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JOSÉ LUIS ACÍN CULMINA SU "BRIET"

José Luis Acín ha dedicado más de medio vida al estudio del Pirineo.Y lo ha hecho sobre el terreno, con la cámara al hombro. Con esa voracidad que poseen quienes desean documentar un accidente geográfico, la filigrana inadvertida de una ermita, la sombra más íntima de un paso clandestino, la majestuosidad del congosto, el espejo transparente de un ibón deshelado. En ese trabajo paciente hay algo de autorretrato: José Luis Acín parece buscarse a sí mismo en el paisaje, en tanta expedición como hace a las cumbres o a los lugares donde reside el embrujo del bosque. Uno de los proyectos más decisivos de su existencia, en el que ha invertido más de una década, es el de repetir aquellos viajes y paseos e instantáneas que realizó el viajero y fotógrafo francés Lucien Briet por los Pirineos entre 1890 y 1911.
En esos 21 años captó paisajes y paisanajes, descubrió un universo que hoy puede antojársenos pintoresco y un tanto lejano. Y todo ello convergió en dos volúmenes, doble volúmenes en realidad: “Bellezas del Alto Aragón” y “Soberbios Pirineos”. El primero fue un libro que él culminó; el segundo, nació de la recuperación póstuma de su obra posterior. En el año 2000, José Luis Acín publicaba en Prames “Tras las huellas de Briet. Bellezas del Alto Aragón”, en el que repetía el viaje de Briet y confrontaba lo que veía y oía ahora con lo que había visto y captado Briet. Aquel libro fue un éxito y recibió premios por su diseño. Ahora, José Luis Acín publica la segunda parte: “Tras las huellas de Briet. Soberbios Pirineos”. El planteamiento es el mismo: en la cabeza de Acín y en el libro dialogan las fotos en blanco y negro de antaño con las suyas de hoy, dialogan los textos. Acín incorpora algunos detalles al contexto general: castillos, dólmenes, bordas, cruces inscritas en las casas, puentes y desfiladeros. Y en su texto mezcla la descripción con fragmentos de historia o de tradiciones populares, y algún leve subrayado sobre la genealogía y los moradores de las casas. E incluso realiza algunas correcciones a los errores del francés, que son varios. El libro, que contiene todo un itinerario, está dividido en siete partes: arranca de la cuenca superior del río Vero con parada en Boltaña y Alquézar; pasa por las gargantas del Flumen y el imponente Salto de Roldán; transita por el desfiladero del Entremón; se regodea en la deslumbrante hermosura de la sierra de Guara (con topónimos cuya sonoridad ya anticipa un mundo: Abizanda, La Val de Onsera, San Úrbez, Alcanadre…); describe el valle de Vio; dedica una parte de la travesía de casi cien páginas a los barrancos y cuevas, y acaba en La Peña Montañesa (Laspuña, San Victorián, La Espelunca…).
El libro ofrece un facsímil de Briet: “La mole pirenaica del Marboré”. José Luis Acín “lleva el Pirineo impregnado en su piel desde pequeño. Por nacimiento, por herencia y por su voluntad de vivirlo y de sentirlo”, tal como señala su editor Chusé Aragüés. Y este libro, exuberante, variado, repleto de curiosidades y de esfuerzo, es un nuevo ejemplo de ello. Y es, conviene recordarlo, un libro en dos: dos aventuras paralelas con un siglo de diferencia.
*La plaza de Alquézar, captada por Lucien Briet en 1911.
MANUEL PERTEGAZ: ORDEN, ELEGANCIA Y ESTÉTICA

Es bien sabido que Teruel, lejana y sola, es tierra de iconoclastas: ahí están Miguel de Molinos de Muniesa; Francisco Loscos, botánico de Samper de Calanda y farmacéutico de Castelserás; Luis Buñuel de Calanda, por no recordar a Miguel Juan Pellicer, célebre por la resurrección de su pierna, muerta y enterrada, y luego abandonado por todos; Segundo de Chomón de Teruel. Y entre ellos también podría figurar Manuel Pertegaz, creador de moda, natural de Olba. Allí nació en 1919; dicen que jamás se ha olvidado de esa localidad que ya lo ha nombrado Hijo Predilecto.
Si la infancia es ese tiempo mágico, casi siempre paradisiaco, al que retornamos desde cualquier punto del universo, es lógico que el menudo y tímido Pertegaz tuviese en su memoria la villa turolense. Residió en Olba hasta los diez años, en que se marchó a Barcelona. A los doce ya trabajaba en una sastrería y pronto haría su primer diseño, que estrenó una amiga en una fiesta principal. Su carrera, al menos contemplada ahora, fue vertiginosa: en 1942 inauguró su primera casa de moda en Barcelona. Su ídolo entonces era Balenciaga y su esplendor inicial, porque no ha cesado hasta ahora mismo su prestigio, coincidió con el de Pedro Rodríguez. A Pertegaz le gusta decir, medio en broma, medio en serio, que mientras Rodríguez inventó la mujer pantera, él creó la mujer cisne. ¿En qué consistía exactamente? Uno de los logros más importantes de Pertegaz ha sido el de aristocratizar la confección, conferirle glamour, buscar la belleza visual, la suavidad de las formas como si de una foto de Cecil Beaton se tratase. Y con la mujer cisne lo consiguió: mujeres de cuello esbelto, cintura y tobillos finos, de escaso busto y trasero hermoso pero no exuberante --Pertegaz le confesó a la periodista Ima Sanchís que les rogaba a sus propios modelos: "No saquéis pecho ni pompis"--, que acababan tranformándose en cisnes.
Una de sus criaturas preferidas debió ser Audrey Hepburn, cisne, garza, ninfa o encarnación de todas las aves ideales, el arcángel femenino del cine y del siglo de asombroso esqueleto y miembros airosos, candorosa y refinada, a la que casi todo le sentaba bien. Reveló Pertegaz una anécdota curiosa de la intérprete de Sabrina, Dos en la carretera y Desayuno en Tiffany's: era profundamente coqueta e insegura, una vez que se había puesto el traje, de inmediato se miraba al espejo para alisar el flequillo.
El éxito de Pertegaz fue apabullante, tanto en España, donde contaba con dos talleres, en Madrid y Barcelona, con más de 700 empleados, como en el extranjero. Tras fundar en 1948 unos desfiles de moda en Madrid, salió a Estados Unidos en 1954, donde recibió el Óscar de la Moda en Harvard. Realizaba hasta cuatro colecciones al año y exportaba sus tejidos y diseños a medio mundo: Inglaterra, Suiza o toda América del norte. En el fondo, intuía el carácter fugaz de la moda y seguramente suscribiría estas palabras de Coco Chanel: "Un vestido no es ni una tragedia ni un cuadro; es una encantadora y efímera creación, no una obra de arte eterna. La vida tiene que morir, y deprisa, para que el comercio pueda vivir".
Su casa era de las más visitadas, por actrices, aristócratas y mujeres del espectáculo. Y entre ellas Ava Gardner, a quien vistió en los últimos tiempos. Pertegaz ha dicho que carecía de complejos, que era la mujer soñada por cualquier modisto. Y esta visión también coincide con la que tenía el dramaturgo y cineasta Edgar Neville. Ava Gardner, a mediados de los 50 en España, era capaz de beber todo el whisky posible e imposible, y al final, inesperadamente, solicitaba una botella de Anís del mono. Eso sí, como cuando fuese a la habitación de su hotel no estuviese el bar lleno, montaba en cólera. Sin embargo, si recibía una llamada para una película, tres o cuatro semanas antes se marchaba a Estados Unidos y comenzaba a someterse a una dieta estricta y practicaba tenis y natación hasta que recuperaba el peso y su esplendente beldad. Edgar Neville le confesaba al oscense Pepín Bello: "Era increíble. Poseía una máquina perfecta".
Manuel Pertegaz también sucumbió ante la clase y la sencillez de Jacqueline Kennedy. Al parecer en Francia, en el humilde establecimiento Chez Ninot, dos jóvenes diseñadoras copiaban sus modelos con la autorización del aragonés, hasta que por fin Jacqueline prefirió al sastre original, que le seguía haciendo prendas simples que a ella le sentaban impecablemente. Una de las frases más polémicas, o más famosas, de Pertegaz fue: "Para ser elegante hay que ser rico". Le costó disgustos y críticas, pero insiste en ello, sin rechazar la apostura natural de sus modelos: "Lo bueno suele costar". La sentencia no está demasiado lejos de las ideas de Coco Chanel acerca del dinero y la moda. En El aire de Chanel, le confesaba al poeta y narrador Paul Morand: "Quiero decir esto a las mujeres: no os caséis nunca con un hombre tacaño". La declaración es del invierno de 1941 en Saint--Moritz y muy distinta la época a la de ahora. Por cierto que Coco Chanel no le causó buena impresión a Pertegaz: iba embadurnada de colorete hasta las orejas y se teñía el pelo de negro azabache. Tampoco le deslumbró el vanidoso Christian Dior, aunque tal vez coincida con él en que ambos son los forjadores de un lujo discreto y apostaron por la revitalización sutil de la feminidad.
Pertegaz se ha confesado tímido, indeciso con las mujeres, volcado en el taller, y amante del orden y la estética. Vive rodeado de dos pastores alemanes y cree que su oficio está emparentado con el alma de la poesía, que es --como la moda: el tejido, su textura, el color y sus melodías, la línea o corte-- uno de los alimentos esenciales del gusto y la sensibilidad. Cuando se casó Letizia Ortiz pensó en él para que le diseñase su vestido de boda: Manuel Pertegaz ahí sigue, vivo, soñando la belleza, buscando nuevos cuerpos que le evoquen la perfección del cisne.
DIÁLOGO CON JOSÉ IRANZO, EL PASTOR DE ANDORRA

[En 1999, acompañado de José Luis Melero, fui a entrevistar al Ventorrillo a José Iranzo, 'El pastor de Andorra'. Tras el éxito que han tenido los dos volúmenes de "La Jota. Ayer y hoy", publicados por Prames con textos de Pepe Melero y Javier Barreiro, entre otros, y las voces de Nacho del Río y Beatriz Bernad,meparecía oportuno recuperar esta entrevista, que rinde homenaje a José Oto, estamos en el centenario de su nacimiento, a Jesús Gracia, a toda la familia de la jota. La entrevista no tiene desperdicio: tiene algo de surrealismo cotidiano. La he encontrado en un ordenador viejo, y formará parte de un libro de conversaciones con aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados del siglo XX que aparecerá en 2007. Creo]
"La jota es el alma de Aragón"
Cae una dura tormenta sobre el desierto del Ventorrillo, en las afueras de Andorra. El aguacero se mezcla con la niebla; dos perros pasean la lluvia en su piel de lobo y atemorizan al forastero que se acerca a la masada de El Saso. Nos acompaña el escritor y bibliófilo José Luis Melero, quien, para nuestro asombro, domina a la perfección los estilos de jota, memoriza a todos los cantadores y sentía un interés especial por conocer a José Iranzo en su ambiente. Melero, desde los quince años, asiste al Festival de Jota del Pilar y estaba en el Teatro Principal aquel remoto ocho de octubre de 1974 en que José se alzó con el Premio Extraordinario.
--No creí que fueran a venir con este temporal --dice José.
--¿De qué lado oye mejor?
--De los dos.
--Muy bien. Empecemos...
--Éramos cuatro hermanos. En el año 18 sobrevino la peste de la gripe y mi padre, un hermano de 24 años y otro de nueve se murieron los tres en seis días. Nos quedamos mi otro hermano, Martín, de quince, mi madre y yo, con dos años y medio. Teníamos un rebaño de cabras que tuvimos que vender, menos una cabra, y un par de machos. Mi madre y mi hermano se iban a comprar con los animales a Andorra y me dejaban aquí, pero a lo mejor había tronada y se quedaban en el pueblo. A mí me habían dejado en el pajar; había una balsa cerca y para que no me ensopara o no me ahogase, me quedaba encerrado hasta que volvían. Por las rendijas de la cancela, yo miraba a lo lejos el camino que bajaba, y creía ver sus bultos, "ya vienen, ya vienen", decía, pero no eran ellos: eran unas sabinas que nunca acababan de venir y en cambio sí llegaba la noche. Tenía miedo y me enganchaba a llorar. Algunas veces pasaba una culebra por delante de mí. Mi madre me dejaba una jarra de leche de cabra, y si era tiempo de vendimia, unos racimos de uva y pan. Tenía una gata que me hacía compañía: blanca y con pintas negras. Cuando volvían por fin me daba una inmensa alegría.
--¿Por qué no lo llevaba consigo su madre?
--Porque daba mucha murga. A veces iba con los machos, pero no siempre. ¡No me iba a llevar al hombro! Dormía solo en el pajar. Pasaba mucho miedo: me enganchaba a llorar y al final, aborrecido, me cansaba y paraba. Me he preguntado si esta voz que tengo viene de aquellos lloros: ah, ahh, ahhh, ay, ayyy, ayyyyy...
El Pastor de Andorra entona unos agudos y desgarradores que mueven a lástima a quien los oye. La estancia tiembla, no sabemos si por el eco o de pena. Pascuala, su mujer, acude alarmada desde la cocina.
--Ah, ahh, ahhh, ay, ayyy, ayyyyy... A lo mejor así se me hizo el pulmón más ancho. No se lo he preguntado nunca a nadie. Cuando había vecinos me dejaban suelto. Yo tetaba de la cabra directamente. Mi madre me parió mayor, tendría ya 50 años y supongo que muy poca leche. La cabra de vez en cuando se me burlaba y yo llamaba a una vecina joven: "Máxima, ven a cogerme la cabra. Máximaaaa".
José Iranzo emula ahora la voz aguda y chirriante del niño que fue. Este hombre, bueno a carta cabal y nada envidioso, ya lo verán, no sabe que esconde un humorista.
--¿Fue a la escuela?
--Dos o tres semanas, pero no aprendí nada. Fui a la escuela después, en el ejército, tras la Guerra Civil. Estuve trece meses con los republicanos y luego con los nacionales. Llamaron a todos los analfabetos; salí yo y un tal Francisco Lahoz de Lécera, otros no se atrevieron. Allí nos enseñaron a leer y escribir, a sacar cuentas y multiplicar. Multiplicábamos como Dios. Nos ponían unos problemas de rebaños de ovejas y de cabras que daban gozo. Al final, yo escribía las cartas a las novias de los soldados. Me dejaban poner lo que quisiera, las enamoraba por carta.
--Hemos leído que a los ocho años se hizo pastor para otros.
--O con diez. No lo sé. Me puse a guardar corderos para Tío Martín el Moreno, de Andorra; luego para dos hermanos, Los Lindos, y luego para Tío Manuel el Gordico. La vida del pastor es muy esclava.
--¿Por qué es tan esclava?
--Te levantas, vas a dar una vuelta, miras las hembras que han parido: ésta, uno o dos; aquélla, lo mismo. Hay que poner aparte las crías. Almuerzas, las arreglas; preparas la merienda: tortilla, un taco de jamón o de queso, pan, la bota de vino. Y luego sales con el ganado y los perros. De repente, va a haber tronada. Calculas mal la nube y a lo mejor no te deja llegar a la paridera, y entonces regresas todo empapado. Y así siempre, en esto no hay domingos ni nada. Siempre hay que estar en el campo. Mi primer rebaño lo compré después de la mili, cuando ya estaba casado.
--¿Cuándo empezó a cantar?
--En un pinar donde estuve tres años, casi siempre solo, yo tendría doce. Los dueños acudían y a lo mejor echaban una semana. Me las arreglaba como podía. Mientras cocinaba o hacía la cena, y se cocían las judías secas con una patata, me ponía a cantar sin ton ni son, como un lobo o con espíritu de lobo. A lo mejor entonaba para espantar el miedo aquello de "Tengo un hermano en el tercio // y el otro en regulares..." Eso sí, cantaba a mi manera. A mi manera.
--Siempre insiste mucho en eso de "a mi manera". ¿Qué quiere decir?
--Hombre, yo soy un cantante aficionado. No sé música, no soy académico. Me doy cuenta de que no he aprendido a cantar bien, que me falta mucho. Mucho. Y a pesar de eso me han hecho aprecio en todos los sitios: me ha ido tan bien como al primero, pero una cosa no quita la otra. He actuado con todos los cantadores, pero he oído a muchos mejores que yo.
--¿Quién era mejor que usted?
--Muchísimos. José Oto: sabía más que yo y tenía mejor voz. Y además era un hombre buenísimo, de primera. Te ayudaba en un recital: una vez yo me puse a cantar hacia el viento y me quedé casi sin voz, y él me dijo: "Ponte hacia la derecha", y recuperé toda mi fuerza. Era bonachón, un poco borrachín o aficionado a beber, desde por la mañana estaba en la taberna, pero nunca dejaba pagar. Cobraba mil pesetas por concierto. Hemos compartido habitación, no cama, eh. Y también era mejor su novia Felisa Galé, y Juan Antonio Gracia, de Nuez, Joaquín Numancia, Antonio Royo El chato de Casablanca, o Jesús Gracia. Los dos salimos juntos, es un cantante soberbio, ha estudiado mucho, canta mejor que yo, así de claro lo digo, y también Conchita Pueyo y Pascuala Perié.
--¿No fue ella quién le enseñó los estilos de jota?
--Sí. Y qué historias.
Se zambulle El Pastor de Andorra en el principio de la posguerra. El cielo, en estas soledades que se alargan sin horizonte, revienta en estruendos, el temporal sigue golpeando en la tarde de junio. El cuarto es angosto y sombrío. En las paredes cuelgan retratos del cantador, tapices y una foto medallón de John Kennedy, datada en 1963. "Me la regaló su hermano Robert, ante quien canté en la Feria de Nueva York". La entrevista está salpicada de cantas: si José recuerda una anécdota, de inmediato la ilustra con una jota. José Luis Melero, embelesado, le dice: "¡Qué torrente de voz! Es impresionante todavía. Es usted un prodigio de la naturaleza". Pascuala apunta que su José tiene 84 años. El Pastor sabrá devolverle el halago al visitante inesperado cuando ambos entonan La palomica, la canción que le ha hecho famoso y que siempre le piden: "Qué bien canta usted. Lo hace mucho mejor que yo. Lástima que no tenga más voz". Inmerso ya en las encrucijadas del tiempo ido y de la nostalgia, es el momento de Pascuala Perié. A Iranzo, durante la mili, lo oyó cantar un oficial que, estremecido como debe estarlo ahora Pepe Melero, le dio dos duros y le dijo si podía repetir eso ante los demás oficiales. Así lo hizo. Y también en un bar del Arrabal que se llenaba hasta la bandera cada vez que él cantaba. Le daban quince pesetas por tarde. El sargento le dijo que tenía que ir a clases y el sastre Lapeña, que era guitarrista de jota, le recomendó el magisterio de Pascuala Perié.
--Fui a su casa del Barrio Verde con un amigo y en cuanto llegamos, oímos cantar a alguien con una voz... ¡Qué voz, madre mía! Me acobardé y le dije al amigo que me acompañaba: "Vámonos de aquí". Pero el otro insistió: "Tira para arriba". Estaba allí María Pilar Lasheras, una chica de Movera que cantaba extraordinariamente. Yo ya me convencí de que aquello no podía ser. Cuando todos se fueron, Pascuala Perié dijo: "Que cante el militar". Enganché a cantar y todos se pusieron a reír y a llorar de la risa. A los músicos la guitarra se les caía de las manos. Pascula comentó: "Tienes una voz muy grande, pero muy desentonada". Yo era un salvaje: temblaba el piso. "Esto va a ser difícil, niño", dijo la Perié. "Perdone por esto, señora. Paco, vámonos". Me pidió que cantase otra jota, y ya lo hice un poco mejor. "¿Tienes interés en cantar?". "Sí, claro que sí". "Si tienes interés, has de cantar mucho". Luego me preguntó si tenía las tardes libres, las tenía, y me dijo que me iba a dar clases todos los días, pero que tendría que pagarle el doble, 40 pesetas. El sargento aseguró que me pagaría él el primer mes. Cuando la Perié se enteró de que cantaba en un bar, me dijo que debía dejarlo, que así se estropeaba la voz. Al poco tiempo, me presentó en el Teatro Principal con José Otro y con Juan Antonio Gracia, de Nuez.
--¡Nada menos! Debutó con los mejores y en el mejor escenario.
--Sí, sí. Recuerdo que moví mucho al público. Después me llamó el empresario y me dio 100 pesetas. Estaba tan emocionado que con los aplausos ya me sentía pagado.
--Pascuala lo contrató y se fue a Madrid con Oto, Felisa Galé, Conchita Pueyo, Tomás Marco, y les acompañó la rondalla de Florencio Santamaría. Y en 1943 ganó el premio del Certamen Oficial de Jota.
--Cuando lo anunciaron me quedé tan blanco como una pared. No me lo podía creer. Recibí cien duros, nunca los había tenido en la mano. Al final, salí por la puerta con el diploma y el dinero, y la madre de Jesús Gracia me dijo: "Mi chico ha cantado mucho mejor que tú...". Le respondí con sinceridad: "Sí, señora, tiene razón, ha cantado mejor, pero a mí me han dado el premio y he tenido que cogerlo".
--¿Cuándo empezó a llamarse El Pastor de Andorra?
--A raíz de una actuación ante el ministro Ibáñez Martín en el parador de Utrillas. Acababa de inaugurarse la radio y anunció que un pastor de cabras iba a cantarle junto al gran jotero Joaquín Peribáñez, de Monreal. Canté: "España tiene un ministro// y todo el mundo habla de él: // El ministro es de Valbona // y Valbona es de Teruel". Me pagaron mil pesetas y a Pascuala, mi mujer, se le pusieron los ojos grandes como platos. Me dijeron que si quería un puesto en la Diputación de Teruel me lo daban, pero yo tenía mis cabras.
--Usted y Pascuala han vivido una gran historia de amor. ¿Le importaría contarla una vez más?
--Ella era muy maja, vivía aquí en el Ventorrillo. Me gustaba con locura, la verdad, pero yo sabía que ella era más guapa y más inteligente que yo, que sabía más de todo. Un día le dije a su hermano José que le hablaría a la Pascuala, pero como sabía que me iba a decir que no, para qué perder el tiempo. El se lo dijo a su madre y ésta me hizo llamar. "¿Tú quieres a la Pascuala?". "Claro que la quiero, pero cómo va a quererme ella a mí, tan poca cosa, tan feo, con esta nariz y un pobre pastor". Ella dijo: "Pascuala te quiere, te va a querer, te querrá sí". Así empezó todo: fuimos al baile, la llené de pisotones porque bailaba fatal, iba a verla y nos hicimos novios. Mis amigos me decían con algo de envidia: "¿Es ésa tu novia?". "Mi novia es, sí, me cago en la costera". Tenía un pelo tan majo, era pequeña, simpática. Tenía unos ojos que hablaban y estaba loco de amor, loco de amor, y loco de amor sigo por ella. Si volviera a casarme no la encontraría mejor. Nunca hemos estado enfermos, ni un sólo día en la cama. Nada le viene mal. Tiene mucho más genio que yo, pero no ha conseguido que me enfade ni una sola vez desde que vivimos juntos.
A partir de entonces todo ha venido rodado. Se acrecentó su fama y lo llamaban de Albalate del Arzobispo, Andorra, Híjar, Ariño, donde le pagaban entre 200 y 300 pesetas; de Calanda (ya 500). En Teruel inventaron un premio Extraordinario de mil pesetas para reconocer su talento natural. Pascuala, en medio de la trilla, lo recibió al grito de "esto va estupendamente, José". Cuando ya poseían dos o tres corralas de animales, llegó una carta de Coros y Danzas de la Sección Femenina donde le invitaban a ir cuatro meses a viajar por Europa: Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Antes de contestar, pensó que dejaba en casa a su mujer, a sus hijos José Luis y Pascuala, y dijo que no. Su cuñado lo llamó "escojonado". Y allá se fue a cosechar éxitos, aplausos, amigos y anécdotas más o menos memorables.
--Ensayábamos todas las mañanas y actuábamos por la tarde. Yo apenas salía del hotel: del hotel al ensayo y del ensayo al hotel. No conocía las ciudades. Salía por una manzana, pero con cuidado para no perderme. En Düsseldorf no querían dejarme cantar porque un pastor no podía hacerlo. Cuando se enteraron de que yo no era cura, sino pastor de cabras, me colocaron el micrófono y me pidieron que me acercase. Al primer grito se rompió la aguja. Luego estuve tres meses en Cuba, la gente no quería irse del teatro, deseaba que yo siguiese cantando, y también estuve en Estados Unidos o en México. En Marruecos, canté para Hassán II en su palacio de Fez. Entramos de la mano de dos en dos, como novios, y vimos a sus 40 mujeres.
No ha parado. Insiste: "La jota es el alma de Aragón, y también mi vida, igual que el ganado". Es autodidacto: allá donde va recoge estilos olvidados. En Alcorisa, en Berge, en Aliaga, en cualquier parte. La emoción siempre va con él y siempre la derrama. En 1974, decidió competir por el Premio Extraordinario del Certamen Oficial de Jota. Y conquistó más prestigio y dos mil duros. Este hombre que no compite con nadie, salvo con las tercas tormentas, ha ganado siempre. Por eso es rabiosamente feliz, y para probarlo se atreve a cantar al alimón con el entusiasta Melero: "Pascuala de mis amores // asómate a la ventana // y verán salir el sol // tus ojos, que son dos soles".
--¿Canta a solas en el monte?
--Nadie me ha oído cantar nunca porque no quiero molestar ni intimidar a un campesino en su faena. Sólo canto en los barrancos o en las vaguadas. Es decir, si canto es que no veo a nadie.
--¿Qué les dice usted a los que acusan a la jota de ser antigua, de no haber evolucionado, de ser un canto reaccionario?
--Vamos a ver: ¿Qué canta Julio Iglesias? Sus mejores canciones, lo que le pide la gente. Y con las jotas ocurre lo mismo: las buenas se piden siempre. Los estilos son siempre los mismos, salvo algunos que hemos ido sacando nuevos o recuperando. La palomica es una jota de pastores, yo no pensaba que era tan buena, pero su éxito, igual que ocurrió con Las cerezas, y su secreto radica en esa media voz.
--Sigo. ¿Cuál es el secreto para que la jota emocione tanto?
--Poner el alma cantando, hombre. Cantar con alma. Con alegría. La jota es un canto alegre del todo. ¡Qué sería de Aragón sin jota! No fastidie. Imagínese Andalucía sin el flamenco, que ni lo canten ni lo bailen, o Galicia sin la muiñeira. La jota es para siempre, si la perdemos, lo perdemos todo.
--A usted también le ha gustado mucho rondar.
--La jota en la calle da mucho gusto. Y creo que soy un rondador generoso. Me encanta. Recuerdo que una vez en Ariño, los mozos me dijeron que había un muchacha muy enferma. Le empezamos a cantar, se asomó al balcón y se puso a llorar como una Magdalena. Al cabo de un tiempo me encontraba yo en Nimes, y vino a saludarme una mujer. Me dijo su nombre y me recordó que le había cantado en Ariño. Desde aquel día, empezó a curarse. Aquella jota fue como un milagro. ¿Me ha entendido? Y en Teruel hace poco me puse a cantar La palomica, y de repente vino una paloma se me posó encima del pañuelo y allí se quedó. Todos pensaban que yo llevaba al animal en el bolsillo.
--¿Le gustan otros intérpretes?
--Plácido Domingo, Alfredo Kraus, me gusta la buena música, pero no el rock. Me parece bien que exista pero yo no le saco ningún jugo.
--¿Qué significó para usted el Premio Aragón?
--Algo que no me esperaba. Si se lo hubieran dado a un escritor, a un pintor, a un torero, a alguien de fama no me hubiera sorprendido. Me dio mucha alegría y le estoy agradecido al gobierno. Aragón me ha tratado muy bien: me han dedicado calles, bustos y homenajes en toda mi provincia. ¿Qué más puedo pedir?
--¿Cómo le gustaría que lo recordasen?
--Nací pobre, gané más dinero con los rebaños que con la jota, ahora tengo siete perros, así que me gustaría que me recordasen como lo que soy: un pastor.
CONSULTA A LOS EXPERTOS DEL BLOG

Envío este mensaje de náufrago o de tonto informático:
-¿Qué hay que hacer en blogia para que al pasar un texto que has escrito en word, justificado, con un tipo de letra y un interlineado, no se deshaga el formato cuando lo publicas en tu página? A mí siempre me lo descuajeringa y me obliga a corregirlo: ahora, no sólo lo des-justifica, sino que le cambia el interlineado-
Mil gracias.
[Ilustro la pregunta con una de mis fotos favoritas: la máquina de escribir de Juan Rulfo].
DOS POEMAS DE NACHO TAJAHUERCE

EL RUSO
Cómo no me va a sorprender que me digas
Que sólo lees autores rusos
Que Dostoievski o Chejov valen más
Que todos los Cervantes juntos,
Que más de ciento cuarenta relatos de Pushkin
Han pasado por tus ojosY que no soportas a tu mujer
Por ser católica.
Cómo no me va a sorprender que
Me digas todo esto a mí, que
No me conoces nada, queTan sólo te he ayudado a encontrar
Un libro de Rilke (que por cierto,
No es ruso).
Como no me va a sorprender todo esto,
Aunque lo compara,
Sobre todo lo de tu mujer.
CULTURA
Cultura es una puta de cabaret
Que todos nos deberíamos haber ido tirando
Hasta que nos hiciera llegar al orgasmo.
¡Con lo bien que lo hacía!
Antes solías encontrarla en las bibliotecas,
En determinados bares y tabernas,
Incluso en cines, teatros y conciertos.
Últimamente cuentan que la han visto por las iglesias
Yendo al confesionario.
Se ha vuelto casta y viste
De luto riguroso.
[El joven poeta Nacho Tajahuerce acaba de publica el poemario “Deshielo” en la editorial Eclipsados, que dirige el poeta y narrador Nacho Escuín Borao. El libro se presentaba el pasado sábado en la sala Desafinado.Ilustro estos dos textos con una preciosa foto de Billie Holliday de Herman Leonard, de quien se acaba de publicar, en Electa, un formidable libro que se titula: "Tras la escena.La fotografía de Herman Leonard, con prólogo de Quincy Jones. Esta semana he adquirido dos fabulosos libros de fotografía, éste, y uno de retratos de Juan Manuel Díaz Burgos.]
MIGUEL ÁNGEL LAMATA EN LA BUENA ESTRELLA

[Ayer por la tarde, antes del partido del Real Zaragoza fui a ver la película "Isi-Disi" de Miguel Ángel Lamata. Es una película de risas y de amor, de trasfondo romántico con un punto gamberro y paródico. Empieza la película y ya salen dos actores aragoneses: Mayte Navales y Pedro Rebollo. La película se deja ver con gusto y no paras de reírte. Lamata cree en lo que hace, se siente libre, añade muchos guiños modernos y macarras, y la gente no para de reírse en todo el tiempo. La vi con Daniel y con la diseñadora de joyas y profesora Pippi Tetley, que no paró de reírse en todo el rato. Soy un admirador incondicional de Lamata, por su sentido del humor, su generosidad, su aprecio a los suyos, su ausencia de complejos y su atrevimiento constante].
MIGUEL ÁNGEL LAMATA
EN “LA BUENA ESTRELLA” EL CICLO DE COLOQUIOS "LA BUENA ESTRELLA" CELEBRA LA PRESENCIA DE SU INVITADO NÚMERO CIEN
Hoy lunes 4 de diciembre, con la presencia del director zaragozano Miguel Ángel Lamata y los intérpretes Florentino Fernández y Kira Miró, el ciclo de coloquios "La buena estrella" recibe a su invitado número 100.
El ciclo "La buena estrella" está organizado por el Vicerrectorado de Proyección Social y Cultural y Relaciones Institucionales de la Universidad de Zaragoza y su coordinador es el escritor, periodista y profesor de la Universidad Luis Alegre.
El ciclo pretende acercar a la Universidad de Zaragoza a personajes del cine español que acuden a charlar sobre las películas que acaban de estrenar y sobre ellos mismos. Se trata de una experiencia insólita en la universidad española.
La Universidad de Zaragoza es la única que, de esta forma sistemática, dedica este tipo de atención al cine español más reciente y a sus protagonistas.
"La buena estrella" nació en abril de 2002 como heredero de otro ciclo similar, llamado "Yo confieso". El "Yo confieso" se celebró entre 1996 y 1999 y recibió más de 80 invitados. Fue organizado por el Ayuntamiento de Zaragoza y, desde 1997, los coloquios se desarrollaron también en las aulas de la Universidad.
Desde abril de 2002, "La buena estrella" ha organizado 53 sesiones de coloquios en las que, hasta la protagonizada por el escritor cinematográfico Diego Galán el pasado 15 de noviembre, habían participado 98 invitados diferentes. De esa manera, la sesión del 4 de diciembre, en la que intervienen dos invitados inéditos en el ciclo, los actores Kira Miró y Florentino Fernández, supone la presencia de los invitados 99 y 100. Miguel Ángel Lamata ya había participado en el ciclo, en compañía de Santiago Segura, con ocasión de la presentación de su primer largometraje "Una de zombies". En esta ocasión Miguel Ángel Lamata, acompañado de sus actores, charlará sobre "Isi&Disi II: alto voltaje", la secuela de "Isi&Disi", uno de los grandes éxitos del cine español de los últimos años. La película de Lamata, en el tono de comedia de "humor salvaje" tan querido a su director, sigue las peripecias de Isi y Disi, los dos aficionados al heavy metal de Leganés que, en esta ocasión, se enfrentan a la mafia discográfica, a una asesina adiestrada para matarles y a un montón de bandas de rock rivales
La relación de invitados que, desde abril de 2002, han intervenido en "La buena estrella" es la siguiente:
Directores.
Luis García Berlanga
Fernando Trueba
Álex de la Iglesia
Vicente Aranda
Bigas Luna
Fernando León
Montxo Armendáriz
Santiago Segura
José Luis García Sánchez
Fernando Colomo
David Trueba
Isabel Coixet
Gracia Querejeta
Manuel Gómez Pereira
David Serrano
Gerardo Herrero
Felipe Vega
Eduard Cortés
Daniel Cebrián
Miguel Ángel Lamata
Joaquín Oristrell
Enrique Urbizu
Oscar Aibar
Jordi Mollá
Jesús Bonilla
Antón Reixa
Manolo Matji
Manuel Martín Cuenca
Pablo Carbonell
Carlos Iglesias
Josetxo San Mateo
Javier Balaguer
Benito Zambrano
Ángeles González Sinde
Manuel Martín Cuenca
Joaquín Trincado
Santiago Tabernero
Pablo Malo
Miguel Albaladejo
Manuel Iborra
Intérpretes.
Javier Bardem
Alfredo Landa
Charo López
Eduardo Noriega
Antonio Resines
Emma Suárez
Verónica Forqué
Guillermo Toledo
María Valverde
Jorge Sanz
Fernando Tejero
Unax Ugalde
Gabino Diego
Santi Millán
Juan Luis Galiardo
María Barranco
Pilar López de Ayala
Candela Peña
Verónica Sánchez
Alejo Sauras
Pilar Bardem
Verónica Echegui
Sancho Gracia
Emilio Gutiérrez Caba
Marta Etura
Junio Valverde
Ramón Fontseré
Hugo Silva
Betiana Blum
Eduardo Gómez
Nathalie Poza
José Luis García Pérez
Juan Carlos Vellido
Tristán Ulloa
Zay Nuba
Juan Sanz
Alex González
Jordi Vilches
Javier Veiga
Iñaki Guevara
Bárbara Lennie
Alberto Sanjuán
Imanol Arias
Guionistas, productores, escritores...
Rafael Azcona
José Ángel Esteban
Carlos López
Pedro Costa
Puy Oria
Eva Mugururen
Agustín Tena
Manuel Hidalgo
Román Gubern
Diego Galán
Boris Izaguirre
Juan Carlos Delgado ("El Pera")
Gaizka Urresti
Javier Krahe
Carmen Chaves
*En el fotograma vemos a Kira Miró (la chica guapa de la película; hay otras como Pilar Rubio, espléndida, y Mayte Navales, que gana en belleza a medida que avanza la película), Santiago Segura de espaldas y Miguel Ángel Lamata.
CUENTOS PARA SARA EL DÍA QUE CUMPLIÓ OCHO AÑOS

Sarita, mi hija menor, cumplió ayer ocho años, aunque celebró su cumpleaños el pasado sábado con más de una veintena de amigos y amigas. Fue una fiesta estupenda; cuatro o cinco montones de globos diseminados indicaban el camino a nuestra casa. Anoche, tras la derrota inesperada del Real Zaragoza, se agitaban como apariciones de color bajo la luz de nardo de la luna. Y aún siguen ahí. Sara Sarita dijo que quería, de regalo, lo de siempre: L I B R O S, y la paga: cinco euros por lo menos. La noche del sábado se quedaron a dormir en casa cinco niñas (Anne, Claudia, Mar, María y Marta), se acostaron a las tres de la mañana, pero antes utilizaron el vestíbulo para hacer una coreografía de cuatro o cinco minutos con motivo de la serie “Rebeldes”. Con sus primas Isabel y María de maestras de ceremonias, que acarician la adolescencia y despiertan encendidas pasiones, bordaron su actuación. Fue su memorable noche, sin duda.
Esta mañana he leído tres los libros álbumes que ha recibido Sarita. “Un poema para curar a los peces”(Kókinos) de Jean-Pierre Siméon y Olivier Tallec, que es una historia fantástica y a la vez cotidiana en torno a la enfermedad de un pez, llamado León, al que sólo le puede curar con un poema. Su dueño inicia la búsqueda de un poema, del significado de la palabra poema, y resuelve perfectamente esta pieza que tiene, por su magia espontánea, por su delicadeza y por su lirismo exacto, un increíble hechizo. Las ilustraciones son realmente hermosas, de un expresionismo amable y de un radiante colorido.
En su instante más decisivo dice:
Un poema
Es como llevar el cielo en la boca.
Es como el pan recién hecho,
El gusto que queda en la boca
Después de comerlo.
Un poema
Es escuchar el latido
Del corazón de las piedras.
Es cuando las palabras quieren volar.
Es un canto desde la prisión.
Un poema
Pone las palabras al revés
Y ¡ale hop! el mundo es nuevo.
Todo el conjunto es seductor y una invitación constante a soñar. Incluso hay una ballena invertida (puesta del revés. Desconozco la belleza de su canto y sus hábitos sexuales…), y justo el día en que presento mi libro “Golpes de mar” (maravilloso el detalle de Mariano Gistaín en gistaín.net), no deja de ser una coincidencia. Una versión previa de este volumen en gallego se tituló “Vida e morte das baleas” (Espiral Maior, 1997).
Hace no demasiado tiempo, Daniel Nesquens publicaba “El sombrero volador”, con ilustraciones de Elisa Arguilé, y también la que es por ahora su obra maestra, “Mi familia”, también con unas ilustraciones espléndidas de Elisa. Ahora acaba de aparecer “Papá tiene un sombrero” (Anaya, 2006), con ilustraciones de Jesús Cisneros, que se desliza en ocasiones hacia el collage y la pasión por los objetos. El libro es de carácter fantástico y narra los prodigios del sombrero del padre del niño que cuenta la historia. De ese sombrero puede salir casi todo: un ramo de flores, un oso que bien podría llamarse Crocanti y que quiere jugar al tenis, un fotógrafo ambulante que trabajó en un circo, un tal señor Bird, que era capaz de dar un brinco y sentarse en la luna… Nesquens, con su imaginación surrealista, con su capacidad de observación y su inclinación al posible disparate, vuelve a ofrecer un estupendo libro, tan libre y caprichoso como los suyos. Daniel tuvo el bello gesto de dedicárselo a Sarita. Y no es el primero.
Eva Cosculluela, esa pareja de fantasía en el libro y en Los Portadores de Sueños con Félix, le regaló a Sara Sarita un libro excepcional: “Cyrano”, inspirado en la historia romántica y desesperada de Edmond Rostand, narrado aquí por Taï-Marc Le Thanh e ilustrado bellamente, con esa opción orientalista dominada por las variedades y sutilezas del rojo, por Rébecca Dautremer. El libro resume una parte de la historia de Roxanna, tan inteligente como bella, de Christian (“Christian era muy tonto. Era como un adoquín. Por tanto, sólo podía hablar con adoquines”) y de Cyrano, que era poeta y tenía una inmensa, inacabable nariz. Fernando Lalana hizo una adaptación de este asunto en verso para Imaginarium, que es uno de los libros preferidos de Sara. Y míos, por su sentido del humor y del juego y por el contagio del embeleso de las palabras.
"Cyrano" (publicado por la zaragozana Edelvives) es un álbum extraordinario. Una joya, que contiene esta revelación final, de sobras conocida:
Ella le leyó la última carta
Que había recibido de Christian.
Cyrano se la sabía de memoria
Ya que él mismo la había escrito.
Roxana se la oyó recitar a medida
Que ella leía y entonces se dio cuenta
De que Cyrano había sido
El amor de toda su vida.
Tengo la sensación de que me olvido de algo. De que tengo que hacer algo que no recuerdo, pero me ha gustado empezar así la mañana. Si queréis y podéis nos vemos esta tarde, aunque tenéis mucho donde elegir.
DESPEDIDA A JUAN JOSÉ CARRERAS

[Esta misma noche, cuando celebrábamos la presentación de "Golpes de mar" en Casa Emilio nos enteramos de la muerte de Juan José Carreras Ares, catedrático de Historia Contemporáneo de la Universidad de Zaragoza. Había venido casi siempre a las presentaciones de otros libros míos como "El álbum del solitario", "Los seres imposibles" o "El testamento de amor de Patricio Julve". Recojo este texto de un diálogo con él en 2002 y lo pongo aquí a modo de recuerdo]
“El mundo es como un texto”
Juan José Carreras es, esencialmente, profesor y estudioso de la Historiografía, maestro de alumnos. Su discreción e irónica visión de la vida le ha llevado a escribir poco, pero su don de lenguas, el gusto por la erudición y la reflexión han hecho de él un punto de referencia inexcusable, un diletante útil, un conversador infatigable. Su despachos –tanto el de su casa como el de la Facultad- tienen color, aroma y fascinación. Conviven los 39 volúmenes de “El Capital”, azules y en alemán, con Rosa Luxemburgo y las nterminables piernas de Madonna o Marlene Dietrich. También están Lenin o Walter Benjamín, al que nos traducirá directamente de su lengua original, y sus notas en tinta negra: esquemas, apuntes para organizar un discurso. Con ese folio pespunteado entre las manos se sienta ante el público y usa su memoria y su gusto por la interpretación, y larga a sus anchas. Carreras tiene una biografía apasionante: su padre, militante de izquierda galleguista, fue fusilado por la espalda cuando intentaba huir de la cárcel. En casa vivía un tío melancólico que gritó de entusiasmo: “Teruel republicano”. Carreras se trasladó a Madrid y fue un adolescente de Ateneo, contestatario, que frecuentaba a los escritores de los 50: Fernández Santos, Aldecoa, Sánchez Ferlosio. E incluso participó oblicuamente en la fuga de Cuelgamuros; unos días antes del suceso, conversó con uno de sus organizadores, Paco Benet, hermano del escritor; juntos visitaron el terreno. La escapada la perpetraron Nicolás Sánchez Albornoz y Manuel Lamana con dos bellas señoritas americanas: Barbara Mailer y Barbara Probst-Solomon. Se había decantado por la Historia Medieval y marchó a ampliar estudios a Heidelberg. Vivió en el cuarto en que había vivido Karl Jasspers y coincidió con Emilio Lledó. Estuvo allí once años y al cabo de unos años ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza. Mañana, a las 20 horas, inicia un novedoso ciclo de conferencias en el Paraninfo con el título “Seis lecciones de Historia”.
“No es un ciclo sobre la historia que ha pasado, sino sobre cómo se ha escrito la historia de la historia que ha pasado”. Dice que su interés por la disciplina se entiende a la luz de su propia biografía intelectual: la de un español que debía familiarizarse con el pensamiento alemán, con la República de Weimar o con la historia del nazismo. “Forzosamente estaba un poco de espectador de privilegio, intentando juzgar los contenidos y los comportamientos”. Desde entonces, se decantó por el estudio de Mommsen, Ranke o Marx. Sus trabajos han cuajado en un volumen antológico: “Razón de Historia. Estudios de historiografía” (Marcial Pons / PUZ, 2000).
Con ese bagaje y una extensa travesía de fondo, acudirá Carreras para inaugurar las “Lecciones del Paraninfo 2002”. Abrirá el fuego con “La sombra de Aristóteles y el espíritu de San Agustín”. “Nosotros, como los latinos, somos herederos de los griegos. Siempre se había hablado del fantasma de Aristóteles, y la Poética y la Retórica. La suya es una sombra, más que un fantasma, que se proyecta hasta nuestros días. El consideraba la historia como ‘la relación veraz de cosas que han pasado’. Decía que a Heródoto se le ponía en verso y seguía siendo historia. En una segunda definición, sostenía que la historia no tiene la dimensión filosófica de la tragedia, que trabaja con hechos e individualidades, y con categorías universales, por lo cual la Historia tampoco es ciencia”. No obstante, la historia tiene siempre una dimensión de generalidad y de ejemplaridad para el porvenir. Los historiadores griegos escribían del presente, no del pasado, y la jerarquía de sus fuentes era lo que habían visto o lo que había oído de alguien que había visto los hechos. En ese periodo ya existía una dicotomía que iba a mantenerse hasta el siglo XIX prácticamente: el historiador era el que escribía y confeccionaba un relato, y había el erudito, el gramático o el arqueólogo que buscaban en las fuentes, que investigaban. “Los grandes eruditos morían en el anonimato, y los historiadores a veces tenían grandes funerales”. La visión de San Agustín, tan sometida a la Verdad de Dios, no excluía “una historia mundana abandonada a su propia inercia”.
La segunda charla abordará “La historia de la razón, razón de la historia en la modernidad” se centra en que “la evolución natural de la historia es el progreso”, aunque está contaminada de obstáculos, y desarrolla en parte la convicción de que “el siglo XVIII fue un siglo de historia; de historia filosófica, razonada”, que tenía un inequívoco parentesco con la Ilustración. “La ilusión del método” (III lección) parte del siglo XIX y de esa visión romántica que se opone a la Revolución Francesa y a la Ilustración y recupera “el pasado por el pasado mismo”. Desentierra la Edad Media, que para Voltaire había sido “un erial de lobos y señores feudales”, algo que también hará más tarde el pensamiento liberal. “En este momento, el historiador se profesionaliza y surge en Alemania el seminario, donde los profesores que son funcionarios del Estado deben formar alumnos en seminarios especializados”. Desde entonces, el historiador es el hombre que trabaja sus propias fuentes, la erudición y la exposición.
“La historia: triunfante, acosada, seducida” (IV) registra el triunfo de la historia después de la II Guerra Mundial, bajo el prisma de que “los hechos son sagrados, las opiniones son libres” (algo que ya habían insinuado los positivistas). “La historia desde abajo, la historia desde dentro” (V) retoma postulados de los historiadores sociales ingleses, franceses y marxistas, que habían hecho historia desde abajo pero desde afuera., y alude a la mirada atónita de Walter Benjamín, quien sostenía que “la historia debe aceptar el hecho del fracaso”. Y en su última comparecencia abordará “El Ángel de la historia”, que incluirá un repaso a las nuevas direcciones de la historia. “La tendencia dominante es la hermenéutica: es decir, la interpretación del sentido de los textos, y el mundo también se ve como un texto”.
En este viaje, complejo, elevado, salpimentado siempre de un rico anecdotario, también abordará temas como el nacionalismo. “Nunca ha existido una nación vasca ni un Euskadi independiente, pero en el momento en que un montón de personas cree en eso es un factor operante. Lo que encuentro absurdo es combatir esa postura con razones de tipo histórico. Hay que preguntarse si es factible, operativo, si existen argumentos racionales. Y eso es una decisión política”.
*A modo de homenaje, coloco aquí un retrato más o menos misterioso de Madonna.Estoy seguro que a Juan José Carreras, mi paisano coruñés, le habría gustado. Hacía algún tiempo que no lo veía.
ROBERTO ZUCCO ESCRIBE DE JUAN JOSÉ CARRERAS*

[En su estupendo blog, Roberto Zucco recuerda su relación con el profesor de Historia Contemporánea Juan José Carreras, su condición de melómano y de apasionado del teatro. Copio aquí su artículo, que creo que complementa muy bien mi visión].
Estaba a punto de escribir sobre él en esa sección que quise llamar “Mi patria es mi infancia” y que intenta ser un resumen de mi vida. El es Juan José Carreras, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza. Fue mi profesor de esta materia en primer curso de Filosofía y Letras allá por 1972. Yo no he tenido maestros, y si los he tenido no me he dado cuenta. Con dos excepciones, la de mi padre y la de este hombre. Los demás me han enseñado cosas, sin duda, muchas cosas, pero siempre he tenido la sensación de no haber aprendido, sino de que me he ido encontrando con cosas aprendidas. Otro día explicaré esta sensación que se resume con una declaración de autodidactismo del que, por si hubiera alguna duda, no me siento nada orgulloso sino que considero una de las causas principales de mis carencias intelectuales. Me hubiera gustado aprender, que me enseñaran, tener capacidad para asistir y aprovechar cursos, integrados en una enseñanza sistematizada. Pero no fue así. Tal vez porque no tuve suerte y tal vez también porque soy un tipo de persona al que los pupitres le adormecen. Lo que sé no sé porqué lo sé, y prometo que esta frase no representa un brindis al sol. En ese contexto de vaciedad pedagógica, en un momento especialmente importante de mi juventud en el que estaba empezando a angustiarme “porque nunca iba a ser nada en la vida”, me lo encontré a él y me trasmitió dos ideas a partir de las cuales mi interior se transformó. La primera idea tenía que ver conmigo. Me dijo algo así como que me calmara, que no viviera en un estado de ansiedad paralizante. Me habló de que el tiempo perdido no es el invertido en vivir bien, y que, desde esa perspectiva, yo no había perdido el mío. Eso me tranquilizó y me puso en la disposición de comprender la siguiente idea: la Historia es la historia de la lucha de clases y no otra cosa.
Sus métodos de trabajo me fascinaron, él me fascinó. Nos tuvo tres meses analizando “Opiniones de un payaso”, novela del escritor alemán Heinrich Boll, Premio Nobel de Literatura en ese mismo año, algo que rompía con la tradición de dictar apuntes y estudiarlos como papagayos. Nos educó en la conciencia crítica y en nuestra propia responsabilidad como estudiantes y personas. Era un hombre muy accesible, y recuerdo que mi madre, que por aquel tiempo trabajaba en el registro civil, le hizo un favor relacionado con su pasaporte que siempre me recordó con gratitud. Una tarde de verano los recuerdo a los dos hablando de cosas inverosímiles y variadas. No deja de ser un sarcasmo de la Historia, o, mejor dicho, de la cronología de la Historia, que su muerte, de la que me entere nada más llegar de Qatar hace dos días, haya coincidiendo con la agonía de Augusto Pinochet, el asesino chileno que protagonizó uno de los golpes de estado más infames y crueles que podemos recordar, comparable al de Franco en España.
Carreras nos dirigió el punto de mira hacia las revoluciones latinoamericanas, y nos hizo leer algunos textos de Salvador Allende, en donde encontré un nuevo sentido de la justicia y que me sirvieron en aquellos años, y todavía, para creer que la esperanza en un nuevo mundo no es una estupidez sino una obligación. Siempre asocié este cariño por Chile, un país en donde jamás estuve, a las enseñanzas y al ejemplo personal de este viejo profesor que ha muerto, sin embargo, demasiado joven. Carreras fue también un melómano y un gran amante del teatro. Algunas veces me habló de Brecht, cuya obra conocía a la perfección, con un sentido crítico inteligente y extraordinario. Aunque no frecuenté su compañía a partir de mi marcha a Barcelona para continuar los estudios de Filología Hispánica, a mi regreso siempre que lo necesité para algo lo encontré. Pues, como he dicho, su accesibilidad, corrección y simpatía eran el mejor camino para gozar y compartir de su erudición, y a veces de su sincero y firme desacuerdo. Tenía la casa llena de libros y el corazón, creo, lleno de alegría de vivir.
[La foto es de Bertolt Brecht.]
EL ÉXODO, EL TRIGO Y LA NIEVE: ANTONIO GAMONEDA

Todo escritor tiene historias ocultas. O inadvertidas. Una de las primeras veces que vino a Aragón el premio Cervantes Antonio Gamoneda ya no era un don nadie: su poesía reunida en “Edad” (Cátedra, 1988) acababa de ser distinguida con el Premio Nacional de Literatura y él, que hasta hacía muy poco había sido un fantasmal poeta en la provincia, empezaba a suscitar la admiración de los jóvenes lectores y poetas. Gamoneda era un hombre serio, de ésos que ríen lo justo, pero que exhiben de inmediato una humanidad sin resquicios. Una humanidad lenta y densa que no excluye la sincera atención ni la cortesía. Venía a participar en el ciclo “Poesía en el campus” y comió en Casa Emilio con algunos de los organizadores: Manuel Vilas, Javier Delgado, María Ángeles Naval, José Ángel Sánchez... Luego, con algunos libros suyos sobre la mesa, empezó a contar su vida: su nacimiento en Oviedo en 1931, la historia de su padre, Antonio Gamoneda como él, a quien no había llegado a conocer. Había publicado un poemario modernista, “en la línea de Rubén Darío, Campoamor y Villaespesa”, cuyo título no parecía inocente: “Otra más alta vida” (Madrid, 1919). Su progenitor falleció en 1934, el año de la convulsa Revolución de Asturias, y su madre lo dotó con el halo de leyenda del héroe invisible ya para siempre. Confesaba Gamoneda: “Ese libro de mi padre tenía no sólo la intensidad propia de la palabra poética potenciada por el ritmo, que es la poesía, sino también la necesidad sentimental de la lectura lentísima de un niño que está aprendiendo a leer”. Aquel volumen fue un catón, un espejo y una encrucijada dichosa que abría multitud de puertas hacia el misterio, la vida y los recuerdos inventados. A su madre, enferma del aparato respiratorio, la aconsejaron que fuese a “secarse” a León y allí iba a quedarse para siempre. Antonio Gamoneda, víctima como todos de la Guerra Civil, empezaría a escribir pronto, aunque tardaría años en ganar un premio en Alicante y en ser objeto de atención del grupo “Espadaña”: Victoriano Cremer, Eugenio de Nora, Antonio de Lana. Con catorce años hubo de arrimar el hombro al tajo: se empleó de recadero en un banco, de “chico del botijo”, como suele decir, de meritorio y de contable casi clandestino. Los poemas iban y venían, pero la posguerra era cruda. Y entonces le ocurrió algo que lo vincula con Aragón.
Antonio Gamoneda, tal como contó para HERALDO, se enteró de que en las Cinco Villas, en Ejea de los Caballeros, convocaban un concurso de poesía sobre el mundo campesino y el trigo, dotado con dos o tres mil pesetas. Escribió una suerte de romance, comprobó que le había quedado un poco largo, lo redujo y lo remitió. Ganó el primer premio. Al año siguiente, volvió a mandar la composición restante, y venció. Siempre le invitaban a asistir a la entrega del premio, pero no podía. Al tercer año, le pareció que aún le quedaban por ahí algunos versos sueltos, y los completó con otros que redactó ex profeso. “Necesitaba el dinero, y me arriesgué de nuevo”, dijo. Volvió a ganar. Tampoco pudo ir a recoger el galardón, y al cabo de unas semanas recibió el talón y una carta que decía algo así: “Le rogaríamos que no se volviera a presentar nunca más a este premio”.
Antonio Gamoneda definió su oficio en el restaurante Casa Emilio como algo parecido a “la extraña operación de convertir el sufrimiento o el miedo a la muerte en una obra de arte, en eso hay una pasión en mí que justifica mi vocación y mi dedicación a la poesía”. Se declaró lector de Trakl, César Vallejo, San Juan de la Cruz, Saint John-Perse, René Char, Lorca, y del botánico Andrés Laguna. Llevaba entonces en su cabeza un proyecto: un libro que aparecería en 1992 en Siruela, “Libro del frío”, un poemario que hablaba de los hielos, de un viejo amor, de la memoria, que es su gran tema, de una suerte de espejismo de la muerte con la nieve al fondo, de la perplejidad constante que significa la vida. Quizá fuese por entonces cuando visitó los Monegros (“era sobrecogedor. Era la calcinación terrestre delante de los ojos con una increíble hermosura que producía cierto miedo”, diría) y el taller de Carlos Barboza y Teresa Grasa.
Algún tiempo después, acaso cuatro o cinco años, visitó el campus universitario de Teruel invitado por los profesores Antonio Pérez Lasheras y Alfredo Saldaña. Recuerdo que no pude ir a verlo porque había caído nieve a destiempo en el Maestrazgo. Me disculpé por carta. Y contestó con su caligrafía casi imposible: “¿No es un sueño vivir en un lugar que se llama La Iglesuela del Cid?”, preguntaba. Al lado, había puesto un verso inolvidable, uno de los más enigmáticos: “El éxodo se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición”. Este hombre, que tiene casi todos los premios, ensancha su inmortalidad de la mano de Cervantes.
"PINTOR, PINTA Y CALLA" DE PEPE CERDÁ

Pepe Cerdá es un pintor que se ha curtido en la aventura de vivir. Tanto su obra como su personalidad se nutren de continuas travesías, de un ir y venir permanente, de la curiosidad por aquello que no tiene que ser necesariamente lo más “cool”. Entre Klee, Anselm Kiefer, Picasso, Duchamp o Sorolla, se queda con Sorolla. O con Marín Bagüés. Le atraen el sentido del oficio, la luz esencial, la verdad que se presenta con el artificio justo. Sobre todo en el arte. Y también le atraen autores como Pla, el Dalí teórico, Fernán Gómez o Julio Camba. Y detesta, o cuestiona, a Picasso (“a mí Picasso me tiene hecho un lío”, confiesa), a De Chirico y al universo de ARCO: “¡Qué sitio más feo es ese ARCO y qué ridícula impostación de todo del mundo!”. A Pepe le atraen las conversaciones de bar, la arquitectura, los secretos de la tertulia y sobre todo los amigos. Tras una estancia breve en París, que es la ciudad-refugio, la ciudad a la que huye, la ciudad que recrea y donde se reinventa, revela: “Eso de que te conozcan de toda la vida y que se alegren de verte no tiene precio”.
Pepe Cerdá es un pintor que escribe, es un escritor que pinta, es un pensador –en forma de sentencias, de parábolas, de retales que contienen una dosis idéntica de sinceridad y de provocación- al que le apasiona contar, escenificar el cuento como si fuese un narrador de “Las Mil y una noches”. Y luego, ya sobre el terreno, hace acopio de ingenio, ironía, erudición, y compendia el mundo y sus fábulas, y se las filtra a los demás. Pepe Cerdá se resume a sí mismo en su libro: “Pintor, pinta y calla” (Biblioteca Aragonesa de Cultura).
El artista inició en noviembre de 2004 un exitoso blog, en el que repite “el gesto de escribir a nadie y a todos a la vez, como los perros ladran a la noche, como se hace en la red”. También confiesa que “el gesto de enviar al mundo un mensaje en una botella, como el náufrago, era sólo posible desde un sitio como Villamayor. En donde el tiempo pasa más lentamente, en donde se siente en la carne”. Es difícil estar siempre de acuerdo con Pepe Cerdá, pero si hay algo que lo caracterice es la sensatez, la lucidez y la ausencia de afectación. Va directo al grano, con un poco de puesta en escena, eso sí, y escribe de todo: de las pequeñas cosas personales, como las botas “Cletas”, la casa de la niñez, las navidades en familia. Habla de los paisajes próximos, vincula a Villamayor con la poesía china, y describe antológicamente un lugar al que llaman “el monte”; reflexiona, con gracia y punción a veces venenosa contra lo establecido, sobre el arte moderno, las vanguardias, la cultura de la subvención. En un texto, que es toda una poética de pintor (y es fácil sospechar que este término le dé cien patadas en la espinilla), “De los que creen y de los que ríen”, dice: “Vaya por delante una aclaración: el arte para mí es una cosa tan, tan seria como la muerte. Por esto, precisamente lo serias que son, me tomo a ambas desde el más íntimo y exacerbado cachondeo”.
Pepe Cerdá espiga entre sus recuerdos, y recuerda a su padre; habla de la importancia de los amigos verdaderos, y se mira siempre, dentro del espejo, con la elegante distancia del descreído: “Me culpo a mí por mis fracasos y al azar le apunto los logros”. Este libro es una confesión y un autorretrato.
*Uno de los cuadros de Pepe Cerdá, que reflejan un paisaje próximo a Villamayor.
2007: EL AÑO DE VICENCIO JUAN DE LASTANOSA

La pequeña e íntima ciudad de Huesca, que se deslizaba hacia la Hoya y se enfrentaba a las montañas pirenaicas y al altivo castillo de Montearagón, fue la cuna y la morada de un personaje esencial del siglo XVII: Vicencio Juan de Lastanosa, un adalid de cara más bien enrojecida como cerezas machacadas, capaz de abrirse paso en las batallas, dominado por la curiosidad y la sabiduría. Ese hombre, que posiblemente tuvo amores apasionados y secretos, convirtió su palacio del Coso en un refugio del conocimiento. Fue coleccionista de monedas y armas, de arte y de libros, y construyó una suerte de gabinete de maravillas con objetos de todo el mundo. Resulta curioso imaginarse a los mensajeros o arrieros llegando a Huesca con colmillos de elefante, ídolos indios, catanas, lienzos enrollados e incluso pesadas esculturas que igual imitaban a Laocoonte que a la figura ecuestre de Marco Aurelio. Resulta un gozoso esfuerzo imaginarse a los porteadores con sus caravanas que traían piezas de numismática, objetos de alquimia o tal vez las piezas de una góndola o de un embarcadero. O montañas de libros y de armas.
Dicen, y aún o es fácil discernir la realidad de la leyenda, a pesar de los esfuerzos de sus estudiosos (Carlos Garcés, Fermín Gil Encabo, Aurora Egido, el lejano Ricardo del Arco, que ayudó a construir una tela de araña de fantasías en torno a su figura), que llegó a atesorar cuadros de Tiziano, Durero, Caravaggio o Tintoretto, y que poseyó al menos dos telescopios, los famosos “anteojos de larga vista”, que aparecían entonces, en pleno siglo XVII. Y no sólo eso: le interesaba la alquimia, la medicina, la historia, las lenguas, la poesía y los jardines. En el palacio del Coso –pintado por Carderera, soñado por otros muchos- tuvo un jardín casi hechizado con laberinto, un jardín que era un prodigio de caligrafía y geometría que disponía, además, de un lago con góndola y muelle.
Si algún novelista se pusiera a soñar a un personaje así le saldría, como a Manuel Mújica Láinez, Bomarzo, el Duque de Orsini, aquel visionario italiano del Renacimiento. Lastanosa publicó dos libros de numismática, acumuló mapas e instrumentos científicos, fue el mecenas de Baltasar Gracián (éste le dedicó un capítulo de “El Criticón”), que vivió en la ciudad alrededor de quince años, y alimentó una tertulia en su mansión que frecuentaban el conde de Guimerá, los cronistas Uztarroz y Diego Dormer, el poeta y canónigo Manuel Salinas, el pintor barroco Jusepe Martínez, el jurista Juan Francisco de Montemayor, y la monja y abadesa del convento de Casbas, Ana Abarca de Bolea.
El año 2007 va a ser el año de Vicencio Juan Lastanosa (Huesca, 25.02.1607-18.12.1681), y la ciudad va a volcarse con su figura y con la magnitud de sus saberes. Se organizarán congresos (el próximo trece de diciembre empieza el ciclo “Mecenazgo y Humanidades en tiempos de Lastanosa”, con dirección de Aurora Egido y coordinación de José Enrique Laplana), exposiciones monográficas, se restaurará la capilla de los Lastanosa en la catedral oscense, se creará una Biblioteca Virtual en torno a su vasto y moderno universo, y acudirá una nutrida presencia de especialistas y eruditos, básicamente universitarios. Huesca ya recordó su figura en el marco de dos grandes proyectos de los años 90: las dos muestras de Signos.
Otro asunto que llama mucho la atención es que tras su muerte se dispersasen sus colecciones, se perdiesen tantos objetos, tanto patrimonio apabullante y selecto. Por eso, en el fondo, este 2007 lastanosino que comenzará el 13 de diciembre será como la reencarnación de un hombre que parece inventado, la escritura fragmentaria y novelesca del gran friso de aquella Huesca del XVII que tuvo como criatura central a Lastanosa.
LOS SENTIDOS DEL AGUA, POR LUISA MIÑANA*

Los sentidos del agua
"Revista de Occidente" ha publicado un número extraordinario en noviembre, dedicado a Los sentidos del agua, que es realmente hermoso, interesante y muy instructivo. Contiene una serie de excelentes artículos dedicados a la comprensión del agua como entidad de nuestro planeta, de nuestra vida y de nuestra cultura. El agua es pensada, explicada y compartida desde puntos de vista filosóficos y de pensamiento, mitológicos, artísticos, pero también ecológicos y técnicos. La riqueza de las manifestaciones existentes en torno al agua es formidable.
Quiero citar unas líneas de uno de los artículos. Podría hacerlo de cualquiera de los incluidos en la Revista, porque hay pasajes francamente interesantes y hermosos. El artículo que ahora traigo se titula "Las fuentes de la sed"; lo ha escrito Joaquín Araujo y dice, entre otras cosas:
"No conozco mejor definición de soledad que aquella -por cierto anónima- que mantiene: 'La soledad es mirarse a un espejo y no verse?. Se trata, sin duda, de una excelente imagen, llena de literatura y de terror, que evoca y nos recuerda en qué consiste el estar sin nada, sin nadie...
Todo lo contrario sucede cuando la transparencia del agua multiplIca el paisaje y a sus inquilinos, al menos, por dos. Porque entonces comenzamos a entender plenamente la definición de belleza de Schiller, a mi entender todavía insuperada. Nos referimos a aquello de: 'La belleza no consiste en la exclusión de ciertas realidades, sino en la inclusión absoluta de todas`. El agua, en efecto, participa por dentro de todas las realidades, las anuncia y antecede, las refleja y multiplica... Acaso era en lo que estaba pensando el autor de la cita que encabeza estos primeros párrafos. Se podría, en consecuencia, afirmar también que la degradación del agua, hasta convertirla en generalizadamente opaca, es el primer paso de un mundo al que se le está extirpando la belleza a gran velocidad y con enorme contundencia".
"Revista de Occidente" da a conocer en su web el número sobre Los sentidos del agua con estas palabras:
"Patrocinado por el Gobierno de Aragón y coordinado por Jorge Lozano, este extraordinario de más de 300 páginas reúne un texto del último Premio Estocolmo ("el Nobel del Agua") Asit K. Biswas, inéditos de Italo Calvino y Umberto Eco, una selección de páginas rescatadas de Ortega y Gasset, María Zambrano y Francisco Ayala y un apretado conjunto de ensayos que, desde la perspectiva de la filosofía, la semiótica, la historia, el arte, la literatura, la ecología, etc., intentan dar una visión compleja y variada de la importancia del agua en nuestro mundo y nuestra cultura. Especialistas como José María Blázquez, Ignacio Gómez de Liaño, Félix Duque, Michel Maffesoli, Patrizia Magli, Bruno Remaury, Juan Alonso, Joaquín Araujo, Susann Waldmann, Omar Calabrese, Andrés Sánchez Robayna, Santos Zunzunegui, Alfredo Aracil y Sarah Maclaren estudian los mitos, símbolos y significados ocultos del agua; el papel que desempeña en las distintas concepciones del mundo; sus implicaciones religiosas y filosóficas; su presencia en el arte del pasado y de hoy mismo; el modo en que ha inspirado a poetas y cineastas; su asociación con lo sublime, la fantasía y el juego en la arquitectura y el trazado de jardines; los problemas que su escasez provoca en los umbrales del siglo XXI... Los artistas plásticos tienen también su representación en el número, que recoge un proyecto de fuente del escultor Alberto comentado por su hijo, Alcaén Sánchez, un montaje fotográfico de Rogelio López Cuenca y una serie de acuarelas sobre fuentes de Roma del pintor José Cerdá."
Quiero poner también el sumario, porque los títulos de los artículos son muy bonitos y elocuentes:
"Presentación". Marcelino Iglesias Ricou"Los sentidos del agua (Nota preliminar)". Jorge Lozano"Futuro global del agua". Asit K. Biswas
"El agua en Italo Calvino (Introducción)". Paolo Fabbri
"La llamada del agua". Italo Calvino
"Armilla". Italo Calvino
"Érase una vez el agua". Umberto Eco
"Mitos y leyendas del agua en la Roma y la Hispania antiguas". José Mª Blázquez Martínez
"Metamorfosis simbólicas del agua". Ignacio Gómez de Liaño
"Génesis". Michel Serres
"El fondo del agua". Félix Duque
"El agua matricial (Consideraciones epistemológicas)". Michel Maffesoli
"Duplicidad del agua (Divagaciones semióticas sobre un elemento ambiguo)". Patrizia Magli
"El agua y el cuerpo femenino". Bruno Remaury
"Espejismo y sinestesia: las trampas del agua". Juan Alonso Aldama
"Las fuentes de la sed". Joaquín Araujo
"La "Fuente del Festival" del escultor Alberto". Alcaén Sánchez
"Diluvios, naufragios y aguas mansas (El agua como motivo pictórico en el arte)". Susann Waldmann
"La forma del agua (O como se "liquida" la representación en el arte contemporáneo)". Omar Calíbrese
"Al agua, pathos". Rogelio López Cuenca
"Los estados del agua (Breve antología de poesía en español)". Andrés Sánchez Robayna
"Largo sueño de agua (Las formas del agua en el cine)". Santos Zunzunegui
"Juegos de agua (Jardines, autómatas, música)". Alfredo Aracil
"Piranesi y la magnificencia de las aguas de Roma". Sarah Maclaren
"Fragmentos sobre el agua". José Ortega y Gasset
"Una prosa y un poema". María Zambrano
"Susana saliendo del baño". Francisco Ayala.
En la pequeña antología de poemas incluida en la Revista, hay un precioso poema de Pablo Neruda, titulado Agua, claro, que dice:
Todo en la tierra se encrespó, la zarza
clavó y el hilo verde
mordía, el pétalo cayó cayendo
hasta que única flor fue la caída.
El agua es diferente,
no tiene dirección sino hermosura,
corre por cada sueño de color,
toma lecciones claras
de la piedra
y en esos menesteres elabora
los deberes intactos de la espuma.
¿Bellísimo, no?
*La escritora e historiadora del arte Luisa Miñana publica este texto sobre el número especial de "Revista de Occidente", que aún no he visto. Pero dado su entusiasmo, debo ser realmente espléndido. Copio aquí su texto. La foto es de Amsel Adams.
VIAJE DE IDA Y VUELTA A MONZÓN

Hacía algunos años que no iba a la Feria del Libro de Monzón. Tal vez dos o tres. Es un lugar al que siempre me gusta ir porque es una pequeña fiesta, sostenida en el tiempo, olvidada durante años por la política oficial y recuperada ahora, aunque tampoco sin grandes aspavientos. Domina la ilusión y el voluntarismo, y quizá no habría estado mal un poco de reflexión. Habría que repensarla para mejorarla desde el absoluto respeto, desde la idea de que ha sido y es un éxito, pero aún así, ahí está, ofreciendo novedades, alegría, variedad, recomenzando como el mar año tras año.
Desde que se ha ido Chorche Paniello no conozco a los responsables de la Feria, pero como es un lugar lleno de amigos y de agitación, allá me fui. Iba a ir de pasajero de uno de los conductores que más kilómetros llevan sobre su piel: el pintor y escritor Pepe Cerdá. Lo encontré en su casa de Villamayor ultimando algunos paisajes: carreteras, visiones nocturnas, montañas y celajes y flores. Cerdá ha vuelto a coger el pincel y alterna el cuadro grande con el formato pequeño, más íntimo. Su taller es un torbellino de objetos, de fotos, de cuadros: la bisutería sentimental que conforma el universo cotidiano de un artista. En el bajo posee un taller de ebanista o de milmañas donde hay cientos de piezas. Estos días, como si quisiera recuperar aquellos tiempos en que pintaba caballitos de feria, recupera y tornea y pulimenta a un alazán de madera, que, cuando las estrellas puras gobiernen las noche, “se echará a andar”. Pepe ha ordenado la biblioteca, ha construido nuevas estanterías, ha vuelto más acogedora su casa. La suya y la de Ana. Me enseña algunos de sus libros de Franco, otros de Sorolla, que es el pintor al cual querría parecerse. Ana Bendicho, la diseñadora, esa mujer morena de agua y fuego, prepara una comida rápida. A Pepe le esperan en Huesca para firmar unas invitaciones de Navidad. Tomamos café con Ramón Justes, siempre tan cordial; su vida tiene algo de sinvivir desde la calma y una paciencia llena de somardería y de lucidez. Pepe se encuentra con el herrero de su niñez y éste le dice: “Pero si eres Pepito, Pepito Cerdá. No estaba seguro de que fueras tú”. Tras la efusividad del gozoso reencuentro, el otro le suministra una información primordial: “Tras veintidós años de matrimonio, me he separado. Tengo un hijo de veinte. Me he ido con una rumana joven y estoy estupendamente”.
Hablamos de todo en el coche. Pepe nos apremiaba para que sacásemos fotos: de la Peña del Gratal, del castillo de Montearagón, de una luz cárdena que se esparcía con masas de nubes en las Tres Sorores. Y nos advertía que algunos tonos rojizos o rosados, de cuento oriental, no pueden ser registrados por la cámara digital. Cada vez más es un coleccionista de crepúsculos y de instantes únicos. En la Feria, bajo el tótem de la Chimenea, Pepe se comportó como un escritor legítimo: Javier Tomeo, que presentó y agotó los ejemplares de “La noche del lobo” (Anagrama), dejó de firmar y de dibujar sus monstruos amables, y ahí empezó la gran tarde de Pepe Cerdá. Estaba en la sala de abajo, pero no se encogió: el estand de la Fundación Alcort empezó a llenarse de amigos, admiradores, lectores, y firmó alrededor de 30 libros. O quizá fueran más. Firmó y realizó dibujos espléndidos de caballos, paisajes, elefantes, con esa facilidad que el cielo le dio. Antes de contemplar ese espectáculo, la facilidad de la habilidad tan trabajada, di una vuelta por la planta superior: Xordica presentaba los espléndidos “Apuntamientos de Félix de Azara”, que leí esta misma noche, pintado por Cano, y presentaba “Dirección noche” de Cristina Grande, un libro que ha recibido elogios por doquier; Alberto Cirac Tinaja me dio el libro de sus tiras cómicas; Chusé Aragüés acaba de publicar un nuevo título de Chusé Inazio Nabarro; Tropo Editores presentaba tres libros con sus tres directores: Mario de los Santos, el indomable trabajador Óscar Sipán y el gallego que está a punto de conquistar Aragón y Zaragoza, Amadeo Cobas; Trinidad Ruiz-Marcellán mostraba su fondo editorial y tuvo el detalle de seducir a cuatro lectores a los que hube de firmarles con sumo gusto “Los pasajeros del estío”; Antonio Pérez Lasheras miraba la caseta de Prensas Universitarias de Zaragoza, donde está haciendo una espléndida labor. También vi a José Luis Añaños (Pirineo; anda un poco en retirada porque cree que se está agotando el libro aragonés, que hay que abrir nuevas vetas), Luis Ángel Blasco (Unaluna; estaba con uno de sus autores talismán: Eladio Romero), José Luis Delgado (Delsán; intenta saborear el éxito de “Milenio de pasión”), Carlos Serrano (Rolde; sospecha que la revista “Rolde” no estará a punto para la inauguración de una exposición de Arte Joven que va a realizarse en Binéfar dentro de unos días), Fernando Jiménez Ocaña (Onagro), Nacho Escuin (editor de Eclipsados, flanqueado por su musa, la poeta y narradora Almudena Vidorreta, chica “Elle” de diciembre junto a Brenda Ascoz, Yolanda Castaño o Elena Medel, entre otros), había muchos más, sin duda. Tras tomar algunas sidras con Félix Romeo, Ismael Grasa, Cristina Grande, Alberto Cirac, Antonio Pérez, Ana Bendicho y otros amigos, recibí una llamada de Cerdá. Un señor quería que le firmase un libro.
Aparecieron Manuel y Germán, ambos residentes en Binaced, buenos seguidores del Real Zaragoza, que querían que les dedicase “Golpes de mar”. Había llevado algunos ejemplares. Fueron muy amables: me dijeron que seguían con cariño “Artes & Letras” y “Borradores”, que a veces hasta se asomaban al blog, “aunque nunca dejamos comentarios”, explicó Manuel, “algún día me voy a atrever a hacerlo”... Se notaba que estaban muy puestos. Mientras, Pepe Cerdá dibujaba su libro y ese estupendo catálogo de paisajes de Anciles, que realizó con Ismael Grasa, Carlos Castán y Luis Pita.
En ésas andábamos, hablando de esto y de aquello, evaluando la vida cultural de Aragón, y asombrados de la inmensa eficacia y mano izquierda de Nieves, la responsable de la caseta de la Fundación Alcort (también aparecieron por allí José María y Cristina Córdoba) cuando apareció Miguel Ángel Clemente, uno de los grandes coleccionistas del Real Zaragoza. Él y su hermano Javier, que no estaba, poseen un auténtico tesoro de objetos, de carteles, de fotos, camisetas, de recuerdos, de pósters en Monzón. Allí al lado mismo. Nunca había visto nada igual: un cariño tan intenso y constante a lo largo del tiempo hacia un club que se manifiesta en multitud de detalles: camisetas firmadas, visitas al Museo, páginas remotas aparecidas en Marca, y otros medios, y esa pasión de archivar día a día, ordenado y recortado, todo cuando aparece sobre el Real Zaragoza. Recitamos alineaciones, vimos futbolistas, cromos, cajas de cerillas, jugamos a las adivinanzas, a qué no sabes quién es éste (Jugo, Estiragués, Tejedor, Sobradero, Vila, Belló I y Belló II, Lasheras, Bastos, Soto..., el gran Seminario, qué jugador tan extraordinario, dijo Miguel Ángel), y yo me sentía tan cautivado como preocupado. Miguel Ángel había quedado a cenar con su esposa María Jesús y con unos amigos. Y nos dieron las diez. Yo había perdido la actuación de Ángel Petisme que cantó varias canciones de sus “Éxitos secretos” (esta semana Ramón Acín lo invita al ciclo “Invitación a la lectura”), pero estaba fascinado, María Jesús acumulaba un poco de hambre, “estoy acostumbrada. Esto es para él la felicidad y su mejor alimento. Hoy ya ha cenado en abundancia”, dijo, y Miguel Ángel me enseñaba más cosas. Está haciendo en forja el campo de fútbol de La Romareda a escala reducida: durante varios domingos ha llevado la cinta métrica y así ha ido midiendo aquí y allá para hacer con absoluta precisión. Pensé en Pepe Melero (mientras redacto esta nota se consuma la victoria del Real Zaragoza en Santander)
Oí el último balbuceo de Petisme. Estaba con Miki, esa mujer de piedra y bosque que nació en Ponteceso, a puro golpe de mar y de río. Hablé con Roberto Serrano, el cantante y líder de la Orquestina del Fabirol. Luego hubo cena entre amigos –se sumaron los pianistas José Enrique y Juan Fernando Moreno Gistaín, con sus bellas novias Beatriz y Sara-, Elizabeth Hernández y Llibert animaron la velada... Y ya era la hora de regresar. Era más de la una de la mañana. Pepe Cerdá parecía algo cansado. No le dejé dormir ni un instante: inventaba palabras y gestos y tonos contra la fatiga y los rastros de un vino bien administrado, aunque yo también tenía mucho sueño. Ana soñaba con sus memorias (quizá las titule: “Yo disfruto siempre”, tal como le sugirió Félix durante la cena), arrebujada en el asiento de atrás. Vimos un jabalí, que cruzó la carretera, una estrella fugaz, que se desplomó en los matorrales, temimos quedarnos en el camino porque el depósito consumió toda la gasolina... “No sería la primera vez”, oí decirle al autor de “Pintor, pinta y calla”.
Pepe tuvo la gentileza de dejarme en casa. A modo de resumen, con ironía y un punto de reproche, dijo: “Te viniste a vivir aquí para estar más céntrico, claro”. Miré las luces del aeropuerto, el albérchigo sin hojas, el cielo casi espectral. Parecía una noche de lobos. Me dormí leyendo el libro de Félix de Azara (Xordica) de Cano. Otro libro maravilloso de Cano.
[La foto es el famoso cuadro de Francisco de Goya de Félix de Azara (1742-1821)].
RAÚL TRISTÁN PRESENTA NOVELA EN EL CORTE INGLÉS, HOY

Querido amigo/a, ajunto te remito invitación para la presentación de mi novela "El crimen de Nochebuena", el próximo lunes día 11 de diciembre, a las 19:30, en el Ámbito Cultural, 2ª planta, de "El Corte Inglés", Paseo de la Independencia 11, Zaragoza. Así anuncia el escritor riojano Raúl Tristán (1969) la presentación de su novela que ha publicado Unaluna, la editorial de Luis Ángel Blasco. No tengo el gusto de conocer a este escritor, muy citado en la red. Su blog “Fuego cruzado” es muy visitado. Su editorial Unaluna explica así los contenidos de su libro: [Nochebuena de 2004.El cadáver de un hombre con la garganta seccionada hasta casi segarle el cuello, los párpados levantados, con la vítrea mirada de sus ojos atravesando el alma de quien le observa, y la sanguinolenta lengua sobre la palma extendida de su mano derecha, es hallado por Martín, el guarda jurado que vela el sueño nocturno del monumental belén que el Ayuntamiento ha instalado en la plaza pública más importante de la ciudad.La víctima es Juan G. Sande, un empresario gallego afincado en Zaragoza y sospechoso, tiempo atrás, de tráfico de estupefacientes, así como de haber ordenado el asesinato de su mujer.Las pruebas halladas en el escenario del crimen llevarán a deducir a los inspectores de Homicidios del CNP Jiménez y Ribera, y a su amigo el subinspector De Andrés, de la Policía Local, que el macabro asesinato es obra de un cártel colombiano de la droga.Esa misma noche, un tren trae a Bruno de regreso a la tierra que lo vio partir huyendo de sí mismo y de sus fantasmas. Ahora, con su licencia de detective bajo el brazo aun por estrenar, espera que la nueva vida que va a emprender le haga olvidar la anterior. Es su segunda oportunidad, y no está dispuesto a desaprovecharla.Pronto comprenderá que el destino que le aguarda no es el que él ha planificado tan cuidadosamente, y que el pasado es capaz de surgir tras cualquier esquina para recordarnos que siempre ha estado ahí, esperando su momento, por más que pretendamos enterrarlo. Bruno se verá envuelto, casi contra su voluntad, en la investigación del que todo el mundo conoce ya como “el caso Sande”, un crimen cuya resolución parece complicarse cada día más. Por suerte, Bruno contará con la inestimable ayuda de “El Club de las Nueve”, un grupo de amigos que tiene por costumbre reunirse a esa hora de la noche todos los viernes, en un célebre café de la ciudad para discutir los casos policiales de actualidad y del que forman parte un policía retirado, un librero de viejo, un exmilitar americano, un antiguo anarquista que guerreó con los maquis y el mismo dueño del café.Una trama rápida para un relato ameno y sencillo pero con sorprendentes y continuos giros en los acontecimientos que nos llevará a que, una vez comenzada su lectura, no la abandonemos hasta llegar al desenlace.] Raúl Tristán acaba de publicar otra novela, “Hasta siempre camaradas”, en Mira Editores.
VINCENT DELERM Y LAS PIERNAS DE STEFFI GRAF

La pasada semana, la joven escritora Aloma Simpé logró conversar en París 20 minutos con el cantante Vincent Delerm, que se ha convertido en un auténtico acontecimiento en Francia, en esa esfera que se llama la de las minorías. Aloma Simpé le preguntó por sus letras, por su música, por España (recordaba el “Manuscrito encontrado en Zaragoza” de Potocki y a un tal Fernández) y, cómo no, por una canción que se titula “Las piernas de Steffi Graf”, una de las tres mejores tenistas de todos los tiempos con Billie Jean King y Martina Navratilova; quizá habría que hacer un sitio también para la elegante y magistral Chris Evert. Una de las fotos de verano que pegué en este blog hace algún tiempo fue ésta de Steffi Graf. Aloma Simpé no se lo podía creer. A Luis Alegre y a Vincent Delerm les gustan las mismas piernas.
ESTA NOCHE, BORRADORES: UN MONOGRÁFICO DE CINE

Miguel Ángel Lamata y Mayte Navales, Pilar Palomero, Eduardo Ducay, Filmoteca, Jean Claude Brisseau, Gaizka Urresti, Emilio Pedro Gómez. Canta Paco Cuenca
El programa de esta noche está dedicado al cine. Para ello, “Borradores” contará con la presencia de Miguel Ángel Lamata, director de “ISI/DISI Alto Voltaje”, y de Mayte Navales, actriz de la película. También visitará el plató Pilar Palomero, escritora, guionista y realizadora del cortometraje “Sonrisas”,q ue ha estado en la Escuela de Cine de Cuba.
Además, el programa tendrá la actuación en directo Paco Cuenca, acompañado de Chema Callejero (órgano) y Coco Balasz (contrabajo), que cantarán “El hombre más feliz del mundo”, y “Ne me quitte pas”.“Borradores” ofrecerá también un reportaje sobre los fondos de la Filmoteca de Zaragoza de la que se cumplen 25 años, de la mano de Ana Marquesán, y entrevistará a Eduardo Ducay, uno de los hombres totales del cine en Aragón y productor de “Tristana”.
Además, conversaremos con el francés Jean-Claude Brisseau, director de “Los ángeles exterminadores”, película polémica que explora el tabú de la sexualidad y el placer femeninos que provocó diez minutos de aplausos en Cannes, y con Gaizka Urresti, director de Cinefrancia.
Emilio Pedro Gómez leerá un texto sobre cine, que evoca los "Yo me acuerdo" de Georges Perec. Las recomendaciones de la librería FNAC giran en torno a libros de cine y dvd recientes.
*Una secuencia de la película "Los ángeles exterminadores" de Jean Claude Brisseau.
AGENDA

Miercoles:
-FNAC. Mariano Balfagón, Pedro Rújula, Cristina Mallén y Antón Castro presentan en laFNAC la nvoela "Días de cierzo" del escritor y veterinario Elifio Feliz de Vargas, que ganó el primer premio de novela del Maestrazgo.La edición, que reproduce "El duelo a garrotazos" ha quedado muy bien.
-A las 20.30 en Cálamo se reúnen tres espléndidos editores independientes: el escritor y editor Julián Rodríguez Marcos, de Periférica; Luis Miguel Solano, director de Libros del Asteroide y Enrique Redel, dueño y aliento de Libros del Funambulista.
Jueves, en la Librería Cálamo, se presenta a las 20:30 el libro “Jánovas, víctimas de un pantano de papel” de Marisancho Menjón. Marisancho Menjón, a quien le debemos algunos libros inolvidables como uno sobre las empresas aragonesas, publicó una primera versión en la BArC; continuó investigando, encontró nuevos materiales y reedita el texto, ampliado y corregido, en Pirineum, la editoria jaquesa de Juan Gavasa y Sergio Sánchez, que llevaba algún tiempo en el dique sique y en un extraño silencio, tras el gran éxito del libro de Canfranc.
El lunes, 18 de Diciembre a las 20,00 se presentará en Librería Antígona el libro FASCISMO EN CIERNES. ESPAÑA 1922-1930.TEXTOS RECUPERADOS, de Manuelle Penoille. Editorial Presses Universitaires du Mirail. Intervienen José Carlos Mainer y la autora.
Día 22. 23h. ESPECTACULAR IN DA NOTTE Vuelve la Velvet Underground. Experimentos in da notte presenta a Manuel Vilas y Octavio Gómez Milián. Aliados y acólitos: Ángel Guinda, Sergio Algora, David Mayor, Ignacio Escuín, Brenda Ascoz, Charo de la Varga, Carmen Ruiz y David González. Pablo Malatesta, Santi Rex, Jafi Marvel y Jaime StereAnt. Raro dj+Les Fandangodj´s. Mar de Dios, Tenor Fleta 8, Zaragoza.
*La ilustración está dedicado a mi admirado Don Rijoso: hacía mucho tiempo que no asomaba la nariz ni el comentario al blog. No querría herirle la moral, pero ahí va eso...
FRANCISCO CARRASQUER, PREMIO DE LAS LETRAS ARAGONESAS

El escritor Francisco Carrasquer Launed (Albalate de Cinca, 1915) ha sido elegido por el jurado para recibir el Premio de las Letras Aragonesas por su labor de mediador entre la cultura en lengua española y holandesa, por su aportación al conocimiento de Ramón J. Sender y por su obra y versatilidad literaria. Carrasquer ha representado una cultura progresista y radical largo tiempo silenciada que sirve de testimonio ejemplar para todos los aragoneses.
Militante libertario, Francisco Carrasquer (hermano del pedagogo Félix Carrasquer) participa en la Guerra Civil Española en primera línea del bando republicano. Al término de la contienda pasó siete meses en un campo de concentración en Francia. En 1943 vuelve a España de manera clandestina hasta que es detenido en Sort, encarcelado por su militancia y enviado como soldado a África durante tres años. En 1948 publicó su primera novela, Manda el corazón. En 1949 decidió abandonar España para residir en Francia y Holanda hasta su regreso en 1985. Su primer libro de poesía publicado fue “Cantos rodados”, al que seguirán obras de prosa, poesía y ensayo como “Baladas al alba bala”, “Vísperas”, “Antología de la poesía holandesa moderna”, “Felipe Aláiz: estudio y antología del primer escritor anarquista español”, “La verdad de Ramón J. Sender”, “La integral de ambos mundos: Sender”, “El grito del sentido común: de los automatismos a la libertad”, y su antología poética “Palabra bajo protesta”. Ha publicado recientemente un trabajo sobre Joaquín Ascaso y Zaragoza.
El jurado estuvo formado José Carlos Mainer, José Luis Melero, Javier Barreiro, Juan Carlos Ara, Rosa Pellicero y Pilar Navarrete.
*Foto de Francisco Carrasquer y José Martínez, el fundador de "Ruedo Ibérico".
ENTREVISTA CON FRANCISCO CARRASQUER*
Francisco Carrasquer publica en Alcaraván un libro de las vinculaciones entre el líder anarquista y Zaragoza
Como si de José Saramago se tratase –recuerden que en “Historia del cerco de Lisboa” un personaje cambiaba una palabra y con eso la historia-, el libertario, poeta y ensayista Francisco Carrasquer (Albalate de Cinca, Huesca, 1913) se ha zambullido en una especie de juego, o de reescritura de la historia, en su nuevo libro: “Ascaso y Zaragoza. Dos pérdidas: la pérdida” (Alcaraván / DPZ), donde se pregunta, y responde, qué hubiera pasado si en vez de Durruti, fuese Francisco Ascaso el responsable de la columna anarquista que se dirigió al frente de Aragón en los primeros días de 1936 y se quedó en Bujaraloz, “en vez de dirigirse sin dilaciones a Zaragoza, ciudad que fue decisiva porque desde ella maniobró el general Mola, donde residió. Durruti no tenía ni la inteligencia ni el dinamismo ni la personalidad de Francisco Ascaso. Y él lo sabía. Desde que este se murió, Ascaso fue alcanzado por un disparo en la frente en el cuartel de Atarazanas, se vieron sus incapacidades”.
Francisco Carrasquer conoció al líder anarquista de Almudévar, que ha retratado no hace mucho tiempo Pepe Cerdá en la muestra “Los últimos modernos”. “Fue el protagonista de actos fantásticos. Recuerdo en particular dos: en la plaza de san Jaume se subió a una farola como un simio y arengó a la gente y la hizo detenerse en su avance; y en un mitin de la FAI en Barcelona, en el último congreso de la FAI, hablaron García Oliver, Ricardo Sanz, Durruti y luego Ascaso, que hizo un resumen estremecedor”, señala el autor y dice que el libro también quiere ofrecer una visión crítica del anarquismo español. “La importancia de los anarquistas es absoluta. Total. Sin ellos no se hubiera controlado Barcelona. Estábamos preparados desde hacía una semana. Yo estaba en el Ateneo de Las Corts. Salimos a la calle armados y eso sorprendió al ejército nacional. Nosotros salimos a la calle zumbando, pegando tiros y les hicimos correr, justo lo que no pasó en Zaragoza porque Durruti, cosa que no hubiera hecho Ascaso, insisto, se detuvo en Bujaraloz en vez de partir hacia Zaragoza”. ¿Cuáles fueron, entonces, los errores del anarquismo? Francisco Carrasquer lo tiene claro. “En primer lugar, crearon un ejército regular en vez de un ejército guerrillero. Eso ya lo tenían los nacionales. Desde la órbita anarquista es incomprensible. En segundo lugar, la decepcionante participación de los anarquistas en el gobierno, López, García Oliver y Montseny, que se apartaron del comunismo libertario. Y en tercer lugar, los abusos de autoridad en algunos ayuntamientos, lo cual no quiere decir que las colectividades en Aragón no funcionasen ejemplarmente”, señala. Se deshace en elogios para el político anarquista de Almudévar, Francisco Ascaso: “Lo he conocí. Admiré su valor, su inteligencia y entereza. Durruti siguió a Ascaso simplemente. No había quien lo parase. Estoy convencido de que su presencia hubiese ayudado a cambiar el curso de la Guerra Civil”. A pesar de su admiración, Carrasquer es consciente de que Ascaso, con Durruti y Torres Escartín, entre otros, participó en el atentado contra el cardenal Soldevila en Zaragoza: “Estoy en contra de la revolución cruenta. Así no se gana nada. Ahora ya no soy anarcosindicalista. He expresado mi idea de una sociedad nueva en ‘El grito del sentido común’ (Libertarias), donde defiendo una nueva manera de pensar: la calidad de la vida debe estar fundada no en el poseer mucho, sino en poseer lo menos posible con la máxima eficacia, evitando ser esclavos de las cosas”.
El libro de Carrasquer sobre Ascaso –“no era solamente un rebelde, no; Ascaso era un auténtico revolucionario”, se dijo- aborda otros asuntos de política ficción, lo que pudo ser y no fue, y habla del grupo “Nosotros” o “Los solidarios”, y resume pequeña parte de la historia de España, de la que él ha sido un importante prota
*Este apareció cuandoFrancisco Carrasquer publicó su libro sobre "Zaragoza y Ascaso".
ENTREVISTA CON JUAN JOSÉ CARRERAS ARES*

El despacho de Juan José Carreras tiene un olor especial, un particular desorden y abunda en imágenes que definen a este raro de letras, de gran finura intelectual. Los retratos de Marilyn Monroe se multiplican entre fotos de Engels, Marx o Lenin y estampas de obreros en la fábrica; un poster de Iciar Bollaín domina el paisaje de libros y despista al entrevistador, igual que otro de Madonna o un retrato de Marlene Dietrich. Así es este hombre enigmático, que pasa sigiloso por la vida y que sigue exhibiendo un acento gallego peculiar apoyado una y otra vez no sólo en la gramática o en la entonación cantarina y suave, sino en un "¿no comprende?" o en un "¿no?" que recuerda mucho a aquel "¿nonsi, neniño?" que tanto debió oír a la gente del servicio cuando era el nieto del pastelero de La Española de la Estrecha de San Andrés, allá en La Coruña, en tiempos de la República. Su abuelo materno tenía obrador de pastelería. Y su padre, Fortunato Carreras, era telegrafista de Correos, partidario una organización republicana galleguista, ORGA, que lideraba Casares Quiroga. Cuando estalló la Guerra Civil fue nombrado jefe de estación costera de la Coruña y tenía que leer los bandos de la República.
--¿No le molesta que fume?
--En absoluto.
--Un día, los sublevados asaltaron la radio y mi padre --yo le oía decir: "Todo está controlado" por radio-- fue apresado pero al día siguiente lo soltaron. Recuerdo que vinieron algunas personas para recordarle que había buques ingleses en altamar y que se podía llegar hasta ellos en lanchas por si quería irse. Mi padre, ingenuamente, creía que no iba a pasarle nada, había sido jefe de una mesa electoral y poco más. Poco después volvieron a atraparlo. Le hicieron un consejo de guerra y lo condenaron a muerte, pero antes de que lo fusilasen debió enterarse y cuando iban a llevarle la cena, le dio un golpe al carcelero y logró escaparse. En el propio perímetro de la cárcel lo ametrallaron por la espalda. A la mañana siguiente le mandaron a mi madre sus enseres.
--Todo un detalle. ¿Se enteró usted?
--Tengo ideas vagas, recuerdo la ausencia de mi padre, a mi madre llorando, las persianas bajadas de la habitación. Y luego, empezó a venir una agrupación de mujeres espontáneas que se iban quedando viudas, se reunían en mi casa. Y yo oía sus historias: "A mi marido lo cogieron por la calle y me dijeron: 'No se preocupe, señora, que mañana lo tiene en casa. Sólo queremos hacerle unas preguntas'. Después, lo encontramos en la playa del Orzán con una bala en la cabeza". La policía venía a menudo para que le diésemos un colchón para los hospitales de sangre del ejército nacional o el dinero equivalente.
--¡No fastidie!
--Sí, sí. Y además se complicaban mucho las cosas por cuestiones de familia. La hermana de mi padre estaba casada con un individuo de Vigo, falangista, que aparecía con botas altas y camisa azul para ponerse a disposición de mi familia con toda aquella arrogancia de los que van ganando la guerra. Mi madre, que era muy religiosa, dejó de ir a misa, no podía soportar las homilías y las pastorales de los curas... Vivíamos con mis abuelos y con un hermano de mi madre, José Ares Montes, que no entró en combate por culpa de de una dolencia de corazón. Por las noches escuchábamos Radio Madrid, un invierno mi tío nos llamó a todos, gritando: "Teruel es republicano".
--Tenía catorce años cuando se fue a Madrid.
--Para mí fue un shock terrible. Yo sabía que Castilla era seca, pero no tanto. Subimos a aquel tren de carbonilla cargados de maletas, el tren más barato del mundo, el viaje resultaba interminable. Al despertarme por la mañana, de pronto vi esas superficies lisas y secas, y no podía comprender que el mundo fuese así. Yo estaba acostumbrado a los verdes, las lluvias, las aguas. Y en Madrid seguí creyendo durante meses que al final de alguna calle iba a encontrar el mar. Sabía que no estaba el mar, pero no me resignaba, era una especie de obsesión, de idea irracional y absurda. Hice el Bachillerato en el Instituto Cisneros y en Madrid se burlaban de mi acento gallego, aunque eso jamás llego a ser una tortura.
--¿Consiguió adaptarse, por fin?
--Me costó más de un año. Disfrutaba de la biblioteca de mi tío, tenía la colección Universal, que era casi un incunable, y pasábamos las penalidades lógicas. Mi madre no cobró pensión de viudedad hasta muy tarde, mi tío daba clases y llegamos a alquilar una habitación para huéspedes. Y a eso se le sumaba una pequeña cantidad de cruceiros que nos llegaba de Brasil de una modesta herencia de mi padre, porque sus antepasados habían sido emigrantes. Mi abuelo paterno fue coronel o comandante de caballería: se fue a Puerto Rico, estuvo en el Casino Gallego de presidente o secretario. Cuando volvió a España se trajo, perfectamente robados, los pendones bordados en oro del casino. Mi madre, en esos años del hambre, vendía los hilos para comprar pan de estraperlo en la boca del metro o lo que fuera.
--¿Le obsesionaba la muerte de su padre? ¿Era consciente de que era un perdedor en aquel pozo de represión en que se había convertido España?
--No. Me figuro que si se hubiera muerto y no hubiese habido guerra, quizá sí... No es que estuviese rodeado de huérfanos --decir eso resultaría exagerado-- pero en aquel contexto aceptabas la violencia, y no perdías la esperanza de que el régimen de Franco se vendría pronto abajo. Y eso lo pensaba particularmente durante la II Guerra Mundial. Uno de los mayores disgustos me lo llevé cuando una profesora de Historia, vestida con camisa azul y muy simpática, por lo demás, anunció: "Los alemanes han tomado París". Seguía simpatizando con la República y regresé a casa llorando.
--¿Percibió ella su disgusto?
--No, no. Yo no era un facineroso, me lavaba y era ordenado. La derecha se ha manisfesto siempre con total impudicia, prácticamente hasta los años 70 tenías que oír las cosas más increíbles, a nadie se le ocurría que tú te sintieses afectado por lo que estaba ocurriendo o por lo que había sucedido, como el crimen del padre. Así como la izquierda ha tenido enorme tacto, "bueno, para qué vamos a hablar de fascismos, si al padre de este muchacho, también lo mataron los republicanos en una cheka de Madrid", por ejemplo, la derecha ha sido de una impudicia total. Ante mí nadie se inhibió jamás, incluso gente que por razones de vínculo debía hacerlo, y el símbolo de eso era mi tío, el falangista de Vigo.
--Usted tampoco escarmentaba. Creo que tuvo una actividad increíble en la FUE (Federación de Universitarios Españoles), de inspiración comunista...
--Empecé a colaborar en séptimo de Bachillerato. Repartíamos Mundo Obrero, pegatinas, que tirábamos en los pasillos del instituto o pegábamos en el metro cuando se cerraban las puertas y también la revista Demócrito, de los intelectuales libres. Eramos muy pocos, pero nosotros queríamos más y a nuestro contacto, un hombre cojo del Partido Comunista, veterinario, al que veíamos en los billares de San Bernardo, le pedíamos que nos diese armas. Pero era una lucha sórdida, mal organizada, alimentada por la ilusión y la utopía de cuatro chiquitos. Había dos FUE, la nuestra, vinculada al comunismo, y otra que controlaba Sánchez Albornoz y Lamana, próxima a republicanos de izquierda y socialistas. Y al final nos fusionamos. Aún así éramos cuatro gatos.
--Ahora que ha citado a Lamana y Sánchez Albornoz, he oído que usted participó en la fuga de Cuelgamuros.
--No, no. Lo que ocurre es que yo fui con Paco Benet a ver el terreno y a visitar a Nicolás y Lamana y a un tercero que no se quiso escapar, eso fue antes de que fuesen las americanas Barbara Probst Salomon y Barbara Mailer, y se produjese la fuga.
Juan José Carreras era un estudioso voraz que pasaba las noches de claro en claro en el Ateneo, hasta cerca de las dos de la mañana, rodeado de bedeles republicanos. Por la tarde trabajaba en la hemeroteca municipal de Madrid y las mañanas que podía acudía a clases de Historia en una Facultad donde sólo había tres profesores de interés: el excelente orador Justo Pavón y Suárez de Urbino, un tanto trasnochado en sus métodos; Angel Lafuente, que venía de Alemania, había escrito una biografía de Fernando el Católico: poseía una biblioteca impresionante en todos los idiomas y acogió en su casa a aquel muchacho rojo que se movía entre el encanto personal, la aplicación académica y la lucha clandestina. Y Santiago Montero Díaz, "gallego como yo. Había empezado siendo comunista y luego fue falangista de Ledesma. Disfrutaba de prestigio porque había sido combatiente con Franco y a la vez se mantenía muy próximo al fascismo europeo". Carreras fue ayudande de Ferrari y Montero Díaz durante cuatro años, de 1950 a 1954.
--Es usted un seductor nato: comunista, rebelde clandestino, conspirador y, sin embargo, es capaz de caerle simpático al enemigo.
--¿El enemigo? Creo que ahí está un poco equivocado. Lafuente ni Montero Díaz no eran el enemigo. Lafuente está más allá del bien y del mal: era un liberal reprimido. Y Montero Díaz era un marginado, un rato del sistema con poco poder académico. Por lo tanto le agradezco mucho que me considere un seductor, pero no es cierto, al menos entonces. Terminé mi carrera y me inhibí de mi destino natural que era ingresar en el CSIC, porque era una estructura fascista que no me interesaba y me fui a Alemania. Cuando volvía cada verano me encontraba con viejos amigos a los que había conocido en el bar de la facultad como Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos o Alfonso Sastre. Ellos jamás participaron en las actuaciones políticas de la FUE. Aldecoa mantenía una postura bronca, de oposición. Pero no participaron en la famosa pintada de la rotonda de la Facultad de Letras que salió en Le monde. Creían que toda aquella lucha no tenía sentido.
En Heidelberg, Carreras estuvo once años. Su intención inicial era estudiar Historia Medieval, pero para un hombre político, afecto a la actualidad y a las convulsiones, aquello le resultaba un poco lejano, y se decantó por la Historia Contemporánea. Era un placer inmenso ir cada mañana al único kiosko de la ciudad --famosa por su belleza y por su Escuela de Traductores; allí había vivido Karl Jaspers, Carreras residió un tiempo en su habitación, y dos españoles de mérito: Emilio Lledó y Gonzalo Sobejano-- y comprar un periódico con los anagramas de la hoz y el martillo. En cambio, "si preguntaba por una edición de Marx, me miraba con la misma perplejidad que si pidiese un libro del Kama Sutra encuadernado en piel humana". Carreras entró en contacto con una célula comunista de la ciudad y, poco a poco, gracias a la Fenomenología del espíritu de Hegel empezó a aprender alemán, lo cual le valió para estudiar en su lengua original a Marx y a Engels, y escribir un célebre artículo --Marx y Engels. El problema de la revolución-- de más de un centenar de páginas para Hispania que deslumbró a José María Jover, por el manejo de fuentes bibliográficas, por la interpretación textual, por su deliberado tono neutral. "Era un artículo de Historia en el sentido más puro y duro de la palabra".
--¿Alemania? Era un país con contradicciones. Cuando llegué el partido comunista estaba autorizado, luego fue ilegalizado. Pero en la posguerra, cualquier país era mejor que España porque aquí no había libertad. Al cabo de once años, Emilio Lledó me dijo que quería volver y yo también pude hacerlo optando a cátedras de instituto. La universidad española se había olvidado por completo de mí. Y fue mejor así. Aprobé y me destinaron a Instituto Goya.
--Y cuatro años más tarde, en 1969, obtuvo la cátedra de universidad por Granada.
--Sólo quienes me conocían como persona sabían que yo era marxista y de izquierdas de toda la vida. Los que me votaron en la segunda oposición a la que me presenté, dijeron: "Si supiésemos a quien apoyábamos no lo hubiésemos votado", porque empezaron a considerarme un francotirador que se había metido en sus filas. Durante la oposición yo hice unas exposiciones, unas lecciones magistrales neutras pero intentando reflexionar. El que hubiese sabido algo de marxismo habría sabido de qué pie cojeaba, pero en el tribunal nadie conocía a Marx. Decían: "Qué lógico y racional es lo que ha dicho Carreras". Sólo David Ruiz, de CC. OO y ahora catedrático en Oviedo, me dijo: "Qué exposición marxista más buena has hecho". Me reclamó desde Zaragoza y empecé a impartir un curso de bibliografía europea, en el cual conocí a Carlos Forcadell.
--Que es su discípulo más conocido, junto a Julián Casanova, Ruiz Carnicer, Ignacio Peiró, etc.
--No, no, yo tengo amigos, no discípulos.
--Todo el mundo lo dice y lo tiene claro, salvo usted. ¿Por qué le da miedo aceptar que es un punto de referencia fundamental, el maestro, por qué es tan escurridizo?
--Ahí vuelve a equivocarse: soy una referencia afectiva, de eso sí estoy seguro, porque todos nos llevamos bien y convivir en el mismo trabajo fortalece la relación. Sé que me quieren bien y yo a ellos. Pero no existe ninguna relación de discipulado. Hombre, tal vez pueda tener algún peso el hecho de que yo sea mayor y haya llegado antes al punto culminante, pero le aseguro que no he adoctrinado a nadie.
--Entonces, ¿por qué le admiran tanto?
--No le puedo contestar. Es cariño, supongo.
--Se dice que tiene mucha mano izquierda, que influye constantemente en la realidad, que se mueve muy bien, que es como...
--¿Envolvente?
--Exactamente. Como buen gallego: se va pero se queda, hace las cosas como pidiendo perdón, dulcemente, pero a la par siendo fuerte y contumaz. Vamos, que tiene una imagen de controlador.
--Eso quizá se lo aceptase como cosa temperamental no como táctica maquiavélica. Y en todo caso, si así fuese, es una vez que uno está asentado en la Universidad de Zaragoza. Antes de llegar he atravesado un largo desierto en el cual he encontrado muchas puertas cerradas. Y también le quiero decir algo: a menudo gracias a la dureza puedes crear un ambiente en el cual puedes ejercer tu seducción, pero primero tienes que trabajártelo. Las personas que quieres y que te rodean y que te quieren a ti has logrado agruparlas gracias a que has sido duro con otros. La seducción no sirve frente a gente que quiere exactamente lo mismo que tú.
--¿Cómo es posible que el hombre que posee la mejor biblioteca de Historia Contemporánea de la ciudad en todos los idiomas, que se pasa horas y horas en ese santuario, no sienta la necesidad de escribir, apenas tenga obra?
--Exactamente eso: no tengo necesidad de escribir. Quizá sea por una visión irónica de la vida. Nunca he creído que lo que yo escriba no puede ser escrito por otros.
--Tanta humildad desconcierta. Ya sabe que los gallegos tenemos una gran vanidad pero nos da miedo exhibirla, nos parece obsceno. ¿No será de ésos? --No, no, fíjese. Nunca busco ocasión para manifestar mi humildad, jamás. Tengo una modestia que roza el anonimato, pero comprendo su observación. No tengo ni voluntad de pasar advertido ni inadvertido: paso sencillamente. No soy como aquel pianista que sale del concierto vestido de pordiosero. Si voy de pordiosero es porque soy así. El afecto que me tiene la gente y el que le tengo yo, puede crear una cierta aureola. El matiz está ahí, ¿me comprende?
--Dicen que usted fue el ideólogo de Andalán.
--Andalán tenía muchos ideólogos. No soy aragonesista ni nacionalista --si lo fuese sería nacionalista gallego. Yo hacía crónicas internacionales y si algo fui en Andalán sería un elemento corrector, un peso moderador o negativo, un elemento compensador, si quiere, pero era un extraño en la ideología de Andalán si se sigue entendiendo el periódico como un proyecto para Aragón.
--¿Puedo pedirle autorretrato?
--Creo que soy una persona completamente normal, a la que le entusiasma el jazz, pero soy un analfabeto musical, y le gusta nadar. Cosas así. Me hubiera gustado ser un gran diseñador, es mi vocación frustrada y me encanta hacer collages para los amigos, a quienes se los mando por Navidad, y para los alumnos. Maqueto y monto mis guiones de clases con dibujos, con fotos, etc. En televisión sólo veo la publicidad: me encanta ver cómo en tan poco tiempo puede construirse un mensaje y creo que tengo cierta sensibilidad para seguir la arquitectura interna de un anuncio. Dos personajes de referencia para mí son Karl Marx y Max Weber.
--¿Aragón?
--Vivir en Florencia, que es una ciudad bellísima, no tiene ningún mérito. Pero hacerlo en Zaragoza, que es una ciudad feísima, horrible, que vive de espaldas a sus tres ríos, ahí tenemos las riberas convertidas en estercoleros (al menos hasta que aparecieron los ecologistas y los ecofontaneros: fíjese en el río a su paso por la Gran Vía), y que recuerda más a una ciudad turca que a una ciudad europea, es mérito de los zaragozanos, que son abiertos, simpáticos y hospitalarios. Por eso se puede vivir en Zaragoza.
*En 1997 O 1998, no recuerdo ahora con exactitud, publiqué en "El Periódico de Aragón" esta entrevista con Juan José Carreras. La recupero ahora y la publico aquí. Integrará un libro que saldrá el próximo año de 50-60 entrevistas con personajes aragoneses...: Lázaro Carreter, Pepìn Bello, Antonio Saura, José Vicente Torrente, José Alcrudo, Salvador Victoria... En la foto, vemos a Juan José Carreras (A Coruña, 1928- Zaragoza, 2006) con Carlos Forcadell. He tomado la foto hace unos días de un blog amigo, y ahora no sé de cuál se trata. No logro encontrarlo.
MARISANCHO Y EL OJO PÚBLICO

José Antonio Melendo se ha convertido en "el ojo público" de Aragón. Ayer acudió a la presentación del nuevo libro de Marisancho Menjón y la retrató así al pie de esa escalera que impone siempre. La foto ha sido colgada por Inmaculada en su página lamima.blogia.com, que le dedica dos estupendos y emotivos capítulos al emocionante libro de la escritora. Marisancho actualiza su trabajo de la Bibilioteca Aragonesa de Cultura y vuelve a mostrar su sentido periodístico, su compromiso, su firmeza, su pasión absoluta por el oficio y por la defensa de los desheredados del mundo. Me fui imposible acudir el jueves, y desde aquí le envío mi felicitación al "Vendaval de Tauste", que siempre está ahí, como un ejemplo, como un torrente, pegada a la vida.
Dice Inmaculada, Lamima:
[Se trata de un libro conmovedor, muy hermoso.....y muy duro cuya primera edición es de 2004.
Para quien no conozca la historia, a mi fue ella quien me la contó, Jánovas era un pueblo del Pirineo aragonés, en el valle del río Ara, que hace ya unos cincuenta años, fue expropiado brutalmente con la excusa de construir un pantano fantasma: una obra que finalmente nunca se llegó a ejecutar.
Resulta desolador leer como sus antiguos habitantes fueron víctimas un acoso y brutalidad propios de organizaciones mafiosas por parte de las "autoridades" y los empleados de Iberduero con el único fin de hacerse con su pueblo y dejarlo morir para nada.
Emociona su crónica a través de los testimonios de los vecinos del pueblo y de sus descendientes: el triste final de Antonio Buisán Lacort, cartero y última persona que falleció en Jánovas. Francisca Castillo, que pone los pelos de punta cuando cuenta que su hija Teresa, un bebé entonces, no mamaba, ni lloraba ni nada aterrorizada por las explosiones de dinamita que Iberduero utilizaba para derribar las casas contiguas. Esta mujer y su marido, Emilio Garcés fueron los últimos en salir del pueblo y, desde luego padecieron situaciones de acoso y abuso realmente increíbles por grotescas y, permitidme, bordes.
Al final un sinfín de despropósitos, brutalidades, cacicadas, esperanzas, desesperanzas, una inexcusable connivencia entre las distintas administraciones e Iberduero... una injusticia tan inmensa que revuelve el estómago.
Marisancho relata con precisión el desarrollo de todo el "proceso" burocrático desde los años 50 hasta nuestros días pero, sobre todo, impacta su mirada hacia la gente de Jánovas. Les trata como merecen; con un cariño infinito y con profundo respeto, haciendo suyo su dolor, su indignación, su rabia, su perplejidad ante semejantes actuaciones, su exigencia de soluciones.... Es tan evidente lo que se ha implicado allí que no me extraña que hace unos días Pedro Arrojo la presentara como procedente de Jánovas. ]
JOSÉ LUIS MELERO CUMPLE 50 AÑOS

José Luis Melero Rivas cumple mañana, sábado, 16 de diciembre, 50 años. Está en el mejor momento de su vida: como padre, como amigo de sus amigos, como consejero del Real Zaragoza, como marido, como escritor, como intelectual, como rayo de sabiduría y de ternura que no cesa, como fabulador entre libros. El Real Zaragoza se conjura para vencer al Valencia.
GERARDO SANCHO: DIÁLOGO CON UN GRAN FOTÓGRAFO DE PRENSA

-Su primera experiencia con la fotografía creo que no fue nada grata.
-Es cierto. Vino a Navarrete del Río un fotógrafo ambulante. Se enteró de quienes habíamos hecho la Primera Comunión y fue casa por casa para que nos vistiésemos de nuevo, todas las familias, y nos hacía las fotos. Pagamos todos por adelantado. Puso el artefacto, en realidad hizo el paripé. Pasó el tiempo y nunca recibimos nada. Estafó a toda la gente de Navarrete del Río.
-¿Qué es lo que le llevó a ser fotógrafo?
-Yo no tenía ni idea de lo que era la fotografía. En 1923 nos vinimos a vivir a Zaragoza y mi tío, Juan Gonzalo Villarroya, era administrador de “Heraldo”. Me buscó trabajo en la imprenta, pero sólo quedaba un puesto como fotógrafo. En 1926 entré a trabajar como ayudante de Marín Chivite y de Martínez Gascón, que fueron mis maestros. Entonces ni sabía lo que era una cámara. Eran de placas y de fuelle y como flashes llevábamos unos aparatos de magnesio. ¡No sabe la cantidad de quemaduras que padecí!
-¿Y qué ocurrió?
-Al poco tiempo me mandaron al campo de Torre Bruil a un partido entre el Barcelona y el Zaragoza. El extremo Vicente Piera tiró un córner con tal perfección que me dio en la máquina y en mis narices. Me quedé sangrando en el suelo y él fue el primero en atenderme.
-Usted, desde niño, creo que no veía nada del ojo izquierdo...
-Es cierto. Pero nunca lo dije hasta mi jubilación en 1978. Fue mi mujer, Lolita, quien me animó a decirlo, pero el bueno también estaba defectuoso. Andando el tiempo padecí una amenaza de catarata. Sigo con mi relato: estuve en “Heraldo” de 1926 a 1931, luego pasé a trabajar en el laboratorio de Marín Chivite.
-Bueno, pero usted ha pasado a la historia también por ser el retratista de “Los Alifantes”.
-Se llamaban así por la estatura que tenían. Jugaban en el Campo de Torrero. Como fotógrafo de calle me pasaron muchas cosas. En 1934 hubo aquí en Zaragoza una concentración de anarquistas de toda España. De regreso a Valencia, en un camión, se produjo un accidente en el puerto de Paniza. Volcó el coche y hubo cuatro muertos. Durruti y Ascaso vinieron al estudio de Marín Chivite para que les tomase fotos. Como él no podía, fui yo, tomé las fotos de los muertos y de los heridos, a los que habían llevado a Cariñena, y esas fotos impresionantes estaban en el archivo de “Heraldo”. Durruti y Ascaso fueron muy simpáticos conmigo.
-Usted estuvo en diversos frentes en la Guerra Civil. ¿Pudo ejercer como fotógrafo?
-Sí. Recuerdo que en Pozondón, cerca de Albarracín, yo era fotógrafo de V División a las órdenes del General Ponte y Manso de Zúñiga. Había moros con nosotros. Estábamos en la fuente, ellos llenaron la tetera y se pusieron a preparar té; como no tenían filtros, cogieron un calcetín, probablemente de un soldado muerto, y lo colaron. Me dijeron que lo tomase. Yo no quería, pero no hacían más que insistir e intentaron obligarme. Iba con escolta siempre, aquel día con miembros de Renovación Española, entre los que estaba el jugador de “Los Alifantes” Tomás. Le llamé y él y sus compañeros tuvieron que empuñar los fusiles para que me dejasen en paz.
-Usted estuvo en Almudévar, en Belchite...
-Sí, con el ejército nacional siempre. En Belchite hice fotos de muertos de las Brigadas Internacionales, pero el editor de mi libro no las quiso publicar porque dijo que eran demasiado tétricas, y también cuando el pueblo estaba en llamas. Me licencié en Burgos y regresé para trabajar en “Amanecer”, aunque Antonio Mompeón quería que viniese a “Heraldo”. ¿A qué no sabe lo que me pasó a los pocos días?
-La verdad, no.
-En el paseo de la Independencia, en un pilar, habían dejado un cartel de propaganda electoral que ponía: “Votad al Partido Comunista”. El director, Francisco Villalgordo, me dijo: “Haz esa foto que vamos a hacer un comentario”. A la mañana siguiente, el Capitán General de la V Región Militar mandó retirar toda la edición, incluso hubo que requisarla de los trenes. Habían interpretado la foto como propaganda del Partido Comunista. Mandaron una patrulla para detener al director y a mí. Un compañero vino al Campo de Torrero y me lo explicó todo. Los Bomberos retiraron la pancarta, pero a nosotros nos estaban buscando. Nos fuimos al Servicio de Información de Falange, en Predicadores, donde pasamos la noche sin poder dormir. Habían llamado a Serrano Suñer y éste a Franco. Al comprobar que no teníamos ninguna filiación, nos soltaron. Eran las seis de la mañana. Eso sí, nos dieron un bocadillo admirable.
-Usted conoció a Eva Duarte y llegó a verla en privado a raíz de aquella foto en que parecía enseñar el culo y se trataba de la calva de un canónigo. ¿Cómo era de cerca?
-Imagínese el escándalo. Fui a Cogullada a verla para enseñarle la foto y explicarle que era un efecto óptico. Al principio me trató como si fuera una cualquiera... Había llamado a Perón y todo. Claro, daba la impresión de que estaba enseñando el culo. Le di la foto y quedamos tan amigos. Era guapa sí y hasta me pareció más simpática. Sólo estuvimos cinco o diez minutos.
-Sin embargo su foto más impresionante la tomó en Tarazona: una cogida casi mortal de Jaime Ostos.
-Entonces ya trabajaba para Europa Press y “El Noticiero”. Fui por mi cuenta. No tenía que trabajar ese día. Yo pienso como Robert Capa: “Si quieres sacar buenas fotos, ponte cerca y permanece atento”. Vi que algo raro pasaba. El viento le levantaba la muleta y se produjo la cornada: la capté, también retraté a la gente que bajaba para las transfusiones de sangre. Imagínese la cantidad de sangre que había perdido que volví a casa con los zapatos encharcados a pesar de que había echado varios sacos de serrín. Ostos estaba totalmente amarillo, medio muerto, y yo esperaba allí a que se muriese para dar la noticia. El doctor Valcarreres me dijo: “Sólo un milagro puede salvarlo”. Y el milagro se produjo.
-Ya, pero usted sacó la foto más impresionante...
-Sí. La querían “Paris Match”, que me puso un cheque en blanco, la “Gaceta del Norte”, me la pidió Ramón Salanova para la agencia EFE, pero yo me debía a Europa Press. La mandé, pero alguien la robó para “Pueblo”, que la sacó en primera página, muy grande. Tuve que dar explicaciones a mi empresa.
-¿Qué ha sido la fotografía para usted?
-Ha sido esencial, justifica mi existencia. Si volviera a nacer, volvería a ser fotógrafo. Y eso que, como ve, me ha pasado de todo. Recuerdo que durante una huelga de camioneros, unos infiltrados me cogieron la cámara, la destruyeron y jugaron al fútbol con ella en el Café Madrid.
*En 2002, conversé con Gerardo Sancho, que ha sido uno de los inspiradores del personaje de Patricio Julve que aparece en "El testamento de Patricio Julve" y en varios cuentos de "Golpes demar". Acababa de publicar "Memoria fotográfica"; le entrevisté por extenso en 1994. Gerardo Sancho, uno de los grandes reporteros aragoneses de prensa del siglo XX, fallecía el pasado jueves. Se retiró en 1981 y en todos esos años se dedicó a vivir y a cuidar su excepcional archivo junto a su esposa Lolita. La foto, la única que he podido encontrar en Internet, pertenece al archivo de Heraldo. Se hizo en el Hotel Alfonso I.
NOTA SOBRE PATRICIO JULVE, JUAN MORA Y GERARDO SANCHO
[La fotografía es un hecho físico y químico contra el olvido.
Los modelos directos que tenía en la cabeza para crear a Patricio Julve no eran tan célebres. Pensé en un modesto fotógrafo local, Juan Mora Insa, cojo, que tenía una bicicleta semiautomática que le permitía acceder a lugares insospechados por su altitud. Mora ha captado todo el paisaje aragonés y sobre todo el patrimonio, y nos ha legado un prodigioso archivo. Y pensé en otro fotógrafo que conocía por sus fotos, pero no en persona. Se trataba del fotógrafo de prensa, nacido en un pueblecito de Teruel, Gerardo Sancho, que inició su carrera en “Heraldo de Aragón”. Entró a trabajar en 1926 con Marín Chivite y con Francisco Martínez Gascón, en un tiempo en que el periódico acababa de perder a otro fotógrafo, Lucas Cepero, que había sido asesinado por un marido traicionado. Cepero se entendía con la esposa de un paisano, éste vino y le pegó un tiro.
Gerardo Sancho me reveló el día que le conocí que él nunca había visto nada, ya desde niño, del ojo derecho y me narró miles de anécdotas de más de medio siglo de fotografía. Un día vinieron Durruti y Ascaso, en 1934, para que fotografiase a los muertos y heridos que había habido en un accidente de un camión de anarquistas en el puerto de Paniza; otro día me contaba la ya conocida anécdota de una foto que le hizo a Eva Duarte de Perón en el Pilar: la mujer se acuclilló, un canónigo asomó la cabeza y un efecto óptico en la reproducción dio a entender que la primera dama mostraba el culo. El escándalo fue mayúsculo. A la mañana siguiente, Evita, “la madrina de los descamisados”, estaba indignada: Gerardo Sancho –que ha recogido esa foto en un libro que se titula “El ojo del cíclope”- fue a verla al monasterio de Cogullada con la foto. La señora, aquella falsa rubia que era un mito nacional, lo recibió de uñas. Dice él que “parecía una cualquiera”. Se la mostró, le explicó y ella lo entendió, sonrió, y se quedó con la foto. Le dijo que se lo había dicho a Perón y que volvería a llamarlo para explicarle el error. Gerardo Sancho también hizo las últimas fotos de Carmen Amaya y tomó aquella espeluznante toma de una cogida casi mortal de Jaime Ostos en Tarazona, en los años 60. Dice que le tomó varias instantáneas: que estaba amarillo y que salió tanta sangre de su cuerpo que llegó a casa con los zapatos encharcados.
El hecho de que Juan Mora Insa y Gerardo Sancho se hubieran conocido también me pareció un bonito detalle. Así que fundí varios elementos de ambos, de Sancho y Mora Insa, y nació Patricio Julve, que ya tiene vida propia. Con él me ocurren muy peculiares. Un joven cineasta me ha dicho que quiere rodar la vida del fotógrafo, pero no en el Maestrazgo exactamente, sino en Nueva York, aunque he de confesarles que esa visita yo no la tenía contabilizada, no formaba parte de mis fantasías. Y Miguel Mena lo ha convertido en corresponsal de la Agencia EFE.]
PEPE MELERO CUMPLE HOY, DOMINGO, 50 AÑOS

José Luis Melero Rivas cumple hoy, exactamente hoy (no ayer), 17 de diciembre, 50 años. Está en el mejor momento de su vida: como padre, como amigo de sus amigos, como consejero del Real Zaragoza, como marido, como escritor, como intelectual, como rayo de sabiduría y de ternura que no cesa, como fabulador entre libros.
El pasado viernes, por sorpresa (ni se olió la tormenta de cariño), Ana Bendicho, Genoveva Crespo, Yolanda Polo y Mari Burges, entre otras mujeres, le organizaron una fiesta maravillosa en el Estudio Novo de Bendicho. No faltó nada: ni una insignia con la efemérides, ni un mural fotográfico bastante espectacular con instantáneas de su niñez y de su adolescencia, su época de cantante, su boda con Yolanda, sus viajes alrededor del mundo, de Zaragoza y de Aragón (que son el laberinto inicial de su mundo), instantáneas con algunos de sus amigos más íntimos, y tiene un auténtico pelotón. Incluso estas mujeres, que dejaron al azar lo justo, le hicieron una camiseta con una foto de niño aplicado donde se parecía como una gota de agua a otra a su hijo Jorge Melero Polo, el gran forofo del Real Zaragoza, que dejó de ser un buen centrocampista de contención para convertirse en un galán juncal (pongo el adjetivo en homenaje a Miguel Mena: me recordó ayer en Calamocha que lo uso mucho). Pero hubo muchas más cosas: excelente comida, vinos, cariño, regalos, mucha alegría. Pepe, estupefacto al principio (estaba invitado a asistir a la presentación de unos aceites de Mequinenza, y se lo había creído. Se justificó: “Ya se ve que no tengo malicia”), desarboló luego su voz y cantó todos los palos de la jota. Cerca de él se ensayó el poderoso alarido de Erla.
Pepe Melero, querido por todos, bibliófilo y autor de libros espléndidos como “Leer para contarlo” y “Los libros de la guerra”, fue tan feliz que se atrevió a trasnochar hasta las cinco o las seis de la mañana. Incluso ejecutó, sin afectación alguna, no como otros, varios pases de baile. Cerca, cerca, las mujeres danzaban y lo miraban como a un ídolo... Alguien dijo: “Jamás he visto a nadie tan joven a sus 50 años”.
*José Luis Melero en Albarracín, en cuyos Encuentros Literarios ha participado en dos ocasiones. Anoche , durante la retransmisión del Real Zaragoza-Valencia, salió varias veces en cámara con guantes de cuero y muy concentrado.
EL 27 MUSICAL, MAENZA, VIRIDIANA Y PLOSSU, EN BORRADORES

“Borradores”, que se emite hoy a las 18.30, recibe esta semana a cuatro componentes de la Asociación Aragonesa de Intérpretes de Música, que acaba de editar el álbum “Del 27 al 51. Recuperación de una modernidad”, con obras de Toldrá, Julián Bautista, Xavier Montsalvatge y Evaristo Fernández. Carmen Esteban (al piano) y Francisco Antonio García (clarinete) interpretan “Oración de otoño” de Toldrá; Joan Chic (violín) y Consuelo Roy (piano) tocarán “Sketch español” de Montslavatge, y Consuelo Roy y Carmen Esteban explicarán su trabajo. Además, acudirán a plató los jóvenes realizadores Graciela de Torres y Francisco Plou, que han realizado un documental de 55 minutos sobre la vida y la obra y la leyenda del cineasta maldito José Antonio Maenza, que ha sido recuperado ahora en la novela “El abrecartas” (Anagrama) de Vicente Molina Foix.
Borradores, además, emitirá una entrevista-reportaje con el gran fotógrafo Bernard Plossu, que expone en el Palacio de Montemuzo y Spectrum Sotos; conversa con la historiadora del cine Alicia Salvador, que ha publicado el libro “De Bienvenido Mr. Marshall a Tristana” (EGEDA), una auténtica historia del cine español donde se desmenuza el escándalo “Viridiana”; visitamos la exposición de Pintura flamenca de Cajalón,que se prolongará hasta el cuatro de enero. La librería elegida en esta ocasión es Albareda, de Manuel Laviña, que recomienda “Milenio de pasión” de Santiago Morata, entre otros libros. Y despide el programa, el poeta y editor turolense Nacho Escuín. Escuin acaba de publicar el poemario “Pop”, del cual leerá una pieza. (Silvia Pinal en una escena de "Viridiana")
Borradores. Televisión Aragón. A las 18.30. Producción: Raquel Guzmán. Ayudante de realización: Yolanda Liesa. Redacción: Ana Catalá Roca. Realización: Teresa Lázaro. Producción Chip: Modesto Rubio.
UNA TARDE EN CALAMOCHA CON JOSÉ LUIS CAMPOS Y CÍA

José Luis Campos es uno de los hombres más cariñosos que conozco. Hace poco tuvo que hacer una operación a corazón abierto, pero ha salido todo bien. Ha tenido que dejar de fumar y hace los esfuerzos justos. Ha ordenado la vida y sus paseos: come en casa, convive más con sus niñas, ha mitigado el estrés. Ha terminado una impresionante casa en Calamocha, una casa con vistas y piscina, y allí acogía a algunos de sus amigos el pasado sábado. Preparó, con su amigo Miguel, marido de su sobrina Loli, y con Nico, un joven rumano que colabora con él y trabaja en la construcción, una comida ideal con morcilla y cordero jugoso y merluza a la plancha. Además, hubo buenos vinos, un exquisito y aromático aceite, quesos, tomates, lechugas, frutas y postres, y todo el cariño de José Luis y su mujer Mari Carmen, encantada de recibir en casa a los chicos del Club del Gol de Nayim, a los que ella les ha cambiado el nombre por otro más humorístico: El Club de los Poetas Muertos. Antes de la comida, José Luis mostró a sus amigos –entre ellos Daniel Mena Ventura y su cuidadora Petra de Brno- algunos de sus secretos: un espectacular césped que tiene en la parte de atrás, donde va a instalar un cenador de verano, un pequeño gimnasio con la cinta para andar y una sofisticada bicicleta estática, ejercicio que suele realizar cada día ante algún telediario. El garaje es ideal, y el cuarto de la calefacción parece un monumento a la mecánica y las nuevas tecnologías. Alguien dijo: “José Luis cuida todos los detalles”.
En la comida, hubo risas, confidencias, corrieron chistes. Algunos comimos con auténtico afán; otros, porque el ternasco estaba en el punto exacto de brasa, comieron con un placer tan voraz como no lo habían hecho en mucho tiempo. El champán era de Cariñena. Y José Luis y Mari Carmen estaban felices. Sus hijas Miriam y Sara apenas quisieron posar por los fotógrafos amigos: prefirieron algunos regalos de José Luis Jiménez y Juan Carlos Meler. Daniel Mena y Petra y la chiquillería menuda fueron a ver, y no sé si a montar, al caballo Rociero, del hijo de Miguel, que es un afamado jinete. Anfitrión de lujo, y productor incondicional y entusiasta de “El Reservado”, el programa de entrevistas que conduce Luis Alegre, José Luis Campos sorprendió a sus amigos con espléndidos regalos.
La noche había llegado al galope y por sorpresa. Tomamos el coche y regresamos. Cuando presumía que estábamos a punto de llegar, recibimos un mensaje: “¿Qué tal ha ido el viaje?”. Era de José Luis Campos. Antes de la partida, nos había dicho: “Éste ha sido uno de los días más felices de mi vida”. Subía la cuesta del garaje de su cuesta y no notó cansancio alguno en el corazón.
*Veíamos, recortada en el cielo, esta torre de la iglesia de Calamocha.
LUIS ALEGRE Y DAVID TRUEBA, CANDIDATOS AL GOYA

“La silla” de Luis Alegre y David Trueba es candidata al mejor documental en los próximos premios Goya. Se trata de un documental-entrevista donde Fernando Fernán Gómez habla de lo divino y lo humano, de la alegría, del amor, del arte de vivir.
[Reproduzco aquí un diálogo con Luis Alegre sobre este proyecto; el texto se publicó en “Heraldo” con motivo de su presentación en el Festival de San Sebastián]
CONVERSACIÓN CON LUIS ALEGRE
Fernando Fernán Gómez decidió jugar a un “experimento”. Dos de sus amigos, Luis Alegre y David Trueba, aquellos dos chicos que se colaron en su fiesta de cumpleaños y que fueron presentados por dos cantantes callejeros de Zaragoza, iban a tirar de la lengua. Le someterían a diversas preguntas, le invitarían a abordar distintos temas y a hablar a la cámara. El resultado de más de 20 horas de grabación es la película-conversación “La silla de Fernando” que se proyectó ayer y se proyecta hoy en el cine Príncipe, dentro del Festival de Cine de San Sebastián.
Luis Alegre explicaba desde la ciudad donostiarra que “esta película nace de la fascinación absoluta que sentimos David Trueba y yo por Fernando Fernán Gómez: por su personalidad, por su manera de ver la vida, y por la expresar ambas cosas hablando. Fernando es un fuera de serie, en primer lugar, por su aportación cultural al siglo XX: es el hombre que sintetiza muchas artes: la literatura, el cine, el teatro, la televisión. Pero además es un fuera de serie contando lo que ha vivido, lo que ha pensado”. Dice Luis Alegre que no es un documental al uso, “si la división es documental o ficción, es un documental”, porque no se hace un exhaustivo recorrido por su vida y su obra, sino que es una obra que “registra lo que cuenta y sobre todo cómo lo cuenta. No he visto nunca un discurso tan seductor, tan magnético, tan explosivo y tan artístico como el de Fernando Fernán Gómez. Quien lo admire ya por su vastísima y plural obra, descubrirá una faceta humana. En cierto modo, ‘La silla de Fernando’ es una reivindicación de hasta qué punto la palabra puede ser bella y hermosa cuando la dice alguien como él”. Luis Alegre insiste en algo que ya ha expresado en otras ocasiones: “Fernando posee la mente más libre y genial que he conocido en mi vida”.
¿Qué cuenta en realidad esta película-conversación? Luis Alegre dice que casi le da apuro contar una anécdota específica porque teme romper la magia. “Fernando Fernán Gómez habla, por ejemplo, de la fascinación infantil y del enamoramiento que sintió siempre hacia Marlene Dietrich; del día que vio a Ava Gardner; de la bohemia y de su relación con el alcohol. De tan sincero, resulta políticamente incorrecto. Nunca es convencional ni previsible. Es un hombre desprejuiciado. Parece misógino, y dice cosas que constituyen un gran homenaje a las mujeres. Una anécdota magnífica que narra es aquella en que el director Luis Lucía le dice: ‘Fernando, acompaña a un bar que tengo ganas de pegarme con alguien’. Fernando no recurre a lugares comunes, su inteligencia no se basa en un diccionario de ideas recibidas, piensa por sí mismo sin resultar pedante ni arrogante”.
La película presenta a Fernando Fernán Gómez siempre sentado en una silla, en “la misma silla”, en un clima de máxima intimidad. La grabación de 85 minutos también incluye imágenes de películas “muy significativas”, fotografías de su vida y de los personajes que evoca, y también un espectáculo de 1992, “el último que hizo en el teatro”. Recuerda Luis Alegre que fue un espectáculo dirigido por Mario Gas, del que sólo se hicieron dos funciones: una en Madrid y otra en Barcelona, donde Fernando salía recitando anuncios clasificados por palabras. “Es tan gracioso eso que hemos decidido arrancar así. Pero además hay algo muy emocionante: Bebo Valdés y Enrique Morente nos han regalado una versión estupenda del tango ‘Caminito’. Al principio, suena sólo al piano de Bebo Valdés, y al final Morente canta. Es algo inolvidable, un regalo que nos han hecho por amistad y admiración hacia Fernando”·. Luis Alegre recalca una sensación, una búsqueda de los directores: “Ni a David ni a mí se nos ve; sólo se nos oye alguna vez. Queríamos que el espectador percibiese que Fernando le habla directamente a él”.
JOSÉ LUIS BORAU: UN DIÁLOGO APASIONADO

[Esta noche, a las 19.30, en el cine Palafox se presenta la copia restaurada de “Furtivos”, la película de José Luis Borau. A modo de homenaje a su persona y a su trayectoria, traigo aquí esta entrevista publicada en mi libro “Vidas de cine” (Biblioteca Aragonesa de Cultura). Creo que contiene un retrato del hombre, de su vinculación con la ciudad, de su forma de entender el cine. Y también tiene algo de cuento de Navidad. Soy un admirador incondicional de Borau, incluso de su narrativa. Guardo un magnífico recuerdo de “Furtivos” y de “Río abajo”, muy especialmente]
Se ha confesado José Luis Borau apasionado e imprudente, y también tímido. A ratos, mientras defiende sus ideas cinematográficas --del tipo "la película ideal es aquella en la cual la cámara, que es una convención como la cuarta pared del teatro, no se nota. Y eso lo tenían muy claro Fritz Lang, hacia su cine siento una especie de enamoramiento, John Ford o el propio Rosellini, que me deslumbró: yo soy una consecuencia del neorrealismo"--, le sale otro atributo: la vehemencia. Defiende sus argumentos hasta encenderse, entonces esa suave piel de albérchigo y nata de su rostro se vuelve pelusilla bermeja de melocotón, ascua de ira. Y lo veremos así en ocasiones: terco, convencido y utópico. "Basta que me digan que una película no se puede hacer para que a mí me interese e intente hacerla". Es un magnífico y ansioso narrador: historias secundarias interfieren y matizan una y otra vez el relato principal de su oceánica memoria. Esta, al fin y al cabo, es una película sobre la memoria.
Nació el cineasta a orillas de la playa de Torrero, en una casa del Canal Imperial de Aragón en la cual vivían su abuelo paterno, sobrestante o encargado general, y sus padres Félix y Antonia. La casa tenía jardincillo y el viudo abuelo disponía de un coche con chófer. El abuelo se murió a los seis meses de haber nacido el primogénito y la familia se trasladó a la calle La Paz, a unas casas baratas, y luego a la calle Albareda.
--La gente entonces se cambiaba mucho de casa. Y a mí, hacia 1933 o así, me resultaba natural salir a pasear por la tarde con mis padres a ver casas. Mi padre se decantó por una vivienda de Albareda porque estaba cerca de su trabajo en el Banco Hispanoamericano y porque la casa era bonita, con una fachada de art noveau. Mi padre era republicano, pero no pertenecía a ningún partido, y solía llevarme a la Gran Vía a los desfiles del día de la República. Desde la plaza del Paraíso hasta el parque todo eran solares, en medio estaba el Campo de la Victoria, donde se jugaba al fútbol. Me subía en sus hombros y veía pasar a la gente. Tengo recuerdos muy nítidos: a veces aparecían los pacos, aquellos pistoleros que andaban por los tejados, y nos metíamos en las habitaciones interiores donde no hubiera ventanas; aun así, si había alboroto colocábamos los colchones ante los cristales. Había un clima especial de peligro. Una vez, durante las fiestas del Pilar, las ferias se colocaban en Marina Moreno (hoy Paseo de la Constitución), iba con mi madre de paseo. Llevaba un monederito con perras gordas y perras chicas. De repente, alguien empezó a gritar: "Que corren, que corren", por las huelgas o por los pacos, la gente se echó a correr y mi madre y yo también; en medio del tumulto perdí mi monedero. Tuve un disgusto horroroso.
--Me alegro de que haya hablado de su madre, porque siempre parece estar en un segundo plano en su vida.
--No, no, qué va. Suena o tópico o a literario, pero mis padres eran muy buenos. Les debo lo que soy. Yo era la esperanza de la casa, la razón de ser de toda la familia, incluida mi tía Mercedes que vivió con nosotros, nos ayudó mucho porque habíamos entrado en decadencia y fue la mujer más inocente que conocí en mi vida. Con ella descubrí el placer de dibujar: dibujaba con aquel estilo de colegio de monjas de principios de siglo. Los tres lo sacrificaron todo por mí. Quizá porque fui hijo único, mis padres eran más bien rigurosos conmigo.
--Su madre era conservadora y religiosa, y su padre republicano. ¿Había fricciones entre ambos?
--No, no. Yo no viví la política en casa. Cuando estalló la contienda, ella ofreció de donativo para ayudar a Franco un reloj de oro, donativo que apareció en prensa, porque así pensaba que dejarían tranquilo a mi padre a pesar de sus ideas. O creerían que estaban con los insurrectos. Al cabo de los años, decía mi madre: "¿Por qué habremos dado aquel reloj de oro? Total, ¿qué no has dado Franco? Nada". Los falangistas le caían muy mal por intuición, en cambio de muy niño yo iba a veces con boina de requeté.
--Ya, pero su padre no era el que aparentaba. Se dieron hechos de vibrante clandestinidad como esa relación epistolar con su sobrino José Ruiz Borau, luego José Ramón Arana, librero y autor de El cura de Almuniaced.
--Yo debí verlo alguna vez antes de la guerra, pero no lo recuerdo. Era hijo de una hermana de mi padre y se cambió el apellido por el de su segunda mujer. Hace un año, en un homenaje a mi primo y a Manuel Andújar en el Ateneo de Madrid, descubrí cómo se parecían entre sí mi padre y mi primo, y yo mismo en menor medida. Alguien recordó algo que yo ignoraba: cómo el tío Pascual --así le llamaban a mi padre en Monegrillo, porque Pascual era el nombre de mi abuelo-- iba por las tardes al Instituto Británico con su traje de banquero a recoger propaganda de los aliados. A la salida siempre había un policía que registraba a la gente, pero a mi padre, con aquel aspecto, ni se le ocurría. Eso lo llevó totalmente en secreto. Además nunca daba señales de vida. Iba al Casino Mercantil, al café Ambos Mundos, pero nunca daba explicaciones de nada. Si mi madre se hubiera enterado hubiera puesto el grito en el cielo y no sólo por razones políticas, sino de peligro. Arana hacía cosas parecidas: en México lo pasó muy mal, cogía un taxi y siempre decía que lo dejase dos o tres manzanas más allá porque no querían que supiese cuál era su casa. Años después, mi primo el novelista le escribía a mi padre al banco con nombre de mujer casi siempre, y yo sospechaba algo porque luego mi padre traía unos extraños sellos de México que me mostraba.
--Hablemos de la Guerra Civil, que para el niño Joseluisín fue una fiesta: no había colegio...
--La viví bien, muy bien dentro de la gran tragedia y me acuerdo fantásticamente de ella. Tengo buena memoria y hay cosas que no quiero que se me olviden jamás. Nunca olvidaré la guerra. Al lado de mi calle estaba el Gobierno Militar, el Frontón Aragónes que era el cuartel de Falange, la Enseñanza que se constituyó en el hospital de los italianos, y a aquel cul de sac (la calle Albareda no tenía salida) llegaban también los camiones alemanes y los dejaban allí. Los soldados alemanes se sentaban en círculo y se ponían a comer a la intemperie; empezaban antes de que llegase mi padre, terminaba éste la comida y ellos seguían y seguían comiendo. Vinieron a vivir con nosotros mis primas Petra y Gloria, hijas de un hermano de mi padre que se habían muerto. Acudían de vez en cuando desde Monegrillo y me traían cromos de Nestlé. Cuando estalló la Guerra Civil, su madre Alejandra y ellas tomaron el coche de línea y vinieron a refugiarse Zaragoza; un grupo de soldados paró el coche a la altura de Villamayor, disparó al aire y ese impacto mató a mi tía. Supe que mi padre no había ido al trabajo, que le había pasado algo a la madre de mis primas y cuando los vi aparecer a los tres, empecé a gritar desde el mirador: "Ya vienen, ya vienen". ¡Qué impresión, luego! Mis primas estuvieron con nosotros hasta la primavera de 1938: eran hermanas, compañeras de juegos, me enseñaron las canciones de Imperio Argentina. Cuando se marcharon tuve un disgusto enorme. Creo que estaba enamorado de ellas, a pesar de que Petra era veinte años mayor que yo y Gloria quince. Hay otras escenas, pero quizá me esté alargando...
--En absoluto. Siga, por favor...
--En aquellos días mi padre estaba callado. Nuestra casa tenía cinco plantas y cuatro viviendas por planta. Nosotros empezamos viviendo en la tercera y luego bajamos a la segunda. En el sótano, había un cuarto por vivienda. Y durante los bombardeos, se amueblaban con cortinas, alfombras y colchones y allí nos refugiábamos, se hacía un pequeño apartamento contra el miedo. Recuerdo toda la casa como si fuera una película neorrealista italiana de las que vimos después. Se decía: "Ya han entrado los rojos". Pasamos así muchas noches y los niños nos columpiábamos en una especie de rejilla que había en las puertas.
José Luis Borau carecía de amigos. A su domicilio rara vez venía gente de afuera, y así se fue haciendo rebelde y retraído (se iba su padre al banco y él se quedaba acunándose en la mecedora; volvía al cabo de unas horas y lo encontraba igual, bamboleándose como un autómata), pero también despreciaba a los mayores. No podía soportar que confundiesen el nombre de los ilustradores o de las editoriales Walt Disney o Sopena, y se los conocía todos. Su clarividencia y desdén tuvieron un especial eco en un desfile de gigantes y cabezudos. Su madre y su tía los vieron pasar por la plaza Paraíso. Bajaron. Estando en brazos de doña Antonia, el niño, con cinco o seis años sólo, dijo: "Ya está bien. Ya está bien de hacer que me creo esto. Si son de cartón". La señora se quedó estupefacta. Lo mismo que tía Mercedes cuando salían juntos a jugar a los jardines agrestes de Capitanía, llenos de palmeras. Se perdía o se escondía, y la pobre mujer lo llamaba a gritos, más asustada que enojada, porque no se atrevía a volver a casa sin él. "Era malísimo, malísimo". Casi sin quererlo descubrió la vocación y el edén en la sala oscura del cine.
--Mis padres iban poco al cine. Eran ya un poco mayores, no teníamos dinero, lo que les habría gustado era el teatro. Mi madre no estaba en contra del cine sonoro pero decía que "sonaba demasiado la lata". Yo había visto cosas antes de la Guerra Civil, y recordaba a Imperio Argentina en Nobleza baturra. Fue una emoción fortísima. A mi padre le gustaban las películas de fieras: Tarzán y todas esas cosas, y yo me aprovechaba. Una vez fuimos a ver una cinta alemana con subtítulos de un circo al Actualidades; se planteó un dilema al producirse un incendio: o se dejaban morir las fieras en la jaula o se soltaban, con lo cual la gente corría peligro. Soltaron algunas fieras, y recuerdo la imagen del protagonista, herido. De repente apareció una mujer bellísima, rasgaba un trozo de la tela del viso y le vendaba. Aquella imagen me produjo un trastorno físico, moral, erótico, no se qué, que aún no he superado.
--Sé que a los doce años les dijo a sus compañeros de los Agustinos que quería ser cineasta. Pero antes había querido ser arquitecto...
--Sí, por una razón. Mi padre se quedaba poco en casa conmigo. Cada vez que lo hacía era una fiesta. Y me pintó una casita, que me fascinó. Desde entonces siempre le pedía casitas. Yo era buen dibujante, muy buen dibujante (no está bien que lo diga yo), pero en el colegio a veces me suspendían porque pensaba que calcaba. En vísperas de la Guerra coloqué sobre una alfombra unos dibujos de una ciudad entera con su puente, su iglesia, su ayuntamiento. Claro, todo eso cambió cuando empecé a aficionarme al cine y un día me pregunté: "¿Quién hace las películas? Quiero ser el director".
--El embrujo del cine no excluía la mitomanía. La mujer de su vida era Diana Durbin...
--Le escribí dos veces a la Universal y me mandaron dos fotos suyas dedicadas. Yo creía, claro, que era ella quién lo hacía. Pero mis héroes de juventud eran El Gordo y el Flaco. Encontré su dirección de la Metro Goldwin Mayer en una revista y le dije a mi padre que me ayudase a escribir la carta. Lo recuerdo muy bien: estábamos los dos en una mesa de mármol del velador de Ambos Mundos, lo convencí, mi padre pidió recado de escribir con su tinta morada y empezó: "Muy señores míos y de la mayor consideración..." Ya supe que nunca me iban a contestar.
--Fue usted crítico de cine en Heraldo de Aragón, contertulio en Roy Club de Manuel Rotellar, amigo de Pérez Gállego, Paco Uriz, Joaquín Aranda y de Román Escolano, para los cuales era casi un preceptor, dicen. Sí, pero lo que me llama la atención es su afición a la literatura.
--La he tenido desde siempre. Leía muchísimo desde pequeño. En mi casa sólo había una colección de libros de contabilidad que mi padre no había leído nunca. Iba a las librerías, a la biblioteca, etc. Traté a Hemingway en dos ocasiones, una aquí en Zaragoza con Pepito Pérez Gállego y Joaquín Aranda durante una entrevista, y otra en Pamplona con Jesús Fernández Santos, lo admiraba mucho, aunque uno de mis escritores favoritos es Baroja. Joaquín Aranda me prestó, en 1950 ó 1951, la edición de Santuario de William Faulkner. No me gustó nada al principio, pero que quedó un regusto especial, me di cuenta de que era algo grande. Me trastornó. La acabé y la volví a leer de inmediato. Esa sensación no me había pasado con Hemingway. Me ocurre una cosa: me gusta inventar historias, fui un niño muy mentiroso. Veo una escena de lo más tonto y ya me imagino que pasaría con esos personajes en un libro, como si fuese un escritor. Es como un tic mental que me viene desde entonces, pero yo ya quería hacer películas.
Y vaya si las hizo. De todas las formas posibles: como guionista, productor, actor y director. "Hago las películas en tanto en cuanto no me las sé. Es decir, quiero hacer películas que no se hayan hecho todavía. Soy un clásico por fuera, asumo la larga marcha del cine, pero por dentro no. Si he hecho poco cine es porque nunca nadie me llama para hacer las películas que yo quiero realizar". Esta película de la memoria termina con un homenaje a Chaplin, maestro de cine.
--Durante un festival de Cannes en 1957, con Alberto Oliveras y dos amigos más fui a ver a Picasso. Estuvo encantador, nos invitó a una gran ensaimada que acababan de mandarle y nos firmó un catálogo. Le pregunté qué pensaba hacer con sus cuadros. "Quiero que se los den todos a España". En 1961 estaba por Centroeuropa y viajaba en autostop, cerca de Vevey, donde vivía Charles Chaplin, pensé que podía repetirse lo de Picasso. Me indicaron su maravillosa villa. Salió una criada y le dije que quería ver al señor Chaplin y le di una tarjeta de la Escuela de Cine de Madrid. Al cabo de un rato salió Mrs. Smith, una especie de institutriz muy querida por la familia, y me dijo que el señor Chaplin iba a salir. Me quedé muy defraudado y me dije que esperaría a que saliese. Me senté en un ribazo a aguardar. Al cabo de un instante salió un coche. Así vi yo a Chaplin. O creí que era Chaplin, entrevisto, quien se alejaba en el coche.
El Premio Aragón. Es muy agradable ser reconocido en tu tierra, pero a la vez me da un poco de miedo, de pánico pánico, porque no sé si se me lo merezco y lo digo sin falsa humidad. Algunos dirán: "¿Cómo le dan ese premio a un peliculero?". Eso es lo que soy. Por otra parte, siento que mis padres ya no vivan para ver esto.
La Academia. Al principio no creía en ella, nunca iba por allí ni sabía si tenía los pagos al día. Me llamaron para dos años y estaré cuatro, hasta el próximo noviembre. Es muy bonito ver cómo se han ido integrando los jóvenes en ella y cómo los Goya han ganado en prestigio. La Academia me ha dado disgustos y además siempre los tienes con compañeros de profesión y algunas veces con amigos tuyos. He tenido cinco o seis y de ésos ya no me recupero. El problema que tenemos aquí es que, a diferencia de Hollywood, los productores están al margen, no colaboran.
Aragón. Me siento aragonés, no aragonesista porque no soy nacionalista. Nada. Pero mi idea de Aragón es peculiar: me duele la imagen folclórica que tenemos. Cuando veo las fiestas del Pilar, la jota, el cachirulo, todo eso, me parece bien como cosa lúdica que se dice ahora, pero Aragón es mucho más que eso. Nuestra historia es muy superior a esos tópicos. Nosotros hemos sido una especie de reino unido, un estado federalista que hemos respetado la identidad de Cataluña --los catalanes entraron en Atenas al grito de "Aragón, Aragón"--, de Valencia, de Mallorca, de Nápoles y Sicilia, pero la lástima es que la grandeza de Aragón ni se estudie ni se difunda ni se explique. El aragonés ha perdido el respeto a su propia tierra o está enamorado de aspectos demasiado menores, poco ambiciosos o trascendentes, de ella.
Autoestima. Voy a generalizar de una manera un poco ridícula o exagerada. Le diré que el aragonés es muy listo. Y la inteligencia lleva al escepticismo. La inteligencia lucha o mata al sentimiento, y tiende al pesimismo. Uno que es sensible se enamora y se arrebata fácilmente; cuando se es inteligente sabes que el amor es algo relativo, que después de un amor viene otro. Los pueblos que son inteligentes son los más escépticos y pesimistas. Además, Aragón es un país abierto, de paso, sin fronteras naturales. No es un país claustrofóbico y por eso le cuesta más mirarse tanto el ombligo como aquéllos que están encerrados entre montañas.
REESTRENO DE "FURTIVOS" DE BORAU: UNA NUEVA COPIA

José Luis Borau salió al centro del cine Palafox, sala principal, comprobó que se oía su voz y se dirigió al público. Aún divisó el rastro del negro y elegante vestido de María Jesús. Juan Alberto Belloch lo miraba de frente y luego iba a cuchichearle levemente, sin molestar a nadie. Explicó que “Furtivos” nació de dos obsesiones: quería hacer una película con un bosque y con Lola Gaos. Explicó que en el bosque había alguien, como Saturno tal vez, que devoraba a su hijo, casi literalmente (o algo así le preguntó su coguionista Manuel Gutiérrez Aragón) y matizó que Lola Gaos –hermana de poeta y de filósofo, e intelectual ella misma a pesar de su apariencia- siempre estaba en su sitio, tenía presencia y voz, y era la mejor intérprete de “Tristana”, mucho mejor que Catherine Deneuve. Contó muchas más cosas Borau, que se dejó arrastrar por el corazón consciente de que podía decir tonterías y ponerse sentimental. Contó también como su amigo del alma Luis Cuadrado, el fotógrafo con quien tanto discutía, alumno de Enrique Torán, estaba sumamente preocupado por la aspereza de la película cuando llevaban la mitad del rodaje. Y lo mismo le sucedía a Gutiérrez Aragón. Y luego, contra pronóstico, ocurrió lo impensable: la película tuvo éxito, peleó con la censura, deslumbró a muchos e hizo correr ríos de tinta. Borau, que recuperó su cara de niño cinéfilo, agradeció los tres años de trabajo de la Filmoteca (con Ana Marquesán al frente) para devolver a “Furtivos” lo mejor de sí misma. Añadió que él no había hecho nunca cine según la moda y que esperaba que superase la prueba del tiempo, del espacio y del tiempo. Por cierto, dado ya a las confidencias, Borau repudió elcine de la "nouvelle vague", especialmente "Hiroshima, mon amour", y volvió a declararse afecto al cine natural de Fritz Lang. Pilar Navarrete, director General de Cultura, me bisbiseó al oído la emoción que le producía oír a Borau; elogió su ironía, su lucidez, su sensibilidad, su sentido del humor.
“Furtivos” supera la amenaza de los días. La película, tensa, llena de fuerza y desgarro, gira en torno al complejo de Edipo. Ángel, enclaustrado, atado a los caprichos dominantes de su madre, vive al margen de la alegría. Conoce a Milagros y se libera: se descubre a sí mismo, descubre la libertad, esa libertad que el corazón del bosque le daba y le quitaba: él era el cazador furtivo, el explorador de las encrucijadas de maleza, y a la vez era el cautivo. Ese bosque, en cierto modo, es la España del dictador, la España encadenada a la tradición, la España oscura. Él mismo encarna la clandestinidad entre la fronda. Y Milagros es la explosión del deseo, el sueño, el torrente de la pasión, la luz que llega como una invasión de lascivia y de esperanza. La película resiste bien el paso del tiempo (tiene algo de escritura paralela, de mundo paralelo al de Pascual Duarte, al de La Celestina...), los actores están espléndidos, sobre todo los cuatro básicos (Borau entre ellos), y hay algo que desvirtúa y malogra un poco la atmósfera general de la película: la música de Vainica Doble, que no pega nunca ni con cola. Jamás había oído una banda sonora tan discordante o dispareja en una película, y siento decirlo porque he sido fan de Vainica Doble.
Había muchos amigos, muchas mujeres bonitas, inteligentes y audaces: María Jesús Magaña y Amparo Martínez, que lucían un negro luminoso; Pilar Navarrete, Ana Marquesán, Assumpta Serna, con esa madurez hermosa de animal de cartílagos airosos, Alicia Salvador, Mari Cruz Soriano, Rosa Borraz, Pilar de la Vega, Carmen Solano, la estilista Carlota Martín. Y había muchos caballeros: Manuel Calvo, Antonio Isasi, Eduardo Ducay, Michel Zarzuela, Juan Antonio Gordón, José Luis García Sánchez y su primo aragonés Alberto Sánchez, Pepe Quílez, Alejo Lorén, Ramón Perdiguer, José Lafarga, Agustín Sánchez Vidal, Juan Bolea, Luis Alegre, José Luis Anchelergues, José Ángel Delgado, Paco Boisset, Leandro Martínez, Jorge Nebra. Y también estaba Diego Rodríguez Gascón, que se estrenaba anoche en ese tipo de actos. El hermano mediano de Daniel, Aloma, Jorge y Sara está deshojando la margarita del porvenir: ¿se hará médico o historiador? Volvimos a casa y todos, todos, se entregaron al doctor cínico de “House”. ¿O no es cínico? Jamás lo he visto...
Diego, que es un completo misterio, dijo que le había gustado mucho “Furtivos”.
*Una de las escenas más duras de la película es cuando Ovidi Montllor expulsa a su madre del cuarto. Lola Gaos se agarra a los barrotes de hierro, pero no importa: Ovidi dice que esa es la cama de Milagros.
ISIDRO FERRER PRESENTA EL "LIBRO DE LAS PREGUNTAS"

[Esta tarde, a las 19.00, en el salón de té del Teatro Principal, se presenta el “Libro de las Preguntas” (Media Vaca) de Pablo Neruda, ilustrado a dos tintas por Isidro Ferrer. Acudirán al acto el ilustrador, el editor Vicente Ferrer y suponemos que Francisco Goyanes, librero de Cálamo. Éste, medio en broma, medio en serio, anuncia que también asistirá Pablo Neruda. De alguna manera, el seductor de Isla Negra, el enamorado permanente de Albertina Rosa, estará ahí.]
Pablo Neruda representa el talento puro, la facilidad verbal, la riqueza de imágenes, el torrente imparable de la imaginación. Isidro Ferrer se reinventa a diario: tiene algo de mago visual, de alquimista del trazo, de la forma, del volumen. De alguna manera, el poeta Pablo Neruda influyó en el artista y diseñador Isidro Ferrer. Y como dice Herrín Hidalgo, Ferrer –premio Lazarillo en 1995, premio Nacional de Diseño en 2003 y premio Nacional de Ilustración en 2006- ha convertido Huesca y su estudio en su Isla Negra particular, en ese territorio de objetos donde todo es posible. Poco antes de morir en 1973, coronado ya con el Premio Nobel, Pablo Neruda ultimaba su “Libro de las preguntas”, un volumen que tiene algo de “Libro de Job”, de manual libre de haikus, y que arrancaba de ese ejercicio de libertad que se llamó “Estravagario” (1958). El libro apareció en 1974 en la editorial Losada, y tres años después en Seix Barral.
Neruda parte de varias cosas: de las “lunerías” y las atmósferas oníricas de su amigo García Lorca, de las “Greguerías” de Ramón Gómez de la Serna, también podríamos adivinar la huella de las “Chilindrinas” de Seral y Casas, de la frescura y la libertad de los ismos, es decir, el eco, el color y el arrebato de las vanguardias artísticas. El libro descansa en la fulgurante magia de las palabras, en la exaltación del ingenio, en la potencia de los acertijos. Escribe Neruda: “Dime, la rosa está desnuda // o sólo tiene ese vestido?”. O: “Hay algo más triste en el mundo // que un tren inmóvil en la lluvia?”. O: “Qué pesan más en la cintura, // los dolores o los recuerdos?”. Y a todo este mundo de preguntas sin respuesta, de incógnitas tanto poéticas como telúricas o metafísicas, les ha dado respuesta Isidro Ferrer con sus ilustraciones para la editorial Media Vaca, en la colección “Libros para niños”.
En la nota epilogal dice Herrín Hidalgo: “En lugar de proponer respuestas imposibles a preguntas imposibles, Isidro Ferrer ha perseguido el imposible máximo, que es convertir un libro de poemas en un teatrillo a medio camino entre La Barraca de Lorca y el circo de Calder. Neruda hace el papel de Neruda y también el de Capitán del Submarino Amarillo; Isidro representa todos los demás papeles”. La explicación es precisa: desde las primeras páginas, asoma un rostro de Neruda en un libro-retablo, y luego, página a página, vemos multitud de figuras y de formas siempre en blanco y negro que sugieren el rico mundo del poeta. Isidro Ferrer construye y recoge objetos, alza volúmenes y los fotografía, y pone ante los ojos del lector barcos, sirenas, manos, laberintos, pulpos, ciudades, un poeta-payaso, ballenas, peces, libros, casas, libros que son casas o refugios de palabras hechizadas.
EL GRAN DÍA DE PENÉLOPE EN ZARAGOZA

16’50 Llegada de Penélope Cruz al Ayto. de Zaragoza.
17’00 Inicio del Pleno Extraordinario.
Acto de entrega de la Medalla.
17’30 Fin de la sesión Plenaria
A continuación, Rueda de Prensa en el Salón deRecepciones a todos los Medios de Comunicaciónacreditados.
18’20 Traslado de la comitiva a la carpa instalada en Valdespartera.
19’00 Acto en Valdespartera :
• Penélope Cruz inaugura oficialmente los lagos y descubreplaca con su nombre.
• Proyección del vídeo de Zaragoza.• Palabras de bienvenida de las autoridades• Intervención de Dª Penélope Cruz.
• El Alcalde enseñará y explicará a Penélope Cruz la maquetade la Expo.
COPA DE CAVA
20’00 Salida de los autobuses para los medios acreditados
*Penélope Cruz con uno de sus mejores amigos, su embajador en Aragón: Luis Alegre.
CÓMO MOLA SER FRIKI*, POR MARIANO GISTAÍN

De "La ciudad de las gaviotas" / Mariano Gistaín.
Lo friki no sale en el DRAE pero está muy bien explicado en la Wikipedia.
Aunque la definición de que un friki es alguien obsesionado o interesado con algún hobbi o tema raro o estrafalario, se queda corta enseguida.
El último de esos temas “frikis” fue la informática, que ya es una obsesión obligatoria, una necesidad básica, aunque las autoridades la sigan condenando, como el inglés, a ser una asignatura maría. Dentro de unos meses empresas indias gestionarán las nóminas, los seguros, las pensiones, etc., de los aragoneses, que por suerte cada vez son más rumanos, peruanos, ecuatorianos, subsaharianos, etc. (Releer “La tierra es plana”).
Hasta hace unos meses decir de alguien que era un friki tenía un leve matiz peyorativo, como de la definición original (freak, monstruo, la maravillosa “La parada de los monstruos”), y de ahí uno que estaba “chiflado” –friki de la época anterior- por los cómics, el manga, la ciencia ficción, el software… Ahora friki es la mejor palabra que hay para definirse. Cuando alguien se divierte con lo que está haciendo, se dice: “soy un friki”, “qué friki soy”. O mejor aún: “somos unos frikis”.
La palabra se ha lavado sola, se ha ido elevando por entre los marrones cotidianísimos y las brasas habituales del poder, los poderes. Cómo definir esas brasas: todo aquello que al ser enunciado hace que se te bloqueen los sensores. Da igual que lo repitan un millón de veces en el telediario o donde sea: tus células se han inmunizado, tu ADN no puede recibir ni una molécula más de esa intoxicación masiva y unánime. Como el mundo estándar se ha apelmazado tanto (aunque intenta jorearse, ay, como TIME y su portada pelotillera), cada cual busca –y encuentra- sus nichos de estar bien, sus aficiones y sus colegas. En dos clics está en una comunidad. Da igual lo que sea, nunca será demasiado raro (friki), siempre habrá alguien, quizá al otro lado de la calle, que disfrute con lo mismo. El grado extremo de frikismo es que, a fuerza de disfrutar con lo que se disfruta (se pasa el tiempo y no te enteras ¿se puede pedir más?), se pueda vivir de eso. Cada día es más frecuente: enredando enredando, al final te haces un experto.
Aunque ahora “experto” se ha ampliado/reducido: también significa: “el que conoce los enlaces”. En fin, el mundo esta(ba) cambiando. Quizá ya ha cambiado: mola ser friki. (Urge renovar “mola”).
(Columna en El Periódico de Aragón de ayer, publicado por Mariano Gistaín en su sección "La ciudad de las gaviotas", que ya se merecería un librico. Lleva Mariano haciéndola más de una década. La foto está tomada de www.anieto2.com).
POESÍA Y MÚSICA: EXPERIMENTOS EN MAR DE DIOS
Día 22. 23h. ESPECTACULAR IN DA NOTTE
Vuelve la Velvet Underground. Experimentos in da notte presenta a Manuel Vilas y Octavio Gómez Milián. Aliados y acólitos: Ángel Guinda, Sergio Algora, David Mayor, Ignacio Escuín, Brenda Ascoz, Charo de la Varga, Carmen Ruiz y David González. Pablo Malatesta, Santi Rex, Jafi Marvel y Jaime StereAnt. Raro dj+Les Fandangodj´s.
Esta noche, a las 23.00 en Mar de Dios, 8. Calle Tenor Fleta. [La foto es del actor y dramaturgo y artista Antonin Artaud]
UNA CITA DE CUNQUEIRO PARA UN DÍA ESPECIAL

Encuentro en medio del maremágnum de la biblioteca, cada vez más despejada de cajas (Euro Mudanzas Martínez), el libro “El juego de los días contados” (Alfaguara) y lo abro al azar, al puro azar, y encuentro este texto de Álvaro Cunqueiro, extraído del libro “Papeles que fueron vidas”, que compiló Xesús González Gómez. “En Zaragoza, el 23 de noviembre de 1542, Felipe Espinosa, ciego, se contrata con Juan Fernández, también ciego, para que durante un año le enseñe su repertorio, oraciones, burlas, refranes, quizás historias, quizás coplas de un sangriento crimen, y milagros de santa Orosia, que era lo que más se pedía a los ciegos de Aragón”.
La foto es del gran fotógrafo y amigo José Antonio Melendo, un amigo que me ha dado la vida y esta ciudad este año.
FELICIDADES: UNA LLUVIA DE ABRAZOS DESDE EL BLOG

Ha sido éste un año especialmente intenso y fructífero, un año de proyectos y de jornadas memorables. Me ha encantado compartirlo con muchos de vosotros (sois tantos que no cabéis aquí. Tendría que poner también a la furgoneta Nissan Serena que nos ha dejado y ha partido a Barbastro once años después), me ha encantado veros entrar por aquí o recibir hoy y todos los días vuestros mensajes, vuestro aliento aunque no haya notas. Me ha encantado estar de testigo de tantos libros, exposiciones, sueños, reuniones, compartir la creación y la vida diaria con vosotros. Y compartir también pequeñas cosas: una tertulia, alguna comida, viajes, confidencias, el programa “Borradores”, muchos afanes desde “Artes & Letras”, el nacimiento de “Golpes de mar”...
Desde el blog, os deseo felicidad, paz, salud, pasión, risa, calma, lluvia de cariño. Y esa energía especial que pedimos al cierzo cada vez que llegamos hasta aquí. Parto unos días a Galicia para estar con mi familia gallega: Carmen de Castro, mi madre, tras un largo mes, vuelve a casa. Podrá andar de nuevo, aunque con otra lentitud: la de quien regresa de un breve naufragio.
Que paséis muy buenos días. Un abrazo y todo mi cariño.
*La foto es de Doisneau. La pareja baila un vals.
UNA NOTA NAVIDEÑA*

Recuerdos
de Navidad
Hubo una época que la Navidad me producía tristeza. Una extraña sensación de pérdida. Ya no, al contrario: percibo como una atmósfera especial, un aire liviano, un extrañamiento gozoso. Apenas tengo recuerdos de Navidad: todos se han esfumado de mi cabeza, no podría contar qué sucedió en 1997, ni sé el año concreto en que los cacos insomnes nos dejaron sin los regalos que Papá Noel había depositado, con excesiva confianza, en el interior de una furgoneta. Sí conservo recuerdos de sensaciones, el descubrimiento de la lentitud, el gusto de pasear por las calles casi vacías mientras se termina de cocinar la cena. De las Navidades de mi niñez no tengo memoria; si acaso sólo retengo una imagen: veo llegar a mi padre con una maleta y con un traje marrón de ciudades casi remotas como Berna, Ginebra, Zurich o Vevey. Lo recibía mi madre, lo acompañaba al piso de arriba y allí le ayudaba a quitarse los pantalones. En sus zaragüelles de franela, llevaba un bolsillo interior con los últimos ahorros. Ahora ocurre al revés: mi madre ha sufrido un amago de infarto y ha perdido movilidad. Se ha pasado más de un mes en la clínica recuperando el movimiento, esforzándose para volver a andar. Y quien la espera ahora es él, mi padre, cautivo de un mes de soledad. Octogenario ya y maltratado por el reuma, orea la casa. Parto al encuentro de los dos desde el otro lado del mundo. Y mientras avanzo recupero el temblor de la Navidad que me golpea en la cara con el chicotazo del cierzo. Soy el que soy y soy el niño que miraba con estupor animal al padre que también traía naranjas sanguinas y caramelos de menta.
[La foto es del Archivo Pacheco, otro de mis fotógrafo preferidos.Acabo de volver de Galicia, y mañana presento en Huesca mi libro "Golpes de mar" en Librería Estilo, en compañía de Rosa Tabernero y José Domingo Dueñas].]
GOLPES DE MAR:PRESENTACIÓN HOY EN HUESCA, EN ESTILO

Esta tarde, a las 19.30, en la librería Estilo de Huesca, se presenta el libro “Golpes de mar” (Destino) de Antón Castro, una colección de 16 relatos sobre el amor, el mar, el arte de contar y las mujeres. Intervendrán en la presentación Pepa Sánchez, librera, y los profesores Rosa Tabernero y José Domingo Dueñas. El libro es una autobiografía literaria, un proyecto en el que he trabajado a lo largo desde hace 25 años, es mi primer y mi último libro hasta ahora. Hay un cuento, uno de mis favoritos, sin duda, que narra una historia de amor en un lugar que podría parecerse a Lasieso, Plan o cualquier refugio inolvidable de montaña. Se titula: “El paseo de la viuda”.
He estado el domingo y lunes en Galicia. Fui a mis playas, y la diseñadora y fotógrafa neozelandesa Pippi Tetley me tomó esta instantánea el día de Nochebuena.
CARLOS FORCADELL, DIRECTOR DE LA IFC

Tal como se anunciaba hace algunos meses en un artículo en Heraldo de Aragón, Carlos Forcadell Álvarez ha sido designado director de la Institución Fernando el Católico. El catedrático de la Universidad de Zaragoza de Historia Contemporánea dijo entonces que nadie le había comentado nada al respecto y que ese cargo tampoco figuraba entre sus ambiciones inmediatas. Ha recibido la invitación decisiva, y será el nuevo inquilino de la tercera planta del palacio de la Plaza de España. Enhorabuena.
*Portada de uno de los libros que Carlos Forcadell, que estuvo vinculado a "Andalán" y dirigió el libro que editó Ibercaja sobre la publicación, ha coordinado para la Institución Fernando el Católico. Posee una vasta bibliografía y un inequívoco ascendente sobre jóvenes historiadores. Discípulo de Juan José Carreras, él también tiene discípulos y compañeros de viaje en la historia como Carmelo Romero, Gonzalo Pasamar, Alberto Sabio, Miguel Ángel Ruiz Carnicer, la feliz "afrancesada" Mercedes Yusta, la siempre adorable Anabel Bonsón Aventín...
ISIDRO FERRER Y NERUDA, POR ROSA TABERNERO*

El Libro de las preguntas. Pablo Neruda e Isidro Ferrer, dos maneras de mirar el mundo, un solo universo.
Una vez ilustrado, ningún libro queda inmune a la influencia de la imagen visual, decía Lewis y no carecía de razón. Pablo Neruda escribió el Libro de las preguntas, una de sus obras más difíciles y menos estudiadas, en los años setenta, Vicente Ferrer ha recogido para Media Vaca esta propuesta y, en el ánimo de editar los libros que él hubiera querido encontrar en el mercado, los que a él le gustan, buscó a un ilustrador que pudiera interpretar la densidad y la frescura al mismo tiempo de lo que la crítica ha definido como el testamento poético de Pablo Neruda y ahí tenemos el resultado.
Ya no es el Libro de las preguntas de Neruda, ahora, sin lugar a dudas, es el Libro de las preguntas de Pablo Neruda e Isidro Ferrer. Podía haber optado el ilustrador –en este caso, también diseñador- por contestar a las cuestiones que el poema le formulaba, podía haberlo hecho redundando en la palabra y no, no lo ha hecho. De algún modo, el Libro de las preguntas resume el universo poético y vital del poeta chileno, en una descendencia directa de las lunerías de Federico García Lorca, de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna o de los experimentos vanguardistas que salpican las imágenes en cada una de las interrogaciones. Y como corresponde a las preguntas que resumen toda una vida o, mejor dicho, sabiendo que la vida se inicia en una pregunta y termina en otra y conociendo la palabra como origen de la vida y asimismo de la muerte, Isidro ha sabido interpretar que estas preguntas no se contestan porque ya no es tiempo, porque el poeta no lo necesitaba y porque a través de ellas Neruda resumió lo que fue su obra y su vida. Y es eso lo que propone Isidro desde la ilustración, un viaje por el imaginario de Pablo Neruda, con él presente porque es él quien cuestiona y así expresa su manera de entender el mundo. De este modo, la imagen nos adentra en el mundo del poeta chileno, en los motivos que lo explicaron, en las grandes inquietudes que justificaron su quehacer. Las imágenes que construyen este libro se erigen como metáforas, en una manera de aprehender la realidad, de explicarla y de transmitirla.
Juega Isidro con el poder de emocionar o de conmover de lo matérico, con la posibilidad de connotar y sugerir a través de la materia con la que diseña sus composiciones y sus personajes y así desfilan en cada una de las ilustraciones los motivos que sustentaron la obra y la vida de Neruda: el viaje, la palabra, los libros, los animales, el mar, la mujer, la casa, las nubes, el cielo, el barco, la escalera, el infinito, la muerte, los árboles, el compromiso social, el humor con su capacidad de transformación… Y aquí y allá la figura, la imagen del Neruda más característico, aquel señor de visera calada que fumaba en pipa, el lugar desde donde contemplaba el mundo, la fotografía de aquel poeta que se definió como “duro de nariz, mínimo de ojos (…) chileno a perpetuidad…”. Las manos de un niño sostienen el libro que Neruda escribió o el libro que Isidro Ferrer ilustró, un libro dentro de otro libro. A ratos las cortinas de un escenario teatral –tan importante en la concepción de la obra de Ferrer- nos sorprenden como sorprendieron al propio Neruda, convirtiéndolo todo en un teatrillo en el que poeta e ilustrador son los personajes principales. La vida, el teatro y el sueño, motivos que transitan por las palabras de Neruda y por la interpretación que desde la imagen realiza Isidro.
El Libro de las preguntas se convierte en un homenaje a Neruda… ¿Sólo a Neruda? No lo creo, este libro es también un homenaje a Isidro Ferrer, a su mundo, a su manera de entender y entenderse. Parte Ferrer de la tradición y desemboca en las vanguardias, con el juego como procedimiento de creación. La tradición se rompe al son de los ecos del futurismo, del dadaísmo, del surrealismo, del cubismo, al son de los presupuestos del constructivismo, experimentando con los sentidos, para devolvernos una imagen en libertad, un poema visual, un poema, en definitiva. Una vez más, Brossa, Peret, Rául, y, sobre todo, el mejor Ferrer, el universo de Ferrer, la imagen entre líneas. Tradición e innovación en Ferrer, de la misma manera que Jorge Edwards acuñó la expresión “tradición de la ruptura” para resumir la creación del poeta chileno. Isidro ha comprendido que Neruda dijera que lo más parecido a la poesía era el pan y ha ilustrado como nadie el silencio que genera cada una de las grandes preguntas. Blancos, negros y grises, los colores del silencio y del frío… Isidro Ferrer ha dotado de imagen al silencio, lo ha ilustrado, como ha ilustrado asimismo el poder connotador de la materia tan sugerente para el universo nerudiano, como ha transmitido el color desde la ausencia del mismo.Las narraciones se leen linealmente, la poesía no admite la linealidad. La poesía se lee de otra manera, una y otra vez volvemos sobre las palabras porque las palabras son la llave –otra vez la imagen de Neruda y la de Ferrer vienen a mi mente- para que el lector se adentre en un mundo sugerido que no explicitado. En el Libro de las preguntas cada imagen nos sumerge naturalmente en el universo de quien formuló las cuestiones, nos coloca en su perspectiva, nos habla de quien manifestó su extrañeza como un modo de comprender la realidad desde la sabiduría que unen la infancia y la experiencia. Y la química entre escritor e ilustrador es perfecta porque los universos de Ferrer y de Neruda se compenetran de una forma espléndida ofreciéndonos todas las posibilidades de cada uno de los mundos en un universo nuevo, distinto, que se nutre de los dos poetas y de los dos lenguajes.El Libro de las preguntas de editorial Media Vaca deja al descubierto además la pasión por los libros del ilustrador, esa pasión que le recuerda al protagonista de la Una soledad demasiado ruidosa de Hrabal.
Isidro Ferrer es un constructor de libros, como él mismo ha declarado alguna vez: “me gustan los libros y de estos las tripas donde todo se cuece”. Su aliento se esconde en cada uno de los detalles, desde la cubierta hasta la contracubierta pasando por las guardas hasta llegar al último rincón –qué maravilla descubrir la portada- y en esto tiene mucho que ver la labor de Vicente Ferrer, editor que cree en que cada libro contiene un fragmento del plano del tesoro y que los más jóvenes tienen derecho a poder disfrutar de lo mejor, de una literatura de calidad, sin mayores preámbulos.
¿El Libro de las preguntas es para niños? ¿Neruda lo escribió para niños? ¿Isidro Ferrer ha ilustrado para niños? Quizá formen parte de las mismas preguntas que aparecen en el libro y que no requieren contestación. Si entendemos que la literatura infantil es la que también leen los niños, el Libro de las preguntas de Pablo Neruda e Isidro Ferrer es para niños. Vicente Ferrer ha optado, una vez más, por confiar en la competencia incuestionable de un lector que sabe a aproximarse como nadie, desde su condición de lector inocente - Por qué se suicidan las hojas/ cuando se sienten amarillas?-, a un discurso que sólo hay que disfrutar y contemplar –que no siempre es fácil- tal como corresponde al verdadero arte. Y es de arte de lo que estamos hablando. Dos universos que se tocan, el de Neruda y el de Ferrer y un editor que lo ha hecho posible, Vicente Ferrer.En estos días en los que el mercado editorial –y no sólo editorial- impone necesidades y las crea desde la uniformidad más peligrosa, es un verdadero placer encontrar obras como el Libro de las preguntas de Media Vaca, obras que cultivan aquellos lectores de los que hablaba Pedro Salinas, lectores que no leedores. Nuestros jóvenes tienen derecho a crecer con obras como estas, obras que transitan por los difíciles senderos de la libertad y no podemos negarles la posibilidad de sentir entre las manos el arte con mayúsculas de la mano de un Isidro Ferrer que ha conseguido crear para nosotros una forma nueva de leer poesía, un modo nuevo de mirar, una nueva manera de ilustrar.Aconsejaba García Montero como consuelo del caminante el mundo de los libros de poesía porque son “una buena provincia de libertad y un buen fuego para pasar el invierno”. Ya es invierno y en el Libro de las preguntas el lector encontrará el fuego necesario que requiere la llegada del frío.Se preguntaba el poeta chileno “Qué dirán de mi poesía/ los que no tocaron mi sangre?”, Isidro Ferrer ha intentado que todos “toquemos la sangre” de Pablo Neruda y lo ha hecho de una manera magistral dejando su piel –también su sangre- en cada página.Ahora la pregunta es otra: ¿Qué dirán de la poesía de Isidro Ferrer? Ustedes tienen la palabra que no la imagen, porque ésta pertenece a Isidro Ferrer ya para siempre. Rosa Tabernero
*Rosa Tabernero, profesora de la Universidad de Huesca, animadora de clubes de lectura y experta en literatura infantil y juvenil, publicaba hace unos días este artículo en el "Diario del Altoaragón" sobre el Libro de las Preguntas de Pablo Neruda, ilustrado por Isidro Ferrer. Isidro es uno de mis artistas favoritos, un artista integral, el libro es emocionante, y me parece oportuno colgarlo aquí.
PILAR ANDRÉS: ADIÓS A UNA GRAN SOPRANO Y MAESTRA DE CANTO
Acaba de morir Pilar Andrés, una mujer extraordinaria y cálida, a la que entrevisté por extenso en su casa de la calle Mayor a mediados de los 90. Vi sus álbumes fotográficos y le oí contar y cantar historias espléndidas de su pasado de soprano. Era la maestra de Pilar Torreblanca, Pilar Márquez, Eduardo Paz o Rodolfo Alberto. Recojo aquí unos fragmentos, sólo hasta que pueda hacer un artículo extenso de ella, de Rodolfo Albero:
[Y mi padre me llevó a estudiar con Pilar Andrés. Se portó muy bien conmigo. Yo vendía licores por los bares, y cuando se quedaba sin clases porque un alumno no podía ir, me llamaba. Un día me dijo: “Deja todo porque te ganarás la vida con esto”. Ni me cobraba. Es una de las mejores personas que he conocido en mi vida. Me enseñó una buena técnica de bel canto; al fin y al cabo en sus enseñanzas había algo de la escuela de Miguel Fleta. Pilar Andrés había estudiado con Luisa Pierrik, la mujer que descubrió a Fleta y que influyó mucho en lo que podríamos considerar una escuela aragonesa de canto lírico.]
EDUARDO PAZ
Pilar Andrés fue decisiva. Me ayudó a conocer mi voz. Mi época con La Bullonera, sobre todo al final, la voz para mí era una tirana: hacía lo que quería. Pilar Andrés me ayudó a controlar todo eso. Me enseñó mis puntos flacos y mis puntos débiles.-¿Cuáles eran los flacos?-Por ejemplo, pronunciar la letra i. Siempre me ha llevado de cabeza. Alfredo Krauss me dijo una vez: “Aprende a pronunciar la i y tus conciertos serán mucho mejores”. Eso me lo decía todos los días Pilar, y yo, como profesor de la Escuela de Música, se lo digo todos los días a mis alumnos.]
GOLPES DE MAR CON CONCIERTO EN GARRAPINILLOS
CONCIERTO DE LA BANDA JOVEN DE GARRAPINILLOS
Esta tarde, a las 20.00 horas, en el Centro Cívico de Garrapinillos se presenta “Golpes de mar” (Destino) con la presencia de la librera de Antígona Julia Millán y del autor, un servidor. Pero lo realmente bonito va a ser que la Banda Joven de Garrapinillos, dirigida por Carlos Roldán, va a ofrecer un pequeño concierto de seis o siete piezas. Son los niños más pequeños: tocarán todos juntos en un par de piezas, y luego habrá otros temas que serán abordados en tríos, cuartetos o quintetos. Carlos Roldán ha sido el coordinador y el alma de este proyecto. Estáis todos invitados. Será la fiesta libre y abierta de la música y la palabra.
LA VIDA DEL INSTANTE INMÓVIL*

EL CDAN MUESTRA LA EXPOSICIÓN "NATURALEZAS SILENCIOSAS"
Un sol manso se deshacía entre nubes de niebla con una luz mitigada. Lamía las viñas y peinaba las crestas de las montañas nevadas. El edificio del CDAN, que acaba de estrenar un espléndido libro con fotos en blanco y negro, tiene algo de armazón con secretos. Tuve la suerte de que aparecieran por allí su directora Teresa Luesma y la técnico Obarra Nagore. Me advirtieron del peligro de una zona sombría, alfombrada de escarcha. Como si hubiera nevado. Dentro, con la iluminación justa, se exhibe “Naturalezas silenciosas”, una coproducción que ha realizado con el Centre d’Art la Panera de Lérida, conformada por la Colección Ordóñez-Falcón de Fotografía, que supone, de entrada, una mirada contemporánea en la evolución de esa disciplina. La propuesta es sugestiva y se ajusta a esa incesante actividad sobre el paisaje que desarrolla este centro, con un escrupuloso respeto hacia la obra, la figura y la significación de José Beulas. Teresa Luesma, en un gesto de generosidad y de afecto, me mostró los borradores de la programación para el 2007 y 2008 y en cada propuesta, en cada apuesta de trabajo, siempre aparece el reconocimiento y la incorporación sutil y afectuosa del artista y su legado. Me sorprendió gratamente el trabajo paciente y riguroso que se está haciendo en el CDAN: la meticulosa línea que se traza con osadía, con información, con pasión por el paisaje y sus alrededores.
Vuelvo a la exposición, distribuida en cuatro apartados: la órbita doméstica o cotidiana, el artificio natural, la “vanita” y el exceso. Estos asuntos confluyen y a la vez se alejan. Se complementan y se singularizan. El tema central sería la mirada contemporánea, expresada de formas muy distintas y con numerosos anclajes al pasado, a la tradición misma de la naturaleza muerta, de la que ya escribió Plinio, y que tuvo luego brillantes muestras en artistas de aquí y de allá como Arcimboldo, Caravaggio, Sánchez Cotán, y desde ellos avanza en la travesía particular de Vincent van Gogh (que realizó más de un centenar de naturalezas muertas), Cézanne o Picasso, entre otros muchos. Esa fuente de tan dilatada expedición en el tiempo es fundamental para entender la exposición, para paladearla con lentitud y con un poco de estupefacción, que también se suscita. Todas las obras, de un modo u otro, son bodegones, todas refieren “la vida parada en un instante inmóvil”, tal como escribió Omar Calabrese.
En el ámbito más doméstico podemos ver una foto magnífica de Irvin Penn, uno de los grandes maestros de todos los tiempos, y una pieza de Jan Groover, que evoca el rigor y la pulcritud de Morandi. En la serie de artificios naturales, muy variada, hay obras de Humberto Rivas, el famoso pimiento arrugado de Edward Weston, que tiene algo de cuerpo desnudo de mujer, los “Sueños de animal” de Valentin Valhonrat, dos de las piezas más espectaculares y estratégicamente ubicadas, y está el proyecto más impactante del conjunto: las 32 obras de “Herbarium” de Joan Fontcuberta, que es un homenaje explícito a las flores secas y exentas de Karl Blossfeldt. La “vanitas” es el género barroco por excelencia; al menos ha encontrado en ese periodo su mayor hondura y expresividad. La “vanitas” o vanidad está vinculada a la vida efímera, a la fugacidad del placer, a la fatalidad de la muerte y del olvido. Aquí hay piezas escalofriantes: Penn, de nuevo, con un bodegón más que sombrío, tétrico; el mundo de las amputaciones y los crueles desvalimientos de Witkin y una serie de fotograbados de la enigmática y trágica Ana Mendieta, ya saben que se arrojó por la ventana o la tiró su marido Carl André. Entre los excesos, me quedo con una pieza titulada “Desorden”, de Jean-Louis Garnell. También podría haberla titulado: “Soy un cerdo”. Por cierto, no pasa inadvertida la “Naturaleza muerta con cerdo” de Guido Mocafico.
*Recojo aquí el artículo que publico hoy en "Heraldo de Huesca". La foto es de Arnold Odermatt, "Bouchs", y está datada en 1957.
EL POEMA DE AÑO NUEVO DE FERNANDO SARRIÁ

Año Nuevo
Sólo nos queda de los sueños
el húmedo precipitarse del agua
desde el aguamanil de los deseos
a nuestras manos vacías.
Parece que los años vividos nos desbordan
cada vez que el calendario tañe y suenan,
con voz sonora y antigua,
los latidos de los viejos bronces
que en nuestra infancia
creaban las campanas.
Sentimos en ese instante,
con el eco de la música del tiempo,
un escalofrío que nos encoge el alma.
Pero sólo es un momento…
después viene la alegría y la esperanza.
*Fernando Sarriá, poeta, apasionado blogger y loco por las buenas fotos, envía a sus amigos este poema de "Año nuevo". Aquí lo traemos y lo ilustro con esta preciosa foto de Jean Dieuzaide, tomada en Lourdes.
ROBERT WALSER, SEGÚN GUSTAVO PEAGUDA

ROBERT WALSER
“ O inferno de Compostela non ten fin”
Ricardo Martinez Conde
Se Robert Walter
camiñase polas rúas de Compostela
molladas polas bágoas
que percorren as meixelas
dos vellos poetas da invisibilidade
nó mais que escribiría no seu papel de fumar
un poema de un so verso
Beleza silenciada!
ROBERT WALSER DE NOVO
A Enrique Vila Matas
e o Walser volveu a durmir
na neve, neve de Dozo
no sono devezado dó poeta invisíbel.
!O silencio prehistórico dás montañas xeadas!
[O poeta ourensán Gustavo Peaguda acaba de gañar o premio Rosalía de Castro, e envíame como agasallo de fin de ano algúns poemas. Publico aqui dous adicados a un dos meus escritores preferidos: Robert Walser, unha das paixóns literarias de Enrique Vila-Matas]
RUTH BERHNARD: ADIÓS A LA MAESTRA DEL DESNUDO FEMENINO

Acaba de fallecer en Nueva York a los 101 años una de las grandes fotógrafas del desnudo femenino: Ruth Benhard (Berlín, 1905-Nueva York, 2006). Hija de un diseñador gráfico y tipógrafo, Lucian Bernhard, tras estudiar en la Academia de Bellas Artes de Berlín, se trasladó a Nueva York. A principios de los años 30 conoció a Berenice Abbot, que fue ayudante de Man Ray, y una magnífica reportera de la ciudad de los rascacielos. Hacia 1935, entró en contacto con Edward Weston, que se convirtió en su mentor. Posteriormente, se relacionó con el famoso Group f/64 de la costa Oeste: el citado Weston, que fue también mentor y amante de Tina Modotti, Ansel Adams, Imogen Cunningham o Dorothea Lange. Ruth Bernhard acabaría convirtiéndose en una fotógrafa del desnudo femenino. Realizaba sus instantáneas en el estudio, tras un laborioso proceso de iluminación. Dijo en una ocasión: “Si he elegido la forma femenina en particular en porque la belleza ha sido degradada y explotada en nuestro sensual siglo XX. La mujer ha sido objeto de muchas cosas sórdidas y baratas, sobre todo en la fotografía. Mi misión ha sido elevar y fomentar la imagen de la mujer con una referencia atemporal”.
*Esta foto, realizada en 1952, tiene claros referentes en Edward Weston. Se titula "Torso clásico", y es una de sus obras más conocidas.
RUTH BERNHARD / 2

Ruth Bernhard dijo: “Mi búsqueda, a través de la magia de la luz y la sombra, es aislar, simplificar y dar énfasis a la forma con la mayor claridad. Mi objetivo es indicar la proporción ideal y revelar la masa escultural y el espíritu dominante”. He aquí otra de sus espectaculares fotografías.
Copié de un libro de versos
El albornoz abierto
Y el llanto desesperado frente al espejo del baño.
Copié la forma de encogerse
Sobre baldosas mojadas
Y ceniza.
Una imagen hermosa
-qué duda cabe-
para una adolescente.
Lástima que el psico-drama fuera tan perfecto
-que no hubiera deudas que pagarle a nadie
tras las llamadas de rigor-.
(Pero es que
además
la angustia envejece).
La Asociación Cultural Rolde, en colaboración con el área de Juventud del Ayuntamiento de Zaragoza, presentaba ayer viernes la antología “Ocultación transitoria (Fotografía poética del grupo Eclipse)”, cuya selección corresponde a Ignacio Escuín Borao, director de la editorial Eclipsados y el documentado prólogo a Antonio Pérez Lasheras. El libro recoge poemas de Brenda Ascoz, Joaquín Cañón, Jesús Soria, Raúl García, Pedro Lorente, Nacho Tajahuerce, Ignacio Escuín, Francisco Javier Ramón y Almudena Vidorreta. El libro me lo ha traído como anticipado regalo de Reyes Víctor Juan Borroy, el hombre que ama a sus hijos Blanca y Guillermo que aman y montan a los caballos.
He pensado que este poema de Brenda Ascoz podría encajar bastante bien con la foto de Ruth Bernhard.
RUTH BERNHARD / Y 3

Tal vez sea ésta mi fotografía favorita de Ruth Bernhard. Con esta tercera toma queda inaugurada en el blog una nueva serie: “Un fotógrafo cada día”.
MERCEDES GALLIZO, EN YO DONA
Mercedes Gallizo (Zaragoza, 1952), Directora General de Instituciones Penitenciarias, es objeto de un extenso reportaje en la revista “Yo Dona” bajo el título “Guardiana del reino”. El artículo está firmado por Esther Esteban y lleva fotos de Cristina Esperanza, y narra –como el texto de Stefan Zweig- “24 horas en la vida de una mujer” que hace recuento de su vida política en los años del franquismo y explica sus puntos de vista con nitidez. Extracto algunas frases suyas:
-“Hace poco vi mi ficha policial, de la brigada político social. Era impresionante, decía que yo era ‘una activista antrifranquista que luchaba por que la universidad fuera menos clasista y se eliminara la gimnasia’. Y claro, eso se consideraba un delito”. -“Organicé en Aragón el movimiento feminista en los 70. Recuerdo que, en el76, hubo un juicio a una chica por adulterio y le pedían dos o tres años de cárcel... Ahora parece el Pleistoceno, pero era así. (...) Muchos de los valores que han permanecido en mi vida vienen de allí. Creíamos que el mundo se podía cambiar, que podíamos vivir en un país democrático y luchamos por conseguirlo”.
-El delito. Dice Merche Gallizo: “Concepción Arena decía: ‘Odia el delito y compadece al delincuente’, y Victoria Kent: ‘Odia el delito y redime el delincuente”. Más que redimir es cuestión de integrarlo en la sociedad, dándole instrumentos para que pueda construir su vida de otra manera, porque la cárcel, al final, es el lugar donde van a parar los problemas que la sociedad no ha resuelto antes”.
-Esther Esteban revela: “Esta mujer, separada y madre de una hija guapísima de 23 años que, tras terminar Derecho, hace prácticas en Bruselas, ha visto cómo su vida ha cambiado desde que aceptó dirigir la institución”.
-ETA. Entre otras cosas, señala: “Es absolutamente falso que los etarras reciban un trato de favor desde que se inició el proceso de paz. Hay un protocolo de actuación con quienes pertenecen a bandas armadas y eso se sigue siempre y se está manteniendo. Están sometidos a unas condiciones más duras que los demás. Tienen más limitado su movimiento dentro del centro, están en departamentos especiales con condiciones de aislamiento mayores, se controlas sus comunicadores...”
*Merche Gallizo con Carmen Alborch y Juan José Millás. No conozco a la mujer rubia que los acompaña.
UN FOTÓGRAFO CADA DÍA (2): JUAN MANUEL CASTRO PRIETO / I

Juan Manuel Castro Prieto (Madrid, 1958) es uno de esos fotógrafos con los que me siento cómplice. Me encanta su manera de mirar, su sentido entre poético y telúrico, su inmensa capacidad de trabajo. Posee una obra muy personal, que conecta con artistas como Martín Chambi, instantes de Ortiz Echagüe, de Navia (en el modo de capturar atmósferas, no en el uso del color) o de Juan Manuel Díaz Burgos. Alterna un impecable trabajo en el laboratorio –es, sin duda, el más pulcro positivador de España, y ahí andan las copias que ha hecho para el propio Martín Chambi, Pacheco, Cristina García Rodero, Chema Madoz, García-Alix o Gervasio Sánchez, para probarlo-, con su faceta de fotógrafo parsimonioso e inspirado, de matices, con una leve inclinación a un barroquismo depurado y a la captura de una luz casi onírica, envolvente.
En la web www.hispanart.com hay una selección de sus obras y una espléndida entrevista de Manuel Santos. Extraigo aquí una pequeña selección de sus respuestas.
Positivador o fotógrafo. “Soy fotógrafo mucho antes que positivador. Empecé en la fotografía en 1977 y sólo desde 1989 comienzo a positivar para otros fotógrafos. Fue después de pensar en alternativas para ganar dinero con la fotografía que vi la posibilidad de montar un laboratorio profesional. Después la gente te va conociendo y te va dejando sus negativos. Funcionó el boca a boca, de unos que hablaban bien de mi trabajo a otros”.
Perú y la revelación de Martín Chambi. “En 1990 me encargaron el trabajo de positivar una exposición de Martín Chambi. Mi encuentro con un país que era el país de mis sueños y positivando negativos de no uno de los fotógrafos que más admiro, sino el que más. Una vez allí, la verdad es que no me plantee el trabajo. Sin plan, empecé a hacer fotos. Después me apetecía volver y continuar. No hay un comienzo real hasta el año 95 en que sí adquiero conciencia de que el trabajo va adquiriendo cuerpo. Es un trabajo que va evolucionando. Va cambiando. No es la misma la fotografía del año 94-95 que las que hago en el 2000 o el 1999 porque estoy evolucionando”.
Los fotógrafos favoritos. “Fundamentalmente Robert Frank, porque es quizás el único fotógrafo, que yo conozco, capaz de hacer un trabajo como ‘The Americans’ (Los Americanos) y otro como ‘The lines of my hand’ (Las líneas de mi mano), de una investigación propia, autobiográfica, ensimismada, combinada con una plástica deslumbrante. Otros pueden ser Bernard Plossu, Max Pam, fotógrafos con gran contenido autobiográfico pero que lo expresan a través de la mirada sobre otras personas. Esto es muy importante para mí, incluso yo no concibo mi fotografía personal sino es con algo relacionado con el ser humano”.
EL MEJOR AÑO DE NUESTRA VIDA HASTA 2008 / POR VÍCTOR JUAN*

[El mejor año de nuestra vida. Ya he recibido el cuento que Antón Castro me regala cada año por estas fechas. Varios centenares de palabras que me traen su amistad y su cariño. En cuanto reciba el calendario que Loli y Luis, o pardal, o meu irmán galego me envía desde A Coruña daré por estrenado el 2007. Dos mil siete... Sé que va a ser el mejor año de nuestra vida no sólo porque todo es cada vez mejor. Este va a ser un año especial. El año de Rosa Tabernero y de todos sus proyectos, el año de Marisancho Menjón que ha decidido abandonar la seguridad del bingo, el año de Inma, el año de Rodolfo Notivol y de Mari Burges, el año de la clasificación del Zaragoza para la champions, el año del Museo Pedagógico de Aragón, el quincuagésimo año de Pepe Melero -todos los años son, desde hace cinco décadas, años meleristas o melerianos-, el año de la nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón, el año de Eloy Fernández Clemente, Mariano Gistaín -que columna a columna ya se ha convertido en uno de los padres de la patria- y de Vicente Martínez Tejero, el año de los Artal. El año de Miguel Mena y de "los que se citan a las 10 en Casa Emilio", el año de Jaime Sorolla y de José Luis Capilla, el año de Javier Torres, el año de Francisco Abió, el año de Víctor Pardo y de María José Calvo, el año de las buenas gentes del Rolde de Estudios Aragoneses -treinta años trabajando por Aragón y por sus gentes-, el año de Elena Monforte, de Verónica Juan. 2007 será el gran año de Magda Díaz Morales, el año de Javier Burbano que hace un par de años que sonríe como sólo sonríen los hombres felices, él sabrá la razón-. El año de Blanca y de Guillermo. Por muchas razones sé que 2007 será el mejor año de nuestra vida.]
*P.D. Víctor Juan Borroy escribe en su blog Solanar y Lucernario esta despedida de 2006 y bienvenida a 2007. Se le ha olvidado decir que este año publicará en Prames la novela sobre los amores de Paco Ponzán y Palmira Pla, y los ecos de Ramón Acín y otros, titulada "Por escribir sus nombres", que llegó hasta la final del Premio Ciudad de Barbastro. Además, estrenará una cuadra de caballos con animal dentro, claro. Y continuará al frente de "Rolde", como coordinador, que prepara nuevas entregas: en el próximo número, entre otras cosas, habrá un divertido cuento de Daniel Nesquens con el e-mail como instrumento catalizador y con ilustraciones de Ana Lóbez. Y se prepara un gran número para celebrar los 30 años en el que participan muchos de las personas que han colaborado con la revista: Vicente Martínez Tejero y Ángel Artal, José Luis Cano, Antonio Pérez Lasheras, Eloy Fernández Clemente, etc. Este también será el año de Luis Alegre y David Trueba: van a ganar el Goya al mejor documental con "La silla de Fernando".
Coloco aquí una foto de la gran pintora Georgia O'Keeffe, realizada en 1918, por su compañero, el gran Alfred Stieglitz. Me ha parecido una estampa muy navideña. Felicidades para todos: feliz noche, feliz año.
POSTAL CON MIS MEJORES DESEOS PARA 2007

UNA POSTAL DE CARIÑOS
Soy incapaz de responder a los mensajes que recibo en mi teléfono móvil. Lo he cambiado hace poco y aún no lo entiendo bien, además es sabido que soy un tonto informático. Este blog es mi mejor aliado, es mi isla y mi espejo, y por eso desde aquí os envío un abrazo y mis mejores deseos a tantos amigos y hermanos y cómplices que me ha dado la vida en estos años, en estos últimos días, en tantos lances. Hoy es un día, además, especial: Carmen Gascón, la madre de mis cinco hijos, cumple 48; llevamos 28 juntos, lo que ya es decir, con 26 de matrimonio civil. Y ha recibido muchos regalos de la índole más diversa: desde velos para bailar la danza del vientre hasta anillos más o menos enmeigados. El otro día, perdió en Galicia una sortija. Mi padre, que por una vez se puso a limpiar la mesa, lo cogió entre papeles y restos del desayuno y lo arrojó al gran cubo de la basura. En plena calle lo vació a la búsqueda de un imposible; al final, desesperado, dijo: “Nena, ¿e logo costaba moito?”. Carmen respondió: “Tenía un incalculable valor sentimental”. Mi padre, pragmático, dijo: “Bueno, eso es bastante llevadero”.
Además, están aquí en mi casa mis cuñados y sobrinos y mi suegra. Si a ellos les sumamos mi familia, somos 20 personas. Mi cuñada Isabel ha traído dos cochinillos y un pavo, que yo no comeré (me conformo con oler), las mejores naranjas que conozco; y ha traído a su marido el granjero y porquero José Antonio, de Orihuela, su pueblo y el mío; con José Antonio he ido a vaciar toneladas de papel y cartón esta mañana. María Ángeles y José Luis, procedentes de Jumilla, han traído vinos con denominación de origen y su vieja pasión por los juegos de mesa. Y Paco y France, procedentes de Francia, traen pasteles, cava francés y una buena noticia. Paco ha leído “Días sin tregua” (Destino, 2006. Premio Ciudad de Málaga) de Miguel Mena y se lo ha pasado realmente en grande.
Yo me he retirado aquí, en el estudio, he puesto a Manolo García, “Arena en los bolsillos”, y me he puesto a pensar en muchos amigos, en el año que culmina, en el año que llega, y estoy contento, muy contento. A solas, pero sintiéndome muy acompañado. Ahora pienso en mi padre y me siento casi tan huraño como él. Volveré, volveré, cuando el gallo no coma, Volveré, volveré, cuando el gallo no quiera comer.
A modo de postal de cariño y de buenos deseos os dejo aquí esta foto de Annie Leibovitz con un fondo musical. Es un retrato de Johnny Cash y de su mujer June Carter en 2001.
CARMEN GASCÓN CUMPLE 48 AÑOS

Carmen Gascón, la mamá de Daniel, Aloma, Diego, Jorge y Sara (a la que tiene en brazos), despide el 2006 y cumple 48 años. La foto está tomada en Ejulve (Teruel), el pueblo de su verano y de sus padres, Isabel Brumós y Leoncio Gascón, el listero de mina, el carbonero vegetal, el romancero inolvidable.
Uno de sus poemas preferidos es este soneto de Federico García Lorca.
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.