su ficha de la galería Miguel Marcos.
Grau era un pintor del color, de la geometría y del movimiento. De la poesía hecha vibración cromática. Solía decir que siempre llevaba un cuaderno para hacer anotaciones y para trasladar intuiciones, arrebatos, ideas. Operaba sin esbozos previos y a partir de lo que se va insinuando proseguía sus piezas. Le gustaba que en sus lienzos, donde a veces asoman sutiles objetos de figuración, hubiese elementos superpuestos, intersecciones de trazos y líneas que sugerían movimiento, vida, ebullición y energía.
Uno de sus grandes estudiosos, Juan Manuel Bonet, exdirector del Centro Reina Sofía y del Instituto Cervantes, decía que sus cuadros estaban llenos “de ecos de otras pinturas en las que a veces reina el caos y súbitamente se hace la luz y todo se ordena”.
El escritor y crítico literario de HERALDO Alejandro Ratia dice: "Su pintura muestra cómo se puede llenar la abstracción de contenidos y argumentos, de diversión y misterio. Pude conocer bien su cuidadoso y barroco proceso de trabajo en Albarracín, durante las Estancias Creativas de Charo Pradas, su mujer. Cada obra exigía largo tiempo. Un modo particular de convertir el dibujo en pintura".
José Manuel Broto, compañero de ’Trama’, decía: "Estoy muy triste porque he perdido un buen amigo y un excelente pintor".
Su obra forma parte de museos y colecciones públicas como la Colección Los Bragales (Santander), Colección de Arte Contemporáneo “La Caixa” (Barcelona), MACBA Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Barcelona) o MNCARS Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), donde tiene dos obras. En la última edición de Arco presentó dos obras de gran formato.
NUEVAS CULTURAS A TRAVÉS DE LAS REDES SOCIALES

Las nuevas culturas
a través de las redes sociales desde Aragón
[El coronavirus ha obligado a desarrollar y a presentar la actividad artística de otro modo. De forma virtual, con toda la imaginación posible. Durante 80 días, Facebook, Instagram, Whatsapp, las webs y los canales de Youtube han sido fuente constante de creación en la música, la literatura, el arte, el cine, y de búsquedas de nuevos públicos. Quizá sea el inicio de otros métodos que han venido para quedarse.]
La pandemia ha cambiado los usos de la cultura. No es que haya traído cosas que no se hubieran hecho antes, como el chat simultáneo, la videollamada, la transmisión en directo a través de Facebook, Instagram o Youtube, pero sí ha puesto en acción otros sistemas para hacerlo. Y la presentación, el concierto en directo, la entrevista, la conversación a varias bandas o la emisión diaria de contenidos ‘online’ ha sido algo que hemos visto muchísimo a lo largo de estos 80 días de crisis.
Por poner algunos ejemplos en el ámbito nacional: Elvira Lindo, en contacto con su editorial y una librería, presentó la novela de su vida y de sus padre, ‘A corazón abierto’ en la red; otro tanto hizo Almudena Grandes, con su relato sobre Aurora Rodríguez Carballeira, la madre y asesina de Hildegart, ‘La madre de Frankestein’. En la misma esfera de la literatura, el poeta Fernando Beltrán, el hombre que pone nombres a las cosas (Faunia, Opencor, Rastreator, Amena, Musa a las 9), ofrecía todos los días uno de sus poemas. El escritor y periodista Guillermo Busutil leía y comentaba, y aún lo hace, un texto ajeno desde su ventana del ‘Diario del Nautilus’ en Facebook; el crítico literario Fernando Clemot, vinculado a la revista ‘Quimera’, abría todos los días su Facebook para contar un autor, un libro, una época, casi como un ritual. Algo semejante, en otras esferas, lo han hecho Bruce Springsteen, el escurridizo Bob Dylan o Elton John, que organizó un festival virtual con muchos protagonistas.
Canciones, orquestas, libros
Ejemplos de este tipo se han dado en Aragón desde distintas órbitas. Una de las novedades que más han llamado la atención ha sido la grabación simultánea de temas musicales y la cuidada edición en vídeo en un múltiple de voces y de instrumentistas. Pensemos en la versión aragonesa de 16 voces del ‘himno oficial’ de la crisis del coronavirus, ‘Resistiré’, del Dúo Dinámico, canción traducida por Fernando Bravo, mezclada por Carlos Estella y editada en vídeo por José Estella. Este procedimiento, que tenía también algo de caleidoscopio de diversas intimidades, ha sido constante con la covid-19. Lo hemos visto en grabaciones de folk, en la celebración del Día Internacional de los Museos, en piezas de música clásica o de pop.
Distintos artistas han conectado desde casa para hablar de su último disco y leer poemas, como ha hecho Ángel Petisme con ‘Pilar’, o David Angulo, que aprovechó los días de reclusión para componer y grabar su primer tema propio una década después de ‘La habitación 404’: ‘Nos pilló desprevenidos’, que ha tocado con una formidable banda y con dos voces de la familia: Marisol Aznar e Inés Angulo Aznar. En otros territorios, en la escena, los Titiriteros de Binéfar combatieron el estado de alarma con dobles sesiones diarias de música y teatro que han sido muy seguidas. El pasado 23 de abril, la Orquesta Reino de Aragón ofreció con 52 músicos de forma virtual la pieza ‘Aragonaise’ de la ópera ‘Carmen de Bizet’.
La celebración del Día del Libro en Zaragoza ha sido virtual. Y ha tenido distintas opciones, que se han podido seguir en el canal de Youtube de Copeli, en la web de la Biblioteca de Aragón, en la web de las Cortes de Aragón y en la Fundación Ibercaja, por citar algunas referencias. Algunos autores conectaron con sus lectores a través de las ‘firmas virtuales’: la narradora Margarita Barbáchano, la ilustradora Vera Galindo, el dibujante Óscar Sanz, la poeta Sandra Santana, y los novelistas Chesús Yuste y Sergio del Molino. El autor de ‘La España vacía’ y ‘La hora violeta’ publica uno de sus libros más ambiciosos e híbridos, de claro calado autobiográfico y de mirada social a la vez, ‘La piel’, que acaba de presentar virtualmente, el pasado jueves, desde el Instagram de Casa del Libro y la editorial Alfaguara, en diálogo con Edu Galán. El lector puede hacer comentarios y plantear preguntas, y a menudo el entrevistador las recoge y las integra en la charla.
Cálamo, Bunbury, diálogos
Este procedimiento también lo está planteando la librería Cálamo en los pasos hacia una ‘nueva normalidad’. En las últimas semanas ha presentado, entre otros, los últimos libros de Héctor Abad Faciolince, Marta Sanz, Ricardo Menéndez Salmón, Peio H. Riaño y Miguel Albero. Paco Goyanes, codirector de Cálamo, está muy contento con el procedimiento.
Enrique Bunbury eligió el viernes un sistema semejante para la puesta de largo de su nuevo álbum, ‘Posible’, del que ha ido ofreciendo píldoras en forma de canciones, como si quisiera animar el camino hacia la desescalada. Otro instante especial, sin duda, fue el pasado ‘Martes de libros’, que organizó la Fundación Ibercaja, donde Nuccio Ordine (desde Calabria), Irene Vallejo (en Zaragoza) y Emilio del Río (en Madrid) debatieron sobre el mundo clásico en un diálogo vivaz que ahondó en la necesidad de recuperar la cultura grecolatina, la educación, y unieron el tema a la democracia y los muertos de la pandemia. En las próximas semanas, la Fundación mantendrá citas en la red con Manuel Vilas y Javier Cercas.
Todo ha sido empezar. Aunque reclamamos el roce, el contacto, el vis a vis con el público, para laibercaja crisis económica que viene encima a lo mejor es otra salida.
*Sergio del Molino presentaba ‘La piel’ el pasado jueves en diálogo con Edu Galán en la Casa del Libro. heraldo. Este artículo aparece hoy domingo en la página 3 de Cultura de 'Heraldo de Aragón'.
DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD CON GAIZKA URRESTI

Gaika Urresti (Bilbao, 1967, pero es de Portugalete) es guionista, productor y director de cine. Ha dirigido, entre otros títulos, los cortos ‘Un dios que ya no ampara’, ‘Abstenerse agencias’ (Premio Goya) y ‘El trastero’, el largometraje ‘Bendita calamidad’ y varios documentales, entre ellos ‘Arizmendiarrieta, el hombre cooperativo’ y ‘Aute Retrato’, que ha sido el último.
Como ciudadano, ¿cómo define estos casi 80 días de confinamiento? ¿Cómo los ha vivido?
No quiero quejarme porque hay mucha gente que lo ha pasado mal. Yo me siento un afortunado porque nadie de mi entorno ha sufrido la enfermedad, he estado con mi mujer y nuestro hijo en una casa suficientemente amplia y tenemos trabajos que hemos podido seguir desarrollando. Como todos, si tengo incertidumbre sobre los efectos de esta crisis en los próximos años pero, si algo bueno tiene la edad, es haber pasado por otros momentos de dificultades y la lección es que siempre se sale. Nos iremos enfrentando a cada situación en su momento. Más que preocuparnos creo que debemos ocuparnos.
Si no se paró el mundo, se ralentizó todo y apareció un miedo colectivo y no sé si irracional. ¿Qué pensó, qué teorías o reflexiones se le pasaron por la cabeza?
La verdad es que no sé si por inconsciencia o por optimismo nunca he sufrido ese miedo colectivo. Si es cierto que las primeras veces que salí a la calle para ir a correos en Independencia tras 20 días, las sensaciones físicas eran extrañas, de cierta irrealidad. No obstante, la reflexión que me surge después de estos 80 días ya la sabía; que hay tantas cosas que hacer y de las que disfrutar que harían falta muchas vidas para poder hacerlas todas.
Por otra parte, ¿qué puede hacer un hombre tan público y activo como usted, enclaustrado?
Pues la verdad que no he parado. Al principio era muy optimista con el tiempo de ocio para poder disfrutar de lecturas y películas pendientes pero no he tenido tanto tiempo como me hubiera gustado. He estado montando el documental sobre Labordeta, colaborando con otras Federaciones de productores en propuestas para Hacienda y Cultura para salir de la crisis, con entrevistas con las instituciones aragonesas para que se convoquen las distintas líneas de apoyo que estaban previstas, poniendo mis películas en Amazón Prime, vendiendo por Internet la película sobre Aute y a las televisiones públicas de México y Argentina, registrando mis obras pendientes en la SGAE y EGEDA incluso he estado mirando cómo producir contenidos on line desde casa, y lo que más me ha ocupado han sido las clases de mi hijo Jon de 8 años. Tener que ejercer de profesores de nuestro hijo compaginándolo con el teletrabajo ha sido muy estresante.
¿Cómo se ha proyectado en las redes? Daba la sensación de que no ha tenido descanso…
No tengo yo esa percepción. Frente a la presencia en las redes he potenciado el contacto a distancia con Skype o teléfono de amigos y seres queridos. Por ejemplo he procurado conectarnos todos los días con mi madre en Portugalete porque ella estaba sola. Las redes solo las he utilizado para informar de actividades profesionales y sobre todo he intervenido en medios de comunicación con motivo del fallecimiento de Luis Eduardo Aute y del estreno en televisión de Aute Retrato por ese motivo.
El cuatro de abril, en plena crisis ya, moría Luis Eduardo Aute. ¿Cómo lo despedió?
Pues fue muy triste el que se nos haya ido definitivamente en estas circunstancias tan ‘apocalípticas’, sobre todo porque no ha habido la ocasión de despedirle públicamente como se merece. No obstante, las muestras de cariño y de respeto en las redes sociales fueron espectaculares. Yo aproveché la página de Facebook de la película y los medios que me ofrecieron colaborar para agradecerle a nivel personal haberle conocido y en nombre de todos por la poesía que nos ha regalado.
¿Qué le ha dado ese proyecto? ¿De qué modo entiende mejor la complejidad de España, de la creación y no sé si de la Transición?
Muchas cosas. Fue muy gratificante que muchas personas, gracias al pase de la película en Cuatro al día siguiente de su muerte, me comentaran que había sido un bálsamo al dolor por su pérdida. La película, a parte de la acogida en términos numéricos de espectadores en salas (mas de 10.000 espectadores siendo el documental español con más espectadores del año y en televisión más de 670.000 en España y 265.000 en México), en múltiples espectadores ha ocasionado muchas muestras de cariño y más que felicitarme por la película me lo han agradecido personalmente. Para mí, una película siempre es un viaje de aprendizaje y crecimiento personal. En mi documental anterior ‘El hombre cooperativo’ repasaba el viaje desde la Euskadi rural de 1915 hasta la llegada de la democracia en 1975 a través de la vida de Jose María Arizmendiarrieta. Con Aute se abordan también el tardofranquismo, los años 70 y los 80.
¿Le dolió no recibir ni el Forqué ni el Goya?
Pues si, pero especialmente el Goya por Aute. Luis Eduardo siempre quiso pertenecer al mundo del cine desde su juventud. Era académico. Estuvo nominado con “Un perro llamado dolor”, ha hecho unas películas poéticas muy personales que yo creo que no han sido suficientemente valoradas y nos ha regalado un himno como Cine, Cine, Cine. Creo que era la última oportunidad de sus compañeros de agradecérselo en vida. Yo espero tener nuevas oportunidades de estar ahí nominado pero él ya no las va a tener.-¿Qué es lo más fascinante de hacer un documental o una película? ¿La documentación, el repaso a una épcoca, el contexto?
Todo el proceso no exento, parafraseando a Almodóvar, del dolor y la gloria. Hay muchos momentos de trabajo en soledad, de dudas, de riesgo tanto económico como emocional y también de luz, de descubrimiento. En esta ocasión he podido acercarme a personas a los que en cuando era un adolescente en mi villa natal, jamás hubiera soñado conocer. Primero a el propio Aute pero luego, Víctor Manuel y Ana Belén, Sabina, Serrat, Silvio Rodríguez. Jaime Chávarri, Antonio Escohotado, etc…
¿Por qué es tan difícil hacer cine? Uno se pasa años preparando una película, trabaja, busca dinero, ultima guiones, les da cien vueltas, y luego debe rodar a toda pastilla…
El cine es algo que no puedes hacer solo en tu casa. Necesitas del concurso y el talento de mucha otra gente y de mucho tiempo. Por eso es caro y financiarlo, a pesar de las ayudas, no es nada fácil. Hay mucha gente queriendo hacer cine y pocos recursos para todos, por lo que la competencia es brutal. El rodaje es la parte en la que intervienen más personas, la más cara, por eso se debe hacer en menos tiempo. Puede parecer un tanto frustrante que después de tantos años, esa fase tan sociable y estimulante se termine en 6 o 7 semanas. Quizás el documental en ese sentido sí es más autónomo. Con un equipo de personas más pequeño si te puedes permitir estar toda una tarde con un entrevistado mas allá del tiempo de la grabación y eso es muy enriquecedor.
En España se han interrumpido 300 rodajes, dicen las crónicas. ¿Qué va a pasar?
El cine, afortunadamente tiene otras ventanas a parte de las salas de cine. Durante la pandemia la gente ha consumido más historias que nunca sin salir de su casa. Por eso, a pesar del parón en los rodajes y en las salas de cine, puede retomar su actividad con las oportunas medidas sanitarias preventivas desde ya. Si va haber un tapón en los estrenos en salas de cine. Cada fin de semana se estrenan entre ocho o diez títulos cada fin de semana y los cines llevan diez semanas cerrados. Por ello nos encontramos con 200 películas sin estrenar mas las que lleguen en otoño y además con las salas limitadas en el aforo. Esperemos que la gente le quite el miedo al ir al cine y se recupera la pantalla grande como primera ventana.
Estaba con un proyecto importante para Zaragoza, Aragón y probablemente España. ‘Labordeta. Un hombre sin más’. ¿Qué le está dando este rodaje? ¿Qué ha descubierto del personaje y de los aragoneses?
Pues de nuevo un viaje personal de conocimiento. La posibilidad de acercarme a alguien fascinante y admirado ahora que ya no está entre nosotros. Y además hacer este viaje con su familia, con su viuda Juana, sus hijas Ana, Ángela y Paula, y sus nietas Marta y Carmela, es muy emocionante. Conocer al hombre detrás de la leyenda. Yo creo que Labordeta personaliza la identidad de Aragón por su carácter “suave como la arcilla, duro de roquedal” y el humor somarda.
Estamos a punto de celebrar los cien años de Miguel Labordeta, que parece un aragonés que suena mucho y a la vez es el aragonés tapado, y que ha salado mucho en sus grabaciones. ¿Qué nos querría decir de él?
No me es tan cercano como su hermano. También por la Zaragoza en la que vivió de los 50 y los 60 que me es ajena. Siempre me ha parecido interesante por ser el referente de Jose Antonio en muchas cosas en la vida, pero, sinceramente, no soy un experto en su poesía.
¿Cómo se llega a influir tanto en una comunidad como lo hace usted? Estás muy bien conectado con el Gobierno de Aragón, con Aragón TV, con los productores ¿Es por su implicación, por su sentido de la autoestima, por pasión, porque Aragón es tierra de acogida?
La verdad que siempre me he sentido muy bien acogido en Aragón. Todos esos contactos son fruto de mi trabajo continuado. Tanto el personal como el colectivo a través de APROAR, la Asociación de Productores Independientes Aragoneses que presido. Sinceramente, creo que el trabajo asociativo y la cooperación son importantes para el desarrollo de un sector, en este caso el audiovisual. En ese sentido sí soy crítico con que Aragón es una tierra de grandes individuales pero el agruparse por un bien común cuesta algo más. Quizás es fruto de la dispersión territorial y la poca población. Por eso fueron tan emocionantes movimientos como la lucha contra el trasvase o ahora contra la despoblación.
¿Ha cumplido y cumple la Televisión Autonómica sus expectativas?
Creo que tardó en llegar pero era necesaria. Ha conseguido vertebrar el territorio, que los de Teruel sepan de los de Huesca, más que muchos departamentos de la administración pública, igual que lo hizo Jose Antonio Labordeta en los años 70 con sus canciones. Tuve la fortuna de ser de los primeros en trabajar en su creación en 2006 y 2007. Fueron años muy emocionantes. La crítica que siempre le he hecho ante todos los directores generales es la falta de cumplimiento de la ley del audiovisual por la que debería invertir el 6% de su presupuesto en producción cinematográfica. Esperemos que con la transposición de la directiva europea que se va a hacer en estos meses, el propio Estado sea mejor cumplidor de sus propias leyes.
¿Cómo se llevan el productor y el director, en qué coinciden y en qué se pelean?
El hecho de ser productor de mis propias películas permite que pueda dirigirlas por lo que, a pesar del enorme trabajo que supone producir, le tengo que estar muy agradecido a mi yo productor.
Si tuviera que mirar el sector del audiovisual en Aragón. ¿En qué vamos bien, cómo somos, de qué se puede presumir? -¿Qué nos falta y qué es apremiante resolver?
En el audiovisual aragonés somos pocos y muy pequeños pero también nos conocemos todos y creo que hay una voluntad de las administraciones y de los cineastas de remar juntos en la misma dirección de forma honesta. Quizás nos falta algo de ambición para encarar proyectos más grandes. A veces que el tema sea aragonés pesa excesivamente frente a que sea una película hecha desde Aragón. A mí me pasó con ‘Aute Retrato’ que me costó un par de años conseguir ayudas del Ayuntamiento, DGA y Aragón TV a pesar de que contaba con una televisión nacional y el Ministerio de Cultura. Luego ha sido una película que ha llegado muy lejos en premios y en públicos nacionales e internacionales y ha llevado el nombre de Aragón lejos.
¿Se puede hacer cine sin besos, ni abrazos, sin escenas de sexo?
En Bollywood lo hacen, ja ja. Dependerá de la historia pero el amor y el deseo es un gran tema del cine y hay cineastas en los que sería muy forzado no incluir escenas con contacto físico. Estoy pensando en Almodovar por ejemplo.
¿Cuál es su sueño cinematográfico? ¿Qué querría hacer y cómo desearía avanzar en su carrera?
Pues yo con seguir haciendo películas, a veces de ficción, otras documentales, incluso cortos, me siento realizado. Siempre pienso que mi siguiente película será la mejor. Aspiro a seguir aprendiendo este oficio de contar historias.
¿De qué vive un cineasta en Aragón, sin apenas hay industria?
Es cierto que en Aragón el crecimiento de la industria audiovisual ha comenzado mucho más tarde y de forma menos intensa que en otras Comunidades de nuestro entorno. No obstante, en los últimos años hemos ido dando los pasos entre todos para que sea posible hacer cine desde Aragón. Mis proyectos, además de la financiación autonómica cuentan con otras vías de fuera. Como ejemplo, mi última película ‘Aute Retrato’, antes de las ayudas de DGA y Ayuntamiento de Zaragoza y la colaboración de Aragón TV tenía el apoyo del Ministerio de Cultura y del grupo Mediaset. Gracias a ello, que aúno varios papeles como el de productor, director, guionista y a veces distribuidor, que soy austero y que el público responde a mis películas, puedo vivir de hacer cine desde Aragón.
¿Cómo salimos de aquí del coronavirus, del pesimismo?
Citando a Arizmendiarrieta. Hacer haciendo.
*La foto es de Jon Urresti Múgica.