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Se muestran los artículos pertenecientes a Diciembre de 2012.

ALEJANDRO MONGE, PREMIADO

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ALEJANDRO MONGE, EL ESCULTOR DE RETRATOS, GANA EL X PREMIO BIENAL DE PINTURA ’DELEGACIÓN DEL GOBIERNO EN ARAGÓN’ EL MISMO DÍA QUE INAUGURA SU PRIMERA EXPOSICIÓN EN SOLITARIO

 

[Nota de Eugenia Aragonés]El artista zaragozano Alejandro Monge inauguró el pasado jueves su primera exposición en solitario a las 19:30, en la Galería Carlos Gil de la Parra, Ps. Constitución, 28. La inauguración fue doblemente satisfactoria para el artista que pocas horas antes recibía la llamada en la que se le comunicaba que su obra había resultado galardonada con el X Premio Bienal de Pintura “Delegación del Gobierno de Aragón”.

El jurado, que emitió ayer su fallo, estuvo compuesto por el delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde; la directora del Área de Alta Inspección de Educación y la jefa de sección de la Alta Inspección de Educación de la Delegación del Gobierno en Aragón, Ana Grande y María Isabel San Román, respectivamente; la responsable del Programa de Educación y Cultura de la Obra Social de IberCaja, Magdalena Lasala; la directora del Museo IberCaja Camón Aznar, María Rosario Añaños, la catedrática de Instituto de dibujo y pintora, Esperanza Altuzarra; el comisario de Exposiciones y crítico de arte, Ricardo García; y la ganadora del primer premio de pintura Delegación del Gobierno en Aragón 2010, María José Laplana. El fallo se emitió tras valorar las 88 obras presentadas este año.

Alrededor de 150 personas se acercaron a lo largo de la tarde por la Galería Carlos Gil de la Parra para celebrar la primera exposición de Alejandro Monge en solitario y para felicitarlo por el premio. A lo largo de las dos horas que duró la inauguración pasaron por la Galería amigos de la Escuela de Artes donde el artista se formó como escultor, familiares, clientes, coleccionistas así como rostros conocidos del mundo del arte. La exposición que estará abierta al público hasta el 10 de enero del 2013 recoge un total de 34 obras del artista que se exponen por primera vez en Zaragoza.

La obra de Alejandro Monge, especialmente los retratos de gran formato, despierta admiración por su técnica, perfección y realismo. Ayer además se pudo ver, tocar y examinar su escultura de los billetes que se convirtió en lo más comentado; está hecha de papel petrificado con resinas,  pintada y modelada a mano, no se ha utilizado el fuego en ningún momento.

Alejandro Monge, nacido en 1988, es técnico superior de artes plásticas y diseño con la especialidad de escultura en la Escuela de Artes de Zaragoza. Escultor vocacional, hace tres años cogió los pinceles por primera vez y descubrió en el retrato una nueva vía de expresión.

 

Los retratos de Alejandro Monge trascienden del lienzo, el volumen y profundidad que crea los convierte casi en esculturas que pugnan por liberarse de las dos dimensiones. Los claroscuros recuerdan a Caravaggio; la estética a los impresionistas, principalmente a Sargent, el pintor que más le ha influido.

Como el mismo pintor afirma sus retratos son realistas. Cada obra de gran formato le lleva meses en los que se vuelca en cuerpo y alma hasta que la da por concluida produciéndose un feedback emocional y psicológico entre el artista y el retrato.

Su siguiente proyecto “Micara Enunmuseo” ha arrancado ya en facebook; el artista busca a una zaragozana menor de 27 años para convertirla en protagonista, durante año y medio, de su próxima obra en la que también estará muy presente la escultura.

Como escribe Antón Castro en el catálogo de la exposición: Alejandro Monge intenta ser un artista libre. Abierto al propio ritmo de pintura. Lento y seguro. Busca la contundencia y la belleza. No pretende ser amable. Y no pone títulos a los cuadros porque no quiere que el espectador se sienta condicionado. Al contrario: el cuadro se completa en el corazón y en los ojos del espectador a través de la ciencia de la observación y de la libertad del pensamiento.

 

*En la foto de Eugenia Aragonés, Alejandro Monge con Carlos Gil de la Parra y Pepe Cerdá.

ILDEFONSO Y SU GRAN AMOR

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PILAR E ILDEFONSO: UNA LARGA Y BELLA FÁBULA DE AMOR

El pasado viernes concluyó el seminario sobre Ildefonso-Manuel Gil. En la mesa redonda final hablaron Guillermo Fatás, que hizo un viaje por las vidas paralelas que habían tenido él y el poeta; Lola Albiac recordó algunos de sus trabajos en torno a Mor de Fuentes y a Benjamín Jarnés, a quien admiraba mucho. Y María Antonia Martín Zorraquino analizó su condición de profesor, la importancia de la amistad en su vida y recordó su historia de amor y convivencia con su musa, su esposa, su compañera Pilar Carasol Torralba. Una foto entrañable de ambos.

 

02/12/2012 01:27 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

GABI MARTÍNEZ: VIAJE Y AVENTURA

GABI MARTÍNEZ: VIAJE HACIA LA GRAN BARRERA DE CORAL

Hace unos días Albert Padrol me envió el libro ‘En la Barrera’ (Altaïr) de Gabi Martínez (Barcelona, 1971), al que define como “un libro de viajes y mucho más. El hilo principal lo sirve el recorrido de Gabi Martínez por la costa del Estado australiano de Queensland. Ese litoral, bañado por el Oceáno Pacífico, en ocasiones, parece inventado o producto del ensueño (...) Casi resulta obligado que un aliento épico envuelva a los hombre y mujeres que habitan ese paisaje”. Y añade, entre otras cosas, que “con sencillez, transmite una emoción compleja, y deja intuir cuál podría ser nuestro lugar en el universo”. Gabi ha hecho del viaje su forma de vida y el impulso de su literatura. Conoció a Paul Bowles y a Mohamed Chukri y ha publicado libros como ‘Los mares de Wang’ o ‘Solo para gigantes’, entre otros títulos.

Gabi Martínez, con toda la generosidad del mundo, me envía el arranque de su viaje.

 

PAISAJE

 

Por Gabi MARTÍNEZ

Ahí abajo, la costa australiana y el mar componen una abstracta constelación de meandros en tan armónico equilibrio que hace pensar en una fuerza distribuidora superior a todo lo imaginable. Las curvas de los riachuelos, los claros del bosque, los brazos de arena que se alargan agua adentro, las islas, el coral... Existe un orden geométrico que se entiende a través de los colores: sin transiciones bruscas, siempre bien compensados, de acuerdo con la curva de aquel río, con la loncha blanca de playa, con el cabrilleo escalonado de las olas que vierte el océano ya amansadas tras chocar contra la Gran Barrera de Coral.

La línea de arrecifes más larga del mundo ha dotado a las barreras de un significado distinto. El enorme pantano del Sudd -que en árabe significa Barrera-, la Gran Muralla China o la barrera del sonido son obstáculos que alguna vez alguien deseó vencer al menos con la intensidad con la que los negros estadounidenses desearon compartir autobús con los blancos o con la que la fotógrafa Helena Henriques quiso aprender a nadar aun teniendo más de treinta años. Pero la Gran Barrera se vincula en especial a los regalos, los tesoros y, sobre todo, a la supervivencia, no importa en qué lado del arrecife estés.

Si Australia fuera un animal, la Gran Barrera actuaría como una piel extrafina, la capa más sensible al deterioro y, por eso, la que revela su salud. Desde el avión, la piel todavía aparece espléndida. La selva subacuática se prolonga durante kilómetros, interrumpida en ocasiones por canales sinuosos aunque suficientes para la navegación, o sesgada por amplias brechas que conectan al mar abierto, si bien las fisuras no importan, más bien forman parte de la estructura dominada por los macizos de coral. Al apiñarse, los pólipos dan lugar a algo semejante a planicies o a islotes de forma irregular pero de contornos tan precisos y compensados que algunas galerías de arte limitan su oferta a exponer fotografías del paisaje tomadas desde el aire. Cuando uno ve el trabajo de un cartógrafo en Queensland, puede pensar en Kandinsky, en la obra de Yann Arthus-Bertrand...

 

El autor también me envía esta citas que coloca en el pórtico de su viaje.

Bill Bryson, escritor: “Nadie se pone de acuerdo sobre dónde empieza y dónde acaba la Gran Barrera de Coral. Es el equivalente oceánico a la selva amazónica. El ser vivo más grande de la Tierra, el único visible desde la Luna”.

 

Josep García, biólogo: “Por muy preparado que vayas, no sabes dónde estás hasta que no te enfrentas a esa inmensidad. En Australia, el espacio es otra cosa, tiene unas medidas distintas, todo se magnifica. En cuanto a los animales... buf, es un no parar. Lo curioso es que cuesta localizarlos, sabes que se ocultan cerca pero no los ves... y sin embargo no tienes sensación de peligro. Me acuerdo de que cuando al fin empecé a explorar sobre el terreno, veía pasar un animal desconocido, lo buscaba en la guía y entonces pasaban cinco más. Así varias veces, hasta que dije: mira, cierra la guía y a disfrutar”.

 

Emma Darwin, esposa de Charles Darwin: “Es un grave error razonar mientras se observa, aunque es necesario hacerlo antes y muy útil hacerlo después”.

 

Lorenzo de Médici, último de una estirpe: “Las playas son muy bonitas pero no puedes entrar en el agua porque está llena de medusas que matan. Bueno, hay unos cuadraditos precintados para darse un baño...¡una piscina municipal es más grande que eso! Así que en muchas playas salvajes no ves un alma, y te preguntas, ¿es un sueño? Pues no: en la arena están los equipos de emergencia, por si te pica algo que no mueras en tres horas. En Green Island, para ir a la playa desde mi bungalow debía atravesar un bosque y, de pronto, me encontré rodeado de iguanas. Tuve que aplaudir para abrirme camino. Los bichos se apartaron pero fue una experiencia muy muy desagradable. Ahí fue cuando me pregunté: ¿Qué hago yo aquí?”.

 

Anna Baldellou, submarinista: “Vivir en el barco era estar en el paraíso. Me levantaba a las cinco de la mañana y pasaba todo el día en el agua. Nadé cerca de tiburones, una ilusión que tenía, y no me defraudó. Conocí a un chico increíble, no había visto a nadie tan feliz como él. Tenía tan pocos problemas que me costaba entenderlo hasta el punto de preguntarme si sería yo la que veía problemas donde no había. Me recuerdo con un collar de corales que siempre llevaba puesto”.

 

Xavier Moret, viajero: “Hay pocas cosas en el mundo más maravillosas que la barrera de coral de Australia”.

CubAhora (internet): “En 1998 -considerado el año más cálido del siglo XX- cuando el agua subió un grado su temperatura, murió el 16 por ciento de los corales del mundo, pero los científicos advirtieron que los futuros cambios en Australia tendrían resultados mucho peores, ya que se estimó que las aguas locales aumentarán su temperatura de 2 a 6 grados en los próximos 50 años”.

Jane Wooldberg, técnica en aparatos de aire acondicionado: “Lo del cambio climático no nos afecta. En Queensland tenemos agua, ríos limpios... A la gente le gusta hablar pero parece que no tenga ojos para ver la realidad, este cielo. Además, ¿sabe lo que supondría cambiar las mecánicas de producción? ¿Quién va a dejar en el paro a gente que montó su negocio de forma legal cuando nadie hablaba de ecología? ¿Cómo se justificaría eso?”.

 

John Berger, crítico de arte, pintor y escritor: “Hoy, en el Oeste, cuando la cultura del capitalismo ha abandonado todas sus pretensiones como tal cultura y se limita a ser simplemente una “práctica inmediata”, la fuerza del tiempo se representa en forma de un supremo aniquilador a quien nadie osa oponerse. El planeta Tierra y el universo se están agotando. El desorden aumenta con cada unidad de tiempo que pasa”.

Guía sobre los pueblos indígenas de Australia: “El mayor arrecife del mundo, la Gran Barrera de Coral australiana, tiene una superficie de 350 000 kilómetros cuadrados en los que se hallan 900 islas, 400 tipos de corales, 1 500 de peces y 4 000 especies de moluscos”.

Paul Marshall, miembro de la Australian Coral Reef Society (ACRS): “Desde el verano austral 2001-2002 nos dimos cuenta, después de sobrevolar 640 de los 2 900 arrecifes que forman la Gran Barrera y de habernos sumergido en 27 sitios, que cerca del 95 por ciento de los corales del Parque había emblanquecido”.

Edward O. Wilson, sociobiólogo: “La superficie de la Gran Barrera de Coral, el yacimiento más grande y más protegido del mundo, se redujo a la mitad entre los años 1960 y 2000. En conjunto, un quince por ciento de los arrecifes de coral del planeta han desaparecido o se han degradado de manera irreversible, y una tercera parte podría desaparecer durante los próximos treinta años si continúa la actual tendencia a la baja. Se calcula que el actual ritmo de extinción es unas cien veces superior al que había antes que los humanos aparecieran sobre la Tierra, y se cree que aumentará unas mil veces o más durante las próximas décadas. Somos el meteorito gigante de nuestros tiempos y hemos iniciado el sexto cataclismo de la historia fanerozoica. Si esta pérdida permanente no remite, pronto llegará la era eremozoica: la era de la soledad”.

 

Mark Carwardine, zoólogo: “La gran mayoría de las extinciones se ha producido en los últimos trescientos años. Y de las ocurridas en los últimos trescientos años, la mayor parte corresponde a los últimos cincuenta años. Y de las ocurridas en los últimos cincuenta años, casi todas han tenido lugar en los últimos diez años. Lo más pavoroso es ese índice de aceleración. Cada año echamos fuera del planeta más de mil especies diferentes de animales y plantas”.

 

Yasutaka Tsutsui, escritor: “Creo que el cambio climático es uno de los motivos por los que se extinguirá la humanidad. Por eso mismo he pensado en escribir algo sobre ese futuro que nos espera”.

 

Charles Darwin, biólogo: “El exterminio de las especies se produce a raíz de cambios en las condiciones externas y del aumento o inmigración de especies más favorecidas. En Australia, las condiciones serían muy favorables para que las especies de esos órdenes se adaptaran para desempeñar papeles en la economía de la naturaleza que en otros lugares serían desempeñados por tribus especialmente adaptadas a esos papeles”.

 

Edward O. Wilson, sociobiólogo: “Las especies invasoras son la segunda causa de extinción de las especies autóctonas, después de la destrucción del hábitat causada por la actividad humana. La creciente marea de invasores está homogeneizando los ecosistemas terrestres”.

 

Charles Darwin, biólogo: “A menudo basta un solo nuevo ser para tener un efecto más allá de nuestros cálculos al ocupar y participar de la subsistencia de otro, de varios o de muchos organismos. Todo ser orgánico aumenta naturalmente en progresión tan alta y rápida que, si no es destruido, la Tierra pronto estaría cubierta por la descendencia de una sola pareja. Aun el hombre, que es lento en reproducirse, se ha duplicado en veinticinco años y, según esta progresión, en menos de mil años su descendencia no tendría literalmente sitio para estar en pie”.

 

Josep García, biólogo: “Las plagas están azotando fuerte en los últimos tiempos y los australianos se inventan fórmulas de lo más raras para combatirlas: hay safaris nocturnos para turistas que vienen a matar canguros. Encienden los focos de los todoterreno para deslumbrarlos y venga, a matar”.

 

Linda Rowe, fundadora de las Croc-Shop: “Cuando llegó el ganado a Cape York, los cocodrilos se multiplicaron. Eran tantos que también empezaron a liquidar las reservas de pescado en los ríos así que hubo que mantenerlos a raya. Por aquí hemos tenido a grandes tiradoras, como Grace Brees y Krys Paulovski. Pero entonces fueron los cocodrilos los que empezaron a escasear y se prohibió la caza... aunque yo aún pude cargarme unos cuantos, mira la portada de mi libro. Ésa soy yo. Hay que defenderse”.

 

(2. Portada del libro)

 

Bruce Chatwin, escritor viajero: “Donde existe el peligro también se desarrolla aquello que salva”.

 

Charles Darwin, biólogo: “En todos los países los habitantes indígenas han sido hasta tal punto conquistados por producciones naturalizadas que han permitido a algunos extranjeros tomar posesión de la Tierra. El cruzamiento entre variedades distintas da vigor y fecundidad a la descendencia”.

 

César Manrique, artista del paisaje: “La consciencia del milagro de la vida y su brevedad me han hecho ver claramente que el sentimiento trágico de nuestra existencia nos empobrece”.

 

Jeffrey Caine, pescador: “Lo que me fastidia de la gente que viene de fuera a escribir es que luego no hablan más que de animales y de aborígenes. ¿Y nosotros? Porque aquí viven personas. ¿O qué soy yo? ¿Soy un erizo? ¿Soy un koala? ¿Soy un emú? Yo soy un tío de 102 kilos, con 43 años y una historia acojonante. Pero busque usted algo sobre la gente que vive aquí. Mucho pez, mucho coral, pero, ¿y las personas? ¿Qué pasa con las personas?”.

 

Jan Morris, escritora: “¿Cuál es la verdadera definición de australiano? Un hombre que mira fútbol en la televisión con un sombrero de felpa en la cabeza y una lata de Foster’s balanceándose encima de la barriga”.

 

Jeffrey Caine, pescador: “Bueno, es verdad, ese Morris habló algo de la gente, pero no sirve, porque él escribió sobre Sydney, y la Gran Barrera no tiene nada que ver con Sidney. Además, por lo que he oído, no puso más que idioteces. Por cierto, es marica, ¿no?”.

 

Mi diario 2007: “El salvajismo del mundo infraacuático se exacerba en esta costa que revela espacios aún vírgenes, enormes y sanos, preservadores de una autenticidad que muchos ya creían archivada”.

 

Linda Rowe, fundadora de las Croc-shop: “Al instalarme, me sorprendió el increíble número de serpientes. Habrás visto a mucha gente caminando descalza en otras zonas del país pero puedes creer que cuando yo llegué aquí nadie del área había sido mordido jamás por una: eran lo bastante astutos para llevar linternas y calzar botas por la noche”.

 

Mi diario 2007: “Las moscas son gigantes en Magnetic Island. Y muerden, afirma Chris mientras conduce descalza el Rolls Royce en una estampa bastante representativa de esta vida lujosamente asilvestrada”.

 

Jordi Serrallonga, arqueólogo y naturalista: “Australia es el país donde menos he podido racionalizar. Tengo muy claro por qué me apasionan África o las Galápagos pero Australia... el caso es que, cuando veo a compañeros con los que viajé allí o a alguien a quien le interesa el tema, podemos pasar horas hablando, entusiasmados”.

 

John Denny, turista de 73 años: “He venido porque quiero ver Cape York y el norte de la Gran Barrera antes de morir... o antes de que se muera ella. Sé que no es un viaje fácil. Nada fácil. ¿Crees que estoy loco?”.

VIRGINIA WOOLF EN CÓMIC

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VIRGINIA WOOLF : “TODO  ME HA ABADONADO”.

UN CÓMIC DE IMPEDIMENTA

Cada vez me interesa más la figura de Virginia Woolf. Acabo de leer un cómic o novela ilustrada de Michèle Gazier, ilustrada por Bernard Ciccolini, que se titula simplemente así: ‘Virginia Woolf’, que publica Impedimenta en un nuevo sello ‘El Chico amarillo’. Es un libro  cronológico y sencillo que aborda la compleja, dolorida y fascinante vida de esta escritora que veía morir muchos familiares con demasiada frecuencia: su madre, su padre, tan severo, su hermano, algunos amigos. Tuvo una relación especial con su hermana Nessie, amó a algunas mujeres (hacia Katherine Mansfield experimentó atracción y alguna envidia literaria; amó con locura a Vita Sackville West...), se casó con Leonard Woolf, fundaron juntos la editorial Hogarth Press, vivieron entre Londres y el campo, muy cerca del río Ouse. Virginia siempre buscó su lugar en el mundo e intentó sobrevivir a sus sombras, a la turbulencia de sus sueños, a su bipolaridad, a  su incesante melancolía. Escribía sus diarios y magníficas novelas. El estallido de la II Guerra Mundial la llenó de pánico y de aprensión; acentuó su fragilidad. Y un día decidió irse; antes dejó una carta para Leonard, su compañero sigiloso y sabio. Le decía: “Todo me ha abandonado, excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida”. Era el 28 de marzo de 1841. En el libro todo está contado con sencillez y unas cuidadas ilustraciones, llenas de colorido, de sensualidad, de hermosos paisajes. Y nos permite ver las fiestas, las tardes de té del grupo de Bloomsbury. Y nos invita a conocer de cerca, con todos sus fantasmas, el universo de creación e incertidumbre de una gran escritora.

02/12/2012 09:29 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

SANTIAGO FUMAZ, ADIÓS A LAS FOTOS

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HA MUERTO EL FOTÓGRAFO AMBULANTE

SANTIAGO FUMAZ, CENTENARIO

 

Por Estela PUYUELO 

 

Fumaz Cazcarra, Santiago. Fonz (Huesca), 24.VII.1912- 02.XII.2012. Fotógrafo ambulante.

 

La primera profesión de Santiago Fumaz fue la de peón de albañil, pues su padre y sus dos hermanos pertenecían a este gremio, pero quiso la desgracia –o la buena fortuna- que a los 18 años cayera de un andamio y una pierna le quedara inutilizada. Dadas las circunstancias, su padre le aconsejó ejercer un oficio que se pudiera desempeñar sentado y en Barbastro (Huesca) aprendió los de zapatero y barbero. Pronto, la llegada de la guerra y la emigración le ofrecieron una nueva posibilidad allí donde lo visual acerca lo ausente: la fotografía. En Lérida compró su primera cámara y en el año 1938, con un carro y una caballería, el retratista de Fonz comenzó su andadura con la fotografía del minuto (según el tiempo en el que transcurre el revelado) buscando posados de fiesta en fiesta. Estos primeros pasos terminarían completando un largo, infatigable y fiel recorrido por la provincia de Huesca y algunas localidades cercanas, especialmente ilerdendes, que duraría 40 años. Cuando se retiró, en los 80, había gastado siete coches.

A lo largo de cuatro décadas de vida como fotógrafo, Santiago Fumaz llegó a formar un voluminoso archivo del que se conservan algo más de 15.000 negativos.  Datan mayoritariamente de los años 50 los más antiguos, fecha en la que Fumaz ya compra cámaras con negativo de 35 mm.,  y de la década de los 70 los más actuales. Son testimonios de las fiestas populares de una parte importante de las localidades oscenses, de entre las que destaca Fonz: orquestas y bailes, romerías, procesiones, bodas, bautizos y otros actos sociales quedan retratados en una época en la que todavía no se habían generalizado las cámaras particulares en el Alto Aragón rural.

Conscientes del valor testimonial de estas fotografías, la Diputación de Huesca, a través de su Fototeca Provincial, llegó a un acuerdo con Santiago Fumaz para reproducir su colección en soporte digital e  incorporarla al proyecto Memoria Gráfica del Alto Aragón.

Tuvimos la suerte, junto a José Luis Pano, de acceder a estos fondos fotográficos para estudiarlos junto al autor de las fotografías para escribir sus memorias. Fumaz nos regaló sus recuerdos, puso voz a muchas de las imágenes, nos brindó su amistad y vio su libro publicado en vida. Hoy, a sus 100 años de vida, el retratista de Fonz ha emprendido el viaje más largo pero, como los grandes hombres, no se ha ido del todo. Nos ha dejado un rico patrimonio visual a los aragoneses: todas las sonrisas que pudo capturar en las fiestas rurales de la Postguerra. Y sus memorias.

 Solo falta una exposición fotográfica itinerante que muestre el trabajo de un experto en caminos, lugares y gentes, testigo de romerías, bailes, tradiciones, amigo de músicos, cantadores y danzantes. De otros fotógrafos. De otros ambulantes. De la gente que vivía en los pueblos. Todos nuestros abuelos fueron fotografiados por Santiago Fumaz Cazcarra. Solo tuvieron que decir sí a la pregunta habitual: ¿Quieres un retrato? ¡Cuánta magia encierra una fotografía! Gracias, Santiago por agitar tu varita para convertir instantes fugaces en eternidad.

02/12/2012 20:27 Antón Castro Enlace permanente. Fotógrafos No hay comentarios. Comentar.

'EL PALACIO DE LIRIA' DE ATALANTA

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HISTORIA Y ARTES DEL PALACIO DE LIRIA

Me gustan mucho los libros de Atalanta, el sello de Jacobo Siruela y de Inka Martí. He disfrutado mucho con alguno de sus títulos: los cuentos de Felisberto Hernández, tan reciente, los de Francisco Tario, tan desconocido, los de Salvador Elizondo. Son muchos libros, muchos géneros, con inclinación al híbrido, cuentos, novelas, confesiones, sueños (es muy sugerente el ‘Cuaderno de noche’ de Inka Martí), libros de viajes (como el de Jordi Esteva: ‘Socotra, la isla de los genios’), etc. Y ayer cuando llegué a casa me había llegado ‘El palacio de Liria’, uno de esos libros con los que difícilmente podrá competir el libro electrónico. Lo tiene todo: elegancia, olor, sabor, abre un inmediato laberinto para el viaje y el extravío. Jacobo Siruela invita a conocer mejor a sus antepasados, y luego Carlos Sambricio revela los secretos de la Arquitectura del palacio; Mónica Luengo habla de jardines, un tema muy hermoso, sin duda; Fernando Checa, ex director del Museo Prado, aborda la pinacoteca, aunque hay que decir que todo el libro es como una pinacoteca en sí misma (Tiziano, Rembrandt, Rubes, Ribera, Murillo, Goya, Velázquez, Zuloaga, Franz Xavier Winterhalter), José Manuel Calderón aborda la biblioteca y el archivo, Javier Sala se acerca a los Salones y José Francisco Yvars se centra en el tema de la Memoria, donde se unen la colección y las historias de familia. El libro es una maravilla. El palacio fue terminado en 1785 y poco después, el escritor y viajero William Beckford lo definió como “el más espléndido de Madrid”.

04/12/2012 10:34 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

IMG: EL MAESTRO MÍTICO

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Temía José-Carlos Mainer, ese sabio de letras, que la figura de Ildefonso-Manuel Gil (1912-2003) no fuese tan recordada. Y quizá lo sospechase también Manuel Hernández, ambos han coordinado un seminario dedicado a la obra del escritor y modelo de conducta cívica que tuvo, además, “una inmensa capacidad para disfrutar de la vida”. Acudieron cada día en torno a cien personas. En la última sesión, tres de sus grandes amigos, María Antonia Martín Zorraquino, Guillermo Fatás y Lola Albiac recordaron al profesor en Zaragoza y en Estados Unidos, al director de la Institución ‘Fernando el Católico’ y al lector, enamorado de Mor de Fuentes, de su obra ‘La Serafina’ y la ilustración, y de Jarnés, a quien conoció y admiró en Madrid, tal como dijo Albiac, a quien llevó a Daroca y despidió en 1949. Ildefonso decía siempre que su amigo entreabrió los ojos y vio en ellos una luz última de alegría o un relámpago de memoria. Guillermo Fatás glosó sus vidas paralelas –estudiaron en Las Anas, dieron clases en el colegio de los Labordeta, fueron profesores universitarios...- y dijo que la elección del autor de ‘La moneda en el suelo’ como director de la IFC fue una gran ocasión política que Ildefonso acogió “con extraordinaria ingenuidad”. Una de sus primeras propuestas fue un ciclo de sesiones poéticas. Quedó claro que fue “un hombre de su tiempo y un maestro mítico para las generaciones jóvenes” (Martín Zorraquino dixit), y que estuvo rodeado de amor (Pilar Carasol fue su actriz preferida, su musa y la madre de sus cinco hijos) y de amigos. Cuando fue despedido de HERALDO (se enteró en Salamanca), Ynduráin, Blecua o Ayala llamaron a rebato y logró recomponer su vida, lejos, para dedicarse a su obra y a la de los otros.

 

*Este texto apareció en la sección 'Cuentos de domingo' de HERALDO. En la foto, Pilar e Ildefonso-Manuel Gil.

04/12/2012 10:51 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

ISIDRO FERRER EN LA ALJAFERÍA

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[Isidro Ferrer es un artista en estado de gracia. Artista, diseñador, ilustrador, agitador de conciencia, un poeta de la imagen y un amanuense de diversas suertes. Ahora expone en el Palacio de la Aljafería (qué lástima que hayan prescindido de la capilla de San Martín: era un lugar maravilloso y acogedor) la muestra ‘Plantar cara’, una selección de sus carteles: carteles que parecen vivos y que han sido realizados en forma de rostro. Uno de mis escritores más queridos, y más invisibles también, Adolfo Ayuso, le ha escrito este texto. Fernando Sanmartín, responsable y animador del proyecto, me ha mandado el material.]

 

 

Foto de Vicente Almazán.

 

 

PLANTAR CARA

 

 

Por Adolfo AYUSO ROYO

 

Desde que conocí su obra, Isidro Ferrer (Madrid, 1963) me ha parecido un escultor de humo. Esta curiosa especie la conocí en los años que yo aprendía a leer en casa de mis abuelos a través del escritor más feo y católico del mundo, el italiano Giovanni Papini. El arte volátil produ­ce perturbación. También perturbó a Gog, aquel hombre rico y desalmado, protagonista y título de aquella novela, cuando visita a Matiegka, un artista imposible cuya obra solo dura lo que el humo tarda en dispersarse: “¡Mire! ¡Deprisa! ¡Im­prima la forma en su memoria! ¡Dentro de pocos segundos la estatua se desvanecerá como una melodía que acaba!”. En la larga polémica que tras la revolución soviética mantuvieron los teó­ricos del arte sobre la creación, la propiedad de lo creado y el comercio que se creó, el triunfo moral lo consiguieron los cartelistas, pero para mí, lo más excelso serían ya por siempre los es­cultores de humo.  

Tiene también Isidro un componente de artista de varietés. Varía de ilustrar en potentes editoriales a editoriales menores, a veces mi­núsculas, como la valenciana Mediavaca. Dise­ña para grandes marcas de coches o para las portadas de revistas ínfimas como Attonitus o La Expedición. Le gusta disfrazarse y lo hace tras enormes embudos o sonrientes cajas de cartón. Tiene mucho pelo en los brazos, por eso lo descubro cuando se fotografía enmascarado. Quizá aprendió a transformarse en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza (1982-1985), donde dio rienda suelta a la puesta en escena de sí mismo. Estudió mimo y pantomima en la Es­cuela Lecoq de París. Tras girar con varias com­pañías, su camino se centrará en la ilustración y el diseño. Aprendió los rudimentos de la diagra­mación y la tipografía en los talleres de Heraldo de Aragón (1988) y luego aprendió todo lo demás en el estudio barcelonés de su maestro y amigo Peret (1989).  

Si en algo coinciden los analistas de la obra de Ferrer es que posee cierto carácter má­gico que trasciende y pervierte la aparente in­genuidad. Los objetos, las líneas y la tipografía se cruzan en el aire como si fueran trapecistas. Mundos de magia y circo que también subyuga­ron al poeta catalán Joan Brossa que, si pudiera escapar del sagrado panteón donde lo han ente­rrado, acudiría a uno de los muchos cursos que Isidro Ferrer imparte por todo el mundo para dis­frutar como el niño sabio y alborotador que fue.

Su obra también se puede leer en muchos libros. Y digo leer, y no solo ver, porque el traba­jo visual de Isidro Ferrer siempre posee una o varias lecturas. Trasciende la estética pura a la que muchos grafistas actuales nos tienen acos­tumbrados. Se puede leer, se puede interpretar e incluso representar. Muchos de esos libros han contado con la rebeldía literaria y vital de su amigo Carlos Grasa. Desde aquella primera obra para títeres de Yo me lo guiso, yo me lo como (Za­ragoza,1995), dedicada al titiritero argentino Ja­vier Villafañe (Premio Laus de Ilustración), hasta Una casa para el abuelo (París, 2001), donde se tocaba en una publicación infantil el tema de la muerte, lo que ocasionó una larga resistencia de las editoriales españolas a su publicación. Pese a todo recibió el Premio Nacional de Ilustración Infantil y Juvenil en 2006. Y muchos más, como Exilios (París, 1999) o Vladimir & Estragón (Za­ragoza, 2010). También son notables los libros publicados con extractos de sus cuadernos de viaje, diarios visuales que reflejan su particular visión del mundo y laberinto inspirador de algu­nos de sus diseños más relevantes. Destacamos entre ellos la Galería Legítima (Xordica, 2005), epilogado por Félix Romeo, vislumbrando un interesante viaje por los diarios de escritores, y Open every day (Estudio Versus, 2009), un íntimo y sensacional recorrido por Nueva York.

Isidro Ferrer planta cara a muchas cosas. Cuando recibió el Premio Nacional de Diseño 2002 recitó ante el Rey un poema antibelicista de Gloria Fuertes. Y el Rey aplaudió. Aunque ni aquellos aplausos ni aquel poema pudieran evi­tar la guerra de Irak, que comenzó solo unos días después.

En esta exposición planta cara a la pro­gramación del Centro Dramático Nacional para la temporada 2011-2012, la última y quizá la más brillante del período bajo la dirección de Gerardo Vera, la persona que desde la temporada 2006-2007 confía a Isidro Ferrer la imagen y el carte­lismo del CDN.

Muchos años antes ya había diseñado Isidro carteles para eventos teatrales más mo­destos, como las Muestras de Teatro Universi­tario o los Festivales Internacionales de Títeres y Marionetas de Zaragoza. El encargo del CDN llena de gozo al diseñador, que buceará en cada espectáculo propuesto, buscando también para cada temporada una línea de esencia y continui­dad. Con la colaboración de Nicolás Sánchez y Sean Mackaoui, afronta cinco temporadas, en­cargándose su amigo Peret de la de 2010-2011.

En las anteriores, Isidro cultiva sobre todo las transformaciones, algunas de las cuales se ex­pusieron bajo el título No es esto en el Monas­terio Nuevo de San Juan de la Peña (2008): sie­rras que se convierten en escaleras de peldaños amenazadores (Sí, pero no lo soy, de Alfredo Sanzol), muletas que son un kalashnikov (Ante la jubilación, de mi admirado Thomas Bernhard) o fonendoscopios cuya membrana se transmuta en mantis (Idaho y Utah, de Albert Espinosa). Un cartel que reza y pica.

En la que se expone en La Aljafería, Isidro Ferrer pone cara a cada una de las obras que se van a representar. Caras palestinas, calavéricas, cunícolas o que lloran tiras de periódico con las peores noticias del mundo. Primero materializa y luego desmaterializa. Junta briznas, clavos, huesos, cortezas, clips, telas, tipos de imprenta, huecos de yeso, saetas de reloj, hojas de fres­no. Manufactura en su mesa de trabajo. Recorta, pega, clava. Materializa un rostro. Luego lo fo­tografía. Lo desmaterializa. Lo convierte en im­palpable, en magma de bits. Retoca estructuras virtuales que acabarán viviendo en la web del Centro Dramático Nacional, en un programa de papel que manosea el espectador de Luces de bohemia o en un cartel que la humedad y el vien­to acabarán despegando del mobiliario urbano. Estructuras todas muy frágiles, casi de humo.

Con humo ha levantado Isidro Ferrer una obra muy sólida, que sugiere, inspira y que hasta es copiada con descaro o ingenuidad. “Pobres de los diseñadores que solo aprenden de los di­señadores”, dijo Felipe Hernández Cava −histo­rietista que fundó el grupo El Cubri en 1970−, en el catálogo que describía una importante expo­sición de su obra más temprana (Huesca, 1999: La Voz Ajena). La obra de Isidro Ferrer es tan peculiar porque es una persona que se interesa por todo. Por la anatomía, por la atmósfera, por la cerveza, por la política, por la sonrisa, por el póquer del tiempo y por la aventura intelectual.

El teatro pone su cara delante del espec­tador. Levanten la cara del telón. Y busquen lo que hay detrás. Siempre es lo más interesante.

04/12/2012 12:53 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

VERÓN: 'LAS PUERTAS DE ROMA'

José Verón Gormaz acaba de publicar una novela sobre Marcial en Mira Editores: ’Las puertas de Roma’. Me envía dos capítulos. Me dice: "Los capítulos pares relatan la historia, y los impares son una conversación sobre el asunto en una tertulia zaragozana".

24

Al otro lado

Lo imposible ha sucedido. Domiciano ha muerto, asesinado por una conjura de personas amenazadas directamente por él. Servidores y administrativos, gentes aparentemente inofensivas, han tramado cuidadosamente el magnicidio. Los rumores cercanos a palacio cuentan los detalles, hablan de las premoniciones del césar muerto, tan aficionado a consultar a los augures e interpretar los signos y los sueños. Se dice que el autor material del magnicidio fue Estéfano, administrador de Flavia Domitila, sobrina del césar. El asesino portaba un puñal bajo las vendas de un brazo falsamente herido. Así, pudo entrar en los aposentos de Domiciano cuando éste se hallaba a punto de dormir la siesta.

Aunque los soldados fieles al emperador, debido en parte a los privilegios que disfrutaban, solicitan venganza contra los autores del crimen, el pueblo y la nobleza se sienten liberados de un tirano impío que cada día calculaba sus crueldades con mayor refinamiento e idéntica maldad.

Marcial piensa en lo ocurrido. No le extraña, pues conoce el creciente disgusto que provocaba Domiciano. Vuelve a deplorar los elogios al emperador aparecidos en el libro décimo de epigramas; deberá corregirlo urgentemente, de modo que el nuevo césar, el anciano Nerva, acepte los escritos de poeta. Marco Valerio ha retirado a tiempo la edición del onceno libro para corregir los ya escasos poemas dedicados a Domiciano, que ha sustituido por otros, compuestos precipitadamente, con referencias directas al lector y al nuevo emperador.

Sin embargo, Marcial conoce, o al menos presiente, que sus esfuerzos van a ser en vano. Nerva no aprecia demasiado la poesía, y el cercano recuerdo de las loas a Domiciano resulta imposible de borrar.

"¿Adónde vas, librito ocioso, adónde,

ornado con púrpura sidonia nada vulgar?

¿A ver, acaso, a Partenio?"

Así dicen los primeros versos, recién hechos, que anuncian un libro alejado de los palacios y cercano a los amigos y al pueblo lector. No cabe otra dedicatoria y así vuelve a insinuarlo en el segundo poema, donde grita: "¡Vivan las Saturnales!", las fiestas más apreciadas por Marcial, aunque también nombra, como por descuido, a Nerva.

Añade el poeta un epigrama en el que declara su satisfacción por la gran cantidad de lectores, al tiempo que se queja de las pocas ganancias que los versos le producen. La referencia a Nerva le ha movido a dedicarle directamente algunos poemas. ¡Hay que intentarlo! Ha compuesto una hermosa oración para el nuevo césar y una loa más acorde con la realidad que aquellas (hoy desafortunadas) dedicadas a Domiciano en los pasados libros.

Marco Valerio cree que la cautela es necesaria en los tiempos que corren. En solemne sesión, los senadores han condenado por decreto la memoria de Domiciano, con toda la hostilidad que conlleva hacia los antiguos seguidores del tirano, entre los que algunos personajes relevantes incluyen a Marcial. Sabe el poeta que debe mantener la mordacidad de los epigramas satíricos, cómo no, pero que debe añadir alguna crítica indirecta a Domiciano. Así lo hace: tras exaltar nuevamente las Saturnales, escribe un epitafio al actor Paris, el mejor de los mimos, asesinado por orden del antiguo emperador, quien pensaba que su esposa Domicia admiraba demasiado al actor y mantenía relaciones con él.

"Viajero que caminas por la vía Flaminia,

quien quiera que seas,

no pases de largo ante este noble mármol".

Empieza así el epitafio, el elogio póstumo a Paris, el actor; y esta loa funeraria contiene una crítica evidente contra el asesino.

Marco Valerio lee cuidadosamente el undécimo libro. El editor lo reclama cada día, molesto por el retraso excesivo en la publicación; ya debería estar el libro en la calle, pero el poeta no quiere cometer otro error y se aplica en la revisión de los versos. Entre bromas y exageraciones, se ríe de la finca que le regaló Lupo, aunque no puede disimular el espíritu de chanza que destilan las palabras. Y Marcial vuelve a ser el Marcial agudo y un tanto procaz en dísticos como el que dedica a "Gala y su experta lengua":

 

"Me preguntas, Gala, por qué no quiero casarme contigo:

Eres una mujer muy culta y mi picha comete barbarismos con frecuencia".

 

Y también a Lesbia, nombre legendario que oculta a una dama conocida por la sociedad romana, la pone al descubierto con un solo dístico:

"Lesbia jura que nunca se la han tirado gratis.

Es cierto: cuando quiere que se la tiren, suelen pagar."

El libro avanza, Marco Valerio añade y suprime, piensa y escribe, incluso en los momentos de descanso aprovecha las circunstancias que le rodean. Ayer, en las cercanas termas de Estéfano, contempló a un caballero, al que ha puesto el nombre imaginario de Filomuso, que miraba intensamente a los jóvenes esclavos de unos y de otros:

"Nos contemplas mientras nos bañamos, Filomuso,

y quieres saber continuamente por qué mis jóvenes esclavos están tan bien dotados

. ¿Sabes por qué?

Contestaré con claridad a tu pregunta, Filomuso:

porque les dan por el culo a los mirones."

Ya puede considerar el libro terminado, aunque decide añadir un poemita recién compuesto, hecho con ternura para una de las mujeres que más admira y respeta. Ha recibido un obsequio floral de Pola, la viuda de Lucano, y ha escrito estas palabras:

"¿Por qué me envías, Pola, coronas intactas?

Prefiero poseer rosas manoseadas por ti."

Ahora, sí; ahora ya puede Marco Valerio entregar el libro al editor. Todavía lo enseñará a los amigos, tal vez a Terencio Prisco, a Faustino, a Plinio... No cabe el error; equivocarse nuevamente podría ser fatal. Hay que vencer la indiferencia inicial del césar Nerva y de sus hombres de confianza. Hay que evitar las palabras acusadoras de los delatores. Hay que mantener el lugar con tanto esfuerzo conseguido y vivir, vivir con dignidad. Hay que cruzar al otro lado de Roma.

(De Las puertas de Roma. Crónicas de Marco Valerio Marcial)

 

26

El único camino

 

Como esperaba Marcial, el libro undécimo no ha logrado vencer las murallas imperiales. Nerva guardó silencio y nada quiso saber del poeta. Los nuevos asesores del emperador también se afanaron en cerrar las puertas a los nuevos epigramas. El futuro se presenta nebuloso.

Marcial ha decidido intentarlo nuevamente, buscar la aceptación del futuro césar. Nerva ha muerto. En consecuencia, Trajano vuelve a Roma después de su campaña en Germania. La noticia del fallecimiento de Nerva la ha recibido en Renania y el viaje de retorno hasta la capital del Imperio es largo. Cuando la entrada triunfal del nuevo césar se produzca, el otro libro de Marcial ya circulará por las calles romanas en busca de lectores y, ante todo, del favor imperial. Realmente, el poemario en el que el poeta trabaja noche y día es la nueva edición del décimo libro de epigramas, renovado en parte, con poemas dedicados a Trajano y sin ninguna referencia, ni directa ni indirecta, al malvado Domiciano.

El poeta mira y remira, vuelve a comprobar las supresiones, los poemas más intensos y los epigramas más mordaces. No puede escapar ningún detalle. Ha añadido algunos dísticos para justificar la nueva edición, entre ellos algunos poemas de añoranza de Hispania, en los que anuncia un posible regreso. Trajano es hispano y, si las discretas loas que le dedica no causan la impresión deseada, tal vez el origen común, la patria verdadera de ambos, ablande el corazón del nuevo emperador. Varios poetas jóvenes, Sexto y Emilio entre ellos, han escuchado los poemas en el Pórtico. Opinan que la segunda edición del libro décimo es mejor que la primera. Dos de ellos, los citados por su nombre, ríen a carcajadas cuando oyen el epigrama dedicado a la puta Filis. ¿Por qué esas risas estruendosas? La explicación provoca el alborozo: ¡fueron ellos los protagonistas del epigrama! Vuelven a leerlo en voz alta:

 

"A casa de Filis fueron dos hombres para follar,

y como uno y otro querían en primer lugar tomarla desnuda,

Filis les prometió que se entregaría a la vez a uno y otro,

y así lo hizo: uno le levantó la pierna y el otro la túnica".

 

La lectura y la conversación deriva en comentarios sobre la situación de incertidumbre que se vive en Roma, sobre la inminente llegada de Trajano y sobre el inquietante ascenso de Calinio, el nuevo delator, que ya ocupa un puesto destacado. Marcial publicó algunos escritos contra él, lo que supone un obstáculo difícil de salvar.

De forma súbita, Marco Valerio se despide y se dirige hacia la mansión de Plinio el Joven con el fin de pedirle consejo. Camina apresurado, impaciente por conocer la opinión del amigo y del personaje socialmente destacado, conocedor del poder y de sus laberintos.

Cuando llega a la mansión, mientras espera que los sirvientes lo atiendan, Marcial siente un repentino temor a las consecuencias de esta visita. Sabe que Plinio va a decirle la verdad y que ésta puede ser dolorosa. Pronto, en menos tiempo que el habitual para esta clase de visitas, los dos amigos están frente a frente, sentados ante una mesa de maderas nobles, con una jarra de vino másico y sendas copas como cálido complemento a la conversación. Marcial ha entregado a Plinio el nuevo texto corregido y ampliado del décimo libro de epigramas. Le señala las correcciones y los poemas nuevos. Plinio el Joven reflexiona y, por fin, expresa su opinión:

- Marco, ni estos nuevos dísticos, ni los poemas que dedicas al emperador podrán cambiar las cosas. Tu libro décimo fue muy popular y, además, llegó hasta las cocinas de palacio. Tus elogios a Domiciano, quizá excesivos aunque comprensibles, movieron la furia y la indignación de algunos personajes que ahora ostentan cargos importantes. Calinio, por ejemplo, el infame trepador, hoy es un consejero de Trajano. El propio césar, a punto de llegar a Roma, no aceptará tus poemas aunque le dediques algunos versos muy hermosos.

- Ya sé que Trajano es poco sensible al arte.

- No es así; al menos, no es así exactamente. Tu fama de poeta le importa poco a quien ha pasado los últimos años combatiendo con los bárbaros. Tus loas, todavía menos. Sólo recordará que fuiste un destacado cantor de Domiciano.

- Sólo he pretendido vivir. ¡Sobrevivir!

- Cierto, pero no cambia nada.

Marcial toma el original en las manos y lee un poema dedicado a Manio, su paisano, con alusiones al "celtíbero Jalón", el río de su infancia:

"Si sientes igual que yo, si me aprecias como yo a ti, en cualquier sitio tendremos ambos una Roma". Se dirige así a su amigo de la niñez, a quien le anuncia el posible retorno a Bílbilis del poeta. Plinio el Joven escucha y asiente:

- Muy bien, Marco; estos recuerdos de Hispania le gustarán a Trajano, pero te repito que no conseguirán ablandar su corazón, endurecido por las batallas y por el acoso incesante de Domiciano. La poesía no existe para él.

- ¿Y si decido volver a Bílbilis? Allí podré vivir cómodamente y en paz. Me sobran recursos económicos para ello.

- Si decides volver, conseguiré que te paguen el dinero retenido por tu cargo de tribuno militar. Será una cantidad importante.

- ¿Harás eso por mí?

- Tienes derecho a ese dinero; es tuyo, aunque ahora esté en el tesoro público. Así es el fisco.

- Tengo que pensarlo. La idea de volver a Bílbilis me agrada, pero me crea muchas dudas. ¿Qué haré allí sin los pórticos y sin el anfiteatro Flavio, sin los amigos y las amigas de Roma?

- Descansar y vivir– concluyó Plinio.

- Además de descansar, necesito la vida de Roma, la actividad literaria, las cenas...

- Te acostumbrarás. Piénsalo.

- Lo pensaré. A pesar de todo, la nueva edición del libro décimo seguirá adelante.

- El libro es excelente. Su edición es acertada, aunque te repito que nada vas a conseguir. Trajano se acuerda de la coraza de Domiciano y él se pondrá una mucho más fuerte contra tus elogios.

- Temía tus consejos y, más aún, que me mostraras claramente la realidad.

- Antes de despedirnos, Marco, brindemos por nuestra amistad y por la poesía.

- Brindemos.

Los dos amigos apuran las copas de excelente másico y permanecen callados durante unos instantes, como si desearan sentir y recordar los matices del vino. Súbitamente, Plinio rompe el silencio:

- No lo olvides; si decides volver a Bílbilis, avísame inmediatamente para solicitar el dinero que te corresponde como tribuno militar. Será una buena ayuda para los gastos del viaje.

- Lo haré. Mi decisión será temprana. Seguramente, antes de entregar el libro al editor sabré qué camino tomar.

- Adiós, Marco. Que la suerte te acompañe.

- Adiós, Plinio. Pronto volveremos a vernos.

Marcial abandona la mansión con mil ideas confusas rondándole y pugnando por imponerse. Siente una extraña opresión en el pecho que le anuncia la importancia vital de las futuras decisiones.

Llega al Quirinal, tras caminar deprisa y pensativo, y ordena a la criada que no le sirvan la cena. Pide, en su lugar, una jarra de vino y una copa. Revisa el libro décimo, piensa, escribe... A media noche, todavía en plena actividad, Marco Valerio toma una decisión. Si las circunstancias no cambian, debe regresar a Bílbilis.

Pasan los minutos y su decisión es cada vez más firme. Salvo que ocurra un milagro (un milagro en el corazón de Trajano), Marcial volverá a su patria, junto al río Jalón, cerca de los árboles frutales y los sauces blancos de Boterdo, bajo el fortín de los buitres, donde los días son más plácidos y las noches más largas. Y tan convencido está de su retorno, que desea reflejarlo en el libro. Toma los instrumentos de escritura y comienza a escribir:

Paisanos míos, a los que ha engendrado Bílbilis Augusta,

en el alto monte que baña el Jalón con sus aguas veloces,

¿no os causa alegría la gloria luminosa de vuestro poeta?

 

Continúa componiendo verso tras verso con emoción creciente, aunque al final vuelve la duda y así lo expresa:

 

Si al que regresa lo acogéis con buena voluntad, iré;

pero, si vuestro corazón es duro, me puedo volver.

 

Marco Valerio Marcial, poeta de Roma, bilbilitano, celtíbero, siente que el corazón se aprieta contra sí mismo. Los ojos se le humedecen con lágrimas furtivas. Vuelve a tomar los instrumentos de escritura y se dispone a componer el último poema para el libro.

04/12/2012 19:10 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

BRIAN DUFFY POR MARIMAR CABRERA

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Una de las exposiciones que más me han gustado en los últimos tiempos en Zaragoza ha sido la retrospectiva de Brian Duffy en el Centro de Historias. Marimar Cabrera, periodista y colaboradora asidua en los fines de semana de Miguel Mena, en la SER, firma en la revista ‘Jot Down’ un estupendo artículo sobre el fotógrafo británico que fue un maravilloso retratista, un gran artista de la moda y la publicidad y luego, cuando dejó la fotografía, un experto en muebles. He aquí el enlace del texto de Marimar.

 http://www.jotdown.es/2012/12/el-mito-de-duffy/

06/12/2012 18:41 Antón Castro Enlace permanente. Fotógrafos No hay comentarios. Comentar.

GUSTAFF CHOOS EN NUEVA YORK

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GUSTAFF CHOOS: SI TE DICEN QUE CENTRAL PARK

Anda por ahí Gustaff Choos con el ojo alerta. Un ojo que no duerme. El ojo inconformista. Le interesa todo: igual le da retratar a futbolistas, que a músicos, a mujeres bonitas con sus bolsos de diseño.  A roqueros incansables que encienden de relámpagos la noche. Ahora vive en Nueva York: pasea, camina, mira. Se entusiasma. Se vuelve insomne y un felino que caza imágenes de luz. Y he aquí uno de los milagros de su mirada: la naturaleza urbana tal como es. Gustaff Choos.

07/12/2012 09:24 Antón Castro Enlace permanente. Fotógrafos No hay comentarios. Comentar.

EL LUNES, 'NARRADORES VISUALES'

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LAMATA, P. GUTIÉRREZ, ASÍN & AZNAR

Y  D. GASCÓN: ‘NARRADORES AUDIOVISUALES’

En el ciclo ProyectAragón, que coordina Vicky Calavia, el próximo lunes, 10 diciembre, 19 h., se ha organizado una mesa redonda con el título ‘Narradores audiovisuales (Industria Audiovisual Siglo XXI)’. Zaragoza Activa (Azucarera). Mas de las Matas, 20 (Antigua Azucarera del Rabal)

Ponentes: Miguel Ángel Lamata (realizador y guionista para series de televisión), Pilar Gutiérrez (realizadora de cortometrajes y guionista), Marisol Aznar y Jorge Asín (actores y guionistas de Oregón TV). Presenta y modera Daniel Gascón (escritor y guionista de cine). Debate final abierto al público.

 

*En la foto de Lara Albuixech, Pilar Gutiérrez.

08/12/2012 09:40 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

MARISA MONTE: LA VOZ DE BRASIL

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MARISA MONTE: UNA CANTANTE BRASILEÑA DE CALENDARIO

Alguien echaba en falta, en medio del calendario brasileño de Steve McCurry dedicado a Brasil, a la gran cantante Marisa Monte, nacida en 1967. Siempre está joven y bella: a veces parece recordar a la joven Alanis Morrisette, a veces posee la fragilidad de seda de Suzanne Vega, pero siempre, siempre es Marisa Monte. La cantante de las heridas de amor. Esa brasileña que cautiva, como antes lo hicieron Gal Costa, María Creuza o Astrud Gilberto, pongamos por caso... Es una mujer que sabe mucho de declaraciones de amor, del infinito particular, del universo que tiene a su alrededor y de todo lo que un ser humano, enamorado tal vez, quiere saber. Ha colaborado con otra rara y exquisita como Laurie Anderson.

08/12/2012 11:40 Antón Castro Enlace permanente. Músicos No hay comentarios. Comentar.

CESC GAY: LOS HOMBRES PATÉTICOS

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Acabo de ir a ver la película de Cesc Gay ‘Una pistola en cada mano’. Tenía un magnífico recuerdo, sobre todo, de ‘En la ciudad’: la he vuelto a ver dos veces en poco tiempo. Esta nueva película se le parece en algunas cosas: son historias urbanas que se unen al final, en una fiesta. Historias fragmentarias unidas por una idea, por un tema, por una preocupación y una mirada general. Una poética de conjunto. La película aborda la historia de ocho hombres, vinculados por lo regular por lazos de amistad, que se enfrentan a distintos problemas: uno sufre diversos  problemas físicos, otro se ha ido quedando por el camino en una situación próxima al desamparo; otro intenta reconstruir su matrimonio sin saber cuántas vueltas da la vida; dos, en un parque, comparten un secreto tremendo que les atañe; otro quiere seducir a una compañera de trabajo con un resultado inesperado; otros dos viven conflictos de diversa índole (de orden amoroso y sexual), pero jamás entran en ese terreno de las confidencias necesarias.

La película, trazada con pulso seguro, precisa, con un gran sentido del humor y de la ironía, presenta a una serie de hombres demasiado humanos quizá a los que les pasan cosas bastante cotidianas y a la vez jocosas y conmovedoras. El reparto es excepcional: hacía algunos años que no veía en el cine español (o que no he tenido esa sensación tan plena) un trabajo coral tan redondo, tan extraordinario. Es difícil saber quién está mejor que quién. Trabajan Leonardo Sbaraglia y Eduard Fernández, maravillosos los dos; Javier Cámara, estupendo en su papel de hombre que quiere recuperar el norte de su vida ante una espléndida Clara Segura. Luis Tosar y Ricardo Darín se encuentran en el parque, cerca del perro Ako, y bordan su trabajo. He ahí una actuación deslumbrante, llena de contención, de matices, de ironía, de humor y de paradoja. Noriega, algo afeado y deliberadamente rígido, clava su papel ante una Candela Peña que está muy bien. Y Alberto Sanjuán y Jordi Mollá están soberbios. Sus papeles tienen instantes increíbles: el diálogo y la miradas entre Sanjuán y Leonor Watling creo que están entre lo mejor de sus carreras.

‘Una pistola en cada mano’ –frase que le dice Candela Peña a su seductor más o menos burlado, Eduardo Noriega- es una película ingeniosa, muy bien escrita, intensa, vitalista, interesante, sobre un asunto ferozmente humano: qué patéticos podemos llegar a ser los hombres. Por amor. Por cobardía. Por miedo. Por pudor. Por una mujer a la que hemos perdido por nuestra mala cabeza.

¡BRAVO!, DE BERNA, BERNAD Y LOS OTROS

¡Bravo!, de Berna, Bernad y los otros

 

El bailarín crea un espectáculo coral, ‘Con los grandes de la jota’, basado en la música española, que conmueve al público del Auditorio. Hoy, a las 19.00, se despide el montaje.

 

 

Berna, en una imagen de archivo, con Josué Barrés.

 

 

Miguel Ángel Berna cree en sí mismo y en sus empeños. Es un artista que se atreve, que se arriesga, que emprende continuos desafíos desde una convicción: el arte, como mejor sale, es en equipo. Y él es más que un bailarín educado en el flamenco y en la jota: es un aglutinador. Alguien que creen en los valores del espectáculo con todos los detalles: la música en directo, el canto, el baile, la coreografía, el vestuario, la iluminación. Cada uno de sus montajes, más o menos equilibrado, es una fiesta coral de entrada. Un proyecto de muchos para, como poco, la inmensa minoría. Y a veces, como sucede con ‘Con los grandes de la jota’, para todos los públicos. Miguel Ángel Berna une, mezcla, armoniza disciplinas. Pone a la gente en movimiento, se emociona con el trabajo de los demás y lo mima, y los demás lo miman a él, establecen un hilo de complicidad y de respeto, de pasión recíproca por el escenario.

‘Con los grandes de la jota’ es un paseo por muchos de los grandes momentos de la música por excelencia de Aragón. Berna, y Alberto Artigas (que es como su ‘alter ego’ musical) y Miguel Ángel Tapia (que aquí, en gran noche de entrega y oficio, toca el piano y dirige al Coro Amici Musicae con pequeños gestos de manos, de cabeza y de cejas), elaboran una función que tiene algo de compendio musical español en torno a la jota: se tocan piezas de Falla, Chapí, Albéniz, Guerrero, Bretón, Pérez Soriano o, entre otros, del propio Artigas, que ofrece toda una exhibición instrumental de laúd y bandurria. Toño Bernal alterna el contrabajo y la guitarra eléctrica con enorme solvencia, y Josué Barrés está inmenso de nuevo con la percusión: sus manos en los cajones emulan una orquesta o el sonido mismo del mar.

A esa música, con piezas específicas o situadas entre ellas para lo ocasión, le ponen voz Nacho del Río, Beatriz Bernad, dos joteros muy reconocidos aunque jóvenes, y la mezzosoprano Beatriz Gimeno, que deslumbra en tres fragmentos de ‘Gigantes y cabezudos’, especialmente en ‘Si las mujeres mandasen’. Nacho del Río y Beatriz Bernad han cantado muchas veces juntos, han grabado varios discos y se compenetran a la perfección. Del Río posee una voz honda y muy bien educada, no es un vozarrón, que logró momentos maravillosos, con ecos del Oto más melancólico, me ha parecido; Beatriz estuvo pletórica, arrolladora, con una fuerza indecible y un inventario de matices que hacen de ella la voz femenina más inspirada de la jota.

Miguel Ángel Berna, con su cuadro de bailarines, puso la danza (el arte del punta, tacón, punta y otros meneos), y el ritmo de las castañuelas. Empezó con el vértigo flamenco en la sangre e hizo una especie de homenaje a su formación, a sus raíces del sur, a su impronta islámica y jazzística. Y luego, dosificando muy bien sus apariciones, con el grupo, en pareja o en solitario, demostró qué lleva dentro, cómo siente la jota, cómo esta vibración antigua y casi enigmática le tiembla en los músculos y en la cabeza.

Baila la jota como se le antoja y acabó muy arriba, sudoroso y exultante, con los últimos acordes de ‘Gran Jota’. Si Beatriz Bernad y Nacho del Río cosecharon muchos “bravos”, él no les fue a la zaga; ni él ni su cuerpo de baile. ‘Con los grandes de la jota’ tiene otra virtud: más allá de la pureza o no de la propuesta, que tiene mucho de mestizaje y de experimentación, es la constatación de aquí se puede trabajar en equipo con el viento a favor o con el cierzo en contra. La jota, dosificada y digna, es, puede ser un espectáculo inolvidable. Berna y los suyos así lo entienden. Y el público aceptó la dádiva: les premió con más de cinco minutos de aplausos.

 

FICHA:

‘Con los grandes de la jota’. Director y coreógrafo: Miguel Ángel Berna. Músicos: Alberto Artigas, Miguel Ángel Tapia, Toño Bernal y Josué Barrés. Intérpretes: Beatriz Bernad, Nacho del Río, Beatriz Gimeno. Auditorio de Zaragoza. Lleno. Hasta el domingo.

09/12/2012 13:28 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

NIEMEYER, POR XUAN BELLO

[Xuan Bello, que acaba de publicar en Xordica el libro 'La nieve y los complementos circunstanciales', firma un estupendo artículo en 'El comercio' sobre ese gigante de la luz y de la curva: Oscar Niemeyer.]

La muerte de un gigante

La vida de Oscar Niemeyer es inmensa como su país, si algo ha de perdurar para nuestros futuros será su obra

XUAN BELLO |

 

Hay huracanes de sentido que pasan por la vida trasponiendo el caos y creando, en las páginas de lo cotidiano, signos perdurables; huracanes de sentido que nos aclaran y nos reflejan haciéndonos mejores. La vida de Oscar Niemeyer es inmensa como su país de nacimiento, Brasil, y sus 104 años de vida bien vivida algo más que un laberinto longevo y pleno. Amó mucho, como sólo puede amar aquel cuya memoria atesora los versos de Camões, y en su alma multiforme las heridas de su siglo han encarnado. Algún futuro día remotísimo los historiadores intentarán, como nosotros lo estamos haciendo ahora, poner en claro el desastre y el horror del siglo XX: analizarán la I y la II Gran Guerra, las dictaduras de uno y otro siglo, los millones de muertos de hambre, los excluidos y los marginados, la avara sed de sangre del poder. Algún día, como nosotros miramos con perpleja curiosidad las ruinas hititas, alguien estudiará el siglo XX y junto al horror verá la maravilla: cómo la razón se alió con la magia redimiéndonos. Si algo ha de perdurar para nuestros futuros, pienso yo, será la obra de Oscar Niemeyer.

En esa carpeta futura, ¿qué se guardará? El tiempo es el mejor antólogo y elimina lo superfluo dejando sólo, y a veces reducida a ruinas, la clave de lo esencial. La arquitectura de Oscar Niemeyer fue posible gracias al amor. Algún arquitecto amigo, lo preveo, me dirá que no tengo razón y que la magia de las curvas entrelazadas en sus edificios se debe a la geometría y al avance técnico del hormigón; y yo, a ese buen amigo, le digo: no entre aquí quien no sepa poesía.

Brasil, ese gigante económico que hoy a todos sorprende, ha dado al mundo en el siglo del horror alguno de los más claros ejemplos de Arte que construye y se cimenta sobre el amor: la poesía de Manuel Bandeira y Lêdo Ivo, las prosas de Manuel Quintana, la bossa nova de João Giberto, Tom Jobim y Vinícius de Moraes. Ha dado muchísimas cosas importantes y sobre todo una: cómo la humildad no está reñida con la grandeza, cómo es imposible la estética sin la ética.

Oscar Niemeyer -un materialista dialéctico de quien Fidel Castro llegó a decir que «él y yo somos los únicos comunistas de la Tierra»- no abandonó nunca el sueño de construir un edificio sellado a las puertas de la muerte. Su objetivo era darle un poco más de luz a la luz del mundo, combatir con algo más que consuelo el sufrimiento humano. Fue un hombre necesario que los designios de la avaricia no habían previsto; un ser capaz de soñar la ciudad justa, de verla acaso como Moisés de puntillas desde la distancia pero sabiendo que ese brillo lejano era también la sustancia del presente.

Paseo por el Centro Niemeyer de Avilés. Como un ruido sordo que ya no se oye atrás quedan las necias disputas, las enmarañadas razones de quien vive en la maraña. ¿Se puede construir un edificio con luz apenas? Oscar Niemeyer resolvió ecuaciones espirituales que sólo con el compás de la poesía se pueden resolver: más grande que su propia obra su vida nos alcanza por entero. El gran Ferreira Fullar, otro de los poetas claves brasileños, amigo íntimo de Niemeyer, expresó el secreto de su arte de una manera muy clara: «El lema de la arquitectura era que la forma está subordinada a la función. La preocupación fundamental tenía que ser la funcionalidad y la belleza quedaba en un segundo plano. Oscar unió los dos elementos, funcionalidad y belleza, porque, decía, la belleza también cumple una función».

Frente a la arquitectura de ocupación, los ejércitos libres de la arquitectura de la liberación. Oscar Niemeyer, en realidad, sólo llevó a la práctica -esa es su grandeza-un hermoso verso de Novalis: «Quien abraza un cuerpo humano con amor, toca a Dios». El alma humana se convierte así en espacio de lo sagrado y habitable.

 

09/12/2012 14:04 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

'ALZHEIMER': ANTONIO PÉREZ MORTE

Antonio Pérez Morte, poeta y crítico, y sobre todo lector entusiasta desde su refugio de Sabiñánigo, ha escrito este texto sobre el mal de Alzheimer, esa terrible enfermedad que borra la memoria. Lo cuelgo aquí por completo. Ha recibido elogios y conmociones por doquier. Todas las fotos son de Peter Granser.

 

 

Alzheimer

 

Antonio PÉREZ MORTE


Alza la pierna derecha, estira el pié, lo arquea, parece la protagonista de Escuela de Sirenas. Hijo mío ¿ves? Le pregunto cómo sabe que soy su hijo y me dice que es sólo una forma de hablar y así es, habla con sinceridad porque a los cinco minutos me llama papá para decirme que tiene miedo “de las sombras y de los niños-florero que saltan a la comba” allí mismo, a nuestro lado, con los cables llenos de electrodos.

El doctor Voltios, tiene un despacho aquí desde hace tiempo, está en la segunda planta del Hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, al que todo el mundo llama “el provincial”. El doctor Voltios, según mi madre, debe ser uno de los mejores médicos de geriatría y ella ya le había oído nombrar antes de venir a Zaragoza para ponerse, literalmente, en sus manos. El médico, que como ya he dicho ostenta un gran éxito profesional, por lo que realmente se ha hecho famoso ha sido por “vender zapato artesano de calidad, al peso”.

Mi madre, que ya ha tenido un puñadico de hijos, quiere comprarle a Voltios una bolsa con kilo y medio de zapatos pequeñines, entre los que haya, al menos, alguno de cuello alto y alguna zapatilla de fresa. Me dice que tendré que ir pronto porque siempre hay mucha cola de pacientes-clientes y además si no lo hago, la enfermera se olvidará del abriguito de piel blanca que Conchita eligió para regalar a Jaime, el nietecico más pequeño de su hermana Carmencita, a la que entre sueños llama algunas noches Caperucita, Caperucita Morte, para que no haya errores o equívocos.


Un poco antes de salir de la habitación hacia la tienda-consulta, mi madre, me reta: “¡Sube ahí, a esa ventanica!” Le digo que no, y que no es una ventana sino el ojo de buey que ilumina la habitación 279. Me dice una vez más que me equivoco y que en este hospital, lleno de secretos, sólo los más viejos saben realmente lo que ocurre: En la planta de arriba, al parecer, vive un prestigioso carnicero y a partir de las cuatro y media de la madrugada, comienza a despachar sus especialidades. Debo encontrar esa escalera para entregarle la lista de la compra; espero que para entonces mi sudor haya remitido un poco y vuelva a sentirme bien, valiente, con los cojones de antes, los cojones de cuando fui mi abuelo.

A mi abuelo yo no le conocí. Sólo sé que Víctor volvió enfermo de África tras la guerra civil y la tuberculosis obligó a las tres hermanas a separarse entre sí… alejándose de él. Si no fuese por aquella extraña fotografía en blanco y negro –enmarcada en portafotos rojo de piel-, que mi abuela Petra tuvo siempre en el cuarto de labor, yo nunca le hubiese imaginado así, con esas gafas pequeñitas, negras y redondas y con esa eterna tristeza que ella recogió para sí, casi como única herencia.

¡Antonio! ¡Marido! ¡Jorja! ¡Petra! ¡Maribel! ¡Víctor! ¡Carmencita! ¡Consuelito! ¡Luisito! ¡Paula! ¡Marta! …


Cuando ella se desespera, no hay nada ni nadie que la calme. Cuando ella se siente sola, está sola aunque no lo esté:

¡Angelita! ¡Carmen! ¡Maribel! ¡Toñín! ¡Petra! ¡Mamá! ¡Yaya! ¡Bebola! ¡Marta! ¡Antonio! ¡Marido! …

Mi madre me pide unos zapatos que ya no me valgan. Unos zapatos viejos para una calor vieja, “porque hace mucha mucha calor aquí, como si hubieran nacido seguidos siete hijos menudos. Siete muñequines sin padres. No sé cómo decirlo. Se rompió el pantalón del tiempo y llamamos para reclamar unas sábanas decoradas, unos platos en los que cene la novia de Napoleón, Napoleón que vivió aquí al lado, en la Carrerilla de Ambirteles. Venga, venga. Vamos, vamos, que están muy frías las sombras de los árboles y el sótano para hombres donde nacen los hijos. Hijos limpios como la luz de esa nube que nos llama al salir de un cine donde los gitanos comían pasteles de merengue y un sarampión negro como los días de la guerra, rompía los bordados de las cuadras más amables. Una calle donde nadie se ahoga ni se limpia la saliva que fue un tesoro para los abuelos, que llamas después de muertos:

“¡Yayo, yayo, soy la Conchita! ¡Tu Conchita, yayo! ¡Yaya! ¡Yaya Jorja! ¡Yayo! ¡Yayo Pepe!”

Dios mío, ahora tengo que preparar la reunión de las fiambreras y no se aún si enfrían tanto como dice la madre de tu hermana. ¡A mi no me gusta esa mujer, pero claro, como se comían en su casa los nombres de todos los perros, ahora, que acabo de volver de Villanueva me dicen que si mire usted, que si tal, que si cual y yo no encuentro las cuatro pastillas que dejé en el colgador cuando volvió la Caballé del fútbol…!”

"Todos los jueves dijo que vendría tu hermana Maribel, pero ya ves, aquí nadie trae más mandarinas ni la plástica del dinero. Y la chica de Madrid mira si se peina los largos hacia abajo. El otro, que os llaman siempre igual, es tan grande y tan cariñoso que tengo miedo hasta de que me toque. Los demás días viene la familia de las blancas, las del bar de ahí fuera, a pasar y a pasar para traerme lapiceros, bolicas y pastillas, nada que no se sepa, pero que les quiero agradecer si me encuentras la tarjeta... Y tú, hijo mío ¿eres mi hijo, verdad? lo que quieras, por si tienes que volver a tu país con el hermano aquél, que salía en las revistas y me mandaba sus libros y llamaba para decirme que era tu padre…”
Mi madre busca ahora al padre y al hijo ¿Tú sabes dónde están? ¿el padre y el hijo?¿Sabes que ya no vienen a verme desde más allá del juicio? Si no fuera por la luz y este frío de sudores estamos tan contentos a ratos de este hotel.

¿Comen bien tus hijicos? ¿Comen solos? ¿Aún puedes darles de comer? Yo ahora, ya no quiero nada. ¡Dile que apague la lengua esa mujer!

100, 99, 98, 97, 96 95, 94, 93, 92, 91, 90, 89, 88, 87, 86, 85, 84, 83, 82, 81, 80, 79, 78, 77, 76, 75, 74, 73, 72, 71, 70, 69, 68, 67, 66, 65, 64, 63, 62, 61, 60…

¿Te acuerdas? Me acuerdo también de ellos todo el tiempo. Mejor no verte así. Caricatura cruel del deterioro, de un amor convertido en miedo y desconfianza.

59, 58, 57, 56, 55, 54, 53, 52, 51, 50, 49, 48, 47, 46, 45, 44, 43, 42, 41, 40, 39, 38, 37, 36, 36, 35, 34, 33, 32, 31, 30, 29…

Creo que le has dado una bofetada al enfermero, pero no lo sabes. El enfermero un chico joven y cariñoso, que unos días es lo más bonito del mundo y otros tu enemigo. Hoy hace pucheros, en broma, y te dice que no vas a volver a verle (mañana tiene fiesta).

¡Antonio! ¡Antonio! Dile a la del carro que no pienso merendar y que hagan lo que quieran, porque yo no me lo creo... ¿Oís? No me hagáis hablar. Sólo quiero encontrarles la carica a las catervas y ya son menos cuarto, por eso cuando llegué ahora mismo les dije adiós a las pispajeras que venían conmigo en el coche de línea y que el pan lo pondríamos nosotros como cuando tu tía Blasa repetía los rezos mientras cosía. ¿Vive la tía Blasa? Me acuerdo que era una cuñada de las mías y de las otras no sé.

La tía Blasa era la hermana mayor de mi padre, dieciséis años mayor que él… y vivía con Elisa, otra hermana viuda y con tres hijas, en la calle Santa Isabel de Zaragoza…



“La Blasa tenía una hermana negra y más ancha. Ella tenía la cara menuda y las dos eran muy buenas... Una hija era monja –también como tu tía- y las otras dos eran normales. La que más fumaba era la gorda. La otra trae pasteles ”

28, 27, 26, 25, 24, 23, 22, 21, 20, 19, 18, 17, 16, 15, 14, 13, 12, 11, 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2 , 1…

¿Por qué me miras así? ¿Por qué me miras así? ¿Te doy mucha pena o es que me quieres? ¿Sabes que me han robado las gasas que me regaló la monja?

Ayer tuvo muchas visitas y hasta creyó ver a Carmelo Zubieta -por la tarde- sabía que se había muerto y me lo dijo: “Fíjate, ha estado Carmelo a verme y yo que creía que se había muerto, no sabes lo que me alegré de ver que no”. Hacía tantos años que no le había visto, ni a las que subían a cantar al coro, cuando se cayó Conejico de la torre y se salvó. Yo no sé si fue milagro.

¡Constantino! ¡Constantino! ¡No tenías que haberte ido con la moto! ¡La moto es un peligro! ¡Mi hermana entró con ella hasta el casino!

50,49, 48, 47, 46, 45, 44, 43, 42, 41, 40, 39, 39, 37, 36, 35, 34, 33…

La gente dice y dice pero no se molesta y ahora se les van a caer encima todas las persianas de palabras repetidas y repetidas hacia fuera y tendremos que acordarnos de como colocábamos la vida antes de irnos a dormir.

¿Son tus padres buena gente? Igual les conozco si son de Zuera, allí tengo yo mucha familia y una casa con escaleras en la acequia de Villanueva... ¿Sabes dónde está Villanueva? Como ahora cambian tanto las cosas, vendrá la Chon del paralítico y nos traerá las cremalleras hasta casa de Sorrosal. ¿Sabes que me tengo que mover despacio, despacio? ¿Por qué me miras así?

A mi marido le gustaban unas películas horrorosas, jeje, pero yo no decía nada y me iba a verlas con él. Le daba tanta risa que hasta alguna vez se despeinaba, con lo repeinado que le gustaba ir... La Antonina ponía cara de chufla cuando nos veía en la puerta de su cine, porque sabía el tostón que me iba a tragar sólo por ver reír a Antonio así. Antonio que ya no está, ni el cine que lo tiraron, ni la Antonina, pobre Antonina, que se murió.

¿Aquí estás? ¿Cuándo has venido yayo? La Dolores del moño me ha traído el termómetro, pero no me ha querido contar lo que decía, ni cantarme ninguna canción, para que las otras no lo sepan y no molestar a la mujer sorda de delante del balcón. ¡Dios mío! ¡Qué calor hace en el convento! Será por sellar los pañales. Las prevaricias no podrían vivir en un sitio así si lo supieran y los chicos de las motos retoñan como culebreras de los árboles de alberges para beberse las canastas por la pluma en el jardín de las flores.

Al patio al que nos lleva la sobrina de las hambrunas le han crecido los peces del mantenimiento por eso mi madre quiere que vayamos a verlos, con el cura de la habitación de enfrente, sentada en su silla de ruedas, y que la hija grande no tire la leche de aquel susto.

No, no me traigas el orinal. ¡A ver si me levantan cuando vuelva y se cubra todo de despuntes y una bolsa de basura llena de nubes rojas, blandas y sucias. Araceli dice que leía El Caso, que se lo vendía yo en la tienda ¿En qué tienda?

Tiene el pelo amarillo la mujer del mono, las piernas largas largas que le suben hasta arriba y se rie y le da besos al mono que le quiere robar los estropendos que lleva por encima y salta y salta. Ahora, enseguida, me peinarás y nos iremos a ver a la tía Conchita, que no aparece por el hotel desde el día que se fue la Milagritos a Zuera. Venga, dime cuántos pañuelicos, de los mojados, nos quedan y así se lo digo a la repartidora cuando me toque la oreja o me abra la tripa. Corre, corre. Vamos, vamos. Venga, venga. Que vengan mis nietos sí. Podían venir mis nietos hoy, para verlos de dos en dos y decirle a Eloy que no es mal chico, pero que lo que pasa es que cada uno dice lo que tiene que decir por las cosas de la vida. No le hago caso y se enfada, cuando él dice cosas del médico también, pero no quiero, así que hagan ellos lo que quieran y me dejen vivir o morirme que soy ya muy mayor y son buenos estos zumos, cariñico.

120,119,118,117,.116,115,114,113,112,111,110,109,108,107,106,105,104,
103,102,101,100,99,98,97,96,95,94,93,92,91,90,89,88,87,86,85,84,83,82…

Ahora tengo ganas de orinar y dicen que haga aquí, que ya está todo bien para yo hacer, pero yo no hago marranadas y quiero ir y salir sin baladeras a hacer el pis de todos, como yo quiera, que lo hagan ellos así y me traigan a cantar a la del moño, que acaba de cantar en un pueblo aquí cerca. La del moño que siempre nos gu la playa cuando ninguno de todos los míos, tenía ningún hijo y se bañaban.

Dolores, la del moño ya le cantaba a tu abuela, aquella canción en la que sacaba flores de la cesta y fíjate, ahora de enfermera, aquí, tan cariñosa, seguro que las otras no saben quien es. En todos los días que estoy aquí la he oído cantar: Me trae papeles y amarillicos blandas, agua me trae y me trae todas las ropas de las heridas que se me caen, cuando se nos mueven los paticos. Te acuerdas de ellos y paseas por los “come y calla” en tardes de tormenta, que nos dijeron con tanto miedo que vendrían. Estoy así, así así, como el mirimarloque de los años que nos han ido robando para que tú y tú no lo sepáis de ninguna manera elegante en los demás jueves que nos queden por venir.

¡Vamos pues hijo mío! ¡Vamos, vamos! ¡Corre, corre! ¡Venga, venga! Acércate las zapatillas y ponérmelas una y una en los dos pies y le dices a Toñín, que nos vamos a ver a la Gloria otros seis viernes y volveré para hervir el agua y recoger la ropa que haya secado después de una misa para pobres…

¡Papá ven, dame la mano!



Mi abuelo se murió sólo un día –mi madre me lo dijo-, pero otros cantaba y cantaba canciones de Fleta y jotas de José Oto y aquella otra de "La paloma vendrá", que conocí muchos años después en la voz de Mireille Mathieu. Luego fue mi abuelo, su padre quien se fue como una paloma y… “ nosotras las que nos quedamos para siempre solas, porque siempre se queda ahí ese hueco como un vacío en el centro del vientre y se te van las ganas de tantas tontadas y por eso no quiero que me hagan tantas cosas, que me dejen ya de relujir, de pincharme las concordas y los almeñiques que luego se les sale todo y otra vez verdura y marranadas.

895,894,893,892,891,890,889,888,887,886,885,884,883,882,881, 880,879,878,877,876,875,8754,873,872,871,870,869,868,867…

Díselo a la Marta, a la Martica buena que se volvió una mujer hace ya mucho. Otras no, otra se llamaba como la hija de la Carmen, pero con más sabor y yo me la llevaba a misa de la mano, por las plazas en la radio de Ángel Soler, en la Posada de los Reyes. Ángel Soler, aquel locutor de tantas vocerinas y teatros, que se ponía el cuello para arriba del abrigo y decía cosas importantes para que yo supiera que sólo yo era la muñeca más pequeña, y luego, con las ocas, en casa de la comadrona... ¡Qué embarazo Dios mío! Tu ya no te acordarás, pero nosotras estuvimos muchos años allí y allí nos paramos de crecer muchas tantas tardes entre el casino y la carnecería de la tía Milagros...

¡Si me sigues dando agua voy a apretarte el cuello!”

¿Aquí estás? ¡Anda! ¿Cuándo has venido?

Tengo como una peluca rara y a veces se me baja y no me doy cuenta de las cosas que se me rebullonan por aquí, a los lados del trapo tan bonito que me han puesto. ¡Qué risa! Les debe parecer bonito vestirnos así, a estos idiotas tan elegantes. No me gustan nada estas tragancias que me traen, pintujureadas con letras y números que no se sabe nadie.

¿Había muchos árboles en la calle? En la puerta de abajo, hay uno muy grande para guardar las bicicletas de todos los que se pasean por estos pasillos: Un hombre loco con una botella hablando del gobierno y de la crisis, pero lo demás ya es agua y me la dan con una cucharilla para que se abra la voz tragada de decir las tantas cosas por los bancos. ¡Qué lo sepa el presidente! No quiero más yogures...

Un rosquillo bonito como la rueda de una noria, y el jugo de una fruta que nació entre dos libros. Una fruta que no andaba hasta que aprendió equilibrismo y nació al color de las plantas castañas.

¿Anda, estás ahí? Yo acabo de llegar en el coche de línea con la prima de riesgo, sin tocarme el pañal. Tanto que dicen, se columpian. Sólo pienso comprar un colanderico para tu hermana Maribel, para ella sola, con cordón que le ajuste a las corbatas y así se pueda ir a las carreras de caballos a jugar al 19… y a los mercaditos de barrio y entredichos.

¡Papá dame la mano! me vuelve a pedir de nuevo Conchita y se la doy: ¡Papá, ahora tengo calor! Son las sombras otra vez y no quiero ni pensarlo, porque ello se llama manos prietas como tu padre y quién sabría abrir la cafetera y los trozos de pan que se escondía y las gafas para ciegos, llenas siempre de tornillos gigantes. ¡Dame un beso hijo mío! ¿Cuánto me quieres?

¡Sepárame las piernas! ¡Quítame esa almohada! ¡Tápame los pies! ¡Tápame los pies, que se nos rompe España!

VÍCTOR JUAN: 'LAS MANOS DE JULIA'. 1

 

[Hace unas semanas, Víctor M. Juan Borroy publicaba su tercera novela, ‘Las manos de Julia’, en el sello digital literaturame de Luisa Miñana y Fernando Sarría, entre otros. Le pido un fragmento. Y me envía, con su gentileza habitual, “la carta que Francisco Beltrán -el profesor que tenía una enorme biblioteca y un reloj de bolsillo, el reloj que robó su asesino- escribió el mismo día que le asesinaron”. Aquí está. Las fotos son de Emmanuel Sougez.]

 

 

 Ciudad, 25 de julio de 1936

 

Querido Luis:

Me has dicho tantas veces que la vida es lo que sucede mientras tanto, mientras hacemos planes, mientras intentamos poner en orden nuestra existencia, mientras nos empeñamos en controlar la propia vida que se desborda sin remedio, sin que podamos evitarlo... Fíjate, lo había dispuesto todo para pasar, como cada verano, una larga temporada en Madrid. Había preparado el equipaje, ya había comprado los billetes de tren cuando la víspera de abandonar la ciudad para empezar las vacaciones… todo se hizo añicos.

Este día de Santiago ha sido particularmente caluroso. No recuerdo haber sentido nunca tanto calor, un calor que me impide pensar, que me hace huir de mí mismo, desear alejarme de mi cuerpo que me incomoda, me agobia y me pone nervioso. Hace un momento, a última hora de la tarde, cuando el sol vencido anunciaba su retirada, he abierto las ventanas del despacho para que entrase el aire de la calle. Ya no hay nada limpio en la ciudad. Por eso no esperaba que el aire limpio de la calle inundara la habitación.

He intentado leer. Me cuesta concentrarme y, de cuando en cuando, me angustio y cierro violentamente el libro al comprobar que he perdido el hilo de la lectura, que no disfruto de una de las actividades que más me apasiona.

El sabor amargo de la saliva y el miedo que ha anidado en mi estómago me impiden comer. No puedo descuidar mi salud, pero nada me apetece. Le agradezco de corazón a Amparo todas las atenciones que tiene conmigo… la fruta fresca, el plato de verdura, el pan tierno, las galletas, la carne en adobo… Cuánto cariño ha puesto en la preparación de esta cesta que me envía… No le digas que soy incapaz de comer. No quiero añadir preocupaciones a sus preocupaciones.

Una semana, apenas unas horas, y parece que hayan pasado varios meses. Compruebo una y otra vez en qué hora vivo. El tiempo se me hace largo. El tiempo de la pena, de la separación, de la incertidumbre, el tiempo cautivo, el tiempo que parece haberse detenido. Sólo deseo que pasen las horas, que sea otra vez de noche, que amanezca cuanto antes, que sea mañana... Que las horas nuevas nos traigan alguna esperanza.

Quisimos un país mejor. Hicimos un país mejor mientras pudimos. A pesar de que el horror se haya extendido tan deprisa, sé que la luz se impondrá a las tinieblas, que tanta sangre derramada y tanto sacrificio no serán inútiles. No pueden robarnos el pensamiento ni la palabra, ni nuestros deseos. Quisimos ser libres, pero no sólo quisimos la libertad para nosotros. Quisimos que fueran libres quienes nunca lo habían sido, quienes no tuvieron ni los sueños de la libertad. Quisimos que fueran libres quienes no soñaron nunca.

¿Cómo están los chicos? ¿Cómo está José Manuel? A veces creo que sólo su compañía apartaría de mi mente las sombras que allí se han instalado, que su risa me aliviaría el peso del corazón. José Manuel… seguro que te hará miles de preguntas. Será imposible que consigas explicarle la situación que estamos viviendo. Ocúpate de Amparo. Todos te necesitan más que nunca. Miénteles. Muéstrate animoso, diles que todo terminará enseguida…

Sé que entenderás que rechace de nuevo tu invitación. No puedo instalarme en vuestra casa. Mi sitio está aquí. Huir equivaldría a darles la razón. Mi sitio es éste. Lo que está pasando es un problema de todos nosotros, incluso de aquellos que pueden dormir tranquilos sabiendo que no van a ser molestados, que nadie llamará a su puerta de madrugada. Hay que terminar con esta infamia. No basta con la salvación individual de cada uno de nosotros y de las personas que queremos. Yo tengo que estar aquí, en mi casa, aferrado a la vida que quise vivir.

Conocerte es uno de los grandes regalos que me ha hecho la vida. Haber compartido contigo palabras, empeños y sueños… eso no podrán arrebatármelo de ninguna manera.

No me gusta hablar de ella, de mi vida sin ella. Cómo he agradecido durante estos años tu discreción, tu manera de acompañarme en silencio, sin hacer preguntas, sin querer saber más, sin darme consejos, sin intentar consolarme, sin invadir mi intimidad. No me gusta hablar de ella, pero hoy quiero decirte que echo de menos a Clara. Al principio me sentí estafado. Su muerte fue un robo. La repentina enfermedad que la consumió en unas pocas semanas me convirtió en un extraño. De golpe nada tenía sentido. No sabía qué hacer, ni qué pensar, ni adónde ir. Durante los primeros meses entendí bien hasta qué punto es frágil e incierta la línea que separa la razón de la locura. Luego me sumergí en el tiempo de la ausencia, de la ausencia definitiva y eterna. Ya no la veré más, ya no escucharé más su voz, ya no me consolarán sus manos, ya no podré abrazarla otra vez… ni siquiera una vez más.

Madrid me ahogaba. Era una ciudad que me hablaba permanentemente y en todos los rincones de la mujer que había perdido. Apenas podía transitar las calles y los lugares que había compartido con Clara. Para seguir viviendo necesitaba distanciarme de aquella casa que sin ella se había convertido en un desierto, necesitaba alejarme de los espacios que hicimos nuestros y que ya sólo me hablaban de su ausencia... No vine aquí, a tu ciudad, con la intención de empezar una nueva vida. Quería continuar la mía, pero para eso necesitaba la serenidad que me permitiera aceptar la ausencia de la mujer que amaba.

Cuando me ocurre algo extraordinario pienso en ella, en cómo hubiera disfrutado, en cómo se hubiera alegrado, en su manera de sacarle partido a la vida. Me hubiera gustado tanto que os conocierais…

El miedo me acompaña estos días como si fuera mi sombra, pero no he perdido la esperanza. Creo en un mañana mejor. Creo que esto terminará en cualquier momento. Creo, como he creído siempre, que no hay nada por encima de la razón.

En cuanto pueda, quizá mañana o pasado mañana, os haré una visita. No se lo digas a José Manuel, que quiero darle una sorpresa. Cuídate mucho. No trates de disuadirme. Saldré de casa. No quiero vivir permanentemente encerrado como si tuviera algo que ocultar, como si asumiera una culpa, como si ya hubiera muerto un poco.

No olvides nunca a tu amigo que te abraza,

Paco

 

09/12/2012 18:50 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

VÍCTOR JUAN: 'LAS MANOS DE JULIA'. 2

[El segundo fragmento que me envía Víctor M. Juan Borroy de ‘Las manos de Julia’ es este: “unas reflexiones de Antonio Barrios, el profesor de historia que investiga sobre la guerra civil”. Ahora las fotos son de Gerald Bloncourt.]

 

 

– Buenos días, soy Antonio Barrios, profesor de la Universidad. Estoy preparando un libro sobre la guerra civil y me gustaría hablar con usted de algunos hechos que ocurrieron en este pueblo.

– Mire, señor, discúlpeme. Hay cosas que no se pueden decir. Y mucho menos aún escribir.

 

Se han pasado veinte años, pero recuerdo frecuentemente esa conversación. Aún me sonaba extraño declarar mi condición de profesor de la Universidad y, además, temía que nadie me creyera cuando decía que estaba preparando un libro. Entonces todavía pensaba que los libros eran objetos casi sagrados que demostraban el mérito de quienes los escribían. Por eso me parecía que los libros siempre los harían otros. Puede que aquel hombre, un labriego con el rostro arado por la incertidumbre y comido por el sol, tuviera razón. Quizá haya cosas que no se puedan escribir y que no se puedan decir. Cuando las nombramos revivimos un tiempo que habíamos querido sepultar en el pasado. Posiblemente las palabras activan el recuerdo que nos hace culpables y que despierta nuestros temores… Lo que no se puede decir… Ahogaron las palabras y las lágrimas. El silencio les permitió vivir en el mismo territorio, respirando el mismo aire. Sólo por el olvido pudieron hablar el mismo idioma en el que se expresaban las víctimas y los verdugos.

Fue la vida la que les obligó a seguir viviendo, la vida que nos empuja siempre hacia adelante, nos arrastra y continúa pase lo que pase... Porque cada día es una conquista, la vida nos llama en medio de la destrucción y la muerte. Por la fuerza de la propia vida, dejaban en un rincón los cascos, las pistolas, los fusiles, los cuchillos de degollar, los correajes y los sables y celebraban fiestas y bailes. Como los ojos no están hechos para el llanto, buscaban la luz y las gentes reían, sus manos se pretendían, se besaban, se enamoraban, soñaban, se deseaban, se encontraban, engendraban hijos, preparaban la comida, se echaban en falta, se hacían promesas, esperaban las cartas que les traían noticias de las personas que amaban, escribían poemas, cantaban las canciones de siempre y cantaban canciones nuevas. Incluso hacían planes. Se servían de palabras hermosas –“mañana”, “niño”, “te quiero”, “ternura”, “esperanza” o “tristeza”– como si aún creyeran en ellas. Les vencía el sueño, tenían hambre y les aliviaba el fuego… Parecían dichosos cuando les alcanzaba un poco de felicidad, aunque fueran los despojos o las migajas de la felicidad misma. Los atardeceres seguían siendo hermosos. Brillaban en las noches serenas las estrellas y agradecían el canto de la cigarra o que los grillos cantaran. La lluvia limpiaba el aire. En invierno nevaba y en primavera reventaba la vida en las trincheras, en los hospitales, en los cementerios, en las eras abandonadas, en los bordes de las carreteras, en los patios de los cuarteles… El mar, ajeno a todo, mantenía su diálogo permanente con el cielo, aunque en sus entrañas durmieran para siempre los muertos o aunque lloraran en las playas las viudas, los huérfanos, los abandonados, los olvidados. La vida…

Me inquieta que sea todo tan parecido. Nos cubre el mismo cielo, pisamos las mismas piedras, bebemos el agua del mismo río y llueve como llovía. No hay nada excepcional, nada que nos haga pensar que aquello no puede volver a repetirse. La gente que habitualmente nos cruzamos en las calles, en las tiendas, en la oficina, en la sala de espera del médico, en la cafetería, en el cine o en el metro podría ser la misma gente que se dejó arrastrar por la venganza o por el miedo. Personas capaces de los más grandes sacrificios, que darían la vida por otros y, al mismo tiempo, cualquiera de ellos, cualquiera de nosotros, podría convertirse en un delator, en un confidente o en un criminal.

Me pregunto cómo mira un asesino y si hay algo en su forma de caminar, de hablar o de respirar que lo delate. No sé si observando cómo se mueve o cómo le da vueltas al azúcar del café puede adivinarse que un hombre, aparentemente igual que los demás, es un criminal. Quizá haya algo en sus manos que nos descubra que puso fin a otras vidas. Me parece que será imposible sostenerle la mirada sin encontrar en el fondo de sus pupilas una mancha, un indicio que demuestre que aquellos ojos han presenciado la muerte provocada por sus manos. Quizá el asesino desprenda el hedor de los odios viejos.

 

Mis investigaciones me acercan a quienes vivieron algunos de los acontecimientos que explican la historia, seres humanos que han guardado silencio, que han continuado viviendo como si nada de lo que vieron, sintieron e hicieron hubiera ocurrido. Me interesan los detalles cotidianos, los pequeños acontecimientos que desvelan la historia que protagonizaron y padecieron gentes desconocidas, héroes y villanos anónimos. Cuando comencé a estudiar nuestro pasado más reciente creía que aquellas personas que sufrieron la guerra civil, que la perdieron o la ganaron –aunque de forma más evidente pensaba en quienes la perdieron–, y que con la guerra perdieron a sus amigos, a sus padres, a sus hijos, a sus novios, perdieron el país en el que habían nacido y el paisaje en el que crecieron no se parecerían en nada a mí. Suponía que no estarían tristes, ni se encontrarían solos, ni llorarían las ausencias de las personas que daban sentido a sus vidas, ni echarían de menos las caricias de quienes amaban, ni tendrían miedo. Aquellos hombres y mujeres tenían que ser necesariamente de otra manera porque yo no podría seguir viviendo sabiendo, como ellos sabían, que sus amigos habían sido asesinados, que no volverían a ver a algunos de sus vecinos, que sus sueños fueron pisoteados por los vencedores de una guerra injusta, como son injustas todas las guerras.

 

PÉREZ MORTE: TRES POEMAS

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ANTONIO PÉREZ MORTE. TRES POEMAS

[Próximamente, Antonio Pérez Morte publicará un poemario de poesía erótica en Celya. Me envía aquí tres poemas con este motivo de Santiago Arranz, que irá en portada. La foto es por cortesía del autor. Dice Antonio: "El poemario está compuesto por una amplia colección de poemas amorosos y eróticos, escritos entre 1978 y 2007, se llama 'Cuerpos de luna' -Canción de amor'.] 

 

 

CON PICARDÍA

 

Volviendo a casa,
de la farmacia,
cruzamos el parque,
vacío de madres y de niños
de perros y juguetillos.
No queda nada
de la algarabía
de hace sólo unos minutos:

Sólo el rastro de algunos
envoltorios de aluminio y plástico
cáscaras de pipas

y cuatro globos rotos
que te veo mirar con picardía. 

 

 

 

VIEJA CAJA

 

Tomo de mi vieja caja de hojalata
peladuras de silencio,
mondados recuerdos de penumbra,

desgarraduras,

y reconstruyo con ellos

el vacío cuerpo de la fruta
que alimentó nuestro deseo.
De palabras desnudas lo relleno,
mientras sobre la piel reseca del olvido,
vuelve a brillar de nuevo
el rostro luminoso del amor,
de aquel amor tan luminoso que fue nuestro.

  

SALÓN DE RECREO

 

Las flipper siempre te dieron lo mismo,

tampoco te gusta el futbolín,
ni el  billar, ni el billar americano.
A ti lo que te gusta es el currela,
el tipo de la caja,
ese chulillo de la guitarra y el tupé
que tararea todo el día
y viene hasta el curro en bicicleta.
Parezco idiota pero no,
nunca me he dejado engañar por ti,
sino por él:  a mi también me gusta
-claro que de otra manera-

y cambiaría un par de polvos contigo

por escuchar de nuevo, en su voz,

la misma vieja chacarera.  

JOSÉ ORNA Y SUS LATAS DE CARTÓN

JOSÉ ORNA: ESCRITOR, EDITOR E ILUSTRADOR DE LATAS DE CARTÓN

En la Feria del Libro Aragonés, José Orna –escritor, ilustrador, editor, artista- presentó algunas novedades de su editorial: Latas de Cartón. ‘Jorge y el dragón’, la historia de un chico apocado al que le gusta mucho tender la ropa y ver a su vecina Princesa, que le encomienda que acabe con una de las obsesiones de Dragón, al que le gusta mucho estar en la cama, con ilustraciones Rosa Blanca Miguel, y ‘Marianela no quiere ir a la escuela’, con ilustraciones de Laura Pastor. A José no le fue tan bien la feria como a otros, pero él es un trabajador incansable, un artista y escritor imaginativo que invierte cuánto gana en su pasión: los libros, las ediciones, los bellos cuentos. He aquí una foto de José Orna –que tuvo un gran éxito con ‘Me gustan los abrazos’, dibujado por Rosa Blanca Miguel: vendió alrededor de 4.000 ejemplares- en el ‘stand’ de Latas de Cartón en Monzón.

*La foto es de Vicente Almazán y la cede para esta nota.

10/12/2012 00:05 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

ELOY FDEZ.: UN PRIMERA CLASE

[Luis Alegre, en su página de contraportada del suplemento dominical de Heraldo, publica hoy este retrato de su gran amigo y maestro Eloy Fernández Clemente.]

Eloy Fernández: Cortesía del CELAN.

 

ELOY FERNÁNDEZ CLEMENTE ES UN INTELECTUAL DECISIVO DE LA HISTORIA DE ARAGÓN. A PUNTO DE CUMPLIR 70 AÑOS HA DADO SU ÚLTIMA CLASE COMO PROFESOR UNIVERSITARIO.

 

Un primera clase

 

Por Luis ALEGRE

 

Lunes 19 de noviembre. Cuatro de la tarde. Aula 21 de la Facultad de Economía y Empresa de Zaragoza. Después de casi 40 años como profesor en la facultad, el catedrático Eloy Fernández Clemente va a impartir su última clase. Un grupo de amigos, por sorpresa, entramos en el aula antes de que lo haga él. Nos sentamos en las últimas filas y, cuando llega, rompemos a aplaudir. Eloy se azora un poco pero procura hacer como si nada. Se sienta y habla de la Revolución Rusa. Mi memoria me devuelve al curso 80-81, en esta misma facultad, cuando yo empezaba la carrera y Eloy y Carlos Forcadell eran mis profesores de Historia Económica.

 

Eloy es uno de los seres cruciales de mi vida. Con los años se comprende hasta qué punto resultan determinantes esas primeras personas que te abren la cabeza y te la llenan de todo tipo de cosas. Fue una suerte encontrarme con Eloy cuando yo era un jovencito con pelo y él ya había revolucionado la manera de entender Aragón. Manolo Rotellar fue el motor de nuestra amistad de un modo inesperado: la primera vez que Eloy charlamos de tú a tú fue yendo al hospital para visitar a Manolo, convaleciente del tumor cerebral que acabó con él. Era el otoño de 1983. Yo tenía 22 años y él 41. Eloy me leía en “El Bejorro”, la revista underground de la facultad liderada por Perico Arrojo, y me ofreció escribir en “Andalán”, una publicación mítica que había contribuido a disparar la autoestima intelectual, histórica, social, cultural y política de Aragón. Eloy había fundado “Andalán” en 1972, la había dirigido en su primera época y ahora la volvía a dirigir en sus últimos días.

 

Los años que pasé en “Andalán” fueron de oro: me empapé de periodismo, de Aragón, de peloteras interminables, de Casa Emilio, de risas locas y de amigos para siempre. Eloy me tuteló con un cariño inolvidable. Cogía mis artículos escritos a boli, iba frase por frase y me detallaba cómo podía hacerlas más digeribles. En el bar de la facultad, con Mariano Gistaín, teníamos unas comidas delirantes, en las que Jacqueline Bisset, Dominique Sanda, Ana Belén, Charo López y los chistes de Eloy protagonizaban muchas de nuestras sobremesas. Luego, Eloy me dejaba dormir la siesta en su despacho, mientras Joaquín Costa y Carlos Marx me miraban desde las fotos colgadas en la pared. Como agradecimiento, años después, animé a Eloy para que cogiera su coche y me acompañara a buscar a Charo López a la estación del Portillo, un día que vino a la facultad a participar en un coloquio. Y otro día de 2001 le telefoneé desde Las Palmas solo para contarle que estaba charlando con Jacqueline Bisset, en una comida homenaje del Festival de Cine. Eloy debió pensar que yo andaba algo bebido y que le estaba vacilando. Lo primero era verdad pero lo segundo no.

 

En Lechago creamos hace unos años el Premio “El Pairón” para distinguir a personalidades aragonesas de las que nos sintiéramos muy orgullosos. Lo inauguramos en 2009 con José Antonio Labordeta y en 2012 se lo hemos concedido a Eloy, aunque en Zaragoza y a deshoras: en agosto, cuando entregamos el premio en Lechago, Eloy suele estar en Cariño, el pueblo de Marisa Santiago, la mujer de su vida. Labordeta fue uno de los grandes fans de Eloy, al tiempo que uno de sus mayores ídolos. Labordeta sostenía que Eloy era un visionario y “el inventor de todo”. El Abuelo insistía en que, entre otras cosas, Eloy era el inventor de Labordeta. Cuando coincidieron en el Teruel de los 60, Eloy contagió a José Antonio su amor hacia ese Aragón redescubierto por él y le provocó para componer una canción dedicada a nuestra tierra que fuera “una especie de himno sin ser un himno”. Ese fue el origen del “polvo, niebla, viento y sol”. Eloy resultó definitivo para que un ácrata tan escéptico como José Antonio se convirtiera en la referencia más llamativa de las esencias aragonesas. En el libro “Querido Labordeta” Joaquín Carbonell –alumno de Eloy y de José Antonio en aquel Teruel- documenta con precisión la influencia de Eloy en la creación de la leyenda de Labordeta. Eloy es la gran estrella del índice onomástico de ese libro.

 

Eloy es un intelectual muy sobresaliente del Aragón de las últimas décadas. Pero, para ser un intelectual, ni te mira por encima del hombro ni te hace sentir un imbécil solo porque ignores lo que él sabe. Su delicadeza, su obsesión por quedar bien y su extrema bondad son una redundancia cuando se habla de él. Eloy es el único que, con cierta frecuencia, aún me escribe cartas a mano. Siempre se despide con estas dos palabras: “Abrazos crujientes”.

 

Para Eloy, este 2012, el año de su última clase, ha sido muy prolífico en números redondos: los 50 años de su debut como maestro interino en una escuela del Arrabal, los 40 del nacimiento de “Andalán”, los 35 del libro “Aragón, nuestra tierra” que coordinó con Guillermo Fatás, los 35 de su candidatura por el PSA en las elecciones generales del 77, los 30 de la primera edición de la Gran Enciclopedia Aragonesa dirigida por él, los 25 del cierre de “Andalán”, los 20 de su plaza de catedrático, los 15 de su nombramiento como hijo adoptivo de Zaragoza, los 15 de su monumental “Gente de orden” y los cinco del final de la colección de libros Biblioteca Aragonesa de Cultura que él empujó. Y, ya puestos, el primer aniversario de la primera entrega de sus memorias (“El recuerdo que somos”) y el segundo de su designación como hijo predilecto de Andorra y de la publicación de dos libros homenaje, “EFC, Aragón de todas formas”, de Josefina Lerma y Javier Alquézar, y “EFC, el tiempo y la historia”, el volumen colectivo que Pedro Rújula coordinó sobre su figura sin fin. A Eloy, como a Zurita, se le seguirá celebrando dentro de 500 años. Y, sin ir más lejos, este próximo jueves 13, Santa Lucía, Eloy cumple 70, a punto de dar, de forma inadvertida, alguna primera clase de clase. Y de decencia intelectual y moral. Felicidades, maestro.

 

LUIS BORRÁS: UN CUENTO

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‘ROTACIÓN INVERSA’ DE LUIS BORRÁS Y EMILIO MOLINS

[El escritor y crítico literario Luis Borrás presenta el viernes, en FNAC, a las 20.00, su segundo libro de relatos: ‘Fotomatón’, 20 cuentos ilustrados por 20 fotógrafos. Con suma amabilidad, Luis me envía este texto, ‘Rotación inversa’ y la foto de Emilio Molins]

 

‘ROTACIÓN INVERSA’

 

Por Luis BORRÁS

 

 

 

Tienes una pestaña en el pómulo.

Fabrico una amarga sonrisa al verla. ¿Te acuerdas de aquel juego? Aquella intimidad al acercarme y pedirte que cerraras los ojos y te quedaras quieto. Esa orden que ahora resulta un ruego macabro. Acercarme y oír tu respiración, el leve temblor de tus párpados y tu piel al sentir mi contacto. Atraparla con cuidado entre la pinza de los dedos para no pellizcarte. Buscarla pegada en la yema del índice y decirte que abrieras los ojos. Mostrártela como el ingrediente secreto de un antídoto mágico. La llave maestra de un sortilegio. Y entonces decirte, con una sonrisa de cuento infantil, que pidieras un deseo y luego soplaras muy fuerte, con todas tus fuerzas. Si la pestaña se despegaba el deseo se cumpliría.

¿Te acuerdas?

Luego yo te preguntaba qué habías pedido, y tú, siguiéndome el juego, me decías que no podías; que los deseos, para que se cumplan, no pueden decirse. Y  yo fingía que me enfadaba y tú me abrazabas y me decías que habías pedido que te tocara la lotería, y yo te decía que eras idiota porque al haberlo dicho ya no se cumpliría, y tú me decías que conmigo ya te había tocado el premio con bote; y yo sonreía y te llamaba mentiroso, y tú me besabas y yo…

¿Te acuerdas, verdad?

Era un juego de niños y nosotros lo repetíamos siempre aunque ya hubiéramos cumplido los cuarenta. Un juego inocente para pedirle deseos imposibles al futuro, para conjurar el destino adverso; hacer trampas olvidándonos de las líneas de la mano, sus islas, cortes y fracturas. Un juego cuando todavía existían los pozos, las fuentes y las monedas; las velas y las tartas de cumpleaños. Y nosotros jugábamos siempre por si acaso fuera posible; porque no teníamos nada que perder y sí un deseo que conseguir.

¿Te acuerdas, verdad?

Claro que te acuerdas.

Tienes una pestaña en el pómulo. Me acerco hasta dejar el calor de mi aliento quemando tus párpados. La atrapo entre la pinza de mis dedos sin notar los gestos mecánicos de tu respiración ni el temblor de tu piel a mi contacto. La contemplo pegada en la yema del índice y miro tus labios lívidos, tu inmovilidad absoluta. Llave maestra de un sortilegio, antídoto mágico. Pido en voz baja un deseo sencillo; un ruego; un imposible, una mentira: la rotación inversa de la tierra; la vida retrocediendo veinticuatro horas atrás.

Y cerrando los ojos soplo con todas mis fuerzas.

 

12/12/2012 10:50 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

LASALA, EN EL MUSEO CAMÓN AZNAR

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[José Luis Lasala inaugura mañana jueves su exposición ’La memoria rota’, en homenaje a su mujer Angelines Royo. Pintura de color, de emoción, de intensidad: una elegía cromática.]

 

 

 

‘LA MEMORIA ROTA’: LASALA

 

O EL COLOR DE LA VIDA EN VILO

 

José Luis Lasala es un pintor de color.

Admirador de Rothko. Cómplice de José Guerrero.

Amigo del rebelde Santiago Lagunas.

La vida le ha puesto a prueba: se llevó demasiado pronto

a Angelines Royo. Su musa de años. Su compañera.

Y más tarde le sometió a otra dura incertidumbre:

entre el infarto de renacer y el dolor de vivir.

José Luis Lasala, que también era extremo en el fútbol,

viajero pertinaz, paseante del arte y sus misterios,

pudo volcarse en sus mejores impresiones.

Con el pincel en los labios y en el alma,

con la mano temblorosa en vilo.

Con todo el incendio del fuego

y de la memoria rota.

El día trece mostrará su gran elegía,

su declaración de amor, su cántico y su llanto.

Y se mostrará a sí mismo, como el pintor

que fue y que es, como el náufrago

que se salva, noche a noche, en la selva

de los mejores recuerdos. En la selva del amor insomne.

En pintura vuelta palabra imprescindible

que avanza entre la niebla del tiempo hacia el más allá

como un pájaro de cariño insondable.

EDUARDO SALAVERA EN DECOR-ART

Me escribe Eduardo Salavera y me envía la invitación de su exposición de acuarelas en Decor-Art, ’Donde David mira’ y el texto que ha escrito:

Ese momento -enseguida cambiante- tengo que “apuntarlo” y guardarlo en abreviada memoria de tonos y gamas de color; igual que la impresión que me causó contemplarlo. Técnicamente, la acuarela pura responde por su calidad diáfana, la textura del papel y la exigida espontaneidad, a esos instantes suspendidos en el tiempo.

Siendo uno de tierra adentro en mayoritaria proporción de monte y secano en cuanto te alejas del río y su valle, contemplar nubes y celajes sobre un horizonte de la mar en calma, parece normal dejarse embelesar por lo mirado. Aunque ese lugar y ese espacio sean los mismos, no lo son los cielos y las olas, su color y sus formas.

Esta serie de 37 acuarelas, seleccionadas entre otras pintadas hace poco tiempo y teniendo por motivo un pedazo mínimo de la costa mediterránea, muestran y se exponen a la consideración de quién las mire. Por mi parte, decir que disfruté con la sorpresa pictórica y, como de costumbre, me sentí empequeñecido ante, como escribió Leonardo da Vinci: “... una experiencia inefable”.

Seguiremos hablando de la crisis económica como tema de actualidad, pero la naturaleza continuará ofreciéndonos sus mensajes de belleza más allá de convertirnos en miranubes o miraolas.

 

Eduardo Salavera

Noviembre 2012

12/12/2012 11:00 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

'CABARET POMPEYA' DE ANDREU MARTÍN

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El sello Alevosía, vinculado a Siruela, publica una de las novelas más ambiciosas de Andreu Martín. Elena Palacios y Ofelia Grande me envían la promoción, un fragmento del texto y las razones que le llevaron al novelista a redactar esta ficción que ya ha sido definido como una de las grandes novelas negras de Barcelona.

Cabaret Pompeya. Andreu Martín. Alevosía. 632 págs./21,95€

 

Barcelona, 1920, es la época convulsa de las bombas y el pistolerismo. Fernando, Miguel y Víctor se conocen en el Pompeya, uno de los más animados music halls del Paralelo. Fernando es bandoneonísta y Miguel y Víctor trabajan en el puerto; los tres tienen veinte años, son alegres, seductores, amigos de la diversión, y están dispuestos a comerse el mundo, pero tampoco son ajenos a los ideales políticos que se respiran en el ambiente.

La historia de su amistad, que resistirá las crueles embestidas de la Guerra Civil y la posguerra, es el hilo conductor de esta novela de trama trepidante y adictiva, de agentes dobles, tanguistas, comisarios, anarquistas y maquis, de odio, amor, injusticias y venganzas.

 

 

 

Extracto de la obra:

 

Un día, los llevó a él y a Miguel a un mitin en un teatro de Barcelona. En el escenario, tras una mesa, había una serie de personajes políticos lanzando sus encendidos discursos. En un momento dado, el pequeño Víctor le dijo a su padre:

 

—No entiendo lo que dicen.

 

Y su padre le respondió:

 

—No están hablando contigo. Ni conmigo. Hablan entre ellos. Nosotros sólo somos el tema de conversación.

Andreu Martín.

 

Como nació Cabaret Pompeya según Andreu Martín:

 

Cabaret Pompeya nació en la Feria de Frankfurt de 2007. Iba yo por uno de los pasillos cuando de frente veo que viene un viejo amigo, gran poeta y creador cultural, Valentí Gómez, al que hacía tiempo que no veía. De pronto, se le iluminaron los ojos, vino corriendo, se me echó encima, me agarró las solapas y, como si hubiera tenido una revelación mística apenas unos minutos antes me gritó: “¡Andreu!  ¡Tienes que escribir la gran novela policiaca de Barcelona!”.


Le sonreí, contento de ver que conservaba genio y figura, y le dije que eso era lo que intentaba cada vez que escribía una, pero...


... Pero, al regreso en avión a Barcelona, la semilla plantada empezó a echar raíces. Me pregunté: “¿Qué querría decir  la gran novela policiaca de Barcelona?”. Me respondí: "La Barcelona de las pistolas". Y pensé en mi padre, y en lo que me contaba mi padre, y en mis tíos policías, y en mi tío el bandoneonísta que tocó ante el Sha de Persia y Soraya...


... De ahí nació Cabaret Pompeya.

 

*Imágenes de Alevosía; la vedette es Mary de Liss; por cortesía de Rafael Castillejo. Pertenece a la muestra 'Zaragoza desaparecida'.

13/12/2012 21:26 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

AVANCE DE 'CABARET POMPEYA'

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Primera parte

El Pompeya del Paralelo

 

Por Andreu MARTÍN. Editorial Alevosía. Avance.

(Dos primeros capítulos. Cortesía de Elena Palacios)

 

Era un domingo por la noche. Mediados del mes de noviembre de 1975.

Habíamos visto el partido de la selección española de fútbol de Kubala contra la selección de Rumanía, en Bucarest, por la Euroco­pa. Habían empatado a dos. Preludio de una tarde interminable y vacía. Yo me retiré a mi cuarto para mirar el techo, compadecerme de mí mismo, suspirar y dejarme llevar por el sueño, y mis padres, después de la siesta más o menos voluntaria, se fueron a dar un pa­seo por el centro, tal vez para tomar una horchata en La Valenciana o una merendola en la calle Petritxol.

A su regreso, me pillaron bebiendo mi tercera cerveza y contem­plando sin interés una película titulada Tráeme a Christy Love y, desde las nueve, estábamos soportando El torero, su soledad y destino, a la espera de las noticias de las diez.

Sólo había una cadena de televisión, en blanco y negro, y la re­cuerdo borrosa, nevada por la caspa.

Mi madre, con aquellos movimientos lentos y cansados, lastra­dos por el sobrepeso, había estado haciendo la cena tan concen­trada como si cada ingrediente fuera un explosivo de gran capaci­dad destructiva. Callada, ausente, siempre un poco triste. Ya hacía tiempo que no le preguntábamos: «¿No te encuentras bien, te pasa algo?». Ya nos habíamos acostumbrado. En lugar de eso, a veces, le decíamos: «¿Dónde estás ahora?», y suspiraba: «En el pasado, en otros tiempos, otros mundos». La nostalgia de quien empieza a tomar conciencia de que esto se acaba y de que la experiencia atesorada sólo son recuerdos, tan inconsistentes e inestables como el humo.

Ahora traía la sopera, las sardinas, la tortilla de alcachofas. Mi padre y yo poníamos la mesa. La jarra del agua, el pan, los cubiertos, los platos, las servilletas. Él siempre dinámico e infatigable. Era in­creíble cómo se conservaba a su edad. La gente le calculaba poco más de sesenta, quizá los setenta como mucho, pero nunca podían imagi­nar que ya tuviera setenta y cinco. Cada día daba una larga caminata por la ciudad, y estaba seguro de que era eso lo que le alargaba la vida. «Mientras tenga fuerza en las piernas, todo irá bien», decía.

Sacó del frigorífico el champán que había descorchado a medio­día e inició el debate sobre la ineficacia de meter el mango de una cucharilla de café en la boca de la botella para evitar que se pierda el gas (él, en catalán, decía que s’esbravi).

–Esto no sirve para nada –era la opinión de mi padre.

–Pues en casa lo hemos hecho así toda la vida –defendía mi madre.

–Tendré que abrir otra.

–Sí, hombre. A ver si ahora cada domingo te vas a beber dos bo­tellas de champán.

–Cada domingo, no. Sólo mientras dure la agonía de Su Excelen­cia el Jefe del Estado.

–Vamos, anda.

–Sólo con un poco de champán entre pecho y espalda puedo so­portar que me hablen de las heces en forma de melena –mi padre estaba obsesionado con las heces en forma de melena desde que las había mencionado el equipo médico habitual el último día de octu­bre, «se han apreciado heces hemorrágicas en forma de melena»–. ¿Cómo serán las heces en forma de melena? Desde que lo dijeron, cada vez que voy al váter, miro cómo son mis heces, y no me parece que sean en forma de melena. Claro que vete tú a saber.

Desde el 12 de octubre, Francisco Franco, el Generalísimo, se estaba muriendo. Y cada noche, cuando iban a dar el telediario, mi padre nos hacía callar para escuchar atentamente los partes del equi­po médico habitual.

«Las casas Civil y Militar comunican que la evolución de la enfer­medad de S. E. el Jefe del Estado, hospitalizado en la Ciudad Sanita­ria de La Paz es la siguiente:

»El curso postoperatorio continúa con constantes de presiones arterial, venosa, ritmo y frecuencia de pulso dentro de límites acep­tables.

»La situación pulmonar permanece estable. Sigue con respira­ción asistida, según las técnicas habituales de reanimación postope­ratoria. La sesión de hemodiálisis se realizó con buena tolerancia y eficacia. El pronóstico sigue siendo gravísimo.

»Firmado: El equipo médico habitual».

Y mi padre bebía el champán a sorbitos y se fumaba un puro habano, y mi madre lo reñía, porque el médico le había prohibido rotundamente tanto el alcohol como el tabaco.

–Son días muy especiales.

–Pues espérate al día en que se muera, que aún será más especial.

Yo lo miraba con antipatía.

No estábamos en buenas relaciones. Nunca lo habíamos estado, desde la época de mi rebeldía adolescente. Cuando me casé y escapé de casa, tuve una perversa sensación de liberación. Por fin, rompí las rejas que me encerraban y asfixiaban y descubrí el mundo real donde gente de verdad follaba y bebía, y se colocaba con todo, y se casaba de cualquier manera, y cometía adulterio, y se divorciaba, y lloraba por rincones solitarios y se daba de cabeza contra la pared hasta ha­cerse sangre, y se liaba con una de las jefas de la editorial donde tra­bajaba y, por fin, un día catastrófico, se peleaba con la amante-jefa, jefa-amante, llegaban a las manos, y abandonaba su puesto de trabajo para no tener que verla nunca más, y tenía que regresar, a mis treinta y un años, a casa de papá y mamá, con el rabo entre las piernas, de­rrotado, fracasado y humillado, para comprobar que papá y mamá, a sus setenta y pico, aún follaban como niñatos. Era yo quien me despreciaba, ahora ya lo sé, era yo quien me sentía inútil, patético e impotente, pero entonces creía que eran los otros quienes pensaban eso de mí. Mi ex primera, y la amante-jefa-cargo-importante de la editorial, y mis amigos, pero sobre todo mis padres, sobre todo mis padres, yo estaba seguro de que me despreciaban. Y esa sensación no me ayudaba precisamente a reconciliarme con el mundo. Como es natural, en justa reciprocidad, yo también los despreciaba a todos.

A mi padre, pequeño, delgado, manso y siempre sonriente y ami­go de todo el mundo. Y a mi madre gruesa, hinchada por suspiros derrotistas, con papada de tanto agachar la cabeza, piernas pesadas sobrecargadas por la resignación. Formaban la típica pareja de te­beo, él entrando en casa de madrugada, borracho, con los zapatos en la mano y de puntillas, y ella esperándolo con rulos y bata de boatiné, detrás de la puerta, con el rodillo de amasar en la mano. Una familia de puto chiste.

–¿A qué viene tanta celebración –le solté aquella noche, porque me había bebido unas cuantas cervezas y ahora me ayudaba con el champán–, si a ti Franco nunca te hizo nada, si siempre te la ha traí­do floja?

Se puso muy serio y me clavó una mirada furiosa como una bo­fetada.

–¿Que nunca me hizo nada? Pero ¿qué dices?

Supongo que aquella noche los dos habíamos bebido de más. Mi madre acababa de servir la sopa y suspiró ruidosamente.

–Bueno, vamos a cenar, que esto frío no vale nada.

–Más de una vez te he oído decir –insistí– que, antes de la gue­rra, esto era un caos de tiros y asesinatos y terrorismo y que alguien tenía que acabar con eso. Y que fue Franco quien puso orden.

–Antes de la guerra –reivindicó–, vivíamos muy bien. Había cul­tura y libertad. Libertad de pensamiento, palabra y obra.

–Tú lo recuerdas así porque eras joven –intervino mi madre es­céptica.

Y él levantaba la voz, como si se indignara:

–Vivíamos en el país que permitió que surgieran artistas de fama mundial, como Picasso, Dalí, Buñuel, Pau Casals, un país en que todos podíamos pensar, opinar y decir lo que queríamos.

–Había de todo –iba diciendo mi madre como acompañamiento de fondo–. También había tiros y bombas.

–... Antes de la guerra, éste era un país idealista, utópico, ge­neroso, donde se luchaba para que los hombres, algún día, fueran todos iguales, y para que desapareciera la miseria, la explotación y la esclavitud.

–Había de todo.

–... Y había desórdenes, y pistolas y anarquismo, también, sí, y alguien tenía que acabar con los tiroteos y las bombas, sí, y llegaron los señores del puñetazo en la mesa y dijeron: Basta ya. Y entonces nos aplastaron a todos, a todo el mundo, a todos los españoles. Y no se limitaron a apagar el fuego y volverse al cuartelillo. Apagaron el fuego y apagaron el fuego y apagaron el fuego y apagaron el fuego, y cuando ya no hubo fuego trituraron a los incendiarios y luego a las víctimas y luego a los que pasaban por ahí. Aplastaron las tertulias de intelectuales que se reunían en los cafés, aniquilaron la poca ilus­tración que había en este país, el respeto por la cultura. No acaba­ron con la anarquía: acabaron con Picasso, con Lorca, con Buñuel...

Se estaba congestionando mucho. Hasta mi madre se volvió hacia él alarmada. Tan poca cosa como era, huesudo, arrugado como una pasa, tanta energía parecía que tenía que romperlo en pedazos. Un infarto, una embolia, lo vi al borde de la muerte. O de la locura.

–... Jodieron a toda España. Jodieron a todos los españoles, a todos.

En ese momento, tuve que haber entendido que hablaba de per­sonas muy concretas, íntimamente relacionadas con él. Hablaba de heridas que no se habían cerrado todavía, que no se cerrarían jamás. Y yo estaba hurgando en esas heridas. A veces somos crueles y no podemos dejar de serlo aunque nos demos cuenta de ello.

–A ti poco te jodieron –me atreví todavía–. Tú estabas por ahí, en Grecia, Italia, Turquía, qué sé yo dónde.

Mi madre me disparó un dardo de recriminación.

–Jordi –avisó.

–Es verdad –insistí–. Tú poco sufriste a Franco.

–Jordi –repitió la matriarca conciliadora–. Tu padre estaba traba­jando para alimentarnos a ti y a mí.

Mi padre me miraba irritado. Hacía rato que yo movía la cabeza con lástima insultante.

–Franco nos jodió a todos –insistió, bajando la voz–. A los que protestaron y a los que callaron, y a los que se fueron a Sudaméri­ca, y a los que se escondieron en un sótano, y a los que murieron y a los que sobrevivimos. A todos. Incluso a los franquistas de toda la vida, que ahora lo llorarán y se rasgarán las vestiduras. A ellos también los jodió, aunque parezca que no.

Mi madre callaba y trataba de evadirse con la vida de los toreros en la tele gris. Yo encendí un cigarrillo. Fumaba y sorbía la sopa al mismo tiempo.

–Entonces, qué –continuó mi padre, provocador y belicoso–. ¿No lo celebro? ¿Hago como si nada?

–Yo sólo digo –replicaba mi madre, siempre fija en el televisor– que no tendrías que beber alcohol ni fumar. Eso es lo único que yo digo. ¿Qué pasa? ¿Que te quieres ir con Franco? ¿Os enterramos a los dos juntitos?

En ese momento, llamaron a la puerta.

Era Víctor Luys.

2

Fue a abrir mi padre. Porque estaba exacerbado y el sonido del timbre disparó todos los resortes de su cuerpo y lo proyectó fuera de la silla y del comedor con tanto ímpetu como si pensara partirle la cara al intruso que acababa de interrumpir su mitin. ¿Quién será a semejantes horas? Un vecino. A ver qué pasa.

El sonido de la puerta al abrirse fue seguido de un silencio tan denso que mi madre y yo, después de un instante de inquietud, nos dirigimos también al recibidor con la seguridad de que nos íbamos a encontrar con algo muy grave.

–¡Víctor!

El grito nos pilló por el pasillo y aceleró nuestros pasos.

Mi padre se encontraba ante un hombretón de tórax enorme, una gran mata de pelo blanco, gafas de gruesos cristales y nariz pro­minente, ganchuda y soberbia. Vestía con modestia, una camisa de cuadros, pantalones de trabajo anchos, bastos y manchados, y una cazadora de piel de carnero, con las solapas recubiertas de espeso pelo amarillento. Contemplaba con plácida ternura a mi padre, que estaba plantado ante él, le daba cachetes y decía: «Victorino, Victo­rino, la madre de Dios, me cago en la madre que te parió». Me fijé especialmente en los ojos del recién llegado. Pequeños, de mirada serena y firme, brillaban con lágrimas trémulas. Movía la cabeza afli­gido como un niño pillado en falta, había puesto sus manazas sobre los hombros de mi padre, y sólo atinaba a insertar palabras sueltas en su verborrea arrolladora. Le oí decir: «Lo siento. No pude. Ne­cesitaba otra vida».

–La Virgen, Victorino –decía mi padre–, estás vivo, si yo ya sabía que estabas vivo, cuando me lo dijo Miguel no me lo creí, por la manera como me lo dijo no me lo pude creer. Figúrate, si todos ha­bíamos pasado por muertos. A mí me disteis por muerto en el frente del Ebro; a Miguel creímos que le habían aplicado la ley de fugas, ¿te acuerdas? Ahora te tocaba a ti. Le dije a Miguel: «¿Dónde ha muer­to? ¿Cómo? Quiero ver el cuerpo», le dije. Y él: «Imposible». Digo: «No me lo creo, si no lo veo, no lo creo». Y aquí estás, la madre de Dios. Suerte que no sufro del corazón, cabrito, porque, si no, me matas, apareces aquí de pronto y me matas, cabrón... Siempre pensé que saldrías en el 69, ¿te acuerdas?, cuando prescribieron las respon­sabilidades políticas y los topos salían de sus escondites, ¿os acor­dáis?, todos aquellos que estuvieron escondidos en sótanos y cuevas durante treinta años y, de pronto, salieron a la luz. Entonces, pensé que saldrías tú y, cuando vi que no salías, me dije: «¡Malo!», en ese momento dudé. Pero aquí estás, que yo sabía que estabas vivo...

Se abrazaron. Uno tan grandote e imponente, el otro tan esmi­rriado, «Victorino, la madre que te parió», con la voz estrangulada por el llanto.

–¿Te acuerdas? La última vez que nos vimos fue en Ca l’Agustí, en la calle Bergara.

Mi madre también se había quedado de piedra al ver a aquel hom­bre. Se hizo oír entre las exclamaciones incongruentes de mi padre:

–¿Víctor? ¿Eres Víctor Luys?

Mi padre se volvió hacia ella, hacia nosotros. Entonces vi los la­grimones que caían por sus mejillas hundidas y mal afeitadas:

–¡Es Víctor! ¿Recuerdas que siempre te dije que estaba vivo? ¡Siempre dije que estaba vivo! Por la manera como me lo dijo Mi­guel. No le creí. Le dije: «No me lo creo, Víctor no está muerto».

El visitante se dirigió a mi madre contemplándola con franca ve­neración.

–Montse –dijo–. Qué ojos y qué boca. Eso no cambia, ¿eh? Siem­pre tan hermosa. Siempre mucha mujer –se soltó de mi padre, lo dejó atrás y, con gran delicadeza, como para no estropear nada, besó las mejillas de mi madre al tiempo que murmuraba en un catalán muy catalán–: Tranquila, Montse, que hoy ya no traigo pistola. Se acabaron las pistolas. Ya no tenemos edad.

Ella me miró de reojo, con aquella expresión tan suya de que no lo oiga el chico, y eso desvió la atención de Víctor Luys hacia mí. Me tendió la mano y, de la misma forma que, cuando había atendido a mi padre, no había nadie más en el recibidor y, cuando besó a mi madre, ella era la única protagonista en su vida, al acercarse a mí me sentí valorado, acogido, animado, vivo. El apretón fue calloso, de hierro, lleno de promesas y lealtad.

–Y tú eres el chaval. Coño, el chaval. Todo un hombre. ¿Qué edad tienes ahora?

–Treinta y uno.

Òstima, treinta años. Cuando te conocí, acababas de nacer. Te­nías meses. Eras un renacuajo –dijo–. Te vi antes yo que tu padre. Òstima, òstima. ¿Cómo te llamas?

Jordi. I ja pots parlar català, que en aquesta casa parlem català.

–Imposible –se rió él. Dio un paso atrás para abarcar a los tres a la vez con la mirada y el gesto y, como mi padre quedaba incluido en el ámbito de su auditorio, continuó hablando en su castellano acata­lanado–. Yo a tu padre lo conocí hablando en español. Qué digo es­pañol. En argentino. En auténtico lunfardo –parodiaba–: Este, vihte, que sos un sofica siempre con el camandulaje, che... –era una caricatura espantosa, pero él se reía de sí mismo y volvía a pasar su brazo por encima de los hombros de mi padre, que había cerrado la puerta, y le daba un achuchón cómplice–: ¿Te acuerdas? Le llamábamos el Fueye, ¿te acuerdas? El Fueye.

Replicaba mi padre:

–Y tú Victorino.

–Los Tres del Pompeya –remataba el otro, orgulloso de su pasado.

Siguió un parpadeo simultáneo, significativo y doloroso. Yo me pregunté quién sería el tercero del Pompeya. Avanzábamos hacia el comedor.

–Bueno, ¿cuál es el último? –preguntó.

–¿El último?

–Coño, el último chiste.

–Huy –hizo mi padre, como avergonzado.

Víctor lo observaba con un brillo expectante en los ojillos y un anuncio de risa en la boca fruncida. Mi padre se animó:

–Dice que era un hombre tan pequeño, tan pequeño, tan peque­ño que no le cabía la menor duda.

Víctor estalló en una carcajada espléndida, un premio exagerado para un chiste tan viejo, pero tan generosa, limpia, espontánea y llena de vida que mi madre y yo permitimos que se nos contagiara, aunque me conste que, hasta aquel momento, nos habíamos estado resistiendo a la alegría.

–Tendremos que abrir una botella de champán, que esto hay que celebrarlo –dijo mi padre mientras nos sentábamos alrededor de la mesa–. Montse: saca otra botella de champán, que ésta está esbrava­da. ¿Has cenado?

–Bueno, me he tomado un bocadillo en el bar de abajo. No sabía si subir a estas horas. He visto que la portería estaba abierta y me he dicho: «Qué coño». Pero vosotros cenad, cenad.

–Qué joder. Íbamos por el primer plato y tú también comerás un poco. Ah, a las diez, dentro de un momento, van a dar el parte del equipo médico habitual. A ver si hoy hablan de las cacas en forma de melena... ¿Pero dónde coño te habías metido?

–En un pueblo de la sierra del Cadí, cerca de Andorra –respon­dió el visitante–. Tengo una casa, un terreno, cuatro vacas, cuatro ovejas, gallinas, conejos, una mujer, dos hijos... ¿Sabes quién se vino a vivir conmigo? Xavi, el hijo de Teresa.

Evocaciones de este tipo conseguían llenar de lágrimas los ojos otra vez. A mi padre se le curvaba la boca de ternura:

–Xavi... Javierito.

–Al final, lo encontré. Lo estuve buscando, lo localicé y, en fin, una vida nueva –resumía Víctor–. Ya te contaré.

–No te imagino de payés.

–Bah, no es difícil. Se trabaja de sol a sol, pero al menos come­mos bien. Y, mientras trabajas, no piensas.

–Pero, por fin, has venido.

–Son momentos muy importantes y tenía que pasarlos contigo. Como si hubiéramos llegado al último capítulo, ¿no te parece? No quería pasarlo allí solo. No tenemos tele y los chavales no han vivido nada. He venido a recordar los viejos tiempos. Que no se nos olviden.

–Cómo se nos van a olvidar.

–¿Cómo era aquel de la nena que llevaba la vaca al toro?

–Ah, sí. La niña que va con una vaca por el campo, y se encuentra con dos de ciudad que le dicen: «¿Dónde vas, nena?». Dice ella: «A llevar la vaca al toro». Y le dicen: «¿Y esto no puede hacerlo tu pa­dre?». Y la niña: «No: tiene que ser el toro».

–¡Ja ja ja ja ja!

Iniciaron una larga, larguísima, interminable conversación sobre los viejos tiempos.

Y yo escrutaba el rostro de mi madre como si fuera la prime­ra vez que lo veía, y descubrí que efectivamente tenía una mirada hermosa y poderosa y unos labios gruesos, de línea delicada. Y me preguntaba cómo podía haber vivido con aquella mujer toda mi vida sin darme cuenta de ello, fijándome únicamente en sus arrugas y su papada y en su cabello despeinado y su mueca despectiva que, si uno se fijaba bien, eran meros añadidos que no conseguían arrebatar la belleza al conjunto. De pronto, comprendía por qué mi padre podía haberse enamorado un día de ella.

En ese momento me dije que siempre debería estar agradecido a Víctor Luys por haberme ayudado a ver a mi madre de aquella manera.

 

*En la foto, Mary Garby, en el Argensola de Zaragoza. Foto cedida por Rafael Castillejo.

13/12/2012 21:39 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

MIGUEL CARCASONA: UN CUENTO

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Recibo esta nota, con propina, de Miguel Carcasona Buj. [Querido Antón: El IEA acaba de publicar mi relato "Todos los perros aúllan", dentro de su colección "Letras del año nuevo",  con el que felicita las navidades. Pronto recibirás un ejemplar. Te adelanto la foto de la portada y los primeros párrafos, por si quieres colgarlos en el blog. Un fuerte abrazo. Miguel Carcasona. ]

 

TODOS LOS PERROS AÚLLAN

 

MIGUEL CARCASONA

 

La mañana que Julio Verne cumplía cien años de paz en su tumba de Amiens, una rata apareció destripada junto a la puerta de casa. Fue un contraste muy desagradable saludar al sol de la primavera que, por fin, deslumbraba tras una semana de niebla y al bajar la vista descubrirla en el suelo, tirada como un juguete roto sobre el que debí improvisar un salto para no pisarla.  Clara soltó un chillido y se negó a salir hasta que la recogiese. Luis no se movió de su cuarto en penumbra, absorto en el juego de la play.

 

Vivo en una urbanización del extrarradio, en una acumulación de sesenta casas dispuestas como un ejército en cerrada formación de avance: diez casas por fila, seis filas de casas. Con la particularidad de que es un ejército de siameses unidos por la espalda. Cada vivienda posee dos terrazas valladas, cuyos dueños las llaman, sin ápice de ironía, jardines. La delantera da a una calle y en ella se abren dos portones metálicos, uno para peatones y otro para coches. La de detrás se halla unida a la trasera del vecino, su siamesa. Cada vivienda, además, está pegada a otras dos por los costados. Mi casa ocupa la última fila. Frente a ella, al otro lado de la calle, se extiende un solar abandonado que algún día fue campo de cultivo y al que sorprendió la crisis antes de ser horadado por las excavadoras. En el solar crecen hierbajos y arbustos, en los que se enredan plásticos arrastrados por el viento. Una vez al año, en primavera, una cuadrilla con uniformes del Ayuntamiento viene a limpiarlo. El resto de los días, al atardecer, los vecinos sueltan a los perros para que corran y defequen. Algunas noches, desde las zonas donde no alcanzan las luces de las farolas, llegan furiosos maullidos de gatos en celo. 

 

15/12/2012 00:02 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

DIEGO NAVARRO EN PORTADORES

El  lunes 17 de diciembre a las 20h tendrá lugar en Los portadores de sueños (C/Blancas, 4 - Zaragoza) la presentación de MORIR MATANDO, de DIEGO NAVARRO BONILLA (Ediciones Espuela de Plata). Acompañando al autor, contaremos con la presencia del escritor RODOLFO NOTIVOL

 

MORIR MATANDO

 

 Todas las guerras generan sus trincheras. La elección de una de ellas depende de lo cerca que se quiera estar de la muerte, de la gloria o de la ignominia. En mayo de 1939, milicianos anarquistas del Servicio de Información Especial Periférico se escaparon del campo de Albatera. Recorrieron 600 kilómetros para matar al cacique de su pueblo antes de emprender el exilio francés. Todo salió mal. Uno de ellos, enfrentado a la Guardia Civil, murió matando. Ese mismo mes de mayo, con la Guerra Civil finalizada, seguían llegando toneladas de documentos a Salamanca. Alli, desde otra trinchera, hecha de legajos, sacos de papeles, maquinas de escribir y turnos de trabajo sin cesar, se completó la mayor gesta organizativa con fines represivos nunca vista en la España contemporánea: la elaboración de casi dos millones de fichas personales con las que llevar a cabo la depuración del Nuevo Estado nacido de la victoria. En una época preinformática esta increíble planificación, ejecutada por un reducido grupo de hombres y mujeres, alumbró el mayor archivo de la historia de España con una implacable finalidad de control social. Este libro se adentra en aquellos dos hechos, aparentemente inconexos. Transitar por el registro de la memoria familiar ofreció resultados inesperados. El control de la sociedad por medio de la información obligó a deslizarse por la sórdida burocracia represiva de los bandos enfrentados y mostró la cara más letal de la represión sistemática de unos y otros. La aplicación de criterios racionales en la organización de la información hizo posible separar, depurar, reprimir, limpiar, eliminar a cuantos quedaron excluidos de la ortodoxia, de los parámetros oficiales o de las nuevas hormas políticas, sociales y religiosas. El III Año Triunfal se coronó exitosamente al crear la Nación fichada, cuyo germen se localizó en la ciudad de Salamanca. En última instancia, la elección de una trinchera u otra se llevó a cabo por medios y recursos muy dispares para contribuir a la victoria final: a golpe de disparo o de ficha.

DIEGO NAVARRO BONILLA

 

DIEGO NAVARRO BONILLA (Zaragoza, 1972) es doctor en Documentación, profesor titular de Archivística en el departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Carlos  III de Madrid y ex director del Instituto de Investigación en Inteligencia para la Seguridad y la Defensa de la misma universidad. En 2003 fue galardonado con el Premio Nacional de Defensa, en la modalidad de investigación en ciencias históricas relacionadas con el ámbito militar, por  el trabajo titulado Los archivos del espionaje: información, razón de Estado y servicios de inteligencia en la monarquía hispánica. Sus áreas de investigación son la archivística, la historia social de la cultura escrita, la gestión de documentos, la gestión de información para la seguridad y la defensa. Ha publicado las siguientes monografías: La imagen del archivo: representación y funciones en España (siglos XVIy XVll) (Trea, 2003); Del corazón a la pluma:  Archivos y papeles privados femeninos en la Edad Moderna (Universidad de Salamanca, 2004); Cartas entre espías e inteligencias secretas en el siglo de los validos: Juan de Torres-Gaspar Bonifaz (1632-1683) (Ministerio de Defensa, 2007); Derrotado, pero no sorprendido: Reflexiones sobre la información secreta en tiempo de guerra (Plaza y Valdés, 2007) y Espías: 3.000 años de información y secreto (Plaza y Valdés, 2009), al tiempo que ha sido coordinador con Miguel Ángel Esteban Navarro de los volúmenes Terrorismo global, gestión de información y servicios de inteligencia (Plaza y Valdés, 2006).


Os esperamos el lunes 17 de diciembre a las 20h en Los portadores de sueños (Blancas, 4 – Zaragoza). ¡No faltéis! [Nota de Eva Cosculluela de Los Portadores de Sueños]

15/12/2012 12:13 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

TONI ITURBE ESCRIBE DE 'CARIÑENA'

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Antonio G. Iturbe (Casetas, Zaragoza, 1967) ha vivido en 2012 uno de sus mejores años con la publicación de ‘La bibliotecaria de Auschwitz’ (Planeta, 2012) y a la vez uno de los más complicados por la situación económica que ha afectado, como en tantos otros lugares, a su revista ‘Qué leer’, de la que es director. Hace unos días, con inmenso afecto, con absoluta generosidad, publicaba en la versión digital este artículo sobre mi novela ‘Cariñena’ (Ediciones 94 /DOP Cariñena): el relato de diez días de octubre de 1978, recién llegado a Zaragoza, en la vendimia de Cariñena y Alfamén. Se trata del libro del despertar al trabajo, al amor, a la amistad, a la vida. Así lo cuenta Toni G. Iturbe.

http://www.que-leer.com/18131/anton-castro-se-va-a-vendimiar-a-carinena.html

 

ANTÓN CASTRO SE VA A VENDIMIAR A CARIÑENA

 

Por Antonio G. ITURBE. Periodista y escritor

 

Cuando uno mismo cae en el desaliento sobre la propia profesión periodística e incluso sobre su propia tarea como informador cultural, topar con Antón Castro es como rejuvenecer de golpe. Está su tarea en el suplemento cultural de el Heraldo de Aragón, pero también su enorme cantidad de publicaciones en prosa y poesía, su paso por programas culturales en televisión, haber sido entrenador del Garrapinillos o su actividad arrolladora en su blog. Cuando uno se asoma a su blog se hace una idea de su pantagruélica curiosidad: libros, arte, bicicletas, política, fotografía, mujeres extraordinarias…

Acaba de publicar Cariñena (DOP Cariñena) una narración con mucho de autobiográfico que nos cuenta cómo un gallego objetor de conciencia (ya nadie se acuerda de la mili e incluso ahora suena como un disparate ridículo, pero ahí estuvo tantos años) busca refugio junto al Ebro. El protagonista (nos podemos imaginar muy bien al propio Castro a poco que lo conozcas) es uno de esos pusilánimes heroicos: un muchacho de 19 años inseguro y más bien encogido, pero que no está dispuesto a ceder en su convicción de no hacer el servicio militar. Una especie de Bartleby que se rebela sin aspavientos ni soflamas. Así es Antón Castro, un revolucionario que lo pide todo “por favor”. Al enterarse de que en Zaragoza hay grupos de insumisos, decide dejar su casa en la provincia de Coruña y tratar de buscar allí acomodo. Su camisa blanca de buen chico no parece acomodarse mucho con la comuna de artesanos que venden collares por las ferias. Uno se lo imagina como un rodaballo caído en los Monegros.

Pero ahí se queda, tratando de encontrar su lugar en el mundo. Y con esa camisa que le debió comprar su madre y esa timidez decidida, se va hasta Cariñena (buenos vinos recios aragoneses), porque necesita ganar dinero y le han dicho que allí cogen gente para trabajar en la vendimia. Pero la cosa no resulta tan sencilla. En seguida lo calan y ven que ese gachó tiene más pinta de chupatintas que de labriego. Aún así, logra asociarse con otro joven que busca trabajo, más desenvuelto y caradura. Mientras buscan el trabajo, incluso están a punto de ligar con dos hermanas guapísimas, pero al final todo queda en nada. Él (enamoradizo soñador) se decanta por la más lánguida de las dos: la escucha mucho, le habla mucho de libros y de música, y al final le pasa como siempre, que todas lo quieren mucho… como amigo (aunque siempre terminan liándose con otro más sinvergüenza). De todas formas, a su amigo más lanzado, la táctica directa tampoco le da otra cosecha que la de las calabazas.

Al final, logra el deseado empleo como vendimiador que con tanto ahínco ha estado buscando durante días… pero dios nos castiga escuchando nuestras más fervientes plegarias: él pone toda su voluntad y su ahínco para no defraudar a su empleador, ni a su amigo, se esfuerza hasta la extenuación, pero lo que no puede ser… no puede ser. Esto es ficción… pero es su propia peripecia personal punto por punto y uno no puede evitar ver al propio Antón Castro, que cambió el verdor de Galicia por la aspereza del cierzo y la introversión galaica por la expansividad a veces explosiva de los maños. Es fácil reconocerlo en ese chico gallego torpón y soñador que estudió electrónica pero le daba miedo la corriente: en esa voluntad de agradar aun a costa de desriñonarse (como es el caso) de la gente de bondadosa, en la timidez atrevida de los que siempre se disculpan pero no dejan de hacer lo que creen que han de hacer o en la sensibilidad para convertir los malos tragos en poesía y seguir adelante. Es una narración breve, sencilla, de trazos abocetados… pero tiene tan buen toque literario y hay prensada tal cantidad de ternura, fragilidad y a la vez de entereza, que a mí me ha emocionado profundamente.

 

*Rogelio Allepuz me cede, con su generosidad habitual, esta foto del campo de Cariñena.

16/12/2012 17:30 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

ÁNCHEL CONTE: POESÍA Y BELLEZA

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[Ánchel Conte respira poesía. Cada día publica en su facebook uno de sus poemas. En aragonés, en castellano y en portugués. Poesía de amor, de paisaje, de la memoria. Poesía de la raíz. Poesía de quien ama la vida y la melodía de las palabras. He aquí una de sus últimas aportaciones. La foto, tan maravillosa, es otra gentileza más de ese gran amigo que es Manuel Micheto, el médico, ciclista, conversador y fotógrafo de Calatayud.]

 

 

POEMA DE HUE 14 D’AVIENTO CON L’ASPERANZA DE QUE FACEBOOK NO SE MINCHE OS LETORS/POEMA DE HOY 14 DE DICIEMBRE CON LA ESPERANZA DE QUE FACEBOOK NO SE COMA A LOS LECTORES


MUGAS INDELEBRES (límites indelebles, limites indeleveis)

iste lusco royenco no m’ubre puertas que creben todas as güegas que en mars e tierra me has siñaladas d’ixas indelebles mugas fils invisibles que hi has ficau no puedo pasare encletau n’o estreito cerclo d’o tuyo silencio hue entre boiras que uloran a gris fumo de sabuquer somiciego e xordo á tentons te busco popilo d’a tuya gollada fauto d’a tuya boca ausidiu obrador de inarticuladas voces d’as que remoldabas archila agradeixida vocables resucitaders mancau d’as tuyas mans alasveces aspros petalos de tovo lidio plegau d’ubrir-se n’a primer rayada d’a temprananza
..
laso de tu e manimenos pleno de tu en tu meso de tu embuyiu deixo que un inimachinable abrazo amate tiempo e fuego


13 d’aviento de 2012 sobre 1 de setiembre de 2012, 2
………………………
estas luces rojizas de atardecer no me abren puertas que rompan todos los límites que en mares y tierra me has marcado/de esos indelebles lindes hilos invisibles que has puesto no puedo pasar encerrado en el estrecho círculo de tu silencio hoy/entre nubes que huelen a gris humo de saúco medio ciego y sordo a tientas te busco huérfano de tu mirada/falto de tu boca agotado obrador de inarticuladas voces de las que moldeabas arcilla agradecida vocablos resucitadores/sin tus manos a veces ásperos pétalos de suave lirio acabado de abrirse en el primer rayo de luz del amanecer/../carente de ti y sin embargo lleno de ti en ti metido de ti impregnado dejo que un inimaginable abrazo apague tiempo y fuego
…………………………………………………
estas luzes avermelhadas de entardecer não me abrem portas que quebrem todos os limites que em mares e terra me marcaste/d’estes indeleveis lindes fios invisiveis que puseste não posso passar encerrado no estreito círculo de teu silêncio hoje/entre nuvens que cheiram a cinza fumaça de sabugueiro médio cego e sordo às apalpadelas te procuro órfão de teu olhar/falto de tua boca esgotado obrador de inarticuladas vozes das que moldavas argila agradecida vocábulos resucitadores/sem tuas mãos às vezes ásperas pétalas de macio lírio acabado de se abrir no primeiro raio de luz do amanhecer/../carente de ti e no entanto cheio de ti em ti metido de ti impregnado deixo que um inimaginável abraço apague tempo e fogo

 

16/12/2012 17:33 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

DIEGO NAVARRO HABLA DE SU LIBRO

[Mañana, en la librería Los Portadores de Sueños, el bibliotecario e investigador, experto en espionaje y otros asuntos históricos, presenta su último libro: ‘Morir matando’ (Espuela de Plata. Sevilla, 2012), un libro que plantea dos cuestiones capitales: el origen del Archivo de Salamanca y la historia de tres hermanos anarquistas de Gurrea de Gállego, vinculados con el abuelo del autor. El libro es un prodigio de manejo de fuentes, de erudición, de escritura parsimoniosa e intensa a la vez, la crónica de una rastreo. El propio Diego ha escrito en su blog.]

‘MORIR MATANDO’

 

Por Diego NAVARRO BONILLA

No es una novela, sino el relato de una investigación

 

 

Ya está terminado. Y pulcramente editado. Casi cuatro años después.

 

Durante todo este tiempo he compaginado mi actividad cotidiana docente e investigadora en la Universidad con la redacción de estas páginas, convertidas ahora ya en realidad, planteadas y culminadas en este libro que ha sido todo un reto personal profundo. Tanto que, en ocasiones, más lo he considerado una completa regresión conducente a ajustar las cuentas con mis particulares preocupaciones, inquietudes y enigmas que una obra creativa. Ese proyecto acaba de ver la luz. Ahora, cuando tengo encima de mi mesa el ejemplar recién impreso, enviado desde Sevilla con todo detalle y buen hacer tipográfico por Abelardo y Pedro, experimento una especial sensación nunca antes vivida. Probablemente también porque nunca antes abordé un trabajo como éste: bajo esta perspectiva, estilo y registro.

  

En este libro he buceado en los procedimientos de control burocrático de la sociedad que desde 1937 Franco puso en funcionamiento gracias a un proyecto organizativo sin parangón en España: la recuperación de cuanto documento y testimonio fuese dejado, abandonado o incautado a partidos, sindicatos, ayuntamientos, unidades militares, ateneos, casas del pueblo, etc., agrupados en el conjunto de las fuerzas de izquierda enfrentadas a Franco. En cualquier localidad, ciudad o villa, los equipos de recuperación de documentos consiguieron hacerse con un botín de papel que sería determinante para imponer las políticas de represión, control y depuración política y social posterior. 

Fue pronto y fueron unos pocos pero las cifras son elocuentes. Lo cuento en el libro ya que la “Nación Fichada” y su centro localizado en Salamanca constituyó una gesta organizativa en la que fotos, actas, libros, cartas, diarios, registros, informes, carpetas, todo, sirvió de base documental para crear dos millones de fichas de personas desafectas. Se rastreó toda España buscando cualquier papel que contribuyera a cartografiar la desafección con el llamado “Glorioso Movimiento Nacional”, tal y como lo habían denominado desde Burgos y Salamanca. Toneladas de papel llegaban en siniestros convoyes de tren a la ciudad del Tormes. Allí, en oscuras dependencias se procedió a generar las necesarias fichas para determinar la actuación de los enemigos de la "Nueva España".

 Pero Morir matando es, además del relato de una investigación, la crónica de una obsesión, la que ha marcado durante años mi particular universo de vinculación con la Guerra Civil Española. Una interrelación profunda, íntima, particular, ya que nace de raíces oscuras y familiares, registrada en historias entrecortadas que he podido recuperar finalmente. Coincide su publicación con la aparición casi simultánea del espléndido y rotundo Ayer no más, de Andrés Trapiello. Él sabe cuánto debo a su obra e influencia (desde las Armas y las Letras hasta el determinante La noche de los Cuatro Caminos). Este alumbramiento casi paralelo de ambas me llena de felicidad y respeto profundo.

 

 

***

 

 

Todas las guerras generan sus trincheras. La elección de una de ellas depende de lo cerca que se quiera estar de la muerte, de la gloria o de la ignominia. En mayo de 1939, milicianos anarquistas del Servicio de Información Especial Periférico se escaparon del campo de Albatera. Recorrieron 600 kilómetros para matar al cacique de su pueblo antes de emprender el exilio francés. Todo salió mal. Uno de ellos, enfrentado a la Guardia Civil, murió matando. Ese mismo mes de mayo, con la Guerra Civil finalizada, seguían llegando toneladas de documentos a Salamanca. Allí, desde otra trinchera, hecha de legajos, sacos de papeles, máquinas de escribir y turnos de trabajo sin cesar, se completó la mayor gesta organizativa con fines represivos nunca vista en la España contemporánea: la elaboración de casi dos millones de fichas personales con las que llevar a cabo la depuración del Nuevo Estado nacido de la victoria. En una época preinformática esta increíble planificación, ejecutada por un reducido grupo de hombres y mujeres, alumbró el mayor archivo de la historia de España con una implacable finalidad de control social. 

 

 

 

 

 

Este libro se adentra en aquellos dos hechos, aparentemente inconexos. Transitar por el registro de la memoria familiar ofreció resultados inesperados. El control de la sociedad por medio de la información obligó a deslizarse por la sórdida burocracia represiva de los bandos enfrentados y mostró la cara más letal de la represión sistemática de unos y otros. La aplicación de criterios racionales en la organización de la información hizo posible separar, depurar, reprimir, limpiar, eliminar a cuantos quedaron excluidos de la ortodoxia, de los parámetros oficiales o de las nuevas hormas políticas, sociales y religiosas. El III Año Triunfal se coronó exitosamente al crear la "Nación fichada", concepto que desarrollo en este libro, cuyo germen se localizó en la ciudad de Salamanca. En última instancia, la elección de una trinchera u otra se llevó a cabo por medios y recursos muy dispares para contribuir a la victoria final: a golpe de disparo o de ficha

 

16/12/2012 20:45 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

SUSANA ARREGUI AL VIOLÍN

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SUSANA ARREGUI, VISTA POR ANA MORENO

Me encuentro por puro azar con dos buenas amigas: Susana Arregui, la violinista de O’Carolan, una mujer de enorme fortaleza y sensibilidad, que visitó en dos ocasiones ‘Borradores’ y a la que he visto tocar a menudo, en La Campana de los Perdidos, en el Principal y en otros lugares. Me encantó por ejemplo ‘Nota de paso’. Y con Ana Moreno, que cada día hace fotos más intensas, con más fuerza y a la vez más turbadoras, con ese contraste tan trabajado. Susana Arregui y Ana Moreno: dos mujeres frente, una en el centro del objetivo y otra pulsando la luz.

 

*La foto de Susana Arregui es cortesía de Ana Moreno.

 

17/12/2012 00:54 Antón Castro Enlace permanente. Músicos No hay comentarios. Comentar.

SILVIO Y 'OJALÁ': BSO DE 'CARIÑENA'

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ALFAMÉN Y ‘OJALÁ’: SILVIO RODRÍGUEZ, POR ENRIQUE CIDONCHA

El pasado viernes estuve en Alfamén. No había vuelto desde aquellos seis días de octubre de 1978, recién llegado a Zaragoza. Aquellos primeros días en Zaragoza y en Aragón fueron muy importantes para mí. Y uno de los discos que más me marcó fue ‘Al final de este viaje’, sobre todo con una canción como ‘Ojalá’, que bien podría ser la banda sonora esencial de mi novela ‘Cariñena’ (Ediciones 94 / DOP Cariñena). Me acompañó Pepe Melero, y no cantamos a Silvio Rodríguez, sino que él se marcó unas jotas con los miembros, sobre todo mujeres, del Club de Lectura de Alfamén, que son, dicho sea de paso, estupendas cocineras  y algunas magníficas cantantes. Enrique Cidoncha es el autor de esta foto de Silvio Rodríguez, que actuó en Zaragoza en 1976, y que me cede para el blog.

17/12/2012 00:57 Antón Castro Enlace permanente. Músicos No hay comentarios. Comentar.

PREMIO PARA LOS PORTADORES

Recibo este mensaje detallista de un librero eterno:

“Soy Paco Pons, el librero jubilado, que se alegra muchísimo de los éxitos de sus amigos y colegas. Me acabo de enterar de que les han concedido el PREMIO LIBRERÍA CULTURAL 2012 a nuestros comunes amigos Eva Cosculluela & Félix González de LOS PORTADORES DE SUEÑOS. Es un premio que concede CEGAL cada año y que se establece a nivel nacional, por la labor de promoción de la cultura, a través de la librería.

 

Puedes obtener mayores detalles en la web de CEGAL, que es la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías. ¿Sabes que es la tercera librería aragonesa que recibe este premio en los últimos años?. Primero fue CALAMO, hace ya unos cuantos años, luego fue la LIBRERÍA ANONIMA (Huesca) y ahora es LOS PORTADORES DE SUEÑOS”. Ahí está Paco Pons, genio y figura, atención y generosidad. El Pequeño Teatro de los Libros, de Carolina y Ciro, llegó a la final.

 

MADRES ORGULLOSAS QUE LEEN

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Entre ayer y anteayer viví, o me contaron, varias historias de madres. Conmovedoras.

-1. Hablo con Toni G. Iturbe, que hace poco ocupaba la primera página completa de Cultura de ‘Heraldo de Aragón’ con motivo de la publicación de su exitosa novela ‘La bibliotecaria de Auschwitz’. De repente, tras un intenso día de trabajo, volvió a casa y se encontró con una sorpresa: su madre había mandado enmarcar la página y la había instalado bien a la vista. Los padres de Toni son de Casetas, él nació allí y pronto se marcharon a Barcelona, pero la tierra tira. Toni ha salido, a lo grande, en todos los medios; sin embargo, la página que ha conmovido especialmente a su madre es la de Heraldo. Uno de los periódicos de su tierra, uno de los periódicos de su memoria.

-2. Ayer en Los Portadores de Sueños (galardonados con el Premio Librería Cultural de 2012), y ante mucho público, se presentó el espléndido libro de Diego Navarro Bonilla, ‘Morir matando’ (Espuela de Plata), que arranca cuando un pistolero mata a Francisco Navarro, anarquista, por encargo en 1923 y acaba cuando Jesús Navarro, tras huir de Albatera, regresa a su pueblo Gurrea de Gállego para vengarse del cacique que había denunciado a su madre y a su tía, fusiladas porque no pudieron dar con él. El libro es una crónica de la España convulsa de entonces, de los orígenes del Archivo de Salamanca, del desprecio de la vida y de la confrontación brutal por las diferencias políticas, y es un libro sobre el arte de escribir un libro y un libro lleno de libros, tal como dijo Rodolfo Notivol, en una presentación equilibrada, precisa y lúcida, en la que también recordó que era un libro de espías, entre ellos Josep Pla y Agustín de Foxá, y de algunas checas terribles terribles terribles. Allí estaba la madre de Diego Navarro, feliz y radiante. Decía, con emoción: “No sabe usted cuánto, cuánto ha trabajado Diego. Cuántos desvelos le ha costado el libro”.

-3. A Luis Alegre y a mí nos convocan Elena de la Riva y Pablo Ferrer con el objetivo de conversar de las cosas que nos gustan para la revista ‘Poca Pasta’, que dirige David Rey. Luis propone: cine, literatura y mujeres (“en realidad estoy aquí por una mujer: mi madre”), pero “en orden inverso”. Hablamos de Leonor Watling, de Ingrid Bergman, de Marilyn Monroe y de las madres. En un determinado momento, fuera de grabación Luis me dice: “Mi madre está leyendo tu novela ‘Cariñena’. Lleva más de la mitad y hoy me ha dicho: ‘Pero, ¿todas esas cosas le han pasado a Antón?’”. Por la tarde, antes de pasarme un instante de ir a la presentación de Diego Navarro, Eloy Fernández Clemente, María Clau y Mariano Gistaín fueron a jugar al guiñote con Felicitas Saz y su madre Luis Alegre. Mariano se pone al teléfono y me dice: “Yo no sé jugar al guiñote y me dejan fuera. La madre de Luis me ha preguntado: ‘Mariano, pero, ¿todas esas cosas le pasaron de verdad a Antón?’”. Por la noche se lo conté a mi madre y me dijo: “Hombre, ¡si ve bien la madre de tu amigo!”.

-4. Pilar Rivas. Madre de Pepe Melero. Es una lectora constante de periódicos. Una mujer luminosa y dulce. Ayer fue también su gran día: su hijo José Luis, el autor de ‘Escritores y escrituras’, uno de los primeros lectores de ‘Morir matando’ de Diego Navarro, cumplía 56 años.

 

*A la derecha de su hijo Salvador, Felicitas Saz, que escribe todos los días apéndices de sus memorias, recuerdos, cosas que le suceden a lo largo del día... Cortesía de Luis Alegre.

18/12/2012 09:24 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

EVA COSCULLUELA: UN DIÁLOGO (RESCATE)

Félix González, David Trueba, Eva Cosculluela, Luis Alegre y Martínez de Pisón.

 

[El pasado 30 de noviembre fue el Día de las Librerías. Publicaba esta extensa entrevista con Eva Cosculluela, cofundadora de Los Portadores de Sueños, con Félix González. Eva acababa de ser elegida presidenta de la Asociación de Librerías de Zaragoza. Ayer recibió una llamada de Almudena Grandes. Le dijo que era para "darle una buena noticia". Los Portadores recibían el premio Mejor Librería Cultural de 2012, concedida por Cegal. El Pequeño Teatro de los Libros quedó entre las finalistas. Años atrás habían recibido este galardón Cálamo de Francisco Goyanes y Librería Anónima de Chema Aniés. Recupero aquella entrevista.]

 

¿Qué supone asumir la presidencia de la Asociación de Librerías de Zaragoza? ¿Cómo te lo has planteado?

Asumir la presidencia supone continuar con un proyecto empezado hace tres años, cuando Paco Pons me invitó a formar parte de la junta directiva. En ese momento, la Asociación se proponía un cambio a nivel organizativo que implicaba crear áreas de trabajo y que cada miembro de la junta asumiera una, de acuerdo a su experiencia y a su capacidad. En este tiempo hemos llevado a cabo un proceso de modernización, muy importante para que la imagen de comercio tradicional que tenemos las librerías no se confunda con anticuado: estrenamos una web corporativa, impulsamos la presencia de la asociación en las redes sociales... Las librerías somos modernas y activas, y esperamos haberlo transmitido con el trabajo desarrollado. Junto con el resto de la junta, esperamos seguir trabajando en esta dirección.

¿Qué habías aprendido en esos tres años en la directiva?

Mucho. Paco Pons ha sido alguien del que he aprendido mucho, tanto en lo profesional como en lo personal. Paco ha sido un modelo de buen hacer y desde el principio supo implicarnos a todos, lo que ha sido fundamental a la hora de sacar adelante cualquier iniciativa.   

Presidenta nueva, junta directiva nueva... ¿También ideas nuevas, frescas, modernas?

Intentaremos aportar nuevas ideas para afrontar los nuevos tiempos que están resultando tan duros. Debemos asumir nuevos retos que ayuden a que las librerías tengan presencia en la sociedad, que seamos una opción prioritaria cuando la gente planifique su ocio, pero sin perder de vista el proyecto empezado por la anterior directiva. Del anterior equipo, continua también Óscar Martín (Siglo XXI). Se incorporan a la junta Juancho Pons (Librería Pons), Julia Millán (Antígona) y Hermelo Delgado (Casa del libro).

¿Qué asusta más: la responsabilidad, la crisis o el libro electrónico?

La crisis, si ninguna duda. Representar un colectivo es siempre una responsabilidad, pero no la asumo en solitario. Tengo unos compañeros de junta estupendos y tomamos las decisiones en común, estamos en contacto prácticamente a diario. En cuanto al libro electrónico, creo que los dos formatos van a convivir durante mucho tiempo. Nuestro reto será buscar la fórmula para adaptarnos a ese cambio  de la mejor manera posible.

¿Cuál es el estado de las librerías? ¿Cómo está el sector? ¿Se puede hablar de una descapitalización alarmante?

Aunque no me gusta ser alarmista, el sector está muy preocupado. El descenso en las ventas ha sido muy fuerte, de casi un 30% en los cuatro últimos años: se prevé que al terminar 2012 se habrá vendido un 10% menos que el año pasado. Pero en 2011 ya habíamos sufrido un gran bajón, igual que en 2010... Una librería no puede compensar ese descenso en las ventas reduciendo la inversión en títulos nuevos, porque para funcionar tiene que ofrecer las últimas novedades publicadas, además de un buen fondo. Y en este país se publica mucho, algunos editores están haciendo una “huída hacia adelante” publicando el doble de títulos que hace unos años. Este ritmo es imposible de seguir, las librerías no podemos seguir invirtiendo lo mismo en libros ahora que nuestra facturación se ha reducido un tercio.

¿Ha bajado su impronta cultural en los últimos tiempos o siguen siendo un refugio inequívoco de cultura?

Las librerías siempre han sido refugios de cultura  y en cada época han tenido su papel. Si los libreros no se hubieran arriesgado a traer libros prohibidos durante el franquismo y no hubieran permitido reuniones clandestinas en sus espacios, la democracia habría tardado mucho más en llegar y seríamos una sociedad peor. Ahora, afortunadamente, no es necesario sortear la censura y nuestro papel es otro, pero no por eso deja de ser importante.  Las librerías somos transmisores de cultura, acercando los libros a los lectores nos convertimos en vehículos transmisores de ideas, de conocimiento. Somos también facilitadores, favorecemos que gente con intereses comunes contacte y se creen nuevas relaciones.

¿Cuál es el nivel de calidad de las librerías de Zaragoza en el contexto nacional?

Zaragoza tiene muchas librerías y muy buenas, reconocidas a nivel nacional. Librerías como Antígona o Cálamo son referentes en toda España, y a menudo constituyen un aliciente más para viajar a Zaragoza. Cuando visitan la ciudad editores o escritores, siempre se muestran sorprendidos por la cantidad de librerías y, sobre todo, por su calidad. Eso es algo que sólo se consigue a base de años de trabajo bien hecho.

 

¿Cuál es la misión de un librero? ¿O cómo entiendes tú vuestro trabajo, al que has definido como un trabajo de proximidad?

Siempre se ha definido a los libreros como mediadores, pero yo veo el oficio como algo que va mucho más allá. Por supuesto somos mediadores, pero también somos activistas culturales, gestores, agitadores. Ser librero tiene un componente muy vocacional, y eso hace que transmitamos la pasión con la que vivimos esta profesión y nos involucremos en ella hasta hacerla una forma de vida.

¿Te has preguntado alguna vez por qué eres librera? Si es así, querría saber qué te respondes...

El deseo de ser librera es algo que asocio directamente con mi infancia. Una de las cosas que recuerdo con más cariño de cuando era niña es cuando mi madre me llevaba a comprar libros a la librería “Alfil”, que estaba en la calle García Sánchez, en una especie de ritual que se repetía cada sábado por la mañana. Las dos elegíamos unos cuantos libros y pasábamos el fin de semana leyendo. Ese gusto por los libros y la lectura que me transmitió mi madre hizo que siempre pensara en las librerías como un lugar donde la gente disfrutaba, y trabajar en un lugar que ofrece felicidad es un privilegio.

Hoy viernes conmemoráis el Día de las Librerías. ¿Qué se quiere celebrar, qué queréis reivindicar?

El “Día de las librerías” pretende transmitir que las librerías hacemos un trabajo importante: tenemos un profundo conocimiento de libros y autores, recomendamos  títulos en función de los deseos del cliente, hacemos visible el trabajo de creadores y participamos activamente en la vida cultural de la ciudad. Somos muchas y diversas: cada librería, con su selección de libros, está haciendo una declaración de intenciones.  Además, las librerías somos comercios de proximidad y como tales dinamizamos el tejido social de las ciudades, fomentamos la economía local, creamos empleo... Esta iniciativa, además, quiere recordar que un libro es un regalo excelente que ofrece horas de entretenimiento. Y aunque un libro se puede comprar en muchos sitios, el mejor lugar para hacerlo es, sin duda, una librería.

Los Portadores de Sueños ha cumplido ocho años. ¿Cuál es el balance? ¿Cuáles han sido esos instantes inolvidables que has ayudado a resistir y a amar más el oficio?

El balance de estos ocho años no podría ser mejor. La librería nos ha dado muchas alegrías, pero si tenemos que elegir nos quedaríamos con los buenos amigos que hemos hecho, que nos apoyan y han sido vitales en nuestra trayectoria. Recuerdo la tarde  en que Ismael Grasa trajo a la librería a Jorge Herralde llevábamos pocos meses abiertos y fue muy importante, porque Jorge escribió un artículo que nos ayudó mucho; o el día que conocimos a Ignacio Martínez de Pisón, a quien admirábamos y que se ha convertido en uno de nuestros buenos amigos; o tantas presentaciones que han terminado en cenas divertidísimas en Casa Emilio... Nos quedamos también con algunos autores a los que admiramos y que han pasado por la librería: Marcos Giralt Torrente, Jordi Puntí, Sergi Pàmies, Rosa Montero, David Trueba...  Y lo más importante: conocer a Félix Romeo y disfrutar de su amistad es algo que la librería nos ha regalado y que cambió nuestra vida.

 

¿Por qué elegisteis como nombre el poema de Gioconda Belli? ¿Qué tiene de especial ella y la composición?

Nos gustó el poema de Gioconda Belli porque habla de cómo la esperanza se impone a los más catastrofistas y cómo siempre, aun en las circunstancias más difíciles, hay alguien que consigue hacer la vida mejor creyendo en sí mismo y en lo que hace. Nos pareció que era bonito vincular una librería, el lugar que da cobijo a tantas historias y a tantas vidas diferentes, con un poema que habla de sueños y de esperanzas.

 

¿Qué cinco libros recomiendan Los Portadores de Sueños para hoy?

Infantil: Arturo y Clementina / Rosa Caramelo. Adela Turín y Nella Bosnia (Kalandraka).

 

En los años 80 Esther Tusquets editaba en España, en su sello Lumen, una colección italiana llamada “A favor de las niñas”.  Estos cuentos, que trabajan la igualdad y el respeto, los reedita ahora Kalandraka y siguen siendo tan necesarios y tan actuales como entonces.

 

Aragonés: “Escritores y escrituras”, de José Luis Melero (Xordica)

José Luis Melero da voz en sus columnas semanales en Artes & Letras a los escritores raros, desconocidos y olvidados. Aquellos que no se recogen en los cánones ni se enseñan en las clases de literatura. Este libro recopila XX de estas columnas para gran disfrute del lector.

 

Autor extranjero:

‘Mr Gwyn’. Alessandro Baricco. Anagrama, 2012.

Mr Gwyn abandona su carrera de escritor de éxito sin saber porqué y para qué. Puede que una anciana con un fular impermeable tenga la respuesta. O quizás una chica elegante y gorda que le ofrece un móvil en la lavandería, o un viejo artesano que fabrica bombillas a mano…

 

Autor español:

“Ayer no más”. Andrés Trapiello. Destino, 2012.

La Guerra Civil no es una historia en blanco y negro, es una historia de color gris, con buenos, con malos, con buenos hijos de malos y malos hijos de buenos. Setenta años después de presenciar el asesinato de su padre en los primeros días de la guerra, José Pestaña tropieza en la calle con uno de sus asesinos. Sólo tiene una pregunta: ¿dónde está enterrado?

 

Libro especial:

Hierro ilustrado. José Hierro. Nórdica libros, 2012.

“Hierro ilustrado” recoge una antología de los mejores poemas de José Hierro  junto a su faceta como artista plástico. Retratos, autorretratos y paisajes en verso y en color. Una cuidada edición de Nórdica libros.

18/12/2012 09:32 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

LACERDA Y DOS ANJOS, EN ANTÍGONA

DOS POETAS, HOY, EN ANTÍGONA: LACERDA Y DOS ANJOS

Alberto de Lacerda por Arpad Szenes.

 

Esta tarde, a las 20 horas, en la Librería Antígona de Pepito y Julia se presentan dos libros de Olifante de Alberto de Lacerda, ‘El encantamiento’, mozambicano, que hizo casi toda su carrera en Londres, aunque también estuvo en Estados Unidos y en el Paría de María Helena Vieira da Silva, y ‘Yo’ de Augusto dos Anjos, otra traducción de Ángel Guinda. Estaremos por allí el traductor de Lacerda, Luis María Marina, que firma un hermoso y ajustado prólogo, Ángel Guinda, traductor también de Ana Cristina César, entre otros muchos poetas, y yo, que hablaré algo de Alberto de Lacerda, del cual aquí se recogen poemas de cuatro libros: ’77 poemas’, ‘Palacio’, ‘Exilio’ (un poemario clave) y ‘Color’. Se trata de un poeta que aspira a la belleza, que intuye la divinidad y que viaja una y otra vez hacia la luz. Lacerda fue contemporáneo de Ruy Cinatti, Ruy Knopfli, Jorge de Sena, Antonio Ramos Rosa, Miguel Torga o Helberto Helder. Su poesía tiene muchas semejanzas en ocasiones con la Juan Ramón Jiménez, Ángel Crespo o  Paul Valéry.

 

DOS POEMAS DE ALBERTO DE LACERDA

 

LOS POETAS Y LOS AMANTES

Ignoran y saben. Son el viento

que orienta los caminos verdaderos.

Redentores de los dioses en los hombres,

contémplalos–

la furia solemne de las noches que amanecen,

sus lágrimas por los ojos ignoradas,

la dulzura de las playas que continúan

conservando en la arena, durante algún tiempo,

los pasos de los hombres.

 

VENTANA

Soy una ventana a la que se asoman

todas las cosas de la vida.

No sobre mí: sobre la vida

que pasa por mi ser.

 

Y todo está lejos

y aquí.

 

Ser poeta es no pertenecerse

ni a sí.

18/12/2012 10:01 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

ADIÓS AL POETA IGNACIO CIORDIA

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El pasado martes, tras la presentación de ‘El encantamiento’ de Alberto de Lacerda y ‘yo’ de Augusto dos Anjos, en Librería Antígona, Eloy Fernández Clemente me hizo una llamada. No me di cuenta. Me decía, hacia las 22.20 de la noche, que había fallecido el poeta José Ignacio Ciordia Bozal, nacido en Graus en 1930, autor de dos libros: ‘Cafarnaum’ y ‘Estuario’ y de algunos poemas sueltos, que recogió Ignacio Escuín Borao en su ‘Poesía completa’ en Larumbe, en 2009. Ciordia –a quien Pepe Melero llama hoy el ‘Bartleby’ del grupo del Niké- vino a Zaragoza en los años 50, frecuentó al grupo y estableció amistades locas y entrañables con Julio Antonio Gómez, con Joaquín Alcón, con los Labordeta.

Chispeante e ingenioso, conocido como ‘El Búho’, de vez en cuando iba dejando por aquí y por allá los gestos de su sabiduría, de sus curiosidades: Larrea, los hermanos Labordeta, Vicente Aleixandre, los expresionistas, quizá los poetas underground. Vivió peligrosamente y logró rehacer su existencia en el colegio Santo Tomás. Se instaló en una fonda en la calle Bretón y allí se convirtió en un personaje solitario: miraba el mundo desde la mesa de un bar de la calle Bretón, leía sus libros y la prensa, tomaba café con leche y de vez en cuando recibía visitas de distintos autores y amigos: Antonio Pérez Lasheras, Antonio Ibáñez, Miguel Ángel Ordovás, Ignacio Escuín. Hoy será incinerado.

Fue un poeta rebelde, iconoclasta, partidario de la tensión poética, de la experimentación, irreductible. Conocía muchos de los secretos del grupo, pero nunca tuvo demasiadas ganas de contarlo. Fue entrevistado por Antonio Pérez y Pepe Melero, por Ordovás, por Nacho Escuín, yo le dediqué una página en 1994 (hablamos en su café largo y tendido), con unas maravillosas fotos de Rogelio Allepuz,  dentro de un monográfico de ‘El periódico de Aragón’ dedicado al 25 aniversario de la muerte de Miguel Labordeta. Ha sido un solitario, un observador, acaso un escritor secreto. Y un testigo de palabras, de imágenes, de anécdotas, de bromas...

 

Enrique Cabezón le publicó el pasado verano, en una de sus páginas, este poema: ‘Incunable’. Lo tomó de ahí.

http://blogs.larioja.com/pequena/2012/06/28/%C2%ABincunable%C2%BB-un-poema-de-jose-ignacio-ciordia/

sombras mórbidas sobre desiertos aragoneses
libros escribimos inútiles para el hambre polvoriento
manjares y perfiles
derrotadas escuadras

claveles desamados si armoniosa perjura identidad
esclavitudes sin raíces
navegaciones lunares acaso de los muertos

los dolorosos labios barrocos inaudibles aún
ignorando las formas singulares mausoleos celestes
el Absoluto Diluido éter naciente

sería como huir al principio del miedo
nuestras almas ascienden
bárbaros sacrificados
con su rocioso llanto de aires extendidos
proximidades de tu historia desterrada

fosas únicas del pensamiento

ingravidez onírica

nunca

 

José Ignacio Ciordia, ‘Poesía completa’ (Larumbe, 2009).

20/12/2012 10:59 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

XUAN BELLO: UN DIÁLOGO

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[Xuan Bello es uno de los grandes escritores de Asturias. Un escritor universal que tiene en Paniceiros y en Asturias el epicentro de sus ficciones, el alimento de los sueños. Autor de numerosos libros de poesía, narrativa o ensayo, uno de los más conocidos es ‘Historia universal de Paniceiros’. Y ahora, con impecable traducción de José Luis Piquero, acaba de publicar en Xordica ‘La nieve y otros complementos circunstanciales’. Xuan, un tipo encantador y entrañable, un animal literario, responde así a unas cuantas cuestiones que quieren saber más de él y del libro. Un resumen de esta entrevista salió el lunes en ‘Heraldo de Aragón’. La foto está tomada de aquí: Sol Pau.http://micasaesmimundo.blogspot.com.es/2012/01/la-tentacion-del-silencio-de-xuan-bello.html]

 

“Quien no escribe por rebeldía no escribe para nadie”

 

 

 

 

-Empecemos a la manera cunqueiriana: ¿Qué está pasando ahora en Paniceiros? ¿Habrá pájaros cantando, se oirá el latido de los pinos o las lágrimas de la piedra no tan inerte?

En Paniceiros predomina el color blanco –lo sé porque un vecino ha colgado en el facebook una foto con este pie: “Ha nevado un poquito de nada”; el silencio, efectivamente, sólo lo rompe el graznido de las urracas, pero eso me lo imagino yo; de vez en cuando, el diamante del día lo rasga también la acatarrada tos de un tractor. Serán los del Sueiro, o los de Casa Santones, que van a recoger leña a algún bosque. En Paniceiros, como en todo el mundo, la vida se mueve y, como en cualquier otra parte, es fácil adivinar hacia adónde se mueve. La única diferencia es que allí, sucediendo lo mismo, las cosas suceden de otra manera. En la adolescencia yo leía La estación violeta de JRJ observando los delicados matices morados de los bosques en noviembre. ¿Le he dicho que hoy predomina el blanco? Sí, pero con el delicado color violeta de las ramas desnudas de los castaños. Busque cualquier cuadro de Anselm Kiefer y podrá verlo con cierta exactitud.

¿Qué le debes a Paniceiros, cómo defines, tanto tiempo después, esa región literaria, física y mental?
Decía Chesterton, con muy buen criterio, que un inglés era aquella persona que naciese donde naciese, en una ciudad civilizada o en las antípodas del mundo, siempre llevaba una aldea inglesa en el alma. Los asturianos, en esto, somos como en otras cosas --como en el sentido del humor-- algo británicos. Es evidente, a estas alturas de mi vida, que existe un Paniceiros real, comprobable, y otro literario; pero la vida y la literatura se mezclan comúnmente: París no sería París sin Paul Verlaine. París es distinto, por lo menos para mí, después de haber leído los Apuntes de París de Fernando Sanmartín. Yo he convertido, pues así lo he querido, a mi aldea natal en el centro del mundo. Allí se entrecruzan todos los caminos. ¿Qué le debo?

Eso te había preguntado, sí...

Todo. Para la portada de un libro de poemas mío, ‘Los nomes de la tierra’, dibujé muy torpemente una isla en cuyo centro estaba Paniceiros. No muy lejos, en aquella ficción tan verdadera, estaba la Roma y el Cartago de los libros. Hace ya casi veinte años de esto. Yo le he ido añadiendo barrios a Paniceiros: Nueva York, Braga, Roma, Barcelona, Madrid… Son ciudades por las que he pasado con mayor o menor intesidad; pero en mis libros no aparece la Nueva York de la postal, sino el Brooklyn de Whitman y el de Auster, el Manhattan de José María Conget; no aquella Braga donde viví un largo año, sino la que minuciosamente describe Altino do Tojal; y así todo. Colecciono identidades, y las sumo, sin renunciar a nada de lo que he sido. A mí me va bien.

¿En qué medida está en ‘La nieve...’ ese espacio?
En ‘La Nieve y otros complementos circunstanciales’ se habla aparentemente menos de Paniceiros que en otros libros míos puesto que los paisajes –recuerdo ahora Roma y Oporto—son más variados. Conocer de alguna manera es conquistar para el alma terranovas de la emoción; pero las nuevas tierras encontradas siempre las vemos desde una perspectiva distinta, local si quiere, patrimonio del individuo sin duda. Cesare Pavese decía que en todas las playas del mundo él veía la primera playa que vio en su infancia de secano; también veo yo así las ciudades, las personas: a poco que se rasque, Zaragoza, una gran urbe, es como Paniceiros, una pequeña aldea de dieciséis casas. No exagero: un día un historiador inglés me preguntó mi opinión sobre la Guerra Civil Española y yo le comenté lo que sabía, la memoria del consenso fundamentalmente, y me dijo que no entendía nada; pasé a contarle después, con cierto detalle, lo que durante la Guerra Civil había sucedido en Paniceiros y me contestó entusiasmado: “¡Ahora lo entiendo todo!”.

¿Qué le debe un escritor como tú a la geografía y a sus accidentes e incidentes: la tierra, los ríos, los bosques, la llegada del mal tiempo? ¿Cómo te influyen las estaciones? Lo digo a propósito de ‘Elogio del otoño’, de la nieve, y de tantos y tantos golpes de viento o de mar...
Decía Josep Pla, uno de mis maestros, que los seres humanos somos climatológicamente dialécticos. En Asturias, por ejemplo, el carácter de la gente cambia por algo tan simple como es nacer en la vega, entre las paredes del valle, o en lo alto, junto al cielo y divisando las cumbres de otros valles llenos de niebla. Yo nací en lo alto y la imagen de la amplitud del mundo acompaña mi mirada desde que veo. Siento curiosidad por el mundo aunque, está claro, no me he inventado eso de que el paisaje puede funcionar a veces, si se mira mucho y bien, como correlato anímico del escritor. Simplemente es una idea antigua que sigue funcionando. Vivo en el campo, actualmente en Caces, y aunque estoy a quince minutos escasos del centro de Oviedo veo discurrir una tras otra las estaciones. Veo como renace la vida tras su muerte. Eso tiene su importancia existencial: todo renace tras su muerte excepto nosotros. Esa idea desvela y revela.

¿Cómo defines ‘La nieve y otros complementos circunstanciales’? ¿Es un diario, el testimonio de las confidencias, el acta notarial de la incertidumbre de un escritor?
Es todo eso que dices, Antón; es todo eso. Un diario por que concibo la literatura como un borrador apresurado de los momentos escasos de intensidad que me toca vivir; testimonio de confidencias pues la literatura es confidencia apenas, palabras encendidas que se le dicen en voz baja a alguien, con los ojos un poco achispados, en son de amistad; ¿acta notarial de un escritor? Pues está bien dicho y lo que está bien dicho algo de razón ha de tener. Yo, amigo mío, soy un perplejo. He leído mucho sobre la condición humana, he vivido algo y sé de nuestras miserias. ¿Cómo no sorprenderme ante quien puede convocar, a pesar de ser tan mísero como es, la maravilla tantas veces? Anoto y callo. Ese es mi oficio.

 

Hay muchas historias íntimas, familiares. Por ejemplo evocas a tu abuelo, evocas los cuentos que te cuentan, los cuentos que te cuentas...

La memoria familiar, para mí, es tan importante como la memoria literaria. Las confundo a veces, la verdad; leyendo a Willian Shakespeare, por ejemplo su Lady Macbeth, recordé a una prima mía, de Paniceiros, a la que habían puesto de delegada en la escuela. Además, no hay que olvidarlo, el campesinado tiene una memoria prodigiosa. En los pueblos de Asturias todavía se asusta a los niños evocando a un tal Carixu como en otras partes se le dice Coco; pero resulta que Plubio Caro Carisio fue un general romano que ordenó, hace más de 2.000 años, lo que hoy llamaríamos una limpieza étnica. Escucho eso de “Va llevate Carixu” y sé que no nos limpiaron del todo.

¿En qué medida este es un libro que se alimenta de lecturas, de otros escritores?

Un poema siempre nace de otro poema. Una historia siempre se entrelaza con otra historia. A mí me gusta la literatura manchada de vida como me gusta la vida manchada de literatura (la frase feliz es de José Luis Piquero, un gran poeta que ha sido mi traductor al castellano en esta ocasión). La nieve y otros complementos circunstanciales es, muchas veces, una reflexión sobre las lecturas que iba haciendo o iba recordando. Si medito sobre la playa de Llucalcari, en Mallorca, donde fui tan feliz y estuve tan enamorado, ¿cómo no recordar cada accidente del alma de esa playa? Y entre los accidentes de esa alma, entre el cuerpo de la amada y el aliento del dios del mar, estaban salpicados de arena los versos de Robert Graves. ¿Aprender a leer la vida como se lee un libro? Bueno, en realidad en mi caso es justamente al revés. De todo aquello que te cuento, por cierto, lo único real que perdura son los poemas de Robert Graves. Ni el mar ni la amada de entonces –afortunadamente—están aquí conmigo; pero los versos, y mi viva con quien quiero, sí.

 

¿Qué te da la poesía, qué lugar ocupa en el diario y en tu trayectoria?

La poesía es el arte de reunir en unas pocas palabras toda la intensidad del mundo. La poesía –como narrador hablo y no como poeta—me lo ha dado todo, incluso procedimientos narrativos. Soy un lector devoto de poesía y a veces descorro el triple velo de la Diosa Blanca y escribo un poema, pero cada vez menos. Le debo más a Celso Emilio Ferreiro o a Francisco Quevedo que a Kafka o a Faulkner. Soy de natural tímido y me siento muy agusto en las fronteras. De no haber sido escritor me hubiese gustado ser contrabandista. De esos contrabandistas de vuestro Aragón que fornicaban a ambos lados de la raya.

 

¿Cuál es la importancia del viaje en tu escritura y en tu vida?
Decía Agustín de Hipona que sufrir en el presente no era demasiado importante; pero que haber sufrido en el pasado era lo mejor que le podía suceder a una persona. La misma relación la encuentro yo con el viaje: no importa tanto viajar como haber viajado. Viajar, por otro lado, siempre es una metáfora de la vida: sabemos nuestro destino pero nos demorarnos, todo lo que podemos, en el trayecto.

 

¿Cómo vives la relación entre vida y literatura?

La vida vivida y la vida escrita a la postre se acaban pareciendo. A la taberna de Tuña, en Tineo, llegó un día un mercader con un borrico cargado con unos pellejos de vino. Un borracho los vio a la puerta y, frotándose las manos, dijo: “¡Cuántas palabras nuevas han llegado hoy!”.

 

¿Son los libros, podrían serlo, la mejor patria del hombre, la más segura, la menos fanática?

En muchos aspectos sí. Patria más segura no, puesto que los libros tienen la vocación y la virtud de la incertidumbre; menos fanática sin duda: quien lee a otro se hace otro puesto que leer es igualarse.

 

¿Por qué escribes en asturiano?

A mí me gusta coleccionar identidades sin renunciar a ninguna anterior. Un coleccionista, ¿quemaría el cromo de Gento porque ha conseguido el de Villa? Pues no a no ser que sea tonto de remate. Escribo en asturiano y en castellano porque son mis lenguas y puedo y sé hacerlo. Todo me empujaba a no escribir en asturiano: pero yo leía y eso me acercó a la tentación de lo difícil y necesario. Quien no escribe por rebeldía no escribe para nadie

 

20/12/2012 11:24 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

CINE Y FÚTBOL, SEGÚN PANENKA

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‘PANENKA’: CINE Y FÚTBOL EN EL CENTRO DE HISTORIAS

Esta tarde, a las 19.30., en el Centro de Historias la revista ‘Panenka’, que coordina el historiador aragonés Aitor Lagunas se presenta en Zaragoza con una mesa redonda en la que van a intervenir algunos expertos del tema central: el fútbol y el cine. Ahí estarán Carlos Marañón, José Antonio Martín Otín, ‘Petón’, y Luis Alegre. La última publicación de ‘Panenka’ es un número sobre el Calcio: hablan, entre otros, Prandelli, Gattuso, etc. Gianluigi Buffon dice que constató la existencia de Dios el día que vio a Pirlo llevar la casimeta de la Juventud.

En la foto Aishwarya-Rai-, protagonista de ‘Yo quiero ser como Beckham’.

20/12/2012 15:20 Antón Castro Enlace permanente. Fotógrafos No hay comentarios. Comentar.

FRANCISCO URIZ: UN DIÁLOGO

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[Francisco Uriz cumple hoy 80 años y lo celebra por todo lo alto: con la publicación de su libro ’Poesía reunida’ (Libros del Innombrable). hace un par de semanas publiqué esta entrevista, con pequeñas variaciones, en Heraldo de Aragón. La traigo aquí a modo de conmemoración y de felicitación para Paco y sus amigos. La foto es de mi compañera Esther Casas, en sus tiempos en Heraldo.]

 

"MI RELACIÓN CON LOS ESCRITORES

NÓRDICOS HA SIDO MARAVILLOSA"

 

Francisco Uriz (Zaragoza, 1932) vive en una casa llena de libros, de música y arte. Y de fotos de familia: de su hijo Juan, de sus cuatro nietas, del álbum disperso de una existencia casi itinerante. Su mujer Marina Torres, traductora de lenguas nórdicas como él, pone el orden. Sobre una mesa de cristal del amplio y soleado comedor se ve una foto de los años 60 o 70 con ambos en medio de una manifestación. He aquí varias de las razones de la vida de Uriz, o las claves para forjar un retrato: es un hombre esencialmente político, que dedicó un poemario a Vietnam, militó durante años en el Partido Comunista de España desde Suecia, y es un traductor de todos los géneros (ha traducido más de 150 autores, hasta cartas a los brigadistas), pero sobre todo de poesía. Ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Traducción: en 1996 y este año. Estos días sale a la calle su ‘Poesía reunida’, más de 600 páginas que publica uno de sus lectores más amados: Raúl Herrero, de Libros del Innombrable, con quien ha colaborado en más de veinte publicaciones. En ese sello ha publicado, entre otros, a Gunnar Ekelöff, Marta Tikkanen o Jörn Donner, el escritor finlandés con quien descubrió el cine de Ingmar Bergman. Otro amigo esencial e inolvidable de Paco Uriz es el recientemente fallecido José Luis Borau.

-¿Empezamos por él?

-José Luis fue un amigo muy entrañable. Siempre lo llevo dentro. En los tiempos de la Universidad, los dos cursábamos Derecho y luego nos reuníamos con los amigos, con Pepe Pérez Gállego y Román Escolano, entre otros. Íbamos y veníamos por el bulevar de Independencia: nuestra charla era cine y literatura, literatura y cine. Siempre así. Borau era una persona admirable, deslumbrante, querido por todos. Lo sabía todo y nos contaba historias de cineastas, de escritores. Era un avanzado de la época. Él se fue a Madrid y yo a Suecia...

¿Cuándo volvieron a verse?

Más de veinte años después, en 1976. Él acababa de estrenar ‘Furtivos’ y a mí me encargaron que organizase una Semana del Cine Español en Suecia. Pensé en los clásicos: Bardem, Berlanga, Gutiérrez Aragón, y entre ellos también estaba Borau. Me trasladé a Madrid, y un día le llamé y le dije: “Señor Borau, soy Francisco Uriz, nos conocimos hace veinte años”. Y él, desde el otro lado del teléfono, me dijo con esa voz afectuosa y quizá un poco bruta, expansiva: “Pacooo, coño, amigo”. Y me riñó, claro, por haberme puesto tan ceremonioso. “¿Cómo iba a olvidarme de ti?”. La Semana de cine se convirtió en un mes de cine español en Suecia.

¿Tuvieron algún otro contacto?

Volvimos a contactar con motivo de su película ‘La sabina’. Un día me llamó Borau para decirme que había pensado en contratar a Harriet Anderson para la película. Yo, no sé por qué, siempre pensé que hablábamos de Bibi Anderson. Las dos habían sido compañeras de Ingmar Bergman. Accedí a Harriet, la mujer preciosa y joven de ‘Un verano con Mónica’, porque era la compañera de un gran amigo mío: Jörg Donner. Crítico de cine, productor, director, novelista. Años atrás yo había ido a Finlandia tras una mujer; allí conocí a Donner, nos hicimos amigos y recuerdo que una vez vimos todo el cine de Ingmar Bergman, cuando solo era conocido como dramaturgo. Lo vimos solos los dos y tomamos muchas notas. Y discutíamos. Donner escribió un libro sobre  Bergman, que he traducido para Libros del Innombrable; y yo no he escrito nada con mis notas. Luego he traducido muchas cosas de Bergman: sus memorias, ‘La linterna mágica’, por ejemplo.

Sabemos que Borau contrató a Harriet Andersson.

Sí. Y no solo eso: el propio Donner fue coproductor: aportó dinero, a la propia Harriet y algunos técnicos de fotografía y sonido. Sin embargo, la película fue destrozada en su estreno en Suecia: Donner tenía demasiados enemigos en Suecia. Era y es un hombre con personalidad, autoritario, que dice las cosas directamente, y solían recordarles a los suecos: “Los pactos están para cumplirlos”. Donner fue muy importante en mi vida por otras cosas: él me regaló un libro de Pablo Neruda de la editorial Losada y me puso en contacto, a través de su compañera de entonces, la escritora Sun Axelsson, con Artur Lundqvist...

A Sun Axelssson también la ha traducido su esposa Marina Torres en Zaragoza: los poemas de ‘Arena’.

Era una mujer menuda y rubia, de gran personalidad. Tenía una complicada historia: había sido amante de Nicanor Parra. Se la llevó a Chile y ella descubrió que el poeta ya estaba casado. Allí la acogió y la protegió su hermana Violeta Parra, tradujo a Pablo Neruda al sueco...

¿Quién fue Artur Lundkvist?

Un personaje capital de la Academia Sueca al que le fascinaba el español, nuestros escritores, y era poeta. Yo he traducido su lírica: ‘Textos para la nieve’. Era un enamorado de la poesía española y latinoamericana: un día se enteró de mi existencia y me propuso que hiciéramos juntos una antología poética de hispanoamericanos al sueco. Estaban César Vallejo, Borges, Huidobro... Me dijo los autores que había escogido, me pasó sus libros, me dijo qué selección había hecho él y me dijo que hiciera yo la mía. Fue muy generoso y apenas hizo correcciones a mi trabajo. Titulamos la selección ‘Cóndor y colibrí’ (1962). Luego tradujimos al sueco a Pablo Neruda, a los poetas españoles contemporáneos y recuerdo que también hicimos una versión de ‘Así que pasen cinco años’ de García Lorca.

Era una hermosa manera de empezar...

Desde luego, aunque luego yo lo que he hecho es traducir, en concreto, lenguas nórdicas al castellano. Un día le dije a Lundkvist que tenía fijación por Aragón: había escrito de Luis Buñuel, había publicado una novela sobre Goya y ahora trabajaba con un aragonés, de Zaragoza. Se rio...

¿Cómo fue su relación con los escritores suecos?

Maravillosa. Con los suecos y con los nórdicos en general. Ellos están muy agradecidos por nuestro empeño: no es lo mismo escribir para ocho millones que para 300 o 400. Antes de volcarme de manera exhaustiva en autores concretos, hice antologías de literatura sueca para España y Cuba, y de literatura nórdica en general. Y eso siempre lo agradecían mucho.

¿Siente predilección por alguno en concreto?

Desde luego. Incluso por aquellos a los que no conocí: por ejemplo Gunnar Ekelöff. He publicado varios libros suyos, entre ellos aquí en Zaragoza su antología ‘Non serviam’. No lo fui a conocer por timidez y porque tenía fama de difícil. Conocí a su viuda y me ayudó muchísimo: es una mujer excepcional. Ekelöff está considerado el poeta sueco más importante del siglo XX.

Demos un pequeño giro. ¿Siempre le ha interesado la política?

Mucho. En España, en Suecia, allá donde iba, pero Suecia fue decisiva en mi  vida por la aportación política. Veníamos del franquismo. En 1963, tras entrar en contacto con los brigadistas internacionales suecos, nos sumamos al Partido Comunista. Marina, mi mujer, y yo. A la Guerra Civil española vinieron a combatir 500 suecos y murieron más de 200; los que volvieron fueron represaliados por el régimen sueco no en un campo de concentración pero sí los dejaron en una especie de refugio o ghetto. Poco a poco se fueron incorporando a la vida normal, pero nosotros supimos donde se reunían, empezamos a ir, vencimos suspicacias (vieron que no todos los españoles eran fascistas; les traducíamos sus cartas) y nos aceptaron y nos contaban muchas cosas. Con ellos, participamos en una campaña, en vano, para salvar a Julián Grimau, por ejemplo. Permanecimos en el partido hasta 1980.

Uno de los grandes proyectos de su vida fue la fundación de la Casa del Traductor.

En cierto modo nació en una comida en Casa Emilio. Allí conocí a mucha gente vinculada a ‘El día de Aragón’, en un momento en que estábamos buscando casa. Vicente Sánchez, empresario, gran amigo y uno de los personajes más entusiastas que conozco, un personaje-esponja, nos habló de Tarazona y de un chalé. Me inspiré en Elmar Tophoven, un alemán que había creado una Casa del Traductor: decía que los traductores debían tener un sitio para reunirse, para hablar, para trabajar.  Con otra compañera traductora, francesa, Françoise Campo-Timal, en Arlés, hablamos de ello. Y allí hablamos de la importancia que había tenido el Rey Juan Carlos I en la fundación de la Casa del Traductor de Alemania: en uno de sus discursos, elogió la labor del traductor y Elmar Tophoven lo supo usar muy bien.

¿Cuál es el balance de la Casa del Traductor?

Bueno. Muy bueno. Se convirtió en una factoría de palabras y de profesionales. Contamos con muchos apoyos decisivos: el alcalde Moreno Lapeña, Juan José Vázquez, jefe de área de la Diputación de Zaragoza, Juan Manuel Velasco, Director General del Ministerio de Cultura, que nos ayudó mientras estuvo en el cargo. Y el Gobierno de Aragón, sobre todo en la época de Pilar de la Vega. Y por supuesto ha sido muy importante el apoyo de la Comunidad Europea: allí se eliminaban burocracias y facilitaban el trabajo.

¿Qué hacían en la Casa del Traductor?

En la Casa del Traductor hemos hechos muchas publicaciones, revistas, hemos publicado a escritores y hemos defendido el estatuto del traductor, algo por lo que venía luchando desde hacía mucho tiempo Esther Benítez. La gente venía y se marchaba encantada. Y aún me lo recuerdan. Y le dábamos prestigio a Tarazona. Ahí hemos traducido a mucha gente, entre ellos un futuro premio Nobel como Seamus Heaney. Vino una vez Bernardo Atxaga y no se lo podía creer. Nosotros contribuíamos a la difusión de la cultural española y aragonesa en el mundo y al revés: el mundo entraba en Aragón a través de la traducción. Fueron diez años estupendos. Pero aquí es muy difícil combatir con la burocracia y con el caciquismo: la gente no cree en los proyectos y las autoridades decían que te daban a ti la subvención, por “ser tú quien eres”. Eso desgasta mucho.

¿Y ahora?

Cumplo 80 y sigo trabajando. Estudio, leo, escribo, recorto prensa. Uno de mis próximos trabajos será Ekelöff de nuevo, que ilustrará Natalio Bayo.

 

 

DE OLOF PALME, DE LA POLÍTICA Y EL FÚTBOL 

La vida de Francisco Uriz es tan caudalosa como inagotable. Ha viajado mucho, ha emprendido aventuras con Peter Weiss en busca de los hospitales de los brigadistas, ha traducido no solo poesía, sino novela y teatro, especialmente de August Strindberg. Y uno de sus mejores recuerdos está vinculado a Olof Palme, el primer ministro sueco que fue abatido. De repente decidió emprender un viaje por Latinoamérica, México y Nicaragua, entre otros países, y le pidió a Uriz que fuera con él. Le haría de intérprete, de compañero, le daría sus opiniones sobre política e incluso le sugería matices de estrategia política. “Olof Palme era un hombre valiente, solidario, comprometido, que también tuvo que enfrentarse a la burocracia. Yo lo había invitado para la revista ‘Tiempo’ y se acordaba. Decía sus discursos en español y a veces los corregíamos en los últimos momentos. Creía en al valor de la solidaridad, creía en la democracia, y humanamente me ha dejado una huella imborrable. He traducido una selección de sus artículos, y ahí se ve quién y cómo era: Olof Palme encarnaba la vivencia apasionada de una verdad política”.

Otro de los asuntos claves de Paco Uriz es el fútbol: le ha dedicado un libro completo, ‘El rectángulo de hierba’ y dos antologías. “En realidad se inspira en el libro ‘¡Un círculo de hielo’ de Jan Erin Vold, que es un enamorado del patinaje. El fútbol no me ha dado nada especial, pero lo disfruto. Sobre todo lo que me apasiona es el juego, el acto de jugar, y ahora todo eso se ha derrumbado”.

Paco Uriz se confiesa poco ordenado. Incluso como traductor. “No resisto la comparación con Marina. Ella es metódica, lee el libro antes, lo subraya, lo analiza, y luego trabaja y apenas corrige nada. Yo voy traduciendo casi por intuición, poco a poco. Y luego corrijo y le doy sentido al conjunto”. Así, con calma y entusiasmo, con horas y horas y pasión por la poesía, por la palabra, en suma, ha traducido a más de 150 autores y varios miles de páginas.

23/12/2012 12:25 Antón Castro Enlace permanente. Escritores No hay comentarios. Comentar.

ALBERTO CALVO: LA MUJER ÁRABE

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ALBERTO CALVO: MEMORIA DE UN AMOR ORIENTAL. O CASI

Tengo debilidad por las moñas o moñacos de Alberto Calvo. Hoy, mientras recorría medio país bajo la niebla, me ha mandado este conjunto de mujeres que parecen orientales, como personajes de ‘Las mil y una noches’ o del pasado arábigo andaluz. Aquí están: Alberto Calvo, ese creador incesante, en toda su plenitud de color, de ingenio, en diálogo con la memoria visual de la pintura, del arte y quizá de la historia.

ACERCA DEL PREMIO DE NOVELA HISTÓRICA CIUDAD DE ZARAGOZA

Recibo esta nota de la Plataforma +Cultura. Aragón Comunidad Cultural, donde se pide la supresión, "por el momento", del Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza para 2013, cuyo coste ronda los 45-50.000 euros, ante otras necesidades de la ciudad.]

  

NOTA DE PRENSA DE LA PLATAFORMA + CULTURA

30 de diciembre de 2012

1.+Cultura y los colectivos profesionales de la Cultura piden al Ayuntamiento de Zaragoza que no convoque de momento el Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza para 2013 y reorganice las subvenciones al sector de la creatividad  literaria de modo que también se recuperen los soportes de ayuda a la creación de relatos, poesía y otros que dejaron de convocarse en pasadas ediciones.

2.+Cultura reclama un diálogo abierto y permanente para reestructurar toda la política de subvenciones culturales de manera más racional y en consenso con los propios sectores en el marco de un autentico Consejo de las Artes y Cultura en Zaragoza.
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+Cultura solicita al Ayuntamiento de Zaragoza que no convoque de momento el Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza para 2013 tal y como lo venía haciendo (seguramente la convocatoria saldrá en los próximos días, el año pasado se hizo el día 4 de Enero)  y antes reorganice las subvenciones al sector de la creatividad  literaria de modo que también se recuperen los soportes de ayuda a la creación de relatos, poesía y otros que dejaron de convocarse en pasadas ediciones y que tenían una mayor incidencia y participación. Es necesario que el Ayuntamiento reestructure con urgencia toda la política de subvenciones culturales de manera más racional y en consenso con los propios sectores en el marco de un autentico Consejo de las Artes y Cultura en Zaragoza.

El Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza se convoca para obras ya publicadas durante el año anterior. Su dotación (hasta el año 2012) era de 30.000 €, que se reparte al 50% entre editorial y autor. Por estadística, suele recaer en grandes grupos editoriales; es decir no se ayuda a editoriales que realmente puedan necesitar este apoyo tanto económico como de promoción. Por otro lado,  trata de un premio que ha ido sufriendo un paulatino desprestigio, porque en unos años se ha pasado de casi 50 novelas presentadas a poco más de veinte.  También se concede un premio de honor. El último escritor al que se concedió este premio de honor - Arturo Pérez Reverte- incluso excusó su asistencia a la ceremonia de entrega.

Además al importe del premio hay que añadir los cuantiosos gastos que su convocatoria conlleva. La actuación de cada miembro del jurado supone una compensación media de unos 1.500 €. El número de integrantes del jurado suele ser de siete u ocho personas. Algunas de ellas se desplazan desde diversos lugares del territorio nacional. Por lo que, como es natural, debe sumarse los gastos de viajes y alojamientos, tanto para asistir a la deliberación del jurado, como para asistir a la ceremonia de entrega y celebración posterior, a las que evidentemente se hallan invitados. También hay que contar entre los gastos los que suponen esta ceremonia y festejo.  En fin, estamos hablando de un premio que fácilmente supone un gasto de entre  45.000  y 50.000 €  aproximadamente. 

Frente a todo esto, hay que destacar que las bibliotecas municipales contarán con un presupuesto "cero" para la compra de libros.  O que  el Ayuntamiento de Zaragoza adeuda el importe de los convenios suscritos en los últimos años con asociaciones y entidades que trabajan en el fomento de la lectura y la difusión de la literatura y de los autores aragoneses; actuaciones que se llevan a cabo en coordinación con dicho Ayuntamiento y en centros municipales, como bibliotecas o centros cívicos de la ciudad.

En estos tiempos de acentuada crisis económica, recortes generalizados y supresión de ayudas y subvenciones a programas culturales de base, a asociaciones, editoriales, etc. este premio así configurado parece un disparate. Un premio que ni a corto ni a largo plazo está trayendo a la ciudad los supuestos beneficios que se auguraron en los primeros tiempos de su celebración y cuya permanencia, en estos momentos, no parece en absoluto tan precisa como el mantenimiento de otras actividades que puedan beneficiar al mayor número posible de ciudadanos de Zaragoza.


Info en http://mascultura.org/web/?p=3310


+CULTURA.
Aragón Comunidad Cultural
http://mascultura.org

*Este cuadro de un atardecer de verano es de Winslow Homer. 

30/12/2012 13:23 Antón Castro Enlace permanente. Temas aragoneses No hay comentarios. Comentar.

LUIS POUSA: EL BUS DE LA ALCARRIA

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‘BREVIARIO DEL BUS’ DE LUIS POUSA:

FICCIÓN, MEMORIA Y TRANSPORTE

[Luis Pousa Rodríguez es escritor (narrador y poeta) y periodista en ‘La voz de Galicia’. Trabaja en un delicioso libro sobre el transporte, un libro de ficción y de memoria, que ha colgado en buena parte en el blog de Enrique Vila-Matas, en el texto ‘Breviario del bus’, dividido en 19 partes, por ahora. ]

http://www.enriquevilamatas.com/escritores/escrpousal1.html

 

DE ‘BREVIARIO DEL BUS’

Luis POUSA RODRÍGUEZ

XVIII. EL BUS DE LA ALCARRIA

El Cela andarín de 1946 poco tenía que ver con el CJC de sus postrimerías, aquel literato a quien el Nobel tumbó sobre la lona de una sola hostia y que acabó sus días imitándose a sí mismo, como esos personajes que adoptan los tics y los absurdos de sus propias caricaturas. Tengo otros nombres con idéntica patología hirviéndome en la cabeza, pero mejor me los callo, porque los políticos tienen rencor para rato largo. A los políticos les das media galleta en un siglo y, ya puestos, los tíos te esperan al doblar la esquina del siguiente milenio, con el machete preparado para seccionarte las gónadas, sin perder ni por un solo segundo esa sonrisa blanqueada que tanto brilla en los cartelones electorales.

Pero estábamos hablando de seres con neuronas, no de esos transistores averiados que ocupan escaño en la carrera de San Jerónimo. Estábamos con CJC, que antes de disfrazarse de su propia caricatura era un escritor de tomo y lomo, de esos que se recrean con la muleta en la mano, exhibiendo una destreza que solo se adquiere meneándosela mucho (y con mucho tino) mientras con la zurda se sostienen y se escrutan las palabras de los gigantes de la literatura.

En 1946 Cela todavía era Cela y decidió echarse al camino para contarnos la Alcarria a pie de arroyo, a pie de quejigo, a pie de Tajo, río literario hasta su extremaunción en la impagable Lisboa de todos los Pessoas.

Tajo arriba, en las tierras de la Alcarria, cuando Zorita era Zorita de los Canes y no el estéril sinónimo de una añosa central nuclear, CJC en una de las curvas de su camino se sube al bus, que según la cita de Josep Pla que planta el autor en el arranque del décimo capítulo de este libro proporciona al viajero un “vuelo gallináceo”. CJC, que aún no es el Cela último de las palanganas y las farándulas televisadas, salta al estribo de un coche de línea y se hace un hueco entre los bulliciosos gitanos y las modistillas:

“Cuando el autobús echa a andar, la gente se va acoplando. El acoplamiento es, a veces, doloroso”.

Aquel bus de 1946 daba otra dimensión del tiempo al viajero, que hoy en día se teletransporta casi sin observar el paso acelerado de los postes de telégrafos plantados entre su origen y su destino. Es más, ya no sé ni siquiera si todavía existen aquellos postes telegráficos que adornaban el paso de los trenes por las llanuras de Castilla. A lo mejor sólo es un recuerdo que se ha quedado atrapado en un rincón de las meninges. El camino, en 1946, no era un estorbo, sino que era parte del viaje mismo. Así, el Cela andarín llega a las once de la mañana a un pueblo llamado Tendilla y recibe el aviso de que tiene que aguardar hasta las siete y media por el coche de línea que va a Pastrana. O sea, que lo que el automovilista del 2010 despacha en unos minutos de autopista clónica, en 1946 permitía al caminante demorarse en “un pueblo de soportales planos, largo como una longaniza y estirado todo a lo largo de la carretera” y “donde tiene un olivar el escritor don Pío Baroja, para poder tener aceite todo el año”. Hay tiempo para todo, hay horas largas por delante hasta echar a andar hacia el empalme de Tendilla, donde tropieza con una tabernita en medio del campo que “era algo muy parecido al paraíso terrenal”.

Era 1946, otro siglo, otro mundo. En Zorita de los Canes los átomos sólo bailaban en el agua tiznada del Tajo.

 

MIGUEL MORA: UN DIÁLOGO INTENSO CON RITA LEVI-MONTALCINI

[El 18 de abril de 2009 el excelente periodista Miguel Mora, de ‘El País’, publicaba esta entrevista con Rita Levi-Montalcini. Lo copio aquí, ahora que Rita acaba de fallecer. Era una de esas mujeres impresionantes que trabajan a favor del conocimiento y de la sensibilidad y la justicia social, y que se muestran tan inteligentes como sensatas y atrevidas.]

 

 

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2009/04/18/actualidad/1240005602_850215.html

 

Entrevista:Rita Levi-Montalcini

 

| PREMIO NOBEL DE MEDICINA | UN CEREBRO CENTENARIO

 

"Cuando ya no pueda pensar, quiero

que me ayuden a morir con dignidad"

 

 

El 22 de abril cumple 100 años Rita Levi-Montalcini. La científica italiana, premio Nobel de Medicina, soltera y feminista perpetua -"yo soy mi propio marido", dijo siempre- y senadora vitalicia produce todavía más fascinación cuando se la conoce de cerca. Apenas oye y ve con dificultad, pero no para: investiga, da conferencias, ayuda a los menos favorecidos, y conversa y recuerda con lucidez asombrosa.

Sobrada de carácter, deja ver su coquetería en las preciosas joyas que luce, un brazalete que hizo ella misma para su gemela Paola, el anillo de pedida de su madre, un espléndido broche también diseñado por ella. Desde sus ojos verdes vivísimos, Levi-Montalcini escruta a un reducido grupo de periodistas en la sede de su fundación romana, donde cada tarde impulsa programas de educación para las mujeres africanas.

 

Por las mañanas visita el European Brain Research Institute, el instituto que creó en Roma, y supervisa los experimentos de "un grupo de estupendas científicas jóvenes, todas mujeres", que siguen aprendiendo cosas sobre la molécula proteica llamada Factor de Crecimiento Nervioso (NGF), que ella descubrió en 1951 y que juega un papel esencial en la multiplicación de las células, y sobre el cerebro, su gran especialidad. "Son todas féminas, sí, y eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental", dice.

Con ella está, desde hace 40 años, su mano derecha, Giuseppina Tripodi, con quien acaba de publicar un libro de memorias, La clepsidra de una vida, síntesis de su apasionante historia: su nacimiento en Turín dentro de una familia de origen sefardí, la decisión precoz de estudiar y no casarse para no repetir el modelo de su madre, sometida al "dominio victoriano" del padre; el fascismo y las leyes raciales de Mussolini que le obligaron a huir a Bélgica y a dejar la universidad; sus años de trabajo como zoóloga en Misuri (Estados Unidos), el premio en Estocolmo -"ese asunto que me hizo feliz pero famosa"-, sus lecturas y sus amigos (Kafka, Calvino, el íntimo Primo Levi), hasta llegar al presente.

Sigue viviendo a fondo, come una sola vez al día y duerme tres horas. Su actitud científica y vital sigue siendo de izquierdas. Pura cuestión de raciocinio, explica, porque la culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro. "Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. La tenemos poco desarrollada y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente".

Laica y rigurosa, apoya sin rodeos el testamento biológico y la eutanasia. Y no teme a la muerte. "Es lo natural, llegará un día pero no matará lo que hice. Sólo acabará con mi cuerpo". Para su centenario, la profesora no quiere regalos, fiestas ni honores. Ese día dará una conferencia sobre el cerebro.

Pregunta. ¿Cómo es la vida a los cien años?

Respuesta. Estupenda. Sólo oigo con audífono y veo poco, pero el cerebro sigue funcionando. Mejor que nunca. Acumulas experiencias y aprendes a descartar lo que no sirve.

P. ¿Se arrepiente de no haber tenido hijos?

R. No. Era adolescente cuando decidí que nunca me casaría. Nunca habría obedecido a un hombre como mi madre obedecía a mi padre.

P. ¿Recuerda el momento en que decidió estudiar? ¿Qué dijo su padre?

R. Era el periodo victoriano. Mi padre era una persona de gran valor intelectual y moral, pero un victoriano. Desde niña estaba contra eso, porque veía a mi padre dominar todo, y decidí que no quería estar en un segundo plano como mi madre, a la que adoraba. Ella no mandaba. Dije a mi padre que no quería ser ni madre ni esposa, que quería ser científica y dedicarme a los otros, utilizar las poquísimas capacidades que tenía para ayudar a los que necesitaban. Que quería ser médica y ayudar a los que sufrían. Él me dijo: "No lo apruebo pero no puedo impedírtelo".

P. ¿Qué momentos de su vida han sido más emocionantes?

R. El descubrimiento que hice, que hoy es más importante que entonces. Cuando cada experimento confirmaba mi hipótesis, que iba completamente contra los dogmas de ese tiempo, viví momentos emocionantes. Quizás el más emocionante. Por el resto, el reconocimiento de Estocolmo me dio mucho placer, claro, pero fue menos emocionante.

P. Su tesis demostró que, de los dos hemisferios del cerebro, uno está menos desarrollado que el otro.

R. Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento. El peligro es que aquello que salvó al australopithecus cuando bajó del árbol siga predominando.

P. En cien años usted ha conocido esos totalitarismos. ¿Cómo se puede evitar que vuelvan?

R. Hay que comenzar en la infancia, con la educación. El comportamiento humano no es genético sino epigenético, el niño de dos o tres años asume el ambiente en el que vive, y también el odio por el diferente y todas esas cosas atroces que han pasado y que pasan todavía.

P. ¿Qué aprendió de sus padres? ¿Qué valores le transmitieron?

R. Lo más importante era comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. No existía la idea del cielo y el infierno. Éramos religiosos, pero la actitud ante la vida no tenía que ver con la religión. Existía el sentido del deber, pero sin compensación post mortem. Debíamos comportarnos bien, eso era una obligación. Entonces no se hablaba de genética, pero era ese espíritu. Sin premio ni miedo.

P. Su origen es sefardí. ¿Hablaban español en casa?

R. No, nunca tuvimos mucha relación con esa lengua. Sabíamos que veníamos de la parte sefardí y no de la askenazi, pero no se hablaba de ello, no nos importaba mucho ser de una u otra. Spinoza me hacía feliz, era un gran referente cultural, y todo lo que sabíamos procedía de los grandes pensadores hebreos, pero no había un sentido de orgullo, de ser mejores, nunca pensamos así.

P. ¿Basta un siglo para comprender a Italia?

R. Es un país maravilloso, por el clima, por la historia del Renacimiento, y por sus enormes contribuciones, su historia formidable de capacidad y descubrimientos. Me sentí siempre judía e italiana, las dos cosas al 100%. No veía dificultad en eso.

P. ¿Cómo ve a Italia hoy?

R. Tiene un fortísimo capital humano, capacidad innovadora y de convivencia, orgullo del pasado, y no se siente demasiado afectada por las cosas negativas, como la mafia. Siempre sentí que era un país del que era una suerte formar parte y haber nacido. Ser italianos era parte de nosotros, nadie nos preguntaba si éramos italianos o no. También era una suerte ser judía. No conocí la Biblia, no tuve una educación religiosa, y me reflejaba en el capital artístico y moral italiano y judío. No pertenecí a una pequeña minoría perseguida, sabía que eso ocurría, pero no me sentía parte de ello. Desde niña me sentía igual que los demás. Cuando me preguntaban "¿cuál es tu religión?", contestaba: "Yo, librepensadora", y nadie sabía qué era eso. Y tu padre qué es: ingeniero.

P. ¿Cómo vivió el fascismo?

R. No siento rencor personal. Sin las leyes raciales, que determinaron que los judíos éramos una raza inferior, no hubiera tenido que recluirme en mi habitación para trabajar, en Turín y luego en Asti. Pero nunca me sentí inferior.

P. ¿Así que no sintió miedo?

R. Miedo, no; desprecio y odio sí, netamente por Mussolini. A mi profesor Giuseppe Levi lo seguí paso a paso y era feliz por lo que él valientemente osaba hacer y decir. Nunca sentí la persecución porque mis compañeros de universidad católicos me consideraban igual. Y no tuve sensación de peligro. Cuando empezaron las persecuciones, eran tan inmundas las cosas que se decían que no me daba por aludida. Estaba ya licenciada en 1936, había estudiado con Renato Dulbecco, católico, y Salvatore Luria, judío, y no tenía sensación de ser distinta.

P. ¿Cree que hay peligro de que vuelva el fascismo?

R. Sí, en los momentos críticos prevalece más la componente instintiva del cerebro, que se camufla de raciocinio y anima a los jóvenes a razonar como si fueran parte de una raza superior.

P. ¿Ha seguido la polémica sobre el Papa, los preservativos y el sida?

R. No comparto lo que ha dicho.

P. ¿Y qué piensa del poder que tiene la Iglesia? ¿Es demasiado?

R. Sí. Fui la primera mujer admitida en la Academia Pontificia y tuve una buena relación con Pablo VI y con Wojtyla, también con Ratzinger, aunque menos profunda que con Pablo VI, al que estimaba mucho. No la tuve en cambio con aquel considerado el Papa Bueno, Roncalli (Juan XXIII), que para mí no era bueno, porque era muy amigo de Mussolini y cuando comenzaron las leyes antifascistas dijo que había hecho un gran bien a Italia.

P. ¿Ha cambiado mucho su pensamiento a lo largo de la vida?

R. Poco, poco. Siempre pensé que la mujer estaba destruida porque el hombre imponía su poder por la fuerza física y no por la mental. Y con la fuerza física puedes ser maletero, pero no un genio. Lo pienso todavía.

P. ¿Le importó alguna vez la gloria?

R. Para mí, la medicina era la forma de ayudar a los que no tenían la suerte de vivir en una familia de alto nivel cultural como la mía. Esa línea recta no ha cambiado. La actividad científica y la social son la misma cosa. La ayuda a las mujeres africanas y la medicina son lo mismo.

P. ¿El cerebro sigue siendo un misterio?

R. No. Ahora es mucho menos misterioso. El desarrollo de la ciencia es formidable, sabemos cómo funciona desde el lado científico y tecnológico. Su estudio ya no es un privilegio de los expertos en anatomía, fisiología o comportamiento. Los anatomistas no han hecho gran cosa, quitando algunos. Ahora ya no hay barreras. Físicos, matemáticos, informáticos, bioquímicos y biomoleculares, todos aportan cosas nuevas. Y eso abre posibilidades a nuevos descubrimientos cada día. Yo misma, a los 100 años, sigo haciendo descubrimientos que creo importantes sobre el funcionamiento del factor que descubrí hace más de 50 años.

P. ¿Hará fiesta de cumpleaños?

R. No, me gustaría ser olvidada, ésa es mi esperanza. No hay culpa ni mérito en cumplir 100 años. Puedo decir que la vista y el oído han caído, pero el cerebro no. Tengo una capacidad mental quizá superior a la de los 20 años. No ha decaído la capacidad de pensar ni de vivir...

P. Díganos el secreto.

R. La única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo.

P. ¿Está preparada?

R. No hace falta. Morir es lógico.

P. ¿Cuánto desearía vivir?

R. El tiempo que funcione el cerebro. Cuando por factores químicos pierda la capacidad de pensar, dejaré dicho en mi testamento biológico que quiero ser ayudada a dejar mi vida con dignidad. Puede pasar mañana o pasado mañana. Eso no es importante. Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la Shoah, a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.

Esta entrevista pertenece al suplemento Domingo del 19 de abril de 2009

*La primera foto es de Maurizio Riccardi. La segunda, tan bella en su expresividad, la tomo de aquí

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-1ff13b2a339d3b75fc6c0df14943c722.jpg

 

30/12/2012 20:42 Antón Castro Enlace permanente. sin tema No hay comentarios. Comentar.

LA MOV, EN EL PRINCIPAL, 4 Y 5

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Recibo esta nota de LA MOV. Actuará en el Teatro Principal el 4 y 5 de enero.

Te enviamos el cartel promocional de ‘La Cenicienta’ y una imagen del espectáculo. Estaremos el 4 y el 5 de enero en el Teatro Principal de Zaragoza con ‘La Cenicienta’. En este espectáculo se versiona el clásico desde una visión muy original, fusionando danza, pintura, música y literatura. La escenografía es del pintor Pepe Cerdá. Ya hemos recorrido con este espectáculo los principales teatros del país, y ahora volvemos a traerlo a Zaragoza con mucha ilusión. Creemos que es una buena oportunidad de acercar a los más pequeños al mundo de la danza y la música, y a las Humanidades en general.

 

31/12/2012 12:52 Antón Castro Enlace permanente. Artistas No hay comentarios. Comentar.

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